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Libro (PDF): Religiones y espacios públicos en América Latina

Reseña: CLACSO

América Latina, como muchas otras regiones del planeta, vive la recomposición de las relaciones entre el ámbito de la religión y el espacio público, la de las fronteras y relaciones entre estos espacios y la de las entidades involucradas en esas relaciones (el Estado, lo público y lo religioso). Este volumen ofrece un panorama latinoamericano y una perspectiva sin lugar a dudas plural: aborda tanto los estudios sobre el catolicismo y protestantismo como las iglesias pentecostales y neopentecostales y muestra, al mismo tiempo, otros activismos menos visibilizados, pero no por ellos menos relevantes, como son los relacionados con espiritualidades alternativas u holísticas o cosmovisiones con raíces indígenas o nativas.

Autoras(es): 

Reneé de la Torre. Pablo Semán. [Editores]

Reneé de la Torre. Pablo Semán. Laura Fuentes Belgrave. Emerson Giumbelli. Cristina Gutiérrez Zúñiga. William Mauricio Beltrán. Sonia Patricia Larotta. Ronaldo de Almeida. Heinrich Wilhelm Schäfer. Roberto Blancarte. Verónica Giménez Béliveau. Miguel Ángel Mansilla. Luis Orellana. Daniel Ramírez. Rolando Pérez. Juan Marco Vaggione. María del Rosario Ramírez Morales. Maria das Dores Campos Machado. Karina Bárcenas Barajas. Juan Scuro. Nicolás Viotti. Karina Felitti. Rodrigo Toniol. Susana Andrade. Alhena Caicedo Fernández. [Autoras y Autores de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO. CALAS.

Año de publicación: 2021

País (es): Argentina

ISBN: 978-987-722-821-2

Idioma: Español

Descarga: Religiones y espacios públicos en América Latina

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2308&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1475

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OVE entrevista a Guadalupe Mauricio Hernández: “La educación también debe ser diversa y multicultural”.

Entrevista realizada por Luis Miguel Alvarado Dorry en exclusiva para Otras Voces en Educación.

Conocimos a Guadalupe Mauricio Hernández en la actual coyuntura pandémica por medio de conversatorios virtuales desde abril del año pasado en las que participamos juntes. Una mujer aguerrida que ha venido defendiendo el derecho a la educación pública, gratuita, laica, integral y feminista. En los conversatorios virtuales y en otras conversaciones que tuvimos nos demostró una gran humildad intelectual y alteridad emanadas de su humanismo.

Guadalupe es militante feminista y socióloga luchadora por los derechos humanos, exhorta “nos faltan las mujeres de abajo, y que cuando estas mujeres se unan a estas manifestaciones daremos el paso más importante”.

Nuestra camarada Guadalupe es doctora en Filosofía con Orientación en Arquitectura y Asuntos Urbanos, es Socióloga y Licenciada en Artes Visuales por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Fotógrafa e Investigadora. Cursa una maestría en Artes con especialidad en educación en el Arte. Autora del libro: “Artes y Espacio Público en Monterrey: la velocidad y la distancia” Es educadora popular. Actualmente cursa un posdoctorado en Pedagogía Crítica y Educaciones Populares por el Centro Internacional de Pensamiento Crítico Eduardo del Río Ruis y el Instituto Miranda de Venezuela. Trabaja de tiempo completo en la Universidad Autónoma de Nuevo León.

 

Guadalupe, ¿cómo llegó a la educación crítica y contestataria y, a la lucha gremial y social? Cuéntenos un poco su historia de vida.

La postura crítica llegó por el acercamiento al proyecto zapatista que mantienen las comunidades en Chiapas, como adherente de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona. En 2013 tuve la oportunidad de compartir por unos días la vida con una familia tojolabal zapatista en el poblado de San Miguel, en la bella experiencia llamada escuelita zapatista, donde acudieron miles de personas de distintos países y estados de México. Me tocó coincidir con muchas personas, pero me inspiró tremendamente Nora Cortiñas, cofundadora de la Madres de la Plaza de Mayo, con la que platiqué en el caracol de Morelia.

En el poblado de San Miguel tuve la oportunidad de conocer de cerca, en voz de sus pobladores y visitas a la escuela autónoma del poblado, su sistema de educación, ver cómo relacionaban y conectaban la educación con los problemas de vida de las comunidades, conocer que retomaban su historia colectiva en los planes de estudio al tiempo que participaban de una selección crítica de la historia oficial, tomando aquellas experiencias surgidas desde los pueblos y no sólo de personajes heroicos o desde arriba.

Así fue como empecé a mirar críticamente el sistema educativo en el que estoy inmersa como profesora, el modelo de competencias, un sistema rígido, acrítico y elemental, que a muchas maestras y maestros nos hizo ruido desde su inicio, nos parecía ajeno y manteníamos una duda sobre si las y los estudiantes aprenderían con ese sistema.  Dicho modelo nos decía que la maestra o el maestro era un facilitador, nos trataron de convencer de supuestas bondades que contrastaban con los resultados desfavorables en las evaluaciones de PISA y otras.

Con el tiempo, y más ahora, veo el sistema de competencias como un claro sistema de despedagogización, un modelo instruccional preparatorio de lo que ahora tenemos como educación virtual. Sin embargo, la escuela en la que trabajo tiene una tradición de 100 años, es una escuela sabia históricamente, que empezó siendo una primaria exclusiva para mujeres, con un año más de formación técnica en labores femeniles, ahí se daban carreras que pretendían capacitar a la mujer para que desde su casa contribuyera a la economía del hogar. La escuela fue fundadora en septiembre de 1933 de la Universidad Autónoma de Nuevo León, y gracias a que la escuela fue exclusiva de mujeres, las maestras de la escuela fueron las únicas mujeres presentes en la fundación de la UANL. Ahora es una preparatoria del nivel medio superior, mixta, que ha tenido un gran progreso en el área técnica, y en ese sentido estoy en una escuela muy singular que ha desarrollado y socializado ciertas carreras técnicas dentro de la misma universidad y ha creado enlaces a nivel internacional; hoy enfrenta con la pandemia un nuevo reto, quizá el más grande en sus 100 años.

Respecto a la cuestión gremial, cuando se implementó el sistema de evaluación punitiva con la reforma educativa en el sexenio del Presidente Peña Nieto para maestras y maestros, conocí a la CNTE. Aunque nosotros somos una Universidad Autónoma, nos aplicaron el examen por ser educación básica, sin que implicara el hecho, de reprobarlo, ser cesado. La CNTE puso un plantón en la Macroplaza, como protesta en defensa de las y los maestros cesados, mi compañero que en ese tiempo participaba en el entonces Rincón Zapatista de Monterrey, inició un acercamiento para mostrar solidaridad e invitó a la CNTE a platicar con los del Rincón.

El acercamiento no se dio inmediatamente, entonces decidimos hacer una visita. El primer día que visitamos a los de la CNTE, en el plantón, yo salí de mi escuela, que está en el centro de la ciudad, cerca de donde estaban las y los maestros de la CNTE haciendo su protesta. En la escuela nos dimos cita mi compañero y yo para ir a la Macroplaza y acompañar a las y los maestros, llevaba yo la playera del uniforme, cuando llegué me ofrecieron una silla y agua, yo había reprobado el examen, un examen humillante y absurdo, así que me sentí muy identificada con las maestras y maestros y podía entender desde mi condición de profesora a las y los profesores de la CNTE.

Otra vez me pasa que desde una referencia externa miro lo que es mi sindicato, el cual, en otro tiempo, fue un sindicato combativo, de muchas luchas, y gracias a ellas gozo de las prestaciones que ahora tengo. Eso nunca se nos debe olvidar que muchas personas en la defensa de esos derechos fueron despedidas, encarceladas, o perdieron su vida, por lo que debemos buscar los mecanismos para democratizar los gremios y no permitir la entrega de logros sindicales, que son del pueblo, a los intereses neoliberales o de la clase política en el poder. En la Universidad Autónoma de Nuevo León, la lucha por la autonomía fue legendaria, trascendental para democratizar la Universidad, y principalmente, lograr hacerla accesible a las hijas, hijos, de obreras, obreros y demás trabajadoras y trabajadores. Yo soy hija de la educación pública.

