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La restauración conservadora llegó también a Brasil

Por: Emir Sader

El proceso de restauración conservadora, una contraofensiva de la derecha latinoamericana, llegó a Brasil de la forma menos esperada.

Con dificultades, Dilma Rousseff había logrado reelegirse, tras enfrentar una fuerte ofensiva de la derecha, pero no tuvo ninguna luna de miel. Desde el día siguiente fue blanco de intentos de reconteo de los votos, búsqueda de acusaciones de corrupción en contra de ella, ambos intentos fallidos. Hasta que la derecha cuajó esa vía del golpe parlamentario, como si Brasil fuera un país con régimen parlamentario, contando con el silencio cómplice del Judiciario. Y lo que tantos juzgaban imposible, por absurdo, se dio, haciendo que Brasil se sume a Argentina como eje de la restauración conservadora en Latinoamérica, aunque Brasil aparezca con un gobierno no elegido por el voto popular, sin el apoyo de la población y asediado por elecciones en 2 años más y por el fantasma del liderazgo de Lula.

El sueño de la derecha brasileña, desde 2002, se ha realizado. No bajo las formas anteriores que ensayó. No cuando intentó tumbar a Lula en 2005, con un impeachment, que no prosperó. No con los intentos electorales, en 2006, 2010, 2014, cuando fue derrotada. Ahora encuentra el atajo para interrumpir los gobiernos del PT, más ahora que seguiría perdiendo elecciones con Lula como próximo candidato.

Fue mediante un golpe blanco, para el cual los golpes de Honduras y Paraguay han servido como laboratorios. Derrotada en 4 elecciones sucesivas, y con el riesgo enorme de seguir siéndolo, la derecha buscó el atajo de un proceso de destitución sin ningún fundamento, contando con la traición del vicepresidente, elegido 2 veces con un programa, pero dispuesto a aplicar el programa derrotado 4 veces en las urnas.

Valiéndose de la mayoría parlamentaria elegida, en gran medida, con los recursos financieros recaudados por Eduardo Cunha, el unánimemente reconocido como el más corrupto entre todos los corruptos de la política brasileña, la derecha tumbó a una presidenta reelegida por 54 millones de brasileños, sin que se configurara ninguna razón para el impeachment.

Es la nueva forma que el golpe de la derecha asume en América Latina.

Es cierto que la democracia no tiene una larga tradición en Brasil. En las ultimas 9 décadas hubo solamente 3 presidentes civiles elegidos por el voto popular que han concluido sus mandatos. A lo largo de casi 3 décadas no hubo presidentes escogidos en elecciones democráticas. Cuatro presidentes civiles elegidos por voto popular no concluyeron sus mandatos.

No queda claro si la democracia o la dictadura son paréntesis en Brasil. Desde 1930, lo que es considerado el Brasil contemporáneo, con la revolución de Vargas, hubo prácticamente la mitad del tiempo con presidentes escogidos por el voto popular y la otra mitad, no. Mas, recientemente, Brasil había tenido 21 años de dictadura militar, más 5 años de gobierno de José Sarney, no elegido por el voto directo, sino por un Colegio Electoral nombrado por la dictadura —esto es, 26 años seguidos sin presidente elegido democráticamente—, seguidos por 26 años de elecciones presidenciales. Pero en este siglo, Brasil estaba viviendo una democracia con contenido social, aprobada por la mayoría de la población en 4 elecciones sucesivas. Justamente cuando la democracia empezó a ganar consistencia social, la derecha demostró que no la puede soportar.

Fue lo que pasó con el golpe blanco o institucional o parlamentario, pero golpe al fin y al cabo. En primer lugar porque no se ha configurado ninguna razón para terminar con el mandato de Dilma. En segundo, porque el vicepresidente, todavía como interino, empezó a poner en práctica no el programa con el cual había sido electo como vicepresidente, sino el programa derrotado 4 veces, 2 de ellas teniéndole a él como candidato a vicepresidente.

Es un verdadero asalto al poder por el bando de políticos corruptos más descalificados que Brasil haya conocido. Políticos derrotados sucesivamente se vuelven ministros, presidente de la Cámara de Diputados, lo cual no sería posible por el voto popular, solo por un golpe.

¿Qué es lo que le espera a Brasil ahora? En primer lugar, una inmensa crisis social. La economía, que ya venía en recesión hace por lo menos 3 años, sufrirá los efectos durísimos del peor ajuste fiscal que el país haya conocido. El fantasma de la estanflación se vuelve realidad. Un gobierno sin legitimidad popular, aplicando un duro ajuste en una economía en recesión va a producir la más grande crisis económica, social y política que el país haya conocido. El golpe no es el final de la crisis, sino su profundización.

Es una derrota, la conclusión del período político abierto con la primera victoria de Lula, en 2002. Pero, aun recuperando el Estado y la iniciativa que ello le propicia, la derecha brasileña tiene muy poca fuerza para consolidar su gobierno. Se enfrenta no solo a la crisis económica y social, sino también a un movimiento popular revigorizado y el liderazgo de Lula. Brasil se vuelve un escenario de grandes disputas de masa y políticas. El gobierno golpista intentará llegar al 2018 con el país deshecho, buscando prohibir a Lula como candidato y con mucha represión en contra de las movilizaciones populares. El movimiento popular tiene que reformular su estrategia y su plataforma, desarrollar formas a la vez amplias y combativas de movilización, para que el gobierno golpista sea un paréntesis más en la historia del país.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=216350

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El escenario regional después de Dilma

Por: Raúl Zibechi

La destitución de Dilma Rousseff por el Senado más conservador desde 1964 (año del golpe de Estado contra João Goulart) cierra el ciclo progresista que se inició con la asunción de Luiz Inacio Lula da Silva el primero de enero de 2003. Siendo Brasil el país más importante de la región y el que marca tendencias, estamos ante una inflexión irreversible en el corto plazo, donde las derechas conservadores imponen su agenda.

El panorama regional sudamericano aparece claramente dominado por la alianza entre el capital financiero, Estados Unidos y las derechas locales, que muestran un dinamismo difícil de acotar a corto plazo. Hay que remontarse a principios de la década de 1990 para encontrar un momento similar, pautado por el triunfo del Consenso de Washington, el auge del neoliberalismo y el derrumbe del bloque socialista.

Sin embargo, sería equivocado pensar que estamos volviendo al pasado, por más que algunos analistas crean que se están perdiendoconquistas. La realidad indica que la región camina hacia adelante pero, en lo inmediato, lo que tenemos enfrente no es la sociedad igualitaria y justa con la que soñamos, sino un inminente choque de trenes entre los de arriba y los de abajo, y luchas entre clases, razas, géneros y generaciones. Hacia ese desenlace va la humanidad, y ese es el futuro a mediano plazo que se avizora en la región.

En rigor, este panorama ya se venía perfilando desde hace varios años, cuando aún gobernaban los progresistas, por la creciente alianza de hecho entre las clases medias (viejas y nuevas) y los más ricos, en gran medida por el triunfo de la cultura consumista, despolitizadora y conservadora que impulsaron esos mismos gobiernos. Pero lo que importa, mirando hacia adelante, es el mentado choque de trenes.

Una nueva derecha se ha impuesto en la región. Una derecha que no tiene escrúpulos legalistas, que no está dispuesta a respetar los modos de las democracias, que pretende arrasar los sistemas educativo y de salud tal como los conocimos. En Brasil la nueva derecha ha puesto en pie el movimiento Escola Sem Partido, que ataca la educación pública, vapulea el legado de Paulo Freire y pretende controlar estrictamente a los docentes.

Habrá que volver con más detalle sobre este movimiento, que promueve la disociación entreeducar (responsabilidad de la familia y la Iglesia) e instruir (transmisión de conocimiento, que es la tarea de los profesores). Si los proyectos de ley que ingresaron al parlamento fueran aprobados, una porción de los docentes podría ser sancionada poradoctrinamiento ideológico, por hablar de la realidad del país, ya que en las aulas, pregonan, no debe existir la libertad de expresión. En esa realidad no sólo entra lo político, sino incluso la violencia contra las mujeres. Apenas una muestra de lo que viene.

Para comprender por dónde va la nueva derecha no hay que mirar atrás, o sea, el periodo de las dictaduras, sino a personajes como la primera ministra británica, Theresa May, quien asegura estar dispuesta a usar armas nucleares aunque le cuesten la vida a inocentes (The Guardian, 18/7/16). O como Hillary Clinton, que considera a Vladimir Putin el nuevo Hitler. No son declaraciones aisladas o fuera de contexto, es el estado de ánimo de las nuevas derechas, guerreristas, dispuestas a arrasar naciones enteras, como ya hicieron con media docena de países en Asia y Medio Oriente.

Para que haya choque de trenes tiene haber dos fuerzas antagónicas en disputa. Eso es lo que se viene perfilando en la región. Hemos recorrido las nuevas luchas estudiantiles y populares en Brasil (goo.gl/Bz9OBD), los movimientos que ganan protagonismo en Colombia (goo.gl/DfboIk) y las nuevas resistencias negras (goo.gl/GTQPzQ), entre otras.

A ellas deben sumarse la renovada fuerza del movimiento campesino en Paraguay; la resistencia al modelo soyero-minero en Argentina, y, en los últimos meses, al ajuste del gobierno de Macri; las importantes movilizaciones de las mujeres contra la violencia machista, como la realizada en Perú en agosto; la persistencia de los movimientos indígenas en Ecuador y Bolivia.

