El Ciudadano King, un documental sobre Martin Luther King, ícono de la lucha por la discriminación racial, por TV UNAM

POR: TV UNAM

Martin Luther King (Atlanta, Georgia,15 de enero de 1929-Memphis, Tennessee, 4 de abril de 1968), fue un destacado líder del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, conocido por su lucha incansable contra la discriminación racial y por promover la igualdad para todos los ciudadanos. Para conocer más de este activista, TV UNAM transmite el documental de dos partes Ciudadano King (Estados Unidos, 2004), de Orlando Bagwell y Noland Walker, producido por la PBS, la red de televisión pública de los Estados Unidos, los viernes 16 y 23 de febrero, a las 19:30 horas, con retransmisión los sábados 17 y 24 de febrero, a las 16:00 horas.

A partir de imágenes periodísticas, fotografías de archivo y recreaciones de la vida de King, a manera de película casera, el documental traza un relato sobre el líder de la lucha por los derechos civiles. Asimismo, incluye los testimonios, tanto de personas que fueron cercanas al activista como de sus detractores, para poner en contexto algunos de los acontecimientos de esos años.

Ciudadano King empieza una tarde de agosto de 1963, cuando Martin Luther King, un ministro de 34 años, pronunció un discurso que cautivó a una multitud de más de doscientas mil personas reunidas en el Monumento a Lincoln de Washington, y a millones más en todo el país que lo siguieron por televisión. Con pasión y precisión, proclamó su visión de una nación libre de racismo y declaró: «Ahora es el momento de hacer que la justicia sea una realidad para todos los hijos de Dios».

Lo que llegó a conocerse como el discurso «Tengo un sueño» fue un punto culminante en la carrera pública de Martin Luther King, pero también fue un punto de inflexión en su vida personal, ya que se embarcó en una controvertida y solitaria carrera para luchar por redefinir y redirigir el movimiento que había ayudado a liderar. La búsqueda no terminaría hasta su prematura muerte cinco años después.

Fue asesinado el 4 de abril de 1968, en Memphis, Tennessee, a la edad de 39 años, mientras se encontraba en el balcón del Lorraine Motel, tras pronunciar su último discurso «I’ve Been to the Mountaintop», en apoyo a los trabajadores afroamericanos de saneamiento, que estaban en huelga para lograr mejores condiciones laborales y salarios justos.

No te pierdas la transmisión por la señal de TV UNAM del documental Ciudadano King, los viernes 16 y 23 de febrero, a las 19:30 horas, con retransmisión los sábados 17 y 24 de febrero, a las 16:00 horas.

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Fuente de la información e imagen:  https://desinformemonos.org
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Las iras de Selma

Por: Leonardo Díaz

Martin Luther King enseñó que debíamos conservar el espíritu contestario de la ira vengativa, renunciando a la venganza.

El 7 de marzo de 1965, la marcha del movimiento reinvindicativo por los derechos ciudadanos de los afroestadounidenses, inspirado por el Dr. Martin Luther King, e iniciada en la ciudad de Selma, Alabama, recibió una despiadada represión policial en el puente Edmund Pettus.

En Selma se enfrentaron dos tipos de ira: una, caracterizada por la indignación no vengativa ante el atropello de la dignidad humana, en palabras de la filósofa Martha Nussbaum, una “ira transicional”; la otra, caracterizada por el odio racial, marcada por el deseo de castigo violento a los “transgresores del orden natural de las cosas”.

Dos años antes, frente al Capitolio, el Dr. King habia pronunciado su célebre discurso “tengo un sueño”, con la denuncia de una proclama incumplida, la de la emancipación de la descendencia esclava: “la vida del negro es todavía minada por los grilletes de la discriminación”. (https://www.elmundo.es/especiales/2013/internacional/martin-luther-king/texto-integro.html)

Señaló que la nación estadounidense habia fallado en su promesa, porque: “En vez de honrar su obligación sagrada, Estados Unidos dio al negro un cheque sin valor que fue devuelto con el sello de ‘fondos insuficientes’”. (Ibid).

En el discurso del reverendo no encontramos ninguna condena personal. Sus análisis se centran en procesos e instituciones, se despersonaliza la confrontación. Las situaciones de injusticia social trascienden a los individuos que protagonizan las coyunturas, y por tanto, la solución de las mismas no se logra con el aniquilamiento personal de los agresores.

