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Entrevista con la activista feminista Nadia Poblete: Por un feminismo anclado en las luchas populares. (Parte I)

Por: Correo de los Trabajadores/Red de Medios

Conversamos con Nadia Poblete, activista, militante social y feminista, participe de diversas experiencias de organización desde hace más de 20 años.

Ha participado en organizaciones tales como La red chilena contra la violencia hacia las mujeres (2009-2010), Colectiva “La Huacha” de Valparaíso (2010-2017), Colectiva “Nosotras decidimos” de Valparaíso (2015-2020), participante de la “Campaña MISO pa´ Todas” (2016-2017) y actualmente integrante de las Asambleas territoriales de la zona poniente de Maipú, y por esa vía, del Referente Político Social, RPS, recientemente constituido en el mes de febrero de este año en Concepción. La conversación se realizó en Santiago en dos jornadas los días 16 y 17 de abril del año en curso, y su transcripción fue realizada por compañerxs de la red de medios populares a quienes agradecemos enormemente su trabajo. Ofrecemos ahora la primera de tres partes de dicha entrevista.

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CT: Buenas tardes compañera, un gusto conversar con usted. Agradecemos su disposición a esta entrevista sobre las perspectivas y luchas el feminismo. Como le señalamos, nuestro interés es precisar, por una parte, el debate teórico dentro del feminismo, y por otra, las implicancias que tales debates tienen sobre las opciones políticas, especialmente respecto de las luchas políticas en el Chile actual.

Partamos por lo primero. El arco feminista en la teoría.

¿Podría usted hacernos una breve descripción de las corrientes feministas desde un punto de vista teórico/programático, es decir, más allá de las representaciones político–sociales inmediatas en que se agrupa el feminismo?

Nadia P.: Lo primero que habría que señalar, ratificando lo que se enuncia en la pregunta, es que existen diversas corrientes feministas que hacen referencia a distintos aspectos teóricos que operan como determinantes de las corrientes más relevantes que conviven en el movimiento feminista en general. Para abordar esa diversidad existen distintas entradas. Se puede hablar de corrientes feministas vinculadas a ciertas teorías troncales en la historia del pensamiento político filosófico. En rigor, existe un feminismo liberal, un feminismo materialista y uno anarquista, como principales corrientes en esta línea. Estos feminismos buscan bajo un marco político-filosófico determinado, comprender la experiencia de dominación específica que vivimos las mujeres utilizando un paragua conceptual, de categorías que facilitan esa comprensión. Un ejemplo de aquello, son el grupo de feministas francesas, rescatado por Jules Falquet Ochy Curiel, que plantean conceptos importantes como el de clase de sexoapropiación de las mujeres y relaciones de sexaje. A través de esos conceptos se buscó desnaturalizar el sexo develando sus implicancias estructurales. En rigor, lo estructural en el caso de las relaciones de sexo no puede comprenderse solo a partir de la noción de explotación de fuerza de trabajo. En las relaciones estructurales de sexo perviven elementos asociados a la esclavitud colonial, a la servidumbre medieval y a la apropiación de los cuerpos que promueve el capitalismo, todo ello, compone lo que Colette  Guillaumin llamó relaciones de sexaje. Me parecen relevantes estos planteamientos, en este momento, porque complejizan lo que se ha difundido en el último tiempo como trabajo doméstico y la función que éste cumpliría en el mantenimiento del capitalismo en tanto trabajo no pago. Claramente, Guillaumin y las feministas materialistas, nos obligan a pensar esa relación de manera mucho más compleja.

Por otro lado, se podría abordar esa diversidad teórico-programática a partir de divisiones temporales, que sin embargo son limitadas toda vez que se basan en el desarrollo del feminismo principalmente en Europa. Esto no quiere decir que las luchas que hayan emprendido las mujeres en Europa o en el primer mundo, tengan una importancia secundaria para el feminismo desarrollado en otras latitudes. Más bien se trata de dimensionar y comprender la relevancia de ese feminismo de manera contextualizada. En esta línea, se ha clasificado los cambios del feminismo a partir de “olas”. Se habla de la primera ola que se asocia a un feminismo que busca el reconocimiento de las mujeres en el mundo, se trata de esa lucha por el reconocimiento que se emprende desde la revolución francesa; una segunda ola, asociada a la lucha sufragista que busca la integración de las mujeres al orden socio político imperante y que en su momento fue sin duda radical, en muchas ocasiones se ligó fuertemente a la lucha obrera, desarrollando la acción directa y el sabotaje como forma de lucha. No obstante, es importante plantear que extender esa lucha hoy reivindicando el voto como herramienta de lucha porque se lo debemos a las antiguas, cae en la lógica liberal y reformista; lo que implica el abandono de lecturas, posicionamientos y acciones que hoy sean radical en pos de la transformación de la situación de las mujeres y de toda la sociedad.   La tercera ola, está fuertemente relacionada con aquel feminismo que surge en EE. UU y que busca destacar la diferencia que implica ser mujer. Con ello, pasan a ser relevantes las demandas reproductivas y sexuales, como el aborto. Hoy se ha tendido a hablar de una cuarta ola, con el surgimiento de movimientos contra la violencia hacia las mujeres, particularmente contra la violencia sexual.

Avanzando en ese arco feminista, es innegable que mientras en occidente se desarrollaban algunas de estas olas durante el siglo XX, en América Latina -por ejemplo- se construían también otras formas de comprender y de activar en el movimiento. Si bien en un primer momento, podríamos fácilmente ligar el feminismo que surge en estas tierras – en Chile por ejemplo- con alguna de las olas occidentales, es cierto también, que el aporte del feminismo negro norteamericano, chicano, indígena, comunitario, va solidificando particularidades socio políticas en estos territorios. Otro punto, sería mencionar la lucha de las mujeres trabajadoras que en Chile se da a través de las mutuales y mancomunales, a través de periódicos obreros femeninos, los que recibieron un tremendo impulso con la visita de Belén de Sárraga, invitada por Luis Emilio Recabarren. Con todo, quiero poner en tensión aquella superficial afirmación de que el feminismo tiene un origen burgués, tratando de deslegitimar el inmenso aporte que ha hecho en la historia de la lucha por la emancipación.

Una de las corrientes políticas más importantes a mi juicio del feminismo en América Latina, es el feminismo autónomo que surge en los noventa, y qué si bien no presenta un cuerpo desarrollado de categorías teóricas, se posiciona políticamente frente a los avances de las políticas de financiamiento a los movimientos sociales impulsadas por el Banco Mundial, y por tanto, frente a los falsos procesos de transición política post dictatoriales, particularmente en Chile. Con todo ese bagaje va planteando una mirada crítica frente al orden político institucional.

CT: Esta es la corriente que se liga con Margarita Pisano o Sandra Lidid, la que desechó participar en los gobiernos de la transición, tal como lo hicieron otras las llamadas feministas institucionales….

Nadia P.: Efectivamente. Y se puede observar que esa división de alguna manera se mantiene hasta hoy, aunque con un débil feminismo autónomo. Ese debilitamiento de la opción autónoma, tiene relación con diversos aspectos, entre ellas las tensiones internas que se manifiestan de manera muy temprana y que incidieron en el desarrollo de su fuerza, pero por sobre todo, planteo que hubo y hay una invisibilización de esta historia, de esta memoria del feminismo. El feminismo autónomo ha estado bastante ausente en las discusiones y planteamientos frente al avance de un feminismo hegemónico que pasó desde la ruptura cultural y simbólica a un conformismo con el aparato institucional.

