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¡A jugar y romper sin culpa!

Por: Juan María Segura

‘¡¡Otra vez me revolearon un pdf!!’.

El comentario de un niño de tan solo 8 años de edad, sin filtros ni dobles intenciones, nos debería hacer reflexionar. ¿Acaso es sintomático de algo relevante en tiempos de pandemia? ¿Acaso nos está diciendo, con esa honestidad brutal de los niños, que el esfuerzo del sistema escolar de hacerse presente a distancia de esta manera es equivocado? ¿Acaso la idea de entusiasmar ha quedado subsumida y completamente asfixiada dentro de un sistema más interesado en mostrar a un docente activo que a un niño feliz? Si finalmente la escuela no abre por el resto del año, ¿esto es lo que nos espera, meta pdfs y links a videos caseros de dudosa utilidad?

Juguemos un poco con la idea, siendo que no es tan descabellada. Asumamos, a los efecto de esta columna, que la escolaridad del ciclo lectivo 2020 es esto que tenemos, con muy pocas variaciones, y que la salida del confinamiento será tan gradual y traumática a la vez, que no permitirá que las escuelas vuelvan a recibir físicamente a sus alumnos. Asumamos entonces, siguiendo con el razonamiento, que los aprendizajes curriculares diseñados para la escuela presencial quedaron sacrificados de facto, y que eso no solo le ocurrió a la escuela argentina, sino también a los aprendizajes de todo el mundo. Asumamos, finalmente, que la educación a distancia es una metodología alternativa de enseñanza-aprendizaje para que la que prácticamente nadie estaba preparado, ni escuelas, ni docentes, ni alumnos, ni padres, ni gobernantes. Es relativamente sencilla de implementar (personalmente dicto clases en línea hace 10 años, sin problemas), pero nadie estaba preparado para esta migración repentina y masiva.

Si aceptamos todo lo anterior, que en cualquier otra situación hubiese parecido el planteo de un trasnochado, entonces resulta que tenemos por delante un año escolar brutalmente atípico, sin diseño, ni metas, ni herramientas que permitan perseguir al menos algunos de sus objetivos de aprendizaje. La voz oficial del sector educativo, que hace unos días comenzó tímidamente desde algunas jurisdicciones, ahora ya se escucha clara y fuerte: no se evaluará, y nadie repetirá, en ninguna escuela, en ningún nivel obligatorio, en ninguna provincia. Así como lo escucha. Hay mil buenas razones para ello en este sistema en esta situación de emergencia pandémica, pero no me detendré en ellas. Mi preocupación, de orden práctico, es más sencilla. ¿A qué dedicaremos la idea de la escolaridad durante este año?

Asumiendo, entonces, que lo más importante (los aprendizajes escolares de este diseño de escuela) está relegado durante casi todo el año, es que aconsejaría fervientemente utilizar el año académico para experimentar como no lo hicimos jamás. ¿Qué otra situación similar creemos que la coyuntura nos volverá a regalar alguna vez? Nunca antes el sistema educativo (que en términos históricos es relativamente joven) ni ninguna otra convención creada por el hombre fue forzada a desensillar en simultáneo y en todo el planeta, a tan bajo costo. Es cierto que la pandemia es una tragedia, y su potencial de destrucción es enorme, pero por ahora no compara con las decenas de millones de muertos de las grandes guerras, ni con las grandes exterminaciones étnicas, ni con las grandes plagas y pandemias del pasado que diezmaron ciudades enteras. En esta oportunidad, los actores centrales del sistema educativo, que son los niños y los jóvenes, están intactos, sanos y en cuidado de sus mayores, solo que incómodos y lejos de sus maestros. ¡Que enorme oportunidad para hacer de cada cohorte de alumnos un proyecto distinto, de cada escuela un laboratorio, y del aprendizaje una fiesta!

No tengo dudas que este es el año para probar, para animarse, para equivocarse, para salirse de la ruta sin temor, para desordenar sin culpa y romper sin miedo. Es el año para crear nueva normativa, para dinamizar el funcionamiento de las agencias de control, para hacer visible como nunca las buenas prácticas. ¡Es el año para prototipar! Si el COVID-19 nos deja, al final del cuento, un año malo de aprendizajes escolares curriculares (otro más, y van…) pero con 10 prototipos de formatos de escolaridad alternativos testeados y listos para ser replicados a escala, ¡que bien habremos utilizado la adversidad!

En esta línea de razonamiento, y en tren de probar sacarnos de encima las restricciones, burocracias y mandatos de un sistema que este año tiene poco para aportar, veo una gran oportunidad para poner al niño en el centro del proceso de aprendizaje, y al juego en el centro de la experiencia de aprendizaje del niño. ¡Juguemos, dediquemos el año a jugar y aprender juntos! Abandonemos la rutina de repetirnos y de perseguir ‘cubrir’ las unidades temáticas, y liberemos el proceso, al menos unos meses, solo este año. Y démosle alguna vez una oportunidad de verdad a las metodologías de aprendizaje basadas en el juego.

