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7 juegos educativos para regalar esta Navidad

España / 10 de diciembre de 2017 / Autor: Mar Giner / Fuente: Educación 3.0

La oferta de juegos educativos sigue creciendo sin parar año tras año. Una cuestión lógica si tenemos en cuenta su potencial pedagógico tanto en el aula como en casa. Si no sabes qué regalar estas Navidades, aprovecha estas 7 recomendaciones.

 

Broks: despierta la mente

Este juego de construcción desarrollado por Playbroks que sigue los principios STEM: su objetivo es plantear retos a los pequeños para estimular su imaginación, fomentar el pensamiento, así como que aprendan a través de la prueba y el error. Este juego está pensado para que los más pequeños construyan, toquen y aprendan conceptos físicos, matemáticos o de ingeniería de forma sencilla y divertida.

 

Emoticapsules: 6 cápsulas de emociones

Formado por 6 cápsulas que representan las emociones básicas, permite guardar dibujos y objetos relacionados con cada una de ellas. Creado por Miniland para niños de entre 2 a 6 años, está pensado para favorecer la identificación de las emociones y sentimientos y desarrollar las habilidades para su gestión.

 

 

Perplexus Original: un laberinto de pasatiempos

Su objetivo es ir recorriendo el laberinto con una pequeña bola de acero sorteando obstáculos y retos sin que ésta se salga. ¿Quién será el primero en poner cuidadosamente en el centro la pequeña bola de metal? Para jugar a Parplexus Original hay que ser paciente y tener mucho tacto, lo que permite a los niños de entre 6 y 8 años desarrollar todas sus capacidades de atención y comprensión.

 

 

Emotions Detective: gestiona las emociones con diversión

Un juego de detectives para niños de entre 3 y 6 años que les permite dialogar sobre conflictos cotidianos. Desarrollado por Miniland, este juego potencia la expresión y la gestión de sentimientos y favorece la empatía interpretando cómo se sienten los personajes. Un regalo para que los niños a gestionen sus emociones a la vez que se divierten.

 

 

Yo aprendo a leer: forma palabras y aprende

Un clásico de Diset con el que los niños de entre 5 y 8 años aprenderán a leer, a formar palabras y a deletrear. Se trata de un refuerzo escolar ideal para niños a partir de 5 años que en esta edición trae nuevo contenido, nuevas ilustraciones y nuevo diseño. Un juego educativo para el aprendizaje de la lectura y la escritura con el que ñps niños aprenderán pasándolo en grande.

 

 

Rompecabezas Magnético: juego multifuncional

Un clásico para los niños de más de 3 años que permite a los niños mejorar sus habilidades de percepción de cosas nuevas a través de dibujos magnéticos. Además, trabajarán con la diferenciación del color, una gran ayuda durante la etapa de crecimiento.

 

 

Diversity Hotel: crea ciudadanos responsables

Formar a los niños para que lleguen a ser ciudadanos responsables es esencial. Diversity Hotel fomenta el respeto hacia la diversidad y favorece la igualdad y la integración social de los niños de entre 3 a 6 años. A través de preguntas y respuestas el pequeño irá conociendo diferentes culturas lo que le permitirá familiarizarse con valores relacionados con el respeto y el reconocimiento al otro.

Fuente del Artículo:

http://www.educaciontrespuntocero.com/novedades2/juegos-educativos-para-regalar-estas-navidades/62430.html

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Educación y filosofía: dos caras de la misma moneda en el corazón de nuestra civilización

España / 10 de diciembre de 2017 / Autor: Marcos Santos Gómez / Fuente: Paideia. Educación y Filosofía

La mayoría de los grandes autores tanto de la tradición específicamente filosófica (por ejemplo Sócrates, Platón, etc.) como de la pedagógica (Paulo Freire) o incluso quienes se sitúan expresamente en ambas (John Dewey) muestran el inextricable vínculo entre lo que, además de ser consideradas disciplinas o materias, yo denomino a menudo “dimensiones” de nuestra civilización: la educación (y la pedagogía o la didáctica), la filosofía y la política. Las tres dimensiones han de presuponer, cada una en particular, la existencia de lo que abren las dos restantes. Este aparente embrollo puede demostrarse con apenas tomar a uno cualquiera de los grandes autores mencionados y estudiarlo a fondo, comprendiendo su alcance. Ellos demuestran en su producción o actividad intelectual la honda relación de los vértices de este triángulo. Aunque también, como se ha hecho en ocasiones, adoptamos la tesis tanto expresada en la historia de las ideas y que hemos captado en el voluminoso libro Paideia de Jaeger, de que en el origen griego de lo que somos, emergen y se “inventan” estas dimensiones, como campos donde se piensa y “produce” mundo, consciente y “creativamente”, con un lenguaje que trata de emanciparse de la emotiva amalgama del mito, alma mater de Occidente.

