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Educación pone en marcha un nuevo proyecto de igualdad.

La fábrica de valores: construyendo relaciones’ estará destinado a alumnos de Secundaria.

Por: laopinion.es

La Consejería de Educación y Universidades del Gobierno de Canarias iniciará este curso académico un nuevo proyecto educativo que lleva por título, La fábrica de valores: construyendo relaciones. Está destinado a fomentar la igualdad en los centros educativos de Educación Secundaria. Se centra en ofrecer herramientas a los estudiantes para detectar todas aquellas situaciones relacionadas con la violencia de género, a la vez que pretende formar al profesorado y al alumnado para prevenir estos casos de casos de violencia desde su inicio.

Se procederá a implantar en 24 centros públicos y se distribuirá de la siguiente manera: siete de Gran Canaria, siete de Tenerife, tres de Lanzarote, tres de Fuerteventura, dos de La Palma, uno de El Hierro y uno de La Gomera. Se dirigirá a los alumnos de segundo y de tercero de Educación Secundaria Obligatoria, y estará guiado por educadoras especializadas de la Asociación Desea3, que hasta junio de 2018 trabajarán junto al profesorado de cada centro.

Fuente: http://www.laopinion.es/sociedad/2017/11/25/educacion-pone-marcha-nuevo-proyecto/829103.html

Imagen: http://fotos01.laopiniondemalaga.es/2016/03/08/318×200/m019ma05.jpg

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El docente, eje del debate educativo.

Por: Julian Stratenshulte.

La última entrega del Informe PISA ha vuelto a sacar los colores a España. En este caso, por la poca capacidad de nuestros docentes para trabajar en equipo, en comparación con los resultados obtenidos por otros países miembros de la OCDE.Y aunque pueda parecer una cuestión menor que no tiene por qué influir directamente en la formación de los alumnos, no hay que olvidar que los profesores son el eje en torno al cual giran los debates del pacto de Estado por la Educación que negocian los principales partidos políticos en el Congreso.

Es cierto que muchos profesores han de enfrentarse a incómodas situaciones en sus centros, debido, en primer lugar, a la pérdida de autoridad en las aulas, en las que resulta casi imposible imponer una mínima disciplina. El continuo cambio legislativo, además, aumenta su insatisfacción, ya que los criterios implementados, que interfieren en sus funciones, son más de naturaleza política que pedagógica. Finalmente, la actitud de muchos padres, cuestionando los métodos didácticos y culpando exclusivamente a los docentes de los malos resultados de sus hijos, contribuye a crear una imagen de desprestigio profesional que desincentiva una labor que tiene mucho de vocacional. Sin embargo, cada vez hay más consenso en la comunidad educativa en que la calidad del profesorado es un factor crítico que se encuentra en el origen de parte de las deficiencias y disfunciones del sistema y que determina necesariamente sus resultados. Urge, por tanto, que las negociaciones parlamentarias aborden sin prejuicios esta cuestión.

Tal y como algunos especialistas han apuntado, es necesario revisar la selección y la forma de acceso del profesorado. En este caso, la implantación de un MIR educativo permitiría, como ocurre en otras profesiones, formar durante años a los candidatos, previamente seleccionados mediante oposición.También están en cuestión los planes de estudios de los que aspiran a ser maestros y profesores, cuyos contenidos tendrían que actualizarse y ampliarse, para reforzar la formación del profesorado. Una formación, que no debería abandonarse a lo largo de la carrera profesional de los docentes.

Coincide también la comunidad educativa en que ha de incentivarse a los profesores y a los centros que mejores resultados obtengan. A pesar de las reticencias de los sindicatos, que no aceptan que una parte del sueldo del profesorado dependa de los objetivos, como ocurre en el sector privado, los docentes que mejor lo hacen deben cobrar más que los que no están interesados en progresar. Para ello, habría que recuperar las inspecciones por parte de la Administración como herramientas de control y vigilancia de la labor de los docentes en el aula. Por último, en la línea de lo que denuncia el Informe Pisa, es fundamental romper el aislamiento de los profesores y promover la colaboración entre ellos, dentro y fuera de los centros

Fuente: http://www.elmundo.es/opinion/2017/11/22/5a148673268e3e776c8b4592.html

Imagen: http://e00-elmundo.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2017/11/21/15112946816336.jpg

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Elogio del aburrimiento.

