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Represión policial en universidades antecede elección en Brasil

Redacción:   Prensa Latina

Represión y batidas policiales en al menos 27 instituciones públicas de la enseñanza superior quedarán como antecedentes del según turno de la elección presidencial en Brasil, denunció hoy el portal www.lula.com.br.

 

La escena -dijo- remite a tiempos de miedo, violencia y dictadura; sin embargo viene repitiéndose en los últimos tres días con el supuesto objetivo de fiscalizar y recoger materiales de campaña presuntamente irregulares por posicionarse contra el fascismo y la censura.

En una nota, la sección de Río de Janeiro de la Orden de los Abogados de Brasil (OAB) repudió tales decisiones de la Justicia Electoral, ‘que intenta censurar la libertad de expresión de estudiantes y profesores de las facultades de Derecho, que, como todos los ciudadanos, tienen el derecho constitucional de manifestarse políticamente’.

El posicionamiento de la OAB se dio a conocer después que una jueza electoral de Niterói determinara la prisión del director de la Facultad de Derecho de la Universidad Federal Fluminense (UFF) caso que una banderola colocada a la entada del campus y donde se leía ‘Derecho UFF Antifascista’, no fuese retirada.

La organización de los letrados subrayó asimismo que cualquier manifestación no alineada a candidatos y partidos no puede ser confundida con propaganda electoral.

Cualquier restricción en ese sentido llevada a efecto, sobre todo por agentes de la ley, bajo el manto de ‘órdenes verbales’ constituyen precedentes preocupantes y peligrosos para nuestra democracia, además de constituir una indebida invasión en la autonomía universitaria garantizada por la Constitución, advirtió la OAB.

También en los últimos días se registraron casos como la prohibición de un evento público ‘Contra el fascismo. Por la democracia’, previsto para realizarse en la Universidad Federal de Río Grande del Sur (UFRGS) y que contaría con la participación, entre otros, del ex ministro de Justicia Tarso Genro.

‘El fascismo crece’, escribió Genro en su cuenta de Twitter y recordó que dictó clases e impartió conferencias en universidades de Francia, Inglaterra, Portugal, España, Alemania, Argentina y Brasil, incluso durante la dictadura. Hoy, lamentó, estoy censurado para hablar en la UFRGS, en un Estado que goberné.

Por su parte, el diario Folha de Sao Paulo dio cuenta también de batidas en tres centros de altos estudios del Estado de Paraíba, así como en la sede de la Asociación de los Docentes de la Universidad Federal de Campina Grande, donde procuraban con fines de aprehensión de un ‘Manifesto en defensa de la democracia y de la universidad pública’.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=223089&SEO=represion-policial-en-universidades-antecede-eleccion-en-brasil
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Lectura contra el fascismo

La historia del fascismo ofrece un sistema de alerta temprana y nos enseña que el lenguaje que opera al servicio de la violencia, la desesperación y los turbulentos paisajes del odio conlleva el potencial de resucitar los momentos más oscuros de la historia.


por Henry A. Giroux

(14 de julio de 2018, Boston, Sri Lanka Guardian ) El crítico cultural marxista Walter Benjamin sostuvo una vez que cada ascenso del fascismo es testigo de una revolución fallida. Benjamin no solo abordaba elementos de una revolución política fallida, sino también el fracaso del lenguaje, los valores, el coraje, la visión y una conciencia crítica. En medio de un momento en que un orden social más antiguo se está desmoronando y uno nuevo está luchando por definirse a sí mismo, siempre hay un momento de confusión y peligro. Hemos llegado a un momento en el que dos mundos están colisionando.

Primero, está el mundo duro y desmoronado de la globalización neoliberal y sus pasiones movilizadoras que alimentan un fascismo al estilo estadounidense. En segundo lugar, hay un movimiento contrario con su búsqueda de una nueva política que pueda repensar, reclamar e inventar una nueva comprensión del socialismo democrático, no contaminado por el capitalismo. En medio de esta lucha, nacerá un nuevo movimiento político y orden social, aunque sin garantías. Algo siniestro y horrible está sucediendo en las democracias liberales de todo el mundo. La arquitectura global de la democracia está dando paso a tiranías autoritarias. Por alarmantes que puedan ser las señales, no podemos apartar la mirada y permitir que los terrores de lo imprevisto se den rienda suelta. No podemos permitir que el poder de los sueños se convierta en pesadillas.

Es difícil imaginar un momento más urgente para desarrollar un lenguaje de crítica y posibilidad que sirva para despertar nuestros sentidos críticos e imaginativos y ayudar a liberarnos de la pesadilla tiránica que ha caído sobre los Estados Unidos bajo el gobierno de Donald Trump. En una era de aislamiento social, desbordamiento de la información, cultura de inmediatez, consumo excesivo y violencia espectacularizada, lectura de libros críticos y otros textos representacionales junto con el pensamiento analítico siguen siendo necesarios si queremos tomar en serio la noción de que una democracia no puede existir o defenderse sin ciudadanos informados y comprometidos. Esto es especialmente cierto en un momento en que la negación se ha convertido en un pasatiempo nacional igualado solo por la creciente normalización de una de las administraciones más alarmantes que jamás haya tomado posesión de la presidencia de Estados Unidos.

Contra la indiferencia, la desesperación o la abstinencia que anestesian las órbitas privadas del ser aislado, existe la necesidad de crear esas culturas formativas que humanizan, fomentan la capacidad de escuchar a los demás, suscitan pensamientos complejos y abordan los problemas sociales. No tenemos otra opción si queremos resistir la creciente desestabilización de las instituciones democráticas, el asalto a la razón, el colapso de la distinción entre hechos y ficción, y el gusto por la brutalidad que ahora se extiende por los Estados Unidos como una plaga. Leer críticamente significa no solo aprender a leer el mundo, sino también aprender a pensar analíticamente mientras se niega a sucumbir a lo impensable. La lectura no solo es valiosa como una forma de traducción, sino que, como observa George Steiner, sigue al lenguaje como «el principal instrumento de rechazo [del pueblo] para aceptar el mundo tal como es. «La lección pedagógica aquí es que el fascismo comienza con palabras odiosas, la demonización de otros considerados desechables, y pasa a un ataque a las ideas, la quema de libros, la desaparición de intelectuales y el surgimiento del estado carcelario y los horrores de la detención cárceles y campos Como Jon Nixon sugiere , leer como una forma de «educación crítica» nos proporciona un espacio protegido dentro del cual pensar en contra de la opinión recibida: un espacio para cuestionar y desafiar, para imaginar el mundo desde diferentes puntos de vista y perspectivas, para reflexionar sobre nosotros mismos en relación a otros y, al hacerlo, entender lo que significa «asumir responsabilidades». Leer a contrapelo ofrece oportunidades para que las personas salgan de sus propias experiencias en un momento en que la ideología neoliberal no solo limita nuestra imaginación, sino que también encarcela a ellos en órbitas casi impenetrables de interés propio e hiperindividualismo.


En una época en que la memoria está bajo ataque, la lectura crítica se convierte en una fuente de esperanza y una herramienta de resistencia .


