La educación que queremos | Robots que escriben como humanos y humanos que escriben como robots

Por: Andrés García Barrios

En esta nueva entrega de “La Educación que queremos”, Andrés García Barrios responde a la pregunta sobre cómo enfrentar el riesgo de que los estudiantes usen un chatbot para escribir los que deberían ser sus propios textos.

Hace unos días se publicó aquí, en este Observatorio, mi artículo La educación que queremos: leer o no leer libros. Lo escribí sin saber que el tema estaba estrechamente relacionado con un asunto del que se empieza a hablar mucho en este espacio: al menos cinco textos publicados o citados aquí tratan de él (y no dudo que pronto se les sumen todo tipo reacciones y comentarios, dada su radical importancia).

El primero es la nota editorial firmada por Karina Fuerte, en la que explica el uso creciente de chatbots para la redacción de textos que parecen escritos por humanos. Karina concluye su nota abriendo una encuesta en la que nos pregunta si creemos que ese texto fue escrito por ella o en realidad es obra de un chatbot. Una semana después, en su siguiente editorial, nos da la respuesta: la nota había sido escrita por el programa de inteligencia artificial ChatGPT, y sin embargo más de la mitad de los encuestados la atribuyeron a la pluma de Karina. Anonadada, además de confesarnos que tendrá que tratar el duro shock con su terapeuta, la fingida autora se propone y nos propone hacer una seria autocrítica y preguntarnos si en nuestros textos en general no estamos recurriendo demasiado a un tipo de escritura claramente impersonal, al grado de que no se le puede distinguir de una redacción robotizada. Para dar un ejemplo, cita un artículo del Chronicle of Higher Education en el que se señala la larga tradición de impersonalidad que es ya parte de los textos académicos.

¿En qué se caracteriza un procesador de textos robótico? Trabaja de forma completamente estadística: empieza por seleccionar todas las ideas sobre el tema presentes en su base de datos; después las compara y las jerarquiza de acuerdo a nuestra solicitud, y vuelve a redactarlas, efectuando una síntesis gramaticalmente correcta (obviamente su base de datos puede llegar a ser tan vasta como todo el contenido de internet). Su segunda característica es que el texto resultante carece por completo de personalidad, es decir de una expresión propia.

Menciono arriba mi artículo sobre Leer no leer libros porque en él hablo justamente del valor de un tipo de escritura en la que el autor aprende a utilizar las reglas no para imitar modelos prestablecidos sino, por el contrario, para que sus escritos reflejen su personalidad, su individualidad humana. El estilo personal es algo vivo que no puede ni debe ser evitado. Aprendamos a llenar los textos de todo lo que somos nosotros mismos, digo ahí.

En su primera editorial, Karina alude también al peligro de que los estudiantes generen textos escolares con estas herramientas y los hagan pasar por propios. Es ahí donde Sofía García-Bullé toma la estafeta en otro texto y hace un acercamiento a este punto, poniendo énfasis en la opinión de algunos expertos en el sentido de que la solución a tales actos fraudulentos no es el castigo sino la aplicación de un código de honor que infunda en los estudiantes valores de dignidad y respeto a sí mismos (y a su trabajo, sus pares y maestros).

Uno de los ideales de toda sociedad es lograr este equilibrio entre tradición ética y avance tecnológico. Conseguirlo no es fácil: por lo general, el velocísimo desarrollo técnico no se sienta a esperar a que la tradición lo alcance. Más bien, suele alejarse de ella, insistiendo ─un poco a la ligera─ en que no dejará de tomarla en cuenta. Por eso, la tradición debe dejar de verse a sí misma como cosa del pasado para dar un raudo salto hacia el futuro y sorprender a la tecnología cuando sea ésta la que se la encuentre adelante.

Trataré de explicarme.

Empiezo por recordar cómo en mi adolescencia (ya lejana, como estoy a punto de evidenciar) las calculadoras electrónicas empezaron a inundar el mercado. Mi padre, un verdadero fan del razonamiento matemático, nos restringía su uso. Pensaba que ejercitar ese tipo de razonamiento era fundamental para alcanzar la autonomía como seres humanos. A la par, algunos de nuestros amigos argumentaban que a las calculadoras se les debía usar libremente y no desaprovechar ese otro tipo de desarrollo que permiten los avances tecnológicos. Creían que las calculadoras eran parte de una nueva cultura que llegaba para liberarnos de cargas como la de las operaciones matemáticas básicas y permitirnos concentrarnos en nuevos retos.

Algo de razón tenían ambas posiciones. La solución quizás era lograr un equilibrio entre ellas, y sin embargo la experiencia pronto nos dijo que la sociedad iría poco a poco abandonando la admiración por el razonamiento matemático y privilegiaría la del dedo índice que pulsa teclas y pantallas (mi tío Pepe, octogenario, dice que para recordar que no es tonto por no poder usar la computadora como lo hacen sus nietos, ha colocado a un lado de ésta una vieja regla de cálculo, herramienta de papel y cartón muchísimo más complicada de usar y que él dominaba con creces en su juventud).

El equilibrio entre pasado y presente, insisto, se logrará mirando ampliamente hacia el futuro. Pero el reto ─que no se nos oculte─ es inmenso, creo que mucho más que el que representa nuestra ya de por si enorme y legítima preocupación por el plagio robótico. Para comprender el tamaño de este desafío es preciso mencionar sus rasgos positivos y pensar en los beneficios que pueden traernos estos programas de redacción de textos (que sólo son, por cierto, una pequeña muestra de los avances de la inteligencia artificial). Uno muy claro para la investigación científica y social es que hoy por hoy podemos obtener en cuestión de segundos un informe tan breve o extenso como queramos, acerca de cualquiera de los temas que la humanidad tiene ya registrados de manera electrónica (la nota editorial de Karina es un ejemplo de 600 palabras). Esa información puede llegarnos jerarquizada en subtemas según el orden que escojamos, pero tiene un beneficio adicional: la capacidad de la herramienta de agrupar ideas según la cantidad de veces que se alude a ellas en la base de datos, nos puede añadir con una precisión sin precedentes aspectos subjetivos relativos a esa información, por ejemplo cuál era la idea más generalizada sobre cierto asunto en determinada época, información fundamental para el estudio de la historia (podemos hacer la pregunta ¿qué piensa la gente hoy acerca de los bots? o cambiarla para saber que se opinaba en el siglo XV sobre la invención de la imprenta).

