Uno de cada cinco niños falleció antes de cumplir los cinco años, arrojó el informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) alertó que el conflicto en Sudán del Sur pone en peligro la vida de millones de niños y compromete el futuro del país.
Uno de cada cinco niños falleció antes de cumplir los cinco años, arrojó el informe de ese organismo Infancia bajo ataque, agregó que la mayoría de esos fallecimientos ocurrieron en acciones violentas o enfrentamientos.
El reporte añadió que estos menores son atacados y asesinados por su origen étnico o por la afiliación política de sus familiares o miembros de la comunidad.
Casi 11 millones de niños en Sudán del Sur son afectados por la crisis mientras crecen en un ambiente de violencia y miedo, hambre y enfermedades, «el mundo les roba su infancia», señalan en el informe.
Desde el comienzo de la guerra, más de 1.200 casos de violencia sexual fueron reportados: el 99 por ciento de las víctimas eran niñas pero las cifras pueden ser mucho mayores pues muy pocos sobrevivientes de los abusos cuentan los hechos o buscan ayuda, agregó el documento.
El dato: Sudán del Sur es azotado por una guerra debido al conflicto político entre el presidente Salva kiir y el exvicepresidente Riek Machar.
Entre las violaciones más graves también figura el reclutamiento de menores de edad, 19.000 niños fueron forzados a combatir y unos 3.200 fueron secuestrados.
A esto se añaden las precarias condiciones sanitarias y de salubridad: el 51 por ciento de los casi 20 mil casos de cólera registrados en 2017 eran niños.
Casi tres millones de infantes padecen inseguridad alimentaria severa y más de un millón sufre desnutrición aguda. El 72 por ciento de los niños en edad escolar no está en la escuela, esto representa la tasa más alta de todo el mundo, alertó el Fondo.
El organismo instó a las fuerzas combatientes a poner un fin inmediato a todas las violaciones graves de derechos humanos contra los niños y liberar a los menores de edad de las filas de combate.
25 de octubre de 2017 / Fuente: http://www.unesco.org
Ambas agencias de las Naciones Unidas acordaron acompañar a los países latinoamericanos y caribeños en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible vinculados a la erradicación del hambre y al acceso a la educación.
La Oficina Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO Santiago) han iniciado el 17 de octubre de 2017 el diseño de una estrategia conjunta de trabajo para fortalecer la educación alimentaria y nutricional y promover su integración en las políticas públicas de los países latinoamericanos y caribeños.
De acuerdo al último informe de la FAO Panorama de la seguridad alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe (2017), la desnutrición crónica infantil en la región se ha reducido de 24,5%, en 1990 a 11% en 2016. Sin embargo, aún 5,9 millones de niñas y niños se encuentran afectados por la malnutrición. Asimismo, el sobrepeso y la obesidad se han transformado en problemas de salud importantes en América Latina y el Caribe, donde el 7% de los menores de 5 años ya presenta índices de sobrepeso.
De esta manera, al firmar el acuerdo de trabajo Seguridad nutricional y alimentaria entre niños, niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe, la Oficina Regional de la FAO y la OREALC/UNESCO Santiago se unen para impulsar desde una perspectiva intersectorial el desarrollo de iniciativas, políticas y programas que desde el sector educativo contribuyan a mejorar la educación para la salud y el bienestar para lograr una mejor alimentación y nutrición de niños y niñas en edad escolar.
De acuerdo a la FAO, los programas de alimentación escolar refuerzan la continuidad del ciclo nutricional, fortalecen la cultura alimentaria y la participación social en la creación de hábitos saludables. La educación en salud para una buena nutrición y estilos de vida sana debe acompañar estos programas a lo largo del ciclo escolar, enfatiza la UNESCO.
“Las niñas y niños en etapa escolar son una prioridad para las intervenciones de nutrición y la escuela es el lugar ideal para la enseñanza de conocimientos básicos en alimentación, nutrición y salud” enfatizó Adoniram Sanches, oficial principal de Políticas de la FAO para América Latina y el Caribe.
“En comunidades con altos niveles de inseguridad alimentaria, los programas de alimentación escolar también ayudan a combatir la desnutrición y a mantener a los niños en la escuela, así como a mejorar la economía local a través del acceso a mercados públicos de abastecimiento institucional de alimentos por parte de los agricultores familiares”, agregó Sanches.
