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Zimbabue: nuevas leyes para garantizar la educación a las adolescentes embarazadas

Tener hijos a corta edad es un hándicap para la formación de las mujeres en toda África. Alrededor de uno de cada ocho casos de abandono escolar registrados en este país africano fue motivado por matrimonio o gravidez.

Cassey Simbanai iba a hacer sus exámenes finales el pasado diciembre. Esta joven zimbabuense de 17 años, una de las estudiantes más prometedoras de su clase, soñaba con convertirse en profesora de ciencias. Sin embargo, durante meses, no estuvo en el aula ni jugando a su querido rugby en el campo de al lado, sino preparando la comida para su familia política en la cocina de la casa de esta en Hauna Growth Point, una aldea de las montañas del este de Zimbabue, cerca de la frontera con Mozambique. Simbanai pasaba la mayor parte del tiempo haciendo tareas domésticas para su nueva familia mientras esperaba a dar a luz a su hijo.

En abril de 2020, pocas semanas después de que Zimbabue impusiera un estricto confinamiento nacional para frenar la propagación de la covid-19, la joven se quedó embarazada. “No pasábamos mucho tiempo juntos porque yo siempre estaba en el instituto”, dice refiriéndose al que ahora es su marido, un empleado de 24 años de una fábrica de procesamiento de tabaco con el que llevaba tres años de relación. “Pero cuando empezó el confinamiento… teníamos mucho tiempo y pasó. Tuvimos relaciones sexuales sin protección”.

Las tiendas de Zimbabue estuvieron cerradas durante parte del confinamiento, lo cual limitó muchísimo el acceso a los anticonceptivos para los habitantes de zonas rurales, como Simbanai y su marido. “Cuando se enteró de que estaba embarazada, me pidió que me casara con él”, cuenta la joven arrodillada en una estera de paja en casa de sus suegros. Aunque el matrimonio infantil está prohibido, la pareja se fugó.

Antes de la pandemia, en Zimbabue no se permitía que las niñas embarazadas siguiesen yendo al colegio. Pero, debido al confinamiento de todo el país, que dejó a los niños sin escuela durante seis meses, las tasas de embarazo adolescente y matrimonio infantil se dispararon. Entonces, el Gobierno retiró la prohibición. Los defensores de la educación infantil han celebrado la medida, que se ha extendido a todo el continente africano, como un acontecimiento para la vida de las niñas y las mujeres de Zimbabue, a las que ahora les resulta más fácil seguir educándose y progresar económicamente.

“El confinamiento tuvo consecuencias imprevistas, entre ellas el matrimonio infantil. Hay que reconocer que las escuelas desempeñan un papel importante como refugio seguro para nuestros niños”, afirma Taungana Ndoro, director de comunicaciones y promoción de Ministerio de Educación Primaria y Secundaria.

Ahora, las madres adolescentes tienen protección legal en Zimbabue, pero los defensores de los derechos de las niñas temen que no se sientan bienvenidas cuando vuelvan a clase

En agosto pasado, el presidente de Zimbabue, Emmerson Mnangagwa, modificó la Ley de Educación del país al firmar otra que ilegalizaba la expulsión de las niñas embarazadas del colegio. Sierra Leona anuló una prohibición similar en marzo. Tras recibir un crédito del Banco Mundial, Tanzania se comprometió a facilitar el acceso a la educación a las niñas embarazadas, pero no llegó a readmitirlas en todo el país. En julio, el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, ordenó que las estudiantes que se quedaron embarazadas durante el confinamiento fuesen admitidas “incondicionalmente” en la escuela y se les diese acceso a atención prenatal gratuita.

Según las estadísticas del Ministerio de Educación, en 2018, alrededor de uno de cada ocho casos de abandono escolar registrados en Zimbabue fue motivado por el embarazo o el matrimonio. En casi todos ellos se trataba de niñas.

El matrimonio infantil, ilegal pero frecuente

Aunque Zimbabue lo prohibió en 2016, el matrimonio de menores de 18 años sigue siendo habitual. Una encuesta realizada en 2019 por el Instituto de Estadística del país a 8.000 mujeres adultas descubrió que casi una tercera parte ya estaba casada a los 18, como Simbanai. Manicaland, donde ella vive, no ha logrado acabar con el matrimonio infantil. Por ejemplo, las familias de las sectas apostólicas cristianas, que constituyen la religión dominante en la zona, tienen la tradición de casar a las niñas de la familia durante los encuentros anuales de su iglesia.

Aunque todavía se están confeccionando las estadísticas de todo el país, los datos del Gobierno muestran que, desde que empezó la pandemia, en la provincia de Manicaland, a la que pertenece Hauna Growth Point, 450 estudiantes han abandonado la escuela porque se han quedado embarazadas, se han casado, han enfermado o tienen dificultades económicas. Según los funcionarios, la cifra supone un aumento importante en comparación con el año anterior.

En otras partes del país, los habitantes de Bulawayo, la segunda ciudad más grande de Zimbabue, quedaron conmocionados por el suicidio de una estudiante de 17 años que, según información de los medios de comunicación locales, ingirió insecticida cuando estaba en las primeras fases de embarazo. Evitar casos como este es uno de los objetivos de esta nueva ley.