Ahora imaginemos que los seres humanos encontramos la forma de programar un procesador para que imite todos los estilos de escritura que ha habido y sea capaz de producir textos que parezcan de verdad ejecutados por personas. Esto quiere decir textos no tan impersonales como los que hoy conseguimos sino unos de verdad «humanizados». ¿A qué me refiero con humanizados? En mi artículo Leer o no leer libros afirmo que todo texto «humano» se escribe en estados emocionales de incertidumbre y en diferentes contextos (algunos incluso tienen que ser escritos sobre las rodillas, en el camión, de prisa para entregarlo al editor); el resultado reflejará, aunque sea sutilmente, ese estado y ese contexto en el que fue escrito. El teórico Wolfgang Iser nos explica además que un autor nunca lo dice todo; consciente o inconscientemente deja abiertos algunos «espacios de indeterminación» que el lector debe llenar (la pericia del lector para llenarlos depende en parte de su familiaridad con el tema así como de su experiencia como lector). Esta personalísima forma de escribir de cada autor es lo que crea su estilo. Así pues, el chatbot que imagino es capaz de analizar, comparar y hacer quién sabe que otras operaciones sobre los textos, hasta delimitar todas estas sutilezas y reproducir el «estilo» de cualquier autor, incluso el de los modelos más sofisticados, como Homero o Shakespeare (con esas herramientas mi fantástico chatbot puede incluso ir más allá y descubrir en cuestión de segundos la influencia de esos dos autores en los escritores del romanticismo alemán, por ejemplo).

Está claro que mi chatbot no tiene por qué desarrollar lo que llamamos «un alma» ni adquirir la capacidad de un día engañarnos intencionalmente y hacerse pasar por nuestra abuelita, enviándonos un texto firmado por ella. Ciertamente, si lo programamos para que en determinadas circunstancias se haga pasar por nuestra abuelita, llegadas esas circunstancias obedecerá nuestra orden. Un bot así seguirá simplemente respondiendo a nuestra programación, por sofisticada que esta sea, de tal forma que aún en este caso el problema ético seguirá siendo el que señalan Karina Fuerte y Sofía García-Bullé de incurrir o no incurrir en fraude. Sin embargo ─y entro ya a la médula de este artículo─ me interesa sobremanera señalar cómo la complejidad ética del asunto crece hasta volverse inconmensurable si comparamos las habilidades de nuestro bot (insisto, imaginario) con lo que uno de los neurocientíficos más influyentes del momento piensa acerca de lo que somos los seres humanos. En su libro Neurociencia, los cimientos cerebrales de nuestra libertad, Joaquín M. Fuster plantea una de las más actuales teorías sobre la conciencia. En ella afirma (uso mis propias palabras) que nuestro cerebro ─que funciona como una unidad─ es capaz de recibir una cantidad inmensa de información y asociarla de formas prácticamente infinitas, para después ─en la corteza prefrontal─ revisar esas asociaciones, discriminar entre ellas y canalizar la más viable (la más pertinente, digamos) para ejecutar una acción.  Es lo que Fuster describe como «tomar una decisión». Si la cantidad de información ─y por lo tanto de asociaciones─ fuera muy reducido, la «decisión» tendría muchas limitaciones; sin embargo, como es «infinita», las posibilidades se extienden con tan magnificente amplitud que podemos decir que la corteza cerebral está dotada de libertad.

¿Cómo participamos nosotros en todo este asunto? Según Fuster, nosotros, nuestro «yo», nuestra conciencia, esa parte nuestra que tiene la experiencia de estar «viva», de ser «alguien», resulta sólo una especie de testigo sin mayor injerencia en el proceso. Somos meros observadores de lo que está pasando, como si miráramos desde atrás de un vidrio y no pudiéramos intervenir en lo que ocurre del otro lado. El término que emplea Fuster en algún momento es que somos un epifenómeno (una especie de efecto secundario) de esos procesos cerebrales. El término epifenómeno es difícil de explicar, pero podemos dar un ejemplo que nos lo aclare: se dice que nuestra sombra es un epifenómeno del hecho de que los rayos de luz alcancen nuestro cuerpo; es decir, un fenómeno secundario que no tiene incidencia sobre el fenómeno principal (el de la luz tocando nuestra piel, estimulando sus receptores, produciendo calor, etc). ¿Yo? Yo soy solo una especie de sombra de la actividad de un cerebro que interactúa con determinadas circunstancias. Como fenómeno secundario no tengo ninguna injerencia determinante en esa actividad mental ni en esta interacción (incluso mi lenguaje, mi propia manera de hablar, no es sino un recurso de la corteza prefrontal para procesar información y transmitirla a otros cerebros). En pocas palabras, como dice Fuster en alguna parte: «La corteza prefrontal es libre, nosotros no».

(Permítaseme abrir un paréntesis para remitir al lector a un texto del eminente filósofo español Juan Arana, donde revisa la edición española del libro de Fuster con todo cuidado y una severa aproximación crítica).

Según la estremecedora perspectiva filosófica de Fuster (cabe aclarar que, aunque él es un connotado investigador, las conclusiones aquí descritas no son una teoría científica), según esa filosofía, digo, Karina Fuerte no sólo no sería la autora real de su primera nota editorial sino tampoco de la segunda, pues al escribirla sólo habría tenido la impresión de serlo cuando en realidad sólo habría permanecido como observadora de la ejecución «libre» de su corteza prefrontal, verdadera autora del texto.

Como podemos ver, la dimensión más radical del problema ético no es la ya de por si difícil disyuntiva entre programar o no a un chatbot para que se haga pasar por nosotros, con la consecuente falta de respeto hacia nosotros mismos y nuestros pares; el dilema más trascendente en estos momentos es suscribir o no la propuesta de que nosotros mismos somos semejantes a un super bot cuya conciencia no es más que un epifenómeno relativamente inútil de los procesos cerebrales. En otras palabras, antes que el riesgo de la pérdida de nuestra dignidad esta la pérdida de nuestra identidad, justificada por una filosofía de la ciencia que parece rendirse a la impersonalización.

Ante ésta que para mí es una oscura fantasía, prefiero mirar al futuro y proponer y luchar por llevar hasta él la tradición ética de considerarnos seres capaces de interactuar con la realidad y modificarla (en una palabra, luchar por crear un futuro en el que los seres humanos también quepamos). Por eso, retomando el tema desde el principio, quisiera señalar con la mayor profundidad posible la oportunidad ética que se abre ante la pregunta sobre cómo enfrentar el riesgo de que los estudiantes usen el chatbot para escribir los que deberían ser sus propios textos.

Primero, es posible que ─lo mismo que aquellos amigos de mi juventud─ muchos estudiantes se nieguen a desaprovechar los avances por considerar éstos como elementos propios de la cultura y no sólo como recursos personales para el fraude. Si es así, sin duda podemos apostar a infundirles una ética que abogue por su dignidad y el respeto a sí mismos de tal manera que todos juntos descubramos un equilibrio entre los valores tradicionales y el desarrollo. En la búsqueda de este equilibrio tendremos que decidir si seguir pidiendo a nuestros alumnos ensayos académicos donde reproduzcan uno a uno lo aprendido (como enchufados a un procesador electrónico) o pedirles textos «personales» donde como autores doten a ese conocimiento de una perspectiva propia y viertan en él, de ser necesario, su intimidad. Si la escuela privilegia esto que nos identifica de fondo como seres humanos, estará apostando también, e inevitablemente, por una sociedad en la que la información y las decisiones que se desprendan de ella estarán siempre impregnadas de algo que podemos llamar personalidad o identidad humana, es decir, de esa parte de nosotros mismos en donde en última instancia se resguardan los valores éticos.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/la-educacion-que-queremos-robots-que-escriben-como-humanos/

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Mujeres sabias e indígenas: una historia de lucha contra el terricidio y el chineo

Por: Michelle Grandville

Desde Tierra Roja y para conmemorar el 3J #NiUnaMenos, entrevistamos a Evis Millan y María Romero, dos activistas integrantes del movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir. Aquí nos cuentan, entre otras cosas, cómo afecta el terricidio en sus comunidades, la práctica aún existente del chineo, sus graves consecuencias y las acciones que están llevando adelante para visibilizar y pedir al Estado que condene estos abusos.