Cecilia Barbieri, directora (a.i) de la OREALC/UNESCO Santiago, explicó que “tenemos mucha evidencia de la importancia de una alimentación sana en el aprendizaje efectivo de los estudiantes. Este acuerdo nos permitirá unir fuerzas para mejorar el acceso a alimentos suficientes y saludables para los jóvenes, dentro del contexto del trabajo de implementación de la Hoja de Ruta de la Agenda Educativa 2030 para América Latina y el Caribe y el Objetivo de Desarrollo Sostenible n°4”.
A través de este acuerdo de trabajo, ambos organismos impulsarán el fortalecimiento de la educación alimentaria y su integración en la formulación de políticas, considerando como base la sistematización de las políticas de seguridad alimentaria y nutricional de la región, las Guías Alimentarias basadas en Alimentos, el contenido curricular relacionado con la nutrición, educación física y temas afines y las experiencias en programas de alimentación escolar en la región.
Según un reciente informe de la FAO sobre el hambre, seis de cada diez personas que padecen hambruna en el mundo viven en países en conflicto. El cambio climático es otro factor de alto riesgo.
Acaba de publicarse un informe de la FAO -Institución de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura en el Mundo- y otras organizaciones internacionales sobre el estado del hambre en el mundo a finales de 2016 [1]. El informe señala que si bien en el momento actual se producen suficientes alimentos para abastecer a toda la humanidad existen núcleos importantes de población que sufren una tremenda desnutrición.
En el informe se señala que había 815 millones de personas crónicamente desnutridas a finales de 2016, aproximadamente el 11% de la población mundial, con una especial incidencia en el África subsahariana, Sudán del Sur, Yemen, Somalia y el Norte de Nigeria, y también en el sudeste y oeste de Asia. Esto supone una marcha atrás respecto a la tendencia de reducción del hambre en el mundo que se venía registrando en los últimos años, que de 900 millones de personas desnutridas a principio de siglo se había reducido a 777 en 2015.
Tal como se refleja entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, uno de los mayores desafíos con los que se enfrenta el mundo es cómo asegurar que una población mundial en crecimiento –con una previsión de cerca de 10.000 millones de personas en el 2050– disponga de suficiente alimento para satisfacer las necesidades nutricionales de todos. Para alcanzar ese objetivo, según previsiones de la FAO, sería necesaria una producción de alimentos un 50 por ciento superior a la actual a nivel mundial.
Gran parte del reciente incremento de la falta de alimentos puede atribuirse a un aumento de la inseguridad ciudadana
En su análisis el informe señala que gran parte del reciente incremento de la falta de alimentos puede atribuirse a un aumento de la inseguridad ciudadana debida a la mayor cantidad de conflictos bélicos, a menudo exacerbada por incidencias relacionadas con el cambio climático. Si bien es cierto que ambas causas pueden dificultar el acceso y la producción de alimentos, sin duda no son los únicos factores a tener en cuenta.
Habría que preguntarse si, aun concediéndoles la importancia que tienen, se está haciendo lo suficiente por parte de los países más desarrollados por solucionar el problema del hambre en el mundo. Es decir, si las políticas de los países ricos son suficientes y sí las Naciones Unidas, que tan eficazmente se implica en otras causas, está impulsando las medidas necesarias con relación al hambre en los países subdesarrollados… Parece evidente que no. Pero vayamos por partes.
Sobre el cambio climático
Respecto al problema del cambio climático, que es una realidad que se viene denunciando desde hace varias décadas ¿se ha hecho algo mínimamente suficiente? A juzgar por los lamentables efectos crecientes del deshielo de los polos, las inundaciones, las sequías, la desertificación, las alteraciones meteorológicas por el desequilibrio atmosférico, etc., se siguen manteniendo dudas sobre qué hacer y quienes más podrían hacerlo miran hacia otro lado.
Muchas conferencias y declaraciones pero los principales países implicados en la emisión de gases contaminantes causantes del calentamiento global, con Estados Unidos y China a la cabeza, han hecho poco caso al problema, y lo poco que se había avanzado tras la celebración en París de la XXI Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático -COP21-, ha sido desestimado en cuanto han cambiado las circunstancias políticas.
Es muy significativo de la despreocupación galopante de los países ricos por los menos afortunados la indiferencia por los estragos causados por el huracán Irma en Cuba y el despliegue mediático y las noticias sobre sus efectos, significativamente mucho menores, en el opulento estado de Florida.
Dar soluciones al cambio climático basadas en una gestión adecuada de los recursos naturales y de la industria
En un artículo anterior publicado en Actuall analizamos el problema y dijimos que aún estamos a tiempo para dar soluciones al cambio climático basadas en una gestión adecuada de los recursos naturales y de la industria. La recuperación del medio ambiente proporcionaría comida y agua potable para todos y beneficios para la salud humana.
