Este libro pone en conversación un conjunto de etnografías colaborativas, decoloniales, feministas y de IAP que comparten el deseo de producir otros conocimientos y producir conocimientos de otros modos. Las experiencias aquí reunidas nos invitan a repensarnos como investigadoras/es, a redefinir el sentido de nuestros proyectos y los procedimientos metodoloógicos concretos a partir de los que desarrollamos nuestro trabajo, y también a transformar las relaciones que establecemos con las personas con quienes colaboramos. Es una caja de herramientas que busca ampliar el campo de lo posible y lo pensable en investigación.
Autor (a): Aurora Álvarez Veinguer. Alberto Arribas Lozano. Gunther Dietz. [Editoras y Editores]
Aurora Álvarez Veinguer. Alberto Arribas Lozano. Gunther Dietz. Alberto Colin. Ariana S. Cota. María Espinosa Spínola. Adolfo Estalella. Ana Paula Félix Mandoki. Rocío García Soto. Pablo Gómez Pinilla. Carmen Gregorio Gil. Ángel Luis Lara. Lola Martínez Pozo. Laura Selene Mateos Cortés. Mariana Mora Bayo. Antonia Olmos Alcaraz. Mayra Ortiz Ocaña. Paula Pérez Sanz. Norma Rosales-Anderson. Maria Paula Saffon Sanín. Tomás Sánchez Criado. Stefano Sartorello. Luca Sebastiani. Jaime Vera Alpuche. [Autores y Autoras de Capítulo]
Las escuelas militares dependen del Ejército, pero están abiertas a cualquier estudiante. Durante las elecciones de 2018, Jair Bolsonaro, aún candidato a la presidencia, prometió crear colegios militares en todas las capitales brasileñas.
En febrero de 2019, el entonces comandante del Colegio Militar de Porto Alegre, en el sur de Brasil, reunió a unos 200 empleados en un auditorio escolar para anunciar que, desde ese momento, algunos temas quedaban prohibidos en el aula. Entre los temas vetados, el coronel citó explícitamente las palabras homofobia y racismo.
«Trató de minimizar su injerencia y dijo que era una orden superior de la DEPA (Dirección de Educación Preparatoria y Asistencial, Departamento del Ejército). Pero, en tono amenazante dijo que cualquiera que intentara contravenir estas normas, podría sufrir las consecuencias», relata el profesor Rafael (nombre ficticio), a Agencia Pública. La mayoría de los empleados entevistados para este reportaje prefiere mantener oculta su identidad.
Lo que sorprendió a Rafael no fue la injerencia en el contenido de las clases. El profesor, que ha trabajado en el sistema de escuelas militares durante más de diez años, dice que ya había recibido instrucciones por escrito para modificar pruebas y exámenes con temas políticos «para evitar la propaganda partidista», pero si se asombró de que se hiciera una reunión para divulgar normas que, hasta ese momento, estaban implícitas. Esta extraña situación hizo que los profesores enviaran una carta de rechazo al comandante dos semanas después de dicho episodio.
«Las cosas se han vuelto más evidentes, como por ejemplo tener una reunión con todos los profesionales de la enseñanza para decir algo que siempre se ha practicado de forma disimulada. Esto me pareció una posición de ataque más explícita. En el pasado, la persecución era más individual», analiza el profesor.
El relato de Rafael se suma a una decena de entrevistas más que Agencia Pública ha hecho a los profesores del sistema de escuelas militares en las capitales Recife, Río de Janeiro, Distrito Federal y Porto Alegre. Los educadores denunciaron «censura» e «injerencia en el contenido» de las aulas en las 14 instituciones educativas administradas por el Ejército y vistas como un modelo de enseñanza por el presidente brasileño Jair Bolsonaro.
Las escuelas militares forman parte del Departamento de Educación y Cultura del Ejército (DECEX), pero no preparan para una carrera militar. Son escuelas convencionales que van desde el sexto hasta el último año de educación básica (hasta los 15 años). La mayoría de los estudiantes son hijos de militares, quienes sufren los reflejos de las obligaciones profesionales de sus padres debido a las peculiaridades de sus carreras. El resto de las vacantes se abren al público a través de concursos. El primer colegio militar se fundó en Río de Janeiro en 1889. El más reciente, ubicado en São Paulo, se inauguró este año.
La prohibición de abordar el feminismo y el género, citar programas de gobiernos anteriores, debatir la existencia del racismo en Brasil o hacer analogías con debates recientes en las noticias fueron algunos de los episodios que relataron los docentes al mencionar el aumento del conservadurismo y la influencia de los discursos del movimiento Escola Sem Partido en la administración de los colegios militares, que se mantienen con el presupuesto del Ministerio de Defensa. El movimiento Escola Sem Partido defiende el final de lo que llama «adoctrinamiento ideológico» en las escuelas y censura los debates con temas como la igualdad de género en las aulas. Además, los profesionales denunciaron presión y hostigamiento hacia los docentes que cuestionaban los planes de regresar a las clases presenciales, después de seis meses de enseñanza remota por la cuarentena, en ciudades que aún tienen un alto número de casos de COVID-19.
El profesor Antonio Araujo Jr, profesor de Biología en el Colegio Militar de Brasilia desde 2015, asegura que el proyecto pedagógico de la escuela «siempre ha simpatizado con las Fuerzas Armadas», en especial en las áreas académicas como Historia o Portugués, pero señala que ha aumentado la interferencia en el contenido enseñado, incluso ha llegado a las áreas de Cálculo y Biología. «Pensé que tenía libertad por ser profesor en un área técnica. Tenía esa idea positivista de que la ciencia es neutral. Mis clases de sexo, reproducción y sexualidad no eran controladas», señala el profesor. «La postura negacionista y anticientífica se limitaba a algunas materias en las áreas de humanidades». Los docentes entrevistados cuentan que deben entregar los exámenes que se realizarán a los estudiantes con al menos un mes de anticipación para ser analizadas.
La primera vez que Antonio vio una injerencia ideológica en una prueba que no pertenecía a humanidades fue a mediados de 2016, cuando el consejo escolar envió un equipo para volver a diseñar una evaluación de Química porque un problema contenía la fórmula de la cocaína. «Dijeron que esto podría ser entendido por los padres como un incentivo para consumir drogas o incluso para producirlas», recuerda. «En ese momento nos reímos porque era como si el comandante solo hubiera entendido ‘fórmula’ como una ‘receta’ para preparar algo. Pero no nos dimos cuenta de que ya había una especie de articulación con el principio ideológico del movimiento Escola Sem Partido, que ya empezaba a tomar fuerza».
Los casos, según el profesor, ya no son puntuales. Recuerda un tema de Biología en el que contextualizó procesos hormonales en el cuerpo humano, como la estimulación del sistema nervioso que hace que el corazón lata más rápido cuando sientes atracción y el aumento de hormonas durante el embarazo. El examen, entregado al colegio para su aprobación, fue vetado. «El consejo dijo que podría dar la impresión de que estamos enseñando a los estudiantes a enamorarse. Y la escuela estaba en contra de las citas en la adolescencia».
Vitrina conservadora
Durante las elecciones de 2018, Jair Bolsonaro, aún candidato a la presidencia, prometió en su plan de gobierno crear colegios militares en todas las capitales brasileñas en dos años. La valoración del profesor Araujo es que, a partir de ese año, el colegio militar de Brasilia se convirtió en la vitrina de una enseñanza ultraconservadora. «Por lo tanto, la escuela no podría tener características progresistas. Cualquier actividad, clase, documento y examen tenía que estar libre de cualquier cosa que se pudiera confundir con progresismo».
Entre las actividades que se eliminaron en el último año encontramos que la escuela dejó de participar en las Olimpiadas Nacionales de Historia de Brasil en la Universidad Estatal de Campinas (UNICAMP), competición que premia a escuelas públicas y privadas de todo el país. Ese año, el concurso tuvo como tema un homenaje a los «excluidos de la historia». Este anuncio fue recibido con sorpresa por educadores y estudiantes, recuerda otro profesor, Reinaldo, quien enseña historia en el Colegio Militar de Río de Janeiro. El maestro dice que algunos temas están «absolutamente prohibidos» en su asignatura. «No se puede hablar del ‘golpe de 1964’ (que estableció la dictadura militar en Brasil que duró hasta 1985), sino de la ‘revolución de 1964’. No se puede hablar de tortura y cosas así». «Siempre, en las escuelas militares, hubo presión sobre el contenido y las formas de trabajar. Esta es una constante. Siempre tenemos mucho control sobre nuestro trabajo».
