Page 1 of 7
1 2 3 7

Refugiados, desplazados y apátridas

El problema de las personas refugiadas, de las que buscan refugio huyendo de las guerras, del hambre, etc., no es un problema más y no es un problema nuevo

Según Antonio Guterres, alto comisionado de Naciones Unidas, se trata de “la crisis humanitaria más dramática a la que se ha enfrentado el mundo desde hace mucho tiempo”.

No es un problema nuevo. Durante el siglo pasado, a este grupo pertenecen por orden cronológico millones de rusos, centenares de miles de armenios, miles de húngaros, centenares de millares de alemanes y de medio millón de españoles…”

Hoy la historia se repite. Los desplazados y desplazadas no son europeos sino sirios, iraquíes, palestinos o saharauis, o de otros países asiáticos o africanos.
En pocos meses los gobiernos europeos han pasado de hablar de acogida a primar la expulsión de quienes buscan refugio.
Actualmente, en el año 2023 más de 110 millones de personas se han visto obligadas a huir. Las causas son diversas: guerras, hambrunas, el cambio del clima y la desigualdad social, etc., causas cada año más intensas y numerosas.

Los países con más desplazados son:

– Siria, el país con más de 10 años de guerra, 6,5 millones de desplazados y 600.000 muertos. (Aunque hoy, sin embargo, apenas se informa de ello.)
– Ucrania, con 6,5 millones de exiliados, 9600 muertos, 17500 heridos. 4,2 millones encontraron refugio, siendo en 2023 la nacionalidad con más acogidas
– Palestina es un caso especial. El número de desplazados externos es de 5,9 millones; pero, además de un desplazamiento que dura más de medio siglo, hay que sumar los desplazados internos, de modo especial los 2,7 millones encerrados en Gaza, sufriendo varios años de ataques con bombas de efectos terribles que han matado a más de 40.000 personas, en especial niños y personas indefensas. Hay que añadir la ocupación de Cisjordania, con más de 4 millones de palestinos sometidos al ejército y gobierno de Israel.
– Congo y Sudán son hoy países de los que no se habla, a pesar de que tienen una situación de conflictos causantes de miles de muertos y desplazados. Sudán del Sur fue primeramente un país que acogió a 220 000 personas que huían de las guerras de países próximos; pero ahora son más de medio millón los que huyen de Sudán del Sur por las guerras que abrasan el país.

Los muertos en el mar:

mediterraneo migraciones refugiados muerte urka lqsomos

Un aspecto de especial gravedad tanto por el número de muertos, cuanto por su forma de intentar el refugio, es el de los que perdieron sus esperanzas y sus vidas en el mar. En Europa, en el mar Mediterráneo y en el Atlántico han muerto más de 4000 personas buscando llegar a nuestro continente (sin contar los muertos desconocidos en el mar). En las aguas de Canarias murieron 1.109 personas.
La ruta de Libia y Túnez está siendo la más mortífera. Solo niños se cuentan más de 10.000. No existen números registrados… no se conoce el número de personas desaparecidas ¡¡¡no hay palabras!!!.

En España en 2023 hemos tenido 163000 solicitudes de asilo, un récord histórico. Las peticiones se han incrementado un 82% en relación al 2022. Aunque España ha mejorado en la tasa de asilo, un 16%, sigue siendo inferior a la media europea, un 38%.
En España las dificultades que tienen que superar para lograr solicitar el asilo son absolutamente vergonzosas. Para la solicitud les lleva entre 6 y 8 meses para conseguir que les den cita, solo un papel con su número para ser recibidos y poder exponer sus motivos y circunstancias por los que piden asilo.
Al respecto hay que señalar una clara discriminación entre la atención a los refugiados de Ucrania, y la de otros países como Nicaragua (un país con un gobierno muy represivo), o Venezuela, que 122.035 están pendientes de resolución. Hoy son los venezolanos y colombianos los que más intentan entrar en España.

La legalidad internacional se halla ahora sistemáticamente vulnerada por un buen número de países de una Unión que, hipócritamente, dice defenderla. Solo la política basada en los derechos de las personas representa una garantía de seguridad común. La historia del siglo XX ha demostrado, una y otra vez, que sin derechos no hay seguridad, sino abusos, violencia e inestabilidad, así como un incremento del poder de los traficantes y por ende, de la ilegalidad y la muerte.

Fuente de la información e imagen:  https://loquesomos.org

Comparte este contenido:

«¡Paren el mundo, me quiero bajar!»

Por Adolfo Pérez Esquivel
Hace varios años, no me acuerdo ni de los autores y actores de la vieja película “Paren el mundo, me quiero bajar”, con unos amigos comentábamos: “De acuerdo, pero… ¿a dónde vamos?”. En ese entonces, hace varias décadas, nos preocupaba la situación mundial, la Guerra de Vietnam, Argelia, los golpes de Estado; este planeta es nuestra casa común, no tenemos otra y la están destrozando día a día; el Apocalipsis no lo va a provocar una catástrofe natural, el ser humano busca su autodestrucción provocando guerras, hambre, discriminación, destrucción del medio ambiente y otras calamidades de las cuales no hay retorno.

El aquelarre de las guerras no tiene fin, el mundo sufre actualmente 25 guerras de alta y baja intensidad, conflictos armados en diversas regiones del mundo y las guerras silenciosas del hambre y la pandemia del Covid 19 con más de cinco millones de muertos hasta el momento.

Jorge Luis Borges decía: “No nos une el amor, sino el espanto”. Hay que optar por el amor y la vida o la bomba. No hay guerras justas y menos guerras santas, creo en las causas justas, toda guerra lleva en si destrucción y muerte y la sufren los pueblos, y dejan heridas y huellas del sufrimiento por varias generaciones. El Papa Francisco dice: “La guerra la hacen los gobiernos y la sufren los pobres y la gente”.

Estamos frente a una guerra que lleva más de un mes entre Ucrania y Rusia con las graves pérdidas de vidas, destrucción de ciudades, refugiados. Todos saben cómo comienzan las guerras, nadie sabe cómo terminan”.

