Page 2 of 21
1 2 3 4 21

El regalo de las Humanidades

Eduardo Baura García, profesor de Historia Contemporánea del Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala, explica en este artículo que «a pesar de que los planes de estudios se empeñen en relegar las humanidades a un papel de disciplinas moribundas para frikis, siguen muy vivas»

«No, no os habéis equivocado de aula. Sí, estáis en el grado de Marketing. Y sí, esto es la asignatura de Historia Contemporánea». Estas son las palabras con las que suelo comenzar la primera clase del curso en la Universidad. Posteriormente, pregunto a los alumnos por qué creen que están estudiando Historia, si han elegido un grado que a simple vista no tiene nada que ver con esa materia.

«¿No sería mejor dedicar estas horas a asignaturas que me sirvan más para mi futuro trabajo?», parecen preguntarse muchos de ellos, imbuidos de ese utilitarismo que impregna nuestra sociedad, que tan a menudo nos lleva a confundir lo útil con lo valioso. Sin embargo, siempre hay alumnos que aportan buenas razones de por qué puede ser beneficioso para ellos estudiar Historia, lo cual demuestra el papel crucial de la familia y la escuela a la hora de fomentar en los más pequeños el aprecio y el placer por la cultura.

Al terminar el curso, no son pocos los alumnos que confiesan haber disfrutado la asignatura. Estos testimonios, escuchados por muchos de los profesores que enseñamos este tipo de materias humanísticas, revelan una vez más que, a pesar de que los planes de estudios se empeñen en relegarlas a un papel de disciplinas moribundas para «frikis», las Humanidades siguen muy vivas.

Y es que la Filosofía, la Historia, el Arte o la Literatura siguen –y seguirán siempre– interesando y gustando a nuestros hijos y alumnos porque les hablan de la vida, de su vida, de quiénes son y de por qué el mundo es como es; les ayuda a desarrollar un pensamiento crítico y a expandir sus horizontes culturales y vitales. No se me ocurre un mejor regalo para su crecimiento personal que fomentar en ellos, desde pequeños, el amor por las Humanidades.

Fuente de la información e imagen: https://www.abc.es/

Comparte este contenido:

Entrevista a Víctor Méndez Baiges sobre: La tradición de la intradición “Hay un gran desconocimiento, incluso entre los profesores de filosofía, de la historia de la filosofía española”

Víctor Méndez Baiges es profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Barcelona. Su último libro publicado (Tecnos, 2021) lleva por título La tradición de la intradición. Historias de la filosofía española entre 1843 y 1973. En él centramos nuestra conversación.

La tradición de la intradición es el título de tu último libro. Tres partes: 1843-1939, 1939-1956, 1956-1973, dos capítulos cada una de ellas. Sus títulos: 1. La fundación. 2. Auge y caída. 3. Lo nuevo y lo viejo. 4. El colapso. 5. Marchar hacia alguna parte. 6. El final.

Tendré que dejarme muchas preguntas en el tintero. La tradición de la intradición parece un título paradójico? ¿Nos ayudas a disolver esta aparente aporía?

Lo de “tradición de la intradición” es una expresión que usa Ortega en el prólogo a la Historia de la Filosofía de Émile Bréhier para referirse a la filosofía. Quiere aludir a que el pasado filosófico está presente en toda filosofía, pero que, a la vez, y paradójicamente, la actividad es siempre rechazo de lo dado, recuperación de la posición inicial. Es verdad que la expresión resulta algo cacofónica. Pero se me fue imponiendo como título natural. Quizás porque me recuerda al de un libro que leí muy joven y que me gustó mucho: La tradición política americana y los hombres que la hicieron, de Richard Hofstadter. Que resulte algo paradójica no es tan extraño. Casi todas las aproximaciones a una definición de filosofía lo son.

¿Por qué historias, en plural, de la filosofía española?

No tenía la sensación de haber escrito una “Historia” de la filosofía española, lo que pide objetividad, exhaustividad… Más bien una serie de historias que, todas juntas, reconstruían la historia de un grupo de personas, de una tradición intelectual. Precisamente, es un conjunto de biografías de políticos norteamericanos, no todos muy conocidos ni de primera línea, lo que ofrece el libro de Hofstadter.

¿Cómo debemos entender la categoría “filosofía española”?

Se ha discutido tanto sobre esto que no sé bien qué decir. En mi libro, a lo que hace referencia es a que el grupo de filósofos del que se habla son españoles, vinculados a la universidad española, y que, lógicamente, escribieron en español (lo de que los filósofos de las universidades españolas escribiesen en inglés no se le había ocurrido a nadie todavía).

Entre 1843 y 1973. ¿Por qué 1843? ¿Por qué 1973?

Cuando empecé a escribir este libro trataba de la falacia naturalista…

Nunca me lo hubiera imaginado.

Parece raro, pero así fue. Al principio, lo que escribía era un análisis de la grandísima confusión que exhiben las diversas formulaciones de dicha falacia. La comprobación de su falta de fuerza lógica me llevó a intentar explicar su éxito adentrándome en razones no lógicas, sino históricas, sociológicas, por decirlo así. Por ahí llegué a la cuestión de la introducción de la falacia en España durante los años sesenta, en textos de gente como Aranguren, Muguerza, Sacristán… Me pareció que, en ellos, la falacia seguía exhibiendo su característica confusión, si bien tenía efectos especialmente devastadores.

Entonces me di cuenta de que lo que pasaba es que, en aquellos textos, estaba viendo deshacerse a toda una tradición de pensamiento. Echando para atrás, vi que su origen podía datarse en 1843, cuando se creó la moderna Facultad de Filosofía, la asignatura “Historia de la Filosofía” y se envió al profesor Sanz del Río a estudiar a Alemania. 1973 está elegido porque me interesaba resaltar que la crisis a la que me refiero no está vinculada a la muerte de Franco. Es anterior a la transición política. Cuando esta llega, aquella ya se ha producido.

¿Nos recuerdas a qué llamamos falacia naturalista?

¡Uf! Es que precisamente ese es el problema. Que nadie sabe muy bien a qué llamamos “falacia naturalista”. Es el típico cachivache filosófico que se superpone a los problemas reales para evitar hablar de los problemas reales. La denominación fue acuñada por G. E. Moore a principios del siglo XX, y tenía entonces que ver con un error que consiste en confundir la propiedad “bueno” con otra propiedad. Luego ha ido dando mil vueltas por el mundo… El problema real con el que se relaciona es el de que el ser humano es capaz de vivir entre la tierra y el cielo, entre lo que es y lo que debe ser, y que es muy compleja la manera en la que se las arregla para hacer eso.

563 páginas, una prosa elegante, muchísimas lecturas, pasajes imprescindibles, conjeturas, hipótesis e interpretaciones siempre de interés. ¿Cuántos años de trabajo? ¿Lo has escrito por alguna necesidad académica?

Fue en 2014 cuando el libro giró definitivamente hacia la historia de una tradición filosófica española, abandonando definitivamente su condición de análisis de la falacia naturalista, o de historia de las relaciones de esa falacia con España. A finales del verano de 2018, había acabado de escribirlo. Hay que tener en cuenta que tenía que irme documentando a la vez que escribía, pues tampoco sabía mucho de filosofía española. El curso 2018-2019 lo pasé entero reordenando, reduciendo el texto, que tenía más de mil páginas, y sistematizándolo todo. “Agitando el saco”, por decirlo así. A comienzos del curso siguiente, lo di por concluido y empecé a buscar editorial.

En un sentido vil de “necesidad académica”, no escribí el libro por ninguna necesidad académica. De hecho, poco antes de ponerme a escribirlo, solicité la acreditación de catedrático de la ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación). Me la denegaron porque, para alcanzar lo que ellos llamaban la excelencia y el liderazgo, resulta que me faltaban cosas como artículos en revistasinternacionales, direcciones de proyectos de investigación o participaciones en congresos en idiomas extranjeros. Incluso abandonar lo que calificaban como “una cierta dispersión temática” mía y concentrarme en estudios de los “aspectos esenciales” de mi “especialidad” (soy profesor de Filosofía del Derecho). Dado lo estúpido de estas recomendaciones, y del pésimo lenguaje en el que estaban formuladas (la forma es siempre una buena pista sobre el contenido), consideré mi deber no seguirlas. Incluso ponerme a trabajar en la dirección exactamente contraria: escribir largo, en mi idioma, sobre cosas nacionales y no precisamente de mi “especialidad”. Saliera lo que saliera, al menos no me habría dejado mangonear.

En otro sentido de la expresión, sí que escribí el libro por una necesidad académica. La de, y en tanto que profesor universitario, aclararme sobre la cuestión de “cómo hemos llegado hasta aquí”, la cual siempre es previa a la más peliaguda de “cómo saldremos de esta”.

¿Para quién está pensado el ensayo? ¿Para especialistas, para filósofos muy puestos en la historia de la filosofía española, para historiadores de la cultura?

Si algo llama la atención es el gran desconocimiento que hay, incluso entre los profesores de filosofía, de la historia de la filosofía española. Por razones complejas, esa historia es una especie de cenicienta en nuestras facultades, muy aficionadas a la historia, por otro lado. Así que escribí lo mío pensando en un lector que necesitara información muy básica. Una especie de extranjero al que mereciera la pena dejarle todo lo más claro posible.

No hay citas a pie de página ni tampoco bibliografía.

Muchos se sorprenden por ello. Pero las historias tan generales como esta suelen carecer de notas. Haría falta poner demasiadas. Por otra parte, en la era de internet, las bibliografías al final no resultan tan necesarias. Hay también en el libro una voluntad de presentar el devenir de una saga, de hacer una especie de Los Buddenbrook hispano-filosófico, al que la ausencia de notas y bibliografía le caen muy bien.

Señalas en el Prefacio: “Porque la Filosofía, por lo menos en la forma en que la practicaron los protagonistas de este libro, no es solo un decir”. No solo es un decir, de acuerdo. ¿Qué es, qué ha sido entonces?

¡Vaya pregunta! Es muy difícil decir qué es, y qué ha sido, la filosofía. Parte de su condición tan especial reside en que su pasado, su “historia”, al igual que la discusión sobre su naturaleza, eso que llaman “metafilosofía”, no son algo externo a ella, sino que “están” en ella. Son parte indisociable de ella. En cualquier caso, lo que yo quería decir en el prefacio es lo mismo que Julián Marías explica en las primeras líneas de su Historia de la Filosofía. Avisa allí al lector de que, por filosofía, se ha entendido cierto saber y, también, cierto modo de vida, y que en la idea que él tiene de la filosofía caben, a la vez, las dos cosas. No estoy seguro de que todos los filósofos hayan sostenido esta idea (aunque yo diría que sí). Sin duda, la sostienen los de la tradición de la que hablo. También la sostengo yo. Por eso me sentí tan incapaz de transigir con la ANECA.

Ortega y Gasset en 1948. Créditos: ABC

Ortega y Gasset es uno de los grandes protagonistas del libro. ¿Ha sido tan esencial como apuntas en la historia de la filosofía española? ¿Tuerto en un país de ciegos, como se ha dicho a veces? ¿A la altura de otros grandes filósofos europeos?

Para mí, es innegable que, por presencia, por ausencia, por todo, Ortega ha sido esencial. Lo de tuerto es un calificativo que no le cae nada bien, pues, si algo hacía particularmente bien, era mirar, ver y hacer ver. Lo del país de los ciegos, pues no sé… El punto crucial aquí es lo de la “altura”. Precisamente en el prólogo que he dicho antes, Ortega se quejaba del error continuado que supone empeñarse en ver siempre el pasado filosófico como un paisaje alpino con neblina. O sea, un paisaje algo espectral, en el que solo se ven las cumbres, pero no los valles, ni las cordilleras, ni las colinas en las que tiene lugar la vida filosófica. Por eso, la cuestión de si la cima Ortega descuella lo suficiente entre las alturas no es un asunto que interese demasiado en mi libro.

Lo del plural “historias” del título apunta precisamente a eso. Al propósito de no atender solo a las cumbres y ocuparse de un paisaje más completo. Un paisaje nuestro, además, el cual, como todos los paisajes, pues tendrá su interés particular. A lo mejor no será tan admirable como el de la Toscana, pero: ¿y qué? A la cumbre Ortega la cubrirán algún día las nubes, ¿y qué? Los que transitan por ahí estarán algo ciegos para algunas cosas, seguro, igual que lo estamos nosotros para otras. Como lo está todo el mundo respecto de algo.

¿Qué opinión tienes de la aproximación de Gregorio Morán a Ortega en El maestro en el erial?

A mí me hacen mucha gracia los libros de Morán. Esto no quita que le pierda su afición al esperpento, al garrote del guiñol. En El maestro en el erial se deja llevar por ahí, y lo que cuenta resulta a veces exagerado, injusto, hasta falso. No me gusta nada la crueldad con la que trata a Julián Marías. Tampoco creo, como él afirma, que Ortega cobrara su sueldo de catedrático durante el franquismo. Cosas como estas son las que explican las reacciones ante el libro a las que te refieres.