El Dr. King entendía que el proceso de transformación social a la que aspiraba requería de una curación, de una transmutación de los objetos de odio en sujetos de cambio, una reconversión similar a la que Esquilo había representado en su obra Las euménides, donde la supervivencia de la ciudad requería la transformación e incorporación de las diosas de la venganza, expresión de un orden autoritario y cruento, al nuevo orden social democrático.

Como señala Nussbaum (La monarquía del miedo, cap. 3), la analogía entre la situación de los afroestadounidenses con la de ciudadanos con un cheque carente de fondos no es fortuita. La deuda requiere una reparación, no la aniquilación del deudor. Si queremos que la deuda sea saldada debemos recomponer las relaciones entre deudor y acreedor. Y estas nuevas relaciones se basan en la esperanza de que el deudor honrará su compromiso, y en la imaginación, para pensar las estrategias que deben diseñarse para realizar el saldo, si hay resistencia al cumplimiento.

Desde la perspectiva del Dr. King, ese aspecto es muy importante pues consideraba que el movimiento de los derechos civiles “podía desarrrollar una organización social íntegra y saludable” para lograr sus objetivos, o sucumbir ante la ira que buscaba represalia por el daño infligido.  El objetivo de esta ira era sancionador, pero no llevaba hasta las últimas consecuencias, no construía. (Nussbaum, op. cit.).

Martin Luther King enseñó que debíamos conservar el espíritu contestario de la ira vengativa, renunciando a la venganza. Consideró que entregarnos a esta destruye la posibilidad de transformar las condiciones objetivas de la injusticia y la de potenciar una auténtica conciencia democrática. Como Esquilo, percibió la ira vengativa impidiendo:

…“¡que la feraz prosperidad de una vida provechosa

haga brotar la tierra

la radiante claridad del sol!”

(Euménides, vv.916-926, citado en M. Nussbaum, La ira y el perdón, FCE.)

Fuente: https://acento.com.do/opinion/las-iras-de-selma-8908896.html

 

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¿Qué tiene que decirnos Martin Luther King en esta pandemia?

Por: Pietro Ameglio


El 15 de enero se cumplirán 92 años del nacimiento de Martin Luther King Jr. en Atlanta, quien asimismo fue brutalmente asesinado -a los 39 años- el 4 de abril de 1968 en Memphis, donde se había trasladado para apoyar una huelga de semanas por motivos salariales y de condiciones laborales de trabajadores de la basura locales. Proféticamente, el día antes de morir pronunció una memorable homilía conocida como “He estado en la cima de la montaña”, donde decía que “Como todo el mundo, a mí me gustaría vivir mucho tiempo…pero eso es algo que ahora no me preocupa. Yo sólo quiero cumplir la voluntad de Dios. ¡Y él me ha autorizado a subir a la montaña! Y he mirado entorno a mí y he visto la tierra prometida…nosotros llegaremos como pueblo a la tierra prometida”. Lanza del Vasto, discípulo europeo de Gandhi, escribió ante el asesinato de King: “Aquel rey de los pobres, aquel rey pastor, acabó su destino terrestre como Gandhi. Cayó durante la semana de la Pasión, perdonando por anticipado. Esos mártires vinieron, con otros semejantes, a completar, según las palabras de san Pablo, lo que faltaba en el sufrimiento de Cristo”.

Este doctor en teología, pastor bautista, había recibido 4 años antes el Nóbel de la Paz por su gran liderazgo al frente del Movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos en Estados Unidos (EU), por su radical activismo contra la guerra en Vietnam y sus campañas contra la pobreza y la desigualdad social. Fue el tercer afrodescendiente y la persona más joven en obtener ese Nóbel. Antes lo tuvo Ralph Bunche -en 1950-, mediador de la ONU en el conflicto árabe-israelí de 1948 por Palestina. Resulta interesante recordar la actualidad de su pensamiento acerca de la guerra, mismo que expresó en su discurso del premio: “Hay en el mundo quienes se han resignado prematuramente a aceptar la guerra como algo inevitable. Entre ellos se encuentran los defensores de la guerra preventiva, que en su resignación lo único que desean es elegir el momento que consideran oportuno para iniciarla. La idea de que una guerra puede prevenir otra es un abyecto juego de palabras y una forma despreciable de beligerancia. El objetivo de quienes creen sinceramente en la paz debe ser agotar todas las vías honorables con el ánimo de salvar la paz”.