 ¿Quiénes son responsables de la guerra? El otro es el culpable. Es la respuesta del otro, es la razón de la sinrazón. Es necesario “desarmar la razón armada” para construir la Paz, no como la ausencia del conflicto, sino restablecer relaciones de convivencia y respeto mutuo entre las personas y los pueblos.

Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique de España, envió una nota “urgente”. Se refiere a una reciente reunión del Consejo de Seguridad de la ONU convocada a pedido de Rusia que denuncia y presenta documentación de los laboratorios biológicos y químicos encontrados en Kiev financiado por el Pentágono y el Departamento de Estado de los EE.UU. sobre el programa de armas biológicas en Ucrania.

“Las Aves de destrucción Masiva”, documentación que muestra que el mundo está ante mentes siniestras que ponen en peligro a la humanidad. Voy a hacer una síntesis porque la situación es de tal gravedad que requiere un análisis sereno y profundo. EE.UU. niega en el Consejo de Seguridad de la ONU su responsabilidad y a la vez se opone a una investigación sobre los laboratorios de armas biológicas que financia. El gobierno de Ucrania es parte y cómplice de esa política siniestra. Preocupa en el mundo la posición de expresidentes de EE.UU. George Busch, Barak Obama, Donald Trumph y el actual Joe Biden, si desconocían la existencia de los 336 laboratorios. ¿Qué hicieron? ¿Tienen conciencia, valores éticos, responsabilidad de las consecuencias de los virus utilizando aves migratorias para contaminar y atacar a otros pueblos?

La guerra tiene muchos rostros que ocultan la crueldad tras máscaras de los intereses políticos, económicos y geopolíticos. Los medios hegemónicos de comunicación, la propaganda cómplice, vuelvo a señalar que la primera víctima de la guerra es la verdad, y la mentira es la madre de todas las violencias.

Los hechos confirman que el presidente Joen Biden no quiere la paz entre Rusia y Ucrania, tampoco la Unión Europea, ni la OTAN. Todos estos actores buscan incentivar el conflicto y pretenden apagar la guerra con más combustible; el envío de armas a Ucrania, imposiciones y sanciones económicas y censurar a los medios de comunicación de Rusia. ¿Europa olvidó la II Guerra Mundial, olvidó el Holocausto? Los gobiernos de occidente pretender tapar el sol con la mano censurando la cultura rusa, como a Dostoievski, Tolstoi, a sus artistas, científicos, deportistas y toda manifestación de ese pueblo.  No buscan caminos para solucionar el conflicto a través del diálogo.

Están arrastrando a la humanidad a una probable guerra nuclear que pondrá en peligro la existencia planetaria, a esto se suma la reciente denuncia de las “Aves de destrucción masiva” los laboratorios biológicos y químicos encontrados en Ucrania, que consisten en utilizar aves migratorias e inocularles virus, las aves son numeradas e identificadas para ser portadoras en otros continentes y descarguen los virus, enfermedades, epidemias como arma silenciosa y mortal.

“Paren el mundo me quiero bajar”, estamos aquí y ahora, los pueblos no son espectadores, son protagonistas de sus propias vidas y constructores de su propia historia, y deben enfrentar a grupos de poder económico, político, militar que buscan domina el mundo.

Exigir a Rusia y Ucrania parar la guerra, a los EEUU. UE. y la OTAN garantizar y desmantelar las bases militares que rodean a Rusia. La ONU debe despertar y actuar con coraje para lograr la Paz, no quedar paralizada por las grandes potencias y debe hacerlo antes que sea tarde.

Cuando termina la guerra no se alcanza la Paz, se necesita curar las heridas del cuerpo y del espíritu, generar condiciones de igualdad y derechos de vida justa, para reconstruir y construir junto a los pueblos víctimas de la violencia.

Creemos que Otro Mundo es Posible.

Nosotros los pueblos del mundo reclamamos el fin de la guerra y la construcción de la Paz. Es un derecho de toda la humanidad.

La rebelión de los estudiantes en París de Mayo del 68 decía “la imaginación al poder”, “Seamos realistas, pidamos lo imposible.”

Pidamos a la UNESCO convocar a una Asamblea General urgente frente a la situación que vive la humanidad reclamando el fin de la guerra y el diálogo para alcanzar solución al conflicto.

Sentar las bases para impulsar “Un nuevo contrato social”, frente a los desafíos de nuestro tiempo, los avances tecnológicos y científicos han revolucionado la vida y alterado la celeridad del tiempo, es necesario revisar y actualizar el camino para un nuevo amanecer de la humanidad.

Proponemos:

A los líderes religiosos en el mundo, unirse espiritualmente en la diversidad por la Vida y la Paz, proponer durante 3 días manifestarse en todos los lugares de culto, en monasterios, iglesias, templos, sinagogas, convocar a los pueblos a orar y pedir a Dios el fin de la guerra, repicar las campanas llamando a los gobernantes en el mundo poner fin a la guerra.

Que los una el amor y no el espanto.

Lo imposible, es posible, si unimos voluntades y rechazamos la violencia y las mentiras que buscan imponer el pensamiento único y el monocultivo de las mentes.

A los movimientos sindicales, trabajadores, campesinos, indígenas, a hombres y mujeres manifestarse por el fin de la guerra y alcanzar la Paz con Justicia. Poner en los frentes de las viviendas la bandera blanca y la de su país. Hacerse oír en todos los pueblos con cacerolazos, manifestaciones, instrumentos.

Escuelas y universidades, centros científicos e intelectuales izar la bandera blanca junto con la nacional.

Nosotros los pueblos del mundo nos movilizamos a través de redes sociales, medios alternativos y la resistencia cultural y la creatividad. Lo imposible es posible. Que no nos roben la vida y la Esperanza.