Por: Frenando Aramburu.

No estuve allí; pero, a partir de los datos de que dispongo, juraría que los pasajeros del Titanic pudieron sentir de todo menos aburrimiento mientras el barco se iba a pique. Tampoco alcanzo a imaginar a los soldados implicados en la batalla de Waterloo bostezando indolentes, amodorrados, o arreglándose las uñas sin más motivo que no estar ociosos en plena refriega.

Le planteé la cuestión a un experto en conductas humanas a quien conocía someramente. Habíamos coincidido por segundo año consecutivo en la fiesta al aire libre de un amigo común. Pensó que bromeaba. Como suele ocurrir en este tipo de situaciones, él se refugió en la ironía. Fue entonces cuando le dije, ahora ya sí de broma, que me parecía extraño que la ciencia psicológica careciese de explicación para lo que a mi juicio es el verdadero meollo del asunto, esto es, que en el aburrimiento se esconde una convicción engañosa. ¿Cuál? La de estar en la vida como si dispusiéramos de una provisión interminable de tiempo.

La risa anula momentáneamente la conciencia de la tragedia. El aburrimiento, a su modo, también. La primera la vemos como positiva, pues da gusto. El segundo, al hombre moderno, se le figura una calamidad. Yo intuyo, añadí, que, bien gestionado, el aburrimiento puede ser una bendición. El psicólogo me preguntó si en aquellos momentos, en aquel jardín donde ya ardían las brasas de la barbacoa, yo me estaba divirtiendo. No conozco otra posibilidad, le contesté.

En mi modesta y poco autorizada opinión, el truco está en persuadirse de que la vida dura las dos horas y pico que tardó el Titanic en hundirse. Y como el tipo acogiese mis palabras con una mueca risueña, agregué, rivalizando con él en impertinencia, que con los años he desarrollado ciertas aptitudes para guipar al simio que lleva dentro cada ser humano, razón por la cual no suele ser difícil para mí hallar entretenimiento en la observación de las personas cuando no tengo mejor cosa que hacer. Mi interlocutor debió de sentirse aludido, se fue en busca de bebida y ya no volvió.

Agradezco a mis progenitores esto, lo otro y lo de más allá, pero particularmente que no estuvieran pendientes de que no me faltase diversión en cada minuto de la infancia. Ocupados en las tareas propias del sostenimiento de la familia, en un medio social humilde, de limitado acceso a los bienes culturales, el ocio del hijo no era un asunto que reclamase su atención, al menos no con la misma intensidad que la salud, la nutrición, la ropa y calzado o la educación escolar.

En consecuencia, uno, a edad temprana, no tenía más remedio que arreglárselas para colmar los tiempos muertos de la vida cotidiana con actividades que no consistieran principalmente en la queja por la falta de actividad. «Papá, mamá, me aburro», se oye lamentarse a veces, con clara intención de chantaje, a algunos niños. Me aburro significa en tales ocasiones: dame espectáculo, cúmpleme un deseo.

No se me ocurre respuesta más adecuada ni cariñosa en tales casos que esta: «Excava en tu hastío, hunde la pala, busca el diamante». La idea no es otra que estimular al pequeño a que se acostumbre a tomar decisiones. Se le convida a extraer provecho de su imaginación, a ejercitarse en la tenacidad y la paciencia, y a encontrar, en fin, por sí mismo solución a sus problemas.

