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Colegio «Estudio», adaptación digital bajo una cuidada reflexión pedagógica

Por: ABC

Así se ha adaptado este centro escolar al nuevo escenario de la pandemia.

En el escenario actual en el que nos encontramos como consecuencia de la pandemia por la Covid-19, el Colegio «Estudio» ha adaptado su metodología a las nuevas circunstancias de clases online y ha elaborado sus propuestas pedagógicas a partir de una cuidada reflexión, para que estas estén alineadas con su modelo educativo.

Durante el curso pasado como consecuencia del confinamiento y cese de la actividad presencial en los colegios, “tuvimos que adaptarnos enseguida a una nueva forma de organizar e impartir la docencia. En los primeros días se enviaron propuestas y actividades para que los alumnos trabajaran desde sus casas en un clima de tranquilidad y mientras se inició una cuidada reflexión pedagógica para no tomar decisiones precipitadas”, señala Luis Jerónimo, director del colegio.

El confinamiento fue una situación extraordinaria y excepcional que generó mucho estrés social pero que el colegio “Estudio” quiso abordar en clave pedagógica. Se buscó un equilibrio entre una propuesta pedagógica adecuada y que esta fuera asumible con el objetivo de que los alumnos pudieran seguir recibiendo las clases de acuerdo al modelo educativo y conforme a sus necesidades y las de sus familias.

De acuerdo a los planteamientos pedagógicos de la institución consideraron fundamental durante el confinamiento ofrecer una propuesta equilibrada donde los niños no tuviesen que estar conectados siete horas al día a clases online. La Salud Digital es un tema que preocupa especialmente a la institución y fruto de esta inquietud y responsabilidad con el uso saludable de la tecnología, toda la comunidad educativa, alumnos, profesores y familias han recibido formación en Salud Digital.

En el mes de julio compartieron con las familias un Plan de inicio de curso con los posibles escenarios y al inicio de curso adaptaron este Plan al escenario que finalmente se contempló desde los organismos competentes. Luis Jerónimo, señala, “tomamos decisiones muy reflexionadas, nuestro colegio promueve un aprendizaje muy experiencial, con un uso habitual de los espacios exteriores y de nuestro entorno natural. En esta situación tan extraordinaria hemos utilizado la tecnología como herramienta, como soporte para seguir trabajando de acuerdo a nuestro modelo de enseñanza”.

Durante este curso, han tomado diversas medidas para adaptarse a esta situación tan excepcional. Han modificado y creado nuevos espacios, han reducido las ratios en las aulas, han contratado más profesores, los docentes se han formado en herramientas digitales, han mejorado la infraestructura de la red informática, han instalado webcam en las aulas, utilizan plataformas para la docencia en semipresencialidad, han adaptado los comedores, se han dispuesto todas las medidas higiénico sanitarias pertinentes, etc.

Se ha promovido el uso de herramientas digitales especialmente a partir de Secundaria pero desde el centro consideran que estas en ningún caso pueden suplir una enseñanza presencial, fundamental en estas edades, donde los aprendizajes sociales son insustituibles, donde los vínculos entre los niños o entre profesor y alumno se construye cada día. Somos seres sociales por eso el trabajo cooperativo y colaborativo es una de las estrategias de trabajo que proporciona mayor placer social y con ello permite alcanzar los aprendizajes de manera más eficiente e integrada, como señala David Bueno, investigador y colaborador y formador en “Estudio” que también señala la importancia de tener en cuenta las circunstancias actuales de pandemia para adaptar y flexibilizar los currículum.

La experiencia es una base imprescindible del proceso de conocimiento, entender el fenómeno de erosión tocando con las manos la forma redondeada de una roca, distinguir el estilo de un templo por la luminosidad o penumbra de sus vanos, reproducir la trayectoria de un proyectil en un laboratorio, asumir un papel socialmente activo dentro del grupo para organizar o ayudar a compañero que lo necesita, etc. Aprendizajes que ya señalaron como insustituibles las fundadoras de “Estudio” y son líneas fundamentales de su modelo educativo.

La Fundación Estudio es una institución sin ánimo de lucro que permite una gestión orientada bajo criterios pedagógicos. Fruto de esta prioridad han puesto los medios que consideraban necesarios para afrontar las extraordinarias circunstancias de este curso. La estructura del Centro organizado en Secciones ha facilitado la organización y la puesta en marcha de planes y actuaciones adaptados a cada etapa educativa.

Los objetivos fundamentales de la Fundación Estudio en estas circunstancias de pandemia han sido fundamentalmente garantizar la salud, cumplir las normativas y minimizar los riesgos posibilitando un entorno seguro para toda la comunidad educativa. El Departamento de Salud Escolar del centro está siendo esencial durante este curso tanto para el diseño de los protocolos de seguridad, como para el seguimiento y atención de los alumnos y de sus familias.

“Durante este curso la respuesta de los alumnos está siendo, en su mayoría, ejemplar. Han sido capaces de adaptarse a esta circunstancia y seguir trabajando con un alto grado de compromiso”, señala Luis Jerónimo.

Desde su fundación en 1940, el Colegio “Estudio”ofrece una formación integral, donde el alumno parte de su curiosidad y la transforma en conocimiento, en un entorno que estimula su creatividad y la formación de valores sólidos. Los planteamientos pedagógicos del colegio “Estudio” representan una manera de enseñar y aprender, sólida, ajena a las modas, pero que evoluciona e integra aquellos planteamientos actuales que encajan con su propio modelo y metodología.

Las fundadoras del colegio, Jimena Menéndez-Pidal, Carmen García del Diestro y Ángeles Gasset quisieron continuar con los métodos y principios de la Institución Libre de Enseñanza (ILE). Por ello el colegio tiene el propósito y el compromiso de preservar y difundir la filosofía de la ILE y de mantener vivo su modelo educativo.

El día a día del colegio se plantea como un entorno activo pero con sosiego emocional. Un espacio en el que el alumno puede equivocarse como un paso para el proceso de aprendizaje, donde se siente seguro para investigar, crear y convivir, un lugar de aprendizaje real, experiencial y significativo. En el colegio se desarrolla una educación integral, donde el arte, la música, las ciencias, las humanidades, la educación física, las visitas y excursiones, etc., son fundamentales para el descubrimiento y desarrollo del talento de los alumnos. Ideas que la ILE plasmó y practicó y de la que “Estudio” es heredero.

El colegio ha integrado en sus planes habituales de formación numerosos cursos para dar respuesta a las nuevas necesidades tecnológicas y pedagógicas de los docentes y para seguir favoreciendo la atención individualizada de los alumnos en este contexto.

El compromiso de “Estudio” con la educación y la innovación es clave y por ello la Fundación Estudio trabaja para estar en la vanguardia de la educación y ser una institución comprometida con la investigación pedagógica, que contribuya a ampliar los horizontes del mundo de la enseñanza y capaz de adelantarse a las necesidades de la sociedad.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-colegio-estudio-adaptacion-digital-bajo-cuidada-reflexion-pedagogica-202103172254_noticia.html

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El tecnoestrés: la otra amenaza que llegó con el coronavirus

Por: Héctor Rodríguez Cruz

Depende de todos nosotros el que las TICs se conviertan en una segunda pandemia o en instrumentos para la defensa de la salud física y emocional.

Se pueden contar por miles las víctimas anónimas de los  efectos psicosociales negativos derivados de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs). El confinamiento, el teletrabajo, el teleaprendizaje y las restricciones asociadas al  coronavirus han disparado y exacerbado la actividad digital generando en muchos casos inquietud, miedo, tensión, cansancio, ansiedad y un rechazo psicológico y emocional que evita seguir aprendiendo o utilizando estas tecnologías.

Si bien es cierto que la hiperconexión digital no es algo nuevo, fue con la llegada del coronavirus cuando el mundo por necesidad se tornó más virtual que nunca, manejando dispositivos digitales para trabajar, estudiar, comprar, entretenerse, comunicarse con la familia, con los amigos y realizar gestiones personales. empresariales e institucionales.

