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¿Que significa triunfar en la vida?

Por: Vicente Berenguer

El sistema dicta su sentencia y los peones la acatan: hay que adaptarse y cualquier saber que no tenga aplicación práctica dentro del sistema es sencillamente considerado inútil. ¿Para qué sirven las humanidades? Se pregunta buena parte de la sociedad. El objetivo pues se ha cumplido, y es que se cree que algo que no tiene una aplicación clara en el sistema productivo es perder el tiempo.

Hay que triunfar, y triunfar se considera poder comprar un buen coche, tener una buena casa y manejar billetes para hacer lo que a uno le dé la gana; en pocas palabras: capacidad de consumo. Esta es la concepción de triunfo que “acata” una buena parte de la sociedad. Hay que triunfar y para ello el pragmatismo es fundamental. ¿Pero qué es triunfar? ¿Ser una persona adinerada y al mismo tiempo un ave de rapiña? ¿Es esto triunfar? ¿O el triunfo más bien está relacionado con el cultivo interior y con una manera de ver la vida? ¿Son los políticos, por ejemplo, unos triunfadores porque tienen dinero y “poder” o son en realidad muchas veces seres que dan lástima? Estas personas, en innumerables ocasiones, son seres insensibles; ya no son capaces de sentir, son puros autómatas acaudalados que han perdido por completo aquello que les hacía humanos, ¿es esto triunfar? ¿o en realidad es fracasar?

Antiguamente se considera que una persona era una triunfadora si lograba despertar su humanitas con lo que uno podía domar la fortuna, y domar la fortuna significaba domar el interior y con ello los acontecimientos de la vida. Evidentemente esto ya no es así y ahora triunfar o ser feliz solo puede ser en base a conseguir objetivos materiales y sociales, y lo curioso es que la sociedad en general lo ha creído. Han creído el mensaje emitido por el sistema, a saber, que uno solo puede ser feliz si dispone de una buena cantidad de dinero, no lo suficiente como para poder vivir dignamente sino lo suficiente como para situarte por encima de la mayoría. El problema es que desde el momento en que uno cree esto se convierte en un esclavo del sistema.

Y es que el triunfo debería ser asociado al grado de humanidad y libertad que uno consiga en su paso por este breve instante que es la vida, ¿y cuál es el grado de libertad de aquél que su felicidad depende de una posición social o de lo material? ¿es esta una persona libre o es en realidad un esclavo? ¿Y cuál es el grado de humanidad de aquellos egoístas patológicos que han conseguido ascender en la sociedad pero que son incapaces de sentir ya nada ni conmoverse porque se han convertido en seres insensibles? ¿Dónde está aquí el triunfo?

Evidentemente a los seres superficiales que son admirados por la sociedad en general, a los “triunfadores”, les fastidia mucho que los que no disponen de su capacidad de consumo (los que “están por debajo”) puedan sentirse libres y es que a pesar de tener todo el dinero del mundo en realidad no son gente que disfrute de la vida y necesitan siempre más pero nunca tendrán suficiente, porque en realidad son esclavos del sistema. Los hombres libres son otros, son aquellos que comprenden que su libertad no depende del sistema productivo-consumista sino todo lo contrario; comprenden que ceñirse por los parámetros de este es la peor de las cadenas. Y es que no se trata de que uno tenga que desprenderse de todo para ser libre y feliz (faltaría más), se trata de romper más bien la farsa con la que nos bombardean, la farsa que afirma que aquél que tenga menos dinero y por tanto tenga menor capacidad de consumo ha de ser necesariamente menos feliz que otro que tengas más capital. Y es una farsa que es creída en general y ahí radica el problema.

Se trata, en definitiva, de comprender que triunfar en la vida tiene más que ver con la humanidad (algo cada vez menos frecuente), con la creatividad, con la capacidad de reflexión y el pensamiento crítico, con la autonomía respecto al exterior y con el grado de libertad interior (el verdadero poder, el poder que se trata de ocultar) logrado en este tan breve instante de tiempo que es la vida. Tiene mucho más que ver con esto que con lo material. Y mientras la gente no se dé cuenta de esto y se aferre al materialismo y al anhelado consumismo ni será libre ni será feliz y el sistema gana.

Fotografía: maestro mehir titeres

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Familias que huyen de la ofensiva en Mosul celebran sus nuevas libertades

Asia/Irak/15 de noviembre de 2016/Fuente: ACNUR

Hombres y mujeres que escaparon del control de las milicias en la segunda ciudad más grande de Irak, comparten su alivio de haber encontrado la seguridad.

 – Mahmoud Ahmad, de 35 años y padre de seis, tenía una enorme sonrisa en su rostro mientras salía del bullicioso camión lleno de otras familias, con su hija de dos meses, Farah, en sus manos.

Después de más de dos años de vida bajo control de las milicias, él y su familia finalmente habían escapado de su casa en el distrito oriental de Intisar, en Mosul, y llegaron al campamento Khazer M1 para iraquíes desplazados, cerca del pueblo de Hasansham, a unos 30 kilómetros.

“Es muy bueno; estamos seguros ahora, estoy muy feliz”, dijo. “Ahora, una de las primeras cosas que voy a hacer es afeitarme”, agregó riendo, refiriéndose a algunas de las estrictas restricciones que las milicias habían impuesto a los civiles en las zonas bajo su control.

A los hombres se les dijo que dejaran crecer sus barbas, dejaran de fumar y usaran pantalones más cortos y a las mujeres se les ordenó que se cubrieran completamente, y temían salir en público.

Las familias habían vivido con miedo y terror durante más de dos años. Ahora, estaban felices de ser libres para decidir cómo querían vivir sus vidas e incluso cómo querían vestirse.

Mahmoud, hablando todavía con una sonrisa que iluminaba toda su cara, solía ganarse la vida como electricista y vendía antenas parabólicas en el mercado local. Pero cuando las antenas parabólicas fueron prohibidas por las milicias hace siete meses, se encontró sin trabajo, dependiendo de sus ahorros y vendiendo las joyas de su esposa para mantener a su familia.

