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Favelas contra Bolsonaro

Entre las imágenes que trasmiten los medios y la intelectualidad de izquierdas y la realidad concreta de los sectores populares, suele haber serias distancias. En el caso de las favelas de Rio de Janeiro, media un abismo poblado de prejuicios y de racismo.

Las imágenes hegemónicas dicen que las favelas, donde viven más de dos millones de personas, son reductos del narcotráfico, de las milicias paramilitares y que su población es despolitizada y apoya a la ultraderecha de Jair Bolsonaro. Es cierto que entre la población favelada no predominan los mismos hábitos políticos que en los barrios de clases medias, ya que no acostumbran exteriorizar sus preferencias por partidos políticos, ni participar en manifestaciones, ni formar parte de movimientos sociales.

Sin embargo, en el principal conjunto de favelas de Rio de Janeiro, la Maré, integrada por 16 favelas y casi 150 mil habitantes, los resultados electorales del 2 de octubre señalan un claro rechazo a Bolsonaro y un nítido triunfo de Lula. Según el portal Maré, en esa región el actual presidente obtuvo apenas el 37% de los votos frente al 54% de Lula, o sea 17 puntos más mientras a escala nacional la diferencia fue de sólo cinco puntos (https://bit.ly/3EsURLG).

Es cierto que caminando por sus calles sólo se observa propaganda de la derecha y en muy raras ocasiones se pueden ver panfletos de la izquierda. Que predominan los locales de las grandes y pequeñas iglesias evangélicas y que no se distinguen espacios de los movimientos populares. Que la mayoría de la población muestra un nada sorprendente desprecio por la política electoral. Pero los datos duros hablan de un rechazo contundente a la ultraderecha, mucho mayor que en otros barrios de la ciudad.

Las razones del rechazo a Bolsonaro son claras. Durante su gobierno hubo tres grandes masacres en favelas con 72 muertos. El asesinato de la concejal negra, feminista y de izquierda, Marielle Franco, por las milicias, tuvo su papel en el rechazo a la política de seguridad del gobernador de Rio. De hecho, el candidato bolsonarista Claudio Castro, que gobierna Rio y es responsable de las últimas masacres, obtuvo en la Maré 43% de los votos, cuando en el conjunto de la ciudad alcanzó el 58%.

Desde siempre se respira en las favelas un rotundo repudio a la Policía Militar, principal instrumento de control de las poblaciones pobres y negras. No se puede detectar similar actitud hacia las milicias, porque el miedo que impone la violencia paramilitar consigue acallar las voces en el espacio público. Estamos por lo tanto ante una actitud mucho más sutil, de rechazo abierto pero que no es posible expresarlo del mismo modo que en los barrios de clases medias.

La segunda razón que encuentro es que desde la revuela de Junio de 2013, el activismo en la Maré, así como en otras favelas, no ha dejado de crecer y de expresarse en la creación de multitud de espacios donde miles de jóvenes practican capoeira o funk, formas corporales propias de la cultura negra en Brasil.

La educación juega un papel importante en este sentido. En todas las favelas hay diversos “vestibulares”, espacios donde las personas jóvenes se preparan para el examen de ingreso a la universidad. El que funciona en Timbau (Maré), donde las clases están abarrotadas, ha sido construido en la década de 1990 por la comunidad, con amplia participación de las y los estudiantes.

La educación es una preocupación de las familias pobres y a la formación dedican enormes esfuerzos económicos. Aunque existen muchos “vestibulares” privados o de las derechas, también hay otros formados por educadores populares que trasmiten otros valores y formas de aprender.

El Instituto Enraizados en Morro Agudo, en Nueva Iguazú en la Baixada Fluminense (periferia urbana de Rio), fue creado por el rapero Dudú con el objetivo de “utilizar las artes integradas del hip hop como herramienta de transformación social”. Ahora montaron un “vestibular” que ya fue desbordado por jóvenes, mayoría mujeres, de la favela.

Algo similar sucede en el Morro de Chapadao, en la región Pavuna al norte de Rio, donde el Movimiento de las Comunidades Populares (MCP) mantiene una escuela comunitaria dedicada al apoyo escolar con 63 niñas y niños. “Cuando llegan a cuarto o quinto grado, son analfabetos”, comenta la educadora Inessa. La escuela estatal no tiene voluntad de enseñar a las personas faveladas, por lo que el movimiento puso en pie una escuela totalmente autónoma, sostenida por las familias y comunidad.