La presidencia de Trump puede ser solo un síntoma del largo declive de la democracia liberal en Estados Unidos, pero su presencia significa uno de los mayores desafíos, si no peligros, que el país ha enfrentado en más de un siglo. Una cultura formativa de mentiras, ignorancia, corrupción y violencia ahora está impulsada por una serie de ortodoxias que configuran la vida estadounidense, incluyendo el conservadurismo social, el fundamentalismo de mercado, el nacionalismo apocalíptico, el extremismo religioso y el nacionalismo blanco, todos los cuales ocupan los centros de poder en el más alto niveles de gobierno. La memoria histórica y el testimonio moral han dado paso a una nostalgia en bancarrota que celebra los momentos más regresivos de la historia de los Estados Unidos.

Las fantasías del control absoluto, la limpieza racial, el militarismo desenfrenado y la lucha de clases están en el corazón de un orden social estadounidense que se ha vuelto letal. Este es un orden social distópico marcado por palabras huecas, una imaginación pillada de cualquier significado sustantivo, limpia de compasión y utilizada para legitimar la noción de que los mundos alternativos son imposibles de entretener. Lo que estamos presenciando es un abandono de las instituciones y valores democráticos y un ataque a gran escala contra la disidencia, el razonamiento reflexivo y la imaginación radical. Trump ha degradado la oficina del presidente y ha elevado el ethos de corrupción política, hipermasculinidad y mentir a un nivel que deja a muchas personas entumecidas y exhaustas. Él ha normalizado lo impensable, legitimado lo inexcusable y defendido lo indefendible. Bajo tales circunstancias,glorificación de soluciones agresivas y violentas a problemas sociales complejos «.

La historia del fascismo ofrece un sistema de alerta temprana y nos enseña que el lenguaje que opera al servicio de la violencia, la desesperación y los turbulentos paisajes del odio conlleva el potencial de resucitar los momentos más oscuros de la historia. Erosiona nuestra humanidad y hace que muchas personas se adormezcan y callen frente a ideologías y prácticas que imitan y legitiman actos horrendos y atroces. Este es un lenguaje que elimina el espacio de la pluralidad, glorifica los muros y las fronteras, odia las diferencias que no imitan a una esfera pública blanca y hace que las poblaciones vulnerables, incluso los niños pequeños, sean superfluas como seres humanos. El lenguaje de Trump, como el que caracterizó a los regímenes fascistas más antiguos, mutila la política contemporánea, desdeña la empatía y la crítica moral y política seria, y hace que sea más difícil criticar las relaciones de poder dominantes. Su lenguaje tóxico también alimenta la retórica de la guerra, una masculinidad súper cargada, antiintelectualismo y una resurgente supremacía blanca. Pero no es solo suyo. Es el lenguaje de un naciente fascismo que se ha venido gestando en los Estados Unidos por algún tiempo. Es un lenguaje que se siente cómodo viendo el mundo como una zona de combate, un mundo que existe para ser saqueado, que considera a los que se consideran diferentes por su raza, etnia, religión u orientación sexual como una amenaza que debe temerse, si no eliminarse. . Cuando Trump usa la retórica tóxica de «animales», «infestar» y «alimañas», está haciendo más que utilizar epítetos desagradables; también está materializando ese discurso en políticas que arrancan a los niños de los brazos de sus madres, ponen a los niños pequeños en jaulas, y Su lenguaje tóxico también alimenta la retórica de la guerra, una masculinidad súper cargada, antiintelectualismo y una resurgente supremacía blanca. Pero no es solo suyo. Es el lenguaje de un naciente fascismo que se ha venido gestando en los Estados Unidos por algún tiempo. Es un lenguaje que se siente cómodo viendo el mundo como una zona de combate, un mundo que existe para ser saqueado, que considera a los que se consideran diferentes por su raza, etnia, religión u orientación sexual como una amenaza que debe temerse, si no eliminarse. . Cuando Trump usa la retórica tóxica de «animales», «infestar» y «alimañas», está haciendo más que utilizar epítetos desagradables; también está materializando ese discurso en políticas que arrancan a los niños de los brazos de sus madres, ponen a los niños pequeños en jaulas, y Su lenguaje tóxico también alimenta la retórica de la guerra, una masculinidad súper cargada, antiintelectualismo y una resurgente supremacía blanca. Pero no es solo suyo. Es el lenguaje de un naciente fascismo que se ha venido gestando en los Estados Unidos por algún tiempo. Es un lenguaje que se siente cómodo viendo el mundo como una zona de combate, un mundo que existe para ser saqueado, que considera a los 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y fuerza a niños tan pequeños como uno  a presentarse ante los jueces de inmigración.

Y aunque no existe un espejo perfecto, cada vez es más difícil para muchas personas reconocer cómo los «elementos cristalizados» del totalitarismo han surgido en nuevas formas en la forma de un fascismo al estilo estadounidense. En parte, esto puede deberse a que la historia ya no se trata con seriedad, especialmente en un momento en que la necesidad de placer instantáneo y el lenguaje de los tweets anulan la disciplina necesaria y el placer potencial que conlleva la desaceleración del tiempo y el arduo trabajo imaginativo contemplación. Además, como observa Leon Wieseltier , vivimos en una era en la que «las palabras no pueden esperar por pensamientos [y] la paciencia es … una responsabilidad». En una era de gratificación instantánea, la historia se ha convertido en una carga para ser tratada como una reliquia descartada que ya no merece respeto. El pasado ahora es demasiado desagradable de contemplar o es delegado al abismo de la ignorancia voluntaria y consignado al agujero de la memoria. Por atemorizante y aparentemente imposible en una democracia liberal, ni la historia ni el fantasma del fascismo pueden ser descartados porque Trump no ha creado campos de concentración ni diseñado planes para actos genocidas, aunque ha enjaulado a niños y les ha negado la inmunidad. a sus países, enfrentan una muerte casi segura. El fascismo no es una reliquia del pasado o un sistema político e ideológico fijo.


Leer el mundo de manera crítica es la condición previa para intervenir en el mundo.