Marcia, compañera de Reinaldo que enseña Portugués, dice que la posibilidad de trabajar con libros de literatura de autores contemporáneos se ha vuelto aún más limitada. A partir del año pasado la escuela adoptó una lista de libros permitidos, la mayoría de ellos clásicos. «Ya hemos solicitado otros autores, pero la respuesta de la dirección es que no se justifica la inclusión de ningún otro libro en esa lista. Entonces, si aparece un nuevo libro en este momento, no podremos trabajar con él».
Según ella, los temas que aparecieron en el Examen Nacional de Bachillerato (ENEM), que evalúa el desempeño académico de los estudiantes al finalizar la educación básica y da acceso a la educación superior, como la intolerancia religiosa en 2016 y la violencia contra la mujer en 2015, no son bienvenidos. «A ENEM ya lo habían etiquetado de comunista», dice la profesora. «Me siento terrible. Es una censura que, aunque tomes todas las precauciones, resulta muy agotadora. Por supuesto, sé que tenemos una legislación que dice que los militares no deben tomar partido político. Como estamos dentro de una institución militar, siempre hemos respetado eso. Pero ellos confunden mucho la política. Por ejemplo, dependiendo de cómo vayas a hablar del hambre, el tema estará censurado. Este es un tema político, pero no tiene nada que ver con el partidismo. El hambre siempre ha existido en Brasil. Pero todo lo que puedan leer como crítica hacia el Gobierno actual será prohibido».
En junio de este año, un profesor de Geografía del Colegio Militar de Brasilia fue despedido tras haber criticado, durante una clase en una plataforma virtual, el papel de la Policía Militar en una manifestación prodemocrática que tuvo lugar en Sao Paulo en mayo. El profesor de 9º grado dijo a los alumnos que la acción policial «era muestra de un fascismo que ya no queremos en el mundo».
El consejo de DECEX ha respondido a Agencia Pública afirmando que el Sistema de Colegios Militares de Brasil (SCMB) utiliza los libros del Programa Nacional de Libros de Texto (PNLD) y otros previstos en los Estándares de Planificación y Gestión Escolar (NPGE).
Aun así, el organismo no ha respondido a preguntas sobre si existe una directriz para los docentes sobre temas que no se pueden tratar en el aula. «Si las Escuelas Militares se destacan en el escenario educativo brasileño, es por el conjunto que forman las tradiciones y valores de la institución que las sustenta, el Ejército brasileño. Entre estos valores destacan la fidelidad, el respeto, la disciplina y el orden. También destaca por la competencia efectiva de nuestros profesores en el aula, que realmente entienden el Proyecto Pedagógico SCMB», dice la nota.
Los profesores de las escuelas militares señalan la interferencia ideológica en el plan de estudios disciplinarios Agencia Pública
El plan de campaña de Bolsonaro para crear escuelas militares en todas las capitales ya era considerado por los expertos en educación como una «promesa imposible», ya que implicaba una estructura costosa y tiene un público restringido, recuerda la investigadora Catarina de Almeida Santos, profesora de la Universidad de Brasilia (UnB) y coordinadora en el Distrito Federal de la Campaña Nacional por el Derecho a la Educación. Sin cumplir la promesa de campaña, el Gobierno federal apuesta por otra salida: la militarización de las escuelas públicas existentes. En 2019, el Ministerio de Educación (MEC) lanzó el Programa Nacional de Escuelas Cívico-Militares, que funciona a través de adhesiones municipales. La meta del Gobierno federal es que 216 escuelas funcionen con este modelo al final de la administración de Bolsonaro.
*Los nombres se cambiaron a petición de los encuestados.
Durante la pandemia, las redes sociales pasaron a ser el único espacio de interacción entre miles de adolescentes. Sin embargo, junto a su popularidad, crecen los riesgos para quienes se exponen en ellas compartiendo contenido explícito. Muchas lo hacen bajo la premisa del empoderamiento físico, pero ¿es realmente un empoderamiento o una necesidad de ser validadas por un otro? ¿Cómo protegerlas si no existe una educación sexual integral en los colegios para entregarles herramientas?
El nombre de usuario del Instagram de Daniela (15) tiene varias vocales extra y algunos íconos. En su feed no hay ninguna publicación, sin embargo, guarda algunas historias destacadas. Una se titula “Me”, y en ella hay fotos y videos de sí misma: frente al espejo en ropa interior, arriba de la cama o de frente sacando la lengua. A esta última imagen la acompaña la siguiente canción del trapero Young Darhi: “Te había dicho, somos anormales, quiero romperte todos los canales. Puta me vengo solo a burlar, puta atiéndeme con sexo anal”.
Durante la pandemia, las redes sociales pasaron a ser el único espacio de interacción para miles de adolescentes. Según la consultora Criteria, producto del confinamiento el uso promedio semanal de estas plataformas creció de 18 a 22 horas entre los chilenos. Así lo confirma el estudio elaborado por Statista, donde se detalla que el número de publicaciones realizadas en redes sociales en el país creció un 53% en marzo de 2020 con respecto al mismo mes del año pasado y que el país se posicionó en el primer lugar en el uso de redes sociales en América Latina.
Este abrupto crecimiento vuelve inevitable considerar la población adolescente, que se encuentra justo en la etapa crucial de búsqueda de identidad, para lo que es fundamental que compartan con sus pares. “Las redes sociales y las nuevas tecnologías llegaron para quedarse, y cada vez con un desarrollo más rápido. Esto a los adultos nos cuesta seguirlo, pero a los niños, niñas y adolescentes, no. Ellos nacieron con esta modalidad instalada y ahora en pandemia, esta ha sido la única manera para relacionarse con sus pares”, cuenta Carolina Carrera, psicóloga de Corporación Humanas. “Aquí es cuando ocurre una paradoja, sobre todo entre las adolescentes mujeres, quienes, desde el feminismo defienden su derecho a la autonomía del cuerpo; existe una sobre exposición del cuerpo en redes, lo que a veces puede ser muy complejo en términos de salud mental. Todo esto para decir ‘esto es feminismo’, cuando no necesariamente lo es. El feminismo no es solamente exponerse a través de las redes, tiene que ver con las cosas que uno cree, con una acción política y con transformaciones sociales mucho más profundas. Esta paradoja termina devolviéndonos al inicio: aparece el cuerpo de la mujer desde un modelo impuesto por el patriarcado, cosificado por ser mujer”, agrega.
Belén Fonseca es profesora de cuarto medio en un colegio particular subvencionado de Quilicura. Pese a que en reiteradas ocasiones ha manifestado su preocupación por este tema entre sus pares y las autoridades de la institución, es poco lo que la han escuchado. “Esto lo veo entre mis alumnas de Cuarto Medio, pero también trabajé con Séptimos y Octavos Básicos y pasaba lo mismo. Compartían contenido más allá de lo sugerente, en muchos casos muy explícito. Esto es propio de la adolescencia porque es cuando se empieza a ser activo sexualmente, pero lo complejo es que, desde la docencia, no sé desde dónde nos afirmamos para educar si no existe una educación sexual feminista en los colegios. Yo he propuesto talleres, pero no han sido bien recibidos. Hace poco hubo una estudiante que quedó embarazada, pero fue tratado como un caso aislado. Mis estudiantes están activos sexualmente desde muy chicos y no hay ninguna preocupación de eso, ni del uso de las redes, ni de la hipersexualización de los adolescentes”, cuenta.
A mediados de diciembre, Carolina Muga se graduó de cuarto medio. El 3 de noviembre cumplió 18 años, pero tiene redes sociales desde los ocho. “Es muy común ver fotos de niñas en ropa interior, semi desnudas o mostrando partes del cuerpo. Pasa en todos los grupos de amigas. Muchas publicaciones están bordeando la pornografía infantil y creo que no estamos conscientes de los peligros que conlleva el hecho de que todo ese contenido queda en la red”, dice.
