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Irena Vega Medina: Orgullo Crítico, otra forma de luchar por los derechos LGBTI diferente a la oficial: “Está muy monopolizada por los hombres homosexuales”. España

Diferentes colectivos toman las calles de Madrid para reivindicar la revueltas de Stonewall y en contra del capitalismo que se ha apoderado de la manifestación estatal

En el bar Stonewall Inn, en el barrio neoyorquino de Greenwich Village, varias personas, entre ellas Stormé DeLarverie —de quien se dice que fue la que lanzó la primera piedra— decidieron cambiar el mundo y la realidad del colectivo LGTBI el 28 de junio de 1969 al iniciar unas manifestaciones que duraron tres días. El Orgullo Crítico de Madrid, una plataforma que congrega diferentes asociaciones, rinde homenaje a los que comenzaron un movimiento que ya tiene 54 años. Para ello, desde el 2006, cada 28 de junio en Madrid, y cada vez en más ciudades, se celebra una protesta completamente alejada de la manifestación estatal del 1 de julio, organizada por MADO. “Nacemos como respuesta a la comercialización y mercantilización del Día del Orgullo y para que no se pierda el sentido de la conmemoración de la fecha”, explica Tigra, portavoz de Orgullo Crítico, en una videollamada con EL PAIS.

El año pasado llegaron a ser unos 15.000 manifestantes, comenta la vocal de la plataforma, y este año esperan superar su récord. El lema para 2023 es Contra la crisis, Orgullo e Insurrección. Comenzará a las 20.00 desde la glorieta de Cuatro Caminos, pasa por la calle de Bravo Murillo y finaliza en la plaza de la Remonta, cercana a la parada de metro de Valdeacederas. “Yo vivo en un barrio obrero del norte de Madrid, pero esto es como un hermanamiento entre el norte y el sur. Así se puede ver como no solo se comparten las sexualidades, sino otras opresiones, como en este caso la clase”, comenta Eugenia Tenenbaum (Santiago de Compostela, 26 años), divulgadora de arte con perspectiva de género, sobre la descentralización de la manifestación.

Ella acude a la convocatoria de Orgullo Crítico desde el 2018 y admite arrepentirse de no haber ido antes porque “la energía y la sensación de comunidad son inmensas”. Reconoce que no quiere ir a la del centro, la del MADO, porque es una manifestación que está muy despolitizada y, aunque no es “una purista” y cree que hay espacio para todo dentro de la protesta, no comparte la turistificación del evento. “Está muy monopolizado por los hombres homosexuales. Todo lo que se salga de ahí casi que tiene que pedir permiso ya no solo para ir, sino para encontrar a las amigas y moverse por ahí”, añade.

Orgullo Crítico nace como heredera de las posturas críticas desarrolladas por algunos colectivos del Madrid de los años noventa. Primero, recibieron el nombre de Bloque Alternativo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales y, en 2010, ya se conformó con el nombre por el que hoy se le conoce. “Salimos a las calles para marchar y reivindicar que estamos ahí, que todavía hay carencias en los derechos logrados, como en la Ley Trans, que aún sufrimos violencia, que nos discriminan”, incide Tigra.

La batucada toca en Vallecas el sábado 24 de junio durante la manifestación convocada por el colectivo Orgullo Vallekano.
La batucada toca en Vallecas el sábado 24 de junio durante la manifestación convocada por el colectivo Orgullo Vallekano.JUAN BARBOSA

Darko Decimavilla, que tiene la presidencia de No Binaries España, una asociación de ámbito estatal no mixta para personas trans no binarias, explica que uno de los motivos que les alejaron de la manifestación del 1 de julio fue la poca horizontalidad que existe dentro del MADO. Quisieron participar en el Orgullo del pasado año; pero al vocalizar sus reservas por la participación del PSOE, que votó en contra de incluir a las personas no binarias dentro de la Ley Trans, se les informó de que no podían vetar a nadie, ya que es “algo abierto a todo el mundo”. Este año llevaron la decisión a una asamblea y la decisión fue rotunda: no participarán.

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Además, cuenta que la organización de Orgullo Crítico y la manera de tomar las decisiones es siempre por consenso y de forma asamblearia. Tigra, portavoz de la plataforma, asegura que como tienen “las mismas necesidades y casi las mismas reivindicaciones, ponerse de acuerdo es bastante sencillo”. Decimavilla añade que muchas veces son cosas tan sencillas como decidir cuál será el lema del año. “Desde el MADO lo deciden las dos asociaciones organizadoras, sin contar con nadie más”, lamenta.

No Binaries no es la única plataforma que se ha alejado de la manifestación de 1 de julio. El colectivo Bisexuales y Combativas forma parte de la plataforma Orgullo Crítico desde el 2019. Ellas nacen en el mismo año, cuando se dan cuenta de que no hay un bloque para personas bisexuales. “Nos conocíamos de redes, de seguirnos mutuamente, pero no habíamos traspasado la frontera del ordenador”, revela Diana Cardo, portavoz del colectivo.

El sentimiento que les ha llevado a participar en el 28 de junio es similar al de No Binaries. “A la fiesta institucional no le queda reivindicación. Es el momento del año en el que las marcas se cuelgan las banderas de algo que no respetan”, afirma Sara García de Vicuña, otra vocal de Bisexuales y Combativas.

Como tónica general, todos los entrevistados concuerdan en que el Orgullo comercial, como lo llama Decimavilla, ha perdido el sentido de reivindicación y protesta. “Con tanto arcoíris, con tanta fiesta, con tanta carroza se nos ha olvidado que todavía nos faltan muchos derechos por conquistar”, manifiesta Tigra.

 Laura Argounova, asistente al Orgullo crítico, en los alrededores de la Puerta del Sol, Madrid.
Laura Argounova, asistente al Orgullo crítico, en los alrededores de la Puerta del Sol, Madrid.SAMUEL SÁNCHEZ

Laura Argounova (Madrid, 29 años) comenzó a ir a la manifestación del 28 de junio en 2014. La última vez que fue a la estatal fue ese mismo año. Durante la adolescencia acudía religiosamente a la cita del 1 de julio, pero no era consciente de que además de las carrozas, las fiestas y las carreras de tacones, también se trataba de una manifestación. “Lo llamaba cabalgata, desfile. Para mí era un día de fiesta”, cuenta sentada en una terraza cerca de Sol.

Con el tiempo, empezó a militar en diferentes asociaciones y conoció a Orgullo Crítico y su propuesta. “Algo básico es que se respeta el día y además en la estatal hay carrozas y participan partidos políticos que son abiertamente neoliberales y oportunistas”, justifica Argounova.

Pitu Aparicio, educadora social y monologuista hace muchos años que no va a la manifestación estatal “porque se ha perdido la reivindicación de la marcha y se ha convertido en una fiesta que está muy bien, porque es una celebración y una visibilidad, pero que es tan mainstream que se olvida del colectivo”, señala Aparicio por videollamada.