“Mi sonrisa me ayudó a superar muchas dificultades en Mosul”, confesó cuando le preguntaron si siempre estaba tan feliz. “Me ayudó a olvidar que la vida era dura”.

Él estaba entre las 2.040 personas que llegaron al campamento de Khazer ese día, todos hablando sobre su alivio de estar libres del mando de las milicias. En la semana pasada, el número de personas desplazadas desde dentro y alrededor de la ciudad de Mosul se había multiplicado por más de dos veces, con lo que el número total de iraquíes desplazados llegó a 47.000, desde el comienzo de las operaciones militares el 17 de octubre.

Es probable que los números continúen aumentando drásticamente a medida que la lucha se desplaza hacia las zonas urbanas más densamente pobladas de Mosul. En respuesta, el ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, está intensificando su asistencia.

El ACNUR está construyendo 11 campamentos para recibir a iraquíes desplazados, cinco de los cuales actualmente están acogiendo recién llegados. El recién construido campamento Hasansham U de la agencia completo su capacidad en sólo cuatro días.

El campamento ahora alberga 1.855 familias – más de 10.000 personas. Una última sección del campamento, con 240 tiendas de campaña, se terminará esta semana. 135 familias que llegaron el lunes pasaron su primera noche en el centro de recepción del campamento mientras esperaban tiendas, donde se les proporcionaron colchones y mantas.

Algunas de las nuevas familias se mudaron temporalmente con otros, uniéndose a vecinos, amigos o familiares. Sadika Abdullah Aziz, una madre de dos del barrio de Samah en Mosul, aloja a seis familias en su tienda, que ahora está repleta con unas 20 personas, en su mayoría niños pequeños.

“Llegamos ayer por la mañana. Nos sentimos seguros y cómodos aquí y dormimos bien anoche”, dijo. Ya no tenemos explosiones y bombardeos a nuestro alrededor. Nuestra casa estaba totalmente destruida y nos quedamos con los vecinos hasta que pudimos salir.

“Cuando estuvimos aquí, vi que muchas otras familias no tenían tiendas, así que les dimos la bienvenida a quedarse. Está lleno de gente, pero pronto tendrán tiendas de campaña y más ayuda”, agregó.

“Nos sentimos seguros. Somos libres. Nos sentimos liberados y esperamos un futuro mejor”.

Khairo Murat Mirza, un padre de nueve, durmió fuera en esta primera noche, mientras que las mujeres de su familia dormían en un edificio de contenedores en el centro de recepción. Aun así, no se quejaba.

“Antes, las cosas eran confusas y aterradoras. No nos sentíamos en absoluto seguro. Ahora, aunque necesitamos ayuda, estamos muy cansados y hambrientos y no tenemos tienda, nos sentimos seguros. Somos libres. Nos sentimos liberados y esperamos un futuro mejor”.

Los camiones y los autobuses llenos de recién llegados del este de Mosul están siendo dirigidos a un sitio de extensión donde miles de familias más pueden ser alojadas en el campamento Khazer M1, administrado por el Gobierno, a unos minutos, donde el ACNUR proporciona artículos de atención primaria como colchones y mantas .

En el campamento, Mahmoud Ahmad y su familia se instalaban en su nueva tienda. Mahmoud seguía sonriendo ampliamente. “No había dormido durante cinco días. Anoche fue la primera noche en que conseguí un buen sueño”, dijo. “Los niños están riendo y jugando de nuevo afuera. Son tan felices. No podían jugar afuera en Intisar … estábamos demasiado asustados por ellos”.

“Estar aquí ahora es como una liberación de una prisión oscura, y pasar a la luz”, dijo con una sonrisa radiante.

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”El lavado de cerebros en libertad es más eficaz que en las dictaduras»: Noam Chomsky

América del Norte/Estados Unidos/12 Noviembre 2016/Autor: Nitram Acever/Proyecto 33

El escritor Noam Chomsky de los EEUU habla de los mecanismos detrás de la comunicación moderna, un instrumento esencial de gobierno en los países democráticos, tan importantes para nuestros gobiernos como la propaganda es a una dictadura.

– Empecemos por el asunto de los medios de comunicación. En Francia, en mayo del 2005, con ocasión del referéndum sobre el tratado de la Constitución Europea, la mayor parte de órganos de prensa eran partidarios del ”sí”, y sin embargo 55% de los franceses votaron por el ”no”. Luego, la potencia de manipulación de los medios no parece absoluta. ¿Ese voto de los ciudadanos representaría también un ”no” a los medios?

– El trabajo sobre la manipulación mediática o la manufactura del consentimiento hecho por Edgard Herman y yo no aborda la cuestión de los efectos de los medios en el público [1]. Es un asunto complicado, pero las pocas investigaciones que profundizan en el tema sugieren que, en realidad, la influencia de los medios es más importante en la fracción de la población más educada. La masa de la opinión pública parece menos tributaria del discurso de los medios.

Tomemos, por ejemplo, la eventualidad de una guerra contra Irán: 75% de los norteamericanos estiman que Estados Unidos debería poner fin a sus amenazas militares y privilegiar la búsqueda de un acuerdo por vías diplomáticas. Encuestas llevadas a cabo por institutos occidentales sugieren que la opinión pública iraní y la de Estados Unidos convergen también en algunos aspectos de la cuestión nuclear: la aplastante mayoría de la población de los dos países estima que la zona que se extiende de Israel a Irán debería estar completamente despejada de artefactos de guerra nuclear, comprendidos los que poseen las tropas norteamericanas de la región. Ahora bien, para encontrar este tipo de información en los medios, es necesario buscar mucho tiempo.