La pandemia ha obligado a las personas  a pasar mucho tiempo en contacto con las TICs (computador, celular, tabletas, agenda electrónica, robots y otras), produciendo un tipo de estrés tecnológico denominado “tecnoestrés”,conocido además como “tecnofatiga”, “tecnopresión” y “tecnoansiedad”.

El origen del concepto “tecnoestrés” se debe al psiquiatra norteamericano Craig Brod, quien en 1984 investigó las consecuencias que tenía el uso excesivo de la computadora en los trabajadores y publicó el libro “Technostress: The Human Cost of the Computer Revolution”.

El autor considera el tecnoestrés como “una enfermedad moderna de adaptación causada por la incapacidad de afrontar las nuevas tecnologías relacionadas con el uso de la computadora de manera saludable”que, además, viene a sumarse a otras patologías propias de la pandemia.

En 1997, Weil y Rosen lo redefinieron como “cualquier impacto negativo de las actitudes, los pensamientos, los comportamientos o la fisiología causada directa o indirectamente por la tecnología”. Estos autores consideran que la creciente necesidad de tecnología crea dependencia, así como que el uso de la tecnología genera sobrecarga mental y dificultades para recordar, pensar con claridad y descansar debido a la sobreestimulación que se recibe. (Weil M., & Rosen, L. D. “Technostress: Coping with technology @work, @home, @play”.New York. John Wiley & Sons).

En 2008, Wang, K., Shu, Q., & Tu, K., definen el tecnoestrés como “inquietud, miedo, tensión y ansiedad cuando se aprende y se utilizan tecnologías relacionadas con el uso de la computadora de manera directa o indirecta, y que en última instancia finaliza con un rechazo psicológico y emocional que evita seguir aprendiendo o utilizando dichas tecnologías”. Las personas que lo experimentan tienen niveles altos de ansiedad y se sienten más fatigados con respecto al uso de las TICs.

En el ámbito laboral público y privado el teletrabajo aumenta el tecnoestrés, lo cual  afecta a empleados, empresas  e instituciones y puede tener serias repercusiones  en la economía. Esta amenaza se convierte en un nuevo riesgo laboral que puede incidir negativamente en la satisfacción y el bienestar de los empleados y en la productividad de la empresa.

Las empresas deben identificar a tiempo las alertas de tecnoestrés en el ambiente de trabajo y garantizar a los empleados el acceso a servicios profesionales del área de la psicología para reducir y controlar los efectos los efectos del mismo, reduciendo así los riesgos físicos  y emocionales generados por el tecnoestrés. Así como realizar cambios organizacionales para prevenir el mismo en el ambiente laboral.

Se requiere además una respuesta urgente para enfrentar el tecnoestrés. Esto conducirá a una reforma del Código de Trabajo, a fin de que se establezcan los  derechos del trabajador  para realizar el teletrabajo con los menores riesgos de daño a su salud física y emocional.

No menos importante resulta el considerar el tecnoestrés en el ámbito educativo. Para  que la adopción de  las TICs en el sistema educativo sea efectivo no sólo se requiere la adquisición de tecnología, sino que es imprescindible que los profesores y estudiantes reciban información y formación para hacer uso correcto de las TICs y verlas no solamente como herramientas tecnológicas, sino pedagógicas también.

El tecnoestrés puede estar presente en cualquier momento del ámbito escolar, ya sea por la falta de utilización o por el excesivo uso de la tecnología. Debido a ello resulta conveniente el conocimiento acerca del mismo, teniendo en cuenta las medidas preventivas necesarias a nivel institucional enfocadas al factor humano responsable de impartir una enseñanza de calidad a los estudiantes.

En todo caso, no se trata de satanizar, ni glorificar a las TICs. De lo que se trata es de propiciar políticas públicas orientadas a los empresarios, a los directivos educativos, maestros estudiantes y padres, donde las TICs, en balance con las otras formas de actividad humana, produzcan bienestar, fomenten salud, productividad, aprendizaje, armonía, creatividad, empatía y solidaridad desde la empresa, la familia, la escuela y la comunidad.

Depende de todos nosotros el que las TICs se conviertan en una segunda pandemia o en instrumentos para la defensa de la salud física y emocional. En “escuela democrática del saber” a la que podamos acceder todos. En donde el conocimiento, más que un medio para saber, sea un instrumento para convivir. ¡Más allá de la pandemia y el tecnoestrés!

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/opinion/el-tecnoestres-la-otra-amenaza-que-llego-con-el-coronavirus-8925830.html

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La educación de niños y jóvenes haitianos, rehén de una crisis política

Sentado sobre el techo de la casa en construcción de su tío en Puerto Príncipe, Kervens Casséus utiliza un bloque de cemento como pupitre para apoyar su libro de geología.

Tiene 20 años y no fue ni una vez a clase en febrero. La crisis política que paraliza Haití le impide a él y a sus compañeros continuar normalmente sus estudios. Peor aún, les obliga a sumar otras preocupaciones a su escolaridad.

«La oposición y el poder: son ellos que destruyen el país», estima este joven, que cursa el último año de bachillerato científico y no ha recibido consigna alguna de sus profesores para continuar sus estudios. Ni siquiera está seguro de las fechas de las pruebas finales de tanto que ha sido modificado el calendario escolar este año.

El sector público educativo, al que asiste Kervens, está subfinanciado en Haití, donde el 80% de las escuelas son privadas.

– Miedo a salir –

Cuando debería aprovechar su edad para divertirse, Kervens vive encerrado. «Tengo miedo», admite este joven ya adulto, que cohabita desde hace tres años con su tía en una habitación precaria, ya que sus padres viven fuera de la capital.

«Esta mañana salí a la calle principal por primera vez en febrero. Y me sentí extraño», describe. «Hay menos gente caminando que de costumbre. La calle es diferente de lo que era en enero. Desde el 7 (de febrero), realmente todo cambió», explica.

En esa fecha, la oposición y una parte de la sociedad civil decidieron no reconocer a Jovenel Moïse como el presidente legítimo del país, quien estima que su mandato terminará el 7 de febrero de 2022.

Sectores completos de la sociedad haitiana son rehenes de esta pulseada política.

– ¿Abrir la escuela, un gesto político? –

En este contexto, recibir a los alumnos en la escuela es percibido por algunos como un respaldo político al oficialismo. En consecuencia, desde comienzos de mes, la mayoría de las instituciones escolares de la capital están cerradas.

«Hay que dejar que los alumnos vayan a la escuela. Pero decir eso en Haití hoy en día hará que algunos te encasillen políticamente», cuenta una docente que, por temor a represalias, pidió el anonimato.

Las profundas desigualdades económicas que imperan en Haití se reflejan en el sistema escolar y se ven agravadas por esta tensión política.

Abandonado solo con sus libros, Kervens tiene dificultades para pagar por una recarga de su teléfono celular.

A menos de dos kilómetros, instalada en una gran butaca rosada, la pequeña Lucie sigue con atención a su maestra que da clases en línea.

Sola delante de un ordenador, la niña de 5 años viste uniforme, como exige su escuela.

«No creo que todos los padres haitianos dispongan de material informático a domicilio, de una conexión a internet de banda ancha y además está el problema de la electricidad», recuerda su padre, Jean Romuald Ernest, consciente de su suerte.

«La semana pasada, el profesor debió interrumpir las clases justamente porque su aparato no tenía más carga», cuenta este padre de tres niños, dos de los cuales volvieron a la escuela.

– Canas a los 11 años –

El médico y su esposa contadora son parte de la minoría con poder adquisitivo de un país donde el 60% de la población sobrevive con menos de dos dólares diarios.

Pero no por ello escapan a la crisis y el clima de violencia que reina en el país.

«No tenemos niños, tenemos pequeños adultos», reflexiona Jean Romuald.

