Page 2 of 19
1 2 3 4 19

Libro en PDF: Describir el escribir. cómo se aprende a escribir.

Daniel Cassany.
«¿Cómo escriben los escritores expertos? ¿Cómo se aprende a escribir?
Al sentarnos a la mesa y enfrentarnos al desafío de una hoja de papel en blanco, todos nos hemos preguntado alguna vez: ¿Cómo escriben los escritores expertos? ¿Cómo se aprende a escribir?
Este libro nos ofrece las herramientas imprescindibles para adquirir las habilidades básicas de todo buen escritor.»
Comparte este contenido:

La educación que queremos | Leer o no leer (libros)

Por: Andrés García Barrios

 

Quienes nacimos en la segunda mitad del siglo XX, aunque honrábamos a los libros, no leíamos nada; las nuevas generaciones leen como hace mucho no se hacía, pero no leen libros.

El profesor Alejandro Gálvez Cancino, politólogo (poseedor de una biblioteca de unos 10,000 volúmenes), se queja de que sus alumnos de nivel universitario no quieren leer libros. Si va a dejarles una lectura de tarea, tiene que limitarse a algún capítulo suelto o a un artículo académico. Me explica que de esa forma los muchachos sólo tendrán una visión compendiada de los temas de estudio, pero no el desarrollo de pensamiento que da el seguir el argumento completo de un libro. Yo creo que tiene razón: hay ideas que se pueden conocer a través de ensayos de divulgación, otras propias de un texto académico y otras a las que sólo se accede recorriendo varios capítulos y vinculando mucha información.

Pero también creo que los libros se han ganado ese descrédito. El culto del libro ha convertido a éste en algo así como un objeto sacro, es decir divino pero intocable (y de alguna manera estremecedor y hasta aterrorizante). Lo que los jóvenes de otras épocas no nos atrevimos a hacer, parece que los de hoy están decididos a lograrlo: deshacerse de ese tormento. Quienes nacimos en la segunda mitad del siglo XX, aunque honrábamos a los libros, no leíamos nada; las nuevas generaciones leen como hace mucho no se hacía, pero no leen libros.

Si los libros son importantes, pero nadie los lee, o cada vez se leen menos, ¿tendremos que renunciar a su existencia? Creo que no, que los jóvenes pueden volver a ellos si empezamos a des-enseñarles lo que de forma equivocada todos hemos aprendido sobre lo que es un libro.

La joven escritora Carla Durán, también maestra, me cuenta que sus alumnos se escandalizan de que ella use un libro para sujetar una puerta que se azota. Ella les advierte “Tranquilos, sólo es un libro”. Y es que lo cierto es que los estudiantes se santiguan ante los sacros volúmenes, pero no los leen. Creo que el desparpajo de Carla es mucho más conveniente que la veneración que nos hace temer y temblar.

Todos sabemos ―pues lo hemos experimentado― que la escuela ha participado de forma fundamental en la sacralización de los libros, fomentando una idolatría de la expresión escrita que nos aleja de ésta (no es extraño que, a manera de irreverencia, casi de blasfemia, los jóvenes actuales redacten sus mensajes electrónicos ejerciendo un nuevo lenguaje, o al menos una nueva ortografía, logrando así apropiarse de lo que en realidad les pertenece).

Puede ser que la mejor forma de ayudar a nuestros estudiantes a quitarse el miedo a los libros es demostrarles que su contenido está vivo aún; y puede ser también que la mejor manera de demostrárselos sea ayudarlos a reconocer la vida que ellos mismos son capaces de expresar a través de la escritura.

Ningún conocimiento es ajeno a quienes lo reciben y lo transmiten. Ningún conocimiento ―ni aún el más objetivo y científico― se coloca por encima de los seres humanos ni convierte a nadie en un mero receptor. No somos el transporte en el que viajan los descubrimientos de los grandes genios ni las ideas de nadie. Todo conocimiento y toda intención de transmitirlo ―incluyendo la escritura― tienen siempre algo personal. Los estudiantes deben admitir que, al escribir, nunca podrán imitar los modelos normativos al grado de hacer desaparecer su propia personalidad; por el contrario, hay que mostrarles que ellos mismos podrán comprender y asimilar mejor las normas en la medida en que las utilicen para hacer más clara su propia expresión y se involucren en el texto llenándolo de sí mismos.

En la escuela que quiero, si algún estudiante cree que escribir bien es seguir modelos de perfección preexistentes, se le ayuda a entender que no hay modelos perfectos sino que todo modelo, si lo es de verdad, está vivo, es decir es orgánico y por lo tanto cambiante e imperfecto. Después se le muestra que la relación entre el modelo y él es siempre una relación entre semejantes, y que la condición de este tipo de relaciones es que ninguno de los dos someta su propia identidad a la del otro. Finalmente, se le muestra que en un texto, por más abigarrado y complejo que sea, siempre podemos encontrar a un otro y comprenderlo, tal como ocurre en toda conversación en la que los participantes hacen un verdadero esfuerzo por comunicarse.

