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Libro (PDF): Mujeres indígenas y afrodescendientes ante el discurso del derecho moderno

Reseña: CLACSO

¿Es realmente el feminismo el movimiento social más exitoso del siglo XX? Para pensar esta pregunta, las mujeres indígenas y afrodescendientes de la región han puesto puntos sobre las íes de la cuestión, empezando por dejar claro que no existe un feminismo, porque no existe un solo mundo. De la mano de ellas, en las últimas décadas el discurso feminista ha introducido riquísimos debates acerca de la urgencia de pensar nuestra emancipación como mujeres, pero en clave decolonial, abrazando un esencialismo estratégico. Este libro está dedicado al análisis de los sentidos de los derechos de las mujeres indígenas y afrodescendientes en el debate contemporáneo. El volumen aborda las distintas miradas con las que ellas interpelan el discurso del derecho moderno y la manera en la que éste interpreta y reformula sus reivindicaciones. Las luchas de resistencia de las mujeres indígenas y afrodescendientes tienen una fuerza fundamental, porque interrogan desde otra mirada el discurso colonial depredatorio. Sus aportes al entendimiento de nuestro presente nos invitan a construir un mundo que ponga en el centro de la reproducción social, no la dictadura del valor, sino la reproducción de la vida.

Autoría: Alma Guadalupe Melgarito Rocha. [Coordinadora]
Ingrid Adriana Álvarez Osses. María José Balderrama Trenti. Diana Patricia Bonilla Rey. Solange Bonilla Valencia. Luísa Brandão Bárrios. Mirna Alejandra Bustamante Corona. Rafaella Sandoval Coxini Karajá. Magali V. Copa Pabón. Marina Correa de Almeida. Gloria Isabel Figueroa Gómez. Alejandra Marlene Gómez Barrera. Luisa Fernanda García Lozano. Alma Guadalupe Melgarito Rocha. Silvia Mendoza Mendoza. Luz Elena Mejía Romero. Karen Jeanette Reyes Badillo. Paulina Rodríguez Iglesias. Martha Isabel Rosas Guevara. Christianne Silva Vasconcellos. Adriana Antonio Segundo. Elsa del Valle Núñez. Rosa María Valles Ruiz. Maria Cristina Vidotte Blanco Tarrega. Laura Guadalupe Zaragoza Contreras. [Autoras de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO. Siglo XXI.

Año de publicación: 2024

País (es): Buenos Aires. México.

ISBN: 978-987-813-862-6

Idioma: Español

Descarga: Mujeres indígenas y afrodescendientes ante el discurso del derecho moderno

Fuente e Imagen: https://libreria.clacso.org/publicacion.php?p=3833&c=52

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saharaui Tesh Sidi: «La pobreza no se puede romantizar»

Javier Sánchez Salcedo  entrevista a la informática y activista saharaui Tesh Sidi

«Nací en los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf (Argelia), en 1994. Vine a España con siete años. Soy ingeniera informática y me dedico al mundo del big data en temas de banca. He creado y coordino la plataforma digital ­SaharawisToday».

Me gustaría que me hablaras de tu infancia.

Nací en los 90, en unos tiempos muy duros para los refugiados saharauis que acababan de instalarse de manera permanente en los campamentos. No había nada, ni leche para los niños ni agua en casa. Las madres se intercambiaban a los hijos para poder amamantarlos. Cuando nacimos mi hermano mellizo y yo, casi morimos. De hecho, todos acarreamos problemas de salud. Mi madre, que padecía anemia, no tenía recursos. Éramos varios hermanos y no le quedó más remedio que dejarme con mi abuela. Estuve con ella desde los cuatro a los siete años en Mauritania.

¿Te acuerdas bien de lo que viviste esos años?

Siempre digo que los saharauis nacemos mayores. Por las circunstancias, nos educan para resistir y no te puedes quejar. La sociedad y el contexto te obligan a madurar y a crecer rápido. Sí, tengo recuerdos de aquella etapa con mi abuela. Yo era una beduina que solo sabía criar y ordeñar cabras y nunca estaba con niños. Aquellos años viví con adultos y animales. Con solo seis años, sabía hacer las cosas de una mujer mayor. A los siete volví a los campamentos de Tinduf (Argelia), con mi hermano mellizo, mi madre, mi padre y otros seis hermanos. Fue un choque de identidad, tuve que aprender a quererlos, porque esos lazos fraternales no se habían construido antes.