Es esto lo que vine a esbozar en mi comunicación presentada al reciente Congreso Internacional de Teoría de la Educación (CITE 2017) celebrado en Murcia. Algo que hay que recordar y explicar. En realidad ya lo he ido ampliando en algún escrito en prensa que espera su pronta publicación. El desarrollo de la tesis, en gran parte extraída, como digo, del gran libro de Jaeger es el siguiente:

En el mundo de campesinos y de una élite distinguida de aristócratas, en el siglo VIII a VII a. C. en Grecia, la explicación de la realidad se entendía como dar realce a la realidad y, en términos más humanos y concretos, a la propia sociedad y al modo de vida de aquella época homérica. Se trataba de señalar de un modo apofántico, mostrando antes que explicando, que lo que hay “es obvio”, de sentido común, su valor intrínseco. Es decir, que el mito, modo de conocimiento en estas culturas, muestra y persuade mediante seductoras imágenes antes que demostrar (aunque ya se den en él largas cadenas causales que secularizadas constituirán el pensamiento jonio, según Jaeger). Una mezcla, pues, de lo que hoy son la razón y el arte, lo racional y lo estético; en gran medida, una forma de razón, acaso, pero todavía inconsciente, anónima, colectiva. Un vibrante nervio que aún hoy opera soterrado en la civilización, aunque ahora no matizaremos sobre este asunto.

Este “pre-logos” (ya preñado de logos, anticipándolo) se presentaba como una actividad que teñía de gloria y dolor al mundo, como algo conmovedor y excelso, al modo de un súper-mundo ideal que justificaba el que hay a nuestro alrededor acoplándose al mismo y que por tanto salvaba este alrededor por la fuerza de un encanto (igual que el fatal atractivo de las sirenas). Y justamente era ese “encanto” implantado en el mundo el que impedía otra noción de lo educativo que no fuera la transmisión sobrecogedora de dicho universo mitológico tal cual, en su grandeza, por acción de una potente osmosis seductora, que, sin embargo, también impedía la distancia necesaria para pensar en el sentido actual. Estamos ante esa forma mítica de  adscripción a lo que hay desde el corazón, la muda admiración por lo que uno es y ante lo que es en su irradiante sobreabundancia, en su valor no explicado. Una admiración mucho más propia de lo artístico, de la sensibilidad y la genialidad artística, que muestra y ensalza precisamente dicha sobreabundancia, que de la razón en un sentido analítico y objetivo.

La tradición, entremezclada con sus mitos, lo era todo en aquel mundo homérico y acaso siga siéndolo todo, en el cuasi infinito juego de interpretaciones, relatos o cosmovisiones que nos constituyen y atrapan en la cárcel de oro de una civilización y sus cambiantes culturas. Quiero decir que en asuntos como la búsqueda de un sentido global y un proyecto colectivo cultural-existencial todavía se pueden detectar numerosos elementos propios del mito, cuando se intenta justificar lo que en gran medida resulta injustificable e inexplicable, como son las formas de vida, las naciones, los estamentos sociales, lo heroico, lo valioso en definitiva. Cuando aquel mundo homérico se miró a sí mismo, se topó con la potente pregnancia del mito en su corazón.

Esto se quebró a partir del siglo VII a. C. y sobre todo el VI a. C. Esos siglos fundan nuestro espacio civilizatorio, que se ubica, como decía Jaspers, entre dos enormes inmensidades ignotas, la del hombre de antes (el amplísimo tiempo de la Prehistoria, de unos casi trescientos mil años, según la reciente datación del Homo Sapiens) y el de después de nuestra civilización o la eternidad hueca que nos sucederá. Este hombre ancestral del que no hay apenas rastros vivió acaso inmerso en su propio magma, en fértil caldo de vivas emociones, sensaciones, intensidades y comuniones que son lo propio del existir humano, en un todo sin fisuras. La cristalización de este magma es lo que llamamos cultura. Ésta, en ese tiempo ignoto, se adhería al naciente en un proceso mudo, constante, que la naturalizaba. Así, el ser humano es animal que lo es en el modo de un tener cultura, pero esta era, en definitiva, en aquel tiempo como una segunda naturaleza que replicaba los rasgos de la primera. Lo que estamos diciendo es que en esta untuosa amalgama no podía haber, ni hubo, educación. Porque tampoco hubo  la distancia y brecha que son precisas para que la palabra capte su mundo en la distancia salvadora del concepto, del logos, como razón desnuda. El proceso por lo menos formal de la educación, su entificación en un saber académico, curricular, institucional, no existía, y menos aún, por supuesto, la pedagogía o la didáctica. Había, seguramente, transmisión chamánica y el aprendizaje de ciertas técnicas, pero lo crucial es que se daban sin la mediación racional que hoy se da explícita e implícitamente en los procesos propiamente educativos, sobre todo, por supuesto, en la enseñanza institucionalizada.

Dicho de otro modo, la educación como elección progresivamente consciente, libre, analítica, del propio modo de ser, en la perspectiva de una libertad fundamental, ontológica, era una posibilidad del hombre, pero solo eso. Una posibilidad que para actualizarse requería de lo que llegó en los albores de la civilización y, concretamente, en la Grecia de los inicios de la filosofía. Sólo entonces, mediando el pensamiento, pudo mostrarse, se verbalizara o no, nuestra educabilidad (en términos de la actual pedagogía y teoría de la educación) que es una manera de nombrar el carácter abierto e inacabado de nuestra esencia, o mejor dicho, que nuestra esencia es no tener esencia y ser constitutivamente históricos. Somos antes historicidad que naturaleza. Pero, como digo, solo pudimos comprenderlo y actuar en consecuencia tras el amanecer griego sobre todo o con los albores de la civilización con escritura algo antes, en Oriente Medio, Egipto y quizás ciertas regiones de India, China y tal vez, al parecer, África, algunas ya casi tan olvidadas y perdidas como el inmenso páramo de la Prehistoria anterior.

