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Feminismo, salud mental, antirracismo: qué nos están enseñando los Juegos Olímpicos de Tokio más allá del deporte

Alice Milliat, la mujer que inyectó feminismo al deporte olímpico

Que los Juegos Olímpicos no solo van de deporte es algo que está demostrando con creces la insólita edición que se celebra este año tras la suspensión por la pandemia. Todos los ojos del mundo miran a Tokio, donde casi 12.000 atletas buscan una medalla en sus respectivas disciplinas. Pero las olimpiadas están sirviendo también para poner en el centro cuestiones socialmente relevantes que trascienden la propia competición deportiva y que han originado conversaciones públicas sobre feminismo, salud mental, racismo o visibilidad LGTBI y que reflejan, en parte, cómo somos, qué discriminaciones siguen arraigadas y por dónde se están dando avances.

La retirada de Simone Biles en los Juegos abre otra grieta en el muro de silencio que estigmatiza la salud mental

El momento con más repercusión ocurrió el pasado 27 de julio, cuando la gimnasta estadounidense Simone Biles se retiró de la competición de equipos por su estado psicológico. La multicampeona olímpica ha regresado este miércoles y se ha llevado el bronce en barra de equilibrios pero, al margen del podio, deja otra impronta en estos juegos porque su gesto ha contribuido a agrietar el muro de silencio que estigmatiza y silencia la salud mental. «Esto no es simplemente salir y hacer lo que el mundo quiere que hagamos […] Es más importante la salud mental que el deporte ahora mismo», reivindicó.

Simone Biles en los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020. AFP7 / Europa Press

Visibilidad del machismo

Ya antes de la ceremonia inaugural era la capitana del equipo español de natación sincronizada, Ona Carbonell, la que denunciaba públicamente la imposibilidad de dar de mamar a su hijo Kai durante los Juegos Olímpicos y ponía el foco en uno de los principales problemas que las deportistas llevan años señalando: las dificultades para conciliar trabajo y maternidad. Es una constante en sus carreras de alto nivel, pero la desatención de los cuidados y el conflicto con el trabajo productivo es aún una ecuación pendiente en todos los ámbitos que sigue solucionándose mayoritariamente a costa de las mujeres de una forma soterrada e invisible.

A Tokio han llegado también denuncias relacionadas con el sexismo en las equipaciones. Fue el caso del equipo alemán de gimnasia artística, que decidió salir a competir con una prenda de cuerpo completo, algo que no suele ser habitual en la disciplina, como forma de reivindicar la libertad de que «cada mujer y todo el mundo pueda decidir lo que ponerse». Es un símbolo se ha convertido también la imagen de las tres chicas de 13 y 16 años en el podio de una de las pruebas de skate, que se ha estrenado este año como deporte olímpico. Una práctica tradicionalmente copada por hombres, pero al que cada vez y con más fuerza se suman chicas jóvenes que reivindican su lugar sobre el patín.

Pauline Schaefer, del equipo alemán de gimnasia artística, el pasado 25 de julio. Marijan Murat / Dpa

Es una realidad que el empuje feminista de los últimos años tiene su reflejo en las olimpiadas, y no solo por una cuestión de participación femenina, que alcanza el 49%. Las mujeres aún pelean por competir en igualdad de condiciones, pero hay avances. «Queda muchísimo, pero se ha logrado cierta visibilidad y conciencia de las discriminaciones e injusticias que vivimos. Se ha roto el silencio y creo que las propias deportistas ven que se cuentan más cosas, que no son igual de penalizadas que antes por hablar, y cuando una lo hace, anima a las demás», opina Pilar Calvo, secretaria general de la Asociación para Mujeres en el Deporte Profesional (AMDP).

«Somos negros»

Para la historia se queda el récord del mundo en triple salto femenino de la venezolana Yulimar Rojas y el bronce de la española Ana Peleteiro, pero también el abrazo en el que ambas, rivales en la pista y amigas fuera de ella, se fundieron al terminar, y la alegría de Peleteiro por el oro de Rojas. La gallega se ha convertido en una de las protagonistas de los juegos también por las palabras que pronunció después, en una entrevista junto a Ray Zapata, plata en gimnasia. «Somos de color pero representamos a España», empezó Zapata, momento en el que la triplista le interrumpió: «Somos negros, qué ‘de color’. De color son ellos, que cambian más de color que el sol», dijo en referencia a quienes enarbolan mensajes racistas.

Ana Peleteiro, del Equipo Español, bronce en la final de triple salto de atletismo, celebra la medalla junto a Yulimar Rojas (oro) durante los JJOO 2020 SportMedia / Europa Press

La participación de ambas ha hecho aflorar una evidencia: la diversidad racial que existe en España, y también ha sacado a la luz los prejuicios y episodios racistas que siguen enfrentando las personas no blancas y que la propia Peleteiro ha narrado en alguna ocasión. «En la gasolinera un señor me gritó: ‘Negra de mierda, vete a tu país’. Estoy en mi país, da mucha rabia», contó en 2020 en una entrevista con El País. Un discurso discriminatorio que formaciones como Vox no condenan, e incluso alientan, como ocurrió en la Asamblea de Madrid el pasado junio con el diputado de Unidas Podemos Serigne Mbaye. Tras la medalla lograda por Peleteiro y Zapata, las redes sociales han criticado que ni Pablo Casado ni el partido de extrema derecha les hayan felicitado inmediatamente por sus triunfos.

A estas imágenes se ha unido en los últimos días el gesto de la atleta estadounidense Raven Saunders, medallista de plata en lanzamiento de peso, que quiso mandar un mensaje en el podio para denunciar «la instersección en la que se encuentran todos los que están oprimidos». La olímpica, lesbiana y negra, cruzó los brazos sobre su cabeza en forma de «X», un gesto que será estudiado por el Comité Olímpico Internacional, puesto que no permite manifestaciones políticas durante la competición, y que ha recordado a muchos al icónico puño en alto del black power en México 68.

Raven Saunders (EEUU), medalla de plata durante los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. AFP7 / Europa Press

Primera atleta trans

Las palabras de Tom Daley, que se hizo con la medalla de oro en trampolín de 10 metros sincronizado también dieron la vuelta al mundo. «Creo que es una de las cosas de las que me siento enormemente orgulloso: soy gay y campeón olímpico», dijo en la rueda de prensa posterior, en la que compartió cómo en su infancia se sintió carente de referentes con su misma orientación sexual. «Cuando era joven me sentí solo, diferente, sentía que no encajaba… había algo en mí que nunca sería lo suficientemente bueno como la sociedad quería que fuese», dijo el británico, que, sin embargo, ha recibido críticas por ser padre por gestación subrogada.

Además, Tokio ha sido escenario de la participación por primera vez de una atleta trans en los Juegos Olímpicos, la neozelandesa Laurel Hubbard, en halterofilia. Esto es posible después de que el Comité Olímpico Internacional cambiara las reglas en 2015, cuando descartó obligar a las deportistas trans a someterse a operaciones genitales para poder competir en la categoría femenina, que era la normativa entonces vigente. Ahora lo que deben es cumplir con un nivel máximo de testosterona.