Te cito: “Tiene este arco de fechas [1843-1973]mucho que ver con las vicisitudes del país. Puesto que la tradición de la que hablamos no prescindió nunca de su propósito general político, no es posible desligar su destino de ciertos acontecimientos”. Añades: “Atada a las circunstancias, el cambio de estas acabó por afectar a su continuidad. Es lo que pasó en los años sesenta del siglo pasado, cuando desaparecieron los supuestos que la conformaban y se abrió paso un nuevo escenario que incluyó un intento de olvido que acaso haya durado demasiado. Contra él está escrito este libro”. Escritura contra el olvido. ¿Por qué ese intento de olvido? ¿Por pasajes o momentos nada recomendables? ¿Por ser una tradición con poca chicha filosófica?

Se diría que siempre se ha escrito contra el olvido (en el más primario de los casos, para que no se olviden de ti). En nuestro caso, es cierto que el olvido al que nos referimos comenzó a principios de los años setenta. Simplemente, porque cierta tradición dejó de ser útil, operativa, porque se imponían otras cosas que parecían más convenientes o prometedoras. Si hubo pasajes o momentos en ella poco o nada recomendables, ¿en cuál no los ha habido? Las tradiciones, no acaban, en todo caso, porque incluyan episodios desagradables, sino por una combinación de causas que las lleva a su final.

Lo de la “chicha” me parece volver a lo de la “altura” en metáfora más charcutera y menos aprovechable. Si la cogemos por su lado mejor, esto es, por la cuestión de si la tradición de la que hablamos ofrece algo alimenticio, pues yo creo que ni más ni menos que muchas otras que andan por ahí. La tradición analítica en filosofía práctica, por ejemplo. Al principio, decidió ofrecer un escepticismo primario bastante inconvincente, luego pasó a la descripción de un “planeta del deber ser” en el que todos tienen derecho a todo y viven unas aventuras que, por alguna razón que se me escapa, se consideran de lo más interesantes. No me parece a mí que haya producido con eso una gran cantidad de chicha. Más bien grasa escolástica. La que sale en mi libro proporciona algunas enseñanzas jugosas, creo.

¿Y cuál sería la principal de esas enseñanzas?

¡La principal! No me veo capaz de señalarla. Tampoco podría sintetizar la principal enseñanza del idealismo alemán, del ockhamismo, de la fenomenología (¡uf!), del neopragmatismo americano…

Tras el prefacio, dos citas: la primera, de una canción mexicana, “Malagueña salerosa”: “Si por pobre me desprecias,/ yo te concedo razón;/ yo te concedo razón, /si por pobre me desprecias./ Yo no te ofrezco riquezas,/ te ofrezco mi corazón,/ te ofrezco mi corazón,/ a cambio de mis pobrezas”. La segunda de Petrarca: “Pobre y desnuda vas, Filosofía/ dice la muchedumbre aplicada a la vil ganancia. / Puesto que pocos compañeros tendrás por tu otro camino/ tanto más te pido, espíritu gentil/ que no abandones tu magnánima empresa”. ¿Ahí está recogido de algún modo tu concepto de la filosofía y el filosofar?

Imagino que sí. En las dos citas se intenta aludir a las particularidades de la filosofía frente al tipo de saber que ofrecen las ciencias. La primera quiere hacer referencia a que la filosofía no pretende ser inmediatamente útil, suministrar un tipo de resultado predeterminado, ofrecer “riquezas”, pues es una actividad que tiene que ver con la vida toda, con lo que se hace, con lo que se es, con el mundo en que se está. Con la razón, pero también con el corazón que apuesta por ella. La segunda, mucho más clásica, abunda en lo mismo. La filosofía no se emprende para dejar de ir pobre y desnudo por el mundo, sino para seguir marchando de la manera más magnánima y gentil, más humana, que nos sea posible.

Pretendía también dejar un aviso inicial al lector que se preguntara por las alturas en las que se iban a mover los que salen en el libro. Pues no te preocupes por eso. No prometen batir ningún récord. Simplemente intentan hacer lo que consideran que deben hacer.

Explicas en el primer capítulo que lo que tuvo de peculiar la aparición en España de este nuevo tipo de filosofía, liberada de viejas servidumbres, no residió en que su inspiración viniera de Alemania ni en que una vez introducida en el currículo acabara teniendo un destacado protagonismo en la reforma de la Universidad. Lo que tuvo de especial su aparición “fue que constituyó el disparo de salida de un amplio debate en torno a la recepción de doctrinas extranjeras que se extendió en el tiempo y que acabó marcando el rumbo entero del pensamiento español”. ¿Por qué ese amplio debate en tornoa la recepción de doctrinas extranjeras? ¿No ocurrió así en muchos otros países?

El debate sobre si conviene o no la recepción de doctrinas y modismos extranjeros, y cuántos y cuáles de entre ellos, ha estado presente, como bien dices, en muchas sociedades. De hecho, está presente en todas.

Es difícil resumir por qué fue aquí tan largo e intenso, y por qué se concentró, además, en el asunto de las doctrinas filosóficas. El que estuviera vinculado a lo que se denominó el “problema de España” complica aún más la cuestión.

En parte, el asunto tiene que ver con la historia de la religión. No se ha prestado mucha atención al hecho de que España, durante el siglo XX, pasó de ser una sociedad muy religiosa, una sociedad en la que la religión era aparentemente algo muy importante, a una sociedad nada religiosa, una sociedad en la cual muy pocas personas comprenden siquiera aquello en lo que consiste la religión. Solemos pensar que esto es fácilmente explicable de la mano de la industrialización, la urbanización, el desarrollo económico, etc., pero no es así. Piénsese en Japón, o en los Emiratos Árabes… en tantos sitios donde no ha pasado nada ni remotamente parecido a lo nuestro. Esto nos permite entender que aquellos que, a mediados del siglo XIX, sospecharon de los efectos de la introducción de ciertas ideas, y se opusieron todo cuanto pudieron a ellas, no andaban tan desencaminados. Lo llamativo en todo caso del combate entre unos y otros no es que durara tanto, sino la forma abrupta en la que, en la segunda mitad del siglo XX, se esfumó. En lugar de aquella rivalidad, apareció algo nuevo, que es en lo que estamos y que todavía está por ver lo que dará de sí.

¿Por qué la obra de Karl Christian Friedrich Krause ha tenido tanta influencia e importancia, también opositores, en la obra de muchos filósofos españoles y en muchas de sus instituciones educativas? Tú mismo afirmas que “la historia del krausismo es inseparable de sus antagonistas. Gracias a ellos pudo protagonizar una de esas historias que generan patrones duraderos de conducta y tardan tiempo en ser olvidadas. Lo que se llama una historia ejemplar”. ¿Qué de ejemplar tiene esa historia ejemplar?

La presencia de Krause en el valle filosófico español, con esas dos “kas” suyas tan sonoras y tan estratégicamente colocadas, junto con la circunstancia de que, únicamente cuando baja mucho la neblina, puede distinguirse desde lo alto el lugar que ocupa en la cordillera filosófica, ha traído muchos problemas.

Los que están convencidos de que lo importante son las cumbres, han pasado a examinar los textos de Krause para concluir a continuación, bien que bajo cima tan modesta no puede haber nada de interés, bien cosas ya más peregrinas. Por este último camino, Gonzalo Fernández de la Mora dictaminó en su día que la afición a Krause y a sus ternuras y armonías, en lugar de a Hegel y a su orden y seriedad, fue lo que puso las bases de la querencia anárquica que acabó generando la Guerra Civil. Más recientemente, y colocando a Marx en lugar de Hegel, hay quien ha reivindicado tesis parecidas, aunque más sensatas.

Te interrumpo un momento. ¿Y quién ha reivindicado esas tesis parecidas?

Pensaba en libros como El marxismo y la cuestión nacional española, de Santiago Armesilla. La tesis aquí es que hay un hilo que une a Krause con el socialismo light de gente como José Luis Rodríguez Zapatero, y que eso está relacionado con la ausencia de verdadera tradición marxista en la izquierda española.

Cojamos el hilo anterior.

Vale. En mi libro, lo que pretendía recalcar sobre el krausismo es que la importancia que alcanzó entre nosotros tiene menos que ver con la letra de Krause que con las circunstancias del país. Se trata de darse cuenta de que, a mediados del siglo XIX, se fundó una universidad a la que se le encomendó desarrollar las nuevas disciplinas hijas de la revolución científica. Con ello, se creó una institución, un lugar, un edificio, habitado por unas personas con una misión. Aparecieron entonces unos profesores que, en nombre de la filosofía, quisieron convertirse, expresamente, en la conciencia de aquella misión.

Este propósito suyo, junto al hecho de que dispusieran de un cuartel general, un lugar que les proporcionaba organización, estructura, discípulos, incluso sueldos de por vida, les diferenció de todos los receptores anteriores de doctrinas y, lo que es más importante, movilizó a sus enemigos contra un objetivo definido cuya peligrosidad percibían muy bien. El primer combate entre unos y otros, en el cual destacó la figura de Francisco Giner de los Ríos, es lo que constituye la “historia ejemplar” de la que hablo en el libro.

Más adelante, lo que hará esta tradición será continuar en el mismo lugar, y en los anexos que irá creando, siempre con propósitos parecidos. El de ser filósofos; defender a la ciencia en nombre de la razón; no dejarse uno morir, así, sin más, ni dejar que te atropellen; avanzar hacia el señorío de la luz; jugarse la vida a la carta de la razón… Intentar que la filosofía impere.

No puedo preguntarte por todos los filósofos y asuntos a los que haces referencia, me centro en algunos de ellos. En Unamuno, por ejemplo. ¿Un filósofo no suficientemente estudiado en nuestras facultades de Filosofía?

Lo que necesitan nuestras facultades no es estudiar a Unamuno. Lo que necesitan es imitarle. Dejarse de tanto especialismo y tanta sumisión y atreverse a pensar de verdad y en voz alta.

La Residencia de Estudiantes en los años 1920. Créditos: CSIC

¿Qué papel ha jugado la Residencia de Estudiantes en el desarrollo de la filosofía en España?

Editó las Meditaciones del Quijote de Ortega. Unas Obras de Unamuno en siete volúmenes…

Fue, sobre todo, un lugar en el que estar. Tiende a menospreciarse esto, y en esta época de “Universidad digital” y de “clases virtuales” todavía más. Que, si la filosofía es una actividad, le viene muy bien un sitio en el que pueda ejercerse.

La Residencia fue importante, aunque tampoco haya que dejarse deslumbrar demasiado por su parte más glamurosa, más pija, algo que sucede con frecuencia.

¿Favoreció la II República el auge de la filosofía española? ¿Algunos nombres esenciales?

La II República, y volviendo a lo de la pregunta anterior, facilitó otro sitio espléndido donde llevar a cabo la vida filosófica: la nueva Facultad de Filosofía y Letras. En tanto que un lugar con unas reglas de funcionamiento nada reglamentistas y muy estimulantes (elección libre de asignaturas, libertad de ir a clase, solo dos exámenes durante toda la carrera…) permitió, tanto en Barcelona como en Madrid, libertad de movimientos para el pensamiento. De eso se beneficiaron todos los que circularon por allí.

¿La derrota republicana en la Guerra Civil fue también la derrota de lo mejor de la filosofía española?

Sin entrar en la tragedia que supuso el exilio, basta mirar al comportamiento que tuvieron las instituciones filosóficas creadas tras la Guerra, como el Instituto Luis Vives del CSIC, o la restaurada Facultad y la licenciatura tan “científica” que diseñó, para comprender lo que aquello tenía de voluntad de opresión. El hecho de que los personajes que dirigieron, o aspiraron a dirigir, la filosofía oficial (los padres Barbado y Ramírez, Calvo Serer, Laín y Aranguren…) fueran, en versiones diferentes, gente algo ajena a la filosofía, muestra muy bien lo que la Guerra tuvo de desastre y de derrota.

Citas y hablas con mucho interés de La idea de principio en Leibniz de Ortega. ¿Por qué tu interés por esta obra no siempre muy reconocida?

La idea de principio en Leibniz es un libro a la vez grande y malogrado. Ortega quiso alzar con él, de manera muy consciente, el más importante de sus libros, aunque, al final, lo dejó incompleto y desviado de su tema, por razones que no se acaban de saber. Aun así, es magnífico, y siempre ha contado con muchos admiradores. En elreciente El honor de los filósofos, Víctor Gómez Pin se refiere a él como uno de los libros de filosofía más importantes del siglo XX. Javier Echeverría acaba de sacar una nueva edición muy completa de la obra en la editorial del CSIC, en la que adjunta muchas de las notas preparatorias, que son ingentes, y en donde se abunda en la idea de que es la más importante de las de Ortega.

¿Qué papel ha jugado Xavier Zubiri en la historia filosófica española?