En esta misma línea, Carrera señala que “lo que las jóvenes no se dan cuenta es que las redes sociales son como una plaza pública. Muchas veces, tampoco hay sororidad entre ellas mismas o se cae en el discurso de los chicos y en el mismo juego del que se quiere salir. Entonces, construir identidad desde las redes sociales es muy complicado. No hay que estar en contra de ellas porque no se puede, son parte de la cotidianidad. Pero, hay que enseñar a usarlas y proveer herramientas”.
Fue en octubre de este año que la Cámara de Diputados rechazó el proyecto de ley de Educación Sexual Integral que buscaba una profundización de la enseñanza de educación sexual dependiendo de la etapa del y la menor, enmendando así la brecha que existe actualmente en el sistema. Por otra parte, en 2015, el Ministerio de Educación lanzó un plan de “Educación para la igualdad de género”, que contemplaba la promoción de la igualdad y el desarrollo integral de hombres y mujeres en el sistema educacional en un periodo de tres años, estableciendo mecanismos y competencias para propuestas para la inclusión de la perspectiva de género en la reforma educacional.
Sin embargo, según detalla el Informe Anual sobre DD.HH. en Chile, elaborado por la UDP en 2018, si bien en el país se ha superado la desigualdad de acceso a la educación entre mujeres y hombres, “siguen operando patrones que reproducen las representaciones tradicionales de género y de esa forma la desigualdad e inequidad. Esto se evidencia en las trayectorias educativas de las y los estudiantes, sus resultados, las opciones vocacionales marcadas por los estereotipos asociados a funciones femeninas y masculinas, la violencia de género, la discriminación y el embarazo adolescente, entre otros aspectos”.
Se hace urgente abordar temáticas de sexualidad y género en el sistema educativo. Más aún, en tiempos en que las plataformas sociales han permeado por completo en la vida de niños, niñas y adolescentes. Actualmente, de 4.5 mil millones de usuarios en internet en el mundo, 3.8 están es redes sociales. Esto es casi el 50% de la población global, según datos revelados por Hootsuite en 2020. El estudio señala que, en promedio, el usuario de internet pasa seis horas y 43 minutos en línea al día. El equivalente a 100 días al año de conexión. Si restamos las ocho horas en promedio que le dedicamos a dormir, significa que actualmente pasamos más del 40% de nuestro día hábil usando internet. Asimismo, señala que, dentro de las redes sociales más utilizadas, Facebook continúa liderando, seguida por WhatsApp, Messenger e Instagram. Esta última cuenta con más de 1.000 millones de usuarios activos, dentro de los cuales un 6,1% se encuentra en el rango de 13 a 17 años, lo que equivale a 56,6 millones de usuarios.
Más abajo se encuentran otras dos nuevas aplicaciones, ambas creadas en 2016, TikTok y OnlyFans. La primera es una App que nació en China y que se convirtió en la más descargada en Estados Unidos en 2018. Debido a su popularidad, y a que fue foco de una guerra comercial entre China y Estados Unidos, esta plataforma ha sido llamada la “red social de la pandemia”, periodo en el que alcanzó los 2.000 millones de descargas. OnlyFans, por su parte, cuenta con 50 millones de usuarios registrados y 700.000 creadores de contenido. Esta plataforma digital es un modelo de negocio atractivo, en el que la compañía se queda con un 20% de comisión por cada suscripción, y donde los usuarios deben pagar para ver el contenido que se comparte. Es por eso que se ha convertido en la más grande competencia de compañías que distribuyen material pornográfico.
“Solo te venden el falso empoderamiento y la cosificación de los cuerpos femeninos. Seguimos con la dinámica de que la mujer es objeto de deseo para complacer a un hombre. Hay una idea de amor propio que es falsa, es casi una romantización de la pornografía, que se hace aún más grave cuando son menores de edad”, dice Fonseca. “Tengo conversaciones con mis alumnas y ellas reclaman porque a veces reciben comentarios “degenerados”, pero están todo el rato en esta lógica de necesitar ser validadas, y eso no hace más que perpetuar las ideas patriarcales. Lo difícil es cómo abordar el problema, porque sabemos que el colegio es un espacio de reproducción del discurso y de las relaciones de poder. No hay una pedagogía feminista, ni una educación sexual integral clara”, explica.
“Se habla de la censura, pero el feminismo no quiere censurar a nadie. Es cuestionarnos lo que a veces se puede disfrazar de empoderamiento y cómo seguimos cayendo en la cosificación de nuestros mismos cuerpos. Si bien existe la libertad de lo que hacemos y no hacemos con ellos, al final igual estamos contribuyendo al sistema capitalista y al patriarcado”, señala Muga. “Las redes sociales también generan un espacio delicado para la salud mental, por la competencia, por las comparaciones, por el uso de filtros. Esto genera problemas de autoestima”, agrega.
Por su parte, Carrera señala que la falencia es del sistema completo. “Hay que enseñar cuáles son los peligros y cómo cuidarse. Recordar que esto es como una plaza pública, donde puedes subir una foto semidesnuda o incluso desnuda, pero no sabes hasta dónde puede llegar esa foto, porque no hay control. Se cree tener el control porque creemos saber a quiénes aceptamos y a quiénes no, pero eso no es así. Entonces después vienen todos los efectos que podría causar el hecho de que estas fotos circulen o generen burla, bullying o funas. Incluso, hacerlo y luego arrepentirse. Pero ahí ya se perdió el control. Este contexto tiene que ser dado por el colegio, por las familias y por los adultos. También tenemos que dar el ejemplo. Al final el Estado y los privados también son responsables, porque entregamos una tecnología, la pusimos a disposición, pero sin tener en cuenta los alcances que podía tener en los adolescentes”.
No podemos hacer una propuesta sobre un nuevo Foro Social Mundial, sin tener en cuenta de que el mundo será totalmente diferente. Con la crisis sistémica abierta en 2008 y profundizada luego del crack sanitario y económico del Covid-19, las inmensas mayorías del planeta están siendo empujadas a los límites de la mera subsistencia. La pobreza extrema ya afecta al 10% de la población mundial y se prevé que el desempleo llegue en 2021 a niveles nunca antes vistos.
Del otro lado del tablero, una aristocracia financiera y tecnológica global concentra y centraliza las riquezas a una escala planetaria a partir de controlar la red financiera y la denominada cuarta revolución industrial. Una Plutocracia global, con 28 corporaciones (BlackRock, CitiGroup, Goldman Sachs, JP Morgan, entre otras) controlando más del 40% de la red financiera mundial y cinco empresas tecnológicas angloamericanas (las denominadas “GAFAM”) controlando el mundo virtual, ha sometido a su lógica de dominación a los pueblos y ha capturado, como nunca, los resortes del poder mediático, judicial y político en los Estados-Nación.
Al mismo tiempo, hace suya toda una dinámica de “gobernanza global” que empuja la destrucción del planeta y de la humanidad.
Pero los pueblos están de pie, incluso a pesar de la pandemia. La lucha está en las calles, en América latina, en África, en Asia y en Medio Oriente. Y por eso el Foro Social Mundial debe romper con su quietud y volver a ubicarse como un espacio de articulación social y política a una escala universal.
Los jóvenes, las mujeres, los campesinos, los estudiantes, los trabajadores ocupados y desocupados, los indígenas, los migrantes, deben ser los protagonistas en la búsqueda de construir una fuerza social y política que, aunque diversa, esté dispuesta a cambiar de raíz un sistema social en franca descomposición.
Por lo expuesto es que proponemos la siguiente hoja de ruta:
● Coordinar una misma agenda de discusión en diferentes niveles: local, nacional, regional e internacional.
● Establecer planes de acción con objetivos claros e instancias de auto-evaluación periódicas.
● Terminar con el colonialismo cultural: Ver el mundo con ojos de los pueblos del antes llamado tercer mundo, no con el de las ONG europeas.
● Aprovechar las herramientas de la virtualidad a sabiendas que las grandes transformaciones exigen la presencia de calles.
● Configurar escenarios de “guerrilla” comunicacional, de protesta social, de organización política y de agenda de transformaciones. Estamos en una guerra cultural y, dentro de ella, seguimos perdiendo (el campo popular) la guerra comunicacional, la batalla de las ideas.Es necesario apropiamos de las herramientas, construir agendas comunes y medios para difundirlas, para imponer algún imaginario popular-colectivo.