No debió de ser nada fácil

En Mauritania vivía fuera de los sistemas educativo y sanitario. No sabía ni leer ni escribir. Tenía pensamientos y realizaba labores de una persona adulta. Cuando me escolarizaron, tuve que concienciarme de que era una niña, tenía una familia y vivía en sociedad. No puedo romantizar mi historia y decir que tuve una infancia feliz. Es la que me tocó, la infancia de cualquier niño en situación de conflicto. La pobreza no se puede romantizar. Yo no me comí un yogur ni probé el chocolate hasta que vine a España, ni tuve acceso a algo tan básico como la carne. Ahora veo que mis sobrinos tienen eso en el campamento, pero van a sufrir otros problemas: de identidad, el exilio, el conflicto armado… No van a estar exentos de todo eso. La vida en los campamentos no se puede romantizar.

¿Por qué viniste a España?

Vine con casi ocho años a casa de una familia de acogida de Alicante. Si lo de llegar a los campamentos de Mauritania era cambiar de mundo, venir aquí fue cambiar de planeta, de galaxia y de todo. Me daban miedo los edificios porque era incapaz de entender que pudieran ser tan altos. En los campamentos, las casitas de adobe son acordes a tus dimensiones, accesibles a tu altura o a la de un adulto, pero llegué y me encontré edificios muy altos, la gente acelerada, el ruido, los semáforos, todo para «ya»… y, sobre todo, la sensación de que todo el mundo me recriminaba algo: «Siéntate bien», «Come así»… No estaba acostumbrada a tantas demandas sociales, a vivir en un protocolo permanente. En los campamentos, los padres no te dirigen tanto porque ya «eres» un adulto, y cuando vienes aquí ya tienes un pensamiento construido. Vine cinco veranos y luego me quedé con mi familia de acogida desde los 12 a los 18 años. Mi madre española tenía la idea de educarme, pero yo le decía que ya venía educada, y no era un acto de rebeldía, sino la madurez temprana obligada por la situación. Mi familia española lo hizo conmigo lo mejor que pudo, pero no de la mejor forma. Tuve una adolescencia muy dura.

¿Sentías que no encajabas?

Las personas que han emigrado sufren una crisis de identidad muy grande, porque no son ni de aquí ni de allí. La necesidad de encajar en ambos lugares te puede jugar muy malas pasadas. Pasé diez años en los que rechazaba ser saharaui y las desgracias que me habían pasado en la vida.

¿Lo ocultabas?

Exacto. Le decía a la gente que era alicantina y ya está. Pero cuando empecé a leer literatura de referentes africanos, incluidos saharauis, me di cuenta de que tenía pensamientos coloniales heredados, y llegó un momento, con 18 años, en el que vi que aquel no era mi sitio. En mi casa española sentía muchas exigencias sociales y culturales, y tenía que estar constantemente dando las gracias por lo que se me estaba dando, porque yo «venía de un campo de refugiados», algo que me afectaba mucho y sentía como un menosprecio. Por  otra parte tenía a mi familia saharaui, conservadora, musulmana, de las pocas que habían dejado que sus hijas estudiaran en Occidente desde muy pequeñas. Era consciente del miedo de mi madre a que yo no fuera musulmana, ni culturalmente saharaui, ese miedo al qué dirán. Yo sentía presión aquí y presión allí, y decidí romper, ponerme a trabajar y estudiar por mi cuenta, para recuperar mi dignidad y mi libertad como persona. Rompí las relaciones con mi familia biológica y con la de acogida, pero fui libre para empezar a construirme una identidad.

¿Hiciste sola ese proceso? 

Hasta que no entré en el activismo no tuve referentes. Empecé a trabajar de camarera, en tiendas… Estudié Ingeniería Informática en los tiempos de la crisis, y tuve amigos que me ayudaron a pagar la universidad. Acabé la carrera y me vine a Madrid. Era el boom de la informática y encontré trabajo fácilmente. Pedí un préstamo para hacer un máster en big data e inteligencia artificial. Para mí no existen cosas imposibles si te esfuerzas y trabajas. La gente me dice que a mí me han salido bien las cosas, pero yo comía arroz blanco en la universidad, lo mismo que comía en el campamento, porque muchas veces no me daba para comprar ­carne o champú.

¿Cómo llegaste al activismo?

