La oleada de manifestaciones de los últimos domingos en Brasil, exigiendo la salida del presidente Jair Bolsonaro, marcan una nueva etapa para los sectores populares organizados, que están saliendo de un extenso período de defensiva. La configuración social y política de estas movilizaciones muetra cambios profundos en la realidad del país.
Según todos los análisis y descripciones disponibles, las recientes manifestaciones contra el presidente son más numerosas que las de sus defensores, algo realmente inédito ya que Bolsonaro consigue movilizar grupos relativamente pequeños pero muy activos y agresivos. En algunas ciudades como Sao Paulo, el domingo 14 los bolsonaristas apenas consiguieron un centenar de personas en su convocatoria.
La segunda cuestión es que la mayoría de los movilizados en el campo popular contra el racismo y el fascismo, son jóvenes negros y, como señala un interesante análisis del sociólogo Rudá Ricci, en ciudades como Belo Horizonte asistieron además trabajadores de la limpieza urbana, de pequeños comercios como farmacias y panaderías, y habitantes de la periferia.
“Son jóvenes, salieron a la calle porque salen todos los días. Y continuarán saliendo. Enfrentan a la Policía Militar desde hace tiempo, en sus barrios, en las favelas, en los partidos de fútbol. Conocen esta violencia institucional desde niños”, destaca el sociólogo (https://bit.ly/2C9VI60). Debería agregarse que están saliendo muchas mujeres jóvenes, a la par de los varones.
La tercera cuestión es que las consignas son más radicales, muchas se esbozan por primera vez en las calles, visibilizando la cultura negra y popular de las periferias. La crítica radical al racismo va de la mano de la denuncia al autoritarismo del gobierno Bolsonaro. Atacan lo que consideran como “racismo estructural”, que arranca en la esclavitud y se perpetúa desde hace cinco siglos, y no se resuelve con “cuotas de color” para el ingreso a las universidades.
Enarbolan un antirracismo que es a la vez anticapitalista y, cuando aparecen las mujeres negras, anti-patriarcal. A mi modo de ver, este es un punto central de lo que viene sucediendo en Brasil, que representa un quiebre con el pasado inmediato, cuando el sector activo de la población negra se identificaba con el proyecto de Lula y del Partido de los Trabajadores (PT).
La cuarta cuestión es la decisiva. El sociólogo Ricci, que no es ni radical ni autonomista sino que fue activo militante del PT e investigador en el movimiento sindical, señala: “¿Qué pasa con la izquierda tradicional? ¿Cómo viene actuando?”. Se responde: “Con cobardía extrema. Se trata de una izquierda desconectada del mundo real, enfocada en los valores de la época del lulismo”.
En efecto, en las manifestaciones participaron de forma destacada las hinchadas organizadas de los equipos de fútbol agrupadas en la asociación ANATORG (https://anatorg.com.br) y el grupo Somos Democracia, además del Frente Povo Sem Medo, el MTST (Movimiento de Trabajadores sin Hogar) y el CMP (Central de Movimientos Populares), todos identificables como izquierda radical.
Están irrumpiendo también nuevas organizaciones de abajo, como el Frente de Movilización de la Maré, el mayor complejo de favelas de Rio de Janeiro con 120 mil habitantes en 16 barrios, creado por comunicadores populares jóvenes al comienzo de la pandemia (https://bit.ly/3d5xFC2).
La izquierda institucional desertó de las calles por pequeños cálculos electorales, a la que la población negra organizada denomina “izquierda blanca de clase media”, llegando en algunas ciudades como Belém a llamar a no acompañar las manifestaciones. Una izquierda que se limita a hacer “un juego estético” de peticiones online por whatsap, con poca o ninguna práctica incisiva en el mundo real.
Las dos conclusiones más importantes del breve análisis de Ricci, quien participó en las decisivas jornadas de Junio 2013, abordan tanto el repliegue de esa izquierda como la renovación en marcha. Los cinco partidos de izquierda (PT, PCdoB, PSB, PSOL y PDT), cuentan con una quinta parte de los concejales y alcaldes de Brasil, lo que define como “un ejército político”. De ahí procede su temor y su cobardía, como atestigua la historia mundial de la izquierda, cuando se la traga el juego institucional.
Por eso, la renovación de las izquierda vendrá de abajo y, aunque no hay nada seguro, serán personas y colectivas“más curtidas por la vida, menos clase media, menos blancas y menos masculinas”.
América/ Estados Unidos/17/06/2020/Autor: Ramiro Giganti/Fuente: ANRed
En el marco de las masivas movilizaciones en todo el mundo contra el racismo y la represión policial tras el asesinato de George Floyd, Seattle volvió a ser sede de luchas en innovaciones. La misma ciudad que a finales del siglo pasado fue un símbolo de rebeldía y que dio inicio a las luchas globales durante la cumbre de la OMC en 1999, hoy tiene una zona “libre de policía” ocupada y autogestionada por manifestantes.Donald Trump, enfurecido, amenaza a las autoridades locales con mandar al ejército, mientras una estatua de Lenin permanece erguida en un parque de esa ciudad.
“Se debe terminar la toma de Seattle ahora!” Donald Trump.
Parte de la ciudad se encuentra tomada por manifestantes. Zonas “Libre de policías” dan su entrada rodeadas de barricadas. En su interior predominan los murales y la variedad de colores. Se autogestionan recursos y se realizan proyecciones en la calle.