Los autores de los libros que vale la pena leer siempre hacen un verdadero esfuerzo por comunicarse mediante su texto. Sin embargo, es importante aceptar que todos ellos ─por “consagrados” que estén como autores─ siempre sufren infinitas dificultades de expresión.  Los libros nunca son escritos en estado de pureza, pertenecen a la vida diaria, están llenos del día a día de las personas con todas sus dificultades a cuestas. Algunos se escriben a deshoras, sobre las rodillas, incluso en el camión, con prisa (¡el editor lo pide ya!) y nunca en estados de concentración absoluta. La misma Carla Durán me recuerda que Virginia Woolf lamentaba que sus contemporáneas no gozaban el lujo de encerrarse en su estudio a escribir, sino que tenían que hacerlo mientras se ocupaban de la casa, de los hijos, del marido (me parece que lo mismo describe nuestra Rosario Castellanos). Sin embargo, los varones de la época no dejaban de estar sujetos a presiones, aunque fueran las de sus propias neurosis, siempre presentes para atentar contra “la pureza” de su escritura. El día en que la noticia de que había estallado la Primera Guerra Mundial corrió por todo el mundo, la esposa del gran escritor alemán Thomas Mann se abstuvo de anunciársela a éste, pues temía su reacción si lo interrumpía mientras estaba escribiendo.

Mucho de lo que piensa el escritor es apenas una sensación antes de verterlo en palabras (estoy seguro de que a la mayoría les rige aquello que alguien expresó una vez: «Escribo para saber lo que he estado pensando»). Con la escritura, el texto va tomando cuerpo, va naciendo poco a poco; pero lo cierto es que el escritor debe recorrer muchos tramos desérticos antes de encontrar párrafos donde haya algo de vida. Después, durante la corrección, duda entre quitar lo que le sobra a su luminosa verdad o conservarlo como vía para llegar a ésta (vía que muchas veces es en efecto sombría).  El resultado suele ser una especie de penumbra.

Por eso es preciso que el lector no camine a ciegas, en espera obediente de que el texto lo guíe a cada momento. Debe, por el contrario, mantenerse lúcido e ir identificando el estilo del autor, a sabiendas de que éste procede de forma tentativa acercándose poco a poco a su hallazgo. Al autor hay que acompañarlo hasta que encuentre lo que está diciendo; sus palabras se van abriendo paso entre emociones que todavía no quieren o no logran expresarse. La práctica de la lectura es viva porque la escritura misma contiene las huellas de la vida con la que está hecha. Si el lector no tiene en cuenta esto (si nadie se lo ha mostrado), puede pensar que los tramos oscuros del texto se deben a su propia incapacidad de comprensión y no a una cualidad de lo que está escrito. Eso seguramente lo desanimará.

El texto también está vivo en el sentido de que puede fallar. Un texto tropieza con frecuencia, no sabe bien cómo decir las cosas. El autor que pretende escribir algo perfecto y terminado, sólo logrará unas cuantas palabras muertas. Es cierto que se puede desarrollar eso que se llama “oficio”, se puede dominar cada vez más el vínculo entre pensamiento y palabra, entre palabra pensada y escrita, pero de la imperfección de los textos no se puede dudar: el gran filósofo Soren Kierkegaard afirmaba que no solo había tenido problemas para comprender numerosos pasajes al leer a Hegel, sino que estaba seguro de que el propio Hegel había escrito cosas sin entenderlas.

También pasa que algunas lecturas que nos parecen complicadas de entrada, no lo son tanto. Eso me ocurrió hace muchos años cuando intenté leer la obra de Rainer María Rilke (considerado uno de los grandes líricos del siglo XX, al que muchos conocen por sus Cartas a un joven poeta). Creo que, deslumbrado por aquello de que era uno de los más grandes poetas, me le acerqué por primera vez pensando que me encontraría con algo complicado. Y así fue: lo leí y releí y no entendí nada; hice repetidos intentos por varios años, hasta que un día… ¡zas!, penetré en su significado. Me quedé consternado al descubrir que lo que Rilke decía era sumamente sencillo y que en realidad algo en mi me había engañado impidiéndome comprenderlo. Y no se trataba de que yo había madurado como lector; la mayoría de sus versos eran realmente nítidos, tan sencillos como los más sencillos que pueden leerse. Se trataba, sí, de una resistencia de mi parte, un obstáculo que yo mismo me había puesto.