En tercer lugar, la pandemia movilizó a la población de las favelas en sentido opuesto a lo sucedido en los barrios “nobles”, como llaman en Rio a la ciudad formal para distinguirla de la favela. En Chapadao las familias pasaban el día entero en la calle, donde hacían fiestas y se relacionaban con sus vecinos. La precariedad de las viviendas y la certeza de que la policía no puede ingresar al Morro (totalmente cercado por barricadas de los comandos del narcotráfico), hizo que se sintieran muy seguras.

Durante la pandemia las favelas montaron espacios para la distribución de alimentos y cuidados en salud, con apoyo exterior pero sobre todo con una gran movilización interna, cuyos frutos veremos en los próximos años. En las favelas los procesos políticos no tienen resultados inmediatos, se sumergen y luego aparecen con otras características.

La expresión electoral fue apenas un reflejo de los cambios en curso en el mundo de las periferias urbanas. Aunque es imposible predecir cuándo, tenemos la certeza de que ese mundo en movimiento va a seguir creando, más allá de la indiferencia de las izquierdas electorales y de los planes genocidas de los Estados.

Fuente de la información: https://desinformemonos.org
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Educación, vacunación y muerte

Por: Dinorah García Romero

Los Ayuntamientos deben implicarse en el trabajo de educación de la ciudadanía para que responda de manera positiva a la vacunación. Su función es nula, actúan al margen de la realidad.

El mundo que habitamos es interesante por muchos factores y uno de ellos es la diversidad. Sí, el hecho de que la uniformidad tenga poco o ningún espacio para liderar el dinamismo mundial adquiere mayor relevancia en este período de pandemia. Se parte de esta consideración en el presente artículo por la singularidad que se observa en un elevado porcentaje de personas con respecto a su posición sobre la vacunación, sus repercusiones biológicas, psicológicas y de carácter cultural. Con frecuencia personas jóvenes, adultas y ancianas  plantean sus reservas sobre la vacunación. Consideran que es un mecanismo de los gobiernos para avanzar sus planes orientados a controlar y disminuir la población mundial.Este es uno de los argumentos que se expresan para negarse a la vacunación exigida por la Organización Mundial de la Salud y por los organismos de salud de los diferentes países. Esta posición antivacuna es alentada por líderes políticos y figuras presidenciales marcados por la contradicción en sus discursos y en el comportamiento, como es el caso de Jair Bolsonaro en Brasil y  Donald Trump en la época en que ostentaba la presidencia en  Estados Unidos. Este expresidente continúa su acción antivacuna con la misma fuerza, desde su posición de líder político. Se observa, con pavor, la cantidad de personas que se adhieren al rechazo de lo que hasta este momento favorece la disminución de la letalidad de la COVID-19. La pretensión no es promocionar la vacuna; el objetivo fundamental es alertar a los líderes sociales, y a las autoridades educativas y del área de la salud para que se sienten a pensar con perspectiva integral la problemática.

El incremento de la muerte de personas sin la vacunación debida urge a que se establezcan estrategias efectivas e integrales. En la base de la negación a las vacunas está el déficit de educación de los ciudadanos. Se podrá argumentar que los presidentes citados tienen una educación exquisita y, sin embargo, se niegan a la vacuna. Aun así, es posible que haya vacíos significativos en su esmerada educación; por lo cual no se puede perder tiempo. El ministro de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, el de Educación y el de Salud Pública tienen que constituir una Mesa permanente que reconvierta las posturas antivacunación. Hay que pasar del llamado a la vacunación a la creación de una cultura de defensa y conservación de la vida. Una cultura se crea con algo más que un llamado unilateral a la vacunación. Es necesario el establecimiento de un sistema que incida en la mentalidad, en las actitudes y en la práctica de los ciudadanos. Para ello la planificación tiene que ser conjunta. Los esfuerzos desplegados para que la República Dominicana haya sido uno de los países más ágiles en la adquisición de vacunas se tienen que corresponder con una planificación sistémica.

El país cuenta con estrategas capaces de posibilitar la estructuración de un programa integral con resultados efectivos. Por ello el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo también debe integrarse a la Mesa que se propone. Este ministerio puede contribuir en el proceso de elaboración de la planificación sistémica que sugerimos. Trabajar en esta dirección es ganarle espacio a la muerte. Esta avanza y diariamente exhibe sus logros. Ante su acción avasallante, las autoridades tienen que agilizar el paso; no pueden sentirse satisfechos solo con el eslogan disecado: vacúnense. El énfasis debe hacerse en la  educación de la conciencia crítica y de la corresponsabilidad de la ciudadanía en el amor y en el respeto a la vida. La planificación sistémica requiere atención especial del proceso de acompañamiento a la ejecución de las decisiones que se toman para educar y para orientar a la población.