Hay que puntualizar que aunque nos empeñamos en que pensar y el pensamiento deben definir, bajo el paraguas de la identidad, las cosas no fueron ni son así. El mundo es infinitamente más rico, matizado y rizomático que el corto espacio y tiempo de un momento histórico, una “nación” o incluso una época. En el esfuerzo griego por captar esta cuasi inabarcable diversidad filosóficamente se fundaron varios caminos y ya en ellos se entrevieron las miserias del pensamiento de la identidad o la metafísica del ente y sus fundamentos, que algunos de sus más originales exponentes perfilaron. Como muchas otras civilizaciones, quizás intuyeron los peligros que esto inauguraba (baste todavía hoy explorar desde la antropología etnológica lo que distintas lenguas y pueblos, en sus auto-explicaciones culturales o cosmovisiones, han forjado, en cuanto a modos más próximos a lo diferencial en el ser que a lo idéntico, en el abordaje pre-conceptual o imaginativo de la realidad que llevan a cabo).

La propia realidad cultural, en su sustrato vital, es antes tensiones y vínculos, que aglomeración de “pequeñas identidades”. Lo que resulta en una dinámica continuidad entre espacios y tiempos diversos, civilizaciones que eran en la medida que se perfilaban otras y que devenían en otra cosa, en una explosión de posibilidades culturales (nunca ha habido, realmente, pueblos aislados, señalan los antropólogos y leíamos este verano en el gran filósofo Jaspers, como escribimos en el presente blog). De hecho, una civilización se da básicamente en la grieta que la tensión del propio hombre, la tensión que es ya, en el mundo, el propio hombre, abre en el manso ritmo de la vida mineral, vegetal o incluso animal que están también en él. El hombre está en un suelo, al modo de las piedras y las plantas; se mueve en ese suelo al modo de los animales; y desborda y supera dicho suelo, como sólo él puede hacer, al modo de la cultura, como hacedor de su propio modo de ser, como lo que consiste en trascenderse.

Así que nuestro sustrato cultural es antes escape y extensión que cimento, como contrariamente suele imaginarse. Abona su propia fuga, o sea, es alimento para la aventura. Resulta un oxímoron por tanto (y aquí solo puedo apuntar a este tema que no puedo desarrollar en estas breves líneas) hablar de “identidad” nacional, porque eso o no existe o si existe a la fuerza nos sitúa por debajo de aquello que podemos ser, privándonos del carácter trascendente del ser humano. Por eso los discursos que apelan a “identidades nacionales o culturales” constituyen no ya mitologías, sino todavía menos, un mero sustrato inorgánico donde nos anclamos para, si persistimos en dicho anclaje, acabar muriendo tornándonos no ya simples animales, sino plantas o minerales.

Pues bien, en el “nutriente” que hemos escogido, sin los debidos matices y revisiones de otras civilizaciones, en el “centro” que todavía late en nosotros, en la maravillosa civilización griega, se tornó consciente lo inconsciente, por emplear la analogía con el psicoanálisis. Es decir, sus fuerzas, comenzaron a operar como tensiones creadas, sobre todo, en el giro sobre sí, en el pliegue interrogativo sobre uno mismo.

Se abordó la totalidad de la naranja por medio de su piel desgajada como clave. Esto quiere decir que tanto el lenguaje como la realidad a la que hacían referencia estas incipientes operaciones del intelecto cultural eran “mundos” resecos, una suerte de esqueletos o estructuras lógicas que pretendían sustituir a la realidad, para matematizarla o tornarla conceptos o ideas. Desde estas lógicas y estructuras “ajenas”, en un pensamiento que se esfuerza por erradicar sus imágenes, se podía disponer del mundo con calma. Es un proceso en el que yo no puedo precisar mucho, por mi carencia del necesario conocimiento filológico de la lengua griega. Solo puedo hasta cierto punto apoyarme en argumentos de quienes sí la han conocido bien, como fue Jaeger, señalando su progresiva “filosofización”, en el cuerpo filosófico, en el esquema, que fue emanando de los poderosos vocablos e imágenes impresionantes, terribles, sobrecogedoras, del mito.

Por supuesto el mito nunca desapareció. De hecho, el prestigio de la filosofía entre los griegos, la seductora presencia de la retórica en su cultura (palabra tornada “útil” por su belleza y capacidad persuasiva), el amor por la belleza y la poesía, fueron fantasmas del mito que aún hoy nos acompañan. Están presentes siempre que se requiera de un plus de irradiante magnetismo en los conceptos y teorías, en el mismo halo y admiración que podamos sentir ante la ciencia, en su evidente fuerza estética. Porque nos movemos a fuerza de mito. Los mitos proporcionan un horizonte que añadimos los seres humanos a nuestra existencia, como si tuviéramos la innata necesidad de proyectar o de poner frente a nosotros algo. Es lo que explica que el hombre tienda a crear religiones, pero también arte y, por supuesto, ciencia, lo que le hace dinámico, moviente, aventurero. Su innata voluntad de trascendencia que parece contradecir la otra cara de los mitos como pegamento social, como lo que da cohesión e impermeabilidad a un pueblo. De nuevo, carezco aquí de conocimientos, pero sería interesante discernir ambos elementos, en su aparente contradicción, conservador y trascendente, en distintas mitologías.