Entonces no está demás darle unos minutos en esta conversación. Me parece relevante el feminismo autónomo porque desde su posicionamiento radical, contrario a la lucha legalista e institucional, puede otorgar un contenido y postura radical al movimiento; de hecho, muchas feministas autónomas han sido relevante en el movimiento antirracista y lésbico. Es por ello que la autonomía en tanto crítica radical a las prácticas de cooptación del Banco Mundial (esto se observa con claridad en la discusión que se da en el Encuentro Feminista Latinoamericano del año 1996 en Cartagena, Chile), y a toda aquella institucionalidad que busca domesticar las acciones de protesta social y los planteamientos que ponen en riesgo su orden, tiene la potencia de posicionarnos en una vereda del camino que va apuntalando un horizonte de transformación mayor. En otras palabras, la autonomía nos obliga a pensar y actuar por fuera del aparataje institucional y con ello, a desarrollar formas de vida, proyectos políticos de por si subversivos.

En rigor, las feministas autónomas en Chile fueron críticas acérrimas del capitalismo, del Estado neoliberal y su democracia; fueron comprendiendo, entre otros aspectos, que la lucha electoral no era una herramienta útil en una apuesta política que busca la transformación.

CT: Habrá entonces que reimpulsar el feminismo autónomo, especialmente ahora que necesitamos superar la capitulación de las corrientes institucionalistas como el caso de la dirección de la Coordinadora 8M… Pero volvamos ahora a otras dimensiones del debate teórico-programático. ¿Cómo se establece el vínculo entre las posturas anti patriarcales, anticoloniales – incluida la racialización de la que habla Quijano- y anticapitalista que los sectores más radicales del feminismo proclaman? ¿Tiene algún sentido hablar de un feminismo anti patriarcal pero no anticapitalista?

Nadia P.: En la respuesta anterior solo enuncié que las distintas corrientes del feminismo tenían relación con la visibilización de la experiencia de dominación y opresión que tienen las mujeres, y es evidente que esa experiencia es diversa y está relacionada no sólo con el patriarcado, sino también con el racismo y con la condición de clase. En este sentido, la interseccionalidad que comenzaron a plantear las feministas negras en los 70 o el entronque patriarcal como relevan las feministas en América Latina, son conceptos políticos importantes. El concepto de interseccionalidad trata de visibilizar las diferencias que va produciendo la articulación de las formas de opresión, de explotación y dominación, en la vida de las mujeres y cómo su no consideración implicaba una concepción de un sujeto-mujer homogéneo. Desde esa perspectiva, a pesar de que esta categoría – la interseccionalidad- ha sido tomada por las instituciones internacionales y por la academia, vaciándola de su peso político y más bien confundiendo su comprensión, el uso que ha tenido tanto por el feminismo negro como por el feminismo en AL ha sido relevante. Quisiera precisar de todas maneras, que esto no implica idealizar o levantar en el feminismo una suerte de victimización, o de “ranking” en torno a qué mujeres son las más violentadas por este sistema; éste uso es una reducción de la categoría que sólo sirve para fragmentar el movimiento. Lo potente de la interseccionalidad es que nos permite comprender la opresión y la dominación como una totalidad donde se potencian el patriarcado, el racismo y el capitalismo y por lo tanto, nos evidencia la complejidad que deben abordar los procesos de emancipación y cómo las relaciones sociales, la construcción subjetiva y la materialidad misma de nuestra existencia, está impregnada de todos esas dominaciones.

En este sentido, entrelazar interseccionalidad con entronque patriarcal es fundamental porque en el fondo va mostrando que si bien el patriarcado es un orden social cultural presente a lo largo de la historia, como muy bien dice Lorena Cabnal y otras feministas, en América Latina hay que comprenderlo justamente a partir de ese entronquecómo se articulan y encajan el patriarcado pre invasivo con el patriarcado colonial, dejando como resultado una agudización de las lógicas dominación patriarcales a partir del desarrollo del capitalismo y de la racialización de la cual habla Quijano. Es decir, con la invasión se construye un entramado de poder, de jerarquías que ordenan las sociedades latinoamericanas a partir de la deshumanización, explotación y apropiación de cuerpos y vidas, de ahí el ejercicio de violencia genocida, femicida del colonialismo.

Si bien hay otros planteamientos como el de María Lugones que señalan la inexistencia de jerarquías de género en las sociedades pre invasivas y por tanto, la no existencia de orden patriarcal, lo que se podría consensuar a lo menos es que las relaciones de los cuerpos, de los sujetos, las relaciones sociales pos invasión, implican la imbricación de las jerarquías a partir de la dominación de raza, clase y género. Las diferencias jerarquizadas en las sociedades coloniales, por tanto, estarán impregnadas de racialización, misoginia y clasismo. Y esto en la actualidad pareciera ser más agudo, más violento. Por tanto, desde el feminismo, desde la lucha indígena, desde la izquierda rebelde, debemos comprender y aprehender esta dinámica de la dominación para su desmantelamiento.

Finalmente, quizás reiterar que el capitalismo supone el ejercicio de la explotación, que el orden racial supone la asignación de lo que es humano y lo que no lo es, mientras que el patriarcado se centra en la apropiación del cuerpo y de la vida de las mujeres. Por tanto, hablamos de una dominación que anuda explotación, deshumanización y apropiación de los cuerpos y las vidas. Un cóctel de violencia y de muerte.

CT: ¡Qué frase! Y que desafió, pues el cóctel que menciona usted deja fuera cualquier fundamentalismo sea de izquierda, feminista o indigenista, pues obliga a elaborar y poner en práctica una política que no puede abstraerse a esa interseccionalidad y a ese entronque patriarcal… Y teniendo a la vista esta compleja imbricación que nos plantea, una pregunta que surge para la trayectoria de feminismo en las últimas décadas: ¿Cuáles son las continuidades y rupturas entre el feminismo emergente actual y el de los años cincuenta-sesenta y/o el feminismo y las luchas de las mujeres en los años de la dictadura cívico militar?

Nadia P.: El hilo conductor, transgeneracional es el reconocimiento de nuestra condición de opresión lo que potencialmente, abre la puerta a una crítica más profunda que pone en cuestión la naturalización de un orden sexual. Ese reconocimiento entonces, en la medida en que permite avanzar la crítica, señala que la lucha por la emancipación de las mujeres tiene que relacionarse con el derrocamiento del patriarcado. Pero no se trata de un patriarcado ahistórico, sino comprendiendo la forma en que éste opera y se ‘actualiza’, sus ajustes, acordes o en sintonía con los cambios sociales, económicos y políticos.

En consecuencia, en ese reconocimiento de la opresión  hay una continuidad que entrelaza la lucha feminista pero que, vale la pena relevarlo, no la hace homogénea, sino que es diversa tanto como lo es la realidad de las mujeres en cada tiempo. Como ya lo señalaba, la lucha por el voto de las sufragistas fue radical, pero hoy ya sabemos en lo que se ha transformado el sistema político, y además, tal como dice Rita Segato, podemos ver hoy con claridad que la historia del Estado es la historia del Patriarcado.

