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¿Estado o comunidad?

Por: Enrique Dussel. Marxismo Crítico. 16/12/2016

Pareciera que las comunidades de los pueblos originarios actuales en América Latina pudieran desarrollar un modelo democrático político más adecuado que la forma de Estado burgués moderno. Tal posición es defendida por aquellos que piensan que la disolución del Estado es condición de posibilidad de un ejercicio justo de la política.

En su última obra, Commonwealth, Antonio Negri considera nuevamente la forma Estado como una institución propia de la modernidad burguesa (lo mismo que J. Holloway y otros intelectuales) que hay que superar para iniciar lo que pudiera llamarse propiamente la política.

Esta tesis, como es sabido, fue defendida por el anarquismo (como el de Bakunin). K. Marx se opuso a este último en el sentido de que desde el campo social, por la lucha de clases en el nivel económico, había que superar a) el trabajo asalariado y b) el capital como condición de posibilidad de c) la disolución del Estado, y no por una lucha política directa (como los anarquistas) contra el Estado.

Esta triple negación es el tema que expone con gran solvencia el antiguo asistente de G. Lukacs, expulsado muy joven de Hungría, István Mészáros, en su obra reciente Más allá del capital (2006). La diferencia de Mészáros, con respecto de los otros pensadores nombrados, es que expone a partir de esa triple negación la manera como Marx llega a una importante conclusión: De aquí que él [Marx] mantuviera su definición preponderantemente negativa de la política hasta en sus últimos escritos, a pesar de su claro reconocimiento de que es necesario involucrarse en la política (Mészáros, p. 532), y por esto mismo no resulta en modo alguna sorprendente que Marx jamás haya logrado trazar aunque fuese los perfiles desnudos de su teoría del Estado (p. 564). Esto no niega que la elaboración de una teoría marxista del Estado es tanto posible como necesaria hoy en día (Ibid.). Es decir, la deficiencia del marxismo posterior a Marx en torno a la cuestión del Estado se origina en este hueco teórico del mismo Marx que debemos llenar urgentemente. Pero el hueco teórico no es sólo sobre el Estado, sino en una labor que Marx nunca pudo cumplir en el campo político; es decir, desarrollar una crítica de todo el sistema de las categorías de la filosofía política burguesa (crítica que realizó en el campo económico).

Hablando personalmente con Samir Amin en un Foro Social Mundial de Porto Alegre me decía: El Estado egipcio fue el primer Estado en sentido estricto de la historia mundial, hace 5 mil años. De la misma manera el incario en el Perú antes de la conquista, la organización política de las ciudades mayas o el altépetl azteca (como muestra) son estados tributarios (como los clasificaría Darcy Ribeiro en su obra El proceso civilizatorio). De manera que el Estado liberal moderno, manejado por la burguesía desde la revolución inglesa, es una forma de Estado particular, pero de ninguna manera la única. La superación de esta forma estatal no significa la disolución empírica del Estado como tal –que en sentido estricto es un postulado–. Y éste es el debate actual.

Algunos, como hemos dicho, en nombre de la organización política (o meramente social) de las comunidades originarias, tal como se encuentran hoy, las oponen a una forma de Estado liberal burgués, y se inclinan por el modelo de democracia directa de las comunidades indígenas actuales, sin Estado por lo tanto. En primer lugar, olvidan que las actuales comunidades son el resto de las naciones originarias que antes de la conquista (en las civilizaciones urbanas) tuvieron Estado, que comprendía a veces millones de miembros (como entre los incas). Allí había una organización estatal, no burguesa ni liberal, pero había Estado. En segundo lugar, pueden ser tomadas como un modelo ejemplar para ser aplicado a situaciones analógicas como las asambleas de barrios, pequeñas aldeas, fábricas, etcétera, donde la participación de democracia directa es esencial.

Pero, como hemos indicado en una colaboración anterior, esta participación en la base (y a través de mediaciones de la participación hasta el poder ciudadano en el nivel del Estado federal) no se opone, sino que debe fiscalizar las instituciones de la representación del Estado (transcapitalista, transliberal, transmoderno).

De manera que si oponer “representación versus participación” es una falsa contradicción (ya que hay que articularlas y definirlas en sus funciones distintas), de la misma manera “Estado versus comunidad democrática directa” es también una falsa contradicción, porque hay que saber articular ambas dimensiones en diversos niveles.

En un nuevo Estado (más allá del Estado moderno y burgués, que se iría acercando a la disolución del Estado por la disminución de la burocracia, la participación de las mayorías democráticamente en las decisiones, la transparencia de la representación, etcétera) la participación debe arrancar en la base de todas las instituciones (estatales) a partir de comunidades (cuya vida puede aprender muchísimo de los pueblos originarios tal como se encuentran en la actualidad en América Latina). Esto no se opone a que haya que inventar instituciones de participación a escala municipal, del Estado local o provincia, hasta llegar al Estado federal (por ejemplo, con el indicado poder ciudadano de la Constitución bolivariana). Pero esto no elimina, porque sería un idealismo voluntarista, la necesidad de la representación en los indicados niveles (municipal, del estado local o provincia, etcétera), que serían fiscalizado, mucho más estrictamente por las instituciones de participación.