Por los días en que daba clases se hablaba mucho de la pertinencia de motivar a los alumnos. La palabra motivación era el bebedizo mágico con el que obrar todos los días, en el aula, maravillas pedagógicas. Al alumno había que hacerle la enseñanza atractiva. Las matemáticas debían saberle a fresa; la física y química, alegrarlo como un número de circo. El alumno no debía aprender por obligación, sino por curiosidad natural. Incluso había programas educativos que postulaban la flexibilidad máxima de las actividades. El alumno llegaba a clase y, ante la oferta de tareas, podía escoger la que le hiciese tilín.

Daba la casualidad de que los niños no vivían en la escuela. Por las mañanas llegaban al aula determinados por ciertos hábitos no siempre constructivos y rara vez conformes con el plan escolar de convivencia y trabajo. Muchos de ellos tendían a prolongar dichos hábitos en las horas lectivas. Y así, atiborrados de televisión, años después de consolas de videojuegos, Tamagotchis y lo que fuera que estuviese de moda (hoy día lo ignoro, pues cambié de oficio), el alumno mostraba pulsiones claramente adictivas, era incapaz de concentrarse en nada y enseguida se cansaba de los recursos motivadores del frustrado profesor, convertido en una especie de camarero o sirviente de los niños. El resultado no era el previsto por las directrices. Al final, el alumno detestaba el colegio con ardor tan sostenido como el de los chavales de mi época, sometidos por regla general a una férrea disciplina.

Creo que las autoridades educativas harían bien en introducir clases de soledad en los colegios. Serían económicas. Ni siquiera precisarían de personal docente especializado. Aprender a estar a solas y en silencio con los propios pensamientos es un arte que no todo el mundo domina. Y, sin embargo, en dicho arte radica uno de los antídotos más efectivos contra el aburrimiento, la ansiedad, las actitudes gregarias y la falta de iniciativa.

Metan ustedes durante varias horas a un niño de ocho años, a una muchacha de catorce o a un señor de sesenta y seis en un cuarto de paredes blancas, sin ventanas ni aparatos. Tan sólo con una mesa en el centro o adosada a la pared, y, sobre la mesa, un trozo de madera y un juego de gubias. Transcurrido el tiempo, las posibilidades de que al entrar ustedes en el cuarto no hallen una figura tallada son con toda seguridad mínimas. Pongan rotuladores y hojas de papel, y hallarán, al final de la sesión, textos o dibujos. No pongan nada y llegará un momento en que el recluso se arrancará a cantar, a rememorar su pasado o a hacer ejercicio físico.

La idea de que el aburrimiento ha de combatirse solamente mediante estímulos externos me parece un error grave. Ojo, no hay por qué desdeñar dichos estímulos. ¿A quién no le agrada asistir a un buen espectáculo? Y aun en tales casos cultivar un espacio mental para el disfrute de lo que se está presenciando ayuda a no dejarse arrastrar por la blanda pasividad. ¿Cuántas veces no se le habrá ocurrido a uno la idea para un proyecto, el dato que faltaba, el verso inicial de un poema, en unos de esos momentos en que tantos congéneres nuestros mirarían el reloj fastidiados? Se me hace a mí que el aburrimiento es un regalo de la Naturaleza que permite a los seres humanos crearse un mundo interior propio con el cual vencer, mire usted por dónde, el propio aburrimiento.

Fuente: http://www.elmundo.es/opinion/2017/11/26/5a19b4eae2704e9e1d8b4605.html

Imagen: http://e00-elmundo.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2017/11/25/15116341348846.jpg

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Neoliberales contra la Escuela Pública

 

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Radio FAPA: Somos escuela 278. Maestros catalanes (Audio)

España / 26 de noviembre de 2017  / Autor: Radio Enlace 107.5 FM, Madrid / Fuente: Audio URCM

Junto a las secciones habituales, el tema de la semana nos trae el manifiesto de la confederación de MRP contra el ataque al profesorado de Cataluña.

