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Marjet Huiberts: “Los niños de hoy tienen los mismos miedos e ilusiones que los de hace décadas, pero viven más ocupados”

Gaceta Holandesa/ Alejandra Mahiques

Marjet Huiberts es escritora de cuentos infantiles y junto con la ilustradora Iris Deppe, ha logrado el premio al libro infantil ilustrado de 2016. Vinculada a la infancia durante toda su carrera, llegó a los cuentos después de trabajar diez años como profesora de danza y de escribir canciones para el programa de televisión Sesamstraat. Es en esta tercera etapa iniciada a los cuarenta años en la que ha logrado mayor reconocimiento y rimas como la de su personajeAadje Piraatje han pasado a formar parte de la cultura popular. Con el mismo entusiasmo que logra despertar entre sus lectores de entre tres y seis años, Marjet nos presenta a los protagonistas de su vida rodeada de libros en la biblioteca de Utrecht.

¿Cómo empezó su carrera como escritora?

Todo empezó tras ganar un premio para escritores de canciones, fue entonces cuando comencé a escribir versos para el programa de televisión Sesamstraat. Cuando se emitieron en el programa las canciones sobre Feodoor tiene siete hermanas y Ridder Florian, decidí enviarlos a unas cuantas editoriales. Gottmer fue la que accedió a publicarlas y desde entonces trabajo con ellos. Aunque debo decir que toda mi carrera ha estado marcada por un mismo hilo conductor que es la música, el lenguaje y el movimiento.

Y tanto para Feodoor tiene siete hermanas como para su gran éxito Aadje Piraatje trabajó con el mismo ilustrador, Sieb Posthuma, que ha fallecido recientemente. La dependencia de un ilustrador, ¿le ha supuesto un impedimento a la hora de publicar sus cuentos?

Es cierto que este trabajo conjunto provoca que si uno falta, la serie se termina, como ha pasado con Aadje Piraatje. Es una pena porque ésta acababa de llegar al gran público: yo tenía en mente hacer más relatos y se quedó en dieciséis editados en tres libros. Pero la ventaja de trabajar con ilustradores diferentes es que cada libro acaba teniendo su propia personalidad. Y la editorial trata de buscar siempre nuevos talentos que se adapten a la historia, como ocurrió con We hebben er een geitje bij para el que encontraron una ilustradora novel. Y su primer libro se llevó el premio del año. Así que trabajar juntas fue un acierto de la editorial. Muchos libros ilustrados están escritos y dibujados por la misma persona, pero yo siento que uno en el que participan dos personas diferentes aporta algo más. Porque si se prioriza la imagen sobre el texto creo que se pierde una oportunidad de oro de inculcarles la lectura a los primeros lectores. La editorial con la que yo trabajo, por ejemplo, considera muy importante tener primero el texto y después adaptar a éste la imagen. Las rimas de mis cuentos ayudan a que los niños retengan la historia mucho mejor, son como canciones que pueden repetir una y otra vez y eso es sin duda positivo para el desarrollo del lenguaje. Y si se pueden tener ambas cosas, un buen texto y unas bonitas ilustraciones, tanto mejor. Por supuesto que existen personas con ese doble talento pero es excepcional.

¿Qué quiere transmitir con estos personajes que como Ridder Florian (el caballero Florian) o Aadje Piraatje representan al anti-héroe de los cuentos clásicos?

La historia del caballero Florian pretende transmitir que todos sufrimos miedo, hasta el caballero al que se le presupone valiente. Ridder Florian es un niño que debe enfrentarse una y otra vez a personajes que le dan miedo pero cada vez da un paso más hacia delante. En el caso de Aadje Piraatje no buscaba un anti-héroe, sencillamente empecé con una canción acerca de un niño pirata que llevaba la misma vida que cualquier otro de su edad pero en un barco y rodeado de piratas. Por ejemplo, Aadje Piraatje no sabe nadar, y aprender es algo por lo que tienen que pasar todos los niños holandeses y por eso me pareció un buen comienzo.

Arriba, Marjet con varios de sus libros: el prentenboek premiado este año, Ridder Florian y su mayor éxito, Aadje Piraatje, que con más de 60.000 ejemplares vendidos ha sido traducido al sueco, al danés y al chino. A la derecha, detalle de las ilustaciones del interior.

¿Por qué cree que la literatura infantil actual ha dejado de usar el recurso del personaje bueno y el malo, de la dicotomía entre el héroe y el villano?