 

¿Cuáles considera que son los elementos más significativos de la crisis educativa en su Estado, en México y en toda América Latina?

En mi estado es significativo el alto costo de la educación, aun siendo pública. Eso me hizo saber un estudiante del estado de Michoacán, que egresó de una secundaria pública allá y estaba por entrar a la preparatoria donde trabajo; él me platico de las diferencias, entre su ciudad y Monterrey, me dijo: maestra yo veo que aquí todo lo cobran, los libros, la camiseta, el ingreso, los exámenes, el mantenimiento, todo, en Michoacán no. Los padres lo que hacen es sólo poner a su hijo en la escuela. Aquí, en Monterrey, es diferente. Somos tres hermanos y en mi familia están viendo cómo le van hacer con mis hermanos que van a la secundaria y conmigo.

Creo es uno de los problemas que van a enfrentar algunas instituciones educativas en Monterrey, tanto privadas y públicas, pues al disminuir el costo de la educación por estudiante (en la educación), desde el punto vista de las y los estudiantes y familias, el costo de la educación por familia debe bajar, pues la educación se remite al hogar y a los medios de la familia, es lo que yo veo que expresan constantemente las y los estudiantes y familias en medios y redes sociales. En Monterrey se ha puesto énfasis en esa parte del costo de la educación en esta coyuntura de la pandemia. Y claro, de las familias que dicen no contar con las herramientas didácticas y pedagógicas para apoyar la educación a distancia y por televisión.

En México veo una disputa de la educación entre una concepción neoliberal expresada en el modelo de competencias y un currículum dictado por organismos económicos internacionales y, entre las pedagogías basadas en la emancipación, el pensamiento crítico y la autonomía, que por lo general se encuentran en el sur de México, y que son desconocidos los avances de estas pedagogías relacionadas con las comunidades. Esta disputa por la educación se expresó ya desde hace tiempo en la imposición de los modelos educativos, pero también en las reformas educativas. La cuña para despojar a las y los maestros de sus derechos laborales en México fue el instrumento de la evaluación, a lo que se sumó una responsabilidad sobre las y los maestros por problemas de la calidad de la educación. Sin embargo, vivimos momentos en que afectar los derechos de las y los trabajadores de la educación es afectar el derecho de las niñas y niños, jóvenes y jóvenas por una educación laica, gratuita e integral, como lo establece la Constitución Mexicana.

La teleducación es una educación instruccional, no es una educación integral. Lamentablemente el teletrabajo es algo que tenemos en la puerta pues ya existe una iniciativa de ley en la Cámara de Diputados, aprobada en el Senado en abril del año pasado para fomentar ese tipo de trabajo, del cual no se han hecho estudios sobre los daños y perjuicios económicos y sobre la salud física y cognitiva. Y bueno en América latina vivimos algo similar, pero con diferentes formas concretas en que se suceden estas imposiciones.

 

Cuéntenos sobre ¿cómo ha sido su experiencia en las artes y en el feminismo que usted milita?

Es difícil ya no tener una posición al respecto, los índices de feminicidio en mi estado son de los más altos, ocupamos el primer lugar del país en violencia a las mujeres en la vía pública, eso imagínalo ahora trasladado al hogar. La primera marcha a la que acudí, ya con cierta conciencia feminista  fue “la marcha de las putas” en 2011, que fue una marcha contra el acoso sexual,  que culpa a las mujeres del acoso por la forma de vestir, así que ese día como protesta me fui vestida con escasa ropa, una minifalda muy corta y unos tacones muy altos, yo me presenté a esa marcha pensando irían miles de mujeres universitarias y empleadas, y no fue así, pero fue el inicio de lo que se ha logrado a la fecha, y eso lo pudimos ver en la última marcha del 8 M, que fue la marcha más numerosa en la historia del estado de Nuevo León, hasta la fecha, ahí participé en la organización junto con mujeres de la Asamblea Feminista de Nuevo León y las maestras, mujeres investigadoras, de Académicos 43. En esa histórica marcha del 8M, el contingente más numeroso fue el de las mujeres universitarias, que lograron gracias a las denuncias anónimas, en varias universidades cesarán a maestros denunciados por acoso sexual. El gran número de manifestantes universitarias nos debe decir algo importante, que nos faltan las mujeres de abajo, y que cuando estas mujeres se unan a estas manifestaciones daremos el paso más importante.

Fue clave, para pensarme como feminista, en relación a los distintos feminismos, la visita de Marichuy, (María de Jesús Patricio Martínez) vocera del Consejo Nacional Indígena y del CIG (Consejo Indígena de Gobierno), aspirante a la candidatura presidencial en 2018, donde nos dimos a la tarea de juntarnos mujeres de muy diversas causas y de platicar como mujeres que somos. Otra experiencia importante fue el Segundo Encuentro Internacional de mujeres que luchan en Chiapas, organizado por las zapatistas en 2019.

A raíz de estos acontecimientos me he ido ubicando como feminista. Mi feminismo está más cerca del zapatismo, del ejemplo de la comandanta del EZLN, Ramona, de la comandanta Miriam, quien por casualidad me recibió en el caracol de Morelia en la escuelita zapatista, de Rosalinda, de las milicianas, de las compas tercias, de todas las mujeres zapatistas que solucionaron sus problemas concretos para dar la batalla junto a los compañeros zapatistas. Aquí no había grandes teorías o tratados filosóficos, sólo una declaratoria llamada “Ley Revolucionaria de la Mujeres” un acuerdo para juntos, mujeres y hombres, dar la lucha por la defensa de sus comunidades que se encuentran en peligro de extinción. Y los resultados de ese acuerdo social se expresa en que ellas no padecen de los feminicidios que tenemos nosotras como mujeres civiles. Como declaró la comandanta Amada en el discurso inaugural del Segundo Encuentro Internacional de mujeres que luchan: “AUNQUE DIGAN Y PREDIQUEN QUE HAY MUCHOS AVANCES PARA LAS MUJERES, LA VERDAD ES QUE NUNCA ANTES EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD HA SIDO TAN MORTAL EL SER MUJER”.

Mi arte dentro del feminismo es la fotografía, siempre me ha gustado la fotografía, fui la primera mujer reportera gráfica de un periódico muy conocido a nivel nacional, y eso me sirvió, es difícil no hacerlo, aun y cuando no tengo la juventud de antes y estoy medio ciega, la fotografía es una de las cosas que amo y quiero seguir haciendo. El arte es lo más relacionado a mi ejercicio docente.

Inicié como maestra siendo estudiante de la Facultad de Artes Visuales, dando talleres a niños de dibujo y pintura, así me ganaba una beca para los estudios. En la preparatoria donde trabajo actualmente, inicié dando clases de fotografía en la carrera técnica de Diseño y Comunicación Visual. Ahora imparto la materia de Apreciación a las Artes, aunque también he impartido disciplinas dentro de las humanidades como Ciencias Sociales, Filosofía, Literatura. Como socióloga no puedo ser una maestra acrítica de los contenidos curriculares, así que cuando doy filosofía occidental, les hablo del eurocentrismo, del antropocentrismo cristiano, de la razón instrumental.

 

Guadalupe, ¿la relación entre los gobiernos y los gremios en el estado de Nuevo León y en el país es fluida? ¿Por qué?  

No es fluida cuando se trata de sindicatos combativos como la CNTE, y lo es con los sindicatos llamados charros. Aun así, la CNTE logra detener una reforma educativa punitiva (del gobierno de Peña Nieto) con movilización y denuncias, y ahora, bajo la pandemia, contra una ley de educación que sigue basada en el neoliberalismo, se defiende la educación pública, gratuita, con negociación y movilización, pero también con propuestas pedagógicas.

Como educadora popular, ¿considera que la formación inicial y continua de les docente corresponde a las necesidades del país y los desafíos pedagógicos del siglo XXI? ¿Por qué?