Luego de otra movilización, un grupo de manifestantes se hicieron con el control de una zona del barrio de Capitol Hill, la que fue denominada como “zona autónoma”. Pusieron barricadas en las calles e instalaron carpas para medicinas y alimentos. Los manifestantes en Seattle pidieron reformas policiales (en algunos casos directamente su desmantelamiento), además de medidas en educación, laborales y de reinserción en las prisiones. La zona ocupada de Seattle, había sido escenario de continuos enfrentamientos a la represión policial desde que comenzaron las protestas. Allí surgió el CHAZ (Capitol Hill Autonomous Zone).
“Estas entrando al libre Cap Hill” dice el cartel en uno de lso accesos a la zona libre. Foto: David Ryder/Getty Images
La zona abarca varias cuadras del barrio Capitol Hill, donde docenas de personas acuden para escuchar a los oradores que piden una reforma policial, justicia racial y compensación para los grupos de indígenas norteamericanos en cuyas tierras se fundó la ciudad de Seattle. Los vecinos buscan mostrar un ejemplo de una comunidad sin policía y tienen tres demandas: retirarle fondos a la policía, usar ese dinero para invertir en servicios y salud comunitaria y retirar los cargos penales contra los manifestantes.
Durante el fin de semana, la policía había sido muy criticada por los miembros del ayuntamiento y otros funcionarios electos. Desde que la policía moderó sus tácticas, las manifestaciones fueron en su mayoría pacíficas. En los primeros días de movilizaciones tras el asesinato de George Floyd, la policía intento detener a un manifestante apoyando la rodilla sobre su cuello de la misma manera que Derek Chauvin había asesinado a Floyd, mientras eso ocurría era filmado y repudiado por manifestantes. Ante la presión, pocos segundos después, retiró su rodilla.
Mientras tanto crece la tensión entre Donald Trump y los gobiernos regionales que son de distinto signo político (Demócratas). Mientras el presidente enfurecido amenaza con mandar al ejercito y hace pública su bronca en redes sociales, tanto la alcaldesa de Seattle como otras autoridades regionales se encuentran en una situación ambigua, por la presión de su población y la incapacidad para dar soluciones de fondo.
El candidato presidencias por el parido demócrata Joe Biden se pronunció a favor de pequeñas modificaciones en el ejercicio represivo con el fin de salvar a la institución. En esa contradicción se encuentra el partido que perdió las elecciones frente a Donald Trump, algo que no sucedió en Seattle, donde tampoco Clinton había sido la preferida de los demócratas ya que había sido derrotada de manera aplastante por Bernie Sanders en las primarias.
Seattle es también un foco rebelde en relación al bipartidismo que predomina en Estados Unidos. Desde 2014 Kshama Sawant es concejal de la ciudad habiendo logrado un hecho histórico en las elecciones de 2013: fue la primera vez que una candidatura abiertamente socialista logra una banca en décadas. Sawant logró continuidad en las elecciones siguientes, y actualmente es parte de los debates institucionales en la ciudad. Actualmente Trump sostiene que “la ciudad está ocupada por anarquistas”.
Mientras desde el gobierno local y la policía intentan generar divisiones entre manifestantes criminalizando a un sector, Sawant refutó el jueves las versiones de que los manifestantes están recurriendo a la violencia o la intimidación en el área de Capitol Hill, y dijo que era más como una especie de festival callejero con discusiones políticas y percusionistas. “La derecha ha estado propagando rumores de que hay algún tipo de ilegalidad y crimen en la Zona Autónoma de Capitol Hill, pero es exactamente lo contrario a eso”, declaró. La concejal agregó que quiere que la comisaría se “convierta en un recurso público que realmente será útil para la sociedad”.
Tres décadas en rebeldía
“Si alguno de ustedes, de alguna manera, odia a los homosexuales, a la gente de diferente color o a las mujeres, háganos un favor: déjenos en paz. No vengan a nuestros shows y no compren nuestros discos” Kurt Cobain
Desde el fin del mundo bipolar ,con la caída del muro de Berlín y la Unión Sovietica, donde un pensamiento único parecía imponerse sin ningún tipo de resistencia, en una cuidad algunos gritos se empezaron a oponer a los primeros atropellos de la ultima década del siglo XX. En enero de 1991, Estados Unidos invadió Iraq sin ningún contrapeso en la comunidad internacional. La “Guerra del Golfo” fue televisada sin debates ni cuestionamientos. Atrás parecía haber quedado un pasado de sueños e ideologías, de jóvenes que se movilizaban contra la guerra de Vietnam, por los derechos civiles o directamente contra el capitalismo. Sin embargo, el 14 de enero de 1991, mas de dos mil personas se manifestaron en contra de esa invasión en Seattle.
El número de manifestantes parece bajo en relación a otros procesos, pero fue, probablemente, la mayor movilización de aquel entonces. Dos días después Estados Unidos invadió Iraq. Testimonios de aquella movilización caracterizaban una depresión e impotencia ante una coyuntura inevitable, pero también de unidad entre esas personas. Esos jóvenes deprimidos que ya no serían protagonistas del estado de bienestar, sino que, a pesar del privilegio de vivir en el primer mundo, enfrentarían una coyuntura de mayor precarización laboral encontrarían en la voz de distintos cantantes de bandas surgidas en Seattle una representación de esa decepción.