Los cuentos de nuestra época eran historias de la cultura popular, que se alejaban de la realidad de un niño, de lo que sentía y vivía en su vida diaria. Y como una manera de empatizar con el lector, la literatura de hoy en día no persigue mostrar héroes porque la gran mayoría de las personas no lo somos. A través de las historias como Ridder Florian, que algunos psicólogos han utilizado en terapias infantiles, se pretende transmitir que no pasa nada por tener miedo y que es algo que nos ocurre a todos. Es otra forma de enseñar a los niños cómo lidiar con estos sentimientos.

En los libros ilustrados para niños pequeños, ¿el texto juega un papel secundario?

Es cierto que la imagen, las ilustraciones, son fundamentales, pero el texto es esencial para el desarrollo del lenguaje de niños que todavía no saben leer. Y al tratarse del primer contacto de los niños con la literatura, que la narración sea buena me parece tan importante como en edades posteriores. Los libros ilustrados llevan décadas siendo muy populares y creo que tiene que ver con la cultura de contar cuentos que existe en Holanda. No solamente los padres les leen a los niños, también en las bibliotecas se organizan actividades de este tipo e incluso hay unas semanas en enero dedicadas a fomentar que los adultos les lean a los niños, y se organiza a nivel nacional (Nationale Voorleesdagen). Todo esto ayuda a despertar el interés de los más pequeños hacia la lectura.

¿La demanda del mercado le ha limitado a la hora de proponer nuevos relatos a su editorial?

La editorial siempre está pendiente de las ventas pero no por ello deja de apostar por historias interesantes. Siempre que han visto una idea buena o un texto atractivo la han apoyado. Normalmente soy yo la que les llamo para proponerles un proyecto, porque no soy muy buena trabajando por encargo. Todos mis libros han sido idea mía, se los he propuesto a Gottmer y ellos, después de darme el visto bueno, han buscado a un ilustrador. Para teatro y otros trabajos como una app de la orquesta del Concertgebouw sí que he aceptado encargos y los he disfrutado mucho pero en el caso de los textos para cuentos, nunca he podido.

Cree que el libro ilustrado, ¿limita la fantasía?

Muchos cuentos de antes no iban acompañados de imágenes y debíamos imaginarlas. Pero un libro ilustrado no tiene por qué minar la fantasía, porque los niños pueden fantasear también con lo que están viendo. Un buen cuento no debe ilustrar únicamente lo que pone en el texto, sino que tiene que ser capaz de contar más detalles sobre la historia, de ofrecer algo más para que ambas partes se complementen. Por ejemplo, en We hebben er een geitje bij, los dibujos muestran muchos otros animales que conviven con los protagonistas, y da más detalles sobre el niño, como su patinete. Eso son pinceladas que no aparecen en el texto pero que invitan a que los niños las comenten con sus padres cuando éstos les leen el cuento.

A la izquierda, Marjet muestra las ilustraciones del libro ilustado del añoWe hebben er en geitje bij. Arriba, vídeo de la canción sobre Aadje Piraatje que la escritora compuso cuando trabajaba en Sesamstraat.

Nuevos temas como la igualdad de género, los derechos humanos, la ecología…forman parte de la literatura infantil de hoy en día. ¿Están presentes en sus relatos?

Cuando imagino una canción o un cuento no suelo pensar en los grandes temas con mayúsculas sino que intento reflejar el día a día a pequeña escala de cualquier niño. Y también depende de mi propio ánimo: cuando escribí el libro que ha ganado el premio de este año, escuchaba noticias sobre la crisis de los refugiados, la guerra, y quería alejarme de todo eso, imaginar un cuento amable sobre un mundo acogedor, atemporal y bonito que le llegara a todos los niños. Pero aunque mi idea inicial suele ser la de un cuento más clásico, sin darme cuenta incluyo otros temas que tienen que ver con la vida actual. Por ejemplo, Aadje Piraatje es un niño al que le cría su padre, no tiene madre. La educación monoparental es un tema de actualidad y quizás se ve reflejado aquí. Y sus “tíos” los piratas tienen todos alguna discapacidad (uno es manco, otro es tuerto) con la que aprenden a vivir. En otro de mis libros sobre una versión alternativa de cuentos clásicos, Roodkapje was een toffe meid, Caperucita Roja es morena y lleva un pañuelo en la cabeza, algo distinta de la ilustración típica que se ha hecho siempre de ella, un guiño a la diversidad cultural de hoy. Así que supongo que los mensajes actuales están ahí, aunque ni la editorial ni yo hayamos pensado en ellos como los temas centrales de mis libros.

Ha crecido en una familia de nueve hermanos, después fue profesora de danza, escritora de canciones para Sesamstraat y ahora de cuentos infantiles. Conoce bien las distintas generaciones de niños de las últimas décadas, ¿qué diferencias principales encuentra entre ellas?