Su presencia ha sido duramente criticada por un sector del feminismo que aquí en España es contrario a la Ley Trans y a la autodeterminación de género por considerar que habría hombres que podrían declararse mujeres para lograr triunfos deportivos frente a las mujeres. Hubbard es una mujer trans que cumple con los criterios impuestos por el Comité Olímpico Internacional para competir y se da la circunstancia de que en esta ocasión ha sido descalificada tras hacer tres nulos seguidos. Para la Agrupación Deportiva Ibérica LGTBI+ (ADI), «suponer que las personas trans en el deporte son tramposas que fingen ser quienes son por interés competitivo» es «contrario a los valores del deporte» y «un prejuicio tránsfobo».

Además de Hubbard también compite Quinn, persona trans no binaria, con la selección femenina de fútbol. La asociación ha contabilizado hasta 179 deportistas LGTBI visibles en Tokio, el triple que en los anteriores Juegos Olímpicos, celebrados en Río de Janeiro, pero aún así, una cifra ínfima comparada con el total de participantes, casi 12.000, «un síntoma de la difícil situación de las personas LGTBI en el mundo del deporte», concluye.

Fuente: https://www.eldiario.es/sociedad/feminismo-salud-mental-antirracismo-ensenando-juegos-olimpicos-tokio-deporte_1_8191107.html

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Escrita por nosotras: la historia de la huelga feminista narrada desde las voces de sus protagonistas

El libro “La Huelga General Feminista ¡Va!: Historias de un proceso en curso”, son un conjunto de vivencias desde las huelgas feministas ocurridas en 2019 y 2020, así como el trabajo con otras organizaciones sociales feministas. Es ese contexto El Mostrador Braga conversó con Javiera Manzi, vocera de la Coordinadora Feminista 8M, Claudia Marchant, editora e integrante del comité editorial y Gabriela Curinao, directora de ANAMURI. Todas ellas han sido parte de las luchas sociales feministas, donde han escrito la historia desde sus territorios y vivencias personales y colectivas que han sido plasmadas en este libro.

El libro de la Coordinadora Feminista 8M lanzado el 17 de junio de este año a través de la editorial Tiempo Robado Editoras, es un trabajo conjunto con la Fundación Rosa Luxemburgo y otras  múltiples organizaciones feministas de todo Chile que fueron parte de los Encuentros Plurinacionales desde 2018 hasta el presente, con el objetivo de mostrar a la sociedad y a las autoridades las múltiples aristas que precarizan la vida de las niñas, mujeres y disidencias sexuales y de género.

Desde la educación sexista, la violencia hacia las mujeres y disidencias sexuales y de género, la vulneración de los derechos humanos, la precarización de las trabajadoras de casa particular, la feminización de los cuidados, la discriminación arbitraria a los pueblos indígenas, afrodescendientes y migrantes, entre todas las otras luchas que se mueven desde los feminismos.

La Huelga General Feminista ¡Va! es una recopilación de memoria de movilizaciones de las mujeres para buscar la justicia de género desde la historicidad patriarcal. Para la vocera de la Coordinadora Feminista 8M, Javiera Manzi, la huelga general feminista es “cuando ponemos la vida de niñas, disidencias, mujeres al centro de la política, estamos hablando de todas las formas que se organiza la vida. Es por eso que este libro fue desde el inicio un deseo por visibilizar y compartir esta experiencia (…) compartir este proceso de aprendizaje, compartirlo con nuestras compañeras de otras latitudes. Escribir esta historia y no esperar que sean otros quienes las escriben”

Este conjunto de historias, vivencias, experiencias de mujeres, disidencias, y organizaciones feministas, se recopilaron y se formó en un libro trabajado desde Tiempo Robado Editoras, donde la editora e integrante del comité editor del libro, Claudia Marchant, comentó que “hemos ido vinculando con los feminismo a lo largo de nuestro recorrido como editorial que sintoniza con estar al servicio de las luchas del presente (…) surgió la necesidad de hacer un libro herramienta con un trabajo gráfico y esperamos que continúe y podamos seguir trabajando al servicio de estas luchas”.

Así como el trabajo en conjunto de la editorial Tiempo Robado Editoras con la Coordinadora Feminista 8M, también se vinculan con múltiples organizaciones de todo el país, desde las diversidades sexuales, las federaciones estudiantiles, redes de mujeres migrantes, de derechos humanos y de los niños, niñas y adolescentes, entre otras más.

Con respecto a lo anterior, las organizaciones de la sociedad civil también conforman una parte importante de las narraciones e historias plasmadas en el libro, en esta ocasión, se conversó con la dirigenta y directora de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, Gabriela Curinao donde enfatizó en la participaciones de los territorios en las movilizaciones sociales y en la lucha contra la desigualdad que han sufrido las mujeres desde el nacimiento.  “Este es un sistema racista, capitalista, extractivista, patriarcal que nos determina durante toda la vida antes de nacer durante todo el ciclo vital. Entonces criticamos y nos planteamos por qué, y desde ahí definimos qué es lo que queremos cambiar”.

El libro “La Huelga General Feminista ¡Va!:  Historias de un proceso en curso”, está disponible aquí 

También puedes escuchar la entrevista completa a continuación:

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UNESCO: Informar sobre la violencia contra las mujeres y las niñas (manual para periodistas)

UNESCO, junio 2021

En la era del cambio digital, democrático, social y político, la comunicación se ha convertido en un medio esencial para expresar ideas y desarrollar iniciativas revolucionarias, capaces de crear comunidades más fuertes, mejor informadas y más comprometidas que nunca. El surgimiento del periodismo ético se ha vuelto fundamental para las salas de prensa y es el pilar de las noticias periodísticas que favorecen el desarrollo de la sociedad.

Al comenzar estos cambios, la cuestión del género se vuelve inseparable del tema del progreso y del periodismo ético.

Abordar la violencia de género significa plantear un tema que le concierne a toda la humanidad. Reflexionar acerca de representaciones sesgadas, estereotipos, prejuicios y violencia contra las mujeres y las niñas significa involucrarse en el cambio para que, finalmente, los medios de comunicación cubran esta violencia de forma tal que refleje plenamente las preocupaciones de nuestras sociedades. Indudablemente, este es un objetivo ambicioso para un manual, pero dada la magnitud de este flagelo, se vuelve fundamental cubrir temas relacionados con la violencia de género, a fin de ayudar a los medios de comunicación a que comprendan mejor la escala y la consecuencia de ejercer esta violencia directamente sobre las personas implicadas: niñas, niños, mujeres, comunidad LGBTIi, mujeres periodistas, entre otras.

La violencia ejercida contra las mujeres y las niñas no conoce fronteras geográficas. Si bien el riesgo de padecer violencia es mayor para las mujeres pobres o marginadas, la violencia de género no es una característica específica de ninguna cultura, religión o clase social en particular. Más aún, esta violencia no siempre expresa la dominación masculina. En algunos casos, es ejercida por mujeres. La violencia de género tiene varias formas: agresión sexual, los llamados delitos por cuestiones de “honor”, infanticidio femenino, mutilación genital femenina (MGF), acoso sexual, matrimonios forzados o precoces, trata de personas, violencia en épocas de conflicto, entre otras.