A pesar de haberse casado en mayo, Nancy Nyazungu, de 17 años, regresó a la escuela. Estaba embarazada de ocho meses y se presentó a los exámenes de diciembre. Terminar su educación es importante para ella. De lo contrario, teme convertirse en un ama de casa con pocos medios para llegar a ser económicamente independiente.

“Así sé que no seré sumisa con él y que no podrá controlarme”, dice de su marido. En cuanto se gradúe, la joven quiere conseguir un trabajo. Le gustaría que fuese en enfermería para poder ayudar a otras chicas embarazadas que se enfrentan a la dolorosa decisión de seguir sus estudios o abandonarlos.

“No culpemos a las niñas cuando se quedan embarazadas”

MWARADZIKA MAKAZOUYA, PROFESORA

Su escuela, al igual que otras de todo el país, ofrece ahora a Nyazungu asesoramiento en el marco de una iniciativa nacional encabezada por el Ministerio de Asuntos de la Mujer, Comunidad y Pequeña y Mediana Empresa para ayudar a las adolescentes en estado a terminar su educación.

“No culpemos a las niñas cuando se quedan embarazadas”, dice Mwaradzika Makazouya, directora del Instituto de Secundaria Sahumani de Honde Valley al que asiste Nyazungu. “Las aceptaremos”, remacha.

La ministra Sithembiso Nyoni anunció que se iba a permitir que las niñas embarazadas sustituyesen el uniforme escolar de falda azul y blusa blanca a juego por ropa de calle, eliminando así otro posible obstáculo cuando su cuerpo cambie de forma y aumente de volumen. El Ministerio también ha creado un programa de tutoría que empareja mujeres mayores jubiladas con adolescentes embarazadas en todo el país.

“Tenemos que seguir apoyándolas para que vayan a la universidad y empiecen a trabajar, porque tener un hijo no significa que, a partir de entonces, seas discapacitada o no puedas hacer mucho en la vida”, declaró Nyoni en octubre en el Parlamento. Ahora, las madres adolescentes tienen protección legal en Zimbabue, pero los defensores de los derechos de las niñas temen que no se sientan bienvenidas cuando vuelvan a clase.

RURAMAI MUSEKIWA

“Algunas chicas con las que hemos trabajado han manifestado su preocupación por el hecho de que, aunque ellas estén deseando volver a la escuela, temen que las discriminen y las estigmaticen”, informa Florence Mutake, coordinadora de programas de la organización a favor de los derechos de las niñas Shamwari Yemwanasikana.

La madre de Simbanai rogó a su hija que volviese a la casa de su infancia y siguiese con sus estudios, pero ella se negó por miedo a que sus compañeros la tachasen de “promiscua” si no se casaba. “No tenía muchas opciones”, lamenta.

Nyazungu cuenta que sus compañeras de clase no dejaban de mirarle el vientre cuando volvió al instituto, pero ahora se han acostumbrado a tener una embarazada de compañera. La educación impedirá que esté expuesta al maltrato, reflexiona la joven mientras se abre paso a través de su nueva vida de mujer casada.

Ninguna de las dos puede escapar a la dura realidad de la peor crisis económica de Zimbabue en una década. La nueva ley no puede corregir la causa fundamental de las altas tasas de embarazo adolescente: las consecuencias económicas de la covid-19. Actualmente, este país del sur de África sufre una inflación de tres dígitos y escasez de combustible y electricidad.

Cuando hay más pobreza y más hambre, las tasas de matrimonio infantil aumentan, señala James Maiden, jefe de comunicaciones de Unicef Zimbabue. “A menudo, el matrimonio infantil es una estrategia de alivio de la pobreza para las familias vulnerables… pero pone en peligro el desarrollo de las niñas con poca educación y escasa formación vocacional, lo cual refuerza el sesgo de género de la pobreza”.

Durante las primeras semanas de confinamiento, el marido de Simbanai ayudó a mantener a flote a la familia de esta dándole dinero para alimentos y otros bienes de primera necesidad. Los ingresos de la familia de la joven se han visto gravemente mermados por las consecuencias económicas de la pandemia. Aunque Nyazungu y Simbanai se casaron en contra del deseo de sus padres, reconocen que las familias de sus maridos les proporcionaron una situación financiera más estable.

Al igual que muchas chicas de las zonas rurales que han abandonado los estudios, Simbanai pasa la mayor parte del tiempo realizando tareas domésticas. Pero lo que quiere desesperadamente es volver a la escuela. Echa de menos leer novelas y aprender de sus profesoras, que “la trataban como si fuera su hija”. La joven explica que la familia de su marido accedió a pagarle los gastos de escolarización en 2021, y que él le permitirá que vuelva. Se siente afortunada. Muchas otras, piensa, no tendrán esa oportunidad.

Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/2021-06-21/zimbabue-nuevas-leyes-para-garantizar-la-educacion-a-las-adolescentes-embarazadas.html

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Matrimonio infantil: desgarradoras imágenes muestran cómo se vive esta cruda realidad en el mundo

Cada día, cerca de 33 mil niñas se casan con hombres en bodas arregladas por sus padres o familiares, es decir, una cada dos segundos. Las alarmantes cifras sacuden hasta la médula y hacen reflexionar en torno a un problema que durante décadas ha afectado las vidas de cientos de miles de menores en más de 50 países que, hasta nuestros días, normalizan el matrimonio infantil en el mundo.