La eliminación del toque de queda en el Distrito Nacional se ha unido a la supresión del uso de mascarilla y al olvido de la distancia física y social. Para muchos, de pandemia no queda nada;  y, por lo tanto, se organizan para una vuelta a la normalidad creada por su imaginación. Pero esta realidad avanza sola. No se perciben estrategias de acompañamiento que  transformen esta práctica. Los Ayuntamientos deben implicarse en el trabajo de educación de la ciudadanía para que responda de manera positiva a la vacunación. Su función es nula, actúan al margen de la realidad. Hay que implicarlos para que trabajen en la articulación de más educación, respuesta positiva a la vacunación y reducción de muertes por ignorancia multiplicada. Es importante un trabajo en red para mayor cuidado y robustecimiento de la vida. La tríada educación, vacunación y muerte, demanda acción política razonada y holística.

Fuente de la información:  https://acento.com.do

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Justicia de Brasil analizará discurso homófobo de Bolsonaro

El Superior Tribunal de Justicia (STJ) de Brasil colocó hoy en pauta juzgar si el presidente Jair Bolsonaro será obligado a pagar 150 mil reales (cerca de 30 mil dólares) por discurso homófobo.

Según el portal de noticias R7, el recurso especial está en el orden del día de la tercera sala del STJ.

La demanda fue presentada después de que Bolsonaro concediera una entrevista en marzo de 2011, cuando aún era diputado federal, al desaparecido programa CQC.

Cuando se le preguntó qué haría si tuviera un hijo homosexual, el exmilitar respondió que eso ni siquiera le pasa por su cabeza ‘porque han tenido una buena educación. Yo era un padre presente y no corro ese riesgo’, remarcó.

A la pregunta si te invitaran a salir en un desfile de personas que se sienten atraídas por otras de su mismo sexo, ¿irías?, Bolsonaro afirmó que no participaría en la promoción de las malas costumbres, incluso porque cree en Dios.

‘Tengo una familia y la familia tiene que ser preservada a cualquier costo o la nación simplemente colapsará’, argumentó.

Por estas frases, el exmilitar fue condenado en segunda instancia, pero su defensa recurrió al STJ.

En el recurso especial, los abogados argumentan que las palabras y opiniones del entonces diputado federal estaban protegidas por la inviolabilidad que confiere la Constitución al discurso de los parlamentarios.

La indemnización por daños morales fue solicitada, a través de una acción civil pública, por tres asociaciones a favor de los derechos de las personas LGBT+: el Grupo Arco Iris de Concienciación Homosexual, el Grupo Cabo Free de Concienciación Homosexual y Lucha contra la Homofobia y el Grupo Diversidad Niterói.

Todos son del estado de Río de Janeiro, domicilio electoral del gobernante.

Si es condenado definitivamente, el excapitán del Ejército pudiera tener que pagar los 150 mil reales, de sus propios recursos, al Fondo de Defensa de los Derechos Difusos, subordinado al Ministerio de Justicia y Seguridad Pública.

En primera instancia, las entidades pidieron que se obligara a Bolsonaro a retractarse y a pagar una indemnización de al menos 500 mil reales (unos 96 mil dólares).

Tal proceso tuvo lugar en el sexto Tribunal Civil de Río y, en abril de 2015, la jueza Luciana Santos Teixeira condenó al legislador a pagar los 150 mil reales. La solicitud de rescisión no fue atendida.

Un recurso del otrora diputado fue atendido en noviembre de 2017 por la sexta sala civil de la Corte de Justicia de Río. Por tres votos contra dos, los jueces decidieron mantener el castigo.

De acuerdo con el informe del Observatorio de Muertes Violentas de Personas LGBTI+ en Brasil-2020, al menos 237 personas murieron a causa de la violencia LGBTfóbica el año pasado. De ellos, 224 fueron homicidios (94,5 por ciento) y 13 suicidios (5,5).

Fuente: https://www.radiobayamo.icrt.cu/2021/09/14/justicia-de-brasil-analizara-discurso-homofobo-de-bolsonaro/

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Brasil sobrevivirá a Bolsonaro

Por: Emir Sader
Traducido del portugués para Rebelión por Alfredo Iglesias Diéguez

En este artículo el autor manifiesta su convicción sobre un futuro posBolsonaro para Brasil.


Vino a destruir. Así, dicho con todas las letras. Como si todo lo que estaba construido, especialmente durante el gobierno del PT, hubiese sido negativo y tuviese que ser destruido.