En ese sentido, la lucha feminista va adquiriendo particularidades y radicalidades de acuerdo a las condiciones históricas y a las formas que va asumiendo la dominación y la imbricación de la que hablamos anteriormente. Si bien existe continuidad en la lucha de ayer y hoy, soy bastante crítica con las características que en Chile,  ha ido asumiendo una parte importante del movimiento. Pienso que hay una ruptura con la  radicalidad que portaron luchas anteriores. Por ejemplo, luchar por ingresar al mercado del trabajo, por la igualdad en los salarios y por el reconocimiento mercantil del trabajo doméstico, a mi juicio es bastante limitado, de corto aliento.

En la conmemoración de este 1° de mayo, día de los y las trabajadoras, la  demanda y denuncia en torno al no pago del trabajo doméstico fue bastante difundida como consigna y en ello veo el siguiente problema: la lucha por el reconocimiento de las labores domésticas en tanto trabajo implica someterlas a la lógica del capital, en otras palabras, poner el acento en el no pago tiene como lectura que su única forma de valorización sería justamente asalariarlo, entonces lo transformamos en un trabajo de corte productivo y mercantil. Ya Silvia Federici, quien fue una activa militante en los ‘70s de la  “Campaña internacional salario para el trabajo doméstico”, abrió una crítica a esa demanda reflexionando en torno a sus limitaciones, crítica que por lo demás, comienza a elaborar cuando vive en Nigeria y conoce realidad de las mujeres nigerianas, esto la obliga a replantearse el concepto de trabajo doméstico y la demanda por salario. Efectivamente, al pensar el trabajo doméstico como parte del trabajo reproductivo no sólo tenemos que observar a las mujeres urbanas, sino también en particular en América Latina, a las mapuches, a las compañeras de otras comunidades indígenas, y probablemente con ello, nos daremos cuenta que su relación con esas labores cotidianas, con esas labores de cuidado, son distintas a la que nosotras hemos vivido. En rigor, el capitalismo ha desvalorizado en términos económicos, sociales y culturales todas esas actividades, pero hay pueblos que históricamente le han otorgado otro valor, un valor social y ético, por fuera de las lógicas mercantiles. Una mirada atenta, crítica y revolucionaria, entonces, mira las diversas realidades en las cuales están insertas las mujeres. Considerando entonces esas experiencias, un  proyecto de vida transformador debiera comprender la relevancia sustantiva de las tareas domésticas y de cuidado, no exigiendo una valorización capitalista del mismo sino un valor ético y social por fuera de las lógicas mercantiles y propiciar con ello, su colectivización.

Volviendo a la pregunta. Me parece necesario remarcar que en muchos momentos de nuestra historia de lucha -como mujeres y feminista- se ha desplegado una acción política radical basada en la comprensión profunda de la opresión a la que somos sometidas y en cómo opera la apropiación de nuestros cuerpos y vidas, y hoy lamentablemente, veo un déficit comprensivo que anula esa radicalidad. Por ejemplo, recordar esa consigna emblemática del tiempo de dictadura “democracia en el país y en la casa”, me parece de una tremenda profundidad toda vez que comprende que la democracia no es simplemente una cuestión de electoral sino una forma de participación que debe estar impregnando toda nuestra vida; la idea de politizar los espacios donde circula la vida estaba contenido en esa consigna y desde esa perspectiva me parece radical, rebelde, desafiante para el momento que se estaba viviendo. En las últimas movilizaciones irrumpió la estética como herramienta de ruptura con el orden: intervención de monumentos, rebautizo de calles, irrupción de un cuerpo desnudo de mujer que es tabú por la hipocresía patriarcal, etc., sin embargo, éstas acciones de quiebre caen en el vació o tienen poco aliento cuando no van acompañadas de una comprensión profunda de los entramados de la dominación y cuando no son parte de un proceso de emancipación entendido éste como un proceso de construcción de un proyecto político alternativo. Claro que necesitamos una estética rebelde, es parte de la lucha simbólica, de la disputa por los sentidos, pero esa lucha debe estar inserta en un proyecto de transformación de todos los planos de la vida y para toda la sociedad. Lo anterior pasa también con la performace de “las tesis”, que fue sumamente relevante porque puso la experiencia de violencia sexual como una experiencia común del grupo de mujeres, de esa clase sexual, responsabilizando a toda la institucionalidad estatal: “El Estado violador…”,  ¿pero qué pasa con esa profundidad denunciada cuando las mismas compañeras que reproducían y/o celebraban esa acción terminan participando en un proceso constituyente generado desde esa misma institucionalidad patriarcal? ¿Dónde queda la radicalidad de la acción cultural, de la estética? ¿se comprende realmente lo que implica un Estado violador?

Otra experiencia de lucha que se relaciona con lo anterior. En la actualidad existe una serie de cuerpos legales nacionales e internacionales que castigan la violencia hacia las mujeres, que pueden entenderse por cierto sector del feminismo como un logro de la movilización, y por cierto que leyes contra la violencia son logros del movimiento, pero es evidente que nada de eso ha implicado una disminución de los femicidios, de la violencia machista. Por tanto, en todo este recorrido se nos hace evidente que las luchas legalistaspor vía institucional, son limitadas y hoy se nos impone el desafío de levantar un movimiento radical justamente por el mismo fracaso de esas vías.

CT: Compañera el problema que usted señala se verifica también en otros sectores. Por ejemplo, las luchas por mejoras salariales o condiciones de trabajo, en manos del sindicalismo reformista, terminan reducidas a una pura reivindicación económica que no se plantea saltar a una lucha por la abolición de las relaciones salariales mismas. Por ello, en variados momentos históricos se han levantado organizaciones autónomas que buscan romper con este “tradeunionismo” y que engarzan las luchas económicas parciales con luchas políticas de alcance mayor: la emancipación del trabajo capitalista. Retomando entonces su análisis sobre el patriarcado y su crítica al legalismo ¿hay intentos o experiencias de ruptura con este ilusionismo institucional que profesa dicho feminismo institucional?

Nadia P.: Han existido y existen tantas experiencias que han generado estrategias de autonomía para hacer frente a las limitaciones, imposiciones y mandatos patriarcales, yo participé en la lucha por el aborto y eso no implica solamente agitación, sino que también implementar cadenas de apoyo concreto a las mujeres que quisieran abortar y eso se desarrolla gracias a la apuesta de muchas feministas que son capaces y fueron capaces de generar condiciones que funcionan a contrapelo de toda legalidad y que permiten a muchas mujeres decidir. Son esas experiencias de autogestión y autonomía que se pueden poner también al servicio de un proyecto mayor, porque son necesarias en una construcción que busque la emancipación de todas y todos.

Foto: Nadia Poblete y compañeras de la colectiva Nosotras Decidimos en acción por la despenalización social del aborto fuera del Hospital Van Buren, Valparaíso, mayo 2017.

En ese sentido, remarco que la lucha feminista autónoma -como ya lo señalaba- nos pone en una vereda de lucha donde es necesario ir avanzando en propuestas de recuperación de la soberanía de nuestras vidas, es decir, implica generar nuestros caminos, nuestras respuestas a los problemas que vivimos. Para ello, creo que hoy es fundamental potenciar ese feminismo autónomo, pero de la mano con las luchas populares; hoy me parece que debemos avanzar en unidad y en esa línea, un separatismo que no es capaz de relacionarse con otras luchas me parece cae en una ortodoxia sin sentido. Si bien las mujeres necesitamos espacios propios para reconocer cómo actúa el patriarcado y reconocerlo en nuestra propia construcción en tanto mujeres, nuestro proyecto político debe tener como estrategia sustantiva el anudamiento con las luchas populares, porque nuestro horizonte rebelde es la transformación de la sociedad toda y esto es urgente. No debemos estar ancladas a fundamentalismos, tenemos que poner en acción esa autocrítica permanente que el feminismo ha desarrollado de tal manera de comprender que hoy nos jugamos la posibilidad de la mantención de las vidas. El feminismo es un componente más del proyecto revolucionario, no es el único y tampoco el central, así como tampoco lo son la lucha anticapitalista o la antirracista por sí solas, son todas ellas a la vez.