Foto de la movilización contra la guerra del golfo el 14 de enero de 1991 en Seattle. Phil H. Webber / Seattle Post
La ciudad de Seattle haría publica su voz algunos meses después con la explosión masiva de lagunas de las mas representativas bandas de Rock de la década. Con el éxito masivo de bandas como Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden o Alice in Chains, la juventud del mundo empezaba a escuchar nombrar a esta ciudad. En la actualidad cualquier persona de entre 20 y 50 años probablemente tenga a la figura de Kurt Cobain o cualquiera de estas bandas como primera asociación al escuchar mencionar a la ciudad.
Pero detrás del éxito masivo de de estas bandas existe un circuito under previo a esta explosión. Desde el sello independiente Sup/Pop que se dio a conocer justamente luego del éxito de Nirvana por haber patrocinado su primer disco, titulado “Bleach”, hasta toda una movida de radios independientes que acompañaron este proceso de manera subterranea. Desde Sub/Pop hasta el mas actual KEXP, una radio de Seattle que sostiene presentaciones de bandas independientes y consagradas en vivo, la ciudad mantiene una tradición cultural, no libre de ser resignificada por el mercado, pero que permanentemente renueva también su protesta.
En estas idas y vueltas las derrotas parecen no ser eternas. En 1993, en pleno auge de las bandas de Seattle, el segundo álbum de Pearl Jam titulado Versus, batió record de ventas en su primer semana de lanzamiento. En ese disco, cuyo titulo simbolizaba disputas que la banda con la discográfica, hay una canción titulada “W.M.A.: Policeman” (la sigla W.M.A signifca “White Male American”, es decir “macho blanco americano”, por lo que el nombre seria: “Macho blanco Americano -Policía-“) la canción es un mensaje en contra de la represión policial y el racismo, Eddie Vedder reveló en una entrevista que se inspiró para escribir la canción cuando, al salir a la calle para tomar un descanso durante las sesiones de grabación, él mismo presenció cómo varios policías golpeaban a un joven afroamericano frente a sus ojos. De inmediato regresó al estudio enfadado e impotente y comenzó a escribir la letra.
Tras el suicidio de Kurt Cobain, todo parecía cooptado por el sistema. De una forma algo moderada Pearl Jam siguió cuestionando el sistema. En 1994 inició una batalla contra la megaempresa Ticketmaster que monopolizaba la venta de entradas a grandes conciertos. La banda, a pesar del éxito comercial, mantuvo la critica en las letras sus canciones. Este año lanzó su último disco con la critica al cambio climático como eje. También tuvo voz en diversas cuestiones de genero apoyando el derecho a decidir de las mujeres y criticando la violencia machista, llegando incluso a expulsar a un espectador que estaba golpeando a una mujer durante un concierto.
Con el “devenir moda” de esa escena cultural, y el posterior suicidio de Kurt Cobain, la disputa cultural parecía perdida en Seattle. Sin embargo en 1999Seattle recuperaría el protagonismo en las movilizaciones contra la cumbre de la OMC. siendo esta la primera de una serie de movilizaciones de resistencia global que se darían los años siguientes en distintas partes del mundo. Cumbres de la OMC, el Banco Mundial, el G8 entre otras, encontrarían sus resistencias en ciudades como Praga, Melbourne,Barcelona o Génova.
Allí, durante las movilizaciones de 1999, en Seattle se formo la red Indymedia: un ícono de los medios alternativos en todo el mundo. Del plano cultural de buscar independencia artística, lo que se ve en 1999 es dar un paso para ir por todo: ya no solo expulsar al mercado de los aconteceres culturales sino de las vidas de las y los jóvenes disconformes frente a un sistema injusto.
Si de derrotas y el resurgir de las rebeldías se trata, esta ciudad tiene una interesante historia. Desde hace tres décadas se habla del supuesto “fracaso del comunismo” de su derrota. Si dicha derrota es eterna ¿por qué hay quienes acusan a todo lo que les desagrada de comunista? ¿Good Bye Lenin?
Lenin en Seattle
La estatua de Lenin en Seattle. Foto viralizada en redes sociales esta semana.
En el barrio de Fremont reside desde hace mas de 25 años una escultura creada por el artista búlgaro Emil Venkov en 1981 por encargo del Partido Comunista de Checoslovaquia. Fue terminado y puesto en exhibición en la Checoslovaquia comunista en 1988, un año antes de la Revolución de Terciopelo de 1989. En 1993, la estatua fue comprada por un estadounidense que la había encontrado acostada en un depósito de chatarra.
La obra de Venkov no es la clásica imagen dogmática que muestra a un Lenin educador con un libro en sus manos, sino que lo presenta con una postura desafiante: es el Lenin de la revolución, no el idolatrado por autoridades de estados burocráticos luego de su muerte. La estatua fue creada en el contexto de un modelo que se estaba cayendo y fue polémica desde su inauguración en el este europeo. Hay versiones que interpretan una intención de protesta por parte de Venkov, la intención de retratar a Lenin como un portador de la revolución, en contraste con las representaciones tradicionales de Lenin como filósofo y educador. La obra fue terminada e instalada en Poprad, Checoslovaquia (ahora Eslovaquia), en el año 1988 a un costo de 334,0000 coronas checas(equivalente a 190.000 dólares en 2017), poco antes de la caída del régimen. De algún modo la obra fue parte de esa caída.