El aprendizaje basado en el juego es una construcción pedagógica particular en donde el juego aparece como un pieza clave del proceso, pero no como centro de atención del proceso de aprendizaje, sino como estimulador de la acción y experimentación. Y debe ocurrir en un momento específico, formando parte de una secuencia de acciones. El juego hace que los involucrados se impliquen con naturalidad y alegría, prueben con insistencia hasta comprender, se equivoquen sin temor al castigo, y compartan con terceros sus vivencias. Piaget encontraba en el juego a una de las manifestaciones más potentes y transparentes del pensamiento del niño. El juego es un poderoso estimulador del pensamiento, de la conceptualización y de la sociabilización. El juego permite trabajar en habilidades de pensamiento, pero también en conductas sociales y en cuestiones vinculadas a la emocionalidad.

Sin embargo, una cosa es jugar, y ya, y otra bien diferente es jugar en un contexto de una metodología de aprendizaje basada en el juego. En esta, el juego abre la posibilidad de reflexionar sobre lo experimentado durante el momento activo de juego. En la metodología, tanto el diseño del juego como la etapa posterior de reflexión sobre lo jugado son piezas indisociables y perfectamente complementarias. Cuando a una le falta la otra, cada una pierde potencia, relevancia, utilidad. Esta característica del diseño de la metodología abre un territorio muy poderoso de conceptualización y de creación de significados. Hacer inteligible una conceptualización abstracta si vuelve una tarea sencilla en el niño jugador y experimentador, máxime ante la presencia y acción amorosa y paciente, antes de un docente facilitador, ¡ahora de sus propios familiares!, tanto en el juego como en la etapa de conceptualización y aprendizaje.

Jugar, aplicar condiciones del juego a entornos no lúdicos, y diseñar un proceso que conecte en una misma secuencia juego, aprendizaje y transferencia, son tres estrategias pedagógicas concretas y relacionadas a través del juego que podrían hacer de este ‘año perdido’ un renacer del interés del estudiante escolar por el aprendizaje y su entorno. Si no lo probamos ahora, entonces cuándo. En todo caso, cualquier cosa será mejor que pasarse el año revoleando pdfs.

Enviado por el Autor a OVE

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Colombia: Estudio le pone cifras al impacto del juego en la educación de los niños

América del sur/Colombia/16 Enero 2020/Semana.com

El Grupo de Investigación Cognición y Lenguaje en la Infancia, de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, encontró que el juego, además de ser vital en la infancia, desarrolla habilidades socioemocionales, ciudadanas y creativas. ¿Cómo aprovecharlo en la educación?

Aunque en el imaginario de muchos padres de familia el juego está asociado al ocio y el tiempo libre, pedagogos y especialistas en educación coinciden en el valioso papel que tiene lo lúdico en el desarrollo integral de los niños y la forma en la que puede sacársele el mejor provecho en el proceso educativo y formativo.

Buscando superar ese escepticismo, la Corporación Juego Niñez dio a conocer los resultados del primer estudio realizado en Colombia sobre la importancia del juego en los niños. Estuvo enfocado medir el impacto en el comportamiento de los niños y las niñas del juego con una metodología específica en ludotecas creadas especialmente para ellos.

La investigación de carácter longitudinal -primera de este tipo que se hace en el mundo- se llevó a cabo durante cuatro años con la participación de 529 niños de seis municipios del país (Manaure, Guajira; Sabanagrande, Atlántico; Bugalagrande, Valle del Cauca; Quibdó, Chocó; Chinchiná, Caldas y Barrancabermeja, Santander.); 247 niños y 282 niñas con edad promedio de 7.5 años.

Según explicó el docente Jaime Castro, investigador asociado del centro de Cognición y Lenguaje en la Infancia de la Universidad Nacional, quienes lideraron el estudio, la muestra se dividió en dos grupos: uno de ellos conformado por 354 niños, que asistían a ludotecas; el otro, por 175 niños, que asistían regularmente a jardines infantiles o colegios de estas mismas ciudades, pero no a las ludotecas.

Las tres competencias principales evaluadas por los investigadores fueron creatividad, inteligencia emocional y ciudadanía, «al iniciar la investigación, en el primer año no notabamos ninguna diferencia entre los dos grupos de niños, pero con el paso del tiempo se hizo evidente que quienes asitieron a las ludotecas desarrollaron mejor la autorregulación, es decir que son niños que regulan mejor su comportamiento y expresan mejor sus emociones, evitando comportamientos agresivos o retraídos», explicó el experto.

En ese sentido, Castro precisó que para una persona que ha crecido en escenarios lúdicos hay más probabilidades de ser empático, refiriéndose a la capacidad de ponerse en el lugar del otro, sentir el dolor ajeno, entender el escenario del otro, relacionarse mejor, «si a eso le sumas la capacidad de controlar sus sentimientos, será importante para la interacción social”, agregó.

Los análisis realizados por los expertos en cada uno de los municipios arrojaron mayores puntajes en competencias ciudadanas, emocionales y de creatividad para el grupo de niños que asisten a las ludotecas. Por ejemplo durante la investigación, los niños que tenían problemas expresando sus sentimientos, desarrollaron mejores competencias de empatía y alcanzaron hasta 1.6 puntos más en las pruebas de inteligencia emocional, que sus pares que no asistieron, una cifra significativa según los investigadores.