Y en este sentido, creo que hay un olvido, una invisibilización de la lucha feminista autónoma desarrolla en los noventa. Las feministas que hoy tienen tribuna en los medios de comunicación, por lo menos en el caso chileno, no hablan, no se refieren a esa parte de nuestra historia, las compañeras universitarias me parece que no conocen esa historia. Entiendo que esa no referencia, esa omisión, que hace por ejemplo, la coordinadora feminista 8M, es porque su opción hoy, después del 18 de octubre, es institucional, de defensa del modelo político liberal y de la lógica de lo posible -denunciada ya en los noventa por Ximena Bedregal feminista chilena y precursora del feminismo autónomo-, sean conscientes o no de ello.

Por otra parte, es verdad que hoy no existe un movimiento autónomo como tal en el feminismo, que existen compañeras feministas sueltas que por ahí se definen a partir de la autonomía. No obstante, volver a esa parte de nuestra historia y rescatar esa postura me parece sustantivo, porque justamente, creo que la apuesta en la que hay que poner todas nuestras energías, es aquella que avanza por abajo y a contrapelo de la institucionalidad y desde ahí dialogar y articular esfuerzos con los sectores que apuestan a la construcción de lo que en la izquierda se ha llamado poder popular. Hay una relación, sin duda, entre los planteamientos del feminismo autónomo y el desarrollo de poder popular.

Haciendo practica lo dicho, durante este último tiempo he estado involucrada y comprometida con el proceso que diversas asambleas y organizaciones populares comenzaron a levantar desde febrero de este año en Concepción. Lo que hasta el momento se denomina Nuevo Referente Político Social, RPS. Desde esta experiencia se está planteando un tipo de construcción autónoma. Sería muy importante, lograr articular a un movimiento popular con esas características, es decir que rechace tajantemente los caminos institucionales y que se sienta capaz de construir desde el pueblo un proyecto realmente transformador, y en ello, sin duda, las feministas comprometidas con la lucha popular tenemos un importante papel que jugar.

Fuente: https://rebelion.org/por-un-feminismo-anclado-en-las-luchas-populares/

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Activistas feminista en Rusia enfrenta pena de cárcel por dibujos “cuerpo positivo”

Proyecto de arte positivo para el cuerpo conllevaría una condena de seis años de prisión

Yulia Tsvetkowa es artista feminista, directora del teatro y activista LGBT que enfrenta una pena de seis años de cárcel por distribución de imágenes pornográficas por difundir en redes sociales sus dibujos, que sus seguidores han llamado “cuerpo positivo”.

El 12 de abril, una corte en Kosmomolsk-on-Amur, en la región oriental rusa de Jabárovsk, empezó el último juicio del caso de Tsvetkova. El juicio se lleva a cabo a puertas cerradas, presuntamente porque se muestran imágenes pornográficas.

A Tsvetkova, de 27 años, es artista y directora de teatro a quien se acusa de “crear y distribuir material pornográfico” [artículo 242 (3b) del Código Penal de Rusia] por publicar varios dibujos de mujeres desnudas y vaginas en su página de VKontakte. Los dibujos son parte de su proyecto artístico “cuerpo positivo“. “Una mujer no es una muñeca”. Las acusaciones según el artículo 242 podrían tener como resultado un sentencia de prisión de hasta seis años.

Anna Khodyreva, la madre de Tsvetkova, dijo a AFP que no les permitirían asistir a la audiencia reservada y calificó el caso de “absurdo”. Dijo que todo se “estaba haciendo para asegurarse de que tengamos tan poca información como sea posible”.

Natalia Zvyagina, directora de Rusia para Amnistía Internacional, criticó la decisión de tener una audiencia reservada, y dijo que las autoridades rusas deberían “garantizar una audiencia pública” en el caso de Tsvetkova. Junto con el centro de derechos humanos Memorial, Amnistía Internacional ha calificado a Tsvetkova como prisionera de consciencia y ha pedido a Rusia que retire las acusaciones y que “deje de atacar a feministas, LGBTI y otros activistas”.

Historia de persecución

Yulia Tsvetkova ha gestionado varios proyectos educativos en Jabárovsk, así como un grupo juvenil, grupos en línea sobre feminismo y educación sexual para jóvenes, además de un grupo Monólogos de la Vagina que celebraba el poder y la naturaleza única del cuerpo femenino.

Yulia Tsvetkova fuera del tribunal. Foto (c): Yulia Tsvetkova.

Inicialmente fue detenido en noviembre de 2019, y quedó bajo arresto domiciliario hasta el 16 de marzo de 2020. En diciembre, la declararon culpable de violar la ley rusa que prohíbe “propaganda de relaciones sexuales no tradicional entre menores”. La multaron con 50 000 rublos (780 dólares), y en julio de 2020 le fijaron otra multa de 75 000 rublos (1050 dólares) por publicar un dibujo de parejas del mismo sexo con niños con la leyenda “La familia está donde está el amor. Apoya a las familias LGBT+ “.

En 2020, le dijo a AFP que cree que las autoridades usaban la acusación de pornografía como una oportunidad para reprimir su activismo LGBT, porque es fácil acusar a los ciudadanos y conlleva una larga sentencia.

En una entrevista de 2020 para la sección de Rusia y el espacio posoviético de oDR, openDemocracy, Tsvetkova habló del impacto de su arresto domiciliario y sobre las amenaza que enfrentó de activistas anti-LGBT. El actual caso penal contra ella empezó después de una queja presentada por Timur Bulatov, conocido activista anti-LGBT. También reflexionó sobre su condición de prisionera política:

Creo que hoy hay muchas prisioneras políticas: madres, esposas, mujeres que soportan un peso increíble a causa de los juicios políticos”, dice la artista rusa Yulia Tsvetkova, designada prisionera política por la asociación de derechos humanos Memorial. “Los prisioneros políticos son héroes, pero las mujeres son el personal invisible de servicio.

La próxima audiencia en el caso de Yulia Tsvetkova sería el 6 de mayo.

Fuente: https://es.globalvoices.org/2021/05/05/activistas-feminista-en-rusia-enfrenta-pena-de-carcel-por-dibujos-cuerpo-positivo/

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Una mujer dalit se convierte en la voz de los agricultores en India

El 12 de enero de este año, en algún lugar de las afueras de la capital de India, la activista dalit Nodeep Kaur fue arrestada por la policía por protestar frente a una fábrica. Al cierre de 2020, ella se unió a una organización local de derechos de los trabajadores llamada Mazdoor Adhikar Sangathan (MAS) en el área industrial de Kundli, en Haryana.

En enero, fue acusada de maltratar presuntamente a la dirección y al personal de una zona industrial durante una protesta y también de agredir al equipo policial.

Kaur, de 24 años, también había estado participando en la protesta de los agricultores contra las nuevas y profundas reformas del sector agrícola del gobierno nacional del primer ministro Narendra Modi, en lo que ya representa una de las mayores movilizaciones de la historia de este país de 1300 millones de personas.

