Un nuevo informe de la ONG Igualdad Ya sobre cómo las leyes matrimoniales de la región de Oriente Medio y Norte de África y de todo el mundo discriminan a las mujeres y las niñas revela cómo la falta de reformas supone un mayor riesgo de violaciones de los derechos humanos, como el matrimonio infantil y la violencia doméstica.
En Egipto, el 62% de los hombres y el 49% de las mujeres están de acuerdo con la práctica de los crímenes de honor. Según el Banco Mundial, al menos el 35% de las mujeres de la región de Oriente Medio y Norte de África han sufrido alguna forma de violencia por parte de su pareja en algún momento de su vida.
«A pesar de lo impactante de esta cifra, es probable que sea una subestimación, ya que la violencia de género a menudo no se denuncia debido a obstáculos como el estigma social, la culpabilización de las víctimas y la preocupación de que el caso no sea tratado eficazmente por el Estado», dijo a MEMO Dima Dabbous, representante regional de Igualdad Ya en la región de Oriente Medio y Norte de África.
«Tras la pandemia del COVID-19 y las consiguientes repercusiones económicas, los casos de violencia doméstica y de matrimonios infantiles y forzados aumentaron en la región, al igual que en todo el mundo, y las mujeres y niñas de las comunidades más pobres y las familias refugiadas en zonas de conflicto se vieron especialmente afectadas.»
Hace casi 30 años, en una sala de conferencias de Pekín, los líderes mundiales se comprometieron a eliminar las leyes injustas existentes y a hacer realidad la igualdad jurídica. Pero estos objetivos, prometidos en la IV Conferencia de la ONU sobre la Mujer, no sólo están lejos de cumplirse, según el informe de Igualdad Ya, sino que están empeorando.
«Los avances en Oriente Medio y Norte de África han sido lentos e inconsistentes», afirma Dima. «Preocupantemente, en los últimos años se ha producido un retroceso en los derechos de la mujer en algunos países. Los gobiernos se han mostrado reacios a abordar o dar prioridad a las reformas, y países como Irán y Arabia Saudí han perseguido y castigado activamente a las activistas de los derechos de la mujer».
En Líbano, el padre tiene toda la patria potestad, salvo la lactancia, y si la mujer se vuelve a casar, pierde la custodia de sus hijos. Según el Código de la Familia de Argelia, la mujer necesita el permiso de un tutor matrimonial masculino, mientras que en Israel, según la Ley de Matrimonio y Divorcio, el divorcio depende únicamente de la voluntad del marido.
Tres décadas después de aquella conferencia, estas leyes discriminatorias no se eliminan por falta de voluntad política, afirma Dima. «Esto es alimentado, en parte, por quienes están en el poder y buscan preservar el statu quo y mantener el apoyo de los sectores conservadores que no apoyan el empoderamiento de las mujeres».
«Los intentos de reformar las leyes de familia pueden ser arriesgados, incluso peligrosos, en algunos países de Oriente Medio y Norte de África -continúa-, especialmente allí donde los gobiernos autoritarios tratan las campañas pacíficas a favor de los derechos de las mujeres como un delito castigado con sanciones sociales y económicas, prisión, tortura e incluso la muerte.»
El año pasado, la destacada activista egipcia por los derechos de las mujeres, Amal Fathy, fue condenada a un año de prisión tras criticar la incapacidad del gobierno para proteger a las mujeres del acoso sexual. En 2016, la abogada y feminista egipcia Azza Soliman fue detenida, sus bienes fueron congelados y se le prohibió viajar. Ahora Azza ha sido absuelta de los cargos que se le imputaban en un tribunal de terrorismo, pero sigue teniendo prohibido viajar.
También en 2021, la destacada activista saudí por los derechos de las mujeres, Loujain Al-Hathloul, fue puesta en libertad tras tres años de detención en los que fue torturada. A pesar de ser liberada, a Loujain se le prohibió viajar.
Aunque en la región se han introducido leyes que refuerzan los derechos legales de las mujeres y las niñas, también es necesario poner en marcha otras estrategias que generen apoyo público para garantizar su aceptación y aplicación, afirma Dima.
«Lograr un cambio sistemático y duradero requiere modificar las actitudes y comportamientos negativos hacia las mujeres y las niñas. Por ejemplo, en Egipto el matrimonio infantil está prohibido por la ley y denunciado por la autoridad religiosa Al-Azhar, pero sigue siendo ampliamente practicado y culturalmente aceptado.»
Y, mientras el gobierno egipcio ha aumentado el número de mujeres nombradas en puestos gubernamentales y ha tipificado como delito la denegación de la herencia a las mujeres, al mismo tiempo ha seguido reprimiendo la libertad de expresión.
Existen restricciones a la sociedad civil, incluida una ley que prohíbe a las ONG divulgar los resultados de las investigaciones de campo sin la aprobación del gobierno, amenaza con multas de hasta un millón de libras egipcias por recibir fondos sin la aprobación del gobierno y prohíbe la cooperación con organizaciones y expertos extranjeros.
Más allá de la región de Oriente Medio y Norte de África, no hay casi ningún país en el mundo que haya erradicado las leyes discriminatorias por razón de sexo, afirma Dima. En 2022, sólo 12 países lograron la plena igualdad legal, según el Banco Mundial.
«Las leyes de estado civil discriminatorias por razón de sexo hacen imposible la igualdad de género. Hasta que las mujeres y las niñas no tengan igualdad legal, seguirán proliferando prácticas nocivas como el matrimonio infantil y el matrimonio forzado, y la violencia sexual y de género.»
«Una de las principales áreas de reforma de las leyes sobre el estatuto personal que deben emprender los Estados de la región [de Oriente Medio y Norte de África] es hacer que sus leyes de nacionalidad y ciudadanía sean equitativas desde el punto de vista del género, de modo que las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres para transferir la nacionalidad a sus hijos y cónyuges, y adquirirla o cambiarla», añade Dima más adelante. «Esto mejorará la vida de las mujeres, así como la de sus familias, y hará que los países cumplan con el derecho internacional, que exige la igualdad de género en los derechos de nacionalidad».