Durante el periodo al que se refiere mi libro, Zubiri publicó muy poco. Por eso, más que del pensamiento de Zubiri, de lo que se habla en él es del “fenómeno Zubiri”, un fenómeno que fue entre misterioso y paradójico, difícil de comprender. Yo intento hacer lo que puedo por explicarlo. Algo ya muy diferente son las obras de Zubiri publicadas a partir de 1980, de las cuales ya no trato (y afortunadamente, pues tendría que pensarme mucho qué decir).

Te muestras muy crítico en varios momentos con la figura de José Luis López Aranguren. ¿Por qué?

Respecto de la tradición de la que hablo, Aranguren fue un muy dedicado y eficiente enterrador. La forma de hacer filosofía que él representa, basada en el name dropping, el escepticismo elegante y la crítica literaria como modo de hacerha hecho mucho daño con posterioridad. Lo peor de él, para mí, es que, si por una parte es muy “literario”, por otra escribe francamente mal, lo que me parece el colmo.

A partir de un determinado momento, con el apartado “La cuerda tan tensada en mí”, das mucha importancia a la figura y la obra de Manuel Sacristán, finalizando el libro con él. ¿Dónde radica su importancia en tu opinión?

Su importancia radica, en mi opinión, en que, de forma muy decidida, quiso ser el continuador de la tradición.

El hecho de que fuera militante comunista no debe confundirnos sobre esto. Su lucha contra la filosofía oficial, su oposición política al franquismo, su empeño en crear hegemonía cultural, junto con su defensa de la libertad universitaria o su famosa petición de abolición de la licenciatura en filosofía, todo eso está relacionado con la vocación de continuidad. Su crisis de finales de los años sesenta también, claro. De hecho, constituye el momento final de una tradición en la cual, y si la comparamos con las guerras apaches y asignamos a Giner el papel de Mangas Coloradas, él es Gerónimo.

Sacristán fue lo opuesto a Aranguren en todo. Que no fuera nada “literario” (siempre en el mal sentido de la palabra) y, a la vez, escribiera muy bien, muestra esto perfectamente.

Hablas de Sacristán, tomando pie en un artículo suyo sobre la obra de Heinrich Scholz, como “hombre del destino”. ¿Qué es un hombre del destino? ¿Por qué y para quien lo fue el autor de “Panfletos y materiales”?

La noción de “hombre del destino” (hoy la expresión suena grandilocuente y exclusiva), y tal como la entiende Sacristán siguiendo a Scholz, equivale a la de filósofo logrado, filósofo que ha cumplido su misión. Alguien que ha puesto su vida al servicio del proyecto de la realización de la razón en el mundo y cuyas aportaciones no podemos desconocer. Como ya he dicho, el mérito particular de Sacristán durante la dictadura fue, en un momento y lugar en el que muchos desertaban de esa misión, empeñarse en rememorarla y cumplirla. Los escritos que dejó como testimonio de ese empeño son, a mi parecer, deslumbrantes, y salvan el honor de una época. El hecho de que gentes tan influyentes en lo por venir como Gustavo Bueno, Javier Muguerza, incluso Trías o Savater, acusaran su recepción muestra muy bien, más allá de la influencia directa en sus discípulos, la importancia que ha de concederse a su aportación.

Citas un pasaje de una entrevista de finales de los setenta que le hicieron Jordi Guiu y Antoni Munné. El siguiente: “A mí me parece que la historia de Gramsci es la historia de una catástrofe. Por eso, entre otras cosas, no me puedo poner ahora a cultivar la moda Gramsci. ¿Cómo va a haber esperanza de nada en la historia de una catástrofe? Uno puede tenerle mucho amor a Gramsci -yo se lo tengo, desde luego, es una figura muy digna de amor-, pero no porque sea una perspectiva de éxito del movimiento obrero, sino que, como cualquier mártir, es digno de amor”. ¿También la de Sacristán fue la historia de una catástrofe política?

Fue en un momento especialmente vehemente y desesperanzado en el que hizo esa declaración. No creo que fuera su opinión definitiva sobre el tema. Que hay una “catástrofe política” que atraviesa el siglo XX estrechamente asociada al destino del comunismo soviético resulta innegable. A nadie se le oculta, por lo demás, que es una catástrofe que dañó profundamente la confianza en la razón y que problematizó, especialmente, la idea de esperanza.

No es nada, en todo caso, que no haya sucedido antes. Lo relevante de la forma singularmente lúcida y honesta con la que Sacristán se enfrentó a ella (fíjate que la afirmación que citas es de los años setenta, cuando tantas tonterías se decían al respecto) es que todavía hoy nos sirve de ejemplo a la hora de reconocer, y hacer frente, a las catástrofes que nos encontramos.

Dejándome mil cosas en el tintero, no hay otra: todo tiene su fin. ¿Quieres añadir algo más?

Pues sí. Tiene que ver con alguna de las cosas de las que hemos hablado.

Tú recordarás una anécdota que contó Enrique Irazoqui, el protagonista de El evangelio según Mateo de Pasolini, en una entrevista que le hiciste. Se trata de que, algo después de rodar la película, el director vino a Barcelona. Irazoqui conocía a Sacristán, y quedaron los tres a cenar. Lo que contó de aquella cena es que, al acabar, en un aparte, Pasolini le dijo algo parecido a que “profesores así, con esa preparación, no había en Italia”.

Yo no creo que lo que quisiera decir es que Sacristán sabía más que los profesores italianos. No tiene esto demasiado sentido. Lo que sí creo que percibió alguien tan atento a las cosas como Pasolini es lo que de especial y particular, de reflejo concreto de una realidad vivida, de resultado de unas experiencias determinadas, había en el profesor que conoció. En mi libro, lo que he querido hacer es poner el foco sobre este asunto. He intentado explicar por qué tuvimos los profesores que tuvimos, la Universidad que tuvimos, la filosofía que tuvimos.

Mil gracias por tu tiempo y por tu deslumbrante libro.

Fuente: https://rebelion.org/si-algo-llama-la-atencion-es-el-gran-desconocimiento-que-hay-incluso-entre-los-profesores-de-filosofia-de-la-historia-de-la-filosofia-espanola/

Comparte este contenido:

Familia y escuela, filosofía y matemáticas

Roberto Atanes Torres, profesor de Estadística de la Universidad CEU San Pablo, explica en este artículo cómo de igual manera que las matemáticas son necesarias en nuestro desarrollo como civilización, «la familia lo es en nuestro desarrollo como sociedad»

Vivimos en un tiempo en el que somos testigos de cómo determinadas corrientes de pensamiento político y social tratan de soslayar, menospreciar e incluso desprestigiar valores e instituciones fundamentales de nuestra sociedad como es el caso de la familia.

Y precisamente es nuestra sociedad la que no puede, ni debe permitirse olvidar que la familia es un pilar básico de nuestra civilización, un vehículo de cohesión social cuya prevalencia nunca ha dejado de ponerse de manifiesto como un baluarte que transmite y preserva nuestros más preciados valores humanos y sociales. Pero además, ha de destacarse su papel como primer ámbito socializador del individuo, una misión trascendental que desarrolla al transmitir e infundir principios morales y éticos en conjunción con el sistema educativo en la tarea compartida de formar a los más pequeños para su integración en la sociedad.

En la imagen, Roberto Atanes Torres
En la imagen, Roberto Atanes Torres

Rescatemos de paso la noble intención de Platón al fundar la Academia de Atenas, cuyo objetivo primigenio fue formar hombres de estado basándose en el aprendizaje de la filosofía y las matemáticas, la filosofía como fundamento para la capacidad de razonamiento y valores deseables en un buen estadista, y las matemáticas como una progresión natural del ser humano que siente la necesidad de cuantificar lo que razona.

Hoy más que nunca, es necesario reivindicar esta doble vertiente, la de la educación familiar en el ámbito de los valores junto con la del aprendizaje en las escuelas y universidades en el campo del conocimiento intelectual, porque al igual que las matemáticas son milenarias, lo es la familia, de igual manera que las matemáticas son necesarias en nuestro desarrollo como civilización, la familia lo es en nuestro desarrollo como sociedad, y si las matemáticas han jugado un papel trascendental en el progreso humano, no menos importante ha sido, y sigue siendo, el papel de la familia en el pleno desarrollo de las personas.

Fuente de la información e imagen:  https://www.abc.es

Comparte este contenido:

Una aproximación al pensamiento de Juan José Bautista Segales

Dubravska Torcatty

 …”En América Latina nos encontramos en una coyuntura histórica sin igual en la cual estamos empezando a producir no sólo otra idea de economía, política y sociedad, sino también el conocimiento con el que esta otra idea de vida, distinta de la forma de vida que los modernos nos han impuesto durante quinientos años, sea posible”.

Bautista Segales

¿Qué significa pensar desde América?

Bautista desde su postura nos recrea en  la posibilidad de una filosofía otra, analizando los conceptos occidentales, desmontando todas estas creencias y tradiciones desde una postura crítica, acercándonos a una postura más humana, necesaria y urgente que nos vislumbra un cambio radical de vuelta a las raíces.

El autor plantea que los inicios de la filosofía como el quehacer del pensar se remontan  al pensamiento de nuestros pueblos originarios, los pueblos indígenas y continua más tarde con el dialogo-debate disputa de Valladolid entre Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda sobre lo esencia de lo humano, especialmente referida a estos pueblos originarios. Que en el caso de Bartolomé de las Casas destaca lo que podríamos llamar la simiente de la filosofía del buen vivir, las virtudes de los aborígenes y sus ideas en cuanto a la relación con la naturaleza que los distinguen de los pueblos europeos, llamados civilizados, y de los llamados pueblos antiguos.

Casas, cuya obra constituye el primer contra-discurso crítico de la modernidad desde la perspectiva del indígena colonizado, pero también desde el evangelio, cuyos planteamientos se consideraron  en la teoría de la liberación.

Trata de relacionar la postura del autor con otros autores y que han estudiado la temática

En efecto, se han producido significativos giros en los modos de pensar la política y la ética, que ofrecen nuevas claves para el análisis y comprensión de los complejos fenómenos que se entrecruzan en nuestros tiempos y, desde sus entrecruzamientos, fecundas propuestas teóricas en torno a la educación que colocan el acento en las dimensiones éticas y políticas que le son constitutivas. Tal fecundidad se asocia a la apertura de perspectivas en torno a la política, la ética y la educación, y sus implicaciones en los procesos de construcción de sociedades democráticas, como perspectivas cruzadas por las preguntas acerca de aquello a lo que, por ejemplo, llamamos política, democracia, ciudadanía, justicia, igualdad, libertad, subjetividades democráticas, cultura política democrática, entre otras, asumiendo que ninguna de estas nociones es ajena a los conflictos de interpretación que, a su vez, se inscriben, como discursos, en las instituciones de lenguaje que regulan la formación de los enunciados en determinadas condiciones sociohistóricas.

Sin embargo, no es frecuente encontrar en espacios académicos inquietudes por tales giros y entrecruzamientos, no sólo en lo que atañe al ámbito de la educación, sino también a los de la política y la ética. Seguimos demasiado sujetos a lo que suponemos saber de ellos, a lo que suponemos como su verdad, a lo que suponemos como no expuesto a la crítica y como si los discursos no se inscribieran en prácticas políticas, éticas y/o educativas, como si carecieran de implicaciones prácticas.

Abordando el pensar filosófico de América desde el pensamiento aborigen

Bautista y otros:

Resulta interesante y seductor los planteamientos de Bautista cuando reflexiona sobre: ¿Qué significa pensar desde América?, y sorpresiva pero acertadamente no enfoca la respuesta a esta pregunta desde los griegos; sino que lo hace desde los Aymaras, que están miles de años antes que los griegos. Nos da un panorama que nos permite voltear la mirada y vernos desde adentro. Sus estudios e interpretaciones de Levinas, Dussel,  Franz Hinkelammert y otros que ya han planteado el problema, nos aporta una nitidez que incita a reconstruir o elaborar propuestas desde lo nuestro, desde nuestras raíces.

Desde Bautista, resignificar una filosofía propia implica girar la mirada hacia nuestros aborígenes, saber y entender que desde su filosofía –la más pura- no existe la colonización, en su cosmovisión se presenta una mirada hacia la tierra, el respeto y responder por el otro.

Al respecto el Acta de Reconstitución de la Nación Aymara-Qhichwa en Manifiesto de Jach’ak’achi se afirma:

“Nosotros los aymara-qhichwas somos habitantes milenarios de este territorio llamado Qullasuyu, hemos nacido a la vida con raíces profundas en este continente americano, del vientre fecundo de nuestra Pachamama […] Con mucho respeto y en armonía con la naturaleza nuestros ancestros han desarrollado nuestra propia filosofía de vida, nuestra ciencia y tecnología, nuestra espiritualidad. Durante milenios hemos sabido cultivar la vida en abundancia, sin explotar ni dañar a la naturaleza ni a nuestra comunidad”.

Desde una postura de la raíz, pensada desde nuestros movimientos indígenas, es indispensable ver la vida y del mundo que nos rodea, partiendo de una visión  cósmico de tratando de -deslastrarnos de nuestra visión occidental- la cual significa: orden en constante movimiento y la armónica sucesión de opuestos que se complementan.