Cuando terminé el máster y había conseguido un buen trabajo, en abril de 2020, explotó la guerra en Sahara Occidental. Yo no sabía nada del conflicto ni de sus causas, pero empecé a ir a manifestaciones y nació en mí una necesidad imperante tanto de ayudar al pueblo saharaui como de recuperar mi identidad. Y cuando vi que la causa saharaui estaba estancada comunicativamente, me planteé ayudar con mis conocimientos en big data y procesamiento de datos en redes sociales. Asumí la presidencia de la Asociación Saharaui en Madrid, hicimos infinidad de cosas y muchos jóvenes saharauis en la diáspora empezaron a organizarse. Pasé a convertirme en una persona muy expuesta, a dar conferencias, me llamaban los políticos… Me parecía que la causa se había convertido en algo muy humanitario pero poco político, e inicié un acercamiento a organizaciones políticas, a medios de comunicación, empecé a llevar a periodistas y políticos a los campamentos… Todo este proceso se ha materializado en SaharawisToday, una plataforma de comunicación digital que he creado junto a mi compañera Itziar.

¿Qué podemos encontrar en SaharawisToday?

Hicimos un análisis sobre qué es lo que le falla a la causa saharaui y vimos que teníamos que ser nosotros mismos, los saharauis, quienes comuniquemos, que no sean los periodistas o los antropólogos los que hablen siempre del pueblo saharaui. En SaharawisToday se habla de migración; de combatir el racismo institucional que sufrimos; de la mujer saharaui, a menudo silenciada; de la responsabilidad de España con sus antiguas colonias o de la responsabilidad de la población de informarse sobre el pasado de su país. Contextualizamos para explicar la relación de Sahara con lo que pasa en Ceuta y Melilla, con las aguas de Canarias o por qué Marruecos bloquea y chantajea a España… Somos 11 personas, saharauis de allí, de aquí y de Francia. Publicamos en francés, árabe, inglés y castellano, y ofrecemos una tribuna de opinión al pueblo saharaui, con toda su diversidad. Tiene cabida todo menos el fascismo y el machismo. Siempre hemos sido un pueblo de transmisión oral, pero tenemos que dejar nuestra historia por escrito. Hay artículos, vídeos, directos, resúmenes de política internacional, análisis… Recogemos todos los eventos de la causa saharaui a nivel mundial e informamos sobre cómo viajar a los campamentos.

Para terminar, ¿crees que habrá referéndum?

Se necesita una presión política muy grande. Creo que el pueblo saharaui tiene que ocupar posiciones de poder. Muchas personas que han emigrado suelen estudiar ciencias sociales y se dedican al ámbito de las oenegés o la cooperación internacional por esa necesidad de «salvar» que tenemos. Pero no pasa nada por estar en la banca o en política. Hay que estar donde se toman las decisiones para poder cambiar las cosas. En el banco en el que trabajo saben que soy saharaui y activista. Los saharauis tienen que intentar ser presidentes de comunidad en sus edificios, diputados, referentes allí donde trabajen. Creo que es complicado el referéndum en los próximos años. Mientras no tengamos un presidente de Gobierno saharaui o migrado no van a cambiar las cosas. Va a llevar tiempo, pero no debemos frustrarnos. Hay que ser optimistas.

CON ELLA

 

«Una amiga fue a Sahara Occidental, a los territorios ocupados por Marruecos, y me trajo arena de allí. Es chocante, y me encanta verlo en todas las generaciones de saharauis: somos capaces de luchar por algo que ni hemos visto y que, probablemente, por ser activista, jamás pueda pisar».

Fuente: https://rebelion.org/la-pobreza-no-se-puede-romantizar/

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Covid-19 y una cultura resiliente

El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud reconoció como pandemia la enfermedad ocasionada por el virus SARS-CoV-2, el terreno cultural salió de la escena tradicional y la industria del arte debió asumir nuevos derroteros.

Los artistas debieron plantearse un cambio radical y de primera mano que garantizara la subsistencia espiritual y económica, diera visibilidad a su trabajo y al mismo tiempo, fuera un acicate para el alma ante la alerta de una crisis mundial contra todo pronóstico.

La propagación del virus exigió cuarentenas, distanciamiento social, amenazas a los sistemas sanitarios y financieros, pérdidas de vidas humanas. Sin embargo, el caos dio paso a la innovación ante el cierre de museos, cines, teatros, la cancelación de festivales, conciertos y la diezmada vida cultural de las naciones.

Desde entonces emergieron alternativas para construir un entorno más incluyente y transversal. El confinamiento devino desafío creativo que llevó a elaborar materiales y proyectos, y profundizar en la recuperación de las artes y su nueva concepción.

Los llamados NFT (Non-Fungible Token) o cripto arte lograron efervescencia durante este tiempo, al igual que las exposiciones inmersivas, uno de los formatos con evidente alza con el cual el arte cobró una perspectiva diferente e interactiva por intermedio de sonidos, luces, imágenes y colores.

