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Sobre la presentación de Crónicas intempestivas. Historia del ascenso del EZLN

El día sábado 16 de marzo se hizo la presentación de Crónicas intempestivas. Historia del ascenso del EZLN 1987-1994. Clavería 22, situada en la Alcaldía Azcapotzalco fue el espacio cultural que nos abrió las puertas. A continuación, reproduzco las notas que preparé para el evento.

Historia, texto y pretexto

Hola, buena tarde a quienes nos acompañan el día de hoy. Agradezco que hayan venido.

Antes de comenzar, no podemos dejar de condenar el genocidio que el Estado de Israel realiza contra el pueblo palestino, para lo cual pido un minuto de silencio ante la barbarie que ha desatado el reino del capital contra miles de niñas y niños, mujeres y hombres, un crimen contra la humanidad que nos está marcando profundamente.

Pido un aplauso al pueblo palestino que resiste, los llevamos en nosotros.

Saludo las luchas del trabajo, las resistencias. Siguen abiertas las venas en Latinoamérica; en México, sigue sin resolverse la desaparición forzada de los normalistas de Ayotzinapa.

Bien. Charlemos sobre el texto ¿Cómo fue que llegamos a estas Crónicas intempestivas?

Sería quizá a finales de los noventa que pasaba horas platicando con el entonces profesor Andrés, quién había sido el responsable de fundar la primera escuela neozapatista en la Selva Lacandona en el año de 1989 y fue electo en 1993 para presidir la Subsecretaría Popular del partido marxista Fuerzas de Liberación Nacional que se fundó en el Congreso de 1993, realizado precisamente en la escuela del EZLN donde fue director. Cabe mencionar que en aquel Congreso fue donde las comunidades indígenas decidieron el levantamiento armado de 1994.

Ya imaginaran las horas y horas de anécdotas en las que estábamos inmersos y que empezábamos a reflexionar. Interminables aventuras con las que pretendíamos explicarnos un complicado y comprometedor proceso que nunca había sido contado sino hasta el día de hoy, en este libro. Es un libro con información inédita, que no van a encontrar en otros trabajos, son sucesos de primera importancia que no se habían dado a conocer.

No se habían dado a conocer por lo comprometedor que resultaban, pero a más de treinta años de distancia, en un acto incluso de justicia, es necesario hacerlos públicos. Ya le pertenecen al pasado.

Si se dan cuenta, si no contáramos lo que contamos en el libro, estos procesos estarían borrados, como si no hubiesen acontecido. Ese es el pasado, constantemente lo estamos reconstruyendo desde el presente. Es así que el libro es una irrupción en el presente.

Por simple que parezca, van a leer el resultado de alrededor de veinte años de reflexión.

A mediados de la primera década del siglo XXI, fue que decidí realizar un trabajo sobre el EZLN. Para entonces el problema era que los testimonios no podían salir a la luz, por la cercanía de los eventos, apenas había pasado una década del levantamiento de 1994, y por secrecía militante era prácticamente impensable dar a conocerlos. Sin embargo, pensé que se podía hacer un rodeo, rearmar algunos procesos recurriendo a otras fuentes, secundarias, y tramposamente llegar a las conclusiones que solo podía dar el testimonio, pero sin decir que venía del testimonio, sino diciendo que se hacían a título de hipótesis. La opción no era descabellada. Carlos Montemayor y Daniel Bensaid, sin ser militantes del EZLN habían hecho comentarios muy atinados, sospecharon muy bien las dificultades de la organización más allá de la retórica con la que se conducían.

Fue así que recabé bibliografía que tenía que ver con el desarrollo de la izquierda en México y en el mundo. ¡Imagínense! Para los que no saben, en ese tiempo todavía pesaban los azotes masoquistas de la caída del bloque socialista y las condenas contra el marxismo. Para mí eso era un choque, porque detrás de la retórica con la que se fue presentando el EZLN cuando sale a la luz, todos los ahí involucrados habíamos crecido en un ambiente marxista por completo, algo extraño para los ajenos, y, por otro lado, dentro de esos mismos personajes externos había quienes usaban al EZLN para mostrar que lo nuevo ya no era el marxismo, sino los nuevos sujetos. No supieron y parece que hasta la fecha reniegan de ese pasado del EZLN que ellos ni vivieron, ni personificaron. Hay que decirlo con fuerza, el EZLN realizó una política marxista exitosa en las comunidades indígenas, que después tuvo que ocultar y administrar por proceso que detallo en el libro.

En ese entonces, el trabajo no pude elaborarlo porque ahora me enfrentaba a mi inmadurez intelectual que me impidió darle salida a lo que me proponía, en ese tiempo era lector, como lo habían sido muchos de los marxistas latinoamericanos, de Althusser y de Poulantzas; también leíamos a Marx, organizamos algunos seminarios de lectura de El Capital y estuvimos reunidos con varios camaradas que hoy nos acompañan, haciendo círculos políticos y de estudio.

Después de un periodo de más de una década, en 2016-2017 me sentí capaz de afrontar nuevamente el desafío. Para entonces, con dos amigos, José Luis Ríos y Gabino Ángeles, veníamos escribiendo públicamente desde 2009 bajo el nombre del Centro de Estudios, Documentación y Análisis Materialista. Y Gabino, que estaba en el doctorado, me comentó que llevaba una materia donde veían metodología de historia oral. Me proporcionó todo el material del curso y me puse a estudiar. Elaboré, con su asesoría, 14 bloques de preguntas, para extraer el testimonio principal. Aborté misión cuando empezamos con las primeras entrevistas, que grabamos. En una sesión nos llevamos alrededor de 4 horas y ni siquiera agotamos el bloque 1. Me volví a estampar con pared y dejé el proyecto.

Por fin, en 2021, en plena pandemia, encontré una mejor manera de recabar el testimonio para exponer los procesos que verán en el texto. En realidad, después de darle miles de vueltas, durante dos décadas, lo que pasó es que ya había elaborado, si se quiere inconscientemente, la concatenación del proceso, ya había ordenado los acontecimientos de tal manera que aparecen interrelacionados. Encontré una coherencia explicativa.

Mi sobrina, quien fue de las lectoras finales del texto, me hizo el señalamiento de algunas notas explicativas que de repente pareciera que pueden ponerse en otro lado, pero se trata de la dificultad del orden expositivo del texto, pues rearmé un contexto y para eso vi dos opciones: o buscaba reconstruir aquel entorno minuciosamente, tratando de no dejar huecos; o reconstruía lo necesario. Opté por la segunda opción, por consideración al lector, para no abrumarlo con cuestiones que consideré secundarias para lo que quería destacar, aunque fueran importantes. De ahí esas notas explicativas.

Del primer borrador hasta llegar al libro impreso, pasaron casi 3 años de arduo trabajo, de octubre de 2021 a febrero de 2024.

Bueno ¿qué van a encontrar en el texto? Van a encontrar un proceso no contado hasta la fecha, del entorno previo inmediato al levantamiento armado. ¿Qué no van a encontrar? Historias idílicas, no hay fantasías ni mitología que ha desbordado el movimiento, tampoco propagada, ni la clásica frivolidad, de que bailan los corazones mientras el reino del capital nos pasa la aplanadora. Hay que recordar que las comunidades indígenas neozapatistas están cercadas por militares y asediadas por el narcotráfico. Por cuestiones tácticas, me parece que eso se tiene que poner en primer lugar y en un segundo lugar la fantasía.