Resistencia de mi parte y de parte de toda esa gente que cree que leer poesía es irremediablemente difícil, así como que leer libros es tan importante como imposible de hacerse: en realidad, lo que muchas veces pasa es que uno piensa que lo que va a leer es complicado y, debido a ello, la lectura se dificulta. Ocurre algo parecido a lo que le pasaba a aquella amiga mía que venía de Suecia y que hablaba un perfecto español, sin nada de acento extranjero, al grado de que al platicar con ella por teléfono no se notaba su procedencia. Sin embargo, se quejaba de que muchas personas, al toparse con ella ─con su alta estatura, su piel muy blanca y su pelo rubio─, respondían a sus preguntas con cosas como “no hablo inglés” o “perdón, no entiendo”, ante el azoro de mi amiga que no podía más que reclamarles: “¡Les estoy hablando en un perfecto español!”. Ellos seguían sin entender. Sí, así de grandes son los espejismos creados por nuestros prejuicios.

En materia de libros, y podemos decir que de textos en general, son muchos los espejismos. El ver al texto como algo frente a lo que se está en desventaja (es decir, el tener una percepción equivocada de nosotros mismos), nos hace tener también una percepción equivocada de lo que estamos leyendo. Terminaré este artículo con algunos ejemplos, además del ya mencionado de creer que algo es complicado cuando no lo es (por cierto, todavía peor ―¡el colmo de la confusión!― es pensar que si un texto nos parece sencillo es porque no lo estamos entendiendo:  “¿Qué? ―nos decimos― ¿Es así de simple y claro? No puede ser, seguramente estoy mal”).

Otra dificultad frecuente: el texto empieza de forma sencilla pero poco a poco se va complicando. Me echo la culpa a mí mismo: “¡Claro, no podía entenderlo todo!”. En realidad, como hemos visto, es el autor quien está buscando sus propias palabras.

Otro ejemplo: en las primeras páginas el autor asegura haber escrito un libro accesible a todos. Pero avanzamos y avanzamos y no entendemos nada. Eso me ha pasado varias veces con libros de divulgación que prometen ser accesibles a todo público; tras sentirme incapaz de entender ni siquiera lo que todo público entiende, he acabado concluyendo que más bien son los autores de esos libros los que no tienen claros los parámetros generales de lo que es la “sencillez”.

Un caso más: en el libro que estoy leyendo en estos días, el texto fluye con bastante claridad; sin embargo, el autor continuamente nos remite a conceptos que ha tratado muchas páginas atrás; dado que no recuerdo lo que dijo, ni dónde lo dijo, el texto se me va volviendo complicado. ¿Mi conclusión? No tengo de qué asustarme, no es que el texto no sea para mí: libros así son libros de estudio que uno debe releer completos o en fragmentos para poder asimilarlos.

Penúltimo: malas traducciones. Uno debe saber que ciertas dificultades de comprensión se deben a la traducción. Durante años intenté hincarle el diente al Tractatus logico-philosophicus del alemán Ludwig Wittgenstein. Llevaba la advertencia de que se trataba de un texto difícil, pero no esperaba que ya la primera frase resultaría un obstáculo insalvable: “El mundo es todo lo que es el caso”. ¿Qué quería decir con eso? Daba y daba vueltas a la frase y no entendía: ¿el caso?, ¿querrá decir lo que viene al caso? Muchos años después vine a caer en cuenta que era la traducción de mi libro la que complicaba las cosas y que en realidad la idea de Wittgenstein era mucho más clara: “El mundo es todo lo que acaece”, es decir, lo que sucede. Entendiéndolo así, uno podía al menos pasar al segundo renglón y comprender mejor: “El mundo no son las cosas sino los hechos”.

A mi último ejemplo le llamaré “falsos spoilers”. Cuando leí la obra teatral Kean, de Jean Paul Sartre, lo hice con el antecedente de que el protagonista se suicidaría al final. Aunque los diálogos eran los de una comedia filosófica, yo los leí todos como preámbulos de lo que ocurre en torno a alguien que va a quitarse la vida. En la penúltima página, Kean no se había matado: temblando de emoción concluí que su suicido sobrevendría en el último instante de manera sorpresiva, contradiciendo todo lo ocurrido antes (y revelándome a mí, “ávido de saber”, una de las claves de la filosofía existencialista). Pero en la obra Kean de Jean Paul Sartre el protagonista no se suicida. El final es otra cosa. El texto es, en efecto, una comedia. Yo había leído ─sin entender ni una palabra─ una obra completamente distinta.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

Comparte este contenido:

Los 9 Libros Mas Raros Y Misteriosos De La Historia (Digitalizados)

«Necesitamos libros que nos afecten como un desastre, que nos entristezcan profundamente, como la muerte de alguien a quien queríamos más que a nosotros mismos, como ser desterrados a un bosque alejado de todo, como un suicidio. Un libro debe ser como el hacha que rompe el mar helado que habita dentro de nosotros. Eso es lo que creo» – Franz Kafka.

Códices, Manuscritos y libros raros digitalizados. Desde el Manuscrito Voynich, pasando por el  Codex Gigas hasta el El Malleus Maleficarum.