● Comprometer a las grandes personalidades a participar militantemente del FSM, sin perder de vista que las y los protagonistas deben provenir de la organización popular, sin exclusiones ni mezquindades, sin feria de vanidades.
Sugerimos los siguientes puntos para la construcción de esa agenda común que permita construir, de cara a eventual nuevo encuentro del Foro Social Mundial un Programa Común y Universal de transformación de la realidad social y política:
● Transnalización del capital: ¿Gobernanza global o Unidad protagónica de los Pueblos?
● ¿Estado Nacional/Transnacional o Estado Comunal/Universal?
● Aristocracia financiera y tecnológica versus economía productiva, solidaria y popular
● El futuro del trabajo: Economía de plataformas, cuarta revolución tecnológica.
● Un sujeto social universal: El feminismo.
● Clases subalternas: La construcción de la unidad en la diversidad.
● Explotación laboral, precarización, tercerización y primer trabajo
● Recursos Naturales y Medio Ambiente: ¿Extractivismo o cuidado?
● La construcción de la Paz como la alternativa de los Pueblos: Guerras de Cuarta y Quinta Generación, Derecho Humanitario y mecanismo protagónico de los Pueblos.
Sobre los autores: Somos jóvenes uruguayos, argentinos, chilenos -profesionales universitarios, trabajadores, campesinos, desempleados- militantes de distintas organizaciones del campo popular, que compartimos nuestras experiencias laborales, académicas y políticas en el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE). La mayoría de nosotros no hemos participado en el FSM, pero como parte del futuro que se quiere construir, queremos tener voz en los debates
Se considera un «optimista trágico» , por eso cree que la pandemia es una gran oportunidad para replantear el modelo neoliberal, que considera agotado.
El sociólogo y ensayista portugués Boaventura de Sousa Santos es el gran pensador actual de los movimientos sociales, autor de una extensa obra en la que se destacan títulos como «Una epistemología del sur», «Democracia al borde del caos: Ensayo contra la autoflagelación» y «El fin del imperio cognitivo» se ocupa desde hace décadas de radiografiar la vida y los modos de subsistencia de las comunidades más vulnerables, un radio de acción que lo llevó a documentar desde las condiciones de un campo de refugiados en Europa hasta las formas de organización de las comunidades originarias de Amazonia o los barrios populares de Buenos Aires.
Sousa Santos nació hace 80 años en la ciudad portuguesa de Coímbra, donde reside la mitad del año tras haberse jubilado como docente de la Facultad de Economía. Obtuvo un doctorado en sociología de la Universidad Yale y dio clases también en la Facultad de Derecho de la Universidad de Wisconsin-Madison (Estados Unidos), donde pasa la otra mitad del año. En sus textos desmenuza los conceptos clásicos de las ciencias sociales para entender el mundo y los revitaliza con el objetivo de construir saberes «que otorguen visibilidad a los grupos históricamente oprimidos».
«El capitalismo no funciona sin racismo y sin sexismo -destaca el pensador-. Por el contrario, la resistencia no está articulada, está fragmentada, es por eso que muchos partidos de izquierda, con vocación anticapitalista, han sido racistas y sexistas. Incluso algunos movimientos feministas han sido racistas y han sido pro-capitalistas. El problema que enfrentamos es una dominación articulada y una resistencia fragmentada. Así no vamos a salir adelante porque sabemos que la intensificación del modelo es lo que agrava la vida de la gente».
Con un lenguaje directo que atraviesa toda su obra, propone un modelo de intelectual como agente de cambio, Sousa Santos analiza la refundación del estado y la democratización de la democracia . Se considera un «optimista trágico» , por eso cree que la pandemia es una gran oportunidad para replantear el modelo neoliberal, que considera agotado.
–¿Qué futuro podemos esperar después de la pandemia? ¿Cómo seremos capaces de pensar y de construir el mundo post pandemia?
–La pandemia ha creado tal incertidumbre que los gobiernos, los ciudadanos, los sociólogos y los epidemiólogos no saben qué va a pasar. Acabo de publicar «El futuro comienza ahora: de la pandemia a la utopía» y lo que planteo es que esta pandemia marca el inicio del siglo XXI. Tal como el siglo XIX no empezó el 1 de enero de 1800, sino en el 1830 con la Revolución Industrial, o el siglo XX en 1914 con la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa de 1917, el XXI comienza para mí con la pandemia, porque va a inscribirse como una marca muy fuerte en toda la sociabllidad de este siglo. Y lo será porque el modelo de desarrollo, de consumo, de producción que hemos creado, ha llevado a que no sea posible en este momento, por más vacunas que existan, poder salir de ella.
Entraremos en un período de «pandemia intermitente»: confinamos-desconfinamos, donde el virus tendrá mutaciones, habrá una vacuna eficaz y otra no, vendrán otros virus. El neoextractivismo, que es una explotación de la naturaleza sin precedentes, está destruyendo los ciclos vitales de restauración, y por eso los hábitats se ven afectados con la minería a cielo abierto, la agricultura industrial brutal, los insecticidas y pesticidas, la contaminación de los ríos, el desmonte de los bosques… Esto, junto al calentamiento global y la crisis ecológica, es lo que hace que cada vez más los virus pasen de los animales a los humanos. Y los humanos no estamos preparados: no tenemos inmunidad, no tenemos cómo enfrentarlos.
–Hay conciencia sobre la gravedad? ¿Hay salidas?
–Veo tres escenarios posibles y no sé cuál resultará. El primero es el que pusieron a circular fundamentalmente los gobiernos de derecha y de extrema derecha -desde el Reino Unido a los Estados Unidos y Brasil- sosteniendo que esta pandemia es una gripe, que no tiene gravedad, que va a pasar y la sociedad regresará rápidamente a la normalidad. Claro que esta normalidad es el infierno para gran parte de la población mundial. Es la normalidad del hambre, de otras epidemias, de la pobreza, de las barriadas, de la vivienda impropia, de los trabajadores de la calle, de los informales. Es un escenario distópico, muy preocupante. Porque esa «normalidad» significa regresar a condiciones que ya la gente no aguantaba y colmaba las calles de muchos países gritando «basta».
El otro escenario posible es lo que llamo el gatopardismo, en referencia a la novela de Lampedusa, de 1958; la idea es que todo cambie para que todo siga igual. Las clases dominantes hoy están más atentas a la crisis social y económica. Los editoriales del Financial Times son un buen ejemplo de este segundo escenario. Dicen muy claramente que así no se puede continuar. Habrá que moderar un poco la destrucción de la naturaleza y cambiar en algo la matriz energética. Es hacer algunas concesiones para que nada cambie, y que el capitalismo vuelva a ser rentable. Por ello la destrucción de la naturaleza continuará y la crisis ecológica podrá ser retrasada pero no resuelta. Europa se encamina un poco por ese escenario cuando se habla de una transición energética, pero me parece que no va a resolver las cosas. Va a retrasar quizás el descontento, la protesta social, pero no va a poder saldar la cuestión pandémica.
El tercer escenario es, quizás, el menos probable, pero también representa la gran oportunidad que esta pandemia nos ha dado. Es la posibilidad de pensar de otra manera: otro modelo civilizatorio, distinto del que viene desde el siglo XVII y que se profundizó en los últimos 40 años con el neoliberalismo. Con el coronavirus, los sectores privilegiados quedaron más tiempo en sus casas, con sus familias, descubrieron otras maneras de vivir. Claro que fue una minoría, el mundo no es la clase media que puede cumplir con el distanciamiento social, lavarse las manos, usar las mascarillas… la gran mayoría no puede. Esta es la gran oportunidad para empezar una transición hacia un nuevo modelo civilizatorio, porque es imposible hacerlo de un día para otro. Y esa transición empezará en las partes donde haya más consensos. Hace mucho tiempo que este modelo está totalmente roto, desde un punto de vista social, ético y político. No tiene futuro. Es un cambio social, de conocimientos, político y cultural.
Difícil saber cuál escenario prevalecerá. Quizás tengamos una combinación de los tres; en algunas partes del mundo el primero, en otras el segundo, y en algunos países mayores avances. La política del futuro dependerá, fundamentalmente, de qué escenario prevalezca. Es el conflicto vital en las próximas décadas.
–El modelo de transición alimenta la esperanza de una sociedad distinta, pero presupone también replanteos y construcciones políticas diferentes, en términos ideológicos, económicos, modelos de desarrollo, sociales, culturales, diversos. ¿Cuáles serían las utopías frente a tantas distopías?