No estoy en contra de los mitos y la fantasía, pienso que son una vacuna contra lo totalitario de la razón moderna, que se impone como única y acusa a lo demás de desviación. Pero desconfió del romanticismo; encierran la desilusión y su reverso: la conversión política.

El texto contiene un esfuerzo crítico, espero que remueva la cómoda tranquilidad a la que se llegó desde el análisis. Espero zarandear las pasiones y la razón.

Por otro lado, el libro no contiene una pedacería de sucesos, sino que se tiene que apreciar la obra en su conjunto, así está redactada.

Y hago el anuncio de que escribí otra segunda parte, cargada a la reflexión filosófico política, pero por exceso de trabajo y valoración editorial, se decidió dejar para otra publicación. Así que este libro apenas es el primero. Ojalá más compañeras y compañeros militantes de aquellos años, se animen a escribir. Ni las Fuerzas de Liberación Nacional ni el EZLN son propiedad exclusiva de sus dirigentes o de luminarias, sino de las militancias que las conforman y suelen ser relegadas, escondidas bajo el tapete. Ellas son grandes protagonistas.

Ayer, miles de militantes organizamos un levantamiento armado, arriesgando el pellejo, pensando acabar con la lucha de clases, hoy seguimos buscando acabar con esa violencia en la historia desde otras formas de lucha, pero que siguen siendo anticapitalistas, porque la revolución es posible, no solo deseable.

Este evento, me permite hacer una invitación a la reorganización de las fuerzas anticapitalistas. Mantengámonos en contacto, volvamos a levantar las redes anticapitalistas, armemos nuevas redes de lucha, de resistencia, no tenemos que pedirle permiso a nadie, ni someternos al arbitrio de nadie, busquemos la libertad organizativa.

Uno de los desafíos principales de las luchas actuales es la lucha contra el trabajo precario. ¿Cuántos de los presentes no estamos en situación de precarización laboral? En ese sentido, el texto es un pretexto, nos permite reunirnos para pensar en cómo afrontar ese problema. La contradicción capital-trabajo sigue siendo nuclear en el funcionamiento del mundo; y no hay que olvidar que hasta el día de hoy no se han reconocido los Acuerdos de San Andrés. La lucha sigue siendo contra el capitalismo.

Muchas gracias.

Fotografía: Egbert Méndez

Fuente de la información e imagen:  https://insurgenciamagisterial.com

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Pueblos y comunidades tendrán el mando en la nueva autonomía zapatista, anuncia EZLN

El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) dio a conocer la nueva estructura de la autonomía zapatista, en la que «el Mando y la Coordinación de la Autonomía se ha trasladado de las JBG (Juntas de Buen Gobierno) y MAREZ (Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas) a los pueblos y comunidades».

En un comunicado, el Subcomandante Moisés explicó que la base principal de la nueva organización es el Gobierno Autónomo Local (GAL), uno por comunidad donde habiten bases de apoyo zapatistas, en lugar de los MAREZ. Los GAL son coordinados por los agentes y comisariados autónomos, que están sujetos a las asambleas de la población, y son quienes controlan los recursos autónomos organizativos, la relación con los «pueblos hermanos no-zapatistas vecinos» y el buen uso de la paga, así como se encargan de denunciar «las malas administraciones, las corrupciones y los errores que puede haber».

En segundo lugar, señaló el Subcomandante Moisés, los GAL se convocarán en Colectivos de Gobiernos Autónomos Zapatistas (CGAZ), en los que se discutirán y tomarán acuerdos sobre asuntos que interesan a los gobiernos autónomos convocantes. «Cuando así lo determinen, el Colectivo de Gobiernos Autónomos convoca a asamblea de las autoridades de cada comunidad. Aquí se proponen, discuten y se aprueban o rechazan los planes y necesidades de Salud, Educación, Agroecología, Justicia, Comercio, y las que se vayan necesitando», precisó. A nivel de CGAZ están los coordinadores de cada área, cuyo trabajo es que se cumplan las demandas de los GAL o que se ven necesarios para la vida comunitaria.

Finalmente, en el siguiente nivel de la estructura están las Asambleas de Colectivos de Gobiernos Autónomos Zapatistas (ACGAZ), que dependen de los CGAZ, así como los CGAZ dependen de los GAL. La ACGAZ convoca y preside las asambleas de zona, cuando sean necesarias según las peticiones de GAL y CGAZ.  Tienen su sede en los caracoles, pero se mueven entre las regiones, «o sea que son móviles, según las demandas de atención de los pueblos», señaló Moisés.

El subcomandante también informó que la estructura y disposición del EZLN se reorganizó de modo que aumente la defensa y seguridad de los poblados y de la madre tierra en caso de agresiones, ataques, epidemias, invasión de empresas depredadoras de la naturaleza, ocupaciones militares parciales o totales, catástrofes naturales y guerras nucleares.

A continuación el comunicado completo:

Novena Parte: La Nueva Estructura de la Autonomía Zapatista.

Noviembre del 2023.

Herman@s y compañer@s:

  Les voy a tratar de explicar cómo es que reorganizamos la autonomía, o sea la nueva estructura de la autonomía zapatista.  Ya les explicaré más luego con más detalle.  O tal vez no les explicaré más, porque la práctica es lo que importa.  Claro que también pueden venir al aniversario y mirar las obras de teatro, canciones, poesías y lo de arte y cultura de esta nueva etapa de nuestra lucha.  Si no, ahí los Tercios Compas les mandarán fotos y videos.  En otro momento les contaré lo que vimos de bueno y de malo en la valoración crítica de MAREZ y JBG.  Ahora sólo les diré cómo queda.  Va:

Primero. – La base principal, que es no sólo donde se sostiene la autonomía, también sin la cual no pueden funcionar las otras estructuras es el Gobierno Autónomo LocalGAL.  Hay un GAL en cada comunidad donde habitan bases de apoyo zapatistas.  Los GAL zapatistas son el núcleo de toda la autonomía.  Son coordinados por los agentes y comisariados autónomos y están sujetos a la asamblea del pueblo, ranchería, comunidad, paraje, barrio, ejido, colonia, o como se autonombre cada población.  Cada GAL controla sus recursos autónomos organizativos (como escuelas y clínicas) y la relación con pueblos hermanos no-zapatistas vecinos.  Y controla el buen uso de la paga.  También detecta y denuncia las malas administraciones, las corrupciones y los errores que puede haber.  Y está pendiente de quienes se quieren hacer pasar como autoridades zapatistas para pedir apoyos o ayudas que usan para beneficio propio.

  Entonces, si antes había unas decenas de MAREZ, o sea de Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas, ahora hay miles de GAL zapatistas.

Segundo. – De acuerdo a sus necesidades, problemas y avances, varios GAL se convocan en Colectivos de Gobiernos Autónomos ZapatistasCGAZ y aquí se discuten y se toman acuerdos sobre asuntos que interesan a los GAL convocantes.  Cuando así lo determinen, el Colectivo de Gobiernos Autónomos convoca a asamblea de las autoridades de cada comunidad. Aquí se proponen, discuten y se aprueban o rechazan los planes y necesidades de Salud, Educación, Agroecología, Justicia, Comercio, y las que se vayan necesitando.  A nivel de CGAZ están los coordinadores de cada área.  No son autoridades.  Su trabajo es que se cumplan los trabajos que piden los GAL o que se ven necesarios para la vida comunitaria.  Como, por ejemplo: campañas de medicina preventiva y vacunación, campañas para enfermedades endémicas, cursos y capacitación especializada (como técnicos en laboratorio, rayos X, ultrasonido, mastografías y los que vayamos aprendiendo), de alfabetización y niveles superiores, encuentros deportivos, culturales, festividades tradicionales, etc.  Cada región o CGAZ tiene sus directivos, que son los que convocan a asambleas si hay algún problema urgente o que afecta a varias comunidades.