También los espectáculos con hologramas cobraron auge y adeptos, pues fue una peculiar forma de que los melómanos pudieran apreciar en la escena a sus cantantes preferidos, algunos muertos, desde la proeza tecnológica de la tercera dimensión.

La música se aferró a las nuevas tecnologías para garantizar su supervivencia. El streaming devino válvula de escape para solventar la depresión del mercado musical y mantener su vigor y solvencia.

También la danza, el teatro y la industria audiovisual se auxiliaron de mecanismos virtuales para llegar hasta los hogares de los espectadores, entretenerles e irradiar en sus pantallas la realidad desde una perspectiva optimista y conciliadora.

RESQUICIOS CULTURALES

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, la Covid-19 generó una crisis de proporciones devastadoras que impacta directamente en las industrias creativas y del patrimonio y, a su vez, exacerba vulnerabilidades y desigualdades del sector.

Si bien las nuevas herramientas de comunicación permitieron emprender iniciativas culturales y artísticas, la pandemia demostró las brechas de los sistemas donde no todos tienen acceso a la conectividad, ni a la divulgada diversidad cultural.

De acuerdo con el crítico cubano Rolando Pérez, en muchos casos, sobre todo en los países del nombrado Primer Mundo, el número de ofertas no aumentó la pluralidad, sino que la manipuló y se apropió comercialmente de ella, mientras hizo disminuir las opciones de las culturas nativas.

Sobre el tema, el expresidente de Colombia Ernesto Samper Pizano, en una reunión del Grupo de Puebla dedicada a valorar las iniciativas de la cultura en pospandemia, afirmó que con esta crisis “nos anticiparon el futuro”.

Pero, ¿cómo debería ser ese futuro? Lo más importante, incluso para la cultura, es la integración de América Latina y la construcción de una ciudadanía sobre el mayor patrimonio: la diversidad, aseguró.

Por su parte el exdirector artístico del teatro Colón, Argentina, Marcelo Lombardero, aseveró que el mayor desafío de la pospandemia en términos culturales para el continente es desprenderse de la mirada neoliberal.

El neoliberalismo tiende a confundir el hecho cultural con un evento, pero el hecho cultural significa la unión de las fuerzas vivas de la sociedad en un trabajo que genera vínculos, alegó el artista e investigador.

Lombardero señaló como esencial la importancia de diferenciar el arte popular con el arte comercial llevando la mirada del multiculturalismo que permite el crecimiento y florecimiento de la cultura.

Por último, convocó a tener en cuenta el rol de las instituciones culturales, para qué, por qué y para quién están; justamente, desde una mirada de reconstrucción del tejido social.

CUBA RESILIENTE

En Cuba, este planteamiento es premisa y bandera. La pandemia potencia la innovación y el espacio virtual ofrece visibilidad a la cultura comunitaria, revela nuevos talentos, proyecta iniciativas novedosas que emergen desde los hogares, la raíz y el calor del barrio y los actores sociales.

Al decir del periodista cubano Ricardo Alonso, la cultura cubana no quedó silenciosa, sino que brilló más que nunca con luz de arte y pensamiento.

No faltó desde la comunidad el escritor, el actor, el cantante, el pintor, el bailarín o el realizador audiovisual, la canción o el poema dedicado a exaltar la voluntad y consagración de científicos y personal de salud.

Tal y como expresara el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, en los difíciles años del llamado Período Especial: La cultura es lo primero que hay que salvar. Y en 2021, salvó. El crítico Pedro de la Hoz coincide con muchos analistas en la función decisiva que desempeñó el movimiento artístico en el año que acaba de concluir.

Igualmente, reconoció que es preciso reponerse ante las limitaciones vigentes, aprendiendo de lo mucho que aún tiene por ofrecer la experiencia de hacer arte y generar cultura (en toda su dimensión conceptual) en tiempos de pandemia.

Bien pudieran servir de sumario las palabras del investigador Emilio Antonio Duarte cuando planteó que la política cultural de la Revolución cubana debe ser diseñada (y en eso trabaja) con base a la ciencia y la tecnología, teniendo en cuenta la relación dialéctica entre tradición cultural e innovación.

En su artículo sobre lecciones para una Cuba pospandemia, Duarte reiteró la necesidad de involucrar para el logro de estos fines a todos los actores sociales que enriquecen la nación independiente, soberana y su identidad cultural.

arb/yrv

(*) Periodista de la Redacción Cultura de Prensa Latina

Fuente de la información e imagen: https://www.tercerainformacion.es

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Violencia vsus sensibilidad

Por: Tahira Vargas García 

Nuestra convivencia social presenta en algunos de sus rasgos la mediación de la violencia. En la cotidianidad se muestran relaciones interpersonales y sociales donde el uso de violencia verbal, física y psicológica es continua y permanente. Una suerte de desesperación e impaciencia en el trato personal y colectivo baña la interacción social con poco espacio para escucharnos detenidamente, respetarnos y fluir desde el silencio hacia una cultura de paz.