En cuanto a los principales partidos políticos de los dos países, ninguno defiende este punto de vista. Si Irán y Estados Unidos fueran auténticas democracias en cuyo interior la mayoría determinara realmente las políticas públicas, el diferendo actual sobre lo nuclear ya estaría sin duda resuelto. Hay otros casos así.

En lo que se refiere, por ejemplo, al presupuesto federal de Estados Unidos, la mayoría de norteamericanos desean una reducción de los gastos militares y un aumento, por el contrario, en los gastos sociales, créditos otorgados a las Naciones Unidas, ayuda económica y humanitaria internacional, y por último, la anulación de las bajas de impuestos decididas por el presidente George W. Bush a favor de los contribuyentes más ricos.

En todos estos asuntos la política de la Casa Blanca es totalmente contraria a los reclamos de la opinión pública. Pero las encuestas que revelan esta oposición pública persistente raramente son publicadas en los medios. Es decir, a los ciudadanos se les tiene no solamente apartados de los centros de decisión política, sino también se les mantiene en la ignorancia del estado real de esta misma opinión pública.

– Cuando se les pregunta a los periodistas, si sufre presiones responden inmediatamente: ”Nadie me ha presionado, yo escribo lo que quiero. ” Es cierto. Solamente, que si tomaran posiciones contrarias a la norma dominante, ya no escribirían sus editoriales. La regla no es absoluta, desde luego; a mí mismo me sucede que me publiquen en la prensa norteamericana, Estados Unidos no es un país totalitario tampoco. Pero cualquiera que no satisfaga ciertas exigencias mínimas no tiene oportunidad alguna de alcanzar el nivel de comentador con casa propia.

El sistema de control de las sociedades democráticas es muy eficaz; instila la línea directriz como el aire que respira. Uno ni se percata, y se imagina a veces estar frente a un debate particularmente vigoroso. En el fondo, es mucho más rendidor que los sistemas totalitarios.

No olvidemos cómo se impone siempre una ideología. Para dominar, la violencia no basta, se necesita una justificación de otra naturaleza. Así, cuando una persona ejerce su poder sobre otra -trátese de un dictador, un colono, un burócrata, un marido o un patrón-, requiere de una ideología que la justifique, siempre la misma: esta dominación se hace ”por el bien” del dominado. En otras palabras, el poder se presenta siempre como altruista, desinteresado, generoso.

Fuente: http://www.proyecto33.com/el-lavado-de-cerebros-en-libertad-es-mas-eficaz-que-en-las-dictaduras-noam-chomsky/

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Centros de infamia españoles

Por: Lidia Falcón

Los treinta hombres encaramados al techo de su prisión ilegal llamada CIE en Aluche (Madrid) nos han dado la imagen exacta de nuestra democracia. Gritaban ¡Libertad! y ¡Dignidad! ¡Que términos tan básicos de  la definición de democracia! Este calificativo que todos los días nuestros gobernantes repiten para, como un mantra, ir introduciendo en las mentes ingenuas de nuestro pueblo la convicción de que vivimos en una sociedad demócrata.

Pero ninguno de ellos, y los más de mil doscientos, creo que mujeres incluidas, ya que a ellas nunca se las cuenta aparte, que están prisioneros en nuestro país, disfruta de tan básicos derechos conquistados por la Revolución Francesa, es decir, hace 227 años. No tienen derecho a disponer de asesoramiento legal, no puede visitarlos nadie –a las ONGs que lo han intentado les han negado la entrada-, no conocen las acusaciones que allí los encarcela, si las hubiere.

En los 8 CIES de que disfrutamos en España se amontonan hombres y mujeres, no se si niños –la información a qué he accedido es incompleta, supongo que el señor Fernández Díaz, ese al que los ángeles le aparcan el coche, no desea que pueda utilizarla-, en condiciones de campo de concentración.

Las ONGs que tan compasivamente se ocupan de los internados -¿deberíamos llamarles secuestrados?- denuncian las pésimas condiciones higiénicas y sanitarias, sin privacidad para nadie, en los que las mujeres padecen, como siempre, las peores situaciones. Sin más lugar donde pasar el día que un patio enladrillado, donde no hay ni intérpretes ni asistentas sociales. Y, ¿qué significa que se mantengan retenidas (encarceladas) a personas que no han cometido más delito que el de venir a esta nuestra tierra de acogida, huyendo del hambre, de la guerra, de los bombardeos, de la diáspora que las agresiones imperialistas provocan en los países? ¿Es posible qué tales injusticias se produzcan legalmente?

Los desvergonzados medios de comunicación y los politólogos de las tertulias, lacayos de este gobierno, han sido capaces de defender la afirmación de la policía de que el 50% de los internos son delincuentes con antecedentes. Y supongo que la desinformada población de nuestro país se lo ha creído. Pero hace falta mucho cinismo para aceptar que en un país democrático y avanzado a los delincuentes se les pueda encerrar en unos establecimientos sin categoría de prisiones, sin acusación del fiscal y sin acreditación del delito, como si se tratara de un secuestro. ¿Y qué nos dicen del 50% restante secuestrado igualmente? Secuestro es sin duda, pero aquí avalado por las fuerzas de seguridad del Estado, dirigidas por el ministro del Interior, y consentido por el Poder Judicial, tan sumiso siempre a las órdenes del ejecutivo. Porque el Estado funciona como una mafia.

Una mafia que obedece órdenes de otra que gobierna esta pomposa Unión Europea, en la que se ha aprobado la que ya se conoce como “la directiva de la vergüenza”, por la que los avanzados y democráticos Estados que la componen pueden “retener” a las personas “ilegales” –ya saben que unas somos legales y otras ilegales, como las drogas- hasta ¡dieciocho meses! sin haber cometidos delitos, sin acusación, sin defensa y sin conocer el tiempo de su retención. Como en la Edad Media, cuando la justicia feudal actuaba de la misma manera al servicio del señor.