Se abren nuevas e imprevistas resistencias. En agosto hubo enormes movilizaciones en Chile, dos grandes marchas de más de un millón de personas contra el sistema privado de pensiones (Afp), y un cacerolazo, que anuncian el comienzo del fin de un sistema que fue la clave de la acumulación de capital en el régimen pospinochetista. Nueve de cada 10 jubilaciones son menores de 220 dólares, o sea, menos de 60 por ciento del salario mínimo, por lo que la población reclama el fin del sistema privado.

Lentamente se va abriendo paso entre los sectores populares la convicción de que la corrupción es sistémica, como el narco y los feminicidios, y que no importa si gobierna la derecha o la izquierda, porque las cosas seguirán más o menos igual. La prometida reforma educativa en Chile, que el Partido Comunista utilizó como argumento para abandonar la calle e ingresar al gobierno de Michelle Bachelet, se diluyó en las negociaciones con el empresariado y se sigue priorizando la enseñanza privada, como denuncia la nueva ofensiva estudiantil.

En esta etapa, el sistema no puede realizar reformas en favor de los pueblos, porque no tiene margen económico ni político. La economía funciona como una máquina que extrae, expropia y concentra los bienes comunes. La política se reduce a fuegos de artificio y deja paso, cada día con mayor evidencia, a la policía para dirimir los conflictos. La principal diferencia entre los colores que gobiernan es de velocidades en la aplicación de un modelo que no deja otra alternativa que la resistencia.

La destitución de Rousseff por un Senado infestado de corruptos podría ser la ocasión para reflexionar sobre la inconveniencia de seguir confiando en los mal llamados representantes, que están allí para devolver favores al capital, y apostar con mayor energía a la organización. Nadie lo hará por nosotros.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/09/02/opinion/020a2pol
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Alarmas de emergencia en Suramérica

Ilka Oliva Corado

“No está en juego mi mandato, sino el respeto a las urnas y a la voluntad soberana del pueblo,” palabras de Dilma en su defensa ante el Senado el día lunes 29 de agosto. Se puede estar de acuerdo o no con el gobierno de Dilma en Brasil, pero lo que debe ser condenable en absoluto es el Golpe a la democracia.

Dilma fue elegida por 54 millones y medio de brasileños en votaciones democráticas, y sacada de la presidencia por un grupo de senadores corruptos fieles a la embajada de Estados Unidos en Brasil. Fieles a las políticas de exclusión y al monopolio de las empresas trasnacionales.

No es una simple crisis política la que se vive en Brasil, es un asalto a la democracia; es el regreso de la impunidad y del neoliberalismo. Y no es por Dilma, que no nos engañen, no van por Dilma y no van por Lula; ellos van a cortar de tajo las políticas de inclusión y de igualdad social que fueron establecidas en ambos gobiernos. Ellos van para volver al retroceso y al empobrecimiento del país. Van por los avances logrados en materia de Derechos Humanos, salud, educación e infraestructura.

Visto desde cualquier ángulo e ideología, este Golpe a la democracia nos viene a recordar que Estados Unidos es capaz de todo para lograr dominar la región. Derrocar gobiernos totalmente democráticos (recientemente Lugo en Paraguay y Zelaya en Honduras). Nos recuerda que la oligarquía siempre estará a las órdenes del capital. Que unos cuántos están dispuestos a traicionar a su pueblo a cambio de la vergüenza de la estafa.

Lo podemos ver a cabalidad con Argentina, Macri que desde el primer día de su mandato echó a andar las políticas neoliberales que pidió Estados Unidos, en tres meses había logrado tirar por la borda los logros progresistas de 12 años. Aún así hemos visto que Cristina no ha desistido y sigue activa políticamente junto a las masas, junto al pueblo que no la ha abandonado. Sufre una evidente persecución junto a otros líderes políticos y Las Abuelas de la Plaza de Mayo. Milagro Sala es un presa política del gobierno de Macri y lo quieren hacer con Hebe, presidenta de Las Abuelas de la Plaza de Mayo. Y quieren ver a Cristina encarcelada también, pero no por ella, sino por los logros y por haber empoderado al pueblo.

¿Qué hará el pueblo brasileño? ¿Se dejará arrebatar los logros? ¿Permitirá que este grupo de corruptos desvalore su voto? ¿Dejará que vuelva el neoliberalismo al país? ¿Qué vuelva la hambruna, la violencia gubernamental, las minerías, la deforestación y los ecocidios? ¿La represión? ¿La miseria? ¿El clamor desde el terror? ¿El silencio y el espanto? ¿Qué Brasil retroceda 40 años?

Es abrumante el silencio de la mayoría de gobiernos de Latinoamérica ante este atraco a la democracia. Los gobiernos del mundo. Guardar silencio es sinónimo de encubrir y admitir una agresión de semejante magnitud a la libertad de decisión de un pueblo que fue a la urnas y eligió con autoridad y derecho, a conciencia. ¿Qué dice la OEA de todo esto? ¿Para qué existe la OEA entonces? ¿Por qué Estados Unidos no se ha pronunciado así como lo hace constantemente con Venezuela? Son evidencias claras que además de faltar el respeto a nuestra inteligencia natural, nos dicen con claridad que harán lo que quieran y cuando quieran. Y nosotros lo estamos permitiendo.

El mismo grupo de usurpadores y corruptos que sacó a Dilma con acusaciones falsas, porque no existe prueba alguna de lo que se le acusa, votará para destituirla. Es más que sabido que la decisión final será perpetrar de lleno el Golpe para que Temer y su grupo de atracadores, hagan de Brasil lo que ha sucedido con el resto de América Latina y sus gobiernos neoliberales. Quieren la cabeza de Dilma, de Lula y del Partido de los Trabajadores para darle un escarmiento al pueblo y hacerle entender a balas y a represión que la democracia no existe y que se hace lo que la derecha y Estados Unidos quieran. Pues ahora es que el pueblo brasileño debe demostrar de qué está hecho.

El nuevo modelo del Plan Cóndor va viento en popa, jueces que trabajan y deciden bajo órdenes de las empresas transnacionales, oligarquía nacional e internacional y Estados Unidos. Un puñado de estafadores que buscan su tajada a costa de la seguridad, la alegría y la vida de miles de brasileños.

La semana es decisiva, se encienden de nuevo las alarmas de emergencia en Suramérica. Un ataque por la espalda al gobierno de Evo Morales para desestabilizar el proyecto progresista del socialismo en la región; el asesinato de un vice ministro que también fue torturado por mineros en una muestra feroz de lo que es capaz de hacer la derecha boliviana para regresar al poder. Busca derrocar al gobierno popular de Evo que también fue elegido en votaciones democráticas; como Dilma, Correa, Maduro, Cristina, Chávez, Lugo, Pepe Mujica, Lula, Néstor, Zelaya.

Las fechas están relacionadas entre sí, con días de diferencia en Brasil, Venezuela y Bolivia, la injerencia de Estados Unidos busca cortar de raíz los gobiernos populares y progresistas de América del Sur. Un coletazo seguramente le llegará a Correa dentro de todo esto para después buscar tomarlo por la yugular e implementar medidas neoliberales en Ecuador.

Para el jueves 1ro de septiembre, en Venezuela la derecha y la embajada de Estados Unidos buscan crear de nuevo el caos en la población, algo a lo que han llamado “La toma de Caracas” que no anuncia ser una manifestación pacífica (la de la derecha nunca lo es) y se deja ver como la segunda versión de La masacre el puente Llaguno, como la del 11 de abril de 2002 con el Golpe de Estado que los grupos oligárquicos mundiales le quisieron dar a Hugo Chávez.

Un Golpe dirigido por el embajador de Estados Unidos en ese momento, Shapiro que encabezó la operación desde el brazo armado de la Policía Metropolitana y con la ayuda de la mediatización de los medios de comunicación oligárgicos en los que están Venevisión y Globovisión.

El gobierno de Maduro presentó en cadena nacional la noche del martes 29 de agosto, en Venezolana de Televisión el documental “Puente Llaguno: claves de una masacre” para recordar a la población lo que es capaz de hacer la derecha y Estados Unidos. Murieron 19 manifestantes tanto de ciudadanos afines al gobierno de Chávez como de opositores, más de 73 heridos de bala. Disparos en la cabeza, el rostro y el cuello. Francotiradores extranjeros que horas después de la revuelta salieron del país. Ubicados en puntos estratégicos en contubernio con los medios de comunicación de la oligarquía que encubrieron estos ataques y que manipularon imágenes y sonidos, para culpar a los manifestantes afines del gobierno de Chávez.

Gracias al periodismo independiente y a los medios de comunicación comunales se supo la verdad y se pudo realizar este documental con pruebas irrefutables de la emboscada que se tendió a Chávez desde la oligarquía; misma que ahora comandada por los mismos actores busca llenar de sangre nuevamente las calles de Venezuela. No han podido desde la Asamblea Nacional y no han podido con las mentiras de la OEA ni con el “clamor” de Estados Unidos, España, y de Uribe y secuaces que piden a gritos una intervención militar.