«Un niño que sobre la banquina de una ruta ve ruedas en llamas, una persona muerta, y que pregunta: ‘¿Papá qué es esto? ¿Por qué está pasando? Y el niño escucha disparos… Está estresado», se alarma este padre.

«Descubrí horrorizado que mi hija de 11 años ya tiene canas. ¡Eso muestra su nivel de estrés! Debería ser un llamado de atención para todos», señala preocupado el hombre.

Ante la incertidumbre política y la proliferación de pandillas armadas que cometen cada día secuestros, la ansiedad es el sentimiento compartido por todos los haitianos.

A pesar de las tragedias que sufren quienes dejan el país en las rutas de los inmigrantes, Kervens entiende a quienes se van.

«Tenemos nuestros sueños, pero no se pueden cumplir debido a la crisis del país. Es por eso que la mayoría de los jóvenes quiere irse al extranjero», concluye el joven.

Fuente: https://www.france24.com/es/minuto-a-minuto/20210224-la-educaci%C3%B3n-de-ni%C3%B1os-y-j%C3%B3venes-haitianos-reh%C3%A9n-de-una-crisis-pol%C3%ADtica

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México: Periodistas en pandemia: enfermos, estresados y precarizados

Texto: Vania Pigeonutt
Foto: Margarito Pérez Retana / Cuartoscuro

Los resultados de una encuesta aplicada a 105 periodistas mexicanos activos durante la pandemia son demoledores: la mitad trabaja con ansiedad, estrés o depresión; la otra mitad tiene obesidad y problemas cardiovasculares. Ocho de cada 10 aumentaron su jornada de trabajo, pero no su economía y dos de cada 10 tuvieron que buscar otro empleo

Nuestro trabajo es una actividad esencial, dice directo Jade Ramírez Cuevas Villanueva, coordinadora del área de Libertad de Expresión de la Red de Periodistas de a Pie.

Luego explica: “Lo estamos haciendo, como los doctores, enfermeras, camilleros, personal administrativo y de terapia intensiva en un hospital.  La diferencia es que los periodistas lo hacemos sin herramientas, con muy pocos insumos, con muy poco estímulo ni reconocimientos”.

Por el contrario, lo que hemos enfrentado en estos meses de pandemia es la precarización laboral, reducciones salariales, incertidumbre y despidos. El peor saldo, del que nadie habla:

al menos 15 colegas han muerto por complicaciones de covid, enfermedad que adquirieron trabajando.

Ese fue el objetivo de la encuesta “Situación de los periodistas frente al covid–19” : conocer y visibilizar los problemas que han enfrentado los periodistas mexicanos durante la cobertura de esta pandemia.

Y el resultado es poco menos que alentador:

“Estamos en una situación grave, en una adversidad complicada, porque hay enfermedades, obesidad, sobrepeso, enfermedades crónicas que ya tenemos de por sí y que ante la pandemia es más difícil de llevar. Vimos las repercusiones o impactos a la economía, la salud y los contenidos, se reflejan en los resultados de manera combinada: el deterioro en el ámbito personal que genera alteraciones a la salud y los obstáculos que se han superado en los primeros siete meses para seguir informando”, explica la periodista, radicada en Jalisco.

La encuesta que fue contestada por 105 periodistas de distintos estados del país, aunque la Ciudad de México concentró una tercera parte. El 70 por ciento de los encuestados tiene entre 26 y 45 años, es decir, está en el momento de mayor actividad laboral; 58 por ciento son mujeres.

Primer eje: más precarización

El ejercicio ilustra las condiciones generales de las periodistas en México, a través de una serie de reactivos que permiten dimensionar ¿qué estamos viviendo en nuestras coberturas?, ¿qué está significando para nosotros?, ¿qué problemas tenemos enfrente?

“En el contacto con los colegas, en la medida en la que se prolongaba la pandemia, se veían pequeñas crisis. pero consecutivas. Nos dimos a la tarea de diseñar esta encuesta para poner en números la precariedad laboral, los daños a la salud, el impacto psicosocial (que algunas ya teníamos) de estar cubriendo más de 12 años una guerra que no pedimos. Esta encuesta se puso online, con el apoyo extraordinario de Técnicas Rudas, una organización, una colectiva aliada de Periodistas de a Pie”.

–¿Qué arrojó sobre las condiciones laborales de los periodistas durante la pandemia?

– En más de 73 por ciento se le diluyeron los horarios de trabajo y por lo tanto se duplicó la chamba. En contraste, una mayoría gana menos de 20 mil pesos al mes y otra mayoría está entre 3 mil y 5 mil pesos por mes. Se les duplicó el trabajo y no recibieron ningún estímulo económico por parte de sus empleadores. Hay un porcentaje muy pequeño, el 2 por ciento, que respondió que recibió un estímulo salarial cuando los horarios se diluyeron para todos y los horarios de trabajo se multiplicaron.

Eso, a los que les fue bien y conservaron el empleo. La mayoría contestó que ha tenido dificultades con sus pagos y a varios no les renovaron el contrato y tuvieron que emplearse en otros oficios. “Este es un primer resultado, un primer eje”.

Segundo eje: la irresponsabilidad de las empresas

En el segundo eje fue sobre las condiciones laborales para reducir los riesgos de contagio.

“Llevamos 15 personas que han fallecido por covid-19. Enfermos n cantidad de periodistas”, dice Jade.

Luego enfoca sus baterías en los principales responsables: los directivos y dueños de los medios de comunicación.

“Son el principal agente que pone en riesgo a los periodistas en México dotando de muy pocos insumos de seguridad, sin hacer un estudio clínico serio de cómo se encuentra el estado de salud de sus redacciones y mandándolos a reportar en condiciones adversas”, dice.

El otro agente que pone en riesgo a las y los periodistas en la pandemia, son las propias fuentes de información, al organizar eventos en espacios cerrados, o convocar a la cobertura de tumultos, marchas, protestas. La opción de las conferencias virtuales no ha sido asequible para el periodismo, pues no todos tienen acceso a un espacio aislado para trabajar y no han tenido garantías de que las preguntas realizadas por esa vía tengan respuesta.

Tercer eje: impactos en la salud

El tercer eje de la encuesta está en los impactos a la salud y a la salud mental. El diagnóstico no es bueno:

“Más de 50 por ciento de los encentados presenta ansiedad, estrés, irritabilidad y depresión (…) 36.1 por ciento de los encuestados tiene obesidad, 5.7 hipertensión, 3.8 por ciento problemas pulmonares y 1.6 por ciento diabetes”.

“Lo que viene es organizarnos y visibilizar. Ponerle nombre y apellido a quienes nos ponen en riesgo. Porque más del 35 por ciento de los encuestados tuvo que encontrar otro ingreso salarial; además de que se le multiplicó la chamba, se lo disminuyeron y tuvo que encontrar otro recurso, otra vía de ingresos de recursos. Esto pega mucho en el ánimo”.

Los retos

Cubrir la pandemia es más que un recuento de enfermos, intubados y muertos, dice Jade. Tiene que ver con la desigualdad social, desvío de recursos, impunidad y con un uso equivocado del poder. Es lo que estamos haciendo los periodistas de a pie en esta pandemia, mostrando cosas más allá de los números.

Por eso es necesario el reconocimiento de la gente. “Que una persona se acuerde y tenga en su cabeza, cada que lee una nota, un reportaje o una transmisión en vivo, que ese periodista quizá está viviendo un cuadro de estrés, de ansiedad, de precariedad salarial y de mucho conflicto con su oficio”.

Reconocerlo no sólo es para interpelar a las emociones o que nos tengan lástima, sino para que se entienda por qué un trabajo esencial como este vale la pena.

En cuanto a las instituciones públicas, dice, deberían considerar que este es un perfil laboral y profesional que debería tener acceso libre y gratuito a los servicios de salud. Entender que un programa especializado para atender periodistas requiere un tratamiento diferenciado, “no porque seamos diferentes y especiales, sino porque nuestros horarios y nuestras cargas laborales son complejas”.