  Es decir que, donde antes habían 12 Juntas de Buen Gobierno, ahora habrá centenares.

Tercero. – Luego siguen las Asambleas de Colectivos de Gobiernos Autónomos ZAPATISTASACGAZ.  Que son lo que antes se conocían como zonas.  Pero no tienen autoridad, sino que dependen de los CGAZ.  Y los CGAZ dependen de los GAL.  La ACGAZ convoca y preside las asambleas de zona, cuando sean necesarias según las peticiones de GAL y CGAZ.  Tienen su sede en los caracoles, pero se mueven entre las regiones.  O sea que son móviles, según las demandas de atención de los pueblos.

Cuarto. – Como se podrá ver en la práctica, el Mando y Coordinación de la Autonomía se ha trasladado de las JBG y MAREZ a los pueblos y comunidades, a los GAL.  Las zonas (ACGAZ) y las regiones (CGAZ) están mandadas por los pueblos, deben rendir cuentas a los pueblos y buscar la forma de cumplir con sus necesidades en Salud, Educación, Justicia, Alimentación y las que se presenten por emergencias ocasionadas por desastres naturales, pandemias, crímenes, invasiones, guerras, y las demás desgracias que depare el sistema capitalista.

Quinto. – Se ha reorganizado la estructura y disposición del EZLN de modo de aumentar la defensa y seguridad de los poblados y de la madre tierra en caso de agresiones, ataques, epidemias, invasión de empresas depredadoras de la naturaleza, ocupaciones militares parciales o totales, catástrofes naturales y guerras nucleares.  Nos hemos preparado para que sobrevivan nuestros pueblos, incluso aislados unos de otros.

Sexto. – Entendemos que tengan problemas para asimilar esto.  Y que, durante un tiempo, van a batallar en entenderlo.  A nosotros nos tomó 10 años pensarlo, y de esos 10 años, 3 en prepararlo para su práctica.

  También entendemos que les parezca que está revuelto su pensamiento.  Por eso es necesario que se cambien su canal de entendimiento.  Sólo mirando muy lejos, hacia atrás y hacia adelante, se podrá entender el paso presente.

  Esperamos que comprendan que es una estructura nueva de autonomía, que apenas estamos aprendiendo y que tardará un poco en caminar bien.

  En realidad, este comunicado tiene sólo la intención de decirles que la autonomía zapatista sigue y avanza, que pensamos que estará así mejor para los pueblos, comunidades, parajes, barrios, colonias, ejidos y rancherías donde viven, es decir, luchan las bases de apoyo zapatistas.  Y que ha sido su decisión de ellos, tomando en cuenta sus ideas y propuestas, sus críticas y autocríticas.

  También, como se irá viendo, es que esta nueva etapa de la autonomía se hace para enfrentar lo peor de la Hidra, su bestialidad más infame y su locura destructiva.  Sus guerras e invasiones empresariales y militares.

  No existen para nosotros fronteras ni geografías lejanas.  Todo lo que pasa en cualquier rincón del planeta, nos afecta e incumbe, nos preocupa y duele.  En la medida de nuestras muy pequeñas fuerzas, apoyaremos a seres humanos en desgracia sin importar su color, raza, nacionalidad, creencia, ideología y lengua.  Aunque no sepamos muchos idiomas ni entendamos muchas culturas y modos, sabemos comprender el sufrimiento, el dolor, la pena, y la digna rabia que provoca el sistema.

  Sabemos leer y escuchar a los corazones hermanos.  Seguiremos tratando de aprender de ellos, de sus historias y de sus luchas.  No sólo porque hemos padecido eso por siglos enteros y sabemos lo que es.  También y sobre todo porque, como desde hace 30 años, nuestra lucha es por la vida.

  Seguramente hemos cometido muchos errores en todos estos años.  De seguro haremos más en los siguientes 120 años.  Pero NO nos rendiremos, NO cambiaremos de camino, NO nos venderemos.  Siempre estaremos revisando con mirada crítica nuestra lucha, sus tiempos y modos.

  Siempre estarán nuestra mirada, nuestro oído, nuestra cabeza y nuestro corazón, dispuestos a aprender de otros que, aunque diferentes en muchas cosas, tienen nuestras mismas preocupaciones y semejantes anhelos de democracia, libertad y justicia.

  Y siempre buscaremos lo mejor para nuestros pueblos y para las comunidades hermanas.

  Somos, pues, zapatistas.

  Mientras haya al menos un, una, unoa zapatista en cualquier rincón del planeta, resistiremos en rebeldía, es decir, lucharemos.

  Ahí lo vean amigos y enemigos.  Y los que no son ni una cosa ni otra.

  Sólo por ahora.

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Subcomandante Insurgente Moisés.
México, noviembre del 2023.
Más de 500, 40, 30, 20, 10 años después.

P.D.- Aquí les dejo un dibujo a ver si se entiende un poco.

Fuente de la información e imagen:  https://desinformemonos.org
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Muere Adolfo Gilly, académico, militante y activista en México

Por: Redacción Desinformémonos

 

Este martes falleció a los 95 años de edad Adolfo Gilly, historiador, militante, activista, acompañante de los movimientos sociales y un referente del pensamiento de la izquierda en México.

Nacido en Argentina en 1928 y naturalizado mexicano desde 1982, Gilly fue profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México y autor de libros como La revolución interrumpida, su obra más conocida, e Historias clandestinas. Como militante, acompañó la lucha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), junto a académicos como Luis Villoro y Pablo González Casanova. Su labor lo llevó a ser preso político entre 1966 y 1972 en la cárcel de Lecumberri.

Recompartimos el borrador de Historias de las revueltas, texto que en 2010 Gilly compartió a Desinformémonos para su publicación, como un homenaje al historiador de Pancho Villa, Friedrich Katz.

Historias de las revueltas

(Borrador)

Compañeros de “Desinformémonos”:

Este escrito, homenaje inmediato a Friedrich Katz, el gran historiador de Pancho Villa que murió en la madrugada del 16 de octubre de 2010, es simplemente un borrador, un adelanto para no esperar, un esbozo aún no terminado, aunque tal vez falten sólo unos pocos retoques. Les pido que como tal lo publiquen, visto que ya llega el centenario del cual vanamente pretenden también despojarnos. AG.

El historiador no va a buscar una imagen de futuro en la idealización o en la deprecación del pasado que investiga o imagina.

Va a buscar las huellas verdaderas, la región donde se engendró el presente y, sobre todo, la región y el proceso donde se engendran los fantasmas del futuro, las imaginaciones del porvenir propio, los mitos prácticos que organizan las voluntades.

Las revoluciones, las revueltas, las irrupciones crean el subsuelo, el piso y el humus desde donde un pueblo imagina cuando de imaginar se trata, y no sólo de obedecer o de repetir la rutina de cada día. No imagina un desorden perpetuo, sino un equilibrio, un orden nuevo de justicia y libertad.

Imagina, pues, cuando la hora de crear adviene. Este crear es a partir de las condiciones y realidades presentes de sus vidas, no de una repetición del pasado o de un imposible regreso a él. Pero realidades son también experiencia cultura material, herencias ambas de aquel pasado.