La cultura de paz se construye en la cotidianidad. Actitudes, valores y patrones de convivencia de forma pacífica y armónica se aprenden en la socialización en la niñez y adolescencia desde múltiples herramientas pedagógicas y desde distintas prácticas sociales.

Una de las principales herramientas para construir cultura de paz es la educación musical.

“Se ha demostrado suficientemente que la música desarrolla la atención, la concentración, la memoria, la tolerancia, el autocontrol, la sensibilidad; que favorece el aprendizaje de las lenguas, de las matemáticas, de la historia, de los valores estéticos y sociales, y que contribuye al desarrollo intelectual, afectivo, interpersonal, psicomotor, físico y neurológico. Investigaciones recientes, realizadas en los Países Nórdicos y en el mundo anglosajón, han seguido los pasos del modelo húngaro, llegando a las mismas conclusiones sobre los espectaculares efectos educativos de la música”. (Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado 2005: 13-16)

La educación musical es una disciplina fundamental en la educación de niños, niñas y adolescentes porque desarrolla su sensibilidad, autoestima y fortalece su identidad cultural. En el momento en que la escuela inicia sus clases en el acto de bandera con danza, toque de instrumentos y canto, la alegría y la armonía permea las aulas y puede extenderse a toda la comunidad.  Estos rasgos son fundamentales en la formación de una cultura de paz tan necesaria en nuestra sociedad.

“Niños, adolescentes o jóvenes que cantan, tocan o danzan con sus compañeros, aprenden a escucharse y a sentirse a sí mismos, tanto como a los demás, lo que desarrolla en ellos de forma casi autónoma la valoración del grupo como actor, y el respeto a todos los compañeros”.(IBIDEM)

Impartir educación musical es más que una clase de música aislada o un coro que se forma solo para ciertos “eventos” y “actos”. La educación musical supone un proceso educativo en el que niños, niñas y adolescentes se forman desde edades tempranas escuchando, tocando, danzando, percutiendo y creando música con su cuerpo, su voz e instrumentos musicales e integrando esto a las distintas áreas de conocimiento.

La integración de la educación musical como disciplina prioritaria en el currículo educativo (inicial, básica y media) y en la cultura local es urgente.

Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY

Fuente: https://acento.com.do/opinion/violencia-vsus-sensibilidad-8966755.html

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Libro (PDF): Alternativas a la reforma educativa neocolonizadora : educación intra e intercultural

Reseña: CLACSO

La existencia de notables experiencias educativas y en diferentes contextos y países en Latinoamérica, puede enriquecer sustancialmente una reforma educativa. Para ello, la importancia de socializar las experiencias de diálogo intra e intercultural en Bolivia, Latinoamérica y el mundo debe ser considerada como la base de una nueva educación y universidad pública que tenga presencia y sea parte de los movimientos sociales. La propuesta de desarrollo endógeno sostenible se considera como una necesidad que las bases sociales encuentran desde la recuperación y reconstrucción de su propia identidad en el camino de auto-desenvolvimiento desde adentro que desenrolle todo su potencial de sociedad y de civilización en unidad con la tierra, el territorio, la madre tierra, el cosmos y toda la totalidad.

 

Autor/a:                               Mantilla, Julio –   Peréz, Raúl –  Copa, Cosme –  Delgado B., Adalino –   Tagle, Pamela –   Gonzales García, Jimena T. –   Zarate Pardo, Eugenio –   Fernández Negrete, Nelly – Delgado B., Freddy – Gómez, Felipe – Haverkort, Bertus – Mulino Giannattasio, Alexandra – Mazorco Irureta, Graciela – Monsalve, Mario – Carevic Rivera, Álvaro – Medina, Javier – San Martín, Juan – Yampara H., Simón – Illescas Pompilia, José Mario –  Mariscal Castro, Juan Carlos – Compilador/a o Editor/a  Delgado B., Freddy – Compilador/a o Editor/a   
Editorial/Editor: AGRUCO
Año de publicación:  2006

 

País (es): Bolivia
Idioma: Español
ISBN : 99905-869-4-2
Descarga:   Alternativas a la reforma educativa neocolonizadora : educación intra e intercultural
Fuente e imagen:

 

http://biblioteca.clacso.edu.ar/

 

 

 

 

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La pérdida de ancianos por la COVID-19 pone en peligro a las lenguas indígenas de Brasil

«Nos preocupa mucho», señala un líder indígena. «Tienen mucho más por contar».