Estos datos desgarradores fueron otorgados por una experta en el tema, la fotógrafa Stephanie Sinclair, en base a informaciones proporcionadas por organismos como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

Desde hace trece años, Sinclair se ha convertido en una defensora de los derechos de las niñas y una férrea detractora del matrimonio infantil, documentando las desoladoras vidas que llevan adelante las menores que son sometidas a estos desiguales emparejamientos.

Gracias a su cruzada nació “Too Young To Wed” (“Muy Jóvenes para Casarse”), una asociación sin fines de lucro que fundó en 2012 y que aboga por el fin de esta práctica.

National Geographic | Stephanie Sinclair
“Cada vez que lo veía me escondía, odiaba verlo”, Tahani (de rosa en la foto) recuerda los primeros días de su matrimonio con Majed. Ella tenía 6 años, él 25. La joven esposa posa para este retrato con su antigua compañera de clase Ghada, también niña-esposa, a la puerta de su casa en la montaña en Hajjah en 2010. Casi la mitad de las mujeres en Yemen se casan siendo aún niñas.
– Stephanie Sinclair

La cruzada de Sinclar

En 2003, Sinclair, quien ha hecho carrera en medios como The New York Times, Revista Time y la National Geographic, se encontraba trabajando en Afganistán cuando se topó con una realidad que la golpeó.

“Mi primer encuentro con el matrimonio infantil fue en Afganistán en 2003. Me horrorizó la historia de unas niñas que se prendían fuego a sí mismas. Después de investigar un poco, descubrí que una de las razones por las cuales tomaban esta decisión tan drástica era que las habían obligado a casarse siendo niñas. Me contaron que se habían casado con 9, 10 y 11 años, y que preferían morir a seguir con las vidas que llevaban. Ingenuamente, no pensaba que estas cosas pudiesen seguir ocurriendo en el mundo. El proyecto ‘Too Young Too Wed’ realmente comienza cuando descubro este horror”, contó a National Geographic en una reciente entrevista.

Desde entonces, la profesional ha recorrido diversos países a nivel global con el objetivo de documentar los enlaces de niñas menores de edad y las horribles condiciones en las que se desarrollan. Además, por medio de su fundación lanza propuestas contra esta práctica y reúne fondos para revertir las cifras de enlaces forzados.

“Cada vez que me encuentro con una niña en cada país se me rompe el corazón, particularmente con las que casan con hombres mayores. Cuanto más persigo este fenómeno, más lo intento desentrañar. El trauma de estas niñas, que las acompaña hasta una edad adulta, aún está presente cuando hablas con ellas de sus experiencias. Estas mujeres valientes viven su vida como cualquier otra persona, pero si se encuentran lo suficientemente cómodas como para hablarte de su pasado, se ve claramente el precio que han tenido que pagar tras un trauma infantil tan fuerte”.

The New York Times | Stephanie Sinclair
Saidi, de 16 y nueve meses de embarazo, en casa de sus suegros. Se casó a los 15 años. “Mi esposo se fue a trabajar en mayo, hace cuatro meses. No he sabido nada de él desde entonces”.
– Stephanie Sinclair

El matrimonio infantil en el mundo

De acuerdo a lo señalado por Unicef el matrimonio infantil, aquel que se contrae antes de cumplir los 18 años, “constituye una violación de los derechos humanos (…) En todo el mundo, alrededor de un 21% de mujeres adolescentes se han casado antes de cumplir los 18 años”.

A ello, añade que un total de 650 millones de mujeres que viven en el mundo se casaron siendo niñas, y que 12 millones de menores de 18 años se casan cada año.

El organismo agrega que “pese a las leyes que lo prohíben, esta dañina práctica sigue estando muy extendida”, sobre todo en sectores como África subsahariana, donde el 37% de las niñas se han casado durante su infancia. En este contexto, destaca que estos enlaces prevalecen en latitudes como Afganistán, Nepal, Etiopía, India, Nigeria, Guatemala y Yemen, entre otras.

Ante esta situación, el organismo señala que “el matrimonio infantil despoja a las niñas de su infancia, y pone su vida y su salud en peligro. Las niñas que contraen matrimonio antes de cumplir los 18 años corren un mayor riesgo de sufrir violencia doméstica y tienen menos probabilidades de seguir asistiendo a la escuela. Sus expectativas económicas y de salud son peores que las de las niñas que no se casan, lo que a la larga se transmite a sus propios hijos y socava aún más la capacidad de un país para proporcionar servicios de salud y educativos de calidad”.

National Geographic | Stephanie Sinclair
Durga Bahadur Balami, 17, espolvorea de rojo la cabeza de Niruta Badahur Balami, de 14, embarazada de nueve meses, mientras se convierten oficialmente en marido y mujer en el pueblo de Kagati, en el valle de Kathmandú, Nepal, el 23 de enero de 2007. Niruta se mudó con la familia de Durga cuando estaban comprometidos y se quedó embarazada. Entre los Newar, en los círculos sociales más abiertos, esto está permitido.
– Stephanie Sinclair

Además, afirma que “con frecuencia, las niñas casadas se quedan embarazadas durante la adolescencia, lo cual incrementa el riesgo de sufrir complicaciones durante el embarazo y el parto, tanto para ellas como para sus hijos. Esta práctica también puede aislar a las niñas de su familia y sus amistades, así como restringir su participación en su comunidad, de modo que su bienestar físico y psíquico se ve gravemente afectado”.