1- El manuscrito Voynich 

Es un misterioso libro ilustrado de contenidos desconocidos, escrito hace alrededor de 500 años por un autor anónimo en un alfabeto no identificado y un idioma incomprensible.

A lo largo de su existencia constatada, el manuscrito ha sido objeto de intensos estudios por numerosos criptógrafos profesionales y amateurs – incluyendo destacados especialistas estadounidenses y británicos en descifrados de la Segunda Guerra Mundial. Ninguno consiguió descifrar una sola palabra.

El libro fue nombrado por el especialista en libros antiguos Wilfrid M. Voynich, quien lo adquirió en 1912.

Actualmente es el ítem MS 408 en la librería Beinecke de libros raros y manuscritos de la Universidad de Yale.

Descargar Libro

2- El Libro de San Cipriano 

Es un grimorio ampliamente conocido en el mundo de habla hispana y portuguesa. También es conocido como Gran Libro de San Cipriano, Libro Magno de San Cipriano o simplemente Ciprianillo. La edición más difundida lleva por subtítulo El tesoro del hechicero. A lo largo de la historia ha habido múltiples versiones del libro, como el Millonario de San Ciprián o Los secretos del Infierno.

De acuerdo con la versión legendaria, en el año 1001 un monje alemán llamado Jonás Sufurino tuvo contacto con los espíritus superiores de la corte infernal, quienes le dieron el libro en las cercanías del monasterio del monte Brocken, que en la antigüedad sirvió como lugar de reunión para los aquelarres de la brujas. El libro estaba escrito en pergamino virgen con caracteres hebreos. Una de las primeras referencias conocidas es la de Heinrich Cornelius Agrippa, que cita en sus obras libros de nigromancia atribuidos a san Cipriano.

Descargar Libro

3- Codex Gigas o la Biblia del Diablo

La leyenda señala que el autor del Codex Gigas fue un monje Benedictino condenado a ser emparedado vivo por un grave crimen y para que la pena le fuera condonada, el monje propuso crear una obra monumental que honraría al monasterio, un códice que contendría la Biblia y todo el conocimiento del mundo. El tiempo estipulado por el mismo monje fue de una noche.

La tarea del monje era sobrehumana, por lo que se cuenta que solicitó la ayuda del mismo Satanás, el cual aceptó crear el libro en una noche poniendo como condición aparecer su imagen en una de las páginas. Ciertamente no se trata más que de una leyenda muy posterior a su creación; no obstante, es indudable que fue escrito por un solo hombre.

Fue considerado en su época como la «octava maravilla del mundo» debido a su impresionante tamaño (92 × 50,5 × 22 cm, el manuscrito medieval más grande conocido), su grosor de 624 páginas y su peso de 75 kg.1 Está iluminado con tintas roja, azul, amarilla, verde y oro, tanto en mayúsculas capitales como en otras páginas, en las que la miniatura puede ocupar la página completa. Se encuentra en un excelente estado de conservación.

Descargar Libro

4- El Codex Seraphinianus 

Es un libro escrito e ilustrado por el artista italiano, arquitecto y diseñador industrial Luigi Serafini durante treinta meses, entre 1976 y 1978.1 El libro es de aproximadamente 360 páginas (según la edición), y parece ser una enciclopedia visual de un mundo desconocido, escrito en una de sus lenguas, una escritura alfabética que tiene el propósito de ser un sinsentido.

El Codex se divide en once capítulos, divididos en dos secciones. En la primera sección parece describir el mundo natural, que trata de la flora, la fauna, y la física. La segunda se refiere a las humanidades, los diversos aspectos de la vida humana: la historia, la ropa, la cocina, la arquitectura y así sucesivamente. Aparentemente cada capítulo está dedicado a un tema enciclopédico general.

Descargar Libro

5- El Malleus Maleficarum

Es probablemente el tratado más importante que se haya publicado en el contexto de la persecución de brujas en el Renacimiento. Es un exhaustivo libro sobre la caza de brujas que después de ser publicado en Alemania en 1487 tuvo docenas de nuevas ediciones, se difundió por Europa y tuvo un profundo impacto en los juicios contra las brujas en el continente durante 200 años aproximadamente. Esta obra es notoria por su uso en el período de la histeria por la caza de brujas, que alcanzó su máxima expresión desde mediados del siglo XVI hasta mediados del XVII.

Se remitían constantemente a la autoridad del Malleus Maleficarum los principales autores y grandes demonólogos como el inquisidor italiano Bernardo Rategno da Como, el jesuita hispano-belga Martín del Río y el jurista francés Jean Bodin.

Descargar Libro

6- Códice Rohonczi

El Código Rohonczi es una colección de escritos en un sistema de escritura desconocido.