Hoy esa obra está en Seattle, y puede ser pensada como una expresión actual de critica a un sistema fracasado y opresor. Está ahí, ocupando un lugar polémico, está nuevamente en la lucha. Mientras hay quienes la repudian por ser un referente del comunismo (sin tener mucha de idea de lo que eso significa) muchos jóvenes se sacan fotos con él. La estatua ha sobrevivido a numerosos momentos en los que pudo haber desaparecido y sigue ahí. Mientras en Estados Unidos caen las estatuas comerciantes de esclavos o símbolos del colonialismo, la escultura del autor de “imperialismo: fase superior del capitalismo” permanece erguida sin propietario ni patria.
En 1993, Lewis E. Carpenter, un profesor de Inglés originalmente de Issaquah, Estado de Washington (cuya capital es Seattle) , encontró en Poprad, una ciudad en el norte de Eslovaquia, una escultura monumental acostada en un depósito de chatarra con un hombre sin hogar que vive dentro de la estatua hueca. El sistema que venía a ofrecer una vida mejor frente a la opresión del estado burocrático Checoslovaco, había dejado abandonada, no solo a esa escultura, sino al ser humano que dormía dentro de ella por no tener un techo donde alojarse. La estatua estaba destinada a ser cortada para vender el bronce que tenía encima. Carpenter se interesó en la compra de la estatua para preservar su valor histórico y artístico. Para ello se acercó a los funcionarios de la ciudad con la afirmación de que a pesar de su impopularidad, la escultura era todavía una obra de arte que vale la pena preservar, y se ofreció para comprarla por 13.000 dólares (equivalente a 20.000 en 2017). Después de obstáculos burocráticos, firmó un contrato con el Alcalde de Poprad el 16 de marzo de 1993. Tras nuevos procesos burocráticos, la estatua fe cortada en tres partes para su traslado viajando primero a Rotterdan, pero luego ir hacia Estados Unidos. El costo del traslado fue mayor a lo abonado pro la estatua:40.000 dólares(equivalente a 70.000 en 2017). La estatua llegó en Issaquah en agosto de 1993, Carpenter había previsto instalar enfrente de un restaurante eslovaco, pero murió en un accidente de tránsito en febrero de 1994, mientras se desarrollaba el debate público sobre si se debe mostrar la estatua en Issaquah, que terminó en el rechazo de los residentes de la urbanización.
Nuevamente el destino de la estatua era ser vendida para su fundición. El responsable de la fundición, Peter Bevis, buscó en su lugar para mostrar la estatua en Fremont, Seattle y acudió a la Cámara de Comercio de allí para poseer la escultura hasta que se encuentre un comprador. La estatua fue presentada el 3 de junio de 1995, en la esquina de Evanston North Avenue y la calle 34 Norte en la propiedad privada, a una cuadra al norte de otra obra representativa de la Guerra Fría fuselaje del cohete, otra atracción artística de Fremont. En 1996 la estatua se mudó a dos cuadras de allí. La estatua, actualmente en un fideicomiso, sigue sin ser vendida a la espera de un comprador. Se estima que tiene un precio por arriba de los 200.000 dólares, y con el pasar de los años se fue convirtiendo en una atracción turística de la ciudad. Desde hace algunos años suele ser decorada pro sus vecinos. Hubo quienes la vandalizaron y se pronunciaron en contra de ella, pero cada vez son mas quienes la visitan. Actualmente una foto de la estatua rodeada de jóvenes se viralizó en redes sociales mientras otras de traficantes de esclavos o racistas locales se derrumbaron.
Está ahí, molestado, provocando a quienes durante siglos convivieron en paz con el racismo y avalaron las guerras en nombre de la “libertad”. Está allí para asustar, como insinuando que nuevamente “un fantasma recorre el mundo”, ese fantasma que mientras infringió miedo obligo a quienes gobiernan occidente a ceder ante las luchas obreras permitiendo conquistas laborales, pero que en los últimos 30 años, ante su ausencia, algunas de esas conquistas se perdieron.
Está ahí logrando exhibir la hipocresía de quienes señalan los reales crímenes cometidos por el estalinismo mientras defienden las crímenes de occidente, sus guerras y dictaduras impuestas por Estados Unidos en todo el mundo. Mientras el presidente, que dejó morir a mas de 100.000 habitantes por no tomar medidas contra la pandemia del Covid-19, amenaza con mandar el ejercito para negar el derecho a los habitantes de esta ciudad a intentar vivir de otra manera, sin policías ni violencia estatal.
Fuente e imagen: https://www.anred.org/2020/06/14/seattle-la-ciudad-rebelde-que-experimenta-vivir-sin-policia/
América del Sur/Argentina/14-06-2020/Autor(a) y Fuente: www.diariodecuyo.com.ar
En la mañana de este viernes, miembros de la Asociación de Jardines Maternales y Primera Infancia se manifestaron y pidieron retomar la actividad.
Con globos, carteles y bocinas, dueños y trabajadores de jardines maternales de la provincia se manifestaron por las calles de San Juan este viernes por la mañana. Su pedido: retomar la actividad tras casi 3 meses sin poder trabajar debido a la pandemia por coronavirus. Según informaron, ya cerró casi el 30 por ciento de los jardines y los que puedan volver a trabajar tendrán que rearmarse.