Fue detenida y acusada en tres casos separados en virtud de los artículos de la ley india que incluían intento de asesinato, extorsión, reunión ilegal, disturbios e intimidación criminal. Se le concedió la libertad bajo fianza, pero sus procesos aún están pendientes. El caso de Nodeep Kaur pasó a ser cubierto ampliamente por los medios internacionales luego que Meena Harris, sobrina de la vicepresidenta estadounidense Kamala Harris, pidió su liberación.

«Soy mujer, soy dalit y le estoy dando voz a las personas que a menudo son reprimidas con mucha facilidad», dijo Kaur en una entrevista con IPS.

“Me arrestaron, me golpearon, me maltrataron, incluso dentro de la prisión había tanto prejuicio entre la gente de casta superior y de casta inferior”, explicó en referencia al sistema de castas del hinduismo que de hecho aún prevalece en India y en que la dalit (paria) es la más marginalizada en esa estratificación social.

“Me torturaron mucho, no podía caminar, tenía tanto dolor, no me dieron acceso a un médico y me mantuvieron aislada durante días. Agradezco haber salido con vida y estar aquí, donde se supone que debo estar, con mi gente, con la clase trabajadora y con los agricultores”, detalló sobre los días encarcelada.

Kaur proviene de una familia de activistas y sus padres se han asociado con el sindicato de agricultores en Punjab. En 2014, su madre Swaranjeet Kaur encabezó una protesta exigiendo justicia para una niña dalit menor que sufrió una violación en grupo en su aldea. Ella enfrentó múltiples amenazas de muerte, fue arrestada y mantenida bajo custodia durante días.

“Soy quien soy hoy gracias a mi madre. Nuestra sociedad no se crea igual, hay muchos prejuicios basados en las castas y si eres una mujer y una mujer de mi origen (dalit), es un desafío mayor. Desde muy joven aprendí a luchar no solo por mí, sino también por los demás”, dijo la activista.

En febrero, cuando a Kaur se le concedió la libertad bajo fianza, una de las primeras declaraciones que hizo justo después de salir de la prisión fue: «Definitivamente iré a la frontera de Singhu y me sentaré con los granjeros».

Semanas después, Kaur se ha convertido en una de las voces más fuertes y escuchadas que está liderando la protesta del campesinado del país.

“Esta solidaridad que se ve hoy entre los agricultores y la clase trabajadora es tan poderosa. ¿Se imaginan lo que puede suceder ahora que todos estamos unidos y defendiéndonos unos a otros?» dijo. “Mi batalla comenzó con la lucha por el impago de salarios y el trato injusto a la clase trabajadora en una zona industrial, y desde allí, hoy estoy aquí apoyando y dando mi voz a los agricultores”, añadió.

“No sé cómo ni cuándo sucedió, pero me llaman su líder y no los voy a defraudar», sentenció.

Miles de agricultores, en su mayoría de los estados de Punjab, el corazón agrícola indio, Haryana y el oeste de Uttar Pradesh, han protestado en las inmediaciones de Nueva Delhi desde noviembre de 2020 contra tres nuevas leyes agrícolas, aprobadas en septiembre de ese año, que desregulan y flexibilizan el sector.

Se trata de la Ley de Comercio de Productos Agrícolas y Comercio, el Acuerdo de Protección y Empoderamiento de los Agricultores sobre Garantía de Precios y Servicios Agrícolas y la enmieda de la Ley de Commodities.

Los agricultores también han exigido una garantía legal sobre los precios mínimos de apoyo (MSP, en inglés) para sus cultivos y también que retiren el proyecto de enmienda de la ley de electricidad, presentado también en 2020, ya que temen que eventualmente conlleve al fin de la electricidad subsidiada.

“Todo lo que pedimos es retirar esas tres leyes que desregularán la venta de nuestros cultivos”, dijo Sukhdev Singh, secretario general de Estado del Sindicaro Bharti Kisan.

“Nuestra mayor preocupación es que las leyes recientes que han sido promulgadas por el gobierno central desmantelarán por completo el sistema de MSP, solo los agentes privados se beneficiarán y nosotros los agricultores terminaremos sin actividad”, dijo en diálogo con IPS.

Singh subrayó que “no podemos darnos el lujo de cerrar el «sistema mandi«, así es como tenemos ingresos”.

Los mandis son unos 7000 mercados mayoristas regulados por el gobierno, que junto con el sistema de MSP han protegido por muchas décadas de los vaivenes del mercado a los campesinos en India, aunque para su prejuicio se ven cada vez más desvirtuados por los intermediarios y otras distorsiones.

Modi quiere romper con un desequilibrio: más de la mitad de la población india trabaja en la agricultura, pero esta representa solo un sexto del producto interno bruto (PIB) de este país del sudeste asiático y donde 68 por ciento de los productores agrícolas posee menos de una hectárea. Pero el campesinado considera que su reforma solo beneficiará a los grandes productores y empeorará sus ya precarias condiciones.

“Más de 300 agricultores han muerto hasta ahora mientras acampaban y protestaban en estas fronteras en Delhi. Ya hemos perdido mucho, pero nuestra lucha continuará”, aseguró Singh al explicar la determinación de los campesinos y las crecientes organizaciones sociales que los respaldan.

Mujeres, en la vanguardia

La protesta del campesinado se considera una de las mayores que se ha llevado a cabo en India, no solo por su tamaño, alcance y duración, sino también porque ha puesto a las mujeres en la vanguardia, que ahora a menudo se ven liderando la protesta a pesar de que se les pidió que se fueran.

«Esto es una revolución, estamos aquí para alzar la voz, si no lo hacemos hoy, ¿qué tendrán nuestras generaciones futuras», sostieve Ratinder Kaur, una agricultora de 65 años llegada desde Punjab.

Ella acampa en la entrada de Singhu a la capital desde enero de 2021 y planea permanecer en la protesta mientras su esposo tuvo que regresar a su finca en la primera quincena de abril para cosechar sus cultivos.

«¿Cómo puede alguien decirnos que no podemos participar? Las mujeres también somos agricultoras, vamos al campo, cultivamos, hacemos otros trabajos de incentivo laboral y también cuidamos de nuestras familias”, dijo esta mujer cuyo nombre es ficticio a su pedido.

El grupo humanitario internacional Oxfam afirma que casi 80 por ciento de los trabajadores a tiempo completo en las granjas indias son mujeres. Ellas suponen 33 por ciento de la fuerza laboral agrícola y 48 por ciento de los agricultores autónomos, pero representan solo alrededor de 13 por ciento de las personas propietarias de la tierra.

Las sociedades agrarias de India son extremadamente patriarcales, caracterizadas por estructuras feudales profundamente arraigadas en las que mujeres y hombres rara vez tienen el mismo acceso a los recursos.

Cerrar esta brecha de género es fundamental para acelerar el ritmo de crecimiento del sector agrícola, coinciden analistas, mientras la discriminación basada en el género continúa prosperando en el país de diferentes maneras.

A las mujeres agricultoras en India aún no se las reconoce como productoras en las políticas del país, “negándoles así el apoyo institucional de bancos, seguros, cooperativas y departamentos gubernamentales”, advierte la organización asistencialista Oxfam.

“¿Sabes por qué llamamos a Nodeep nuestro líder? Ella es como nosotras, las agricultoras, fuerte y resistente. Nada puede detenerla y cuando sube al escenario y habla, todos escuchan”, dice Kiranjeet, una agricultora de 57 años, también de Punjab que se unió a los manifestantes que acamparon en primero en el límite de Tikri con Nueva Delhi y desde marzo se trasladaron a la de Singhu.

