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Castas, eunucos y bragas rosas para pensar el feminismo en India

“No podemos ser un muro en la frontera, sino la fisura de ese muro”, dice la politóloga india Nivedita Menon. En esta idea y en la influencia del colonialismo ahonda en su libro ‘Ver como feminista’, recién traducido al español.

En 1985, una mujer musulmana llamada Shah Bano reclamó la manutención a su exmarido ante el Tribunal Supremo de India. Tenía de su lado la legislación nacional, más precisamente el artículo 125 del Código de Procedimiento Penal, mientras el esposo se amparaba en la ley religiosa personal para no pagar más allá de los tres primeros meses tras el divorcio. La sentencia determinó que no había incompatibilidad entre la sharia y el artículo 125.

En las calles, la controversia social aumentó, con manifestantes en uno y otro sentido, hasta que el Gobierno de Rajiv Gandhi anuló la sentencia judicial y decretó que las mujeres divorciadas musulmanas quedaban excluidas del derecho a la cuota de manutención, por la llamada Muslim Women Act (el acta de la protección de los derechos sobre el divorcio), de 1986. El debate sobre un código civil uniforme dejaba expuesta una tensión ya presente en la Constitución entre los derechos de las mujeres como ciudadanas y las normas que las englobaban en el ámbito de las leyes comunitarias. Así lo explica la catedrática india Nivedita Menon en su libro Ver como feminista (en la colección El origen del mundo, de Consonni), publicado recientemente en español con traducción de Tamara Tenembaum.

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En seis capítulos, Menon compila una serie de historias que dan contexto y perspectiva al recorrido por los asuntos del feminismo. En este caso, desde la sentencia Bano, el debate sobre el código civil común “rara vez ha resurgido en el discurso público como un tema feminista”, explica, aunque las que casi siempre salen peor paradas de este “apaciguamiento de las minorías” en temas de herencia, matrimonio y custodia son, justamente, las mujeres y las niñas. De hecho, el debate jurídico, “de modo invariable ha tendido a plantearse en términos de integridad nacional frente a los derechos culturales de las comunidades”, afirma. De ahí que su cometido sea mirar (y mostrarnos) con ojos feministas los grandes temas del mundo y los particularísimos asuntos de una sociedad tan compleja como la india.

Profunda, a la vez que ligera y didáctica, la autora india ofrece 200 páginas que van haciendo grieta en el muro de lo mil veces dicho, con nuevos puntos de vista en torno a los debates feministas que aquí nos embargan. En él se incluyen la consideración de las mujeres de la raya al medio (las casadas) de Calcuta, la de las viudas estigmatizadas como prostitutas entre los hindúes bengalíes, la apropiación militante de los insultos sexistas (como las marchas de las “putas” de Delhi y Bophal) o la campaña de protesta de las dos mil bragas (chaddis) rosas enviadas al líder ultraconservador Ram Sene. Y también reflexiones inesperadas sobre los hombres lactantes, los debates y las prácticas de la intersexualidad, la castración ritual, y la letra ‘E’ aceptada en el pasaporte indio para designar el sexo, junto a la experiencia trans de las hijras –el tercer género indio– o cómo se vincula la heteronormatividad en la formación de una nación. Y todo ello sin esquivar cuestiones que no tienen aún solución en el mundo occidental, como las increíbles (y defectuosas) pruebas de verificación de género en el deporte, la pornografía y la violencia sexual.

Otro de los puntos axiales en su libro es advertir cuánto influyó el colonialismo en la imposición de respuestas de la modernidad occidental a cuestiones de sexo y género que no existían en las comunidades del sur de Asia y África, como pueden ser la idea de que “la naturaleza existe de forma separada de los seres humanos; la concepción de los cuerpos como pertenecientes por completo y de manera natural a un sexo o el otro; la idea de que el hermafroditismo es una enfermedad, y el concepto de que el deseo fluye naturalmente sólo entre sexos opuestos”.

La familia como institución tiene por función perpetuar formas patrilineales de propiedad y descendencia, en las que la propiedad y el apellido de la familia fluyen de los padres a los hijos varones

Nivedita Menon, que trabaja como profesora de Pensamiento Político en la Universidad Yawaharlal Nehru, en Delhi, ha escrito otros libros sobre feminismo y sexualidad, es traductora del hindi y el malayo al inglés, además de una activa participante de movimientos ciudadanos en India y fundadora de la plataforma colectiva Kafila onlineVer como feminista se publicó en inglés en 2012, el fatídico año en que se produjo la violación múltiple y el asesinato de una mujer en un autobús en Delhi, conocido como el caso Nirbhaya.

El título que eligió para la que fue su primera publicación no académica parafrasea al libro Seeing like a state del profesor de Yale, James C. Scott, en el que éste examina los fallos autoritarios de las políticas públicas. Menon también analiza, de manera amena pero profunda, los “modos generizados de poder” o las políticas institucionales y los procesos sociales en los que el género resulta subestimado como variable en la India contemporánea, que es también el mundo contemporáneo. “En este libro me baso en investigaciones y activismos feministas que pertenecen a mi parte del mundo para entablar conversaciones con debates y experiencias feministas de ámbito global”, señala. De esta reflexión se desprende, a su juicio, que los compromisos con otros feminismos sean inevitables.

Una causa que solo puede ser colectiva

“El feminismo nunca puede identificarse con los logros aislados de mujeres aisladas”, asegura la pensadora, que asume que su función no es estabilizar sino “desestabilizar”. La figura que dibuja esta noción se halla en el poema en indostánico de Kamla Bhasin, que cita: No soy el muro que se yergue en la frontera, soy la fisura en ese muro.

“Cuanto más entendemos, más se mueven nuestros horizontes”, escribe Menon, que con esta frase parece advertir que no se ahorrará complicaciones a la hora de abordar cualquier asunto, por espinoso que resulte. Así, arranca con el apartado de la familia, que en la India no solo involucra a esta unidad de “vigilancia” de la “sexualidad legítima, orientada a la procreación”, sino también a lo que concierne al nombre y la dote y, especialmente, a las violencias desatadas contra los que se atreven al amor entre castas o con la religión incorrecta (los llamados crímenes de honor). En este terreno, la Ley de Reconocimiento de castas y tribus (para la prevención de atrocidades) de 1989 atiende lo relativo a la violencia sexual habitual que sufren las mujeres de las comunidades indígenas dalit y adivasi, derivada del orden de castas del hinduismo, según explica la politóloga. Por lo demás, la familia como institución tiene por función “perpetuar formas patrilineales de propiedad y descendencia, en las que la propiedad y el apellido de la familia fluyen de los padres a los hijos varones”, añade.