Nota del editor: Este trabajo fue apoyado por el Fondo de Emergencia para Periodistas de National Geographic Society

Eliézer Puruborá, una de las últimas personas que creció hablando puruborá, murió de COVID-19 en Brasil a principios de este año. Su muerte, a los 92 años, debilitó el frágil dominio de la lengua que tiene su pueblo.

Las lenguas indígenas en Brasil han estado amenazadas desde la llegada al continente de los europeos. Solo 181 de las aproximadas 1500 lenguas que existieron alguna vez se siguen hablando hoy —en su mayoría, cada una con menos de unos mil hablantes. Algunos grupos indígenas —en especial aquellos con poblaciones más grandes, como los guaraní mbya— han logrado mantener su lengua madre. Pero las lenguas de los grupos más pequeños, como el puruborá, que hoy tiene solo 220 miembros, están al borde de la desaparición.

La pandemia está empeorando la endeble situación. Se calcula que hay más de 39.000 casos de coronavirus entre los indígenas brasileños, entre ellos seis en la comunidad puruborá, y hasta 877 muertes. El COVID-19 se está cobrando las vidas de los ancianos como Eliézer, que suelen ser los guardianes de las lenguas. El coronavirus también fuerza el aislamiento de los miembros de la comunidad, impide los eventos culturales que mantienen la lengua viva y debilita el lento progreso por preservarla.

El coronavirus amenaza las vidas de los ancianos como Hotencio Karai, de 107 años, que suelen ...

El coronavirus amenaza las vidas de los ancianos como Hotencio Karai, de 107 años, que suelen ser los cuidadores de la lengua. Pero los adolescentes — como Richard Wera Mirim, de 17 años, y sus amigos— se aferran a la cultura rápidamente, señala Sonia Ara Mirim, líder de la comunidad. «El Nhandereko —el estilo de vida guaraní— está dentro nuestro», agrega. «Un niño puede pasar todo el día en el celular, la computadora o mirando televisión, pero no hay forma de sacar eso de adentro nuestro».

FOTOGRAFÍA DE RAFAEL VILELA

Para los puruborá, preservar su lengua y cultura ha sido una larga batalla. Hace más de un siglo, las recolectoras de caucho llegaron a sus tierras en el estado amazónico de Rondônia con el auspicio de los Servicios de protección indígena, una agencia federal que administra los asuntos indígenas. Pusieron a los hombres y niños indígenas a trabajar, entre ellos a Eliézer, para recolectar látex de los árboles de caucho y a las mujeres y niñas les repartieron cauchos no indígenas como premios. Solo se les permitía hablar en portugués.

«Todo lo relacionado con nuestra cultura estaba prohibido», cuenta Hozana Puruborá, quien se convirtió en líder de los puruborá luego de que su madre Emília muriera.

Emília era la prima de Eliézer; de niños, los primos, ambos huérfanos, se susurraban en puruborá cuando nadie los escuchaba. «Mantuvieron su lengua viva escondiéndola».

La comunidad celebra un cumpleaños en Guyra Pepó, una aldea en el interior donde 36 familias ...

La comunidad celebra un cumpleaños en Guyra Pepó, una aldea en el interior donde 36 familias guaraníes se mudaron cuando se construyó una autopista en sus tierras en San Pablo.

FOTOGRAFÍA DE RAFAEL VILELA
En junio, los jóvenes guaraníes se unieron para luchar contra un incendio. "Este es nuestro trabajo", ...

En junio, los jóvenes guaraníes se unieron para luchar contra un incendio. «Este es nuestro trabajo», señala el maestro Anthony Karai. «Somos guardianes del bosque».

FOTOGRAFÍA DE RAFAEL VILELA

En 1949, los Servicios de protección indígena declararon que no había más indígenas en la región porque se habían «mezclado» y habían sido «civilizados». La lengua puruborá había desaparecido oficialmente.

Construyendo un archivo

No obstante, la lengua puruborá se negó a desaparecer. Fundaron Aperoi, la última aldea puruborá, una parcela de 25 hectáreas de tierra ancestral que les compraron a agricultores de soja y a ganaderos. No es lo suficientemente grande para toda su comunidad, así que Eliézer vivía cerca con su hija en el pueblo de Guajará Mirim.

El pueblo puruborá también comenzó a trabajar con la lingüista Ana Vilacy Galucio del museo paraense Emílio Goeldi, que alberga archivos permanentes de 80 lenguas indígenas de la Amazonía brasileña. Con la ayuda del pueblo, la lingüista quiso crear un archivo para la lengua puruborá también.

