Por: aulaplaneta.
Como su propio nombre indica, el Aprendizaje Social (también conocido como Aprendizaje Vicario o Aprendizaje Observacional) es aquel que se produce por imitación de una persona a otra u otras, o -desde una perspectiva educativa- de los estudiantes hacia aquellos que les rodean y que ejercen como modelos de conducta. Una forma de aprendizaje intrínsecamente relacionada con la civilidad, un valor que se da en cualquiera de las áreas de acción de nuestras vidas, desde la familiar y privada hasta la pública o la virtual, aunque es en las escuelas donde mejor puede aprovecharse desde una perspectiva educativa, ya que se trata de un entorno controlado y es posible escoger los modelos a seguir.
Apuntes históricos del Aprendizaje Social
El Aprendizaje Social se fundamenta en las teorías de Cornell Montgomery (1843-1904), quien argumentaba que este aprendizaje pasaba por cuatro etapas diferenciadas: el contacto cercano, la imitación de aquellos que jerárquicamente ostentan una autoridad superior respecto al aprendiz, la comprensión conceptual y también del comportamiento exhibido por el modelo a seguir. Estos principios fueron recogidos por el psicólogo Julian B. Rotter (1916-2014) e impulsados hacia un modelo teórico que podríamos resumir de la siguiente manera: el hecho de que una conducta determinada tenga un resultado positivo refuerza el deseo de ejecutarla y, una vez comprobados sus beneficios, repetirla. Así, esta teoría no solo tenía en cuenta los factores psicológicos de los individuos para llevar a cabo su Aprendizaje Social si no también los ambientales y contextuales en los que se llevaba a cabo este proceso de aprendizaje. Una idea que, a su vez, fue expandida por Albert Bandura, considerado uno de los más importantes teóricos del Aprendizaje Social tal y como lo conocemos hoy. En 1977, Bandura combinó aspectos propios de la teoría del aprendizaje cognitivo y conductual para plantear el Aprendizaje Social como el resultado de la interacción de tres factores, el ambiente, la conducta y los factores personales, e indicar que se desarrollaba a partir de otros tantos puntos esenciales:
- Retención de lo que los sujetos que se encuentren en proceso de aprendizaje estén observando.
- Capacidad para reproducir lo que se ha retenido y, por tanto, observado previamente.
- Motivación para reproducir la o las conductas de aquellos que con sus actuaciones ejercen de modelos para el Aprendizaje Social. Este último aspecto se encuentra íntimamente relacionado con el grado de aceptación social que generan unos u otros modelos de conducta.
De este modo, se considera que el Aprendizaje Social requiere no solo de la existencia de modelos de conducta positivos, si no también de uno o varios incentivos que promuevan la adhesión y reproducción de las conductas consideradas positivas en detrimento de las negativas. De lo contrario, existe la posibilidad de que quien debiera ejercer de modelo termine por reproducir las conductas negativas que querían modularse, quedando el Aprendizaje Social huérfano de toda finalidad educativa.
Aprendizaje social para tiempos digitales
Desde hace unos años, todas estas teorías se han encontrado ante un panorama muy diferente del que había cuando surgieron. Y es que gracias al auge de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), ahora podemos interactuar a distancia a través de dispositivos de uso cotidiano sin necesidad de compartir un espacio físico que, hasta hace no demasiado, era el lugar en el que se producía el Aprendizaje Social (si descartamos el que se tiene lugar a través de la palabra escrita o hablada y la imagen). Pero, ¿qué ocurre ahora? Existen en las redes sociales (RRSS) numerosos casos, ejemplos y actuaciones que son eficaces en una realidad concreta pero que no es posible aplicar en la nuestra, o útiles tutoriales que permiten a los usuarios «aprender haciendo» y terminan propagando modelos de conducta no siempre positivos. Bandura experimentó en su día con los efectos que los medios de comunicación tenían sobre el Aprendizaje Social de las personas, especialmente a edades muy tempranas. Y efectivamente, descubrió que la presencialidad o los referentes reales no son necesarios para el desarrollo de este tipo de aprendizaje. Lo que, a su vez, implica que para que el Aprendizaje Social se vea reforzado en sus aspectos positivos y no en los negativos, debe ir acompañado de otras formas de aprender como las siguientes:
- Alfabetización audiovisual y digital: si uno de los refuerzos que nos llevan a optar por una conducta u otra es la aceptación social o la seducción de los sentidos, estas dos alfabetizaciones son claves para un Aprendizaje Social que forme a los individuos en el funcionamiento del lenguaje audiovisual y la escala de valores que transmite. Un conocimiento básico en una sociedad digitalmente interconectada.
- Netiqueta: teniendo en cuenta que los modelos que se erigen en la red tienen su eco a este lado de la pantalla, en el mundo real, una formación en buenos modos y formas de relacionarse puede prevenir que un mal uso de internet y las redes sociales se traduzca en una mala socialización a nivel general.
Aunque, por supuesto, ninguna de las anteriores funciona si no sois vosotros, como maestros y modelos de conducta para los alumnos a vuestro cargo, quienes ejercéis como faros del Aprendizaje Social de vuestros estudiantes.
¿Practicáis algunos de los métodos para un buen Aprendizaje Social como los que se comentan en este artículo? Compartid vuestras experiencias con nosotros, y este post con todos vuestros contactos.
Para saber más:
Presentación: Teoría Social del Aprendizaje de Albert Bandura, por Cecilia Sierra Escobell.
Video: Redes 157: El aprendizaje social y emocional, las habilidades para la vida.
Fuente de la reseña: https://www.aulaplaneta.com/2019/06/05/recursos-tic/te-ayudamos-a-implementar-un-buen-aprendizaje-social/?utm_medium=social&utm_source=twitter&utm_publisher=organic&utm_term=awareness&utm_content=post&utm_campaign=redessociales