Si alguien expresa: La comunidad es socialismo-comunismo, habría que tomarlo con cuidado. En el nivel de la base popular: sí. Pero esto no es lo mismo que el socialismo-comunismo en el nivel de las comunidades políticas de millones de ciudadanos como pueden ser las de Brasil, Ecuador o la India.

Intentar poner como modelo a) la organización de la comunidad en la base poco numerosa (con la participación del ciudadano por medio de una democracia directa, lo que debería implementarse) con b) la organización de millones de ciudadanos es idealismo político, moralismo anarquizante; es comprometerse sólo en el nivel social, y optar por una posición negativa ante la política (puerta que dejó abierta el mismo Marx en la interpretación de I. Mészáros), lo que hace cometer decisiones estratégico-políticas discutibles. Y la cuestión es aún políticamente más relevante en situaciones como las que se dan en Bolivia, Venezuela o Chiapas, y por ello son posiciones que deben ser debatidas explícitamente, para no caer en dogmatismos vanguardistas o utópicos (en el sentido negativo de este último término).

Fuente del Artículo:

«¿Estado o comunidad?»: Enrique Dussel

 

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Entrevista a Joaquín Miras Albarrán: La confianza en la humanidad, en nosotros mismos, es algo que constituye el fundamento del pensamiento de la izquierda

Entrevista a Joaquín Miras Albarrán sobre Praxis política y Estado republicano.
Crítica del republicanismo liberal
“La confianza en la humanidad, en nosotros mismos, es algo que constituye el fundamento del pensamiento de la izquierda”

 

Salvador López Arnal

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano.

Decías que es absurdo y alocado pretender elaborar pensamiento für ewig, para la eternidad. ¿»La lucha de clases es el motor de la historia» no sería un ejemplo de este pensamiento für ewig? La filosofía de la praxis a la que has hecho referencia, ¿no está llena de estos pensamientos «para la eternidad? 

Sí, es así; pero no porque el ser humano no posea regularidades ontológicas: su regular plasticidad e historicidad por ejemplo, es decir, su regular falta de naturaleza fija –no es paradoja-; su regular comunidad o socialidad. Su regular, desde el Neolítico y hasta la fecha, explotación del hombre por el hombre. Regularidades, todas ellas, registradas por el saber. Tampoco porque no haya pensamiento valioso que nos interpela desde otras épocas y muestra ser fuente perenne de inspiración: Aristóteles, Hegel, Marx, Gramsci. Los clásicos. El asunto está en la creatividad. Y en la praxeología. O sea en la historicidad humana. La praxeología para ser útil debe ser capaz de aferrar en concreto, en su singularidad, la totalidad del mundo en que se encuentra. Y debe ser capaz de transmitir ese saber. También debe ser capaz de explicar que la alternativa está en la capacidad de hacer de los activistas, de los sujetos que se organizan, en el concreto hacer, singular e histórico, que generan en esas concretas circunstancias. La alternativa práctica misma surge del proceso de lucha singular, histórico, desarrollado por el movimiento concreto, histórico, que exista en un determinado momento. El mismo programa, tal como dice Gramsci debe surgir elaborado dramáticamente, debe surgir desde la propia «entraña» de ese movimiento concreto, «que está ante nuestros ojos», de la voluntad colectiva, que el intelectual colectivo, orgánico, ha ayudado a construir, que el intelectual colectivo es él mismo.

Como por ejemplo… 

Como por ejemplo la exigencia del lote de tierra y de la «paz ahora», de los millones de campesinos rusos en 1917. Pero se trata de eso, dada una singular situación, específica, única, es decir, histórica –ahora, por ejemplo- ayudar a que un sujeto, una comunidad sujeto sea capaz de adoptar la actividad adecuada al logro de un fin, histórico también. Será un hacer que tiene que ser singular, específico, concreto, histórico. Pensado para el ahora y aquí. Que si es adecuado produce cambios reales, cuyas consecuencias inmediatas, nuevas, son impronosticables a priori, por su singularidad, porque producen la emergencia, el surgimiento de nuevas capacidades y facultades activas, y de nuevas exigencias y problemas no previsibles: historicidad. Y vuelta comenzar la praxis a partir de esa emergente singularidad. La reflexión sobre la actividad y para la actividad debe ser sobre lo concreto, y proponer cosas concretas. Es lo de Milón, y el comer bien, que nos explica Aristóteles al comienzo de su Ética nicomáquea. Comer bien es algo que resulta un ideal para todo el mundo. Pero Milón, el gran atleta, tiene una especificidad que le exige una alimentación que a otros nos mataría. Todos nos orientamos según el mismo fin –»premisa mayor»-, tenemos en cuenta nuestra singularidad -premisa menor- y adoptamos una decisión que es «particularidad», un hacer singular que tiene en cuenta la orientación y nuestra constitución singular, las concretas, por singulares y por históricas, condiciones de posibilidad. La praxis tiene como fin intervenir en la realidad, y su intervención sobre una realidad singular debe ser un singular pensado conforme al fin –premisa mayor-, surgido también en la historia, surgido también en el proceso histórico.