Pancarta reivindicando la bisexualidad y el no binarismo en la manifestación del Orgullo Vallekano, el sábado 24 de junio, en Madrid.
Pancarta reivindicando la bisexualidad y el no binarismo en la manifestación del Orgullo Vallekano, el sábado 24 de junio, en Madrid.JUAN BARBOSA

Ana Fernández Zarate (Madrid, 29 años) acude todos los años a la manifestación que convoca Orgullo Vallekano. Este año se celebró el 24 de junio y siente que tanto en la que estuvo ella como en la de este miércoles 28, hay una representación real de todas las disidencias. “Hay bloques para personas gordas, discapacitadas, racializadas…”, cuenta por teléfono.

Uge Sangil, presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), una de las entidades organizadoras del Orgullo, lamenta la distancia entre ellos y Orgullo Crítico. Conoce los reclamos y acepta algunos de ellos, pero siente que “ambos movimientos pueden convivir”, ya que todos tienen “el objetivo de los derechos humanos y el respeto por la diversidad”. Además, desde su perspectiva, las diferencias “son salvables” y está convencida de que “si se sentasen a hablar, se podrían solucionar los problemas”.

Tigra, por su parte, no sabe si esto es posible. “Durante este mes hay mucha solidaridad, mucho ‘el amor es amor’, logos y banderitas arcoíris, pero al final los mensajes que lanzan algunas empresas son contradictorios”, sentencia la vocal de Orgullo Crítico.

La mirada crítica en las periferias de la capital

La asociación Éboli LGTB, en Pinto, lanzó un comunicado el pasado 21 de junio en el que se desvinculaban por completo de todas las actividades promovidas por el gobierno de la localidad, una coalición del Partido Popular y Pinto Avanza. “No es congruente que hagamos la lectura del manifiesto cuando los dos partidos que nos gobiernan no nos apoyan como colectivo”, expone Abraham Febrer, presidente y fundador de la asociación, que añade que «no todo vale» cuando se trata de los derechos humanos.

Vallecas y Alcalá de Henares, entre otras, son dos zonas que también hacen una lectura crítica del MADO. “Como ambas coinciden, nos pareció importante apostar por orgullo de periferia y, en esta ocasión, priorizamos el de Alcalá”, cuenta Decimavilla, que acudió con No Binaries España a la manifestación propuesta por Alcalá Entiende.

Orgullo Vallekano quiere “recuperar la reivindicación alejados del capitalismo rosa”. “No queremos participar del pinkwashing que hace el MADO y las empresas de doble moral como el Corte Inglés, que puede patrocinar el orgullo y vender libros para ‘curar’ la homosexualidad”, inciden los activistas de la plataforma.

Celebraron su propia manifestación, el sábado 24 de junio, en un recorrido que abarca gran parte de la avenida de la Albufera, en el barrio de Vallecas, al sureste de Madrid. Quieren “un barrio educado y sensibilizado en la diversidad sexo afectiva y de género”, afirman desde la organización.

Para ellos, el MADO “ha perdido la capacidad de reacción frente a partidos políticos y tiene las manos atadas por las ayudas económicas”. La manifestación en Vallecas o la que convoca Orgullo Crítico, inciden, son espacios para “poder decir lo que realmente se opina de las cosas”, ya que, al ser colectivos completamente autogestionados, no “le deben nada a nadie”.

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Irene Vega Medina

Redactora en prácticas en la sección de Local desde febrero 2023, anteriormente en Planeta Futuro. Graduada en Lenguas Modernas Cultura y Comunicación, con un máster en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos, ambos en la Universidad Autónoma de Madrid. Cursó el máster de periodismo UAM-EL PAÍS con la promoción 2021-2023.

Fuente: https://elpais.com/espana/madrid/2023-06-28/orgullo-critico-otra-forma-de-luchar-por-los-derechos-lgbti-diferente-a-la-oficial-esta-muy-monopolizada-por-los-hombres-homosexuales.html

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Florida limita la enseñanza sobre género y orientación sexual en todos los grados

La Junta Estatal de Educación votó el miércoles a favor de prohibir a los maestros de secundaria y preparatoria de la Florida enseñar “intencionadamente” a los alumnos temas de orientación sexual e identidad de género, a menos que las lecciones formen parte de un curso de salud reproductiva o sean “expresamente exigidas” por las normas académicas del estado. Los maestros que hagan lo contrario podrían ser suspendidos les podrían revocar la licencia.

El comisionado de Educación Manny Díaz, responsable del Departamento de Educación de la Florida, dijo que la norma tiene por fin “aportar claridad” a los maestros sobre lo que pueden y no pueden enseñar sobre esos temas. La nueva norma va más allá de las leyes estatales de Derechos de los Padres en la Educación —apodadas por los críticos “no digas gay”— que prohíben la enseñanza sobre orientación sexual e identidad de género desde el jardín infantil hasta el tercer grado y en grados superiores en los casos en los que las lecciones no se consideren “apropiadas para la edad”.

También iría más allá de lo que los líderes legislativos republicanos han propuesto durante la el período de sesiones legislativas de 2023, que ampliaría las restricciones en el aula sobre esos temas hasta el octavo grado. La ley de Derechos de los Padres en la Educación, que el gobernador Ron DeSantis firmó el año pasado, ya llevó a algunos maestros a cuestionar si ciertas conversaciones son apropiadas como lecciones en el aula, ya que los temas LGBTQ+ están bajo intenso escrutinio de algunos legisladores republicanos, padres y grupos conservadores.

Poco después que la ley entró en vigor, la Junta la invocó para tomar medidas enérgicas contra las políticas escolares que afectan a las cuestiones LGBTQ+, incluyendo el uso de los baños y las protecciones para estudiantes que confían información personal a los empleados de la escuela sobre su orientación sexual e identidad de género. En otros casos, los distritos escolares han revocado otras políticas debido a la ley. Las escuelas del Condado Pasco, por ejemplo, citaron la ley cuando prohibieron las calcomanías de “espacio seguro” que muestran el apoyo a los estudiantes LGBTQ+.

La ley también fue el impulso para una disputa en curso entre DeSantis y Disney, que emitió una declaración el año pasado en oposición a las restricciones. Aunque la ley ha tenido un impacto en algunas políticas LGBTQ+ en algunos distritos, los partidarios de las restricciones dijeron que la ley está dirigida a la enseñanza en el aula, no a las conversaciones en torno a esos temas cuando surgen de forma natural.

A los críticos, sin embargo, les preocupa que la norma confunda aún más a los maestros y que su amplio lenguaje deje mucho a la interpretación.

Joe Saunders, director político senior de Equality Florida, preguntó durante el comentario público si se permitiría a los alumnos de 11no grado aprender sobre la histórica decisión de la Corte Suprema sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo en los cursos de gobierno y educación cívica.

Díaz dijo que a los maestros se les permitiría cubrir ese fallo de la Corte Suprema, pero dijo que habría una diferencia entre “hablar de casos de la Corte Suprema y tomar eso y luego entrar en algo más que es subjetivo y tratar de ampliarlo”.

El Departamento de Educación de la Florida está revisando las normas académicas y los libros de texto de Educación Cívica del estado, que tendrían que ser seguidos por los maestros para cumplir los requisitos de instrucción sobre orientación sexual e identidad de género.

Varias mujeres del grupo conservador Moms for Liberty hablaron en apoyo del proyecto de ley, diciendo que fomentará que las discusiones sobre esos temas se produzcan en casa, no en la escuela. Como resultado, dijeron, la norma fortalecerá las relaciones entre los estudiantes y sus padres.