Cuando Galucio comenzó a visitarlos en 2001, había nueve ancianos puruborá, entre ellos Eliézer y Emília, y se los motivó para que hablaran su lengua nuevamente.

Muchos vivían lejos de Aperoi y no habían hablado puruborá en décadas. «No era solo que no podían hablarla», menciona. «No podían escucharla, no tenían contacto con su lengua».

Galucio los unió para hablar. Se pusieron auriculares y les hablaron a los micrófonos. Todo lo que decían se grababa para crear un archivo de audio de su lengua. Al principio, podían recordar solo unas palabras. Los nombres de los animales venían a la mente rápido; la gramática y las estructuras oracionales eran una lucha. Pero cuanto más hablaban entre ellos, más recordaban.

Los jóvenes residentes de la aldea Tekoa Pyau juegan un campeonato de fútbol que dura horas. ...

Los jóvenes residentes de la aldea Tekoa Pyau juegan un campeonato de fútbol que dura horas. Las tierras guaraníes se encuentran en el medio de San Pablo, y la ciudad, la más grande de Brasil, siempre va comiendo terreno.

FOTOGRAFÍA DE RAFAEL VILELA

Ahora, solo quedan dos ancianos que hablan semifluido, Paulo Aporete Filho y Nilo Puruborá. A sus noventa y pico, y con una salud deteriorada, ambos son altamente vulnerables al coronavirus. Ninguno vive en Aperoi y nadie puede visitarlos por la pandemia. A Hozana le preocupa que el COVID-19 se los lleve antes de que puedan compartir todo lo que saben.

«Todavía falta mucho del archivo», señala. «Nos preocupa mucho. Tienen mucho más por contar».

Un impulso inesperado

Más al sur, la pandemia también está golpeando a los guaraní mbya. Cientos de personas en las seis aldeas que componen su comunidad en San Pablo se han enfermado de COVID-19, entre ellos ancianos mayores de 100 años. Hasta ahora, nadie ha muerto.

Anthony Karai, de 21 años, enseña guaraní en línea desde su hogar en la aldea Tekoa ...

Anthony Karai, de 21 años, enseña guaraní en línea desde su hogar en la aldea Tekoa Pyau. Las clases apuntan a estudiantes que no son indígenas y, con ellas, Karai recauda dinero para su comunidad.

FOTOGRAFÍA DE RAFAEL VILELA
Thiago Karaí Kekupe, un joven cacique guaraní mbya, lucha contra un incendio que la comunidad sospecha ...

Thiago Karaí Kekupe, un joven cacique guaraní mbya, lucha contra un incendio que la comunidad sospecha fue intencional.

FOTOGRAFÍA DE RAFAEL VILELA

Las escuelas primarias públicas de la comunidad, que enseñan la lengua y cultura guaraní, están cerradas; esto deja a los niños sin un importante medio de aprendizaje e intercambio. Muchas personas han perdido su trabajo.

Pero la lengua guaraní también ha recibido un impulso inesperado. Al llegar la pandemia, Anthony Karai, un joven líder indígena, comenzó a dar clases de lengua en línea con el fin de recaudar dinero para los miembros de la comunidad desempleados. Se dio cuenta de que podía dar clases a 100 estudiantes y, en dos horas, se inscribieron más de 300 personas.

Karai no quería rechazar a nadie, así que llamó a dos maestros de diferentes aldeas para que se ocuparan de los 200 estudiantes extra. Según él, enseñar guaraní no solo le da la oportunidad de mantener la lengua viva, sino también ayuda a que las personas no indígenas vean a su comunidad de una manera diferente.

A principios de 2020, cientos de árboles cercanos fueron talados para construir edificios de departamentos. Los ...

A principios de 2020, cientos de árboles cercanos fueron talados para construir edificios de departamentos. Los miembros de la comunidad guaraní, con vestimenta tradicional, protestaron y lograron evitar una mayor destrucción.

FOTOGRAFÍA DE RAFAEL VILELA

«Cuando aprendes una lengua, no solo aprendes la lengua», señala Karai. «Tienes que aprender la cultura».

Lo contrario también es cierto: perder una lengua también implica perder una cultura; y eso es lo que le preocupa al maestro Mario Puruborá.

En Aperoi, como en las aldeas guaraní mbya, a los niños se les enseña puruborá en las escuelas públicas. No obstante, aún antes de la pandemia, las autoridades locales querían cerrar la escuela porque solo tenía unos pocos estudiantes.

