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Educación para el Machismo

Por: Lidia Falcón

En la polémica tormentosa desencadenada por la reforma educativa del ínclito ministro Wert se han discutido todos los temas que comportan las nuevas medidas, con el protagonismo indudable de las clases de religión, la política de becas y la enseñanza bilingüe, único éste importante  para el gobierno de Cataluña. Pero muy poco se ha oído sobre el contenido de las materias que se imponen a los alumnos y sobre el método de enseñanza, como si estos aspectos de la instrucción pública no tuviesen ninguna trascendencia. Y nada he podido escuchar ni leer acerca del machismo que contienen las asignaturas básicas, la forma de impartirlas por parte de los profesores –incluyendo a muchas profesoras- el trato diferenciado que se da a los alumnos y a las alumnas, la ignorancia que padecen la mayoría de los maestros sobre la coeducación que confunden con amontonar chicos y chicas en la misma clase,  el mantenimiento de una enseñanza androcéntrica que ningún gobierno ha tenido la menor intención de modificar, ni por supuesto la ausencia de toda enseñanza del feminismo, ni aún en las asignaturas de historia, filosofía, sociología o política.

Los bachilleres y los licenciados, pueden obtener sus títulos sin saber quiénes fueron Olimpia de Gouges, Flora Tristán, Alejandra Kollöntai,
Louise Michel, Emma Goldman, Victoria Kent, Simone de Beauvoir, Federica Montseny, Carmen de Burgos, Margarita Nelken, Clara Campoamor,  etc.etc., ignorando supinamente por qué se conmemora el 8 de marzo en todo el mundo occidental y cuáles han sido las luchas que han jalonado los doscientos años del Movimiento Feminista. Y los profesores –y muchas profesoras- consideran que han enseñado bien las materias de las que son especialistas, los escritores que fabrican los libros de texto obvian toda referencia al feminismo y los historiadores, sociólogos, politólogos y comentaristas de la educación, entre los que se encuentran los más conspicuos representantes de la excelencia de la Academia, nunca se dignan hacer mención alguna del papel que han cumplido las mujeres en las luchas de clases, en el mantenimiento de la sociedad, en las revoluciones que han cambiado el mundo, en la literatura, las artes y las ciencias.

Pero esta ausencia no es reciente, ni un invento del señor Wert. En la añorada asignatura de Educación para la Ciudadanía, cuya supresión hace bueno el refrán de “que otro vendrá que a mi bueno me hará”, no se encontraban ninguno de estos temas. Circunscrita toda la información que ofrecía a los alumnos a comentarios sobre la Constitución, la igualdad entre el hombre y la mujer y la homosexualidad, los que la diseñaron creyeron que habían plantado una pica en Flandes. Y mejor es eso que nada, y más cierto que en España se vive resignadamente el otro refrán de “que el que no se conforma es porque no quiere”, pero la parquedad de los temas que se supone conciernen a la mujer –como si lo demás no lo hiciesen- y la vulgaridad con que estaban expuestos en los textos escolares, ni atrajeron al feminismo a los alumnos ni les concienciaron mínimamente de lo que es el Movimiento revolucionario más importante del último siglo, puesto que tiene como protagonista a la mitad de la humanidad.

Hace veinte años el Ministerio de Educación publicó un informe sobre el sexismo en la escuela donde se denunciaban las actitudes discriminatorias de los profesores respecto a las niñas, las conductas agresivas de los chicos, los contenidos machistas de los textos escolares. Pues bien, dos décadas más tarde puedo afirmar que todos los vicios, defectos, segregaciones, e incluso ofensas que se denunciaban entonces siguen produciéndose, aumentados y corregidos.

Los contactos periódicos que mantengo con institutos y Universidades para dar conferencias y clases me han permitido comprobar in situ y de ciencia propia, el desprecio que sienten la mayoría de los profesores –y algunas profesoras- por el feminismo, la negativa a incluirlo entre los temas de sus materias –entre otras cosas porque lo ignoran absolutamente-, la indiferencia de los alumnos y de la mayoría de las alumnas por conocer las luchas de sus antepasadas. Y cómo, sólo algunas profesoras esforzadas –las que me invitan- se dejan la piel intentando aprender y enseñar la verdadera historia del mundo y de las luchas de clases de las mujeres y motivar a los alumnos en su estudio y en su participación.

Resulta descorazonador comprobar que dada la edad de los alumnos,  en el ambiente en los Institutos sigue primando la actitud de conquista machista de las muchachas por parte de los varones, con su mucha carga de agresividad, y la aceptación gozosa de tal situación por parte de aquellas, que utilizan las llamadas artes de seducción femenina que conocían sus tatarabuelas, con una evidente actitud de sumisión, y que es igual al que se imponía en la escuela de mi infancia, sin que el profesorado –incluso el femenino- lo conciencie siquiera, ni aún menos intente conducirlo hacia unas relaciones igualitarias.

La propaganda de los gobiernos socialistas ha llevado a creer a una buena parte de la sociedad que los contenidos de las materias eran ya progresistas y democráticos, pero muy pocos comentaristas se han atrevido a negar esta errónea percepción, y nadie se molesta en preguntar a los protagonistas sobre la veracidad de esta percepción generalizada. Cuando se investiga, y mínimamente, la queja de los alumnos y alumnas sobre la falta de enseñanza de la sexualidad, de los métodos anticonceptivos, del aborto, del divorcio, de la igualdad en las tareas de cuidado y domésticas, es unánime.  ¿Qué se les enseña, en realidad, en las aulas? ¿De qué temas se habla y discute en relación con el eterno, y fundamental, drama de las relaciones entre los sexos? ¿A qué asignaturas se atribuyen tales contenidos? ¿Cuáles son los que más interesan a los chicos y cuáles a las chicas? Nadie ha sabido contestarme desde el seno de los Institutos y de la Universidad, y cuando los he planteado los más sorprendidos han sido los profesores.