Que no nos engañen, no van por Maduro, como en el 2002 no fueron por Chávez, van por las políticas de inclusión. Van por la plusvalía; por el derecho a la educación, a la salud, a la vivienda, a la oportunidad del pueblo, de las masas. Van por esa enorme diferencia del 70% de pobreza en la que se encontraba Venezuela antes de Chávez y el 18% con el que se encuentra ahora. Después de Cuba, Venezuela es el país con más igualdad social en América Latina. De 4 de 10 niños que iban a la escuela antes de Chávez, ahora van 8 de 10. 1 de cada 9 va a la universidad. Esos son logros de la Revolución Chavista, que no nos engañen con la hambruna; lo que sí existe y es latente es la guerra económica contra el país. Más de 6 intentos de Golpe de Estado a Chávez y Maduro, y seguirán porque van por el pueblo; lo quieren de rodillas, muriendo de hambre, cansado, enajenado, sumiso, acabado.

Son innumerables los intentos de la oligarquía latinoamericana e internacional y de Estados Unidos por derrocar a los gobiernos progresistas de Suramérica. Tenemos que tener presente que están en juego muchas cosas: la voz y el voto de los pueblos que salieron a elegir en democracia. Los logros en políticas de inclusión que no se había visto en el continente por lo menos durante los últimos 40 desde que el Plan Cóndor arrasó con todo y las dictaduras nos llenaron de torturados, desaparecidos y presos políticos. La sangre que se derramó es nuestra Memoria Histórica, identidad y debe ser también nuestra dignidad.

Denunciar la injusticia deber ser nuestra obligación humana. En cuanto a Dilma, no hay duda alguna, ella no es culpable, no hay que esperar a que pasen los años y la historia la absuelva, es ahora cuando se debe pelear por lo que tanto ha costado restaurar. Hay un tejido social roto, hay secuelas de la opresión, hay niños con deseos de estudiar y jugar en libertad, tienen anhelos. Es por ellos, por ellos debe ser.

Mi respaldo absoluto a los presidentes progresistas de Suramérica que están viviendo el embate de la injusticia imperialista. Y mi lealtad a mi presidenta Dilma, mujer valiente, inteligente, humana y orgullo de la mujer latinoamericana. No pudieron con ella ni torturándola, mucho menos podrán ahora, es inquebrantable.

En cuanto a Venezuela, la toma de Caracas ya la hizo el pueblo el día que eligió a Hugo Chávez y a la Revolución Chavista, de ahí pal real…

Fuente del articulo: https://cronicasdeunainquilina.com/2016/08/30/alarmas-de-emergencia-en-suramerica/#more-5554

Fuente de la imagen: https://cronicasdeunainquilina.files.wordpress.com/2016/01/cropped-16676214378_8634fc78b3_o.jpg

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Entrevista con Leonardo Boff “No toleran que haya en el Atlántico Sur una potencia con autonomía, que no siga su dirección hegemónica”

América del Sur/Brasil/03 Septiembre 2016/Autor: Sergio Ferrari/Fuente: Rebelión

P: Brasil vive en los últimos meses profundos cambios institucionales. Un gobierno con sensibilidad social que ha sido revertido por mecanismos parlamentarios. ¿Cuál es su análisis?

Leonardo Boff (LB): La oligarquía brasilera, es decir esos 71 mil multimillonarios que controlan una gran parte de la riqueza nacional, nunca aceptó un obrero metalúrgico llegara a ser presidente. Toleraron a Lula porque no afectó su proceso de acumulación de riqueza y porque los proyectos sociales no interferían en su propia estrategia de acumulación. Pero cuando percibieron que después de 13 años de gobierno de Lula y de su seguidora, Dilma Rousseff, iba a consolidarse una política popular que benefició a 40 millones de personas, no lo aceptaron. Y decidieron interrumpir esa tendencia amenazadora para sus intereses de clase rica. Como no ganaron el gobierno mediante elecciones, optaron por el camino del golpe parlamentario. Atrás del mismo se alinean fuerzas conservadoras, partidos neoliberales, sectores de la justicia, la policía militar, una parte de la Corte Suprema y la prensa más conservadora de Rio de Janeiro y Sao Paulo.

Ofensiva reaccionaria, errores del campo progresista

P: Se aprovecharon de errores de altos funcionarios del Partido de los Trabajadores (PT)…

LB: Usaron como pretexto la participación de altos dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT) en hechos graves de corrupción en la empresa nacional de petróleo PETROBRAS. Y aprovecharon del contexto de la nueva crisis económica, consecuencia de una profunda crisis política. Todo esto creó el marco para destituir a la presidenta Dilma, que es una persona honrada a quien no se le puede imputar ningún crimen. Crearon la figura de “irresponsabilidad fiscal”, a la que los mejores especialistas de derecho y de la economía niegan fundamentos. Desde la destitución provisoria de Dilma asumió el ejecutivo el vicepresidente Michel Temer quien lanzó el programa “Un puente para el futuro” nutrido de un virulento neoliberalismo. El mismo privilegia el mercado y suprime muchos de las conquistas sociales alcanzadas durante el gobierno del PT.

P: ¿Con consecuencias también en el rol de Brasil a nivel internacional?

LB: En efecto. En el terreno internacional las iniciativas del ministro de relaciones exteriores brasilero buscan romper el MERCOSUR y alinearse a las potencias hegemónicas: Estados Unidos y Europa. Es la ofensiva neoliberal que comenzó con los golpes en Honduras (2009) y Paraguay (2012), y se prolongó con Mauricio Macri elegido en Argentina a fines del 2015. No hay que subestimar un importante elemento geopolítico: Brasil pertenece a los BRICS (junto con Rusia, India, China y Sudáfrica). China está penetrando furiosamente en América Latina, incluso en Brasil. Diría que está comenzando una nueva “guerra fría” entre China y los Estados Unidos. La cuestión para los Estados Unidos es cómo controlar a Brasil en tanto séptima economía mundial. No toleran que haya en el Atlántico Sur una potencia con autonomía en sus visiones, que no siga su dirección hegemónica. Por su dimensión geográfica –más de 8 millones de kilómetros cuadrados- y una población de más de 200 millones de habitantes, la importancia de Brasil en el concierto latinoamericano es significativa. Y puede pensarse que los rumbos que tome Brasil podrían indicar el camino de los demás países del continente. Por eso es muy trascendente analizar de muy cerca lo que va a pasar ahora, después de la destitución de Dilma. Decisión tomada por un Senado que cuenta con 81 miembros, de los cuales 49 están investigados por corrupción. Es paradójico: los que deberían ser juzgados son los que han juzgado a una persona honesta e inocente.

P: ¿En este complejo proceso brasilero, cuánto se debe a la ofensiva de la oligarquía y cuánto a fallas políticas cometidas por los gobiernos del PT?

LB: Se dieron varios errores del Partido de los Trabajadores. Para garantizar la gobernabilidad estableció alianzas con partidos conservadores y claramente corruptos. Fue descuidando la articulación orgánica con los movimientos sociales, exactamente la fuerza principal que llevó a Lula a la presidencia en 2002. No se dio continuidad a la formación política de las bases partidarias. No han realizado una concientización activa de los beneficiados por los proyectos sociales para que no fueran solo consumidores sino, y fundamentalmente, ciudadanos críticos. Cuadros importantes del PT han participado en varios niveles de corrupción. Todo esto ha desmoralizado, desgastado, la autoridad política del PT. Los sectores conservadores, aliados a los grandes grupos mediáticos, han explotado esta situación y crearon la identificación del PT con la corrupción, cuando había tantos o más corruptos en los otros partidos, todos denunciados en el proceso de PETROBRAS. Lamentablemente el PT nunca hizo una autocrítica pública de sus errores. El pueblo, con toda seguridad, iba a comprender la situación. Y hubiera continuado a darle su apoyo porque representa las conquistas políticas de los pobres y de los que durante siglos fueron marginados.

 

Recrear la solidaridad internacional con los movimientos sociales

P: ¿Ante esta nueva ofensiva los movimientos sociales brasileros corren mayores riesgos?

LB: El Congreso elitista y conservador busca afectar a esos movimientos. Ha aprobado una ley que los criminaliza como si fueran terroristas. Ya la aplicaron a algunos miembros del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST), el más crítico al sistema neoliberal y a la espantosa acumulación de tierras y riquezas que se da en Brasil. El MST constituye la oposición más sistemática y fuerte al rumbo neoliberal y antipopular del gobierno Temer.

P: ¿Cuál es el rol de la cooperación y de la solidaridad internacional en la actual coyuntura brasilera?

LB: Es muy importante implementar una articulación de los movimientos sociales brasileros con otros movimientos y ONG que en la escena internacional tienen una visión crítica hacia el actual modelo y apuestan a otro mundo posible y necesario. Conocemos el aporte significativo, por ejemplo, que E-CHANGER (INTERCAMBIAR)  y otras organizaciones suizas, europeas y de otras nacionalidades, han asegurado desde años en distintas regiones de Brasil. Pienso que es un momento esencial para promover una especie de diplomacia popular con intercambio de personas y de experiencias entre Suiza (Europa) y Brasil (Latinoamérica). Puede expresar una fuerza de resistencia. Y compartir la búsqueda de nuevos caminos alternativos a los actuales rumbos antisociales y privatizadores de los gobiernos neoliberales que vuelven a imponerse en nuestro continente.

P: No faltan en Europa  las voces que dicen que dado que Brasil es una potencia de primer nivel mundial la cooperación internacional debe retirarse.