“La idea del reclamo es poder volver a trabajar. En San Juan se han reanudado muchas actividades, los papás han vuelto a trabajar y a ellos les surge la necesidad de que vuelvan los jardines maternales, así como nosotros tenemos la necesidad de trabajar”, destacó Bárbara Caturla, miembro de la Asociación de Jardines Maternales y Primera Infancia (Ajampi) en la provincia, quien participó de la manifestación en caravana de autos que se movilizó desde la plaza 25 de Mayo hasta Casa de Gobierno.
Y agregó que “en la asociación estamos reunidos 25 jardines maternales y de ellos ya cerraron definitivamente 6. Hay otros casos, como el mío, en que hemos tenido que dejar de alquilar el edificio en el que trabajábamos y cuando vuelva la actividad tendremos que alquilar algún espacio nuevo”.
A la vez explicó: “Hay que tener en cuenta que llevamos meses sin trabajar y, por más que quienes nos alquilan nos digan que podemos pagar en cuotas, no podemos seguir tomando deuda a futuro porque no vamos a poder hacer frente a todo. Sabemos también que la matrícula con la que vamos a volver va a ser mucho más reducida. Porque vamos a trabajar con grupos pequeños para poder tomar las medidas de prevención necesarias que están estipuladas en el protocolo que hemos ido armando durante la cuarentena. No hemos dejado un solo momento de informarnos, capacitarnos, queremos volver a trabajar tomando todos los recaudos necesarios”.
Cabe recordar que hace un par de semanas, dueños de los jardines maternales habían presentado ante las autoridades de Gobierno su protocolo para regresar a la actividad. Entre las medidas estipuladas se cuentan detalles como mantener la distancia mínima de 2 metros entre las personas; no dar la mano, abrazar o besar a otras personas; no compartir vajilla y utensilios; y evitar reuniones de padres en espacios cerrados del establecimiento. Además del uso permanente de tapabocas y la higiene constante de manos y superficies.
América del Norte/ 02.06.2020/ Fuente: www.elconfidencial.com.
La primavera del coronavirus está dando paso en apenas una exhalación a un nuevo «Verano de la Ira». La ira de los afroamericanos y la sociedad estadounidense en general contra la violencia sistémica contra las personas negras, destapada con la muerte -ya declarada homicidio- del afroamericano Geoge Floyd a manos de un policía en Mineápolis. Desde ese primer foco en el estado de Minesota, se han ya extendido a prácticamente todo el país, registrándose manifestaciones y protestas en más de un centenar de ciudades y casi todos los estados, en las ya ocho noches que se prolonga la tensión racial en EEUU. Aunque no hay datos oficiales todavía, según el historiador Douglas Brinkley a la CNN, EEUU está viviendo la ola de protestas más intensa “desde el asesinato de Martin Luther King Jr en 1968”.
Las palabras del presidente Donald Trump la noche del lunes, que se dirigió a la nación catalogando a los disturbios como «actos de terrorismo doméstico» y amenazando con desplegar al Ejército dentro del propio país si los alcaldes y gobernadores no movilizaban las fuerzas de la Guardia Nacional en suficientes números como para acabar con las protestas, no han impedido que la noche del lunes al martes se violara el toque de queda en más de una decena de ciudades tanto para vigilias en memoria de Floyd (en el lugar de su homicidio a manos de un policía en Mineápolis) como en lo que más tarde ha degenerado de nuevo en disturbios o saqueos.
Leyenda
En rojo, las ciudades donde se han producido protestas y manifestaciones por la muerte de George Floyd en la última semana.
En negro, vídeos, fotografías y ejemplos más importantes de los estallidos de violencia y disturbios durante las manifestaciones. Los vídeos y las imágenes son ampliables.
En azul, estados donde se han desplegado tropas de la Guardia Nacional para intentar controlar las protestas.
«Hoy he recomendado encarecidamente a los gobernadores que movilicen la Guardia Nacional en números suficientes para que dominemos las calles. Alcaldes y gobernadores deberán establecer una presencia abrumadora de agentes del orden hasta que la violencia sea frenada. Si una ciudad o un estado se niegan a tomar las acciones necesarias para defender la vida y la propiedad, desplegaré el Ejército de EEUU y resolveré rápidamente su problema», amenazó Trump el lunes.
130 ciudades, 21 estados en alerta
La de este lunes al martes se trata de la octava noche consecutiva de protestas, que desafían las cada vez más medidas impuestas por los estados y alcaldes para intentar controlarlas. Más de 40 ciudades, incluidas Washington DC. y Nueva York, han impuesto toques de queda nocturnos a partir de las 19:00 hora local, y al menos 21 estados (de 52) han desplegado tropas de la Guardia Nacional para intentar controlar a los manifestantes y estallidos de violencia. Varios estados (Arizona, Texas y Virginia) han declarado además el estado de emergencia o de desastre, que da a la policía más poderes.
En total, se han celebrado manifestaciones en más de 130 ciudades de prácticamente toda la geografía de EEUU. A nivel nacional, se han producido más de 4.400 detenciones.