“Dado que el matrimonio infantil repercute negativamente en la salud, el futuro y la familia de una niña, impone asimismo unos costos económicos sustanciales a escala nacional, con importantes consecuencias para el desarrollo y la prosperidad”, suma Unicef.

En paralelo, la organización destaca que la actual pandemia de covid-19 que estamos enfrentando aumenta el riesgo de que se contraigan más matrimonios de este tipo.

En el informe “Covid-19: Una amenaza para el progreso contra el matrimonio infantil”, publicado este año durante el Día Internacional de la Mujer, Unicef advierte que “el cierre de escuelas, las limitaciones económicas, la interrupción de servicios, las muertes durante el embarazo y las muertes de los progenitores debido a la pandemia aumentan el riesgo de matrimonio para las niñas más vulnerables“.

The New York Times | Stephanie Sinclair
La boda de Anita, de 16 años, en la aldea de Kagati en Nepal. El país experimentó un terremoto masivo que, como otros desastres naturales, tienden a aumentar la tasa de matrimonio infantil.
– Stephanie Sinclair

Futuro auspicioso contra el matrimonio infantil

Más allá de lo que ha visto y vivido, Sinclair ve con buenos ojos lo que se ha avanzado en la materia desde que empezó a interiorizarse en 2003.

“De una forma emocionante, hemos comenzado a ver un cambio real del tema dentro de un contexto político global. Por ejemplo, este verano la ONU ha aprobado una resolución sobre el matrimonio infantil. Hemos sido testigos de primera mano, de la evidencia de la influencia que ha tenido en el cambio, el impacto visual en temas de derechos humanos. Estos temas, que de otra forma pueden ser demasiado abstractos o lejanos para involucrar a la gente, se pueden convertir en tangibles e ineludibles”.

Stephanie Sinclair | National Geographic

De hecho, existen otras poderosas organizaciones que trabajan en pos de frenar esta práctica. Una de ellas es “Girls Not Brides” (“Niñas, No Novias”; GNB), una red global conformada por más de 1.500 organizaciones de la sociedad civil provenientes de más de 100 países que están comprometidas con abordar los matrimonios y las uniones infantiles, tempranas y forzadas y garantizar que las niñas y adolescentes puedan alcanzar su pleno potencial.

En GNB afirman que este tipo de matrimonios ocurren como “resultado de la desigualdad de género y de la creencia de que las niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres son inferiores a sus pares masculinos. La pobreza, la falta de educación, las normas y prácticas sociales nocivas y la inseguridad agravan la situación. Sus causas varían de una comunidad a otra y se manifiestan de manera diferente en todo el mundo”.

Pese a todo, es innegable que queda mucho terreno por abordar.

National Geographic | Stephanie Sinclair
Nujooud Ali, dos años después del divorcio de su marido, con solo ocho años. Él era más de veinte años mayor que ella. La historia de Nujoud conmocionó al país de Yemen, y consiguió que el parlamento desarrollase un proyecto de ley sobre la edad mínima para contraer matrimonio.
– Stephanie Sinclair

Unicef y sus medidas contra el matrimonio infantil

En 2016, la Unicef puso en marcha un programa mundial junto con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) destinado a hacer frente al matrimonio infantil en 12 países donde la práctica es más común o presenta una carga más elevada: Bangladesh, Burkina Faso, Etiopía, Ghana, India, Mozambique, Nepal, Níger, Sierra Leona, Uganda, Yemen y Zambia.

El programa “promueve el derecho de las niñas adolescentes a evitar el matrimonio y el embarazo, y les permite alcanzar sus aspiraciones mediante la educación y vías alternativas. El programa ayuda a las familias a manifestar actitudes positivas, empodera a las niñas a fin de que dirijan su propio futuro y refuerza los servicios que les permiten hacerlo. También aborda las condiciones subyacentes que sustentan el matrimonio infantil y aboga en favor de leyes y políticas que protejan los derechos de las niñas, al tiempo que subraya la importancia de que dichas políticas se basen en datos sólidos”.

Dentro de las acciones realizadas entre 2016 y 2019, destacan que en Yemen más de 10 mil niñas adolescentes, incluidas niñas ya casadas, accedieron a servicios de salud y protección, como apoyo médico, legal y psicosocial y acceso a refugios.

En tanto, en Etiopía cerca de 490 mil menores pertenecen a clubes de adolescentes, donde mentores les brindan capacitación e información sobre salud sexual y reproductiva, servicios legales y mecanismos de denuncia de matrimonios infantiles. Como resultado, 24.785 matrimonios infantiles fueron cancelados o anulados.

Con todo, no queda duda que la cruzada contra el matrimonio infantil permanece vigente, sin embargo, las medidas de organizaciones como las impulsadas por Sinclair, Unicef, la ONU y Girls Not Brides brindan una luz de esperanza para acabar con esta desgarradora práctica.