Esa es la versión popular de la tesis del Estado mínimo del neoliberalismo, según la cual se trata de reducir todo lo que tenga que ver con el Estado a su mínima expresión, para colocar en el centro al mercado.

La idea del neoliberalismo sostiene que la acción del Estado falsea las condiciones de la libertad del mercado y favorece a los sectores menos competitivos, siendo fuente de incompetencia y de corrupción.

Un proceso puesto en marcha por Fernando Collor y por FHC en los años 1990 que provocó que la economía no volviese a crecer y a generar empleo hasta que esa estrategia neoliberal fue cuestionada y superada por los gobiernos del PT.

Efectivamente, cuando volvió a crecer de nuevo la economía fue gracias a la reanudación de las inversiones estatales, al incremento de los salarios -siempre por encima de la inflación-, a la generación de millones de empleos con contrato laboral. Fue un papel virtuoso, que no se reflejó en los debates públicos, que siguieron criminalizando el papel del Estado, siguiendo los argumentos reiterados por los analistas de los medios de comunicación, apologistas de la economía de mercado.

El golpe de 2016 permitió a la derecha retomar la destrucción, con el gobierno Temer y, ahora, con el gobierno Bolsonaro. Esa destrucción se manifiesta a través de la privatización de patrimonio público, con procesos de privatización que sacan a empresas del ámbito estatal para ponerlas en manos de grandes monopolios internacionales, muchas veces estatales.

Se manifiesta, también, en el recorte austericida de recursos para políticas publicas, especialmente de salud y educación. Igualmente, se manifiesta en la promoción de todo tipo de trabajos precarios; en el abandono de cualquier forma de regulación del mercado por parte del Estado.

Se manifiesta en el fortalecimiento de la centralidad del mercado, típica del neoliberalismo; en la aceleración del proceso de mercantilización de las relaciones sociales, transformando en mercancía lo que era derecho. Según la concepción neoliberal de que todo tiene precio, todo se vende, todo se compra, en que el consumidor es el sujeto central.

Con Bolsonaro, Brasil, no solo el Estado brasileño, pasó por un proceso de mercantilización, de degradación de los derechos de las personas, de precarización de la vida de la mayoría de las personas.

Bolsonaro vino a destruir, no construyó nada. La retirada del Estado permite el máximo deterioro de las condiciones de vida de la gran mayoría de las personas. El país vive la situación de mayor vulnerabilidad y miseria de toda su historia. El Estado dejó abandonada a la mayoría de la población, que lucha para sobrevivir en las condiciones más penosas.

Bolsonaro abandonará la presidencia dejando un Brasil miserable y hambriento. Un país dónde los derechos de las personas están destruidos.

Pero Brasil sobrevivirá a Bolsonaro. Hay fuerzas democráticas suficientes para derrotarlo y empezar la reconstrucción del país.

Existe la plena conciencia de que el país no puede continuar así. Existe una gran mayoría insatisfecha, que rechaza a Bolsonaro y a su gobierno.

La posibilidad de que Lula ganen las próximas elecciones presidenciales, incluso en la primera vuelta, manifiesta plenamente ese deseo popular de reconstrucción del país, de reanudación de la democracia, del crecimiento económico y de la generación de empleo.

Me acuerdo de haber ido a Brasilia para ver a João Figueiredo cuando tuvo que dejar el gobierno al terminar el ciclo de la dictadura militar. Espero volver a Brasilia para, de ver a Bolsonaro abandonar el palacio gubernamental en helicóptero, como hizo Donald Trump, por lo menos ver a un presidente electo por la gran mayoría de los brasileños volver a la presidencia para dirigir la reconstrucción del Estado brasileño y de Brasil como país, como nación y como democracia.

*El presente artículo puede reproducirse libremente siempre que se respete su integridad y se nombre a su autor, a su traductor y a Rebelión como fuente del mismo.

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La pandemia y las medidas anticampesinas ahondan el hambre en Brasil

Por: Mario Osava
Fuentes: IPS [Foto: Un agricultor familiar entre las plantas de papaya que cultiva en su finca, donde cuenta con una presa subterránea, una de las formas de acopio de agua de lluvia en la ecorregión del Semiárido, en la región del Nordeste de Brasil. La agricultura familiar ha sido golpeada en el país por las medidas en su contra del Gobierno de Jair Bolsonaro y el impacto de la covid-19. Mario Osava / IPS]

La inseguridad alimentaria despegó con fuerza en Brasil y ya afecta a más de la mitad de la población, 59,4 o 55,2 por ciento según dos estudios. La pandemia acentuó la tendencia iniciada en 2014 y agravada por el actual gobierno de extrema derecha.