Lo que permite y nutre esa imaginación es la experiencia, incomparablemente más real, material (porque en la vida) y duradera que los planes y los programas de las clases dirigentes para ordenar y regimentar las vidas dentro de su dominación.

Explorar, investigar, sacar a luz ese humus requiere intencionalidad en la búsqueda; y en la búsqueda histórica son posibles diversas intencionalidades, no una mejor que la otra o más científica, sino diferentes (y, como suele a menudo suceder si el trabajo es bueno, esas indagaciones se cruzan y se nutren y se plantean entre si nuevas cuestiones e interrogantes).

Es imposible educar esa mirada si se considera a la División del Norte como una anomalía y no como una creación; si se la considera como un error, y no como una forma de la verdad de la vida; si se la ve como una interrupción del bien o una irrupción del mal: y no como una irrupción del bien (otro) y una interrupción del mal (otro).

Es imposible pensar la historia como la sola historia del orden (de las instituciones, de los museos, de los gobiernos, de la ciencia, del arte…) sin pensarla también como la historia de la humillación, del desorden, del sufrimiento impuesto por el orden dado en cada época y lugar.

[I, desgraciadamente, / el dolor crece en el mundo a cada rato / crece a treinta minutos por segundo, paso a paso – César Vallejo].

Es preciso estudiar como unidad los momentos de revelación y los momentos de rutina llena de vida: los sembradíos, las calles de las ciudades, los talleres, las plazas, las escuelas y sus aprendizajes, las cantinas, los cines y las fondas…

[Todo acto o voz genial viene del pueblo / y va hacia él, de frente o trasmitido / por incesantes briznas, por el humo rosado / de amargas contraseñas sin fortuna – César Vallejo].

En todos esos momentos vive y crea aquella parte inmensa de la especie humana que no está en los registros sino como estadística o como trabajo pasado cristalizado en obras, esa que con intermitencia irrumpe y se revela. Pero no es que despierta, sino nomás que aparece y se presenta.

Miradas: mirar allí y desde allí es una elección. Pero para hacerla y afirmarla en la vida y en la obra, no es requerido ni necesario ignorar o deprecar a quienes miran desde otros lados cuando lo hacen con rigor y con justicia. También éstos son necesarios para aquéllos.

Publicado el 01 de Noviembre de 2010

Fuente de la información e imagen: https://desinformemonos.org

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“En la organización y las prácticas comunitarias, la fuerza de las mujeres es muy visible”

Por: Alessia Dro

La socióloga mexicana y escritora, Raquel Gutiérrez, brindó una extensa entrevista a La tinta. En esta primera parte, habla sobre su experiencia guerrillera en Bolivia, las discusiones de ese momento histórico y las experiencias que, en la actualidad, tienen vínculos con un pasado cruzado por problemáticas similares a las de hoy. 

Raquel Gutiérrez concentra su deseo con vitalismo en cada palabra, como un río implacable que lleva la corriente de reflexiones vivenciales amplias y frontales. Mexicana, socióloga, matemática, profesora en sociología en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla durante una década y, actualmente, embarcada en sostener un semanario de reflexión, traducción y debate llamado Ojalá, fue integrante -en la década de 1980- del Ejército Guerrillero Tupac-Katari, un esfuerzo político-militar, principalmente aymara, que operó en el altiplano boliviano. Durante cinco años, estuvo presa en la cárcel de Obrajes, en la ciudad de La Paz, en Bolivia.

Raquel ha empeñado toda su vida en tejer tramas antipatriarcales, por lo común a través de diversas geografías. Recientemente, participó en el prólogo para la reedición del célebre libro de la feminista italiana Carla Lonzi, Escupamos sobre Hegel. En los años anteriores, compiló tres volúmenes llamados Movimiento Indígena en América Latina: resistencia y transformación social. Entre sus aportes, se encuentra especialmente el libro Los ritmos del Pachakuti. Movilización y levantamiento popular-indígena en Bolivia (2000-2005), que ha sido fuente de reflexión colectiva en formaciones políticas hasta en Kurdistán.

Desde los procesos de la lucha anticolonial y feminista en Abya Yala, pasando por la herencia del pensamiento de la italiana Carla Lonzi hasta los rasgos de la lucha antipatriarcal en Rojava (Kurdistán sirio), sus palabras se tejen a partir de resonancias: la asunción de los quiebres, la importancia de la simbolización y el reto -urgente de estos tiempos post-pandémicos- de la rearticulación de la fuerza de las mujeres y disidencias desde y a través de los territorios.

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Para repensar hoy las autonomías, te refieres a una fuerza utópica material. En reflexiones comunes, tus escritos han generado un enriquecedor debate hasta en Kurdistán. Ahí sentí la experiencia comunitaria del confederalismo democrático en Rojava en un diálogo inter-histórico con tu experiencia de lucha.

—Para conectar con las luchas en Kurdistán, sería muy interesante contar cómo la experiencia del Ejército Guerrillero Tupac-Katari (EGTK) entra también en resonancia y tiene ciertas similitudes a la lucha zapatista del EZLN. Ambas son experiencias guerrilleras tardías, desplegándose después de los grandes momentos y de las derrotas de las anteriores olas y prácticas revolucionarias más centradas en estrategias Estado-céntricas (fueran foquistas o guerra popular) en este continente. Es decir, los grandes movimientos rebeldes e insurgentes de Argentina, de Chile, de Uruguay.

Cuando yo llego a la vida adulta a comienzos de 1980, estaba ocurriendo la guerra civil en Centroamérica. A mediados de esa década, hay una experiencia y coyuntura interesante en Bolivia, que se va a llamar EGTK, que articuló diversas luchas. Desde el flanco que yo lo viví, se trata de la decisión y creación de un grupo de personas muy jóvenes que habían sido exiliadas de las dictaduras militares, de las universidades. Fuimos conociéndonos, acercándonos en discusiones y mi participación plena se resolvió después una experiencia muy amarga en El Salvador.

Entonces, en mí, hay un afán de ir a Bolivia y contribuir a armar una experiencia guerrillera allá, muy ligada al movimiento de masas -que siempre fue muy fuerte en aquel país-, bajo un conjunto de ideas que se orientaban por lo que, en aquel momento, se conocía como “estrategia de la guerra de todo el pueblo”, que recuperaba las experiencias de lucha vietnamitas.

En Bolivia, esos jóvenes mestizos y urbanos empezamos a trabajar una alianza con un segmento de dirigentes sociales y militantes aymaras de la parte del Altiplano, de la zona lacustre, que venían de las experiencias kataristas del indianismo: una filosofía de autoafirmación fuerte del sujeto colectivo indígena, que se afirma en la indianidad para ir en contra del modelo civilizador colonial capitalista y que convierte en fuente de fuerza colectiva la recuperación de sus propias tradiciones de lucha y de su propia capacidad productiva y política, de su capacidad simbólica y ritual, de su religiosidad, de lo que han recreado a lo largo de los siglos de colonización y, después, durante la República de Criollos.

Ellos eran bastantes jóvenes, nadie tenía más de 40 años en ese momento y nosotros no teníamos 25. Ellos venían escapando de una experiencia de incursión al terreno electoral que les había salido mal. Hubo fracturas en una estructura partidaria que armaron: se registraron en el sistema político, participaron, pero quien fue elegido diputado no respondió a la base -como siempre ocurre-. Venían muy decepcionados y con mucho ánimo de entrar en otros procesos organizativos.