El otro afrodescendiente en recibirlo fue el líder sudafricano Albert Luthuli en 1960. Era un gran luchador contra el apartheid, fundador y presidente del Congreso Nacional Africano, gran maestro de Mandela. En su excelente autobiografía llamada “Dejad marchar a mi pueblo” (editorial Fontanella), afirmaba: “He abrazado la Resistencia pasiva no violenta para luchar por la libertad porque estoy convencido de que es el único medio revolucionario, legítimo y humano que puede emplear la gente…No luchamos con fusiles y con violencias, y el despliegue de armas de los supremacistas carece de fuerzas ante el espíritu…es la verdad contra la mentira” (pp. 313, 303).

También para Martin Luther King, la noviolencia fue el eje central de su método de lucha: “llegué a ver que la doctrina cristiana del amor, operando a través del método gandhiano de la no-violencia, es una de las armas más potentes de que dispone un pueblo oprimido en su lucha por la libertad”. Además, “la acción no-violenta tiene una influencia en los corazones y en las almas de quienes están comprometidos con ella: les otorga un nuevo respeto de sí mismos; les suscita recursos de fuerza y valor que ellos no sabían que tenían; y finalmente sacude de tal manera la conciencia del adversario que la reconciliación se convierte en una realidad”. Y agregaba: “Los individuos (en la lucha noviolenta) se convierten por primera vez en alguien, y tienen, por primera vez, el valor para ser libres”.

Este punto es central en la construcción de cuerpos para la lucha social -muy desarrollado también por el gandhismo y el zapatismo-, a partir de construir identidades sociales con una fuerza, reflexión y dignidad capaces de “mirar a los ojos al león”, parafraseando a un cuento del Viejo Antonio, y además -como bien apuntaba King- nace de la toma de conciencia posterior a la acción, se trata de una experiencia vital constituida en conocimiento: “La experiencia de Montgomery me sirvió a aclararme mi pensamiento respecto a la cuestión de la noviolencia mucho más que todos los libros que había leído”.

Duele pensar que con 92 años Martin Luther King podría estar vivo aún hoy, y participar, orientar y verse reflejado en la continuidad de tan importantes luchas sociales que hay en el mundo. Particularmente, en EU, entre muchas más, podría identificarse con el gran movimiento social masivo totalmente plural del Black Lives Matter (“Las vidas negras importan”), fundamental en la derrota de Trump y en la lucha por la justicia racial y social, y que retoma tradiciones desde la noviolencia del movimiento por los derechos civiles hasta el Black Power, el Occupy Wall Street y la lucha antiaprtheid.

También seguramente se identificaría con el actual renacer de la Campaña de los Pobres -hoy lidereada por el revdo. William Barber II-, que King lanzó en noviembre de 1967 como “segunda fase en el movimiento de los derechos civiles”, para luchar por la justicia social para todos: “No deben ser sólo las gentes negras, sino todos los pobres. Debemos incluir a los amerindios, los puertorriqueños, los mexicanos e, incluso, a los pobres blancos”. El objetivo era juntar un gran “ejército multirracial de pobres”, que marcharía hacia Washington e iniciaría una campaña nacional de desobediencia civil para lograr una “declaración de los derechos humanos del pobre”.

Su lucha social.

La época de King de los 50s y 60s estuvo marcada por varios movimientos en Estados Unidos contra la segregación racial, que no todos aceptaban la acción directa noviolenta y a su movimiento. Booker Washington, por ejemplo, pugnaba por la “aceptación pasiva” de la segregación; Du Bois apuntaba sus esfuerzos hacia la creación de una “minoría talentosa”; Marcus Gravey postulaba un “regreso a África”; Stokely Carmichael veía la conquista del “Poder Negro” (Black Power) a través de la violencia y el separatismo; los musulmanes afroamericanos de la Nación del Islam de Elijah Muhammad (durante un tiempo fue Malcolm X su principal exponente) difundían por momentos el separatismo y el rechazo a los blancos.