#BastaDeChineo es una de las consignas de lucha del Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, quienes desde el 2013 recorren el país en la búsqueda de visibilizar sus cuerpas-territorio, sus cosmovisiones, identidades y derechos.

“¿Sabías que en Argentina, aún hoy, hombres criollos violan, torturan y matan mujeres y niñas indígenas?
El ‘chineo’ llegó con la colonización y la opresión sobre nuestros cuerpos-territorios”. 

Extracto del documento referente a la campaña #BastadeChineo del Movimiento de Mujeres Indígenas.

—Cuéntennos un poco acerca del origen de la palabra “chineo”.

—EM: La historia del chineo se remonta al momento de la colonización. Cuando se creó este Estado, se naturalizó el hecho de “agarrar” a las niñas indígenas por parte de los criollos que iban a instalarse en las comunidades y se lo definió en su momento -y hasta ahora- como algo bueno. Era un acto de hombría “sacarle la virginidad” a las niñas. A esta situación aberrante, se la denominó chineo. La palabra viene de la visión que tenían los criollos hacia las mujeres indígenas como las “chinitas”. Esto se mantuvo a través de la lógica colonizadora, ese era el poder que tenían los criollos y que siempre ejercieron.

Durante mucho tiempo, la misma Justicia lo definió como un acto natural o cultural que manteníamos en las comunidades, y la realidad es que en nuestros pueblos nunca tuvimos esa lógica, eso fue traído de afuera. 

—MR: Ninguna niña, joven o mujer tiene que pasar por esa experiencia que, hasta el día de hoy, se sigue practicando. Tenemos una Secretaría de la Mujer que no visita a las comunidades y un Estado totalmente ausente. Eso es lo grave, porque no tenemos apoyo.

—¿Cómo juega la educación en esta problemática?

—EM: Justamente, hay que hacer un trabajo muy profundo en la educación porque es la base de todo. No existe un apoyo escolar hacia nuestras niñas indígenas para que puedan entender la importancia de su identidad. Cuando ellas van a la escuela, les enseñan que los indígenas “son unos vagos, unos ignorantes”, entonces ese niñe va creando una historia totalmente ajena a sí misma y no quiere saber nada con su identidad, lo cual provoca un descontrol en su ser. Es importante destacar que negar su identidad hace que tenga más miedo para enfrentar todo tipo de violencia. Es un círculo muy complejo.

También vemos hermanas que se suman al movimiento con muchas ganas de cambiar, pero lamentablemente a veces están solas. Somos conscientes de que es muy difícil dar el primer paso, pero en algún momento hay que hacerlo; seguramente, en el transcurso de los años, se irán sumando más y verán que unidas podemos cambiar nuestra realidad.

—¿Cómo impacta el terricidio y el chineo en el día a día de las mujeres indígenas? ¿Qué consecuencias trae hoy que una niña sea violentada? ¿Qué genera eso en la comunidad y en las familias?

—EM: Una violación o asesinato producto del chineo provoca un desequilibrio muy grande no solamente en las familias, sino en todo su entorno. En el caso de las violaciones, muchas veces nos preguntamos cómo va a sanar esa niña si no hay un sostén adecuado. Generalmente, cuando suceden estos hechos, el Estado asigna unx psicólogx para acompañar el caso. En esta sociedad, se cree que es importante el rol que ocupan los psicólogos, pero nuestro pueblo entiende que, cuando nos enfermamos, no solo se enferma nuestro cuerpo, sino nuestro espíritu. Algo básico para nosotros como pueblos originarios es la espiritualidad y nuestra visión de sanación a través de ceremonias, un acompañamiento de nuestras mujeres sabias, las que tienen ese conocimiento de nuestras ancestras. Y lamentablemente, a veces es complicado seguir estos pasos porque la Iglesia y el Estado han hecho estragos en nuestros territorios. Nosotros también hablamos de la violencia religiosa que nos impusieron y que, de alguna forma, siempre ha querido suprimir nuestro conocimiento ancestral. 

—MR: Cuando se violenta a una mujer es como dice Evis, se enferma todo el ser, el cuerpo y el entorno. Yo no creo en la psicología blanca como forma de sanación, creo más en sentarme debajo de un árbol y escuchar la vida que tiene. Sé que va a ayudar a sanar mi espíritu, mi ser todo y mi entorno. Lamentablemente, las que vivimos en las comunidades urbanas ni eso nos queda. Muchas veces no tenemos los medios ni el espacio para ir a sanar. Si ves cómo están nuestras comunidades, te dan ganas de llorar. Nosotros que acá teníamos monte, no existe más, se volvió todo soja. Es muy doloroso.

—EM: Justo hoy recordaba que, en el 2020, largamos la campaña “Basta de chineo”, el 10 de febrero. La situación es cada vez peor, no han parado los feminicidios ni las violaciones. Nos quieren hacer creer que hay un gobierno abierto al diálogo, que ha generado herramientas políticas en apoyo a nuestros pueblos, pero la realidad es que no se ha avanzado en ninguno de los temas que prometieron. Al contrario, se ha agravado la situación, sobre todo, en los territorios del norte.

—Y qué sucede con el Poder Judicial, ¿se puede denunciar?

—EM: Es muy difícil hacer la denuncia por parte de nuestras mujeres indígenas. Lo vemos a diario en las comunidades, con nuestras hermanas en el norte. Y no solamente no tienen respaldo del Estado, sino tampoco de su propia comunidad. Muchas hermanas tienen temor, no se animan a enfrentar al cacique, al intendente, al gobierno o a los empresarios que están asesinando todo.

La última niña wichí, Pamela, la encontraron muerta y, hasta el día de hoy, la familia está pidiendo justicia. Aparentemente, habían arrestado un adolescente, pero todos saben que detrás de ese femicidio habían varias personas adultas blancas y no eran indígenas, pero entre ellos se cubren siempre. Vemos esa injusticia donde a la policía no le interesa la muerte de las niñas indígenas. Es muy difícil, ya que muchas hermanas por miedo tampoco se animan a hacerla pública.

—¿Qué impacto tiene hoy que una niña no vaya al colegio?

—EM: Algunas hermanas nos han comentado que las jóvenes quieren seguir estudiando, pero tienen miedo de que las agarren en el camino, las violen o las maten. Y lo grave de todo es que dejen de mandar a las niñas al colegio por miedo. Muchas veces deben hacer varios kilómetros caminando para llegar a la escuela más cercana y no tienen un vehículo para movilizarse. La consecuencia más grave es que, al dejar la escuela, en algunos casos, no aprenden castellano y muchas de ellas siguen hablando su lengua natural. A nosotros, como mapuche, nos han impuesto el castellano y lo manejamos mejor, pero en el norte es todo lo contrario. Eso limita al momento en que van a reclamar derechos o hacer una denuncia. Y en los casos que se animan a hacer la denuncia, el Estado no cumple con el derecho de proporcionarles un traductor. No son escuchadas y esto automáticamente las limita. 