Suena de nuevo a Aristóteles 

Todo esto es Aristóteles. Aristóteles piensa su época singular. Y también Hegel. Hegel, como Marx, como todos los hegelianos, piensa que la reflexión para la acción «va de lo abstracto a lo concreto», y que lo «perfecto», se entienda por este término lo que se entienda –por ejemplo: «lo logrado, lo acabado»- , se define por ser modificación concreta, efecto concreto sobre lo real. Un hacer singular que produce un cambio singular, ambos concretos, gracias a haber comprendido la totalidad de circunstancias históricas que son, por ello, irrepetibles, únicas, ahora, aquí. Así reflexiona y propone actuar, también, Gramsci, como hegelomarxista que es: ese mundo, Italia. Conocer la especificidad de la totalidad concreta de Italia, incluida la singular historia de los territorios que confluyen a la construcción de la misma, y de las diversas capas sociales y sus respectivos proyectos históricos anteriores. Por ejemplo, las de sus intelectuales, y su específica historia en una península donde estaba Roma y podían tener especiales opciones de buena vida dejándose reclutar como miembros de la iglesia; de ahí su cosmopolitismo y su no interés por un estado propio fuerte. Un norte industrial y un sur agrario latifundista, y además organizado en ciudades, con vida urbana –el «centocittà»-. Un sur conquistado y absorbido….precisamente lo que da validez y potencia al pensamiento de Gramsci, sin duda el mayor pensador político del siglo XX, es este enseñarnos a reflexionar sobre la totalidad singular concreta

Precisamente su valor, su riqueza está en que los escritos de Gramsci nos enseñan cómo se debe pensar, cómo se elabora el pensamiento de la Filosofía de la Práctica; en realidad, todas mis respuestas, que insisten en la singularidad histórica y en la concreción de la práctica, se inspiran en su pensamiento. Pero por eso, vuelvo a la misma tecla –si me permites la expresión-: si alguien quiere pensar para la eternidad, no estará pensando nada sobre ningún mundo real, su pensar será vacuo, «buoto». Tanta cosa posmoderna, tanta deconstrucción que es discurso para todo mundo, vademécum de prescripciones universales para todo mundo, nunca aplicables en uno concreto…

Para terminar: supongo que me he metido en un jardín, al utilizar una frase reconocible de Gramsci. Es una de esas 10 o 12 frases de Gramsci que se reiteran constantemente. Abres Google, la escribes y ¡pum!, sale un repertorio interminable de referencias sobre la misma. Esa frase se encuentra en una carta suya de 1926, escrita a su cuñada. Procede de un libro accesible, al menos en su antigua versión: el epistolario de Gramsci que se titula Cartas de la cárcel; el tradicional, no el exhaustivo actual que es un tomazo más que gordezuelo.

Pero no es esa la única reflexión sobre el trabajo «per l’eternità» –o «Für ewig»- hecha por Gramsci. Hay otra posterior.

¿Cuál es? 

Hay que adentrarse en los Quaderni del carcere, claro. Y allí critica claramente ese estilo de trabajo intelectual abstracto que busca pasar a la eternidad; es del cuaderno 8, de 1931 a 1932, párrafo 57: «Cuando, por el contrario el motivo de la crítica es único, es preciso reflexionar: 1) porque puede tratarse de una deficiencia real, 2) porque se puede estar equivocado sobre la «media» de los lectores a los cuales se interpela y en consecuencia, se trabaja en el vacío, «para la eternidad»…» Para Gramsci, aquí, trabajar «para la eternidad», así, entrecomillado, es sinónimo de trabajar «en el vacío», ser estéril; es trabajar sin tener en cuenta que se debe elaborar para interpelar en concreto a una gente, aquí y ahora, lo que exige compartir sus problemas concretos, entender el mundo singular, histórico, compartido.

Creo que la misma carta de 1926 de Gramsci en que éste cita esa frase de Goethe –»für ewig»/para la eternidad- que según Gramsci había ya atormentado a otro intelectual italiano, debe ser entendida como una reflexión distanciada sobre sí mismo en tanto que preso; como autoironía sobre el tormento que él siente. Gramsci explica que ese deseo o imperativo atormentador le surge en la cárcel. A lo largo de su obra posterior insistirá en esto, en reflexionar sobre sí mismo y sobre los cambios «moleculares» que la cárcel produce en la personalidad. Las frustraciones, la impotencia, y los fantasmas, las neurosis, que genera: el hundimiento moral de la personalidad. A veces compara al preso con el hambriento que se jura no comer carne humana, pero al que la hambruna lo asedia y lo transforma poco a poco hasta ya no ser aquel que sentía horror ante el comer carne humana. Yo interpreto esa carta en esta línea, como autoironía, como comentario un poco sarcástico sobre sí mismo y sobre los efectos que produce en él la cárcel, las neurosis, la impotencia y el deseo de poder incidir sobre la realidad, de hacer algo que sea valioso…. Pero puedo estar equivocado, desde luego.

Creo que Paco Fernández Buey, hablo de memoria, tenía una interpretación parecida. ¿A qué otro intelectual había atormentado el tema? ¿Te estabas refiriendo a Pascoli? 

Sí, era Pascoli.