Cuando la norma se propuso inicialmente hace un mes, la oficina de DeSantis mostró su apoyo a las medidas enérgicas. “No hay ninguna razón para que la instrucción sobre orientación sexual o identidad de género forme parte de la educación básica pública.

Punto”, dijo el secretario de prensa de DeSantis Bryan Griffin.

Read more at: https://www.elnuevoherald.com/noticias/educacion/article274496831.html#storylink=cpy

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España: Las mujeres trabajan gratis 96 días al año en Andalucía, según denuncia CCOO

CCOO de Andalucía ha denunciado este jueves que las mujeres en Andalucía trabajan gratis 96 días al año, ya que la brecha salarial de género se sitúa de media en un 20,8%, lo que equivale a trabajar sin cobrar «desde septiembre hasta final de año”.

El sindicato ha presentado en rueda de prensa su informe anual sobre la situación sociolaboral de las mujeres trabajadoras en Andalucía, un informe que el Gabinete Técnico del sindicato elabora con motivo de la celebración del Día por la Igualdad Salarial, que tendrá lugar el próximo 22 de febrero.

La secretaria de la Mujer de CCOO, Patricia Laguna, el 55 % de las mujeres andaluzas cobra entre el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y la mitad de éste por lo que «es obvio que la subida del SMI, a quien más beneficia es a las mujeres”.

Se ha incrementado la brecha entre las mujeres menores de 34 años, que ha pasado del 14 al 28 %, motivo por el que CCOO reclama al Gobierno andaluz un plan de Empleo joven con especial atención a la mujer.

Según Laguna, la Reforma Laboral “ha tenido una incidencia positiva” reduciendo y mejorando la precariedad laboral de las mujeres, pero “la brecha sigue existiendo y es mayor entre mujeres más mayores», sobre todo porque las tareas de cuidados siguen recayendo principalmente en ellas, un dato que se dispara al llegar a los 65 años alcanzando el 43 %, fruto de la incoporación más tardía de la mujer al mundo laboral remunerado y de los trabajos peor cualificados y más parciales”.

Las mujeres que trabajan en el campo cobran de media por debajo de 5.000 euros anuales, según Laguna, quien ha añadido que este sector » además de ser temporal y precario, tiene una fuerte presencia de trabajadoras extracomunitarias, entre las que las brechas salariales se acrecientan».

Por su parte, la secretaria de Condiciones de Trabajo de CCOO de Andalucía, Yolanda Carrasco, ha alertado del fuerte impacto que la inflación y la reticencia de las empresas a subir salarios está teniendo entre las personas trabajadoras, especialmente entre las mujeres:

“Pese a las medidas sociales del Gobierno las empresas no suben los sueldos pero tampoco bajan los precios de los productos con la bajada del IVA, y eso hace que sigamos perdiendo poder adquisitivo mientras hay empresas, lo estamos viendo, que no paran de ver incrementar sus beneficios”, ha indicado Carrasco.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/vida/20230216/8762314/mujeres-trabajan-gratis-96-dias-ano-andalucia-denuncia-ccoo.html

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María Paula Tovar Navarrete: Los estudiantes patas arriba y la universidad del mundo al revés

 

ADVERTENCIA: Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia.

“El mundo al revés premia al revés: desprecia la honestidad, castiga el trabajo, recompensa la falta de escrúpulos y alimenta el canibalismo. Sus maestros calumnian la naturaleza, la injusticia, dicen, es la ley natural”. -Eduardo Galeano. Patas arriba la escuela del mundo al revés, Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1998.

Se ha evidenciado que en los últimos años las universidades del mundo al revés se han vuelto centros de vigilancia para que adquieran la supuesta “alta calidad” llenando registros y formatos donde los docentes y educadores del ejemplo deben “decir mentiras” para que el CNA (Consejo Nacional de Acreditación) les de la acreditación institucional y los respectivos registros calificados. Pero ¿Qué deben decir en los formatos para la aprobación de alta calidad? Son varias las falacias que se exigen. Con el simple hecho de que se afirme que las universidades públicas cuentan con un excelente bienestar universitario, que la infraestructura es adecuada según lo requieran las diferentes facultades y programas, a nivel investigativo, se dice que poseen grandes innovaciones científicas y académicas con semilleros y grupos de investigación, simultáneamente que los estudiantes tienen un alto nivel académico y finalmente se escribe en los formatos que para mejorar la convivencia y resolver los conflictos, las instituciones siguen los debidos procedimientos legales e institucionales y sin perjudicar a nadie.

Estas exigencias que “cumplen” las universidades del mundo al revés y que son exigidas por el CNA, pasan claramente por una violación a la autonomía universitaria, ya que se les demanda a las universidades cumplir con unos estándares para obtener la acreditación de alta calidad. El movimiento estudiantil luchó por la defensa de la autonomía universitaria, pero eso ya es cosa del pasado; ahora, las supuestas luchas van de la reivindicación a lo reaccionario, perdiendo cada vez más la autonomía, conllevándolos a la perdida de la libertad de catedra.

Las dos últimas exigencias – los niveles académicos de los estudiantes y la convivencia – refleja que las universidades del mundo al revés no hacen otra cosa que llenar de mentiras los formatos para obtener la acreditación, la aprobación y otorgación de los registros calificados.

La anti-academia y anti-ciencia en las universidades del mundo al revés
Desde hace unos tres o cuatro años, los niveles académicos en los estudiantes patas arriba han disminuido significativamente, y no me refiero a los resultados de las pruebas como el Ecaes o ahora saber pro (aunque siguen siendo resultados deficientes) o a los promedios y las calificaciones de los estudiantes patas arriba que mejoraron drásticamente, y no es casualidad que estas mejoras se hayan dado durante el confinamiento (2020-2021), donde el 90% de las clases se desarrollaron de manera virtual; sino que, esto es posible porque el “rigor” académico que existía antes disminuyó de manera descarada. Esto se puede evidenciar por varios factores: uno, es por la vigilancia constante a los profesores, donde se les exigía grabar sus clases (violación a la libertad de catedra), se les pedía que fueran flexibles, sin hacer parciales, pocas lecturas y que las que dejaban, muchos no las leían (esto se puede demostrar por la falta de participación y respuestas en las clases). Las consultas que hacían los estudiantes patas arriba se limitaban a ver videos en internet o consultar en Wikipedia la información para desarrollar trabajos; todo ello sumado a la falta de interacción en el aula.

Por otro lado, culminamos un año (2022) de lo que se llamó presencialidad después del confinamiento por la pandemia del Covid-19, es decir, tratar de retornar a la normalidad, pero las condiciones no han mejorado, por el contrario, han empeorado. Es ahora muy cuestionable que los profesores y profesoras dejen libros completos para que sus estudiantes patas arriba los lean – así suene irónico – que hagan parciales o dejen trabajos muy extensos, es decir, se les exija, porque según una gran cantidad de estudiantes patas arriba “no se les tiene en cuenta sus vidas y problemas personales”. Esto debe ser importante, pero no para disminuir el nivel académico, sino para que una buena política de bienestar universitario permita amenguar los problemas por los cuales atraviesan. Esto permitirá que haya una mejora en el rendimiento académico, pero la solución no puede ser bajar la exigencia académica para complacer el facilismo y la falta de compromiso.