Otro mecanismo sería tener una plataforma desde donde denunciar a quienes nos han precarizado, explica Jade. Algo así como el #MeToo de la precarización laboral para alertamos sobre quiénes nos han maltratado profesionalmente y vulnerado derechos.

“Los periodistas estamos trabajando como si trabajaran para una empresa outsourcing firmando contratos cada tres meses. Están dejando su vida integridad física de por medio y lo mínimo que se le debería de exigir a todas esas instituciones y empresas, si no van a mejorar los salarios, es que garanticen otros derechos laborales”.

Pero para eso necesitamos organizarnos. “Las soluciones no vendrán de legisladores, políticos, fondos especiales, becas o recursos públicos de cooptación, ni partidos”.

La solución es compleja, dice Jade. Pero sobre todo, la solución es autogestiva.

Fuente e imagen: https://piedepagina.mx/periodistas-en-pandemia-enfermos-estresados-y-precarizados/

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Entrevista: Humberto García y el complejo mundo de las adicciones

Por:  Mario R. Verdecia 

Con la cordialidad que siempre lo caracteriza, Humberto García accedió a nuestra entrevista. Los grados de licenciado en Psicología, máster en Psicología Clínica y Profesor auxiliar de la Facultad de Psicología de la Universidad de la Habana, no influyen en lo absoluto para sacar a relucir la sencillez y humildad que desprende con cada palabra.

Su experiencia adquirida durante 12 años en el servicio de atención a las toxicomanías del Hospital Psiquiátrico de La Habana, hicieron que inevitablemente acudiéramos a él como uno de los referentes con mayor experiencia en el complejo mundo de la atención y tratamiento de las adicciones. Además de su experiencia práctica, su labor académica se encuentra plasmada en tres libros publicados sobre el tema y varios artículos científicos.  

A continuación la entrevista

¿Por qué algunas personas con problemas de drogadicción no pueden dejar de consumir drogas?

El consumo compulsivo es el signo típico de toda dependencia a drogas, su sostén reside en varias causas que lo explican, aunque varía la proporción de dichas causas en dependencia de la persona de quién se trate. Los condicionamientos son el mecanismo más típico y universal que existe inherente a toda adicción, toda conducta repetida un número de veces suficiente para el sujeto, permite que dicha conducta, a través del hábito se automatice y se crean las condiciones fisiológicas para garantizar la necesidad de consumirla, en especial apoyado en el mecanismo de recompensa o gratificación que radica en el núcleo acumen. Estos son los mecanismos fisiológicos de sostén; no obstante existen otros mecanismos de sostén pero de nivel psicológico, por ejemplo, la coexistencia de alteraciones psicopatológicas que se han tornado aliadas de la adicción, tal es el caso de la depresión, que se ha visto asociada a la iniciación en los consumos, los déficits de asertividad, necesidades de inserción social, así como conflictos interpersonales, estrés, frustraciones y escasos recursos del sujeto para afrontar con éxito problemáticas que la vida le impone, unido no pocas veces a un pobre sentido y proyecto de vida.  

¿En qué consiste el tratamiento para la drogadicción?

El tratamiento de la drogadicción suele ser un sistema de gestiones de variada composición, casi todas comparten gestiones comunes, pero luego se pueden diferenciar en lo que respecta a ciertas prácticas psicoterapéuticas de consideración por los terapeutas. Por lo general, suelen emplearse técnicas de desintoxicación y de deshabituación, de elevación de la motivación por el tratamiento, terapias de familia y de pareja, entrenamiento en recaídas, la instrucción, combinación de grupos de autoayuda que funcionan dentro del marco institucional con tratamientos profesionales, psicoterapia individual y de grupo, técnicas psicodramáticas, grupos didácticos, la comunidad terapéutica, terapia de aceptación y compromiso (TAC), técnicas de relajación y de autocontrol de la ira y la agresividad, entre muchas otras. 

¿Es eficaz el tratamiento para la drogadicción?

Para hablar de eficacia debe referirse al tipo de tratamiento y al tipo de drogadicción, ya que la eficacia varía según los tratamientos y a su vez, según las personas que lo reciben; de acuerdo a los principios que definen la misma por el National Institute on Drug Abuse (NIDA), existen tratamientos muy eficaces para tratar un tipo de dependencia pero no lo son para tratar una dependencia distinta; de igual modo, el tratamiento que resulta eficaz para unas personas no lo resulta para otras aun cuando se trate de la misma adicción; por eso la Asociación Psicológica Americana (APA) recomienda como uno de los requisitos que pueden viabilizar la eficacia de un tratamiento es la personalización del mismo, teniendo en cuenta características y necesidades personales e incluirlas en el diseño de intervención, algo que también postulan los manuales españoles de intervención a las drogodependencias.

¿Cuánto tiempo suele durar el tratamiento de la drogadicción?

Un tratamiento puede durar de acuerdo a la estrategia que siga el programa de la institución que lo haya implementado; por lo general, para la desintoxicación efectiva (que deje de generar síndrome de abstinencia)  se requiere un mínimo de 28 días asegurando que el sujeto no consuma ninguna droga, tiempo contemplado para el tratamiento. En el Hospital Psiquiátrico de La Habana el tiempo promedio en que está internado un paciente es de 6 semanas, pero hay instituciones que establecen 6 meses, mientras que la deshabituación empieza desde el primer momento de iniciar un tratamiento, pero se extiende meses adentrándose en el periodo de rehabilitación. 

¿Cómo logramos que más personas con problemas de drogadicción se incorporen al tratamiento?

Ese es el gran reto que enfrenta en la actualidad un sistema de salud pública, ya que si bien en los primeros estadios de desarrollo de una adicción es más fácil detenerla, es cuando menos conciencia de enfermedad tienen las personas, tienen una percepción distorsionada en la que creen que pueden dejar de consumir cuando lo deseen, o que no son adictos, o que nunca serán adictos a una sustancia, o sea, la ilusión de invulnerabilidad,  hablamos de percepción de riesgo nula o casi nula; nadie que no tenga conciencia de poseer un problema se movilizará para resolverlo; lamentablemente es cuando la soga les ha llegado al cuello y ya les ahoga cuando acuden por ayuda médica. Hasta el momento la solución parece estar en los programas de prevención social, que si se logra perfeccionarlos, pueden atraer a muchas personas en fases tempranas de desarrollo de una adicción a un programa de tratamiento.  

¿Cómo pueden los familiares y amigos cooperar para cambiar la vida de la persona que necesita tratamiento?

Existen muchas formas de cooperación, pero es recomendable que sean aquellas orientadas por expertos, ya que los familiares suelen reaccionar de diversas maneras que lejos de resultar eficaces complican la situación del adicto, por ejemplo, hay padres que movidos por el temor de que algo muy terrible les suceda a sus hijos, empiezan a costearle sus consumos. La ayuda empieza por buscar orientación profesional en los centros y servicios de atención a estas problemáticas debido a la necesidad de que las especificidades de cada caso sean consideradas para que la intervención sea eficaz.   

¿Cuáles son las necesidades especiales de las personas con trastornos de consumo de sustancias?

Existen muchas necesidades especiales de acuerdo a las personas, por eso se recomienda que sean identificadas y tratadas para viabilizar la eficacia de los tratamientos. Existen además necesidades comunes a muchos adictos, las unas declaradas explícitamente por ellos, las otras, entresacadas del análisis del experto; sobre esto último debemos tener claro que hay pacientes que sufren un cuadro psicopatológico tan difuso, que son incapaces de identificar necesidades especiales, pero están ahí y son esenciales para el logro de la eficacia de su tratamiento. 

¿Existen tratamientos específicos para la drogadicción de acuerdo a cada etapa del desarrollo?