Voy finalizando este apartado del libro. Señalas, cuando reflexionas sobre nuestra experiencia, nuestras astenia, nuestra carencia de fuerzas. Tal vez pero, querido amigo, ¡no han sido pocas las revoluciones hechas en este último siglo que han vencido o cuanto menos lo han intentado a las clases dominantes, a ese capitalismo que no ha impuesto formas de vida individualizadas y aisladas. ¿Me equivoco de mucho?

Por entero de acuerdo. Este siglo XX ha sido un siglo, un tiempo, un «mundo trastornado» y tras–tornado, por las luchas. Lo contrario es apariencia: generada por la provisional desmovilización social que recogemos en nuestra experiencia –todos desearíamos poder ver resultados, y nos cuesta reconocer que algunos debemos ser estiércol, material que prepare lo que puede llegar a ser- y la propaganda enemiga que declara todo levantamiento como imposibilidad y proclama el advenimiento de su Reich de Mil años.

Estiércol entendido como abono, no como algo a desechar, menospreciable. Nadie lo es si no he entendido mal tus reflexiones. 

Exacto. Todos somos necesarios. Y todos tenemos, en potencia, una tarea; en determinadas épocas, la de preparar el suelo social para que fructifique posteriormente. Esto es tan necesario y tan noble como cualquier otra tarea humana en favor de la liberación humana. Es la más noble, cuando eso es lo que toca hacer.

Por lo demás, si tú mismo admites, que la gente percibe, percibimos, la enorme dificultad de elaborar otra alternativa empírica de vida, ¿no hay aquí una paradoja marcada y difícil? ¿Cómo entonces, admitido lo anterior, salir, superar nuestra situación si tenemos pocas fuerzas y es tan difícil elaborar una alternativa de vida?

Creo que la confianza en la humanidad, en nosotros mismos, es algo que constituye el fundamento del pensamiento de la izquierda. Junto a las mayores atrocidades vemos actos constantes, numerosos, cotidianos, de generosidad humana: una madre con su hijo; un desconocido que atiende a un emigrante ecuatoriano que acaba de ser desvalijado por un desaprensivo en una estación de tren; el que clava papeles en el corcho de información para sus compañeros trabajadores en un centro de trabajo,… Mil generosas actitudes cotidianas de miles de personas. A partir de ahí, recordemos que si el mundo humano existe es porque, a cada instante, millones de personas lo crean, lo producen y lo reproducen, con su hacer: el mundo es producto de la actividad de los subalternos. Y que cada individuo más que se suma a la actividad por cambiar la sociedad tal como es hoy, es un individuo menos, uno menos que la apoya, uno más que la socava: «somos» una «suma cero». Toda sociedad, en consecuencia, aún la aparentemente más sólida, se fundamenta sobre un suelo formado por millones de granos de arena suelta, granos conscientes, los seres humanos. Seres humanos cuya consciencia se desdobla, se extraña, percibe como ajeno, extrañado y no propio este mundo que ellos hacen; lo prueba el hecho de que en todos los tiempos históricos, las clases dominantes han tenido que emplear muchos recursos para tratar de convencer a los subalternos de que no se puede anhelar cambiar el mundo -o que anhelar eso, no está bien, es «pecado», es «el» pecado de la «consciencia desgraciada» medieval, cristiana.

Muy bien visto. 

Porque todo ser humano, todos, generamos reflexión sobre nuestro propio vivir, sobre la actividad generada por nosotros desde nuestra consciencia y sobre las expectativas, las necesidades conscientes que tenemos, como resultado de nuestra formación dentro de un ethos. Esta consciencia reflexiva, esta autoconsciencia, es ya un poder pensar y considerar evaluativamente, en perspectiva, desdobladamente, nuestro vivir y el mundo que lo produce. Toda autoconsciencia ejercida sobre nosotros mismos, nuestro vivir, nuestra comunidad, es un vernos como entidad distinta, separada, enfrentada, extrañada, con el mundo que nos ha construido; como en potencia capaces de vivir de otra forma, de hacer otra cosa que reproducirlo. Esa autoconsciencia es, solo por el hecho de operarse, negatividad: estudia su mundo, o sea, lo pone frente a sí. Pero todo esto es algo que toda mente humana hace cotidianamente; por eso necesitamos del arte, porque anhelamos mejorar nuestra autocomprensión de nosotros y nuestro vivir, expresándonos por medio de un objeto artístico y porque nos sabemos capaces de otras vidas… Y, bueno, el mundo humano siempre cambió, nunca ha dejado de ser «histórico».

Bueno, me he puesto a rebuscar argumentos y me han salido bastantes. Está claro que la skepsis vale tanto contra el optimismo como contra el pesimismo…

Seguramente, pero tu defensa del esperancismo es muy hermosa, muy machadiana. Sacristán citó en una conferencia unos hermosos versos de Guillevic sobre esta esperanza. Por hoy no te molesto más, seguimos en la próxima.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=219441&titular=%93la-confianza-en-la-humanidad-en-nosotros-mismos-es-algo-que-constituye-el-fundamento-del-

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Educación y estado, contra la pared

Por: Alberto Chiu

Todo parece indicar que el anunciado “fin del viacrucis financiero” en el rubro educativo está no solamente lejos de alcanzarse, sino que se avizora que será un viacrucis de muchas más estaciones, mucho más dolorosas, que lo que se creía.