Esta cultura griega que de manera insólita pretendió escapar de sus mitos, se giró sobre sí misma, para “mirarse”. Postuló una suerte de distancia entre el pensamiento y quien piensa, que sin adquirir todavía en muchos casos el tinte de dos polos bien diferenciados, como en la Modernidad, trata de alzarse sobre lo propio, sobre lo que uno es, de generar una separación para mirar mejor, sin escindirse todavía como haría siglos después la filosofía cartesiana. El efecto de este movimiento que, propiamente, ya es “pensamiento”, fue, si seguimos el relato de Jaeger, la cosificación, la objetivación de tres dimensiones ónticas que otrora permanecían en profunda ligazón. Estas dimensiones, que ahora obran lúcidamente, es decir, conscientes de su propio obrar y de sus fines, son las que señalábamos al principio: logos/razón/pensamiento o filosofía, por un lado, educación/pedagogía/didáctica, por otro, y política, finalmente. Esto ocurre cuando pensar resulta, en los albores de la filosofía, una tarea que aspira a despojarse de los viejos caldos y hervores del conocimiento chamánico, que se presupone “fría”, palabra que tiende a ir enfriándose, aun cuando en los hombres que la producen no desaparecen las más viejas razones del corazón, o formas más intuitivas, a-lógicas o emocionales de conocimiento. El hombre se despoja de lo que le da miedo, de lo que parece superarle, de las poderosísimas inercias del mito, y solo en alguna medida lo logra, o funda esta ilusión de haberse emancipado de sus mitos.

Pero primero, esta desnaturalización del pensamiento había creado una nueva dimensión existencial y ontológica: la historia. El hombre “crea” la historia y se sabe, desde esa recién nacida capacidad de mirarse postulándose en un punto externo a sí mismo, temporal, cambiante hasta lo más íntimo de sí, como ser ligado al tiempo. Descubre su historicidad. Vimos este pasado verano que así lo señalaba Jaspers. Emerge como animal racional a la vez que histórico. Pero la historia significa mucho más. Su presencia, la historicidad una vez es asumida cuando van “aclarándose” los mitos, opera una desnaturalización de los pregnantes procesos por los que los niños iban encarnando los valores “eternos” de su cultura, su apasionado heroísmo, sus lances, su épica.

Por esta necesidad de tenerse que creer y naturalizar “a la fuerza” unos contenidos culturales alejados, ajenos y humillados en su historicidad, desnaturalizados en su incorporación a los hombres y mujeres, tornados históricos, relativos, la pulsión de re-naturalizarlos que pende sobre nosotros creó en el mundo otra esfera existencial: la educación. Pensar fue la condición para que pudiera darse la educaciónUna dimensión otrora natural, también es ahora histórica, es decir, tornada un “algo” aparte y ya relativo, no eterno, y en esa historización, emerge, nace. El proceso automático, inconsciente, natural, se ha convertido en esfuerzo, planificación, vinculación consciente con los contenidos y el conocimiento guardado por la propia cultura.

Nace el hombre educable que es el que ha “fabricado” su libertad al tomar distancia del (su) mundo cultural, adquiriendo conciencia de su relatividad. Ahora se sabe necesitado de valores y mitos y de que, en su indigencia, ha de absorberlos. La paideia es el producto de esta cosificación de la cultura, que al desnaturalizarse, obliga a un proceso racional educativo para su re-naturalización o encarnación en el sujeto. La educación se torna “racional” y manifiesta una cualidad deliberadamente formativa. Nos hemos de dar forma “racionalmente”, a posta.

Todo lo que antes se daba de un modo no consciente, implícito, automático o inercial, ahora debe pasar el tamiz del logos, debe pronunciarse ese proceso, debe mirarse, y por ello pensar crea la necesidad de ser educados. Se presupone, en el caso griego, un orden que nos ordena, que debe ordenarnos, y educarse consiste en ordenarse según dicho orden cósmico. Dewey va a desarrollar certeramente esta relación por la que este modo de existir como persona libre, o sea, educable, equivale al modo en que se piensa distanciada y libremente el mundo. Educar es ir incorporando este orden y la aspiración al mismo en el niño, un orden que desde el pragmatismo del norteamericano, lo es porque funciona, porque ayuda a mejorar la existencia en todas sus dimensiones, no solo las materiales, porque mejora la vida en definitiva. 

Paulo Freire vinculará también educación y pensamiento, pero de un modo mucho más pormenorizado, con nuevos matices que el pensador norteamericano, que hoy deberíamos recuperar en la pedagogía. Pero en realidad, esta conexión entre pensar/conocer y educar-se (ponerse en disposición de pensar/conocer, realizar y actualizar al ser pensante en una especie de inversión del cogito cartesiano por el que la existencia es lo primero y desde lo que se llega a lo que llamamos conocer o pensar), es algo implícito muchos filósofos, el hecho de que pensar ya nos modula y forma en su actividad, dispone las condiciones (existenciales y metódicas, ambas) para educarse o incluso forja un carácter equilibrado y racional. Pensar será una forma de ser (la de toda una civilización), una forma de ser que hay que conseguir a conciencia y que en el caso de Freire vendrá dada primero por la pura existencia de los hombres, por su vida, y en su momento epistemológico, por la puesta en común mediante el diálogo de los puntos de vista hasta adquirir un lenguaje común (científico) capaz de explicar (conciencia crítica, concientización) la propia forma de vida.