Antes las familias estaban muy ocupadas y los niños apenas recibían atención de sus padres. Ahora parece que el estrés proviene de fuera, de una vida en la que ambos padres trabajan y hay poco tiempo disponible. Los intereses de los niños no han cambiado, sus sentimientos y sus miedos son los mismos. Sí tengo la impresión de que los niños de hoy en día están más ocupados y viven menos concentrados, pero quizás también tiene que ver con que yo ahora soy más vieja y los veo con otros ojos. Hoy en día parece que los niños tienen más libertad pero también están más estresados con actividades y otras cosas. Es como si para los padres su hijo fuera su proyecto, en el que hay que invertir tiempo y esfuerzo, estimularles mucho, mientras que antes cada uno nos buscábamos la vida, jugábamos solos, éramos más independientes. Esto también pasaba con la lectura. Antes de casarse mi madre era educadora y siempre nos estimuló para que leyéramos pero después nosotros íbamos por nuestra cuenta a la biblioteca a tomar libros prestados, no nos acompañaban. Eso creo que no ha cambiado: los padres con un cierto nivel educativo se preocupan más por introducir a sus hijos en la lectura. Y esto pasa en todas las generaciones, antes y ahora.

Fuente: http://www.gacetaholandesa.com/marjet-huiberts

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Entre el libro de texto y la literatura infantil

Por: Victor Montoya 

En la Primera Feria del Libro Infantil y Juvenil realizado en La Paz, en febrero de 2012, una atenta maestra del ciclo primario, que asistió a mi conferencia sobre La violencia en la literatura infantil, me preguntó en tono amable: Qué tipo de literatura se debe aplicar en las escuelas para estimular el habito a la lectura de los niños. Le miré a los ojos y contesté: Todo lo que está al margen de los libros de texto.

En efecto, los libros de texto, que se aplican dentro del sistema educativo, no cuentan historias que les interese a los niños, pues son libros que, en primer lugar, tienen una función didáctica y de enseñanza de conocimientos, que los profesores consideran importantes para el futuro desarrollo intelectual y profesional de los niños.

Sin embargo, los libros que prefieren los pequeños lectores son aquellos que les cuentan historias que tienen la magia de transportarlos a otras dimensiones en las alas de la imaginación, que es una de las facultades que caracteriza a los seres humanos; más todavía, los niños, independientemente de su condición social y racial, tienen derecho a ser tratados con respeto y cariño, pero también tienen derecho a tener acceso a las joyas de la literatura infantil que, además de avivar su fantasía y creatividad, les permite desarrollar su capacidad verbal y resolver sus ataduras emocionales.

Un buen libro de literatura infantil no sólo nutre los conocimientos del niño, sino que también educa su sentido estético, aunque algunos escépticos pongan en duda este precepto avalado desde hace tiempo por escritores, ilustradores, psicólogos y pedagogos.

Los libros infantiles, sin necesidad de caer en el didactismo, cumplen la función de formar a personas que, en su vida futura, tengan instrumentos lógicos, críticos y lingüísticos, que les permita desarrollarse sin muchas dificultades en una sociedad cada vez más competitiva y tecnocrática.

La literatura infantil, como ya lo remarcamos en otras ocasiones, contribuye al enriquecimiento del patrimonio lingüístico del niño, a parte de que estimula su fantasía y capacidad creativa, que es una de las facultades mentales que diferencia a los humanos de los animales primarios. En palabras del lingüista Dámaso Alonso: La literatura infantil contribuye a que el niño penetre en el conocimiento de la lengua, a través del espíritu lúdico de las palabras, las onomatopeyas, el ritmo, la cacofonía, la prosa rítmica y la eufonía (palabras que suenan bien).

Los libros que están escritos a partir de las necesidades emocionales e intelectuales de los niños, serán siempre los que más incidan en su desarrollo integral, en virtud de que los libros infantiles, elaborados con un criterio más lúdico que didáctico, tienen la fuerza de atrapar su atención, estimular su hábito a la lectura, reafirmar su autoestima y moldear su conducta personal.

Ya se sabe que a los niños, por lo general, no les gusta los cuentos y poemas que aparecen en los libros de texto a manera de lecturas extras. Los niños prefieren una literatura que esté exenta de senso-moral (refranes, moralejas y sentencias), libros que les permita zambullirse en su propio mundo cognoscitivo, es decir, libros que expresen sus sentimientos y pensamientos de manera auténtica y recreativa.

Por fortuna, los escritores para jóvenes y niños, en un intento por apartarlos de los libros didácticos y acercarlos al puro placer estético de la recreación literaria, redoblan sus esfuerzos por crear obras que no defrauden a sus lectores, sabiendo que esta literatura no sólo promueve la imaginación y la creatividad, sino que forja el hábito a lectura de quienes serán los futuros grandes lectores de la gran literatura universal.