Fuente: https://www.biobiochile.cl/noticias/sociedad/debate/2021/05/22/matrimonio-infantil-desgarradoras-imagenes-muestran-como-se-vive-esta-cruda-realidad-en-el-mundo.shtml

 

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Una de cada cuatro mujeres sirias se ha casado siendo niña, el doble que antes de la guerra

Uno de los efectos colaterales de la guerra en Siria ha tenido por protagonistas a las niñas, principales víctimas de un matrimonio temprano que ya afecta al 26 por ciento de las mujeres, el doble que antes de que estallase el conflicto hace ya diez años, según la ONG Plan International.

Siria ocupa el puesto 150 de la lista de 153 que elabora el Informe Global de Brecha de Género 2020 y que analiza los peores países del mundo para ser niña o mujer. La guerra no ha hecho sino exacerbar situaciones de violencia machista, abusos, acoso sexual o matrimonio infantil forzado.

Antes del conflicto, el 13 por ciento de las mujeres sirias contraían matrimonio siendo menores de edad, pero el dato se ha duplicado y asciende incluso hasta el 29 por ciento si se tiene en cuenta únicamente a las refugiadas que viven a día de hoy en Jordania y Líbano, según un estudio de Plan.

También han empeorado los datos de trabajo infantil, al tiempo que han aumentado la cifra de hogares encabezados por mujeres. Un 39 por ciento de las familias de sirias en Jordania están encabezadas por mujeres y los ingresos de estos hogares pueden ser hasta un tercio más bajos que aquellos en los que hay hombres.

La directora general de Plan International España, Concha López, ha lamentado que «el conflicto en Siria sigue marcando la vida de millones de niños, y especialmente niñas y adolescentes, cuya infancia ha sido arrebatada y cuyos derechos continúan vulnerándose de forma constante».

La ONG ha lanzado un «llamamiento urgente» para que tanto las autoridades locales como la comunidad internacional «protejan los derechos de los niños y niñas que viven en Siria y de los que viven en los países vecinos para asegurarles un futuro digno a través de la educación, el trabajo y el acceso a los servicios básicos».

El cierre prolongado de escuelas y el impacto socioeconómico de la pandemia preocupa especialmente, en la medida en que las niñas y adolescentes son quienes corren más riesgo de no volver nunca más a clase. La ONU estima que 2,5 millones de niños y niñas de entre 5 y 17 años no están escolarizados y 1,6 millones corren el riesgo de abandonar la educación.

Plan ha reclamado programas centrados en la atención de niñas, adolescentes y mujeres y que sus voces se escuchen de cara al desarrollo futuro. En este sentido, ha recordado que en las últimas conversaciones de paz organizadas en Ginebra solo el 15 por ciento de los participantes eran mujeres.

https://www.notimerica.com/politica/noticia-siria-cada-cuatro-mujeres-sirias-casado-siendo-nina-doble-antes-guerra-20210311144929.html

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Informe de la ONU: La crisis causada por la COVID-19 en África tiene rostro de mujer

El informe, realizado con datos recogidos en 28 países de estas regiones entre septiembre y diciembre de 2020, revela que, en todos ellos, a excepción de Malaui, las mujeres eran más susceptibles de caer enfermas y menos de tener cobertura médica que los hombres.

Las peores consecuencias de la pandemia tienen rostro de mujer en el este y el sur de África, donde la COVID-19 ha exacerbado las desigualdades de género, según un estudio publicado hoy por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FPNU) y ONU Mujeres.

“Si bien hay impactos socioeconómicos diferenciales ligados a la pandemia para hombres y mujeres -y en algunos casos los hombres se ven más afectados- la evidencia sugiere cada vez más que la COVID-19 ha exacerbado las desigualdades existentes entre ellos”, apuntó la directora de ONU Mujeres para África Oriental y Meridional, Roberta Clarke.

El informe, realizado con datos recogidos en 28 países de estas regiones entre septiembre y diciembre de 2020, revela que, en todos ellos, a excepción de Malaui, las mujeres eran más susceptibles de caer enfermas y menos de tener cobertura médica que los hombres.

Los datos recogidos evidencian que ellas se llevaron la peor parte de la crisis causada por la pandemia en ámbitos como la atención médica infantil y maternal, los servicios relacionados con enfermedades crónicas y la salud sexual y reproductiva, incluida la planificación familiar y la prevención del VIH.

Menos acceso a la planificación familiar

Según el informe, menos del 20 % de mujeres en Mozambique y Sudáfrica tuvieron acceso a servicios de planificación familiar y salud sexual durante ese periodo como consecuencia de la COVID-19.

También la salud mental y psicosocial de las mujeres de la región se vio especialmente afectada por la emergencia sanitaria: más del 60 % en Kenia y Etiopía y más del 50 % en Mozambique, Malaui y Sudáfrica aseguraron haber sufrido “tensión mental y emocional” desde el inicio de la pandemia, según el estudio.

Asimismo, en todos los países analizados, las mujeres pasaban más tiempo que los hombres realizando trabajos de cuidados no remunerados en los hogares, a pesar de que, como ellos, sufrieron “severas reducciones” de sus ingresos.