Renombrado historiador de la Alemania moderna Richard Evans observa que la administración Trump puede no replicar todas las características de Alemania e Italia en la década de 1930, pero el legado del fascismo es importante porque se hace eco de una peligrosa «advertencia de la historia» que no puede descartarse. El fascismo no es estático y los elementos proteicos del fascismo siempre corren el riesgo de cristalizarse en nuevas formas. Los fantasmas del fascismo deberían aterrorizarnos, pero lo más importante es que los horrores del pasado deberían educarnos e infundirnos un espíritu de justicia cívica y coraje colectivo en la lucha por una democracia sustantiva e inclusiva. La conciencia histórica es una herramienta crucial para desentrañar las capas de significado, sufrimiento, búsqueda de comunidad, la superación de la desesperación y el impulso del cambio dramático, por desagradable que pueda ser a veces. Ningún acto del pasado puede ser considerado demasiado horrible u horrible para contemplar si vamos a ampliar el alcance de nuestra imaginación y el alcance de la justicia social, lo que nos puede impedir mirar hacia otro lado, indiferentes al sufrimiento que nos rodea. Esto sugiere la necesidad de repensar la importancia de la memoria histórica, la alfabetización cívica y la importancia de la lectura como un acto crítico central para un sentido de agencia informado y crítico. En lugar de descartar la idea de que los principios organizadores y los elementos fluctuantes del fascismo todavía están con nosotros, una respuesta más apropiada al ascenso de Trump al poder es plantear preguntas sobre qué elementos de su gobierno señalan el surgimiento de un fascismo adecuado a un estilo contemporáneo y distintivo Paisaje político, económico y cultural de los Estados Unidos

En una época en que la memoria está bajo ataque, la lectura crítica se convierte en una fuente de esperanza y una herramienta de resistencia. Leer críticamente es fundamental para conectar el pasado con el presente y para ver el presente como una ventana a esos horrores del pasado que nunca deben repetirse. Estados Unidos se está hundiendo en el abismo del fascismo. Las señales nos rodean, y no podemos darnos el lujo de ignorarlas. Una lectura crítica de la historia nos proporciona un recurso vital que ayuda a informar el fundamento ético de la resistencia, un antídoto contra la política de desinformación, división, desviación y fragmentación de Trump. La memoria como forma de conciencia crítica es crucial para desarrollar una forma de responsabilidad histórica y social para contrarrestar una ignorancia voluntaria que refuerza la  pesadilla estadounidense.. En la cara de esta pesadilla, pensar y juzgar debe estar conectado a nuestras acciones.

Vivimos en un momento en que la corrupción del discurso se ha convertido en una característica definitoria de la política, reforzada en gran medida por una administración y un aparato de medios conservadores que no solo miente, sino que también trabaja arduamente para eliminar la distinción entre fantasía y realidad. Como ha argumentado Hannah Arendt, aquí se trata la creación de modos de agencia que son cómplices de los modos de gobierno fascistas. Ella escribe en  The Origins of Totalitarianism : «El sujeto ideal del régimen totalitario no es el convencido nazi o el comunista convencido, sino personas para quienes la distinción entre hechos y ficción (es decir, la realidad de la experiencia) y la distinción entre verdadero y falso (es decir, los estándares de pensamiento) ya no existe «.

El terror de lo imprevisto se vuelve ominoso cuando la historia se utiliza para ocultar el pasado en lugar de iluminarlo, cuando resulta difícil traducir los asuntos privados en consideraciones sistémicas más amplias, y las personas se dejan seducir y atrapar en espectáculos de violencia, crueldad y impulsos autoritarios. Leer el mundo de manera crítica es la condición previa para intervenir en el mundo. Es por eso que la lectura crítica y la lectura crítica son tan peligrosas para Trump, sus acólitos y aquellos que odian la democracia. La democracia solo puede sobrevivir con un público atento al poder del lenguaje, la lectura y los libros y textos que importan. Solo puede sobrevivir cuando nos negamos a emplear el poder para pensar lo contrario con el fin de actuar de otra manera.

La crisis del neoliberalismo -con su ruina financiera para millones, su eliminación del estado de bienestar, su desregulación del poder corporativo, su racismo desenfrenado y su militarización de la sociedad- debe ir acompañada de una crisis de ideas, que abraza la memoria histórica. rechaza la normalización de los principios fascistas y abre un espacio para imaginar que los mundos alternativos pueden surgir. Mientras que la corrosión a largo plazo de la política y el fascismo emergente en los Estados Unidos no terminará simplemente aprendiendo a leer críticamente, los espacios abiertos por la lectura crítica crean un baluarte contra el cinismo y fomentan una noción de esperanza que puede traducirse en formas de resistencia colectiva Es por eso que leer y pensar críticamente es tan peligroso y tan necesario.

Una versión anterior de este artículo aparece en  The Seminary Co-op . 

Fuente: https://www.slguardian.org/reading-against-fascism/

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El camino del fascismo

Un movimiento despertado de su latencia capaz de destruir todo sentimiento humanitario.
Por: Carolina Vásquez Araya
A Claudia Patricia la condenaron su pobreza, su país y el fascismo revivido
Europa, Estados Unidos y ahora América Latina viven bajo la sombra de uno de los movimientos más destructivos de la historia de la Humanidad. El fascismo revivido hace estragos con cualquier intento de humanizar las políticas de los Estados y carcome el alma misma de las sociedades, creando una ola de rechazo por todo lo considerado “diferente” y segregando a los grupos más pobres como si fueran estos los culpables por todos los males del planeta.

En ese ambiente de desprecio y represión contra las personas por motivos de etnia, religión, nivel socio económico o simplemente por hablar otro idioma, son los cuerpos de choque –uniformados o mercenarios- quienes realizan la tarea de hacer saber cuáles son las reglas del juego. Por esas reglas de la discriminación y el racismo es como niñas, niños, hombres y mujeres del triángulo norte de Centro América sufren persecuciones, violaciones, tortura y muerte, por la sola audacia de haberse atrevido a cruzar fronteras que supuestamente los llevarían a encontrar mejores condiciones de vida. Así fue como una jovencita de apenas 20 años –Claudia Patricia Gómez González- perdió la vida de un balazo en la cabeza disparado por un guardia fronterizo al ingresar a territorio estadounidense.

Claudia Patricia encontró la muerte por mandato desde la cabeza misma del imperio, desde el momento que el presidente del país más poderoso del planeta emprendió la misión de “limpiar” su territorio de latinos y toda clase de extranjeros “indeseables” para sus planes de imponer un estilo fascista de gobierno. Al parecer ignorante de su propia historia, este mandatario se ha empeñado, con una persistencia digna de mejores causas, a la tarea de transformar a la sociedad estadounidense en una especie de modelo de su concepto de comunidad en la cual no tiene cabida la diversidad.

Claudia Patricia no encaja en el perfil aceptable para las leyes de inmigración de Estados Unidos. Tampoco encajó en los grupos objetivo de los planes de desarrollo de su país, Guatemala, en donde no tuvo oportunidad de tener acceso a una educación de calidad que le permitiera progresar en la vida. De haberla tenido, hoy probablemente viviría. En su pueblo, San Juan Ostuncalco, tal y como suele suceder en las áreas rurales guatemaltecas, los servicios estatales son deficientes; la población carece de agua potable, letrinas y cobertura educativa suficiente para una población en creciente aumento, con niveles inaceptables de pobreza y abandono.

Así como ella no encajaba en los planes de su gobierno, tampoco lo han hecho los miles de niños, niñas y adolescentes migrantes desde estas tierras, quienes atrapados en una cadena de horrores desde su nacimiento y ávidos de encontrar una ruta hacia el futuro, se lanzan en una aventura demencial. De ese desfile interminable hacia la tierra de la abundancia son pocos quienes logran su cometido. Muchos quedan en el camino sometidos a los más atroces abusos por las organizaciones criminales, dedicadas -con complicidad de las autoridades de todos los países involucrados- al muy productivo negocio de la trata de seres humanos. Otros, simplemente, son víctimas de su propia fragilidad y quedan tirados en el desierto, ahogados en los ríos durante una travesía para la cual nunca estarían preparados o muertos de un balazo, pero sin quien registrara el hecho para denunciarlo.