“Dejé a mis hijos en casa en Punjab y me quedaré aquí, al igual que mis otras hermanas agricultoras. Es importante para nosotras las mujeres pelear esta batalla, cuando la inflación golpea, cuando los precios suben, cuando no hay dinero en casa, sabemos cuánto hemos luchado para conseguir la próxima comida”, dijo esta mujer, cuyo nombre también se alteró a su pedido.

“Nodeep es el futuro, necesitamos jóvenes como ella y tantas otras hermanas que vinieron a apoyarnos. Cuando una mujer habla, muchas otras se le unen. Nuestros maridos han vuelto a casa de su temporada de corte de cultivos y ahora vamos a estar aquí durante los próximos meses, es nuestro derecho y nuestra lucha”, aseguró.

La protesta de agricultores no es la primera en la que las mujeres indias asumen roles de liderazgo, tanto en movimientos políticos como en protestas masivas.

Las mujeres constituyeron una proporción significativa de los manifestantes durante las protestas de por la Ley de Enmienda de Ciudadanía (CAA, en inglés), vigente en el país desde diciembre de 2019.

Sin embargo, el mayor desafío en la India sigue siendo cómo transformar su liderazgo en una representación paritaria en puestos gubernamentales de alto nivel, sin prejuicios de género, casta o religión.

La sola idea de que el movimiento de agricultores en el país está transformando la presencia e influencia de las mujeres dentro de sus propias configuraciones patriarcales y, a menudo, basadas en prejuicios de castas, no puede volver a empujarlas a su tradicional espacio de invisibilidad.

“Sin mujeres no hay revolución”, dijo Nodeep Kaur en su entrevista con IPS.

“Nosotras (las mujeres) hemos pasado por tanto, hemos luchado tanto, hemos sobrevivido tanto, pensaron que podían meterme en una prisión y callarme. Estoy aquí para luchar y para quedarme, pase lo que pase, ellos me han hecho la líder de su pueblo y no los voy a defraudar”, sentenció esta líder del movimiento de los agricultores de India, cuyo desenlace determinará el futuro del sector.

Fuente: https://rebelion.org/una-mujer-dalit-se-convierte-en-la-voz-de-los-agricultores-en-india/

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México: Masculinidad hegemónica, presente al abordar la pandemia, señalan especialistas

Por: Valentina González

 

La masculinidad hegemónica es aquella en la que se sostienen las desigualdades y las violencias de género. La que impera en la actualidad es originada por el sistema patriarcal, un ordenamiento social en el que cada quien tiene su nicho de rol, explicó Yair Maldonado, coordinador de Posicionamiento Público de Gendes (Género y Desarrollo A.C.).

Durante el diálogo Masculinidad & Relaciones Internacionales, organizado por el estudiantado del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana, el especialista dijo que el mejor ejemplo de esta masculinidad son los discursos que legitimaron  la forma de abordar la pandemia en distintos países. Y también se observó en los tipos de liderazgo ejercidos y la manera en la que se abordó la emergencia sanitaria de forma diferenciada.

“Se reconoció mucho la forma en la que se logró controlar o contener la situación en países como Nueva Zelanda, Taiwán, Finlandia… mientras que se castigó el liderazgo de Estados Unidos, con Donald Trump al frente, así como de Brasil. Estos tipos de liderazgo y narrativa parten desde estas identidades fraguadas en la masculinidad hegemónica”, dijo.

Yair Maldonado recordó que el concepto, las teorías y el enfoque de las masculinidades nace a partir de los estudios de género y feminismo. Mientras que en las masculinidades se reconoce el rol que tienen los hombres en lo individual y como género en la lucha por la igualdad sustantiva.

“Hablar de masculinidades es un espacio del que tenemos que apropiarnos los hombres para comprometernos en el discurso y práctica de dolencias y culpas dentro de esta desigualdad y discriminación que existe. Si bien los espacios de feminismo son para las mujeres, la responsabilidad es retomar esos aprendizajes y llevarlos a los espacios de masculinidades o masculinizados”, agregó.

De acuerdo con la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, el concepto de masculinidad hegemónica se empezó a utilizar en 1985. Se presenta cuando un modelo de comportamiento masculino logra imponerse, originando una situación de desigualdad. Asimismo, al reproducir modelos donde hombres violentos se vuelven atractivos.

En ese sentido, Rafael Barceló Durazo, cónsul de México en Tucson, Arizona, recordó que las mujeres siempre han participado en la diplomacia, el problema es que se les marginaba.

Afirmó que el cambio generacional ha permitido crear áreas “como las unidades de género, así como la red de enlaces de género que existen por cada representación. Esto ha abierto el debate y las denuncias por acoso sexual, así como el lenguaje inclusivo”, añadió.

Fuente: IBERO

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Ni criadas ni carceleras: compañeras. Cómo aprender a relacionarse con mujeres libres

Cuando mis ex me preguntan cómo pueden los hombres disfrutar más del amor, y cómo contribuir a derribar el patriarcado y apoyar la causa feminista, les digo siempre que pueden empezar por transformar las relaciones que tienen con las mujeres de su vida, en su día a día.


A ellos y a todos los amigos que tienen ganas de trabajarse los patriarcados, y de mejorar sus relaciones sexuales, sentimentales, y afectivas con mujeres, les dedico este post donde explico por qué lo romántico es tan político:

Ni criadas ni carceleras: compañeras. Cómo aprender a relacionarse con mujeres libres.

Ahora que nosotras estamos despertando y todo está cambiando, ¿qué podéis hacer los hombres para aprender a relacionaros con mujeres libres?
Nosotras ya llevamos tiempo trabajándonos los patriarcados, rompiendo con los mitos, desobedeciendo los estereotipos, los roles y los mandatos de género, estamos aprendiendo a querernos y cuidarnos, estamos luchando por la igualdad, y nos estamos poniendo muy creativas para imaginar otras formas de relacionarnos que nos permitan disfrutar más del sexo y del amor.

Estamos cambiando el mundo.

Cada vez somos más las mujeres que hemos tomado conciencia de cómo lo romántico es político: tenemos claro que ya no queremos más relaciones de abuso y explotación en nombre del amor. 

Nos liberamos el día que comprendemos que las mujeres no hemos nacido para:

Servir – vigilar – castigar – controlar –  aguantar – sufrir

A continuación os cuento cómo estamos rompiendo con los roles de mujeres buenas, de criadas y carceleras para poder amar en igualdad y en libertad. Y os doy pistas para que podáis desobedecer vosotros también.
Mujeres buenas/mujeres malas A unas mujeres las tratáis muy bien, y a otras no. Y es porque os han educado bajo la idea de que hay mujeres de primera y de segunda categoría.

En el imaginario colectivo, las mujeres buenas son aquellas que viven para complacer a un hombre y a sus hijos varones. Son mujeres discretas, obedientes, bondadosas, inocentes, sensibles, amorosas, entregadas, cuidadoras, complacientes, abnegadas, generosas, que viven por y para el amor romántico y el amor de madre. Son buenas esposas, buenas madres, buenas hijas. Son mujeres respetables.

Son el pilar de la familia feliz. 

Las demás son todas mujeres malas. Mujeres para divertirse y tener sexo: a ellas nunca debes ofrecerles el trono del matrimonio. A algunas las enamoráis, a otras les pagáis, pero no les concedéis el status de persona, sino de objeto sexual, por eso tenéis varias.