Es cierto que el uso sostenible de la biodiversidad y de los recursos genéticos tiene una especial incidencia en las poblaciones más vulnerables. Se trata de una obligación moral y un ejercicio de solidaridad intergeneracional, como con tanta insistencia reclama el papa Francisco, especialmente en su carta encíclica ‘Laudato si’.
La creciente presión de los conflictos
El segundo factor al que se achaca el aumento de la hambruna en los países africanos y asiáticos que la padecen es el incremento de los conflictos. Según el informe, seis de cada diez personas que padecen hambre en el mundo viven en países en conflicto. Si bien es cierto que existe un vínculo entre la paz y la seguridad alimentaria, como aducen los responsables de la FAO y restantes instituciones responsables del informe, habría que formular la misma pregunta que con el cambio climático ¿se está haciendo algo mínimamente suficiente?
Qué duda cabe que las emigraciones en masa, con el abandono de las pequeñas granjas o campos de cultivo, solo pueden conducir a aumentar el problema del abastecimiento de alimentos a la población. Por poner un ejemplo, la ofensiva militar contra Boko Haram, que mantiene un conflicto en el Norte de Nigeria, ha determinado que cerca de dos millones de personas se desplacen de sus campos de cultivo y de sus pequeñas granjas, y que pierdan los recursos que los alimentaban, sin ningún tipo de esperanza de encontrar un asentamiento similar u oportunidades sociales que les provean nuevos recursos alimenticios.
Lo grave es además que de la tragedia humanitaria que esto supone los países desarrollados ni la conocen ni la valoran, y aun menos se implican en darle solución, no mediante una intervención militar, sino con políticas de fomento de la paz o con inversiones para ayudar al desarrollo y la capacidad de prosperar de los países más pobres y vulnerables, o con políticas comerciales justas y adecuadas que permitan una mejor distribución de los alimentos en el mundo.
Lo que se está haciendo en las políticas de producción y distribución de los alimentos es insuficiente
Si bien es cierto, como señala el informe, que la seguridad alimentaria requiere un enfoque global, está claro que lo que se está haciendo en las políticas de producción y distribución de los alimentos es insuficiente. Probablemente, si analizáramos comparativamente la eficacia de lo logrado por las Naciones Unidas, sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, suscritos por 195 países en 2015, podríamos sacar algunas conclusiones.
Los objetivos eran los siguientes: fin de la pobreza; hambre cero; salud y bienestar; educación de calidad; igualdad de género; agua limpia y saneamiento; energía asequible y no contaminante; trabajo creciente y crecimiento económico; industria, innovación e infraestructuras; reducción de las desigualdades; ciudades y comunidades sostenibles; producción y consumo sostenibles; acción por el clima; conservar la vida submarina; conservar los ecosistemas terrestres; paz, justicia e instituciones sólidas; y alianzas para lograr los objetivos. Todo muy necesario, aunque si analizamos objetivo por objetivo, ni todos son de equivalente importancia para el bienestar de la humanidad, ni las Naciones Unidas se ha volcado con la misma intensidad en todos ellos, ni tampoco se han valorado lo suficiente sus límites y sus consecuencias.
Por poner un ejemplo, mientras aumenta el hambre y la inseguridad alimentaria, se estimulan políticas pro-aborto y de deconstrucción de la familia, con una rapidez y una eficacia extraordinarias. En muchos países, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, y en España es evidente, se ha operado una eficacísima labor de “ingeniería social” que en nada va a beneficiar a nuestras futuras generaciones.
El VI “Congreso Mundial de las Familias”, que se celebró en Madrid en julio de 2012 aprobó un Manifiesto final, la “Declaración de Madrid” [2], en la que se denunciaban los ataques a la vida de los no nacidos y a la familia, que se están produciendo de la mano de las ideologías del estatismo, el individualismo atomista y la revolución sexual.
“La familia natural es la unión de un hombre y una mujer a través del matrimonio”
En esta declaración se afirma que: “El aborto, la eutanasia y todas las formas de manipulación de los seres humanos en estado embrionario o fetal… son ataques contra la vida humana”, y que “la familia natural es la unión de un hombre y una mujer a través del matrimonio creado con el fin de compartir el amor y la alegría, engendrar niños, proveer su educación moral, construir una economía doméstica, ofrecer seguridad en tiempos de crisis y unir a las generaciones…”.