Fuente: https://serpaj.org.ar/?s=Paren+el+mundo

Adolfo Pérez Esquivel: Activista, profesor, escultor y pintor. Fundador de periódico Paz y Justicia. Preso político de la dictadura militar argentina, en 1980 recibió el Premio Nobel de la Paz por su trabajo en defensa de los derechos humanos y  del derecho a la libre autodeterminación de los pueblos. Entre otros cargos se desempeña como presidente del Consejo Honorario del Servicio Paz y Justicia en América Latina (SERPAJ); presidente honorario del SERPAJ de Argentina.

Comparte este contenido:

La educación en guerras, crisis y emergencias: un derecho que no puede esperar

En la actualidad hay 222 millones de niños y niñas en edad de escolarización que viven en contextos afectados por crisis humanitarias. Pero su derecho a la educación no puede retrasarse, no puede olvidarse, no puede esperar, porque ellos no pueden esperar. Una reunión de alto nivel reúne en Ginebra a líderes de todo el mundo para buscar soluciones y asegurar que todos los niños y niñas vayan a la escuela.

La educación es un derecho fundamental reconocido en el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH). Sin embargo, ese derecho, que habita básicamente en la infancia, está amenazado debido a conflictos, crisis climáticas o a la amenaza inminente de una recesión mundial.

En la actualidad hay 222 millones de niños y niñas en edad de escolarización que viven en contextos afectados por crisis humanitarias. Esta cifra ha ascendido exponencialmente desde los 75 millones que había en 2016, es decir un incremento de un 196 % en apenas seis años.

Con motivo de esta urgencia, las Naciones Unidas han organizado una Conferencia de alto nivel sobre Financiación de la ¨La educación no puede esperar¨ que se celebra este jueves y mañana viernes. El evento congregará en su sede Ginebra, en Suiza, a líderes llegados de todo el mundo. Su principal objetivo es conseguir que se asuman los compromisos necesarios para garantizar que todos los niños y niñas, sin importar su origen, accedan a una educación de calidad.

Noticias ONU ha hablado con Pilar Orenes, directora de EDUCO, una ONG de cooperación para el desarrollo y acción humanitaria, que está presente en 14 países, y participa en esta reunión, donde presentará el informe la Educación en Emergencias.

Pilar Orenes (centro), directora de EDUCO, visita una escuela en Cox Bazar, Bangladesh.
EDUCO
Pilar Orenes (centro), directora de EDUCO, visita una escuela en Cox Bazar, Bangladesh.

Disponer de un lugar seguro

“Cuando viajas a Cox Bazar (en Bangladesh), el campo de refugiados más grande del mundo, entiendes las necesidades de los conflictos que se perpetúan en el tiempo. Allí trabajamos mucho la situación socio emocional y la salud mental. Cuando hablamos de educación hablamos también de espacios seguros”, explica Orenes.

Como relata Nazar, de 14 años y víctima de la guerra en Ucrania en uno de los testimonios recogidos en el informe, “la guerra es frío, destrucción, separación y miedo. No sé qué pasará mañana, pero yo solo quiero volver a estar con mi padre y que se me pasen las pesadillas”.

Orenes observa que “durante una crisis, los niños, niñas y adolescentes necesitan un espacio donde sentirse seguros y protegidos, que les proporcione estabilidad, reduzca su nivel de estrés. También un lugar donde jugar, relacionarse, tener acceso a otros servicios como el agua potable o las instalaciones sanitarias.

Claramente, la educación salva vidas y por eso debe ser una de las prioridades en el marco de la ayuda humanitaria internacional.

Por qué importa la educación en emergencias

La educación es un derecho fundamental para el desarrollo humano y la erradicación de la pobreza. Los niños rara vez tienen una segunda oportunidad en la educación.

Esto es algo que ponen de manifiesto los testimonios recogidos en el informe de la ONG para explicar la urgencia de cumplir con este derecho, incluidas las situaciones de emergencia: “Mis padres y yo nos vimos obligados a dejar nuestra aldea para venir a Koro. Hombres armados venían regularmente a amenazarnos antes de llevarse nuestro ganado. Nuestras escuelas están cerradas y el pueblo está casi vacío porque nadie se siente seguro”, cuenta Adama, de ocho años, que sufre por el desplazamiento en Mali.

Fragmentos de proyectiles y balas recogidos en el recinto de una escuela en el óblast (región) de Donetsk (Ucrania).
© UNICEF/Ashley Gilbertson VII Photo
Fragmentos de proyectiles y balas recogidos en el recinto de una escuela en el óblast (región) de Donetsk (Ucrania).

La desigualdad de género, también está presente en las guerras

La desigualdad de género es otro de los elementos que analiza el informe. En él se destacan aspectos esenciales como la importancia de la enseñanza para prevenir el trabajo infantil, matrimonio infantil o las situaciones de trata.

Cuando las estructuras de estabilidad y seguridad se ven alteradas debido a una crisis, las niñas son especialmente vulnerables “Las mujeres y niñas tienen 2,5 veces más probabilidades de estar sin escolarizar que los chicos», denuncia Orenes.

Al carecer de las medidas de protección habituales, como la unidad familiar o el hogar, están más desprotegidas. «Son las primeras que tienen más riesgo a acceder a un matrimonio infantil o caer víctimas de trata«, añade. Así, las niñas en zonas de conflicto tienen un 90 % más de probabilidades de no terminar su educación básica.

Fondos insuficientes, Conferencia oportuna

Para Orentes, la reunión de alto nivel auspiciada por las Naciones Unidas es muy oportuna para destacar que lo que se está haciendo en materia de financiación “no es suficiente”.

“Hay que reconocer que han aumentado los fondos, pero también hay que reconocer que han aumentado las demandas y que en este momento son 222 millones de niños y niñas los que han visto interrumpida su educación, Se necesita invertir. Actualmente, sólo el 3% de los fondos que se destinan a ayuda humanitaria van destinados a educación. Lo que dice la Campaña Mundial por la Educación, de la que EDUCO forma parte, es que debería destinarse el 10%”.

Este reportaje ha sido producido por Leticia Álvarez Reguera del Centro de Información de las Naciones Unidas en Bruselas.