Es decir, Freire, entre otros, nos enseña que hay una conexión entre pensar y modificar la propia existencia, que necesariamente ha de darse dialógicamente, porque si permanecemos en el sujeto individual no podemos superar las estrechas fronteras de un pseudopensamiento subjetivista. Pensar es hacer mundo, conocer el mundo (“leerlo” primero y verbalizar, tornar consciente lo cultural; tomar distancia dialógicamente con la ayuda del “otro” que nos aporta su lenguaje; y explicarlo desde la esforzadamente lograda “objetividad” de la ciencia ahora ya vivenciada). Frente a esto, el pensamiento desconectado de su mundo crea la ilusión de una falsa objetividad ante cuyas inercias el sujeto no se muestra consciente. Aunque al sujeto las “verdades” le parezcan inmutables (en una fatal vuelta de lo histórico a lo natural pero sin la mediación del pensamiento o la educación en un sentido liberador que forme al hombre de un modo lúcido y cabal), eso no pasa de ser una mera ilusión, porque en realidad lo que sufre es la ceguera por la que no puede ver las realidades subyacentes u ocultas bajo la máscara de una falsa objetividad. La pedagogía de Freire es, de hecho, el arduo esfuerzo que al educarse hacen los hombres por “conquistar” el/su mundo y vincularse a la realidad conscientemente, por ser dueños y hacedores de su conocimiento, por ir pensando lo que se va haciendo; el sujeto y su mundo en consciente interrelación. O, dicho de otro modo que nos evoca la base también existencialista y fenomenológica de Freire, al educarse/pensar la conciencia ilumina su dirección, hace visibles los intereses que la movilizan, por qué “mira” y “comprende” de tal manera el mundo.

Fuente del Artículo:

https://educayfilosofa.blogspot.mx/2017/12/normal-0-21-false-false-false-es-x-none.html

Fuente de la Imagen:

https://sites.google.com/site/profangelecheverria/filosofia-de-la-educacion-1

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Libro: Los EDUkits de la Escuela de Educación Disruptiva

España / 10 de diciembre de 2017  / Autor: Clara Megías / Fuente: Fundación Telefónica

Un EDUkit es un conjunto de materiales didácticos que sorprende y extraña, despertando así el interés y la motivación en los alumnos. Para guiar e inspirar a los docentes en el comienzo de la autoedición de sus propios EDUkits, Fundación Telefónica ha editado esta guía.

El cuaderno se encuentra dividido en dos partes. La primera de ellas se dedica a explicar el concepto innovador de “EDUkit” y desarrolla cómo concebir uno, y la segunda desgrana uno a uno, a modo de ejemplos prácticos, los nueve EDUKits que se emplearon en la Escuela de Educación Disruptiva, un espacio de reflexión sobre innovación educativa organizado por Fundación Telefónica y docentes de la Universidad Complutense de Madrid.

Link para la descarga:

https://publiadmin.fundaciontelefonica.com/index.php/publicaciones/add_descargas?tipo_fichero=pdf&idioma_fichero=es_es&title=Los+EDUkits+de+la+Escuela+de+Educaci%C3%B3n+Disruptiva&code=573&lang=es&file=EDUkits.pdf&_ga=2.110538949.1972619494.1512623896-2066301662.1508297871

Fuente de la Reseña:

https://www.fundaciontelefonica.com/arte_cultura/publicaciones-listado/pagina-item-publicaciones/?itempubli=573

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Educación destina 23,3 millones a la mejora del sistema escolar de las Islas.

El Consejo de Ministros acuerda el reparto de fondos regional para libros de texto, asociaciones de padres y prevención del abandono, entre otros.

Por: Laopinion.es

Canarias recibirá unos 23 millones de euros más para diversos programas educativos, según el reparto aprobado ayer en el Consejo de Ministros. En concreto, a las Islas le corresponden 23.387.600,55 euros de los más de 392 que se distribuirán entre todas las comunidades.

El Archipiélago dispondrá de estas partidas ministeriales para acciones encaminadas a mejorar la el sistema educativo, entre las que destaca la partida para libros de texto que ene l caso de las Islas asciende a 3.413.747. Otros 129.983 euros irán para Acciones de Calidad de Formación Profesional, 982.067 al Programa Proeducar (para la reducción del abandono temprano de la educación y la formación) ,y 11.558 para las Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Ampas)

Asimismo, en materia puramente académica, Canarias contará con otros 10,3 millones de euros a Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y 8,5 millones a Formación Profesional Básica, según el reparto acordado con las propias comunidades en la Comisión General de Educación celebrada el pasado 27 de noviembre. A ello se sumarían los fondos del Ministerio de Educación en concepto de becas y ayudas al estudio a alumnos canarios, por un importe de 72.463.895,97 durante el curso pasado.

En un comunicado, el Ministerio de Educación señaló que estas cifras suponen «la recuperación de los Programas de Cooperación Territorial en Educación, cuyo importe se había minorado durante el periodo de recesión económica, así como el mayor importe de distribución territorial a las comunidades autónomas en los últimos años».