Sobre el asunto han hablado con NTR Medios de Comunicación dos ex secretarios de Educación a quienes les habría tocado ver, de primera mano, la debacle económica que mantiene en estos momentos al sector educativo al borde de un colapso que parece inevitable o, por lo menos, de solución bastante tortuosa.

Se trata de Flavio Campos Miramontes y Marco Vinicio Flores Chávez, quienes ocuparon ese cargo y que, en función de ello, algo deben de saber al respecto, pues en su momento intentaron tomar algún camino similar al propuesto ahora por el gobernador Alejandro Tello Cristerna, con el objetivo de que la Federación se hiciera cargo del peso financiero de miles de maestros que se encuentran en la nómina estatal, y que no fueron absorbidos por la Federación con la reforma educativa.

No hay que olvidar que Flavio Campos fue secretario de Educación en el gobierno de Amalia García Medina, cuando el actual secretario de Finanzas, Jorge Miranda Castro, también ocupaba ese mismo cargo al frente del tesoro estatal.

Y tampoco hay que olvidar que Marco Vinicio Flores fue titular de Educación cuando el actual gobernador Alejandro Tello era… pues secretario de Finanzas también, en el gobierno de Miguel Alonso Reyes.

Vamos, pues, que todos ellos fueron, en sus respectivos sexenios, compañeros de gabinete que debieron haber compartido en ambos momentos la información necesaria para hacer las intentonas de regresar esas plazas a la Federación. Y todos se dieron cuenta de que no se podía.

¿Por qué ahora, pues, se trata nuevamente de jugar la misma estrategia cuando está más que claro que las reglas de operación de los programas no dan para llevar a cabo el traspaso? ¿A quién quieren sorprender o tratar de convencer con un plan que ya fue infructuoso en al menos dos ocasiones? ¿Qué ha cambiado desde la Federación para que ahora lo vayan a aceptar sin más ni más, como lo ha prometido el gobierno actual?

El problema, a decir de los ex secretarios de Educación –que algo han de saber al respecto, insisto–, es mucho más grande que simplemente tratar de hacer que la Federación se lleve esas plazas y se haga cargo de esos maestros. Se trata de un problema del gobierno en su totalidad, y de la manera en la que toda la estructura gubernamental usa –y muchas veces abusa– de los recursos que recibe la entidad.

Tal como reconoció Alejandro Tello Cristerna en la entrevista que dio a NTR Medios de Comunicación, “faltó hacer trabajo” en el tema de los profesores ante la reforma educativa, y seguramente ahora falta todavía más, si se pretende (contrario a las actuales normas) que la Federación se haga responsable de esos casi 10 mil maestros de Zacatecas. Y me queda la duda: ¿a cambio de qué podría aceptar la Federación? Porque hermana de la caridad, me queda claro que no es…

El tema de fondo vuelve a ser, sin duda, el manejo del dinero que se ejerce en Zacatecas, donde, al parecer, siempre se llevan mayores cantidades las propias instancias oficiales –entiéndase la burocracia–, y mucho menos cantidades los sectores más urgidos –léase la sociedad–. ¿Le entrarán a reestructurar la distribución de los recursos? Ahí viene otro viacrucis…

Tomando de: http://ntrzacatecas.com/2016/10/20/educacion-y-estado-contra-la-pared/

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Construir un sistema educativo de calidad debe ser una cuestión de Estado