Dentro de este mismo capítulo, incluye a las empleadas domésticas, y no precisamente porque en su país formen parte del núcleo afectivo, sino más bien por todo lo contrario. Algo que pareció constatar la primera encuesta nacional de la India dirigida a trabajadoras sexuales no sindicalizadas: “el 71% de ellas afirmó haberse cambiado voluntariamente al trabajo sexual tras probar otros tipos de trabajo más esforzados y peor pagados; la categoría mayoritaria entre estos empleos previos era la de trabajadoras domésticas”. La autora remata: “aquí el trabajo contiene los peores aspectos del feudalismo y el capitalismo”.

Desmontando el género como categoría universal

Tras la familia, vienen el cuerpo y el deseo, con un punto de vista que nos obliga a relativizar todas las categorías grabadas en piedra en Occidente. “¿Fue el eje sexo/género un criterio universalmente relevante de diferenciación social? Es decir: ¿todas las sociedades en toda época y todo lugar establecieron diferencias entre varones y mujeres sostenidas en cuerpos estables?”, se pregunta Menon. Para responder a estas cuestiones, ella ausculta los corazones de otras latitudes, citando a la académica nigeriana Oyeronke Oyewumi, que arguye que los antropólogos occidentales –incluidas las antropólogas feministas– han tenido dificultades para entender la sociedad africana en sus propios términos, de acuerdo con la conceptualización de los yorubas u otras culturas precoloniales, “porque supusieron que las identidades y jerarquías de género eran universales: ‘si el investigador supone el género, entonces encontrará categorías de género, tanto si existen como si no’”.

El feminismo no va de un momento de triunfo final, sino de una transformación gradual el campo social tan decisiva que las antiguas demarcaciones cambien para siempre

Estos supuestos particulares de Occidente –como el azul/niño y rosa/niña– fueron erróneamente atribuidos a sociedades para las que jamás tuvieron el mismo significado. Así, entre los igbo, en épocas precoloniales, las hijas podían “asumir papeles masculinos y convertirse en hijos, y las mujeres ricas podían obtener esposas”. En las culturas amerindias, por su parte, había gente llamada dos-espíritus, aludiendo a personas especiales que ostentaban al mismo tiempo un alma femenina y una masculina y que, “muchas veces, eran las consideradas las visionarias, las sanadoras”. Asimismo, los poetas místicos del movimiento bhakti de la India, en la región del pueblo tamil, “experimentaban una suerte de deseo de Dios que viaja a través del cuerpo y lo reconfigura”. Y esta misma flexibilidad de género de otras sociedades premodernas podría aplicarse al criterio de la edad cronológica de las personas, cuando hay sociedades en las que “la edad siempre es relativa y sensible al contexto”, porque se basa en otras interrelaciones. “Los investigadores occidentales tienden a privilegiar las identidades fundadas en el cuerpo”, sostiene Menon.

La profesora india desgrana las mil y una razones para considerar que lo que se entiende por masculinidad y femineidad varía en diferentes culturas, reafirmándose en que “el sexo es a la naturaleza lo que el género es a la cultura”. Del mismo modo, pone en cuestión expresiones como “empoderamiento de las mujeres” –tan presente en las campañas de las autoridades– frente a “feminismo”, porque “el feminismo no va de un momento de triunfo final, sino de una transformación gradual el campo social tan decisiva que las antiguas demarcaciones cambien para siempre”.

El feminismo no solo puede ser adoptado por las mujeres, toda vez que se trata de una potente perspectiva política para examinar todos los órdenes del mundo, así como una forma de vida por la que se va “formateando” todo lo que sucede bajo una superficie social aparentemente pulida. El feminismo, según Nivedita Menon, es lo que “sigue viniendo”.

Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/2021-01-17/castas-eunucos-y-bragas-rosas-para-pensar-el-feminismo.html

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Entrevista a Danae C Diéguez: “ser feminista es un principio de vida que me ha hecho más libre, más lúcida y mejor persona”

Por: Mayra Pombo 


A veces en el camino por el que transitamos en la vida, y la circunstancias de las que somos blanco-tanto las elegidas como aquellas del azar- se torna complicado y la vez reto mantener una actitud consecuente en la que comulguen armoniosamente nuestros principios con nuestro actuar.


Danae C Diéguez, investigadora cubana y experta en temas de género y profesora de lengua española en el Miami-Dade County Public Schools ha devenido institución, palabra, voz, activismo y luz si de feminismo se trata.

Graduada del Diplomado del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer (PIEM) en el Colegio de México, otrora colaboradora del Festival de Cine Pobre dirigido por Humberto Solás, especialista para sus Muestras Temáticas dedicadas a Género (2008-2010) y miembro de la fundación non-profit Funcionarte, la Diéguez cuenta con un vasto trabajo investigativo que la posicionan como referente incuestionable en lo relativo a estudios de la mujer y violencia de género.

Latina, emigrante, madre, consejera, amiga, mujer… la Dana, como me gusta llamarle, nos regala hoy esta entrevista en la que nos comparte sus experiencias y retos y nos invita a analizar nuestras realidades a través de su prisma violeta…

Háblame de Funcionarte. Cómo surge y qué puntos en comunes tiene con Mirar desde la sospecha y el Ojo sexuado.