—¿Qué temáticas abordan desde el Movimiento y qué acciones están llevando a cabo para visibilizarlas?

—EM: En nuestra agenda, siempre hacemos hincapié en cómo podemos sostenernos cada una de forma autogestiva. Seguimos apostando por el programa Hacedoras por el Buen Vivir (propuesta impulsada por el movimiento que plantea una marca colectiva e identitaria para generar autonomía económica), donde la propuesta es que cada una de las hermanas que conoce algún saber ancestral lo pueda vender y, al mismo tiempo, sea una entrada económica para ella y su familia. Actualmente, es muy difícil el apoyo de organismos del Estado y todo nos cuesta el doble.

Venimos también trabajando hace ya bastante tiempo en varias campañas, todas relacionadas con el terricidio. Como concepto, el terricidio abarca el chineo, el derecho a la medicina ancestral, al territorio, a la educación (pero nuestra propia educación como mujeres indígenas).

—MR: El año pasado, viajamos con algunas hermanas y tuvimos la oportunidad de reunirnos con algunos ministros y ministras para contarles desde nuestra visión la situación que se está viviendo en las comunidades. Una de las propuestas que planteamos es tener el apoyo del Estado para llevar a cabo un proyecto que definimos como Defensoras Territoriales. ¿Qué sería esto? Que en cada territorio nuestras hermanas indígenas puedan ejercer el derecho a ser acompañadas en condiciones normales y más aún en presencia de alguna injusticia. Las Defensoras Territoriales deberían estar ahí presentes, llevar a cabo capacitaciones, cumplir el rol de traductoras para los casos que amerite y acompañar ante cualquier acto de violencia ejercida. No solo a las víctimas de violación, sino también a la violencia que se presenta ante desalojos forzados; acto que sucede a diario por parte de empresarios y que además el Estado es cómplice. Otra de las responsabilidades que tendrían estas defensoras es ejecutar continuamente un relevamiento de lo que está sucediendo en cada caso particular de nuestras comunidades, porque actualmente no existe algo similar en cuanto a la situación indígena. En esa oportunidad, los ministros y ministras se comprometieron en ayudarnos a presentar este proyecto para financiarlo y nunca nos llamaron. Nosotros igualmente seguimos empujando, viendo la posibilidad de conseguir apoyo de organizaciones de otros países que puedan financiarlo, porque entendemos que el Estado no nos va a ayudar.

—EM: Otra gran acción que estamos llevando a cabo con esta problemática del terricidio es un proyecto de ley para presentar al gobierno. Para esto, se conformó un grupo con apoyo de abogades, compañeres ambientalistas y de otras organizaciones, para generar charlas y que nos ayuden a impulsarlo. Queremos que se haga justicia y se condene a los responsables del terricidio. Porque esta problemática asesina el territorio, la naturaleza, los animales y otros seres humanos. Todo tiene vida para nosotros. Y realmente esta situación no solo involucra a los pueblos indígenas, sino a toda la sociedad argentina, porque lo que está sucediendo en el sur y en el norte respecto a los incendios nos compete a todos y todas.

El pasado mes de abril de 2022, en Chicoana -provincia de Salta-, unas 250 mujeres representantes de las 36 naciones originarias se reunieron en el Tercer Parlamento Plurinacional de Mujeres y Diversidades Indígenas por el Buen Vivir, donde definieron una agenda en común y presentaron un documento que exige terminar con los crímenes de odio contra las mujeres y niñas de las comunidades, mal llamado “chineo”.

Imagen de portada: Victoria Eger para Feminacida.

Fuente de la información e imagen:  Tierra Roja 

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Solidaridad más que nunca

Por: Dinorah García Romero

Superar una solidaridad coyuntural y con matices teatrales. Se ha de posibilitar una solidaridad pensada, que incida en la mejora de dimensiones sustantivas del desarrollo de la sociedad haitiana.

La República Dominicana se caracteriza por tener relaciones cercanas y solidarias con la mayoría de los países de la región y de otras esferas geográficas del mundo. Con los regímenes del continente que se inscriben en el círculo del socialismo, como el caso de Cuba, Nicaragua y Venezuela, la relación es más distante y fríamente calculada. La relación de la  República Dominicana con los tres países antes mencionados es frágil, comparada con la relación que los últimos gobiernos han exhibido con China. En el marco de las relaciones con otras naciones, se destaca la relación con Haití. Dos países en una misma isla, que, a pesar de las luchas históricas entre ambos, trabajan de forma continua para fortalecer sus respectivas identidades. Desarrollan esfuerzos para abrirle espacio al diálogo y ponerlo en ejecución en un clima de respeto y acogida. Esto ocurre a pesar de los esfuerzos de algunos sectores de las dos naciones por crear una relación tóxica entre el pueblo haitiano y el pueblo dominicano.

En este sentido, centramos nuestra atención en el momento que vive la sociedad haitiana. En el 2021, en un  corto período  se ha visto afectada por dos terremotos de gran magnitud: el terremoto político generado por el magnicidio del presidente de la República y el terremoto de magnitud 7,2 acaecido el 14 de agosto del año en curso.  Este último fenómeno agrava la situación de pobreza, de indefensión e inestabilidad política y social. A los acontecimientos actuales, se unen los problemas irresueltos generados por el terremoto de 2010. La herencia de este terremoto: alto índice de personas sin hogares e infraestructura pendiente de reparación.  Esta situación está por encima de las posibilidades del país afectado y requiere de la solidaridad de las naciones de América Latina y el Caribe.  Requiere, también, la colaboración de los países y de las personas que se han beneficiado de la riqueza natural y de la condición de empobrecimiento de ese país. Es necesario desplegar solidaridad más que nunca. Ya el discurso se agotó, ahora se impone la ayuda real aun en medio de los riesgos y de la peligrosidad presentes en el territorio haitiano.