Sí, por ejemplo, la entrevista motivacional es un recurso diagnóstico y de tratamiento al mismo tiempo, pero útil en el momento que un sujeto se inserta en un programa asistencial, pero no para una etapa posterior al tratamiento, pues persigue incrementar la motivación por el mismo,  para prevenir que el paciente abandone el programa, sin embargo el sitio Cochrane plantea que este recurso ha resultado ineficaz para prevenir el consumo de drogas en adolescentes. 

En los manuales españoles de tratamiento a las drogodependencias, se plantea que en dependencia de la etapa de conciencia de enfermedad en que se encuentra un sujeto, será que se empleen unos recursos u otros, además, los programas de prevención de recaídas deben implementarse en momentos finales de un programa asistencial y no al inicio, pues es necesario que se hayan cumplimentado objetivos de intervención previamente para asegurar esto último.  

¿Puede una persona volverse adicta a psicoterapéuticos prescritos por un médico?

Existen interesantes estudios que revelan que ya hay personas que se han hecho “adictas” a la línea ayuda, existen además, colegas que refieren la preocupación de que muchos pacientes suelen hacer “adicción” a los grupos de autoayuda; no obstante, las prescripciones respecto a los recursos psicoterapéuticos suelen tener un carácter transitorio para llevar a cabo un tratamiento, puede que un individuo muestre “dependencia” a algún recurso de este tipo, en ese caso debería analizarse mejor y precisar si se trata de “una adicción” o lo que está en el fondo es un cuestionamiento a la eficacia de las prescripciones psicoterapéuticas empleadas para ese paciente.  

¿Cuando hay otros trastornos mentales concurrentes con la drogadicción, ¿cómo afectan el tratamiento para la adicción?

Hay personas que adquirieron trastornos mentales como consecuencia de haber sido consumidores abusivos de drogas, mientras que otras se iniciaron en los consumos, propiciado por las alteraciones mentales que ya poseían previamente; en este sentido y según el caso, para unos, las comorbilidades previas son factores de riesgo, para otros las afectaciones adquiridas requieren ser tratadas y ser motivo a la vez para conservar la abstinencia. 

Unos trastornos de nivel psicótico, otros de nivel neurótico; el cannabis, por ejemplo, se ha demostrado hace mucho que tiene la capacidad potencial de causar  esquizofrenia en personas que ya poseen la predisposición genética, mientras que el alcohol puede causar psicosis orgánicas, algunas reversibles, otras se pueden complicar y sin camino de retorno a la cordura, en dependencia de factores constitucionales.  Por lo anterior, uno de los principios que rigen el tratamiento de los drogodependientes es tratar a la vez tanto las adicciones como las comorbilidades.     

¿Cómo pueden los programas de 12 pasos y de autoayuda encajar dentro del tratamiento para la drogadicción?

Existen investigaciones que demuestran la eficacia de los grupos de autoayuda de los cuales se rigen los programas de los 12 pasos. Creo que la mayor virtud de ello reside en el hecho de que son un excelente recurso para el seguimiento de quienes han decidido rehabilitarse; gestiones que dan completamiento a un sistema integral asistencial, pues la Declaración de Alma-Atá de 1978 dejó explícita la intención de Salud para todos lo cual solo es posible con la participación de múltiples actores sociales en las gestiones de salud, política que fundamenta la importancia de los grupos de autoayuda cumpliendo estos roles de apoyo al enfrentamiento a estas problemáticas.

Fuente e imagen: https://www.sicologiasinp.com/entrevistas/humberto-garcia-y-el-complejo-mundo-de-las-adicciones/

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El consuelo de un país en crisis recae en sus estudiantes de psicología

Por Mayuri Castro

El cuidado de la salud mental nunca ha sido prioridad en la agenda del gobierno ecuatoriano. Por eso, este año que el coronavirus ha inundado de tristeza e incertidumbre al país, no había una estructura lista para contener tanto golpe emocional. En medio de la emergencia, los estudiantes de psicología han tenido que asumir la responsabilidad de brindar alivio durante una pandemia.

María Judith López tiene veintidós años y es estudiante de psicología. Ya ha avanzado lo suficiente en la carrera para explicar sus posibles temas de investigación de grado con términos como “intervención en crisis”, “contención”, “procesos de duelo”. Es decir, a María Judith le interesa acompañar y guiar a otros cuando les toque recorrer los caminos más espinosos de la vida. Y para eso se ha estado preparando. En la universidad le enseñaron toda la teoría necesaria para equilibrar las emociones de alguien en shock frente a un evento traumático. El problema es que no esperaba tener que ponerla en práctica de manera tan abrupta. No esperaba que de pronto llegue una pandemia y se le presenten casos mucho más complejos de los que había leído en los libros.

En abril, María Judith era una de los más de trescientos estudiantes de psicología que atienden la opción 6 del 171, la línea gratuita del Ministerio de Salud Pública de Ecuador, que brinda atención psicológica. Esta ha sido una respuesta del Estado para atender la emergencia y que los estudiantes cumplan sus prácticas preprofesionales. Son una especie de ejército voluntario que trata de contener desde sus celulares el dolor y la desesperanza que ha impuesto la crisis del COVID-19.

Aunque María Judith contestó más de cien llamadas durante su servicio, hay algunas que simplemente no puede olvidar. Una noche sonó su celular, al que le ponía un chip especial para atender la línea 171. Era un hombre pidiéndole que le ayude a resolver un dilema que jamás pensó enfrentar: no sabía qué hacer con el cuerpo de su hija que había muerto por COVID-19 en su casa. María Judith le dio indicaciones para que lo envolviera con un plástico o una sábana hasta que un funcionario del gobierno lo recogiese. Dicen los psicólogos que un consejo práctico puede reducir la intensidad de las emociones de alguien en medio de una crisis. Pero después, hay que escuchar. El hombre le contó a María Judith que, además del duelo, había perdido el empleo por la pandemia y que no tenía nada que comer. Ella le preguntó si profesaba alguna religión para que hiciera una oración. Él le dijo que era cristiano, pero que estaba tan triste y enojado que había olvidado su fe. Entonces se necesitaba otro tipo de soporte. María Judith le preguntó si podía enviar un mensaje a algún familiar o amigo en ese momento para que lo acompañase aunque sea por teléfono. El hombre contestó que sí. La estudiante colgó la llamada luego de más de una hora de conversación, cuando el hombre le confirmó que estaba más tranquilo. Pero ella, no. “Yo pensaba ¿será que el psicólogo al que lo derivé le llama pronto? ¿Será que le pueden ayudar a enterrar a su hija? ¿Será que el gobierno le va a entregar alimentos o le apoyarán los amigos?”, recuerda María Judith. Su trabajo terminaba en esa conversación pero ella se quedaba con una cadena de “pequeñas angustias”. Fue su primer y único contacto con él.

Para la estudiante responder las llamadas de auxilio representaba una responsabilidad con esos pacientes. Ella debía aplicar lo que le habían enseñado en la universidad y ayudar a las personas en todo lo que pudiese. Esta presión no se manifestó de ninguna forma física: no tuvo insomnio ni problemas para comer. Pero una vez sus padres le dijeron que después de colgar el teléfono, su humor cambiaba. Estaba más irritable, más enojada. “Me di cuenta que a veces yo me quedaba pensando en los casos de violencia que me contaban. Me quedaba con la duda si la persona recibió la atención que pedía o no. Me llenaba de incertidumbre porque mi trabajo terminaba al colgar el teléfono”, cuenta María Judith. Quizás la señal más clara que tuvo sobre el reto de atender la línea 171 fue que su corazón empezaba a palpitar más rápido cada vez que escuchaba el timbre de su celular. La estudiante de psicología solo se calmaba cuando se daba cuenta que no estaba en horario de atención, que se trataba de la llamada de un amigo o familiar que quería saber cómo estaba llevando la cuarentena.