¿Y por qué y para qué están encerradas en esos “in pace”? Según me han informado, para devolverlos a sus países de origen. Pero todos saben, la policía los primeros, que casi siempre es imposible saber cuáles son sus países de origen. Las víctimas no van a confesarlo, carecen de documentación y los ignorantes y racistas policías y funcionarios de la Administración de Justicia ni conocen los idiomas que hablan ni son capaces de distinguir a un camerunés de un congoleño. ¿Entonces…? Pues después de 60 días, que es lo que nuestra piadosa legislación permite tenerles retenidos, se les deja en libertad, ahí, en mitad de la calle. Como si fueran zapatos viejos que puede venir a recoger el camión de la basura. Y a mendigar en las esquinas, a dormir en los cajeros, a rebuscar comida en los containers.

O se compra las voluntades de los gobiernos sátrapas y corruptos de diversos países del Tercer Mundo para que admitan a los expulsados, sean de donde sean. Entonces se les droga, se les esposa y se les mete un avión camino de Nigeria o del Congo o de Benín. Como hizo José María Aznar cuando nos gobernó, y después presumió de haber resuelto un problema.

Pero que nadie crea que solamente aquel presidente actuó de tal manera. La policía en nuestro país tiene un poder omnímodo. Puede detener en la calle a cualquier persona que le parezca sospechosa, y por supuesto los negros siempre lo son, llevársela a la comisaría y después a un CIE, mientras el juzgado lo piensa. Y nadie, ni el Ministro ni los altos mandos ni los políticos responden.

Quizá habrá quien no quiera creer que esta es exactamente la actuación de nuestras policías, nuestros jueces, nuestros servicios sociales, dirigidos por los correspondientes ministerios y consejerías autonómicas, cuyos responsables pertenecen a los partidos políticos democráticos. Les aconsejo que se dirijan a los valerosos voluntarios que cada día entregan parte de su tiempo en intentar auxiliar a los emigrantes “ilegales”, en las ONGs: ACNUR la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, Save de Children, Pro Activa Open Arms, Accem, Rescate, UNICEF, y se enterarán con más detalle de estas atrocidades y muchas más.

Refugiados, emigrantes económicos, demandantes de asilo, hombres y mujeres, que provienen de países donde las potencias europeas entraron a saco desde principio del siglo XIX para robarles y expoliarles de sus materias primas, para secuestrarlos y venderlos como esclavos, y convertirse en sus amos. Y cuando esos gobiernos no tuvieron más remedio que retirarse de las tierras ocupadas y permitir que los colonizados declararan la independencia de su país, han mantenido su dominio económico, arrebatándoles las riquezas, apropiándose de los sectores de producción más importantes, petróleo, gas, oro, diamantes, coltán, y organizando las sucesivas guerras que han esquilmado y diezmado a sus poblaciones.

Cuando la miseria y los bombardeos obligan a huir a miles de sus hombres y mujeres, estas tantas veces arrastrando consigo a los niños, y cuando después de una horrible travesía a través de África y Oriente Medio, si no se han ahogado en el Mediterráneo llegan a nuestras avanzadas, ricas y cómodas ciudades los encerramos en los CIES: Centros de Infamia Españoles.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2016/10/21/centros-de-infamia-espanoles/

Imagen de archivo

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Larry Rosenstock: “Los alumnos recuerdan al docente que les enseña a pensar”

19 de octubre de 2016 / Fuente: http://blog.tiching.com/

¿Qué elementos definen el modelo educativo de las escuelas High Tech High (HTH)?
La equidad es un elemento clave para nosotros. Queremos demostrar que se pueden obtener buenos resultados académicos contando con un grupo heterogéneo de estudiantes. Los alumnos que entran en nuestras escuelas son seleccionados a partir de su código postal, por lo que somos un reflejo real de la situación demográfica de la localidad donde nos encontramos. Otro aspecto característico es que nunca segregamos a los estudiantes cuando llegan. Por último, también nos define nuestro modelo pedagógico progresista que consiste en el aprendizaje basado en proyectos.

¿Cuáles son los aspectos que les permiten alcanzar los buenos resultados educativos?
No sólo es cuestión de lo que hacemos, sino también de lo que dejamos de hacer. Por ejemplo, no tenemos clases para estudiantes que van más avanzados que los demás y tenemos muy pocas normas. Pero la libertad va ligada a la responsabilidad. Cuanta más responsabilidad otorgamos a los estudiantes, más responsables son. En este sentido, tengo una anécdota que creo que resulta muy ilustrativa.

¿Nos la puede contar?
Anualmente recibimos miles de visitantes que quieren conocer de primera mano cómo trabajamos. Estas visitas están guiadas por los propios estudiantes. En uno de estos tours, uno de los visitantes le preguntó a uno de nuestros alumnos si le ponían deberes para hacer en casa. La estudiante respondió que no. A continuación otro miembro del grupo la interpeló sobre qué es lo que hacía entonces cuando llegaba a casa. Y ella respondió, “trabajar en mis proyectos”.

Interesante… ¿Qué otros elementos destacaría de sus buenos resultados?
Para conseguir buenos resultados, también es importante que tanto estudiantes como profesores trabajen en equipos. No queremos un modelo en el que se actúe de forma autónoma y aislada. Por ello, la mayor parte del tiempo los alumnos trabajan en grupos desarrollando distintos proyectos como la creación y publicación de un libro al finalizar el curso.

En todo este proceso, ¿cuál es el rol de los docentes?
Nosotros entendemos los docentes como diseñadores. Es decir, en nuestras escuelas los profesores son los encargados de elaborar su propio plan de estudios. Un aspecto que hace que su papel sea fundamental.

¿Cuáles son las principales capacidades y habilidades que deben tener los docentes para trabajar en HTH?
Buscamos profesores capaces de marcarse sus propios objetivos, tanto profesionales como personales. Queremos que sean honestos con su trabajo, que puedan analizar el progreso de sus estudiantes y que conecten sus enseñanzas con el mundo real. Deben ser profesionales reflexivos, es decir, que puedan llevar a cabo un razonamiento constructivo sobre su propio trabajo. El profesor también debe asegurarse que los alumnos utilizan los recursos de forma creativa y apropiada, y que los proyectos que desarrollen tengan un propósito claro y útil.