El origen del códice es incierto, fue donado en 1838 a la Academia de Ciencias Húngara por Gusztáv Batthyány, de la nobleza húngara, junto al resto de su biblioteca.

Recibe el nombre de la ciudad de Rohoncz, en el oeste de Hungría (actualmente Rechnitz, Austria), donde permaneció hasta 1907, cuando es trasladado a Budapest. En esta época, el códice es mencionado en una obra de Bela Toth, “Rare Hungarian Writings”. El códice fue remitido también a un investigador alemán en 1885, Bernhard Jülg, profesor en la Universidad de Innsbruck, sin que pudiera descifrarlo.

Descargar Libro

7- El Códice de Mendoza

El Códice Mendoza (o Mendocino) es un códice de manufactura mexica, hecho en los años 1540 en papel europeo. Posterior a la Conquista de México, fue elaborado por tlacuilos (escribas pintores) mexicas, quienes usaron el sistema pictoglífico antiguo sobre un formato de tipo biombo. Después, un escriba español añadió glosas en escritura alfabética y en español interpretando lo plasmado por los tlacuilos con ayuda de intérpretes indígenas.

Debe su nombre al hecho de que fue encargado por el primer virrey de la Nueva España, don Antonio de Mendoza, que desempeñó su cargo de 1535 a 1550, para enviar a Carlos V informes sobre los mexicas. Probablemente sus fuentes sean varios códices originales copiados por los tlacuilos aunque alguna de sus partes fuese obra original de los indígenas especialistas en esta actividad.

Descargar Libro

8- Hypnerotomachia Poliphili

Hypnerotomachia Poliphili (del griego hypnos, ‘sueño’, eros, ‘amor’ y mache, ‘lucha’), o el Sueño de Polífilo (discurso del) en castellano, es «uno de los libros más curiosos y enigmáticos salidos de unas prensas», «oculta una rara hermosura y un apasionado anhelo de perfección, sabiduría y belleza absolutas, bajo el signo del Amor», «desde el mismo siglo XVI se ha visto rodeado de un aura de esoterismo enfermizo», «está, todavía hoy, envuelto en misterios». «En realidad, es un injerto de poema alegórico de estirpe medieval y enciclopedia humanística de vocación totalizadora, ya que contiene una ingente amalgama de conocimientos arqueológicos, epigráficos, arquitectónicos, litúrgicos, gemológicos y hasta culinarios».

Descargar Libro

9- Los códices Mayas

Los códices mayas son libros escritos antes de la conquista española del continente y muestran algunos rasgos y cálculos matemáticos y astronómicos de la civilización maya. En su escritura se emplean caracteres jeroglíficos.

Los mayas desarrollaron su papel en una era relativamente temprana, hay pruebas arqueológicas del uso de cortezas desde inicios del siglo V. Ellos lo llamaban huun, que era superior en textura, durabilidad y plasticidad al papiro egipcio.

Aunque han llegado cuatro a nuestros dias, eran muchos más los libros mayas escritos al tiempo de la conquista de Yucatán en el siglo XVI, pero casi todos fueron destruidos más tarde por conquistadores y sacerdotes. En particular, los encontrados en la Península de Yucatán fueron destruidos por órdenes de Fray Diego de Landa en julio de 1562. Juntos, los códices, son una fuente de información primaria de la cultura maya, junto con las inscripciones en piedras y monumentos, y estelas que sobrevivieron hasta nuestros días y los frescos de algunos templos. Muchas de las claves para entender al mundo maya fueron así destruidas.

Alonso de Zorita escribió que en 1540 él vio esos libros en el Altiplano de Guatemala que “narraban su historia de más de Ochocientos años atrás y que le fueron interpretados por Indígenas muy ancianos” (Zorita 1963, 271-2). Fray Bartolomé de las Casas se lamentó cuando descubrió que esos libros fueron destruidos y escribió: «Estos libros fueron vistos por nuestros clérigos, y yo aún pude ver restos quemados por los monjes aparentemente porque ellos pensaron que podrían dañar a los Indígenas en materia de religión, ya que se encontraban al inicio de su conversión». Los últimos en ser destruidos fueron los deTayasal Guatemala, la última ciudad de América en ser conquistada en 1697.

Solamente tres códices y una parte de un cuarto sobrevivieron hasta nuestros tiempos. Tres de ellos llevan el nombre según el lugar de su custodia (los 3 primeros). El cuarto, lleva el lugar donde se expuso por primera vez en 1971. Éstos son:

El Códice de Dresde; El Códice de Madrid, también conocido como el Códice Tro-Cortesiano; El Códice de París, también conocido como el Códice Peresiano; El Códice de Grolier, también conocido como el Fragmento de Grolier.