Si traemos este ejemplo a colación es para reforzar algo que en el informe de la FAO se intuye como importante a tener en cuenta… que todos los objetivos que se desean para aumentar el bienestar de la humanidad pueden ser necesarios, pero que su aplicación debe hacerse de forma equilibrada y procurando no alterar o degradar aquello que supone nuestra mayor riqueza, como en este caso lo son el reconocimiento de la dignidad de todos los seres humanos, el derecho a la vida de los no nacidos y la defensa de la familia, una institución natural patrimonio de la humanidad.
[1] FAO, IFAD, UNICEF, WFP and WHO. 2017. The State of Food Security and Nutrition in the World 2017. Building resilience for peace and food security. Rome, FAO.
[2] Declaración final del VI Congreso Mundial de las Familias. 27 de Mayo de 2012. Madrid.
Educación. Las escuelas son un espejo donde se puede ver lo que pasa en la sociedad. Todo impacta en sus aulas: el respeto, los prejuicios, las angustias y también las decisiones de quienes gobiernan.
Nunca me voy a olvidar de esa tarde de noviembre del 2000 cuando concurrí a una escuela primaria de la zona oeste de Rosario invitada por un grupo de docentes que trabajaban noticias y libros en sus clases. Una escuela vulnerable que hacía tiempo acusaba un nivel de abandono significativo por parte del Estado. En ese contexto una de las maestras de cuarto grado había producido cuentos y una revista escolar con muy buena participación de los chicos. Lo que transmitía con mucho entusiasmo no era muy diferente a otras experiencias similares con nenes y nenas de 9 años. A la diferencia la advertí cuando ingresé al aula, a ese salón de cuarto grado.
Nunca me voy a olvidar de esos nenes y nenas de 9, 10, 11 y hasta 12 años, en cuerpitos de seis años. Nunca me voy a olvidar de sus caras lánguidas y mirada dispersa vaya a saber en cuántos abandonos y ausencias. En ese cuarto grado estaban resumidos años previos de neoliberalismo, eran hijos e hijas de los noventa. Una postal que con mayor o menor intensidad se repetía en otras escuelas de la provincia y de una Argentina dolorosa.
Por ese entonces se había hecho conocida la frase «Ya no hay escuelas con comedores sino comedores con escuela». Era una denuncia bien clara para decir que los chicos asistían más que nada por la copa de leche y el comedor escolar, más que para aprender. Para muchos pequeños esos momentos eran los más esperados, aún más que el recreo o una hora libre.
El panorama económico y laboral de la Argentina era igual de desolador. Por ese entonces un pedagogo comentaba que el dicho popular «Ya vas a ver cuando venga tu padre…», al que muchas madres apelaban, cariñosa y metafóricamente, para llamarles la atención a los hijos que no querían hacer la tarea o traían malas notas, no funcionaba más, sencillamente porque los padres ya no tenían trabajo del cual volver.
Cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia de la Nación en mayo de 2003 el primer acto de gobierno fue viajar a Entre Ríos y solucionar un largo conflicto docente que desde hacía tiempo mantenía sin clases a la vecina provincia. Una decisión y un guiño a la sociedad de que la educación era importante. De ahí en más la educación volvió a estar en un lugar prioritario en la agenda del Estado: la construcción de escuelas, los programas socioeducativos, la paritaria nacional docente, la entrega de libros y computadoras son algunas de esas políticas bien claras y comprobables.
Pero también hubo otras que acompañaron desde la economía, como convertir los planes sociales en trabajo real, el crecimiento de la industria nacional con trabajo genuino y el impacto positivo en el consumo interno, con el consecuente crecimiento del nivel de empleo, entre otras medidas de peso. Además del reconocimiento de derechos valiosos para la niñez y la adolescencia como la Asignación Universal por Hijo (AUH). Un largo camino de conquistas que permitió a las escuelas ir recuperando poco a poco su lugar de enseñanza y que muchos chicos volvieran a comer a sus hogares, con sus familias. Entonces se volvió a hablar de escuelas para enseñar y aprender.
Ahora otra vez las maestras están avisando que la comida que ofrecen en las escuelas no alcanza. Y no porque las raciones sean insuficientes, sino porque empieza a ser para muchos pibes el único plato del día. «Es duro dar clases cuando un chico tiene hambre«, confesaba con dolor un grupo de docentes de Nuevo Alberdi para una nota periodística reciente. Entre ellas una profesora de plástica compartía la angustia que le genera hablar de arte con los chicos, mientras ellos le preguntan a cada rato cuándo llega la copa de leche o la hora del almuerzo.