Los maestros saben, por experiencia propia, que los niños tienen preferencias por los libros que cuentan historias verdaderas, pero que incluyen elementos ficticios, a menudo sobrenaturales; historias contextualizadas en un tiempo y lugar que resultan familiares a los miembros de una comunidad, y que aportan a la narración cierta verosimilitud.

Las leyendas y los cuentos populares que se desarrollan habitualmente en un lugar y tiempo reales, y que los lectores pueden reconocer sin mayores dificultades mientras se internan en las páginas del libro, son siempre los que mejor representan su mundo cognoscitivo, aunque en la trama intervengan personajes y elementos ficticios, a modo de darle un toque de magia a la historia narrada.

En este caso, los libros que contienen narraciones de la tradición oral, transmitidos de generación en generación, son excelentes recursos cuando se los sabe usar de manera adecuada en la escuela y conforme a las necesidades de los niños. No se debe olvidar que, por ejemplo, los cuentos populares, aparte de transmitir una sabiduría acumulada durante siglos, encierran en sus historias, hechas de realidad y fantasía, una serie de recursos terapéuticos que ayudan a los niños a resolver, mediante una catarsis, sus frustraciones, traumas o deseos no cumplidos.

El niño, independientemente de su edad, se hace cómplice de los personajes, las escenas y situaciones que el autor le transmite por medio de la re-creación literaria. El lenguaje plurisignificativo hace que el niño, con su particular intuición, elabore sus propias imágenes visuales de los personajes y los contextos que aparecen en los cuentos, ya sean éstos reales o ficticios. Esto no niega, de ningún modo, que el discurso literario debe ser claro, sencillo y convincente, sobre todo, si se considera que el receptor directo es el niño, quien se forma un mundo de ilusiones apenas ve un libro con un empastado llamativo y salpicado de imágenes que le despiertan la curiosidad por saber qué historias se esconden entre los renglones de los textos.

Las leyendas y los relatos de nuestra cultura, recogidos en las obras de Antonio Díaz Villamil, Antonio Paredes Candia, Jesús Lara, Rigoberto Paredes, Isabel Mesa y Liliana De la Quintana, por citar algunos, constituyen, por antonomasia, una literatura que no sólo es apta para los adultos, sino también para los niños, quienes gozan con estas historias, cuyos argumentos les abren las puertas hacia un mayor conocimiento de nuestros valores culturales y hacia un mundo lleno de sabiduría popular.

Los cuentos provenientes de la tradición oral y la memoria colectiva, no conocen autores ni épocas. Su presencia entre nosotros, luego de haber transitado de boca en boca, se debe a que forman parte del espíritu del pueblo, en cuyo seno se incubaron como valores humanos universales dignos de ser transmitidos a los miembros de una colectividad.

La mayoría de las narraciones de la tradición oral representan el alma de los pueblos que, para sobrevivir a los avatares del tiempo, necesitaron concentrar sus experiencias y vivencias en los renglones de un relato o en los versos de un poema, que nos hablan del pasado, el presente y el futuro de una comunidad que se resiste a sucumbir en los polvos del olvido.

No hay mejor manera de conocer la historia, costumbres y tradiciones de un pueblo que no sea a través de su literatura, donde se concentran sus grandezas, tragedias y esperanzas. La palabra escrita, utilizada en este sentido, cumple una función por demás fundamental, ya que sin ella sería más difícil registrar la memoria colectiva y dejar un testimonio histórico para las generaciones del futuro. En el caso de la literatura se ha usado la palabra escrita como un instrumento para transmitir ideas y sentimientos cotidianos, pero también como un instrumento para crear, incluso con afanes lúdicos y estéticos, una serie de relatos, mitos, leyendas, fábulas, poemas, canciones y cuentos.

Ahora bien, el libro de texto y el interés de los niños por la lectura no siempre han formado una buena mancuerna. El libro de texto, desde que se desarrolló la imprenta de Johann Gutenberg, ha tenido tradicionalmente la función de ser un libro estándar para transmitir conocimientos en cualquiera de las ramas del conocimiento humano, desde la enseñanza básica hasta las academias de profesionalización. En cambio la literatura infantil, desde los albores de su desarrollo, estaba destinada a cumplir otra función distinta a la de los libros de texto, debido a que no tenía otro propósito que despertar la fantasía de los lectores, transmitiéndoles historias reales y ficticias o cuentos de encantos y espantos.