Ahora es casi imposible que los estudiantes patas arriba vayan a charlas o conferencias para enriquecer sus niveles intelectuales o culturales, si van es por seguir a los educadores del ejemplo que promueven y hacen parte de una cultura puntistica. Solo les importa ir a charlas y conferencias como asistentes o conferencistas para mejorar sus hojas de vida e ingresar al mundo hostil de la academia (aunque sea una minoría quienes ingresen al mundo de la academia) ya poco van a la biblioteca, a teatro o ven buen cine, a los únicos conciertos que van son a los de reggaetón o a las fiestas insufribles de lo que llaman techno o electrónica.

¿Qué podemos esperar de toda una gran cantidad de jóvenes que poco o nada les interesa mejorar sus procesos de aprendizaje o académicos? No mucho realmente, por las condiciones económicas, políticas y sociales del país del sagrado corazón. En las universidades del mundo al revés, donde se supone deben ser los centros de pensamiento, de innovación y de desarrollo científico, ahora pululan las pseudociencias (si es que así se les puede llamar) como lo es la astrología, lectura de cartas, lectura de mano o tabaco, etc. Es increíble cómo estas tendencias se dan en centros donde se llevan a cabo procesos del método científico, análisis de las problemáticas sociales, económicas, políticas o culturales. Por eso es la universidad del mundo al revés.

Hasta el momento hemos visto la perdida de la libertad de catedra, siendo los profesores, profesoras y educadores del ejemplo vigilados desde la virtualidad y sometidos a disminuir sus exigencias académicas para satisfacer a los estudiantes patas arriba, a quienes van a engrosar las filas de la sociedad de la externalización.

Lo políticamente correcto como una forma de coartar la libertad de catedra
Por otro lado, existe una tendencia que parece inevitable de contener, la corrección política o lo que llamamos lo “políticamente correcto”, parece un pecado que efectivamente es condenable (por una supuesta justicia escandalosa) donde se pretende obligar a profesores y estudiantes a utilizar el lenguaje de género – mal llamado lenguaje inclusivo – tampoco pueden hacer críticas o cuestionar a movimientos “feministas”, lgbtq, a la teoría queer, porque inmediatamente se les acusa de intolerantes, machistas, misóginos, encubridores o encubridoras, y una gran infinidad de ocurrencias por el estilo. Así, estos movimientos o teorías legitimen cosas realmente intolerables debemos aceptarlas. De por sí, la academia ya ha aceptado estas nuevas tendencias y ha avalado estas teorías.

También se debe aceptar y no se puede cuestionar la imposición que trae una parte de la comunidad transgénero (trans o como también se denominan transmaricofeministas) – que, por supuesto tienen sus propias luchas y reivindicaciones válidas, como algo tan básico como la lucha por la vida – sin embargo, pretenden que la sociedad en su conjunto les acepte en muchas ocasiones como mujeres u hombres, en primera medida, como mujeres, negando y ocultando que la condición de la mujer es una cuestión histórica, social y de lucha, y no es como dicen en las paredes de las universidades del mundo al revés “Yo no soy lo que hay entre mis piernas”. Es cuestionable en cuanto muchas o muchos trans promueven el estereotipo de que ser mujer u hombre es netamente una cuestión corporal o una orientación sexual.

Quien cuestiona o critica esto, quien no se adapte a estos paradigmas que ha acarreado consigo la posmodernidad y el modelo neoliberal, será condenado o condenada a la exclusión social, al escarnio público y posteriormente, si es un académico o académica importante, caerá en las garras de quienes promueven la cultura de la cancelación. Para evitar esto, muchos educadores del ejemplo en las universidades del mundo al revés promueven estas tendencias, incitan a sus estudiantes patas arribas a que obliguen a sus colegas (profesores y profesoras) a ser “políticamente correctos”. Los maestros y maestras están ahora en una constante vigilancia, no solo por las directivas académicas, sino ahora por los estudiantes patas arriba. Muchos educadores del ejemplo promueven esta cultura fácil de atender los conflictos, promoviendo que se saquen comunicados anónimos, escraches sin ningún tipo de investigación, porque ahora todo es revictimizante o el escrache está avalado por una sentencia judicial.

El modelo neoliberal ha creado en las universidades del mundo al revés, una división y fragmentación en las organizaciones estudiantiles, ha agudizado los problemas en el modelo educativo, porque el neoliberalismo no solo busca la privatización de lo público llevándolos a la quiebra, sino que también es un actor homogeneizador de las sociedades. Al mismo tiempo nace la posmodernidad que permea las aulas y que promueven los educadores del ejemplo cuestionando y muchas veces invalidando teorías que ellos llaman los “metarrelatos” o “grandes relatos”, y promueven los debates y las discusiones únicamente desde el sentimiento y la emoción, propios del pensamiento individualista. Producto de esta combinación nacen los estudiantes patas arriba, a quienes no se les puede cuestionar nada porque hieren sus sentimientos (son los “ofendiditos y ofendiditas”).

Se le miente al CNA cuando las universidades del mundo al revés dicen que tratan sus conflictos por medio del dialogo y siguiendo “el debido proceso”, cuando la realidad es que los conflictos internos se tramitan por medio del miedo y del terror, avalando conductas extremadamente violentas y reaccionarias.

Finalmente, el 2022, transcurrió como un año donde estos problemas justificaron grandes injusticias, el movimiento estudiantil ya no lucha por presupuesto, bienestar, autonomía universitaria. Se demostró que no es necesaria la virtualidad para vigilar a profesores y profesoras. No fue cosa del confinamiento lo que disminuyó los niveles intelectuales, culturales y académicos de la comunidad estudiantil, es toda una tendencia, una promoción que pasa también por lo institucional donde se coarta la libertad de expresión, la libertad de catedra y se condena a quien piense diferente, todo ello producto del modelo neoliberal.

Por un 2023 donde la cultura universitaria cuestione y debata de manera informada y argumentada todo aquello que parezca ser cuestionable, donde se llenen los auditorios de conferencias, foros, charlas, se llenen los teatros y los cines, pero, sobre todo, donde se llenen las calles de dignidad defendiendo una universidad crítica, autónoma, debidamente financiada, científica, antiimperialista, anticapitalista y realmente antipatriarcal. No necesitamos universidades de altísima calidad con estudiantes de alta calidad, necesitamos universidades que promuevan en los estudiantes el pensamiento crítico y la actitud transformadora.

Fuente: https://rebelion.org/los-estudiantes-patas-arriba-y-la-universidad-del-mundo-al-reves/

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Jordi Collet, Jesús Soldevila-Pérez y Mila Naranjo: «Pensar que en un aula todo el mundo aprende lo mismo en el mismo momento es una idea feliz que debe eliminarse de raíz»

Por:

Entrevistamos a Jordi Collet, Jesús Soldevila-Pérez y Mila Naranjo, profesores de la Universidad de Vic y coeditores del libro Global inclusive education. Lessons from Spain, en el que participan varios expertos en la materia. La inclusión, sostienen, o es global o no será. «Los cambios en la escuela –explican– deben ir acompañados de los cambios en la cultura social. Si cambiamos la cultura social obligaremos a mover también la cultura política».