Son más de 125 millones de personas sufriendo hambre o algún riesgo de desnutrición, constató la encuesta hecha en noviembre-diciembre por el grupo “Alimento para Justicia” de la alemana Universidad Libre de Berlín, en asociación con las brasileñas Universidad de Brasilia y Universidad Federal de Minas Gerais.

Brasil tenía entonces 212 millones de habitantes. En inseguridad alimentaria grave, con privaciones, estaban 31,8 millones de brasileños o 15 por ciento del total. En un grado moderado, en que ocurre restricción de cantidad y diversidad de alimentos, vivían casi 27 millones u 12,7 por ciento de la población nacional.

Una cantidad un poco mayor, 31,7 por ciento, estaban en situación menos grave, pero aproximándose a la posibilidad de carecer der dinero para alimentarse adecuadamente.

El total en los tres grados de inseguridad alimentaria, 59,4 por ciento, más que dobla el 22,6 por ciento de 2013, el mejor resultado en las encuestas hechas desde 2004 con intervalos irregulares de tres a cinco años.

Datos ligeramente inferiores recogió la Red Brasileña de Investigación en Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (Red Penssan), en diciembre: 55,2 por ciento de los brasileños bajo algún grado de inseguridad, de los cuales nueve por ciento, o 19 millones de personas, en situación de hambre.

Ese cuadro seguramente se agravó, ya que la covid-19 volvió a propagarse con una intensidad sin precedentes en Brasil. El total de muertos en los tres primeros meses y medio de este año ya suma 166 935 y pronto alcanzará los 194 949 de todo el año pasado, ya que el promedio diario actual supera las 3000 muertes.

Además terminó en diciembre la ayuda de emergencia que el gobierno aportó a 66 millones de brasileños pobres o desempleados desde abril de 2020, por la suma mensual de 600 reales (110 dólares) en los tres primeros meses, luego reducida a la mitad.

Pese al agravamiento de la crisis sanitaria, el gobierno tardó en reanudar ese auxilio. Solo a fines de marzo aprobó una transferencia limitada a 250 reales (45 dólares) mensuales como promedio y durante solo cuatro meses. Además redujo los beneficiarios a 44 millones. Quedó excluido un tercio de los asistidos en 2020.

“En diciembre acabaron también las grandes donaciones de las empresas e instituciones” para la distribución de alimentos a los sectores más vulnerables, señaló Rodrigo Afonso, director ejecutivo de Acción de la Ciudadanía, una red de comités de solidaridad contra el hambre distribuidos en todo el país.

Pandemia y medidas anticampesinas ahondan el hambre en Brasil

Un grupo de niños almuerza en su escuela, en Itaboraí, a 50 kilómetros de Río de Janeiro, antes del cierre de los centros educativos por la covid. Los alimentos frescos para los almuerzos y meriendas en los centros de educación pública de Brasil son suministrados por productores locales, mediante el Programa Nacional de Alimentación Escolar que asegura una cuota de 30 por ciento de las compras a la agricultura familiar. Foto: Mario Osava / IPS

En 2020 esa organización sin fines de lucro obtuvo el equivalente a nueve millones de dólares en donaciones, principalmente de grandes empresas, y pudo llevar alimentos a cuatro millones de personas. Pero a fines del año pasado perdí la ilusión por el peso de la pandemia y cayó la ayuda, lamentó a IPS por teléfono desde Río de Janeiro, donde tiene sede su asociación.

La penuria de recursos se generalizó entre las numerosas organizaciones solidarias que complementaron la acción del Estado y ayudaron a evitar una tragedia social aún peor  en 2020.

Menos mal que el choque con la realidad de las consecuencias del agravamiento de la pandemia en Brasil, llevó a las empresas a reanudar sus donaciones. “Desde mediados de marzo ya recaudamos 17 millones de reales (tres millones de dólares) y la meta para este año es duplicar la suma y la cantidad de personas atendidas en 2020”, anunció Afonso.

Hay un cierto agotamiento de las empresas y otros donantes, pero “la vacunación ofrece un horizonte, alguna esperanza de mejora del cuadro”, favorece un esfuerzo de movilización final, sostuvo.

En todo caso, el desafío se ahondó para la sociedad, llamada a ampliar su papel ante el “vacío de gobierno” en la protección social y sanitaria, concluyó.