Los 70,9 millones de euros aprobados hoy se suman a los 321,4 millones de euros que el Consejo de Ministros aprobó el pasado día 10 para la implantación de los nuevos ciclos de FP Básica y de opciones de enseñanzas académicas y aplicadas en la ESO. El Ministerio concluye que el total de crédito aportado a las comunidades en 2017 es de 392,3 millones de euros, 25 más que en 2016.

Fuente: http://www.laopinion.es/sociedad/2017/12/02/educacion-destina-23-millones-mejora/830959.html

Imagen: http://fotos02.laopinion.es/2017/12/02/328×206/educacion-destina-1.jpg

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La excelencia educativa como prioridad.

Por: Myriam Z. Albéniz .

Por suerte tengo edad suficiente para poder establecer una comparativa entre mi época escolar -en la década de los setenta- y la de mis hijos -el más pequeño, terminando el ciclo de ESO-. Con apenas cinco años acudí al colegio por primera vez y a lo largo de trece cursos fui destinataria de un modelo educativo que, además de incidir en la importancia del conocimiento, aspiraba como objetivo principal a inculcarnos una serie de valores imprescindibles para la formación de la persona, como el esfuerzo, la responsabilidad y el respeto. No se puede negar que, en ocasiones, el sistema hacía aguas -la perfección no existe- pero, en términos generales, quienes formamos parte de aquellas generaciones anteriores a la Logse no deberíamos quejarnos demasiado a este respecto.

Recuerdo con claridad que nuestros temarios eran más extensos que los actuales. Nos obligaban a leer libros al completo, en vez de la selección de textos de hoy en día, ideada con la absurda pretensión de no agotar a los alumnos con tan, al parecer, ardua tarea. No existía este actual afán por el localismo, y la cultura general que adquiríamos era justamente eso, general, e incomparablemente más amplia que la actual. Ahora, testigo de primera mano de la evolución académica de los chavales, me llena de perplejidad comprobar cómo las cabezas pensantes de los sucesivos Ministerios de Educación del último cuarto de siglo se siguen empeñando en inventar la pólvora cuando, salvo casos excepcionales, la lógica debería imponerse: si estudias, apruebas y si no estudias, suspendes.

En mi época no se progresaba adecuadamente ni se necesitaba mejorar. Los profesores se limitaban a valorar del 1 al 10, con lo que facilitaban tanto a alumnos como a padres la comprensión del mensaje recibido. De este modo, se ponían de manifiesto las mejores capacidades o las mayores habilidades de cada alumno para enfrentarse a determinadas materias y, con datos objetivos, era posible decidirse por un futuro científico, humanístico, laboral o de otra índole. De más está decir que las malas notas no eran motivo suficiente para acudir a la consulta de un psicoterapeuta infantil. La temida bronca casera se revelaba como la más eficaz de las terapias. Los adultos apenas frecuentaban los colegios y no existía la costumbre de las reuniones de principio de curso, ni de las entregas de notas en mano, ni de las horas de tutoría obligatoria. En compensación, los maestros se alzaban como referentes cuya autoridad nadie discutía.

Sin embargo, a día de hoy, el de los docentes es uno de los colectivos profesionales con un incremento superior de bajas por enfermedad laboral y un considerable número de sus integrantes ha perdido la ilusión por el desempeño de una profesión eminentemente vocacional, sintiéndose inermes a la hora de enfrentarse, por un lado, al aumento de faltas de respeto de niños y adolescentes y, por otro, a reclamaciones paternas a menudo extemporáneas y carentes de fundamento. Es muy decepcionante comprobar cómo los cerebros de estas políticas educativas de nuevo cuño han decidido que las jóvenes generaciones se igualen por lo bajo, de tal manera que quienes se esfuerzan, poseen talento y ganas de aprender se ven sin apenas alicientes cuando comprueban que sus compañeros de pupitre, gracias a los progresistas criterios de calificación de los centros escolares (actitud del alumno, observación en el aula, exposiciones orales y escritas, pruebas de evaluación continua?), obtienen unos réditos muy similares a los suyos con una mínima dedicación al estudio. En España, aspirar a la excelencia se contempla, en el mejor de los casos, como una utopía y, en el peor, como la pretensión de cuatro pedantes pasados de moda. Personalmente, no puedo entender que el alarmante puesto que en este ámbito ocupa nuestro país en relación al resto de los estados europeos no conlleve de una vez por todas a la urgente firma de un Pacto de Estado por la Educación serio, riguroso y libre de manipulaciones políticas. Porque quienes están llamados a sucedernos no merecen menos.

Fuente: http://www.laopinion.es/opinion/2017/12/01/excelencia-educativa-prioridad/830561.html

Imagen: https://compartirpalabramaestra.org/sites/default/files/field/image/santander-comprometido-con-la-ruta-de-la-excelencia-educativa.jpg

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César Bona: «a los niños hay que dejarles con hambre de seguir aprendiendo»

España / 3 de diciembre de 2017 / Autor: Redacción / Fuente: El Economista

Bona, considerado como uno de los mejores maestros de España, destaca que hay apoyar y formar a los docentes en materias fundamentales como el trabajo colaborativo, «porque es difícil enseñar algo que no hemos aprendido».

«Es importante que escuchemos a nuestros alumnos, porque es complicado formar a quien no conocemos, y la escuela debe ser el lugar en el que se dé voz a los niños para convertirlos en sujetos activos del cambio». Esta es sólo una de las reflexiones que César Bona, considerado como uno de los mejores profesores de España, ha compartido hoy en Valencia con los 350 docentes y pedagogos que han participado en la 2ª Jornada Pedagógica RUBIO.