Fuente: https://news.un.org/es/story/2023/02/1518637

Comparte este contenido:

Más allá de la guerra en Ucrania: 7 millones de personas al borde de la inanición en Somalia

La entidad teme que el conflicto bélico en Ucrania haya «distraído» la atención de la situación del cuerno de África.

El hambre y la sequía en Somalia están destruyendo los medios de subsistencia en el país, según ha denunciado la organización World Vision, y han obligado a más de 800.000 personas a huir de sus hogares. Además, la entidad ha advertido de que más de siete millones se enfrentan a una grave inseguridad alimentaria.

demás, ha señalado que las previsiones indican que la crisis se agravará en los próximos meses, con una quinta temporada de lluvias fallida en todo el país.

«Se trata de la peor sequía en Somalia en 40 años. Más de 200.000 personas se encuentran a un paso de la hambruna y se calcula que 1,5 millones de niños y niñas somalíes menores de cinco años corren el riesgo de sufrir desnutrición aguda a finales de año», ha denunciado World Vision.

Según su director en Somalia, Tobias Oloo, en el país hay «muchos niños y niñas y a sus familias que han caminado durante días con la esperanza de llegar a zonas donde puedan acceder a alimentos para dar de comer a sus hijos hambrientos».

La organización, centrada en la infancia explica que millones de hogares somalíes, está luchando para hacer frente al aumento de los precios de los alimentos, mientras que la sequía ha diezmado las cosechas y el ganado, debilitando el poder adquisitivo de las familias. Al mismo tiempo, los niños y niñas desplazados están abandonando la escuela para emigrar o trabajar con el fin de ganarse su próxima comida.

Como ejemplo, la entidad pone a Soldana, de 15 años, que recibe 70 céntimos de dólar al día por hacer las tareas domésticas. «Lavo los platos y hago otras tareas durante todo el día, todos los días, porque tengo que llevar comida a mi familia. A veces es difícil conseguir trabajos. Algunos de los clientes son malas personas, te maltratan, sobre todo cuando eres una chica», ha declarado.

World Vision teme que el conflicto en Ucrania haya distraído la atención mundial de una crisis de hambre que lleva meses acelerándose en el Cuerno de África. El llamamiento humanitario de Somalia sigue estando significativamente infra financiado; sólo se ha proporcionado el 29% de los fondos necesarios para satisfacer las necesidades humanitarias.

«Sabemos por experiencia que los menores vulnerables son los que más sufren en situaciones de crisis. En la hambruna de Somalia de 2011, la mitad de las 250.000 personas que murieron eran niños y niñas menores de cinco años. Hacemos un llamamiento a la comunidad internacional para que dé prioridad inmediata a las vidas de millones de niños y niñas y sus familias que podrían correr el riesgo de morir de hambre. El momento de actuar es ahora», ha concluído Oloo.

Fuente: https://www.notimerica.com/sociedad/noticia-mas-alla-guerra-ucrania-millones-personas-borde-inanicion-somalia-20220813122545.html

Comparte este contenido:

Sobre la violencia (II)

Por: Leonardo Díaz

Emergen nuevas formas de pensar y sentir el mundo que terminan normativizándose y convirtiéndose en nuevos referentes de la conducta moral como son los valores de buscar la coexistencia pacífica en un proyecto de ciudadanía común.

La disminución histórica de la violencia, tesis sostenida por el científico Steven Pinker, parece inaceptable. El siglo XX nos dejó el estalinismo y el fascismo, dos grandes guerras mundiales, los genocidios de Camboya y de Ruanda, así como los regímenes sanguinarios de Latinoamérica. El siglo XXI es testigo de un conflicto en Ucrania y de otros menos mediáticos, pero con similar secuelas de víctimas.

Estos escenarios no parecen favorecer la tesis de que seamos más pacíficos que nuestros antepasados. Sin embargo, ¿hasta qué punto, como sostiene Pinker en su libro Los ángeles que llevamos dentro, nuestra percepción del problema se encuentra sesgada por la naturaleza de nuestra mente?

El autor afirma que calculamos la posibilidad de un acontecimiento a partir de la facilidad con que somos capaces de recordar casos concretos relacionados con el mismo. Las imágenes de violencia son más fáciles de recordar porque son reforzadas por los medios de difusión masiva, sean estos la televisión o las redes sociales. ¿Acaso el tiroteo de 50 niños en una escuela no recibe más promoción mediática que la implementación de un programa que estimule el aprendizaje en el mismo centro?

En el referido texto, Pinker realiza un análisis detenido de documentos fundamentales de nuestra civilización para mostrar los imaginarios de la violencia de épocas pasadas y defiende su tesis recurriendo a datos cuantitativos que comparan los índices de violencia en sociedades pasadas y actuales.

El autor agrega un interesante argumento para explicar la disminución de la violencia: la emergencia de una actitud más sensible hacia las prácticas agresivas normativizadas en el pasado, producto de nuestro proceso de pacificación. De la misma manera en que nuestros estándares educativos son más altos en la medida en que estamos más educados, nuestros criterios de vida pacífica son más exigentes en la medida en que nos hacemos menos violentos. Por ello, no aceptamos hoy prácticas agresivas que en el pasado eran institucionales: esclavizar a individuos de etnias distintas, violar a las niñas y a las mujeres, encerrar a personas con problemas cognitivos, o golpear con instrumentos a los niños.

Pinker muestra como nuestro razonamiento abstracto ha progresado históricamente, nuestra capacidad para razonar abstrayéndonos de los detalles concretos de la experiencia inmediata (efecto Flynn), lo que ha potenciado la posibilidad de trascender los localismos y comprender con mayor claridad valores universales.