En cuanto a las competencias ciudadanas la diferencia fue de 1.3 puntos para los menores que participaron en las actividades lúdicas. En la creatividad los resultados fueron similares.  

«En las ludotecas, los niños tenían comportamientos espontáneos, y ejercían valores como el respeto, la escucha, la cooperación y la responsabilidad. Además, demostraron acogerse a las reglas de juego rápidamente gracias a la interacción con otros pequeños.También mejoraron su capacidad para resolver conflictos y manejar sus propias emociones en diferentes situaciones», explicó Castro.

Otro hallazgo del estudio es que las familias son una variante importante en el proceso de formación, porque es la estructura que promueve el desarrollo de las competencias. Los niños de las familias que se mostraron más interesadas en que sus hijos jueguen lograron puntajes mayores en las diferentes pruebas.

De acuerdo con Ruth Camelo, directora ejecutiva de Corporación Juego y Niñez, el juego en la formación de los niños es un derecho que está invisibilizado y en las políticas públicas de niñez está muy relegado: «los tomadores de decisiones no tienen conciencia de la importancia del juego en ambientes como las Ludotecas Naves. El estudio da argumentos científicos sobre el tema y con él podremos explicar y convencer porque el juego es un asunto serio”.

Fuente e imagen tomadas de: https://www.semana.com/educacion/articulo/el-juego-un-asunto-serio-en-la-educacion-de-la-ninez/647479

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Libro: «Creatividad y aprendizaje-el juego como herramienta pedagógica»

Autoras: Natalia Bernabeu Andy Goldstein

Editorial: NARCEA,S.A.DE EDICIONES MADRID

Introducción: LA EXPERIENCIA QUE HA DADO origen a este libro comenzó en Buenos Aires en el año 1975, en la Escuela de Fotografía Creativa fundada y dirigida por Andy Goldstein.

Allí, la carrera de fotógrafo profesional desarrolla un currículo que, basado en las teorías del juego y las actuales investigaciones sobre creatividad y aprendizaje, busca fomentar y entrenar las capacidades creativas de los futuros artistas. En un momento dado, allá por el año 1997, los autores de este trabajo, vimos la posibilidad de adaptar esta metodología al alumnado de la enseñanza secundaria española.

Cuando empezamos a trabajar en el aula aplicando estos métodos, las reacciones de los chicos y chicas fueron variadas: al principio se extrañaban, pero al cabo de unos días empezaban a disfrutar en las clases, a valorarse más, a hacerse más amigos. Muy pronto se creó entre ellos un clima de respeto, amistad y cariño. El crecimiento de su autoestima se tradujo también en un mayor esfuerzo en sus tareas escolares.

Los chicos y chicas parecían madurar y serenarse. Perdían la hiperactividad con la que habían llegado; poco a poco, el aula comenzó a ser un espacio de libertad. Allí se trabajaba, pero con alegría y humor. Se gastaban bromas, pero rara vez existían problemas de disciplina. El alumnado reconocía la autoridad del profesor y aceptaba argumentos morales; asumía, en fin, actitudes personales más auténticas.

Muchas veces se tuvo la impresión de que los jóvenes aprendían lo que se les estaba enseñando y muchas otras cosas más. Frecuentemente nos sorprendían con efusivas expresiones de afecto con las que agradecían su sensación de bienestar. Como sucedía con los alumnos de Buenos Aires, también ellos respondían al estímulo de la música, al poder de los relatos, a la fuerza movilizadora del lenguaje poético. Descubrimos que comprendían perfectamente el lenguaje simbólico. Cada vez más, de forma natural, se producía un grado máximo de empatía entre ellos y el profesor.

Todas estas vivencias hicieron crecer nuestro deseo de transmitir a docentes y educadores nuestra experiencia. Con esta intención hemos ordenado y estructurado algunos de los conocimientos y recursos prácticos adquiridos a lo largo de estos años: el resultado es este libro.

Descargar aquí: Creatividad y aprendizaje_ El juego como herramienta pedagógica – Natalia Bernabeu & Andy Goldstein

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Entrevista a Francesco Tonucci: Se aprende más jugando.

“Los niños aprenden mucho más jugando que estudiando, haciendo que
mirando. El juego que hacen solos sin el control de los adultos es
la forma cultural más alta que toca un niño. Los niños que han podido
jugar bien y durante mucho tiempo serán adultos mejores”

“El juego da recursos para la vida. Todas las crisis de la juventud
se gestan en la primera infancia”

“Hoy educar significa pedir a los niños que dejen de
comportarse como niños y lo hagan como adultos”

“Los pequeños pasan sus días frente a adultos instructores, les es difícil
hacer cosas raras. Así se va alimentando una necesidad de riesgo
acumulada que expresará con su primera moto y en las salidas nocturnas”

“Los pequeños no quieren estar recluidos en su habitación para jugar, ni
en ludotecas, ni en todos esos espacios que construimos para que estén
controlados. Lo que hace un niño controlado por un adulto es distinto
de lo que hace solo. Los niños necesitan espacios donde, dentro de
un clima de control social, ellos puedan hacen lo que quieran:
pisar el césped, subirse a los árboles y jugar con las lagartijas”
Francesco Tonucci

IMPRESCINDIBLE entrevista para todos los padres, los profesores, los alcaldes y encargados de urbanismo, … y en definitiva para todas las personas, porque es la sociedad en su conjunto quien trata y convive con los niños y la que reproduce un tipo de crianza y educación determinado.