Y, ¿qué se está haciendo para revertir esta situación, que treinta y cinco años después del fin de la dictadura no ha avanzado en la educación feminista que precisamos? Pues si pocos  eran los logros de los gobiernos anteriores las nuevas reformas de este conducen hacia una situación aún más regresiva. Eliminada la Educación para la Ciudadanía  no queda ninguna materia que tenga mínimos contenidos sobre la situación de la mujer. Teniendo en cuenta que es común oír a los alumnos de segunda enseñanza que la Historia que se les enseña no contempla la del siglo XX, y no más allá del reinado de Alfonso XIII, como en los tiempos de la dictadura, malamente podemos esperar que se les explique lo que han sido las luchas feministas, al menos en España, en este último siglo.

Resulta indignante escuchar a muchos chicos y chicas de 15 a 18 años explicarte que cada curso comienzan las clases de Historia en la Prehistoria y que nunca han estudiado la II República. Y triste es oír a una muchacha comentar que los profesores no quieren que los alumnos participen en el aula. “Callados, como muebles, así es como nos quieren”.

No es de extrañar que con esta educación los Observatorios de Violencia contra la Mujer hayan “detectado” comportamientos machistas en muchachos muy jóvenes y la aceptación de ellos por parte de sus compañeras. De tal modo el 80% de los adolescentes cree que la novia debe complacer a su novio, más del 40% de los jóvenes cree que “el chico debe proteger a su chica” y seis de cada diez considera que los celos son normales en una relación de pareja”.

El señor Wert ha suprimido la Educación para la Ciudadanía, y sea lo que sea que la sustituya debería llamarla Educación para el Machismo.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2013/07/18/educacion-para-el-machismo/

 

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Machismo femenino

Por: Gloria Hurtado

¿Por qué una mujer no abandona a un hombre torturador? ¿Por qué insiste en continuar a su lado después de las muendas que le propina? ¿Por qué le perdona (y le cree) para continuar con él? El tema tiene que ver con el machismo, pero hay que aclarar que no es lo mismo el machismo “ejercido” por un hombre que por una mujer. Aun cuando se habla del mismo comportamiento, desprecio y desvalorización de lo femenino, los hombres y las mujeres no lo vivencian con las mismas actitudes. Mientras que un hombre machista somete a la mujer, la obliga a obedecerle, la amenaza, la maltrata, le controla todo su mundo, el machismo femenino se manifiesta principalmente en la “necesidad” de la mujer de tener un hombre al lado, de no poder sobrevivir sin él, de no encontrarle sentido a su vida si un hombre no la “nutre”. No existe sin un hombre. Su valor radica en tener al varón con ella: sólo así, se sentirá viva, será valiosa, estará segura y podrá creer que “hay futuro”.

Ni siquiera importa si ese hombre la atropella. No, no importa, lo tiene al lado y eso basta. Su autoestima es tan pero tan poquita, que lo importante es que ese macho esté allí. Como si fuera un dios, como si fuera un generador de energía, lo necesita para sobrevivir. Por eso no quiere que la abandone, así la lastime. Le perdona una y otra vez. La vida de la mujer machista no significa nada si un hombre no la avala. Desde afuera de su historia se observan el maltrato, la humillación y la discriminación. Pero cual drogadicta, la mujer machista no lo ve, porque debe escoger entre vivir al lado de su torturador pero “con valor” o volverse invisible, ser como una cucaracha, si ese hombre no le hace el favor de “mirarla”.  Lo doloroso del machismo femenino, es que ella mujer le da todo el valor al hombre, educa hijos hombres poderosos y cuando tiene una hija mujer casi la compadece por la “desgracia” de haber nacido mujer.

La mujer machista no desprecia ni cuestiona al hombre, no. ¡Lo necesita! Es de las que critica despiadadamente a las otras mujeres siempre favoreciendo o disculpando al hombre. En un triángulo la mala es la “otra”, no el hombre, él puede ser una “pobre” víctima de las artimañas de la otra. En un embarazo no deseado, la sinvergüenza es la mujer no el que le hizo el mandado. Y así en el actuar entre hombres y mujeres, las responsables siempre son las mujeres. Porque la mujer machista tiene tal desvalorización de lo femenino, empezando por ella, que no puede tener una mirada equilibrada para sus congéneres porque todo lo que sea mujer y femenino o es malo, o no vale, o no sirve. Y claro, esta mujer, tan desvalorizada, no puede vivir sin un hombre. Si uno la deja o la abandona, necesita encontrar sustituto, cualquiera, para volver a darle sentido a su vida. Uno detrás de otro para repetir el mismo libreto de maltrato y desvalorización.

El círculo se rompe cuando ella se empodera. Cuando se mira a si misma y se da cuenta de que no necesita un hombre para valorarse. Despierta y su futuro es diferente. Debe mirarse a si misma para liberarse de la dependencia masculina. De lo contrario, es una machista camuflada, solo que ella tiene empaque femenino y juega  los dos roles victima y victimaria de si misma porque su aparente salvador es a su vez su verdugo. ¿Lo entiende?

Fuente: http://www.revolturas.com/en/articulos

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Chile: Educación sexista en Chile: ¿ser hombre o mujer no da lo mismo?

Chile / 03 de mayo de 2017 / Fuente: http://www.elmostrador.cl/

Romper con los estereotipos de género parece ser la tarea pendiente en el debate de la educación.

Recientemente fueron entregados los resultados de la prueba Simce 2016, que midió a los estudiantes de 4° y 6° Básico y 2° Medio en Comprensión de Lectura, Matemáticas e Historia y Ciencias. Según esos datos, existe casi una nula brecha que entre hombres y mujeres en Matemática, cuya diferencia fue sólo de uno, dos y tres puntos respectivamente.

Sin embargo, ellas se distancian más en la prueba de Comprensión Lectora, superando a los varones en más de 10 puntos en los tres cursos evaluados. ¿Por qué entonces se tiende a asociar las matemáticas como algo «masculino» y por qué en las postulaciones a la universidad serán ellos los que busquen carreras más exigentes?