La lucha social del Movimiento por los derechos civiles, con el liderazgo de Luther King, inició el 1° de diciembre de 1955, cuando la maestra afroamericana de 50 años Rosa Parks, se negó a darle su lugar a un blanco en un autobús público de Montgomery, Alabama, porque le “dolían los pies”. King era pastor en esa comunidad, y en esa misma noche empezó a organizarse un boicot casi total (99% adhirieron) de la comunidad afroamericana a los autobuses locales, que iba a ser de un día pero ante el gran apoyo masivo se extendió por 13 meses, hasta lograr que se derogara la ley que obligaba a los afroamericanos a dar sus asientos a los blancos si el bus estaba lleno, y autorizaba asientos reservados sólo para los blancos. Comenzó así un movimiento local masivo que contendría ya los principales tipos de acciones noviolentas que King y su organización impulsarían luego en otras ciudades y a nivel nacional: organización y solidaridad ciudadana; formación y disciplina de los activistas; discursos y homilías en iglesias, escuelas, plazas…; caminatas y marchas para hacer pública la injusticia y “desnudar la verdad”; sit-ins (Sentadas) públicos de oración o bloqueos (en cafeterías, bibliotecas e iglesias para blancos…); no-cooperación sobre todo con boicots (comercios de blancos…) y huelgas; desobediencia civil si era necesaria; encarcelamiento voluntario de los activistas como acumulación de fuerza moral y material del movimiento, y a la vez generar una ruptura moral individual y pública de los opresores (“Si logramos llenar las cárceles quiere decir que nuestro movimiento ha alcanzado su madurez y es capaz de vencer”).

Respecto a los discursos de King, tal vez el más memorable fue el pronunciado frente al Capitolio en Washington el 28 de agosto de 1963, como culminación de la Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad, conocido como “Tengo un Sueño”. En él se ven dos características centrales de su estilo de lucha social: la radicalidad y firmeza total; y el idealismo y espiritualidad. Primero se afirma que “No es tiempo de…tomar una droga tranquilizante de gradualismo. Ahora es el momento de levantarse del oscuro y desolador valle de la segregación….conduciendo nuestra lucha en el plano alto de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en la violencia física”. Y al final aparece el sueño: “todos los hombres han sido creados iguales…que mis cuatro hijos algún día vivan en una nación donde no serán juzgados por su color de piel sino por su carácter”.

Un punto importante del proceso de esta lucha, se dio el 2 de julio de de 1964 se aprobó la Civil Rights Act, un logro inicial nacional en la igualdad de los derechos civiles y políticos de la población afroamericana en EU.

Reflexiones de MLK que pudieran ayudarnos hoy en la pandemia

Por otro lado, hemos tratado también de reflexionar acerca de qué mensajes o enseñanzas nos podría compartir Martin Luther King hoy (a nivel personal, familiar y social), pero ya no sólo como fruto de su activismo social, sino como parte de su mirada acerca del mundo, las personas y sus relaciones sociales. Es claro que la amplitud y profundidad de su pensamiento, que siempre intentó reflejar en su vida y acciones, son muy grandes y ricos, por ello quisimos sólo tomar como una primera base ahora un libro suyo titulado “La fuerza del amor”, pues ese era el nombre que él daba a la noviolencia inspirado en su ideal cristiano, así como Gandhi la llamaba “La fuerza de la verdad”. En este libro se recogen una serie de 17 homilías escogidas por él, que reflejan algunos puntos que consideraba centrales en la construcción del carácter de un cristiano, de un humanista, de un luchador social. Tomaremos así -con la mayor textualidad y secuencialidad posibles- sólo algunas ideas que podrían quizás sernos útiles en todo momento de la vida, y particularmente en este tiempo de confinamiento y encierro.

Su primer homilía la llama “Una mente viril y un corazón tierno”, y en ella parte de la distinción entre una “mente activa”, aguda y fuerte (pensamiento incisivo, valoración realista, distinción entre la verdad y la falsedad, y juicio firme), y una “mente pusilánime” y obtusa (adhiere a todo tipo de supersticiones, a temores irracionales, teme siempre a los cambios y lo nuevo, se encuentra segura en el status quo), que es la base de la discriminación y el racismo. A su vez, complementa esta idea con otra cara de la misma moneda: “Pero nosotros no debemos sólo limitarnos a cultivar una mente aguda: el evangelio exige también un corazón tierno. La agudez mental sin la ternura del corazón es fría y distante, vuelve la vida un perpetuo invierno…La persona dura de corazón carece de la capacidad de una genuina compasión, no se conmueve por las penas y aflicciones de sus hermanos…no ve a las personas como personas sino como meros objetos”. Concluyendo que “la resistencia no violenta une la agudeza mental y la ternura del corazón, evitando la complaciente pereza de los obtusos de mente y la amarga violencia de los duros de corazón”.