Para el patriarcado, las mujeres malas son mujeres libres a las que les gusta el sexo, son mujeres que hacen elecciones y toman decisiones, mujeres difíciles de domesticar y someter, mujeres poderosas y dominantes. Mujeres de las que no puedes enamorarte: los hombres son educados para desconfiar de todas las mujeres, menos de su madre.

Y hasta que no desalojes de tu mente la idea de que el mundo está lleno de mujeres malas que quieren destrozarte el corazón, aprovecharse de ti y dominarte a través de sus encantos, no vas a cambiar mucho. Hay que llegar a la raíz para liberarte de la idea de que te mereces una mujer buena que te cuide y se desviva por ti. Y entiendas que las mujeres no somos santas ni putas, buenas ni malas: todas merecemos el mismo respeto, y buenos tratos. No importa si la relación es fugaz o duradera: ninguna mujer vale menos o más que otra. La pista es acabar con las jerarquías y las etiquetas que oprimen a las mujeres.

Mujeres carceleras

Esto viene de muy lejos: ya Zeus era un dios promiscuo y mentiroso que hacía sufrir a su esposa Hera con su obsesión por ponerle los cuernos. Según la cosmogonía de la Antigua Grecia, Zeus vivía obsesionado con serle infiel a Hera, y Hera, se desvivía obsesionada con descubrirle y castigarle. Sus historias están basadas en este juego del gato y el ratón en el que él cumple el papel de hombre casado que necesita una carcelera, y ella es el de la esposa que trata de domesticar al marido, sin conseguirlo nunca del todo.

Desde entonces hasta ahora, han pasado muchos siglos, pero muchos de vosotros seguís creyendo que podéis encerrar a las mujeres en la monogamia, y mientras llevar una doble vida como solteros y como casados, haciendo lo que os apetece y disfrutando de vuestra libertad.  

Las mujeres no nacimos para actuar como «freno de mano» de nuestra pareja masculina.

Se nos ha hecho creer que nuestro deber es vigilar, controlar y castigaros para que no os desboquéis como caballos salvajes. Nuestra función como novias y esposas, nos dice el patriarcado, es sustituir a vuestra madre, domesticaros y guiaros por la senda del bien para que no se os desviéis del camino.

Es el mismo patriarcado que nos encierra en la cárcel de la monogamia para que intentemos que los hombres vivan encerrados con nosotras, cumpliendo la misma condena. Nos meten ahí para que nos rebelemos ante la injusticia que supone que vosotros podáis tener una vida sexual y amorosa diversa, y nosotras no, y para que os arrastremos hacia el nido familiar.

Pero es realmente difícil mantener a un hombre encerrado: siempre encontráis la manera de escaparos y hacer «travesuras». Luego volvéis con las orejas agachadas pidiendo perdón y haciendo propósito de enmienda, mientras planeáis la siguiente escapada. Muchos se aprovechan de una mujer que les ama y sueña con poder cambiarle con su amor.

Es otra trampa del patriarcado: la idea de que el amor todo lo puede.
No necesitáis carceleras, ¿por qué buscáis entonces a una mujer que os controle? Porque a los hombres os educan para que creáis que no tenéis responsabilidad sobre vuestros  actos, y no podéis controlaros ni auto regularos a vosotros mismos con el sexo, el alcohol, las drogas, el juego y las apuestas, las actividades de riesgo en las que ponéis en peligro vuestras vidas, y las fiestas de hombres.

Os tratan como eternos menores de edad para que necesitéis una mujer que os  haga «sentar la cabeza», porque vosotros solos no podéis madurar, ni respetar las leyes, ni cumplir vuestra palabra, ni asumir la responsabilidad de vuestros actos.

Cuando accedéis a casaros para dejar la eterna gloria de la juventud, vosotros sois responsables de traer el dinero a casa, y os veis obligados a trabajar para cumplir con vuestro rol de proveedor.
Nosotras, mientras, somos las responsables de que nuestra relación vaya bien y que el esposo viva esposado.

¿Qué ocurre si pese a nuestra vigilancia, nuestro marido busca a otras mujeres? El patriarcado nos dice que es culpa nuestra porque:  -no sabemos complacerle, no le damos lo que necesita y tiene que buscarlo en otras mujeres,-no sabemos controlarle, no le vigilamos bien, no cumplimos con nuestro deber de carceleras-el mundo está lleno de mujeres deseando robarte el marido, y el pobre no puede resistir la tentación por sí solo, porque es un hombre.

Para nosotras la culpa, para vosotros la disculpa.

La doble moral os atribuye a los varones humanos un apetito sexual insaciable e infinito. Por eso, muchas mujeres saben que a pesar de su férrea vigilancia y sus métodos de castigo, siempre los hombres encuentran sus momentos especiales para escaparse. A nosotras nos enseñan a resignarnos y mantenernos alerta. A la infidelidad masculina le llaman echar canas al aire», y se castiga a los hombres como si fueran chiquillos: les toca dormir tres días en el sofá, y al cuarto pueden volver al lecho conyugal.

Las mujeres, además de vigilar al mentiroso, tenemos que vivir en guerra constante con la mujer a la que hemos sustituido: nuestras relaciones entre suegras y nueras están basadas en la competencia de a ver quién os cuida más y mejor.

Es un estrés vivir siempre en alerta, como si fueras una mujer soldado en una guerra. Nos hacen creer que los hombres no pensáis con el cerebro y no tenéis voluntad propia, y por eso no podemos confiar en vosotros: vuestra palabra no vale nada porque debido a vuestras bajas pasiones y falta de control, no paráis de mentir.  Tenemos que resignarnos a vivir con miedo constante a que nos pongáis los cuernos y nos dejéis por otra mejor.

Si somos demasiado celosas, nos decís que estamos locas. Se supone que todas tenemos que vivir con nuestros cuernos con dignidad, y sin protestar. Muchas mujeres nos compadecemos de vosotros pensando que sois incapaces de ser adultos y necesitáis ayuda, pero también ocurre que en nuestro papel de salvadoras y cuidadoras, nos sentimos útiles y necesarias.

El patriarcado nos ha hecho creer que si nos convertimos en mujeres imprescindibles, tendremos más poder sobre vosotros. Pero en realidad es una trampa para todas nosotras: nunca podremos ser libres ni disfrutar del amor en relaciones de dependencia, ni en relaciones basadas en la dominación y la sumisión, y atravesadas por luchas de poder.

Mujeres criadas y sirvientas

Otro rol patriarcal de las mujeres es el que nos mueve al sacrificio y al trabajo gratis «por amor». El amor es el único instrumento capaz de doblegarnos y de someternos, sólo por amor nos desvivimos por  hacer feliz a un hombre.  Ahora que en muchos países se reconoce que las mujeres somos libres y tenemos derechos, sólo nos podéis explotar en beneficio propio si nosotras lo hacemos voluntariamente, y si creemos que entregarse por completo a un hombre es un acto de amor. 

¿Cuál es el resultado? Que en todo el mundo las mujeres tenemos doble y triple jornada laboral, porque sobre nosotras recaen las tareas básicas para la supervivencia: cuidado de la familia, crianza y trabajo doméstico. Y eso tiene un impacto directo en nuestra salud y nuestra calidad de vida. A vosotros no os enseñan a cuidaros, ni quieren que tengáis autonomía para que necesitéis siempre una mujer a vuestro lado que os cuide y os cubra vuestras necesidades básicas. Primero se ocupa mamá y luego le toca a la esposa. Y si no, siempre se ocupará una hermana, una sobrina, una hija.