El libro de texto, a diferencia de la literatura infantil, a veces es un obstáculo que se antepone en la interrelación profesor/alumno, y un medio que, en lugar de estimular la actividad creativa del alumno, bloquea los deseos de asimilar nuevos conocimientos. No en vano Beatriz Soria, en su artículo El libro de texto y la educación, nos recuerda: El libro de texto es utilizado como el libro de lectura. El niño es obligado, con la guía del maestro, a leer y releer la lección o responder un cuestionario sobre lo leído. El libro de texto en la escuela primaria lo es todo, y la clase se reduce a la lectura y comentario del libro que, por lo general, es único. Además, incoherente con las aspiraciones, intereses y mundo circundante del niño o el joven. Por otro lado, como si fuera nada, es escrito por los autores -en general- sin criterios definidos; no se valoran las leyes psicológicas del aprendizaje; no está vinculado a la comunidad y sus características lingüísticas, culturales, sociales; ni guarda secuencia en el control del vocabulario para un dominio básico del idioma materno.

La literatura infantil cumple una función mucho más creativa y lúdica, y, por eso mismo, no es casual que los niños ocupan más tiempo en la lectura de estos libros que haciendo los deberes de la escuela. Los libros destinados a los pequeños lectores son una suerte de varitas mágicas que ayudan a superar el tedio de cada día. De ahí que todo escritor e ilustrador, que pretenda llegar a los niños con sus obras de creación, está en el deber de interiorizarse, primero, en el mundo cognoscitivo de los niños y, segundo, está en la obligación de elaborar un material que concite la atención de ellos tanto con la forma como con el contenido.

Si el niño es el receptor principal de los libros infantiles, entonces se sobreentiende que debe comprender la connotación semántica de las palabras y el mensaje que se le quiere transmitir a través de los textos y las ilustraciones. De nada sirve elaborar un mamotreto a nombre de literatura infantil, con letra apretada y menuda, y dibujos de mal gusto, porque a los niños no se les puede engañar como a bobos. Cualquier libro que no sea de su agrado, volará por los aires como ocurre con algunos libros de texto que son engorrosos y pesados como las patas de un muerto.

Fuente: http://victormontoyaescritor.blogspot.com/

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Certificar mediadores de lectura en Veracruz

México/2 de Agosto de 2016/Fuente: noreste

Una deuda que se tenía que saldar: IVEC

Una de las cosas que nos impusimos como equipo fue que los mediadores de lectura tuvieran su certificación, era una deuda que teníamos que saldar, expresó el titular del Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC), Rodolfo Mendoza Rosendo, en el acto de clausura del XVI Encuentro Estatal de Promotores de Lectura, realizado en el marco de la 27ª Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil.

“No era posible para Veracruz que, en dos décadas de tener promotores, no se hubiera hecho”, consideró sobre la reciente graduación de mediadores en el Diplomado de Profesionalización para Mediación de Lectura, al reconocer el trabajo conjunto de la Subdirección de Educación e Investigación Artística de la dependencia, a cargo de Luis Josué Martínez Rodríguez, y de José Manuel Vallines Vázquez, enlace del Programa Nacional Salas de Lectura.

Como parte de las últimas actividades del evento, la escritora Mónica Brozon compartió sus perspectivas en torno al impulso de dicho hábito en Uso de géneros literarios en el fomento a la lectura, conferencia que impartió acompañada por el Director General del IVEC.

En la Escuela Industrial Concepción Quirós Pérez, los asistentes escucharon aspectos del proceso creativo de una reconocida autora. En torno a su trayectoria, relató que cuando escribió su primer libro, Casi medio año, “no estaba pensando en un público infantil. De hecho, la primera versión tenía unos episodios un poco más retadores que finalmente, al ganar Premio de Literatura Infantil El Barco de Vapor 1996 y publicarse, se quedaron fuera”.

Agregó que en la época en que lo escribió, “no había una literatura infantil en este país; además de La peor señora del mundo o algo de Emilio Carballido, no había una generación de autores que se dedicara exclusivamente a escribir para niños”, refirió quien también es conocida como M. B. Brozon.

Previo a la firma de libros, en amena charla con los mediadores de lectura, la galardonada explicó la división entre la ficción comercial y la literatura: “la primera ayuda a sostener todos los libros que se tienen que publicar y que no van a tener muchas ventas porque llevan temas difíciles o polémicos, entonces hay un balance”.

Algunas editoriales, contó, publican libros como Crepúsculo o Cincuenta sombras de Grey y ganan lo suficiente para poder publicar a Philip Roth sin tener pérdidas. Finalmente, hay muchos tipos de libros y muchos tipos de humor, como el cine.