Maestras que por otra parte ante esa situación se turnan para colaborar en un merendero del barrio, reuniendo alimentos y ropa, además de ofrecer su tiempo para ir a servirles una copa de leche extra, por fuera del horario escolar, de manera voluntaria inclusive los sábados.
En lo que va del 2017 unas 160 mil personas se quedaron sin trabajo, según el Centro de Economía Política Argentina (Cepa). Un número que asciende a 180 mil si se agregan las suspensiones («Los despidos se siguen multiplicando», Página/12 del 18/07/2017). También el mismo centro advierte sobre las bajas en el padrón de las AUH: entre enero y marzo de este año hay 231.542 menos de estas asignaciones («AUH; radiografía de un derecho al que también le llegó el ajuste»/Tiempo Argentino del 23/07/17). Las bajas se relacionan mayormente con la deserción escolar creciente, sobre todo en la escuela secundaria. Y no porque los jóvenes sean «vagos o no quieran estudiar», sino porque se ven obligados a buscar alguna changa para colaborar con los cada vez más magros ingresos en el hogar. Y también hay que admitirlo: no ven mucho futuro en el estudio, cuando lo que crece son los recortes a la ciencia, a la técnica y al presupuesto educativo. Un mensaje del mísero lugar que ocupan estas áreas para el gobierno de Cambiemos.
Sumado a lo anterior, un panorama económico donde lo único que crece día a día es la especulación financiera («El dólar pegó otro salto ayer y se acerca a los 18 pesos«/ La Capital, 25/07/17).
Las escuelas son un espejo donde se puede ver lo que pasa en la sociedad. Todo impacta en sus aulas: el respeto, los prejuicios, las angustias, las alegrías y también las decisiones políticas de quienes gobiernan. Hoy sus docentes están avisando que para muchos chicos llegar al comedor del lunes de cada semana representa una espera enorme, y que entre una comida y otra hay una distancia demasiado dolorosa.
Fuente del articulo: http://www.lacapital.com.ar/opinion/una-distancia-dolorosa-n1439836.html
Fuente de la imagen: http://static.lacapital.com.ar/adjuntos/203/imagenes/021/079/0021079943.jpg
El escandaloso aumento de los niveles de pobreza en el mundo ha suscitado movimientos para erradicar esta llaga de la humanidad.
El 9 de mayo tuvo lugar un acto en la Universidad Nacional de Rosario promovido por la Cátedra del Agua, un departamento de la Facultad de Ciencias Sociales, coordinado por el prof. Anibal Faccendi, para llevar a cabo una Declaración sobre la ilegalidad de la pobreza. Tuve la oportunidad de participar y hacer la charla de motivación. La idea es conquistar apoyos del congreso nacional, de la sociedad y de personas de todo el continente para llevar esta demanda ante las instancias de la ONU con el fin de darle la más alta validación. Ya antes, el 17 de octubre de 1987 Joseph Wresinski había creado el Movimiento Internacional ATD (Actuar Todos para la Dignidad) que incluía el Día Internacional da Erradicación de la Pobreza. Este año será celebrado el día 17 de septiembre en muchos países que se han adherido al movimiento.
La Declaración de Rosario viene a reforzar este movimiento presionando a los organismos mundiales de la ONU para declarar efectivamente el hambre como ilegal. La Declaración no puede quedarse tan solo en su aspecto declaratorio. Su sentido es poder crear en las distintas instituciones, en los países, en los municipios, en los barrios, en las calles de las ciudades, en las escuelas, movilizaciones para identificar a las personas sea en situación de pobreza extrema (vivir con menos de dos dólares y sin acceso a los servicios básicos) o simplemente de pobreza, que sobreviven con poco más de dos dólares diarios y con acceso limitado a la infraestructura, vivienda, escuela y otros servicios mínimos humanitarios. Y organizar acciones solidarias que los ayuden a salir de esta urgencia, con la participación de ellos mismos.
En 2002 Kofi Annan, antiguo secretario da ONU declaraba con firmeza: «No es posible que la comunidad internacional tolere que prácticamente la mitad de la humanidad tenga que subsistir con dos dólares diarios o menos en un mundo con una riqueza sin precedentes».