Funcionarte ha sido un regalo en esta ciudad. Lo creó una amiga muy querida, Yovana Martinez, su fundadora y presidenta  y nos llamó a mí y a Kelly M. Grandal para que la acompañáramos en el proceso. Es una non-profit que tiene el arte como fundamento esencial para empoderar a mujeres y a otros grupos con inequidades sociales.  Te digo es un regalo porque esta ciudad se puede volver árida si no encuentras tu camino y parece que las diosas se organizaron para que yo las conociera a ellas y empezara a ver esta ciudad con otros ojos. Trabajamos para visibilizar mujeres creadoras, mujeres que están fuera de catálogo- como se llama uno de nuestros eventos- hacemos talleres con mujeres sobrevivientes de violencia de género en alianza con Survivors Pathway- otra organización maravillosa y otro regalo que me ofreció esta ciudad  junto a su director, Francesco Duberli- y en esa alianza hacemos, creamos proyectos que nos permitan enfocarnos en este trabajo que es casi una hermandad porque necesita de nuestro tiempo extra pero creo que si algo tiene Yovana es que sabe muy bien lo que quiere y sabe que nosotras, Kelly y yo, estamos más que comprometidas, estamos enamoradas del proyecto. Me preguntabas qué en común con Mirar desde la Sospecha. creo que las dos tienen el arte como línea fundamental, el arte como sanación, el arte como empoderamiento, tienen en común que siempre he trabajado con gente que está muy ligada a estos temas y los siente como principios de vida, pero hay diferencias: desgraciadamente en Cuba no tenemos acceso a cifras de mujeres víctimas de violencia, no accedemos a datos que nos delineen la población con la que trabajamos, acá esa información la tenemos y podemos perfilar mejor hacia dónde va dirigido nuestro trabajo. Y otra diferencia importante, en Cuba no existe una Ley de Violencia de género – que aclaro no es la solución a este flagelo- pero permite conocer los caminos y las mujeres que pasan o han pasado por situaciones como estas acá, en las que sí existe una Ley, tienen derechos importantes y nosotras podemos acompañarlas en el proceso y guiarlas, sobre todo a las mujeres latinas que en muchos casos no saben cuánto la Ley las puede beneficiar. Con esa diferencia nosotras hacemos mucho. El ojo sexuado es mi blog, lo hice para no olvidar lo que escribí y obligarme a seguir escribiendo. El ojo sexuado es mi personal mirada y por cierto, ese título me lo sugirió Dean Luis Reyes, un día de tantos que compartimos mesa y debates… me dijo que mi libro debería llamarse así y la verdad, me sedujo, pero es sobre todo ese pequeño espacio virtual en el que me reencuentro con mis pensamientos feministas, mis miradas y me ayuda a mí misma- como dice nuestra querida maestra Teresa Díaz Canals- a “ver claro en lo oscuro”.

Coméntame de tu experiencia como mujer latina emigrante. Desafíos y alegrías, obstáculos y logros…

Esta pregunta es desestabilizadora. Medio en broma te lo digo, pero medio en serio… porque es la pregunta que me hace reflexionar sobre esas categorías que tanto estudias en la academia y que de pronto se cruzan y no precisamente en un estudio de investigación sino en mi propia historia de vida: Mujer, latina, emigrante y otras… qué decirte Mayra si ha sido uno de mis retos personales, entre otras cosas porque me encuentro con otras formas de entender las feminidades asociadas a lo religioso más ortodoxo,  a estereotipos muy arraigados en la cultura latina y he tenido que aprender a dialogar con todas esas opciones, mi trabajo con la comunidad latina joven acá, me ha obligado a repensar las formas de dialogar y darme cuenta con mucha más facilidad si de pronto mi discurso puede ser colonizador, en la medida de creer que mi verdad debiera ser asumida porque sencillamente la siento justa. Así que he aprendido a seguir siendo la misma y a la vez, sin perder quién soy- a escuchar, dialogar y repensar perspectivas. Uno de mis grandes impactos es ver cómo la industria de la “belleza” hace de las suyas en una comunidad tan vulnerable a esos modelos encorsetados de femineidad, porque es un mundo que compra esa “belleza” como la solución a la felicidad y el éxito. Los retos han sido muchos, ser emigrante es siempre uno de los más fuertes, sobre todo cuando tienes más de 40 años y vienes de haber ganado profesionalmente ciertos espacios y de pronto aprendes y ese ha sido el mejor de todos, aprendes a ser más humilde, aprendes a volver a nacer solo que consciente de tu vida anterior, pero renacimiento al fin y al cabo es doloroso y es,  a la vez, crecimiento. He tenido suerte como te dije anteriormente, he conocido gente maravillosa, creo que las energías se alinean para que las personas que vienen a tu vida sean tu gente, así de sencillo y mi gente en esta emigración me apoyan, comparten mucho conmigo de mis criterios sobre estos temas y esa familia pequeña que creas, esa familia escogida como dice mi querida Yovana, me permite ser yo misma la Danae feminista e inclaudicable contra la violencia por razones de género. Y eso me hace feliz amén de ciertos espacios que persisten en discriminar y devaluar.

A tu modo de ver, cómo se te ha presentado esta nueva sociedad en la que te insertas con respecto a la trilogía patriarcado-hegemonía-poder. Desde tu posición de resistencia qué retos, diferencias y nuevas miradas te has encontrado.

Esa trilogía la hemos vivido siempre. Vengo de conocerla muy bien. Las hegemonías se travisten muchas veces pero con el ojo entrenado sabes que suele ser lo mismo solo que  las vestimentas varían. La sutilización del patriarcado suele ser el reto más grande, estés donde estés, esa sutilización se manifiesta en aquellos espacios en los que pareciera las mujeres hemos conquistado casi todo lo conquistable y ahí las hegemonías patriarcales (eso es una redundancia) revisten un carácter de aparente avance cuando en realidad solo han hecho guiños contemporáneos y han aprendido a simular simbólicamente. Ese es el reto mayor, darnos cuenta de esa diferencia entre  la apariencia que se muestra con leyes y derechos- muy importantes sin dudas- y la verdad que se esconde detrás de esas dinámicas. Ahí vienen en mi ayuda las herramientas del feminismo que te enseñan a mirar desde la sospecha y a cuestionarte hasta donde esos cambios realmente erosionan la base, la estructura patriarcal que genera las inequidades y que responde al verticalismo. Esa mirada cuando la tienes te das cuenta que el reto es desmontar esa falacia, no importan los espacios que habites, la lengua que hables, la resistencia está en verlos, desmontarlos,  hacer y decir. Provocar la erosión desde algún pequeño espacio que pueda hacer la diferencia.