En este sentido, apuntamos a un progreso moral al ser capaces de comprender relaciones y valores que eran ajenos a formas de conceptualización del pasado típicas de las moralidades tribales. Esto no significa un progreso moral rectilíneo -es obvio que hoy existen dichas moralidades y tienen gran influencia- sino un proceso mediante el cual emergen nuevas formas de pensar y sentir el mundo que terminan normativizándose y convirtiéndose en nuevos referentes de la conducta moral como son los valores de buscar la coexistencia pacífica en un proyecto de ciudadanía común, no maltratar a los animales o cuidar el medioambiente.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/sobre-la-violencia-ii-9073050.html

Comparte este contenido:

Argelia: «Nuestros niños saharauis viven un ambiente bélico, es angustioso»

Las familias que acogen a pequeños de los campamentos de Tindouf, en Argelia, ven con «angustia» y «preocupación» el actual conflicto en el Sáhara Occidental.

Pilar Guzmán no pudo ayer por la mañana recargar desde Zaragoza  el teléfono móvil de Mahyuba y Sukeina, dos chicas de 15 y 20 años, respectivamente, que viven en los campamentos de refugiados saharauis en Tindouf, en Argelia, y que han pasado con ella algunos veranos dentro del programa solidario ‘Vacaciones en paz’. Como consecuencia del conflicto que ha estallado en el Sáhara Occidental entre Marruecos y el Frente Polisario al romperse el alto el fuego vigente desde 1991, la tienda Butigon que utilizan para enviar ayuda a las familias ha cerrado su servicio temporalmente «por cuestiones del estado de alarma en los campamentos refugiados saharauis», anuncia en su página web.

«Es una angustia escuchar cómo nuestros niños saharauis viven en un ambiente bélico. Los campamentos están en Argelia, pero nos cuentan que se están quedado sin hombres y que los padres y hermanos se han ido. He estado cuatro veces allí y es como si tu tío o tu primo se fuera a la guerra. La preocupación crece cada día, porque también están cerrando tiendas y negocios», explicó Guzmán, de la asociación Um Draiga-Amigos del Pueblo Saharaui.

Cada semana suele hablar con Mahyuba y Sukeina, «porque aunque la cobertura es mala, siempre hay algún sitio con wifi o utilizan el de un vecino». Según señala, ahora teme que ni siquiera les pueda hacer algún envío de comida a nivel particular como ha venido haciendo desde que el cierre de fronteras por el virus dificultó la llegada de las caravanas humanitarias. «Mahyuba iba a venir a estudiar a España, pero la pandemia truncó su proyecto, que no sé si podremos retomar», lamentó.

La covid-19 obligó al Frente Polisario a suspender el programa solidario ‘Vacaciones en paz’ en España y en el que iban a llegar a Aragón unos 140 menores.

Asimismo, Jesús Maestro, también del colectivo Um Draiga, reconoce su temor a que algunos de los jóvenes con los que ha compartido veranos participen en algún levantamiento. El pasado sábado charló con uno de los primeros niños que acogió y que ya tiene 26 años. «Son jóvenes y están frustrados porque ven que no tienen futuro. Ahora, por un lado, sienten que su causa está centrado el interés internacional y esperan una reacción, pero, por otra parte, ha estallado un conflicto bélico que nadie quería».

Mientras, Elisabeth Ballester, que desde 2013 recibe en su casa a niños saharaui a través de la organización Arapaz-MPDL Aragón , se enteró este pasado lunes de que a Chaia, una chica de 13 años que ha pasado con ella tres veranos, la ha mandado su familia a Mauritania con su abuela. «Le escribí al Whatsapp a ella, como hago todas las semanas, y me contestó su padre que estaba en Mauritania. Supongo que la han querido poner a salvo. También me mandó un audio en español en el que me dice que hay mucha guerra, pero ningún muerto, y que todos están bien», explicó.

Uno de sus hijos, que también colabora en la iniciativa ‘Vacaciones en paz’, recibió hace ya unos días «un vídeo de una reunión en la que exhibían banderas». A la hasta ahora preocupación por las terribles consecuencias del coronavirus en los campamentos, se suma el estado de guerra. Las familias aragonesas confían en volver a encontrarse el próximo verano con sus niños saharauis.

Fuente: https://www.heraldo.es/noticias/aragon/2020/11/19/nuestros-ninos-saharauis-viven-un-ambiente-prebelico-aragon-1405975.html

Comparte este contenido:

Cómo cuidar de sí y de los demás en tiempos del coronavirus

Por: Leonardo Boff

Vivimos tiempos dramáticos bajo el ataque del coronavirus, una especie de guerra contra un enemigo invisible, contra el cual todo el arsenal destructivo de armas nucleares, químicas y biológicas fabricadas por los poderes militaristas son totalmente inútiles e incluso ridículas. El Micro (virus) está derrotando a lo Macro (nosotros).

Tenemos que cuidarnos personalmente y cuidar a los demás, para que podamos salvarnos juntos. Aquí no valen los valores de la cultura del capital, no la competencia, sino la cooperación, no la ganancia sino la vida, no la riqueza de unos pocos y la pobreza de las grandes mayorías, no la devastación de la naturaleza, sino su cuidado. Estamos en el mismo barco y sentimos que somos seres que dependemos unos de otros. Aquí todos somos iguales y con el mismo destino feliz o trágico.

¿Qué somos como humanos?

En estos momentos de aislamiento social forzado, tenemos la oportunidad de pensar sobre nosotros mismos y en lo que realmente somos. ¿Sabemos quiénes somos? ¿Cuál es nuestro lugar en el conjunto de seres? ¿Para qué existimos? ¿Por qué podemos ser infectados por el coronavirus e incluso morir? ¿Hacia dónde vamos? Al reflexionar sobre estas preguntas impostergables, vale la pena recordar a Blaise Pascal (+1662). Nadie mejor que él, matemático, filósofo y místico, para expresar el ser complejo que somos:

“Qué es el ser humano en la naturaleza? Una nada frente al infinito y un todo frente a la nada, un medio entre la nada y el todo, pero incapaz de ver la nada de donde viene y el infinito hacia dónde va” (Pensées § 72). En él se cruzan los cuatro infinitos: lo infinitamente pequeño, lo infinitamente grande, lo infinitamente complejo (Teilhard de Chardin) y lo infinitamente profundo.