Al ensamblar este manual, el análisis de los artículos periodísticos seleccionados y los informes de televisión y radio revelaron la necesidad imperiosa de ayudar a los medios de comunicación a mejorar la cobertura de temas tan cruciales e injustos como los hechos de violencia contra las mujeres y las niñas. A fin de brindar ejemplos concretos y estudios de casos, los temas cubiertos debieron ser cuidadosamente seleccionados. Este manual no pretende brindar un análisis exhaustivo y completo sobre el tema de la violencia, pero tiene el propósito de ayudar a los profesionales de la radio, la televisión, la prensa y las redes sociales a determinar qué canales de investigación e información serían relevantes y éticos. Por lo tanto, brinda recomendaciones y ejemplos de buenas prácticas a los profesionales que trabajan en los medios de comunicación y a todos aquellos que ya están involucrados en la ética periodística, a fin de ayudarlos a hacer las elecciones correctas en la cobertura mediática de los temas importantes de la Agenda del Desarrollo Sostenible para 2030.

En cuanto a alcanzar el Objetivo 5 del Desarrollo Sostenible (ODS), acerca de la igualdad de género, se ha logrado progresar. Sin embargo, las mujeres y las niñas continúan sufriendo hechos de discriminación y violencia, mientras que la cobertura mediática del tema no refleja la realidad ni la magnitud de este flagelo. Los medios de comunicación pueden crear las condiciones correctas para neutralizar esta violencia y combatirla a través de los artículos periodísticos y de adoptar un compromiso ciudadano. Por lo tanto, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) desea publicar este manual para brindar a periodistas y a profesionales de los medios de comunicación las explicaciones, definiciones, datos estadísticos y, sobre todo, los recursos y los consejos necesarios para que, de ahora en más, estos temas sean considerados y tratados como violaciones a los derechos humanos.

Manual

Informar sobre la violencia contra las mujeres Manual para periodistas

 

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Académicas proponen miradas feministas a los cuidados

Cinco académicas cubanas se acercan a los cuidados en Cuba desde una mirada feminista. Las investigaciones, reunidas en un libro, apuestan por una ruta de cuidados en clave de equidad.

«Cuando comenzamos a trabajar en este libro, en 2018, no se hablaba de este tema. Pero hace un año y medio ha habido una explosión de acercamientos a los cuidados. La covid-19 acentuó la crisis global de la cual ha estado dando cuenta el feminismo, pues no se puede pensar la sostenibilidad de la vida sin el cuidado de la vida humana y natural», dijo la filósofa Georgina Alfonso al presentar el volumen, el 20 de mayo en La Habana.

Alfonso es coautora del libro Los cuidados en la ruta hacia la equidad en Cuba, junto a la economista Teresa Lara Junco y las sociólogas Magela Romero Almodóvar, Dayma Echevarría León y Clotilde Proveyer Cervantes.

El volumen se publica sin fines comerciales y contó con el apoyo del Instituto de Filosofía y su Grupo de Investigación «América Latina: Filosofía Social y Axiología» (Galfisa); el Departamento de Sociología y el Centro de Estudios de la Economía Cubana, de la Universidad de La Habana; la Red de Estudios sobre Cuidados y Oxfam en Cuba.

Para las autoras, la pandemia causada por la covid-19, junto a la crisis económica global, la reforma económica gubernamental y el bloqueo económico y financiero del gobierno de Estados Unidos hacia la nación del Caribe marcan la respuesta a los cuidados en el país.

«El libro es una referencia para el desarrollo del trabajo, políticas e investigaciones en el país. Busca contribuir a una mirada más integradora, desde la sostenibilidad de la vida, para que de verdad logremos un desarrollo próspero y sostenible·, dijo Teresa Lara durante la presentación a la prensa.

Los cuatro capítulos del libro presentan, respectivamente, una mirada de los cuidados desde la economía feminista; el análisis de brechas asociadas al trabajo de cuidados y sus desafíos para el modelo social cubano desde evidencias cuantitativas; un acercamiento a las percepciones de personas decisoras sobre las políticas sociales que tributan a los cuidados en Cuba y una sistematización sobre los estudios realizados en el país sobre este tema.

Según los estudios que resume el material, la equidad y la justicia han sido principios rectores de la política social en la nación del Caribe, con una preponderancia del Estado en programas de cuidados y de políticas de apoyo con prestaciones en servicios, en especie y monetarias, principalmente.

Sin embargo, las autoras reconocen la persistencia de un enfoque «familista», «maternalista» y «patriarcal», que refuerza la creencia de que los cuidados son responsabilidad fundamental de las familias y en particular de las mujeres que las integran.

Esta tesis está abalada por el análisis de estadísticas públicas relacionadas con el uso del tiempo, la división sexual del trabajo y la ocupación de las mujeres. En esta ecuación de corresponsabilidad quedan fuera la comunidad y el sector privado.

Las expertas confieren mucha importancia a los datos, pues a decir de Lara, «lo que no se cuenta, no se caracteriza y no se identifica, queda invisibilizado».

La economista feminista hace un recorrido por diversas brechas de género que existen en la sociedad cubana relacionadas con los cuidados y su repercusión en el empleo, la igualdad salarial de las mujeres y, por tanto, su autonomía económica y el desarrollo del país. Se basa en datos oficiales publicados en encuestas nacionales, el Censo de Población y Vivienda de 2012los anuarios de salud pública, entre otras publicaciones.

Durante la presentación, Lara resaltó la importancia de asumir una perspectiva de género en la economía y también en las estadísticas nacionales.

Refiriéndose al Censo de 2012, explicó que las mujeres que se dedican a los quehaceres del hogar están codificadas como «amas de casa», una mirada que naturaliza los cuidados.

«Nosotras las llamamos trabajadoras no remuneradas, porque asumimos el concepto de trabajo aprobado por la OIT desde 2013, que reconoce que el trabajo es mucho más que empleo», explicó Lara.

La visión abarcadora no solo incluye el concepto de trabajo. Las investigaciones también conectan con otras brechas y desigualdades desde un enfoque interseccional.

«No es lo mismo cómo se viven los cuidados en diferentes contextos y realidades. Son las mujeres rurales, por ejemplo, las que hoy muestran una situación más compleja. Por ello, cuando pensamos en los cuidados, no puede ser desde una agenda fragmentada, porque también se conectan con otras problemáticas como las violencias machistas y esto es importante en el momento de pensar políticas públicas», reflexionó Yohanka Valdés, investigadora social y consultora de Oxfam en Cuba.

El tercer estudio que se incluye en la compilación -realizado por las investigadoras Magela Romero Almodóvar, Dayma Echevarría León y Clotilde Proveyer Cervantes- se acerca a los imaginarios de personas decisoras en relación con los cuidados.