Violencia estructural, acoso, cánones de belleza, maternidad, exigencias en el ámbito doméstico, comunidad, movimiento #NiUnaMenos y un sinfín de temas relativos comulgan entre sí en la bandera del feminismo y su lucha por la igualdad. Por qué a pesar de la sensatez detrás de todo aquello, la lógica y la coherencia del movimiento en sí hay tanta resistencia aún al mismo, incluso en mujeres.

La resistencia al feminismo viene de lo mismo que te venía diciendo antes. Proviene de cómo el patriarcado ha logrado demonizarlo y sobre todo en cómo se ha  anclado en los errores que pueda tener un movimiento que por ser dinámico, tiene vida y por supuesto aprende de sus errores. La estrategia de demonización en algunos casos ha sido tan efectiva que de feminismo opina cualquiera y el resultado ha sido el desconocimiento. Cualquiera te dice el disparate conceptual de “ni feminista ni machista” como si fueran conceptos que se presuponen. Cualquiera emite una opinión como si fuera a hablar del café que se toma pero muy pocas personas han leído, estudiado y entendido de qué va un movimiento, un pensamiento que ha descrito como ninguno las estructuras de poder que generan tantas desigualdades que reposan en las mujeres todas,  incluyo acá las variables que nos diversifican como mujeres: clasistas, raciales, de identidad sexual, generacional, geográfica, entre otras, variables que sabemos se cruzan y que refuerzan muchas de las desigualdades , pero es muy fácil hacerse eco de saberes que pululan sin basamento que  dedicarse a entender el fenómeno, al menos tener argumentos y discutirlos con propiedad. Insisto: el patriarcado ha logrado sostener y modelar cada vez más esa aura llena de adjetivos que nos califican como amargadas, acomplejadas, anorgásmicas, resentidas y feminazis y muchas mujeres han cooperado con esa idea… ¿por qué? Porque ellas también han aprendido de la dinámica patriarcal y la reproducen pues sabemos está naturalizada y sutilizada y por tanto, pareciera no ser cuestionable. Divide y vencerás funciona muy bien como axioma en este camino de conquistas, pero también ponte a pensar realmente cuánto desmonta, erosiona, desestabiliza el feminismo al poder hegemónico, cuánto remueve y subvierte, para muchas personas es demasiado fuerte porque nadie quiere perder los privilegios del poder. Súmale a ello que nosotras tenemos mucho que aprender aún, mucho que crecer y sobre todo alejarnos de cualquier lenguaje colonizador que hable la lengua de “otro poder”, escuchar a nuestras hermanas negras, trans, lesbianas,  indígenas y hablar mejor la lengua de la sororidad, aún tenemos mucho que aprender de eso y  de ahí se resienten muchas veces nuestras ideas, porque no podemos reproducir hegemonías con el lenguaje y con el activismo, eso va en contra de lo mejor del feminismo, de los feminismos, diría yo,  y es,  sencillamente, lo opuesto, que ya sabes qué nombre tiene: patriarcado

¿Qué opinión le merece la reciente marcha a nivel internacional del movimiento feminismo? ¿Qué potencialidades le atribuye y cual opina que haya sido su real impacto?

Todo lo que se haga para visibilizar desigualdades, para denunciar y que logre avanzar nuestras conquistas es algo que apoyo y en lo que creo fervientemente. No podemos renunciar a esos espacios de visibilidad, no podemos renunciar a la palabra que nombra la injusticia, que dice las cosas por su nombre, no podemos renunciar a caminar con la fuerza de la resistencia, no podemos hacerlo por nuestras predecesoras, por las hermanas que han sido víctimas del terrorismo machista, por las que aun ni siquiera tienen mucha conciencia que conviven con tanta violencia manifiesta de muchas formas, a veces tan sutiles. La marcha es un grito simbólico, pero un grito de BASTA YA, es un grito estremecedor, las cifras de mujeres víctimas de violencia machista sigue siendo escalofriante y por eso es tan importante salir, defender, gritar, zarandear al planeta. Como todo proceso es perfectible, nosotras tenemos que unirnos en nuestras diferencias, yo no puedo hablar desde la voz de mis hermanas negras, mis hermanas trans u otras. La marcha tiene que ser la voz de todas, pero de todas de verdad, no podemos imponer una verdad que por muy justa que parezca, desconoce a otras mujeres. El reto está ahí, lograr esa mezcla de voces en las que el coro cante sin privilegios de unas por encima de otras. Ese ha sido y seguirá siendo nuestro gran aprendizaje en este camino, pero qué bueno, así crecemos y así nos fortalecemos.

A modo de conclusión y a la vez inserción en lo personal ¿cómo mantiene Danae la coherencia de su causa en su día a día? ¿Cómo se le presenta el reto de ser coherente en sus principios y acciones en medio de una sociedad tan adversa?

Ser feminista me cambió la vida totalmente. El día que vi claro de qué iba todo me di cuenta que mi vida iba poco a poco a transformarse. Y quien te diga que es fácil en un mundo en el que el patriarcado y la ideología machista que lo sostiene goza de tan buena salud, te engaña. Pero tengo herramientas que antes no tenía para explicarme las cosas y para defender y ser lo que creo.  Mi día a día más intenso en ese sentido ha sido educar a mi hijo varón en un mundo tan adverso para lo que yo le propongo como formas de ejercer su masculinidad y te confieso creo ha salido bastante bien, el otro día me decía: – vieja (así me dice)  yo si me crié con una mujer feminista de verdad- eso me lo decía en medio de unos comentarios que había oído en su grupo cercano en los que algunas muchachas se decían feministas y a la vez él se daba cuenta que le hacían daño a otras y otros desde una posición de altura que con el feminismo no compagina.  Su educación ha sido mi reto y me enorgullece el hombre que es hoy. En otros espacios personales ha sido más difícil y me ha tocado repensar muchas veces mi vida y comenzar de nuevo pero de eso va vivir con los lentes violetas siempre puestos y te confieso sé muy bien   que el reto continúa porque vivir así en un mundo que te desoye, que intenta colonizar tus acciones y tus pensamientos puede ser complejo, pero te aseguro que ser feminista es un principio de vida que me ha hecho más libre, más lúcida y mejor persona y para mí ese ha sido un camino que transito porque creo en la felicidad. Y eso es el feminismo: felicidad.