Descargar Libro

Fuente de la información e imagen:  https://www.bloghemia.com

Comparte este contenido:

Eduquémonos para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas (Libros en PDF)

Por eso compartimos 6 libros escritos por mujeres feministas que pueden descargar gratuitamente

✔️Una habitación propia de Virginia Woolf

http://biblio3.url.edu.gt/Libros/wilde/habitacion.pdf

✔️ El segundo sexo de Simone de Beauvoir

https://www.solidaridadobrera.org/ateneo_nacho/libros/Simone%20de%20Beauvoir%20-%20El%20segundo%20sexo.pdf

✔️Emma Goldman La Mujer Libre

https://www.solidaridadobrera.org/ateneo_nacho/libros/Emma%20Goldman%20-%20Textos%20feministas.pdf

✔️ Rosa Luxemburgo, la liberación femenina y la filosofía marxista de la revolución Raya Dunayevskaya

http://rosalux.org.mx/sites/default/files/node_gallery/rosa_luxemburgo_por_dunayevskaya.pdf

✔️ Feminismo, género e igualdad Autor: Marcela Lagarde y Amelia Valcárcel

https://drive.google.com/file/d/1n5wSq7Yu5JNcG5TxeR_eSRU8VYf309qg/view?usp=drivesdk

✔️ Feminismo para principiantes de Nuria Varela y Antonia Santolaya.

https://planetafacil.plenainclusion.org/wp-content/uploads/2019/03/Feminismo-para-principiantes.-Lectura-fácil.pdf

Comparte este contenido:

La demanda de libros de texto de segunda mano crece un 67% este verano

Por: ABC

El interés por los uniformes escolares aumenta un 223% con respecto al año pasado.

Según un estudio realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), las familias españolas gastan una media de 1.890€ en la vuelta al cole, y de ellos, cerca de 500€ se destinan a la compra de material escolar, incluyendo libros, uniformes y material de papelería entre otros. Se espera que con la inflación registrada este año el gasto sea todavía mayor para el curso 2022/23, por ello, cada vez son más las familias que recurren a los productos de segunda mano para hacer este desembolso un poco más asequible.

Según el análisis realizado por Milanuncios, app de segunda mano, la demanda de libros escolares de segunda mano ha aumentado un 67% en nuestro país entre junio y agosto. Además, el 70% de los anuncios nuevos de este año se han publicado entre junio y julio y, concretamente, al finalizar el curso escolar en el mes de junio, cuando la oferta crecía un 242% respecto al mes de mayo.

Con respecto a los precios, el precio medio por libro para la vuelta al cole en la app se ha incrementado un 8% respecto al año pasado situándose en 24€ de media, en un mercado que alcanza un valor total de más de 2,9 millones de euros en los últimos 12 meses.

Por niveles, los productos más demandados son los libros para los cursos de Educación Secundaria o ESO que acumulan el 52% del total de las visualizaciones en los anuncios de esta categoría. Sin embargo, analizando individualmente por cursos, son los de primero de Bachillerato los que más interés generan, acaparando el 22% de las visualizaciones.

Las comunidades con mayor oferta

Analizando los datos regionalmente, por volumen de oferta es Andalucía la región que más anuncios acumula con el 18% de la oferta total. Continúan el ranking Madrid (13%) y Castilla y León (12%).

No obstante, a pesar de que el mayor volumen de oferta proceda de Andalucía, es la región madrileña la que más valor de mercado genera en sus anuncios, más de 500.000€ en total, debido a que Madrid tiene un precio medio mayor en sus anuncios. Le siguen por volumen de mercado Andalucía (más de 282.000€) y la Comunidad Valenciana (más de 153.000€). Por contra, las comunidades que menos volumen de mercado tienen son Navarra (más de 8.000€), La Rioja (más de 10.000€) y Cantabria (más de 23.000€).

Con un sistema educativo que cada vez más apuesta por una enseñanza más innovadora y tecnológica, el uso de dispositivos tecnológicos es más habitual a la hora de estudiar y las personas buscan alternativas más económicas y sostenibles para afrontar el gasto que supone adquirir uno de estos productos.

De esta manera, este verano se ha incrementado la demanda de las tablets en un 16% respecto al verano pasado, en un contexto en el que cada vez hay más clases online y se requiere de un equipo para asistir a dichas clases. Del mismo modo, también lo hacen los portátiles (10%) y los ordenadores de mesa (9%).

Para finalizar, otro producto que también crece, aunque menos tecnológico son los uniformes escolares, con un incremento de la demanda de un 223% con respecto al año pasado, posiblemente como efecto de la inflación y por el aumento de la conciencia de la sociedad por la economía circular.