Mientras que durante el día la mayoría de las protestas se han mantenido pacíficas, aunque con múltiples ejemplos de violencia y abuso policial contra los manifestantes registrados en vídeo o incluso por las cámaras en directo de los medios de comunicación [puedes ver algunos ejemplos en el mapa superior, en los puntos de color negro] por las noches se han desatado disturbios que han llegado incluso hasta las puertas de la Casa Blanca. En todo el país han ardido comisarías (en Mineápolis), negocios y coches de policía. Las culpas han volado lado a lado: Trump ha apuntado -sin ofrecer pruebas- al movimiento «antifa», catalogándola de «organización» y amenazando con declararla grupo terrorista, mientras que voces demócratas en los estados más afectados han señalado -también sin pruebas- a «agentes del fuera [del estado]» y a «supremacistas blancos».
Los medios de comunicación han sido en esta ocasión víctimas recurrentes. A la detención durante los primeros días de las protestas de un periodista negro de la CNN y el resto de su equipo en directo en Mineápolis, se han añadido nuevos arrestos en varias ciudades y varios incidentes de violencia policial: en Louisville, una reportera y su cámara recibieron disparos de proyectiles no letales de un policía que apuntó directamente hacia ellos (grabado y retransmitido en directo) y en Mineápolis una fotorreportera recibió un disparo de bala de goma en el ojo [puedes encontrar esos y otros ejemplos en el mapa]. También se han producido ejemplos de violencia entre los manifestantes: en Washington DC un periodista fue agredido por la multitud con su propio micrófono y las oficinas de la CNN en Atlanta también fueron atacadas en los disturbios.
Con el recrudecimiento de las protestas, empiezan a contarse las víctimas mortales. La madrugada del lunes la policía de Louisville (Kentucky) mató a disparos a un hombre que se manifestaba en la ciudad. Según la versión de la policía, los agentes respondieron a disparos contra ellos mientras intentaban dispersar una protesta. El jefe de policía de Louisville ha sido despedido tras el incidente. Se trata de la última víctima durante las protestas, que ya suman (según un conteo de medios locales) al menos 7 personas en Indianápolis, Chicago, Louisville, Detroit o St Louis.
Cronología de las protestas
25 de mayo: George Floyd muere bajo custodia policial
26 de mayo: Primeras protestas en Mineápolis (estado de Minesota), la policía utiliza gas lacrimógeno contra los manifestantes. Los cuatro agentes implicados en la muerte de Floyd son despedidos.
27 de mayo: Las protestas se extienden a otras ciudades, como Menfis o Los Angeles.
28 de mayo: Minesota moviliza a la Guardia Nacional.
29 de mayo: Arrestan a Derek Chauvin, el agente que mató a Floyd. Los cargos son homicidio en tercer grado. Paralelamente, el presidente Donald Trump tuitea amenazando con «disparos» si continúan los saqueos. Horas después, Twitter oculta el tuit por «glorificación de la violencia». Esa noche, las protestas se multiplican en las principales ciudades del país, incluido Washington DC, donde los manifestantes llegan hasta la Casa Blanca. Primer muerto en Detroit.
31 de mayo: Muchas ciudades empiezan a aplicar toques de queda. Otros estados movilizan también a la Guardia Nacional. Los muertos por disparos en las protestas suben ya a seis.
1 de junio: Donald Trump amenaza con desplegar el Ejército en el país si los estados no movilizan a la Guardia Nacional para acabar con las protestas.
Fuente de la noticia: https://www.elconfidencial.com/mundo/2020-06-02/mapa-protestas-george-floyd-estados-unidos_2619428/
América del Norte/México/03-05-2020/Autor: Antonio Heras/Fuente: www.jornada.com.mx
Representantes de trabajadores y activistas sociales protestaron en el Centro Cívico de Mexicali por la decisión del gobierno de Baja California de autorizar la reapertura de unas 35 maquiladoras a partir del lunes 4 de mayo, justo en la fase crítica del Covid-19. Los manifestantes exigieron a la Federación filtros sanitarios en la frontera con California, antes de que se colapse el sistema de salud de la entidad mexicana.
Ignacio Gastélum, maestro integrante del movimiento de Resistencias Unidas, se pronunció porque los trabajadores se queden en sus casas hasta controlar la pandemia y criticó la reapertura de las empresas manufactureras con el pretexto de formar parte de la cadena de suministro de insumos de productos esenciales.
En un manifiesto, el Congreso del Trabajo, los Comités de las colonias Independencia y Cerro Prieto 2, Diálogo de Trabajadores y Jóvenes y la comunidad Baja California Resiste, acusaron a los empresarios, en particular a los propietarios de las maquiladoras, de resistirse a dejar que sus trabajadores respeten la cuarentena, a pesar de la inminencia del pico de la epidemia.
En especial las fábricas que producen para empresas estadunidenses con el argumento de que son esenciales para mantener las cadenas de valor. Para ellos primero es la ganancia y no la vida de las y los trabajadores, señala el texto.
Apuntaron que el gobernador Jaime Bonilla y el secretario de Economía Sustentable, Mario Escobedo, “tomaron una decisión criminal al permitir la reactivación de al menos 35 compañías, con el argumento de que los trabajadores están más seguros dentro de las empresas.
Carlos Maya Quevedo, presidente del Congreso del Trabajo y dirigente del Sindicato Único de Trabajadores del Issstecali, recordó que hace dos meses Estados Unidos cerró sus fronteras a los turistas y sólo permite el paso por las garitas internacionales por cuestiones de trabajo y salud.