–Lo peor que el neoliberalismo nos ha creado es la ausencia de alternativa. La idea de que con el fin del socialismo soviético y de la caída del muro de Berlín solo queda el capitalismo. E incluso el capitalismo más antisocial, que es el neoliberalismo dominado por el capital financiero. En Argentina tuvieron una experiencia muy dolorosa con los fondos buitres. Hemos vivido estos 40 años en confinamiento -pandémico y político- encerrados en el neoliberalismo. La pandemia nos da una esperanza de que podemos salir del confinamiento. Nos obliga a confinarnos y simultáneamente nos abre las puertas a alternativas. Porque devela que este modelo está completamente viciado; hay un capitalismo corsario que ha hecho más millonarios a quienes ya lo eran. El dueño de este sistema que estamos usando (Zoom) puede ganar 1500 millones de dólares en un mes y hasta el confinamiento poca gente lo usaba o conocía. O el caso de Jeff Bezos, con Amazon. El aumento de las compras online lo convirtieron en el primer trillonario del mundo. Él y otros siete hombres de Estados Unidos tienen tanta riqueza como los 160 millones más pobres de ese país, que conforman más de la mitad de su población. Esa es la actual concentración de la riqueza en un capitalismo sin conciencia ética. La palabra que se me ocurre en este momento es robo. Hubo robo. Y las falencias de este modelo obligan a cambiar la política y eso nos da una esperanza. Lo que más me molesta hoy en día es la distribución desigual entre el miedo y la esperanza. En las barriadas del mundo las clases populares tienen sobre todo miedo. Luchan, siguen luchando, creativamente. Por ejemplo durante la pandemia protegieron sus comunidades. Pero abandonadas por los estados en gran parte de los países, tienen muy poca esperanza.
–Hablaba del peso que hoy tienen las empresas digitales al haberse convertido en las mayores empresas del planeta, incluso superando en dimensiones económicas y poder a muchísimos países. ¿Las GAFA significan un cambio en la matriz del neoliberalismo actual de cara al futuro? ¿Cómo influye este cambio en nuestras vidas?
–Antes de la pandemia ya estábamos todos hablando de la cuarta revolución industrial, dominada por la inteligencia artificial, la robótica y la automoción. Con las impresiones 3D, la robotización, el enorme desarrollo de las tecnologías digitales, nos volvemos cada vez más dependientes de ellas. El tema es determinar si estas tecnologías son de bien público o de unos pocos propietarios. Ese es el problema ahora. Hay sistemas públicos –por ejemplo el de la ONU- que están impedidos de ser ofrecidos al mundo. Las empresas se niegan porque pretenden seguir con sus negocios. Y son muy pocas… Google, Apple, Facebook, y Amazon (GAFA) y Ali baba en China. Son estas las grandes compañías tecnológicas que hoy dominan el mundo y que no aceptan ser reguladas por nadie. En este momento, por ejemplo, la discusión en el Congreso en los Estados Unidos es clara: Mark Zuckerberg ha dicho que no acepta ser regulado. Y como tienen tanto poder, estas empresas desde su arrogancia pretenden autorregularse de acuerdo a sus intereses.
–Al mismo tiempo su poder traspasa el económico y juega un papel fundamental en la política. Las fake news desparramadas en las redes sociales y la desinformación colaboran a la degradación de pilares estructurales de las democracias.
–Claro, por supuesto. Y además la contradicción es esta… en muchas partes del mundo, por ejemplo en Brasil, en Reino Unido con el Brexit, en el Parlamento Europeo, las fake news y el uso de las tecnologías digitales para producir noticias falsas tuvieron un papel fundamental en los resultados electorales. Bolsonaro -por ejemplo- nunca sería presidente de Brasil sin ellas. ¿Twitter intervino en ese momento como hoy lo hace con Trump en Estados Unidos? No, porque el dueño de Twitter no era brasilero. Twitter intervino cuando era la democracia de Estados Unidos la que estaba en juego. Si fuera la de Bangladesh, la de Sudáfrica, o de Portugal, no importa… es libertad de internet. Pero si estamos en los Estados Unidos, ahí no, ahí vamos a cerrar. Eterna contradicción. Claro que eso puede llevar a una regulación más amplia a nivel global de las redes, pero obviamente que estamos en otro paradigma, en el que tenemos que trabajar con estas tecnologías y al mismo tiempo luchar contra todo el sistema de noticias falsas.
–¿Es posible lograrlo? ¿Desde qué mecanismos?
–Esa es la pregunta. Nosotros partimos en esta transición muy desgastados, muy empobrecidos políticamente, porque la política se empobreció muchísimo en los últimos 40 o 50 años. Porque la política es construir alternativas. En su momento el socialismo y el capitalismo tenían cosas en común, por ejemplo, su relación con la naturaleza. Pero había una opción; con la caída del muro de Berlín nos quedamos sin opción, y entonces los políticos se confinaron al capitalismo y se volvieron mediocres. La política dejó de tener interés -incluso para los jóvenes-, la gente se distanció bastante de ella. Hace poco hablé con algunos que trabajan en vivienda en Brasil, que están interesados en darle una casa digna a la población que está sin techo, casi no participaron en las últimas elecciones municipales. Porque decían mira, vamos a elegir uno u otro, no cambia nada, y ese es el peligro. Que la gente piense que los cambios políticos no cambian nada, que son una forma de gatopardismo. La política tiene que volver a construirse. Pienso que de ahora en adelante lo que deberá diferenciar a la izquierda de la derecha será la capacidad entre los grupos políticos de crear alternativas frente a al capitalismo, alternativas de una sociedad distinta, que puede ser de diferentes matices. Quizás sea una sociedad que vuelva a los intereses de los campesinos y los indígenas del continente. Que tenga una relación más armónica con la naturaleza. El capitalismo no puede tener una relación armónica, porque el capitalismo tiene en su matriz la explotación del trabajo, la explotación de la naturaleza. Entonces la izquierda tiene que tomar una dimensión paradigmática de cambio para otra civilización; la derecha, en cambio, va a gerenciar el presente siempre con los dos primeros escenarios. Esa va a ser la diferencia a futuro.
–Usted habla de varios conceptos que ayudarían a transformar las formas de construcción política. Salir de la idea de la utopía como un «todo» para reemplazarla por la de muchas y variadas utopías acordes a la diversidad de realidades y sueños. ¿Cómo se hace para diversificar, segmentar, construir distintas utopías y al mismo tiempo potenciar un proyecto global, que sea capaz de estructurarlas, potenciarlas, unirlas?
–Para mí lo crucial de nuestro tiempo es exactamente esa asimetría entre la dominación que no es simplemente capitalista, sino también colonialista y patriarcal. El capitalismo no funciona sin racismo y sin sexismo, a mi juicio. Por el contrario, la resistencia no está articulada, está fragmentada, es por eso que muchos partidos de izquierda, con vocación anticapitalista, han sido racistas y sexistas. Incluso algunos movimientos feministas han sido racistas y han sido pro-capitalistas. Y algunos movimientos de liberación anti-racial han sido sexistas y han sido pro-capitalistas. El problema que enfrentamos es una dominación articulada y una resistencia fragmentada. Así no vamos a salir adelante porque sabemos que la intensificación del modelo es lo que agrava la vida de la gente, de un modo de dominación que lleva a los otros. En Brasil cuando se intensifica la explotación capitalista, con Temer y después con Bolsonaro, se incrementó de una manera brutal el genocidio de los jóvenes negros en las periferias de las ciudades. Aumentó la violencia doméstica en contra de las mujeres y el feminicidio. O sea, la dominación es particular. Necesitamos de sujetos políticos globales además de los locales, y además de los nacionales. Esta articulación es posible porque cuando los movimientos -Chile o los Black Lives Matter por ejemplo- parten de una demanda, sea feminista o anti-racial, al mismo tiempo, cuando ganan importancia, traen las otras demandas, el hambre o de la desigualdad social. Hoy el movimiento Black Lives Matter tiene una dimensión feminista también, y obviamente de oposición a este modelo capitalista tan desigual e injusto. Yo pienso que tiene que haber un cambio. En la dimensión local hay que volver a las barriadas. Hoy son los pastores evangélicos quienes hablan con la gente y les dicen que hay que votar a la derecha. Por eso pienso que no es solo la organización, sino tambien la cultura politica la que necesita cambios.