LB: ¡Nada más falso! Insisto en lo que hemos dicho antes sobre la concentración brutal de la riqueza y de la existencia en Brasil de amplios sectores mayoritarios excluidos. Y mucho más si vemos la actual etapa que atraviesa mi país. Quiero insistir, por ejemplo, que E-CHANGER ha demostrado un fuerte sentido de solidaridad. Y sus cooperantes han demostrado siempre una gran capacidad de adaptación y encarnación en el mundo de los pobres. Se insertan sin problemas en los medios sociales más pobres y aportan mucho, con sus conocimientos y experiencias propias, a la búsqueda de soluciones a los problemas de los sectores más marginados. Siempre me ha impresionado el respeto profundo de esos cooper-actores suizos, en las comunidades más alejadas, a la escucha de la gente y evitando todo protagonismo. Son aliados importantes. Le aseguran a la gente con quienes trabajan la percepción que no está sola, sino que son actores reconocidos y respetados en el extranjero. Esa gente marginada siente que sus anhelos a mejoras son compartidos por muchos hermanos en el mundo. Sienten que sus vidas y experiencias llegan a otros pueblos y promueven oídos receptivos y más cooperación solidaria.

Conciencia ecológica creciente

P: ¿La coyuntura latinoamericana, con sus propias prioridades de política interna, así como la de Europa, con agendas propias -inmigración, terrorismo-, dejan en segundo plano otros temas trascendentes como el cambio climático?

LB: Constato una conciencia creciente de que la Tierra está enferma y que no podemos continuar en el rumbo actual porque puede llevarnos a un camino sin retorno. La gente siente en su propia piel los cambios climáticos. Los campesinos se dan cuenta que las aguas decrecen, que los agro tóxicos desbordan sus suelos, que el régimen de lluvias cambia radicalmente impactando negativamente en las cosechas. Esta conciencia extendida, sin embargo, no es compartida por los gobiernos, que son rehenes del sistema capitalista que necesita explotar al extremo los bienes y servicios de la naturaleza para permitir la acumulación de pocos. Más y más va quedando en evidencia que un planeta finito y limitado en sus “bondades” –al decir de los pueblos andinos- ya no soporta un proyecto infinito e ilimitado de enriquecimiento. La Tierra necesita un año y medio para reponer lo que extraemos en un año. Ya no es sostenible, y se manifiesta en el calentamiento global. Por primera vez en la COP21 de París, del año pasado, se llegó al consenso de hacer esfuerzos para limitar el calentamiento a 1,5 grados Celsius. Pero esa decisión consensual no es vinculante, de aplicación obligatoria. Y las naciones más grandes no asumen sus obligaciones…

P: Para terminar… ¿Cuál es el valor del paradigma del Hombre Nuevo, tan cercano a la reflexión y práctica política en los años setenta y que parece ahora diluirse conceptualmente?

LB: Estoy convencido, más que nunca, que debemos reinventar una forma nueva de habitar la Casa Común, tal como lo menciona el Papa Francisco en su Encíclica Laudato si. Esto exige reinventar una nueva forma de ser humano y de realizar la misión del hombre y de la mujer en tanto guardianes y cuidadores de la herencia sagrada que recibimos del universo o de Dios. “O cambiamos o vamos al encuentro de la oscuridad”, decía el gran historiador Eric Hobsbawm en su libro “La era de los extremos”. En otra parte de su libro dice: “O cambiamos o morimos”. Estoy convencido que al paradigma del poder como dominación – que es el eje del mundo moderno desde los últimos siglos- hay que oponerle el cuidado esencial y la responsabilidad colectiva por el futuro común de la Tierra y de la humanidad. Esto es lo que nos motivó a elaborar la Carta de la Tierra. Y que motiva al Papa a compartir su clara conciencia sobre “cómo cuidar la casa común”.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=216211&titular=%93no-toleran-que-haya-en-el-atl%E1ntico-sur-una-potencia-con-autonom%EDa-que-no-siga-

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La tragedia brasileña

Por: Atilio Boron

No está demás recordar que al capitalismo jamás le interesó la democracia: uno de sus principales teóricos, Friedrich von Hayek, decía que aquella era una simple “conveniencia”, admisible en la medida en que no interfiriese con el “libre mercado”, que es la no-negociable necesidad del sistema.

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Una banda de “malandros”, como canta el incisivo y premonitorio poema de Chico Buarque -“malandro oficial, malandro candidato a malandro federal, malandro con contrato, con corbata y capital”- acaba de consumar, desde su madriguera en el Palacio Legislativo de Brasil, un golpe de estado (mal llamado “blando”) en contra de la legítima y legal presidenta de Brasil Dilma Rousseff. Y decimos “mal llamado blando” porque como enseña la experiencia de este tipo de crímenes en países como Paraguay y Honduras, lo que invariablemente viene luego de esos derrocamientos es una salvaje represión para erradicar de la faz de la tierra cualquier tentativa de reconstrucción democrática. El tridente de la reacción: jueces, parlamentarios y medios de comunicación, todos corruptos hasta la médula, puso en marcha un proceso pseudo legal y claramente ilegítimo mediante el cual la democracia en Brasil, con sus deficiencias como cualquier otra, fue reemplazada por una descarada plutocracia animada por el sólo propósito de revertir el proceso iniciado en el 2002 con la elección de Luiz Inacio “Lula” da Silva a la presidencia. La voz de orden es retornar a la normalidad brasileña y poner a cada cual en su sitio: el “povao” admitiendo sin chistar su opresión y exclusión, y los ricos disfrutando de sus riquezas y privilegios sin temores a un desborde “populista” desde el Planalto. Por supuesto que esta conspiración contó con el apoyo y la bendición de Washington, que desde hacía años venía espiando, con aviesos propósitos, la correspondencia electrónica de Dilma y de distintos funcionarios del estado, además de Petrobras. No sólo eso: este triste episodio brasileño es un capítulo más de la contraofensiva estadounidense para acabar con los procesos progresistas y de izquierda que caracterizaron a varios países de la región desde finales del siglo pasado. Al inesperado triunfo de la derecha en la Argentina se le agrega ahora el manotazo propinado a la democracia en Brasil y la supresión de cualquier alternativa política en el Perú, donde el electorado tuvo que optar entre dos variantes de la derecha radical.

No está demás recordar que al capitalismo jamás le interesó la democracia: uno de sus principales teóricos, Friedrich von Hayek, decía que aquella era una simple “conveniencia”, admisible en la medida en que no interfiriese con el “libre mercado”, que es la no-negociable necesidad del sistema. Por eso era (y es) ingenuo esperar una “oposición leal” de los capitalistas y sus voceros políticos o intelectuales a un gobierno aún tan moderado como el de Dilma. De la tragedia brasileña se desprenden muchas lecciones, que deberán ser aprendidas y grabadas a fuego en nuestros países. Menciono apenas unas pocas. Primero, cualquier concesion a la derecha por parte de gobiernos de izquierda o progresistas sólo sirve para precipitar su ruina. Y el PT desde el mismo gobierno de Lula no cesó de incurrir en este error favoreciendo hasta lo indecible al capital financiero, a ciertos sectores industriales, al agronegocios y a los medios de comunicación más reaccionarios. Segundo, no olvidar que el proceso político no sólo transcurre por los canales institucionales del estado sino también por “la calle”, el turbulento mundo plebeyo. Y el PT, desde sus primeros años de gobierno, desmovilizó a sus militantes y simpatizantes y los redujo a la simple e inerme condición de base electoral. Cuando la derecha se lanzó a tomar el poder por asalto y Dilma se asomó al balcón del Palacio de Planalto esperando encontrar una multitud en su apoyo apenas si vió un pequeño puñado de descorazonados militantes, incapaces de resistir la violenta ofensiva “institucional” de la derecha. Tercero, las fuerzas progresistas y de izquierda no pueden caer otra vez en el error de apostar todas sus cartas exclusivamente en el juego democrático. No olvidar que para la derecha la democracia es sólo una opción táctica, fácilmente descartable. Por eso las fuerzas del cambio y la transformación social, ni hablar los sectores radicalmente reformistas o revolucionarios, tienen siempre que tener a mano “un plan B”, para enfrentar a las maniobras de la burguesía y el imperialismo que manejan a su antojo la institucionalidad y las normas del estado capitalista. Y esto supone la organización, movilización y educación política del vasto y heterogéneo conglomerado popular, cosa que el PT no hizo.

Conclusión: cuando se hable de la crisis de la democracia, una obviedad a esta altura de los acontecimientos, hay que señalar a los causantes de esta crisis. A la izquierda siempre se la acusó, con argumentos amañados, de no creer en la democracia. La evidencia histórica demuestra, en cambio, que quien ha cometido una serie de fríos asesinatos a la democracia, en todo el mundo, ha sido la derecha, que siempre se opondrá con todas la armas que estén a su alcance a cualquier proyecto encaminado a crear una buena sociedad y que no se arredrará si para lograrlo tiene que destruir un régimen democrático. Para los que tengan dudas allí están, en fechas recientes, los casos de Honduras, Paraguay, Brasil y, en Europa, Grecia. ¿Quién mató a la democracia en esos países? ¿Quiénes quieren matarla en Venezuela, Bolivia y Ecuador? ¿Quién la mató en Chile en 1973, en Indonesia en 1965, en el Congo Belga en 1961, en Irán en 1953 y en Guatemala en 1954?