«Este análisis nos permite valorar el modo en que estas percepciones están atravesadas por una cultura patriarcal que todavía concibe los cuidados desde una perspectiva familista, que atribuye la responsabilidad fundamentalmente a las mujeres, con percepciones muy marcadas por una cultura machista que nos permea como sociedad», dijo Romero Almodóvar a la prensa.

La última de las investigaciones ofrece un panorama de los estudios sobre cuidados en Cuba. Las autoras encontraron alrededor de 250 publicaciones sobre el cuidado realizadas por especialistas de distintas universidades y centros de investigación en el país.

Estos estudios marcan los antecedentes en el camino hacia un sistema nacional de cuidados, por el que apuesta un grupo de especialistas e instituciones. En 2019 se realizó el Primer taller de estudios sobre cuidados, que tuvo su segunda edición en abril de 2021. Fruto de estos esfuerzos se creó la Red cubana de estudios sobre cuidados, que integra a más de 110 especialistas de todo el país y 45 instituciones.

Para Georgina Alfonso, el libro se suma a estos esfuerzos aportando una visión feminista, entendida como un posicionamiento crítico y activismo comprometido con la emancipación de las mujeres.

La filósofa feminista opina que, entre los desafíos que quedan por delante, están comprender la importancia de esa visión política; articular a diversos actores para hacer; extender el análisis de las estadísticas desde una visión de género y feminista y construir desde los territorios las respuestas a las necesidades de cuidados.

Fuente: https://rebelion.org/academicas-proponen-miradas-feministas-a-los-cuidados/l

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Libro: Políticas del cuidado. (descargable en pdf)

Karina Batthyány. [Autora]

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ISBN 978-987-722-831-1
CLACSO. Universidad Autónoma Metropolitana – Unidad Cuajimalpa.
Buenos Aires. Ciudad de México.
Abril de 2021

*Disponible sólo en versión digital

 

Karina Batthyány nos coloca ante una idea sencilla pero que implica una transformación cultural que avanza firmemente: la importancia del trabajo no remunerado dentro del hogar y el estatuto de las mujeres como trabajadoras por esas tareas, que arrastran un estigma histórico de desvalorización y naturalización. La pandemia del coronavirus puso en evidencia su valor fundamental para el funcionamiento de la sociedad y la economía. Para analizar la igualdad y el ejercicio de derechos puertas adentro de los hogares, Batthyány nos propone revisar el concepto de género, la división sexual del trabajo y el rol de la labor no remunerada en las sociedades capitalistas, con el propósito de avanzar juntos hacia la solución de una crisis de cuidados que toca a la sociedad como un todo.
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Mujeres al poder: dirigentas gremiales exigen el cupo femenino en la CGT y sus sindicatos. Argentina

Ellas conducen, son referentes gremiales y exigen el lugar que les corresponden tanto en las secretarías generales de sus sindicatos con también en la Confederación General del Trabajo (CGT), que a fin de año celebraría elecciones. La ley 25.674, que establece un mínimo de 30% de cupo femenino en las conducciones gremiales se promulgó hace 18 años y no se cumple.

Las luchas del feminismo en la Argentina que llenaron las calles por el #NiUnaMenos y el #8M exigiendo justicia y por todas las reivindicaciones de las mujeres y disidencias visibilizaron las desigualdades y las brechas entre hombres, mujeres y disidencias en todos los ámbitos: uno de ellos el laboral y sindical. Fue justamente un 8 de marzo de 2003, en el Día Internacional de la Mujer, que se promulgó la ley 25.674, que establece un mínimo de 30% de cupo femenino en las conducciones gremiales, pero ya pasaron 18 años de la entrada en vigencia de la normativa y hasta ahora son escasas las excepciones en las que se cumple.

«Hoy tenemos cada vez más claridad de las injusticias y desigualdades que existe aún con una ley vigente que no se cumple. Lamentablemente estamos llenos de ejemplos en los que al momento de la discusión de los lugares de poder son los hombres que toman esos puestos», remarcó la secretaria general de La Bancaria seccional Buenos Aires (que abarca 60 entidades bancarias de Ciudad, Gran Buenos Aires y parte de la Provincia), Alejandra Estoup, en diálogo con Gestión Sindical.

Alejandra Estoup, secretaria general de la Bancaria Buenos Aires
Alejandra Estoup, secretaria general de la Bancaria Buenos Aires, integra la Corriente Federal que conduce Sergio Palazzo

Muy pocos sindicatos cumplen la ley

Es que, según los último registros oficiales que maneja el Ministerio de Trabajo de acuerdo un relevamiento elaborado hace tres años en 26 organizaciones, solo se cumple con la ley de cupo en cuatro sindicatos. La ley establece un piso mínimo del 30 por ciento en las listas electorales internas de los gremios y un porcentaje de delegadas en las negociaciones colectivas de trabajo. Abarca a los sindicatos, uniones y confederaciones, por lo cual se tendrían que aplicar desde un gremio hasta la CGT.

La secretaria general del Sindicato de Viales, Graciela Aleñá, es una de las mujeres que tiene un cargo jerárquico en su sindicato. La dirigente gremial admite que falta mucha presencia de mujeres en los puestos de decisión y deja a la vista que no se cumple el cupo femenino en la mayoría de los sindicatos.

«Creo que tiene que ver con que la mayoría de los sindicatos son naturalmente hombres, sin embargo existen muchos en donde existe un gran porcentaje de mujeres y aún así sus dirigentes son hombres«, analizó Aleñá en diálogo con este medio.

En este sentido, la secretaria general de Viales hizo un llamado a que en estás elecciones se cumpla el cupo femenino en virtud de todo lo que lograron las mujeres en todos estos años de lucha y por sobre todo en defensa de los trabajadores.

«Primero hay que darle el lugar a las mujeres que venimos trabajando hace muchos años en el sindicalismo y también porque las mujeres tenemos un fuerza particular», agregó.

Graciela Aleñá, secretaria general del Sindicato de Viales
Graciela Aleñá, secretaria general del Sindicato de Viales, es referente dentro del moyanismo

Las dirigentas sostienen que la estructura sindical Argentina está atravesada como todos los aspectos de la vida por la cultura patriarcal. Coinciden que ser mujeres y dirigentas de sus gremios tiene el doble de esfuerzo que el que tiene un hombre. «Aún está estructurado que las mujeres deben ocuparse de los cuidados del hogar y los hijos, algo que nos sigue condicionando como mujeres ya que todo está pensando y amoldado al sistema patriarcales», sostuvo Alejandra Estoup de la Bancaria.

La deuda pendiente del cupo femenino en la CGT y los gremios

«¿Por qué no tenemos la misma participación que los hombres dentro del gremialismo?», se interroga Andrea Aranda, secretaria general del Sindicato de Choferes Particulares. «Es una deuda pendiente en el mundo del trabajo en donde debemos realizar una tarea de concientización entre los compañeros para que se respete esta conquista que tanto nos costó a las mujeres en el gremialismo», respondió Aranda en una entrevista a Gestión Sindical.

«Debemos hacer valer nuestros derechos y defender lo conseguido, se lo debemos a nuestras compañeras, pero sobre todo a la memoria de Eva Perón, que tanto hizo en pos de la igualdad entre los hombres y las mujeres de nuestra Patria», enfatizó la gremialista.