En este sentido, se ha  dicho que los orígenes filosóficos del socialismo parten de esta cosmovisión, al respecto,  Guillermo Carnero Hoke (1981) afirma que el socialismo existió en la sociedad inca, pues señala que:

“Nosotros los indios somos socialistas auténticos, no por imitación extranjera, sino porque nuestros abuelos lo fueron al plasmarlo y proyectarlo hacia el futuro desde los días aurorales del Tawantinsuyo”.

Igualmente, Roel Pineda la afirma

“Que la   dialéctica operativa de nuestros antepasados, se basa en que las sociedades indianistas  son  sociedades armónicas, socialistas y comunistas, el progreso se funda en la integración de los contrarios que se complementan, en la integración de la parte hanan [arriba] con la parte urin [abajo]”.

En Bolivia, Fausto Reinaga complementa diciendo: “el indianismo es el instrumento ideológico y político de la Revolución del Tercer Mundo. “El indianismo es espíritu y puño ejecutor de la Revolución India!”… y continua diciendo: “el indio, el demiurgo de la era socialista ya no permanecerá mudo. Hablará. Porque tiene intereses y derechos históricos propios”. Para Reinaga, la liberación nacional no tiene sentido si es dirigida por los mestizos y los blancos. Monsonyi 2008 nos dice al respecto de los siguientes autores:

“Los escritos de Luís E. Valcárcel – decía que los indios necesitaban de su Lenin, pero refiriéndose precisamente a que debería ser un Lenin indio, con ideas propias; igualmente Mariátegui –con su clásico estilo elegante, discutía la necesidad de incorporar el componente indígena en las revoluciones de nuestros países”.

En este contexto, es interesante traer a acotación la Declaración de Quito (1990) en documento importante del movimiento indio ecuatoriano en donde anuncian los siguientes preceptos y confirman que serán los que deberían orientar filosóficamente  nuestras futuras generaciones, a saber:

  1. Nuestra concepción de la tierra está sustentada por la comprensión de que lo humano y lo natural es similar y a la vez está interrelacionado.
  2. Nuestras formas políticas, económicas y productivas, todas son formas culturales y están enraizadas y orientadas por el comunitarismo.
  3. Creemos que la propiedad de la tierra es colectiva. Cultivamos en comunidad y distribuimos los frutos en comunidad.
  4. Y además creemos en la solidaridad, nuestros niños son de la comunidad.

En estos planteamientos al igual que infinidades de otros autores –que por tiempo y espacio se nos imposibilita estudiar ahora- se entrelazan  con el pensamiento de Bautista, veamos a continuación:

“Es un hecho comprobado que en las culturas indígena-originarias de América Latina hay una afirmación de la naturaleza completamente distinta y mucho más equilibrada y racional que la moderna, y hoy, dada la crisis ecológica que se incrementa cada vez más, estas formas de comprensión, de concepción y de relación con la naturaleza son más necesarias que nunca, no sólo para la modernidad sino para toda la humanidad. En cambio, el modo en que la modernidad capitalista concibe la naturaleza como objeto meramente explotable, vendible y destructible, ya no es viable. La concepción que la modernidad ha producido de la naturaleza ha resultado ser falsa”.

Asevera nuestro autor que la muerte de la naturaleza es suicidio colectivo de la humanidad, y, sin embargo, la cultura moderna que se globaliza nada aprende del respeto a la naturaleza de otras culturas, aparentemente más “primitivas” o “atrasadas”, según parámetros desarrollistas.

Me llamó considerablemente  la atención el epígrafe que está escrita en este libro y creo que resume todo lo que intentamos decir en todas estas palabras y anuncian claramente la postura del autor, en la cual se cierra y se abre en forma de espiral a través de una poesía trágica, se trata de la  Profecía de los indios Cree: “Sólo cuando se haya cortado el último árbol, sólo cuando el último río haya muerto envenenado, sólo cuando se haya cazado al último pez, sólo entonces verás que el dinero no se puede comer”.

Estas culturas nos proponen y anuncian en cierta manera, una postura que hay que reflexionarla y traerla a la realidad para contextualizarla y así ir creando un camino hacia nuevos saberes, mucho más humanos solidarios y de cooperación. Nos  indican  el camino que hay tomar e ir reconstruyendo. Este giro hacia los pueblos indígenas está permitiendo empezar con el proceso de recuperación de su memoria histórica y cultural encubierta durante 500 años.

¿De qué proyecto nos habla el autor?

¿Desde qué pensar?

Batista  reflexiona y  dice que si queremos vislumbrar y construir  otra forma de vida en la cual sea posible la vida de todos, incluyendo la vida de la naturaleza, requiere la producción de otro tipo de conocimiento y racionalidad que haga posible eso, a sabiendas de lo que se puede producir con la racionalidad y el conocimiento moderno.

Ahora se trata de hacer la transición hacia esa otra forma de vida, que requiere esta otra manera de producir conocimiento y sabiduría para la vida.

El autor confirma que la filosofía moderna se ha convertido en un amor al logos desde  la dimensión «lógica» del hombre, esto es, a la razón y el conocimiento, y ha dejado de ser -como afirma el autor- un amor a la sabiduría.

Pensar ahora en la posibilidad de producir un mundo donde puedan vivir muchos mundos, o formas de producir y reproducir la vida de todos, tendría sentido poniéndose existencial y cognitivamente hablando desde la perspectiva de los pueblos con «cultura de la vida» y no de la muerte.

En este sentido, una revolución en filosofía  es todavía posible, porque ahora un mundo en el cual puedan habitar muchos mundos es necesario.

Al respeto Bautista nos dice:

“Se requiere la  necesidad de concebir de otro modo el logos, para proceder lógicamente de otro modo y no conforme a la lógica de la dominación moderna, la cual deduce de acuerdo a su propio horizonte de sentido y no de otros modos. Por ello también hay que liberar a la lógica, para poder empezar a deducir de otro modo lo que se deduce de un proceso cuya intencionalidad explícita sea la pretensión de liberación de toda forma posible de dominación”.

El problema para este autor no está en cuestionar solamente el capitalismo, el modelo neoliberal o, si se quiere, el socialismo real del siglo XX, sino en problematizar y criticar la racionalidad que los presupone y les da sentido, para no recaer en lo que siempre criticamos y que queremos superar.

Su planteamiento lo hace hacia lo que debe ser un giro  de un pensamiento nuevo, cuyo problema central sea pensar la vida como condición de posibilidad de cualquier quehacer humano. Pensándose,  “ya no sólo en el plano testimonial, histórico, literario o ensayístico, sino filosófico”.

Un proyecto a construir desde lo nuestro Americano, exige recuperar y reformular las estructuras comunitaria. Donde residen las alternativas culturales.  Reunificarlo, de juntar sus pedazos dispersos y devolverles coherencia.

Al respecto,  confirma Colombre (2004):

..“No podrá haber civilización sin un proyecto civilizatorio, sin una construcción diferente a la Occidental y una voluntad explícita de alejarse de los modelos ajenos para inscribir una particularidad en el concierto universal. Porque es en el marco del proyecto civilizatorio donde adquieren sentido y se potencian las formas propias de estructurar la realidad, de acceder al conocimiento del mundo y elaborar redes simbólicas” (pág.17)

Un pueblo no alcanza civilización original, sumándose al proyecto de otro pueblo, sino tomando conciencia de su ser en el mundo y su identidad. Entendiendo que la cultura con que nos colonizaron se encuentra como un dios todopoderoso omnipresente en la palabra, en los gestos, en los medios de comunicación, en las interpretaciones del mundo; e incluso en nuestros “sueños de realizarnos como persona”. Se debe empezar a aprender a desmontar los mensajes que deforman y cubren lo real y dan paso firme a lo superfluo.

Reflexivamente Colombre al igual que  Bautista nos dicen es tiempo de estudiar la naturaleza filosófica de nuestra sociedad, de vestirla de formas americanas y originales. Depurando nuestro espíritu de todo servilismo. Yo agregaría el planteamiento muy conocido pero vigente de Ernesto “Che” Guevara: “Hay que vestirnos de negro,  de mulato, de obrero y de campesino, que se pinte de pueblo”. Sería un largo recorrido sobre nuestro pensamiento latinoamericano emancipador, que nos permitiría pasearnos por el pensamiento de Artigas, Rodríguez, Martí, entre muchos otros. Libertadores de la acción y de la palabra.

En particular Bautista nos trae un concepto innovador que lo llama transmodernidad, en donde  el criterio con el cual analizar o evaluar la realidad deja de ser única y exclusivamente el criterio de la modernidad, y su universalismo pasa ahora a ser relativizado, pero no conforme al criterio posmoderno, sino desde el diálogo entre los creadores críticos de las culturas negadas por la modernidad, para producir otra tradición cultural, que la llama: transmoderna.

Su enfoque parte y toma cuerpo desde la ética de la liberación, la cual no parte de los presupuestos de la ontología de la modernidad, sino desde más allá de ella. No sólo espacial sino históricamente. Como lo plantea  Dussel, una ética de la liberación erótica, pedagógica, política, histórica  simbólica de nuestra América.

Donde entran, se cruzan y se fortalece  cualquier pensamiento de liberación que tenga una honesta y seria pretensión de justicia, pensada desde la opción por el pobre, la víctima, el excluido, el ilegal, el condenado y el olvidado.

Un proyecto con esta magnitud, necesita pedagogos bien formados en lo relativo a identidad y memoria. Precisa también de escritores, músicos, y artistas plásticos que se suman desde un compromiso ético con lo real. Se  precisa en este sentido  de intelectuales orgánicos, a fin de restablecer los nexos entre la palabra y la acción, entre el lenguaje y la realidad. Pensadores que sepan injertar lo propio en el mundo, y la diversidad del mundo en lo propio, sin soslayar los procesos de dominación ni hacerse cómplice de la recolonización neoliberal que ha desarticulado como un virus el tejido social.

En la construcción de este proyecto propio me llama la atención, la hermosa reflexión de Galeano (2009):

“ – el aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones; la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor;  – la comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos; – nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión; – los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle…” (pág 42).

Se trata entonces de  explorar desde nuestras identidades las potencialidades emancipadoras de la modernidad y no renovar con nuevas mascaras el mito racionalista y unificador que Occidente uso para someter a los pueblos, para fragmentar al hombre. Estos sueños serian posible si comenzamos a ver desde la cotidianidad la descolonización de los procesos de formación, que implicaría una  desintoxicación de los sentidos.

Reflexión para seguir pensando a nuestra América.

Revelaciones

Fecundos replanteamientos de la política ofrecen valiosas claves para el análisis y comprensión de los fenómenos del mundo actual, invitando a nuevas búsquedas teóricas asociadas a las luchas por otras posibilidades de existencia, por otras formas de vida política

Frente al predominante estado del mundo contemporáneo, autores diversos han producido problematizaciones teóricas que, de diversas maneras,  ponen en tela de juicio las tradicionales formas de entender la política y la democracia, al abrirse a cuestiones tales como la interrupción de la soberanía estatal; el carácter agonístico constitutivo de la política; las relaciones de poder y la resistencia al poder;  los dispositivos del poder estatal y económico en el imperio-mundo y la imposición de determinadas formas de vida; la pluralidad incontrolable de la experiencia política; la eticidad democrática como asunción de la alteridad; la esfera pública y la construcción de subjetividades democráticas, etc.

Seguir penando desde América, implica  propiciar el desarrollo de estudios y elaboraciones teóricas diversas que enriquezcan el conocimiento de procesos y problemas contemporáneos, desde una perspectiva que impulsa la integración del análisis de las dimensiones políticas, culturales, éticas y educativas. Desde donde se estimule el desarrollo de estudios que presten especial atención a procesos y problemas de América Latina y el Caribe, y estén orientados por inquietudes asociadas a las plurales formas de desigualdad, exclusión, discriminación, injusticia,  dominación y violencia, así como a las plurales formas de resistencia frente a las condiciones que las generan. Y, por ende, que pongan en juego nuevas claves interpretativas en el análisis y comprensión de las nuevas formas de resistencia política y ética.

Sería interesante que las reflexiones de Bautista se le continúen dando vida, una vida en concreto que respire camine, en este sentido asomo las siguientes reflexiones para incitar las discusiones a futuro no siendo estas concluyentes:

Buscar en lo que ya tenemos, lo originario,  una filosofía  nuestra considerando las variadas formas de filosofar, entre las que se encuentran, además de la filosofía sistemática la filosofía y la poesía, el ensayo, la filosofía y la narrativa, la filosofía y el teatro.

Un filosofar que ayude a comprender y a resolver los problemas de nuestra realidad, lo que podría llamarse una filosofía situada en un horizonte histórico.

Recoger e reinterpretar y relacionar o comparar  los pensamientos de Simón Rodríguez, Domingo Faustino Sarmiento, Andrés Bello José Martí, Eugenio María de Ostos, José Ingenieros, Paulo Freire. De manera que nuestro filosofar, pensar, se practique desde nuestras circunstancias históricas.