Disminución de ingresos

El informe también arroja datos mixtos, como por ejemplo que más del 60% de mujeres y hombres en Etiopía, Kenia, Malaui, Mozambique y Sudáfrica experimentaron una pérdida total o una disminución de sus ingresos a causa de la pandemia, “agudizando las ya altas tasas de pobreza en muchos países y afianzando la desigualdad de género que hace a la mujer más susceptible de sufrir extrema pobreza”.

También los estudiantes de ambos géneros vieron gravemente afectada su educación por la crisis sanitaria, con un total de 124 millones de alumnos de la región sufriendo el cierre de sus escuelas durante entre tres y seis meses.

Etiopía fue la nación más golpeada en este sentido, con 25 millones de estudiantes afectados, seguida por Sudáfrica (15 millones), Kenia y Tanzania (14 millones cada una).

De hecho, en Uganda, Kenia, Esuatini (antigua Suazilandia) y Mozambique los centros educativos no pudieron reabrir sus aulas para todos los cursos hasta principios de 2021.

Matrimonio infantil y violencia

Esto supone “riesgos adicionales” para las niñas que, cuando dejan de estudiar por un tiempo “indefinido”, pueden enfrentarse a la mutilación genital femenina, los embarazos precoces o el matrimonio infantil.

El FPNU estima que la interrupción de iniciativas contra el matrimonio infantil conducirá a un incremento de 13 millones de casos entre 2020 y 2030 por las dificultades económicas, que obligan a las familias a aceptar las uniones a cambio de dinero; o por los embarazos adolescentes, a menudo causados por los abusos sexuales a los que las niñas se vieron expuestas por el cierre de escuelas.

La COVID-19 también ha tenido terribles consecuencias en cuanto a la violencia machista, cuyas cifras “subieron dramáticamente durante la pandemia”.

En Zimbabue, por ejemplo, el 90 % de las llamadas a teléfonos nacionales de emergencia entre marzo y mayo de 2020 estuvieron relacionadas con violencia por parte de la pareja.

“La pandemia tiene una fuerte dimensión de género, con las mujeres en la primera línea como responsables de la salud y el cuidado, experimentando a la vez el impacto en varios frentes, como su salud sexual y reproductiva”, concluyó Julitta Onabanjo, directora regional para África Oriental y Meridional del FPNU.

Fuente: https://www.el-carabobeno.com/onu-crisis-covid-africa-mujer/

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¿Por qué el cierre de colegios afecta más a las niñas?

Por: Semana.com

El matrimonio infantil y el embarazo adolescente son solo algunas de las dificultades adicionales que enfrentan millones de niñas en todo el mundo debido al cierre de escuelas por la pandemia.

El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer. Esta fecha es la representación simbólica de la lucha de las mujeres por reclamar las mismas condiciones y oportunidades que los hombres.

En el ámbito educativo, las mujeres han logrado grandes conquistas, las cuales se pueden ver amenazadas por cuenta de la pandemia.

Cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) indican que desde 1995 se han matriculado 180 millones más de niñas en la enseñanza primaria y secundaria.

Sin embargo, a pesar del aumento en todos los niveles de educación, las menores siguen teniendo más probabilidades de sufrir exclusión que los niños, un fenómeno que podría acentuarse significativamente con la crisis sanitaria.

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Entrevista a Silvia Frías Nebra: “En las comunidades donde trabajamos, el matrimonio infantil se vincula con la mutilación genital femenina”

¿Ser mujer en el África Subsahariana implica vivir con miedo?

No tiene por qué. En Amref Salud África trabajamos con lideresas africanas que se opusieron firmemente a tradiciones dañinas como la mutilación genital femenina o el matrimonio forzado y que están sensibilizando no solo a mujeres y a niñas, también a los hombres y ancianos de su comunidad. Para llegar a ser líder en tu comunidad, el miedo debe quedar atrás. Eso es lo que promovemos desde la campaña #NiñasSinMiedo: empoderar a las niñas para que se alcen contra tradiciones que atentan contra sus derechos y su propio cuerpo. Con dignidad y respeto.

No puedo entender cómo en tiempos de pandemia pueden aumentar los casos de mutilación genital femenina, así como los matrimonios infantiles forzosos… ¿Qué está pasando?

La pandemia de la COVID-19 conlleva la interrupción de los programas de prevención de la MGF como consecuencia de la focalización de los esfuerzos y fondos contra la propia COVID, las restricciones de movimiento, la imposibilidad de hacer actividades comunitarias de sensibilización y educación, el distanciamiento social, la carencia de apoyo de redes de protección, el cierre de las escuelas, la pérdida de acceso a servicios de salud reproductiva y el deterioro de los medios de vida. Todos estos factores aumentan el riesgo de que las niñas y adolescentes sufran mutilación genital femenina y matrimonio infantil. Por ejemplo, en Kenia, uno de los países donde trabajamos contra la mutilación genital femenina, los colegios escuelas han cerrado durante 9 meses. Las escuelas actúan como red de seguridad para las niñas: ahí están protegidas y monitoreadas. En zonas con mucha distancia entre aldeas y pocas instalaciones educativas lo normal es que los alumnos y alumnas duerman en la escuela de lunes a viernes. Con la pandemia, han tenido que volver a casa y han perdido esa protección. Además, muchas familias de bajos recursos y de zonas rurales se han empobrecido y, con más personas en casa y menos capacidad económica, han aumentado los matrimonios forzados. Los padres casan a las chicas menores de edad con hombres mucho mayores a cambio de bienes o servicios. Se trata de una estrategia de supervivencia. Pero para casarte, en algunas comunidades, tienes que sufrir la mutilación genital femenina, porque es en ese momento cuando tu comunidad te ve como mujer.

