Ecuador / 23 de junio de 2019 / Autor: El Universo / Fuente: Noticias Ecuador
Su sueño es estudiar Jurisprudencia, pero un obstáculo para cumplirlo es el examen Ser Bachiller. Shamira Bohórquez, que tiene 17 años y se graduó en el colegio República de Venezuela de Guayaquil en enero pasado, logró 820 puntos en la evaluación que otorga los cupos en el sistema público de educación superior en Ecuador.
Sin embargo, para cursar derecho en Guayaquil necesitaba tres puntos más. Tenía la esperanza de que en la última etapa de la postulación le den el cupo, pero, en esa instancia, el puntaje mínimo subió a 937 debido a la demanda. “Esta prueba nos quita los sueños”, se lamenta.
La joven indica que su puntaje le alcanzaba para estudiar ciertas ingenierías y la carrera de Pedagogía de la Educación, pero “lo analicé y no me veo en otra cosa que no sea como abogada”. Además, la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) le dio la opción de estudiar Jurisprudencia en línea en la Universidad Estatal de Milagro (Unemi), pero Shamira desistió.
“No siento que estudiar a distancia me ayude en algo, no es la misma educación, no es como estar en un aula”, afirma.
La que sí aceptó estudiar online en la Unemi para “no quedarse sin nada” es Valeria Mota. Ella, de 17 años, quería optar por Agronomía. Participó en las tres etapas de la prueba de ingreso, pero no obtuvo el cupo.
“Necesitaba 900 puntos, pero saqué 718. En las otras opciones ubiqué carreras relacionadas con la agronomía. Me iba a preparar para dar el examen otra vez, pero salió la oportunidad de estudiar en línea, claro, en una carrera que no quería y acepté”, afirma.
Actualmente Valeria cursa el propedéutico de la carrera Pedagogía de Idiomas Nacionales y Extranjeros. Recibe clases de forma virtual de 20:30 a 21:30: “No es que no me guste la carrera, pero no es lo que planeé, agronomía era lo que siempre había querido”.
Tanto Shamira como Valeria son parte de los miles de jóvenes que tienen problemas para acceder a la universidad pública debido a un sistema de admisión meritocrático donde no todos llegan en condiciones iguales, asegura Miguel Cantos, investigador del Instituto Cultural Nuestra América.
“Es evidente que existe un divorcio entre los objetivos de la educación universitaria y las aspiraciones de la educación secundaria. El estudiantado llega con vacíos en la educación secundaria. La opción de ingreso actual perjudica ya que los colegios fiscales y particulares tienen diferentes contextos de enseñanza”, indica.
Según información provisional de la Senescyt, en el segundo semestre del año pasado un total de 205.455 personas se postuló para ingresar a la educación superior pública, pero los cupos ofertados solo llegaron a 125.068, es decir, el 51% de la demanda.
Sin embargo, solo 96.537 aceptaron el cupo. Esto se da por casos como Shamira en que la carrera ofrecida por el ente estatal no es la deseada, el cupo es en una ciudad diferente donde se radica o porque es a través del sistema virtual.
Según Cantos, la problemática del ingreso a las universidades no es de ahora ya que no ha sido correctamente manejada a través de la historia.
“La lucha estudiantil del 29 de mayo de 1969 abre las condiciones para el libre ingreso a la educación superior, pero hay que analizar que al ser la universidad un elemento propio del Estado es el propio Estado quien refuerza la idea del papel de la meritocracia que es un concepto que se articula a partir del 69 hasta la década de los 90”, afirma.
El experto dice que el sistema meritocrático se instaura para detener la “masificación de la universidad ya que antes del 69 el ingreso era por los apellidos”.
Si bien se democratizó la educación superior a partir del libre ingreso, la universidad ecuatoriana, en la década del 70, no gozó con las rentas necesarias por parte del Estado y no tuvo la infraestructura necesaria para afrontar el aumento sustancial de estudiantes.
“(Luego de la masacre estudiantil de 1969) la Universidad de Guayaquil pasó de 5.000 estudiantes a 25.000 en prácticamente cuatro años, pero creo que para efecto de la democratización de la cultura fue importante. (…) Quizá no hubo las suficientes reformas internas para asimilar esas cosas, simplemente se convirtió en una cifra numérica”, sostenía Gustavo Iturralde, sobreviviente de aquella matanza y quien falleció el pasado 5 de junio.
Él también aseguraba que en la década del noventa la universidad pública tomó el rumbo de la privatización a través de carreras autofinanciadas y cobros por cursos de Inglés y Computación que fueron mermando el ingreso del estudiantado.
Luego con la gratuidad de la educación, declarada en el correato, se presentaron problemas como la creación del sistema de admisiones que tomó a los movimientos secundarios y universitarios totalmente debilitados, sostiene Cantos.
Pero Scarlett Tamayo, presidenta de la Federación de Estudiantes Secundarios del Ecuador (FESE), asegura que se están organizando para “luchar” por un nuevo libre ingreso.
“Aunque el correísmo nos negó el acceso a los colegios la FESE sigue viva. Seguimos en las calles luchando por el libre ingreso, por un respeto a la libre participación y a la libre expresión”, señala.
Parte de la reactivación de la FESE sería su participación en el acuerdo por la educación impulsado por el actual Gobierno, aunque fueron “escuchados con límites”, según Tamayo.
Según Cantos, el actual panorama político y económico del Estado y la criminalización de la protesta estudiantil dificultaría una verdadera democratización de la universidad.
Mientras tanto, Shamira dará hoy por segunda ocasión el examen Ser Bachiller con la esperanza de obtener un cupo para estudiar en Guayaquil la carrera que anhela.
Fuente de la Noticia:
http://www.ecuadorenvivo.com/sociedad/190-sociedad/99097-educacion-superior-publica-puede-cubrir-solo-el-51-de-la-demanda-en-ecuador.html
ove/mahv