No corresponde a los desafíos, y eso lo puso en evidencia la pandemia. La mayoría de las y los maestros carecíamos de destrezas para usar las plataformas, andábamos todavía en la certificación del office. Recuerdo muy bien que un mes antes de la pandemia se dio la oportunidad de tomar un curso para el manejo de la plataforma Teams, y no lo pude tomar por falta de la habilitación de un correo institucional.

Otro ejemplo fue el criterio dividido antes de la pandemia, entre las y los maestros, de usar (los y las estudiantes) el celular o no usarlo en clase. Y lo es ahora con las capacitaciones masivas y forzadas. El sistema de competencias que fue impuesto como un claro sistema preparatorio de la educación a distancia no fue acompañado de una formación tecnológica docente. La misma educación a distancia es una nueva forma de descapitalización y dependencia.

Mientras unos países generan tecnologías, otros sólo somos consumidores de tecnologías, lo que me recuerda las teorías de la Dependencia de América Latina, que llevé con el historiador Mario Cerutti, donde la tecnología es el motivo de la dependencia en América Latina, pero no vayamos tan lejos, aquí mismo en Monterrey, el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey ha puesto en práctica tecno-pedagogías desde hace mucho tiempo, es decir, consumir, usar y gestionar Nuevas Tecnologías en la educación. Tengo amigos que trabajan en este Instituto y sin ningún problema les proporcionan computadoras portátiles que se pueden llevar a su casa para realizar su trabajo. La idea de la educación a distancia aplicado a todos los sectores es peligrosa, pues el país no es homogéneo, es diverso, multicultural. Las necesidades son diversas para distintas zonas del país. La educación también debe ser diversa y multicultural según las necesidades. La educación continua es lo de hoy, pero no todos tienen las mismas oportunidades para acceder a ella.

¿Cuáles serían sus propuestas?

Para la universidad, sería fortalecer la investigación, que constituye una relación crítica con la realidad, aunque reconozco el esfuerzo de maestras y maestros investigadoras en solitario que se esfuerzan por hacerla, incluso con sus propios recursos, falta desarrollar una cultura al respecto, tarea que siempre queda pendiente pues a Nuevo León, siempre se le ha considerado la ciudad industrial, digamos que es una segunda identidad o fundación de la ciudad, y es que las ciudades también se fundan en su urbanismo y en su cultura, no solo en documento histórico,  luego se trató difundir una tercera fundación como ciudad del conocimiento. Mi pregunta sería en qué momento transitamos de ser una ciudad obrera a ser una ciudad del conocimiento sin transitar por ser una ciudad que tenga sociedades de investigadores generadores de conocimientos científicos.

Creo ahí está una de las tareas pendientes de la educación universitaria en general, fomentar y generar investigación. Ahora con la pandemia se puso en evidencia el área médica y de la salud. Otra propuesta importante, es la de vincular a la universidad con las y los trabajadores, las amas de casa, los barrios y colonias, pero no se trata de que las y los estudiantes o la institución realice labor asistencial un día al año o cada tres meses. El vínculo debe construirse desde organizaciones de barrio, sindicales, colectivos urbanos, por ejemplo. Más o menos como hace 8 años, en la UANL, se ofreció la Preparatoria en Centros comunitarios de Zonas marginadas para ofrecerla a la juventud que no logró ingresar a los planteles escolarizados, la sorpresa fue que quienes se inscribieron fueron amas de casa, padres de familia, personas de la tercera edad. Ahí hay una Oportunidad de Educación que debe revisarse, valorarse por parte de la UANL.

 

Querida Guadalupe, ¿qué ha significado el confinamiento por el Coronavirus COVID-19 en lo educativo? ¿Considera que las medidas educativas tomadas en el contexto de la pandemia afectan al derecho a la educación? ¿Por qué?

Por supuesto que la forma en que se ha respondido por el Estado a la emergencia sanitaria (confinamiento) y la consecuencia de pandemia y crisis económica, afecta el derecho a la educación, no sólo por las condiciones económicas en las que se encuentra la mayoría de las y los estudiantes, sino también por las condiciones psicológicas que provoca el temor al contagio, y un confinamiento forzado, aunque el gobierno federal diga que es voluntario.

Como maestra me pude dar cuenta que tuve estudiantes que debían trabajar, afectando sus horas de clase, para poder pagar el internet o los datos de los móviles. Tomar transporte para llegar a un cyber y con la sorpresa de que a veces estaba cerrado; jóvenes que tuvieron que pedir prestada la clave de acceso a internet al vecino o irse a la casa de un familiar para tomar la señal. Familias con hambre porque el papá perdió el empleo.

Tuve estudiantes que compartían por ratos una sola computadora o un sólo celular entre varios integrantes, estudiantes, de la familia. A Monterrey se le puso como ejemplo nacional de conectividad, pero no se dijo o preguntó cómo se logró esa conectividad, y quienes la lograron. Tampoco se nos ha preguntado qué necesitamos para llevar a cabo nuestro trabajo y eso no es justo ni correcto.

Y qué decir de los efectos de la misma pandemia dentro de las familias. Todas estas situaciones representaron una exclusión a la vez que las plataformas mismas y el internet no constituían una enseñanza efectiva, dado que como maestres que somos, nos veíamos en dificultades para cumplir con el trabajo pedagógico.  El derecho a la educación pública, gratuita, laica e integral, se ve vulnerado al no cumplirse las condiciones que aseguren materialmente el aprendizaje; lo mismo sucede cuando se vulneran los derechos laborales de las y los trabajadores de la educación.

 

Desde las cosmovisiones feministas, ¿cuál es la radiografía de las sociedades en especial de las niñas y mujeres en el confinamiento obligatorio y, las ponderaciones de las virtualidades y televisivas en la vida cotidiana?

Quiero empezar por comentarte que en uno de los trabajos que pedí a mis estudiantes, en la materia de filosofía del semestre pasado, fue un diálogo a través del medio que ellos quisieran con sus padres y/o familiares cercanos, y con sus compañeros, sobre el tema del confinamiento y de la educación virtual. El ejercicio se llamó, “diálogos desde la pandemia”. Ahí pude tener una ventana a la situación de las familias y de las mujeres. De esas experiencias, recuerdo mucho a una madre de familia que contó que desde que se casó, hace 18 años, antes del confinamiento, generalmente no salía de su casa.

La diferencia ahora con el confinamiento radicaba en que en la casa estaba su esposo, que en ese momento estaba desempleado, y sus dos hijos. El confinamiento para las mujeres recrudece una práctica histórica patriarcal. En el centro de mi ciudad, llamado “Barrio Antiguo” en las remodelaciones que se le hicieron a ese barrio para hacerlo lugar de turismo,  se encontró a una mujer emparedada, es decir, sepultada en los muros, esa casa cuenta con una placa, una leyenda que suscribe el acontecimiento, es la casa Calicanto,  ese hecho  nos debe decir algo muy importante, uno pensaría que eso ha cambiado mucho y no es así, cuando revisamos las estadísticas de feminicidios, es decir, el homicidio de las mujeres en manos de sus conyugues, novios o familiares, nos damos cuenta que la violencia hacia las mujeres sucede desde la casa.

Otra de las cuestiones, que se proyectaron en estos “diálogos del confinamiento”, fue el hecho repetido de que las mujeres se encuentran al cuidado de las y los hijos respecto a la educación virtual, las mujeres adolescentes de los menores para sentarlos frente a la pantalla, las mujeres de una familia del cuidado de las personas mayores. Esta desigualdad en el trabajo doméstico, combinado ahora, en muchos casos, con el trabajo asalariado y el trabajo de crianza, debe producir en las mujeres un alto grado de estrés, y con ello los problemas derivados del estrés y la violencia doméstica.

En el estado de Nuevo León, se han registrado 11, mil 598 denuncias por violencia familiar, de enero-agosto del 2020, lo que representa un aumento en relación a años anteriores. Monterrey ocupaba antes de la pandemia el primer lugar de violencia hacia la mujer en la vía pública, así que esa violencia se concentra ahora en el hogar, y no podemos olvidar que con el confinamiento el mismo espacio es para el trabajo, la escuela, la familia y es difícil que se pueda lidiar con la interacción de tantas funciones en un mismo tiempo y espacio. No es lo correcto.