En este marco, la CGT tiene un desafío este año en la renovación de sus autoridades y es cumplir por primera vez el cupo de 30% de mujeres. Actualmente, solo dos mujeres encabezan secretarías del consejo directivo sobre 24 cargos en el Consejo Directivo de CGT ellas son: Sandra Maiorana, que dirige Salud y proviene de la Asociación de Médicos, y Noemí Ruiz, en Igualdad de Oportunidades y Género y es de la Asociación de Modelos Argentinas.

Andrea Aranda, secretaria general del Sindicato de Choferes Particulares
Andrea Aranda, secretaria general del Sindicato de Choferes Particulares, es una integrante importante del Frente Sindical que conducen Hugo y Pablo Moyano

«Es el momento oportuno para que se respete el cupo femenino»

Ante la falta del cumplimiento del cupo femenino, las mujeres del gremialismo comenzaron a trabajar sobre la paridad de género. «Esto fue el disparador para que nos empecemos a juntar compañeras de distintas Organizaciones Sindicales, nos impusimos una agenda de trabajo y logramos que se cumpla entre otras cuestiones el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) contra la Violencia y el Acoso Laboral, que sirvió para volver a plantear en el seno de la CGT mayor igualdad dentro del Movimiento Obrero», detalló Aranda.

«Entendemos que ahora es el momento oportuno para que se cumpla y se respete el Cupo Femenino, creo personalmente que los dirigentes de la Confederación General del Trabajo han tomado conciencia y no pueden ignorar esta realidad», se esperanzó la dirigenta quien concuerda con Estoup y Aleñá en que las luchas feministas marcaron un precedente para que las mujeres trabajadoras ocupen los lugares de decisiones en todos los ámbitos y por supuesto que en el sindical también.

Actualmente, el consejo directivo de la CGT está integrado por dos secretarios generales, Héctor Daer y Carlos Acuña, y 35 miembros (25 en el secretariado) y 10 en otras funciones.

Mujeres al poder: aquellas que llegaron a las secretarías generales de sus gremios

Lo cierto es que no son muchas, entre ellas se encuentra Noemí Ruiz, que es secretaria general en el Sindicato de Modelos, Lorenza Benítez, del personal de la Unión Personal Auxiliar de Casas Particulares; Carla Gaudensi, de la Federación de Trabajadores de Prensa. La diputada nacional Vanesa Siley, jefa de uno los gremios judiciales; Andrea Aranda, en el Sindicato de Choferes Particulares, y Graciela Aleñá, del Sindicato de Trabajadores Viales y afines.

El reciente informe de Ministerio de Trabajo elaborad en 2018, indica que las mujeres están a cargo del 18% de secretarías, subsecretarías o prosecretarías de los sindicatos, de las cuales, el 74% corresponden a áreas de igualdad, género o servicios sociales. Lo que deja a las claras que espacios de definiciones y discusiones sobre el futuro de las trabajadoras y los trabajadores siguen siendo ocupados por hombres.

«Tenemos expectativas que se cumpla la ley este año y por sobre todo que las mujeres trabajadores tengamos los lugares de poder y decisión que nos corresponden para seguir luchando por los derechos de las trabajadoras y trabajadores», coincidieron las referentes sindicales.

Fuente: https://gestionsindical.com/cupo-femenino-en-la-cgt-y-sus-sindicatos/

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Entrevista con la activista feminista Nadia Poblete: Por un feminismo anclado en las luchas populares. (Parte I)

Por: Correo de los Trabajadores/Red de Medios

Conversamos con Nadia Poblete, activista, militante social y feminista, participe de diversas experiencias de organización desde hace más de 20 años.

Ha participado en organizaciones tales como La red chilena contra la violencia hacia las mujeres (2009-2010), Colectiva “La Huacha” de Valparaíso (2010-2017), Colectiva “Nosotras decidimos” de Valparaíso (2015-2020), participante de la “Campaña MISO pa´ Todas” (2016-2017) y actualmente integrante de las Asambleas territoriales de la zona poniente de Maipú, y por esa vía, del Referente Político Social, RPS, recientemente constituido en el mes de febrero de este año en Concepción. La conversación se realizó en Santiago en dos jornadas los días 16 y 17 de abril del año en curso, y su transcripción fue realizada por compañerxs de la red de medios populares a quienes agradecemos enormemente su trabajo. Ofrecemos ahora la primera de tres partes de dicha entrevista.

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CT: Buenas tardes compañera, un gusto conversar con usted. Agradecemos su disposición a esta entrevista sobre las perspectivas y luchas el feminismo. Como le señalamos, nuestro interés es precisar, por una parte, el debate teórico dentro del feminismo, y por otra, las implicancias que tales debates tienen sobre las opciones políticas, especialmente respecto de las luchas políticas en el Chile actual.

Partamos por lo primero. El arco feminista en la teoría.

¿Podría usted hacernos una breve descripción de las corrientes feministas desde un punto de vista teórico/programático, es decir, más allá de las representaciones político–sociales inmediatas en que se agrupa el feminismo?

Nadia P.: Lo primero que habría que señalar, ratificando lo que se enuncia en la pregunta, es que existen diversas corrientes feministas que hacen referencia a distintos aspectos teóricos que operan como determinantes de las corrientes más relevantes que conviven en el movimiento feminista en general. Para abordar esa diversidad existen distintas entradas. Se puede hablar de corrientes feministas vinculadas a ciertas teorías troncales en la historia del pensamiento político filosófico. En rigor, existe un feminismo liberal, un feminismo materialista y uno anarquista, como principales corrientes en esta línea. Estos feminismos buscan bajo un marco político-filosófico determinado, comprender la experiencia de dominación específica que vivimos las mujeres utilizando un paragua conceptual, de categorías que facilitan esa comprensión. Un ejemplo de aquello, son el grupo de feministas francesas, rescatado por Jules Falquet Ochy Curiel, que plantean conceptos importantes como el de clase de sexoapropiación de las mujeres y relaciones de sexaje. A través de esos conceptos se buscó desnaturalizar el sexo develando sus implicancias estructurales. En rigor, lo estructural en el caso de las relaciones de sexo no puede comprenderse solo a partir de la noción de explotación de fuerza de trabajo. En las relaciones estructurales de sexo perviven elementos asociados a la esclavitud colonial, a la servidumbre medieval y a la apropiación de los cuerpos que promueve el capitalismo, todo ello, compone lo que Colette  Guillaumin llamó relaciones de sexaje. Me parecen relevantes estos planteamientos, en este momento, porque complejizan lo que se ha difundido en el último tiempo como trabajo doméstico y la función que éste cumpliría en el mantenimiento del capitalismo en tanto trabajo no pago. Claramente, Guillaumin y las feministas materialistas, nos obligan a pensar esa relación de manera mucho más compleja.