Save the Children y Barcelona Bridal Fashion Week suman fuerzas contra el matrimonio infantil. Más de 22.000 niñas mueren en todo el mundo a causa de los embarazos y los partos derivados de esta problemática.
Las niñas del mundo entero tienen derecho a vivir la mejor de las infancias, a jugar, a sentirse seguras y a soñar con qué quieren ser de mayores. Pero cada día, millones de niñas ven incumplidos sus derechos y se convierten en adultas antes de tiempo porque son obligadas a casarse. El matrimonio infantil es una de las principales amenazas para la educación, la saludy la seguridad de la infancia en todo el mundo. Niñas de tan solo nueve o diez años son obligadas a casarse con hombres, con frecuencia, mucho mayores, en muchos países de África y Asia.
Cada año, más de 22.000 niñas mueren en todo el mundo a causa de los embarazos y los partos derivados del matrimonio infantil. Concretamente, en África Occidental y Central, que cuenta con la tasa más alta de matrimonio infantil en el mundo, se producen casi la mitad (9.600) de todas las muertes estimadas relacionadas con el matrimonio infantil. Esto son 26 muertes al día.
Aunque en los últimos 25 años se han evitado casi 80 millones de matrimonios infantilesen todo el mundo, los avances se habían estancado incluso antes de la pandemia del COVID-19, que no ha hecho más que agravar las desigualdades que impulsan el matrimonio infantil. Con el cierre de las escuelas, los servicios de salud bajo presión o cerrados y un mayor número de familias empujadas a la pobreza, las mujeres y las niñas se enfrentan a un mayor riesgo de violencia. Y las predicciones no son muy esperanzadoras: se espera que otros 10 millones de niñas se casen de aquí a 2030.
El matrimonio infantil en Mauritania
Esta semana está teniendo lugar la Barcelona Bridal Fashion Week (BBFW), el evento líder en moda nupcial, y como viene haciendo desde hace un tiempo el salón colabora con Save the Children para luchar contra el matrimonio infantil. En la edición de este año, la BBFW centra sus esfuerzos solidarios en uno de nuestros proyectos contra el matrimonio infantil en Mauritania que busca empoderar a las niñas a través de la educación. El matrimonio debería ser un sueño para cualquier mujer, no una pesadilla.
En este país situado en el noroeste de África, el matrimonio infantil se sitúa como una de las principales causas de la deserción de las niñas del sistema educativo, el embarazo precoz, la mortalidad durante el parto y la violencia conyugal. Esta situación es todavía más alarmante entre la población refugiada. “El matrimonio de las niñas es consecuencia de la superposición de diferentes factores de vulnerabilidad, como la falta de recursos económicos, las normas de género, culturales y sociales, y la falta de un sistema de proteccióny servicios de base”, explica Michela Ranieri, experta en política exterior de Save the Children.
Mauritania cuenta con una población donde el 51,8% son mujeres y el 48,2% hombres. Su población es joven: más del 61% tiene menos de 25 años. El grupo compuesto de madres con sus hijos e hijas forman un 66% de la población total. A pesar de los avances logrados en el contexto de la protección de la infancia en el país, los niños y niñas continúan sufriendo violencia, abuso, abandono, discriminación y explotación.
El cambio climático, las hambrunas, el inexistente acceso a vacunas o medicamentos y la falta de higiene son algunas de las muchas causas que han llevado a millones de familias a la pobreza más extrema. Según Gustavo Suárez Pertierra, presidente de UNICEF España, la educación es el único mecanismo que existe para que los niños y niñas sean capaces de acabar con la trampa que esta pobreza supone. Por ello, la educación es el corazón de UNICEF, una organización que, desde hace ya 75 años, vela por los derechos y la supervivencia de la infancia más vulnerable.
En los últimos dos años, y a raíz de la pandemia de la COVID-19, hay 100 millones más de niños y niñas en el mundo sumergidos en la pobreza, lo que equivale a un aumento del 10% desde 2019.
De hecho, y según el informe ‘Evitemos una década perdida: Hay que actuar ya para revertir los efectos de la COVID-19 sobre la infancia y la juventud’, presentado por UNICEF el pasado mes de diciembre, la COVID-19 está poniendo en peligro décadas de progreso en cuestiones fundamentales para la infancia como la pobreza, la salud, el acceso a la educación, la nutrición o el bienestar mental. Una situación sin precedentes a la que se debe hacer frente de manera inmediata.
Durante esta entrevista con Soziable.es, Gustavo Suárez Pertierra, presidente de UNICEF España, incide en la importancia de actuar de forma rápida y eficaz para hacer frente a todas estas desigualdades que afectan gravemente a la humanidad en general, pero a la infancia en particular.
– ¿De qué manera ha afectado la pandemia de la COVID-19 a la infancia?
La pandemia ha causado un impacto extraordinario sobre toda la humanidad en general, sobre la infancia en particular y sobre la infancia más vulnerable de una manera especial. Ha tenido un gran costo en vidas humanas, ha producido un efecto del que tendremos que aprender a salir, porque corre el peligro de paralizar, o al menos revertir, ciertos procesos que estaban consiguiendo que el bienestar de la infancia se asiente en nuestras sociedades, pero, sobre todo, la mayor consecuencia que va a producir es que va a generar unas enormes desigualdades en el mundo.
La pandemia es una crisis que comienza siendo sanitaria y acaba siendo económica y social, pero que se distingue de otras crisis porque es una crisis global. Quiere decir esto que afecta a todo el conjunto de los países, a todo el conjunto de los pueblos, a toda la humanidad, en definitiva.
El impacto de la pandemia no es el mismo en aquellas ciudades más ricas y en las sociedades más pobres. Las posibilidades o los recursos que tienen las sociedades para superar el impacto de la pandemia tampoco son los mismos. Por tanto, la combinación entre impactos y posibilidades de superación de la crisis va a producir unas desigualdades extraordinarias en el mundo.