Fuente e imagen:  https://www.sicologiasinp.com/entrevistas/danae-c-dieguez-ser-feminista-es-un-principio-de-vida-que-me-ha-hecho-mas-libre-mas-lucida-y-mejor-persona/

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Recuperar nuestra voz

Por:  Paula Albornoz

Cuántas mujeres olvidadas porque ni
siquiera ellas pueden o podrán decir
“esta boca es mía”, “este cuerpo es
mío”, “esto es lo que yo pienso”.
Virginia Woolf

William Shakespeare, Antoine de Saint, Oscar Wilde, Franz Kafka, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges. Esos son solo algunos de los incontables nombres masculinos dentro de lo que se considera el canon literario: obras clásicas que trascienden los tiempos y las fronteras. Las obras de dichos autores representan la más alta cultura, o al menos, la mejor valorada. Es esperable y, más aún, deseable, que cualquier lector o lectora que se respete haya leído por lo menos uno de los títulos de estos grandes autores. Por supuesto, yo leí varios, y siempre me sentí muy orgullosa de haberlo hecho.

No fue hasta recién finales del año pasado cuando releyendo algunos de los títulos recostados en mi biblioteca me percaté de una cosa; la gran mayoría de los libros que he leído desde la más tierna infancia hasta mi adultez fueron escritos por hombres. Cien años de soledad. La naranja mecánica. Canción de Navidad. Un mundo feliz. Ensayo de la ceguera. Bajo la misma estrella. Natacha. Desde los cuentos infantiles hasta las novelas para adolescentes y las historias para adultos, sin intención de mi parte – pero seguro que de la de alguien más, sí -, habían sido creadas en las mentes del género opuesto. Toda mi concepción literaria del mundo había sido formada por personas que jamás podrían haber vivenciado ni una milésima de lo que es ser mujer en este mundo, a la vez en que yo había sido educada y moldeada por personas con las que jamás me podría identificar. Todos ellos han sido brillantes y sin duda he disfrutado leerlos, pero comencé a interesarme por leer a mis pares y a mujeres que, quizá, pudiera tomar como referentes en la literatura.

Marcela Serrano, escritora chilena, ha declarado: “El día en que el hombre se apoderó del lenguaje se apoderó de la historia y de la vida. Al hacerlo nos silenció. Yo diría que la gran revolución es que las mujeres recuperen la voz”. De más está decir que concuerdo completamente. Esto es así más aún cuando las mujeres son latinoamericanas, racializadas pobres. Hay unos pocos nombres femeninos que han llegado al canon literario (Jane Austen, Virgina Woolf, Louise May Alcott), más todas ellas tienen algo en común: su posición social y geográfica; europeas de la clase alta. Es por ello que no solo es revolucionario que cada vez lleguen más títulos de autoras a los aparadores de las librerías, sino también que las lectoras – y los lectores – elijamos conscientemente la literatura que queremos consumir de ahora en adelante. Y no, por supuesto que esto no significa dejar de leer a varones. Significa, simplemente, que me gustaría que las niñas, las jóvenes y las adultas pudiésemos empezar a ver el mundo desde ojos similares a los nuestros, a sentirnos identificadas, a escribir nuestra propia historia. Darnos lugar en nuestras bibliotecas también es un acto de sororidad.

Virginia Woolf: “me aventuraría a pensar que Anónimo fue a menudo una mujer”

Durante mucho tiempo, la prosa de autoras como Alfonsina Storni eran catalogadas como “poesía femenina” o “literatura femenina”, como si el calificativo le restara valor literario e intelectual. Lo cierto es que la misma Alfonsina tuvo en muchos aspectos de su vida y de su obra una visión feminista, desafiando los mandatos sociales de la época – por ejemplo, siendo madre soltera – y traspasando ideas revolucionarias al papel como en las poesías “Me quieres blanca” u “Hombre pequeñito”. En la actualidad, la etiqueta “femenino/a” ya no se usa en obras escritas por mujeres, pero eso no significa que se las valore de la misma forma que las escritas por varones. Ahora hay formas mucho más sutiles de descalificarlas. Para dar un ejemplo me transporto a mi adolescencia, en la época en que la saga “Crepúsculo”, de la escritora Stephanie Meyer, eran la sensación entre las chicas.

Las jovencitas éramos motivo de burla y de bullying, especialmente en Internet, por leer esa clase de libros. Absolutamente todo lo que esté dirigido hacia un público mayormente femenino siempre es menospreciado y burlado: no solo la literatura, también la música, las películas, etc.

Se suele decir que el arte producido por hombres es el arte “de verdad” (¿a ustedes nunca les dijeron algo como “vos tenéis que escuchar música de verdad” o “vos tenéis que leer literatura de verdad”, refiriéndose a la producida por hombres?), lo que nos deja a nosotras con su antónimo: nuestro arte es falso, o de mentira. Nuestro arte es de segunda mano, no digno de ser valorado. ¡Qué casualidad! La misma concepción que tienen para con nosotras como seres humanas.

Ya lo dijo Virginia Woolf: “me aventuraría a pensar que Anónimo fue a menudo una mujer”. El arte proveniente de las mujeres siempre fue poco valorado, y es por eso que a lo largo de la historia muchas de ellas tuvieron que usar pseudónimos masculinos, dejar firmar por ellas a sus maridos o simplemente inscribirse como “Anónimo”. De otra forma, su producción artística jamás hubiese llegado hasta nuestros días. Aún hoy se espera que las mujeres releguen sus vidas al ámbito doméstico, y pocas veces sus trabajos son reconocidos como se merece. Solo por dar un ejemplo, el Premio Nobel de Literatura, sin duda el más prestigioso, hasta el 2017 había premiado a 14 mujeres frente a 100 hombres – y sin duda no es porque no haya habido buenas escritoras. Los hombres escriben libros para que los lean los hombres y los premien otros hombres.