Fuente: http://kaosenlared.net/la-tragedia-brasilena/

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Entrevista a Celso Amorim: «Un ALCA hoy sería un desastre»

28 Agosto 2016/Fuente:pagina12 /Autor:Martín Granovsky

Pregona una política exterior “activa y altiva” y cumple el lema para sí mismo. A los 74 años Celso Amorim, canciller de Lula durante sus ocho años de gobierno y ministro de Defensa de Dilma Rousseff en su primer mandato, forma parte de un grupo que asesora al secretario general de las Naciones Unidas en cuestiones de salud y crisis sanitarias. Pero se deja tiempo para la política y la investigación: mañana presentará su nuevo libro en lo que se promete ser un verdadero y accedió a un diálogo telefónico con este diario.

En medio del proceso anticonstitucional en marcha en Brasil, a las 19 en San Pablo Amorim dará una conferencia y firmará autógrafos en la primera página de su último libro, “Teherán, Ramallah y Doha, Memorias de una política exterior activa y altiva”. El acto será transmitido en streaming vía Internet por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, uno de los organizadores junto con el Instituto Lula, la Fundación Perseu Abramo del PT, el antigolpista Frente Brasil Popular, la Fundación Friedrich Ebert y el Grupo de Reflexión sobre Relaciones Internacionales.

–¿Michel Temer encabeza un gobierno golpista o interino?

–Prefiero evitar un problema semántico. Lo que pasó en Brasil es como si el cambio de Cristina a Mauricio Macri se hubiera dado sin una elección de por medio. Sin entrar en los aspectos técnicos, en mi opinión en la acusación contra Dilma Rousseff no es firme la sospecha de que cometió un delito de responsabilidad fiscal. Además, el mecanismo del impeachment no está hecho para cambiar un gobierno por otro de tendencia opositora. En un sistema presidencialista esa tarea le corresponde al pueblo cuando vota. Si no se pone en riesgo la legitimidad política en el sentido weberiano de la expresión. Cuando fue el impeachment al presidente Fernando Collor de Mello se generó un gran sentimiento de unión nacional. Hoy sucede lo contrario. No sé si el gobierno de Temer se va a sostener o no. Si se sostiene vamos a tener un período largo de dificultades. Justo estuve en los Estados Unidos cuando se produjo el proceso de juicio político a Richard Nixon, que renunció antes de que la Cámara de Representantes tratara su caso en el plenario, y el juicio a Bill Clinton, que no resultó culpable para el Senado. Nadie pensaba que un juicio político a Nixon tendría como resultado inmediato su reemplazo, sin elecciones, por George McGovern, un demócrata que se había opuesto a la guerra de Vietnam. Tampoco un juicio a Clinton sería para sustituirlo por el ultraconservador Jesse Helms. El cambio total de orientación político-ideológica no es el objetivo del impeachment.

–Los peritos del Senado dictaminaron en los últimos días que Dilma no cometió delito.

–Sí, fueron muy claros. En una de esas acusaciones ya se estableció que la Presidenta no tuvo ninguna participación. O sea que ni siquiera hubo una acción, ni buena ni mala. Las decisiones pasaron por debajo de ella y a través de funcionarios que se manejaron utilizando lo que creían eran las reglas.

–¿Qué cambió en la política exterior con la dupla Serra-Temer?

–Para desplegar una buena política exterior es bueno tener un gobierno con legitimidad y apoyo interno. Lula disfrutaba de ambas cosas, además de lo que significaba él mismo como símbolo: un tornero que llegó a Presidente. Era un gran aporte histórico. La visión de Lula sobre el mundo reconocía el rol que Brasil podía tener en la región y en el planeta no solo para defender sus propios intereses. También para ayudar a procesos de evolución en las relaciones internacionales. La gente dice a veces que el Mercosur fue un fracaso. Pero el Mercosur evolucionó. La integración se desarrolló. Se creó Unasur. Se creó la Celac. Cosas que no se habían visto en 200 años de vida independiente. Y Lula no lo hizo solo. Pese a dificultades, nunca fueron tan buenas las relaciones con los países sudamericanos. Manteniendo, siempre, la pluralidad ideológica. Con la Argentina obviamente las relaciones fueron buenas, pero también con Hugo Chávez y con Álvaro Uribe. Lo que muchos hoy no perciben es que la integración, y eso se ve ahora en Europa, no es solo un aumento de comercio.

–¿Qué otras cosas miden el nivel de integración, además del comercio?

–El esfuerzo para profundizar la paz y la cooperación, que es lo que siempre deseamos en América del Sur. Y más allá de la región esa visión del mundo nos permitió la aproximación con África y con los países árabes. Creamos el IBAS, el grupo de la India, Brasil y África del Sur. Los BRICS surgieron del deseo de Rusia y China de participar en el IBAS. Junto con la Argentina jugamos un rol importante en la negociación del G-20 comercial. Juntos resistimos al ALCA como un acuerdo que no nos servía y no porque fuera solo una cuestión de doctrina. No nos favorecería en agricultura y nos crearía dificultades por ejemplo en propiedad intelectual. Lo hicimos sin perder las buenas relaciones con Europa (creamos una asociación estratégica con ellos) y con los Estados Unidos. Lula y George Bush intercambiaron opiniones en Camp David. Participamos, en parte por pedido de Barack Obama, en las negociaciones con Irán, que demostraron que sí era posible lograr un acuerdo, como quedó demostrado dos años después. Teníamos una visión en el sentido de buscar un mundo cada vez más multipolar.

–Serra propuso, sin dar detalles, “flexibilizar el Mercosur”.

–En un mundo de grandes bloques lo peor que podemos hacer es debilitarnos. Puede ser que Serra cambie y que gire, pero si insiste en las declaraciones iniciales sobre la flexibilización del Mercosur debería saber que a largo plazo significa terminar con el Mercosur como lo que es, o sea un proyecto de unión y vocación. No puede ser solo un área de libre comercio sin significado político. A fines de los años ‘50 en Europa había dos proyectos. Uno, el mercado común europeo. Otro, el área europea de libre comercio. Ganó el primer proyecto. ¿Quién se acordaría de un área de libre comercio? Nadie. Las áreas de libre comercio van y vienen. La Unasur creó el Consejo de Defensa Sudamericano. Esas cosas valen mucho. Quedan.

–En sus diez directrices para los diplomáticos de Itamaraty, Serra dijo que no hará una diplomacia ideológica y menos una diplomacia al servicio de un solo partido. ¿Usted se sintió aludido como canciller de Lula durante ocho años?

–Es muy curioso. Cuando la derecha está en el poder dice que su diplomacia es de Estado. Cuando el centroizquierda gobierna, la derecha critica que la diplomacia es “ideológica”. Ideológico es siempre el otro, ¿no? El problema es que la derecha en el poder mantiene los intereses de siempre, los de la elite política y social, y los confunde con intereses del Estado. Pero lo que corresponde al Estado está en la Constitución brasileña. Allí figuran los principios de autodeterminación, de no intervención, de solución pacífica de las controversias y de integración latinoamericana. ¿Buscar la prosperidad por acuerdos bilaterales de libre comercio es de Estado y buscarla por negociaciones multilaterales en la OMC es ideológico? Poner el centro en la OMC no tiene nada de izquierda ni es partidista. Y criticar estas políticas supone pensar, equivocadamente, que firmar acuerdos es fácil. No. Es difícil. Es más fácil hablar que hacer.

–¿Qué opina del programa de Temer, “Un puente para el futuro”?

–Que es partidista. Representa los objetivos de las clases dominantes. Lo que hicimos nosotros, en cambio, tiene que ver con los intereses de la población brasileña: diseñar una visión más nacional, distribuir mejor el ingreso, buscar una política industrial propia…

–-En 2005 los países del Mercosur más Venezuela, que entonces no era miembro pleno, le pusieron una bolilla negra a la formación de un ALCA. ¿Deberían formarlo hoy? ¿La cumbre de Mar del Plata quedó vieja?

–Un ALCA hoy sería un desastre. Seguiría el criterio de los acuerdos de última generación como el TPP, el Trans-Pacific Partnership, con cláusulas inaceptables al menos para Brasil. Ya eran inaceptables incluso antes de Lula. Por ejemplo la forma de solucionar diferendos entre inversores extranjeros y el Estado.

–Fuera de Brasil.

–O las cláusulas sobre propiedad intelectual. Incluso en los Estados Unidos este tipo de acuerdo genera gran resistencia popular. El cuestionamiento es que están hechos para las multinacionales y no para los pueblos. Si eso es verdad en los Estados Unidos, imagínese lo que sería para nosotros. Volviendo a la cuestión del ALCA, en 2005 las negociaciones ya estaban paralizadas y la Cumbre de Mar del Plata puso la piedra final.

–¿Un acuerdo entre el Mercosur y los Estados Unidos sería posible?

–No tengo por qué excluir esa posibilidad. Pero en otras condiciones y con otras concesiones. Pensar en la resurrección del ALCA es un absurdo. Y para que se dé una negociación pragmática con los Estados Unidos antes debemos seguir trabajando en la diversificación de relaciones. Si no, se pagará un precio muy caro. Pero la capacidad de negociación será muy reducida si liquidamos la unión aduanera del Mercosur. Tabaré Vázquez dijo una vez: “Podemos tener alguna negociación comercial siempre que no vulnere el corazón del Mercosur”.

–Veo que sigue siendo muy mercosurista.

–Para una charla busqué números. En los últimos años el comercio intra-Mercosur se multiplicó por doce mientras el comercio mundial se multiplicaba por cuatro. Además, nos beneficiamos por el intercambio recíproco de productos de alto valor agregado. Pero los problemas deben ser resueltos en el diálogo y no con la subordinación de cada país a una potencia de fuera de la región.