Tendremos que encontrar la senda de salida. Pero ¿cómo tendremos que hacerlo? Pues, en primer lugar, procurando que las medidas sanitarias lleguen a todas partes. Las vacunas, fundamentalmente, tienen que llegar a los países de rentas bajas porque, si no llega a todos, la pandemia no puede resolverse. Pero, además, hay que invertir en educación, en saneamientos, en mecanismos e instrumentos que permitan adaptarse a los tiempos que vienen, que van a ser muy dificultosos.
– ¿Qué entendemos por pobreza infantil?
Hay muchas clases de pobreza. Hay una pobreza severa, que afecta a aquellas sociedades que viven en la miseria, pero hay otra que llamamos pobreza moderada, que afecta a sociedades más desarrolladas y que se mide a través de la media de ingresos de una familia tipo: dos adultos y dos menores, por ejemplo.
Pero ¿qué significa ese tipo de pobreza? Significa que los hogares que la padecen no pueden acudir a satisfacer un gasto que de repente se presenta, porque se produce una necesidad educativa, por ejemplo, actividades extraescolares; porque sube el precio de la luz por encima de lo que estaba previsto; porque se presenta una necesidad producida por una determinada catástrofe o por un determinado impacto social; o por un hecho propio del clima.
Esta es una pobreza moderada que, en España, lamentablemente, afecta a entre un 27 y un 28% de loa niños y loa jóvenes, lo cual no se corresponde con nuestra entidad como cuarta potencia económica dentro de la Unión Europea, ni tampoco con el puesto que tenemos en la Unión Europea, ya que estamos muy atrás, estamos en la cola de los países que están padeciendo la lacra de la pobreza infantil.
– Por lo tanto, no nos referimos a lo mismo cuando hablamos de pobreza infantil en España y cuando lo hacemos refiriéndonos a países del tercer mundo, ¿verdad?
Los países de rentas medias y bajas no tienen los mismos problemas que tienen los países más desarrollados en el mundo, donde también hay pobreza, ese tipo de pobreza de hogares que no pueden llegar a fin de mes, que no pueden garantizar la calefacción en invierno o que no pueden garantizar unas vacaciones razonables.
La pobreza en los países que llamamos en desarrollo, en los países con rentas más bajas, tiene unas características mucho más incisivas. Pensemos que en estos países hay, en este momento, del orden de 5 millones de niños al año, 14 mil niños al día, menores de 5 años, que mueren por falta de un remedio que está en nuestras manos proporcionarles, por ejemplo, vacunas. No me estoy refiriendo ahora al caso de la pandemia de la COVID-19, me estoy refiriendo a las vacunas de las enfermedades que todavía no están erradicadas en el mundo, que se llevan por delante muchas vidas de niños menores de 5 años.
Bien es verdad que, hace tres décadas, esta cifra era el doble. Por tanto, vamos en la buena dirección, pero hay que darse cuenta de que esta es la realidad que tenemos en muchas partes del mundo.
– ¿Cómo afecta la pobreza a los niños y niñas?
La pobreza es algo que, lamentablemente, envuelve la vida de los seres humanos y, por supuesto, de los niños.
¿Qué significa la pobreza para los niños? Significa que no pueden ser niños, que no pueden manifestar, como única preocupación, la preocupación de ser niños y hacer lo que hacen los niños, porque tienen otras preocupaciones.
La pobreza se manifiesta en materia de trabajo infantil; en la falta de posibilidades de desarrollo; en la falta de acceso a la educación; en la nutrición; y en el propio movimiento y en la propia sociabilidad de los niños y de los jóvenes que necesitan moverse ampliamente y ser niños para poder desarrollarse.
Esa falta de ambiente que proporciona la pobreza, que va desde la manifestación de enfermedades hasta las carencias en la educación, cuando envuelve toda la vida de los niños provoca fenómenos muy importantes que están detectando las sociedades modernas, por ejemplo, de salud mental.
Así pues, uno de los primeros problemas que tiene planteados la humanidad en este momento es resolver los problemas del hambre, que afectan a muy buena parte del género humano y, por supuesto, al grupo social más vulnerable, que son los niños, las niñas y los jóvenes.
– La lucha contra el cambio climático es otro de los grandes retos a los que se enfrenta UNICEF. ¿Es esta problemática una de las grandes amenazas para la infancia?
El cambio climático es un factor fundamental para la infancia. Produce sequías y hambrunas, exige a las sociedades la incorporación de unos instrumentos que les permitan ir adaptándose al cambio de las temperaturas, produce el aumento del nivel de los océanos…
Todo eso, en aquellos espíritus más jóvenes que están en formación, como es el caso de los niños en edad temprana y de los adolescentes en edad ya madura, les afecta de múltiples maneras: provoca enfermedades, plantea problemas de nutrición, les limita la movilidad… El cambio climático es un elemento vital para garantizar no solo el desarrollo de los jóvenes, sino también su bienestar futuro. Por tanto, es algo a lo que debemos poner una enorme atención.
El primer problema que tiene la infancia es la supervivencia, algo que podemos resolver porque una vacuna cuesta 60 céntimos de euro. Luego hay que resolver los problemas de educación, de bienestar y sanitarios que puedan afectarles. Pero después hay que garantizarles un entorno seguro, algo que con la referencia climática solo es posible adelantándose con medidas de previsión como quieren, por otra parte, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que tienen en el cambio climático una de sus referencias fundamentales.
– La pandemia de la COVID-19 no solo ha comprometido nuestra salud física, sino que también está afectando a nuestra salud mental y, en especial, a la de los colectivos más vulnerables. ¿Perciben que la salud mental de la infancia se ha visto alterada, en mayor o menor grado, tras la irrupción del coronavirus?