Por: El Tribuno

En las últimas semanas, el déficit de la calidad educativa en las escuelas argentinas volvió a ser motivo de debate a partir del proyecto nacional para establecer un régimen de evaluación del rendimiento de los alumnos, y del desempeño de cada establecimiento y de los maestros y profesores.
Los gremios DOCENTES de todo el país manifestaron su oposición a la iniciativa, una reacción que contradice un principio elemental: sin evaluación no hay educación de calidad posible. Los argumentos que esgrimieron son estrictamente sectoriales, no tienen fundamentación pedagógica y no necesariamente reflejan el pensamiento de la mayoría de los educadores.
Evaluar a todo el sistema educativo es una necesidad perentoria para un país donde el nivel de conocimientos de sus jóvenes viene perdiendo terreno.
La educación pública es el instrumento indispensable para garantizar la plena inclusión de todos los ciudadanos a la actividad productiva, brindar expectativas de futuro a los jóvenes y cimentar la calidad de vida de las generaciones futuras.
Para lograrlo es necesario evaluar resultados y revisar procedimientos en cada uno de sus pasos.
Los alumnos argentinos tienen hoy 720 horas anuales de clase, muy por debajo del mínimo estimado por Unesco, de 830 a 1.000 horas. Esa carencia se debe a la gran cantidad de días sin actividad por feriados, paros y jornadas de CAPACITACIÓN dentro del horario escolar, lo que se añade a la demora para instrumentar la jornada extendida.
En muchos casos, como solución de emergencia, los gobiernos prescinden de la evaluación y decretan la promoción automática de los alumnos que no alcanzaron los objetivos, quienes pasan al curso siguiente con un déficit de conocimientos.
Aunque la evaluación genere resistencia gremial, los padres la ponen en práctica de hecho. Los que pueden inscriben a sus hijos en escuelas privadas, porque creen que son mejores y porque, efectivamente, tienen más días de clases. Entre 2003 y 2014, la matrícula escolar privada creció 28,73 % contra 1,62 % en las escuelas del Estado.
La educación, de gestión pública o privada, debe ofrecer la misma calidad. Hoy, las evaluaciones de Unesco revelan una grieta entre los egresados de escuelas privadas, con mayor nivel de rendimiento que sus pares de las públicas.
La Ley Nacional de Educación, sancionada en 2006, contempla un severo régimen de evaluación individual y colectiva del nivel educativo y del trabajo de los docentes. Además, pone el acento en la formación de los educadores. Por ahora, parece letra muerta. Los países con mejores rendimientos escolares del mundo valoran la educación como un capital colectivo prioritario.
En Corea del Sur y en Finlandia, la profesión docente está reservada a quienes egresan con mayores calificaciones en la educación media y se accede a ella luego de cuatro o cinco años de carrera universitaria. Son respetados, perciben salarios equivalentes a los de un magistrado o funcionario, concentran su actividad en un solo establecimiento y son evaluados periódicamente.
El caso coreano es significativo, porque en sesenta años pasó de un 99% de población rural con altos índices de analfabetismo, a liderar las pruebas internacionales de calidad educativa y a convertirse en un exportador de tecnología. Fue el resultado de una decisión de Estado, acompañada por una sociedad para la cual merecen idéntico respeto «el rey, el maestro y el padre».
No podemos taparnos los ojos. Solo el 12% de los jóvenes argentinos alcanza la graduación superior, contra el 50% de Corea, Finlandia, Polonia o Australia. Argentina tiene solo 28 graduados cada 10.000 habitantes, contra 48 de CHILE. En los últimos 10 años, nuestro país aumentó un 53% el número de sus graduados, mientras que en BRASIL creció 86%.
En los países desarrollados, especialmente en la Comunidad Europea, para ingresar a la universidad se deben aprobar dos exámenes: uno, como conclusión del ciclo medio, y otro, para acceder al claustro.
La enseñanza de bajo nivel en escuela primaria y la media cercena a muchos jóvenes el derecho de acceder al trabajo y a una carrera universitaria exitosa.
Fuente: http://www.eltribuno.info/construir-un-sistema-educativo-calidad-debe-ser-una-cuestion-estado-n760985
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Libro: Estado, capitalismo y democracia en América Latina

América del Sur/Argentina/07 de Agosto de 2016/Autor: Atilio Boron/Fuente: CLACSO

Atilio A. Boron. [Autor]

Secretaría Ejecutiva.
ISBN 950-9231-88-6
CLACSO.
Buenos Aires.
Junio de 2004

Es con profunda satisfacción que presentamos a la consideración del público una nueva edición de Estado, capitalismo y democracia en América Latina. Tal como se explica en el Prólogo a la Tercera Edición, aparecida en 1997 y agotada hace ya unos años, a la primera versión de este libro se le agregaron en esa oportunidad dos nuevos capítulos destinados a examinar la problemática de las «transiciones democráticas» y del estado en nuestra región. Al igual que entonces, esta cuarta edición no se limitó a repetir una vez más la labor de Sísifo de intentar corregir cuanto error tipográfico haya sorteado las incontables revisiones a que fuera sometido este libro en oportunidades anteriores, sino que procuró al mismo tiempo enriquecerlo con una nueva reflexión en torno a las enseñanzas que nos deja la historia del neoliberalismo en América Latina en la década de los noventa. Es por eso que hemos creído conveniente incorporar una larga introducción en la que se pasa revista a las principales transformaciones que tuvieron lugar en los países de la región en esos años y que demuestran categóricamente la naturaleza predatoria y genocida del capitalismo al llevar a la práctica una verdadera «eutanasia» de los pobres. Este libro pretende dar testimonio de esta tragedia y a la vez alumbrar el camino que nos conduzca a una nueva sociedad.
Fuente: http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=217&pageNum_rs_libros=89&totalRows_rs_libros=1094

 

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Libro: Una visión sobre «Trabajo social y lucha de clases»

América del Sur/Argentina/05 de Agosto de 2016/Autora de la Reseña: Nancy Mendez/Fuente: La Izquierda Diario

Libro: Una visión sobre «Trabajo Social y lucha de clases»

Autora: Andrea Oliva

Este libro, publicado en el año 2007, constituye un aporte indispensable a la hora de abordar el trabajo social desde una perspectiva crítica de la profesión, para analizar como surgieron las instituciones de servicio social, la autora nos plantea que es sumamente fundamental ver los hechos en el plano de la lucha de clases, de este modo “el Estado” tomó en sus manos las necesidades sociales como respuesta a la lucha de los trabajadores, y esto es lo controversial para pensar nuestra intervención, desmitificando de esta manera que el Trabajo Social sea la simple evolución de distintos tipos de ayuda social; es decir que no surgió el trabajo social por pedidos de limosna o caridad que de manera individual se solicitaron, sino que fue la respuesta de un estado que debió dar respuesta a las demandas colectivas de las organizaciones de trabajadores en un momento histórico determinado.