–¿Qué prácticas y estrategias deberían modificar o reforzar los partidos y los movimientos sociales frente a esta nueva etapa? ¿Están preparados para el cambio?
–¿Si me preguntan si los partidos opositores tienen ese perfil hoy? No, no lo tienen. Deben cambiar. Los partidos de izquierda se acostumbraron a esta dialéctica oposición-gobierno, ¿no? Y durante 40 años esa dinámica no tuvo alternativa civilizatoria, no se pudo pensar nada más allá del capitalismo. Independientemente del perfil ideológico de los gobiernos, hasta marzo las primeras páginas de los periódicos eran ocupadas por los economistas y las finanzas. Ahora con la pandemia son los médicos, los epidemiólogos, los virólogos. La pandemia nos obligó a cambiar. Entonces, creo que hay que ver otro modo de hacer política y otra manera de gerenciar la política. Yo pienso que parte de las izquierdas deben acostumbrarse a ser oposición para luego saber reconstruir. Tienen que ayudar a mejorar la vida de la gente. Pero las instituciones actualmente no permiten eso, porque tenemos todo un entorno global que no te deja, por ejemplo el capitalismo financiero. Entonces tendremos que encontrar otra forma de gobierno y hay que empezar a pensar en esa dimensión global.
Conversación entre la socióloga Silvia Rivera Cusicanqui y el director del proyecto ALICE, Boaventura de Sousa Santos.
— ¿Y cuál sería el rol de las oposiciones? ¿Cómo construirse desde otras lógicas?
–La política de gobierno es una parte de la política: fuera de eso tienes que tener otra política que es extra institucional, que no está en las instituciones sino en la formación de la gente, en la educación, en las calles, en las protestas pacíficas. Miren lo que está pasando en Chile antes de esta pandemia; fueron las mujeres, sobre todo, y los movimientos sociales. Ellos tuvieron un papel fundamental para traer a las calles cosas que la política misma no estaba dispuesta a hacer. Los partidos de izquierda, por increíble que parezca, no habían incluido en sus proyectos la causa mapuche cuando los mapuches habían sufrido con huelgas y asesinatos, y habían sido la oposición a los gobiernos de Chile. Y todavía están abandonados. Es necesario una protesta y un movimiento popular constituyente, donde las mujeres tengan un papel muy importante para tener en la política una gestión plurinacional. Los partidos son importantes pero los movimientos son igual de importantes. Tiene que haber una relación mas horizontal entre ambos.
–¿La protesta, la calle, sigue siendo una de las principales herramientas de visibilización y resonancia política?
–Las comunidades siguen teniendo una gran creatividad y esto forma parte de un movimiento de izquierda reconstruida, más abierta a toda esta creatividad comunitaria. No son simplemente las calles y las plazas, es la vivencia comunitaria que tendremos que intensificar. Porque las calles no son un emporio de las izquierdas, en esta década vamos a ver calles llenas de gente de extrema derecha. Yo vi a la extrema derecha entrar en las manifestaciones en Brasil. Las consignas de la izquierda, aprovechadas por la extrema derecha, y después dominando toda la protesta. Aquí en Europa sabemos muy bien eso, los Estados Unidos hoy, la gente contra Biden que no es propiamente de izquierda, y por otro lado los Prat Boys de la extrema derecha organizada y militarizada que ocupa las calles, y que va a hacer la política extraconstitucional, de las calles, de las protestas.
–En Argentina se ha hablado mucho de «la grieta» como si fuera un fenómeno «nacional», único. Cuando se mira al mundo la polarización, sin embargo, parece ser el signo de estos tiempos. ¿Cómo afecta esta situación el funcionamiento de la democracia?
–A mi juicio, durante mucho tiempo la teoría democrática, la idea más valiente, más segura, era que las democracias se sostienen en una clase media fuerte. Claro que yo, estando en Portugal, trabajando en África y en América Latina, no veía clases medias fuertes, lo que realmente veía era desigualdad social. Siempre me sentí como un demócrata radical, o sea, la democracia es mala porque es poca. Hay que ampliar la democracia en las calles, en las familias, en las fábricas, en la vida universitaria, en la educación. Entonces esta idea de que la polarización es contraria a la democracia, me parece que es cada vez más evidente cuando hablamos de democracia liberal. Sólo tiene sentido, o se refuerza, con una democracia participativa, con otras formas de participación de la gente que no sean democracias electorales, porque si son solo democracias electorales van a seguir eligiendo anti demócratas como Trump, Bolsonaro, Iván Duque, como tantos otros. Por eso la democracia muere democráticamente, por elección, por vía electoral. Hitler ganó dos elecciones en 1932, antes de su golpe. Creo que hay que fortalecer esa democracia con democracias participativas. La polarización, la desigualdad, provienen de esta polarización de la riqueza sin precedentes que hoy tenemos. A mayor desigualdad en la vida económica y social, más racismo, más discriminación y más sexismo. Entonces estamos en una sociedad en retroceso a nivel mundial, en retroceso reaccionario, donde el capitalismo es cada vez más desigual, más racista y más sexista. Esta es la realidad que tenemos hoy.
–¿Como sería la forma de avanzar hacia una mayor participación, imprescindible para recomponer las democracias, con la exclusión social que arroja un modelo tan concentrado y desigual?
–Tenemos que pensar en la transición. Y hoy debemos contar con políticas sociales, romper con el neoliberalismo, y para eso es necesario una reforma fiscal. Es inaceptable que los pobres y la clase media paguen 40% de impuestos, y los ricos el 1%. Que Trump haya erogado de impuestos federales 765 dólares, es impensable. Tiene que haber una reforma fiscal para dar políticas de educación, de salud. La otra cuestión es política, necesitamos una reforma constituyente. Las constituciones que tenemos congelaron una sociedad segmentada, no solo desde un punto de vista capitalista sino también racista y sexista. Tenemos que refundar el Estado. Los únicos países que tuvieron reforma política fueron Bolivia y Ecuador, e igual fracasaron. La misma idea fracasa muchas veces antes de tener éxito, antes de hacer historia. Los derechos de la madre Tierra, por ejemplo, no tuvo muchos resultados en Ecuador, pero veamos lo que pasó en Nueva Zelanda. Jacinda Arden, la primera ministra, una mujer fabulosa, la líder mundial en este momento después del Papa diría yo, esta señora promulgó una ley sobre los derechos humanos del río sagrado de los indígenas, y no fue simplemente eso, ha dado plata para regenerar, revitalizar los ciclos vitales del río. Es una revolución que no logró efecto en Ecuador, en Bolivia, en Colombia, como sí en Nueva Zelanda. Debemos articular los conflictos sociales con esa idea de Naturaleza porque esta es territorio, cultura, memoria, pasado, espíritu, conocimiento, incluso sentimiento paisaje».
Pienso que las constituyentes van a ser un marco del futuro para deslegitimar el neoliberalismo y volver a la soberanía popular que va a permitir la soberanía alimentaria, que muchos países no tienen hoy. soberanía industrial, ¿cómo es posible que los Estados Unidos no produzcan mascarillas ni guantes, ni respiradores? Por eso, ¿es un país desarrollado? No sé. Sudáfrica ha defendido mejor la vida de la gente que los Estados Unidos.
–El gobierno de Alberto Fernández comenzó en diciembre y tres meses más tarde debió enfrentar la pandemia, a la que se sumó la herencia de un país endeudado y una economía destruida. ¿Qué nos recomendaría a los argentinos, a los latinoamericanos, en este momento?