Estimada Guadalupe, por último, desde las pedagogías críticas y, a partir de sus experiencias docentes y sociales ¿cuáles serían algunas de las propuestas que considere importantes para iniciar un proceso de transformación radical del sistema educativo?  

Desde el punto de vista docente se requiere la difusión de las pedagogías críticas entre las y los docentes y las y los estudiantes, espacios tanto institucionales como no institucionales para discutir e intercambiar ideas, para proponer; se trata de un verdadero proceso social y político. La tendencia actual, a como vemos está sucediendo en esta pandemia, es educar a una élite, esto parecería increíble en una sociedad que llegó al anhelo democrático de uno de los derechos más importantes de la historia moderna: la educación, gratuita, laica, integral y científica, pero está sucediendo, la televisión es un retroceso a un derecho ganado y construido.

Las tecnologías deben ser un apoyo de la maestra y maestro no a la inversa, ahora sí que como dijo Freire “Enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades de su producción o de su construcción” y “Enseñar no existe sin aprender” así como tampoco “No hay enseñanza sin investigación e investigación sin enseñanza” ¿Qué nos queda ante esta exclusión? Ponernos de acuerdo como comunidades, en las ciudades, en los barrios. Cuando las maestras, maestros, estudiantes, cobren conciencia como lo hacen ya otros grupos: las mujeres, las y los indígenas, los que luchan por encontrar a los desparecidos, y tomen en sus manos la educación que quieran para sus comunidades, pondremos la primera piedra.

Muchas gracias.

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La Plataforma Trans defiende la gestión de Irene Montero al frente del Ministerio de Igualdad

Por: Tercera Información

Mar Cambrolle Jurado: «Cuando niegan nuesTrans identidades, nos entregan a la violencia patriarcal, nos expulsan, nos dejan en las calles para que nos sigan agrediendo. Por eso el verdadero feminismo abraza y lucha por todas las mujeres. Somos más».

La Federación Plataforma Trans defiende la gestión de la Ministra de la Igualdad, Irene Montero, por su compromiso con la igualdad de todas las mujeres, niñas y colectivo LGTBI.

Su compromiso decidido y con un amplio apoyo de los movimientos feministas, LGTBI y colectivos sociales, hacen que las políticas publicas y propuestas legislativas partan de un principio feminista, inclusivo, intersecional y transversal donde ninguna mujer queda atrás.

La propuesta legislativa de la Ley Trans, que cuenta con el apoyo de más del 96% de personas que participaron en la consulta publica de esta propuesta, así mismo, el movimiento feminista no institucionalizado de manera unánime ha apostado por el avance en derechos de las personas trans y por tanto apoyan el tramite de la Ley Trans.

Todos estos apoyos, donde se incluyen también numerosos profesionales, hacen de la Ley Trans, una propuesta legitima y que viene a saldar la deuda que la democracia tiene con las personas trans.

En los últimos días hemos visto como paralelo al avance de la Ley Trans, grupos anti derechos trans, han elevado la presión hacia el Ministerio de Igualdad, convirtiendo a Irene Montero en el blanco de su guerra contra el avance en derechos de las personas trans, alineándose esta corriente con la ultraderecha y fundamentalismos religiosos, como ya ha sucedido en otros países.

Este compromiso valiente y decidido de Irene Montero con la igualdad plena de las personas trans, se enmarca en un contexto donde Europa, Latinoamérica y hora EEUU han decidido proteger a las personas trans contra las discriminaciones y blindar sus derechos en igualdad de condiciones.

“El feminismo ha sido y es la herramienta para luchar por la igualdad de condiciones y contra todas las opresiones, siendo una estrategia que se ha enfrentado a las políticas excluyentes, negacionistas y opresivas de la ultraderecha” declara Mar Cambrollé, presidenta de Plataforma Trans. “Es perverso atrincherarse bajo las siglas del feminismo para oprimir a las personas trans y atacar a un Ministerio que por primera vez representa a todas las mujeres y sus políticas están más que avaladas por el sujeto político” continua Cambrollé “El progreso histórico es imparable y sin lugar a dudas, el Siglo XXI será el de la liberación de las personas trans” Concluye Cambrollé.

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/25/01/2021/la-plataforma-trans-defiende-la-gestion-de-irene-montero-al-frente-del-ministerio-de-igualdad/

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Decenas de asociaciones, vecinos y vecinas de Ciudad Lineal se organizan en defensa del mural de mujeres de La Concepción

Por: Tercera Información

  • Convocan una concentración para MAÑANA domingo, 24 de enero, a las 12:30 ante la obra pictórica, que se encuentra en el acceso principal del Polideportivo de La Concepción. C/ José del Hierro, 5, Madrid.

El mural feminista ‘La unión hace la fuerza’ realizado en el polideportivo La Concepción del distrito de Ciudad Lineal de Madrid va a ser borrado por una iniciativa del partido de extrema derecha Vox, que contó con el apoyo de PP y Ciudadanos en el pleno distrital del pasado 21 de enero. Las fuerzas de derecha alegan que se trata de un mural que refleja “sectarismo” político, a pesar de que su realización fue aprobada por unanimidad por todas las fuerzas políticas en mayo de 2018 a partir de una propuesta de la Mesa de Igualdad y Diversidad a través de la Comisión Permanente del Foro Local del distrito de Ciudad Lineal.

El mural fue elaborado por los artistas Unlogic Crew y su diseño fue elegido por las vecinas y vecinos dentro del programa municipal ‘Compartiendo Muros’ en 2018. Vecinas, vecinos y niñas y niños de colegios del barrio participaron asimismo en su elaboración. Se trata de un proyecto comunitario y multicultural que se ha convertido en un símbolo de igualdad y diversidad en Ciudad Lineal y se ha visto en el punto de mira de la intolerancia. No podemos comprender cómo un mensaje como “las capacidades no dependen del género” pueda ser cuestionado y atacado, sostiene colectivos vecinales, feministas, culturales y AMPAs del distrito.

Frida Khalo, Valentina Tereshkova, Kanno Sugako, Rosa Parks o Angela Davis son una parte de las protagonistas de este mural. Mujeres que lucharon por los derechos humanos y que son un ejemplo histórico en la lucha por la igualdad.

La decisión de los tres partidos de la derecha en Madrid el pasado jueves tiene como objetivo la destrucción del tejido social y el enfrentamiento político, atacando el feminismo, la igualdad y la diversidad.

A través de una convocatoria de reunión online difundida a través de Whatsapp, las vecinas y asociaciones que aparecen al final de esta nota decidieron crear un espacio donde defender y reforzar los lazos de solidaridad y convivencia representados por el mural ante este ataque por parte de algunas de las fuerzas políticas que están en las instituciones. Los colectivos sociales, asociaciones culturales y vecinales, así como numerosas vecinas y vecinos a título individual animan a participar en las acciones que impulsen para poder visibilizar y mantener este mural.

Mañana se concentrarán en el mural a las 12.30 (siguiendo los protocolos COVID), es decir, ante el número 5 de la calle José de Hierro de Madrid: será la primera de las acciones en su defensa.

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/23/01/2021/decenas-de-asociaciones-vecinos-y-vecinas-de-ciudad-lineal-se-organizan-en-defensa-del-mural-de-mujeres-de-la-concepcion/

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Castas, eunucos y bragas rosas para pensar el feminismo en India

“No podemos ser un muro en la frontera, sino la fisura de ese muro”, dice la politóloga india Nivedita Menon. En esta idea y en la influencia del colonialismo ahonda en su libro ‘Ver como feminista’, recién traducido al español.

En 1985, una mujer musulmana llamada Shah Bano reclamó la manutención a su exmarido ante el Tribunal Supremo de India. Tenía de su lado la legislación nacional, más precisamente el artículo 125 del Código de Procedimiento Penal, mientras el esposo se amparaba en la ley religiosa personal para no pagar más allá de los tres primeros meses tras el divorcio. La sentencia determinó que no había incompatibilidad entre la sharia y el artículo 125.