¿Caso individual o demanda colectiva?

Quienes hemos estudiado Trabajo social sabemos que algunos asocian no de manera inocente el surgimiento de nuestra carrera al abordaje del “caso individual” asociando de esta manera el abordaje individual al surgimiento de nuestra intervención profesional , intervención que fue “evolucionando” con el tiempo, llegando de esta manera a los distintos tipos de intervención estatal como la conocemos hoy; Oliva revierte este pensamiento con su investigación, mostrando que si se han creado instituciones destinadas a intervenir en demandas de la población , estas demandas fueron colectivas , producto de la organización de los trabajadores que lucharon por la conquista de sus derechos , para lo cual se organizó toda una infraestructura urbana para intervenir en lo que se denomina la cuestión social ( las problemáticas que surgen de la contradicción capital-trabajo) es decir que el discurso indigenista en nuestro país se relacionó de manera directa con la consecuencias de la cuestión social del periodo y ante esto la necesidad de los sectores gobernantes por mantener el orden y el control social frente al contexto de crisis política que atravesaba nuestro país.

En el libro la autora realiza un análisis del movimiento del capital a finales del siglo XIX y principios del siglo XX en nuestro país con las inmigraciones masivas que fueron fundamental para el desarrollo del capitalismo y en ese movimiento que llevó a la concentración de la fuerza de trabajo , se presentaron nuevas demandas que constituyeron una ruptura en las formas de organización existente hasta ese momento.

Otro factor a considerar que toma en su libro y que se desprende del anterior fue el proceso de urbanización: ya que el crecimiento poblacional no estuvo correspondido por una planificación urbana que cubra la alimentación, vivienda, salud, educación, de los trabajadores y sectores populares ,por tal motivo se constituyeron en una serie de problemáticas para la clase obrera, la cual respondió con distintos tipos de organización, en colectividades, asociaciones de socorros mutuos, sindicatos y partidos políticos, donde no solo su organización estaba destinada a sus derechos elementales como la alimentación, vivienda, educación , etc ; sino que también reclamaron por sus conquistas sindicales, aumentos de salario, eliminación del trabajo infantil , jornada laboral de 8 horas, por los derechos de las mujeres trabajadoras quienes ya se habían incorporado al mercado de trabajo en la industria , talleres, como empleadas domésticas; luchas obreras que han tenido a fines del siglo XIX y principios del siglo XX en nuestro país la influencia de la asociación Internacional de Trabajadores surgida en Inglaterra en 1864 conocida como la I Internacional y en 1889 la II internacional , organización internacional de los trabajadores para enfrentar a los capitalistas y luchar por una sociedad libre de explotación y opresión.

La profesión de Trabajador social no puede comprenderse sin las luchas de los pueblos, sin la organización de los trabajadores por mejorar las condiciones de vida. Es la demanda colectiva la que plantea la necesidad de dar respuestas colectivas, es decir la creación de los servicios sociales con el financiamiento público. (Oliva, A. Trabajo Social y Lucha de clases. Ed. Imago Mundi, Buenos Aires, 2007)

Este libro nos permite problematizar sobre la profesión en su historia, reflexionando sobre los orígenes del movimiento obrero y la creación de las primeras organizaciones de tipo sindical a fines del siglo XIX, comprendiéndola en la dinámica misma del capitalismo como sistema económico, político y social para reconocer nuestros intereses como trabajadores, reconociéndonos en los intereses de la clase trabajadora.

Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/Una-vision-sobre-Trabajo-Social-y-lucha-de-clases-de-Andrea-Oliva

 

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Estado Nación y Estado Plurinacional

Por Ollantay Itzamná

El Estado como campo de ejercicio del poder político es un espacio en permanente disputa desde donde los vencedores circunstanciales legalizan y legitiman sus opciones ideológicas mediante políticas públicas (incluida el ordenamiento jurídico interno) implementadas por las instituciones públicas creadas para tal fin.

En otras palabras, el Estado es tan antiguo como el poder mismo, y se constituye en una de las herramientas de dominación más eficaces que los vencedores utilizan sobre los vencidos.

Allá por el siglo XVI, en el norte de Europa, ante el fraccionamiento exacerbado del poder político por el sistema feudal, algunos “iluminados” (llamados filósofos) idearon lo que conocemos actualmente como el proyecto de Estado Nación con la finalidad de superar la fragmentación cultural y territorial, y así garantizar la gobernabilidad (la permanencia de la dominación).

En dicho proyecto político se entiende que a una nación (un pueblo que comparte territorio, historia, idioma, espiritualidad, cultura y aspiraciones de autodeterminación) le corresponde un Estado (organización jurídica y política de dicho pueblo).

Pero, esta idea de: “una Nación un Estado”, no se ha podido concretar (construir) ni en los mismos países europeos. Mucho menos, en países latinoamericanos multiculturales que como malos copiones tardíos “sus próceres” intentaron implementar dicha teoría política homogeneizante desde el siglo XIX.