Según los expertos, el sexismo en la educación empieza a definirse desde pequeños, cuando se orientan ciertas asignaturas como femeninas -Lenguaje y Comunicación y Artes Visuales- o masculinas -Matemáticas y Filosofía- que a la larga eliminan herramientas para que cada uno comprenda y se integre a la sociedad.

Esto se originaría desde cuando se les incentiva a los varones a jugar fútbol y ellas a practicar deportes como la gimnasia, o dedicarse a actividades artísticas y manuales. Como pasó recientemente en un colegio de Madrid, España, que está siendo investigado por las diferencias entre las actividades programáticas para sus estudiantes: a los hombres se les llevaba de paseo al estadio del Real Madrid y a las mujeres se les enseñaba a tejer a crochet.

O también tiene que ver con el uniforme y con la limitación que tiene para las niñas realizar algunas actividades por el solo hecho de usar jumper o falda, lo que no permite tanta movilidad como en el caso de los niños y las restringe a «sentarse» y «comportarse» como señoritas.

Lo cierto es que la desigualdad en la educación parece estar presente en varias aristas. Según un estudio realizado por la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres en el 2015, que analizó los textos de Historia, Lenguaje, Biología, de 1º Básico a 4º Medio, la representación de las mujeres «aparecen en actitudes pasivas o trabajos domésticos». Y agrega: «Cuando presentan a alguna mujer destacada, o no muestran su imagen o no agregan sus datos biográficos o no incluyen su nombre».

La misma organización realizó una investigación el 2016, y concluyó que muchas estudiantes mujeres se ven afectadas por una cierta “incapacidad aprendida”, es decir, «la creencia, consciente o inconsciente, implícita o explícita, de la imposibilidad de realizar una tarea, o asumir previa e infundadamente que no se tendrá un buen rendimiento en determinado asunto o área».

Esto se reflejaría, por ejemplo, en los puntajes nacionales obtenidos en la PSU. En el año 2015 el 89% de los puntajes nacionales fueron obtenidos por hombres y solo el 11% por mujeres según los resultados del DEMRE, siendo en matemática donde se presenta la brecha mayor.

Esto también se reflejaría en la elección de carreras universitarias, donde los hombres se matriculan mayormente en las áreas de Informática, Transportes, Ingeniería y profesiones afines e Industria y Producción. Las mujeres, en cambio, se matriculan en carreras de las áreas de Servicios Sociales, Servicios de Salud, Ciencias de la educación y Ciencias sociales y del comportamiento, es decir, profesiones vinculadas con el rol tradicional que se le ha asignado a la mujer, y que gozan de menor prestigio en el campo laboral.

El sexismo en la educación también es algo que preocupa a los académicos universitarios. Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Chile que buscaba identificar las expectativas de los futuros profesores de enseñanza básica respecto a la formación de sus estudiantes, «vimos que los profesores tenían menos expectativas acerca del desempeño de las niñas que de los niños (…) Los profesores ya tienen ideas arraigadas que luego se reproducen en el aula», señaló en la oportunidad Salomé Martínez, académica del Departamento de Ingeniería Matemática e investigadora del Centro de Modelamiento Matemático.

Sexismo tradicional

Desde el comienzo de la historia, las mujeres han sido delegadas a labores menores. En Grecia incluso, la cuna de la civilización, la poca educación que recibían las mujeres, específicamente en Esparta, estaba destinada a crear madres fuertes que criaran niños sanos. Si se avanza varias décadas en la historia, en el inicio de la educación formal, también los privilegiados fueron los hombres, ya que eran ellos quienes podían acceder a escuelas y a las universidades.

Cuando en Chile, lentamente, las mujeres comenzaron a acceder a la educación, se les asignó establecimientos exclusivos liderados por religiosas. En 1812 José Miguel Carrera ordenó la creación de las primeras escuelas primarias en conventos. Recién con la Ley de Instrucción Primaria, en 1860, el número de niñas que estudiaban ascendió. Se democratizó en cierta medida el ingreso, pero no el tipo de educación que recibían.

Durante el gobierno liberal de Aníbal Pinto en 1877 se creó el Decreto de Amunátegui que permitió que las mujeres ingresaran a la universidad tras rendir exámenes, por lo que en la práctica sólo podían acceder quienes salían de liceo privados que preparaban el examen de Bachillerato y en 1891 emergieron los primeros liceos fiscales femeninos.

El mismo Ministerio de Educación (Mineduc) reconoce que, aunque se ha superado la desigualdad de ingreso a la educación entre mujeres y hombres, persisten patrones tradicionales de género dentro de la educación, lo que provoca inequidad entre los escolares según su género y, además, respalda la educación sexista que existe actualmente.

A pesar que la ley de Inclusión Escolar número 20.845, establece que no debe haber discriminación de ningún tipo, no incluye algún punto específico de discriminación de género. Es por eso que el Mineduc creó en el 2014 la Unidad de Equidad de Género (UEG) para incorporar políticas, planes y programas ministeriales desde una perspectiva de género. También, implementó el Plan para la Igualdad  de Género 2015-2018 que, además de sentar bases para trabajar en la materia, entregó cifras sobre la desigualdad de género en la educación.

En Chile no existe una diferencia significativa en el acceso de niñas (51%) y niños (49%) a la educación parvularia, a excepción de la modalidad de educación especial (39,2% niñas y 60,8% niños). En cambio, en educación media técnico profesional existe una brecha más notoria respecto a la segregación por género según especialización, puesto que las mujeres abundan en las áreas técnica (80%), comercial (64%) y artística (53%) versus los hombres que predominan en las áreas industrial (83%), agrícola (66%) y marítima (65%), según datos del MIneduc.