Efectivamente, los datos son estremecedores. OXFAM que es una ONG que articula muchas otras en varios países y que se ha especializado en estudiar los niveles de desigualdad en el mundo, presenta todos los años sus resultados, cada vez más aterradores. Generalmente OXFAM suele ir a Davos, en Suiza, donde se encuentran los mayores ricos epulones del mundo. Presentan los datos que los dejan desenmascarados. Este año, en enero de 2017 revelaron que 8 personas (la mayoría estaba allí en Davos) poseen una riqueza equivalente a la de 3,6 mil millones de personas. Es decir, cerca de la mitad de la humanidad vive en situación de penuria sea como pobreza extrema, sea simplemente como pobreza, al lado de la más degradante riqueza.
Si leemos afectivamente, como debe ser, tales datos, nos damos cuenta del océano de sufrimiento, de enfermedades, de muerte de niños o de muerte de millones de adultos, estrictamente a consecuencia del hambre. Entonces nos preguntamos: ¿Dónde ha ido a parar la solidaridad mínima? ¿No somos crueles y sin misericordia con nuestros semejantes, ante aquellos que son humanos como nosotros, que desean un mínimo de alimentación saludable como nosotros? Se les remueven las entrañas viendo a sus hijos e hijas que no pueden dormir porque tienen hambre, y ellos mismos teniendo que tragar en seco trozos de comida recogidos en los grandes basureros de las ciudades, o recibidos de la caridad de la gente y de algunas instituciones (generalmente religiosas) que les ofrecen algo que les permite sobrevivir.
La pobreza generadora de hambre es asesina, una de las formas más violentas de humillar a las personas, arruinarles el cuerpo y herirles el alma. El hambre puede llevar al delirio, a la desesperación y a la violencia. Aquí cabe recordar la doctrina antigua: la extrema necesidad no conoce ley y el robo en función de la supervivencia no puede ser considerado crimen, porque la vida vale más que cualquier otro bien material.
Actualmente el hambre es sistémica. Thomas Piketty, famoso por su estudio sobre el Capitalismo en el siglo XXI, mostró como está presente y escondida en Estados Unidos: 50 millones de pobres. En los últimos 30 años, afirma Piketty, la renta de los más pobres permaneció inalterada mientras que en el 1% más rico creció 300%. Y concluye: «Si no se hace nada para superar esta desigualdad, podrá desintegrar toda la sociedad. Aumentará la criminalidad y la inseguridad. Las personas vivirán con más miedo que esperanza».
En Brasil hemos abolido la esclavitud, ¿pero cuándo haremos la abolición del hambre?
Fuente del articulo: https://leonardoboff.wordpress.com/2017/05/14/declaracion-de-la-ilegalidad-de-la-pobreza-ante-la-onu/
Fuente de la imagen: http://www.andes.info.ec/sites/default/files/field/image/hambre.jpg
Uno de cada cuatro menores en el mundo «no puede disfrutar de su infancia» por el matrimonio precoz, el trabajo infantil o el desplazamiento forzoso, denuncia Save The Children
«Cuando mi padre decidió casarme, me rompió el corazón. Nadie me preguntó ni se preocupó», relata una menor afgana obligada a contraer matrimonio.
Ahlam, Kamal, Majerah, Tawa, Yassira, Juan y Saida son niños que han dejado «demasiado pronto» de ser niños. El matrimonio forzado, el trabajo infantil, el hambre, los embarazos precoces, el abandono de la escuela o la violencia truncan cada año la infancia de muchos menores en el mundo, según el informe Infancias robadas elaborado por Save The Children.
En el estudio, la organización analiza cómo estos factores han creado «una crisis global para la infancia de enormes proporciones». A pesar de los avances, las cifras aún se cuentan por millones: s e estima que uno de cada cuatro niños en el mundo, al menos 700 millones, «no puede disfrutar» de su niñez por alguna de estas situaciones.
La causa última, casi siempre, es la misma: la pobreza. La investigación, que clasifica a 172 países en función del impacto de estos factores en la infancia, revela la brecha existente entre los países ricos y los países empobrecidos e n un ranking encabezado por Noruega y con Níger en el último puesto.
Ahlam, desplazada en Irak
La historia de Ahlam es la de dos huidas. La primera, cuando el ISIS tomó el control su ciudad, Baiji, al norte de Irak. La segunda, cuando el grupo terrorista llegó dos años después a Hawija, de donde tuvo que volver a escapar junto a su familia. «Caminamos siete horas durante la noche por las montañas. Íbamos por la carretera y se producían explosiones. Había minas que explotaban. Las vimos», recuerda Ahlam, de 12 años, en un testimonio recogido por Save The Children.