«Cuando termina el curso, los estudiantes y sus familias recurren a las aplicaciones de segunda mano para poner a la venta libros y material escolar, de tal forma que evitan dejarlos abandonados en casa y consiguen recuperar parte del dinero para aumentar su presupuesto de cara al nuevo curso. Se trata de un momento clave para el que los consumidores se preparan durante las últimas semanas de verano y que debido al contexto actual marcado por la inflación y por la importancia de la sostenibilidad, buscan en las aplicaciones de segunda mano una alternativa más económica y sostenible para afrontar sus compras», afirma Iñigo Vallejo, portavoz de Milanuncios.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/demanda-libros-texto-segunda-mano-crece-verano-20220822124951-nt.html

Comparte este contenido:

Amor a los libros

Por: Ángeles González Gamio 

Mucho se discute en estos tiempos si la vertiginosa era tecnológica que vivimos, que entre otras, ofrece la posibilidad de leer casi cualquier obra en medios electrónicos, es el fín del libro de papel. Los de la generación del Inapam sostenemos que nunca se va a acabar, que ambos soportes van a coexistir. Se insiste en el placer que brinda sentir el papel, su olor, en muchos casos disfrutar del diseño y un bella portada; es un objeto personal.

Esto trae a cuento el extraordinario libro que escribió hace casi tres décadas la maestra Juana Zahar Vergara: Historia de las librerías de la Ciudad de México. Lo publicó la UNAM, tuvo tres ediciones hace años y ahora sería muy importante que salga nuevamente a la luz.

La obra es fruto de una exhaustiva investigación que peinó archivos y bibliotecas e incluyó trabajo de campo, ya que entrevistó a muchos de los principales libreros de fines del siglo XX.

Se inicia con la llegada a la capital de la Nueva España de la imprenta de Juan Pablos, que va a establecerse en la llamada Casa de las Campanas, sobre cuya localización precisa hay una polémica.

Sea cual fuere el sitio, el hecho es que en 1539 se comenzaron a imprimir los primeros libros que se hicieron en el continente americano. Los volúmenes que iban a reproducirse y ejemplares para venta llegaban a Veracruz, y a San Juan de Ulúa, donde los esperaban comerciantes que en ese mismo sitio los adquirían. Otros arribaban en las valijas de los viajeros y muchos venían en calidad de pedidos especiales; así, desde los primeros años de la Conquista, se estableció el comercio de libros en la metrópoli.

La creciente importación generó la necesidad de establecer controles aduaneros, tanto para el pago de impuestos como para controlar el acceso de obras censuradas por la Santa Inquisición, pues eran temidas las “listas de libros prohibidos”. Ya desde entonces hablan los cronistas de los trucos que se practicaban para contrabandear los opúsculos: en barriles, entre la ropa, entre los libros autorizados, con modificaciones en el título y autor. A lo largo del siglo XVI, las transacciones se daban fundamentalmente entre particulares, con las bibliotecas de los conventos y de los colegios y de miembros cultos de la iglesia.

En el siglo XVII se comenzó a generalizar la venta al público, en tiendas y almacenes junto con otras mercancías; surge una que otra librería, principalmente en las casas impresoras. Unos y otros se localizaban en los alrededores de la Plaza Mayor.

En el siglo XVIII toma auge la venta de libros, que se van a vender en lugares como el Mercado del Parián, que se encontraba en medio de la Plaza Mayor. Populares eran las llamadas “tiendas” y las “imprentillas”. Destaca en ese siglo la labor impresora que ejercían algunas viudas, como Rodríguez Lupercio y Rivera Calderón.

El siglo XIX ve aparecer las librerías propiamente dichas como sitios en donde solamente se expenden libros, aunque continúan funcionando los “caxones” y las “alacenas” que los venden con otras mercancías. Se comienzan a popularizar las tertulias en las librerías. Varios portales se tornan lugares predilectos para negocios libreros; eran famosos el del Águila de Oro, situado en donde hoy está la Casa Boker, el de Las Flores, el de los Mercaderes y el de los Agustinos; estos tres ubicados alrededor de la Plaza Mayor.

Una tertulia de fama fue la que se celebraba en la librería de José María Andrade, que se encontraba en el Portal de los Agustinos, en donde se reunían personalidades como Manuel Orozco y Berra, Lucas Alamán, Joaquín García Icazbalceta, José María Lafragua y Manuel Payno. Muchas de estas costumbres permanecieron en el siglo XX.

La maestra Zahar nos lleva por un recorrido interesantísimo por las librerías y los libreros más destacados que surgieron en esa centuria, sin olvidar las que venden ejemplares viejos que continúan vigentes. Como bien dice la autora, “todas las librerías son importantes e imprescindibles, porque han sido, son y seguirán siendo, focos de luz que iluminan la Ciudad de México” y el espíritu de sus habitantes, añadiría yo.

El tentempíe de rigor decidimos ir a disfrutarlo a… una librería. Optamos por El Péndulo de la colonia Polanco, en Alejandro Dumas 81. Se autonombra cafebrería y desde que nació en 1993, en la Condesa, ha combinado los libros con actividades culturales y la gastronomía. Todas sus sucursales cuentan con una arquitectura abierta y luminosa. Puede tomar desde un café con un panqué casero, hasta una rica lasaña con una copita de vino tinto.