Respecto a la deserción escolar, pese a que no existe gran desigualdad en cuanto a la cantidad de mujeres y hombres que dejan la educación, sí la existe en tanto a los motivos: las jóvenes, además de desertar por razones económicas, lo hacen por embarazo o maternidad, mientras que los varones lo hacen principalmente para ingresar al mundo laboral.

Segregación por género

Pero la preocupación por la igualdad de género en la educación no sólo es por parte del Estado, sino que también de los alumnos. Sobre todo en los colegios emblemáticos donde muchos de ellos son segregados por género.

El año pasado, Martina Ascencio se hizo conocida con once años tras escribir una carta a la presidenta Michelle Bachelet y autoridades del Instituto Nacional para solicitar su ingreso y recibir la educación que ella esperaba.

«El gran fin del Instituto es dar a la Patria ciudadanos que la defiendan, la dirijan, la hagan florecer y le den honor. Al ser de hombres el Instituto, este objetivo no se cumple porque solo la mitad de las personas tienen acceso a esa educación que nos permite cumplir el fin del Instituto Nacional», decía Marina en su texto, donde pedía además igualdad de oportunidades en educación.

El debate de la educación segregada y sexista no es algo que solo esté en Chile, si no que se da a nivel mundial. En 2014, la reconocida sicóloga norteamericana Diane Halpern, realizó un estudio con más de un millón de estudiantes de distintas partes del mundo y concluyó que no existe evidencia real de que las escuelas de un solo sexo logren ventajas educativas. De hecho para la especialista, estos establecimientos solo institucionalizan los estereotipos de género y el sexismo.

Mientras el debate de cómo eliminar la educación sexista crece, a partir del 2013, en Chile 253 colegios municipales y particular subvencionados han pasado a ser mixtos. Aún queda alrededor de un 4 por ciento de establecimientos educacionales que son sólo para hombres o para mujeres, incluyendo varios emblemáticos.

Es por eso que los estudiantes secundarios sumaron, durante el año pasado, entre sus demandas la existencia de una educación no sexista. Y no sólo por lo que pasa dentro de las aulas sino también fuera de ellas.

Un bullado caso fue cuando las alumnas del Liceo 1 Javiera Carrera realizaron una marcha hacia el Instituto Nacional Barros Arana exigiendo que los jóvenes de liceos de hombres dejaran de agredirlas verbalmente y una educación igualitaria.

Todo comenzó cuando hace un año cuando los alumnos del internado celebraban su aniversario en una marcha tradicional que, cuando pasó frente al establecimiento de mujeres gritó, entre otros cánticos, «que se asomen las maracas».

Las alumnas realizaron una marcharon entonces con un gran lienzo donde se leía “piden igualdad y calidad pero al momento de marchar gritan sin pensar“.

Sin embargo, la Secretaria de Género del Liceo Javiera Carrera, Ailen Ferreira, afirma que en más de una ocasión se han sentido discriminadas como estudiantes en relación a los hombres. La estudiante sostiene que la educación es sexista en el liceo y “en algunas ocasiones nos sentimos en desventaja porque vivimos en una sociedad machista, a los colegios de hombres se les da mayor reconocimiento”.

Fuente noticia: http://www.elmostrador.cl/braga/2017/05/02/educacion-sexista-en-chile-ser-hombre-o-mujer-no-da-lo-mismo/

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Bolivia crea comisión interinstitucional en contra de la violencia machista

El presidente boliviano, Evo Morales, anunció ayer, en el Día Internacional de la Mujer, la creación de una comisión integrada por siete ministerios para implementar la normativa boliviana en materia de lucha contra la violencia machista. Mientras, con silbatos, cacerolas y carteles por la igualdad y contra la violencia machista, mujeres bolivianas se adhirieron a la huelga global que se cumplió en 55 países y más de 200 ciudades, en el Día Internacional de la Mujer.

Dicha comisión se reunirá al menos una vez al año y estará compuesta por los departamentos de Educación, Salud, Comunicación, Cultura y Turismo, Trabajo y Justicia y Transparencia Interinstitucional, que la presidirá.

«Hay muchas normas, pero todavía no hay resultados», reconoció Morales en una rueda de prensa, a pesar de que valoró que en Bolivia se avanzó mucho en materia legal desde la nueva Constitución, promulgada en 2009.

La medida, recogida en un decreto supremo, aprobará cada 5 años una resolución con una «política pública integral para una vida digna de las mujeres bolivianas».El presidente admitió que no están asumiendo «una responsabilidad en el tema de la educación y de la prevención» y llamó a seguir trabajando en materia de género.
El feminicidio está penado en la legislación boliviana con la condena máxima, 30 años de prisión sin derecho a indulto, pero las organizaciones defensoras de las mujeres se quejan de que muy pocos procesos acaban en sentencia y los juicios son largos y costosos.En lo que va de año, 24 mujeres fueron asesinadas víctimas de violencia machista, según datos de la Fiscalía boliviana, que reportó 104 feminicidios en 2016, y sólo 24 condenas a agresores.
En Bolivia, colectivos y activistas por los derechos de las mujeres de La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y Sucre bloquearon varias calles céntricas y con silbatos, cacerolas y carteles protestaron contra la violencia machista y denunciaron la desigualdad salarial y la precariedad laboral.Así cuatro ciudades de Bolivia se adhirieron al paro internacional que ayer 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, convocaron mujeres de todo el mundo para protestar contra la violencia de género y reclamar por la igualdad económica, política y social.»Patriarcado y capital, una alianza criminal», corearon las mujeres que realizaron un ruidoso plantón que al medio día paralizó el tráfico en El Prado de la ciudad de La Paz.
A la misma hora, varios grupos de mujeres bloquearon los principales accesos a la plaza principal de la ciudad de Sucre, más temprano se iniciaron las protestas Santa Cruz, mientras que en Cochabamba se concentraron al final de la tarde.Durante las protestas reclamaron por las precarias condiciones en que las mujeres se insertan al mercado laboral y demandaron igual salario por igual trabajo.
También denunciaron las graves consecuencias de la violencia machista que en lo que va del año cobró la vida de 24 mujeres.Ayer se cumplió cuatro años de la promulgación de la ley integral para una vida libre de violencias contra las mujeres, que tipifica el feminicidio y otros delitos de violencia machista.
La denominada Ley 348 se considera una norma muy avanzada, pero expertas y agrupaciones de mujeres denuncian que no está dotada de medios económicos suficientes para la prevención y la atención a las víctimas.
Fuente: http://www.jornadanet.com/n.php?a=138434-1
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España: Violencia machista: falta educación, ayuda y una actuación global