¿Cómo es posible que la MGF sea un efecto colateral de la pandemia?

Las restricciones a causa de la pandemia han supuesto la interrupción de los programas de protección de la infancia y de acciones de sensibilización colectivas contra la mutilación genital femenina. Desde Amref lo hemos intentado paliar con la difusión de mensajes a través de la radio y de internet, así como visitas casa por casa con los equipos de protección necesarios en estas circunstancias, en las que además hemos facilitado linternas para que las chicas puedan seguir estudiando en casa, pero no es suficiente. En contextos como este, el aumento de la calidad y cantidad de nuestros programas contra la MGF se hace necesario y urgente.

He leído en vuestro dosier que “13 millones de matrimonios infantiles de aquí a 2030”. ¡Qué horror!

De qué manera se ve obstaculizada vuestra labor debido a la COVID-19. ¿Os sentís impotentes?

La pandemia ha dificultado nuestro trabajo; nuestros programas se basan en acciones con la comunidad. El no poder reunirnos ha supuesto un cambio de enfoque, hemos tenido que utilizar más la difusión a través de los medios, principalmente redes sociales, con las poblaciones que tienen acceso a ellos, y difusión por radio para las más remotas y rurales. También trabajamos mucho con las niñas y niños a través de las escuelas y durante algunos meses hemos tenido que implementar acciones puerta a puerta. Hemos buscado alternativas para seguir haciendo nuestro trabajo. Además del programa contra la mutilación genital femenina, hemos realizado programas de emergencia para la contención del virus, distribuyendo equipos de protección para sanitarios, mascarillas y geles hidroalcóholicos para los hogares que carecen de agua. También hemos fortalecido los laboratorios que tiene Amref en Kenia y Etiopía. No nos sentimos impotentes, porque hemos sabido reinventarnos y porque estamos luchando también contra el avance del coronavirus en África.

¿Cómo se pueden reforzar los programas que habéis estado llevando a cabo para evitar que esto suceda, Silvia?

Necesitamos más apoyo. En 2020 iniciamos un programa de lucha contra la mutilación genital femenina en Etiopía y en 2021, otro en Senegal. Y queremos seguir trabajando, pero para iniciar otras acciones necesitamos apoyo económico. Tenemos que aunar esfuerzos de instituciones, empresas y personas que se sumen con sus donaciones. Cualquier apoyo, por modesto que sea, es vital en estos momentos.

En varios países, la MGF está prohibida, pero se sigue haciendo. ¿Acaso la ley no es suficiente para parar a estas personas que destrozan la integridad de estas niñas?

La MGF es ilegal en 26 países africanos pero cambiar la ley sin modificar las actitudes y normas sociales no es suficiente para acabar con esta práctica tan profundamente arraigada en ciertas comunidades de esos países (no todas las etnias de un país la practican). Es necesario acompañar los cambios legales con campañas de sensibilización y educación que logren un pleno convencimiento, así como la decisión de la propia comunidad para ponerle fin. En muchos casos las comunidades ni siquiera conocen la legislación. En Afar, por ejemplo, zona en la que trabajamos en Etiopia, sólo un 28% de la población que entrevistamos conocía la prohibición. Al ser una práctica ancestral, ligada a conceptos como intimidad o sexualidad, además de prohibirla es necesario educar y sensibilizar.

Imagino que hay quien os verá como intrusas, que queréis acabar con la cultura y la tradición de un país. Y eso no es cierto. ¿Cómo hacéis esa labor pedagógica?

Amref es una entidad africana. La sede de la red internacional de Amref está en Nairobi. Las necesidades y estrategias de intervención se identifican en países africanos dónde se van a ejecutar las acciones (soluciones africanas a problemas africanos). El 97% de los trabajadores de Amref Global (en África, Europa y Norteamérica) son africanos.

Las personas que trabajan contra la mutilación genital femenina en el terreno son integrantes de las propias comunidades. Son personas que aman su cultura y su identidad, pero que luchan contra prácticas dañinas. Y desde Amref España se trabaja en estos programas siguiendo las líneas estratégicas surgidas de Nairobi. Por tanto, es un ámbito de trabajo que se ha identificado e iniciado desde África y que en España apoyamos.

Sin educación, está claro que nos extinguimos. Y todavía hay quien no cree en su importancia…

La educación es la base para eliminar tradiciones dañinas e injustas. En algunas comunidades de Kenia y Tanzania donde trabajamos, la mutilación genital femenina también va ligada a la educación, ya que se practica en el rito de paso de niña a mujer (en torno a la pubertad) y cuando se mutila a las niñas, suelen dejar la escuela para casarse. Desde Amref trabajamos con el modelo de ritos de paso alternativos, que respetan la cultura y los valores del rito de paso, pero eliminan la mutilación genital. En el rito de paso tradicional, los ancianos bendicen a las niñas con leche para que sean buenas esposas y madres. En el alternativo, las bendicen con cuadernos y bolígrafos para que sigan estudiando.