Ahora vive en un campo de desplazados en Qayyara, al sur de Mosul. «Allí dejé mis juguetes, mi escuela… Lo tenía todo. Aquí no tengo juguetes. Prefiero volver a casa. Hace mucho que no vemos nuestra casa. También tenía un columpio. Teníamos un televisor en casa. Solía ver dibujos animados», comenta la menor, que ahora cursa quinto curso y quiere ser «ingeniera o médica» de mayor.
Casi 17 millones de niños y niñas como Ahlam se convierten en desplazados en sus países. Otros 11 millones son refugiados y solicitantes de asilo. En total, uno de cada 80 niños ha abandonado su hogar. El informe denuncia que en «demasiados casos» los menores migrantes son detenidos, lo que tiene «unos efectos demoledores en su desarrollo».
Irak es uno de los países donde los niños «sufren más por los conflictos», según la ONG, junto a Siria, Sudán del Sur, Somalia, República Centroafricana, Colombia, Afganistán, Yemen, Sudán y Eritrea.
Kamal, forzado a trabajar en India
Empujado por la pobreza y forzado por sus padres, Kamal, de India, tuvo que dejar la escuela a los 11 años y ponerse a trabajar en un restaurante de carretera. Pasó dos años cocinando, limpiando y sirviendo mesas para ganar los únicos ingresos que entraban en su casa, 73 dólares al mes.
Tras varios obstáculos y la negativa de sus padres, Kamal pudo matricularse de nuevo en el colegio con el apoyo de una ONG local y Save The Children. Ahora tiene 14 años y ha empezado a ganar carreras de atletismo. «Yo trabajaba, nunca pensé que podría volver a estudiar o representar a mi distrito en competiciones deportivas», dice el adolescente.
Cerca de 168 millones de menores en el mundo son forzados a trabajar para mantener a sus familias, según la investigación. La mitad, 85 millones, lo hace con trabajos peligrosos como la pesca en aguas profundas, las fábricas textiles, la recogida de algodón, la minería o la construcción. Las tasas nacionales más altas de trabajo infantil se encuentran en países del África subsahariana como Camerún, (el 47% de los niños), Somalia (49%), Guinea-Bissau (51%), Benín (53%) y Malí (56%).
Majerah, obligada a casarse en Afganistán
El sueño de Majerah de convertirse en médica se «hizo añicos» cuando la obligaron a contraer matrimonio y abandonar sus estudios. Tenía 14 años. «Cuando mi padre decidió casarme, me rompió el corazón. Nadie me preguntó ni se preocupó», lamenta la joven, que vive con su marido, que es 10 años mayor que ella y «la ha golpeado en varias ocasiones».
También vive con su familia política, quienes «la tratan como a una esclava» y la menosprecian «porque no ha sido capaz de tener un hijo», según la ONG. «Ya no me siento viva. No se puede vivir sin esperanzas y sueños», lamenta Majerah, que ahora tiene 17 años.
El matrimonio precoz tiene «consecuencias devastadoras» para la vida de las niñas, según Save The Children, que calcula que 40 millones de menores de entre 15 y 19 años están casadas o viven en pareja. Cada año, cuatro millones de niñas menores de 15 años contraen matrimonio.
«Es un problema mundial que trasciende países, culturas, religiones y etnias», concluye la ONG. África subsahariana y Asia meridional presentan las mayores cifras con países como Sudán del Sur (40% de niñas de entre 15 y 19 años casadas) y Bangladesh (44%), aunque también varía por regiones en función de sus índices de pobreza.
Tawa, madre adolescente en Sierra Leona
Cuando el brote de ébola estaba llegando a su fin en Sierra Leona, Tawa se quedó embarazada de un joven con el que tuvo relaciones una sola vez. Al enterarse, el chico huyó a Liberia y Tawa no ha vuelto a saber nada de él. Durante el embarazo, tuvo que enfrentarse a los comentarios y las burlas de sus vecinos. Ahora tiene 17 años y una hija, Mary, de 10 meses.
«Estoy muy estresada, cuando mi hija se pone enferma, incluso me cuesta trabajo encontrar el dinero para llevarla al hospital. Es difícil hasta obtener alimento que darle», explica la joven.
Se estima que cada dos segundos, una menor da a luz en el mundo. Cada año, 17 millones de menores tienen un hijo. Un millón de ellas no llega a los 15 años. Las complicaciones en el embarazo y el parto son «la segunda causa de muerte» de la adolescentes en el mundo, alerta Save The Children. Siete países concentran la mitad de todos estos embarazos: Bangladesh, Brasil, República Democrática del Congo, Etiopía, India, Nigeria y Estados Unidos.