–¿Qué habría que hacer hoy con la crisis venezolana?

–En el pasado países como la Argentina, Brasil y Chile jugaron un papel importante. Hoy hay pocos gobiernos que pueden ayudar a un diálogo, que es indispensable, entre el gobierno y las fuerzas políticas de oposición. Eso hicimos con el Grupo de Amigos de Venezuela en 2003. Lo formamos Brasil, Chile, España, los Estados Unidos, México y Portugal después del golpe de 2002. Y Chávez por supuesto estuvo de acuerdo. Hoy tenemos que hacer que se potencie la presencia de Unasur con la colaboración de ex presidentes y ex primeros ministros, como ya ocurre con Leonel Fernández de República Dominicana y José Luis Rodríguez Zapatero de España. El diálogo involucra concesiones de los dos lados. Chávez lo comprendió en su momento. Aceptó un referéndum revocatorio y admitió la presencia de observadores internacionales. Maduro es un presidente electo. Es un dato. Hay una oposición fuerte que tiene la mayoría en el Legislativo. Es otro dato. Es bueno que Maduro y la oposición dialoguen. La voz de Brasil está debilitada por la situación interna, pero lo menos no debe hacer sugerencias que empeoren el clima en Venezuela. Por suerte en esto veo una cierta prudencia, que se demostró en la actitud cauta durante la discusión de la Carta Democrática en la OEA.

–¿Brasil y la Argentina deberían integrarse a la Alianza del Pacífico? ¿Deberían ser observadores?

–Siempre se puede observar. Si el Mercosur en conjunto fuera observador sería muy bueno. Pero hay una cierta visión mistificada de la AP. Ellos comercian más con el Mercosur que con países de la propia alianza. Los cuatro tienen una actitud similar ante el comercio internacional. No incluyen normas sociales o de ventajas mutuas de residencia o seguridad social. Por otra parte es bueno recordar que ya tenemos acuerdos de libre comercio con todos salvo con México. Se lo propusimos en su momento a México y no quiso. Para decir la verdad, lo que menos me gusta de la AP es el nombre.

–¿Por qué?

–Alianza suena que uno está contra otros países. Como la OTAN. Tampoco me parece bien separar Atlántico de Pacífico. Con Lula, Néstor Kirchner y otros presidentes en su momento reforzamos la integración sudamericana con todos los gobiernos, con independencia de las afinidades políticas como el Perú de Alejandro Toledo. Buscamos unir al Atlántico y el Pacífico antes que separarlos. Estuve presente en Asunción cuando se creó el Mercosur en 1991. Luego, ya más cerca de la cumbre de Ouro Preto del 94 surgió una tendencia a buscar un acuerdo separado con el NAFTA. Pero le quiero terminar de responder su pregunta: ¿por qué integraríamos la AP si no estamos en el Pacífico? ¿Por qué buscar una vuelta si a nivel sudamericano tenemos un acuerdo, la Unasur? ¿Por qué aceptar reglas de comercio y servicios que no nos convienen?

–Usted hoy integra un organismo de la ONU sobre salud. ¿Qué efecto negativo tendrían las reglas comerciales usadas en el TPP en este sector?

–Ya participe de varias comisiones creadas por el secretario general de la ONU sobre el Ebola y sobre acceso a medicamentos. Esas reglas crean más restricciones a la posibilidad de acción autónoma de los países en desarrollo. Aumentarían las condicionalidades para fabricar genéricos y subirían los precios. La Argentina tiene una industria importante. Se perjudicaría.

–El libro que presentará habla de una política “activa y altiva”.

–No solo tener una visión reactiva ante la agenda internacional sino ayudar a crearla. No aceptar cosas que nos son impuestas y no corresponden con nuestros intereses. La visión contraria es la que pide un Brasil modesto, que en realidad significa un Brasil que se desentienda de la solución de grandes problemas internacionales. Brasil es más fuerte con la integración –de eso no hay duda– pero a la vez no desconozcamos que somos el quinto país en población y en territorio y el séptimo en economía. No podemos estar ausentes en los grandes problemas internacionales. Sería una posición subalterna. De la globalización uno no puede ocultarse. El problema es cómo estar en ella. Una variante es la pasiva. La otro es ser un país activo en la OMC, en la FAO, en la OMS, en América Latina, en los Brics, en la integración con los países árabes o en el G-20 financiero, donde con la ayuda de la Argentina y de Turquía logramos cambiar las cuotas dentro del FMI y el Banco Mundial. La creación del banco y del fondo de contingencia por parte de los Brics demostró que las alternativas son posibles.

–¿Tiene ya una prospectiva del mundo después del Brexit?

–Por lo pronto habrá una negociación más difícil entre Europa y el Mecosur, porque el Reino Unido era una fuerza que facilitaba en nuestro favor la liberalización comercial. Al revés de Francia. En general, ya estamos viendo una gran turbulencia en los mercados internacionales y existe la posibilidad de que eso profundice tendencias recesivas o a la no recuperación de las economías europeas. Mala señal, porque la demanda de los países de la UE es importante para nosotros. Me preocupa también la tendencia a un nacionalismo que no es el nuestro, es decir un instrumento de desarrollo, sino una vuelta al pasado en el sentido de extremar diferencias e intereses locales.

–¿El acuerdo entre el Mercosur y la UE no es un ALCA con Europa?

–No. El ALCA tenía una visión ideológica de cómo debía ser el mundo. Por eso es difícil, aunque no imposible, una negociación con los Estados Unidos. Con la UE no discutimos sede de solución de controversias ni propiedad intelectual. Solo formas de acceso a mercados.

–Embajador, si se hilvanan fenómenos diversos como la crisis en Venezuela, el apartamiento de Dilma en Brasil y el triunfo de Macri, ¿qué pasó en Sudamérica?

–Hablemos también de algo positivo como el acuerdo de paz en Colombia. Al final quedó demostrado que el diálogo era necesario. No podíamos intervenir pero sin duda podíamos facilitar las condiciones para un diálogo que condujera a la paz. Y entonces me pregunto: si fue posible un diálogo entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC después de tanta violencia, ¿cómo no van a ser posibles otros diálogos en otros países?

–¿Usted es de los que piensan que la nueva situación en Sudamérica es un producto de la influencia de los Estados Unidos?

–Trato de no quedarme con teorías conspirativas, aunque puedo decir, imitando a un humorista brasileño, que el hecho de que no sea paranoico no quiere decir que no me persigan. Cometimos muchos errores. En el caso de Brasil el sistema político privilegia al que tiene mucha plata e induce a la corrupción. Está bien que se investigue pero debe haber neutralidad. Demasiado dinero, demasiados partidos: mala combinación. Hay que cambiar el sistema político hacia uno más racional y compatible con los intereses del pueblo. De manera general diría que hubo varios factores que ya no están. Todos nuestros países aprovecharon el boom del crecimiento de China y ahora, en cambio, vivimos una situación contraria. Volvemos a Raúl Prebisch y su teoría del deterioro de los términos del intercambio. Y eso lleva a turbulencias. Una cosa es desarrollar una política social de distribución en ese contexto y otra es cuando las clases ricas sienten que van a perder mucho dinero. En el caso de Brasil también suceden algunas cosas raras: espionaje en la Petrobrás, en el sector de energía nuclear, en el sistema de promoción de exportaciones y en el Banco Nacional de Desarrollo. Muchos problemas son endógenos, nacionales, pero también hay una correlación entre el espionaje y algunas investigaciones. Hablo de la utilización de la pesquisa judicial, porque un Poder Judicial independiente es importante sobre todo si actúa de manera neutral. Me preocupa un Brasil con su empresa petrolera debilitada, con su energía nuclear en jaque y con fragilidades mayores en las empresas de construcción de obras públicas o en los instrumentos de promoción de exportaciones.

Fuente de la entrevista: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-303277-2016-07-03.html

Fuente de la imagen:  http://www.pagina12.com.ar/fotos/20160703/notas/na23fo01.

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Entrevista a Jorge Moreira : “La corrupción es la realidad inexorable de todos los países capitalistas”

14 Agosto 2016/Fuente: Resumen Latinoamericano / Rebelión Autora: Catherine Bryan 

Jorge de Brito Vital Moreira es profesor, escritor, sociólogo, filósofo y músico. Sus áreas de trabajo son el marxismo, la filosofía, la música y la crítica cultural (literatura, cine y música) de inspiración filosófica marxista (Manuel Sacristán, Fredric Jameson, Terry Eagleton, David Harvey, Darcy Ribeiro y Glauber Rocha).-Catherine Bryan.
¿Qué le parece si vamos directamente a la primera pregunta? ¿Cuál es su opinión acerca de la eliminación de Dilma Rousseff como presidenta de Brasil?
-Jorge Moreira. Dilma Rousseff fue reelegida presidenta de Brasil por la voluntad y deseo de 54 millones de brasileños. Por lo tanto, el alejamiento de Dilma de la presidencia por una banda de políticos ladrones y por organizaciones políticas mafiosas, es, sin duda, una nueva forma de golpe de estado contra el pueblo brasileño.-C. B. ¿Un nuevo tipo de golpe de estado?