Francesco Tonucci (1941) es un pensador, psicopedagogo y dibujante italiano que se dedica al estudio del pensamiento y el comportamiento infantil.

Ha creado y dirige desde 1991 el proyecto La Ciudad de los Niños, que propone a los alcaldes de 100 ciudades una nueva filosofía de gobierno, adoptando a los niños como parámetro de valoración, de proyección y de cambio de la ciudad.

Critica la forma en que las ciudades están estructuradas y aconseja que estén planificadas pensando en los niños. Pero no para convertirlas en Disneylands locales sino porque él afirma que un adulto sano es el resultado de un niño que ha jugado mucho y ha tenido autonomía.

Francesco Tonucci es un autor importante a tener en cuenta junto con Christopher Clouder que ya nos advertía que “hay mucho tiempo para ser adultos y poco para ser niños” y Toshiro Kanamori y su pedagodía para ser feliz.

Las criticas y sugerencias de Tonucci a la escuela clásica están resumidas aquí y también expresa sus ideas en viñetas que firma con el seudónimo “Frato” y que se recogen en el libro “40 años con ojos de niño” (Graó).

ojos-de-niño tonucci

En contra de una sociedad que últimamente asocia constantemente la palabra “límites” a niños e incluso a bebés, este pedagogo reivindica la LIBERTAD, el poder personal, menos deberes, más tiempo libre por las tardes para descubrir el mundo y, sobre todo, sostiene que “los niños no son recipientes vacíos que hay que llenar de conocimientos” sino que tienen sus propias vivencias y formas de pensar.

En esta entrevista en La Contra de La Vanguardia  Tonucci explica con contundencia la importancia infravalorada del juego en la infancia y afirma que estamos robando la autonomía, herramienta básica de futuro, a los niños de 3 a 6 años.

Estas son sus palabras para leer varias veces y reflexionar como sociedad:

67 años. Nací en Fano y vivo en Roma. Estoy casado y tengo tres hijos y un nieto. Desde 1966 soy investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología de la Cognición del Consejo Nacional de Investigación (CNR) Italiano. La política debería ser un servicio a la comunidad y es un servicio para pequeños grupos. Soy católico y creyente.

¿Qué quieren los niños?
Los niños que participan en el proyecto La Ciudad de los Niños (en 100 ciudades italianas, españolas y argentinas) piden todos lo mismo en sus reuniones con los alcaldes.

¿De qué se trata?
Espacio y autonomía. Tienen un gran conflicto con los coches porque estos crean peligro y y el peligro impide su autonomía. Unos niños italianos propusieron a un alcalde dividir el espacio: “Mitad para que aparquen los coches, mitad para nosotros”.

Angelitos
Estoy luchando con los alcaldes para que abandonen esa costumbre de construir parques para niños con columpios y toboganes. Los niños necesitan espacios donde, dentro de un clima de control social, ellos puedan hacen lo que quieran: pisar el césped, subirse a los árboles y jugar con las lagartijas.

¿No les gustan los espacios para niños?
Los pequeños no quieren estar recluidos en su habitación para jugar, ni en ludotecas, ni en todos esos espacios que construimos para que estén controlados. Lo que hace un niño controlado por un adulto es distinto de lo que hace solo. Están perdiendo esa posibilidad de vivir experiencias solos y por tanto la posibilidad de jugar.

Parece grave
A nivel cognitivo es gravísimo, por eso los niños están proponiendo que la ciudad retome el espacio público, como público.

¿Reivindican la necesidad de jugar?
Sí. Un niño le espetó al alcalde de Roma: “Estaba jugando en la plaza y un guardia me quitó la pelota”. Los niños tienen derecho a jugar en las plazas públicas. ¿Con la pelota? Sí. En Lima vi un cartel que suscribo: “Prohibido jugar a la pelota excepto niños”.

Plazas con pelotas y sin coches, ¿utópico?
Los niños deben poder jugar como quieran ellos. En el patio de casa, en la acera, en los paseos…, porque éstos son espacios públicos. Debemos invertir en cómo nuestras ciudades, no en una teórica, pueden transformarse en lugares donde los niños puedan ser niños. Y los que más me preocupan son los de tres a seis, porque les estamos robando la autonomía, herramienta básica de futuro.

¿Cómo percibimos hoy a los niños?
Los adultos y por tanto los propios niños se perciben como una persona que vale por lo que será mañana y no por lo que es hoy. Hoy educar significa pedir a los niños que dejen de comportarse como niños y lo hagan como adultos.

¿Cómo se soluciona?
Escuchando sus tonterías, porque cuando un niño dice una tontería es algo que no ha oído de sus padres ni de sus maestros.