De este lado del continente su familia la llora y las redes hierven de justa indignación por este absurdo hecho de sangre. Las autoridades, por su parte, muy atareadas en luchar contra la Cicig para poner atención a este “hecho aislado”.

Blog de la autora: www.carolinavasquezaraya.com

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Venezuela: Comunicado del Dr. Luis Bonilla-Molina a Luis Ignácio Lula da Silva

Venezuela/7 de Abril de 2018/OVE

Apreciado compañero Lula

América Latina y el Caribe viven un momento de ofensiva neoliberal, con un especial énfasis en el ataque a las libertades democráticas e intentos por producir contrarreformas laborales que coloquen el mundo del trabajó a niveles de hace 150 años. Esto forma  parte de la reestructuración capitalista necesaria para el desembarco en el proceso productivo de la cuarta revolución industrial y la era de la singularidad
Querido compañero Lula, usted como dirigente obrero metalúrgico y líder de un movimiento democrático con un profundo arraigo social  representa un peligro para los intereses neoliberales. El golpe de Estado del cual fue objeto permitió relanzar renovados debates en la izquierda brasileña y continental respecto a cómo mejorar procesos y profundizar transformaciones en una nueva gestión suya.  Ello preocupa al gran capital por eso su situación actual se convierte en parte y reflejo de la lucha de clase en el mundo
Estoy seguro que el pueblo brasileño tendrá la perseverancia e inteligencia colectiva para evitar el intento fascista de detenerlo. El mundo tiene esa convicción y esperanza
Compañero Lula en este momento cuente con mi apoyo personal y de los pedagogos críticos que luchamos por una alternativa solidaria, libertaria y humana compartida para la región y el mundo. Otro mundo es posible si luchamos juntos

Abrazos fraternos

Luis Bonilla-Molina

Fuente: Portal Otras Voces en Educación

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«Este es un tiempo en el que las sociedades son políticamente democráticas, pero socialmente fascistas». Entrevista a Boaventura de Sousa

A continuación transcribimos una entrevista a Boaventura de Sousa Santos, difundida a través del portal de información CRONICON y disponible desde este enlace

Boaventura de Sousa Santos es uno de los sociólogos más importantes del mundo por sus análisis sobre las crisis de las democracias contemporáneas. Ha publicado trabajos acerca de la globalización, la sociología del derecho, epistemología y derechos humanos. Este año estará presente en la Feria del Libro de Bogotá para exponer su último libro Democracia y transformación Social, un texto en el que expone, entre otras cosas, las posibilidades que tienen las izquierdas, a pesar de su fracaso; los retos de la transformación social por las vías pacíficas; y dedica un apartado especial al proceso de paz en Colombia.

SEMANA: Ante los recientes resultados electorales en el mundo existe la sensación de que la democracia está en riesgo. ¿Comparte esta apreciación?

BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS:

Aunque los procesos electorales recientes son muy distintos, todos apuntan a la misma crisis de la democracia. En el caso de Trump y del brexit tenemos un fenómeno que es la posverdad. Es decir, procesos en donde hay manipulación de emociones, a través de mentiras, en donde los hechos y la realidad no cuentan porque no se usan los argumentos para convencer, sino las emociones de los ciudadanos. De alguna manera, ocurrió lo mismo en Colombia durante el plebiscito porque fueron difundidas muchas ideas falsas: como que las jurisdicciones especiales de paz serían una manera de impunidad en relación con todos los crímenes cometidos por las Farc.

Pero el único problema de la democracia no es la posverdad…

B.S.S.: No, hay otro riesgo, el uso de chivos expiatorios: tratar de encontrar grupos de personas para culparlos de una situación particular y crear unidad nacional a través del miedo por una amenaza común. Por ejemplo, en Europa, se creó la idea de que los refugiados y los migrantes son la fuente y la causa de todos los problemas del continente. Así mismo, Estados Unidos utilizó a los migrantes latinos, y después a los musulmanes, como chivos expiatorios para culparlos del desempleo, la pobreza y la inseguridad. En Colombia ocurrió con las Farc, el supuesto culpable de los males del país.

Usted ha dicho que Europa necesita de los migrantes…

B.S.S.: Sí. La media de edad de los europeos es mucho más alta que en otros países. Por eso, las políticas públicas apuntan a un equilibrio de las generaciones. Tiene que haber gente más joven que trabaje y que pague impuestos para poder financiar la seguridad social, la educación, las pensiones y la salud. Los cálculos dicen que necesitamos entre 1.000 y 30 millones de jóvenes. Por esa razón, deberíamos tener otra posición frente a los migrantes y refugiados: muchos de ellos son mano de obra calificada. Sin embargo, los partidos políticos quieren utilizar el miedo a la inseguridad en los ciudadanos para gobernar.

¿Cómo juzgará la historia este momento, en especial el actuar con los migrantes y los refugiados?

B.S.S.: La historia será bastante crítica porque es un tiempo en el que las sociedades son políticamente democráticas, pero socialmente fascistas, debido a la desigualdad y a que el Estado cada vez está más dominado por los grupos económicos poderosos y empresas criminales. Es un tiempo donde por primera vez el capitalismo y la economía amenazan con destruir la naturaleza. Y cada vez más se habla de una manera irresponsable de guerra nuclear.

¿Los problemas ambientales pueden causar nuevos desafíos para la democracia?

B.S.S.: Buena parte de los refugiados de la próxima década van a ser refugiados ambientales. En África ocurre y en India también. No estamos encontrando soluciones para resolver un problema ecológico porque el modelo de desarrollo pasa por una explotación de la naturaleza sin precedentes, y a esto se le suma la agricultura industrial, que será el peligro de Colombia próximamente:muchos países que apoyan el proceso de paz porque tienen intereses en el territorio para explotar la agricultura industrial.

¿Cómo define el populismo y por qué se extiende por el mundo?

B.S.S.: El populismo para mí es siempre de derecha. No considero que pueda haber populismo de izquierda, aunque se habla y se dice que Chávez era un populista de izquierda. El populismo es una forma de política que se basa en la manipulación de la emoción de los ciudadanos porque impide la mediación política de los partidos, porque no hay mediaciones o programas políticos entre los ciudadanos y los gobernantes. En el populismo no se puede discutir, no se razona, no se argumenta, siempre hay manipulación.

¿Considera que la reaparición de la derecha en América Latina es un fracaso de la izquierda?

B.S.S.: Sí, claro. Pero hay dos causas fundamentales por las que la izquierda fracasó. Fue un error asumir el poder político sin hacer una reforma política y económica, lo que condujo, por ejemplo, a que en Brasil la derecha lograra destituir a la presidenta Dilma Rousseff. No hubo reforma política porque tampoco hubo un modelo de desarrollo nuevo. Se ha mantenido el modelo extractivista, que representa una gran continuidad con el periodo colonial, cuando la agricultura industrial no elaboraba productos manufacturados, solo materia prima como petróleo y oro. Como el costo de estos minerales era alto, la izquierda podía gobernar cómodamente. Sin embargo, ante la crisis fueron insostenibles.