En las calles, la controversia social aumentó, con manifestantes en uno y otro sentido, hasta que el Gobierno de Rajiv Gandhi anuló la sentencia judicial y decretó que las mujeres divorciadas musulmanas quedaban excluidas del derecho a la cuota de manutención, por la llamada Muslim Women Act (el acta de la protección de los derechos sobre el divorcio), de 1986. El debate sobre un código civil uniforme dejaba expuesta una tensión ya presente en la Constitución entre los derechos de las mujeres como ciudadanas y las normas que las englobaban en el ámbito de las leyes comunitarias. Así lo explica la catedrática india Nivedita Menon en su libro Ver como feminista (en la colección El origen del mundo, de Consonni), publicado recientemente en español con traducción de Tamara Tenembaum.

MÁS INFORMACIÓN

En seis capítulos, Menon compila una serie de historias que dan contexto y perspectiva al recorrido por los asuntos del feminismo. En este caso, desde la sentencia Bano, el debate sobre el código civil común “rara vez ha resurgido en el discurso público como un tema feminista”, explica, aunque las que casi siempre salen peor paradas de este “apaciguamiento de las minorías” en temas de herencia, matrimonio y custodia son, justamente, las mujeres y las niñas. De hecho, el debate jurídico, “de modo invariable ha tendido a plantearse en términos de integridad nacional frente a los derechos culturales de las comunidades”, afirma. De ahí que su cometido sea mirar (y mostrarnos) con ojos feministas los grandes temas del mundo y los particularísimos asuntos de una sociedad tan compleja como la india.

Profunda, a la vez que ligera y didáctica, la autora india ofrece 200 páginas que van haciendo grieta en el muro de lo mil veces dicho, con nuevos puntos de vista en torno a los debates feministas que aquí nos embargan. En él se incluyen la consideración de las mujeres de la raya al medio (las casadas) de Calcuta, la de las viudas estigmatizadas como prostitutas entre los hindúes bengalíes, la apropiación militante de los insultos sexistas (como las marchas de las “putas” de Delhi y Bophal) o la campaña de protesta de las dos mil bragas (chaddis) rosas enviadas al líder ultraconservador Ram Sene. Y también reflexiones inesperadas sobre los hombres lactantes, los debates y las prácticas de la intersexualidad, la castración ritual, y la letra ‘E’ aceptada en el pasaporte indio para designar el sexo, junto a la experiencia trans de las hijras –el tercer género indio– o cómo se vincula la heteronormatividad en la formación de una nación. Y todo ello sin esquivar cuestiones que no tienen aún solución en el mundo occidental, como las increíbles (y defectuosas) pruebas de verificación de género en el deporte, la pornografía y la violencia sexual.

Otro de los puntos axiales en su libro es advertir cuánto influyó el colonialismo en la imposición de respuestas de la modernidad occidental a cuestiones de sexo y género que no existían en las comunidades del sur de Asia y África, como pueden ser la idea de que “la naturaleza existe de forma separada de los seres humanos; la concepción de los cuerpos como pertenecientes por completo y de manera natural a un sexo o el otro; la idea de que el hermafroditismo es una enfermedad, y el concepto de que el deseo fluye naturalmente sólo entre sexos opuestos”.

La familia como institución tiene por función perpetuar formas patrilineales de propiedad y descendencia, en las que la propiedad y el apellido de la familia fluyen de los padres a los hijos varones

Nivedita Menon, que trabaja como profesora de Pensamiento Político en la Universidad Yawaharlal Nehru, en Delhi, ha escrito otros libros sobre feminismo y sexualidad, es traductora del hindi y el malayo al inglés, además de una activa participante de movimientos ciudadanos en India y fundadora de la plataforma colectiva Kafila onlineVer como feminista se publicó en inglés en 2012, el fatídico año en que se produjo la violación múltiple y el asesinato de una mujer en un autobús en Delhi, conocido como el caso Nirbhaya.

El título que eligió para la que fue su primera publicación no académica parafrasea al libro Seeing like a state del profesor de Yale, James C. Scott, en el que éste examina los fallos autoritarios de las políticas públicas. Menon también analiza, de manera amena pero profunda, los “modos generizados de poder” o las políticas institucionales y los procesos sociales en los que el género resulta subestimado como variable en la India contemporánea, que es también el mundo contemporáneo. “En este libro me baso en investigaciones y activismos feministas que pertenecen a mi parte del mundo para entablar conversaciones con debates y experiencias feministas de ámbito global”, señala. De esta reflexión se desprende, a su juicio, que los compromisos con otros feminismos sean inevitables.

Una causa que solo puede ser colectiva

“El feminismo nunca puede identificarse con los logros aislados de mujeres aisladas”, asegura la pensadora, que asume que su función no es estabilizar sino “desestabilizar”. La figura que dibuja esta noción se halla en el poema en indostánico de Kamla Bhasin, que cita: No soy el muro que se yergue en la frontera, soy la fisura en ese muro.

“Cuanto más entendemos, más se mueven nuestros horizontes”, escribe Menon, que con esta frase parece advertir que no se ahorrará complicaciones a la hora de abordar cualquier asunto, por espinoso que resulte. Así, arranca con el apartado de la familia, que en la India no solo involucra a esta unidad de “vigilancia” de la “sexualidad legítima, orientada a la procreación”, sino también a lo que concierne al nombre y la dote y, especialmente, a las violencias desatadas contra los que se atreven al amor entre castas o con la religión incorrecta (los llamados crímenes de honor). En este terreno, la Ley de Reconocimiento de castas y tribus (para la prevención de atrocidades) de 1989 atiende lo relativo a la violencia sexual habitual que sufren las mujeres de las comunidades indígenas dalit y adivasi, derivada del orden de castas del hinduismo, según explica la politóloga. Por lo demás, la familia como institución tiene por función “perpetuar formas patrilineales de propiedad y descendencia, en las que la propiedad y el apellido de la familia fluyen de los padres a los hijos varones”, añade.

Dentro de este mismo capítulo, incluye a las empleadas domésticas, y no precisamente porque en su país formen parte del núcleo afectivo, sino más bien por todo lo contrario. Algo que pareció constatar la primera encuesta nacional de la India dirigida a trabajadoras sexuales no sindicalizadas: “el 71% de ellas afirmó haberse cambiado voluntariamente al trabajo sexual tras probar otros tipos de trabajo más esforzados y peor pagados; la categoría mayoritaria entre estos empleos previos era la de trabajadoras domésticas”. La autora remata: “aquí el trabajo contiene los peores aspectos del feudalismo y el capitalismo”.

Desmontando el género como categoría universal

Tras la familia, vienen el cuerpo y el deseo, con un punto de vista que nos obliga a relativizar todas las categorías grabadas en piedra en Occidente. “¿Fue el eje sexo/género un criterio universalmente relevante de diferenciación social? Es decir: ¿todas las sociedades en toda época y todo lugar establecieron diferencias entre varones y mujeres sostenidas en cuerpos estables?”, se pregunta Menon. Para responder a estas cuestiones, ella ausculta los corazones de otras latitudes, citando a la académica nigeriana Oyeronke Oyewumi, que arguye que los antropólogos occidentales –incluidas las antropólogas feministas– han tenido dificultades para entender la sociedad africana en sus propios términos, de acuerdo con la conceptualización de los yorubas u otras culturas precoloniales, “porque supusieron que las identidades y jerarquías de género eran universales: ‘si el investigador supone el género, entonces encontrará categorías de género, tanto si existen como si no’”.

