Por: educaciontrespuntocero.com/entrevista/06-02-20169
La pedagoga y educadora Angélica Sátiro opina que es necesario introducir la asignatura de Filosofía en el currículo desde la etapa de Infantil. Gracias a esta materia, es posible estimular a los alumnos para que piensen no sólo de forma crítica, también creativamente.
Defensora de las metodologías dialógicas, dinámicas, innovadoras y participativas, el currículo de Angélica Sátiro parece interminable: acumula más de 400 publicaciones, es colaboradora en diversos centros de formación del profesorado e imparte cursos y conferencias. Además, dirige la asociación Crearmundos y La Casa Creativa, donde realiza actividades relacionadas con la Filosofía Lúdica y la ciudadanía creativa (creatividad social). También está al frente del proyecto educativo y editorial Proyecto Noria con un claro propósito: que los niños aprendan a pensar creativamente.
El pensamiento crítico y la creatividad son conceptos clave en su trayectoria como educadora, ¿qué significado tienen para ti?
Aunque pensamos desde muy pequeños, es posible aprender a pensar mejor. Todo depende de cómo se estimula y se desarrolla el pensamiento en los procesos de enseñanza y aprendizaje. ¿Qué sería aprender sin creatividad? Sería no saber transferir el aprendizaje a otros contextos educativos y de la vida, no generar ideas nuevas a partir de lo aprendido. Las acciones sin pensamiento crítico y creativo son ciegas, y las emociones sin pensamiento crítico y creativo pueden ser vividas de manera obtusa.
Por otro lado, cuando me pregunto para qué y por qué aprendemos, o de qué nos sirve ser personas educadas, percibo la importancia crucial del pensamiento crítico y creativo. Como estas preguntas son de carácter ético, compruebo lo fundamental que resulta incluir esta dimensión también. El siglo XXI -y su complejidad- son muy retadores porque pide personas críticas, creativas y éticas. Por lo tanto, nuestro trabajo como educadores no puede olvidarse de ello. ¡Más bien debe priorizarse!
Voy a contestar en plural porque existen muchas personas que trabajan a partir de las propuestas de mis libros y de las múltiples iniciativas del movimiento Filosofía Lúdica. Los estimulamos de diversas maneras y para ello hace falta preguntarse ¿cómo?, ¿con qué?, ¿por qué? y ¿para qué? Buscamos trabajar desde la perspectiva de las comunidades de diálogo, que es un método para desarrollar el pensamiento autónomo a la vez que la inteligencia colectiva o cerebro social. La mente es formada socialmente, y el diálogo es un recurso y un método para ello. Así ya empezamos a contestar a la pregunta sobre el ¿con qué?
Lo más importante no es transmitir lo que los grandes personajes de la historia de las ideas han filosofado, sino aprender cómo pensaron para llegar a estas ideas
En la Filosofía Lúdica empleamos recursos para jugar a pensar a través del arte o la narrativa, impactando en la mente y el cuerpo en sus distintas posibilidades comunicativas y lingüísticas. Aunque su uso estimula la creatividad no es suficiente para desarrollar este pensamiento: hace falta un trabajo relacionado con las habilidades de pensamiento (nivel procedimental) y las temáticas retadoras (contenidos estimulantes). Por ello, la filosofía es un ámbito del conocimiento humano que aporta elementos importantes a nivel procedimental temático. En esta línea, lo más importante no es transmitir lo que los grandes personajes de la historia de las ideas han filosofado, sino aprender cómo pensaron para llegar a estas ideas.
Este ‘cómo piensan’ configura la acción de pensar crítica, ética y creativamente. Hace falta poner en marcha muchos procedimientos mentales: observar, escuchar atentamente, averiguar, imaginar, comparar, contrastar, dar ejemplos y contraejemplos, inferir, razonar analógicamente, relacionar interpretar, dar y pedir buenas razones, establecer criterios… Estas y otras habilidades de pensamiento son las que buscamos estimular para que los estudiantes piensen crítica y creativamente. ¡Cuando piensan mejor aprenden mejor!
En tu opinión, ¿cuántas formas existen de enseñar filosofía?
Tantas como las formas de pensar y de ser una persona. Estoy de acuerdo con la propuesta del filósofo Hadot, que entiende la filosofía como una manera de vivir. Empecé a ser profesora de Filosofía en la década de los 80 y desde entonces he experimentado diferentes maneras de intermediar en la relación pedagógica con la filosofía, la infancia y la juventud. Asimismo, y a lo largo del tiempo, más que enseñar Filosofía lo que me ha interesado ha sido aprender a filosofar como un ejercicio de pensamiento y aprendizaje. Estar más centrada en el aprendizaje que en la enseñanza cambia la mirada del papel central del profesor que se traslada al protagonismo del estudiante.
¿Ocupa esta asignatura el lugar que se merece en la escuela?