Es importante comprender  que la actividad del quehacer del filósofo y de nuestro pensamiento es múltiple y variado; además de las actividades  desarrolladas en nuestras universidades –en el caso venezolano- también  en las calles, las comunas y cualquier otro espacio se han generado discusiones donde se manifiesta un quehacer filosófico y de pensamiento nuestro americano, en dialogo e influencia de corrientes como: el marxismo, el dialogo de saberes desde Freire, la fenomenología, discusiones sobre la constitución y los acontecimientos que nos describen como estado democrático entre otras discusiones.

Mención especial merece tener la presencia de una filosofía de este sello nuestro americano como lo es la filosofía de la liberación, con nexos estrechos con la teología de la liberación. Esta filosofía se preocupa por la relación entre filosofía y realidad Latino Americana. Allí hay que destacar los filósofos Enrique Dussel, Arturo Ardao, Oswaldo Ardiles, Horacio Ceruti y el mismo Leopoldo Zea. La filosofía en cuestión es expresión de un compromiso con su tiempo y sus circunstancias.

Alberdi citado por Colombre (2004) dice: “nuestros padres nos dieron una independencia material; a nosotros nos toca la conquista de una forma de civilización propia, la conquista del genio americano” añade luego que “la inteligencia americana requiere también su Bolívar su San Martin. La filosofía americana la política el arte la sociabilidad Americana, son otros tantos mundos que debemos conquistar.”

La educación en la creación de una cultura descolonizada

O la teoría de la liberación Bautista

Como es sabido, y reafirmado por Bautista, el positivismo  favoreció los procesos de colonización. Por medio de lo que hoy en día es llamado  “colonización pedagógica”, la que lejos de atenuarse por los vientos libertarios se acrecienta con el modelo de la escuela moderna que nos impusieron. Calificado  como “la gestión de la ignorancia” y también la pedagogía del vacío. Por tratarse de una pedagogía formal, que soslaya la cuestión de las materias a transmitir y la naturaleza de la mirada para fetichizar el método.

Para ser ciudadano un individuo debe conocer la historia de su pueblo, su patrimonio tangible e intangible. Sus valores culturales.

La humanización no puede hacerse desde una razón abstracta, desvinculante, sino desde la propia historia de la sociedad. Humanizar a un individuo es darle los instrumentos para que pueda humanizar, mediante la reflexión y la acción, a su propia comunidad.

La pedagogía de la dominación ha convertido a la enseñanza no en un esfuerzo de pensamiento crítico, sino en un conjunto amorfo de información que el estudiante debe recibir, sin tener para procesarla, más que las tristes categorías que impone la cultura de masas y ese pensamiento único al que Saramago llama “pensamiento cero”.

Una emergencia civilizatoria de América implica anclar la política en una identidad, lo que implica ahondar en la filosofía política, imbuirse en una concepción antropológica de la sociedad humana y la dialéctica de la cultura.

Ha llegado el momento de pasar a la acción, de elaborar y ejecutar un proyecto propio, pues no basta con el puro acto de memoria, la cual resultaría  muy doloroso quedarse varado en la conciencia de una mutilación, mirando los fragmentos de los espejos rotos.

Que es un proyecto propio según Bautista?

(Hacia un proyecto propio)

El desarrollo del arte con características propias, no mimético, en respaldo a nuestra independencia política resulta en consecuencia inaplazable y apremiante. Si bien en la plástica hay multitud de obras que podríamos considerar genuinamente americanas, falta todavía un pensamiento  visual independiente del hegemónico y definido con la misma altura y claridad.   Se pretende el propiciar  nuevos marcos de interpretación, nuevas preguntas, nuevas respuestas y otros recorridos que propicien cuestionamiento a las visiones impuestas; el cuestionamiento radical.

La realidad que enfrentamos tiene múltiples significados. No es una realidad clara, con una significación cristalina, a la cual no se le puede abordar sencillamente construyendo teorías o conceptos y muchos menos establecerlas dentro de los viejos planteamientos. Hay que hacer reposición continua de escenarios; donde resulta esencialmente importante el replanteamiento de los problemas, en su evolución temporal y contextual. No existe lo definitivo, ni una ley de verdad o norma que pueda cerrar definitivamente un estado de cosas, mucho menos un estado social.

En esta complejidad, llena de incertidumbres, nuestra invitación es pensar y actuar en una situación de incertidumbre, poder poner el pensamiento en capacidad de vibrar, de no sucumbir, de no conformarse con lo obvio. Hay que asumir riesgos y disponerse a inventar, a pensar con cierta audacia.

Despertando la potencia creativa del ser humano,  mirándose a sí mismo de manera estética, con el cuidado y la actitud de quien trabaja sobre una obra de arte llena de una actitud de “cuidado” e incluso de “gozo” y “deleite” en el acto creativo, donde se nos permita abrir  puertas hacia el asombro, como espacio alternativo frente a lo repetitivo y lo mecánico; a la aridez de las relaciones y las vivencias mediadas por lo transaccional y lo instrumental, típicas del mundo moderno; penetrando la complejidad del universo y redescubrirlo a través del espacio educativo.

Donde renazcan nuevas miradas que contribuyan en la construcción de diferentes caminos a los establecidos en la modernidad, por ejemplo, aquellos que consideren la complejidad de los procesos y el encuentro transdisciplinario para releer las realidades, una ruptura radical con los enunciados que históricamente han permeado dichas concepciones.

Aquí se trata de abrir posibilidades para la construcción colectiva de un nuevo espacio  en el que se active y despierte la creación  y conocimientos  con pertinencia social, se privilegie el diálogo con saberes que han sido excluidos  de la formación integral de los ciudadanos.

Conviene superar la razón instrumental lo meramente pragmático en las dinámicas,  impulsar experiencias formativas que favorezcan la búsqueda de visiones integrales de la complejidad.  Transcender lo positivo, lo cuantitativo, lo lineal y cronológico, para reflexionar desde lo cualitativo, lo multiforme y la temporalidad múltiple.  Identificando y resistiendo a todas las formas posibles de opresión (Freire 1974)

En América Latina pero en el caso particular de   Venezuela contamos con un cumulo de experiencias comunitarias y de cooperativas exitosas, tal es el caso de la cooperativa la Alianza en Monte Carmelo, Estado Trujillo, por solo nombrar una, también poseemos un fundamento legal que nos da la base para una refundación en términos éticos, políticos y sociales. Son innumerables las experiencias que en este sentido han sido exitosas y ameritaría adentrarse en una investigación para conocer y considerar.

Y por último…

Quiero hacer una reflexión que más que mía es del escritor argentino Walter Kohan, quien dice que “hay momentos en la vida en los que la cuestión de saber si se puede pensar distinto de cómo se piensa y percibir distinto de como se ve es indispensable para seguir contemplando y reflexionando.” El autor continua diciendo “Siempre hay algo de irrisorio en el discurso filosófico cuando, desde el exterior, quiere ordenar a los demás, decirles donde está su verdad y como encontrarla, o cuando se sitúa con fuerza para instruirles procesos con positividad genuina; pero es su derecho explorar lo que en su propio pensamiento puede ser cambiado mediante el ejercicio de un saber que le es extraño”. Estos planteamientos sugerentes invitan a generar cambios y transformaciones en las posturas  de nuestras instituciones, sobre todo a las educativas.

Adentrarnos en un ejercicio  de pensamiento, que permita transformar lo que somos, que nos permita extranjerizarnos del juego de verdad en el que estamos cómodamente instalados (La búsqueda que cada quien entabla consigo mismo para transformarse es también la posibilidad de que el mundo sea diferente de lo que es). Desplazarse del saber de lo que se sabe, para poder saber otras cosas; en un moverse del poder que se ocupa para que otras fuerzas y otra potencia puedan ser afirmadas entre quien aprende.

Disponerse a inventar, desarrollar la capacidad heurística, en la que la educación sea vista como espacio formativo esencial para la construcción de saberes, donde se despierte la potencia creativa, que podamos abrirnos puertas para el asombro, frente a lo repetitivo y lo mecánico.

Referencias

Colombre A. (2004). América como civilización emergente. Editorial Sudamericana. Buenos Aires.

Bigott, L. (1992). Investigación Alternativa y Educación Popular en América Latina. Caracas: Fondo Editorial Tropykos.

Colombre A. (2004) América como civilización emergente. Editorial Sudamericana. Buenos Aires.

Colombre A. (2011). Nuevo Manual del Promotor Cultural. Ediciones Colihue. Buenos Aires.

Constitución de   la República Bolivariana de Venezuela (1999).  Gaceta Oficial (Ext),  N° 5453,  marzo, 3, 2000.

Espinoza I. y Pérez C. «Cultura, Cultura en México y su impacto en las empresas» en     Revista Gestión y Estrategia. Núm. 6, julio-diciembre de 1994.

Foucault, Michel (1980). Language, Counter-Memory, Practice: Selected Essays and Interviews (en inglés). Ithaca, NY: Cornell University Press. p. 139. ISBN 0-8014-9204-1.

Freire, P. (1974). Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI.

Freire, P. (1990). La naturaleza política de la educación. Cultura, poder y liberación. Barcelona: Paidós.

Gadamer, H-G.  (1998). El giro hermenéutico. España, Cátedra.

Galeano E (2009) Patas Arriba – La Escuela Del Mundo Del Revés. Ediciones del Chanchito. Buenos Aires

Habermas, J.  (2000). La lógica de la ciencias sociales. Madrid, Tecnos.

Ley Orgánica de Educación. (2009). Gaceta Oficial Extraordinaria No. 5.929, agosto, 3,2009.

Morin, E. (1999). El método: El conocimiento del conocimiento. España, Cátedra.

Proyecto Nacional Simón Bolívar 2007-2013,

Tylor, Edward B. /1975) «La ciencia de la cultura» en Khan, J.S., El concepto de cultura: textos fundamentales, Barcelona, Anagrama, 1975.

Valdéz, J. (2012) Movimientos Sociales en Venezuela: una Propuesta Transformadora. Fundación Editorial El perro y la rana- Ministerio de la Cultura

Valdéz, J. (2012) Transformación en la universidad venezolana. Un posible mapa de ruta. Publicado por su autor.  blogs.monografias.com/…/transformación-curricular/ Consultado el 03/01/2015.

Vargas Hernández, J.G.: (2007) La Culturocracia organizacional en México, Edición electrónica gratuita. Texto completo en www.eumed.net/libros/2007b/ 301

Simón Rodríguez, Sociedades Americanas 1828. Edición: Biblioteca Ayacucho. Caracas Venezuela. 1990

Walter Kohan.  (2011).  Educación Y Filosofía. Editorial Laertes S.A. Buenos Aires.

Zygmunt Bauman (2013). La cultura en el mundo de la modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires,

 

 

 

 

 

 

Comparte este contenido:

Saquemos la Filosofía a la calle para pensar la pandemia

Por: Héctor Rodríguez Cruz

Promover una  amplia reflexión filosófica sobre la COVID-19 constituye un elemento esencial para fortalecer las estrategias de prevención, contención y mitigación de la pandemia.

El monstruo de la COVID-19 no se ha ido. No ha muerto. Ante esto, no sólo es necesario aprender a vivir en medio de él, sino aprovecharlo como una oportunidad de humanizarnos. La invitación nos incluye a todos. No hay categorías de excluidos ni exonerados.

La pandemia nos igualó y nos amenazó a todos por igual. No respetó clases sociales, burbujas ni escondites. Nos convirtió a todos en candidatos a una muerte con epitafios improvisados y en herederos de una vida con esperanzas, sueños e ilusiones arrebatados.

Como “sobrevivientes” estamos  obligados  a aprender y enseñar las lecciones que deja la pandemia. Hay que realizar una obligada reflexión filosófica acerca qué somos, dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos en este nuevo escenario de la vida.

En los momentos difíciles surgen esas preguntas que se constituyen en el punto de partida de la filosofía para explicar el sentido de la vida del hombre. De esa manera, la “reflexión filosófica” puede aportar mucho en las actuales circunstancias pandémicas.

En primera instancia el ejercicio reflexivo pudiera motivarse con el texto siguiente:“Ojalá que con esta pandemia hayamos aprendido que somos seres que sentimos el dolor propio y el de los otros. Que sufrimos, lloramos, reímos, nos indignamos, temblamos de placer y de miedo. Quizás en este (re)descubrimiento hallemos el primer paso para una nueva humanidad, porque ese proceso de vernos igualados, nos permitirá, a su vez, entablar relaciones sin jerarquías y basadas en la común dignidad que compartimos”. (Octavio Salazar. 2021. “La Vida en Común: Los hombres que deberíamos ser después del Coronavirus”).

Afrontar debidamente la pandemia impone rescatar la idea de “conversión”, resumida en dos palabras griegas: metánoia (cambiar de opinión, arrepentirse, cambiar de modo de ser) y epistrophé (volver la mirada atrás para darnos cuenta de lo que hemos venido haciendo), para que se pueda vivir mejor y construir un mundo más humano y solidario.