El feminismo no va de un momento de triunfo final, sino de una transformación gradual el campo social tan decisiva que las antiguas demarcaciones cambien para siempre

Estos supuestos particulares de Occidente –como el azul/niño y rosa/niña– fueron erróneamente atribuidos a sociedades para las que jamás tuvieron el mismo significado. Así, entre los igbo, en épocas precoloniales, las hijas podían “asumir papeles masculinos y convertirse en hijos, y las mujeres ricas podían obtener esposas”. En las culturas amerindias, por su parte, había gente llamada dos-espíritus, aludiendo a personas especiales que ostentaban al mismo tiempo un alma femenina y una masculina y que, “muchas veces, eran las consideradas las visionarias, las sanadoras”. Asimismo, los poetas místicos del movimiento bhakti de la India, en la región del pueblo tamil, “experimentaban una suerte de deseo de Dios que viaja a través del cuerpo y lo reconfigura”. Y esta misma flexibilidad de género de otras sociedades premodernas podría aplicarse al criterio de la edad cronológica de las personas, cuando hay sociedades en las que “la edad siempre es relativa y sensible al contexto”, porque se basa en otras interrelaciones. “Los investigadores occidentales tienden a privilegiar las identidades fundadas en el cuerpo”, sostiene Menon.

La profesora india desgrana las mil y una razones para considerar que lo que se entiende por masculinidad y femineidad varía en diferentes culturas, reafirmándose en que “el sexo es a la naturaleza lo que el género es a la cultura”. Del mismo modo, pone en cuestión expresiones como “empoderamiento de las mujeres” –tan presente en las campañas de las autoridades– frente a “feminismo”, porque “el feminismo no va de un momento de triunfo final, sino de una transformación gradual el campo social tan decisiva que las antiguas demarcaciones cambien para siempre”.

El feminismo no solo puede ser adoptado por las mujeres, toda vez que se trata de una potente perspectiva política para examinar todos los órdenes del mundo, así como una forma de vida por la que se va “formateando” todo lo que sucede bajo una superficie social aparentemente pulida. El feminismo, según Nivedita Menon, es lo que “sigue viniendo”.

Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/2021-01-17/castas-eunucos-y-bragas-rosas-para-pensar-el-feminismo.html

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Entrevista a Danae C Diéguez: “ser feminista es un principio de vida que me ha hecho más libre, más lúcida y mejor persona”

Por: Mayra Pombo 


A veces en el camino por el que transitamos en la vida, y la circunstancias de las que somos blanco-tanto las elegidas como aquellas del azar- se torna complicado y la vez reto mantener una actitud consecuente en la que comulguen armoniosamente nuestros principios con nuestro actuar.


Danae C Diéguez, investigadora cubana y experta en temas de género y profesora de lengua española en el Miami-Dade County Public Schools ha devenido institución, palabra, voz, activismo y luz si de feminismo se trata.

Graduada del Diplomado del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer (PIEM) en el Colegio de México, otrora colaboradora del Festival de Cine Pobre dirigido por Humberto Solás, especialista para sus Muestras Temáticas dedicadas a Género (2008-2010) y miembro de la fundación non-profit Funcionarte, la Diéguez cuenta con un vasto trabajo investigativo que la posicionan como referente incuestionable en lo relativo a estudios de la mujer y violencia de género.

Latina, emigrante, madre, consejera, amiga, mujer… la Dana, como me gusta llamarle, nos regala hoy esta entrevista en la que nos comparte sus experiencias y retos y nos invita a analizar nuestras realidades a través de su prisma violeta…

Háblame de Funcionarte. Cómo surge y qué puntos en comunes tiene con Mirar desde la sospecha y el Ojo sexuado.

Funcionarte ha sido un regalo en esta ciudad. Lo creó una amiga muy querida, Yovana Martinez, su fundadora y presidenta  y nos llamó a mí y a Kelly M. Grandal para que la acompañáramos en el proceso. Es una non-profit que tiene el arte como fundamento esencial para empoderar a mujeres y a otros grupos con inequidades sociales.  Te digo es un regalo porque esta ciudad se puede volver árida si no encuentras tu camino y parece que las diosas se organizaron para que yo las conociera a ellas y empezara a ver esta ciudad con otros ojos. Trabajamos para visibilizar mujeres creadoras, mujeres que están fuera de catálogo- como se llama uno de nuestros eventos- hacemos talleres con mujeres sobrevivientes de violencia de género en alianza con Survivors Pathway- otra organización maravillosa y otro regalo que me ofreció esta ciudad  junto a su director, Francesco Duberli- y en esa alianza hacemos, creamos proyectos que nos permitan enfocarnos en este trabajo que es casi una hermandad porque necesita de nuestro tiempo extra pero creo que si algo tiene Yovana es que sabe muy bien lo que quiere y sabe que nosotras, Kelly y yo, estamos más que comprometidas, estamos enamoradas del proyecto. Me preguntabas qué en común con Mirar desde la Sospecha. creo que las dos tienen el arte como línea fundamental, el arte como sanación, el arte como empoderamiento, tienen en común que siempre he trabajado con gente que está muy ligada a estos temas y los siente como principios de vida, pero hay diferencias: desgraciadamente en Cuba no tenemos acceso a cifras de mujeres víctimas de violencia, no accedemos a datos que nos delineen la población con la que trabajamos, acá esa información la tenemos y podemos perfilar mejor hacia dónde va dirigido nuestro trabajo. Y otra diferencia importante, en Cuba no existe una Ley de Violencia de género – que aclaro no es la solución a este flagelo- pero permite conocer los caminos y las mujeres que pasan o han pasado por situaciones como estas acá, en las que sí existe una Ley, tienen derechos importantes y nosotras podemos acompañarlas en el proceso y guiarlas, sobre todo a las mujeres latinas que en muchos casos no saben cuánto la Ley las puede beneficiar. Con esa diferencia nosotras hacemos mucho. El ojo sexuado es mi blog, lo hice para no olvidar lo que escribí y obligarme a seguir escribiendo. El ojo sexuado es mi personal mirada y por cierto, ese título me lo sugirió Dean Luis Reyes, un día de tantos que compartimos mesa y debates… me dijo que mi libro debería llamarse así y la verdad, me sedujo, pero es sobre todo ese pequeño espacio virtual en el que me reencuentro con mis pensamientos feministas, mis miradas y me ayuda a mí misma- como dice nuestra querida maestra Teresa Díaz Canals- a “ver claro en lo oscuro”.

Coméntame de tu experiencia como mujer latina emigrante. Desafíos y alegrías, obstáculos y logros…

Esta pregunta es desestabilizadora. Medio en broma te lo digo, pero medio en serio… porque es la pregunta que me hace reflexionar sobre esas categorías que tanto estudias en la academia y que de pronto se cruzan y no precisamente en un estudio de investigación sino en mi propia historia de vida: Mujer, latina, emigrante y otras… qué decirte Mayra si ha sido uno de mis retos personales, entre otras cosas porque me encuentro con otras formas de entender las feminidades asociadas a lo religioso más ortodoxo,  a estereotipos muy arraigados en la cultura latina y he tenido que aprender a dialogar con todas esas opciones, mi trabajo con la comunidad latina joven acá, me ha obligado a repensar las formas de dialogar y darme cuenta con mucha más facilidad si de pronto mi discurso puede ser colonizador, en la medida de creer que mi verdad debiera ser asumida porque sencillamente la siento justa. Así que he aprendido a seguir siendo la misma y a la vez, sin perder quién soy- a escuchar, dialogar y repensar perspectivas. Uno de mis grandes impactos es ver cómo la industria de la “belleza” hace de las suyas en una comunidad tan vulnerable a esos modelos encorsetados de femineidad, porque es un mundo que compra esa “belleza” como la solución a la felicidad y el éxito. Los retos han sido muchos, ser emigrante es siempre uno de los más fuertes, sobre todo cuando tienes más de 40 años y vienes de haber ganado profesionalmente ciertos espacios y de pronto aprendes y ese ha sido el mejor de todos, aprendes a ser más humilde, aprendes a volver a nacer solo que consciente de tu vida anterior, pero renacimiento al fin y al cabo es doloroso y es,  a la vez, crecimiento. He tenido suerte como te dije anteriormente, he conocido gente maravillosa, creo que las energías se alinean para que las personas que vienen a tu vida sean tu gente, así de sencillo y mi gente en esta emigración me apoyan, comparten mucho conmigo de mis criterios sobre estos temas y esa familia pequeña que creas, esa familia escogida como dice mi querida Yovana, me permite ser yo misma la Danae feminista e inclaudicable contra la violencia por razones de género. Y eso me hace feliz amén de ciertos espacios que persisten en discriminar y devaluar.