¿Qué relación debe existir entre docentes y estudiantes en sus escuelas?
Potenciamos que los profesores desarrollen relaciones apropiadas con los estudiantes. Queremos que sean amigables pero sin ser los “colegas” de sus alumnos. Deben saber gestionar los problemas disciplinarios del día a día y trabajar con sus compañeros para solucionarlos. Además, deben ser flexibles y mantener buenas relaciones con los demás profesores. En HTH tenemos muchísimas reuniones de trabajo antes de empezar las clases, por lo que es importante que los docentes participen y estén al corriente de las últimas novedades. También es fundamental que tengan una actitud positiva ante el trabajo.

Y en cuanto a método de enseñanza, ¿qué capacidades buscan en un docente?
Para nosotros es muy importante que sepan enseñar a la diversidad de los estudiantes. Una diversidad técnica, cultural, étnica, de género y de habilidades. Deben ser capaces de llegar a todos los alumnos sin segregar y, al mismo tiempo, poder personalizar las directrices para cada estudiante. Han de ayudar a los alumnos con dificultades y retar a los más avanzados. Finalmente, deben progresar constantemente a nivel profesional.

Se requieren muchas habilidades. ¿Les resulta complicado encontrar docentes con este perfil?
Es difícil, pero los encontramos y también les ayudamos en su desarrollo. Anualmente recibimos unas 1.800 solicitudes de profesores interesados en trabajar con nosotros. Estos candidatos deben pasar una serie de etapas antes de ser contratados, entre  las que se encuentra una entrevista por parte de los estudiantes.

¿En qué consisten estas entrevistas?
Es parecido al speed dating. Los estudiantes pueden preguntar a los candidatos lo que quieran durante 10 minutos. Después nuestros alumnos y los adultos evalúan a los candidatos del 1 al 4. Otra de nuestras pruebas consiste en someter a los candidatos a una serie de dilemas socráticos para ver cómo responden.

¿Puedes exponernos algún dilema?
Les planteamos situaciones como: “hay dos alumnos de segundo curso, uno de ellos es blanco y el otro es negro. En el aula han debatido sobre la guerra civil [americana] y la esclavitud. Después de clase, el estudiante blanco se dirige al estudiante negro y le dice “está bien que haya acabado así, porqué si no sería tu dueño”. El estudiante negro se siente incómodo. Tu eres el docente, ¿qué haces?

¿Se trata de una situación que ha ocurrido en la escuela?
Sí, se trata de un ejemplo real. Otra situación que también hemos vivido entre dos niñas de tercer curso. Una de ellas le dice a la otra que ella tiene dos madres. La otra niña responde que no puede ser, que debe tener un padre. Y la primera niña reitera que ella tiene dos madres. La otra alumna insiste en que todo el mundo sabe que tienes que tener un padre para nacer. Y la primera niña se siente incómoda. El docente debe mediar ante esta situación. Para nosotros plantear estos dilemas a los candidatos es muy importante porque son temas que no pueden prepararse y en los que se demuestra la capacidad del profesor.

Cambiando de tema, ¿participan los padres del progreso académico de sus hijos?
Sí, les hacemos partícipes mediante exhibiciones y reuniones. En las exhibiciones todos los alumnos presentan sus proyectos. El hecho de que vengan los padres eleva la responsabilidad de los docentes para hacer un buen trabajo e incentiva la mejora constante. En las reuniones, son los propios alumnos los encargados de explicar a sus padres qué es lo que han estado haciendo y cuáles son los aspectos que deben mejorar.

Como hemos visto, HTH tiene un modelo educativo distinto al tradicional. ¿Están sus estudiantes preparados para afrontar las evaluaciones universitarias?
Nuestros estudiantes están entrando en las mejores universidades, el número de los que se gradúan es muy elevado y, además, hemos doblado la media nacional de los que se decantan por las ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas. Todos estos resultados adquieren mayor relevancia si tenemos en cuenta que un 67% de nuestros alumnos son de color, y que un 48% se encuentra en situación de pobreza. Estos resultados nos llevan a pensar que estamos haciendo las cosas extremadamente bien.

Para finalizar, ¿le gustaría añadir alguna otra reflexión?
Me gustaría hacer una reflexión acerca de los buenos docentes. Si preguntamos a las personas que están leyendo esta entrevista cuál fue su mejor docente en la escuela o instituto, la mayoría lo tendrá claro. Y en muchos de los casos no se tratará de alguien que les haya llenado la mente de datos. Sino que recordarán al profesor que les enseñó a pensar. Por lo que los docentes no deberíamos llenar la mente de los estudiantes de datos, sino que debemos enseñarles a pensar.

Fuente entrevista: http://blog.tiching.com/larry-rosenstock/

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Una libertad nada libre

Por: Marcelo Colussi

I

Durante los años de la Guerra Fría se hablaba del “mundo libre”, opuesto al ¿mundo de las tinieblas? que quedaba más allá de la “oprobiosa e infame” Cortina de Hierro. El Muro de Berlín fue, quizá, su ícono por excelencia.

La propaganda de Occidente (eufemismo por decir “mundo capitalista”) pregonaba insistentemente que más allá de esa frontera ideológica (¡y militar!) que dividía el mundo, reinaba la más completa falta de libertad y desasosiego, mientras que, por aquí, teníamos el reino de la bonhomía y la prosperidad. Pero más que nada: ¡de la libertad! ¿Alguien se lo habrá creído? Seguramente sí. En eso consiste, justamente, la ideología. El manejo de las mentes no es algo nuevo; el ejercicio del poder va siempre de la mano de ello. “Pan y circo” decían los romanos hace dos mil años; la historia no ha cambiado mucho.