El fortalecimiento de la solidaridad no es algo fortuito. Ha de ser una solidaridad focalizada y acompañada de un interés por el bienestar de la población de ese país. Este requiere que sus amigos y aliados decidan, de una vez y por todas, un apoyo sistemático que les permita fortalecer la institucionalidad, la democracia y la atención a las necesidades de la población. Es preciso repensar la solidaridad con un país con un empobrecimiento estructural. No abogo por una sustitución pura y dura del trabajo y de los esfuerzos que les toca a los haitianos. No. Lo que planteo es que se ha de superar una solidaridad coyuntural y con matices teatrales. Se ha de posibilitar una solidaridad pensada, que incida en la mejora de dimensiones sustantivas del desarrollo de la sociedad haitiana. En el ámbito de la solidaridad, se ha de cambiar la misma práctica ante fenómenos críticos. Se espera que el componente creativo y el contexto favorezcan la búsqueda de estrategias de solidaridad más duraderas en el tiempo y más consistentes en las acciones. Es un imperativo cualificar la solidaridad. Esta se ha de acompañar de apoyo a programas y proyectos orientados al fortalecimiento de la madurez política, socioeducativa y económica de Haití. Solidaridad más que nunca, salvando la soberanía del país hermano y con perspectiva más integral e innovadora.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/solidaridad-mas-que-nunca-8975738.html

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Jóvenes, educación, subjetivación e identidades

Por: Selene Kareli Zepeda Pioquinto

La identidad ha sido inicialmente atención de los estudiosos en ciencias sociales por la emergencia de los movimientos sociales que han tomado como impulso la identidad de un grupo ―étnico, regional, etcétera― o de una categoría social ―movimientos feministas, por ejemplo― para cuestionar una relación de dominación o de reivindicar una autonomía; principalmente al comenzar la era de la globalización. De tal manera que, “para que la pluralidad de las culturas del mundo sea políticamente tenida en cuenta, es indispensable que la diversidad de identidades pueda ser contada y narrada” (Martín Barbero, 2001, citado por Salazar, 2018, p. 41)

 Bauman apunta que la cuestión de la identidad sólo se suscita en la modernidad cuando el Estado naciente, se enfrenta a la necesidad de crear un orden. Así, la idea de “identidad”, una “identidad nacional” en concreto, ni se gesta ni se incuba en la experiencia humana de forma natural, ni surge de la experiencia como un hecho vital evidente por sí mismo. Siendo el Sistema Educativo un motor para propiciar determinadas normas y valores que promuevan esa “identidad nacional”.

En este sentido, las representaciones sociales serían una forma de conocimiento socialmente elaborado y compartido, orientando a la práctica que contribuye a la construcción de una realidad común a un conjunto social, por tal surgen las preguntas, ¿qué representaciones está dando el sistema educativo mexicano a la juventud actual?, ¿por qué es vital mirar a las juventudes? Es de destacar que ingresar a la Educación Media Superior en México se ha vuelto cada vez más complejo, los lugares se ven reducidos y la competencia es mayor. Existen preferencias por estudiar en una institución adscrita a las Universidades Autónomas que en aquellas que no lo están. No obstante, hay un gran desconocimiento por parte de los jóvenes para elegir una institución para sus estudios superiores, pues la orientación escolar y vocacional queda delegada al transitar de su formación, lo pilares o ejes guías para elegir una institución de estudios antes de ingresar no están presentes.

¿Qué significa ser joven en México?

Describir a los jóvenes mexicanos resulta crucial, pues es de reconocer que ante los cambios tan acelerados a los cuales nos enfrentamos en la actualidad, el ser joven implica retos particulares. Retomando a Rossana Reguillo, cito que las formas de constitución de “lo joven” varían a lo largo del tiempo; cada generación es joven a su manera.  Sin embargo, la pobreza define en buena medida las biografías y trayectorias juveniles. Asimismo, el desempleo, la precariedad, la inseguridad y la criminalización de la juventud y la pobreza hacen parte de la experiencia cotidiana y subjetiva de millones de jóvenes.

Es importante concebir a la juventud como construcción social de una fase particular en el ciclo de vida que cambia de forma y de contenido a través del tiempo y del espacio. “La biología de los cuerpos juveniles en maduración no es la determinante principal e invariable de su identidad categorial, sino que está sujeta a diferentes marcos de interpretación entre y dentro de las culturas y de diferentes épocas históricas” (Urteaga, 2013, p. 18).

Según lo señala Rossana Reguillo en su texto Los jóvenes en México, 2013, podemos identificar tres momentos para el referente de juventud

  1. La emergencia de un actor político juvenil a través de la categoría «estudiantil» que parte del movimiento del 68.
  2. La emergencia del joven popular urbano a través principalmente de las “bandas juveniles”, espejo invertido del llamado milagro mexicano, y su molesta intromisión en la declaración de nuestra modernidad capitalista (sic) hacia principios de los años 80.
  3. La emergencia de las «culturas juveniles» que, a través de modos diferenciados de autoreconocimiento, dieron cuenta de la globalización de las identidades, la cual ponía en evidencia que el mundo ya no se agotaba en las adscripciones o fidelidades locales; este momento arranca a finales de la década de los años ochenta, pero es en los 90 cundo alcanza su punto más alto, tanto en el plano de la discusión académica como en el ámbito del discurso mediático. (Reguillo, 2013, p. 10).

Gracias a los aportes de Reguillo, es posible reconocer que el actuar juvenil como ahora lo concebimos, tiene sus primeras apariciones y apropiaciones a mitad del siglo XX, sin embargo, hoy en día surge la pregunta “¿de qué maneras la espacialización de las diferencias juveniles remite a su activa participación en la construcción de estilos de vida diferenciados y desiguales enmarcados en la recomposición/reconfiguración de las clases sociales, en curso desde el quiebre del modelo de desarrollo capitalista anterior y el cambio en el sistema de referencia social?”  (Urteaga, 2013, p. 28)

Por lo antes mencionado, contextualizar a los jóvenes dentro de la sociedad globalizada, es un engrane que ayudará a comprender las maneras en que estos adoptan formas de ser y actuar en los diversos contextos sociales de los cuales son partícipes, uno de ellos y el cual atañe al presente artículo, es la escuela, llevándolos así, a la construcción de identidades. Según Bourdieu, la clase social, se define por la estructura de las relaciones entre todas las propiedades pertinentes, que confiere su propio valor a cada una de ellas y a los efectos que ejerce sobre las prácticas.

En la actualidad, los jóvenes van interiorizando representaciones sociales, justo de la misma forma en que interiorizan la representación de pertenencia a una institución educativa. Es algo que ellos ―en su mayoría― meramente reproducen, sin detenerse a analizar ni cuestionar la “realidad social” que se les está dando y que están tomando para su vida, los jóvenes simplemente se lo apropian como algo natural, lo mismo ocurre con la enseñanza dentro del aula; así pues, tenemos que esta realidad es aprehendida en un continuum de tipificación que se vuelve progresivamente anónima a medida que se aleja del aquí y ahora (Berger, 2015).

Por otra parte, cuando se habla de subjetividad se refiere a las ideas del entorno en el cual se habita y han sido interiorizadas por los individuos, sin embargo, los procesos de subjetivación son esos pliegues, esas rutas que interconectan el afuera con el adentro del sujeto, la relación permanente que se vive con el entorno; de tal manera que, el mundo social aparece filtrado para el individuo, de esta manera el joven de clase baja no sólo absorbe el mundo social en una perspectiva de clase baja, sino que lo absorbe con la coloración idiosincrásica que le han dado sus padres, o cualquier ente encargado de su socialización, como lo es la escuela.