Un encuentro en el que se han analizado, de primera mano, modelos y corrientes educativas innovadoras como las que respalda el propio César Bona, que atesora más de 16 años dedicado de lleno a la docencia, por los que fue reconocido en 2015 por el Global Teacher Prize como uno de los 50 mejores educadores del mundo.

Durante su participación en este foro, impulsado por la editorial de los cuadernos didácticos RUBIO, Bona ha explicado que cada niño tiene unas necesidades y hay que respetarlas, sin saturarles. «Tenemos que mantenerles las ganas de volver al día siguiente a la escuela, hay que dejarles con hambre de aprender», sostiene el mediático maestro. Por este motivo, aunque no demoniza los deberes, considera que «hay que evitar que los niños estén horas trabajando en casa, haciendo deberes que luego los maestros no pueden ni corregir por falta de tiempo material».

En este sentido, ha añadido el propio César Bona, «en España somos muy de blanco y negro, y es importante encontrar una zona intermedia. La escuela no puede convertirse en el centro del universo del niño, que tienen que disfrutar de su familia, y la familia de ellos».

Además, a colación de los resultados del último informe PISA, César Bona ha señalado que, aunque no se puede generalizar, la baja capacidad de desarrollar trabajos colaborativos entre los alumnos españoles tiene un claro motivo: «es difícil que los maestros podamos enseñar algo que no hemos aprendido, porque nadie nos ha enseñado» y ha destacado que «hay miles de maestros llenos de ilusión, pasión y muy preparados», y que, en su opinión, «hay que tratar de contagiar en positivo a todos aquellos compañeros que perdieron la ilusión por el camino».

La solución, según Bona, pasa por brindar más apoyo a los maestros y reforzarles, tanto los que están estudiando como los que están en activo, con nuevos conocimientos sobre temas tan importantes como el trabajo colaborativo, el aprendizaje por proyectos o la gestión de las emociones «porque sólo puedes exigir lo que puedes dar. Y para exigir ilusión o comprensión tienes que dar ejemplo, lo otro no es coherente». Eso sí, asegura que la sociedad tiene que «valorar más la labor de los docentes».

Aprender transformando

Por su parte Juan de Vicente, reconocido en 2016 como el profesor más innovador de España, ha mostrado el trabajo que están desarrollando en el IES Miguel Catalán de Coslada, donde hace tiempo apostaron por abrazar modelos pedagógicos diferentes a los establecidos, como el modelo de justicia restaurativa o el de aprendizaje servicio, que ha permitido conectar de manera real la escuela con la sociedad, con la vida.

De Vicente, que ha coincidido con Bona en la importancia de aupar y escuchar al alumnado, ha reflexionado sobre varios puntos importantes para apostar por nuevos modelos de escuela, como el liderazgo directivo, pedagógico y compartido, en el que los estudiantes son el eje central: «nos interesa muchísimo el liderazgo del alumnado. La clave de la transformación de la escuela está en el grado de participación del alumnado».

Al mismo tiempo, ha destacado que hay que lograr que los proyectos sean sostenibles y que para lograrlo es básico lograr generar redes estables de colaboración.

Escuelas del futuro, Col.legi Montserrat y Escola Sadako

Pero los asistentes a esta 2ª Jornada Pedagógica RUBIO también han podido escuchar las voces de dos colegios que han acometido una profunda renovación educativa y que se han convertido en dos ejemplos de la fuerza de la innovación pedagógica en las aulas, como son el Col.legi Montserrat y la Escola Sadako.

Desde el Col.legi Montserrat, la Madre Marta Molinas ha explicado el modelo transformador que han adoptado en su escuela, basado en la aplicación de la teoría de las Inteligencias Múltiples en todos los ámbitos de la enseñanza.

Por su parte, Jordi Mussons, director de Escola Sadako y uno de los impulsores de la Escola Nova 21, ha ahondado en el modelo en el que están trabajando y que está sirviendo de inspiración para multitud de colegios y docentes de toda España, como ha respaldado el propio César Bona durante su intervención.

Una escuela activa, laica, inclusiva, participativa, innovadora y con un proyecto global, que busca despertar en sus alumnos el pensamiento crítico, la creatividad, la colaboración y la curiosidad, así como el sentimiento de compromiso con la ciudadanía.

Y es que en Sadako encontramos ya aplicadas muchas de las tendencias educativas que han hecho de Finlandia un referente, como la generación de espacios para los alumnos pensados para relajarse, el aprendizaje basado en la experiencia (learning by doing) o la aplicación del each one-teach one entre alumnos, porque «a los niños les interesa más el aprendizaje entre iguales, entre ellos, que el que podamos darle nosotros», ha apuntado Mussons.

Para Enrique Rubio, director general de la afamada editorial de cuadernos didácticos RUBIO e impulsor de esta jornada pegagógica, «está jornada es el mejor ejemplo de nuestro trabajo. Estamos satisfechos con la acogida de este segundo encuentro, porque somos una editorial con una clara vocación innovadora que buscamos nuevas maneras de hacer, nuevas maneras de enseñar a los alumnos para lograr que aprendan más y mejor, pero siendo felices.»