Regáleme una tontería
El deseo de un niño: “Quiero una cancha de fútbol sin entrenador”. Entiendo que los niños estén hartos de adultos. La diferencia entre un niño de cinco años de hoy y yo cuando tenía su edad es que yo tenía mucho tiempo sin adultos, por mi cuenta. Hoy la gran preocupación es enseñarles todos los peligros.

Peligros que les cortan las alas
La soledad es la grave enfermedad de los niños que hoy viven en las ciudades ricas. Familias de hijos únicos, sin compañeros dentro de su propia casa y, debido al peligro ambiental, sin posibilidad de salir a buscarlos.

Tienen a sus compañeros de escuela
Amigos institucionales, compañeros controlables. En mi infancia hacer un amigo nuevo era un riesgo que requería capacidad de conocimiento de los otros, y me parece un valor enorme. La dificultad que hoy tienen los jóvenes de crear pareja estable se debe a que les faltó la experiencia de crear relaciones que tuvieran que afrontar solos.

El riesgo asusta
El riesgo es una componente esencial del desarrollo. Sería deseable que los niños encontraran sus obstáculos en el momento útil, medir si pueden saltar un riachuelo o si les compensa relacionarse con alguien.

Hay quien opina que ya tendrán tiempo.
Los pequeños pasan sus días frente a adultos instructores, les es difícil hacer cosas raras. Así se va alimentando una necesidad de riesgo acumulada que expresará con su primera moto y en las salidas nocturnas.

Interesante.
Los niños no son aspirantes suicidas, no buscan situaciones que no puedan dominar porque se trata de jugar. A cambio de impedirles ese juego exploratorio les damos protección y posibilidad de adquirir muchas cosas. Se crea así una relación perversa entre un niño que quiere mucho y un adulto que piensa que tiene que dar mucho para compensar lo que no puede darle. Los regalitos continuos destruyen la capacidad de juego.

¿Hay que renunciar al control?
Sí, hay que acompañar “pero de lejos”, como decía un niño argentino. Los niños aprenden mucho más jugando que estudiando, haciendo que mirando. El juego que hacen solos sin el control de los adultos es la forma cultural más alta que toca un niño. Los niños que han podido jugar bien y durante mucho tiempo serán adultos mejores.

¿Qué consejo daría a los padres?
Dele a su hijo más autonomía, con normas de espacio, de tiempo y sociales, y le sorprenderá cómo mejora la comunicación: correrá a contarle lo que ha descubierto.

Debemos perder el miedo…
Así es. en tres municipios de Roma los niños de seis y siete años van solos al colegio. Los padres y los tenderos controlan pero sin que los niños lo sepan. Para ellos es un gran regalo, se sienten reconocidos y se hacen más responsables. Y, curiosamente, esos barrios se vuelven más seguros.

Fuente de la entrevista: https://www.elblogalternativo.com/2009/08/02/se-aprende-mas-jugando-que-estudiando-entrevista-a-francesco-tonucci-ninologo

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Colombia: Más vale horas de juego que cuadernos llenos de planas

América del Sur/Colombia/29 Enero 2017/Fuente y Autor:El espectador

El programa Transiciones Exitosas llegó a Itagüí para apoyar a los niños en su tránsito desde la casa a los diferentes niveles educativos durante sus primeros años de vida, para que vivan inexperiencias positivas e inolvidables.