Hace unas semanas, la editorial británica Springers publicaba Global inclusive education. Lessons from Spain, un libro sobre educación inclusiva y justicia social que han coordinado tres profesores de la Universidad de Vic vinculados a los grupos de investigación GRAD y GREUV, que tienen una larga tradición en estos ámbitos de estudio. El prólogo lo firma el profesor británico Mel Ainscow, uno de los grandes referentes mundiales en educación inclusiva, quien recuerda varios episodios en sus visitas a España para concluir que la inclusión no va tanto de la introducción de nuevas técnicas o de cambios organizacionales como de contextos y procesos de aprendizaje social. El libro aborda las diferentes cuestiones desde la persepectiva del aula, la escuela y la comunidad, y cuenta con la participación de expertos de diversas universidades y centros de investigación como Gerardo Echeita, Ignacio Calderón, Dolores Forteza, Joan Jordi Muntaner, Odete Moliner, Ángeles Parrilla, Javier Onrubia, Martin Mills, Haira Gandolfi, Sara Joiko, Cecilia Simón o Kiki Messiou. Por el momento sólo se puede encontrar en inglés.

¿Qué aporta el concepto o perspectiva de “educación inclusiva global”?

Mila Naranjo. El concepto de Global Inclusive Education (GIE) se sustenta y fundamenta en la base de conceptos que dan cuenta de su carácter complejo y, a la vez, exigente con una determinada manera de concebir la inclusión educativa y, en consecuencia, la necesidad de trabajar de forma coherente e interconectada a varios niveles, ámbitos, agentes y dinámicas. La finalidad última del concepto de Global Inclusive Education es articular cinco dimensiones a la vez de análisis y de actuación, como herramienta para seguir avanzando de forma clara y contundente en la transformación profunda del ADN de la escuela y la educación en su camino hacia la equidad, la justicia y la inclusión.

¿Qué dimensiones?

MN. La GIE debe ser a la vez: a) Sistémica e intersistémica. Por decirlo de forma sintética, o es “global” o no se puede considerar inclusiva. De ahí la necesidad de considerarla en su dimensión global y, por tanto, de la interacción entre sistemas, del trabajo en red entre actores y de la orientación de estos hacia una reprogramación de la escuela basada en el software inclusivo. b) Vinculada. La inclusión no podrá considerarse dentro de cada sistema o actor de forma aislada o segmentada. c) Incrustada. Con esta dimensión queremos decir que la GIE debe poder teñir, orientar y configurar todos los contextos educativos y sus prácticas. d) Cualitativa. La GIE no puede ponerse (sólo) en términos de números, o de estadísticas, sino de calidad educativa. e) Sentido intrínseco (Ethos). El proceso de inclusión educativa no debería ser una cuestión de opinión, de posicionamiento, de estar «más o menos de acuerdo», es, ante todo, una cuestión de derechos y de «justicia social».

Definida y conceptualizada de este modo, la GIE pretende ubicarse en una determinada forma de entender la educación en sentido amplio y, a la vez, avanzar en determinados debates educativos que generan tensiones no resueltas o, incluso, incoherencias en la toma de decisiones tanto en las políticas, culturas y prácticas educativas que acaban siendo obstáculos en el camino hacia la inclusión.

¿La escuela catalana es inclusiva?

Jesús Soldevila-Pérez. No. Tanto en el contexto catalán como el estatal mientras siga habiendo centros de educación especial, itinerarios, aulas, programas y políticas pensadas y diseñadas para separar, no podemos hablar de que la escuela es inclusiva. Ahora bien, si entendemos la inclusión como debería entenderse, como un proceso, podemos decir que hay escuelas que caminan y que están llevando a cabo experiencias muy positivas e interesantes. Por tanto, yo diría: ¿el sistema educativo catalán y estatal es inclusivo? No todavía. ¿Hay escuelas inclusivas en Cataluña y en el resto del Estado? Sí, hay escuelas que trabajan y se esfuerzan por hacerlo realidad.

En este sentido, un poco lo que busca el libro va por ahí, ofrecer algunos elementos para repensar de manera crítica cómo funciona la escuela, destapar algunas de las gramáticas y lógicas que deben romperse, y aportar algunos instrumentos para construir una escuela más inclusiva y justa. Todo esto se propone de forma que puede ser útil tanto para una maestra como para personas del ámbito de la investigación.

Os remontáis muy atrás, 150 años, a la hora de analizar el origen de la lucha por una escuela inclusiva, que no segregue por razón de clase social, género, raza o necesidades especiales. Y, finalmente, situáis el origen de la lucha contra esta cuarta forma de exclusión en el informe Warnock (1978) y la Declaración de Salamanca (1994). De eso hace 44 y 28 años… ¿Por qué avanza todo tan lentamente?

Jordi Collet. La escuela es un dispositivo que funciona bastante bien para los niños y familias “medias” en contextos homogéneos, pero que tiene bastantes dificultades para atender diversidades de todo tipo por su propia inercia, funcionamiento, horario, currículum, forma de evaluación, etc. Por eso, tanto las y los propios docentes, como los movimientos pedagógicos y políticos que trabajan por una escuela inclusiva y justa, tienen dificultades para conseguir la inclusión real y efectiva de niños de clase trabajadora, de origen inmigrante, con altas capacidades, con diversidad funcional, etc.

JS. Como muy bien dice Jordi, el avance de la educación inclusiva no es ni será fácil debido a que la escuela fue diseñada para producir y reproducir desigualdades, clasificar y segregar. Además, estos docentes y movimientos que trabajan por una escuela inclusiva se ven obligados a obrar en un marco político y social que tiene más bien la tendencia contraria. Estamos hablando de un marco político y social, reforzado por el neoliberalismo, donde la exclusión es, además, un negocio y donde lo importante es el beneficio a cualquier precio dejando de lado la ética, el bien común y la solidaridad. Los cambios en la escuela deben ir acompañados de los cambios en la cultura social. Si cambiamos la cultura social obligaremos a mover también la cultura política.

La educación inclusiva no es ni será fácil debido a que la escuela fue diseñada para producir y reproducir desigualdades, clasificar y segregar

Así, ¿las principales barreras en la escuela inclusiva son de recursos o de “cultura”, como decía el informe del Síndic de Greuges? ¿Cuáles son las resistencias del sistema?

JS. La cuestión de los recursos es un tema muy controvertido en el sentido de que está claro que la apuesta por un sistema educativo de calidad requiere inversión en recursos, como el sistema sanitario. Pero lo más importante es que los recursos con los que proveemos el sistema educativo tengan un carácter inclusivo. Un recurso tan básico como puede ser uno o una maestra puede ser inclusivo o exclusor dependiendo de las funciones que se le atribuyan. Por tanto, el planteamiento de los recursos debe estar soportado por una buena cultura inclusiva. Por eso Booth y Ainscow sitúan las culturas en la base de las políticas y las prácticas cuando exponen los tres elementos necesarios para configurar un sistema educativo inclusivo.