La salud mental se ve afectada por la pandemia sin duda ninguna. Aquí se produce un efecto curioso: la salud mental es un elemento que, desgraciadamente, está muy presente en nuestras sociedades, para los niños y para los mayores, pero es un problema social sobre el que existe una especie de silencio, acordado por toda la sociedad, porque la concebimos como un estigma de las sociedades avanzadas.
Yo creo que la pandemia, y no quiero decir con esto que haya tenido ningún efecto bueno ni positivo, ha puesto en el escenario de las preocupaciones el problema de la salud mental y, especialmente, de la salud mental infantil. El confinamiento, la falta de sociabilización adecuada que provoca el cierre de las escuelas, que los niños no puedan, en un momento determinado, salir a la calle para poder socializar y desarrollar sus juegos genera un impacto extraordinario sobre la salud mental de los niños y los jóvenes.
Desde UNICEF lo hemos medido y existen datos que lo ponen de manifiesto. Hay, en estos momentos, un 13% de jóvenes, hasta 18 años, que se ven afectados por algún tipo de trastorno mental. Un 13% son muchos millones de niños en el mundo.
– ¿Se aborda esta problemática desde UNICEF?
Lo intentamos porque los sistemas públicos, quizá porque no es un elemento que esté presionando nuestras sociedades, atienden muy poco a la salud mental. Hablando en términos globales, que es como tenemos que hablar desde UNICEF, solo un escaso 2% de los presupuestos sanitarios se dedica en el mundo a la salud mental y esto es un presupuesto prácticamente insignificante.
Por tanto, tenemos que ayudar a resolver ese problema. UNICEF trabaja desde esa perspectiva en las sociedades desarrolladas procurando interesar sobre el problema a los ciudadanos y a las ciudadanas, sensibilizar y ofrecer a los poderes públicos las medidas adecuadas de carácter sanitario, pero también de entorno doméstico y social, para que se pueda salir al paso de los problemas de trastornos mentales que pueden plantearse.
En España, hemos colaborado en la parte infantil del desarrollo de la Estrategia de Salud Mental que se está empezando a poner en práctica. Por tanto, ya hay sensibilidad social suficiente como para que, desde el sistema público, se pueda atender ese problema.
Y, en los países de rentas medias y bajas, UNICEF está desarrollando programas sobre el terreno en materia sanitaria y social. En materia sanitaria, procurando fortalecer los sistemas sanitarios de países que son menos favorecidos en lo que se refiere a salud mental y en otros aspectos sanitarios; y, por otra parte, trabajando en la construcción de entornos saludables que permitan a la infancia y a la adolescencia desarrollarse previniendo la posibilidad de que estos problemas puedan afectarles.
– ¿Es primordial garantizar una educación de calidad a todos los niños y niñas para hacer frente a las desigualdades y a la pobreza?
La educación es la principal herramienta que existe para salir de la pobreza. Se ha dicho que la educación es un ascensor social, el único mecanismo que puede garantizar que se rompa la trampa de la pobreza, que significa que las generaciones siguientes son más pobres o siguen siendo tan pobres como las generaciones anteriores. Y lo único que puede romper ese círculo vicioso es, precisamente, la educación, de ahí su importancia en esta materia.
La educación es el corazón de UNICEF. Los objetivos de nuestra organización tienden a la supervivencia de los niños y adolescentes, a garantizar su bienestar y a la protección, pero todo eso está envuelto por el corazón de UNICEF, que es la educación. La educación es un trampolín para el desarrollo personal y social.
– No hay nada perfecto, pero… ¿qué considera que debe tener la infancia para que su desarrollo sea adecuado y, sobre todo, ‘feliz’?
La infancia es, por definición, un grupo desvalido. Como la Convención de Derechos del Niño llega hasta los 18 años, hay mucha diferencia entre los niños más niños, los niños y niñas que ya no lo son tanto y los jóvenes o adolescentes ya que cada franja de población tiene su necesidad especifica.
La base es la posibilidad de encontrarse con un entorno familiar, doméstico y social que les permita formarse y desarrollar todas sus capacidades. Eso exige una atención social adecuada, la posibilidad de contar con una asistencia sanitaria suficiente desde una edad temprana y la posibilidad de acceso a la educación y a las capacidades de empoderamiento, sobre todo para las niñas, que son el grupo más desvalido dentro del grupo más desvalido de la sociedad. Todo esto es necesario como punto de partida y, a partir de aquí, vienen todas las necesidades que ofrece el sistema de bienestar al que nos asomamos los ciudadanos de los países en desarrollo.
Hay, en estos momentos, más conflictos bélicos abiertos que hace 30 años. Nos tenemos que poner a pensar en la influencia que tiene esto, no solo sobre los niños, sino sobre todos los hombres y mujeres, por ejemplo, obligándoles a desplazarse de sus hogares. Por tanto, la infancia necesita condiciones básicas de vida y de desarrollo posterior.
– Personalmente, ¿cree que estamos a tiempo de cumplir los ODS en la fecha prevista, 2030?
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible constituyen un programa de acción muy ambicioso. Hace unos pocos años, las naciones se pusieron de acuerdo para definir unos Objeticos de Desarrollo Sostenible, 17 Objetivos, con dos centenares de metas, y se diseñó una Hoja de Ruta que es la Agenda 2030.
Aquí hay que confiar en la capacidad de resiliencia del género humano y, especialmente, en la de los jóvenes, que es mucha. Hay que confiar en la capacidad de los estados que han adquirido consciencia de la necesidad de establecer un desarrollo sostenible para permitir que las sociedades sean más justas y proporcionen un mayor bienestar. Pero, además de ser optimista, hay que ser realista y decir que, en este momento, vamos por debajo de las previsiones de cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y, más todavía, porque no contábamos con el impacto de la pandemia.
Prácticamente todos los ODS tienen que ver con la infancia, porque son objetivos que afectan a la erradicación de la pobreza, al destierro y las hambrunas, a la educación… Por tanto, en todos los Objetivos está presente la referencia de la infancia y en todos tiene que trabajar UNICEF. Por eso, necesitamos una visión muy amplia en la que necesitamos, por supuesto, que nos acompañen las sociedades de los países pobres y ricos.