A tu modo de ver, cómo se te ha presentado esta nueva sociedad en la que te insertas con respecto a la trilogía patriarcado-hegemonía-poder. Desde tu posición de resistencia qué retos, diferencias y nuevas miradas te has encontrado.

Esa trilogía la hemos vivido siempre. Vengo de conocerla muy bien. Las hegemonías se travisten muchas veces pero con el ojo entrenado sabes que suele ser lo mismo solo que  las vestimentas varían. La sutilización del patriarcado suele ser el reto más grande, estés donde estés, esa sutilización se manifiesta en aquellos espacios en los que pareciera las mujeres hemos conquistado casi todo lo conquistable y ahí las hegemonías patriarcales (eso es una redundancia) revisten un carácter de aparente avance cuando en realidad solo han hecho guiños contemporáneos y han aprendido a simular simbólicamente. Ese es el reto mayor, darnos cuenta de esa diferencia entre  la apariencia que se muestra con leyes y derechos- muy importantes sin dudas- y la verdad que se esconde detrás de esas dinámicas. Ahí vienen en mi ayuda las herramientas del feminismo que te enseñan a mirar desde la sospecha y a cuestionarte hasta donde esos cambios realmente erosionan la base, la estructura patriarcal que genera las inequidades y que responde al verticalismo. Esa mirada cuando la tienes te das cuenta que el reto es desmontar esa falacia, no importan los espacios que habites, la lengua que hables, la resistencia está en verlos, desmontarlos,  hacer y decir. Provocar la erosión desde algún pequeño espacio que pueda hacer la diferencia.

Violencia estructural, acoso, cánones de belleza, maternidad, exigencias en el ámbito doméstico, comunidad, movimiento #NiUnaMenos y un sinfín de temas relativos comulgan entre sí en la bandera del feminismo y su lucha por la igualdad. Por qué a pesar de la sensatez detrás de todo aquello, la lógica y la coherencia del movimiento en sí hay tanta resistencia aún al mismo, incluso en mujeres.

La resistencia al feminismo viene de lo mismo que te venía diciendo antes. Proviene de cómo el patriarcado ha logrado demonizarlo y sobre todo en cómo se ha  anclado en los errores que pueda tener un movimiento que por ser dinámico, tiene vida y por supuesto aprende de sus errores. La estrategia de demonización en algunos casos ha sido tan efectiva que de feminismo opina cualquiera y el resultado ha sido el desconocimiento. Cualquiera te dice el disparate conceptual de “ni feminista ni machista” como si fueran conceptos que se presuponen. Cualquiera emite una opinión como si fuera a hablar del café que se toma pero muy pocas personas han leído, estudiado y entendido de qué va un movimiento, un pensamiento que ha descrito como ninguno las estructuras de poder que generan tantas desigualdades que reposan en las mujeres todas,  incluyo acá las variables que nos diversifican como mujeres: clasistas, raciales, de identidad sexual, generacional, geográfica, entre otras, variables que sabemos se cruzan y que refuerzan muchas de las desigualdades , pero es muy fácil hacerse eco de saberes que pululan sin basamento que  dedicarse a entender el fenómeno, al menos tener argumentos y discutirlos con propiedad. Insisto: el patriarcado ha logrado sostener y modelar cada vez más esa aura llena de adjetivos que nos califican como amargadas, acomplejadas, anorgásmicas, resentidas y feminazis y muchas mujeres han cooperado con esa idea… ¿por qué? Porque ellas también han aprendido de la dinámica patriarcal y la reproducen pues sabemos está naturalizada y sutilizada y por tanto, pareciera no ser cuestionable. Divide y vencerás funciona muy bien como axioma en este camino de conquistas, pero también ponte a pensar realmente cuánto desmonta, erosiona, desestabiliza el feminismo al poder hegemónico, cuánto remueve y subvierte, para muchas personas es demasiado fuerte porque nadie quiere perder los privilegios del poder. Súmale a ello que nosotras tenemos mucho que aprender aún, mucho que crecer y sobre todo alejarnos de cualquier lenguaje colonizador que hable la lengua de “otro poder”, escuchar a nuestras hermanas negras, trans, lesbianas,  indígenas y hablar mejor la lengua de la sororidad, aún tenemos mucho que aprender de eso y  de ahí se resienten muchas veces nuestras ideas, porque no podemos reproducir hegemonías con el lenguaje y con el activismo, eso va en contra de lo mejor del feminismo, de los feminismos, diría yo,  y es,  sencillamente, lo opuesto, que ya sabes qué nombre tiene: patriarcado

¿Qué opinión le merece la reciente marcha a nivel internacional del movimiento feminismo? ¿Qué potencialidades le atribuye y cual opina que haya sido su real impacto?

Todo lo que se haga para visibilizar desigualdades, para denunciar y que logre avanzar nuestras conquistas es algo que apoyo y en lo que creo fervientemente. No podemos renunciar a esos espacios de visibilidad, no podemos renunciar a la palabra que nombra la injusticia, que dice las cosas por su nombre, no podemos renunciar a caminar con la fuerza de la resistencia, no podemos hacerlo por nuestras predecesoras, por las hermanas que han sido víctimas del terrorismo machista, por las que aun ni siquiera tienen mucha conciencia que conviven con tanta violencia manifiesta de muchas formas, a veces tan sutiles. La marcha es un grito simbólico, pero un grito de BASTA YA, es un grito estremecedor, las cifras de mujeres víctimas de violencia machista sigue siendo escalofriante y por eso es tan importante salir, defender, gritar, zarandear al planeta. Como todo proceso es perfectible, nosotras tenemos que unirnos en nuestras diferencias, yo no puedo hablar desde la voz de mis hermanas negras, mis hermanas trans u otras. La marcha tiene que ser la voz de todas, pero de todas de verdad, no podemos imponer una verdad que por muy justa que parezca, desconoce a otras mujeres. El reto está ahí, lograr esa mezcla de voces en las que el coro cante sin privilegios de unas por encima de otras. Ese ha sido y seguirá siendo nuestro gran aprendizaje en este camino, pero qué bueno, así crecemos y así nos fortalecemos.

A modo de conclusión y a la vez inserción en lo personal ¿cómo mantiene Danae la coherencia de su causa en su día a día? ¿Cómo se le presenta el reto de ser coherente en sus principios y acciones en medio de una sociedad tan adversa?

Ser feminista me cambió la vida totalmente. El día que vi claro de qué iba todo me di cuenta que mi vida iba poco a poco a transformarse. Y quien te diga que es fácil en un mundo en el que el patriarcado y la ideología machista que lo sostiene goza de tan buena salud, te engaña. Pero tengo herramientas que antes no tenía para explicarme las cosas y para defender y ser lo que creo.  Mi día a día más intenso en ese sentido ha sido educar a mi hijo varón en un mundo tan adverso para lo que yo le propongo como formas de ejercer su masculinidad y te confieso creo ha salido bastante bien, el otro día me decía: – vieja (así me dice)  yo si me crié con una mujer feminista de verdad- eso me lo decía en medio de unos comentarios que había oído en su grupo cercano en los que algunas muchachas se decían feministas y a la vez él se daba cuenta que le hacían daño a otras y otros desde una posición de altura que con el feminismo no compagina.  Su educación ha sido mi reto y me enorgullece el hombre que es hoy. En otros espacios personales ha sido más difícil y me ha tocado repensar muchas veces mi vida y comenzar de nuevo pero de eso va vivir con los lentes violetas siempre puestos y te confieso sé muy bien   que el reto continúa porque vivir así en un mundo que te desoye, que intenta colonizar tus acciones y tus pensamientos puede ser complejo, pero te aseguro que ser feminista es un principio de vida que me ha hecho más libre, más lúcida y mejor persona y para mí ese ha sido un camino que transito porque creo en la felicidad. Y eso es el feminismo: felicidad.