Por otro lado, estos gobiernos emergieron en un periodo en que EE.UU estaba concentrado en el Medio Oriente, Irak en la primera década sobre todo, y por eso descuidaron mucho su «patio trasero» que siempre fue América Latina. Cuando EE.UU vuelve su mirada a América Latina lo hace de una forma contundente apoyando el golpe de Estado en Honduras en 2009 y después torna su mirada a América Latina.

¿Por qué la proliferación de fascismos y nacionalismos en el mundo de hoy?

B.S.S.: La crisis económica en Europa de 2008 generó recortes en salarios y en los servicios públicos. Esto no fue producido por las migraciones, sino por los capitales financieros que están totalmente desregulados. Luego vino la crisis de Grecia en 2011 y esto generó un descontento y una frustración de los ciudadanos que estábamos acostumbrados a tener más protección. Pero la extrema derecha no va a decir que necesitamos combatir el Fondo Monetario Internacional y los capitales financieros. Necesita crear los chivos expiatorios. Marie Le Pen dijo «nuestras fronteras son trincheras», es decir, vamos a cerrar el país como Trump, que quiere cerrar la frontera con México. Se culpa a otros de la crisis y no se atiende el problema real.

El filósofo Slavoj Zizek, ante la realidad mundial migratoria y de desigualdad, hace un llamado en su libro por una nueva lucha de clases, por un mundo más solidario. ¿Esta idea se puede relacionar con la suya de reestructurar la izquierda?

B.S.S.: Sí, pienso que las izquierdas tienen que refundarse para minimizar sus diferencias y pensar que el régimen económico dominante en este momento, que dio una libertad sin límites a los capitales financieros, no es compatible con la izquierda. La izquierda tiene que pensar en alternativas conscientes y fuertes al neoliberalismo, y no que puede gobernar un país con recetas nuevas de este modelo económico, que además está en crisis.

El mismo Trump critica el neoliberalismo aunque le conviene este modelo. El presidente norteamericano está mostrando que Estados Unidos está más interesado en dominar a través de la guerra que hacerlo económicamente porque, a largo plazo, la dominación no va a ser posible mediante el neoliberalismo.

¿Las redes sociales son útiles o inútiles para la democracia?

B.S.S.: Esta es una de las contradicciones de nuestro tiempo. Nosotros saludamos a las redes sociales y a internet como plataformas, como una forma de democratización del conocimiento y de la información. Pero en tiempos recientes, en el régimen de la posverdad, las redes sociales y el internet son utilizados para manipular la opinión pública con base en una cosa que es difícil de entender para una persona no técnica: Los algoritmos son los mecanismos con los que se puede medir el éxito de un mensaje, no con base en la verdad de los hechos. Por eso, si la mentira funciona y se difunde, es útil para las redes.

Uno de los casos más interesantes para estudiar es un grupo que poco antes de las elecciones en EE.UU. dijo que el papa Francisco apoyaba a Trump. El mensaje se volvió viral porque el algoritmo dice que la gente de derecha cree en ideas de este tipo. La verdad es que el papa no apoyó a ningún candidato, pero la mentira tuvo una influencia en los potenciales votantes de Trump. Y esto es una muestra del gran daño que las redes sociales pueden hacer en la opinión pública.

¿Considera que parte de la crisis de la democracia se debe a que los medios de comunicación han perdido credibilidad?

B.S.S.: En el régimen de la posverdad refutar no funciona porque el daño ya está hecho. En los últimos tiempos, muchos medios de comunicación no apostaron por un periodismo riguroso porque están dominados por grandes convenios económicos. Por ejemplo, en Europa el grupo de Rupert Murdoch, el magnate que acapara varios medios de comunicación en Inglaterra, está intentando desacreditar al líder del partido de los laboristas, que es Jeremy Corbyn, cuando se anuncia que va a haber elecciones. Es decir, ya hay una estrategia desde los mismos medios enfocada en destruir al candidato de izquierda con mentiras para poder garantizar el apoyo al partido conservador. Por eso es muy difícil combatir las noticias falsas. Afortunadamente, también hay muchos buenos periodistas, el problema es que los sacan de los medios o que son amenazados y asesinados.

En su última columna dijo que era tiempo de democratizar la revolución y de revolucionar la democracia. ¿Nos puede explicar esta idea?

B.S.S.: Al inicio del siglo XX se creó una oposición entre una revolución muy violenta, pero con cambios muy rápidos; y las transformaciones legales democráticas, conocido como el Reformismo. La primera iba contra las instituciones democráticas y la otra utilizaba las instituciones. Las dos se quedaron divididas, pero se organizaron en dos bloques; el soviético (revolución) y el bloque europeo, norteamericano y de otros países de América Latina, que eran democráticos. Con la caída del muro de Berlín los dos bloques colapsan. No solo el soviético, la idea de una democracia que promovía más igualdad social, justicia social, más derechos sociales y redistribución de riqueza también fracasa. En este momento en la agenda política no hay revolución y en los países capitalistas los ocho hombres más ricos del mundo tienen una concentración de riqueza brutal. Esto es la negación de la democracia. Estamos en un proceso de retroceso y no de progreso de la democracia.

¿Y qué propone?

B.S.S.: que pensemos, sobre todo para las izquierdas, la posibilidad de articular una nueva revolución con democracia y la democracia con revolución. Lo principal es que los fines nunca justifican los medios. La revolución siempre justificó las atrocidades por alcanzar sus objetivos. Por eso tuvimos los crímenes de Stalin. Es necesario crear nuevas asambleas constituyentes que busquen articular la democracia participativa con la democracia representativa. Nosotros no podemos democratizar el Estado si no democratizamos la sociedad y eso es lo que llamo revolucionar la democracia. La democracia y el socialismo fracasaron. Propongo reinventar la democracia: el régimen político debe estar dado por la participación de la gente y no por el capital financiero.

Hoy se tejen diferentes conjeturas sobre el papel de los jóvenes de la sociedad, algunos afirman que les preocupa más el mundo virtual (muy ensimismados) que el real. ¿Hay futuro para el planeta?

B.S.S.: Yo trabajo bastante con jóvenes y debo decir que nunca son cínicos o pasivos. Lo que pasa es que la política que tenemos no es buena para politizar a los jóvenes. Entonces los jóvenes buscan formas alternativas. Por ejemplo, trabajo mucho con raperos de Brasil, Portugal, Angola y México. Son jóvenes que transforman sus lúdicas y sus letras en formas de protesta, en formas de organización, de lucha contra la droga. Ellos se están inventando otras formas y han encontrado otras herramientas como la música, por eso no soy pesimista con ellos.