– ¿Cuáles son los retos y objetivos de UNICEF España para este año 2022?
Yo creo que necesitamos recuperar la senda de conseguir los objetivos de bienestar que nos habíamos planteado.
UNICEF cumple ahora 75 años: 60 en España, 75 UNICEF global. Tras la Segunda Guerra Mundial, UNICEF se planteó el objetivo de la supervivencia de la infancia, erradicar las enfermedades que se llevaban miles de muertos cada día, la educación como corazón de UNICEF, el bienestar en todas sus fórmulas y la erradicación de conductas que todavía están muy presentes en ciertas sociedades y que afectan a niños y a niñas, como es el caso del matrimonio infantil.
En todo este tiempo, en estos 75 años, se ha avanzado mucho en el cumplimiento de estos objetivos. El matrimonio infantil, por ejemplo, se ha reducido en un 15% en las tres últimas décadas. Pero el impacto de la pandemia sobre todos esos procesos que estaban en marcha y que estaban teniendo un cierto éxito sostenido ha sido, está siendo y va a ser enorme. Hay que recuperar esa senda de bienestar para el cumplimiento de unos objetivos que, lamentablemente, después de 75 años, todavía están vigentes.
Necesitamos actuar contra la pobreza infantil, en materia de salud mental y de fortalecimiento del sistema educativo, en temas de bienestar y sobre la sostenibilidad del clima en el que tenemos que movernos. En concreto, tenemos que erradicar determinadas prácticas como las que afectan a las políticas de género o que tienen que ver con el trabajo infantil y que están muy favorecidas por todo lo que trae consigo la pandemia, como el cierre de las escuelas.
Una de cada cuatro niñas y adolescentes de América Latina y el Caribe contrajo matrimonio o formalizó una unión antes de cumplir los 18 años, según un informe que advierte de que, si no se toman medidas, la región será la segunda con peores datos de todo el mundo en el año 2030, sólo por detrás del África subsahariana.
La prevalencia del matrimonio infantil en América Latina apenas ha variado en el último cuarto de siglo, si bien la ausencia de datos completos hace temer que la realidad pueda ser peor, según un grupo conformado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) y ONU Mujeres.
La información básica sobre matrimonios y uniones tempranas no está disponible en varios países, especialmente en el Caribe, y la que se conoce refleja una disparidad estadística, ya que mientras que la proporción de niñas y adolescentes casadas es inferior al 10 por ciento en Jamaica, en otros lugares como República Dominicana, Nicaragua, Honduras y Belice el dato supera el 30 por ciento.
El Grupo de trabajo del Programa Conjunto Interinstitucional para Poner Fin al Matrimonio Infantil y a las Uniones Tempranas en América Latina y el Caribe señala en su informe que estas bodas prematuras «son una realidad» en la región, «a pesar de su falta de visibilidad» y recuerda que eliminar esta práctica nociva es clave para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Aunque la tendencia no es nueva, se ha agravado debido a que la pandemia de COVID-19 y la crisis alimentaria han agudizado la pobreza. La situación es tan desesperada que, a cambio de una dote, algunas familias ofrecen sus hijas a los 20 días de nacer a futuros esposos.
La agencia de la ONU estima que el 28% de las mujeres afganas en la franja de edad entre los 15 y los 49 años se casaron antes de la mayoría de edad, e insta a las autoridades de facto a priorizar la reapertura de las escuelas para todas las niñas de secundaria y a permitir que las profesoras vuelvan a sus puestos de trabajo.
La directora ejecutiva de UNICEF ha manifestado su preocupación ante las informaciones que corroboran esta información e indicó que ha recibido “noticias creíbles de familias que ofrecen a sus hijas de tan sólo 20 días para un futuro matrimonio a cambio de una dote”.
Henrietta Fore explicó que esta tendencia no es nueva y que ya se producía antes de la reciente inestabilidad política en el país. Solo en las provincias de Herat y Baghdis, los socios de UNICEF detectaron 183 matrimonios infantiles y 10 casos de venta de niños durante 2018 y 2019. Los menores implicados tenían entre 6 meses y 17 años.
Las adolescentes siguen sin poder ir a la escuela
A esta compleja coyuntura se le ha de añadir que tanto la pandemia del COVID-19, como la actual crisis alimentaria y la llegada del invierno han agravado aún más la situación de las familias.
“»La gravísima situación económica de Afganistán está sumiendo a más familias en la pobreza y obligándolas a tomar decisiones desesperadas, como poner a los niños a trabajar y casar a las niñas a una edad temprana”, alertó Fore y recordó que, en 2020, “casi la mitad de la población de Afganistán era tan pobre que carecía de necesidades como la nutrición básica o el agua potable”.
La directora ejecutiva de la agencia de la ONU explicó que otra de las circunstancias que incrementa el riesgo de matrimonio infantil es que a la mayoría de las adolescentes todavía no se les ha permitido regresar a las aulas.
UNICEF continúa trabajando en Afganistán para concienciar a las comunidades de los riesgos que corren las niñas si se casan antes de cumplir los 18 años.
Entre estos peligros, Fore destacó la menor probabilidad de que permanezcan en la escuela y el mayor riesgo de que sufran violencia doméstica, discriminación, problemas de salud mental y mayor vulnerabilidad a las complicaciones durante el embarazo y el parto.
«Hemos iniciado un programa de asistencia en efectivo para ayudar a compensar el riesgo de hambre, trabajo y matrimonio infantil entre las familias más vulnerables. Tenemos previsto ampliar éste y otros programas de servicios sociales en los próximos meses”, señaló.
Del mismo modo, UNICEF también prevé trabajar con los líderes religiosos para asegurarse de que no participan en los acuerdos de matrimonio de las jóvenes, denominados Nekah.
Sin embargo, Fore advirtió que todas estas medidas no son suficientes.