Por otro lado, se podría abordar esa diversidad teórico-programática a partir de divisiones temporales, que sin embargo son limitadas toda vez que se basan en el desarrollo del feminismo principalmente en Europa. Esto no quiere decir que las luchas que hayan emprendido las mujeres en Europa o en el primer mundo, tengan una importancia secundaria para el feminismo desarrollado en otras latitudes. Más bien se trata de dimensionar y comprender la relevancia de ese feminismo de manera contextualizada. En esta línea, se ha clasificado los cambios del feminismo a partir de “olas”. Se habla de la primera ola que se asocia a un feminismo que busca el reconocimiento de las mujeres en el mundo, se trata de esa lucha por el reconocimiento que se emprende desde la revolución francesa; una segunda ola, asociada a la lucha sufragista que busca la integración de las mujeres al orden socio político imperante y que en su momento fue sin duda radical, en muchas ocasiones se ligó fuertemente a la lucha obrera, desarrollando la acción directa y el sabotaje como forma de lucha. No obstante, es importante plantear que extender esa lucha hoy reivindicando el voto como herramienta de lucha porque se lo debemos a las antiguas, cae en la lógica liberal y reformista; lo que implica el abandono de lecturas, posicionamientos y acciones que hoy sean radical en pos de la transformación de la situación de las mujeres y de toda la sociedad.   La tercera ola, está fuertemente relacionada con aquel feminismo que surge en EE. UU y que busca destacar la diferencia que implica ser mujer. Con ello, pasan a ser relevantes las demandas reproductivas y sexuales, como el aborto. Hoy se ha tendido a hablar de una cuarta ola, con el surgimiento de movimientos contra la violencia hacia las mujeres, particularmente contra la violencia sexual.

Avanzando en ese arco feminista, es innegable que mientras en occidente se desarrollaban algunas de estas olas durante el siglo XX, en América Latina -por ejemplo- se construían también otras formas de comprender y de activar en el movimiento. Si bien en un primer momento, podríamos fácilmente ligar el feminismo que surge en estas tierras – en Chile por ejemplo- con alguna de las olas occidentales, es cierto también, que el aporte del feminismo negro norteamericano, chicano, indígena, comunitario, va solidificando particularidades socio políticas en estos territorios. Otro punto, sería mencionar la lucha de las mujeres trabajadoras que en Chile se da a través de las mutuales y mancomunales, a través de periódicos obreros femeninos, los que recibieron un tremendo impulso con la visita de Belén de Sárraga, invitada por Luis Emilio Recabarren. Con todo, quiero poner en tensión aquella superficial afirmación de que el feminismo tiene un origen burgués, tratando de deslegitimar el inmenso aporte que ha hecho en la historia de la lucha por la emancipación.

Una de las corrientes políticas más importantes a mi juicio del feminismo en América Latina, es el feminismo autónomo que surge en los noventa, y qué si bien no presenta un cuerpo desarrollado de categorías teóricas, se posiciona políticamente frente a los avances de las políticas de financiamiento a los movimientos sociales impulsadas por el Banco Mundial, y por tanto, frente a los falsos procesos de transición política post dictatoriales, particularmente en Chile. Con todo ese bagaje va planteando una mirada crítica frente al orden político institucional.

CT: Esta es la corriente que se liga con Margarita Pisano o Sandra Lidid, la que desechó participar en los gobiernos de la transición, tal como lo hicieron otras las llamadas feministas institucionales….

Nadia P.: Efectivamente. Y se puede observar que esa división de alguna manera se mantiene hasta hoy, aunque con un débil feminismo autónomo. Ese debilitamiento de la opción autónoma, tiene relación con diversos aspectos, entre ellas las tensiones internas que se manifiestan de manera muy temprana y que incidieron en el desarrollo de su fuerza, pero por sobre todo, planteo que hubo y hay una invisibilización de esta historia, de esta memoria del feminismo. El feminismo autónomo ha estado bastante ausente en las discusiones y planteamientos frente al avance de un feminismo hegemónico que pasó desde la ruptura cultural y simbólica a un conformismo con el aparato institucional.

Entonces no está demás darle unos minutos en esta conversación. Me parece relevante el feminismo autónomo porque desde su posicionamiento radical, contrario a la lucha legalista e institucional, puede otorgar un contenido y postura radical al movimiento; de hecho, muchas feministas autónomas han sido relevante en el movimiento antirracista y lésbico. Es por ello que la autonomía en tanto crítica radical a las prácticas de cooptación del Banco Mundial (esto se observa con claridad en la discusión que se da en el Encuentro Feminista Latinoamericano del año 1996 en Cartagena, Chile), y a toda aquella institucionalidad que busca domesticar las acciones de protesta social y los planteamientos que ponen en riesgo su orden, tiene la potencia de posicionarnos en una vereda del camino que va apuntalando un horizonte de transformación mayor. En otras palabras, la autonomía nos obliga a pensar y actuar por fuera del aparataje institucional y con ello, a desarrollar formas de vida, proyectos políticos de por si subversivos.

En rigor, las feministas autónomas en Chile fueron críticas acérrimas del capitalismo, del Estado neoliberal y su democracia; fueron comprendiendo, entre otros aspectos, que la lucha electoral no era una herramienta útil en una apuesta política que busca la transformación.

CT: Habrá entonces que reimpulsar el feminismo autónomo, especialmente ahora que necesitamos superar la capitulación de las corrientes institucionalistas como el caso de la dirección de la Coordinadora 8M… Pero volvamos ahora a otras dimensiones del debate teórico-programático. ¿Cómo se establece el vínculo entre las posturas anti patriarcales, anticoloniales – incluida la racialización de la que habla Quijano- y anticapitalista que los sectores más radicales del feminismo proclaman? ¿Tiene algún sentido hablar de un feminismo anti patriarcal pero no anticapitalista?

Nadia P.: En la respuesta anterior solo enuncié que las distintas corrientes del feminismo tenían relación con la visibilización de la experiencia de dominación y opresión que tienen las mujeres, y es evidente que esa experiencia es diversa y está relacionada no sólo con el patriarcado, sino también con el racismo y con la condición de clase. En este sentido, la interseccionalidad que comenzaron a plantear las feministas negras en los 70 o el entronque patriarcal como relevan las feministas en América Latina, son conceptos políticos importantes. El concepto de interseccionalidad trata de visibilizar las diferencias que va produciendo la articulación de las formas de opresión, de explotación y dominación, en la vida de las mujeres y cómo su no consideración implicaba una concepción de un sujeto-mujer homogéneo. Desde esa perspectiva, a pesar de que esta categoría – la interseccionalidad- ha sido tomada por las instituciones internacionales y por la academia, vaciándola de su peso político y más bien confundiendo su comprensión, el uso que ha tenido tanto por el feminismo negro como por el feminismo en AL ha sido relevante. Quisiera precisar de todas maneras, que esto no implica idealizar o levantar en el feminismo una suerte de victimización, o de “ranking” en torno a qué mujeres son las más violentadas por este sistema; éste uso es una reducción de la categoría que sólo sirve para fragmentar el movimiento. Lo potente de la interseccionalidad es que nos permite comprender la opresión y la dominación como una totalidad donde se potencian el patriarcado, el racismo y el capitalismo y por lo tanto, nos evidencia la complejidad que deben abordar los procesos de emancipación y cómo las relaciones sociales, la construcción subjetiva y la materialidad misma de nuestra existencia, está impregnada de todos esas dominaciones.