Algunos padres e incluso maestros sienten que cuando los niños juegan y no está en casa haciendo tareas, pierden el tiempo. Les gusta verlos con cuadernos y lecciones hechas. Sin embargo, es la lúdica la herramienta más poderosa para su aprendizaje. “El juego le permite al niño socializar con el entorno, desarrollar habilidades como la observación; así como memoria, concentración, habilidades sociales; adquiere normas, respeta el punto de vista de otros. A nivel motriz desarrolla equilibrio, postura”, explica Lina Paniagua docente de la institución Marceliana Saldarriaga, en Itagüí.
Por eso, cuando llegó el programa de Transiciones Exitosas de Bancolombia a este colegio en Itagüí, los profesores desempolvaron sus ‘juguetes’ y se entregaron a las actividades lúdicas con los niños. “Nunca en mis 12 años como docente en una institución nos habíamos preparado para apoyar y acompañar a los niños en su proceso de transición de la casa a un hogar infantil o de preescolar a primaria. El proyecto nos ayudó a prestarle mayor atención a las necesidades particulares de la infancia y saber que como institución debemos estar preparados para acoger al niño”, dice Lina sobre el proyecto en general, que, teniendo a la lúdica como uno de sus componentes, se enfoca en atender los momentos críticos de las transiciones de los niños, especialmente del hogar al Centro de Desarrollo Infantil, CDI, y de este a transición; así como de transición a primaria.   
¿Qué son Transiciones Exitosas?
Es un programa de Bancolombia que promueve un modelo en el que tanto niños como docentes van creando un proceso para el paso de una institución a otra en sus primeros años, que les permite adaptarse a los nuevos espacios sin traumatismos, acompañados por sus maestros y padres. El programa se enfoca en la adecuación y disposición de los entornos y espacios físicos, para ejecutar acciones pedagógicas que durante el proceso potencien el desarrollo de los niños y que sean unas experiencias significativas en su vida. 
Lina explica que “el proceso antes era traumático porque cuando los niños dejan su casa o su curso con los compañeros y la maestra para pasar a un espacio desconocido manifestaban angustia y se quedan aferrados a su casa; así vinieran ya escolarizados, el cambio es duro, porque tienen un colegio grande, una profesora y niños que no han visto”.
Entonces, tanto en Sincelejo, Cartagena, Cundinamarca o Itagüí donde funciona Transiciones Exitosas, se realizan acciones de acogida. Por ejemplo, se invita a los niños con sus padres a los colegios donde estarán el nuevo año. Se les hace una celebración de recibimiento con juegos y actividades de familiarización con los maestros y compañeros. Trabajo conjunto con los padres y encuentros semipersonalizados con niños y padres para acompañar este tránsito. Así, cuando comienzan clases al año siguiente, ya no hay una expectativa que genere angustia.
Pero no solo se habla de conocer un nuevo lugar. Jennyfer Naranjo, profesional de AlinaConsultorías S.A.S., firma operadora del programa, dice que también se trabaja en el mejoramiento del plan curricular, en la transformación de ambientes de aprendizaje. “También se incluye al plan de alimentación escolar, comité de emergencia. Se ha hecho seguimiento al plan con evaluaciones donde tomamos acciones correctivas, preventivas y de mejora. Se compraron materiales propicios para el desarrollo de las actividades; se involucraron profesores de transición y primero. El programa también contempla la adaptación de ambientes seguros, rutas de atención en caso de vulneración de derechos o brotes de enfermedades prevalentes de primera infancia”.
El programa ha mostrado que los niños disfrutan de sus clases, les gusta ir a estudiar; están más dispuestos a las actividades en las aulas y con menos ausentismo. Desde su comienzo en el 2013 se ha beneficiado directamente a 773 agentes educativos y a 4916 niños.
Fuente de la noticia: http://www.elespectador.com/noticias/educacion/mas-vale-horas-de-juego-cuadernos-llenos-de-planas-articulo-649099
Fuente de la imagen:http://www.elespectador.com/files/imagecache/560_width_display/imagenprincipal/d08faa3f185f097afa1fc0d336fec009.jpg
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El juego como contenido de la educación infantil, un enfoque potente en la pedagogía de infancia

 

 Mercedes Mayol Lasalle

OMEP Latinoamérica

En  muchos  países  de  América  Latina  durante   los  años  90,  se  produjo  un  fuerte  proceso  de   hegemonía  de  las  posiciones  tecnocráticas  en   la  educación  infantil,  reforzado  por  las  leyes   educativas  surgidas  en  esos  años.  Se   propusieron  diseños  curriculares  dirigidos  a  la   Educación  Infantil  basados  en  las  ideas   pedagógicas  de  la  educación  básica  o  primaria   y  seleccionando  y  organizando  contenidos   que,  hasta  el  momento,  eran  propios  de  ésta.

En  Argentina,  en  1995,  el  Ministerio  de   Educación  Nacional  formuló  y  divulgó  los   Contenidos  Básicos  Comunes  que  se  plantearon   agrupados  en  capítulos  sobre  Lengua  y   Literatura,  Matemática,  Área  Expresivas   (Educación  Física,  Expresión  Corporal,  Música  y   Plástica)  y  Ciencias  Sociales,  Naturales  y   Tecnología.  Dichas  áreas  tuvieron  “un  poder   regulador  de  la  elaboración  curricular  a  nivel   provincial  y  (…)  marcan  una  tendencia  a  que  las   propuestas  curriculares  para  el  nivel  se   formulen  tomando  como  parámetro  para  la   clasificación  de  los  conocimientos  áreas  que  son  más  propias  de  la  tradición  de  la  escuela   primaria.  (Terigi,  2002:  7).  Este  isomorfismo  de   las  formulaciones  pedagógicas  de  la  educación   infantil  con  los  de  la  escuela  primaria  (Terigi,   2002:  11)  se  extendió  también  a  las  formas  de   funcionamiento  didáctico,  con  una  pérdida   importantisima  de  la  calidad  y  del tiempo  de   juego,  entre  otras  características  identitarias   de  la  enseñanza  en  el  nivel  inicial. A  partir  del  año  1999  la  pedagoga  argentina   Patricia  Sarlé  comienza  una  investigación  cuyo   objetivo  consistía  en  describir,  caracterizar  y   construir  categorías  didácticas  para  analizar   cómo  aparecía  el  juego  en  escuelas  infantiles   estatales  de  la  Ciudad  de  Buenos  Aires  (Sarlé,   1991:  4),  que  más  tarde  se  extendió  también  a   Santiago  de  Chile.  Los  resultados  alcanzados   fueron  muy  reveladores  y  aunque  sería   interesantísimo  plantear  las  esclarecedoras   conceptualizaciones  que  surgieron  a  partir  de   análisis  de  las  observaciones  realizadas,  en   este  artículo  sólo  destacaré  dos  temas:

• la  constatación  de  que  en  las  prácticas   cotidianas  de  la  Escuela  Infantil,  el  juego   no  se  concreta  con  la  intensidad  y   frecuencia  que  corresponde  a  su   centralidad;