Europa/España/25 Febrero 2017/Fuente: La Voz/Autor:CARLOS PUNZÓN

El control que permite la tecnología es percibida como parte de la explicación al aumento de los casos de malos tratos

Los casos de violencia de género crecen y estos son incluso más cruentos. Las aplicaciones tecnológicas y las redes sociales son apuntadas como nuevas herramientas de control por quienes se resisten a aceptar la igualdad como opción. Educación desde la base, nuevos enfoques en la lucha contra el machismo, más formación en los estamentos encargados de atender a las víctimas y más medios, son reclamados como soluciones urgentes.

Manuel Fernández Blanco. Psicólogo clínico. Psicoanalista y docente del Instituto Campo Freudiano

1. ¿Por qué este repunte de casos de machismo, hasta en edades tempranas?

Feminicidio. «El lugar de la mujer ha variado», advierte Manuel Fernández Blanco. El psicoanalista estima que la mujer busca una vida más satisfactoria, «ya no ocupa tanto el lugar de mujer objeto, es más sujeto y eso provoca en el hombre inhibición, infantilización u odio», describe. Incide en el «interrogatorio sádico» que antecede a la violencia, celos que advierte se presentan como un supuesto signo de interés en la pareja, cuando no lo es. «Es un auténtico feminicidio», clama. El repunte de estos episodios, que estima prende entre los jóvenes, tiene que ver para él con el paradigma de la vida erótica que dice se presenta en Internet, «con un modelo más falocéntrico aún».

2. ¿Qué medidas adoptaría para frenar la ola de violencia de género?

Enfoque clínico. «Las campañas de concienciación no llegan», mantiene Fernández Blanco, que señala el caso de países culturalmente desarrollados como los escandinavos, con un alto índice de violencia machista. «Hay que incluir la dimensión clínica y sumar un trabajo individual en cada caso, porque las cifras demuestran que el modelo actual no está sirviendo para enfocar bien y solucionar este problema», concluye.

Ana Saavedra. Asociación Mirabal. Preside la organización de ayuda en Betanzos. Fue víctima de malos tratos

1. ¿Por qué este repunte de casos de machismo, hasta en edades tempranas?

No hay formación. Fue víctima de malos tratos y ahora ayuda a mujeres que atraviesan por la misma situación. Mantiene que se siguen enfrentando a una falta de información que comienza en el momento que se interpone la denuncia. «Los agentes que hacen las preguntas para establecer el nivel de gravedad lo miden por su criterio», advierte, por lo que reclama formación especializada en dichos puestos. «Denuncias y ¿después qué? Ese está siendo el problema», recalca. Cree Saavedra que la presión social, familiar y hasta de los hijos, frenan más denuncias.

2. ¿Qué medidas adoptaría para frenar la ola de violencia de género?

Educar desde la niñez. «Hay que educar y explicarlo desde la niñez y en cada momento, porque mucho de lo que hemos hecho ya no sirve de nada frente a lo que permiten las nuevas tecnologías», señala refiriéndose al control que consiguen los maltratadores con los móviles y las redes sociales. «El efecto llamada existe además, como el sometimiento y la exaltación del control disfrazado como amor en muchas canciones».

Manuel Mandianes Castro. Antropólogo. Etnógrafo y científico del Centro Superior de Investigaciones Científicas

1. ¿Por qué este repunte de casos de machismo, hasta en edades tempranas?

Nuevo contexto. Manuel Mandianes parte de la base de que hay que admitir que «hai diferenzas entre homes e mulleres» y que negarlas es parte del problema. «Teño visto rapaces angustiados pola igualdade», dice para reclamar una educación más efectiva, pero sin miedo a subrayar las diferencias. Cree que siempre hubo malos tratos, «pero a muller non protestaba xamais, era outro contexto e quizás iso xeraba menos mortes», dice para interpretar el repunte.

2. ¿Qué medidas adoptaría para frenar la ola de violencia de género?

No más leyes. «Xa temos leis suficientes, non é cuestión de facer máis», estima Manuel Mandianes, que en su lugar aboga por más educación y una visión profunda de la situación.

José Armando García Beiro. Policía local. Agente de Vigo especializado en violencia de género

1. ¿Por qué este repunte de casos de machismo, hasta en edades tempranas?

Redes sociales. Tras 11 años de experiencia al frente de un grupo policial de protección a las víctimas de violencia de género, García Beiro asegura que desde finales del 2015 observa que los casos de malos tratos aunque se mantienen, aumentan su nivel de violencia y «las conductas son más sibilinas». Las redes sociales como Facebook y de mensajería como Whatsapp se han convertido a juicio del agente en «acelerantes» por el aumento del control que permite sobre la víctima. «Cada semana abrimos un nuevo atestado por acoso y control a través de dichos medios», advierte mientras considera que el «efecto llamada» de los sucesos de violencia doméstica los está impulsando. La situación económica de muchos de los agresores se suma al cóctel que apunta el policía vigués.

2. ¿Qué medidas adoptaría para frenar la ola de violencia de género?

Más valores. «Un factor clave a mejorar es el de los valores sociales», señala García Beiro, que observa que las actitudes machistas siguen dominando las relaciones sociales. «Habría que repensar las condenas y las actuaciones que podemos llevar a cabo», concluye al estimar que es raro el caso que acaba en la cárcel.