En verdad no sabemos bien quien somos. O mejor, desconfiamos de alguna cosa en la medida en que vivimos y acumulamos experiencias. En uno somos muchos. Además de aquello que somos, existe en nosotros aquello que podemos ser: un manojo inagotable de virtualidades escondidas dentro de nosotros. Nuestro potencial es lo más seguro en nosotros. De ahí nuestra dificultad para construir una representación satisfactoria de quienes somos. Pero esto no nos exime de elaborar algunas claves de lectura que, de alguna manera, nos guíen en la búsqueda de lo que queremos y podemos ser.

En esta búsqueda el cuidado de sí mismo juega un papel decisivo. Especialmente en este momento dramático, cuando estamos expuestos a un enemigo invisible que puede matarnos o a través de nosotros causar la enfermedad o la muerte a los otros. En primer término, no es una mirada narcisista sobre el propio yo, lo cual lleva generalmente a no conocerse a sí mismo sino a identificarse con una imagen proyectada de uno mismo y, por lo tanto, alienada y alienante.

Fue el filósofo Michel Foucault quien, con su exhaustiva investigación Hermenéutica del sujeto (1984), trató de rescatar la tradición occidental del cuidado del sujeto, especialmente en los sabios de los siglos II/III, como Séneca, Marco Aurelio, Epicteto y otros. El gran lema era el famoso “gnôti seautón”: “conócete a ti mismo”. Este conocimiento no se entendía de una manera abstracta sino concreta: reconócete en lo que eres, trata de profundizar en ti mismo para descubrir tus potencialidades; trata de realizar lo que realmente eres.

Es importante afirmar en primer lugar que el ser humano es un sujeto y no una cosa. No es una sustancia constituida de una vez por todas (Foucault, Hermenéutica del sujeto, 2004), sino un nudo de relaciones siempre activo que, a través del juego de relaciones, se está construyendo continuamente. Nunca estamos listos, siempre nos estamos formando.

Todos los seres en el universo, según la nueva cosmología, tienen una cierta subjetividad porque siempre están relacionando e intercambiando información. Por eso tienen historia y un cierto nivel de conocimiento inscrito en su ADN. Este es un principio cosmológico universal. Pero el ser humano lleva a cabo su propia modalidad de este principio relacional, que es el hecho de ser un sujeto consciente y reflexivo. Sabe que sabe y sabe que no sabe y, para ser completos, no sabe que no sabe, como decía irónicamente Miguel de Unamuno.

Este nudo de relaciones se articula desde un centro, alrededor del cual organiza los sentimientos, ideas, sueños y proyecciones. Este centro es un yo, único e irrepetible. Representa, en el lenguaje del más sutil de todos los filósofos medievales, el franciscano Duns Scoto (+1203), la ultima solitudo entis, la última soledad del ser.

Esta soledad significa que el yo es insustituible e irrenunciable. Pero recordemos: debe entenderse en el contexto del nudo de relaciones dentro del proceso global de interdependencias, de modo que la soledad no sea la desconexión de los demás. Significa la singularidad y la especificidad inconfundible de cada uno. Por lo tanto, esta soledad es para la comunión, es estar solo en su identidad para poder estar con el otro diferente y ser uno-para-el-otro y con-el-otro. El yo nunca está solo.

Cuidar de sí: acogerse jovialmente

El cuidado de sí mismo implica, en primerísimo lugar, acogerse a sí mismo tal como se es, con las capacidades y las limitaciones que siempre nos acompañan. No con amargura como quien no consigue evitar o modificar su situación existencial, sino con jovialidad. Acoger la estatura, el rostro, el pelo, las piernas, pies, senos, la apariencia y modo de estar en el mundo, en resumen, acoger nuestro cuerpo.

Cuanto más nos aceptemos así como somos, menos clínicas de cirugía plástica necesitaremos. Con las características físicas que tenemos, debemos elaborar nuestra manera de ser y nuestra mise-en-scène en el mundo.

Podemos cuestionar la construcción artificial de una belleza fabricada que no está en consonancia con una belleza interior. Hay el riesgo de perder la luminosidad y sustituirla por una vacía apariencia de brillo.

Más importante es acoger los dones, las habilidades, el poder, el coeficiente de inteligencia intelectual, la capacidad emocional, el tipo de voluntad y de determinación con la que cada uno viene dotado. Y al mismo tiempo, sin resignación negativa, los límites del cuerpo, de la inteligencia, de las habilidades, de la clase social y de la historia familiar y nacional en que está insertado.

Tales realidades configuran la condición humana concreta y se presentan como desafíos a ser afrontados con equilibrio y con la determinación de explotar lo más que podamos las potencialidades positivas y saber llevar, sin amargura, las negativas.

El cuidado de sí mismo exige saber combinar las aptitudes con las motivaciones. Me explico: no basta tener aptitud para la música si no nos sentimos motivados para desarrollar esta capacidad. De la misma manera, no nos ayudan las motivaciones para ser músico si no tenemos aptitudes para eso, sea en el oído sea en el domino del instrumento. De nada sirve querer pintar como van Gogh si solamente se consigue pintar paisajes, flores y pájaros que a duras penas llegan a ser expuestos en la plaza en la feria del domingo. Desperdiciamos energías y recogemos frustraciones. La mediocridad no engrandece a nadie.

Otro componente del cuidado consigo mismo es saber y aprender a convivir con la paradoja que atraviesa nuestra existencia: tenemos impulsos hacia arriba, como la bondad, la solidaridad, la compasión y el amor. Y simultáneamente tenemos en nosotros tendencias hacia abajo, como el egoísmo, la exclusión, la antipatía e incluso al odio. En la historia reciente de nuestro país tales dimensiones contradictorias han aparecido hasta de forma virulenta, envenenando la convivencia social.

Estamos hechos con estas contradicciones, que nos vienen dadas con la existencia. Antropológicamente se dice que somos al mismo tiempo sapiens y demens, gente de inteligencia y lucidez y junto a esto, gente de rudeza y violencia. Somos la convergencia de las oposiciones.