Soy pesimista con los políticos y los profesionales que no son capaces de identificar las angustias de las jóvenes y encontrar formas de canalizar su fuerza y su entusiasmo. Algunos buscan transformarlos en consumistas que no tienen metas o ideales. Por eso, muchos se hacen sicarios, como pasa en Colombia o en México. Eso es lo que me molesta del sistema político y económico, que quiere crear jóvenes «ricos» y consumistas.

¿Cómo puede actuar la sociedad civil para que la paz sea democrática y no solo beneficie a los poderosos como lo expone en su último libro ‘Democracia y transformación social’?

B.S.S.: En Colombia se está mirando el proceso por una vía legalista y no por una vía jurídica y económica. La paz no puede perder de vista las razones que llevaron a la formación de las FARC: la concentración de la tierra ha sido un problema estructural de ese país por lo tanto debe haber una reforma agraria. También es necesaria una reforma política para que los guerrilleros puedan entrar en la vida política y que no los maten como pasó con la Unión Patriótica. Para eso es necesario la participación popular de todos los sectores de la sociedad y la compañía de los colombianos al proceso.

Mi temor con Colombia, que es un país que está muy cerca de mi corazón porque lo estudio desde hace más de 15 años, es que si no se logra la paz democrática esto solo va a ser un suceso que desencadenará otros periodos de violencia, y puede ser nefasto para una sociedad civil que me ha impresionado por su capacidad de resistencia. Estamos viendo este año que asesinan a los líderes defensores de derechos humanos en Cauca o Antioquia, quizá los paramilitares saben de eso. Este año la violencia contra los líderes es más grande que el año pasado y así pienso que la paz va a ser muy difícil.

Pero usted ha dicho también que Colombia podría ser un ejemplo para el mundo…

B.S.S.: Yo creo que Colombia es el país que puede dar una buena noticia por la democracia. La única buena noticia que puede venir de América Latina es el éxito del proceso de paz y eso es una gran responsabilidad.

Bogotá, mayo de 2017.

Imagen tomada de: http://www.cronicon.net/paginas/edicanter/Ediciones121/img/Nota8.jpg

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Película : La Lengua de las mariposas.

La lengua de las mariposas es una película española de 1999 dirigida por José Luis Cuerda basada en el relato homónimo de Manuel Rivas, del volumen ¿Qué me quieres, amor?

Fecha de estreno: 24 de septiembre de 1999 (España)

El cuento de “La lengua de las mariposas” de Manuel Rivas trata sobre la relación de un niño y su maestro durante los meses previos del Alzamiento Nacional del 17 y 18 de julio de 1936 que dieron comienzo a la guerra civil española. Empieza con el niño, Moncho (Manuel Lozano), quien tiene miedo de ir a la escuela ya que lo habían asustado al decirle que los maestros golpeaban a los estudiantes. Moncho no quiere ir a la clase porque teme que el maestro le pegue, como era costumbre en la educación represiva de la época. Pero don Gregorio no es así. Su maestro, don Gregorio, es un maestro que utiliza el método de observación como enseñanza. Durante estos sucesos, está ocurriendo la guerra en Madrid, y en el cuento, relatan sobre las bases políticas del pueblo.

Don Gregorio le enseña muchas cosas a Moncho, principalmente sobre la libertad. Cuando los fascistas sublevados en julio de 1936 se hacen con el gobierno civil y militar provincial, se llevan a varios republicanos en un camión, y también al maestro. En el camión, se encontraban varios republicanos, pero en particular se encontraba don Gregorio. Los padres de Moncho, especialmente su madre, le exhortaba a su familia que gritaran a los republicanos, mostrando su “postura” política. Le gritaban «¡Rojos! ¡Asesinos!» Pero al final, Moncho se fue corriendo detrás del camión, tirando piedras y gritándole a don Gregorio: “¡Tilonorrinco! ¡Espiritrompa!” Estas fueron dos cosas que Moncho aprendió con su maestro.

Fuente: https://youtu.be/UYNyrPVTbIk

Imagen:

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Entrevista a Boaventura de Sousa Santos: “Los más poderosos son quienes más salen del juego democrático para después imponerlo a los de abajo”

10 Julio 2016/Fuente: Pagina 12 /Autores: Natalia Aruguete y Bárbara Schijman
En medio del actual proceso de transición regresiva en varios países de la región, como Argentina y Brasil, el reconocido jurista y sociólogo propone continuar con la lucha por la igualdad para impulsar un nuevo ciclo constituyente que haga frente a los intentos destituyentes. Los logros alcanzados en los últimos años y sus límites. Los errores de los gobiernos progresistas.Los logros en el nivel de consumo alcanzados en los últimos años en la región no se han podido sostener en el tiempo. La embestida de los sectores de derecha en distintos países de América Latina, asume el investigador portugués Boaventura de Sousa Santos, pone de manifiesto la “fragilidad” de tales conquistas. Frente al actual proceso de transición regresiva en países como Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela, el reconocido jurista y sociólogo propone continuar con la lucha por la igualdad. No una igualdad clásica, sino una agiornada, que define como “igualdad con diferencias”.

–¿Qué nuevas formas cree que toman las luchas por la igualdad en América Latina?

–Las luchas por la igualdad han sido luchas tradicionales en este continente, ya que es un continente muy desigual. Las desigualdades se han profundizado a lo largo de las últimas décadas, excepto quizás en los últimos 12 o 15 años, dependiendo de los países. Algunos gobiernos, salidos muchas veces de movimientos populares, lograron realizar alguna redistribución social aprovechando el boom de los commodities y el alza de precio de los productos primarios; con eso integraron en el consumo –aunque no en términos de ciudadanía, por lo menos en el consumo–, a millones de personas en el continente. Claro. Se está demostrando que estos logros son frágiles y reversibles. De hecho están siendo ya puestos en cuestión en varios países: Argentina es uno de ellos, Brasil puede ser el próximo, Ecuador también, y Venezuela. Dado que no ha sido un proceso sostenible, la lucha por la igualdad debe continuar. No se trata de una lucha clásica por la igualdad entre clases, sino que se trata de una “igualdad con diferencias”.

–¿En qué sentido “igualdad con diferencias”?

–Desde los años 90, pero sobre todo después de 2000, hay una lucha muy fuerte por el reconocimiento a la diversidad protagonizada, sobre todo, por los movimientos indígenas y afrodescendientes. Ya había obviamente una lucha de las mujeres por la diferencia, por la diversidad, pero estos dos movimientos –el afrodescendiente y el indígena–, tuvieron un impacto enorme sobre todo en algunas de las constituciones, como las de Bolivia y de Ecuador, para mostrar que la igualdad para ser incluyente debe tomar en cuenta las diferentes maneras de pertenecer a una cierta comunidad política que es el Estado. Esos fueron logros. Ahora, en este momento, estamos en un proceso de reversión, de transición regresiva.

–¿A qué se refiere cuando habla de que “asistimos a un nuevo ciclo constituyente”?