“A veces se quiere leer a Camilo José Cela. Pero a veces, para ir a la playa en pleno chacoteo, se quiere llevar a Stephen King. Se valen ambas lecturas, depende del lector. El chiste es hacer que los niños abran ese espectro de gusto y que lean, a fin de cuentas, de todo”, concluyó.

Fuente: http://noreste.net/noticia/certificar-mediadores-de-lectura-en-veracruz/

Imagen: http://noreste.net/wp-content/uploads/2016/07/IVEC-3.jpg

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Los libros ilustrados infantiles de la URSS fueron modelo para los de Occidente en los años 20 y 30

07.06.2016 – 06:39h • JOSE ÁNGEL GONZÁLEZ

Con una síntesis perfecta de tipografía, diseño e ilustración, los libros ilustrados para niños rusos de las décadas de 1920 y 1930 influyeron en toda Europa.
La exposición ‘Una nueva niñez’ muestra ejemplares pioneros en el modo de transmitir enseñanzas e ideas en volúmenes de gran poder visual.
Entre la selección de obras extremadamente raras hay ejemplares diseñados por Marc Chagall y El Lissitzky y libros hechos a mano por el Colectivo

La ebullición creativa que se dio en la URSS tras la revolución de 1917 influyó también en los libros infantiles. Desde un primer momento, Lenin y los suyos establecieron como objetivo liquidar una de las más perniciosas herencias del régimen feudal de los zares: el analfabetismo, que a finales del siglo XIX rozaba al 80% de la población del imperio. La edición de libros, la construcción de escuelas y la educación reglada eran retos prioritarios para los soviets.

La mejora en las primeras décadas postrevolucionarias fue notable. La educación básica para los niños se convirtió en obligatoria y los índices de analfabetismo descendieron a gran velocidad: en 1926 era del 60% y en 1930 del 33, según datos de algunos historiadores. Desde un agencia centralizada, el Narkompros, el siglas del Comisariado Popular de Educación, se nacionalizaron todas las instituciones educativas, se desvinculó a las órdenes religiosas de la docencia, se separó a los alumnos por edades, se anularon los deberes y se decretó que la escolaridad debe estar basada en el «respeto mutuo».

En unos pocos años el número de escuelas aumentó un 12% y de estudiantes en un 24. En 1920 se establece un cambio de rumbo curricular de gran importancia, dando mayor importancia en los programas a las ciencias —sobre todo física, química, biología y astronomía—. Aunque, como en todo régimen dictatorial, el objetivo era el adoctrinamiento de los alumnos para hacer de ellos «proletarios soviéticos» fieles al Estado, la situación había mejorado de modo drástico.

Buena parte de responsabilidad la tuvieron los libros ilustrados que el Estado empezó a subvencionar con holgura. Se entendía que la calidad y excelencia de estos volúmenes, ricamente punteados con láminas y dibujos, era un camino fácil para llegar a los críos y deslumbrarlos. La exposición A New Childhood: Picture Books from Soviet Russia (Una nueva niñez: libros ilustrados de la Rusia soviética) presenta una colección de ejemplares pioneros en el modo de transmitir enseñanzas e ideas en volúmenes de gran poder visual.

‘Innovación sin precedentes’

La muestra, en cartel hasta el 11 de septiembre en la House of Ilustration de Londres, explora las décadas de los años veinte y treinta, posteriores a la revolución. Fue un «período de innovación sin precedentes», dicen los organizadores, que han reunido más de un centenar de ejemplares de primeras ediciones de los pioneros en la edición de libros ilustrados.

Entre los ejemplares más llamativos y difíciles de encontrar se encuentran ilustraciones de cuentos populares y de temas educativos, dibujos originales pintados a mano por el artista Marc Chagall sobre temas judaicos y otros del diseñador, tipógrafo, arquitecto y fotógrafo El Lissitzky, una de las figuras clave de las vanguardias soviéticas que medraron al pairo del ambiente entusiasta de los primeros años postrevolucionarios.

También se exponen libros impresos a mano por el Colectivo Segodnya, uno de los primeros grupos de artistas que se dedicó a la ilustración infantil, y obras de una de sus impulsoras, Vera Ermolaeva, una pintora y grabadora de inmensas dotes que sería detenida y ejecutada años más tarde durante la Gran Purga de Stalin. Otros artistas con piezas en la muestra son Vladimir Tambi, las hermanas Olga y Galina Chichagova y Vladimir Lebedev.

Los colores vivos, formas dinámicas, diseños lúdicos y fantástico diseño de los libros ilustrados soviéticos influyeron en el estilo de la edición infantil en todo el mundo y «fueron elementos clave para el libro de imágenes moderno en la forma en que lo conocemos hoy», dicen los organizadores de la muestra.