 

Producción: Radio Enlace 107.5 FM, Madrid   |   Relacionado con : Asociaciones de Madres y Padres del Alumnado «Francisco Giner de los Ríos»   |  Duración aproximada: 00:59:23

Así se desarrolla el programa

  • -En la sección informativa, Arancha Ventura, vicepresidenta de la FAPA, nos recuerda el próximo Encuentro de experiencias de la FAPA, comenta la reunión del Consejo Escolar, la campaña @noaceptomadrid, la falta de profesorado…
  • Le dedicamos a Silvita la canción Ojalá que llueva café de Juan Luis Guerra, un homenaje a quien nunca dejó de ser niña.
  • Conversamos con Ricard Aymerich, presidente de la Federació de MRP de Catalunya, acerca de la nota de prensa la Confederación de MRP contra el ataque al profesorado de Cataluña.
  • En su sección de controversias, Valentín Huerta reflexiona sobre la persecución a la que siempre se sometió a los maestros.

Fuente:

http://audio.urcm.net/Radio-FAPA-Somos-escuela-278

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La tensión entre la escuela pública y la concertada se aviva por las cartas de Educación.

Fecaparagón recurre a la Agencia de Protección de Datos por un posible uso ilegal de la información de los alumnos, mientras Fapar defiende la «transparencia» que traslada la misiva a las familias.

Por: Heraldo.

Las cartas enviadas por la consejera de Educación del Gobierno de Aragón, Mayte Pérez, a las familias de los alumnos escolarizados este año en los centros educativos aragoneses siguen generando polémica.

El último paso dado en este conflicto se produjo ayer y lo protagonizaron Fapar y Fecaparagón, las federaciones de asociaciones de padres y madres de la enseñanza pública y de la concertada.

Por separado, ambas organizaciones avivaron la tensión al mantener y hacer públicas sus opiniones discrepantes en cuanto a la consideración e interpretación que hacen de las misivas remitidas a las familias por Educación.

Desde Fecaparagón se anunció el envío de un escrito a la Agencia Española de Protección de Datosinformándole del malestar que ha generado en la comunidad educativa de Aragón el envío de las cartas y pidiéndole que aclare si Educación podría haber hecho un uso ilegal de los datos privadosde los alumnos incumpliendo la Ley de Protección de Datos.

En opinión del presidente de Fecaparagón, Miguel Ángel García Vera, «la transparencia es buena», pero dado «el contexto» en el que se remiten las cartas y » la intencionalidad» que desprenden creen que la finalidad de las mismas «no ha sido informativa». Más bien, explicó García Vera, las familias las consideran «ofensivas».

«Creemos que los datos de nuestros hijos –explicaron desde la asociación de la escuela concertada– los custodian los centros y no pueden ser usados más que para la función docente y orientadora. Y entendemos que con la carta que ha remitido la consejera se ha traspasado este fin educativo».

Información a las familias

Por su parte, Fapar (la asociación de ampas de la escuela pública) colgó ayer un comunicado en su página web en la que defendió la misiva de Educación. Una iniciativa que la asociación calificó de»inusual», pero que confió en que se convierta en «hábito».

Asimismo celebró la apuesta del Departamento por la escuela pública y alabó «la transparencia e información que desprenden las cifras que se han trasladado a las familias».

Fapar aseguró que no quiere entrar en polémica con la red concertada, pero reflexionó que Educación informó a estas familias «que no se les pueden hacer cobros por recibir enseñanzas de carácter gratuito, que sirven, en ocasiones, como discriminación económica para el acceso de determinadas familias a estos centros».

Una información que apoyó, ya que «la red concertada se queja reiteradamente de la insuficiencia de las asignaciones presupuestarias para cada módulo concertado, como justificación de los cobros que exigen a sus familias», explicó.

Por último, pidió que no se caiga en la tentación «de comparar costes de la red pública y de la red concertada», ya que la primera llega a todos los rincones de Aragón, un territorio rural y disperso, «donde hasta la fecha no tiene interés alguno en asentarse la red concertada; quizás porque allí no le suponga un negocio», afirmó.