–Cuando hablo de procesos constituyentes me refiero a procesos que buscan intentar ver de qué manera se puede abrir otro ciclo una vez que éste está agotado o que se presenta como un proceso destituyente, en la medida en que los derechos conquistados se están destituyendo, a veces a través de cambios constitucionales, otras veces sin cambios constitucionales. Por eso también es que las constituciones se están revelando como un papel mojado y con poca eficacia; ellas, que fueron creadas fundamentalmente para crear la idea de seguridad y que podrían aguantarse momentos cíclicos complicados. Pero no es así. Tenemos un tipo de estado de excepción en el que no hay suspensión de las constituciones, no hay dictadura, todo parece hecho dentro de una normalidad democrática pero el hecho es que la democracia se está espaciando. Por eso el apego a un proceso constituyente es a un nuevo proceso que pueda blindarse en relación a las debilidades del proceso anterior.

–¿A qué atribuye el cambio de signo político de algunos gobiernos de la región?

–Creo que es producto de muchos errores por parte de algunos gobiernos, que en su parte final y producto de la degradación del ánimo político, tenían casi actitudes suicidas. Todos sabemos que quizás la presidenta Dilma Rousseff no fue necesariamente la mejor opción para suceder a Lula.

–¿Por qué lo cree?

–Fue una decisión personal suya postular a una persona que nunca se había presentado a elecciones en ninguna parte. Una buena técnica, pero quizás buena para gobernar en períodos de bonanza y no en períodos de turbulencia. Por eso digo que hubo un casi suicidio. Pienso que los gobiernos progresistas no prestaron la atención necesaria para ganar victorias contundentes. Para eso era necesario mantener una lealtad con los grupos sociales con los cuales trabajaron durante años; lealtad que no mantuvieron. Al final de sus mandatos implementaron políticas casi ofensivas.

–¿Por ejemplo? ¿A cuáles se refiere concretamente?

–Por ejemplo, en el caso de Dilma, el hecho de nombrar para ministra de agricultura a Kátia Abreu, la gran mujer representante de los agronegocios. Y así tantas otras cosas ocurrieron en otros países que hicieron parecer que se estaba traicionando todo lo que se había prometido en la campaña electoral. Fueron muchos errores. La gente no es estúpida. La gente quería esta redistribución, ¿quién no? Solamente la clase media puede ser muy crítica por temor a que se le recorte algún beneficio, pero sigue teniendo su salario, su coche… Pero la gente que estaba muy abajo y que finalmente pudo comer, ir al colegio, ir al supermercado… a esa gente le gustaría poder sostener esa política. El caso es que los gobiernos no fueron lo suficientemente elocuentes para que la gente pudiera advertir que lo que la derecha y los medios de comunicación decían era realmente falso.

–Usted atribuye estos cambios de signo político a la fragilidad de los logros alcanzados en los últimos 15 años. Sin embargo, en algunos países los cambios se dieron por la voluntad popular…

–Es una buena pregunta pero complicada de responder. Estos cambios de transformación y de políticas de redistribución social están siendo eliminados a través de procesos democráticos. Por eso puede decirse que es el pueblo el mayor beneficiario de estas políticas, el que se muestra ingrato y vota en contra. En ese sentido habría varias cosas que decir.

–¿Cómo cuáles?

–Primero, es claro que estos gobiernos progresistas cometieron muchos errores; hay quienes no consideran a estos gobiernos progresistas, yo los sigo denominando así en el sentido de que buscaron una redistribución social en un continente marcado por las desigualdades que venían desde la Colonia. Uno de esos errores fue no aprovechar la gran oportunidad que se les dio para transformar políticamente la sociedad: hacer reformas políticas, reformas del sistema fiscal, de los medios de comunicación, de la economía. Y al contrario, de una manera perezosa, aprovecharon el aumento de los commodities y el alza de precios de las materias primas para permitir, a partir de esto, una redistribución social que era dependiente de los precios. Al mismo tiempo, permitieron a las clases oligárquicas, a los sistemas financieros, a los ricos, enriquecerse como nunca. No aprovecharon la gran aceptación, casi hegemónica, que tuvieron en algún tiempo para transformar la política de manera de poder resistir a una situación más adversa. Por eso es que estas formas de inclusión no fueron realmente formas de inclusión democrática y ciudadana.

–¿Qué tipo de inclusión observa en estos procesos?

–Fueron formas de inclusión por el consumo. En ese sentido, estos nuevos sujetos políticos, que en muchos casos por primera vez podían comer tres veces al día, no fueron invitados a ejercer el control sobre las políticas públicas mediante mecanismos de democracia participativa, tampoco fueron invitados a debatir sobre el servicio que se daba en los hospitales y se quedaron, por así decirlo, como pasivos recipientes de un consumo que ahora les era permitido. Por eso esta inclusión es frágil, por eso permite que esta población que fue realmente beneficiada esté sujeta a influencias que pueden de alguna manera disfrazar y pervertir todo lo que se hizo.

–Puntualmente, ¿a qué influencias se refiere?

–Hay influencias sin las cuales no podemos entender qué está pasando. En primer lugar, la presencia de un fascismo mediático. En mi trabajo he distinguido diferentes formas de fascismo: el fascismo del apartheid social, el fascismo territorial, el fascismo paraestatal, el financiero y, obviamente, el fascismo mediático. El fascismo mediático es aquel que permite a los medios, a través de la concentración mediática, manipular de una manera grosera la realidad y las percepciones de la vida cotidiana, de la vida política, de manera que la gente se sienta traicionada por los que apoyó anteriormente y que piense que los que le dieron una nueva vida a través de la inserción en el consumo son los responsables de la crisis. Eso fue lo que ocurrió a través de una manipulación mediática muy inteligente y poderosa que se hizo en todo el continente.

–¿Qué otros elementos coadyuvaron a este tipo de influencias?

–El segundo factor es la presencia del imperialismo norteamericano. No se puede ocultar más que los errores internos que cometieron los gobiernos progresistas no serían tan graves si no hubiera una fuerza internacional muy fuerte proveniente del imperialismo norteamericano que opera por diferentes mecanismos, que por supuesto ahora no son las dictaduras militares pero que son las presiones del sistema financiero internacional y la financiación de organizaciones democráticas en varios países que son democráticos desde la fachada pero que aplican condiciones hostiles a los gobiernos progresistas. Sin ir más lejos, en Brasil está absolutamente documentada la presencia de los hermanos Koch, muy conocidos en Estados Unidos por ser de los más ricos y de los que más promueven políticas de derecha.

–¿En qué consistió el rol de los hermanos Koch en el impeachment llevado a cabo contra Dilma?

–Los Koch Brothers han financiado muchas organizaciones que están hoy en la calle pidiendo el impeachment de Dilma. El imperialismo norteamericano aprovechó los errores cometidos por los gobiernos progresistas para atacar con una violencia sin precedentes. Empezaron por los pequeños países: primero Honduras, luego Paraguay con el golpe parlamentario a Fernando Lugo. Y ahora están intentando con los grandes países: Venezuela, Brasil y Argentina, y debemos decir que lo están haciendo con bastante éxito y que por eso hay que empezar de nuevo.

–¿En qué consiste el “fascismo financiero”?