Fuente de la información: https://www.jornada.com.mx

Comparte este contenido:

Andrew Dilger: Los adultos también pueden recuperar el hábito de leer: estos son los pasos a seguir

Por: Laura Peraita

Es habitual que se escriban ríos de tinta sobre cómo logarar que los niños adquieran el hábito de leer por todos los beneficio para su desarrollo con personas. Sin embargo, también hay adultos que pierden este hábito por muchas circunstancias, falta de tiempo por las labores profesionales, domésticas, mayor dedicación a las redes sociales… pero, siendo conscientes de todo esto, la buena noticia es que el gusto por la lectura se puede recuperar.

Andrew Dilger, product Development Lead en Oxford University Press, asegura que leer no es una habilidad que se olvide, «aunque es cierto que los adultos pueden perder la práctica de hacer una lectura extensiva o «lectura profunda». Si este es nuestro objetivo, tan solo tenemos que encontrar un poco de tiempo para practicar».

¿Cómo se puede hacer?

Para que un adulto recupere el hábito de la lectura, ante todo tiene que buscar un tema que le apasione de verdad. Leer sobre lo que te gusta es una regla de oro. Con el tiempo, estas lecturas conducirán a otros subtemas o áreas de interés.

¿Cuáles serían los pasos a seguir?

1) Haz una lista de todos los temas o áreas que te interesan. Hay que ser honesto, no es necesario que sea algo intelectual. Pueden ser temas amplios como el deporte o la paternidad, o bien cosas más específicas como la comida vegetariana o las plantas de interior.

2) Busca en internet artículos cortos o entradas de blogs sobre estos temas. Probablemente te ayude empezar a leer desde tu teléfono, por ser más cómodo.

3) A continuación, busca artículos o libros más largos sobre los mismos temas que habías elegido.

4) Empieza intentando leer durante unos 10 minutos al día. Antes de irse a la cama suele ser un buen momento, pues puede ser una buena forma de relajarse antes de dormir. Si te resulta difícil dedicar 10 minutos al día para leer, también puedes buscar un audio de lo que te gustaría leer y escucharlo mientras realizas otras actividades.

5) Busca un amigo o pequeño grupo de personas que tengan intereses similares y quieran leer sobre los mismos temas que tú, e intercambiad ideas. Siempre es más fácil desarrollar un hábito si hay otras personas que hacen lo mismo.

6) Aumenta gradualmente la cantidad de tiempo que lees del tirón. Si llegas a un máximo, y no puedes dedicarle más tiempo, ¡no pasa nada!

¿Cuánto tiempo se puede tardar en recuperar la afición por los libros?

Hacer algo todos los días durante 28 días suele ser el «número mágico» para desarrollar un nuevo hábito. En realidad, eso significa hacerlo de forma constante durante un mes. Las investigaciones sobre el ejercicio físico —una analogía útil para la lectura— sugieren que hacer algo con regularidad durante un periodo de 6 semanas es suficiente para «adquirir” el nuevo hábito.

¿Qué es lo que nunca hay que hacer para evitar fracasar en el intento?

¡No seas demasiado ambicioso en tus objetivos o expectativas! Si empiezas poco a poco, deberías tener éxito. Una persona adulta que ha pasado años como «no lectora» no debería intentar empezar y terminar El Conde de Montecristo en quince días. Además, nunca olvides que la lectura debe ser un placer. No te sientas mal si no lo haces. La lectura debe ser todo lo contrario a una tarea u obligación.

¿Qué motivos puede tener un adulto para motivarse a leer?

Las vidas nunca han estado tan ocupadas como ahora. Es increíblemente difícil sacar tiempo para nosotros mismos, sobre todo si tenemos trabajos a tiempo completo y hemos de cuidar a otras personas. La lectura debe ser un placer o un descanso, pero al mismo tiempo no debe ser algo demasiado indulgente. Fundamentalmente, la lectura es una oportunidad para volver a conectar con nosotros mismos en un mundo cada vez más desconectado.

¿Qué beneficios le puede aportar al adulto?

Los beneficios de la lectura son múltiples. Algunos son rápidamente evidentes , como el aumento de conocimiento y la ampliación de la experiencia; otros son más bien una consecuencia de la propia actividad, como lograr fluidez y concentración.

¿Qué tipo de libros se pueden regalar a una persona que no es lectora habitual?

¡Libros cortos! La definición de lo que es un libro se ha ampliado en los últimos años. Un libro ya no tiene por qué ser un voluminoso tomo impreso; también lo es una serie de artículos online o publicaciones de un blog. O incluso algunas letras de canciones de tu banda favorita.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-adultos-tambien-pueden-recuperar-habito-leer-estos-pasos-seguir-202204230225_noticia.html

Comparte este contenido:
Page 2 of 19
1 2 3 4 19