-J.M. Sí. Para aquellos que todavía no están informados del golpe militar de 1964 impuesto al Brasil por el gobierno de Estados Unidos y sus súbditos brasileños, les debo aclarar: el entonces presidente de Brasil, João Goulart, constitucionalmente elegido por la mayoría de la población brasileña, fue depuesto y sometido al exilio político por un golpe de estado que estableció una dictadura militar en beneficio de los intereses económicos y políticos del imperio americano y de la élite brasileña antinacionalista. Esta dictadura, planificada y programada por los EE.UU., duró más de 20 años (1964 a 1986) e implementó en Brasil, la tortura, la desaparición y el asesinato de trabajadores del campo y la ciudad, maestros, estudiantes, líderes sindicales y políticos de la oposición, así como el cierre del Congreso brasileño, colocando sin efecto la constitución de Brasil.

-C. B. ¿Cuál es la diferencia entre el golpe militar de 1964 y este golpe de 2016?

-J. M. En el plano estructural (bajo las apariencias de la superficie), no hay diferencias significativas entre los dos golpes. En ambos casos, se trataba y se trata, por un lado, de dar continuidad al proyecto del imperialismo de los EE.UU., para saquear las riquezas de Brasil para el beneficio de las empresas multinacionales estadounidenses; y por otro lado, se trataba y se trata de imponer un modelo de dominación política para seguir defendiendo los intereses de la minoría privilegiada (en la actualidad, una oligarquía nacional e internacional de menos del 1% de la población) que domina y controla la mayor parte de la riqueza del planeta.

-C.B. Pero, ¿qué papel ha jugado la corrupción del Partido dos Trabalhadores (PT) y del ex presidente Luis Inácio da Silva (Lula) en el golpe de estado?

-J.M. La real corrupción del PT y de Lula es sólo uno de los factores del proceso que resultó en el golpe. La corrupción del PT es una especie de pretexto para el golpe articulado por los políticos corruptos del Partido do Movimento Democrático Brasileiro, PMDB (Michel Temer, Eduardo da Cunha, Renan Calheiros, el ex presidente José Sarney, etc.), del Partido da Social Democracia Brasileira, PSDB (Aécio Neves, José Serra, Geraldo Alckmin, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, etc.), por la Federación de las Industrias del Estado de São Paulo (FIESP), por la Red Globo de Televisión (de propiedad de la familia de Roberto Marinho), por la prensa corporativa de Brasil como las revistas Veja, Isto é, además del diario Folha de São Paulo . C.B. ¿Cuáles otros grupos participaron en el golpe de estado actual?El golpe también fue articulado por la mafia de los juristas asociada con el golpe y por el fundamentalismo protestante (los evangélicos) con el fin de cancelar, como ya he mencionado, la decisión de 54 millones de brasileños que votaron por la presidenta, Dilma Rousseff.

-C.B. Sí, he sido informada de que el Departamento de Justicia de Brasil está siendo cuestionado por sectores vinculados a los trabajadores del país por ser un instrumento para el beneficio de este golpe. ¿Qué opina de esta declaración?

-J.M. Creo que el cuestionamiento de los trabajadores del campo y de la ciudad (y de organizaciones vinculadas al trabajo) sobre el carácter corrupto y partidario de la “justicia brasileña” es algo esencial, necesario y fundamental. Las preguntas son: ¿Por qué las acusaciones y las pruebas contra el Aécio Neves (candidato del PSDB, que perdió las elecciones contra Dilma Rousseff) y contra el senador del PSDB, Antonio Anastasia, no son tomadas en cuenta por la Procuradoria Federal de la República (PFR) o por el Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil? ¿Por qué los fiscales y los jueces de la “Operación Jato” son incapaces de detener y poner en la cárcel a Eduardo Cunha y Aécio Neves, los símbolos de la corrupción en Brasil? ¿Por qué solamente los políticos del PT son castigados por el “sistema judicial brasileño”? ¿Cómo podemos creer en la “justicia brasileña”? Recientemente, Emanuel Cancella publicó un importante artículo sobre este tema en el periódico brasileño Tribuna da Imprensa … (1)

-C.B. ¿Tiene usted respuesta a esa pregunta que acaba de plantear: ¿Por qué solamente los políticos del PT son castigados por el “sistema judicial brasileño”?

-J.M. Por supuesto. Para mí, la respuesta es muy clara:

1) es debido a que el PT (a pesar de la corrupción y de la política reformista a favor del neoliberalismo), estaba a favor de mantener la propiedad estatal y nacional de la Petrobras y del Pré-Sal;

2) es debido a que el PT defendía la participación e integración de Brasil en el gobierno de los países que conforman los BRICS (la asociación económica, comercial e financiera entre Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica);

3) y es debido a que el gobierno del PT defendía la política de las organizaciones regionales anti-USA y anti-OEA, como el MERCOSUR, y las organizaciones articuladas por el presidente venezolano fallecido Hugo Chávez como la red de televisión regional (TELESUR), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), el Banco del Sur y otros.

Por lo tanto, debo repetir: el golpe ha sido implementado para el beneficio y el poder económico de la clase política nacional e internacional dominante (una minoría de menos del 1% de la población mundial). Creo que este es el momento apropiado para informar/recordar al público de esta entrevista que una de las noticias más censuradas entre 2014-2015 fue la siguiente: El 1% más rico del mundo tiene 50% de la riqueza mundial. Es decir, el 1% más rico de la población mundial ya tiene tanta riqueza como el resto combinado del 99%, según las proyecciones para el año 2016 de un estudio publicado por Oxford Committee for Famine Relief , Oxfam (Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre) una organización sin fines de lucro que tiene como objetivo eliminar la pobreza en el mundo (2). Así, afirmo que la lucha de clases en Brasil por la apropiación de la riqueza social en beneficio de esta minoría internacional y nacional es la noción marxista fundamental para revelar las verdaderas motivaciones para el golpe actual en Brasil.

La lucha de clases sociales (o la guerra entre clases) es la piedra de toque para, por una parte, explicar la lucha del gobierno de Estados Unidos (Barack Obama) para desestabilizar el Brasil con el fin de tomar posesión de Petrobras y del Pré-Sal; por otra parte, para explicar el plan de Estados Unidos para destruir los BRICS y el MERCOSUR, TELESUR, etc. Para ampliar este punto, me gustaría argumentar que el concepto de lucha de clases (o guerra de clases) tiene la capacidad de explicar, por ejemplo, la razón de la complicidad y sumisión del gobierno de derecha del presidente Mauricio Macri, de la Argentina, para defender los objetivos antinacionalistas y antidemocráticos de la administración de Barack Obama contra el pueblo de Argentina y de América Latina; para explicar, por ejemplo, la subordinación y la complicidad del gobierno servil del presidente Juan Manuel Santos de Colombia (y la subordinación de la Organización de Estados Americanos, OEA), para beneficiar los intereses geopolíticos de los EE.UU., o sea, para destruir el proceso de estabilización económica, social y política del gobierno popular del presidente Nicolás Maduro en Venezuela.

Como podemos observar, un objetivo fundamental de la geopolítica de los Estados Unidos es apropiarse del petróleo de Venezuela para entregar a las multinacionales tales como Chevron y otras del sector petrolero. El caso venezolano es aun más complejo que otros países, ya que el gobierno de Estados Unidos no podría tomar el poder político en Venezuela a través de un golpe de estado “blando” como se hizo contra el pueblo de Paraguay, o en contra de la población brasileña. En Venezuela, tendría que ser más parecido al golpe de estado llevado a cabo por los EE.UU. con la ayuda de los militares hondureños contra el gobierno del presidente Manuel Zelaya y contra el pueblo de Honduras. Sin embargo, creo que sería aun más difícil para el Departamento de Estado que sus ONGs sean capaces de corromper a los militares venezolanos para apoyar un golpe militar contra el pueblo de Venezuela.

-C.B. Volviendo a Brasil, usted ha mencionado que la corrupción del PT fue solo uno de los factores y un pretexto para el golpe de estado ejecutado por el PMDB, el PSDB, los grandes medios corporativos de información, y otros. Pero ¿cuáles son otros factores que cree usted que jugaron un papel decisivo en este proceso golpista?

-J.M. En el plano interno, el alejamiento de la presidenta Dilma está conectado, por un lado, al hecho de que el grupo de los políticos, de las organizaciones brasileñas y de hombres de negocios corruptos, quería cancelar la “Operación Lava Jato” debido a que continuar con la operación podría resultar en el encarcelamiento de ciertos miembros de esos grupos.

Por otro lado, los políticos corruptos del PMDB, del PSDB, la mafia de juristas asociada y los evangélicos no consiguieron evidencia para demostrar que Dilma estuvo involucrada en el caso de corrupción del PT. En cambio, los políticos que alejaron a Dilma de la presidencia y que ahora están “gobernando” el Brasil ilegalmente, tienen expedientes judiciales que demuestran cómo todos ellos estaban y están involucrados en corrupción activa y/o pasiva. Podemos mencionar, por ejemplo, las relaciones ilegales entre esos políticos y el conglomerado del estado de Bahía conocido como la OAS (la organización corrupta fundada por el ex gobernador Antônio Carlos Magalhães, el famoso “Toninho Perversidad” del partido Aliança Renovadora Nacional, ARENA); entre ellos y el conglomerado Norbert Odebrecht, incluyendo las empresas constructoras Camargo Correa y Andrade Gutierrez (3). Como lo demuestran los testimonios documentados contra estos políticos corruptos de la derecha, el golpe de estado se llevó a cabo con agenda secreta para evitar, como ya mencioné, que la “Operación Lava Jato” revelara sus crímenes y que la justicia pudiera castigarlos por los delitos de corrupción que cometieron.