El médico traumatólogo advirtió que aún es tiempo de instalar filtros sanitarios, pues Baja California está en la fase crítica de la pandemia y se ubica en los primeros lugares de muertes y contagios de Covid-19.
En los 190 kilómetros de frontera de México con California hay seis garitas internacionales en las que solo se permite el acceso a ciudadanos estadunidenses residentes en California o a turistas en casos especiales y justificados. Incluso las operaciones nocturnas de tres garitas están cerradas. Pero hacia BC los puertos fronterizos están abiertos.
Antes de la pandemia por el coronavirus la situación de la mayoría de las trabajadoras y los trabajadores, las/os regularizadas/os o las/os que no lo están, las/os activas/os y pasivas/os, era grave, en términos de ingresos y acceso a derechos. Es una característica de este tiempo del capitalismo y la ofensiva capitalista, neoliberal, construida desde la salida de la crisis de los setenta del siglo pasado, que se manifiesta en caída de los salarios e ingresos populares, flexibilización y precariedad laboral, con empobrecimiento ampliado de los de abajo. La tendencia, más allá de algunos intentos por contener los regresivos efectos sociales, en el país y en el mundo, confirma un retroceso en las condiciones de vida de la mayoría social por casi medio siglo, y con impacto negativo sobre la naturaleza, afectada por el extractivismo exacerbado y el saqueo de los bienes comunes.
Esa “normalidad” no nos satisfacía y no queremos a ella volver, sin embargo, la presencia del virus corona y agrava los efectos regresivos sobre la población empobrecida, incluso, afectando a sectores de ingresos medios y altos, que claman contra ciertas medidas preventivas de aislamiento. El tema es el cierre parcial, bastante extendido, de esferas de la producción y la circulación de bienes y servicios, con su impacto limitante en el acceso a la satisfacción de necesidades elementales. Volver a la normalidad es el reclamo que se instala en cierto “sentido común”. Nos parece interesante discutir el tema relativo a que “normalidad” es aquella a la que se pretende volver. Por ejemplo, en aras de la “normalidad” se negocian salarios a la baja para mantener empresas, afectando desde el 30 al 70% de los ingresos salariales previos a la pandemia. Es sin duda un ajuste, tal y como ocurre con el ascenso de los precios, especialmente de los alimentos, medicamentos y otros bienes y servicios que integran la canasta básica. Para el caso argentino, más allá del congelamiento de tarifas y combustibles, entre otras disposiciones para evitar subas de precios, la última medición del INDEC explicita una nueva escalada de una inflación que venía en retroceso desde diciembre 3,7%; enero 2,3%; febrero 2% y que escala en marzo con el 3,3%[1], incorporando nuevas incertidumbres sobre el futuro cercano.
La política pública asistencial en materia de alimentos y de ingresos monetarios intenta morigerar los efectos dramáticos sobre una mayoría empobrecida, que no puede resolver en la emergencia la reproducción de una cotidianeidad de subsistencia. Un tema adicional son los problemas logísticos del abastecimiento que no llega a todos los territorios, e incluso, se agrava con la evidencia de compras amañadas y sobreprecios. Por ello, no debe sorprender que ante las insatisfechas necesidades emerge la protesta e incluso la movilización pese al aislamiento, caso visible ante cesantías; pero también la solidaridad vía ollas populares, comedores en las barriadas y formas de asistencia comunitaria auto gestionada. La demanda por “resolver” estimula perspectivas críticas de desobediencia o movilización. En algunos casos, esta perspectiva es utilizada por el discurso de los sectores hegemónicos que inducen un fin apresurado de las medidas de prevención que involucran a la cuarentena. Es fuerte la presión empresaria para terminar con el aislamiento, que actúa sobre la realidad de necesidades insatisfechas en buena parte de la población empobrecida.
Por eso se necesitan medidas de política económica que vayan más allá de la emergencia y la subsistencia para empezar un camino de transformación en la producción y circulación de bienes y servicios. Una orientación hacia una nueva “normalidad”, diferenciada de la lógica de orden económico en que estábamos antes de la COVID19. Un punto de partida proviene de la cuarentena comunitaria, de esa parte de la población que no puede por condiciones objetivas cumplir con el aislamiento obligatorio. A estos sectores y espacios territoriales debe llegar asistencia financiera, material adecuado, incluso medidas y medios de seguridad sanitaria, formación y asistencia técnico profesional suficiente, que permita encaminar la producción material para el autoabastecimiento y la generación de producción social al entorno cercano, incluso más allá. Esa será la base de un plan más amplio que organice la producción y circulación de bienes y servicios hacia otra “normalidad” del orden económico social. Un plan que articule el saber popular con el profesional y que hoy recorre experiencias autogestionarias en todo el país.
¿De dónde saldrían los recursos?
La propia situación mundial está orientado el debate hacia inusitadas medidas, que en otro tiempo podían parecer imposibles. Los propios organismos internacionales están llamando la atención para flexibilizar restricciones fiscales o monetarios de los países ante la COVID19. Se demandan urgentes disposiciones relativas a la recomposición de la capacidad de atención de la salud pública y a una orientación estatal de la inversión en desarrollo científico y tecnológico relativo a la sanidad y a la emergencia. Más que achicar el déficit, las propuestas se orientan a relajar la contención del gasto público.