Fuente de la noticia: http://www.lavozdegalicia.es/noticia/galicia/2017/02/25/violencia-genero-falta-educacion-ayuda-actuacion-global/0003_201702G25P5991.htm

Fuente de la imagen:

http://www.lavozdegalicia.es/sc/x/default/2017/02/24/00121487966583381308374/Foto/I24F7102.jpg

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Repeticiones de Nuestra Política: Violencia de Género y Machismo

Por: Diego Andrés Pérez. Redacción Ecuador. Pressenza17/02/2017

¿Qué implica hablar de política en estos tiempos? ¿Los discursos políticos solo deben hablar de política? ¿Cómo entender los alcances de la política más allá de medidas macroeconómicas y cortes de impuestos?

Inicio con estas tres interrogantes porque la política o más bien el ser político, encarnado en los diversos representantes y movimientos para los comicios presidenciales, parecen abordar este tema desde su acepción más tranquilizadora: la satisfacción de una necesidad (casi siempre de carácter económica.

El significado con el que hemos dotado a la política está estrechamente involucrada con actividades de sobrevivencia- y solvencia – que garanticen una vida digna en los ciudadanos. Lo cual es indispensable, pero no por eso suficiente.

Pareciera que los derechos de los ecuatorianos deben normarse por las normas y reglas del capital, de la expansión y el crecimiento monetario, pero, ¿alguien se pregunta del cotidiano? No solo de la sociedad, sino de nuestros propios representantes y de su proximidad, mediante el lenguaje discursivo, a la realidad social. Esto es, fundamentalmente y a mi criterio, lo preocupante.

Si uno analiza meticulosamente intervenciones de los diversos candidatos a las elecciones presidenciales Ecuador 2017 encontrará, desde luego, propuesta y obra- condiciones para la aceptación- sin embargo quedarse con esa parte del discurso es incompleto.

Dentro de toda la maraña discursiva, existen afecciones muy comprometidas desde el uso de la palabra, reproduciendo actitudes y emitiendo declaraciones en contra de sus propios electores en temas de género y machismo. Perennizando así una mirada patriarcal y violenta situada ahora en los debates de la política ecuatoriana.

Más allá de esta afirmación, el problema ahonda cuando ni políticos ni ciudadanos reaccionan frente a este problema, es que todo se naturalizó… Por eso he considerado pertinente juntar unas cuantas declaraciones de políticos ecuatorianos realizadas en diversos medios ejemplificando este fenómeno.

En un programa de televisión, Guillermo Lasso, candidato de CREO dijo:

“A todas las amas de casa les digo, en nuestro gobierno vamos a respetar la libre  opción de cocinar en cocina de gas o cocina de inducción. Ustedes van a decidir”

Evidenciamos la naturalidad de sus palabras para asumir el hecho de que mujer está ligada a las labores de la cocina de manera obvia. El debate estrictamente político se resume a si lo hace en cocina de inducción o de gas, pero nunca se cuestiona cuál es el rol de mujer en la sociedad, ni mucho se piensa la política en otras instancias como el empoderamiento de las mismas para decidir su realidad.

Gabriela Pazmiño, esposa del candidato Dalo Bucaram, sentencia que:

 “Yo antes me esmeraba así para cocinar cuando éramos novios para que vea que yo tenía buena sazón, que vea que yo era buena, bonita y barata”

Lo dice valientemente, sin ninguna objeción en cuanto a su labor como ama de casa, pero, ¿acaso el rol de una mujer es satisfacer a un hombre… y para ello necesariamente debe tener una buena sazón, y sobre todo, ser buena bonita y barata?

Otro personaje político, cuya influencia sigue vigente es Jaime Nebot quien dijo: “Bueno, en las casas siempre deben mandar las mujeres y en la mía también”

Resulta especial que justamente es una mujer la que representa ideales políticos en estas elecciones, en consecuencia queda la duda planteada respecto a quién manda a quién.

Más allá del tono –penosamente- jocoso con el que seguramente se emitieron estas palabras, declarar de esta manera ahonda aún más más las diputas de género tan comentadas en la actualidad, en aras de una separación cada más amplia y violenta entre hombres y mujeres.

Así mismo Rafael Correa, actual presiente del Ecuador, no tardó en declarar que:

“Me van a decir conservador por creer en la familia. Bueno, creo en la familia y creo que estas ideologías de género, estas novelerías, destruyen la familia convencional que sigue siendo, yo creo que seguirá siendo y felizmente seguirá siendo la base de nuestra sociedad”

Revitalizar el concepto de familia debería uno de las principales prioridades de los políticos ecuatorianos, sin embargo este no el caso, ya que según el Primer Mandatario la familia no se la puede imaginar sino en su estado tradicional, juzgando e invalidando cualquier otro tipo de familia, de unión o relacionamiento catalogándolo de un acto “novelero” o “de moda”

Es así como la política ecuatoriana vuelve a presenciarse en estos comicios, quizá con nuevas versiones y variantes en cuanto a representantes y propuestas, pero manteniendo la misma línea discursiva lejana y poco interesada en temas de derechos, equidad y consenso.

Todavía se busca aquella verdad universal, determinista, que siga coartando el libre pronunciamiento de sus soberanos. Limitando, además, otros posibles significados de política ligada únicamente al terreno de la batalla electoral, sin ser un verdadero manto protector de quienes la hacen posible y la alimentan.

Parece que la concepción actual de política cada vez toma una mayor dimensión material, en cuanto a la satisfacción de recursos y protección de bienes, volviendo a los ciudadanos cada vez entes desconfiados y despreocupados de su prójimo.

Éste debería ser un término inconcluso, en constante reconstrucción, por que al momento de creerse definitivo y general cierra la posibilidad de gestionar y empoderar a todos los seres humanos, coartando su derecho a ser incluidos y visibilizados.