Los hombres de todo el mundo vivís como reyes en vuestros hogares: hasta el hombre más pobre del planeta es el amo de su casa y tiene una criada gratis a su disposición. Sólo tiene que enamorarla, hacerle muchos hijos, y mantenerlos a todos.

En todo el planeta los hombres tenéis más tiempo libre que las mujeres: en algunos países, el doble. Esta enorme diferencia del uso del tiempo libre pone al descubierto la explotación en la que vivimos las mujeres, una explotación emocional, sexual, doméstica y reproductiva que nos lleva a vivir como sirvientas de un rey en un sistema que funciona por absolutismo. Os gusta vivir en un país en democracia, pero no hay democracia en la mayoría de las parejas: hay desigualdad y sistema de servidumbre disfrazado de amor.

Las cosas están cambiando: las mujeres nos estamos hartando. 

Atentos a este dato: si antes el principal motivo de divorcio en los países desarrollados era la infidelidad, ahora el principal motivo es el desigual reparto de la energía y el tiempo dedicado a las tareas domésticas, de crianza, y de cuidados. Esto significa que necesitáis un cambio radical en vuestras vidas si queréis adaptaros a los nuevos tiempos y si queréis que vuestras relaciones funcionen.

Mujeres compañeras 

Somos cada vez más las mujeres conscientes de la colosal dimensión de la estafa romántica que nos somete a los hombres por amor. Hemos aprendido que no hay otro camino para la liberación que abandonar nuestros roles de mujer soldado y de mujer sacrificada. Ya sabemos que tenemos derecho al placer, y que nos merecemos disfrutar de la vida, rodeadas de gente que nos quiere y nos cuida.  Las mujeres nos hemos dado cuenta de que no queremos ser criadas, ni carceleras de los hombres: sólo queremos relacionarnos con vosotros como compañeras, de tú a tú, de igual a igual. Ahora os toca a vosotros entender que el amor ha de ser recíproco, y los cuidados, mutuos. 

¿Qué cambios tenéis que hacer en vuestras vidas para dejar de aprovecharos de las mujeres que os quieren?, ¿qué podéis hacer para cuidar las relaciones con las mujeres de vuestras vidas?

Hombres compañeros 

No podéis mantener por más tiempo vuestra condición de reyes: la monarquía doméstica está llegando a su fin. Os tenéis que quitar la corona y bajaros del trono con humildad. Si queréis relacionaros con mujeres libres, lo primero es trabajaros la autonomía y la honestidad. 

Y además:

  • desmontar los mitos de la masculinidad-hacer autocrítica amorosa, individual y colectiva-desobedecer los roles y los mandatos patriarcales-cuestionaros vuestros privilegios y vuestra forma de ejercer el poder, -romper con el pacto de silencio que protege a los hombres, -asumir vuestras responsabilidades y obligaciones en el hogar-comprometeros con vuestra responsabilidad en la crianza y los cuidados,  -caminar hacia la igualdad, aboliendo la explotación de vuestras relaciones,-aprender a relacionaros de una forma horizontal, y tratar a las mujeres como compañeras-trabajaros por dentro para crecer y evolucionar, -aprender a cuidaros a vosotros mismos,-cuidar vuestros vínculos y relaciones con hombres y con mujeres.

Nosotras ya hemos empezado a transformar el mundo: estamos en la cuarta ola feminista. Estamos haciendo crítica y autocrítica, denunciado y visibilizando la explotación y la violencia patriarcal de la guerra contra las mujeres, estamos despertando conciencias, estamos luchando por nuestro derecho a tener una buena vida.

Lo personal es político es uno de nuestros lemas principales: si cambiamos todos y todas, si cambiamos nuestra forma de relacionarnos y de organizarnos, si ponemos en el centro los cuidados, cambiamos el mundo, de arriba a abajo. Empezando por la pareja, y siguiendo por la familia, las amistades y la comunidad, podemos cambiar la sociedad entera. Se trata de dejar de explotarnos, y de aprender a relacionarnos desde el respeto, la cooperación, el disfrute, el apoyo mutuo, la responsabilidad afectiva, la ternura radical y los cuidados compartidos.

Las mujeres y los hombres podemos compartir la vida y disfrutar del amor si somos compañeros, si nos relacionamos en libertad, si nos cuidamos con amor, si nos tratamos siempre de tú a tú, siempre de igual a igual.

Fuente: https://rebelion.org/ni-criadas-ni-carceleras-companeras-como-aprender-a-relacionarse-con-mujeres-libres/

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La vuelta al mundo: la pandemia impacta el trabajo doméstico en Brasil, Argentina y Venezuela

Según datos de la Organización Internacional del Trabajo, Brasil es el país con más empleadas domésticas en el mundo con cerca de siete millones de mujeres trabajando en este sector, que durante la pandemia fue fuertemente golpeado: unas dos millones de trabajadoras quedaron sin empleo. Mientras tanto, en Argentina tres de cada cuatro trabajadoras de casas particulares se encuentran en la informalidad. Y en Venezuela, la pandemia también afectó a las empleadas domésticas, quienes en muchos casos tuvieron que cambiar de rubro y dedicarse a las ventas informales.

Fuente: https://www.france24.com/es/am%C3%A9rica-latina/20210331-pandemia-trabajo-domestico-brasil-argentina-venezuela

 

 

 

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El Aquelarre de las Insumisas presenta: Feminismos historia- Segunda Ola

El feminismo ha sabido construir su historia a través de la elaboración de una genealogía de luchas intergeneracionales y la metáfora de las olas aparece siempre en el relato de esta historización. Las olas, como sinónimo de movimientos constantes, nos permiten vislumbrar una lucha que no se detuvo, que a lo largo de la historia resistió y combatió incansablemente a la opresión patriarcal.
El feminismo identificado con la “segunda ola”, también conocido como “feminismo radical”, surge hacia fines de los años 60 y se extiende bajo el lema de “lo personal es político”, intentando por todos los medios llevar lo privado a la arena política. Esta etapa marca el comienzo de una fuerte reflexión colectiva sobre las raíces profundas del patriarcado y la necesidad de la liberación de la mujer de la opresión, por su propia condición de género. Para estas feministas su lucha fue a la vez un desafío político y una ética personal.
En América Latina, a mediados de los años 70, salvo en algunos países del sur, donde por las dictaduras existentes los movimientos de mujeres fueron parte de la resistencia,  se comienzan a delinear el Movimiento Feminista y de Mujeres, con muchas de las características que en la actualidad presenta este gran colectivo de lucha y resistencia.
Desde el Aquelarre de las insumisas, como espacio que se propone tejer redes para organizarnos y visibilizar nuestras luchas por otros mundos posibles, entendemos que recuperar nuestra historia de resistencias feministas nos posibilita vislumbrar un futuro de esperanza donde no quepa el patriarcado, ni ninguna otra forma de opresión ni violencia.
Por tal motivo las invitamos al ciclo: “Historia del feminismo- Segunda Ola”, el día Sábado 27 de marzo del 2021 en los siguientes horarios:
13.00 hs. México
14.00 hs, Colombia- Perú
15.00 hs, Venezuela
16.00 hs. Argentina- Chile- Uruguay
Se transmitirá por el Facebook del Aquelarre de las Insumisas
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