-C.B. Bueno, ahora que usted ha mencionado factores internos, ¿cuáles son los factores externos del golpe de estado actual?

-J.M. Externamente (y ya lo he mencionado anteriormente), el actual golpe de estado de 2016 en Brasil fue, como el golpe militar en Brasil de 1964, planificado y coordinado por el gobierno de Estados Unidos, con la participación de la derecha brasileña, con el objetivo fundamental, en los dos casos, de apropiarse de la riqueza material y energética de Brasil.

Entre los indicadores de la asociación espuria actual están los datos sobre la conexión entre el vicepresidente Michel Temer (PMDB) y el abogado Sergio Moro (PSDB) con la Central Intelligence Agency (CIA), la tenebrosa organización estadounidense famosa por su participación sistemática en los delitos políticos tales como la organización de sabotaje y la promoción de los golpes de estado contra Brasil y los países de América Latina y del “Tercer Mundo” (4). Pero eso no es nuevo en la historia política de Brasil. En el pasado muy reciente, el ex presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, del PSDB, recibió dinero de la CIA, a través de la Organización Ford, para fundar y financiar el famoso Centro Brasileño de Análisis y Planificación (CEBRAP). Los datos de las relaciones entre Fernando Henrique Cardoso y la CIA se pueden encontrar en dos excelentes libros: el de Frances Stonor Saunders, y el de Brigitte Leoni Hersant (5).

También podríamos hacer referencia al plan interno brasileño y mencionar algunas de las pruebas de la corrupción que existen en contra de Fernando Henrique Cardoso durante el período en que él era el presidente de Brasil. Por ejemplo, el periodista Fernando Rodrigues publicó una brillante investigación sobre la compra de votos que llevó a la reelección de Fernando Henrique Cardoso. Después de la denuncia de este periodista, varios diputados (que vendieron sus votos) dimitieron de sus mandatos (6).

Por lo tanto, externamente, la novedad de este golpe de estado se encuentra en su asociación con las actuales estrategias geopolíticas de los Estados Unidos: contar con la complicidad y la traición de la derecha política brasileña para destruir el MERCOSUR y todas las instituciones autónomas e independientes que habrían sido inspiradas y organizadas por el liderazgo del difunto presidente Hugo Chávez y por el movimiento popular de izquierda de América Latina.

En resumen, podemos también observar que entre los objetivos económicos y geopolíticos de los EE.UU. de este golpe de estado en Brasil, se encuentra el desarrollo de una política estratégica para destruir la asociación de los países del BRICS. Entonces, en un sentido amplio, el plan de Estados Unidos es derrotar a los gobiernos de izquierda en América Latina a través de golpes (“blandos o duros”) como ya se ha visto en los golpes contra Honduras y contra Paraguay en este siglo XXI. También podríamos mencionar que los dos golpes de estado anteriores, implementados por los EE.UU en contra del gobierno del ex presidente Hugo Chávez, no tuvieron éxito.

Actualmente, los EE.UU. estaría planeando (con la activación del Comando Sur y con la ayuda del gobierno de Juan Manuel Santos de Colombia) invadir a Venezuela para destruir el gobierno nacionalista y popular del presidente Nicolás Maduro. Esta nueva forma de guerra de los EE.UU. contra los gobiernos de izquierda (o gobiernos “enemigos”) se puede nombrar, de acuerdo al periodista Pepe Escobar (y otros intelectuales internacionalistas lúcidos), de “guerra híbrida”. (7)

-C.B. En este punto, me gustaría preguntar ¿cómo se posiciona usted políticamente, considerando no solo la distancia sino su doble nacionalidad (brasileña y estadounidense), en relación a los partidos políticos brasileños: ¿Está usted afiliado al PT y se identifica con los gobiernos de Lula y/o de Dilma?

-J.M Antes de responder a su pregunta, debería colocar ciertas coordenadas espaciales y temporales, informándole que como brasileño, que estudió y vivió en México, y después, estudió y está viviendo en los Estados Unidos, nunca di mi voto a los candidatos de los partidos políticos brasileños como el PMDB, PSDB o el PT. En pocas palabras, nunca voté, en el pasado o en el presente, por Fernando Henrique Cardoso, del PSDB, ni por Lula del PT, ni por Dilma Rousseff.

También le informo que, como ciudadano estadounidense, nunca voté por candidatos del Partido Republicano o del Partido Demócrata, ya que la mayoría de sus representantes (los que son elegidos a la presidencia de Estados Unidos, al Senado, o a la Cámara de Representantes), tiene sus campañas políticas subvencionadas por el dinero de Wall Street, por el dinero de los grandes bancos estadounidenses, por el dinero de las grandes empresas y organizaciones tales como The American Israel Public Affairs Committee, el AIPAC (el Comité de Asuntos públicos Estados Unidos-Israel) y otras. Así, desde el punto de vista objetivo, casi todos los funcionarios del gobierno de Estados Unidos están a servicio de los intereses del gran capital que financian sus elecciones.

Debo resumir este punto declarando que estoy en contra de cualquier tipo de corrupción. Pienso que toda autoridad política corrupta de Brasil, de los EE.UU. o de cualquier otro país capitalista, debería ser punida criminalmente por un sistema legal verdaderamente democrático e igualitario.

Sin embargo, también soy forzado a reconocer que la corrupción es la realidad inexorable de todas las sociedades capitalistas; la corrupción es una realidad sistemática entre todas las clases dominantes, entre todos los partidos políticos de todos los países del sistema capitalista del planeta tierra.

En la España capitalista de hoy, por ejemplo, el rey Juan Carlos de Borbón, su familia real, sus instituciones franquistas, su iglesia católica, sus partidos políticos tradicionales, (como el PP, el PSOE y otros) han sido denunciados sistemáticamente por estar involucrados en escándalos de corrupción masiva. Pero la monarquía española, borbónica, franquista (con sus instituciones y sus medios corporativos capitalistas) y sus partidos políticos de derecha siguen viviendo en la misma impunidad de siempre.

Los Estados Unidos de América (EE.UU.) es uno de los extraordinarios ejemplos del sistema de corrupción y corruptor que modela el mundo contemporáneo. Los Estados Unidos es actualmente uno de los países donde hay uno de los mayores niveles de corrupción en todo el mundo. Y sin embargo, la media corporativa, las instituciones tradicionales y las autoridades gubernamentales de EE.UU. no permiten que la mayoría del pueblo estadounidense tome consciencia de lo que está pasando, por lo que seguirá promocionando la mitología que “los EE.UU. es la mayor democracia del mundo”, “los EE.UU. es el país que más respeta los derechos humanos de los individuos”…

Todo esto es mitología política como vemos, recientemente en el artículo del periodista David DeGraw titulado, “The Wall Street’s Pentagon Papers: Biggest Financial Scam In World History”, donde demuestra que el banco central de Estados Unidos (la Reserva Federal, FED) realizó un “backdoor bailout” (rescate secreto) con el dinero de los impuestos de los contribuyentes estadounidenses. Es decir, la Reserva Federal (FED) ha distribuido en secreto $12.3 TRILLION tax dollars, del dinero de los contribuyentes estadounidenses a un pequeño grupo de banqueros. (8)

Este gigantesco fraude ya fue denunciado anteriormente por el senador Bernie Sanders, (el actual candidato a la presidencia de los Estados Unidos). En diciembre de 2012, Sanders denunció la Reserva Federal y su presidente (Chairman), Ben Bernanke, al Senado de Estados Unidos, además de informarnos de lo ocurrido (de este gigantesco proceso de corrupción financiera) en su artículo “A Real Jaw-Dropper at the Federal Reserve” en el Huffington Post (9). 

En Brasil, la corrupción ha existido desde los tiempos de la colonización portuguesa y también ha sido ampliamente practicada en el siglo XX-XXI por los partidos políticos tradicionales, tales como la antigua Unión Democrática Nacional (UDN), y ARENA (el partido de la dictadura militar de 1964), por el PSDB, por el PMDB y muchas otras organizaciones, políticas, económicas, militares y religiosas del país.

En Brasil, la corrupción no es una característica única y exclusiva del Partido dos Trabajadores (PT). ¿Cómo olvidar, por ejemplo, que el ex presidente Fernando Collor de Mello fue elegido a la presidencia por una campaña política contra la corrupción (contra los “marajás” contra las “mordomias” en Brasil) y luego, finalmente, fue sometido a juicio político e impeached (impedido) por ser uno de los políticos más corruptos de nuestro país?

No tengo ninguna duda que el PT, Lula, y sus representantes políticos han practicado y promovido la corrupción y que se han beneficiado de la corrupción que han promovido. Sin embargo, estoy del lado de todos los analistas que han argumentado que hasta ahora, los líderes del golpe no han podido demostrar ni probar nada que sea legalmente sustancial contra la presidenta, Dilma Rousseff; y que todo lo que los estafadores afirman en contra de Dilma ha sido solo propaganda para justificar y legitimar el golpe de estado a través del proceso anti-constitucional de destitución de la presidenta.

Fuente de la entrevista: http://www.resumenlatinoamericano.org/2016/07/13/entrevista-al-sociologo-jorge-moreira-sobre-el-golpe-de-estado-en-brasil-i-la-corrupcion-es-la-realidad-inexorable-de-todos-los-paises-capitalistas/

Fuente de la imagen:  http://media.ws.irib.ir/image/4bk70a2732d88e9kfa_800C450.jpg

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