En este sentido, entrelazar interseccionalidad con entronque patriarcal es fundamental porque en el fondo va mostrando que si bien el patriarcado es un orden social cultural presente a lo largo de la historia, como muy bien dice Lorena Cabnal y otras feministas, en América Latina hay que comprenderlo justamente a partir de ese entronquecómo se articulan y encajan el patriarcado pre invasivo con el patriarcado colonial, dejando como resultado una agudización de las lógicas dominación patriarcales a partir del desarrollo del capitalismo y de la racialización de la cual habla Quijano. Es decir, con la invasión se construye un entramado de poder, de jerarquías que ordenan las sociedades latinoamericanas a partir de la deshumanización, explotación y apropiación de cuerpos y vidas, de ahí el ejercicio de violencia genocida, femicida del colonialismo.

Si bien hay otros planteamientos como el de María Lugones que señalan la inexistencia de jerarquías de género en las sociedades pre invasivas y por tanto, la no existencia de orden patriarcal, lo que se podría consensuar a lo menos es que las relaciones de los cuerpos, de los sujetos, las relaciones sociales pos invasión, implican la imbricación de las jerarquías a partir de la dominación de raza, clase y género. Las diferencias jerarquizadas en las sociedades coloniales, por tanto, estarán impregnadas de racialización, misoginia y clasismo. Y esto en la actualidad pareciera ser más agudo, más violento. Por tanto, desde el feminismo, desde la lucha indígena, desde la izquierda rebelde, debemos comprender y aprehender esta dinámica de la dominación para su desmantelamiento.

Finalmente, quizás reiterar que el capitalismo supone el ejercicio de la explotación, que el orden racial supone la asignación de lo que es humano y lo que no lo es, mientras que el patriarcado se centra en la apropiación del cuerpo y de la vida de las mujeres. Por tanto, hablamos de una dominación que anuda explotación, deshumanización y apropiación de los cuerpos y las vidas. Un cóctel de violencia y de muerte.

CT: ¡Qué frase! Y que desafió, pues el cóctel que menciona usted deja fuera cualquier fundamentalismo sea de izquierda, feminista o indigenista, pues obliga a elaborar y poner en práctica una política que no puede abstraerse a esa interseccionalidad y a ese entronque patriarcal… Y teniendo a la vista esta compleja imbricación que nos plantea, una pregunta que surge para la trayectoria de feminismo en las últimas décadas: ¿Cuáles son las continuidades y rupturas entre el feminismo emergente actual y el de los años cincuenta-sesenta y/o el feminismo y las luchas de las mujeres en los años de la dictadura cívico militar?

Nadia P.: El hilo conductor, transgeneracional es el reconocimiento de nuestra condición de opresión lo que potencialmente, abre la puerta a una crítica más profunda que pone en cuestión la naturalización de un orden sexual. Ese reconocimiento entonces, en la medida en que permite avanzar la crítica, señala que la lucha por la emancipación de las mujeres tiene que relacionarse con el derrocamiento del patriarcado. Pero no se trata de un patriarcado ahistórico, sino comprendiendo la forma en que éste opera y se ‘actualiza’, sus ajustes, acordes o en sintonía con los cambios sociales, económicos y políticos.

En consecuencia, en ese reconocimiento de la opresión  hay una continuidad que entrelaza la lucha feminista pero que, vale la pena relevarlo, no la hace homogénea, sino que es diversa tanto como lo es la realidad de las mujeres en cada tiempo. Como ya lo señalaba, la lucha por el voto de las sufragistas fue radical, pero hoy ya sabemos en lo que se ha transformado el sistema político, y además, tal como dice Rita Segato, podemos ver hoy con claridad que la historia del Estado es la historia del Patriarcado.

En ese sentido, la lucha feminista va adquiriendo particularidades y radicalidades de acuerdo a las condiciones históricas y a las formas que va asumiendo la dominación y la imbricación de la que hablamos anteriormente. Si bien existe continuidad en la lucha de ayer y hoy, soy bastante crítica con las características que en Chile,  ha ido asumiendo una parte importante del movimiento. Pienso que hay una ruptura con la  radicalidad que portaron luchas anteriores. Por ejemplo, luchar por ingresar al mercado del trabajo, por la igualdad en los salarios y por el reconocimiento mercantil del trabajo doméstico, a mi juicio es bastante limitado, de corto aliento.

En la conmemoración de este 1° de mayo, día de los y las trabajadoras, la  demanda y denuncia en torno al no pago del trabajo doméstico fue bastante difundida como consigna y en ello veo el siguiente problema: la lucha por el reconocimiento de las labores domésticas en tanto trabajo implica someterlas a la lógica del capital, en otras palabras, poner el acento en el no pago tiene como lectura que su única forma de valorización sería justamente asalariarlo, entonces lo transformamos en un trabajo de corte productivo y mercantil. Ya Silvia Federici, quien fue una activa militante en los ‘70s de la  “Campaña internacional salario para el trabajo doméstico”, abrió una crítica a esa demanda reflexionando en torno a sus limitaciones, crítica que por lo demás, comienza a elaborar cuando vive en Nigeria y conoce realidad de las mujeres nigerianas, esto la obliga a replantearse el concepto de trabajo doméstico y la demanda por salario. Efectivamente, al pensar el trabajo doméstico como parte del trabajo reproductivo no sólo tenemos que observar a las mujeres urbanas, sino también en particular en América Latina, a las mapuches, a las compañeras de otras comunidades indígenas, y probablemente con ello, nos daremos cuenta que su relación con esas labores cotidianas, con esas labores de cuidado, son distintas a la que nosotras hemos vivido. En rigor, el capitalismo ha desvalorizado en términos económicos, sociales y culturales todas esas actividades, pero hay pueblos que históricamente le han otorgado otro valor, un valor social y ético, por fuera de las lógicas mercantiles. Una mirada atenta, crítica y revolucionaria, entonces, mira las diversas realidades en las cuales están insertas las mujeres. Considerando entonces esas experiencias, un  proyecto de vida transformador debiera comprender la relevancia sustantiva de las tareas domésticas y de cuidado, no exigiendo una valorización capitalista del mismo sino un valor ético y social por fuera de las lógicas mercantiles y propiciar con ello, su colectivización.