Fuente: https://www.pressenza.com/es/2017/02/repeticiones-nuestra-politica-violencia-genero-machismo/

Fotografía: Walker Vizcarra

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Escuelas libres de violencias machistas

Por: Saray Marqués

Como en otros terrenos, en el de la coeducación quienes llevan años portando el estandarte de la igualdad entre hombres y mujeres en las aulas sienten que siempre que hay un curso, una conferencia, una presentación de un libro… coinciden las mismas caras. Que el hecho de que esto se aborde en las clases de un modo transversal depende del voluntarismo de los docentes. Que desde los medios solo se interesan en lo que están haciendo si es 8 de marzo, Día de la Mujer, o 25 de noviembre, Día de Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Que han sido los primeros en caer cuando ha habido recortes en formación del profesorado porque lo suyo se considera algo secundario.

Sin embargo, surgen ciertas fuerzas que parecen llevarles la contraria, demostrando que quienes se esfuerzan por ponerse las gafas lilas en su día a día no son minoría o, si lo son, cada vez hacen más ruido.

Empecemos por el pantalón

Precisamente la asociación Gafas Lilas contra las Violencias Machistas estaba detrás de una campaña que marcó este inicio de curso. Antes de que Trump convirtiera en viral el #dresslikeawoman, en reacción a su mandato de “vestir como una mujer”, ellas cuestionaron lo que es -en los centros educativos que emplean uniforme- “vestir como una niña”. Con #escolaresiguales pedían el uniforme único.

Hoy, Inés Herreros, presidenta de la asociación, nos explica cómo su acción ha servido para romper esquemas: “Hemos mostrado una realidad que ha dolido, porque no son solo los concertados -más de la mitad obligan a las niñas a llevar falda- o los privados, también hay públicos que diferencian la ropa por sexos”. Además, ya están viendo cómo “a nivel particular, y fruto de la reflexión” ha habido centros que han cambiado su uniformidad o han surgido grupos de madres que reivindican que se deje de imponer la falda.

Fue su hija Sina, de ocho años, y una amiga, quienes le abrieron los ojos a esta jurista, que sostiene que “la igualdad no es negociable”. Para Herreros, que a raíz de su protesta se ha encontrado con movimientos similares en otros países, como Trousers for all, en el Reino Unido, con la imposición de la falda no se está respetando el artículo 14 de la Constitución y se está vulnerando la Lomce, que nombra en 27 ocasiones la palabra igualdad. Además, si en 2011 el Tribunal Supremo consideró discriminatorio obligar a usar uniformes distintos en la empresa privada no entiende por qué no lo es en la escuela: “Estamos diciéndoles a las niñas que las estamos educando en igualdad, ¿Qué sociedad igualitaria les estamos vendiendo si a la vez las obligamos a llevar falda aunque no quieran?”. “Quizá con cinco o seis años les da igual que se les vean las braguitas. Con siete ya no les da tan igual, y a los 8, 9, 10, 11 años, después de muchos ‘No separes las piernas’, ya se han dado cuenta de cuál es su espacio en la vida”, prosigue Herreros, para quien “sería más honesto que se les dijese a esas niñas que estamos en el camino hacia la igualdad, que hoy hay una igualdad formal pero no real y que en ese proceso queremos ir de su mano”.

El libro

¿Cómo elaborar un plan de igualdad sin recurrir al corta-pega y sin que sirva solo para cubrir el expediente? El libro de reciente aparición Escuelas libres de violencias machistas (de momento, disponible a través de Amazon o pidiéndolo en sidecarlibros@gmail.com) responde a esas y otras cuestiones, y se presenta como la guía definitiva también para aquellos docentes que no han tenido la oportunidad de formarse oficialmente en igualdad. Protocolos para alumnado LGTBI, prevención de violencias machistas con parejas y exparejas y de todas aquellas violencias y diversifobias que tienen su germen en los centros educativos, estrategias para conseguir una escuela libre de violencias machistas… el abanico que ofrece este manual es muy amplio y llega en un momento en que según una de sus autoras, Kika Fumero, “percibimos que el mismo profesorado, incluso aquel que solía asegurar ‘Ya tenemos igualdad’, ‘Ya las chicas están más espabiladas’… se está echando las manos a la cabeza por problemas graves de violencia de género en sus aulas, y está demandando formación, con lo que muchos ayuntamientos, universidades, institutos de la mujer… se están moviendo”.

En su caso, fue la Universitat de les Illes Baleares a través de su colección de estudios de violencia de género la que reunió a las tres formadoras, a la socióloga Carmen Ruiz Repullo, de Andalucía; a la profesora de Lengua y Literatura, Marian Moreno, de Asturias, y a Kika Fumero, de Canarias, pero esta última cita, por ejemplo, el hito que ha supuesto la creación de la Oficina de Diversidad Sexual e Identidad de Género de la Universidad Complutense, con Ignacio Pichardo y Mercedes Sánchez al frente.

El mismo equipo del libro está ahora detrás de la próxima creación de un Observatorio Coeducativo LGTBI estatal, encargado de prevención y estudios, pero también a disposición de los equipos directivos, los profesores, el alumnado o las familias que sean testigos o víctimas de algún tipo de violencia de género, sexual o agresión por LGTBIfobia. Un espacio también para resaltar buenas prácticas en coeducación, como las que Fumero ha podido experimentar en algunos de los centros en que ha trabajado, como el IES Cabo Blanco de Tenerife, “donde, del mismo modo que existe una semana cultural, existe una semana de la diversidad afectivo-sexual… semana en que hay todavía familias que prohíben ir a sus hijos al instituto; pero yo me quedo con las 100 restantes encantadas con esta formación”. “Estas y otras iniciativas, como las que en Canarias lleva a cabo la asociación Algarabía o CanariEduca (Diversigualdad y Pluraleando) nos dicen que algún día lograremos escuelas libres de violencias machistas”.

La formación inicial

Se quejan los expertos de la formación permanente, de que haya comunidades autónomas en que la persona encargada de coeducación sea elegida a dedo, para completar su horario (frente a otras donde hay que estar formado para ejercer como coordinador de igualdad), pero lo cierto es que la formación inicial también deja mucho que desear.