Dentro del espacio social juvenil, los medios y las nuevas tecnologías no son simplemente mercancías simbólicas o marcadores de distinción, sino redes cruciales en la definición y distribución del conocimiento cultural. La diferencia entre estar dentro (in) o fuera (out) de la moda, alto o bajo en capital subcultural, etcétera, se correlaciona de maneras complejas con grados de información, creación y exposición a los mismos. (Urteaga, 2013, p. 34)

En este sentido las TIC vinieron a revolucionar las interacciones sociales, dando impulso a la sociedad global, sin embargo, este mismo fenómeno dividió con mayor fuerza a los diversos sectores sociales de la población. Se podría empezar a hablar del fin de la geografía, o una nueva geopolítica. Las distancias ya no importan y la idea del límite geofísico es cada vez más difícil de sustentar en el “mundo real” (Bauman, 2017, p. 19).

En el ámbito económico se puede percibir que “las empresas pertenecen a las personas que invierten en ella: no a sus empleados, sus proveedores ni la localidad donde está situada. (Albert J Dunlap, 1996, en Bauman 2017, p. 13), por lo que los empleados, proveedores y voceros de la comunidad no tienen voz en las decisiones que puedan tomar las “personas que invierten, siendo así que los empleados provienen de la población local.

En este contexto, el económico, ¿qué es lo que el sistema educativo mexicano ofrece a los jóvenes?, ¿qué ideas internaliza en los jóvenes para su vida adulta? Las comunicaciones baratas inundan y ahogan la memoria en lugar de alimentarla y estabilizarla (Bauman, 2017, p. 23). El espacio es organizado por la capacidad de los factores técnicos y la clave para imponer orden en la sociedad consistía en organizar el espacio.

Lejos de homogeneizar la condición humana, la anulación tecnológica de las distancias de tiempo y espacio tiende a polarizarla. Emancipa a ciertos humanos de las restricciones territoriales a la vez que despoja al territorio. Para algunos, augura una libertad sin precedentes de los obstáculos físicos y una inédita capacidad de desplazarse y actuar a distancia. Para otros, presagia la imposibilidad de apropiarse y domesticar la localidad de la cual tendrán escasas posibilidades de librarse para ir a otra parte. (Bauman, 2017, p. 25)

En el nuevo mundo de la alta velocidad, la “localidad” no es la misma que en la época cuando la información se desplazaba solamente con el cuerpo del transportador; tanto la localidad como la población localizada tienen poco en común con la comunidad local. Los espacios públicos siguieron a la elite al librarse de sus anclajes locales. (Bauman, 2017, p. 31). A principios de los cincuenta, escribió memorablemente Jean Paul-Sartre: «sólo los burgueses disfrutan de la juventud. Los hijos de los obreros y campesinos pasan de golpe de la niñez a la edad adulta». La juventud lujo de clase. (Urteaga, 2013, p. 73). Esto ha repercutido en el sentido que hoy los jóvenes mexicanos otorgan a la participación política y en las malas o nulas relaciones que establecen con ella y sus representantes.

Un territorio despojado de espacio público brinda escasas oportunidades para debatir normas, confrontar valores, debatir y negociar. La imaginación utópica para conquistar el espacio urbano y el de los sueños de planificación y arquitectura urbanas en busca de un marco social donde pueda materializarse. (Bauman, 2017, p. 41)

En este orden de ideas, las políticas educativas van apuntalado a la consolidación de una sociedad global, capitalista y neoliberal donde existen los globales y los locales, lo que propaga con mayor fervor las desigualdades.

En un discurso dado por, Ávila Camacho —quien fuera presidente de México de 1940 a 1946— pronuncia y sintetiza muy bien el espíritu del cual van dotando al Sistema Educativo:

A partir de este momento la política educativa, las escuelas serán la divisa de nuestro empeño. Máquinas para facilitar, activar y aumentar las faenas de nuestros campos. Máquinas para elaborar las materias primas que, a bajo precio, vendamos al extranjero y que importemos más tarde convertidas en artículos manufacturados, caros y escasos. Y también escuelas. Escuelas para enseñar el manejo de las máquinas de que hablo, sin que las máquinas se apoderen del corazón y cerebro de nuestros hombres. Escuelas en cuyas aulas el adiestramiento de las técnicas más modernas, no conduzca a los educandos a las sórdidas conclusiones de un maquinismo automático y de un materialismo servil. Escuela, por fin, en que nuestros niños y nuestros jóvenes adquieran ese amor al bien y ese dominio de sí que liberan más que ningún combate y que hacen de las virtudes de cada ser una fuerza de resistencia pública más protectora y más fiel que el mejor escudo. (Pérez, 2013, pp. 71-72)

Se puede percibir en el discurso de aquel mandatario, el giro y dirección que cobró la escuela y que se mantiene hasta la actualidad, en una formación social determinada, la acción pedagógica legítima, o sea, dotada de la legitimidad dominante, no es más que la imposición arbitraria de la arbitrariedad cultural dominante, en la medida en que es ignorada en su verdad objetiva de acción pedagógica dominante y de imposición de la arbitrariedad cultural dominante. (Bourdieu, 1996).

De esta manera, se está dificultando en gran medida cualquier innovación verdaderamente poderosa para desarrollar capacidades críticas, reflexivas, creativas, colaborativas, solidarias y democráticas, o sea, con potencialidad para desafiar intelectual e ideológicamente al discurso dominante imposibilita, de empoderar con criterio al alumnado y ayudarle a convertirse en ciudadanas y ciudadanos optimistas, que consideran que es posible alterar el curso de la historia que se les presenta como ya terminada. (Torres, 2017, p.19)

Más allá de la escuela, las TIC están dando recursos a los jóvenes para que adopten una identidad, y así echen mano de sus recursos culturales disponibles en sus redes inmediatas y en la sociedad. Por consiguiente, las contradicciones y disposiciones del entorno sociocultural tienen que ejercer un profundo impacto sobre el proceso de construcción de identidad. (Giménez, 2007)

Hoy, el propio ámbito familiar ha sido invadido por el marketing incesante. Los miembros de una familia tienden a consumir productos diferentes y a elegir estilos de vida también diferentes (Giménez, 2007) a lo que se podía observar hace 30 años, lo que puede generar una fragmentación en las relaciones sociales de familia o bien la puede diversificar.

Los clásicos de la sociología concibieron la modernización como un amplio proceso de cambio social perceptible en el largo plazo multisecular y a escala de la sociedad global. Lo describieron como el tránsito de lo simple a lo complejo, de la comunidad tradicional a la sociedad contractual (Tönnies), del mito a la ciencia (Comte), de la solidaridad por semejanza a la solidaridad por interdependencia (Durkheim), de la sociedad tradicional a la sociedad racional burocratizada (Max Weber), de las sociedades pre-capitalistas a la sociedad capitalista burguesa (Marx) de la costumbre a la ley, etc. (Giménez, 2007)

Se observa que a lo largo de la historia los procesos culturales se han ido transformando, y esto da como resultado que los roles sociales de cada individuo se vayan modificando para tener un nuevo orden en la sociedad, incluso las mismas instituciones irán modificando su rol dependiendo el momento histórico en que se esté viviendo, por tal, no se puede hablar de identidades permanentes, pero sí de identidades que bien podría impulsar a tejer comunidad.