• el  reconocimiento  de  que,  en  la  escuela,   el  juego  es   medio  y  es  contenido   curricular. En  cuanto  a  la  primera  afirmación,  los   resultados  obtenidos  por  Sarlé  pusieron  en   evidencia  que,  contrariamente  a  lo  que  los   docentes  creían  y  manifestaban,  el  juego  en  la   educación  infantil  ocupaba  el  20  %  del tiempo   escolar,  y  de  éste  “sólo  el  7%  del tiempo  de   juego  estaba  vinculado  a  propuestas  lúdicas   para  enseñar  contenidos.  El  resto  del tiempo   refiere  a  juegos  espontáneos  en  la  sala  o  en  el   patio.”   (Sarlé,  2010:  24).

Estos  datos  han   ayudado  a  poner  en  crisis  la  creencia  de  que   todavía  en  las  escuelas  infantiles  se  mantenía   la  centralidad  del  juego,  como  eje  y  pilar  de  la   didáctica,  tal  como  lo  indicaban  los  relatos   fundacionales  del  Nivel  Inicial.

A  pesar  de  que   los  profesores  insistan  en  su  importancia  para   el  desarrollo  del  niño,  todavía  hoy,  en  muchas   escuelas  infantiles,  se  priorizan  “los  trabajitos”   y  la  realización  de  innumerables  actividades   cotidianas  (saludos,  registros,  rondas  de  intercambio,  higiene,  momentos  de   alimentación,  traslados  y  momentos  de   organización  del  grupo)  que  son  ejecutadas   acríticamente,  y  muchas  veces  rutinizadas,  lo   que  las  empobrece  como tiempo  instructivo  y   las  convierte  en tiempos  inertes  (Sarlé,  2010:   33).   Al  mismo  tiempo  que  estas  investigaciones   ofrecen  una  mirada  crítica  e  invitan  a  revisar  los   tiempos  asignados,  proponen  una  reflexión   crítica  sobre  la  intencionalidad  con  la  que  se   juega  en  la  escuela.  En  ese  sentido,  Sarlé  ofrece   un  giro  conceptual:  dejar  de  pensar  al  juego  sólo   “como  método,  recurso,  motor  del  desarrollo  y   modo  de  presentar  actividades”  y  considerarlo   como  “parte  constitutiva  de  nuestra  propuesta   de  enseñanza.  Como  un  contenido  a  enseñar  y   como  un  modo  de  enseñar  contenidos”  (Sarlé,   2010:  25).

El  momento  actual  nos  encuentra  en  una   situación  de  revalorización  y  búsqueda  de   nuevos  sentidos  para  el  juego  en  la  educación   infantil.  Como  señala  Violante (2011:  9),  “este   fenómeno  que  se  instala,  preocupa  a  los   formadores  de  docentes  de  educación  inicial   quienes  hacia  los  años  2000  y  siguientes  lo   ponen  de  manifiesto  en  algunos  de  los  ftulos   de  sus  escritos  cuando  plantean  por  ejemplo     “Volver  a  jugar  en  el  jardín”  (Ullúa,  2008),   “Enseñar  en  clave  lúdica”  (Sarlé,  P.  y  otros,   2008),  “  Enseñar  el  juego  y  jugar  la   enseñanza”(Sarlé,  P.  2006)  hasta  la  afirmación   de  uno  de  los  textos  actuales  que  con  énfasis   plantea  “Lo  importante  es  jugar”  (Sarlé,  P.  y   otros,  2010) . Según  Rodríguez  Sáenz  (2010),  las   investigaciones  de  Patricia  Sarlé  ampliaron,  y   desarrollaron  en  profundidad  el  planteo  del   juego  en  el  contexto  escolar  y  son  fértiles  y   orientadoras  para  quienes  nos  ocupamos  de   que  el  juego  tenga  un  lugar  privilegiado  en  los   planteos  y  propuestas  de  la  Pedagogía  y  la   Didáctica  de  la  Educación  Infantil.  Considerar   al  juego  como  contenido  supone  asumir  su   vinculación  con  la  enseñanza  y  que  es  el   docente  quien  decidirá  lo  que  ofrecerá  a  los   niños  como  experiencias  de  aprendizaje  y  de   qué  modo  se  aproximarán  a  los  contenidos  a   enseñar.  Desde  el  punto  de  vista  de  la  relación   entre  el  juego  y  el  contenido  disciplinar,  resulta  necesario  pensar  en  secuencias   lúdicas,  con  continuidades  y  repeticiones   sucesivas  del  mismo  formato  de  juego,   definiendo  qué  estrategias  didácticas   desplegarán  para  enseñarlo.  Así,  el  juego  será   “un  saber  valioso  en  sí  mismo  y  como  un   territorio  en  el  cual  otros  aprendizajes  se   producen”  (Rodríguez  Sáenz,  2010:  83).

