Argentina/Abril de 2017/Autora: Marcela Isaías/Fuente: La Capital
Almohadones de colores pasteles, susurradores, muñecos de tela y muchos libros definen el espacio de lectura para la primera infancia que esta semana inauguró la Biblioteca Argentina. La bebeteca —como es más conocida— está diseñada para invitar a los nenes y nenas de cero a tres años. Para acceder, sólo hay que quitarse las zapatillas y zambullirse en las palabras.
En el primer piso de la Biblioteca Argentina Doctor Juan Alvarez está la sala infantil, donde desde el lunes pasado también funciona una bebeteca. El coordinador de esta sala, Ricardo Gómez Rodríguez, dice que el nuevo espacio es la concreción de un proyecto de lectura para los más chicos que hacía tiempo quería implementar la biblioteca municipal.
¿Y por qué un espacio propio para la primera infancia? «Si algo nos hace humanos es la palabra. Los seres humanos aprendemos a leer el mundo a través de la palabra. Todo lo que recibimos desde bebés viene bañado de palabras. Estos libros que están acá (en la bebeteca) son lecturas del mundo y son invitaciones a leer el mundo», profundiza la Silvia Moya, profesora de letras y quien ejerce la docencia desde el área de Actividades Culturales de la Municipalidad de Rosario mientras repasa la literatura seleccionada para los más pequeños.
Considera que ese acercamiento a los libros, a través del juego, con el acompañamiento de los adultos, seguramente redundará en más y mejores lectores.
Nuevo espacio
El nuevo espacio se inauguró en la 8º Semana de la Lectura «Leer por todos los medios» que organiza la Secretaría de Cultura y Educación municipal. Y se trabajó para concretarla en coordinación con el área de Promoción de la Lectura municipal. En forma paralela se dieron algunos cambios en la sala infantil de la Argentina. «Algo muy valioso es que en todo esto participó todo el equipo de personal permanente de la sala infantil, cada uno aportando distintas ideas y trabajo», resalta Silvia Moya sobre la tarea integrada que emprendieron.
Esos cambios incluyen mesitas con ilustraciones de Valentina Rondinella para jugar a buscar y encontrar (representan, por ejemplo, imágenes de la ciudad), tapas de clásicos infantiles como Ivanhoe de Walter Scott o El Flautista de Hamelin de los Hermanos Grimm, enmarcados y decorando una de las paredes. Son ejemplares —detalla Moya— de la década del 40 que ya no se podían facilitar para consultas, pero son motivadores para seguir de cerca las buenas historias de todos los tiempos. Además de una renovación de libros infantiles para leer en la sala o llevarse prestados, más una pantalla que permanentemente pasa un corto (de ocho minutos) que narra de manera muy creativa (en técnica y relato) la historia de cómo esta biblioteca pública de la ciudad se abrió para sumar a distintos lectores. La Biblioteca Doctor Juan Alvarez fue inaugurada en 1912.
La idea de esa pantalla — explica Moya— también responde a los nuevos lectores, a la multiplicidad de formas de lectura que se dan en la actualidad. También en corto tiempo se sumarán tablets con juegos de palabras y cuentos a la sala infantil. «No se puede negar que los chicos hoy leen de otra manera, que los adultos también leemos y escribimos todo el tiempo de diferentes maneras. Sin dejar de reivindicar esta poética del papel que tiene el libro, como objeto preciado que invita a ser atesorado, por lo que pensamos no va a ser destituido», amplía sobre cómo piensan deben estar presentes todas las formas posibles de lectura en ese espacio.
Biblioteca pionera
En Rosario, la Biblioteca Popular Cachilo es pionera en instalar una bebeteca (ver aparte) en su sala de lectura. También en inspirar la que ahora funciona en la Biblioteca Argentina. La profesora Moya repasa que el año pasado el equipo de la Cachilo ofreció una capacitación abierta, impulsada por la maestría en literatura infantil (UNR), en la sala infantil. Reconoce que fue un empujón importante para que finalmente la Argentina disponga de este rincón para los más chicos. Sumado —dice Moya— al proyecto de lectura para la primera infancia que impulsaba desde hacía tiempo quien fuera la responsable de la sala, Analía Brunel (bibliotecaria ahora jubilada).
En el diseño del espacio se convocó a Natalia Fernández a quien se le encargó la construcción de muñecos y objetos donde se resaltan, entre otros, la figura de un papá con su bebé en brazos, alfombras, susurradores, barrales con texturas, pelotitas con sonidos, cintas de vientos y arco iris, entre otros estímulos sensoriales para los más pequeños. Además de un tesoro poco conocido como los «frasquitos de la paz», ideados por la pedagoga italiana María Montessori, cargados con agua y brillantinas de colores, que al moverlos distraen del llanto a los más chicos.
Y una cuidada selección de libros de tapa dura, con sonidos, con títeres, de telas. Muchos de esos libros están habilitados para llevárselos en préstamo para la casa y volver al rincón de los mas pequeños. Se busca que la bebeteca conviva con los chicos que van a hacer la tarea, a buscar información o pasar un rato con los juegos de mesa disponibles en la sala, siempre con la meta de promover más y mejores lecturas.
La Biblioteca Argentina está en Presidente Roca 731 y funciona de lunes a viernes de 7 a 19.30 y los sábados de 9 a 13.30. Más datos al 4802538/39.
Muñecos que abrigan buenas historias
Los muñecos y juguetes que forman parte de la bebeteca de la Argentina fueron especialmente diseñados para este rincón por artesanos. «Dan abrigo, cuidado, traen un mensaje de amor», dice Natalia Fernández, integrante de Khailas, un emprendimiento dedicado a construir estos juegos y juguetes, además de ofrecer talleres.
Natalia Fernández es docente, narradora y artesana. Pone el acento en el trabajo en equipo, formado también por una médica, una psicóloga y un cuentacuentos, entre otras profesiones que se encuentran diseñando y tejiendo historias en estos muñecos.
Para la bebeteca de la Argentina, el pedido fue pensar un lugar adecuado para que estén los más pequeños, con particular cuidado en la elección de las telas (que sean seguras, suaves y lavables) y que promuevan «espacios blandos y tibios» para sentirse muy cómodos, disfrutar y animarse a jugar con los libros.
Fuente: http://www.lacapital.com.ar/educacion/la-biblioteca-argentina-tambien-tiene-su-bebeteca-n1381776.html