Hoy por hoy asistimos a una compleja y muy bien estructurada tecnología del manejo de las mentalidades colectivas; del circo, dicho en otros términos. De hecho, se habla de una guerra de cuarta generación, término acuñado por el estratega militar estadounidense William Lind en 1989 para referirse a este tipo de lucha donde no hay un enfrentamiento directo entre dos cuerpos combatientes regulares, sino que se trata de dominar al oponente por medio de todo tipo de ardid, entrando allí el manejo de lo mediático, de la psicología colectiva, de la verdad. En otras palabras, se retoma aquella máxima de los nazis de “Una mentira repetida mil veces termina haciéndose una verdad”. En la guerra la primera víctima es la verdad, se ha dicho. No caben dudas que la guerra social sigue, aunque nos habían dicho que las luchas de clases ya habían terminado (aunque nunca nos dijeron exactamente cuándo y de qué modo).

En ese marco de mentiras bien urdidas, se nos dijo hasta el cansancio que nosotros éramos el “mundo libre”. Ahora el mundo ya no está dividido en estos dos grandes bloques. El socialismo murió (o, al menos, eso es lo que se nos dice). ¿Viviremos todos, entonces, en el reino de la libertad? Bueno, quedan islas de oprobio aún, según se nos sigue diciendo. Cuba y Corea del Norte, por ejemplo. Pero nosotros nos podemos dar por contentos porque estamos del lado de la libertad.

II

Un niño de nueve años me preguntó los otros días qué es la libertad. ¡Pregunta por demás difícil de responder! ¿Cómo explicarlo convincentemente? Se me vino a la imaginación esto del mundo dividido en los “libres” y los “no libres”. ¿Esclavos habría que decir, con mayor precisión? Siguiendo esa lógica, si somos libres, obviamente no somos esclavos.

Pero ahí empezaron los problemas: vivimos en países libres, pero ¿libres de qué? De poder elegir, pensé rápidamente. ¿Elegir qué? Si es a las autoridades de gobierno, eso es tan relativo que no me atreví de manifestárselo a mi infantil interlocutor. Uno elige a quienes lo van a gobernar por un cierto tiempo, entendiendo que ellos son nuestros representantes.

¿Lo son? ¿Me representan? Lo reflexioné seriamente, y no me atreví a mentirle a mi inquisidor. Nuestras autoridades gubernamentales no nos representan en lo más mínimo, por supuesto. ¿Cuántas veces por mes, o por semestre, o por año -bueno…, digámoslo claramente: ¿cuántas veces en la vida?- un funcionario electo por voto popular nos consulta algo para luego, supuestamente representándonos, transformarlo en una acción de gobierno? Creo que nunca. Es por ello que no pude decirle a mi joven demandante que allí había libertad. Podemos elegir libremente a un mentiroso que manejará las palancas de la estructura estatal, y terminado su período no habré cambiado en mucho. ¿Eso es libertad: ir a votar? No me pareció correcto decir eso.

Quise enfocar la respuesta, entonces, por el lado económico. Soy libre, claro, de “hacer dinero” si lo deseo. Onassis lo hizo en su momento, o Bill Gates, según nos cuenta la historia. Pero… ¿es cierto eso? La gran mayoría, inmensamente grande mayoría, no sale de pobre, aunque trabaje y se esfuerce toda la vida. Por lo que se ve, no somos tan libres. ¿Dónde está la libertad entonces?

¡En lo que consumimos! Ahí pude encontrar ese nivel de libertad con el que tanto se nos bombardea. “Estamos condenados a ser libres”, había dicho Jean-Paul Sartre. Por tanto, parece ser que con esto de comprar lo que me plazca podemos encontrar la verdadera libertad. Aunque pensándolo bien… ¿es cierto eso? ¿Por qué consumimos lo que consumimos?

Si lo profundizamos, no parece muy libre todo esto. Consumimos ¿enfermizamente? una cantidad creciente de productos solo porque nos lo imponen. ¿Para qué tomamos bebidas gaseosas? ¿O por qué cambiamos los modelos de aparatos de la industria moderna cada cierto tiempo? (refrigeradoras, teléfonos móviles, hornos a microondas, automóviles, computadoras, y una larga, casi interminable lista de productos). Me pregunto seriamente: ¿alguien decide con libertad el modelo de teléfono que hay que usar, por ejemplo? Pareciera que no. Las modas, la presión de la publicidad, la corriente que nos arrastra, nos fuerza en casi todas (¿en todas?) las decisiones de compra de algún bien o servicio.

Pero algo más profundo aún: ¿de dónde salió eso que compramos lo que queremos, con total libertad? En todo caso, en los opulentos países del Norte (que albergan apenas el 10% de la población planetaria), existe un alto poder de compra. En los del Sur (¡el grueso de la Humanidad!), a duras penas se sobrevive. Como alguien expresó alguna vez: “en el Norte se discute sobre la calidad de vida; en el Sur…, sobre su posibilidad”. Por más que los escaparates estén llenos de mercaderías y tenga toda la libertad del mundo para comprar lo que quiera, el bolsillo me dice que eso no es así. La libertad, una vez más, queda en entredicho.

¿Entonces: qué es la libertad? Se me hacía difícil encontrar la respuesta adecuada para mi joven interrogador. ¡Pero la encontré!

III

 

¡La libertad de locomoción! Podemos irnos libremente de un lugar a otro. Esa es la libertad que tenemos. Y reflexioné que en los países aquellos de la ignominia, de la noche eterna donde no había libertad, los que estaban detrás de la “bochornosa Cortina de Hierro”, su población tenía que escapar si quería la libertad. Aquí, en nuestros países libres, podemos irnos de un lado para otro cuando queramos. ¡Eso es la libertad!