¿Cómo surgió el movimiento?

—Ahí empezamos a conocernos y a conocer directamente sus pensamientos, las discusiones kataristas. Profundizamos nuestras conversaciones y fuimos enlazándonos, aprendiendo muchísimo de ellos. Sobre todo, compenetrando nuestros sentires: fueron muchos años en donde logramos tejer una articulación de diversas activistas, que funcionaba mediante prácticas de respecto muy hondo de lo que cada parte proponía y sabía, sin diluir las instancias que nos diferenciaban, pero disponiéndonos a cultivar asuntos comunes.

Fueron años de mucho trabajo, muy intensos, bajo la idea de promover la sublevación de los ayllus* y de la clase obrera. Trabajamos mucho en la recuperación histórica de la forma de luchar de los levantamientos anteriores desde los ayllus y comunidades; las grandes rebeliones que habían puesto en crisis el poder colonial y que sostuvieron la fuerza que permitió mantener grandes ámbitos de riqueza material, el agua y la tierra sobre todo, en disputa con el control colonial y republicano.

La colonización española es bastante distinta de la colonización inglesa o de la colonización francesa, en el Caribe o en África, que son todavía más brutales: la colonización española permitió, durante dos siglos, la existencia de “dos repúblicas”, una de indios y la otra de la así llamada “gente de razón”. Esto separaba y jerarquizaba a las sociedades de criollos y de indios, pero permitía la recreación de alguna vida colectiva que pervivió en el tiempo.

Por su parte, Bolivia, que en época colonial se conocía como Alto Perú, era una tierra económicamente muy importante para la Colonia, porque ahí estaban las grandes minas de plata. Pero era una zona muy difícil en términos políticos por ser una zona alta y fría, una región de difícil acceso, muy poco comunicada. Nunca existió ahí una estructura política colonial tan sólida, comparable, por ejemplo, al virreinato de Nueva España -que es lo que hoy es México-. Esto es un elemento importante a considerar, pues si bien las comunidades indígenas en el actual Altiplano boliviano y en la región centro-sur padecieron un régimen tributario duro, siempre tuvieron una gran capacidad de impugnarlo, dada la capacidad colectiva de sostenimiento de su vida material que conservaron y recrearon en el tiempo. El régimen colonial en el Alto Perú sujetó y drenó a las comunidades y ayllus, pero no las arrasó ni logró perforar muchas de sus prácticas comunitarias; estas se regeneraron y adaptaron constantemente, manteniendo una riquísima vida ritual, productiva y política muy a flor de piel. Lo que pervivía de ese mundo comunitario tan resistente, recreado muchas veces, es lo que los compañeros aymaras nos permiten conocer y nos invitan a practicar. Como mestizos del EGTK, logramos parcialmente ser parte de eso durante unos años, mediante el proyecto de promover esa gran sublevación de los ayullus y los trabajadores, que era lo que imaginábamos.

¿Qué preguntas nacían en esos años de formación?

—Se empiezan a presentar una serie de discusiones que también se han dado en los mismos años en el pueblo kurdo, sobre todo, en relación a los pueblos sin Estado. ¿Queremos un Estado o no? ¿Lo necesitamos? ¿Cómo negociamos con el nacionalismo? ¿Queremos o no un nacionalismo indígena?

Esos debates estuvieron muy al orden del día y conocimos una idea organizativa muy propia de los Andes -que resuena también en prácticas organizativas en Ecuador y Perú-, que tiene que ver con la articulación de segmentos autónomos desde las prácticas comunitarias.

Me refiero a prácticas productivas y políticas, y, por supuesto, también rituales y afectivas, que cultivan la autonomía material mínima, reconociéndola como fundamento de la autonomía política.

Entonces, las prácticas productivas y políticas para sostener la vida material se establecen como ejes de cualquier alianza: de ahí que la articulación de segmentos autónomos constituya la manera de enlazarse y expandir la fuerza. Esta noción teórico-práctica es central en la cosmogonía indígena de tierras altas en los Andes. La puedes ver reflejada en la wiphala, la bandera ancestral de los pueblos de tierras altas que se asemeja a un vistoso tejido multicolor.

Sobre esa idea, fuimos armando nuestro propio tejido: hubo momentos en que nos presentábamos como una unidad, y hubo otros, cuando nos convenía presentarnos de modo desagregado. Lo que ocurría en tales formas organizativas es que siempre se mantenían a la vista las diferencias y se ensayaban todo tipo de metáforas para plantear nuestra presencia de manera articulada.

Por ejemplo, la alianza que teníamos entre los compañeros aymaras y mestizos -obreros y de clase media-, que trabajábamos mucho en las zonas periurbanas de las ciudades, principalmente con los sindicatos, la explicábamos así: el cóndor vuela con dos alas, hay una parte de la organización que está centrada en cuestiones estrictamente clasistas, que aprende de lo comunitario, y una que está centrada más en las prácticas comunitarias productivas y políticas, que aprende de los conocimientos -sobre todo, técnicos- que se adquieren en la ciudad y en el trabajo. Desde esas diferencias, se organizaba la articulación. Yo aprendí a hacer política sobre esa base: las diferencias se ponen sobre la mesa, se gestionan distancias, se cultivan cercanías, se producen acuerdos colectivos que nos obligaban a todos, se trataba de ensayar maneras de articulación donde nadie se sujetara a los otros. Eso era para nosotros la autonomía política.

Por mi parte, ya tenía para entonces una crítica muy dura al llamado “centralismo democrático” de la izquierda clásica y los compañeros comunitarios tenían también una crítica práctica a esa manera de concebir lo organizativo. Ellos siempre ponían, en primer lugar, la deliberación sistemática y profunda de lo que hacíamos. Partíamos de la deliberación y discusión profunda de las cosas colectivamente, no se acataban ordenes de nadie. A través de la deliberación y, sobre todo, de observar quiénes cumplían lo que se había decidido colectivamente, se producía confianza y podíamos caminar juntos. Si había confianza, se podían gestionar las diferencias que a veces brotaban con fuerza.

Nuestra principal actividad política fue organizar la rebelión, que era el camino de la liberación. Poníamos nuestras fuerzas en impugnar y desafiar lo que los gobiernos iban imponiendo. Así fuimos conformando un movimiento guerrillero clandestino muy extendido durante esos años, que también era parte del movimiento de masas. Cuando pensábamos en el futuro o, más bien, en el programa, considerábamos que eso tenía que ir brotando de la propia práctica generalizada de lucha; iría precisándose sobre la marcha, por supuesto, desde algunas ideas rectoras. La idea guía era regenerar el “ayllu universal”, liberar sus capacidades; esa era nuestra forma de nombrar la expansión de las capacidades comunitarias en términos geográficos y en términos políticos. En ciertos momentos, esto era más una imagen relacionada con prácticas de lucha concreta. Teníamos procesos formativos muy fuertes y reuniones y discusiones cada vez más amplias.

Entre muchas tareas a las que personalmente me dedicaba, enseñaba a los compañeros muchas cosas técnicas e iba simultáneamente aprendiendo una cosmogonía que me iba absorbiendo y de la cual fui parte hasta donde me fue posible, considerando mi propia historia personal. Varios años me encargué de la prensa y propaganda, además de muchísimas tareas logísticas. Eso me daba la posibilidad de conocer y discutir con muchos compañeros dentro de la organización para difundir y hacer conocer sus ideas.