Volviendo a la pregunta. Me parece necesario remarcar que en muchos momentos de nuestra historia de lucha -como mujeres y feminista- se ha desplegado una acción política radical basada en la comprensión profunda de la opresión a la que somos sometidas y en cómo opera la apropiación de nuestros cuerpos y vidas, y hoy lamentablemente, veo un déficit comprensivo que anula esa radicalidad. Por ejemplo, recordar esa consigna emblemática del tiempo de dictadura “democracia en el país y en la casa”, me parece de una tremenda profundidad toda vez que comprende que la democracia no es simplemente una cuestión de electoral sino una forma de participación que debe estar impregnando toda nuestra vida; la idea de politizar los espacios donde circula la vida estaba contenido en esa consigna y desde esa perspectiva me parece radical, rebelde, desafiante para el momento que se estaba viviendo. En las últimas movilizaciones irrumpió la estética como herramienta de ruptura con el orden: intervención de monumentos, rebautizo de calles, irrupción de un cuerpo desnudo de mujer que es tabú por la hipocresía patriarcal, etc., sin embargo, éstas acciones de quiebre caen en el vació o tienen poco aliento cuando no van acompañadas de una comprensión profunda de los entramados de la dominación y cuando no son parte de un proceso de emancipación entendido éste como un proceso de construcción de un proyecto político alternativo. Claro que necesitamos una estética rebelde, es parte de la lucha simbólica, de la disputa por los sentidos, pero esa lucha debe estar inserta en un proyecto de transformación de todos los planos de la vida y para toda la sociedad. Lo anterior pasa también con la performace de “las tesis”, que fue sumamente relevante porque puso la experiencia de violencia sexual como una experiencia común del grupo de mujeres, de esa clase sexual, responsabilizando a toda la institucionalidad estatal: “El Estado violador…”,  ¿pero qué pasa con esa profundidad denunciada cuando las mismas compañeras que reproducían y/o celebraban esa acción terminan participando en un proceso constituyente generado desde esa misma institucionalidad patriarcal? ¿Dónde queda la radicalidad de la acción cultural, de la estética? ¿se comprende realmente lo que implica un Estado violador?

Otra experiencia de lucha que se relaciona con lo anterior. En la actualidad existe una serie de cuerpos legales nacionales e internacionales que castigan la violencia hacia las mujeres, que pueden entenderse por cierto sector del feminismo como un logro de la movilización, y por cierto que leyes contra la violencia son logros del movimiento, pero es evidente que nada de eso ha implicado una disminución de los femicidios, de la violencia machista. Por tanto, en todo este recorrido se nos hace evidente que las luchas legalistaspor vía institucional, son limitadas y hoy se nos impone el desafío de levantar un movimiento radical justamente por el mismo fracaso de esas vías.

CT: Compañera el problema que usted señala se verifica también en otros sectores. Por ejemplo, las luchas por mejoras salariales o condiciones de trabajo, en manos del sindicalismo reformista, terminan reducidas a una pura reivindicación económica que no se plantea saltar a una lucha por la abolición de las relaciones salariales mismas. Por ello, en variados momentos históricos se han levantado organizaciones autónomas que buscan romper con este “tradeunionismo” y que engarzan las luchas económicas parciales con luchas políticas de alcance mayor: la emancipación del trabajo capitalista. Retomando entonces su análisis sobre el patriarcado y su crítica al legalismo ¿hay intentos o experiencias de ruptura con este ilusionismo institucional que profesa dicho feminismo institucional?

Nadia P.: Han existido y existen tantas experiencias que han generado estrategias de autonomía para hacer frente a las limitaciones, imposiciones y mandatos patriarcales, yo participé en la lucha por el aborto y eso no implica solamente agitación, sino que también implementar cadenas de apoyo concreto a las mujeres que quisieran abortar y eso se desarrolla gracias a la apuesta de muchas feministas que son capaces y fueron capaces de generar condiciones que funcionan a contrapelo de toda legalidad y que permiten a muchas mujeres decidir. Son esas experiencias de autogestión y autonomía que se pueden poner también al servicio de un proyecto mayor, porque son necesarias en una construcción que busque la emancipación de todas y todos.

Foto: Nadia Poblete y compañeras de la colectiva Nosotras Decidimos en acción por la despenalización social del aborto fuera del Hospital Van Buren, Valparaíso, mayo 2017.

En ese sentido, remarco que la lucha feminista autónoma -como ya lo señalaba- nos pone en una vereda de lucha donde es necesario ir avanzando en propuestas de recuperación de la soberanía de nuestras vidas, es decir, implica generar nuestros caminos, nuestras respuestas a los problemas que vivimos. Para ello, creo que hoy es fundamental potenciar ese feminismo autónomo, pero de la mano con las luchas populares; hoy me parece que debemos avanzar en unidad y en esa línea, un separatismo que no es capaz de relacionarse con otras luchas me parece cae en una ortodoxia sin sentido. Si bien las mujeres necesitamos espacios propios para reconocer cómo actúa el patriarcado y reconocerlo en nuestra propia construcción en tanto mujeres, nuestro proyecto político debe tener como estrategia sustantiva el anudamiento con las luchas populares, porque nuestro horizonte rebelde es la transformación de la sociedad toda y esto es urgente. No debemos estar ancladas a fundamentalismos, tenemos que poner en acción esa autocrítica permanente que el feminismo ha desarrollado de tal manera de comprender que hoy nos jugamos la posibilidad de la mantención de las vidas. El feminismo es un componente más del proyecto revolucionario, no es el único y tampoco el central, así como tampoco lo son la lucha anticapitalista o la antirracista por sí solas, son todas ellas a la vez.

Y en este sentido, creo que hay un olvido, una invisibilización de la lucha feminista autónoma desarrolla en los noventa. Las feministas que hoy tienen tribuna en los medios de comunicación, por lo menos en el caso chileno, no hablan, no se refieren a esa parte de nuestra historia, las compañeras universitarias me parece que no conocen esa historia. Entiendo que esa no referencia, esa omisión, que hace por ejemplo, la coordinadora feminista 8M, es porque su opción hoy, después del 18 de octubre, es institucional, de defensa del modelo político liberal y de la lógica de lo posible -denunciada ya en los noventa por Ximena Bedregal feminista chilena y precursora del feminismo autónomo-, sean conscientes o no de ello.

Por otra parte, es verdad que hoy no existe un movimiento autónomo como tal en el feminismo, que existen compañeras feministas sueltas que por ahí se definen a partir de la autonomía. No obstante, volver a esa parte de nuestra historia y rescatar esa postura me parece sustantivo, porque justamente, creo que la apuesta en la que hay que poner todas nuestras energías, es aquella que avanza por abajo y a contrapelo de la institucionalidad y desde ahí dialogar y articular esfuerzos con los sectores que apuestan a la construcción de lo que en la izquierda se ha llamado poder popular. Hay una relación, sin duda, entre los planteamientos del feminismo autónomo y el desarrollo de poder popular.

Haciendo practica lo dicho, durante este último tiempo he estado involucrada y comprometida con el proceso que diversas asambleas y organizaciones populares comenzaron a levantar desde febrero de este año en Concepción. Lo que hasta el momento se denomina Nuevo Referente Político Social, RPS. Desde esta experiencia se está planteando un tipo de construcción autónoma. Sería muy importante, lograr articular a un movimiento popular con esas características, es decir que rechace tajantemente los caminos institucionales y que se sienta capaz de construir desde el pueblo un proyecto realmente transformador, y en ello, sin duda, las feministas comprometidas con la lucha popular tenemos un importante papel que jugar.

Fuente: https://rebelion.org/por-un-feminismo-anclado-en-las-luchas-populares/

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