Aunque…, bien pensado: eso no es exactamente así. En los países pobres de lo que antes se llamaba Tercer Mundo (pero que ahora, aunque no se les llame así, siguen siendo pobres), la gente no puede viajar con tanta facilidad precisamente. Comprar un boleto aéreo es cosa seria, muy seria. Averigüé un poco, y en nuestros pobres países del Sur (que son la amplísima mayoría del mundo) muy buena parte de sus habitantes nunca subió a un avión. En todo caso, si viajan, en general lo hacen como migrantes irregulares a los países más prósperos. Y así vemos corrientes monumentales de pobres que se van arriesgando su vida, cruzando mares o desiertos en condiciones de alto peligro, para buscar el “sueño” de algún país tentador. ¿Eso es la libertad?

La verdad, no me atreví a decirle a mi interlocutor que eso es la libertad, porque me pareció muy frágil la respuesta. Se decía que de Cuba escapaba la gente por la “dictadura comunista” que los encerraba. Me informé, y encontré que en la actualidad 30 personas por día abandonan la isla, con una población de 11 millones y medio de habitantes. Lo comparé con Guatemala, que no está muy lejos; allí, con una población de 15 millones de personas, no menos de 200 salen diariamente con rumbo a Estados Unidos. En el país centroamericano hay libertad, pero se va más gente (en realidad: huye de la pobreza crónica) que de Cuba.

Me empecé a encontrar sumamente contrariado por no poder darle una respuesta convincente y bien fundamentada a quien me había interrogado. Pero ¿es que no somos libres de nada entonces? ¡Y finalmente creí haberlo encontrado!: ¡el suicidio!

Yo, y solamente yo, puedo decidir lo que hago con mi vida. Suicidarse es el más alto indicador de libertad. Había encontrado la respuesta, y estaba ya casi listo para dársela a quien me había preguntado…, pero siempre hay un aguafiestas.

Por un lado, me dijo un sacerdote amigo que no es de buen católico suicidarse, que dios no desea eso, y que quien lo hace -contrariando la voluntad divina, que es la única instancia que puede disponer de nuestras vidas- no va al cielo sino que arderá eternamente en el infierno.

¡Y no solo eso! Otra amiga, psicoanalista ella, me dijo que no es cierto que esa es una decisión voluntaria. “La sombra del objeto ha caído sobre el Yo”, me explicó para fundamentar el suicidio. Fórmula, por cierto, que no entendí bien, pero que se me aclaró cuando me dijo que, según Freud, el iniciador del psicoanálisis, “nadie es dueño en su propia casa”. Es decir: que nuestras aparentes decisiones voluntarias no son tales. Y me puso como ejemplo para graficarlo el nombre propio: algo que nos hace ser lo que somos, que nos acompaña toda la vida, lo más propio que tenemos, no lo elegimos nosotros. ¡Patético! ¿no? Nuestros actos, nuestras conductas, nuestras decisiones más personales, aparentemente libres, no son tales; continuamente hay una vida psicológica que, aunque digamos racional, no depende de nuestra voluntad: ¡es inconsciente! Y me explicó que eso lo vemos en los sueños, en los actos fallidos, en el chiste, pero fundamentalmente en los síntomas, las inhibiciones y las angustias que nos acompañan. No soy libre de decidir mi vida…, ni mi muerte.

Llegado a ese punto, ya no supe qué decirle a mi amiguito. Pero como no podía dejarlo en ascuas, le contesté con algo que, quizá, le resultó incomprensible, pero él es libre de tomarlo o no: la libertad es una estatua francesa obsequiada al gobierno estadounidense que se encuentra a la entrada de Nueva York.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=216097&titular=una-libertad-nada-libre-

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¿Habrá al fin un compromiso por la educación?