Llevados a Francia y el Reino Unido

Una muestra de libros rusos en los Países Bajos en la década de los años treinta causó sensación; en Francia, los artistas emigrados rusos Nathalie Parain y Feodor Rojankovsky crearon la «estética inconfundible» de la popular colección Père Castor y en el Reino Unido los ejemplares traídos de Rusia por la ilustradora Pearl Binder inspiraron al editor Noel Carrington para crear la serie Puffin Picture Book en 1940.

Fuente: http://m.20minutos.es/noticia/2760527/0/libros-ilustrados-urss-modelo-occidente/

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Student’s refugee crisis book for children wins V&A Illustration Award

Fuente independent / 6 de junio

Author says book asks young children ‘from a safe, comfortable background’ to think about what it must be like to ‘leave your home and make a journey into the unknown’

A Cambridge student who created a picture book to help young children understand more about the refugee crisis has won a prestigious award at the world’s leading museum of art and design.

Kate Milner received the £3,000 Student Illustrator of the Year prize at the V&A Museum’s Illustration Awards 2016 in London for her book My Name is Not Refugee which follows a mother telling her son a story about what is going to happen once they are forced to leave their home country.

The mature student, who will graduate with an MA in children’s book illustration from Anglia Ruskin University in October, said the idea for the book came about when her daughter, a schoolteacher, said the children in her class were asking about the refugee crisis.

Milner said: “They didn’t understand what was being discussed in the news and she had nothing to show them. The book is a story which asks children from a safe, comfortable background to think about what it must be like to leave your home and make a journey into the unknown.”

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Kate Milner, pictured left, collects her award for Student Illustrator of the Year at V&A’s Illustration Awards

Children’s author Dame Jacqueline Wilson was one of several judges to feature on the panel who, above all, were unanimously impressed by Milner’s bold attempt to tackle a subject outside the prevailing conventions of commercial children’s publishing.

Speaking to the Independent about the mother-son relationship in the book, Milner said: “She gives him a positive view, like we all would with our children. She tells him things will probably be a bit boring – even a bit frightening – but, as long as they keep hold of each others’ hand, they will be alright and that, in the end, they will reach a place where they can feel safe again.

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An extract from the book showing a mother trying to put a ‘positive spin’ on the refugee crisis for the sake of her son

“It doesn’t include the fear, the hunger, and the exhaustion which must be part of a refugee child’s real experience. You wouldn’t, though, would you?”

As a parent herself, Milner said that, throughout the book’s creation, she felt sympathy with the mothers because she could imagine what it must be like to not know how they were going to feed their children, or keep them warm.

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(My Name is Not Refugee by Kate Milner)

Milner added that she was also affected by a series on BBC Radio 4about a family trying to get from Syria to Germany. She said: “The mother said her children had been eating crisps for days because there was nothing else. All she wanted to do was cook her family a proper meal. I could really understand that – it’s such a basic thing.”

Speaking more about her hopes for the book’s message, and describing how it will most likely be used in classrooms to educate children about the crisis, she said it’s mainly aimed at children in European countries who might meet a refugee child in their school, or their street.

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(My Name is Not Refugee by Kate Milner)

 

Milner continued: “It asks them to think what it must be like to leave your home with only what you can carry. It’s about imagination and empathy. It asks questions like: ‘If you could only take one thing to remind you of home, what would it be?’, or: ‘If you had to sleep in a railway station, where would you brush your teeth or change your pants?’.

“It concentrates on the everyday details of a child’s life, not on the big political question about this current crisis. However, if there is anything I can do to counteract the prevailing view of refugees as ‘invading hoards’ trying to destroy our way of life, then I’m not sorry.

 

 

 

Enlace original: http://www.independent.co.uk/student/student-life/books/student-s-refugee-crisis-book-for-children-wins-va-illustration-award-a7051776.html

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El Gobierno de El Salvador incorpora libreta de lectura a programa de educación parvularia

El proyecto ha sido denominado «Lluvia de Estrellas».

El Salvador / 16 de Abril de 2016  / ACAN-EFE

El Gobierno de El Salvador lanzó hoy un programa de literatura infantil que tiene como objetivo «promover en la niñez, del nivel parvulario de educación, la lectura a través de material didáctico que contribuirá a estimular su creatividad, imaginación y exploración», informó una fuente oficial.

El proyecto «Lluvia de Estrellas», lanzado por el presidente salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén, consiste en la distribución de una libreta de lectura que cuenta con espacios para hacer uso de técnicas de expresión gráficas y plásticas.

La libreta incluye textos literarios cedidos por autores salvadoreños que contribuirán a desarrollar ejercicios de lectura desde los primeros niveles de educación, explicó la Casa Presidencial en su información.