“El auxilio de emergencia de este año es mejor que nada, pero no alcanza para alimentar una familia”, criticó Adriana Galvão, asesora técnica de AS-PTA Agricultura Familiar y Agroecología en el estado de Paraíba, en la región del Nordeste de Brasil.

Pandemia y medidas anticampesinas ahondan el hambre en Brasil

Una feria popular, en Sousa, una ciudad del estado de Paraíba, en el noreste de Brasil, abastecida por agricultores familiares de las localidades rurales vecinas. En general esas ferias tienen una parte de productos orgánicos o agrocecológicos, pero no han podido celebrarse en buena parte, desde que la pandemia de covid irrumpió en el país, hace 13 meses. Foto: Mario Osava / IPS

La organización no gubernamental, conocida por las siglas de su nombre original, Asesoría y Servicios a Proyectos en Agricultura Alternativa, es una de las pioneras en promover la agroecología en Brasil, a partir de sus acciones junto a agricultores familiares.

Su presencia en el Nordeste es clave porque se trata de la región que concentra más de mitad de la agricultura familiar brasileña y es la más pobre.

La inseguridad alimentaria allí afecta a 73,1 por ciento de su población, según el estudio del grupo Alimento para Justicia. En comparación, la región en mejor situación, el Sur, registró 51,6 por ciento.

En los territorios semiáridos del Nordeste “se vive un momento de grave tensión, a la espera de lluvias para sembrar”, única forma de aliviar la crisis, ya que los agricultores familiares no son contemplados por el auxilio gubernamental y sufren el derrumbe de políticas públicas que aseguraban sus avances en este siglo, resumió Galvão.

“Empezó a llover, pero los campesinos que leen la naturaleza no esperan lluvias generosas este año”, observó la activista, graduada en biología y coordinadora de acciones de empoderamiento de las mujeres en la región de Borborema, en el centro-este de Paraíba.

La Garantía-Cosecha, un seguro para pérdidas de por lo menos mitad de la siembra, es clave para la agricultura familiar, ante la irregularidad de las lluvias, destacó.

Pero desde su llegada al poder en enero de 2019, el actual gobierno ultraderechista de Jair Bolsonaro está desactivando gradualmente ese y otros programas que mejoraron la producción y la vida campesina.

Pandemia y medidas anticampesinas ahondan el hambre en Brasil

Las cisternas para el acopio de agua de lluvia, con sus diferentes formas y usos, son ya parte del paisaje de la ecorregión del Semiárido de Brasil, y han permitido dejar atrás las hambrunas y mortandades del pasado cuando llegan las cíclicas sequías a la región del Nordeste. Pero el gobierno de Jair Bolsonaro ha diezmado ese y otros programas de apoyo a la pequeña agricultura. Foto: Mario Osava /IPS

La interrupción del Programa Nacional de Alimentación Escolar (PNAE), debido al cierre de las escuelas por la pandemia, amplía doblemente la inseguridad alimentaria, al dejar los niños sin la merienda diaria y al anular ventas determinantes para la agricultura familiar, explicó Galvão a IPS por teléfono desde Campina Grande, en Paraíba.

La legislación en la mayor parte del país obliga las escuelas o municipios a comprar a la pequeña agricultura local por lo menos 30 por ciento de la merienda escolar, lo que la abarata y la diversifica con productos frescos.

Con las escuelas cerradas, algunas alcaldías mantuvieron esas compras y distribuyen los alimentos en canastas a las familias de los alumnos pobres, pero son casos excepcionales.

La agricultura familiar, responsable de 70 por ciento de los alimentos consumidos en el país, “no dejó de producir durante la pandemia, pero sufrió una retracción del consumo” que amenaza la seguridad alimentaria de todos, apuntó José Francisco de Almeida, secretario de Política Agrícola de la Federación de los Trabajadores Rurales Agricultores y Agricultoras Familiares del Estado de Ceará.

La paralización del comercio y el transporte en Ceará, sorpresivo, dejó los agricultores sin acceso al mercado y cerró las ferias callejeras. “Perdimos tomates, animales listos para abate. Con las pérdidas, se redujo nuestra capacidad de invertir”, diagnosticó Almeida a IPS.

Además el gobierno de Bolsonaro dificulta el crédito a la agricultura familiar y va suprimiendo programas que fomentaron el sector en las últimas décadas, con medidas que agravan la crisis ya representada por 14 millones de desempleados y gran aumento de mendigos en las ciudades, punta del hambre que se disemina, acotó.