«Pedimos a las autoridades centrales, provinciales y locales que tomen medidas concretas para apoyar y proteger a las familias y a las niñas más vulnerables. Instamos a las autoridades de facto a priorizar la reapertura de las escuelas para todas las niñas de secundaria y a permitir que las profesoras vuelvan a sus puestos de trabajo sin más retrasos. Está en juego el futuro de toda una generación«, advirtió.
Fuente de la Información: https://news.un.org/es/story/2021/11/1499952
De acuerdo con diversos estudios del Consejo de Europa, uno de cada cinco niños sufre o ha sufrido abuso sexual antes de cumplir los 18 años. En el caso de las niñas, la proporción es aún más elevada, sobre todo, en aquellos países en los que la problemática se agrava fruto de prácticas como el matrimonio infantil. Tanto es así que, según los datos recogidos por Save the Children, 120 millones de niñas alrededor del mundo han sufrido algún tipo de violencia sexual antes de los 20 años.
Los casos, advierten desde Unicef, no paran de aumentar. Aunque aún no es posible determinar con precisión las consecuencias que puede traer consigo la pandemia del coronavirus, expertos y agentes sociales temen que, fruto del confinamiento, el cierre de colegios y consultas pediátricas o las dificultades con las que ellos mismos se han encontrado para ejercer su labor en los últimos meses, los casos aún no manifiestos puedan dispararse.
Resulta bastante habitual que, cada cierto tiempo, los grandes medios de comunicación en nuestro país abran a toda plana con casos de abuso o violencia sexual. En la inmensa mayoría de los casos, hacia las mujeres. Se trata, pues, de una problemática común, conocida y despreciada por todos.
No obstante, nos resultan más extrañas (e indignantes, si cabe) aquellas portadas en las que la víctima del abuso es un menor. ¿Quiere esto decir que son menos habituales? En absoluto. Solo se pretende reflejar que hablamos de una problemática altamente desconocida, poco dada a la denuncia por parte de las víctimas y, por ende, con escasa presencia mediática. Al menos, no la que debiera.
El acoso sexual infantil es una lacra que, a tenor de la opinión de los expertos, va en aumento y que hoy se hace más necesario que nunca abordar desde una perspectiva crítica y alejada del sensacionalismo tan característico de las tragedias infantiles, convertidas en muchos casos en auténticos culebrones veraniegos de televisión matinal. Basta con repasar la hemeroteca.
¿De qué hablamos cuando hablamos de abuso sexual infantil?
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el abuso sexual infantil se define como “la participación de un niño o adolescente en una actividad sexual que no comprende completamente, por lo que no puede dar su consentimiento, para la cual el menor no está preparado por su grado de desarrollo o que vulnera las leyes y tabúes sociales”.
Los niños pueden ser abusados sexualmente tanto por adultos como por otros menores que, en virtud de su edad o etapa del desarrollo, se encuentren en una posición de responsabilidad, confianza o poder sobre la víctima. Incluye, por supuesto, el incesto, es decir, el abuso por parte de un miembro de la familia o de un pariente cercano. Implica, además, la intención de satisfacer las necesidades del perpetrador o de un tercero. Entre ellas, la búsqueda de control y poder sobre el niño.
En el caso concreto de los adolescentes, también pueden sufrir abusos sexuales a manos de sus iguales. Incluidos contextos tales como las citas, los encuentros románticos o las propias relaciones íntimas.
Por lo general, se suelen distinguir tres tipos de abuso sexual infantil. En primer lugar, el que se produce sin contacto. Ejemplos de ello serían las amenazas de abuso, el acoso verbal, la solicitud sexual o la exposición del niño a la pornografía. En segundo lugar, se encontraría el abuso sexual con contacto, pero sin mantener relaciones sexuales propiamente dichas. Implicaría actos tales como tocar, acariciar o besar de forma inapropiada. Por último, el abuso que involucra relaciones sexuales. En cualquier caso, se trata de una vulneración flagrante de los derechos del menor y, como tal, aparece tipificado en el Código Penal.
Una característica fundamental en estos casos es que se lleva a cabo sin necesidad de fuerza física. De ahí que sea catalogado como “abuso” y no como “agresión sexual” o “violación”. El método del abusador para conseguir su objetivo, por el contrario, se basa en la manipulación del menor, tanto psicológica como emocional. Generalmente, a través del chantaje (regalos, premios…) o aprovechándose de su confianza, cariño y respeto. Esto provoca que, de manera habitual, no deje ningún tipo de rastro físico, lo que favorece su prolongación en el tiempo. Solo así es posible comprender las enormes dificultades que entraña su detección temprana, incluso en el ámbito profesional (docentes, psicólogos, pediatras…) y la necesidad de mayor concienciación y formación al respecto.
Más habitual de lo que podría parecer
El abuso sexual infantil es un mal mucho más común de lo que pudiese parecer a simple vista. Una pandemia. De acuerdo con diversos estudios del Consejo de Europa, uno de cada cinco niños sufre o ha sufrido abuso sexual antes de cumplir los 18 años. En el caso de las niñas, la proporción es aún más elevada, sobre todo en aquellos países en los que la problemática se agrava fruto de prácticas como el matrimonio infantil. Tanto es así que, según los datos recogidos por Save the Children, 120 millones de niñas alrededor del mundo han sufrido algún tipo de violencia sexual antes de los 20 años.
Por desgracia, resulta casi imposible saber con certeza la cifra real de niños que sufren abusos
Los casos, advierten desde Unicef, no paran de aumentar. Aunque aún no es posible determinar con precisión las consecuencias que puede traer consigo la pandemia del coronavirus, expertos y agentes sociales temen que, fruto del confinamiento, el cierre de colegios y consultas pediátricas o las dificultades con las que ellos mismos se han encontrado para ejercer su labor en los últimos meses, los casos aún no manifiestos puedan dispararse.