–Yo soy un intelectual de retaguardia, no de vanguardia. No doy consejos: mi solidaridad, que es grande, es conversar con la gente. Yo pienso que es un continente en el que siempre ha habido una creatividad política enorme, y estas experiencias han dejado cosas muy interesantes. He hablado de Chile, también Bolivia, las elecciones ahora en Brasil. Alberto Fernández es un caso muy interesante y los describe mi último libro, porque es el único presidente que llega al poder y después viene la pandemia. Viene con un programa, pero el programa se vuelve la pandemia. Alberto Fernández tuvo un coraje enorme para enfrentarla. Un gran problema es la herencia brutal de neoliberalismo, de destrucción del Estado, de las políticas sociales, de la economía. Esa herencia es brutal y lleva tiempo la reconstrucción. Además, es una sociedad muy movilizada, con movimientos sociales y populares fuertes, el de mujeres es fortísimo y en estos días se expresa en la lucha por el aborto legal. Hay toda una sociedad muy creativa, y eso se nota. Esta es una gran oportunidad para repensar un poco la política y para volver a una articulación continental; yo pienso que la idea de matriz de articulación regional, como el ALCA, o UNASUR, fueron muy interesantes. Esta semana mirá lo que China y los países asiáticos están haciendo: el más grande conjunto de libre comercio, de articulación económica. Sin los Estados Unidos, y sin Europa; es mucho más grande que cualquier acuerdo europeo, mucho más grande que el tratado entre Estados Unidos, México y Canadá. Entonces, ¿por qué no entender que el continente no es el patio trasero de los Estados Unidos? Y tiene que tener más autonomía, porque son todos de desarrollo intermedio, de mucha población. Hay que reinventar y en este momento, sobre todo, hay que hacer una autocrítica. A las personas de izquierda no les gusta, porque viene de la época de Stalin, pero la autocrítica es la auto reflexión, es repensar las izquierdas.
América Latina: el patio trasero
Para entender los procesos políticos latinoamericanos, Boaventura de Sousa Santos pone la lupa en las asimetrías, en lo cultural. Estudia las democracias tribales, mira las economías urbanas, critica los sistemas educativos, se enfoca en lo múltiple, lo pluricultural. Sostiene que el Estado tiene que ser refundado porque esta democracia liberal ha llegado a su límite. Dice que las izquierdas del Norte global sean eurocéntricas no es novedad, pero que las izquierdas del sur sean racistas con los pueblos indígenas y afrodescendientes, es producto de la exclusión que produjo el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado.
–¿Cómo deberían plasmarse estos cambios en América Latina, la cual aparece como una Región en disputa?
–Es esperanzador lo que está ocurriendo y nos tiene que llevar a reflexionar. Por ejemplo, el caso de Bolivia, es el único país que tiene la mayoría indígena del continente, 60% de la población. Yo pienso que los occidentales de izquierda, nosotros los blancos de izquierda, intelectuales, no entendemos los pueblos indígenas. Hay que ser muy humildes, porque no tenemos conceptos. Cuando ganó el MAS de nuevo, la sorpresa fue enorme, porque no imaginaban que los indígenas volverían tan rápido al gobierno. Porque no entienden el alma indígena. Después de la salida de Evo reconstruyeron el MAS, los liderazgos, se animaron de otra manera, con otra gente.
–¿Hubo reflexión? ¿Hubo aprendizaje?
–Estamos repensando todo y las cosas están cambiando. El contexto internacional de esos años hasta el 2014 permitió que en algunos países de América Latina como Brasil o Argentina la gente fuera menos pobre, sin que los ricos dejaran de enriquecerse. Hubo políticas de redistribución por parte de los gobiernos populares pero el ciclo de las comodities cambió y los modelos entraron en crisis. Cualquiera que hayan sido los errores cometidos en los procesos populares, sabemos que no pueden repetirse. Porque los precios de los commodities no están como estaban, porque las condiciones son muy distintas, y porque hay una deslegitimación de todo el modelo neoextractivista. La agricultura industrial tiene que disminuir, puede ser una transición, pero debe lograrse; si no diversificamos la economía, es un desastre. Eso ya lo sabemos. Me parece que ahora estamos en un punto de repensar las cosas. Con Alberto Fernández en Argentina, AMLO en México, son las dos esperanzas. AMLO es un poco más complejo que Alberto, a mi juicio. Tenemos bastantes avances en Chile, y la corriente para iniciar el proceso constituyente, que va a ser muy conflictiva de aquí en adelante. Entonces me parece que las cosas están cambiando, y que de alguna manera en América Latina se están dando respuestas porque la gente está, los movimientos sociales siguen luchando, aunque sea en pésimas condiciones como en Colombia.
Bernarda Llorente es la presidenta de la agencia Télam.
Las científicas del coronavirus, episodio 1: ‘Gestión de una crisis’
Las mujeres han trabajado en primera línea de la pandemia; no obstante, han estado infrarrepresentadas en la toma de decisiones. Una excepción es Raquel Yotti, directora del Instituto de Salud Carlos III y experta del comité de coronavirus del Gobierno español. En el primer episodio de esta audioserie, cuenta cómo ha vivido estos meses intensos en los que ella misma ha pasado la covid-19; y reflexiona sobre la necesidad de trabajar por una igualdad de oportunidades “que nos enriquezca a todos”.
Los profesionales de la salud han trabajado sin descanso para atender a las personas enfermas de la covid-19. Tres de cada cuatro profesionales sanitarios son mujeres, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El mismo organismo advierte del alto riesgo de infección, la fatiga, el estrés y la violencia y estigma al que se enfrenta este colectivo, sobre todo ellas.
Solo en España y durante la primera ola, el 76 % de los sanitarios contagiados por COVID-19 fueron mujeres, según recogía un informe del Instituto de Salud Carlos III publicado en mayo.
A pesar de que las sanitarias han vivido la pandemia en primera línea, las mujeres han estado infrarrepresentadas en las posiciones de liderazgo y toma de decisiones, tal y como pone de manifiesto un informe sobre el impacto de género en la pandemia del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). Raquel Yotti (Madrid, 1973) es una excepción.
Esta cardióloga ha trabajado casi veinte años de su vida en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón, pero ahora le ha tocado enfrentarse a esta crisis sanitaria mundial desde «otra trinchera», como cuenta ella misma. En agosto de 2018, Yotti fue nombrada directora del Instituto de Salud Carlos III y se convirtió en la segunda mujer que ocupa el cargo de responsable del principal organismo público de investigación de biomedicina y salud en España, que depende del Ministerio de Ciencia e Innovación.
“Se nos juntaba el día con la noche todos los días de la semana. No recuerdo en qué momento existió por primera vez un lunes o un domingo, todos los días eran iguales”
“Se nos juntaba el día con la noche, todos los días de la semana —rememora sobre el inicio de la pandemia—. No recuerdo en qué momento existió por primera vez un lunes o un domingo, todos los días eran exactamente iguales”. En la gestión de esta crisis, ella también ha sido una de las expertas del comité de gestión técnica del coronavirus del gobierno español.
En estos meses ha liderado el estudio nacional de seroprevalenciaENE-COVID, cuyos resultados se publicaron en la revista The Lancet; ha fomentado la investigación a través del Fondo COVID-19, dotado con 24 millones de euros; y ha coordinado la respuesta diagnóstica del Sistema Nacional de Salud (SNS) mediante test de PCR, a través del Centro Nacional de Microbiología. No obstante, asegura que siempre ha tenido presentes a sus compañeros de hospital. “El impulso de ponerte la bata y el fonendo y ofrecerte para atender a pacientes yo creo que para cualquier clínico es inevitable”, confiesa.
La covid-19 en primera persona
El primer episodio de la audioserie Las científicas del coronavirus, retratos sonoros de una pandemia está protagonizado por Raquel Yotti. En él habla de cómo ha vivido desde dentro la gestión de la crisis sanitaria en España. Esta entrevista es la única de la audioserie que no se grabó presencialmente, sino por teleconferencia. El día anterior a nuestra cita Raquel ya no pudo asistir al homenaje que brindó el Instituto de Salud Carlos III a su primer director, Rafael Nájera, ya que se encontraba aislada al ser positivo por coronavirus.
Al enfrentarse a la comunicación pública durante la pandemia dice haberle ayudado “pensar que quien estaba al otro lado de esa cámara era uno de mis pacientes o una persona normal que tenía inquietud y quería entender lo que estaba pasando”
“Me siento con mucha empatía con muchas de las personas que han tenido que pasar la enfermedad y que han estado en casa y que a lo mejor hasta han tenido algún momento de preocupación, porque el curso clínico de esta enfermedad es bastante curioso. Parece que uno mejora y luego empeora”, me cuenta desde casa, aislada, a través de la pantalla de su iPad.