Lo sabe bien Amparo Alonso-Sanz, profesora de Didáctica de la Educación Plástica y Visual en la Universidad de Valencia, obligatoria en 2º para el grado de maestro de Primaria. Sin embargo, ella trata de corregirlo en sus clases, de sensibilizar a sus alumnas y alumnos como un día hicieron con ella en la facultad de Bellas Artes.

Así, este curso han podido ver cómo “la homofobia y el comportamiento machista son las dos caras de la misma moneda, parten del mismo origen”.

El detonante fue una visita a la exposición de la pareja Cabello / Carceler en el IVAM. A partir de ella reflexionaron sobre qué situaciones les colocaban a ellas (la mayoría del alumnado son chicas) en situación de desigualdad de género: “Es curioso, al principio ninguna reconocía que sufriera ningún tipo de discriminación, pero comenzamos a desgranar qué se espera de una maestra, de un maestro, por qué no hay el mismo número de maestros en Infantil y Primaria, por qué los equipos directivos son mayoritariamente masculinos en un mundo de mujeres… y a detectar comportamientos machistas y micromachismos”.

Aquello fue solo el principio. Por equipos, eligieron la técnica más adecuada para seguir reflexionando a través del arte. Muy reveladora fue la performance, de un día de duración, en que compañeros compinchados se dedicaron a hacer comentarios machistas, o a adoptar actitudes machistas, ante la pasividad del resto de la clase. “Fue muy potente, les sirvió para visibilizar hasta qué punto conviven con ello en su día a día sin reaccionar, y logré el grado de compromiso que esperaba y despertar su mirada, adormecida por la educación reglada”, explica Alonso-Sanz, que reconoce que el hecho de que estos contenidos apenas tengan su reflejo en el currículo “genera temor en los futuros maestros y maestras sobre cómo afrontarlo en sus clases y la respuesta de los padres”.

El día a día en el aula

“Para nosotros, la perspectiva de la coeducación es muy importante, la tenemos en cuenta en nuestro día a día, cada minuto del día… Somos una escuela rural muy pequeñita, con 32 alumnos y cinco profesores, y todos lo tenemos muy interiorizado como una parte de nuestra identidad”, nos explica Kalen Arce, del colegio de Albárzuza, en Navarra. “Tanto, que ante un texto, por ejemplo, son las mismas niñas de cinco o seis años las que nos preguntan, “¿Pero por qué no estamos? ¿Por qué no nos ponen a nosotras?”.

En la misma línea trabajan en el colegio Gloria Fuertes de Alcázar de San Juan (Ciudad Real), que ya allá por 1999 fue premiado por el Ministerio de Educación por educar en igualdad. Vicente Montiel, maestro de Infantil, nos explica cómo este fue uno de los principios pedagógicos y sociales del colegio desde que se abrió el centro, en 1995, y se redactó su proyecto. Además, de la mano del ayuntamiento y junto con otro centro trabajan ahora en un proyecto integral de barrio sobre coeducación, incluyendo el matiz de la diversidad cultural: “Partimos de que los modelos que recibe el alumnado no son siempre coeducativos, intentamos intervenir y modificar”.

En su etapa, por ejemplo, han visto a qué juegan los niños y las niñas, qué hacen los papás y las mamás, quién hace las tareas domésticas, quién plancha, quién limpia, quién barre, quién friega. “Aquí la respuesta era siempre ‘mamá’, y a veces papá ayudaba, por eso surgió un taller de plancha, pero quienes planchaban eran los padres, un taller en que se barría y se limpiaba la clase… También en clase jugábamos a planchar, a limpiar la mesa, a barrer, y una vez a la semana cada uno se limpiaba sus zapatos… con lo que trabajábamos su autonomía personal, su cuidado y, también, la coeducación”, ilustra Montiel.

Los cursos y proyectos

Si desde 2000 el MECD ofrece el curso tutorizado en línea Coeducación: dos sexos en un solo mundo, además acaba de lanzar, a través del INTEF, la primera edición del MOOC Educar en igualdad , que lograba, en 48 horas desde que se abrió la inscripción, 1.119 inscritos, lo que, según el Ministerio, “demuestra un elevado interés por este curso”, en modalidad abierta y en línea, y gracias a un convenio de colaboración con el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

Otras iniciativas, como el proyecto piloto NOA, promovido por Psicólogos sin fronteras, con la financiación de Fundación Telefónica y la colaboración del área de educación para el desarrollo de la AECID, también vienen respaldadas por su buena acogida.

De momento en cinco centros públicos de Madrid, con NOA (de No Agresión) se pretende, según una de sus coordinadoras, Nuria Cordero, “dotar a los niños de herramientas alternativas al comportamiento violento”.

Fue en su trabajo desde 2010 en el programa psicoeducativo para condenados por violencia de género, de 21 a 63 años, donde a Cordero le surgió la idea: “Me decían: ‘Esto lo tenía que haber aprendido yo cuando tenía 10 años’”. Convencida de que frente a la violencia machista es necesario intervenir a edades tempranas, ahora trabajan en sesiones a partir de 5º de Primaria, en las que se centran en la comunicación, la asertividad, el respeto, la empatía… la inteligencia emocional. También trabajan en FP (Integración social, Animación cultural y turística y Educación Infantil), para dotar también de información y pautas a personas que trabajarán con niños. Y con los docentes y con las familias.

“Convenzo a los niños de que lo que aprendemos -la escucha activa, la ayuda, la empatía- hay que entrenarlo todos los días”, explica Cordero, para quien “los niños de hoy tienen muchos conocimientos, mucho acceso a la información, pero no tienen tanta educación para ser capaces de decir cómo se sienten, y la falta de expresión de emociones puede estar detrás de la violencia, que se convierte en un atajo para lograr lo que uno quiere”.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/02/10/escuelas-libres-de-violencias-machistas/

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