Tanto o más preocupante resulta el bajísimo porcentaje de los abusos que son denunciados y que, finalmente, llegan a manos de la justicia: solo un 5%. En ese sentido, la especialista en políticas de infancia de Unicef España, Almudena Olaguibel, reconoce que “por desgracia, resulta casi imposible saber con certeza la cifra real de niños que sufren abusos”.
La tasa tan baja de casos que acaban por salir a la luz deriva, en gran parte, de las grandes dificultades para la detección y, además, de la altísima tasa de abusos sexuales infantiles cometidos desde el entorno de confianza más próximo al menor (núcleo familiar, parientes cercanos, vecinos, amigos de la familia…), lo que dificulta aún más si cabe la cuestión.
¿Qué consecuencias puede tener para el desarrollo del menor?
En una entrevista concedida a El Diario de la Educación, el doctor en Psicología y especialista en Sexología, José Luis García, apunta a que las consecuencias de haber sufrido abuso sexual durante la infancia “van a variar en función de la experiencia concreta, del chico o de la chica, de cómo la vive y gestiona cada cual, de la edad, del entorno familiar, del tipo de abuso, de su frecuencia, de su preparación previa, de los apoyos y ayudas que se tengan…”.
“Las consecuencias de los abusos sexuales pueden afectar a todas las áreas de la personalidad, de la conducta y de las relaciones, particularmente la dimensión sexual y afectiva. No es infrecuente que se contemple el suicidio, autolesiones, baja autoestima, culpabilidad lacerante y constante y puedan iniciar una escalada de conductas desadaptadas”, añade.
Puesto que resulta verdaderamente difícil gestionar y elaborar cognitivamente esa experiencia, lo que hace que en la mayoría de las veces no se denuncie o ni siquiera se llegue a hablar de ello, la ayuda psicológica y el apoyo familiar serán fundamentales a la hora de enfrentar, superar el trauma y quitarse de encima la etiqueta de “víctima”.
Es frecuente que se contemple el suicidio o se desarrollen conductas inadaptadas
Prevención, detección y actuación, las claves
La Fundación Márgenes y Vínculos lleva más de 20 años realizando labores de asistencia a las víctimas de abuso sexual infantil y, además, de apoyo y orientación a las familias. Su labor se centra en la prevención, la detección y la actuación.
Juan Jesús Cardoso es responsable del área de prevención. En este ámbito, destaca, “hay dos aspectos imprescindibles. Por un lado, la sensibilización general. Es decir, que la población general tome conciencia. Por otro, la formación integral. Esto incluye, por supuesto, a los profesionales que trabajan en el día a día con niños y jóvenes (maestros y maestras, monitores de ocio y tiempo libre…), sobre todo en cuanto a los indicadores y las respuestas ante posibles verbalizaciones. Pero también a los propios menores y a su círculo más próximo”.
Para las etapas de educación infantil y primaria, la Fundación Márgenes y Vínculos plantea los programas “Aquí no se toca” y “Mi cuerpo es un tesoro”. Ambos emplean la educación sexual y emocional, a través de una metodología eminentemente práctica, basada en el juego y el teatro, con el objetivo de “despertar el sentido arácnido” de los niños y dotarles de las herramientas necesarias para, en la medida de lo posible, protegerse frente a conductas inapropiadas, tales como los “secretos malos o los regalitos”.
Asimismo, en secundaria se presenta el taller “Será porno hablar”, en el que se abordan temas de educación afectivo-sexual, género y pornografía.
Celia Nevado, por su parte, se encarga de aspectos relacionados con la evaluación psicológica del niño que ha sido víctima de abuso sexual. La entrevistas que realiza junto a su equipo sirven para la elaboración de informes que, a su vez, pasan a ser prueba preconstituida ante el tribunal en caso de juicio. Esta labor obedece a la creación de un espacio más confortable para que el menor pueda expresarse con libertad y no se vea en la obligación de acudir a un ambiente tan frío y hostil como puede resultar un juzgado.
Aunque considera fundamental la nueva Ley Orgánica de Protección Integral de la Infancia para luchar contra el abuso sexual infantil, Nevado reconoce que “hace falta más desarrollo, asistencia desde la detección y, sobre todo, se hace necesaria la elaboración de un protocolo común que favorezca el trabajo integral y coordinado desde los distintos ámbitos que trabajamos con la infancia: educativo, sanitario, policial, judicial…”.
Abuso sexual infantil en el mundo del deporte
El ámbito deportivo, sobre todo al más alto nivel, se ha convertido, a tenor de los múltiples casos desvelados en los últimos años, en un importante foco en cuanto al abuso sexual infantil. Concentraciones, viajes, vestuarios, horas y horas de entrenamiento, alejamiento progresivo del entorno familiar… Todos ellos son factores que pueden ser aprovechados por la figura de autoridad, en este caso, el entrenador, para ejercer lo que se conoce como grooming, es decir, el establecimiento de relaciones abusivas derivadas precisamente de la relación de desequilibrio de poderes y de la dependencia que surge entre deportista y entrenador.
Estamos aquí para evitar que los niños lloren en silencio
Afortunadamente, las autoridades competentes a escala nacional han ido tomando conciencia y, poco a poco, comienzan a implementar medidas tales como la figura del “delegado de protección”, el máximo responsable de la estrategia de protección a los menores deportistas que se encuentran en Centros de Alto Rendimiento.
Con el paso del tiempo, también han ido surgiendo iniciativas privadas que pretenden evitar que se repitan casos de abuso sexual infantil en el contexto deportivo, acompañar a las familias que ya lo hayan sufrido y, además, formar y sensibilizar a la sociedad en general sobre esta grave problemática.
Es el caso de ‘Coloso con pies de barro’, el proyecto personal del exjugador de rugby profesional francés, Sébastien Boueil, y que, tras su desempeño en Francia y Argentina, llega a España de la mano del también exjugador profesional de rugby, Franco Pani, con el objetivo de prevenir la pedofilia, las novatadas y el acoso a través de intervenciones en clubes, centros de alto rendimiento e instituciones educativas.