Los pseudónimos no están tan atrás en el tiempo como pensamos o deseamos; la autora de “Harry Potter” aún es conocida como J.K. Rowling, porque al publicar su famosísima saga le aconsejaron que sería mejor para las ventas que no se supiera que su autora era mujer. Solo cuando el libro fue bien recibido por las críticas y la audiencia se reveló su nombre real, Joanne.

Desde mi humilde lugar tanto de lectora como de escritora, propongo que, una vez más, seamos nosotras las que empecemos a cambiar las cosas. Escribir, contar nuestras vivencias y explayar en la hoja nuestra visión del mundo, y también leer y descubrir lo que otras tienen para decir. Me sigo preguntando cómo sería yo ahora en general y como escritora en particular si desde pequeña me hubiera nutrido más de autoras. No importa, no pienso lamentarme ya. Ojalá sea esa la oportunidad de las generaciones presentes y futuras. Pero de ahora en más, me propongo compensarlo. Por lo menos, igualar el número de libros escritos por hombres en mi biblioteca con libros escritos por mujeres. ¿Se animan a hacerlo ustedes?

Nosotras también tenemos historias que contar. De hecho, nosotras también tenemos historia. En inglés, la palabra historia (“history”) podría ser dividida en dos partes: “his story”. “His” es un adjetivo posesivo masculino, entonces estaríamos diciendo “su historia”, pero la de los hombres. La historia de él (de ellos). ¿Qué pasaría si por una vez queremos cambiarlo? ¿Qué pasaría si queremos hablar de herstory? (“her story”, la historia de ella, de ellas). El lenguaje y las historias, los cuentos, las novelas, la literatura, nos moldean, y ha sido así desde el comienzo de los tiempos, cuando se transmitían de boca en boca. Tal es su relevancia en nuestras vidas y en la sociedad. Tal es su relevancia en el feminismo y en la revolución. ¿Cómo cambiar la historia si no podemos contarla? ¿Para qué contar la revolución si nadie va a leerla?

Nos propongo ser nuestras propias lectoras. Hasta que, de a poco, todo el mundo nos haya escuchado (o mejor dicho, leído).

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/recuperar-nuestra-voz/

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Argentina se prepara para la promulgación de la Ley del aborto

En un hecho histórico para el país suramericano, Argentina se convierte en el sexto de América Latina y el Caribe en despenalizar el aborto.

Este jueves a partir de las 18H00 hora local Argentina, se espera la promulgación de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) a manos del presidente del país, Alberto Fernández, tras ser aprobada el pasado 30 de diciembre en el Congreso.

El acto, a realizarse en el Museo del Bicentenario de la Casa Rosada en Buenos Aires, pretende ser una ceremonia que enarbole la lucha histórica de las mujeres en el país, y que pondrá fin a una legislación vigente desde 1921 con la que se criminalizó a miles de personas por interrumpir embarazos no deseados.

Además de la ley del aborto, también será promulgada la ley de Atención y Cuidado Integral de la Salud durante la gestación y la Primera Infancia, conocida como el Plan de los mil días, que busca acompañar de forma integral a las mujeres gestantes durante los nueve meses y luego en la primera infancia de los nacidos.

Las normativas aprobadas que dan paso a la atención sanitaria segura y gratuita bajo el sistema público, estará acompañada de una serie de estrategias educativas anunciadas recientemente en su desarrollo por la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, quien asegura se realiza un trabajo conjunto con «organizaciones de la sociedad civil».

 

La promulgación de estas leyes bajo la afirmación del presidente Fernández, quien asegura será sin restricciones, contará con 14 días para ser publicado en el Boletín Oficial y luego, ocho días corridos después de su publicación, quedará vigente en todo el territorio nacional, siendo a partir de ese momento un derecho el acceso a esta práctica.

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/argentina-promulgacion-ley-aborto-alberto-fernandez-20210114-0009.html

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Las películas de 2020

Lovers Rock lidera la lista con las películas destacadas en un año complicadísimo para el cine, con las salas cerradas, estrenos postergados y rodajes parados.

1. Lovers Rock

Aquí está el responsable de nuestro momento más maravilloso en el cine en 2020. La ambiciosa Small Axe (¿Es una serie? ¿Una suite de largometrajes? ¿Un postre, una cera para limpiar el piso? En serio, bajo todo punto de vista: hay que discutirlo sin parar) recuerda la vida negra y de la cultura de la diáspora caribeña en Gran Bretaña desde fines de los años sesenta hasta los ochenta. Cada capítulo se concentra en una historia diferente, desde el acoso policial al dueño de un restaurante y su clientela (Mangrove) hasta una denuncia mordaz del sistema de educación pública de la época de Thatcher (Education). Pero la segunda de las cinco películas, que se concentra en una fiesta en una casa, le saca varias cabezas al resto. Vemos a los disc jockeys armando el equipo de sonido y mujeres cocinando comida jamaiquina en un departamento del West London. Vemos a Martha (Amarah-Jae St. Aubyn) escapándose por la ventana para reunirse con su amiga y prepararse, a un joven llamado Franklyn (Michael Ward) coquetear con ella cuando llegan a la soirée y a varios patoteros y donjuanes pavonearse cuando suena la música reggae. Esta obra maestra de Steve McQueen es insuperable en el modo en que evoca un ambiente y canaliza un momento del pasado, usando el sonido y la visión de una manera sencillamente trascendental. Hace que sientas que estás ahí en esa pista de baile llena de gente, contoneándote y saltando, olvidándote de todo lo demás para entrar en un groove comunal. D.F.

2. American Utopia

David Byrne transformó un grandes éxitos en un espectáculo de teatro de revista artístico, y lo presentó en Broadway desde noviembre de 2019 hasta febrero de 2020. Si no pudiste verlo en vivo, no te preocupes: Spike Lee te cubre. Y como Jonathan Demme, aprovecha la oportunidad para trabajar con el ex líder de Talking Heads de manera colaborativa, en lugar de meramente documentarlo. Con cámaras arriba, abajo, al costado, en el backstage, y probablemente en todo el teatro con excepción de los baños, el director es tan parte de la producción como el cantante, los músicos con sus trajes grises sobre el escenario, o el show visual que ocurre a su alrededor. Que la versión filmada de American Utopia logre conservar la intimidad de la producción original es la prueba tanto de sus talentos como de la solidez de la presentación altamente conceptual de su creador. D.F.