En el lanzamiento de la iniciativa, el Gobierno salvadoreño entregó al Ministerio de Educación (MINED) 20,000 de estos libros para alumnos de distintos centros educativos a nivel nacional.

En este año el MINED imprimirá 200,000 libros «Lluvia de Estrellas 2016» para la comunidad estudiantil que cursa el nivel parvulario, lo que representará una inversión de 154,000 dólares. –

Fuente: http://www.laprensagrafica.com/2016/04/16/goes-incorpora-libreta-de-lectura-a-programa-de-educacion-parvularia#sthash.yqTiGs3x.dpuf

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“Ser escritora tiene momentos divertidos”

Elena Dreser

Imagen: Dibujo de Nathaly Bonilla

Nací en una fría mañana de invierno en la Patagonia Argentina. Crecí entre álamos, sauces, acequias y grandes ventarrones. Aprendí a observar la naturaleza y a descifrar sus mensajes. Cuando crecí, me mudé al trópico. Desde hace muchos años resido en la ciudad mexicana de Cuernavaca, rodeada de frutales, flores y mariposas.

Siempre fui una gran lectora. ¡Releía los libros hasta gastarlos! Además, inventaba historias que comencé a escribir en cuanto logré juntar una letra con otra. Los adultos no creían que esos cuentos los había escrito yo. En cambio, mis amigos y mis compañeros de clases sí me creían.

Ahora, para descansar del escritorio salgo al jardín. Es como regresar a esa época de niña; cuando el agua del canal me susurraba cuentos, y las ramas de los sauces me dictaban poemas. Muchos de mis personajes son creados en ese espacio mágico lleno de naturaleza floreciente.

Cada uno de mis libros es muy especial para mí. Ellos viajan por los cinco continentes, y no siempre me avisan. Cuando los encuentro en librerías de países lejanos, me alegro, les sonrío y los acomodo para que se vean mejor. Si algún vendedor me mira con desconfianza, simplemente, le digo: “es muy buen libro”. Y como una traviesa, salgo rápido de allí, antes de que descubra quién soy. Ser escritora tiene momentos divertidos.

También vivo momentos emocionantes cuando me encuentro con mis lectores en escuelas y en ferias del libro, los niños me regalan abrazos y sonrisas que yo atesoro. En la FILBO (Feria Internacional del Libro de Bogotá) 2015, conocí a mis preciosos lectores de Ibagué, Colombia; ellos leen todos mis libros, y hasta me crearon una hermosa canción que entonaron allí mismo en la feria. Fue una de las mayores satisfacciones que he vivido como autora.

Lo más sorpresivo es recibir el anuncio de que me otorgan algún reconocimiento. Estos suelen llegar de muy lejos: Suecia, Rusia, Australia, Sudáfrica… El más reciente, vino de Washington, USA. ¡Nada menos que la nominación a losPremios Alas BID 2015 del Banco Interamericano de Desarrollo! ¡No lo podía creer! Mi libro Federico & Federico fue uno de los cuatro finalistas en la categoría de Mejor Cuento Infantil, donde se postularon alrededor de 800 libros de diferentes países de Latinoamérica.

Federico & Federico es una historia divertida entre un nieto y su abuelo. Ambos se llaman igual y ambos disfrutan aprendiendo uno del otro. Como es natural, los ancianos saben mucho por tantos años vividos; y los niños crecen dominando desde pequeñitos el uso de ciertas tecnologías que resultan difíciles para los mayores. Por eso, Federico abuelo es un poco maestro de Federico nieto; y Federico nieto es un poco maestro de Federico abuelo.

Este libro nació con buena estrella. Lo ilustró magistralmente Beñat Olaberria. En 2014, la editorial Amaquemecan lo publicó en dos presentaciones: rústica y álbum. Resultó seleccionado por la Secretaría de Educación Pública para el plan nacional de lectura destinado a sus bibliotecas escolares, con una edición especial de 77.500 ejemplares. Unos meses después fue traducido al ruso por Tándem de Moscú que lo publicó acompañado de un CD. ¡Cuatro ediciones diferentes en tan solo un año!

En 2015 obtuvo el reconocimiento de la Fundación Cuatrogatos de Miami que lo recomendó en su lista de los mejores libros publicados en Iberoamérica. Y todo se coronó con la nominación a los Premios Alas BID 2015. En compañía de mi hija Anahí y de algunos ejemplares de Federico & Federico viajé a Washington a recibir tan digna mención. La ceremonia fue bellísima, y tuve la oportunidad de conocer gente maravillosa como Menena Cottin, autora de la importante obra El Libro Negro de los Colores.

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