De acuerdo con Paulette Dieterlen Struck, investigadora del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, “los humanos sí hemos hecho muchas cosas mal que han contribuido de manera definitiva para que ahora nos encontremos amenazados como especie por la COVID-19”. ¡Cargamos con la deuda moral de enmendarlas!

Por tanto, no se trata de cátedras, conferencias, lluvias de ideas de filósofos e intelectuales.  Ni de sermones,  peñas y cafés filosóficos sobre la pandemia. Se trata de un “filosofar-pensar-decir-actuar”  ligado a la vida, sentimientos y necesidades de cada persona y de cada comunidad amenazada o abatida directamente o indirectamente por la COVID-19.

La importancia de la reflexión filosófica se expresa en la disposición para hacer frente a los múltiples desafíos que se plantean al mundo en cada momento. Invitando, en particular, a reflexionar sobre el significado, efectos e impactos de la pandemia de la COVID-19.

Viene al caso lo expresado por Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO: “Si la crisis sanitaria pone en tela de juicio varios fundamentos de nuestras sociedades, la filosofía nos ayuda a avanzar mejor, estimulando la reflexión crítica sobre los problemas que ya están presentes pero que la pandemia está llevando a su punto culminante. En un momento en que el extremismo y la rapidez de las grandes turbulencias del mundo a veces nos confunden, la filosofía nos permite al tiempo cambiar de perspectiva y ver más allá, mirar el horizonte sin perder de vista el presente”.

Durante y después de la pandemia asumamos el deber y el derecho de filosofar con lucidez sobre la pandemia procurando ir más allá del simple hábito  de describir, comentar y repetir el pensamiento pensado. Es necesario “pensar-filosofar” desde nuestra realidad.

Promover una  amplia reflexión filosófica sobre la COVID-19 constituye un elemento esencial para fortalecer las estrategias de prevención, contención y mitigación de la pandemia. ¡Saquemos la filosofía a la calle para pensar la pandemia!

Comparte este contenido:

Entrevista a Antonio Diéguez Lucena: «Podemos diferenciar con nitidez ciencia y pseudociencia, pero no con un criterio único y simple»

Por Salvador López Arnal

Antonio Diéguez (Málaga, 1961), autor de Filosofía de la ciencia. Ciencia, racionalidad y realidad (UMA Editorial), es catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Málaga. El propósito de su nueva publicación, revisión ampliada y modificada de un manual suyo de 2005, es servir como libro de texto para alumnos de filosofía de la ciencia y de otros grados de ciencias y humanidades. En él centramos nuestra conversación.

¿A quién va destinado su libro? ¿Hay que estar puesto o muy puesto en temas epistemológicos para poder seguirlo?

El libro va principalmente destinado a los alumnos del grado de Filosofía, pero puede ser leído por cualquier persona que tenga interés por lo que los filósofos han pensado sobre la ciencia a lo largo del siglo XX y lo que llevamos del XXI.

¿Sobre qué asuntos reflexiona e investiga la filosofía de la ciencia?

La filosofía de la ciencia reflexiona fundamentalmente sobre los aspectos lógicos, epistemológicos, metodológicos, axiológicos, ontológicos y prácticos de la ciencia. Reflexiona sobre la ciencia en tanto que actividad humana, así como sobre su producto, que es el conocimiento científico.

¿Son términos equivalentes metodología de la ciencia, epistemología, gnoseología y filosofía de la ciencia?

No, no lo son. Epistemología y gnoseología sí podrían considerarse como sinónimos, y significan “estudio sobre el conocimiento”. En tal sentido, son equivalentes a ‘teoría del conocimiento’, aunque hay quien reserva el término ‘epistemología’ para el estudio del conocimiento científico, y entonces sería sinónimo de ‘filosofía de la ciencia’, pero este uso es ya poco frecuente. En cuanto a la metodología de la ciencia, puede considerarse como una parte de la filosofía de la ciencia.

Sobre el subtítulo del libro: “Ciencia, racionalidad y realidad”. ¿Ciencia y racionalidad son términos sinónimos?

Desde los inicios de la ciencia moderna, con Galileo y Newton, la ciencia se ha considerado el paradigma de la racionalidad humana, el ejemplo más logrado de lo que puede lograr la razón cuando se somete únicamente a los dictados de la lógica y del respeto por los datos empíricos. No obstante, algunos filósofos influyentes, como Thomas Kuhn, Stephen Toulmin o Paul Feyerabend, pusieron en duda en los años 60 que la racionalidad científica pudiera encerrarse en esos márgenes estrechos, e insistieron en que otros factores, como ciertos factores sociales, culturales, ideológicos incluso, pueden formar parte de esa racionalidad (y no necesariamente convertirse en sus enemigos, como pensaban los neopositivistas). El más radical de ellos fue Feyerabend, que defendió la tesis de que el progreso científico exige dejar al margen a veces lo que en ese momento se considera racional debido sobre todo al peso de las viejas teorías. En su opinión, el científico creativo es aquel que se opone a la racionalidad establecida y consigue establecer una nueva racionalidad una vez que sus ideas triunfan. Quizás sería sobre todo el caso de Einstein el que Feyerabend tendría en mente al decir esto.

¿La filosofía de la ciencia debería ser una disciplina descriptiva o normativa?

Ambos aspectos han sido relevantes, como explico en mi libro, pero ambos tienen sus limitaciones. También tiene una importante función interpretativa, es decir, ofrece reflexiones acerca del modo en que la ciencia debe entenderse en el contexto de la cultura actual.

¿Cuál es la relación entre la filosofía de la ciencia y disciplinas próximas como la historia de la ciencia, la sociología de la ciencia o la política de la ciencia? ¿Relaciones de buena convivencia? ¿De alimento mutuo? ¿De subordinación?

Yo diría que no solo relaciones de buena convivencia, sino que la filosofía de la ciencia tiene cosas importantes que aprender de todas estas disciplinas, particularmente de la historia de la ciencia, en cuyos datos y análisis debe apoyar además sus propuestas filosóficas.

¿No deberían los filósofos que se dedican a estos temas tener más en cuenta las reflexiones y sugerencias de los propios científicos? Pienso, por ejemplo, en Poincaré, Einstein, Gould, Weinberg, Russell y en tantos otros.

Los filósofos de la ciencia tienen muy en cuenta todo lo que dicen y hacen los científicos, pero no debe perderse de vista que cuando un científico ejerce como filósofo o metodólogo puede estar bebiendo de fuentes filosóficas inapropiadas o ya superadas. Por ejemplo, la insistencia de Newton en que él había procedido siempre utilizando el método inductivo y que jamás había inventado hipótesis era falsa; estaba movida por prejuicios filosóficos de la época, y causó más mal que bien en siglos posteriores. Otro ejemplo que podría valer es la insistencia actual de muchos científicos en caracterizar a la ciencia como conocimiento falsable, asumiendo una versión simplificada y muy discutible de las tesis de Popper. En todo caso, los nombres que se citan en la pregunta son de científicos que hicieron efectivamente aportaciones de interés para entender la ciencia contemporánea, incluso en el caso de Weinberg, que aunque despreciaba la filosofía por su inutilidad, obligó con sus reflexiones a los filósofos de la ciencia a pensar sobre ese mismo problema de las relaciones entre la ciencia y la filosofía.

¿Se puede hablar propiamente de método científico? ¿Un método, una forma de hacer ciencia, común a las disciplinas científicas naturales y sociales?

Hay en la actualidad un consenso bastante amplio entre los filósofos de la ciencia en que eso que se suele llamar ‘El Método Científico’, en singular y con mayúsculas, entendido como un procedimiento común a todas las ciencias que garantiza la verdad de los conocimientos, es solo una ficción simplificadora sin ninguna utilidad real. Lo que suele designarse como tal en los capítulos introductorios de los manuales científicos (analizar el problema, elaborar hipótesis, contrastar las hipótesis, desechar las que choquen con los hechos, aceptar las que encajen con los hechos, revisarlas a la luz de las nuevas evidencias, etc.) es un conjunto de pasos tan amplio y general que no sirve a ningún científico para su práctica cotidiana y además pueden describir el modo en que se procede también en otros ámbitos que no son científicos. Si, por el contrario, descendemos a los detalles y analizamos los procedimientos metodológicos concretos y reales que se emplean en alguna ciencia, estos coincidirán solo parcialmente con los de otras ciencias. En resumen, aunque no exista un método científico único (más que como reconstrucción racional carente de utilidad práctica), sí que existen los diversos métodos de las diversas ciencias, métodos que van cambiando y mejorando con el tiempo.

¿Existe una definición compartida de teoría científica? ¿Existe algún ‘aire de familia’ entre todas ellas a pesar de su evidente diversidad?

En un sentido básico, se entiende por teoría un conjunto de enunciados o de modelos (según las interpretaciones) estructurados de forma sistemática, que goza de un fuerte apoyo empírico o que, estando en sus fases iniciales, parece prometedor en sus resultados. Hay tres formas fundamentales de entender las teorías. En primer lugar, tenemos la concepción sintáctica, para la cual las teorías son un conjunto de enunciados formulables matemáticamente y estructurados jerárquicamente, de modo que unos funcionan como leyes fundamentales de las que son derivables los otros. Estos enunciados se interpretan conectándolos con la evidencia empírica mediante reglas de correspondencia. En segundo lugar, está la concepción semántica, que concibe las teorías como conjuntos de modelos, no de enunciados. Finalmente, para la concepción pragmática, las teorías son un abigarrado conjunto de enunciados, modelos y otros elementos matemáticos y no matemáticos (metáforas, analogías, valores, etc.) que tratan de dar cuenta de la realidad y de predecir su comportamiento.

¿Y cuál de estas tres aproximaciones le parece a usted más relevante? Dicho más directamente, ¿cuál es la suya?

Yo me inclino por la concepción pragmática de las teorías. Creo que las otras dos fuerzan demasiado a las teorías científicas reales para que encajen en su molde, o, por decirlo de otro modo, estas quedan demasiado transformadas cuando son reconstruidas según esos patrones, aunque ello se haga por mor de la claridad. La concepción pragmática o pragmatista deja más espacio para una visión pluralista de la ciencia, con la que simpatizo.

¿Qué balance hace del neopositivismo lógico? ¿Fueron tan “poco sofisticados”, tan chato-positivistas como a veces se afirma?

El positivismo lógico recibió un juicio bastante radical e injusto por parte de los filósofos posteriores. Supongo que a ello contribuyó su fuerte actitud anti-metafísica. Sin embargo, en los últimos años ese juicio se está revisando, dado que una serie de detallados estudios históricos está poniendo de relieve que las posiciones reales que mantuvieron los miembros del Círculo de Viena fueron mucho más matizadas y diversas de lo que nos decía el cliché transmitido. A mí me gusta señalarles a los alumnos que el neopositivismo fue probablemente la corriente filosófica más autocrítica de nuestro tiempo, una de las que más hizo por introducir el rigor y la argumentación cuidadosa en la filosofía contemporánea, y una gran promotora de la discusión conjunta de las ideas filosóficas. Esos son rasgos que muchos consideramos muy deseables en la filosofía. Es algo que deberíamos agradecer a los neopositivistas.

¿Por qué un filósofo de la altura de Otto Neurath, uno de los redactores del Manifiesto del Círculo de Viena, sigue siendo tan poco estudiado en nuestro país?

Esa es una buena pregunta, y no solo ha sido descuidado en nuestro país. Afortunadamente, en los últimos años, gracias a estos estudios a los que me refería antes, el interés por su figura ha ido aumentando.

¿Ha sido Sir Karl Popper el gran filósofo de la ciencia del siglo XX? ¿Hay alguna relación entre sus posiciones políticas y sus concepciones metacientíficas?

Para la mayoría de la gente probablemente sí, es el filósofo de la ciencia más conocido, aunque supongo que el puesto estaría muy disputado con Thomas Kuhn. Popper, en efecto, establece una conexión muy importante entre sus posiciones epistemológicas y su defensa de la democracia. En su opinión, el error común al racionalismo y al empirismo clásicos estuvo en no distinguir el problema del origen del conocimiento del problema de su validez. Popper propone reemplazar la pregunta ‘¿Cuáles son las mejores fuentes del conocimiento?’ por esta otra: ‘¿Cómo podemos detectar y eliminar el error?’. Y la respuesta es: criticando nuestras teorías. Del mismo modo, cree que en política la pregunta ‘¿Quién debe gobernar?’ es una pregunta mal planteada, porque cualquier respuesta conduce siempre al autoritarismo. La pregunta correcta debería ser: ‘Dado que siempre cabe la posibilidad de tener un mal gobierno, ¿cuál sería la forma más fácil de desembarazarse de él?’. Y la respuesta es la democracia.  Por otro lado, su defensa del liberalismo político está enraizada en su falibilismo.