3. Time

Luego de que su esposo fuera a la cárcel por robar un banco, Fox Rich empezó una suerte de diario en video en blanco y negro. Su hijo tenía cuatro años y ella estaba embarazada de mellizos. Durante las siguientes dos décadas, Rich crio sus hijos para que se transformaran en jóvenes destacados, se volvió una autora con gran éxito de ventas, dio conferencias sobre el arte de los libros de memorias y se estableció como una activista de la reforma del sistema penitenciario. También trabajó de manera incansable para liberar a su esposo de una sentencia de cadena perpetua. El documental de Garrett Bradley es un fluir de conciencia de la historia de una mujer, entre las cintas caseras de Rich y otras imágenes de archivo para ofrecer un plano íntimo e inimitable de los daños que causa la epidemia de las encarcelaciones masivas en la gente involucrada. Y cuando pensabas que las cosas no podían resonar más, la película transforma lo que podría haber sido un truco en el descubrimiento sublime de cómo se puede volver a capturar mágicamente lo que se creía perdido. Simplemente maravillosa. D.F.

4. Collective

El 30 de octubre de 2015, en un club de rock en Bucarest llamado Colectiv, 27 personas murieron y 180 resultaron heridas en un incendio. Hubo una reacción pública de repudio que causó protestas y un cambio en el gobierno de Rumania. Y luego un periodista de un periódico deportivo empezó a enterarse de que algunos de los dueños del club se estaban muriendo en el hospital. Junto a su equipo, decidió investigar un poco más y al poco tiempo explotó un enorme escándalo que involucraba poder, corrupción, mentiras y la mafia.

Sería una obra extraordinaria sin importar cuándo esté disponible en tu territorio (su recorrido por festivales del año pasado hizo que se creara una campaña de boca en boca antes de que se garantizara su distribución). Pero verla en 2020 fue ver el mundo del pasado de la manera más profunda. Es la historia de la incapacidad de un país para hacerse cargo de sus ciudadanos durante una crisis. La de un gobierno preocupado solo por su bolsillo y por mantenerse en el poder. Y la de un cuarto poder que es elogiado antes que señalado como el enemigo del pueblo. Es, en definitiva, una película cuyo título adquiere un sentido por completo diferente cuando llega su final. Esto solo funciona si estamos juntos, nos recuerda Collective. La unión hace a la fuerza. D.F.

5. Mank

Esta mirada de David Fincher a la historia detrás del guion de Citizen Kane no es ni una carta de amor ni una diatriba contra el viejo Hollywood; ni siquiera es un intento por «rescatar» la reputación de Herman J. Mankiewicz (un Gary Oldman perfecto que prácticamente emana olor a ginebra), quien es retratado como un alcohólico grosero que es su peor enemigo. Por suerte tampoco es una despedida a un tal O. Welles, el joven autor genio. Lo que ofreció el director de Zodiac es un respetuoso drama sobre navegar la delgada línea entre plantarse ante el poder y ser cómplice en los sistemas (los estudios, la clase, la política) que mantienen a la misma gente en el poder. Y si bien Mank termina ganando la guerra con su guion vengativo llamado America (spoiler: después le cambió el título), pierde cada una de las batallas en el camino. Es una película ingeniosa, audaz y estimulantemente retro. D.F.

6. Never Rarely Sometimes Always

El aborto es un derecho conquistado en Estados Unidos, pero los impedimentos prácticos y dispositivos de culpa con los que se choca Autumn (Sidney Flanigan) en Never Rarely Sometimes Always iluminan las formas en que el procedimiento todavía está sujeto a la clandestinidad, incluso siendo legal. La directora Eliza Hittman se ocupa de la logística con precisión quirúrgica: toma los pormenores que enfrenta Autumn -la solicitud de un turno, la necesidad económica, las noches no contempladas de hotel- como retazos de un mundo que a los cuerpos gestantes les reserva una hostilidad que se asume en la escena que titula a la película. En un plano fijo y sin cortes, Autumn responde un cuestionario sobre su historial sexual y, en el acto de verbalizar su dolor, la fachada comienza a agrietarse. Momento de inconmensurable verdad, para Flanigan en su debut actoral y para Hittman en su confirmación como sucesora de Bresson. B.A.

7. Dick Johnson Is Dead

O mejor dicho: Dick Johnson sucumbe poco a poco a la demencia. Así que Kirsten Johnson (Cameraperson) hace lo que haría toda hija buena: una película sobre él. Probablemente esta esté entre las películas más livianas y alegres sobre la muerte. También es una catarsis tanto para aquellos que están detrás de cámara como para el público. Cuanto más intenta Johnson inocularse contra el dolor de la muerte, a través de cada simulacro, más te convencés del amor y el afecto detrás de la celebración de una vida común. Uno se acerca a la película para ver a un viejo «acuchillado» en la yugular, pero se termina quedando para las simulaciones estilo Pierre et Gilles que incluyen bailarines tap, papel picado y un Cristo exasperado. D.F.

8. Las mil y una

Hay dos sentires que atraviesan Las mil y una de la directora correntina Clarisa Navas: el cuerpo adolescente en expansión y el discurrir del verano como plataforma de su despertar. El barrio obrero donde Iris (Sofía Cabrera) y Renata (Ana Carolina García) se enamoran les devuelve escenificados todos sus estados emocionales: es luminoso y cálido pero también marginal, con la mirada ajena y chismosa sobrevolando fuera de foco y de campo. Navas sigue a sus chicas con prolongados planos secuencia, su cámara deambulando con la languidez deseante de la juventud retratada. Porque Las mil y una es, ante todo, un coming of age. Lejos del miserabilismo que suele poblar estas historias de disidencia, Navas retrata la edad desde lo sensorial, con el énfasis puesto en texturas y silencios. B.A.