Fueron varios años en esa intensa preparación. En 1991, decidimos comenzar la rebelión: aparecimos públicamente, nos movilizamos en diversas regiones del país y comenzamos a recibir golpes bastante duros por parte de la represión. No porque la represión fuera todavía muy organizada, aunque sí fue eficaz. Considero que fuimos bastante incautos: en momentos ya bastante duros, seguíamos teniendo un funcionamiento asambleario al interior, aunque las tareas militares comenzaron a comer nuestra atención. Los golpes llegaron hacia cuadros que hacíamos función de conexión e intermediación. Y cayeron también cuadros de dirección. Todo esto pasó a comienzos de 1992.

Estuviste presa en la cárcel. Y, desde ahí, salió el libro ¡A desordenar! Por una historia abierta de la lucha social, donde emerge tu reflexión sobre el ser mujer en la práctica revolucionaria.

—Sí, ahí viene el periodo de la cárcel. Cumplí 30 años en la cárcel. Estuve presa de 1992 a 1997, cinco años. En ese tiempo, vamos reconstituyendo muchos vínculos públicos y restableciendo redes, pero cambia mucho la perspectiva de cómo organizarnos y, sobre todo, de cómo valorar la centralidad de la guerra en la estrategia general. Nos damos cuenta -es lo que discuto en el libro ¡A desordenar! Por una historia abierta de la lucha social– que, en algún momento, decidimos privilegiar el trabajo militar y nos volvimos mucho más rígidos: esta es la parte del proceso interno que pongo a crítica en ese trabajo.

Desde mi perspectiva, nos ocurrieron problemas que ya habíamos detectado en otros movimientos guerrilleros anteriores: la irradiación política que habíamos alcanzado en un momento dado, de alguna manera, se comenzó a diluir y la cuestión militar, que se volvía mucho más rígida, se colocó en el centro y nos volvió más frágiles. En ¡A desordenar!, voy reflexionando por qué nos pasó esto.

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Este libro lo escribo mientras estoy en la cárcel, en medio de un proceso penal. Ponía algunos puntos de debate duros entre nosotros y ahí emerge con claridad, para mí, vivirme-mujer. En aquellos años, no lo percibí tan complicado, porque continuaba sumergida en la fantasía de la pareja paritaria que tuve la posibilidad de experimentar durante unos años, en la juventud temprana, entre los 20 y los 30.

En años previos, había tenido buena relación con las compañeras de la organización que eran de origen aymara. Me habían enseñado la idea de dualidad entre los sexos que existe en los Andes y, aunque sabíamos que esa idea de dualidad incluye una fuerte jerarquización interna, a mí me costaba mucho trabajo someterla a crítica. Las culturas indígenas que tienen una clara división del trabajo entre los sexos y una nítida estructuración del significado del parentesco mantienen una relación de género que es menos brutal que la relación moderna de absoluta negación de la fuerza femenina. En la organización y las prácticas comunitarias, la fuerza de las mujeres es muy visible, siempre hay un lugar para las mujeres, aunque también siempre hay una tensión y una incomodidad ahí.

Yo aprendí mucho de mis compañeras aymaras: técnicas para regular a los varones, para tener fuerza juntas. Justo me tocó colaborar en la discusión sobre la cuestión de la organización autónoma y específica de las mujeres al interior de organizaciones mixtas. Esta discusión había quedado abierta desde años anteriores. En la guerra en Centroamérica, había aprendido sobre esta discusión: la especificidad de la organización de mujeres no se ponía tanto en duda, pero sí su autonomía. Es decir, existían organizaciones específicas de mujeres, su existencia era admisible. Lo que no era admisible es que esas organizaciones fueran autónomas verdaderamente, que pensaran con su propia cabeza, que decidieran sus pasos y sus riesgos. Esa discusión sobre la autonomía de las “mujeres campesinas” -así se llamaba la organización social en esos años- fue la que comenzamos a dar.

Con algunas compañeras aymaras, le dimos bastante empuje -antes de caer presas- a la Federación de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa, como organización específica de mujeres campesinas de Bolivia que, según nosotras, las del EGTK, tenía que ser autónoma. Pero aquí los compañeros se oponían y decían: existe una organización matriz mixta y esta “sección” de mujeres puede ser solo una parte de la “organización principal”. Entonces, ahí quedaba siempre el problema de las compañeras reducidas a un sector dentro de la lucha.

En esas circunstancias, con las compañeras aymaras, inventamos una formulación que nos parecía adecuada: nosotras dábamos una lucha dentro de la lucha.

Ahora, a mis 60 años, te diría que esa idea está mal planteada, pero la sentíamos necesaria y correcta en ese momento. Esta mal planteada porque admite que la lucha de las mujeres sea sectorializada, admite que las mujeres son un sector y no una experiencia histórica distinta, plenamente valiosa. Ahora tengo muy claro que las mujeres no somos un sector: como mujeres, encarnamos una experiencia histórica contradictoria, que rechazamos y subvertimos desde nosotras mismas; desde ahí, nosotras pensamos la generalidad de las transformaciones que requerimos. En aquellos años, la idea de “lucha dentro de la lucha” como clave de la práctica de las mujeres rebeldes sí reconocía que hay una específica forma de expropiación de las fuerzas, energías y creaciones de las mujeres de los diferentes pueblos, que va variando según los contextos, asumiendo un terreno común de tales expropiaciones y de las maneras de enfrentarlas. Sin embargo, esa formulación sectorializaba las luchas de las mujeres: no concedía al pensamiento femenino la posibilidad de pensar cómo subvertir y trastocar lo general.

Personalmente, me costó mucho trabajo superar esa formulación. Sin embargo, la experiencia de la cárcel con las otras presas políticas, rodeadas de todas las presas comunes, con los hombres repartidos en otras cárceles y las mujeres separadas de ellos, fue muy importante para mí. En nuestras cárceles, podíamos hacer todo lo que se nos ocurría y eso hicimos… Todo lo que pudimos e imaginamos, lo llevamos a la práctica y fuimos nosotras las que desafiamos al sistema judicial y, así, logramos salir todos, varones y mujeres, unos años después.

*Por Alessia Dro para La tinta / Fotografía de portada: A/D.


*Ayllu: forma andina de autogobierno comunitaria, anterior al periodo incaico y a la colonización española.

Fuente de la información e imagen: https://latinta.com.ar

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De la lucha por la tierra a los caracoles

Por: Luis Hernández Navarro

“Pasen a firmar los que no tengan miedo”, dijo el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, copiando las palabras de Emiliano Zapata, a 268 líderes rurales, entre los que se encontraban familiares del Caudillo del Sur. En Los Pinos, ante un cuadro del jefe del Ejército Libertador, los dirigentes de las centrales nacionales pasaron uno a uno a suscribir el Manifiesto Campesino, que avaló el fin del reparto agrario y la privatización del ejido. La fecha quedó registrada junto a la emboscada de la Hacienda de Chinameca: 1° de diciembre de 1991.

Antes de comenzar la ceremonia, unos cuantos representantes que se olieron de qué iba la encerrona, preguntaron dónde estaba el baño y pusieron pies en polvorosa para no sumarse al documento. Entre ellos estaba Pancho, un líder tseltal que llevaba años luchando por la tierra con sus compañeros de la selva Lacandona. Regresó a su región y no volvió a aparecer en la vida pública hasta mucho tiempo después del levantamiento zapatista.