Mario, que ha estado luchando para que las clases continúen, no habla puruborá fluido. Aprendió lo que sabe de las grabaciones de audio que hizo Galucio para el archivo del museo.

Sin tierras, es difícil continuar con la lengua y la cultura. En 2017, las familias guaraníes ...

Sin tierras, es difícil continuar con la lengua y la cultura. En 2017, las familias guaraníes fundaron una nueva aldea en el interior del estado de San Pablo.

FOTOGRAFÍA DE RAFAEL VILELA

Antes de la pandemia, contaba con las visitas regulares a los ancianos que vivían fuera de la aldea, como Paulo y Nilo, para que le respondieran las preguntas que tenía sobre la lengua. El coronavirus hizo que esos viajes sean demasiado peligrosos y Mario teme que muchos detalles lingüísticos mueran con ellos.

Los puruborá están haciendo lo posible para salvaguardar a los miembros de su comunidad. Han pospuesto su asamblea anual y su festival cultural, donde comparten historias, cantan y organizan iniciativas para la conservación de la lengua. También han restringido los viajes no esenciales. Y dicen que, cuando la pandemia se atenúe finalmente, trabajarán para asegurar que la responsabilidad de conservar su cultura y lengua no recaiga solamente en sus frágiles ancianos.

«Muchas personas dicen que resurgimos, pero no me gusta ese término», dice Mario. «Siempre conocimos nuestra identidad; siempre hemos esta00do aquí. Y siempre lo estaremos».

Fuente: https://www.nationalgeographicla.com/historia/2020/11/la-perdida-de-ancianos-por-la-covid-19-pone-en-peligro-a-las-lenguas-indigenas

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Cimarronaje y juventud

Por:  Tahira Vargas García

El colonialismo ha dejado muchas huellas en nuestra cultura, una de ellas es el manejo del cimarrón como violento, salvaje dejando de lado lo que fue en realidad el cimarronaje, el enfrentamiento de la esclavitud, la expresión de libertad.

El mes de octubre se promueve desde movimientos latinoamericanos como una fecha de reconocimiento a la resistencia indígena y africana en contraposición con la imposición neocolonizante y europeizante que lo excluye.

En nuestro país, en los últimos años se ha forjado un proceso de conexión con las raíces afrocaribeñas y visibilización del cimarronaje en términos históricos y su aporte a nuestra identidad cultural.

La presencia de un movimiento que resalta la presencia del cimarronaje en nuestra cultura supone romper con los prejuicios y estigmas en los que se ha manejado esta categoría en nuestra sociedad. El colonialismo ha dejado muchas huellas en nuestra cultura, una de ellas es el manejo del cimarrón como violento, salvaje dejando de lado lo que fue en realidad el cimarronaje, el enfrentamiento de la esclavitud, la expresión de libertad.

Nuestro sistema educativo ha estado históricamente de espalda a nuestra identidad cultural afrocaribeña.

Durante varias semanas en este mes de octubre se han desarrollado distintas actividades culturales virtuales en las que se redimensiona el cimarronaje en su sentido original fortaleciendo la connotación de libertad que ofrece el reconocimiento de la negritud.

Cada año este movimiento de reconocimiento del cimarronaje en las expresiones de nuestra identidad cultural se incrementa y se agregan a él nuevas organizaciones y sujetos sociales. Este proceso cuenta con una proporción importante de jóvenes que reconocen sus raíces afrocaribeñas.

La presencia juvenil en este movimiento es significativa. Encontrar en las nuevas generaciones una población adolescente y joven que cuestiona el racismo y se empodera desde sus raíces afrocaribeñas resulta de vital importancia para los procesos de cambio cultural que necesita nuestra sociedad. A pesar de que la discriminación racial se mantiene con las estigmatizaciones hacia el pelo de origen afrodescendiente en el ambiente laboral, vecinal y educativo, una proporción significativa de jóvenes manifiestan una contracultura en la que se promueve el uso del pelo crespo en su forma natural y los rasgos afrodescendientes en su apariencia física.

El ocultamiento y negación de la negritud como componente fundamental de nuestra identidad cultural ha tenido una fuerte resistencia a través de nuestra historia en la vida cotidiana de los sectores populares.  La cultura afrodescendiente y proveniente del cimarronaje se ha expandido a través de los años sostenida en la religiosidad popular, la música, la danza, hábitos alimenticios y prácticas de interacción social en la cotidianidad. En la actualidad se fortalece con el reconocimiento de nuevas generaciones que reclaman su visibilidad y su difusión.

Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY

Fuente: https://acento.com.do/opinion/cimarronaje-y-juventud-8878807.html
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