Considera usted, así lo señala en el libro, que la tesis de la inconmensurabilidad de las teorías científicas es el problema más profundo e interesante ligado a las filosofías de Kuhn y Feyerabend. ¿Dónde reside la profundidad de esta conjetura metacientífica? ¿Existe inconmensurabilidad entre, por ejemplo, la mecánica clásica y la relativista es su opinión?

El problema de la inconmensurabilidad de las teorías científicas rivales es profundo e interesante, en efecto, y ha tenido influencia más allá de la filosofía de la ciencia, puesto que se ha hablado incluso de la inconmensurabilidad de las tradiciones culturales. Sin embargo, con la perspectiva actual podemos decir que se sobrevaloró la importancia de sus efectos. Entendida la inconmensurabilidad, como hizo Kuhn en sus últimos trabajos, como una falta de solapamiento perfecto entre las taxonomías ontológicas establecidas por las teorías rivales, o como dificultades en la traducción entre los términos centrales de esas teorías, puede detectarse, en efecto, esa dificultad en ciertos casos. Por ejemplo, como señalaba Kuhn, la masa newtoniana no es traducible de forma neutral a la noción einsteiniana de masa, puesto que en la teoría de la relatividad la masa varía con la velocidad, mientras que en la mecánica newtoniana no lo hace. Ahora bien, lo que diversos filósofos de la ciencia pusieron en cuestión tras los análisis de Kuhn y Feyerabend sobre este asunto fue que esa dificultad de traducción o esa falta de solapamiento perfecto impidieran una comparación objetiva y neutral entre teorías rivales.

¿Podemos trazar una línea de demarcación nítida entre las ciencias y las pseudociencias? ¿Hablar de ‘mala ciencia’ es equivalente a hablar de pseudociencia?

Podemos separar con nitidez entre ciencia y pseudociencia, pero no `podemos hacerlo con un criterio único y simple como la verificabilidad, la confirmabilidad o la falsabilidad. Hacen falta una serie de criterios (no demasiado difíciles de identificar) que nos ayuden a emitir un juicio en cada caso. El hecho de que esos criterios sean multifactoriales no impide que el juicio sea claro y contundente cuando el asunto se ha analizado con detenimiento.

¿Nos puede poner algunos ejemplos de pseudociencias? ¿Lo serían el psicoanálisis o el marxismo? ¿Dónde reside su peligro desde su punto de vista?

El psicoanálisis y el marxismo, junto con la astrología, eran los ejemplos de pseudociencias favoritos de Popper, sin embargo, a mí no me parecen buenos ejemplos desde la perspectiva actual, porque ninguno de ellos pretende ser una ciencia, y para ser una pseudociencia es requisito imprescindible querer ser una ciencia sin serlo realmente. En el caso del marxismo eso parece ya ampliamente aceptado, es decir, que se trata de una ideología o de un enfoque filosófico, pero no de una disciplina científica, y en el caso del psicoanálisis parece que es también la actitud mayoritaria entre los psicoanalistas el no considerarlo como una disciplina científica. Los ejemplos más relevantes de pseudociencias que habría que señalar hoy, por su importancia social y su grado de aceptación, serían la homeopatía, el Diseño Inteligente, la parapsicología, la astrología, la ufología o la cienciología. A ello habría que añadir las doctrinas anticientíficas, que no llegan a ser pseudociencias propiamente dichas, porque no están lo suficientemente articuladas, pero hacen un daño similar, como serían el negacionismo climático, el negacionismo del holocausto, el terraplanismo o el movimiento antivacunas. Todas ellas constituyen las formas actuales de irracionalidad ligadas a la ciencia, puesto que rechazan las ideas científicas establecidas para promover otras que carecen de fundamento, aunque son presentadas por sus defensores como siendo más fiables que las de la ciencia, creando la impresión de que hay polémicas donde en realidad no las hay.

Cuando se habla de realismo científico, ¿de qué se habla exactamente? ¿Los científicos suelen ser realistas?

El realismo científico es básicamente la unión de una tesis ontológica, una tesis epistemológica y una tesis semántica. La tesis ontológica afirma que las entidades teóricas postuladas por las teorías científicas existen (aunque podamos cometer errores al respecto). La tesis epistemológica afirma que las teorías científicas son aproximadamente verdaderas y progresan hacia un mayor grado de verdad. La tesis semántica sostiene que la verdad ha de interpretarse en el sentido clásico de la correspondencia entre nuestros enunciados y la realidad. Sobre el grado de adhesión de los científicos al realismo, si es que han considerado la cuestión, hay de todo. Hay científicos realistas y científicos no realistas. Podría pensarse, quizás, que donde menos realistas debería haber es en la física, pero incluso allí, según algunas encuestas, el número de los que se declaran realistas es mayoritario.

¿Y por qué debería haber menos científicos realistas en el ámbito de la física? ¿Una consecuencia de la interpretación hegemónica de la mecánica cuántica y del principio de incertidumbre?

En efecto, dado que la interpretación más aceptada de la mecánica cuántica ha sido la interpretación de Copenhague, y dado que esa interpretación es claramente antirrealista, podría pensarse que los físicos, educados en esa interpretación, deberían serlo también. Sin embargo, un estudio empírico publicado recientemente en la revista Philosophy of Science, realizado con 1.798 científicos de diferentes campos (física, química, biología, economía, psicología, sociología, y antropología, junto con algunos profesionales del campo de la historia y la filosofía de la ciencia), ha proporcionado unos datos interesantes. Resulta que los científicos naturales son más realistas que los científicos sociales, y que los físicos –sorprendentemente, al menos para mí– son los que aceptan el realismo ontológico y el epistemológico en una proporción mayor. Resulta, además, que los más antirrealistas de todos son los profesores de historia y la filosofía de la ciencia.

Tomemos un descanso si le parece.

Me Parece.

Fuente: https://rebelion.org/podemos-diferenciar-con-nitidez-ciencia-y-pseudociencia-pero-no-con-un-criterio-unico-y-simple/

Comparte este contenido:

100 Años De Paulo Freire

Artículo del escritor brasileño, activista político, filósofo y teólogo Frei Betto, donde analiza el legado de Paulo Freire y su amistad con el insigne pedagogo. 

Por: Frei Betto

“…si queremos rescatar el legado de Paulo Freire, el camino es volver al trabajo de base con las clases populares, adoptando su método en una perspectiva histórica, abierta a las utopías libertarias y al horizonte democrático. Fuera del pueblo no hay salvación. ” – Frei Betto