Es la caída de la producción mundial la que impone flexibilizar las restricciones a la emisión, que era y es norma sagrada entre los cultores de la corriente principal del pensamiento económico. Esta flexibilización de la política económica se verifica en los principales países del capitalismo mundial. Solo EEUU aprobó un paquete inicial de 8 billones de dólares más flexibilizaciones crediticias y subsidios. En el mismo sentido y en proporción relativa avanzaron Europa, Japón e incluso China. Se trata de una flexibilización relativa a contramano de una verdad sostenida por la ortodoxia monetarista, impuesta por la realidad del impacto económico y social de la situación de crisis.
No solo emisión, sino impuestos extraordinarios a los sectores más acomodados. La difusión de estudios sobre la desigualdad extendió el consenso para aplicar una tributación que achique la brecha de ingresos y riqueza. En Argentina empezó el debate, estando aún pendiente el alcance de los sujetos de la imposición y el monto a tributar, el que debe calibrarse en función de las necesidades de la emergencia y el plan de transformación productiva requerido y antes mencionado. Es obvio que los presuntos sujetos del impuesto despliegan una campaña crítica, intentando legitimar su papel de esenciales a la hora de definir el proceso productivo, invirtiendo la lógica teórica de que el capital es producto del trabajo humano.
La propuesta realizada a los tenedores de bonos de la deuda pública externa de legislación extranjera en estos días, habilita la discusión del uso de los recursos públicos, especialmente por los tres años de gracia en pagos de capital e intereses que promueve. Esta propuesta, como el re-perfilamiento de la deuda en divisas de legislación nacional, suspendiendo los pagos por este año abre un debate sobre el tema de la deuda. No es menor liberar recursos en la coyuntura, pero es evidente que no alcanza postergar un año los vencimientos de legislación nacional o tres años los de legislación extranjera. El problema subsiste, aun cuando se posterga un desenlace de inevitable default. Hay quienes sostienen que lo importante es el hecho de la suspensión temporaria, pero también habilita imaginarios que chocarán con la realidad de una impagable hipoteca sobre la economía y la sociedad en su conjunto.
Los anuncios del gobierno sobre unos 66.500 millones de dólares en manos de privados, un 20% del total de la deuda, acompañados por el arco diverso del oficialismo y gran parte de la oposición, especialmente los gobiernos provinciales, manifiesta la voluntad de pagar la deuda pública, aunque ahora aparece la novedad de quitas de intereses (62%) y capitales (5,4%) con tres años de gracia. Argentina ofrece canjear a tenedores privados de bonos, 21 títulos con vencimientos que llegan hasta el 2117. El canje será por 10 nuevos títulos, 5 nominados en dólares y otros 5 en euros, con tasas de interés en ascenso desde 0,5% para los primeros vencimientos en 2023, y una suba progresiva que llega a tasas del 4,875%. La propuesta supone pagos del capital en cuotas anuales desde el 2026 al 2047. Todo con tres años de gracia, 2020, 2021 y 2022. La propuesta está abierta por 20 días y resulta incierto el final de la negociación. No queda claro el qué y el cómo de la acumulación económica desde ahora hasta el 2023 para generar las condiciones de pagos en ese año y luego con intereses crecientes desde el 2025, los que se acompañaran de desembolsos de capital desde el 2026 y sucesivamente hasta el 2047.
Una verdadera hipoteca. Por eso, la suspensión de pagos que se demanda ante la situación mundial y local resultaría más efectivo, claro que supone un nivel de confrontación más decidido con la lógica de poder especulativo local y global. Argentina no puede pagar afirman desde el gobierno e incluso el FMI, por lo cual, los escasos recursos de reservas internacionales deben ser aplicados a la emergencia y a la transformación productiva que sugerimos. No alcanza con años de gracia sin modificar el marco de la organización económica de la sociedad.
En realidad, la voluntad de pago se expresó desde el comienzo de la nueva gestión con las negociaciones abiertas con el FMI, lo que supone el reconocimiento de lo actuado en la gestión previa, del mismo modo que se estableció un cronograma de ofertas de negociación a creedores privados. Por eso el aval parlamentario para disponer más de 4.500 millones de dólares de las reservas internacionales dispuesto para cancelación de deuda en la “Ley de solidaridad” aprobada en diciembre pasado. Fue la primera medida para sustentar las emergencias ante el cambio de gobierno.
Sostenemos un financiamiento planificado que incluya emisión monetaria, utilización de las reservas internacionales, suspensión total de pagos de la deuda junto a una auditoria con participación popular, y una reforma tributaria a grandes fortunas para sustentar la emergencia y un plan de transformación económica. Una transformación del régimen y legislación financiero será también necesaria, con un conjunto de medidas relativas a la modificación sustancial del sistema de producción y circulación. Son definiciones que requieren de una acumulación de poder político que hoy necesita ser programa de una perspectiva de construcción de poder político para frenar las amenazas de mayor ajuste sobre la mayoría de la sociedad, pero, sobre todo, para pensar en el escenario futuro post pandemia. ¿Cómo queda la sociedad superada la emergencia en curso por el COVID19? ¿A qué orden económico social aspiramos? ¿Cuál normalidad motiva nuestra reflexión relativa al presente y al futuro? Son interrogantes que circulan más allá de la inmediatez por atender las urgencias de la reproducción de la cotidianeidad.
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