En la conversación, Raquel explica que haber vivido la enfermedad en carne propia y el aislamiento de dos semanas le han dado mucho que pensar. “Hay que hacerse consciente del privilegio que supone poder pasar la enfermedad en casa y además tener una red de apoyo. Yo he sido una afortunada tanto desde el punto de vista clínico [no requirió de hospitalización] como de los recursos alrededor”, se sincera con el pudor de quien no es dada a hablar de su vida privada.
Su experiencia clínica con pacientes ha esculpido su capacidad comunicativa, esencial en esta pandemia; por ejemplo, a la hora de comparer serena en Moncloa para dar los resultados de las diferentes rondas del estudio ENE-COVID: “Pensar que quien tenía al otro lado de esa cámara era uno de mis pacientes o una persona normal que tenía inquietud y quería entender lo que estaba pasando” dice haberle ayudado a enfrentarse a una situación que vivió como “excepcional”.
El secretario general del Ministerio de Sanidad, Faustino Blanco, la directora del Centro Nacional de Epidemiología, Marina Pollán y la directora del Instituto de Salud Carlos III, Raquel Yotti, durante una rueda de prensa celebrada el 6 de julio en el Palacio de la Moncloa para dar a conocer las conclusiones del Estudio nacional de seroepidemiología de la infección por SARS-Cov-2 en España. EFE/ Fernando Alvarado
Preocupación por la brecha de género
Días después de la declaración del primer estado de alarma en España, el gobierno aprobó un Real Decreto-ley de medidas urgentes para facilitar la investigación en coronavirus. Desde estudios biológicos del patógeno al desarrollo de pruebas diagnósticas y ensayos clínicos para probar nuevos fármacos. El objetivo era desentrañar las incógnitas de una enfermedad nueva, desconocida por todos, con un presupuesto de 24 millones de euros.
Yotti reclama “una ciencia que no esté hecha por y para unos pocos, sino en la que tengan cabida todas las personas que puedan contribuir, independientemente del género y de otros factores de desigualdad”.
En pocos días, esta convocatoria extraordinaria recibió más de 1.500 propuestas, la mayoría presentadas por hombres. “La pandemia por coronavirus ha acentuado la brecha de género”, admite Yotti, que recurre a los resultados del cuestionario sobre el impacto del confinamiento en investigadores del Ministerio de Ciencia e Innovación para dimensionar el problema. “Esto puede impactar en los currículos de las investigadoras y especialmente de las madres investigadoras, y es algo que realmente no nos deberíamos permitir”, subraya con preocupación.
De cara al futuro, Raquel considera que la ciencia será feminista o no será. Este es su deseo de cara a los próximos años: “Una ciencia que no esté hecha por y para unos pocos, sino en la que tengan cabida todas las personas que puedan contribuir, independientemente del género y otros factores de desigualdad. Actualmente no estamos en esa situación, por eso hay que llamar a una ciencia feminista. Porque el feminismo lo que persigue es alcanzar esta meta de igualdad de oportunidades en la que nos enriquezcamos todos”.
Fuente:
SINC
Fuente e Imagen: https://www.agenciasinc.es/Entrevistas/Raquel-Yotti-Hay-que-llamar-a-una-ciencia-feminista
Los talibanes y el gobierno afgano se encuentran en un proceso crucial para poner fin a la guerra. De los 21 miembros gubernamentales, cuatro mujeres pondrán el foco en sus derechos.
Tras 19 años de guerra en el país, Afganistán ha comenzado las conversaciones con los talibanes para poner fin al conflicto, que ha dejado miles de muertos y ha provocado un retroceso en los derechos de la ciudadanía, especialmente de las mujeres.
El pasado 12 de septiembre, el Gobierno afgano y los talibán se sentaron por primera vez juntos en una mesa de negociación en la que participan cuatro mujeres. Aunque son pocas, ya que del lado del gobierno hay 17 hombres, su presencia es extremadamente significativa para el país.
Fawzia Koofi
Fawzia Koofi durante una entrevista en Kabul en 2012.Reuters
Fawzia Koofi, de 45 años, es política y activista por los derechos de las mujeres en el país. En 2005 logró un escaño como diputada y desde ese año hasta 2014 ejerció como vicepresidenta de la Asamblea Nacional, siendo la primera mujer en ocupar ese puesto. En 2014 presidió la Comisión de Mujeres, Sociedad Civil y Derechos Humanos de la Asamblea y en 2019 creó el partido Movimiento de Cambio por Afganistán.
Koofi ha sufrido dos atentados. El primero ocurrió el 8 de marzo de 2010. La activista regresaba de un acto convocado por el Día Internacional de la Mujer cerca de la ciudad de Tora Bora, cuando intentaron asesinarla. El segundo se produjo este mismo año, en el mes de agosto. El convoy en el que viajaba fue atacado durante la noche por un grupo armado de desconocidos en el norte de Kabul, cuando regresaba de la provincia norteña de Parwan. En esa ocasión Koofi resultó herida en un hombro y en una mano, aunque no fue muy grave. Los talibán negaron su implicación en el nuevo intento de asesinato.
Habiba Sarabi
Habiba Sarabi
A sus 64 años, la doctora Habiba Sarabi es una destacada figura en el proceso de paz del país. Estudió Medicina y después de graduarse obtuvo una beca de la Organización Mundial de la Salud para ir a la India a completar sus estudios de hematología. Con la llegada del régimen talibán, Sarabi y sus hijos huyeron a Pakistán, aunque regresaba frecuentemente en secreto, ya que su marido se había quedado en Kabul a cuidar de la familia.
También trabajaba clandestinamente como maestra de chicas, en Afganistán y en los campos de refugiados afganos en Pakistán. En 1998, entró al Instituto Afgano de Enseñanza y llegó a ser directora general. Además, ha sido vicepresidenta de la organización Asistencia Humanitaria para las Mujeres y los Niños de Afganistán.
En 2005 hizo historia al ser nombrada gobernadora de la Provincia de Bamiyan por el presidente Hamid Karzai, siendo la primera mujer en ocupar este puesto en el país.
«Sin la participación de las mujeres en este proceso, no habrá una paz duradera y sostenible. Al mismo tiempo, estamos viendo un aumento de la violencia contra las mujeres en Afganistán por parte de quienes entienden que, al atacarlas, también se puede atacar y socavar el proceso de paz en sí. Hay mucho en juego. No debemos cejar en nuestra determinación de seguir avanzando hasta que hagamos realidad nuestra ambición de un Afganistán en que todas las mujeres puedan vivir en paz y se reconozcan sus derechos», dijo a ONU Mujeres.
Sharifa Zurmati
Sharifa Zarmani.Ministerio del Estado para la Paz
Actualmente es asesora del presidente en materia de derechos humanos. Sharifa Zurmati, de 52 años, estudió Literatura Pastún y ha trabajado como reportera y portavoz en diferentes medios de comunicación del país.
Según apunta la página del Ministerio de Estado para la Paz, entre sus funciones en el gobierno están: formar parte de la Comisión Electoral Independiente; asesora y portavoz del Ministerio de Asuntos de la mujer; y representante en el Parlamento de la provincia de Paktia.
A finales de los años 90 dirigió una escuela secreta para niñas en su casa, ya que su educación estaba perseguida por los talibanes. Un día, en 1997, los talibanes irrumpieron en el centro y tuvieron que mentir sobre lo que hacían. «Les dijimos que estábamos enseñando a los estudiantes a leer el Corán, pero tuvimos que ocultar que también impartía otras materias como poesía, matemáticas y geografía. Al escuchar que los estudiantes estaban leyendo el Corán, los hombres se fueron», contó a Al Jazeera News.
Shala Farid
Shahla Farid.
Shahla Farid creció en el seno de una familia intelectual. Tuvo la nota de acceso a la universidad más alta y se graduó en Derecho y Ciencias políticas. Obtuvo el título de enseñanza (Kader) y ejerció en varias escuelas antes de convertirse en profesora de la Universidad de Kabul. Sus publicaciones se han centrado en los derechos de la mujer.
OtrasVocesenEducacion.org existe gracias al esfuerzo voluntario e independiente de un pequeño grupo de docentes que decidimos soñar con un espacio abierto de intercambio y debate.
¡Ayúdanos a mantener abiertas las puertas de esta aula!
Fuente: https://www.latercera.com/paula/adolescentes-redes-sociales-y-fotos-con-contenido-sexual-puede-ser-eso-una-forma-de-feminismo/