Otro sermón desafiante se llamó “Un in-conforme transformado”, y allí planteó como un verdadero mandato cristiano el ser in-conformes (creativos y constructivos), el ser un pueblo de convicciones y no de conformismo. Profundizando en la idea, señaló que “Muchos temen sobremanera de tomar una posición que se distinga neta y claramente de la opinión prevaleciente…debemos rechazar el adaptar el propio testimonio a los esquemas mundanos”. Aquí se acercaría mucho a lo que Gandhi proponía como meta de su vida: la búsqueda, ante todo, de la verdad, por encima de cualquier otro interés. A su vez, el in-conforme transformado (por su propia vida) “no se complace en una pasiva especie de paciencia, que se convierte en una especie de excusa para no hacer nada”. Por ello, el in-conforme frecuentemente está en una posición socialmente incómoda y paga un precio de sufrimiento, pero “La salvación de la humanidad está en manos de quienes son constructivamente inadaptados”.

Luego, la reflexión giró en torno al “Amor en acción”: “Una de las grandes tragedias de la vida es que los hombres raramente llenan el abismo entre la acción práctica y la enunciación de principios, entre el hacer y el decir”. Y a continuación profundizó en un tema central para la construcción de lo inhumano: la ignorancia (no en senido despectivo sino como des-conocimiento de algo), advirtiendo que “hay hombres que todavía piensan que la guerra sea la respuesta a los problemas del mundo: no son malos, al contrario, son buenos y respetables ciudadanos…pero nada en el mundo es más peligroso que la sincera ignorancia y la concienzuda estupidez”. Jesús, en su cruz, dijo: “No saben lo que hacen”…y dicen.

A continuación, la homilía central tocó el punto -nos parece- más difícil de vivir del cristianismo -y otras religiones- que es el “Amor al enemigo”. Un tema muy complejo de vivir, reflexionar, conceptualizar, enfrentar y comprender en un significado más allá de las simples palabras textuales, un proceso que además conlleva una cantidad enorme de matices, niveles y libertad para realizarse, pues nunca se puede imponer. Para Luther King, esta práctica estaba íntimamente ligada al perdón: “Quien no es capaz de perdonar no es capaz de amar…perdonar no significa ignorar lo que ha sucedido o poner una etiqueta a un acto malvado: significa, más bien, que la acción malvada no sigue siendo una barrera que impida las relaciones…perdonar significa reconciliación, volver a estar juntos”. La espiral de violencia no resuelve los conflictos: “devolver odio por odio multiplica el odio, agregando una oscuridad más profunda a una noche ya sin estrellas”. En ese aspecto de la lucha social, King tenía como una de sus prioridades “transformar a los enemigos en amigos”, igual que trataban Gandhi o Luthuli (“También encontramos a gente estupenda fuera de la resistencia”), por lo que buscaba siempre evitar la polarización personalizante y estigmatizante, aunque sus acciones noviolentas directas, por otro lado, sí se enfocaban en dramatizar radicalmente la confrontación en forma abierta y pública.

Otra idea muy actual y esperanzadora en este tiempo de pandemia, nos parece, está en su sermón acerca de que estamos en la “Medianoche del orden social…Medianoche es una hora turbia, en la cual es difícil conservar la fe. La palabra de más ánimo que se puede ofrecer (la iglesia) es que ninguna medianoche dura mucho tiempo…nuestro eterno mensaje de esperanza es que el amanecer llegará…Desilusión, dolor y desesperación nacieron en la medianoche, pero la mañana vendrá”.

Esta mirada sobre la esperanza, la complementó en la homilía de “Sueños rotos”, donde nos advirtió que “Precipitarse en las arenas movedizas del fatalismo es sofocante sea en lo intelectual que en lo psicológico…la respuesta está en la aceptación positiva de circunstancias no deseadas y desafortunadas, permaneciendo apegados a una esperanza luminosa, aceptación de una desilusión finita apegados a una esperanza infinita”. Y se preguntaba: “¿Cómo puedo transformar esta pérdida en una ganancia? ¿cómo transformar estos tormentos en coronas?”.