Fuente: http://www.heraldo.es/noticias/aragon/2017/11/18/la-tension-entre-escuela-publica-concertada-aviva-por-las-cartas-educacion-1208721-300.html

Imagen: https://ep01.epimg.net/ccaa/imagenes/2017/05/19/valencia/1495200176_020152_1495200317_noticia_normal.jpg

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Cinco ejes para la reforma educativa.

Creemos que la educación secundaria, tanto la obligatoria, como la no obligatoria deben preparar a los jóvenes para la vida, lo que incluye, pero no necesariamente, la posibilidad de ir a la Universidad. Por ello, y teniendo en cuenta que no todos los jóvenes españoles lo desean, sugerimos que la formación profesional se integre en los centros de secundaria.

Por: Juan Diez Nicolas.

Puesto que el pacto por la educación sigue pendiente de acuerdos entre las fuerzas políticas, y con la única legitimidad de haber tenido experiencia docente, investigadora y política, escribo algunas ideas basadas en la experiencia para contribuir a la enésima reforma de la educación en España. En este artículo me limito a la enseñanza secundaria, obligatoria (ESO) o no (Bachillerato), y dejo para otro artículo la reforma de la enseñanza universitaria.

Comienzo por decir que, en mi opinión, las diferentes reformas de la enseñanza han partido siempre de varios errores. Los sucesivos Gobiernos de España han transferido a las comunidades autónomas en diversas etapas las competencias de la enseñanza obligatoria (hasta los 16 años ahora), pero han mantenido muy centralizada la enseñanza voluntaria (generalmente universitaria, mediante pruebas nacionales selectivas, profesorado funcionario, planes de estudios, etc.), justo lo contrario de lo que hacen la mayor parte de los países desarrollados. En segundo lugar, se ha eliminado el carácter selectivo en aras de la igualdad de recompensas (resultados), lo que ha conducido a una pérdida de calidad en todo el sistema educativo español. Las evaluaciones europeas PISA y los rankings de universidades nos devuelven una imagen muy negativa de nuestro sistema educativo, obligatorio o voluntario. El tercer error ha sido jerarquizar al profesorado, en prestigio y retribución, desde los catedráticos de universidad en la cúspide hasta los profesores de jardín de infancia en la base. El cuarto error ha sido conceder autonomía sin responsabilidad, y responsabilidad sin autonomía a centros y actores de la comunidad educativa. Y el último, pero el más importante, haber politizado la enseñanza.

Parto de cinco requisitos del sistema educativo en su etapa secundaria, dejando para otro momento las enseñanzas universitarias. Estos principios son discutibles por supuesto, y los expongo sin poder justificarlos plenamente por razones de espacio. El primero es que la reforma debe basarse en un acuerdo entre los partidos políticos, al menos los de mayor representación parlamentaria, sobre un modelo educativo duradero. El segundo es que el modelo debe ser igual para todo el territorio nacional, con el fin de que no haya desigualdades entre españoles, y que los alumnos puedan cambiar de residencia sin que ello afecte a su formación. Tercero, el modelo debe ser aplicable a la enseñanza pública y a la privada. Cuarto, la enseñanza debe ser gratuita en los centros públicos. Y quinto, la enseñanza privada podrá ofrecerse en todo el territorio nacional, pero sin recibir subvenciones públicas. Solo en territorios en que la oferta pública no sea suficiente, la privada podrá establecer conciertos para recibir subvenciones públicas en las condiciones que se establezcan.