Las culturas son muy importantes. Por muchos recursos que volcamos en el sistema, sin una cultura inclusiva no dejaremos de hablar de normalidad y diferencia como si no fueran lo mismo, no romperemos ciertas gramáticas y lógicas que rodean la escuela, no entenderemos que ir a la escuela que escoges es un derecho, no entenderemos que la escuela no debe ser una institución de selección y proveedora de mano de obra en el mercado de trabajo, etc. Éstas son de las principales resistencias del sistema.

Un recurso tan básico como una maestra puede ser inclusivo o exclusor dependiendo de las funciones que se le atribuyan; por tanto, el planteamiento de los recursos debe estar soportado por una buena cultura inclusiva

Me ha sorprendido la conexión que se hace en la obra entre lucha por la inclusión y movimiento anarquista, y con personas y experiencias como Ferrer i Guardia, Summerhill, Freire, Reggio Emilia… No puede haber gente proinclusiva y al mismo tiempo ideas ¿liberales o conservadoras? ¿Este vínculo que hace la obra no es, en cierta forma, excluyente?

JC. En la obra se expone que la lucha por la inclusión no está igualmente distribuida en el espectro ideológico. Y los ejemplos que se ponen tienen que ver con esta desigual distribución que, históricamente, ha caído hacia las izquierdas. Ahora, seguro que hay personas de todas las sensibilidades políticas que piensen que la escuela es mejor con niños y jóvenes diversos que una escuela homogénea. Y ésta es su riqueza.

MN. Efectivamente, puede haber personas proinclusivas en cualquier ideología. Sin embargo, lo que cambia es el trasfondo, la esencia que justifica el por qué de la inclusión, que puede defenderse por el bien individual de la persona concreta o por el bien común que supone una sociedad heterogénea y diversa. De ahí precisamente que cuando hablamos de procesos de inclusión no tengamos únicamente al individuo como foco, sino que deba adoptarse una perspectiva “global”.

En algunos capítulos se habla de racismo y clasismo, como factores que explican los elevados índices de escuelas segregadas. ¿Pero esos racismo y clasismo son sociales o de sistema educativo?

JC. Como explicaba Bourdieu, la escuela es un subsistema de la sociedad y, obviamente, no está al margen. Las dinámicas clasistas, racistas, sexistas, capacitistas, etc. que se observan en la cultura, el ocio, la vivienda, los medios de comunicación o las redes sociales, entre otros, no son ajenas a la escuela. Pero en la educación tienen un impacto muy importante porque reproducen desigualdades sociales, prejuicios y estereotipos que ya existían en las nuevas generaciones. Y, con ello, (re)producen identidades en las que se normalizan este tipo de perspectivas segregadoras.

MN. Comparto del todo lo que dice Jordi y, además, la escuela es un contexto privilegiado para romper con este fenómeno y para favorecer situaciones en las que se aborden de forma deliberada y explícita estas situaciones. Pero esto sólo será posible si, como sistema educativo, se eliminan las distintas segregaciones y desigualdades y sus efectos: las escuelas homogéneas por clase social, origen, etc.

Evaluar si vamos en la buena dirección parece extraordinariamente difícil, y creo que este es uno de los retos que identifica al final de la obra. ¿Cómo tomamos el pulso al sistema en lo que se refiere a la escuela inclusiva?

MN. Podríamos partir de dos parámetros que nos ofrecerían una visión bastante aproximada de lo que sucede actualmente en nuestro sistema educativo. En primer lugar, cuál ha sido la evolución en términos de plazas ofertadas y cubiertas en centros (escuelas e institutos) ordinarios, y en centros de educación especial (por no abordar el tema del paso de la etapa de primaria a la secundaria obligatoria). Y, en segundo lugar, escuchar las voces de los distintos integrantes de la comunidad educativa (y de la sociedad en general) respecto a este fenómeno. Seguro que emergería el tema de los recursos, pero ya ha comentado antes Jesús que cuando hablamos de los recursos debatimos muy poco sobre el uso (inclusivo o excluyente) que se hace.

No he acabado de entender la alusión que hizo a las propuestas de innovación educativa. Como si hubiera una innovación que entronca con el modelo inclusivo y otra con tendencias segregadoras… ¿Me lo puede aclarar?

JC. Generar procesos de innovación educativa que realmente transformen los tiempos, los espacios, las metodologías, las evaluaciones… de la escuela y que estos cambios sean inclusivos no es fácil. Algunas escuelas nos han empezado a señalar que, en ocasiones, en dinámicas muy interesantes como el trabajo por ambientes, por proyectos, por problemas, etc., determinado alumnado con ciertas dificultades para relacionarse o para trabajar en entornos más dinámicos puede quedar excluido. Por eso creemos que esta es una buena pregunta, ¿cómo hacer innovación inclusiva?

El alumnado con mayores dificultades puede quedar excluido de dinámicas muy interesantes como el trabajo por ambientes, por proyectos o por problemas; por eso creemos que ésta es una buena pregunta: ¿cómo hacer innovación inclusiva?

¿Es realmente factible un aula en la que los alumnos estén haciendo cosas muy distintas y al mismo tiempo aprendiendo juntos?

MN. Obviamente que sí. De hecho, pensar que en un aula todo el mundo aprende lo mismo en el mismo momento es una idea feliz que debe eliminarse de raíz. Precisamente por este motivo, y siguiendo a Tharp y otros, desde un punto de vista psicoeducativo tiene sentido poder diseñar y desarrollar contextos de actividad diversificada y conjunta, donde el alumnado realiza tareas distintas pero juntos. En este sentido, y desde una perspectiva más didáctica, el aprendizaje cooperativo, como decía el profesor Pere Pujolàs, posibilita que aprendan juntos alumnos, por muy diferentes que estén entre sí.

Déjeme acabar con unas preguntas algo largas, pero que intentan ser más terrenales. Empiezo: el conseller [catalán de Educación, Josep Gonzàlez-Cambray] hace meses que viene diciendo que debemos conseguir que los recursos acompañen al alumno a lo largo de toda su vida escolar, es decir, y eso ya es interpretación mía, que el alumno sea como ‘propietario’ del recurso y no sea el centro, el EAP, la inspección o quien sea quien ‘reparta’. ¿Crees que esto es viable y que va en la buena dirección?

JC. Probablemente, un replanteamiento en todos los soportes que, teóricamente, están al servicio del alumno pero que, por varios motivos, acaban siendo escasos, complejos de obtener, discontinuos en el tiempo, incoherentes entre sí, etc. es clave. Habrá que ver la letra pequeña de este planteamiento para que no suponga ni un aumento de la ya excesiva burocracia, ni la producción de un mercado de recursos y soportes.

En algún lugar del libro decís que en las escuelas está el alumnado legítimo y el que siempre está bajo sospecha. Seguro que habéis oído a algún docente diciendo, con toda la buena intención, aquello de “este niño estaría mejor atendido en otro tipo de centro”. ¿Qué le responderíais?