El compromiso de los líderes de superar el reparto agrario convocando a un gran esfuerzo de conciliación entre los hombres del campo adquirido ese día, fue visto como una gran traición por cientos de miles de campesinos en todo el país, pero especialmente por los chiapanecos, que llevaban décadas luchado por tierra. Esa contrarreforma al artículo 27 constitucional nubló el horizonte indígena y animó a centenares de comunidades a tomar las armas.

En el libro Voces de la historia, los habitantes de Nuevo San Juan Chamula, Nuevo Huixtán y Nuevo Matzan, recuerdan su experiencia y las de sus abuelos en las fincas y pueblos, donde nacieron y se criaron aguantando el hambre, así como las razones que los llevaron a colonizar la Selva, para buscar dónde comer un poco mejor y dejar atrás el dolor de la pobreza y el puro sufrir.

Casi todos los que conocemos salen a la finca. Con nuestro trabajo se hicieron ricos los patrones, aunque nosotros seguimos igual en nuestra pobreza. Además del trabajo pesado tenemos más sufrimiento en la finca. Al patrón no le importa el trabajador. Quedamos con hambre. Maltrataban mucho los caporales: chicoteaban, golpeaban con ramas, con cincho, con la palma del machete, daban patadas; con cualquier cosa venía el castigo, explican. Por eso, en un moderno éxodo, marcharon a buscar una nueva vida en la selva.

La lucha por la tierra se generalizó en todo el estado durante las décadas de 1970 y 80. Los indígenas no sólo buscaban recuperar la que los finqueros se habían apropiado por medio del despojo violento. También la que habían ocupado en la selva para huir de la miseria. Un decreto presidencial de Luis Echeverría Álvarez, en 1971, otorgó la posesión de 614 mil hectáreas a 66 familias lacandonas, negándosela al resto de pobladores. En palabras de la Unión de Uniones, detrás del decreto estaban los intereses de Nacional Financiera, es decir, de la gran burguesía, que pretendía llevarse toda la madera de caoba y cedro contenida en las miles de hectáreas tituladas a favor del grupo lacandón.

El gobierno quiso reconcentrar a los otros indígenas (tseltales, tsotsiles, choles) y fijar los límites de la Comunidad Lacandona, por medio de la Brecha. Las comunidades resistieron poniendo el cuerpo por delante con la consigna de ¡no a la Brecha! En octubre de 1981, 2 mil campesinos de la selva marcharon y ocuparon la plaza de Tuxtla Gutiérrez. Caminaron días para llegar a un ve­hículo que los trasladara a la capital del estado. Años después, su lucha cosechó frutos. En 1989, Salinas de Gortari entregó la dotación a 26 colonias.

En entrevista con Roberto Garduño en La Jornada, el mayor Sergio, el Representante, rememoró esas faenas y cómo los habitantes de la región se vieron amenazados por las autoridades: “Con el decreto de 1972, el gobierno empezó a decir que nos íbamos a salir por las buenas y por las malas… pero no quisimos salir porque nuestros padres y nuestros abuelos buscaron este lugar para vivir y trabajar”.

En la selva, los rebeldes aprendieron a manejar el fusil para defenderse de las guardias blancas. Luego siguió la educación política e ideológica y el fortalecimiento de la organización comunal. Sergio recordó el caso de la venta del café como síntoma de la injusticia, porque los coyotes engañan y pagan precios de risa por el producto.

Los zapatistas –añadió– “empezamos a trabajar en nuestras comunidades casa por casa y barrio por barrio. Mucho tiempo luchamos de manera pacífica, pero nos ignoraban, por eso empezamos… pero no nos han dejado, nos han reprimido, por eso hemos tomado el fusil”.

A pesar de que se había izado la bandera blanca en el campo, la sublevación de 1994 permitió a campesinos e indígenas, zapatistas y no zapatistas, recuperar miles de hectáreas. En lugar de parcelarlas como hicieron otros, los rebeldes impulsaron en ellas proyectos de asociación colectiva para la producción agrícola y ganadera, que les han permitido controlar su vida y practicar el autogobierno. Estas experiencias son la base material sobre los que se erigen los caracoles, que este 9 de agosto cumplieron 19 años de vida.

El agravio de Carlos Salinas contra los pequeños productores rurales, cuando en Los Pinos llamó a los líderes a que pasaran a firmar sin miedo un acuerdo para cerrar la puerta a la vía campesina de desarrollo, fue respondida años después por el EZLN, descarrilando en los hechos el fin del reparto agrario.

Pero el rechazo fue aún más lejos. Sobre ese ¡no! inicial, los rebeldes pasaron a construir una sociedad que representa todo lo contrario de lo que el salinismo quiso impulsar. Esa sociedad alternativa ha tomado forma en los caracoles. En ellos se sintetiza tanto la historia profunda y subterránea de campesinos e indígenas por la tierra y la autonomía, como su disposición y potencia para construir un otro mundo.

Twitter: @lhan55

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2022/08/09/opinion/016a1pol

Imagen: https://www.jornada.com.mx/ultimas/politica/2020/10/05/delegaciones-del-ezln-viajaran-a-europa-en-2021-4925.html

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Resumen del libro: Pedagogía erótica. Paulo Freire y el EZLN

Por: Selene Kareli/CII-OVE

Pedagogía erótica. Paulo Freire y el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN),  es un texto escrito por Miguel Escobar Guerrero, cuenta con 220 páginas y se estructura en seis capítulos, un epílogo más anexo, junto a la referencia de las diversas fuentes consultadas, las cuales pueden resultar enriquecedoras al acceder a cada una de ellas. Asimismo, el prólogo fue escrito por Luis Villoro y Fernanda Navarro.

El capítulo uno se titula, Pensando con Paulo Freire el compromiso histórico en sus cinco pedagogías: del Oprimido, de la Esperanza, de la Autonomía, de la Indignación y de la Tolerancia; mismo que se estructura en 4 apartados: 1) Dar voz a quienes no la tienen, primera etapa freiriana de 1962 a 1970; 2) El conocimiento como lucha, segunda etapa freiriana de 1973 a 1980; 3) Sueños y utopías, tercera etapa freiriana de 1980 a 1992. Su reencuentro con la pedagogía del oprimido; y, 4) Del sueño a la realidad el camino es el de la lucha, cuarta etapa freiriana de 1992 a 1997. La esperanza se construye en la lucha por la autonomía.

El capítulo dos se titula, Pedagogía de la problematización Conocer mejor a Paulo Freire para mejor reinventarlo; mismo que se estructura en 7 apartados: 1) Conceptos claves en el pensamiento freiriano; 2) La lucha contra ideológica; 3) Relación entre autoridad, libertad, autoritarismo y espontaneísmo; 4) La ideología dominante; 5) Utopía y pedagogía utópica; 6) La lectura de la realidad en el aula; y, 7) La metodología para el rescate de lo cotidiano y la teoría.

El capítulo tres se titula: Paulo Freire y el SubMarcos (Don Durito); mismo que se estructura en 4 apartados: 1) Violencia opresora: el filicidio del poder; 2) La globalización neoliberal; 3) Las y los sin rostro y sin historia; 4) La fábula del león, del Viejo Antonio.