Por: Mariano Fernández Enguita

Me refiero a lo que todos llaman pacto, aunque yo prefiero llamarlo compromiso, ya diré por qué. El penúltimo intento fue el de Gabilondo, frustrado por la negativa de un PP que sabía que iba a ganar las elecciones; el último es el que promueve J.A. Marina, rechazado con cajas destempladas por cierta izquierda que creía otro tanto. Pero el PP está ya lejos de la mayoría absoluta y el sorpasso no ha llegado, de manera que quizá podamos todos recapacitar, empezando por entender que vivimos en democracia, un régimen que une al gobierno de la mayoría el respeto a las minorías, pero superando la aritmética elemental en estos conceptos. No nos llevarán muy lejos visiones como la cantinela de Rajoy sobre que gobierne «el partido más votado» (aunque sea también el más rechazado), el desparpajo del secesionismo que con la mitad más uno de escaños (ni siquiera votos) se cree legitimado para todo, o la disposición que algunos muestran a dar la vuelta a la tortilla con apenas más escaños o más votos positivos que negativos en el hemiciclo. Es de desear que el actual bloqueo político, que ya se antoja grotesco, ayude a comprender lo absurdo que resulta pretender blindar o subvertir una política institucional y a largo plazo, sea la que sea, con una mayoría, simple o absoluta, cogida con alfileres, es decir, con unos pocos sufragios, escaños o apenas votos en el hemiciclo. No necesitamos ni el maximin de la minoría más votada ni el minimax de la coalición menos rechazada, sino el maximax del acuerdo más generoso, el de una mayoría más amplia posible. En sentido contrario, el respeto a la minoría parlamentaria, electoral o política no se limita a no exterminarla, ni prohibirla (lo que se da por supuesto), ni hostigarla (lo que a veces se olvida), sino que pasa por tratar de gobernar para todos (es decir, con todos, además de sobre todos).
Por supuesto, esto no siempre es viable, ni siquiera necesario, por lo que muchas decisiones parlamentarias y gobiernos habrán de basarse en mayorías exiguas aunque suficientes, pero cuando llegamos a la educación hay que tener en cuenta, más allá de la deseabilidad general de acuerdos amplios en democracia, que hablamos del futuro y de la parte más vulnerable de la sociedad. De un futuro, en este caso, expresamente considerado, dado que unas generaciones, los políticos y en general los adultos de hoy, deciden por los alumnos presentes y por venir, que vivirán los efectos mañana (al ritmo actual, ya es difícil terminar la educación obligatoria sin vivir un par de reformas). Y de los más vulnerables, esto es, de quienes todos afirman que querrían resguardar de las pugnas políticas pero a quienes se expone demasiado a menudo a la incertidumbre o al torbellino. No se trata de poner la educación fuera del alcance de la política, pues eso sería privarla del amparo y del impulso de la democracia, pero sí de ampliar al máximo acuerdos que puedan perdurar más allá de los cambios de gobierno y los vuelcos electorales, por lo demás previsibles y saludables.
Pero el pacto o compromiso es difícil por varios motivos, entre los cuales destacaré cuatro. El primero y más aparente es la tremenda ideologización del debate, con discursos a veces guerracivilistas en los que unos parecen creerse en lucha contra el Santo Oficio y otros contra el demonio bolchevique, como han hecho recientemente PP e IU, en los dos extremos del arco parlamentario, desenterrando la guerra escolar. El segundo, en parte consecuencia del primero, es el vaciamiento del lenguaje, que permite blandir a la vez las exigencias más sectarias y la pretensión de que quien hace imposible un acuerdo es siempre el otro; un vaciamiento que alcanza más o menos a lo principal del vocabulario de la política educativa: libertad, equidad, calidad, inclusión, participación… y, por descontado, pacto, como cuando Rajoy, después de dos legislaturas del PP solo contra la LOE y otras dos igual de solo con la LOMCE cree hacer haber hecho algo grande con apenas algún gesto vacío y retórico sobre el pacto educativo dirigido a Ciudadanos, o cuando Garzón se descuelga en periodo electoral con la surrealista y oximorónica propuesta de un pacto por una educación republicana. Un tercer motivo, menos obvio pero más poderoso, es el papel de la escuela en las estrategias sociales de las familias, muy visible en la búsqueda de la mejor educación para los hijos, tanto da que se concrete en la mejor escuela o en el mejor desempeño individual en ella, y que tiene su contraparte en la pretensión no menos estratégica, aunque defensiva, de suprimir todo elemento de diferenciación, sea la elección de centro, el (muy discutible) modelo bilingüe, el uso de recursos digitales, los deberes para casa o cualquier otro. Cuarto, y no menos importante, el infundado paternalismo de la profesión docente, siempre tan inclinada a pensar que sabe mejor que su público lo que le conviene; esto es, a desoír a la sociedad, o a oír solo lo que quiere oír, como cuando funcionarios incondicionales de su fuente de empleo, la enseñanza pública, no quieren ver que un tercio del alumnado lleva medio siglo eligiendo la privada y otro sexto, hasta la mitad, lo haría si pudiera, o cuando los sicofantes de la inmersión lingüística ignoran que más de la mitad de la población con hijos en edad escolar ni la quiere ahí ni la practica en otros ámbitos libres de coerción y de presión; o cuando todos coinciden en que lo primero y principal que necesita la educación es, cómo no… más educadores.
Pero hay otro obstáculo formidable para un pacto: su trivialización. Asoma cuando se formula como el objetivo de ponernos de acuerdo en lo que nos une (ya se sabe: acabar con el abandono, conjugar equidad y calidad, reconocer y dignificar al profesorado, mejorar los resultados, aumentar los recursos…), o evitar lo que nos separa (los cleavages o fracturas como la religión, la financiación de la escuela privada, las lenguas propias, la evaluación del profesorado, etc.). El problema es que tales acuerdos de mínimos no sirven de mucho, o no sirven de nada. De hecho presentan el riesgo añadido de precipitar, hipostasiar, politizar o adjudicar opciones y políticas que no están adscritas necesariamente a un lado ni a otro de las fracturas habituales, desde el momento mismo en que las colocan en el centro de una negociación entre partidos y grupos de intereses; en todo caso, al dejar fuera lo que realmente ha venido dividiendo a la sociedad, simplemente posponen los problemas por muy poco tiempo, si es que no los enquistan y los agravan. Por eso no me gusta la palabra pacto, que alude por igual a la formalización de un acuerdo preexistente, entre quienes ya coinciden en algo o en todo, y a la confluencia desde el desacuerdo o el conflicto previo de intereses y valores. Es lo segundo lo que la educación española necesita: un acuerdo que cree un escenario comúnmente aceptado desde ambos lados de las viejas fracturas, en el que todos estén razonablemente a gusto aunque ninguno esté enteramente a su gusto, y que traiga consigo una suspensión duradera, que ya sabemos no será definitiva, de las hostilidades. Por eso prefiero hablar de un compromiso: compromiso entre los actores, entre los intereses en conflicto y los valores en disputa, así como entre lo deseado por cada uno y lo aceptable para los demás, lo que implica ceder y conceder.

Un compromiso por la educación debería abordar, precisamente, lo que hasta hoy ha venido arrojando a la escuela al ojo del huracán: la titularidad de los centros, el lugar de lo laico y lo religioso, la coexistencia de las lenguas propias y la lengua común, el alcance y límites de la comprehensividad, las bases económicas de una expansión sostenible, la autonomía y transparencia de los centros y la reestructuración de la profesión docente. Formular los términos es ya otra historia, tema para otro día.

Tomado de: http://blog.enguita.info/2016/07/habra-al-fin-un-compromiso-por-la.html
Imagen: https://www.google.com/search?q=%C2%BFHabr%C3%A1+al+fin+un+compromiso+por+la+educaci%C3%B3n%3F&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwji2_T1ppTOAhVBJB4KHUV0AVwQ_AUICSgC&biw=1366&bih=667#tbm=isch&q=dibujos+%C2%BFHabr%C3%A1+al+fin+un+compromiso+por+la+educaci%C3%B3n%3F&imgrc=lm6t8KOgmvgDxM%3A

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