A continuación expongo las directrices de la reforma que sugiero, y que obviamente están muy resumidas, pero creo que son suficientemente claras. En primer lugar creo que todos los expertos y políticos estarán de acuerdo en que todo español tiene la obligación de completar los años de educación que establezca la legislación, ahora hasta los 16 años. Segundo, creo que también puede esperarse un consenso en que no se puede exigir que todos los jóvenes tengan la misma capacidad intelectual. Ni se pueden rebajar los estándares para acomodarse a los menos capacitados, ni se puede abandonar a los menos capacitados por no llegar a los niveles de los más capacitados. Tercero, creo que se puede aceptar también que no se puede regalar el título de haber completado la enseñanza obligatoria, ni se puede engañar a las familias ni a los alumnos buscando sinónimos para el suspenso. La solución pasa por reconocer que debe haber igualdad de oportunidades pero no igualdad de resultados, y por tanto no puede haber igualdad de recompensas. En mi opinión, el problema surge porque la educación es actualmente un menú fijo o con muy pocas variantes, y debería ser una carta con una amplia oferta de posibilidades para que los estudiantes puedan elegir. Soy consciente de que esta es la parte más difícil de entender en un país como España acostumbrado a los planes de estudio y a los programas de las asignaturas, es decir, a los corsés o a los caminos rígidos.

Tradicionalmente, en el bachillerato español no hubo posibilidad de elegir hasta 1955, entre ciencias y letras para los dos últimos cursos. Pero incluso entonces las asignaturas eran para todos igual en cada una de las dos opciones. Poco a poco ha sido más frecuente la capacidad de optar por unas asignaturas u otras. En la actualidad no hay optativas en primaria. Pero en 4º de la ESO se puede elegir entre biológicas y sociales. Y en los dos años de bachillerato se puede elegir entre caminos diferentes: humanidades, biológicas, sociales, artes, tecnología, y dentro de cada camino se puede optar por diferentes asignaturas, con obligatorias y optativas.

Mi propuesta va en esta dirección pero algo más allá. La ESO y el bachillerato actual, con todas las opciones indicadas, sigue primando el camino académico, es una preparación para la Universidad. Y por tanto, no incluye la formación profesional. Así, cuando un alumno no logra llegar al nivel mínimo académico tiene dos alternativas, o se va a la formación profesional, algo que las familias consideran negativo, o se le «regala» el título de haber completado la educación secundaria con algún que otro suspenso. Cualquiera de esas dos alternativas es frustrante para el alumno. Creemos que la educación secundaria, tanto la obligatoria (ESO), como la no obligatoria (Bachillerato) deben preparar a los jóvenes para la vida, para ser ciudadanos, lo que incluye, pero no necesariamente, la posibilidad de ir a la Universidad. Por ello, y teniendo en cuenta que no todos los jóvenes españoles tienen por qué desear o estar preparados para ir, sugerimos que la formación profesional se integre en los centros de secundaria para ampliar la oferta de asignaturas optativas. De esa manera los alumnos, tanto en la ESO como en el Bachillerato, continuarán juntos en los centros de secundaria, tanto si siguen un camino académico como si siguen uno profesional, y compartirán alguna que otra asignatura obligatoria para todos. Habrá quien elija fotografía, o metalurgia, o deportes de montaña, y otros que elegirán física, matemáticas superiores, etc.

Cada alumno, según sus capacidades, y con el asesoramiento de profesores y familiares, podrá satisfacer sus preferencias y completar los créditos necesarios para «ganarse» su titulación de secundaria. Si un alumno no ha elegido asignaturas científicas estará posteriormente poco legitimado para pedir ser admitido a unos estudios universitarios de ciencias duras. Pero todos los jóvenes se habrán «ganado» su titulación, y luego unos aspirarán a la Universidad y otros estarán bien y felizmente preparados para una vida profesional. De este modo, los alumnos con menor capacidad académica no retrasarán a los que tienen mayor capacidad, pero tampoco serán abandonados por el sistema, y no se sentirán discriminados, pues cada alumno tendrá su propio y personal camino. Nadie se sentirá mejor o peor, sino en todo caso distinto. Además podrán posteriormente aspirar a la Universidad si así lo desean y demuestran su capacidad, como es frecuente.

Fuente: http://www.abc.es/opinion/abci-cinco-ejes-para-reforma-educativa-201711150241_noticia.html

Imagen : http://materialeducativo.org/wp-content/uploads/2017/03/v1.jpg

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