Puedo afirmar, sin miedo a exagerar, que Paulo Freire está en la raíz de la historia del poder popular brasileño a lo largo de 50 años, entre 1966 y 2016. Ese poder surgió como un árbol frondoso de la izquierda brasilera actuante en la segunda mitad del siglo XX: grupos que lucharon contra la dictadura militar (1964-1985); las comunidades Eclesiales de Base de las Iglesias cristianas; la amplia red de movimientos populares y sociales que despuntaron en los años 70; el sindicalismo combativo; y, en la década de 1980, la fundación de la CUT (Central Única de los Trabajadores); de la ANAMPOS (Articulación Nacional de los Movimientos Populares y Sindicales) y enseguida de la CMP (Central de Movimientos Populares); del PT (Partidos de los Trabajadores); y del MST (Movimento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra); y de tantos otros movimientos, ONGs y entidades.
Si tuviese que responder a la pregunta: “Indique una persona causante de todo eso”, diría sin ninguna duda: Paulo Freire. Sin la metodología de educación popular de Paulo Freire, no habría esos movimientos, porque él nos enseñó algo muy importante: a ver la historia desde la óptica de los oprimidos y hacerlos protagonistas de los cambios en la sociedad.
Los excluidos como sujetos políticos
Al salir de la prisión política, a finales de 1973, tuve la impresión de que toda lucha, aquí fuera, había acabado por la fuerza de la represión de la dictadura militar, y porque todos nosotros, imbuidos de la pretensión de ser los únicos entendidos en la lucha capaz de rescatar la democracia, estábamos en la cárcel, muertos, o en el exilio. Cuál no fue mi sorpresa, al encontrar una inmensa red de movimientos populares diseminados por todo Brasil.
Cuando fue fundado el PT, en 1980, vi a compañeros de izquierda reaccionar: “¿Obreros? No. Es mucha pretensión querer que los obreros sean la vanguardia del proletariado. Somos nosotros, intelectuales teóricos, marxistas, quienes tenemos capacidad para dirigir a la clase trabajadora”. No obstante, en Brasil los oprimidos empezaban a volverse no sólo sujetos históricos, sino también líderes políticos, gracias al método Paulo Freire.
Una vez, en México, compañeros de izquierda me preguntaron:
– ¿Cómo hacer aquí algo parecido al proceso de ustedes en Brasil? Porque ustedes tienen un sector de izquierda en la Iglesia, un sindicalismo combativo, el PT… ¿Cómo se obtiene esa fuerza política popular?
– Empiecen haciendo educación popular –respondí– y de aquí a treinta años…
Ellos me interrumpieron:
– ¡Treinta años es demasiado! Queremos una sugerencia para tres años.
– Para tres años no sé cómo hacer –observé–, pero para treinta años conozco el camino.
En resumen, todo el proceso de acumulación de fuerzas políticas populares que resultó en la elección de Lula como presidente de Brasil, en 2002, y mantuvo al PT en el gobierno federal durante trece años, no cayó del cielo. Todo fue construído con mucha tenacidad a partir de la organización y movilización de las bases populares aplicando el método Paulo Freire.
El método Paulo Freire
Conocí el método Paulo Freire en 1963. Yo vivía en Rio de Janeiro, formaba parte de la Dirección Nacional de la Acción Católica. Al surgir los primeros grupos de trabajo del método Paulo Freire, me comprometí en un equipo que los sábados subía a Petrópolis, a 70 km de Rio de Janeiro, para alfabetizar a obreros de la Fábrica Nacional de Motores. Allí descubrí que nadie enseña nada a nadie, unos ayudan a otros a aprender.
¿Qué hicimos con los trabajadores de aquella fábrica de camiones? Fotografiamos las instalaciones, reunimos a los obreros en el salón de una iglesia, proyectamos diapositivas e hicimos una pregunta totalmente simple:
– En esta foto, ¿qué es lo que ustedes no hicieron?
– Bueno, no hicimos el árbol, la planta, el camino, el agua…
– Eso que ustedes no hicieron es naturaleza –dijimos–.
– ¿Qué es lo que hizo el trabajo humano? –indagamos–.
– El trabajo humano hizo el ladrillo, la fábrica, el puente, la cerca…
– Eso es cultura –dijimos–. ¿Y cómo fueron hechas estas cosas?
Ellos discutían y respondían:
– Fueron hechas a medida en que los seres humanos transformaron la naturaleza en cultura.
Enseguida aparecía la foto del patio de la Fábrica Nacional de Motores ocupado por muchos camiones y las bicicletas de los trabajadores. Simplemente preguntábamos:
– En esta foto, ¿qué hicieron ustedes?
– Los camiones.
– ¿Y qué tienen ustedes?
– Las bicicletas.
– ¿No estarán ustedes equivocados?
– No, nosotros fabricamos los camiones…
– ¿Y por qué no van a casa en camión? ¿Por qué van en bicicleta?
– Porque el camión cuesta caro y no es nuestro.
– ¿Cuánto cuesta un camión?
– Cerca de 40 mil dólares.
– ¿Cuánto ganan ustedes al mes?
– Bueno, ganamos en promedio 200 dólares.
– ¿Cuánto tiempo tiene que trabajar cada uno de ustedes, sin comer, sin beber, sin pagar alquiler, economizando todo el salario para ser un día dueño del camión que construye?
Ahí ellos empezaban a calcular y tomaban conciencia de la esencia de la relación capital x trabajo, lo que es la plusvalía, la explotación, etc.
Las nociones más elementales del marxismo, en cuanto crítica del capitalismo, venían por el método Paulo Freire. Con la diferencia de que no estábamos dando clase, no hacíamos lo que Paulo Freire llamaba ‘educación bancaria’, o sea, meter nociones de política en la cabeza del trabajador. El método era inductivo. Como decía Paulo, nosotros, los profesores, no enseñábamos, ayudábamos a los alumnos a aprender.
Culturas distintas y complementarias
Cuando llegué a São Bernardo do Campo (SP), en 1980, había militantes de izquierda que distribuían periódicos entre las familias de los trabajadores. Cierto día doña Marta me preguntó:
– ¿Qué es “contradicción de clase”?
– Doña Marta, olvide eso.
– No soy de mucha lectura –se justificó– porque mi vista es mala y la letra pequeña.
– Olvide eso –le dije–. La izquierda escribe esos textos para leerlos ella y quedarse contenta, creyendo que está haciendo la revolución.
Paulo Freire nos enseñó, no sólo a hablar en lenguaje popular, plástico, no académicamente conceptual, sino también a aprender con el pueblo. Enseñó al pueblo a recuperar su autoestima.
Al salir de la cárcel, viví cinco años en una favela en el Estado de Espíritu Santo. Allí trabajé en educación popular con el método Paulo Freire. Al volver a São Paulo, a finales de los 70, Freire me propuso hacer un balance de nuestra experiencia en educación y, gracias a la mediación del periodista Ricardo Kotscho, produjimos el libro titulado “Esa escuela llamada vida” (editorial Ática). Es su relato como educador y creador del método, y mi experiencia como educador de base.
En el libro cuento que, en la favela donde yo vivía, había un grupo de mujeres embarazadas de su primer hijo, asesoradas por médicos de la Secretaría Municipal de Salud. Pregunté a los médicos por qué trabajar sólo con las embarazadas de primer hijo.
– No queremos mujeres que ya tengan vicios maternales –dijeron–, queremos enseñar todo.
Pues bien, pasados unos meses, llamaron a mi puerta.
– Betto, queremos su ayuda.
– ¿Mi ayuda?
– Hay un cortocircuito entre nosotros y las mujeres. Ellas no entienden lo que hablamos. Usted, que tiene experiencia con ellas, nos podría asesorar.
Fui a presenciar el trabajo de ellos. Al entrar en el Centro de Salud del barrio, me asusté. Allí estaban mujeres muy pobres, y el Centro había sido adornado con carteles de bebés Johnson, rubios de ojos azules, propaganda de Nestlé etc. Delante de aquel espectáculo visual, reaccioné:
– Todo está equivocado. Cuando las mujeres entran aquí y ven esos bebés perciben que eso es otro mundo, no tiene nada que ver con los bebés de ellas.
Presencié el trabajo de los médicos. Hablaban en FM y las mujeres estaban sintonizadas en AM. La comunicación realmente no funcionaba. En una sesión, el doctor Raúl explicó, en lenguaje científico, la importancia de la alimentación materna y, por tanto, de las proteínas, para la formación del cerebro humano. Cuando él terminó la exposición, las mujeres lo miraron como yo al abrir un texto en mandarín o árabe: sin entender nada.
– Doña María, ¿usted entendió lo que dijo el doctor Raúl? –pregunté–.
– No, no entendí, sólo entendí que él dijo que nuestra leche es buena para la cabeza de los niños.
– ¿Y por qué no lo entendió usted?
– Porque no tengo estudios. Fui poco a la escuela, nací pobre en el campo. Yo tenía que trabajar la tierra y ayudar al sustento de la familia.
– ¿Y por qué el doctor Raúl supo explicar todo eso?
– Porque él es doctor, tiene estudios. Él sabe y yo no sé.
– Doctor Raúl, ¿usted sabe cocinar? –pregunté–.
– No sé ni hacer café.
– Doña María, ¿usted sabe cocinar?
– Sí sé.
– ¿Sabe hacer pollo en salsa oscura (plato que en Espirito Santo y también en algunas áreas del Nordeste se llama galinha de cabidela)?
– Sé.
– Por favor, póngase de pie –le pedí–, y cuéntenos cómo se hace un pollo en salsa oscura.
Doña María dio un aula de culinaria: cómo se mata el pollo, cómo se despluma, cómo se prepara la carne y se hace la salsa, etc.
Cuando se sentó, dije:
– Doctor Raúl, ¿usted sabe hacer un plato así?
– Claro que no, me gusta, pero no sé cocinar.
– Doña María –concluí–, usted y el doctor Raul, están perdidos en un bosque espeso, muertos de hambre, y de pronto aparece una gallina. Él, con toda su cultura moriría de hambre, usted, no.
La mujer abrió una sonrisa de oreja a oreja. En aquel momento ella descubrió un principio fundamental de Paulo Freire: no existe nadie más culto que otro, existen culturas distintas, socialmente complementarias. Si ponemos en la balanza toda mi filosofía y teología y la culinaria de la cocinera del convento en el que vivo, ella puede pasar sin mis conocimientos, pero yo no puedo pasar sin los de ella. Ésa es la diferencia. La cultura de una cocinera es imprescindible para todos nosotros.
Paulo Freire y desafíos de futuro
Ante la emergencia de tantos gobiernos autoritarios y la profusión de mensajes antidemocráticos, racistas, homofóbos, machistas y negacionistas en las redes digitales, me parece de suma importancia volver a Paulo Freire en esta fecha del centenario de su nacimiento.
El reflujo de las fuerzas progresistas en América Latina en los últimos años y el despuntar de figuras neofascistas como Bolsonaro en Brasil, nos obligan a reconocer que hace décadas abandonamos el trabajo de base de organización y movilización populares. Ese vacío en las poblaciones de la periferia, de las favelas, de las zonas rurales pobres, está siendo ocupado por el fundamentalismo religioso, por el narcotráfico y los milicos.
Paulo Freire nos enseña en sus obras que no hay movilización sin concientización previa. Es preciso que las personas tengan un “perchero”, donde colgar los conceptos políticos y las claves de análisis de la realidad. El “perchero” es la percepción del tiempo como historia.
Hay civilizaciones, tribus, grupos, que no tienen percepción del tiempo como historia. Los griegos antiguos, por ejemplo, creían que el tiempo era cíclico. Hoy, el tiempo retorna por medio del esoterismo, del negacionismo, del fatalismo y del fundamentalismo religioso. Pero retorna sobre todo por el neoliberalismo.
La esencia del neoliberalismo es la deshistorización del tiempo. Cuando Fukuyama declaró que “la historia acabó”, expresó esto que el neoliberalismo nos quiere inculcar: ¡Hemos llegado a la plenitud de los tiempos! El modo neoliberal de producción capitalista, basado en la supremacía del mercado, es definitivo. Pocos son los escogidos y muchos los excluidos. Y de nada sirve querer luchar por una sociedad alternativa, ¡por “otro mundo posible”!
De hecho, hoy en día es difícil hablar de sociedad alternativa. Socialismo, entonces, ¡ni pensar! Se ha creado un pudor, un bloqueo intelectual y emocional. “El socialismo se acabó, se derrumbó, colapsó, fue enterrado”, alardean las pitonisas. Las alternativas que se plantean son por lo general intrasistémicas.
La noción de que el tiempo es historia viene de los persas, pasada a los hebreos y acentuada por la tradición judaica. Tres grandes paradigmas de nuestra cultura son de origen judaico –Jesús, Marx y Freud– y, por lo tanto, trabajaron con la categoría de tiempo como historia.
No se consigue estudiar el marxismo sin profundizar en los modos de producción anteriores, para entender cómo se llegó al modo de producción capitalista. Y entender, enseguida, cómo sus contradicciones podrían llevar a los modos de producción socialista y comunista. El análisis marxista supone por tanto el rescate del tiempo como historia.
Si alguien hace análisis o psicoterapia, el psicoanalista pregunta al paciente sobre su pasado, su infancia, su educación. Si el paciente puede hablar sobre su vida intrauterina, tanto mejor… Toda la psicología de Freud es un rescate de nuestra temporalidad como individuos.
La perspectiva de Jesús era histórica. El Dios de Jesús se presenta con currículum vitae: no es un dios cualquiera –es Dios de Abraham, Isaac y Jacob–, o sea, un Dios que hace historia. La categoría principal de la predicación de Jesús es histórica: el Reino de Dios. Aunque situado allá arriba por el discurso eclesiástico, teológicamente no se sitúa allá arriba. El Reino es algo ahí adelante, es la culminación del proceso histórico.
Es curioso que en la Biblia la historia, como factor de identificación del tiempo, es tan fuerte que en el relato del Génesis la Creación del mundo ya aparece marcada por esa historicidad del tiempo antes de la aparición del ser humano.
Para muchos, historia es lo que hombres y mujeres hacen. Entonces, no habría historia antes del surgimiento de hombres y mujeres, tanto es así que se habla de prehistoria. Para la Biblia, ya hay historia antes de la aparición del ser humano. Tanto que los griegos consideraban al dios de los hebreos una entidad muy incompetente. Un verdadero dios crea como el Nescafé: instantáneo, y no a plazos, como muestra el relato bíblico. En el relato de la Creación, en siete días, ya hay historicidad. Y Paulo Freire, hombre de formación cristiana y militante adepto a los fundamentos del marxismo, supo percibir la importancia de la lectura del mundo como condición para la lectura del texto.
Al neoliberalismo no le conviene esta perspectiva. Por eso, no se puede hacer educación popular sin tener el “perchero vertical” en el que colgar las ropas… Ese “perchero” –el tiempo en cuanto historia– es fundamental para poder visualizar el proceso social y político. Esto sucede también en la dimensión micro de nuestras vidas. ¿Por qué hoy muchos tienen dificultad para hacer proyectos de vida? ¿Por qué hay jóvenes que llegan a los 20 años sin la menor idea de lo que pretenden ser o hacer en la vida? Para muchos de ellos, todo es aquí y ahora.
Por eso, si queremos rescatar el legado de Paulo Freire, el camino es volver al trabajo de base con las clases populares, adoptando su método en una perspectiva histórica, abierta a las utopías libertarias y al horizonte democrático. Fuera del pueblo no hay salvación. Y si creemos que la democracia debe ser, de hecho, el gobierno del pueblo para el pueblo y con el pueblo, no queda alternativa sino adoptar el proceso educativo paulofreiriano que sitúa a los oprimidos como protagonistas políticos e históricos.
Cuando Paulo Freire volvió de 15 años de exilio, en agosto de 1979, nos encontramos en São Paulo. Éramos vecinos y con frecuencia lo visitaba. Estrechamos mucho nuestras relaciones personales.
Un texto de hace 24 años
Termino este homenaje con este texto que escribí el día 2 de mayo de 1997, fecha de la transvivenciación de Paulo Freire:
“Ivo vio la uva”, enseñaban los manuales de alfabetización. Pero el profesor Paulo Freire, con su método de alfabetizar concientizando, hace que adultos y niños en Brasil y en Guinea-Bissau, en la India, en Nicaragua y en tantos otros lugares, descubran que Ivo no vio sólo con los ojos. Vio también con la mente y se preguntó si uva es naturaleza o cultura.
Ivo vio que la fruta no resulta del trabajo humano. Es Creación, es naturaleza. Paulo Freire enseñó a Ivo que sembrar uva es acción humana en y sobre la naturaleza. Y la mano, multiherramienta, despierta las potencialidades del fruto. Así como el propio ser humano fue sembrado por la naturaleza en años y años de evolución del Universo.
Coger la uva, aplastarla y transformarla en vino es cultura, señaló Paulo Freire. El trabajo humaniza la naturaleza y, al realizarlo, el hombre y la mujer se humanizan. Trabajo que instaura el nudo de relaciones, la vida social. Gracias al profesor, que inició su pedagogía revolucionaria con trabajadores del Sesi de Pernambuco, Ivo vio también que la uva es recogida por temporeros, que ganan poco, y comercializada por intermediarios, que ganan mucho más.
Ivo aprendió con Paulo que, aun sin todavía saber leer, él no es una persona ignorante. Antes de aprender las letras, Ivo sabía levantar una casa, ladrillo a ladrillo. El médico, el abogado o el dentista, con todos sus estudios, no son capaces de construir como Ivo. Paulo Freire enseñó a Ivo que no existe nadie más culto que otro, existen culturas paralelas, distintas, que se complementan en la vida social.
«Ivo vió la uva», y Paulo Freire le mostró los racimos, el parral, toda la plantación. Enseñó a Ivo que la lectura de un texto es tanto mejor comprendida cuanto más se inserta el texto en el contexto del autor y del lector. De esa relación dialógica entre texto y contexto, Ivo extrae el pretexto para actuar. En el inicio y en el fin del aprendizaje la praxis de Ivo es lo que importa. Praxis-teoría-praxis, en un proceso inductivo que torna al educando sujeto histórico.
Ivo vio la uva y no vio el ave que, desde arriba, mira la parra y no ve la uva. Lo que Ivo ve es diferente de lo que ve el ave. Así, Paulo Freire enseñó a Ivo un principio fundamental de epistemología: la cabeza piensa desde donde pisan los pies. El mundo desigual puede ser leído con la óptica del opresor o con la óptica del oprimido. Resultan lecturas tan diferentes una de otra como entre la visión de Ptolomeo, al observar el sistema solar con los pies en la Tierra, y la de Copérnico, al imaginarse con los pies en el Sol.
Ahora Ivo ve la uva, el parral y todas las relaciones sociales que hacen del fruto fiesta en el cáliz de vino, pero ya no ve a Paulo Freire, que se sumergió en el Amor la mañana del 2 de mayo de 1997. Nos deja una obra inestimable y un testimonio admirable de competencia y coherencia.
Paulo debía ir a Cuba, donde recibiría el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de La Habana. Al sentir dolorido su corazón, que tanto amó, pidió que fuese yo a representarlo. Pero yo tenía que ir a Palestina y no me fue posible atenderlo. Sin embargo, antes de embarcar fui a rezar con Nita, su mujer, y con sus hijos en torno a su semblante tranquilo: Paulo veía a Dios.

Fuente de la información e imagen: https://www.bloghemia.com

Comparte este contenido:
Page 2 of 21
1 2 3 4 21