“Coloso con pies de barro nace a partir de la historia de Sébastien Boueil, quien fue víctima de abuso sexual entre los 12 y los 16 años”, explica Pani. “Creemos que el deporte puede ayudar a cambiar vidas. Es la palanca más importante para ayudar a las personas que lo están pasando mal. Por eso, a través del rugby, tratamos de colaborar con clubes e instituciones, como la Federación Española de Rugby o el Club Rugby Alcalá, para evitar que los niños sufran este tipo de abuso y terminen por llorar en silencio”, concluye.
Ofrecen formación a los profesionales del mundo del deporte, así como a organizaciones e instituciones, con el fin último de capacitarlas en cuanto a la prevención de delitos sexuales, protegerse en situaciones de riesgo, comprender lo que es un agresor sexual, ser capaces de identificar a una víctima y, finalmente, poder actuar en el momento en que el abuso salga a la luz.
Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2021/07/12/abuso-sexual-infantil-la-pandemia-invisible/
Defensoras indígenas exigieron que los gobiernos de sus países desarrollen de forma inmediata políticas públicas y estrategias con perspectiva intercultural y de género que se enfoquen en la eliminación y prohibición de los matrimonios forzados y de la “compra” de niñas, dos prácticas que las aleja de tener una vida libre de violencia, viola sus Derechos Humanos y las obliga a empezar una vida sexual a temprana edad.
Al participar en el evento virtual “Matrimonio infantiles y uniones tempranas en comunidades” -organizado por “Iaru Colectivo”, señalaron que los gobiernos de sus países deben detener estas dos prácticas que invisibilizan diversas violencias que se cometen contra las niñas como no respetar su derecho a decidir o a su libertad bajo el argumento de que ellas están obligadas a cumplir con “las tradiciones de las comunidades”.
Detallaron que estas “tradiciones” son “muy graves” porque sus matrimonios forzados o la “compra” es decidida, a veces, por su familia cuando ellas no tienen capacidad de decisión y son entregadas a hombres mayores de edad a cambio de dinero, animales o especies a fin de que la familia “ya no tenga otra boca que alimentar y pueda sobrevivir a la pobreza que padecen”, declaró la defensora peruana de la Red de Organizaciones Jóvenes Indígenas, Jeanett Pariona Tarquí.
Recordaron el caso de un profesor de 30 años que pidió casarse con una niña menor de 18 años en Panamá. “Este se valió de la ignorancia de la madre y de la pobreza extrema de la familia porque en su comunidad había muy poco acceso a la educación. Para la madre el profesor era alguien que podía sacar de la pobreza a su hija. Muchas de estas niñas están expuestas a violaciones y al abandono de su libertad”, dijo la defensora de la “Coordinadora Nacional de Mujeres Indígenas en Panamá”, Silvia Santo.
Explicaron que las niñas y jóvenes indígenas padecen una falta de acceso a servicios médicos, educación basada en hechos científicos, información en sus lenguas sobre sus derechos sexuales y reproductivos, métodos anticonceptivos, planificación familiar, entre otros, que los gobiernos deberían asegurar, pero no es así. Esta ausencia impulsa que estas prácticas prevalezcan pues las familias no tienen opciones y creen que “casar a su hija es lo mejor”, agregó Pariona Tarquí.
“¿Por qué sólo aplica para las mujeres? esa es la pregunta. Otras veces se realiza la compra como si fuéramos animales. Carecemos de educación sexual y reproductiva y no hay acceso a métodos anticonceptivos, derivado a que en algunas comunidades no se permite hablar de estos temas y es un tabú”, comentó la defensora de la “Red de Mujeres Juveniles Indígenas de México”, Angélica Pablo Peña.
Por tales razones, dijeron, es importante que las indígenas tengan presencia en diversos sectores, en particular en el gobierno, en la sociedad, en la educación y en la salud para que ellas mismas promuevan la difusión de los Derechos Humanos de las mujeres en sus espacios, dispongan del conocimiento, derrumben los estereotipos de género y las “tradiciones que las encadenan” e impulsen que la voz de las niñas y jóvenes sea escuchada en sus comunidades.
“Deberíamos ser tomadas en cuenta en planes y políticas públicas que sean de beneficio para nosotras y así limitar todas estas problemáticas que nos afectan porque es a nosotras quienes somos violentadas, marginadas y vulneradas, más en la infancia. Esta vulneración nos obliga a unirnos en matrimonio antes de los 18 años. Nosotras nos imaginamos un mundo donde todas las niñas crezcamos informadas y seguras y donde nuestros derechos sean respetados, añadió la defensora de la “Red de Municipal de las Niñas Lideran en Guatemala”, Melody Juárez.
Frente a este panorama llamaron a sus gobiernos a atender estas problemáticas con políticas públicas, campañas de sensibilización sobre los derechos sexuales y reproductivos en lenguas indígenas, garantizar el acceso de las niñas y jóvenes indígenas a todos los niveles de educación, posicionar el tema dentro sus agendas políticas para que de forma urgente estas prácticas dejen de ser normalizadas en el mundo.
En este evento también participaron la defensora de la Red de Mujeres Mapuche, Chile, Yanka Millapan; la defensora de la Coordinadora Nacional de Mujeres Indígenas en México, Laura Hernández Pérez; la defensora del Colectivo Juvenil Nuestras Voces en Puebla, Claudia Libertad; la defensora de la Asociación de Abogadas Indígenas en Guatemala, Claudia Chope; la defensora del Centro de Mexicano de Intercambio en Hidalgo, Lizbeth Hernández Cruz, la defensora de la Unión Nacional de Mujeres Kunas en Panamá, Naididili Pérez, entre otras defensoras.
OtrasVocesenEducacion.org existe gracias al esfuerzo voluntario e independiente de un pequeño grupo de docentes que decidimos soñar con un espacio abierto de intercambio y debate.
¡Ayúdanos a mantener abiertas las puertas de esta aula!