Además de la Garantía-Cosecha y el PNAE, el gobierno socava programas como el de Adquisición de Alimentos (PAA), que abastece instituciones asistenciales con productos de la agricultura familiar, el de cisternas de acopio de agua de lluvia para consumo y producción, y el de fomento de la productividad de “más alimentos”.

Esa política contra la pequeña agricultura agrava la crisis, al herir a un sector que, en Ceará, representa 48 por ciento del producto agrícola, genera más empleo que la agricultura industrial con menos tierra y produce la mayor parte de los alimentos, 70 por ciento de la leche, por ejemplo, arguyó Almeida por teléfono desde Redenção, en el interior de Ceará, donde cultiva 80 hectáreas de tierra.

ED: EG

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2021/04/pandemia-medidas-anticampesinas-ahondan-hambre-brasil/

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Con Biden habrá más «revoluciones de color» en América Latina

Por: Raúl Zibechi

Si el mandato de Trump fue abominable, el de Biden no lo será menos. Recordemos la guerra en Siria, la liquidación de la primavera árabe y la invasión de Libia, promovidas y gestionadas por el equipo que ahora retorna a la Casa Blanca.

Las formas cambian, pero el fondo sigue siendo el mismo. En vez del muro, las restricciones a los inmigrantes y el discurso ultra de Donald Trump, vendrán las declaraciones correctas sobre la democracia, las mujeres y los afrodescendientes de Joe Biden. En vez del militarismo descarnado, las revoluciones de color ideadas por la Open Society de Soros para promover cambios de régimen que favorezcan sus intereses.

La pista la dio Thomas Shannon el primero de enero en una carta abierta en medios brasileños. Shannon fue embajador de Estados Unidos en Brasil en el gobierno de Obama y había sido subsecretario para Asuntos del Hemisferio Occidental con George W. Bush.

La carta de Shannon titulada La delicada verdad sobre una vieja alianza fue publicada en la revista Crusoé (https://bit.ly/2LLldiB), que funge como periodismo independiente, antibolsonarista ahora, pero cuyos fundadores jugaron un papel destacado en el proceso contra Lula que desembocó en su reclusión y en la destitución de Dilma Rousseff, operando entonces desde el influyente sitio El Antagonista (oantagonista.com).

Shannon comienza su carta asegurando que la relación entre Brasil y Estados Unidos es una de las piezas fundamentales de la diplomacia en el siglo XXI. Repasa luego las similitudes entre sus sociedades, para rematar que el presidente electo (Biden) conoce bien Brasil y América Latina, asegurando que ningún presidente estadunidense comenzó su mandato con tal conocimiento y experiencia en la región.

En la segunda parte de su misiva, Shannon emprende un feroz ataque al gobierno de Jair Bolsonaro, porqueha hecho casi todo lo posible para complicar la transición en la relación bilateral, al expresar su preferencia por Trump en las recientes elecciones y por haber criticado a Biden, quien pidió en un debate una acción más enérgica de Brasilia contra la deforestación.

Para Shannon es inadmisible que Bolsonaro haya repetido las infundadas acusaciones de fraude del presidente Trump en los comicios estadunidenses, ya que lo interpreta como un ataque a la democracia de Estados Unidos y al futuro gobierno de Biden.

Pero lo más grave empieza después. Shannon le dice al gobierno lo que debe hacer en tres aspectos (la pandemia, el cambio climático y la posición ante China respecto a las redes 5G) y luego amenaza. Es algo que no se perdonará fácilmente ni se olvidará, remata el diplomático.

Algunos podrán alegrarse, incluso en la izquierda, de que el nuevo gobierno de Estados Unidos le baje el pulgar a Bolsonaro. Por mi parte, tanto el silencio del Partido de los Trabajadores de Brasil como del propio Lula, muestran las dificultades de la izquierda frente al viraje en curso en la Casa Blanca.

No se trata de Jair Bolsonaro, sino de nuestros países, de la soberanía de las naciones. El presidente de Brasil debe ser condenado y apartado por su propio pueblo. Ha hecho todos los méritos para que la sociedad se movilice para destituirlo. Pero que desde el imperio amenacen con nuevas revoluciones de color es una pésima noticia. Podrán atacar ahora gobiernos de ultraderecha, pero seguirán con todo lo que se les ponga en su camino, sea conservador o progresista.

La operación de derribar a Bolsonaro cuenta ya con un considerable apoyo mediático e institucional. La Orden de Abogados de Brasil, que jugó sucio contra Lula y pidió la destitución de Dilma (https://bbc.in/3soJjAA), está promoviendo ahora la destitución de Bolsonaro. Su presidente, Felipe Santa Cruz, declaró que el ritmo del proceso será dictado por presión de las calles, llamando, de hecho, a la movilización popular (https://bit.ly/3q5ntQS).