Desde abril, cuatro días a la semana, los estudiantes de al menos ocho ciudades del país reciben entre cinco a seis llamadas de personas agobiadas. — Ya no soporto estar encerrada con mis hijos—Tengo problemas para comer — Estoy escondida en el armario porque mi marido me golpeó—Señorita, he pensado en matarme— No puedo dormir y comencé a tomar pastillas ¿eso está bien? Y, por supuesto, también están los temores por el virus que trastornó al mundo. Muchos ecuatorianos llaman al 171 porque no soportan el miedo de contagiarse y enfermar de Covid-19. Otros porque no saben cómo sobrellevar el duelo de las muertes abruptas que ha causado la pandemia.

Además, durante unos meses, en este país la muerte se impuso de tal manera que no se podía ignorar. El sufrimiento de la gente se agudizó porque en las calles, especialmente en Guayaquil, había cadáveres esperando que un vehículo de medicina legal los llevase a un cementerio, las funerarias estaban colapsadas, la gente no encontraba ataúdes para sus muertos, el municipio repartía cajas de cartón para enterrar los cuerpos. En su intención de controlar la pandemia, el gobierno designó al entonces presidente del directorio de BAN Ecuador, Jorge Wated, como líder del grupo de recolección de los cadáveres de las calles. El 1 de abril de 2020, Wated dijo que pasaron de recoger 30 a 150 cuerpos diarios. El concejal de Guayaquil Andrés Guschmer dijo que habían recogido 400 cuerpos de las personas fallecidas en sus hogares, no dijo en qué lapso.

Verse obligado a convivir con el cuerpo sin vida de tu padre, hija o hermano tendrá un efecto en tu salud mental que solo podrá calcularse con el tiempo. No en vano el ser humano es una especie que necesita enterrar a sus muertos. Para Mary Roach, escritora estadounidense especializada en ciencia popular, esto se debe a que “el hombre no observa al cadáver de su ser querido como su ser querido”. De pronto, ese cuerpo se ha convertido en un contenedor de carne y hueso donde habitó la persona que tanto amamos pero que ya no está. Seguir observándolo, percibir alguna señal de descomposición como el cambio del color de la piel o un intenso olor, suele grabar imágenes traumáticas que se sostendrán en el tiempo. Si la muerte nos arrebata a la persona que amamos, la presencia de un cadáver podría enturbiar la manera en la que deseamos recordarla.

La incapacidad del gobierno para recoger y enterrar a los muertos no es lo único que ha hecho más trágico el duelo de los ecuatorianos. Cientos de familias perdieron el rastro de su pariente fallecido. Las personas no encontraban el nombre de su ser querido en la página web del gobierno creada para indicar en qué cementerio estaba enterrado cada cuerpo recogido. Los cuerpos de Inés Salinas y el de su esposo Filadelfio Asencio, fallecidos el 30 de marzo, fueron retirados de su casa cuatro días después. Su familia los envolvió en plástico para evitar el mal olor porque comenzaron a descomponerse y los puso en la puerta de la casa esperando al grupo que tenía que recogerlos. En la página web del gobierno no aparecían los nombres de Inés Salinas y Filadelfio Asencio, su familia comenzó a buscarlos. Luego de cuatro meses, en julio de 2020, después de una intensa búsqueda en cementerios, hospitales y morgues, Mercedes Asencio, hija de los fallecidos, encontró los cuerpos de sus padres y pudo sepultarlos. Hasta hoy, decenas de personas siguen buscando el cuerpo de su familiar para darles sepultura.  §La pandemia ha evidenciado la relevancia de un tema poco debatido pero esencial para cualquier sociedad: el Estado ecuatoriano no se ha hecho cargo de la salud mental de su gente. Antes de la pandemia 1 de cada 10 personas en el país necesitaba atención en un momento crítico de su vida. En la emergencia por el Covid-19, la cifra ha crecido a 7 de cada 10 personas, dice Ignacia Páez,  gerente de la Mesa de Salud Mental, creada por el Comité de Operaciones de Emergencias (COE Nacional), que se encarga de manejar la crisis sanitaria en el país. La funcionaria reconoce que el Ministerio de Salud no tiene el personal necesario —cuenta con 3,8 psicólogos por cada 100 mil habitantes cuando la OMS recomienda 9— para contener emocionalmente a la población. Por eso, ante la urgencia, creó un sistema de semaforización para dar atención psicológica gratuita. En este proyecto el gobierno ha invertido cero dólares, y es el que recae en los hombros de los estudiantes de psicología.