Cuidar de sí mismo impone saber renunciar, ir contra ciertas tendencias en nosotros y hasta ponerse a prueba; pide elaborar un proyecto de vida que dé centralidad a estas dimensiones positivas y mantenga bajo control (sin reprimirlas porque son persistentes y pueden volver de forma incontrolable) las dimensiones sombrías que hacen agónica nuestra existencia, es decir, siempre en combate contra nosotros mismos.

Cuidar de sí mismo es amarse, acogerse, reconocer nuestra vulnerabilidad, saberse perdonar y desarrollar la resiliencia, que es la capacidad de pasar página y aprender de los errores y contradicciones.

Cuidar de sí mismo: preocuparse del modo de ser

Por estar expuestos a fuerzas contradictorias que conviven tensamente en nosotros, necesitamos vivir el cuidado como preocupación por nuestro propio destino. La vida puede conducirnos por caminos que pueden significar felicidad o desgracia: esas fuerzas pueden apoderarse de nosotros y podemos llenarnos de resentimientos y amarguras que nos incitan a la violencia. Tenemos que aprender a autocontrolarnos. Especialmente en estos tiempos de confinamiento social. Puede ser ocasión de desarrollar iniciativas creativas, de ejercitar la fantasía imaginativa que nos alejen de los peligros y nos abran espacio hacia una vida de decencia.

Hoy vivimos bajo la cultura del capital que continuamente nos demanda ser consumidores de bienes materiales, de entretenimientos y de otras estratagemas, más enfocados a quitarnos nuestro dinero que a satisfacer nuestros deseos más profundos. Cuidar de sí es preocuparse de no caer en esa trampa. Es dejar huella de tu pisada en la tierra, no pisar en la huella hecha por otro.

Cuidar de sí mismo como preocupación acerca del sentido de la propia vida significa: ser crítico, poner muchas cosas bajo sospecha para no permitir ser reducido a un número, a un mero consumidor, a un miembro de una masa anónima, a un eco de la voz de otro.

Cuidar de sí mismo es preocuparse del lugar de uno mismo en el mundo, en la familia, en la comunidad, en la sociedad, en el universo y en el designio de Dios. Cuidar de sí mismo es reconocer que, en la culminación de la historia, Dios te dará un nombre que es sólo tuyo, que te define y que solo Dios y tú conoceréis.

En la sociedad que nos masifica, es decisivo que cada uno pueda decir su yo, tener su propia visión de las cosas, no ser solamente un mero repetidor de lo que nos es comunicado por los muchos medios de comunicación de los que disponemos.

El cuidado implica cultivar y velar por nuestros sueños. El valor de una vida se mide por la grandeza de sus sueños y por su empeño, contra viento y marea, en realizarlos. Nada resiste a la esperanza tenaz y perseverante. La vida es siempre generosa; a quienes insisten y persisten acabará dándoles la oportunidad necesaria para concretar su sueño. Entonces irrumpe el sentimiento de realización, que es más que la felicidad momentánea y fugaz. La realización es fruto de una vida, de una perseverancia, de una lucha nunca abandonada de quien vivió la sabiduría predicada por don Quijote: no hay que aceptar las derrotas antes de dar todas las batallas. El modo de ser que resulta de este cuidado con la autorrealización es una existencia de equilibrio que genera serenidad en el ambiente y el sentimiento en los demás de sentirse bien en compañía de tal persona. La vida irradia, pues en eso reside su sentido: no en vivir simplemente porque no se muere, sino en irradiar y disfrutar de la alegría de existir.

Cuidado como precaución con nuestros actos y actitudes

El cuidado como preocupación por nosotros mismos nos abre al cuidado como precaución en estos tiempos del coronavirus. Precavernos de no exponernos a coger el virus avasallador ni de trasmitirlo a los demás. Aquí el cuidado lo es todo, particularmente ante los más vulnerables que son las personas mayores de 65 años, nuestros abuelos y parientes mayores.

Alarguemos la perspectiva. En una perspectiva ecológica, hay actitudes y actos de falta de cuidado que pueden ser gravemente destructores, como la práctica de usar intensivamente pesticidas agrícolas, deforestar una amplia región para dar paso al ganado o al agronegocio, destruir la vegetación ribereña de los ríos. Las consecuencias no van a ser inmediatas, pero a medio y largo plazo pueden ser desastrosas, como la disminución del caudal del río, la contaminación del nivel freático de las aguas, el cambio del clima y de los regímenes de lluvias y de estiaje.

Aquí se impone una cuidadosa precaución para que la salud humana de toda una colectividad no sea afectada, como está ocurriendo en este momento en todo el mundo.

Con la introducción de las nuevas tecnologías, como la biotecnología y la nanotecnología, la robótica, la inteligencia artificial, mediante las cuales se manipulan los elementos últimos de la materia y de la vida, se pueden ocasionar daños irreversibles o producir elementos tóxicos, nuevas bacterias y series de virus, como el actual, el coronavirus, que comprometan el futuro de la vida (cf. T. Goldborn, El futuro robado, LPM 1977).

Como nunca antes en la historia, el futuro de la vida y las condiciones ecológicas de nuestra subsistencia están bajo nuestra responsabilidad. Esta responsabilidad no puede ni debe ser delegada a empresas con sus científicos en sus laboratorios para que decidan sobre el futuro de todos sin consultar con la sociedad. Aquí prevalece la ciudadanía planetaria. Cada ciudadano es convocado a informarse, a seguir y a decidir colectivamente qué caminos nuevos y más prometedores deben abrirse para la humanidad y para el resto de la comunidad de vida y no solo para el mercado y las empresas.

Nuestras relaciones merecen también especial precaución-cuidado. Deben ser siempre abiertas y constructoras de puentes. Tal propósito implica superar las extrañezas y los prejuicios. Aquí es importante ser vigilantes y trabar una fuerte lucha contra nosotros mismos y los hábitos culturales establecidos. Albert Einstein, sabedor de las dificultades inherentes a este esfuerzo, consideraba no sin razón, que es más fácil desintegrar un átomo que remover un prejuicio de la cabeza de una persona.