Silvia, como ciudadanos, cómo podemos contribuir a la lucha contra la mutilación genital femenina.

Todos podemos luchar contra la mutilación genital femenina y formar parte de este movimiento para liberar a las niñas del miedo y permitir que puedan construir su propio destino. Hemos lanzado la campaña #NiñasSinMiedo para recaudar fondos que nos permitan ampliar nuestra respuesta. La situación es gravísima y amenaza la vida y el futuro de millones de niñas. Por favor, si puedes, súmate con una donación.

Fuente: https://www.elcorreogallego.es/tendencias/en-las-comunidades-donde-trabajamos-el-matrimonio-infantil-se-vincula-con-la-mutilacion-genital-femenina-FE6420968

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Matrimonio infantil-uniones tempranas, ¿por qué?

Por: Tahira Vargas García

La presencia de estas causas del matrimonio infantil o las uniones tempranas tienen en común las violaciones de derechos de la niñez y adolescencia en las familias acompañadas con la ausencia de comunicación y orientación entre familias y sus hijas sobre su realidad socio-afectiva y sexual.

El matrimonio infantil/uniones tempranas tienen raíces culturales muy arraigadas en nuestro país. En estudios que venimos realizando desde hace unos 15 años en distintos contextos (rural, urbano-marginal) y diferentes provincias del país (Vargas 1998) (Vargas 2014) (Vargas 2018) desde el abordaje de distintos temas se presentan continuamente casos de uniones tempranas/matrimonio infantil en los que se plasman distintas causas como son:

a) Salida de círculos de violencia intrafamiliar. En todos los estudios realizados se presenta continuamente violaciones de derechos hacia niños, niñas y adolescentes al interior de las familias, violencia física y sexual. Las niñas y adolescentes utilizan como estrategia para salir de esos círculos irse de la casa, se van con otros familiares, amigas y novios. “Yo tenía 12 años y mi novio tenía 17, me fui de mi casa porque peleaban mucho, me daban mucha pela, un día me entraron a palos y me fui”.

Juntarse con un novio e irse a su casa materna o a una pieza es una práctica frecuente que para ellas simboliza libertad y escape de la violencia.

b) Legitimar las relaciones sexuales. La actividad sexual en niñas y adolescentes en los estudios que hemos realizado inicia desde los 10-12 años fruto de abuso sexual pero visto por ellas como voluntario o su propia decisión. Las familias muchas veces desconocen la presencia de abuso y actividad sexual en sus hijos e hijas desde temprana edad. Los patrones culturales presentes en el imaginario social y familiar condenan la actividad sexual en el sexo femenino (no así en el masculino) antes del matrimonio por la influencia religiosa. Esta prerrogativa cultural marca a las familias y a las adolescentes entendiéndose así que deben casarse para tener relaciones sexuales y ser aceptadas socialmente.

c) Expulsión de sus hogares por tener sexo o por “andar en la calle de noche”. Muchas adolescentes señalan que han sido expulsadas de su hogar por su familia. Esta expulsión tiene como principal razón la posible sospecha de relaciones sexuales por salidas a divertirse o rumores. Las familias entienden que cuando una niña o adolescente tiene sexo pierde su honor y la única forma de recuperarlo es que el novio se la lleve y la mantenga. “Llegue a mi casa a las once de la noche y mis padres me dijeron que no me aceptaban, que ya era una mujer y tenia que irme de la casa con el hombre con quien yo andaba”.

d) Normalización del matrimonio, “casarse” o “irse”. En varias adolescentes encontramos la expresión “me case porque quería formar una familia” “me case porque estaba enamorada de él”. La unión o matrimonio se concibe en la cultura popular como “normal” en la adolescencia. Tener un novio y durar con el 1 año es mucho tiempo, se supone que el noviazgo debe durar poco y en consecuencia casarse es la meta, acompañada con la visión de que hay que tener hijos siendo joven.

e) Masculinidad basada en el permiso a disponer de los cuerpos de las niñas y adolescentes con legitimación social y visión de las “menores” como trofeo de la virilidad.

La presencia de estas causas del matrimonio infantil o las uniones tempranas tienen en común las violaciones de derechos de la niñez y adolescencia en las familias acompañadas con la ausencia de comunicación y orientación entre familias y sus hijas sobre su realidad socio-afectiva y sexual. La desconfianza en las hijas desde su niñez, la represión a su diversión y recreación y las desigualdades de género presentes en las que los hijos tienen libertades y permisos que se les niega a sus hijas provoca la búsqueda del matrimonio y la unión como una salida y ruptura. Esto acompañado de la aceptación del ejercicio de poder masculino sobre niñas y adolescentes

La aprobación en la cámara de diputados de la ley que prohíbe el matrimonio infantil y la conformación de un gabinete de la niñez y adolescencia presidido por la primera dama Raquel Arbaje y CONANI para prevenir el matrimonio infantil y embarazos en adolescentes es un avance significativo en el abordaje de la problemática.

Se necesitan cambios profundos en el imaginario de la cultura popular con la promoción de los derechos de la niñez y adolescencia, la equidad de género, educación sexual integral, derechos sexuales y reproductivos y nueva masculinidad.

Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY

Fuente: https://acento.com.do/opinion/matrimonio-infantil-uniones-tempranas-por-que-8890661.html

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