En este momento coyuntural que vivimos debido a la crisis sanitaria, económica, educativa, habría que repensar educación para qué, ¿qué tipo de sociedad es la que se necesita consolidar? Pensar únicamente en cubrir las competencias y temas memorísticos nos ha mostrado que ante una crisis ecológica y humanitaria no es suficiente. Tejer lazos de solidaridad, consciencia social e histórica es vital para fortalecer el tejido social. Asimismo, ver las políticas educativas donde los jóvenes y las infancias son el centro es primordial, pues son ellos los futuros ciudadanos que sostendrán a las sociedades. ¿Qué jóvenes estamos formando?, ¿los estamos escuchando?

Referencias

Bauman, Z. (2007). Identidad. Buenos Aires: Losada Giménez, G. (2007). Estudios sobre la cultura y las identidades sociales. México : CONACULTA.

Bauman, Z. (2017). La Globalización. Consecuencias humanas. México: FCE.

Berger, P. y. (2015). La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu.

Bourdieu, P. (1996). La reproducción. Barcelona: Fontamara.

Bourdieu, P. (1997). Capital cultural, escuela y espacio social. México: Siglo XXI.

Giménez, G. (2007). Estudios sobre la cultura y las identidades sociales. México: CONACULTA.

Modonesi, M. (2017). El concepto de clase social en la teoría marxista contemporánea. México: UNAM.

Pérez, J. (2013). Las transformaciones en las edades sociales. En R. Reguillo, Los jóvenes en México (págs. 52-90). México: FCE.

Reguillo, R. (2013). Los jóvenes en México. México: FCE.

Salazar, J. (2018). ¿Por qué enseñar historia a los jóvenes? México: Horizontes educativos

Urteaga, M. (2013). Género, clase y etnia. Los modos de ser joven. En R. Reguillo, Los jóvenes en México (págs. 15-52). México: FCE.

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Nueva edición ampliada del libro «Identidades feministas y teoría crítica» (PDF)

Reseña: Antonio Antón

Esta nueva edición de Identidades feministas y teoría crítica, tiene un doble plano, analítico y teórico. Por una parte analiza las características de la nueva ola feminista en España, sus causas, el contexto sociopolítico y cultural y su impacto transformador. Por otra parte, explica los diferentes enfoques teóricos, en particular, los debates sobre el sentido de las identidades feministas y su relación con la formación del sujeto feminista. Los dos aspectos se entrecruzan en sus cinco capítulos.

El primero, Feminismos e identidades, detalla el refuerzo de la conciencia y la participación feministas y el significado de las identidades como procesos relacionales y de reconocimiento propio y ajeno.

El segundo, Feminismos, interseccionalidad e identificaciones, parte de un análisis sociológico de los distintos electorados y su grado de afinidad feminista, así como de la activación feminista, para profundizar en los procesos de identificación y su interseccionalidad.

El tercero, Acerca del pensamiento de Nancy Fraser, se centra en una valoración crítica de su feminismo y su teoría alternativa, con algunas conclusiones estratégicas y un anexo al final.

El cuarto, Sujeto y cambio feminista, analiza las tendencias y el contexto del cambio feminista y las contrasta con la formación de las identidades feministas.

Y el quinto, Sujeto feminista: ni esencialista ni posmoderno, desde el análisis de los tres ejes de la acción feminista y la existencia de dos grandes corrientes del movimiento feminista, la socioliberal o formalista y la crítica o transformadora, explica los fundamentos teóricos que están detrás de los debates sobre el sujeto feminista, desde un enfoque crítico, relacional y sociohistórico.

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Fuente: https://rebelion.org/nueva-edicion-ampliada-del-libro-identidades-feministas-y-teoria-critica/

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I Congreso Mundial de Educación 2020. Educación pública de calidad o barbarie. Ponencia a cargo de Luis Bueno, México

Luis Bueno Rodríguez

Rigoberto Reyes

 

El conocimiento y la cultura son propiedad de la humanidad y con este Congreso Mundial venimos los trabajadores de la educación a dar un primer paso en el cumplimiento de nuestra obligación laboral: regresar a la humanidad lo que le pertenece.

 

  1. De la educación como derecho a la educación como privilegio

En las últimas décadas el derecho universal a la educación se ha visto severamente afectado por la precarización y el abandono de los proyectos educativos que buscaban el acceso universal a la educación pública, gratuita y de calidad.

Chile fue el laboratorio latinoamericano temprano de este sistema implantado durante la dictadura militar. Esta experiencia se ha extendido en la región latinoamericana, lo cual se puede observar en el escaso presupuesto que se destina a la educación. En México el cambio en las políticas educativas y la reducción de su presupuesto comenzó en los años ochenta, pero se agudizó durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Tras la entrada en vigor del TLCAN, el Banco Mundial exigió a México condicionar el presupuesto educativo a los resultados del aprendizaje, así como establecer modelos más estrictos de control y evaluación. Aunado a ello, se dio un paulatino ascenso en las colegiaturas cobradas en las universidades. Una modificación en el Reglamento General de Pagos que encarecía los costos de estudiar en la UNAM desató una prolongada huelga en 1999.

La reducción presupuestal en la educación superior en México es en realidad una política deliberada para excluir de la educación de este nivel a 9 de cada 10 aspirantes, mediante los exámenes de admisión. Desde los 90 y durante los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón se produjo un crecimiento de la educación privada en todos los niveles educativos. En el nivel superior, ya para 2017 existían en el país 931 instituciones públicas de educación frente a 1886 instituciones privadas.

Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto se impulsó la creación de tecnológicos, pero se dejó en el olvido la educación superior en materia de ciencias sociales, humanidades y artes y se emprendió una dura política contra las escuelas normales rurales. El proyecto estrella del actual gobierno, “Jóvenes Construyendo el Futuro”, prolonga la formación de los estudiantes quienes, en lugar de un salario, reciben durante un año una beca del gobierno para desempeñarse en la fábrica como mano de obra gratuita para el capital.

Finalmente, la privatización opera también a través de los convenios entre empresas e instituciones de educación, como una de las formas en las que las empresas solucionan sus propios problemas utilizando a su servicio las capacidades de las escuelas públicas o el financiamiento de investigaciones de empresas transnacionales por parte del gobierno a través de organismos como el CONAHCyT.

  1. Efectos del neoliberalismo en el campo laboral del sector educativo

En el nivel universitario, en los albores del neoliberalismo, con el pretexto de la elevación de la autonomía a rango constitucional, se prohibió al sindicato nacional universitario apenas creado y se les despojó a los sindicatos universitarios de toda posibilidad de intervenir en el ingreso, la promoción y la permanencia del personal académico. La autonomía universitaria de corte feudal, así creada, fue la plataforma que permitió la instalación de una creciente precarización -caímos en el abismo salarial- y mercantilización de la educación superior y el alejamiento de los trabajadores académicos de la vida sindical y su creciente individualización.

Ya en pleno neoliberalismo el gobierno implementó con éxito el Sistema Nacional de Investigadores cuyo modelo de becas y estímulos, también replicado en cada una de las instituciones públicas, multiplican varias veces los ingresos de los académicos derivados de su productividad individual, pero, sobre todo, modifican su consciencia. Se advierte su carácter excluyente cuando se compara con los docentes que laboran por hora/clase, que en un 70% de la planta docente nacional no participan de este sistema, pero sí de la precariedad de sus contratos temporales o interinos y de tiempo parcial.