Cada vez que encontramos a alguien, estamos ante una manifestación nueva, ofrecida por el universo o por Dios, un mensaje que solamente esa persona puede pronunciar y que puede significar una luz en nuestro camino.

Pasamos una única vez por este planeta. Si puedo hacer algún bien a otra persona, no debo postergarlo ni descuidarlo, pues difícilmente la encontraré otra vez en el mismo camino. Esto vale como disposición de fondo de nuestro proyecto de vida.

Es importante que nos preocupemos de nuestro lenguaje. Somos los únicos seres capaces de hablar. Mediante el habla, como nos enseñaron Maturana y Wittgenstein, organizamos nuestras experiencias, ponemos orden en las cosas, y creamos la arquitectura de los saberes. Bien cantan los miembros de las Comunidades Eclesiales de Base de Brasil: La palabra no fue hecha para dividir a nadie/la palabra es un puente por donde va y viene el amor.

Por la palabra construimos o destruimos, consolamos o desolamos, creamos sentidos de vida o de muerte. Las palabras antes de definir un objeto o dirigirse a alguien, nos definen a nosotros mismo. Dicen quienes somos y revelan en qué mundo habitamos.

Cuidado de nuestra relación principal: la amistad y el amor

Hay un cuidado especial que debemos cultivar sobre dos realidades fundamentales en nuestra vida: la amistad y el amor. Mucho se ha escrito sobre ellas. Aquí nos restringiremos a lo mínimo. La amistad es esa relación que nace de una afinidad desconocida, de una simpatía totalmente inexplicable, de una proximidad afectuosa hacia otra persona. Entre los amigos se crea algo así como una comunidad de destino. La amistad vive del desinterés, de la confianza y de la lealtad. La amistad tiene raíces tan profundas que, aunque pasen muchos años, cuando los amigos y amigas vuelven a encontrarse se anulan los tiempos y se reanudan los lazos y hasta el recuerdo de la última conversación mantenida.

Cuidar de las amistades es preocuparse de la vida, penas y alegrías de la amiga o del amigo. Es ofrecerle un hombro cuando la vulnerabilidad le visita y el desconsuelo le roba sus estrellas guía. En el sufrimiento y en el fracaso existencial, profesional o amoroso es donde se comprueban los verdaderos amigos o amigas. Son como una torre fortísima que defiende el castillo de nuestras vidas peregrinas.

La relación más profunda y la que trae las más importantes realizaciones de felicidad o las más dolorosas frustraciones es la experiencia del amor. Nada es más precioso y apreciado que el amor. Nace del encuentro entre dos personas que un día cruzaron sus miradas, sintieron una atracción mutua y respondieron sus corazones. Resolvieron fundir sus vidas, unir sus destinos, compartir las fragilidades y los quereres de la vida.

Todos estos valores, por ser los más preciosos, son los más frágiles porque son los más expuestos a las contradicciones de la existencia humana. Cada cual es portador de luz y de sombras, de historias familiares y personales diferentes, cuyas raíces alcanzan arquetipos ancestrales, marcados ellos también por experiencias felices o trágicas que dejaron marca en la memoria genética de cada uno.

El amor es un ars combinatoria de todos estos factores, hecho con sutileza, que demanda capacidad de comprensión, de renuncia, de paciencia y de perdón, y al mismo tiempo de disfrute común del encuentro amoroso, de la intimidad sexual, de la entrega confiada de uno al otro, experiencia que sirve de base para entender la naturaleza de Dios, pues Él es amor incondicional y esencial.

Cuanto más capaz de una entrega total se es, mayor y más fuerte es el amor. Tal entrega supone un coraje extremo, una experiencia de muerte pues no se retiene nada y uno se zambulle totalmente en el otro.

El hombre posee especial dificultad para este gesto extremo, tal vez por la herencia del machismo, patriarcalismo y racionalismo de siglos que carga dentro de sí y que limita su capacidad para esta confianza extrema.

La mujer es más radical: va hasta el extremo de la entrega en el amor, sin resto y sin reservas. Por eso su amor es más pleno y realizador, y, cuando se frustra, la vida revela contornos de tragedia y de un vacío existencial abismal.

El mayor secreto para cuidar del amor reside en esto: cultivar sencillamente la ternura, La ternura vive de gentileza, de pequeños gestos que revelan el cariño, de signos pequeños, como recoger una concha en la playa y llevarla a la persona amada y decirle que en aquel momento la recordó con mucho cariño.

Tales «banalidades» tienen un peso mayor que la más preciosa joya. Así como una estrella no brilla sin una atmósfera a su alrededor, de la misma manera el amor no vive y sobrevive sin un aura de afecto, de ternura y de cuidado.

El cuidado es un arte. Como pertenece a la esencia de lo humano, siempre está disponible. Y como todo lo que vive necesita sustento, también él necesita ser alimentado. El cuidado se alimenta de una preocupación vigilante por su futuro y por el del otro.

Eso a veces se hace reservando momentos de reflexión sobre sí mismo, haciendo silencio a su alrededor, concentrándose en alguna lectura que alimente el espíritu y, no en último lugar, entregándose a la meditación y a la apertura a Aquel mayor que tiene el sentido de nuestras vidas y conoce todos nuestros secretos.

Conclusión: el cuidado es todo

El cuidado es todo, pues sin él, ninguno de nosotros existiría. Quien cuida ama, quien ama cuida. Cuidémonos los unos a los otros, particularmente en estos momentos dramáticos de nuestras vidas, pues ellas corren peligro y pueden afectar el futuro de la vida y de la humanidad sobre este pequeño planeta que es la única Casa Común que tenemos.

Fuente: https://www.elpais.cr/2020/04/15/como-cuidar-de-si-y-de-los-demas-en-tiempos-del-coronavirus/

Comparte este contenido:
Page 1 of 7
1 2 3 7