9. Planta permanente

Planta permanente, el primer largometraje en solitario de Ezequiel Radusky, es una obra de protesta que toma el microcosmos de una secretaría de obras públicas para armar una fábula inequívoca sobre neoliberalismo salvaje. El vínculo entre dos trabajadoras de limpieza, Lila (Liliana Juárez, laureada en el Festival de Mar del Plata) y Marcela (Rosario Bléfari, en su última y mejor interpretación), comienza a resquebrajarse cuando el cambio de gestión y la asunción de una nueva directora, que no es María Eugenia Vidal, traen consigo una serie de ajustes presupuestarios. Radusky las encuadra en planos generales que son, en su mayoría, tan estáticos y sobrios como el resto de sus vidas. Lila tiene el sueño modesto de abrir una cantina en el edificio, es su chance de sentir que tiene incidencia sobre algo. La persecución del deseo solo desemboca en una amistad corroída, y ese es el gran acierto de Radusky: jamás perder de vista, en el acto de comentario político, la emocionalidad de sus personajes. B.A.

10. Boys State

Hace décadas, una asociación de veteranos de guerra de Estados Unidos lleva adelante un programa de liderazgo llamado «Boys State», en el que jóvenes promesas son seleccionadas para simular una estructura de gobierno durante una semana. Los directores Jesse Moss y Amanda McBaine se insertaron en uno de estos boot camp políticos en Texas para ver de primera mano cómo se forma el semillero de la política moderna y cómo los Obama y los Trump del mañana replican las agonías y éxtasis del sistema bipartidista. Un documental convincente y a veces alarmante: esos jóvenes son el futuro y rezás para que el presente no haya cuajado sus ideologías ni les haya dado ninguna idea «brillante». D.F.

Textos por David Fear y Bartolomé Armentano.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/las-peliculas-2020-nid2556062

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Una biblioteca virtual de ciencias sociales en formato digital y con acceso libre

El Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales lanzaron una colección de libros en formato digital y de acceso libre. La colección abarca por el momento un total de 17 publicaciones originales e inéditas del campo de las Ciencias Sociales que pueden ser descargadas a través de la biblioteca virtual de Clacso. Algunos de los temas posibles son reflexiones en torno al neoliberalismo, el arte, el fútbol, la ecología, la metodología, la movilidad social, las clases sociales, la desigualdad, la teoría política, el psicoanálisis, la historia latinoamericana, la cultura popular y el pensamiento de diversos autores, como Hegel, Simmel y Althusser.

La Colección IIGG-Clacso es una iniciativa conjunta entre el Instituto Gino Germani, que aporta todos los contenidos, y Clacso, que incorpora estos libros a su biblioteca virtual, con el objetivo de aumentar la difusión local e internacional de las producciones de las y los investigadores del instituto, valorizando la actividad científico-académica realizada en las universidades públicas.

El proyecto editorial se inició en 2013 y, al día de hoy, tiene en su catálogo 17 libros de los cuales 10 se publicaron durante 2020. La colección recorre distintas problemáticas de las ciencias sociales y cuenta con un amplio abanico de autores. Hay publicaciones tanto colectivas como individuales. Los libros son de acceso libre y se distribuyen en toda América Latina desde el IIGG y Clacso. Para recorrer virtualmente toda la colección hay que ingresar aquí.

Algunos de los títulos y autores que aparecen en la colección son los siguientes:

* Asedio del tiempo. Estudios políticos althusserianos, Carolina Collazo y Natalia Romé (compiladoras)

Georg Simmel, un siglo después, Esteban Bernik y Hernán Borisonik (editores)

La identidad se forja en el tablón. Masculinidad, etnicidad y discriminación en los cantos de las hinchadas argentinas, Javier Sebastián Bundio

Profesores, científicos e intelectuales. La Universidad de Buenos Aires de 1955 a su Bicentenario, Martín Unzué

La política y lo político. En el entrecruzamiento del posfundacionalismo y el psicoanálisis, Miguel Rossi y Elena Mancinelli (compiladores)

Políticas terapéuticas y economías de sufrimiento. Perspectivas y debates contemporáneos sobre las tecnologías psi, María E. Epele (compiladora)

El análisis de clases sociales. Pensando la movilidad social, la residencia, los lazos sociales, la identidad y la agencia, Ruth Sautu, Paula Boniolo, Pablo Dalle y Rodolfo Elbert (editores)

* Arte y ecología política, Gabriela Merlinsky y Paula Serafini (editoras)

Contraofensiva neoliberal. La Escuela Austríaca de Economía en el centro estratégico de la disputa, María Paula de Büren

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Libro (PDF): Investigaciones en movimiento. Etnografías colaborativas, feministas y decoloniales

Reseña: CLACSO

Este libro pone en conversación un conjunto de etnografías colaborativas, decoloniales, feministas y de IAP que comparten el deseo de producir otros conocimientos y producir conocimientos de otros modos. Las experiencias aquí reunidas nos invitan a repensarnos como investigadoras/es, a redefinir el sentido de nuestros proyectos y los procedimientos metodoloógicos concretos a partir de los que desarrollamos nuestro trabajo, y también a transformar las relaciones que establecemos con las personas con quienes colaboramos. Es una caja de herramientas que busca ampliar el campo de lo posible y lo pensable en investigación.

Autor (a): Aurora Álvarez Veinguer. Alberto Arribas Lozano. Gunther Dietz. [Editoras y Editores]

Aurora Álvarez Veinguer. Alberto Arribas Lozano. Gunther Dietz. Alberto Colin. Ariana S. Cota. María Espinosa Spínola. Adolfo Estalella. Ana Paula Félix Mandoki. Rocío García Soto. Pablo Gómez Pinilla. Carmen Gregorio Gil. Ángel Luis Lara. Lola Martínez Pozo. Laura Selene Mateos Cortés. Mariana Mora Bayo. Antonia Olmos Alcaraz. Mayra Ortiz Ocaña. Paula Pérez Sanz. Norma Rosales-Anderson. Maria Paula Saffon Sanín. Tomás Sánchez Criado. Stefano Sartorello. Luca Sebastiani. Jaime Vera Alpuche. [Autores y Autoras de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina

ISBN: 987-722-629-4

Idioma: Español

Descarga: Investigaciones en movimiento. Etnografías colaborativas, feministas y decoloniales

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2295&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1471

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