Para la derecha democrática, ésa que apuesta a la defensa del medio ambiente con medidas cosméticas, que engalana el gabinete de Biden con mujeres y afrodescendientes, pero sigue sosteniendo la violencia policial/patriarcal, llegó el momento de ponerle freno a la ultraderecha. Los bolsonaristas hicieron el trabajo sucio contra la izquierda, pero ya no le son útiles. Igual que Trump.

Para comprender este viraje basta con recordar las guerras centroamericanas, donde el Pentágono apoyó primero los genocidios militares para luego promover opciones centristas, como las democracias cristianas, para recomponer el escenario ante el fuerte desgaste de los golpistas de Guatemala y El Salvador.

Si el mandato de Trump fue abominable, el de Biden no lo será menos. Recordemos la guerra en Siria, la liquidación de la primavera árabe y la invasión de Libia, promovidas y gestionadas por el equipo que ahora retorna a la Casa Blanca.

En América Latina, las destituciones ilegítimas (golpes dicen otros) de Manuel Zelaya (2009), de Fernando Lugo (2012) y de Dilma Rousseff (2016), se produjeron bajo el gobierno progre de Barack Obama (2009-2017). No olvidemos a Trump. Pero tampoco que, de la mano de Biden, retornan personajes nefastos como Victoria Nuland, organizadora del golpe y la posterior guerra en Ucrania.

Fuente e imagen: https://www.jornada.com.mx/2021/01/15/opinion/023a1pol

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Brasil: La Amazonía brasileña perdió unos 8.500 kilómetros cuadrados de selva en 2020

América del Sur/Brasil/-15-01-2021/Autor(a) y Fuente: lahora.com.ec

Cerca de 8.500 kilómetros cuadrados de selva fueron devastados en la Amazonía brasileña en 2020, la segunda peor marca anual desde 2015, con lo que se consolidan dos años de un escenario nefasto para el mayor bioma del planeta, ambos bajo el mandato de Jair Bolsonaro, informó este viernes el Gobierno.

La devastación de 8.426 kilómetros cuadrados de vegetación en la Amazonía el año pasado estuvo solo por debajo del récord histórico de 2019, cuando en la mayor selva tropical del mundo fueron talados 9.178 kilómetros cuadrados de árboles.

Según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe, por sus siglas en portugués), que capta datos mensuales a través del Sistema de Detección de Deforestación de la Amazonía Legal en Tiempo Real (Deter), en diciembre de 2020 fueron devastados en la Amazonía brasileña 216 kilómetros cuadrados de selva, un área 14 % mayor que la registrada en el mismo mes de 2019.

Para varias organizaciones que defienden el medioambiente en Brasil, la devastación de la selva durante los dos años de Gobierno de Bolsonaro «consolidan el peor escenario de alertas detectadas por el sistema en la región amazónica».

«El promedio (de deforestación en la Amazonía) de los tres años anteriores a su posesión (2016 a 2018) fue de 4.845 kilómetros cuadrados al año. En los 24 meses de la Administración de Bolsonaro, la media anual fue de 8.802 kilómetros cuadrados, un aumento de más del 81 %», señaló en un comunicado el Observatorio del Clima, una red que reúne a 50 organizaciones ecologistas.

El líder ultraderechista, que defiende la explotación de los recursos naturales de la Amazonía, incluso en reservas indígenas, ha sido fuertemente cuestionado desde su primer año de mandato por la flexibilización en la fiscalización de actividades que atacan directamente al medioambiente, como la minería y el comercio de madera, en su mayoría practicado de forma ilegal en esa región.

La deforestación está estrechamente relacionada con los incendios en la Amazonía, que en 2020 alcanzaron los 103.161 focos, un 15,6 % mas que los registrados en 2019, cuando las imágenes de los frentes de fuego avanzando por la Amazonía dieron la vuelta al mundo.

«Bolsonaro lleva dos años en el cargo y los dos peores años del Deter han ocurrido bajo su gestión. Los incendios, tanto en la Amazonía como en el Pantanal, también aumentaron durante dos años consecutivos. No es una coincidencia, sino el resultado de las políticas de destrucción ambiental implementadas por el actual gobierno «, dijo Marcio Astrini, secretario ejecutivo del Observatorio del Clima, citado en el comunicado. EFE

Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102337710/la-amazonia-brasilena-perdio-unos-8500-kilometros-cuadrados-de-selva-en-2020

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