Fuente e imagen:  https://www.sicologiasinp.com/entrevistas/danae-c-dieguez-ser-feminista-es-un-principio-de-vida-que-me-ha-hecho-mas-libre-mas-lucida-y-mejor-persona/

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Recuperar nuestra voz

Por:  Paula Albornoz

Cuántas mujeres olvidadas porque ni
siquiera ellas pueden o podrán decir
“esta boca es mía”, “este cuerpo es
mío”, “esto es lo que yo pienso”.
Virginia Woolf

William Shakespeare, Antoine de Saint, Oscar Wilde, Franz Kafka, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges. Esos son solo algunos de los incontables nombres masculinos dentro de lo que se considera el canon literario: obras clásicas que trascienden los tiempos y las fronteras. Las obras de dichos autores representan la más alta cultura, o al menos, la mejor valorada. Es esperable y, más aún, deseable, que cualquier lector o lectora que se respete haya leído por lo menos uno de los títulos de estos grandes autores. Por supuesto, yo leí varios, y siempre me sentí muy orgullosa de haberlo hecho.

No fue hasta recién finales del año pasado cuando releyendo algunos de los títulos recostados en mi biblioteca me percaté de una cosa; la gran mayoría de los libros que he leído desde la más tierna infancia hasta mi adultez fueron escritos por hombres. Cien años de soledad. La naranja mecánica. Canción de Navidad. Un mundo feliz. Ensayo de la ceguera. Bajo la misma estrella. Natacha. Desde los cuentos infantiles hasta las novelas para adolescentes y las historias para adultos, sin intención de mi parte – pero seguro que de la de alguien más, sí -, habían sido creadas en las mentes del género opuesto. Toda mi concepción literaria del mundo había sido formada por personas que jamás podrían haber vivenciado ni una milésima de lo que es ser mujer en este mundo, a la vez en que yo había sido educada y moldeada por personas con las que jamás me podría identificar. Todos ellos han sido brillantes y sin duda he disfrutado leerlos, pero comencé a interesarme por leer a mis pares y a mujeres que, quizá, pudiera tomar como referentes en la literatura.

Marcela Serrano, escritora chilena, ha declarado: “El día en que el hombre se apoderó del lenguaje se apoderó de la historia y de la vida. Al hacerlo nos silenció. Yo diría que la gran revolución es que las mujeres recuperen la voz”. De más está decir que concuerdo completamente. Esto es así más aún cuando las mujeres son latinoamericanas, racializadas pobres. Hay unos pocos nombres femeninos que han llegado al canon literario (Jane Austen, Virgina Woolf, Louise May Alcott), más todas ellas tienen algo en común: su posición social y geográfica; europeas de la clase alta. Es por ello que no solo es revolucionario que cada vez lleguen más títulos de autoras a los aparadores de las librerías, sino también que las lectoras – y los lectores – elijamos conscientemente la literatura que queremos consumir de ahora en adelante. Y no, por supuesto que esto no significa dejar de leer a varones. Significa, simplemente, que me gustaría que las niñas, las jóvenes y las adultas pudiésemos empezar a ver el mundo desde ojos similares a los nuestros, a sentirnos identificadas, a escribir nuestra propia historia. Darnos lugar en nuestras bibliotecas también es un acto de sororidad.

Virginia Woolf: “me aventuraría a pensar que Anónimo fue a menudo una mujer”

Durante mucho tiempo, la prosa de autoras como Alfonsina Storni eran catalogadas como “poesía femenina” o “literatura femenina”, como si el calificativo le restara valor literario e intelectual. Lo cierto es que la misma Alfonsina tuvo en muchos aspectos de su vida y de su obra una visión feminista, desafiando los mandatos sociales de la época – por ejemplo, siendo madre soltera – y traspasando ideas revolucionarias al papel como en las poesías “Me quieres blanca” u “Hombre pequeñito”. En la actualidad, la etiqueta “femenino/a” ya no se usa en obras escritas por mujeres, pero eso no significa que se las valore de la misma forma que las escritas por varones. Ahora hay formas mucho más sutiles de descalificarlas. Para dar un ejemplo me transporto a mi adolescencia, en la época en que la saga “Crepúsculo”, de la escritora Stephanie Meyer, eran la sensación entre las chicas.

Las jovencitas éramos motivo de burla y de bullying, especialmente en Internet, por leer esa clase de libros. Absolutamente todo lo que esté dirigido hacia un público mayormente femenino siempre es menospreciado y burlado: no solo la literatura, también la música, las películas, etc.

Se suele decir que el arte producido por hombres es el arte “de verdad” (¿a ustedes nunca les dijeron algo como “vos tenéis que escuchar música de verdad” o “vos tenéis que leer literatura de verdad”, refiriéndose a la producida por hombres?), lo que nos deja a nosotras con su antónimo: nuestro arte es falso, o de mentira. Nuestro arte es de segunda mano, no digno de ser valorado. ¡Qué casualidad! La misma concepción que tienen para con nosotras como seres humanas.

Ya lo dijo Virginia Woolf: “me aventuraría a pensar que Anónimo fue a menudo una mujer”. El arte proveniente de las mujeres siempre fue poco valorado, y es por eso que a lo largo de la historia muchas de ellas tuvieron que usar pseudónimos masculinos, dejar firmar por ellas a sus maridos o simplemente inscribirse como “Anónimo”. De otra forma, su producción artística jamás hubiese llegado hasta nuestros días. Aún hoy se espera que las mujeres releguen sus vidas al ámbito doméstico, y pocas veces sus trabajos son reconocidos como se merece. Solo por dar un ejemplo, el Premio Nobel de Literatura, sin duda el más prestigioso, hasta el 2017 había premiado a 14 mujeres frente a 100 hombres – y sin duda no es porque no haya habido buenas escritoras. Los hombres escriben libros para que los lean los hombres y los premien otros hombres.

Los pseudónimos no están tan atrás en el tiempo como pensamos o deseamos; la autora de “Harry Potter” aún es conocida como J.K. Rowling, porque al publicar su famosísima saga le aconsejaron que sería mejor para las ventas que no se supiera que su autora era mujer. Solo cuando el libro fue bien recibido por las críticas y la audiencia se reveló su nombre real, Joanne.

Desde mi humilde lugar tanto de lectora como de escritora, propongo que, una vez más, seamos nosotras las que empecemos a cambiar las cosas. Escribir, contar nuestras vivencias y explayar en la hoja nuestra visión del mundo, y también leer y descubrir lo que otras tienen para decir. Me sigo preguntando cómo sería yo ahora en general y como escritora en particular si desde pequeña me hubiera nutrido más de autoras. No importa, no pienso lamentarme ya. Ojalá sea esa la oportunidad de las generaciones presentes y futuras. Pero de ahora en más, me propongo compensarlo. Por lo menos, igualar el número de libros escritos por hombres en mi biblioteca con libros escritos por mujeres. ¿Se animan a hacerlo ustedes?

Nosotras también tenemos historias que contar. De hecho, nosotras también tenemos historia. En inglés, la palabra historia (“history”) podría ser dividida en dos partes: “his story”. “His” es un adjetivo posesivo masculino, entonces estaríamos diciendo “su historia”, pero la de los hombres. La historia de él (de ellos). ¿Qué pasaría si por una vez queremos cambiarlo? ¿Qué pasaría si queremos hablar de herstory? (“her story”, la historia de ella, de ellas). El lenguaje y las historias, los cuentos, las novelas, la literatura, nos moldean, y ha sido así desde el comienzo de los tiempos, cuando se transmitían de boca en boca. Tal es su relevancia en nuestras vidas y en la sociedad. Tal es su relevancia en el feminismo y en la revolución. ¿Cómo cambiar la historia si no podemos contarla? ¿Para qué contar la revolución si nadie va a leerla?

Nos propongo ser nuestras propias lectoras. Hasta que, de a poco, todo el mundo nos haya escuchado (o mejor dicho, leído).

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/recuperar-nuestra-voz/

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