JS. Que esa falsa respuesta a la diversidad encuentra una de sus bases y fortalezas en la lógica de la sensibilidad. Desde la perspectiva del capacitismo se utiliza esta lógica para justificar las formas de atención y cuidado que se ofrecen a las personas que por sus condiciones se encuentran fuera de los límites de la preestablecida «normalidad». Así, cuando la magnitud de la dificultad, siempre atribuida al niño, supera lo que el maestro se representa dentro de los límites de su actuación, se considera que para poder dar respuesta se necesita un tratamiento y un maestro especial y, por tanto, se inicia la respuesta tradicional, histórica y sistémica de separar a la persona que no encaja en los parámetros de la pretendida “normalidad”. Así es cómo se normaliza y se legitima la respuesta a “la diversidad” de forma segregada.

Este fragmento que comentas aparece en el capítulo que he tenido el honor de escribir con Gerardo Echeita e Ignacio Calderón, donde explicamos que quien no se somete al dictamen de “normalidad” establecido por la institución escolar es segregado y hasta expulsado de ella y que, además, esto se hace usando el miedo, la ansiedad y la impotencia de las familias, que se encuentran en desventaja luchando por los derechos de sus hijos contra las fuerzas del sistema.

Quien no se somete al dictamen de «normalidad» de la institución escolar es segregado e incluso expulsado, y esto se hace usando el miedo, la ansiedad y la impotencia de las familias que se encuentran en desventaja contra las fuerzas del sistema

Una vez fui a un encuentro de docentes de centros de educación especial, en el que debían compartir ideas sobre estrategias de apoyo a la inclusión. La mayor parte del tiempo se le pasaron comentando las estrategias de contención cuando los alumnos que tenían se ponían violentos, con sus compañeros y con los propios maestros. Algunos de estos centros tenían una cámara, hermética y acolchada, para encerrar allí al alumno hasta que se calmara y no se autolesionara. ¿Este alumno puede ir a un centro ordinario sin que este centro disponga de este tipo de recurso?

JS. Lo que está clarísimo es que debe tener derecho a ir. Entonces hay que encontrar la mejor manera para que pueda estar, participar y aprender en situación de bienestar. Cuando he asistido a alguno de estos encuentros lo que percibes rápidamente es que hay mucha preocupación por la respuesta única y exclusivamente centrada en la persona, dejando al margen el contexto. Éste es un rasgo característico del modelo médico-rehabilitador. Fíjate que otro elemento muy significativo es que en estos encuentros se habla constantemente de terapia.

Desde el modelo social, se entiende que las situaciones siempre se dan en un contexto y que es sobre los elementos de ese contexto que podemos y debemos trabajar. Si un niño tiene trisomía 21 esto no es trabajable ni modificable, pero sí que podemos estudiar, analizar y transformar todas aquellas situaciones que puedan ser el detonante de la activación de una respuesta agresiva.

Una vez hablaba con una maestra de educación especial que, mientras hablaba conmigo, retenía, tomándolo por las muñecas, a un niño con diagnóstico de autismo. El niño, incómodo y angustiado por la situación, intentaba librarse de la maestra haciendo uso físico de la fuerza. Ante esto la maestra me decía: “¿Ves cómo es agresivo?”. Al librarlo y dejarlo moverse dejó de “ser agresivo”. ¿Es el niño agresivo entonces? Este mismo niño agredía a sus compañeros cuando entraba en el aula, porque les desconocía, la situación tenía varios elementos que le generaban angustia y la única forma comunicativa que tenía de manifestar su malestar, ya que no hablaba, era la agresión. Cuando estudiamos y eliminamos estos elementos, el niño empezó a estar en el aula con tranquilidad y bienestar.

Termino: hace poco tuve un debate con un padre de un niño con discapacidad, que también es maestro, a propósito de la idea de felicidad del alumno. Él aplaudía esta frase de una maestra de educación especial en una entrevista publicada en un diario: “La escuela inclusiva se basa en la premisa de que el alumnado es más feliz si convive en la diversidad, cognitiva y motivacional. Y esto, a menudo, es falso. El alumnado también necesita estar con iguales para sentirse bien y evolucionar, para poder estimularse entre sí. Lo reclama tanto quien tiene mayores capacidades como quien tiene más dificultades. La escuela debería ser más flexible y atrevida en cuanto a los agrupamientos del alumnado”. De hecho, muchas familias le aplaudirían basándose en su experiencia. ¿Cómo lo ve?

MN: Antes de abordar la respuesta quizá deberíamos recuperar cuál es la función de la educación escolar, que no es otra que promover el desarrollo social e individual de los niños. La cuestión, pues, sería «en una escuela donde reina la homogeneidad, ¿es posible promover el proceso de socialización?». La respuesta, obviamente, es que no. Si la sociedad, por definición, es diversa y heterogénea, no promoveremos sociedades inclusivas con agrupaciones guetificadas en las escuelas. Estos agrupamientos, de hecho, favorecen que posteriormente el alumnado sólo se vincule entre los mal llamados «iguales» y, por tanto, la idea de sociedad inclusiva desaparece de raíz. ¿Cómo pretender que una sociedad sea inclusiva si nos dedicamos a segregar en la propia escuela?

Si abordamos la pregunta desde una perspectiva única y exclusiva de la “felicidad del alumno”, el planteamiento sería analizar qué condiciones se están generando en el aula, en el centro educativo, para favorecer y facilitar el respeto a la diversidad y sobre todo, para promover el aprendJesus Soldevila, Mila Naranjo y Jordi Collet, con la cubierta del libro | Fotos cedidasizaje, no sólo de las competencias vinculadas a áreas curriculares específicas sino también y sobre todo, de competencias personales y sociales que se relacionan a factores de carácter más afectivo, emocional, motivacional y relacional, de forma que se garantice el bienestar de todo el alumnado, independientemente de sus características individuales.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2022/09/20/pensar-que-en-un-aula-todo-el-mundo-aprende-lo-mismo-en-el-mismo-momento-es-una-idea-feliz-que-debe-eliminarse-de-raiz/

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Infancias, género y adultocentrismo: invisibilidad, mandatos y violencias

Por: Florencia Difilippo

La autora de esta nota se pregunta: ¿qué valor le damos a las experiencias, existencias, percepciones y decisiones de lxs niñxs?

Vamos a comprar un juguete o una prenda de regalo, y quien nos atiende no podrá evitar hacernos la gran pregunta de rigor: “¿Es niño o niña?”. Si le decimos que eso no importa, quedará con una sensación de desconcierto, paseándose entre rosas y celestes, entre robots y bebés de plástico, sin saber específicamente qué ofrecernos.

Las infancias están marcadas por el género y es en ese momento vital, de tanta importancia, que ya, según el sexo asignado, se les exige que se comporten como nenas o varones; asumiendo y esperando “heterosexualidad” en todos los casos.

Según esta clasificación binaria, las infancias tendrán que vestir pollera o pantalón, hacer una fila u otra en los patios de las escuelas y actuar coherentemente con el sexo con el que han sido leídxs.

Si ven a una niña con otra niña, le preguntarán por su amiga y, si la ven con un niño, la interrogarán tal vez por su posible o presumido novio. Esto sigue sucediendo a lo largo de la vida, la “heterosexualidad obligatoria, lamentablemente, no se acaba con la niñez.