–Todas las formas de fascismo son formas infra-políticas, no son parte del sistema político, que es democrático, pero condicionan las formas de vida de los que están abajo a través de desigualdades de poder que no son democráticas, que son inmensas y permiten que los grupos que tienen poder casi obtengan un derecho de veto sobre las oportunidades de vida de quienes están más abajo. Si eliminan la escuela pública y la salud pública la gente con bajos recursos podrá enviar a sus hijos a la escuela si es que tiene un amigo o padrino. Ahora, si el padrino no quiere pagar entonces sus hijos ya no irán a la escuela. Es la filantropía: el veto sobre la oportunidad. Es la discrecionalidad, que ocurre de diferentes formas. Por ejemplo, la discrecionalidad de la policía ante los pibes que son negros o que usan gorra. Y que llaman “leyes de convivencia”, pero que no tienen nada de convivencia sino que cuestiona a cualquiera que tenga un comportamiento apenas distinto. Eso es fascismo. Es arbitrariedad. Lo mismo el fascismo del apartheid social. En todas partes hay zonas salvajes de la ciudad y zonas civilizadas, donde existen todos los requisitos de urbanidad, de seguridad y saneamiento básico, y otras zonas donde no hay electricidad, donde el agua está contaminada, etc. Todo esto en un marco de la legalidad. Una discrecionalidad por debajo de los procesos políticos, y por eso digo que vivimos en sociedades que son políticamente democráticas y socialmente fascistas.

–¿Qué rasgos distintivos encuentra en el fascismo financiero?

–El fascismo financiero tiene una característica especial: permite salir del juego democrático para tener más poder sobre el juego democrático. O sea, alguien con muchísimo dinero puede ponerlo en un paraíso fiscal. De este modo sale del juego democrático de los impuestos, pero al salir se queda con más dinero y más poder para poder influenciar el juego democrático y además darles consejos a los ciudadanos de que no deben gastar tanto, que están viviendo por encima de sus posibilidad, que el Estado está gastando más en salud, por supuesto, porque el Estado no está siendo financiado con los impuestos que podría recibir si esta plata estuviera en el país. Se crea una corrupción de la democracia a través de la cual hay dos reglas: los que huyen de las reglas democráticas son los que se quedan con más poder para imponer las reglas democráticas a los otros. Esa es la perversidad del fascismo financiero. Claro que también tiene otras formas como las “agencias de rating” y la especulación.

–¿Qué hay del fascismo político?

–Justamente, el problema radica en ver hasta cuándo se mantiene como fascismo social y cuándo se transforma en fascismo político. Porque hasta ahora, políticamente, las sociedades son democráticas. Hay libertad de expresión, relativa pero existe. Hay elecciones libres, por así decirlo, con toda la manipulación. Hay un mínimo de credibilidad democrática, pero los asuntos de los que depende la vida de la gente están cada vez más sustraídos al juego democrático y los más poderosos son quienes más salen de ese juego democrático para después imponerlo a los que están abajo. Esto a mi juicio es la situación en la que estamos y donde surge la necesidad de un otro proceso constituyente.

–El acceso al saber también es desigual. ¿Se puede hablar de un fascismo del conocimiento?

–Lo que diría es que estamos asistiendo a la mercantilización del conocimiento. Durante mucho tiempo el conocimiento científico valió por su rigor y por la curiosidad de los cientistas que se decidieron a investigar un tema y que llegaban a conclusiones útiles para los países. Hoy ya no es así. El valor del conocimiento es un valor de mercado: el conocimiento contribuye a la innovación, genera patentes. Las universidades están ante una presión enorme por generar recetas propias del conocimiento. Se mercantiliza el conocimiento y por eso las propias universidades están cada vez forzadas a funcionar como corporaciones mercantiles, como empresas, los profesores como proletarios que producen para revistas de impacto, y los estudiantes como consumidores. Hay una mercantilización general del conocimiento y es esto que ha dado impulso al trabajo que me domina hoy sobre las “epistemologías del sur”: intentar llevar a cabo una lucha radical en todo el conocimiento. Por eso trabajo tanto con los movimientos sociales, para mostrar que el conocimiento científico es importante y no se puede demonizar, que la ciencia demuestra que los transgénicos o los insecticidas contaminan el agua y destruyen la vida, que debemos usar esa ciencia, pero tener en cuenta que esa ciencia no es la única válida. En este sentido es necesario descolonizar el saber para poder democratizar la sociedad, despatriarcalizarla y desmercantilizarla.

–¿Es posible aplicar su concepto de “apartheid social” a las políticas segregacionistas hacia los refugiados que se despliegan en varios países europeos?

–Toda la razón en mencionar a Europa, que está bajo la misma presión. Los refugiados son un caso extremo de una política de exclusión, pero lo más significativo es todo el sistema de fascismo financiero, disciplinario, que se aplicó en Grecia, Portugal, España, y que se está aplicando en otros países para intentar exigir que todos los países sigan la misma línea conservadora, de privatización, de liberalización, de destrucción de servicios públicos como salud y educación, de privatización de los servicios que son rentables para el capital. Europa puede hoy con menos arrogancia reconocer y entender mejor lo que pasa en América Latina.

–¿Por qué?

–Porque durante mucho tiempo pensó que ciertas situaciones sólo sucedían en países menos desarrollados, pero hoy Europa está pasando por un proceso de subdesarrollo: algunos países que estaban más desarrollados ahora están siendo subdesarrollados (el caso de Grecia es muy dramático y, desde el año 2000, el caso de Portugal también). Portugal es el único país de la Unión Europea que tiene un gobierno de izquierda que puede ser destruido en cualquier momento por Bruselas porque no está muy interesada en gobiernos de izquierda. Pero es una lucha cada vez más común entre países latinoamericanos y europeos.

–¿Cuál es su mirada hacia los partidos de izquierda?

–Creo que es necesario que redefinamos qué son las izquierdas y cuál es su forma política. Primero, no se puede decir que las izquierdas no aprendan. Voy a dar el ejemplo de la izquierda portuguesa. Durante mucho tiempo los comunistas pensaron que jamás podrían aliarse a los socialistas porque los consideraban de derecha. Ante la posibilidad de que una derecha siguiera gobernando Portugal por cuatro años más decidieron unirse al partido socialista.

–¿Por qué las izquierdas tienden a la fragmentación?

–El problema es que la izquierda partidaria hizo lo que yo llamo “una sociología de ausencias”. Invisibilizó todo lo que no se designaba como izquierda y que no tenía la forma de partido. Por eso lo que falta, a mi juicio, es juntar estas diferentes dinámicas y, para eso, es necesario que las izquierdas abandonen la idea de que los partidos son la única forma de representación política. Los partidos tienen que pasar por una refundación donde la democracia participativa sea constitutiva de la formulación de las políticas, de los partidos, y de las elecciones de los candidatos.

 

Fuente de la entrevista: http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-303326-2016-07-04.html

Fuente de la imagen: http://www.pagina12.com.ar/fotos/20160704/notas/na17fo01.jpg

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