El semáforo de salud mental  tiene, como el de tránsito, tres colores: verde, amarillo y rojo. Páez dice que el código verde está relacionado con la psicoeducación, que es dar información sobre el COVID-19. Su objetivo es reducir el temor y la ansiedad de las personas. En este código, hay recomendaciones para que quienes visitan la  página web del gobierno dedicada al seguimiento del nuevo coronavirus en Ecuador, encuentren ideas para mantener el buen estado de la salud física y mental. Páez dice que el mensaje está llegando a la gente: el sitio web ha tenido hasta 125 mil visitas en un día. Esta cifra es menos optimista cuando se recuerda que en el país existe una brecha digital: hasta el 2018, sólo el 37,2% de hogares de Ecuador tenía acceso a Internet. En las zonas urbanas, había un total de 46,6 % de hogares con servicio de internet, mientras que en las zonas rurales el porcentaje era de 16, 1%. A pesar de que el sistema de semaforización fue creado por el Ministerio de Salud, son los docentes y estudiantes de psicología quienes mantienen a flote la atención  en la pandemia. Como parte de las prácticas preprofesionales, las universidades en las que hay la carrera de psicología acordaron con el Ministerio de Salud que los estudiantes estarían encargados de atender las llamadas de la opción 6 del 171 que califiquen para el código amarillo. Es decir, deberían brindar primeros auxilios psicológicos. En la práctica, sin embargo, también atienden el código verde. “Yo he contestado llamadas de gente asustada de salir a la calle, gente que tiene miedo de contagiarse, que necesita contar sus síntomas porque cree que ya se va a morir”, dice la estudiante Dennisse Tirado, de 22 años.Cuando un caso presenta mayor riesgo, los estudiantes de psicología lo derivan a los psicólogos profesionales. Más de novecientos psicólogos y noventa y ocho psiquiatras del sector público, del sector privado y voluntarios de organizaciones particulares, son los encargados de atender los códigos rojos. Pero algunas veces, los psicólogos no contestan cuando los estudiantes transfieren la llamada. “El problema es que en ese código, nadie responde. No hay profesionales en la línea entonces nosotros debemos hacer lo posible para que la persona vuelva a la estabilidad emocional”, dice Vanessa Jaramillo, estudiante de psicología de la Universidad Central del Ecuador. Para poder cumplir con ese trabajo, los estudiantes han tenido que aprobar un curso virtual publicado en las páginas web de la Universidad de las Américas (UDLA) y la Universidad Particular de Loja (UTPL), sobre cómo abordar la emergencia sanitaria y cómo identificar el riesgo psíquico. En el curso refuerzan lo que ya aprendieron en las aulas, como técnicas de relajación: pedir a la persona que tome agua, que se lave la cara, que ponga música, que busque a alguien que le acompañe. Las llamadas las reciben tres o cuatro días a la semana durante jornadas de hasta cuatro horas. Solo en esos espacios tienen activo el chip de la línea 171. En el último turno que tuvo Dennisse Tirado, de octavo semestre de la UDLA, atendió seis llamadas entre la medianoche y las cuatro de la mañana. “Termino una y empiezo otra, contesto como cuatro llamadas en un turno, pero son largas, de más de una hora”. Gráfico de Jason Martínez, Salud con LupaEntre todas esas experiencias, una de las que más recuerda Dennisse es la de una mujer contándole que había perdido el control de sus hijos. Le dijo que mientras les estaba haciendo un pastel, uno de ellos le apuntó con el cuchillo. Estaban discutiendo todos muy fastidiados y cansados por el encierro. No ocurrió ningún accidente, pero la mujer sintió que perdió el control de su familia. Colgar el teléfono y sacudirte de historias como esas, es muy complicado. Pero Dennisse siente el apoyo de su universidad que tiene el Centro de Psicología Aplicada, en el que trabajan psicólogos graduados que van guiando a los estudiantes cuando atienden casos difíciles como éste.El Ministerio de Salud ha comunicado que de las 17.706 llamadas recibidas en mayo, junio y julio, 1.627 fueron transferidas al código rojo. El semáforo rojo también se aplica para quienes necesitan medicinas psiquiátricas, el Ministerio no detalla cuántas personas han llamado por esta razón. §La psicóloga clínica Aimee DuBois dice que el sufrimiento de las personas que perdieron a sus familiares es esperable: “están conmovidas y desorganizadas pero no es una reacción patológica, no es una enfermedad mental”. Sería un error que se quiera conectar a una situación de duelo extraordinario automáticamente con un diagnóstico como el estrés post-traumático. Puede darse el caso porque una pandemia como esta es una situación emocional extrema, sin embargo, no todas las experiencias caerán bajo esta categoría.  Con el apoyo emocional a tiempo de familiares y de profesionales de la salud mental, se puede cooperar a que el doliente atraviese este periodo con mayor contención y no llegue a una condición mental que necesite hospitalización. Antes de la pandemia, los estudiantes asistían a hospitales públicos, centros de salud o clínicas privadas para realizar sus prácticas pre profesionales, pero por la emergencia se suspendieron. María Judith López hacía prácticas pre profesionales en el Eugenio Espejo en Quito, uno de los hospitales públicos más grandes del país. Ahí la estudiante llenaba las historias clínicas de personas que estaban hospitalizadas por quemaduras o cirugías y necesitaban atención psicológica. “Aprendí a hacer exámenes psicopatológicos”, dice. Con estos se evalúa si las personas están orientadas en tiempo, espacio, si saben quién son, saben dónde están, o qué día es, también se hace evaluación del lenguaje, y se evalúa si están inconscientes o somnolientos. Ahora siguen las prácticas con este método virtual de atención, dice Ignacia Páez, y explica que como no es un trabajo, sino el cumplimiento de sus prácticas pre profesionales, no reciben un pago. |Para saber las últimas actualizaciones sobre las Elecciones de 2021 en Ecuador, haz clic aquí| María Judith López terminó sus prácticas pre profesionales el 1 de junio. Ese día dejó de contestar la línea del 171 y en las 102 horas que duró su práctica pre profesional contestó 123 llamadas: la mitad para atención de salud mental, las otras para pedidos de alimentos, medicamentos o citas médicas de otras especialidades. Su universidad creó espacios para que los alumnos que respondan estas llamadas puedan descargar el peso emocional de las mismas con otros estudiantes que no atienden la línea. López dice que se conectaba por videollamadas de Zoom, en un lapso de dos horas semanales, y compartía cómo se sentía. También era un espacio para intercambiar experiencias sobre el confinamiento y, finalmente entre amigos, reír un poco.Sara Herrera, psicóloga clínica, dice que es importante que los psicólogos tengan apoyo entre sí porque las experiencias de los pacientes los pueden afectar emocionalmente. “Todos los psicólogos deben ir al psicólogo”, remarca. Según una investigación de la Universidad del Mar de Chile, los psicólogos que participan en terapias disminuyen significativamente sus niveles de estrés. En especial, los psicólogos tienen que aprender a ser conscientes de situaciones que aparentemente no les provocan malestar. Por su parte, el Ministerio de Salud está preparando un proyecto de investigación y evaluación del estado emocional de los estudiantes y psicólogos que realizan la teleasistencia pero confirma que las universidades son las encargadas de mantener el buen estado de la salud mental de los estudiantes. El Colegio de Psicólogos Clínicos de Pichincha dijo en un comunicado que el voluntariado debe ser complementario y que “no se puede dejar a cargo del voluntariado el servicio público de atención en salud mental que todos merecemos”.  Daniela Alvarado es psicóloga experta en salud mental y señala que ser voluntario en temas psicológicos debería realizarse desde el activismo, como en el caso de la plataforma ¿Y si nos acompañamos? En este proyecto, psicólogas y psicólogos atienden, mediante videollamadas o llamadas telefónicas, a las personas afectadas por el confinamiento. Las personas que estén en Ecuador, Latinoamérica o Europa pueden dejar un mensaje con sus datos en la página de Facebook de la plataforma, y un psicólogo le llamará. Como es un proyecto voluntario, los profesionales no están disponibles las 24 horas pero intentan atender a la mayoría de personas. Alvarado cree que el proyecto de la atención en el 171 del MSP, que atiende bajo un horario establecido, debería ser reconocido como un trabajo. Que el gobierno no pague por los servicios de salud mental para la población es muestra de la poca importancia que le brinda al asunto.Y la desatención al bienestar emocional de los ecuatorianos no es nueva. Por la emergencia, el COE creó la Mesa Nacional de Salud Mental porque el Ministerio de Salud Pública no tiene en su organigrama una subsecretaría, secretaría o dirección específica que se encargue de ejecutar proyectos o programas para la salud mental. La Mesa que se ha creado, como una respuesta rápida en esta etapa, está conformada por hospitales públicos y privados, asociaciones de la sociedad civil, la Cruz Roja Ecuatoriana y representantes de las universidades en las que hay facultades de psicología. El sistema de semaforización se creó porque el Estado ecuatoriano no tenía un proyecto tan grande que pudiese atender la salud mental de todos sus habitantes. El descuido a la salud mental no es exclusivo del gobierno de Lenín Moreno sino que es un problema histórico. La psicóloga Aimee DuBois dice que el gobierno está fallando en la atención porque en Ecuador el modelo de salud mental es “hospitalocéntrico, asiliar o asistencial”. Este modelo, según la experta, está enfocado en internar en un hospital a la gente con dolencias psicológicas. Esto sucede aunque los planes de salud mental comunitaria que existen en Ecuador, como la Guía de Salud Mental Comunitaria o el Modelo y Plan estratégico de Salud Mental, indiquen que los pacientes deben recibir atención en salud mental en centros de salud u hospitales generales cerca a donde viven, estudian o trabajan.Ignacia Páez —que está al frente de los temas de salud mental en el Ministerio de Salud desde antes de la pandemia— explica que el Ministerio tiene 12 millones de dólares en el presupuesto para salud mental hasta 2023. Dice que planificaron invertir ese dinero en capacitaciones sobre salud mental comunitaria a los médicos y enfermeras pero la llegada de la crisis sanitaria por el Covid-19 paralizó esa intención. El Ministerio de Salud tiene un presupuesto corriente, es decir fijo, destinado para el mantenimiento de los 12 centros de tratamiento de adicciones, las 81 unidades de salud mental hospitalaria, más de 700 centros ambulatorios y 68 servicios de atención ambulatoria intensiva. Esto evidencia que el gobierno invierte más presupuesto en el mantenimiento de los hospitales y centros de adicciones que en la prevención. Daniela Alvarado dice que el tema de salud mental siempre ha sido considerado desde los trastornos graves y las adicciones, desde la visión de la enfermedad por eso el gobierno invierte más en los centros de hospitalización. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el presupuesto para salud mental en América Latina y el Caribe es en promedio solo el 2% del presupuesto de salud y de ese porcentaje el 60% es para los hospitales psiquiátricos. La misma OMS dice que los países de bajos ingresos invierten menos de dos dólares por persona al año, entre esos está Ecuador que han tenido a estudiantes de psicología como María Judith López, Vanessa Jaramillo o Dennisse Tirado calmando a las personas afectadas emocionalmente por la pandemia.

Fuente: https://saludconlupa.com/series/cuando-la-realidad-se-quebro/las-llamadas-mas-dificiles-los-estudiantes-de-psicologia-que-consuelan-a-un-pais-en-crisis/

 

Fuente: https://rebelion.org/el-consuelo-de-un-pais-en-crisis-recae-en-sus-estudiantes-de-psicologia/

 

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Los casos de cyberbullying aumentan durante la pandemia

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El discurso de odio entre niños y adolescentes aumentó un 70 % desde que los estudiantes comenzaron las clases en línea, señala un estudio.