Juan perdió a su primo en El Salvador
«Era como mi hermano». Así recuerda Juan, un salvadoreño de 13 años, a su primo, asesinado por las bandas el año pasado. «Llegué a casa y me encontré a mi hermano y a otra prima llorando. Sentí algo extraño, la cabeza me daba vueltas. Le pregunté a mi prima qué pasaba y no me respondió, seguía llorando. Me dijo ‘Le han matado’. Sentí que mi corazón se partía por la mitad», relata.
«He soñado con él tres veces. En el sueño me abraza y me dice que siempre estará conmigo. Hace la maleta, se da un baño y me dice que se va a hacer un largo viaje del que no volverá. Me desperté del sueño y quería compartir mi tristeza. Decidí que nunca me autolesionaría como hacen otros cuando tienen problemas, porque pienso que no es bueno» añade el menor, que recibe terapia psicológica de la ONG.
«Sufrir, presenciar o temer la violencia no debería formar parte del crecimiento», sentencia el estudio, que revela que más de 75.000 niños y niñas menores de 20 años fueron asesinados en 2015. El Salvador, forma parte de los cinco países con mayores tasas de homicidio infantil junto a Honduras, Venezuela, Colombia y Brasil.
Saida padece desnutrición en Yemen
Pasar hambre ha marcado para siempre la vida de Saida. Sufrió desnutrición de pequeña y, como consecuencia, tuvo retrasos en su crecimiento: no pudo desarrollar todo su potencial, ni mental y físico. A sus 18 años, Saida parece que tiene ocho. Según la ONG, aunque su alimentación mejoró, tras el estallido de la guerra en Yemen ha vuelto a caer en la desnutrición y está siendo tratada en Saná.
En Yemen, el 47% de los niños sufre retrasos en su crecimiento como consecuencia del hambre. Que un bebé no obtenga nutrientes suficientes durante sus primeros 1.000 días de vida es «en gran medida irreversible», según Save The Children, que denuncia que los niños que sufren estos retrasos –156 millones de menores de cinco años en total– «afrontan una vida de oportunidades perdidas en cuanto a educación y trabajo».
Yassira abandonó la escuela en Níger
Yassira, de 11 años, tuvo que dejar los estudios para ayudar económicamente a sus padres. Atrás dejó su escuela, y a sus amigos. «Ahora van por delante de mí. Me han dejado atrás», apunta la pequeña. Con el apoyo de la ONG, su madre se ha unido a un grupo de agricultoras y Yassira ha vuelto a la escuela en febrero. «Mi asignatura favorita es la lectura, cuando sea mayor quiero ser profesora», dice.
En África subsahariana las escuelas «suelen estar demasiado lejos y las familias son demasiado pobres como para sostener la educación de sus hijos», explica el informe. En el mundo, hay más de 263 millones de niños y niñas fuera del sistema educativo.
Amina perdió a dos hijos en Nigeria
En una aldea del noreste de Nigeria vive Amina, que ha perdido a dos de sus cuatro hijos por enfermedades «tratables» y «evitables», según la ONG. Su primer hijo, de seis meses, murió en 2009.
«No sé por qué murió, pero sufría diarrea severa y estaba muy desnutrido. No tenía ni idea de cómo ayudarle porque en nuestra aldea no hay centro médico, hospital o enfermería. Me sentí muy triste cuando murió. En segundo lugar tuve una niña, que hace cuatro años que murió», dice.
El estudio revela que cada día mueren 16.000 niños antes de cumplir cinco años por causas que se pueden «evitar» y «tratar» como los nacimientos prematuros, la neumonía, las complicaciones en el parto y la diarrea.
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(*) Algunos de los nombres utilizados son ficticios para preservar la identidad de los menores.
En el mundo donde el número de los humanos al borde de la hambruna llegó hasta mil millones, cada uno de las nueve personas no pueden alcanzar a la alimentación suficiente para vivir.
Casi la mitad de los pobres en el mundo vive en África.
Según los expertos que África es el lugar donde la desigualdad de hambruna e ingreso se vive más intensa en el mundo, casi la mitad de los pobres en el mundo está en este continente.
El Dr.Siyogi Shifa, el director de la Oficina de África de la Unión Internacional de las Cooperativas señaló que el 41% de los pobres es africano.
Shifa señaló que la mitad de los muy pobres vive en la zona Subsahariana ubicada al sur del Desierto del Sahara, pidió que se determinen las prioridades del continente de África para la facilitación de la integración entre los paíse
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