En   cuanto  al  vínculo  entre  el  juego  y  la  cultura,  la   escuela  infantil  es  un  espacio  o  contexto  social   particular  en  la  vida  del  niño,  y  por  ello  ésta   “(…)  debe  asumir  la  responsabilidad  de  enseñar   el  juego  como  expresión  genuina  del  hombre  y   manifestación  de  lo  cultural”  (Rodríguez  Sáenz,   2010:  88).  Así,  el  camino  de  transformación  de   las  prácticas  educativas  que  implican  estas   ideas  está  orientado  a  profundizar,  por  un  lado,   la  enseñanza  de  los  juegos  tradicionales  y  por   otro,  a  enseñar  a  jugar  y  enseñar  a  ser  jugador,   es  decir  que  en  la  escuela  infantil:

• se  enseñen  juegos,  a  jugarlos  y  a   apropiarse  de  los  modos  sociales  para   manejarse  en  situaciones  lúdicas  y,  al   mismo tiempo,

• se  enseñe  a  ser  jugador,  dado  que  para  ser   un  sujeto  social  miembro  de  una  cultura   particular,  hay  que    comprometerse  a   formar  parte  del  juego  e  intentar  ser   “buenos  jugadores”  (Rodríguez  Sáenz,   2010:  88).

En  coherencia  con  lo  expuesto,  como  ya  lo   mencioné  con  anterioridad,  en  el  año  2004  los   Núcleos  de  Aprendizajes  Prioritarios  para  el  Nivel   Inicial  (NAP)  elaborados  por  representantes   políticos,  técnicos,  supervisores  y  docentes  de  las   provincias  argentinas  y  de  la  Ciudad  de  Buenos   Aires  acordaron  reconocer  que  el  juego: -­‐ en  el  Nivel  Inicial  es  orientador  de  la   acción  educativa; -­‐ es  variado  y  está  condicionado  por  la   pertenencia  social,  experiencias  y   condiciones  de  vida  cada  niño; -­‐ es  un  producto  de  la  cultura  y,  por  lo   tanto  se  aprende; -­‐ tiene  el  valor  intrínseco  para  el   desarrollo  de  las  posibilidades   representativas,  de  la  imaginación,  de  la   comunicación  y  de  la  comprensión  de  la   realidad;  -­‐ adquiere  distintos  formatos:  juego   simbólico  o  dramático,  juegos   tradicionales,  juegos  de  construcción,   juegos  matemáticos  y  otros,  y  se   desarrollan  distintos  espacios; -­‐ en  la  escuela  es  un  campo  de   profundos  debates  que  oscilan  en   posturas  polarizadas  respecto  de  su   importancia  y  función; -­‐ necesita  de tiempo  para  que  sea   verdadero  juego;   -­‐ requiere  definir  estrategias  pedagógicas   que  consideren  las  diferentes   modalidades  de  juego  y  enseñanza,   alentando  el  derecho  a  jugar  de  los   niños  a  la  par  que  su  interés  por   aprender; -­‐ necesita  ser  enriquecido  y  que  todos   los  campos  de  conocimiento  aporten   saberes  al  niño  que  le  permitan  una   mayor  comprensión  y  organización  de   la  realidad;  y -­‐ habilita  al  niño  a  ampliar  sus  márgenes   de  autonomía,  cooperación,  solidaridad   y  conocimientos  sobre  sí  mismo,  sobre   los  otros  y  sobre  el  mundo.  (NAP,  2004:   13).

Entonces,  desde  este  mirada  crítica  y   transformadora  sobre  el  juego,  los  pedagogos   argentinos  venimos  percibiendo  que  es   importante   desnaturalizar  el  juego  en  la   escuela  infantil,  y  elaborar   “situaciones   complejas  de  enseñanza  en  las  que  jugar  sea   posible  para  el  niño  en  la  escuela    y  buscar   desde  allí  nuevas  categorías  que  interpreten  la   intervención  del  maestro  y  la  enseñanza  de  los   contenidos.”  (Sarlé,  2001:  215).

Fuente: Revista RELAdEI.  Revista  Latinoamericana  de  Educación  Infantil,  vol.2  (3),   pp.  99-­‐110. En: http://redaberta.usc.es/reladei/index.php/reladei/article/view/130/pdf

Fuente imagen: http://permisoparasernino.pe/file/foto%20espacios%20preparados.jpg

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Jugando a papás y mamás

 

Este corto metraje es una ventana hacia la reflexión de los valores familiares en cuanto al tema de la violencia y el maltrato familiar, en el desarrollo del mismo una niña representa e imita en sus juegos lo que evidencia en el hogar.

Sabemos que los niños aprenden jugando y, generalmente, desde temprana edad comienzan a representar papeles de la vida cotidiana, siendo esta la forma para descubrir el mundo de los adultos. El juego se convierte en un escenario teatral donde ellos dan rienda suelta a lo que conocen de su entorno significativo. Dicho espacio tiene toda una intencionalidad y es que mediante el juego los niños aprenden a ponerse en el lugar de los otros, comenzar a comprender algunas situaciones, resolver problemas cotidianos, afianzar su personalidad, entre otros aspectos que van a moldear su futuro comportamiento como adultos.

Es un micro para analizar desde un lente más agudo la formación de nuestros niños y jóvenes y las consecuencias que generan los ambientes familiares donde persiste la violencia de género.

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