Desde trabajar y estudiar en línea, socializar o hasta realizar compras o hacer trámites bancarios por intertet, parece que la vida de muchas personas se ha digitalizado desde marzo, mes en que la pandemia por COVID-19 empezó a disiparse por todo el mundo. Y aunque la aceleración de la digitalización tiene sus ventajas, ésta no ha llegado sin traer problemas.

Un problema que no ha guardado sana distancia en esta época de crisis ha sido el bullying. Según un reporte de L1ght, una empresa que detecta y filtra contenido abusivo y tóxico en línea, el discurso de odio entre los niños y adolescentes aumentó un 70 % desde que los estudiantes comenzaron sus clases en línea.

Además del coronavirus, otra crisis que ha hecho que aumenten los casos de ciberacoso (cyberbullying) es la desinformación. En Corea del Sur esta problemática se ha hecho evidente a raíz de la pandemia.

El caso de Corea del Sur: ciberacoso a nivel nacional

En Corea del Sur, una joven se contagió de COVID-19 y, sin saberlo aún, se reunió con miembros de su iglesia para organizar un programa para jóvenes. Al dar positivo, los detalles de su vida privada salieron a la luz debido al ciberacoso, que es común en el país gracias al nivel de escrutinio sobre la vida de la gente para combatir esta enfermedad. Fue así que las autoridades descubrieron y revelaron datos como su edad, sexo, el nombre de su congregación, los lugares más recientes donde estuvo y con quién estuvo. El bullying que provocó esta invasión de privacidad llegó a tal grado de inventarle un amorío con un miembro de la iglesia, todo esto mientras la joven se recuperaba en el hospital.

Además del coronavirus, otra crisis que ha hecho que aumenten los casos de ciberacoso es la desinformación.

A esta práctica de revelar información personal sobre alguien de manera maliciosa se le conoce como doxing. En este país asiático, el doxing y el ciberacoso son tan comunes que han llevado a varias estrellas al suicidio.

Aunque el gobierno surcoreano aprendió su lección y dejó de publicar la edad, sexo y lugar de trabajo de los infectados, el miedo a ser expuestos ha hecho que muchos se queden en casa. Esto sólo demuestra cómo el ciberacoso es un problema serio que se puede presentar en todos los niveles, no sólo en los alumnos más jóvenes.

¿Por qué ha aumentado el ciberacoso durante la pandemia? 

Parte del problema surge debido a que ahora gran parte de los trabajos y la enseñanza se realizan en línea, pero durante la cuarentena también aumentó el tiempo libre, el cual al no poder realizar actividades fuera de casa, se realizan principalmente en línea. Antes se podía ir a gimnasios, fiestas, clases o cualquier otra actividad fuera de casa, pero debido a la cuarentena, gran parte del entretenimiento y actividades de ocio se realizan por medio del internet.

Tener más tiempo digital de ocio sumado al estrés que ha aumentado debido a la crisis sanitaria, puede hacer que las personas se vuelvan más hostiles. En su reporte, L1ght descubrió un 40 % de incremento en la toxicidad en plataformas de juegos populares, como Discord. Además, debido a que un mayor número de personas está en línea, existen muchos más posibles agresores y víctimas potenciales.

El estrés puede llevar a muchas personas a desarrollar comportamientos de autoconservación y autodefensa, más si son provocados por una crisis mundial como la pandemia. Y aunque todas las personas estamos expuestas al estrés, es más probable que los jóvenes se vuelvan más hostiles en sus interacciones en línea, incluso con sus amigos.

Otra razón por la que ha aumentado el acoso en línea es porque la gente está aburrida. Tristemente, muchos jóvenes se involucran en acoso cibernético simplemente porque no tienen nada más que hacer. Este tipo de actividades alimenta su necesidad de atención, incluso si ésta es negativa.

El ciberacoso en niños y jóvenes

Uno de cada cinco niños de 10 a 18 años ha sido víctima del acoso en línea en los Estados Unidos. Securty.org realizó una investigación para descubrir si la pandemia aumentaría ese número, por lo que entrevistaron a más de 500 padres y madres estadounidenses con hijos en ese rango de edad.

El 21 % de los encuestados respondieron que sus hijos habían sido acosados cibernéticamente antes de la pandemia. De este porcentaje, el 56 % reportó que el bullying había ocurrido en los últimos seis meses.

Muchos jóvenes se involucran en acoso cibernético simplemente porque no tienen nada más que hacer.

El estudio también descubrió que era más probable que las víctimas tuvieran redes sociales. Por ejemplo, el 69 % de los padres contestaron que sus hijos tienen Snapchat, en comparación con el 55 % de los no acosados que sí usan esa plataforma. Entre las redes sociales donde se reportaron el mayor número de casos de ciberacoso se encuentra YouTube con un 79 %, seguido de Snapchat con un 69 % y TikTok con un 64 %.

¿Cómo ayudar a un alumno que sufre de bullying en línea?

Aunque desconectarse parece ser la solución más obvia, el primer paso debe ser reconocer al estudiante por su valor de reportar el acoso, según Kathryn Seigfried-Spellar, profesora asociada del departamento de Computación y Tecnología de la Información de la Universidad de Purdue.

“Los niños tienen miedo de ser víctimas de acoso cibernético y cómo reaccionan los padres y maestros al saber este hecho. Tienen miedo de que les quiten [el acceso a] la tecnología», señala Seigfried-Spellar. Por este motivo, es importante que los tranquilicemos asegurándoles que no serán castigados por hacer este tipo de denuncias y que no se les retirarán sus dispositivos, más en esta época donde el internet y las redes son su única ventana de socialización con sus amigos y acceso a la educación.

Uno de cada cinco niños ha sido víctima de acoso en línea en los Estados Unidos.

El siguiente paso es apagar las cámaras. Esta situación es delicada, según Seifried-Speller. Muchos maestros sienten la necesidad de monitorear a sus alumnos en todo momento, con el objetivo de mantener la disciplina y el nivel de atención. Pero esto puede llevar a que un alumno olvide que está visible, cometa un error embarazoso y que otro compañero tome captura de pantalla para avergonzarle más adelante.

Fomentar la socialización en línea también es extremadamente útil para los alumnos, más en esta época donde es normal sentirse aislado. Linda Charmaraman, directora del Laboratorio de Investigación de Juventud, Medios y Bienestar de los Centros Wellesley para Mujeres, realizó investigaciones sobre cómo los jóvenes utilizan las redes sociales e Internet. La Dra. Charmaraman descubrió que más de la mitad de los jóvenes manda o recibe apoyo social y emocional en línea. También encontró que, en comparación con el año pasado, los jóvenes están más inclinados a publicar mensajes de ánimo o frases positivas para hacer que los demás se sientan mejor.

Otro punto importante a considerar si se quiere ayudar a combatir el bullying en línea es estar al corriente de los recursos e información sobre el ciberacoso en los medios digitales para conocer los términos que se utilizan y tener estrategias de prevención. Una de estas estrategias podría ser enseñar habilidades de ciudadanía digital para que aprendan sobre ciberseguridad y cómo ser respetuosos en línea.

Según Seigfried-Spellars, lo mejor es enseñar a los alumnos a tomar mejores decisiones. Si se hablan entre sí  y forman comunidad, aunque sea en línea, ayudará a que piensen en el o la compañera antes de enviar un mensaje tóxico. También los guiará a saber qué hacer en caso de ser testigos de ciberacoso.  Además, enseñarles habilidades de ciudadanía digital hará que se den cuenta que “pueden aprender que tienen la oportunidad de hacer algo de manera positiva o negativa en cada una de las cosas que hacen”.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/cyberbullying-en-aumento-durante-la-pandemia

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