RUBIO nace hace más de 60 años de la mano de Ramón Rubio, creador del Método RUBIO, y es la editora de los afamados cuadernos didácticos basados en potenciar la plasticidad del cerebro, a través del desarrollo de las competencias básicas, como la escritura y el cálculo. Desde su fundación, RUBIO ha vendido más de 300 millones de ejemplares de cuadernos, que han acompañado a seis generaciones de españoles. La firma vuelca gran parte de sus esfuerzos en la Fundación Cuadernos RUBIO, una entidad sin ánimo de lucro de carácter educativo, cultural y solidario.

Fuente de la Reseña:

http://www.eleconomista.es/ecoaula/noticias/8772134/11/17/-Cesar-Bona-a-los-ninos-hay-que-dejarles-con-hambre-de-seguir-aprendiendo.html

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Educación neoliberal y de izquierdas

España / 3 de diciembre de 2017 / Autor: Óscar de la Osa Martínez / Fuente: Economía Digital La Cerca

La escuela pública tiene como tarea formar a los futuros ciudadanos y trabajadores conforme a las “necesidades del momento”. Actualmente, este es un planteamiento defendido por la izquierda, por la derecha, por los sindicatos, y por la patronal. En la actualidad la escuela pública ha dejado de lado algunos temas importantes como es la verdadera educación, dar valores y enseñar a aprender para depender de temas de temas capitalistas.

La izquierda ha catalogado la presente educación como “escuela de la ignorancia” porque cree que se debe sustituir la igualdad formal por la ideología de igualdad de oportunidades. Sin embargo, otros autores creen que no se puede sustituir la escuela de contenidos por metodologías, estrategias y dinámicas variadas, como bien están implantando los políticos neoliberales en España y el resto de Europa a base de reformas como pueden ser la LOGSE, la LOMCE, el plan Bolonia o el programa Erasmus. Si se hace esto, se pierde el significado de la teoría de lo que es razonar, se pierde la posibilidad de aprender autónomamente, porque desde la nada, nada se aprende según algunos autores, opinión que comparto plenamente. Sin embargo, considero que la educación también se tiene que renovar para, en un futuro, transmitir mejores valores a nuestros ciudadanos a nivel de educación básica, y a nivel de educación superior prepararlos para afrontar empleos de garantías y ayudarlos a adaptarse lo antes posible al mercado laboral. Estas reformas tendrían como objetivo mejorar la educación primaria, secundaria y superior, pero no como se han llevado a cabo hasta ahora.

El plan Bolonia podría ser, en mi opinión, un ejemplo de privatización de la educación superior en el caso español, pues buscaba volver a una estructura de estudios 3+2. Esto se propuso en casi todos los países de Europa, aunque en España se rechazó por el 4+1. La Licenciatura, que suponía un precio aproximado de matrícula de 600 euros, se duplicó con la llegada de los títulos de grado (1500 euros). Además, mientras que el 5° curso de los estudios superiores (Licenciatura) rondaba los 600 euros, con la puesta en marcha de los másteres el precio de la matrícula se disparó, situándose entre los 3500 y 4500 euros. En periodos de crisis está claro que hay que hacer recortes, pero la educación es clave para el progreso de los ciudadanos y creo que no se deberían haber aumentado tan drásticamente estas tasas. En realidad, el plan Bolonia en si no es el problema por que anteriormente ya teníamos un 3+2 que funcionaba correctamente con precios públicos (diplomatura+ licenciatura). Más aún, un máster en Alemania, por ejemplo, te puede costar en torno a 200 euros el semestre, en Francia 180 euros, y en países como , Bulgaria, Republica Checa, Bélgica, Suecia, Noruega y Austria son inferiores a los 400 euros. A pesar de estas grandes diferencias entre España y países del entorno más cercano, tan solo los estudiantes en el año 2000 salieron a la calle a protestar contra esta reforma. Si no van a cambiar los precios públicos de la enseñanza superior, lo que tenemos que hacer es luchar por el 4+1, pero la izquierda ya ve este plan como una enorme derrota, en el caso de pasar al 3+2, pues tendríamos dos años a precio de máster, el cual no se puede permitir cualquier ciudadano español. En otros países, como es el caso de Francia, Alemania y Francia, se ha conseguido la educación pública superior a bajos precios, a costa de la subida de impuestos, pero en el caso español, el gobierno del partido popular es contrario a esta medida y mucho menos a afectar al carácter progresivo de los impuestos.

Creo que para el correcto progreso de los ciudadanos debe haber una educación pública de garantías, en especial en el ámbito de primaria y de secundaria, con especial importancia en la universidad, la cual debe de ser con precios bajos y no como se pretende hacer con el plan Bolonia en España, es decir, con unos precios en torno a los principales países de Europa, y esto lo deberíamos pagar con una subida de impuestos, ya que todo nuestro país se va a beneficiar de una buena educación. En general, salimos todos indirectamente beneficiados bien sea a través de nosotros mismos, nuestros hijos o algún amigo. Estaría de acuerdo en cierta medida con la afirmación de de que el mundo progresa a través de gente que se la juega, ya que creo que las personas que esperan a que les pasen cosas sin ir a por ellas difícilmente las conseguirán.

Fuente del Artículo:

http://economiadigital.lacerca.com/noticias/economia_digital/educacion-neoliberal-izquierdas-395352-1.html

 

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