Fracasaron los nacionalismo en el mundo entero porque la realidad social jamás es homogénea. Los humanos casi nunca estamos dispuestos a renunciar a nuestra identidad para asumir la identidad ideada (copiada) de los otros. Por eso, a mayor globalización, mayor es la glocalización. A mayor nacionalismo, mayor es la aspiración por la plurinacionalidad.

Ante esta incapacidad de construir la hegemonía cultural/identitaria desde el Estado Nación, los gestores y benefactores de este proyecto (racismo por medio) intentaron homogeneizar a los pueblos diversos (que cohabitan dentro de los territorios del Estado Nación aparente) mediante la aniquilación y/o la asimilación genética y cultural. A estos procesos irracionales denominaron ciudadanización.

En países cultural y genéticamente megadiversos como Bolivia, Ecuador, Perú, Guatemala, México, etc., el fracasado intento de la implantación del proyecto de Estado Nación fue sangriento e irracional.

En estos países, al igual que en el resto de la región, los criollos y mestizos intentaron imponer y homogeneizar su identidad cultural mal aprehendida de la Metrópoli sobre los pueblos originarios. Es decir, en estos países culturalmente megadiversos, los criollos/mestizos asumieron el “imaginario” mestizo como la identidad nacional oficial, y en consecuencia intentaron infructuosamente hacer desaparecer a las identidades originarias desde los aparatos estatales.

En el aparente Estado Nación de Guatemala, por ejemplo, el maya para ser guatemalteco tiene que renunciar a su identidad nativa e intentar imitar la identidad mestiza. La ciudadanía es sinónimo de culturicidio para los aborígenes en Guatemala.

El sistema del Estado Nación en este país está permeada por un racismo espantoso (institucionalizado y legalizado) que no sólo “naturaliza” el ideario mestizo como la identidad nacional obligatoria, sino que instala en el o la mestiza una falsa conciencia enfermiza de superioridad frente al resto. Este es uno de los males congénitos casi atávicos para el fracaso de cualquier intento de convivencia o de bienestar común en el país.

Este proyecto de Estado Nación ha fracasado en Guatemala apabullada por la emergencia plural de los pueblos que casi dos siglos de República ladinocéntrica no pudo aniquilar.

Estado Plurinacional para superar el racismo y democratizar el poder

En el mundo occidental, la idea de Estado Plurinacional (Estado construido y gestionado por varias naciones) encuentra sus raíces en los planteamientos de la ex Unión Soviética del pasado siglo, con la finalidad de mantener la unidad política sin sacrificar la diversidad cultural.

En el mundo Andino, el Estado Plurinacional encuentra sus vestigios en la administración política del Tawantinsuyo (siglos X y XIV), donde el incario se construyó/dinamizó utilizando justamente la riqueza de la autonomía de la diversidad cultural de los pueblos que lo integraban como motor para su expansión territorial y geopolítico. Los hallazgos históricos de María Rostworowski son ilustrativos para este fin.

En la actualidad, Bolivia es el único país que según su Constitución Política se declara como Estado Plurinacional. En el caso ecuatoriano, el debate constituyente entre lo plurinacional e intercultural, primó lo segundo. En ambos países, quienes impulsaron e impulsan los procesos de la construcción del Estado Plurinacional, de abajo hacia arriba, son las organizaciones indígenas (actuales sujetos sociopolíticos colectivos).

En el caso boliviano, la cualidad de la plurinacionalidad del Estado unitario se centra en el reconocimiento expreso de la autodeterminación de los 36 pueblos indígenas coexistentes en el país, y la posibilidad de ejercitar las autonomías indígenas en diferentes circunscripciones territoriales.

Es decir, el carácter plurinacional de Bolivia se expresa en las disposiciones constitucionales que reconocen autonomías/potestades políticas, administrativas, legislativas, judiciales, culturales, espirituales, etc., a la diversidad de pueblos indígenas, sin renunciar a una visión compartida de país, ni mucho menos a la soberanía nacional boliviana.

La plurinacionalidad es una posibilidad de que un o una indígena sea ciudadana boliviana sin necesidad de renunciar a su identidad (idioma, costumbres, conocimientos, espiritualidad, etc.), ni la obligación de volverse mestizo. En este sentido, por ejemplo, el gobierno local, regional o nacional ya no es más monopolio impoluto reservado para mestizos.

La plurinacionalidad, como proyecto político, es una herramienta de liberación, tanto para mestizos, como para pueblos indígenas, de las enfermizas taras coloniales del racismo y centralismo político. Como proyecto cultural y ético, es un camino de desaprendizaje y aprendizaje fecundo en el concierto de diálogo de saberes. Toda una ingeniería política cultural de desmontaje de los estados coloniales y patriarcales.

El proyecto de Estado Plurinacional es lo diametralmente contrario al proyecto del bicentenario Estado Nación. Por tanto, éste no es la continuación de aquél. En este sentido, ni tan siquiera semánticamente se puede recurrir al término refundación para la creación o fundación del inédito Estado Plurinacional.

Fuente: http://www.matrizur.org/index.php?option=com_content&view=article&id=38024:estado-nacion-y-estado-plurinacional&catid=38:patria-grande

Imagen tomada de: http://especiales.elcomercio.com/planeta-ideas/imagenes/imagenes/slider88.jpg

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