A lo largo de la historia de las reformas educativas de varios países, incluido España, la Filosofía entró y salió de los currículos según criterios muy variados, aunque ahora vuelve a ocupar un lugar importante y de valor en algunos niveles educativos. Desde mi perspectiva, debería estar presente desde la Educación Infantil hasta la Enseñanza Superior. ¡Pensar nunca pasará de moda! Cuánto más complejo es el mundo, más necesitamos del pensamiento para ayudar a entenderlo, significarlo, elaborarlo, cuestionarlo….
Desde mi perspectiva, debería estar presente desde la Educación Infantil hasta la Enseñanza Superior. ¡Pensar nunca pasará de moda!
¿Qué aporta la filosofía al desarrollo personal de los alumnos para su vida adulta?
En los años 80, cuando me inicié en el proyecto Filosofía para Niños, propuesto por Matthew Lipman y su colaboradora Ann Margaret Sharp, mi mirada contenía la pregunta que me haces y esta otra: ¿Qué aporta la filosofía a la educación de la infancia como momento legítimo de la vida y no solamente como preparación para la vida adulta? Durante años busqué diferentes respuestas a ambas cuestiones.
Desde muy pequeños los niños están intrigados consigo mismos, con el mundo y con los demás, ¡quieren saber! Además, se asombran con todo aquello que no entienden o les sorprende. Esta curiosidad y este asombro configuran una predisposición para filosofar. ¡También quieren jugar a pensar! Y como no son dependientes de los esquemas de interpretación prefijados, pueden explorar el mundo (natural y cultural), los conceptos y a sí mismos de manera filosófica. Esta exploración reflexiva es fundamental para el desarrollo personal.
Mientras, ya a finales de los 90, iniciamos la investigación práctica y teórica que da soporte a la Filosofía Lúdica, buscando ampliar y profundizar en dos elementos: las habilidades de pensamiento y los recursos más adecuados para desarrollarlas en la temprana infancia. Desde entonces mantenemos una continua actitud de observación sobre cómo piensan. Es importante desarrollar esta sensibilidad hacia la infancia y sus maneras de pensar para – a partir de aquí- ayudarles a pensar mejor por sí mismos de manera autónoma, crítica, creativa y ética. Filosofar ayuda a que pongan voz a sus ideas.
Háblenos de tu ‘Proyecto Noria’. ¿Cómo surge esta iniciativa y qué destacarías de los cuentos filosóficos que forman parte de él?
¿Cómo filosofar con criaturas con poco vocabulario? ¿Cómo acceder a los distintos lenguajes y filosofar a partir de ellos? En los años 90 realicé junto a Irene de Puig (escritora, filósofa, filóloga y educadora) varias investigaciones prácticas y teóricas que dan sustento al Proyecto Noria, que siempre mantendrá vivo el mensaje sobre la dignidad de la infancia y la importancia de filosofar a partir de ella. La primera publicación resultante de esta investigación surgió hace 18 años y desde entonces no paramos de investigar y de publicar.
Por otro lado, y como autora de las series de la colección de cuentos para pensar que se incluyen en este proyecto, diré que escribo cuentos filosóficos sobre temas que pueden ser considerados difíciles: la muerte, los miedos, la guerra, lo que pasa dentro de uno, las prisas de este mundo contemporáneo, el dinero… Lo que quiero es que los niños tengan la oportunidad de poner voz en sus dudas, sus dolores, sus ideas, sus anhelos o sus esperanzas. Si mis cuentos les ayudan en esto, estoy más que contenta.
¿Qué recursos y herramientas se ofrecen en estos cuentos para ayudar a los niños a desarrollar esa capacidad crítica?
Todo es recurso y es herramienta. El cuento filosófico está construido para desarrollar la capacidad de pensar. En su estructura están los interrogantes que estimulan el pensamiento crítico y creativo. Sus títulos y finales suelen ser retadores. Sus personajes viven situaciones que generan reflexiones. Además, al final de cada libro hay una orientación para los adultos que quieran jugar a pensar con los niños sobre las temáticas de los cuentos.
Por último, un pequeño test. ¿Qué te sugieren las siguientes palabras?
Como el razonamiento analógico es una habilidad fundamental para el desarrollo del pensamiento (crítico, creativo y ético), voy a contestar vuestro test pensando en una cosa como si fuera la otra. Por ello, voy a utilizar la fórmula ‘es como…’.
- Creativo – es como… un licuado de frutas y de verduras. Rico, variado, sabroso, energético, sano y nos hace mejores en pensamiento, sentimiento y acción.
- Filosofar – es como… incursionar y ‘excursionar’ por la vida con una mochila llena de preguntas imprescindibles.
- Razonar – es como… un tipo de arte marcial del pensamiento: es arte, es lucha, hace falta concentración/entrenamiento/disciplina. Puede ser ejercitado individualmente o en grupo; se basa en el respeto al contrincante; en el honor; y en la dignidad de unos y de otros, porque es indeseable razonar humillando a los demás.
- Infancia – es como… un arcoíris, que es un acontecimiento natural, que depende de variados elementos para configurarse con fuerza y presencia ante nuestra percepción y que, además, nos saca brillo a los ojos y nos genera sonrisas.
*Fuente: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/angelica-satiro-filosofia/98527.html