El capítulo cuatro se titula, El psicoanálisis sociopolítico; mismo que se estructura en 10 apartados: 1) El psicoanálisis sociopolítico; 2) Eros vs. Tánatos; 3) Grupo operativo: el psicoanálisis aplicado a lo social; 4) Elaboración de conceptos para el estudio del psicoanálisis social; 5) Percepción de la realidad y mediación; 6) Ataque al aparato de pensar de la sociedad y conducta psicopática; 7) Relación entre jefe, masa, sujeto; 8) Filicidio ↔ parricidio ↔ suicidio; 9) Fratricidio; y, 10) A manera de conclusión.

El capítulo cinco se titula, Freire, EZLN pronunciar nuestro mundo denunciando la perversión del poder político y financiero; mismo que se estructura en 4 apartados: 1) Freire, EZLN; 2) Filicidio, parricidio y fratricidio; 3) Pronunciar el mundo; y, 4) El capitalismo de guerra y la psicosis.

El capítulo seis se titula, Ética y perversión; mismo que se estructura en 5 apartados: 1) Ética y perversión; 2) Don Durito y el Viejo Antonio; 3) El rompimiento de la ética; 4) La crueldad, expresión de la pulsión de muerte; y, 5) La digna rabia.

Retomando las palabras de Luis Villoro y Fernanda Navarro, este libro invita a las y los lectores a pensar y repensar su práctica educativa para transformarla, al esbozar la propuesta que el EZLN ha hecho para las escuelitas zapatistas, quienes vinculan el legado freiriano junto con las demandas que el EZLN plantea, como lo son democracia, libertad y justicia para todo México, valores que muchos de nosotros, desde diferentes sitios, hemos estado enarbolando, sin abandonar la posibilidad de otros sueños y utopías para una sociedad por venir.

Enlace para descargar: https://kolectivoporoto.cl/wp-content/uploads/2016/04/Escobar-Miguel-Pedagogia-Erotica.pdf

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500 años, los usos de la historia

Por: Luis Hernández Navarro

La Plaza de Colón, en Madrid, es el corazón emblemático de la ultraderecha española y de sus fantasías de recuperar la grandeza imperial perdida. En ella realizan sus movilizaciones los simpatizantes de Vox y del Partido Popular. En lo que fue un tremendo varapalo simbólico, hasta allí llegaron, el pasado 13 de agosto, los siete integrantes de Escuadrón 421 del EZLN y unos 2 mil 500 insumisos europeos.

Ese día, Vox dio fe de su colonialismo incurable en un tuit. Tal día como hoy de hace 500 años, una tropa de españoles encabezada por Hernán Cortés y aliados nativos consiguieron la rendición de Tenochtitlan. España logró liberar a millones de personas del régimen sanguinario y de terror de los aztecas. Orgullosos de nuestra historia, dijo.

Pero, ni ese exabrupto ni otros, impidieron que los rebeldes internacionalistas les clavaran, ese día, las banderillas a los herederos ideológicos de Francisco Franco y a los nostálgicos españolistas. Cinco siglos después de la invasión castellana-leonesa, andaluza, extremeña y manchega un barco con la delegación zapatista a bordo, cobijada por una multitud proveniente de muchas latitudes, surcó las calles asfaltadas de la capital del reino, desde la Puerta de Sol hasta la Plaza de Colón, haciendo la conquista al revés. Y, como si se tratara de un desmentido al tuit de Vox (y a todos los que se identifican con él en ambos lados del Atlántico), una inmensa manta anunció: No nos conquistaron (https://bit.ly/37O0umf).

Ya antes, al desembarcar en el puerto de Vigo el pasado 22 de junio, los zapatistas habían renombrado Europa como Slumil K’ajxemk’o tierra insumisa.

Inoportunos, con la Plaza de Colón como escenario, los integrantes del Escuadrón 421 tomaron la palabra. “Vivir –dijeron– no es sólo no morir, no es sobrevivir. Vivir como seres humanos es vivir con libertad. Vivir es arte, es ciencia, es alegría, es baile, es lucha.”

“Así nos traen, día y noche, queriéndonos domar, buscando domesticarnos. Y nosotros, pues resistiendo. Toda la vida y generaciones completas resistiendo, rebelándose. Diciendo ‘no’ a la imposición. Gritando ‘sí a la vida’. No es nuevo, es cierto. Podríamos remontarnos cinco siglos atrás y la misma historia.”

Al explicar el propósito de su expedición en aquellas tierras, señalaron: pensamos y sabemos que no somos los únicos que luchamos, que no somos los únicos que vemos lo que está pasando y va a pasar. Nuestro rincón del mundo es una pequeña geografía de lucha por la vida. Estamos buscando otros rincones y queremos aprender de ellos.

Para rematar el rumbo de su misión, tras señalar al capitalismo como responsable de los males que padece la humanidad y naturaleza, pidieron a sus contrapartes: “Cuando un día cualquiera, alguien les pregunte ‘¿a qué vinieron los zapatistas?’, juntos podremos responder, sin pena para ustedes y sin vergüenza para nosotras, ‘vinieron a aprender’. 500 años después, las comunidades zapatistas vinieron a escucharnos”.

La movilización zapatista en Europa marca un giro en las luchas y el discurso de los pueblos originarios de América Latina y en los usos del pasado. Más allá del lamento y la denuncia, lejos del victimismo inmovilizante, sin renunciar a llamar a las cosas por su nombre, en la perspectiva de un nuevo internacionalismo, apuesta a la construcción de redes desde abajo y a la izquierda con quienes luchan contra el capitalismo.

Hace 42 años, en La nueva presencia política de los indios: un reto a la creatividad latinoamericana, Guillermo Bonfil documentó cómo los indios del continente tienen voz propia, pese a que los europeos colonizadores y las burguesías nativas se empeñan en negarla. Seguimos soñando con naciones homogéneas, con una sola cultura, una lengua, una raza, a pesar de ser sociedades formadas por pueblos diversos, escribió.

Según el antropólogo, en los proyectos de los pueblos indios expresados a través de las organizaciones políticas étnicas recién creadas (comienzos de los 70) ha estado implícita su resistencia secular. Sin embargo, hay algo novedoso en ellas: una ideología política orientada al cambio de las sociedades latinoamericanas y no sólo a la preservación de los propios grupos étnicos. Estas organizaciones –señaló– tienen en común la decisión de los pueblos indios de actuar como unidades políticas diferenciadas.

Bonfil describió las ideas-fuerza de este emergente pensamiento político indio. Por ejemplo, la continuidad histórica de los pueblos y la convicción de que no hubo conquista, sino invasión. Ante ella, el indio ha resistido y luchado. De manera que, el imperialismo y el colonialismo son la forma de ser de la civilización occiden­tal, no un momento de su trayectoria histórica.

Un programa así, reivindica –según él– retomar el hilo de la historia, no para volver al pasado y quedarse allí. Se trata de actualizar una historia colonizada, liberarla y construir sobre ella; poner fin a un capítulo, cerrar el paréntesis, dar vuelta a la hoja y seguir adelante. Desde esta perspectiva, este ejercicio es un poderoso llamado hacia el futuro.

Sin dejar de lado la herencia de este pensamiento, el zapatismo cambia de terreno la lucha y el discurso indígena, y pone como núcleo de su propuesta la lucha por la vida en el marco de un proyecto anticapitalista, y el tejido de una comunidad trasnacional de todos los extemporáneos a partir de caminar preguntando. No sólo lo proclama, sino que pone manos a la obra. Ese es el sentido profundo de la movilización del pasado 13 de agosto.

Twitter: @lhan55

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2021/08/17/opinion/017a2pol

Imagen:  brian261 en Pixabay

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