El neoliberalismo educativo como transformador de identidades y subjetividades

La más importante de las reformas que ha ejercido el neoliberalismo en el mundo es, sin duda, la de tipo educativo porque se refiere a la transformación de las identidades y las subjetividades, a través de cambios en los planes de estudio y objetos de investigación para atender las demandas empresariales; un cambio profundo que difícilmente se puede revertir en el corto plazo. Permitir su continuidad equivale al suicidio colectivo. El modelo de educación bancaria sembró la idea del “estudiante como cliente” tendiente a convertir la escuela en un centro expedidor de acreditaciones. Finalmente, el discurso del emprendedurismo ha permeado el imaginario educativo, impulsando conocimientos meramente empíricos orientados a la formación identitaria de emprendedores, lo cual desde luego tiende a empobrecer el conocimiento. A dos años del nuevo gobierno federal estamos a la espera de señales que detengan la continuidad del neoliberalismo en la educación, en su concepción y en los derechos laborales y sindicales de las y los trabajadoras de este sector. Para empezar, necesitamos nada más y nada menos que 43 señales de vida del nuevo proyecto educativo.

  1. Pandemia, virtualidad y teletrabajo

Desde hace más de 10 años el mundo educativo mexicano experimentó una nueva modificación con la aparición de oferta educativa en línea o a distancia. Esta tendencia se vio acelerada por la pandemia global producida por el Coronavirus que ha obligado a implementar distintos modelos de educación remota o a distancia para continuar con la formación estudiantil.

No tenemos tiempo para detallar los efectos laborales y en los estudiantes de la teleeducación como modalidad del teletrabajo y que obligan a renovar nuestra agenda sindical reivindicativa, pero sí para anotar que la pandemia desnuda y advierte que las potencialidades de las TIC y la educación virtual son enormes pero contingentes a los propósitos finales de su destino y utilización. Puede ser igualmente útil para fines privados y de solución de los problemas de la gerencia o, si nos las apropiamos y las controlamos, para plantear soluciones a los grandes problemas locales, regionales y globales que enfrentan las mayorías de nuestras poblaciones. Puede servir para la generación de conocimiento basura convertido en mercancía (volátil y desechable, contemporizando con la sociedad de consumo, la del conocimiento) o para la potenciación de conocimiento relevante, sustentable, trascendente, significativo y liberador. De todas maneras, estimo que nunca la humanidad ha estado tan cerca de recobrar su sentido de reconciliación consigo misma y con el resto de la naturaleza, pero al mismo tiempo también a un paso de la barbarie

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Las identidades: fortalezas y debilidades (1-3)

En todo momento, reír para vivir no es malo, es una excusa que proyecta un estado emocional que si bien no es completamente un reflejo de su interioridad, sí lo es como imagen de una personalidad social que sabe hacer uso de la alegría para contrarrestar el sufrimiento recurrente con el que la vida lo acompaña cada día

Por Carlos Andújar Persinal 

Como parte de un enfoque investigativo habría que preguntarse si la identidad, los estudios del tema, los gestores del mismo y los interesados en profundizar de sus alcances, a través de una técnica evaluativa usada frecuentemente en las ciencias sociales, que permite confirmar tendencias dentro un tema de interés o investigado en un momento determinado, podría aplicarse a este tema. Fortalezas y debilidades se traduce bajo la sigla FODA. Contribuye su comparación al equilibrio de los hechos estudiados, evitando sesgos, parcializaciones, condicionamientos y asegurar la radiografía de un hecho de la realidad, tal cual se presenta o se manifiesta, con su pro y contra.

La identidad, como tema investigativo podríamos pensar que puede tener una aplicabilidad comprobatoria en base a aquellas expresiones identitarias que se pueden considerar capital agregado del país, para su inclusión en programas de planificación, estrategias de desarrollo, políticas públicas y definición de acciones institucionales, además de la formalización de una percepción sobre nosotros mismos acorde con las tendencias que arrojen estos estudios y sistematicidades sobre nuestra forma de ser, pensar, actuar y vivir la cotidianidad, bajo un manto construido desde una cosmogonía nacional.

La frase “el dominicano baile sus penas” del psiquiatra Antonio Zaglul, es retrato fiel de una población que ha construido una manera de vivir entre la pena, el dolor y la alegría, conformando con ello una visión del mundo, una manera de pensarse, asumirse y relacionarse en medio de la desgracia y la risa.

Es tal vez para los estudiosos esto un tema de debate. Puede ser considerado un recurso de supervivencia, articular la pena con la risa para sobrellevar el sufrimiento. Supera acaso, el divertimento propia del dominicano, su pesar y desgracia histórica? O es un recurso de mitigación y contrapeso?

A ello se puede sumar una visión despreocupada de la vida o un vivir por el día al día. Herencia de un pasado enmarcado en una economía con poco empuje que definió un conglomerado inactivo, dependiente de la ayuda externa o simplemente esperanzado en un mañana mejor, aunque sea como frase, era una forma poco desafiante de tomarse la vida en serio.

Sin embargo, de esa turbulencia social, el dominicano se apropia de mecanismos para afrontar la vida: la risa, el baile, la música, el jolgorio, el juego y el mundo lúdico en sentido general; es la catarsis sobre la cual se monta la existencia de este pueblo castigado por la falta de rumbo de muchos de sus timones históricos, líderes y grupos dominantes, experiencia política y económica que se interioriza en un entramado difícil de quebrar, pues los pueblos son la resultante de esos procesos constitutivos sobre los cuales construyen su mentalidad, reflejo muchas veces de sus vivencias y cotidianidades.

Quizás es una fortaleza o una debilidad, hay como en toda investigación, hechos que no tienen fronteras, pueden ser una u otra, si  permiten la reproducción del hecho social. En todo momento, reír para vivir no es malo, es una excusa que proyecta un estado emocional que si bien no es completamente un reflejo de su interioridad, sí lo es como imagen de una personalidad social que sabe hacer uso de la alegría para contrarrestar el sufrimiento recurrente con el que la vida lo acompaña cada día. Inteligente es el mecanismo; diestra la cultura como siempre usa un medio para la adaptación y la pervivencia del grupo. Es pues una fortaleza a mi modo de ver.

Lo cual no niega, ahí viene la debilidad, que su recurrencia se transforme en una razón de su postración, impidiendo al mismo tiempo la meditación profunda, la duda y la fragilidad, para pensarse desde una realidad igualmente excluyente y pesadamente llevadera.

Si bien se valora como recurso de vida para la reproducción social, a la vez expresa en sentimiento contradictorio, la psicología social del dominicano. Combina situaciones para acomodar la realidad o usa el recurso de la alegría como catarsis que descarga sentimientos y tensiones, ¿cómo pensarlo?

Fuente: https://acento.com.do/2018/opinion/8590942-las-identidades-fortalezas-y-debilidades-1-3/

Imagen de archivo OVE

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