Asimismo, el fatalismo o la desilusión deben, para King, ser confrontados con los “Antídotos al miedo”, cuyo punto de partida era el de enfrentar el miedo -no huirle ni reprimirlo- y preguntarnos ¿por qué tenemos miedo?: “Llevando nuestros miedos a una toma de conciencia, podemos encontrarlos como más imaginarios que reales…muchas veces el miedo implica un abuso de la imaginación”. A su vez, “podemos superar el miedo a través de una de las virtudes supremas que el ser humano conoce: el valor…el valor es el poder de la mente para rebasar el miedo”.

Finalmente, en algo que esta pandemia nos ha hecho ineluctablemente tomar conciencia, Martin Luther King hablaba de “La casa del mundo” donde finalmente la opción sería entre caos y comunidad, en la que “todos debíamos vivir juntos…porque éramos vecinos”. Y profundizaba en ello: “Toda la vida es interdependiente. Todos los hombres están dentro de una inextinguible red de reciprocidad, ligados en un único destino entretejido…Somos inevitablemente los custodios de nuestros hermanos…con la necesidad de un interés fraternal activo por el bienestar de los demás”.

Para que esta interdependencia y reciprocidad pudieran ser reales, nos planteó una reflexión acerca de cómo llegar a ser “Un buen prójimo”. Y para ello tomó el ejemplo del buen samaritano, que ayudó y curó a un hombre al que no conocía ni era de su pueblo, herido y tirado en el camino. En él se reflejó otro valor también muy actual e indispensable para la sobrevivencia en esta pandemia que ha desnudado la verdadera esencia humana: el del “altruismo universal”, que va más allá de la raza, religión y nacionalidad, más allá de la “actitud grupo-céntrica, que significa que uno no se preocupa de lo que le sucede a la gente fuera de su grupo”. Ese altruismo, para King, es “más que la capacidad de tener piedad, es la capacidad de empatizar”.

Fuente: https://desinformemonos.org/que-tiene-que-decirnos-martin-luther-king-en-esta-pandemia/

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Libros-Libre:Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo.Martin Luther King.

Martin Luther King Jr. (1929-1968) a 50 años de su asesinato [.pdf, 25 pág.]

Por: Luis Carlos Muñoz Sarmiento

Mención de Honor en el XV Premio Internacional de Ensayo Pensar a Contracorriente,

Es posible, en estos tiempos convulsionados, de inquietante inquietud, el nombre Martin Luther King Jr. (MLK) les diga poco a los jóvenes e incluso a quienes tienen hoy entre 40 y 60 años. Mirada a la distancia su vida parece seguir siendo la del niño negro de actitud reservada, estirada e indiferente; la del joven digno de bajo perfil más que de baja estatura; la del pulcro y regordete religioso oficiador de misas algo intrascendente; aunque también, por contraste, la del hombre que resistiendo llegó a ser portada de Time en 1963, lo que no habla bien de la revista sino del héroe que la historia oficial gringa convirtió en anti-héroe; la de quien proponiendo alternativas al racismo, a la discriminación, a la injusticia y, claro, a la xenofobia, terminó por recibir un justo Nobel de Paz, no de Guerra, como el que ahora se da (1); en fin, la del político “blando” frente al Stablishment y, por ello, en teoría, ubicado en las antípodas del radical Malcolm X (2). De cuya ruta se ha dicho si es un sueño inacabado o una labor cumplida: aquí se hablará de ambos pues no es posible hablar de uno sin la otra. Ningún viaje lleva a un destino concreto, sino a nuevas formas de ver el mundo.

También a menudo se olvida que su vida constituye uno de los más tenaces ejemplos de lucha por su pueblo y que su muerte fue el resultado, aparte de una conspiración (3), de una sucia/deshonesta/antiética cacería oficial liderada por el eterno director del FBI, John Edgar Hoover, cuya vida se redujo a perseguir a quien pudiera constituir un peligro potencial, no necesariamente real, para el Establecimiento, desde dos ópticas: la del color de la piel, siempre que se tratara de negros, obvio; la de su posición política, sobre todo si tenía que ver con comunistas. También se olvida que MLK no es sólo uno de los cabecillas del movimiento por los derechos civiles e importante valor de la resistencia no violenta ante la injusticia y la discriminación, sino una figura carismática de la escena gringa que sirvió de inspiración a otros artistas, en particular del jazz, que le dedicaron a su vida y a su obra algunos de sus mejores trabajos: por razones de tiempo sólo se escucharán algunos de ellos.

Libro en pdf: Martin Luther King

Fuente: http://www.rebelion.org/docs/240588.pdf

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