Una canción convertida en himno feminista, surgida en Chile al calor de las protestas sociales del mes pasado, ha trascendido fronteras hasta convertirse en la voz de las millones de víctimas de violencia sexual que hay en el mundo.
La poderosa consigna, que tomó forma de performance al grito de “El violador eres tú, “Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía” o “El Estado opresor es un macho violador”, ha recorrido varios países en América Latina, incluyendo Colombia, Europa y el mundo entero, que al igual que el Me Too en Estados Unidos, busca visibilizar sobre la violencia de género, y avanzar en términos de verdad y de justicia.
Con los ojos vendados con un pañuelo negro, miles de mujeres vienen exigiendo castigo a sus perpetradores y replicando el mensaje de que la culpa nunca es de ellas, ante un abuso, violación o femicidio.
Las cifras ilustran la dramática situación en la región. Al menos 3.529 mujeres fueron asesinadas en 25 países de América Latina y el Caribe, el año pasado, relevó recientemente la Cepal.
América Latina, lamentablemente, tiene las tasas más altas de feminicidio en el mundo y lo que resulta más alarmante, el 98% de estos no son procesados, y en muchos casos quedan en la impunidad, según la ONU.
Momento coyuntural
Para Juliana Martínez, profesora de género y sexualidad en American University de Washington, en Estados Unidos, la iniciativa del colectivo chileno Lastesis llega en un momento coyuntural en la región, gracias al movimiento feminista latinoamericano, liderado por mujeres jóvenes que se ha venido fortaleciendo y participando activamente en distintas manifestaciones sociales.
Así pues, un movimiento que “se preocupa por las diferentes causas que generan la discriminación y la opresión estructural de las mujeres”, describe la directora de investigaciones y consultorías de Sentiido.
Se refiere a que es un movimiento que le interesa las diferentes formas de violencia institucional, lo qué pasa en las cortes de justicia y el tipo de leyes y políticas públicas que en apariencia no son ni para ni contra las mujeres, pero que terminan teniendo un impacto negativo en ellas.
Adicional a ello, destaca un elemento fundamental, y es que esté muy conectado con las redes sociales, lo que lo ha vuelto viral.
Es más, lo percibe como un “ejercicio creativo, donde hay mucho simbolismo y donde realmente el mensaje le ha llegado a todo el mundo”.
Si bien surge en el contexto chileno, Martínez señala que “en todos los países del mundo las mujeres nos podemos identificar con ese estribillo que captura las distintas violencias que sufrimos las mujeres y redirecciona la responsabilidad”.
Hace énfasis en que lo más importante a partir del llamado del colectivo chileno, es que “esto no es nuestra culpa y quienes son los responsables deben responder y nombra como la violencia está posibilitada y en algunos casos, promocionada por el Estado mismo”.
Sin embargo, reconoce que es un trabajo que toma tiempo, al tiempo que subraya que hay un grupo muy grande en toda la región que lo está visibilizando.
“Estas mujeres jóvenes nos están mostrando, que no solo sí se puede hacer, sino que hay que hacerlo, y que el tiempo es ahora”, insiste.
La experta Diana Marcela Gómez va más allá, afirmando que sin lugar a duda, este movimiento nacido en Chile desafía a la sociedad actual y está exigiendo un trato digno y justo a las mujeres.
En opinión de la docente de la Universidad de Los Andes, se está reclamando que la sociedad sancione la violencia sexual, que ha sido la más silenciada y al mismo tiempo la más aceptada.
De allí que este llamado implique cambios profundos en la sociedad misma y cambios en las instituciones, desde el ámbito de la familia, el colegio y en últimas, el Estado, explica Gómez.
Además atribuye su amplia difusión a que es un performance muy bien elaborado y que resuena con la experiencia de muchas mujeres alrededor del mundo.
No obstante, aclara que este mensaje de movimientos feministas viene haciendo este tipo de demandas desde hace muchos años.
“Lo que estamos viendo ahora, es la posibilidad de que el mensaje se amplifique, y que no seamos las feministas las que exigimos el cese de este tipo de violencia sino que cada vez se suman más sectores de la sociedad”, resalta la docente universitaria, quien agrega: “es un momento en la historia en que le estamos prestando más atención a este tipo de vulneración”.
Mensaje que conecta
La iniciativa chilena ha trascendido porque es un problema global, recalca Ángela María Díaz, docente del Instituto de Estudios Políticos de la Unab.
“La violencia basada en el género y el tema de la violación es algo que hace parte estructural de nuestras culturas porque es un tema con el cual todas nos sentimos conectadas, nos sentimos relacionadas”, argumenta Díaz.
Sin restarle importancia a este tipo de movimiento, sí le preocupa que muchas veces se quedan en la parte mediática, y por ello considera de suma importancia una visión más profunda que este momento puntual.
Asimismo la experta en temas de género lamenta que este momento mediático no va a acabar con el machismo o el patriarcado porque son estructuras que están tan arraigadas, que requieren todo un trabajo de transformación de los imaginarios sociales y transformación de las violencias estructurales.
Experiencia generalizada
La razón por la cual la idea chilena ha tenido tal impacto, a juicio de Diana Ojeda, investigadora del Instituto Pensar y profesora de la Universidad Javeriana, es que es una experiencia generalizada de las formas de agresión sexual, en la medida en que la han vivido la gran mayoría de las mujeres alrededor del mundo.
“Nos sentimos identificadas porque la respuesta de la sociedad es el silencio, la impunidad, la revictimización, es echarnos la culpa, por eso gritamos ‘la culpa no era mía’ con toda la fuerza”, subraya Ojeda.
Los índices señalan que una de cada tres mujeres sufre violencia sexual a lo largo de su vida y según la experta en temas de género, esto es grave en términos de niñas y adolescentes, y en el caso particular de Colombia advierte que la situación es muy grave.
También lo relaciona con un momento global inspirado por el Me Too y otras formas de denuncia.