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(Imagen: Ana Medero)

Dirán que exageramos, pero merece especial atención y cuidado que normalicemos dar pistolas a los niños y cocinas a las niñas, naturalizando en ellas, a través del juego, las tareas de cuidado y, en los niños, la violencia. Los juegos refuerzan estereotipos y roles que son determinantes en las desigualdades de género. Sin embargo, pueden ser también herramientas de transformación que acerquen a las infancias a la creatividad, al entendimiento de lo colectivo y lo “común”; aquello que entienden muy bien, pero que lxs adultxs nos dedicamos de manera eficiente y sistemática a que lo desaprendan y lo olviden.

También podemos celebrar algunas victorias que se dan, en gran parte, en el terreno de la literatura. Ya no hay solo princesas en los cuentos que ofrecen las librerías. Proliferan ahora otras narrativas, que pretenden desmontar estereotipos y, muchas veces, visibilizar a las niñas y a las mujeres, otorgándoles un rol protagónico y no secundario como venía sucediendo.

Creemos que hemos avanzado muchísimo con las infancias y, desde luego, algunos pasos necesarios se han dado. A partir de la Convención de los Derechos del Niño, se ha consagrado al niño (y a la niña) como sujeto de derecho, a la doctrina de la protección integral frente a la de la situación irregular, que concebía al niñx como objeto de protección del Estado, de la sociedad y de la familia. Desde este cambio de paradigma, se ha ido progresando, en las legislaciones y en las prácticas judiciales, en darle lugar a las voces de las infancias. No obstante, queda mucho por conquistar y revertir en materia de derechos y de prácticas.

Consideramos que la niñez es la “preparación” para llegar a la adultez, una etapa de aprendizaje, de la cual nosotrxs poco y nada tenemos que aprender. Sin embargo, pese a ser desoídxs y discriminadxs, niñeces de todo el mundo alzan su voz, se organizan y participan de la vida comunitaria. Existen, por ejemplo, sindicatos de niñas, niños y adolescentes trabajadorxs en Perú, Bolivia, Colombia, Argentina, Chile, México, Guatemala, Ecuador y Venezuela, y a nivel regional, el Movimiento Latinoamericano y del Caribe de Niñas, Niños y Adolescentes Trabajadores (MOLACNATS).

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(Imagen: Fernando Bordón para La tinta)

Pero, ¿qué ocurre en lo cotidiano? En reuniones, en dinámicas familiares, en espacios públicos y privados, ¿qué valor le damos a las experiencias, existencias, percepciones y decisiones de lxs niñxs? Sus visiones, decisiones y deseos no tienen el mismo peso ni igual “seriedad” que las nuestras.

Vivimos en sociedades marcadas por un adultocentrismo que configura relaciones de asimetría y de poder entre el mundo adulto y las infancias, y a esto le damos muy poco lugar y relevancia a la hora de hablar de desigualdades. Así, se toma como punto de referencia al adulto y, más precisamente, al hombre adulto, blanco, cis, heterosexual y de clase media. Es él quien detenta el máximo lugar de privilegios, dando lugar, por consiguiente, a una serie de opresiones hacia el resto de sujetos.

Aquí (y no solo aquí) es que género e infancias se cruzan una y otra vez. Del mismo modo en que cuestionamos la subordinación de las mujeres a los hombres, debemos cuestionarnos la subordinación de la niñez al mundo adulto. Como decía Monique Wittig, “el pensamiento dominante se niega a analizarse a sí mismo para comprender aquello que lo pone en cuestión”. Es imprescindible y urgente ponernos en cuestión, reconocer el lugar de privilegio desde el cual nos vinculamos con las niñeces y comenzar a desentrañar todo aquello que nos hace ver a lxs adultxs como la única voz y existencia legítima.

Ahora mismo, nos resulta una obviedad que la historia ha sido escrita sin las mujeres, pero no tan evidente que las infancias prácticamente no aparecen en ella. Las niñeces también viven y sufren el cambio climático, la pobreza, los conflictos y las violencias estructurales. Estamos desoyéndolxs en nuestras propias casas, pero también en los lugares de toma de decisiones, perdiéndonos de su valioso aporte a nuestras vidas y al diseño de políticas públicas capaces de atender a sus necesidades.

Imagen de portada: Gentileza Equipo Extensionista UNC.

Fuente de la información:  La Tinta

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Rita Segato: el enfoque postcolonial en América Latina

Por: M.Phil. Heidi Venegas

El patriarcado es central para sostener todas las formas de desigualdad. Estamos experimentando una vuelta atrás, viviendo una guerra que se focaliza en el cuerpo de las mujeres, muy a pesar de que las mujeres no somos el antagonista bélico. Estamos cayendo en una trampa, nos dice Rita Segato, al ser interpelada a referirse al género como una ficción.

¿Cómo hacemos para cambiar esto? ¿Cómo hacemos para mover esto? Ese mandato femenino que es histórico, universal. ¿Por qué la historia no se ha movido? Y nos dice Rita, porque el Estado como forma institucional tiene el ADN patriarcal. Si queremos cambiar la historia, tenemos que volver la mirada hacia la voz de las mujeres. Es decir, tenemos que hacer política de otra forma. Recuperando formas de politicidad que la vida de las mujeres tenía y que perdió en el tránsito de la colonial-modernidad. Y muy importante tenemos que tomar en cuenta que es una forma no burocratizada, es decir, no es burocrática, como su principal característica.

Pensar en una humanidad de personas sería el ideal. El problema es cómo hacer ese camino cuando nuestros países son por ejemplo extremadamente racistas. En el Brasil del que tengo conocimiento de causa, los antagonistas de proyecto histórico, nos dijeron, pero para qué pedir cuotas (lucha por reserva de cupos) para los estudiantes negros en las mejores universidades públicas, si la raza no existe. No obstante, la raza es una representación que tiene un impacto en la vida de las personas. Lo mismo es con el género, tienen exactamente la misma estructura. La raza es la atribución de una biología a una desigualdad. El género es lo mismo sólo que con diferentes profundidades históricas.

Género y raza, tienen un impacto en la vida de las personas, en el acceso a recursos, a derechos, a educación, a salud, a vivienda. Entonces, cómo hacer ese balance entre nombrar sin consolidar esas asimetrías. Brasil es el país más africano después de Nigeria, mas de 80 millones de personas tienen ese trazo visible de la afrodescendencia pero ese trazo no se ve en la universidad. Si uno va a las universidades públicas de prestigio no se ve esa representación. Ahora está cambiando gracias a esa lucha que hemos dado por cuotas, por acciones afirmativas.

Entonces, nuestros antagonistas de proyecto histórico nos decían que no se debe nombrar la raza, porque si la nombramos hacemos nombrar algo que no existe. Pero si no la nombramos no podemos producir políticas públicas y hasta leyes capaces de transformar la realidad. Estamos frente a una trampa, evidentemente el género es una ficción, los tejidos con iguales —en mujeres y hombres-, los mismos y el cerebro igual, lo único diferente es la próstata.

La política es de los hombres, puede haber excepciones, pero ha sido un campo masculino. En la naturaleza no, en los primates por ejemplo puede ser una hembra la que lidera el grupo, hay transitividad.

Entonces, ¿cómo hacer para salir de la política patriarcal? Esa política que castiga todo lo que percibe como un desacato y que en nuestro continente se manifiesta de forma letal.

Fuente de la información e imagen: https://www.diarioextra.com

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