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Informe: Economías emergentes que inviertan en la educación de niñas podrían aumentar su PIB 10%

Así lo revela el informe de Citi Global Insights y Plan International. Sugiere que erradicar todas las barreras al desarrollo de las niñas y adolescentes será clave en la recuperación post-covid y el logro de los ODS de la ONU

Un nuevo informe de Citi Global Insights y Plan International arroja que las economías emergentes que logren tasas de finalización de la escuela secundaria del 100% de las niñas para el año 2030 podrían obtener, en promedio, un aumento de su PIB del 10%.

El informe, The Case for Holistic Investment in Girls: Improving Lives, Realizing Potential, Benefiting Everyone (Argumentos a favor de una inversión integral en niñas: mejorar vidas, realizar potencial, beneficiar a todos) revela que una inversión total de solo $1.53 por día por niña en las economías emergentes tendría un gran impacto en el potencial económico general de los países.

El análisis de Citi precisa que más de 130 millones de niñas en todo el mundo no iban a la escuela antes de la crisis de la covid-19. Y según la Unesco, es posible que más de 11 millones de niñas no regresen después de la crisis.

Las adolescentes de todas partes, pero especialmente en las economías en desarrollo, enfrentan barreras para acceder y completar una educación de calidad, volverse económicamente independientes, participar en la fuerza laboral y llevar una vida saludable sin violencia.

“Los planes de recuperación de la covid-19 que prioricen la inversión en la educación y el bienestar de las niñas ayudarán a las comunidades y economías a tener una reconstrucción mejor y más fuerte”, expresó en el informe la directora ejecutiva de Plan International, Anne-Birgitte Albrectsen.

Indicó que “aún más importante, esta debe ser una inversión integral no solo en la educación en sí, sino también en desmantelar las diversas barreras que impiden el empoderamiento de las niñas, desde el matrimonio infantil y forzado hasta la violencia de género y el embarazo a temprana edad. Como podemos ver en este estudio, la inversión integral en todas las áreas de la vida de las niñas resultará en un aumento del PIB, un alto retorno de la inversión para los países y un mundo más justo”.

Indicó que incluso podrían obtenerse retornos económicos aún mayores después de 2030, gracias a los efectos acumulativos de los beneficios, y si se tiene en cuenta el impacto que la educación de las niñas también tendrá en las familias y comunidades.

“El valor especial de la colaboración entre Citi y Plan International consiste en reunir argumentos económicos y sociales, y presentar un caso sólido de inversión con múltiples componentes”, señaló el director Global de Investigación de Citi, Andrew Pitt.

“Erradicar las barreras a la educación y el desarrollo de las niñas puede ser la clave para lograr muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU”, enfatizó.

Sin embargo, un gran desafío para la investigación a lo largo de los años ha sido la falta de datos inclusivos y de alta calidad.

En ese sentido, Citi y Plan International se han asociado para abordar esta brecha de conocimiento crucial, creando uno de los conjuntos de datos más holísticos hasta desarrollados hasta el momento sobre los beneficios económicos y sociales de invertir en las adolescentes y jóvenes.

La ONU, por su parte, ha alentado el desarrollo de la colaboración entre el sector privado, el sector público, las ONG y las instituciones filantrópicas en pos de los ODS.

El informe concluye que invertir en el desarrollo de las adolescentes tendrá implicancias positivas en los objetivos globales más allá del ODS 5 (igualdad de género) y, de hecho, es clave para lograr el desarrollo sostenible en general.

La importancia de la educación y el empoderamiento de las niñas se han relacionado con varios ODS, que incluyen la reducción de conflictos, la obtención de agua potable y saneamiento, así como la lucha contra el cambio climático.

Fuente: https://www.laestrella.com.pa/economia/201117/inversiones-ayuden-ninas-completar-educacion-impulsar-10-pib-s-emergentes

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No pueden fallar

Por: Esabeth de Puig

Este empobrecimiento estructural es insostenible, como lo señalara el Papa Francisco en su reciente intervención frente a la Asamblea General de las Naciones Unidas, cuando dijo que los síntomas de desigualdad “revelan una enfermedad social”; precisando que este “es un virus que viene de una economía enferma.

Blancos, morados, rojos, variopintos, multicolores, los de a pie y los montados, los de arriba y los de abajo estamos en un mismo barco, todos con el mismo deseo de contribuir a hacer posible los avances necesarios para la mejoría de nuestro país en un mundo rodeado por los estragos sanitarios y sociales de la Covid-19.

La población votó mayoritariamente por un cambio y al gobierno del PRM le ha tocado iniciar su misión en medio de una crisis que sacude global y localmente planes, certezas y parámetros.

Para ser efectivos el cambio político y los nuevos aires que soplan sobre la República Dominicana deberían estar acompañados de una real transformación de las mentalidades, que deje de lado el clientelismo, el cofrecito, el barrilito, el patriarcalismo y el conservadurismo.

La gente votó por un gobierno que haga las cosas de otra manera. Esto no puede ser un quítate tú para ponerme yo. No hay herencia ni reparto que valga en los puestos gubernamentales y entre los electos del pueblo. El cambio debe ir mucho más allá de una simple permuta de funcionarios. Lo que tiene que imperar es la ley y la adecuación de la hoja de vida con los puestos a proveer. Si hay algo que puede frustrar al pueblo dominicano es darse cuenta un buen día que el anhelado cambio se ha transformado en más de lo mismo.

Celebramos hace apenas tres días el Día Nacional de la Prevención del Embarazo en Adolescentes, un tema en la palestra y en la mano de nuestros honorables diputados que tendrán la responsabilidad de aprobar la ley sobre el matrimonio infantil.

Han sido muchos los años de rodeos, sin que hayamos logrado garantizar a nuestras adolescentes el ejercicio de derechos ya reconocidos por leyes vigentes y acuerdos internacionales de los cuales somos signatarios.

En la espera, somos el reflejo de una sociedad desigual que no se muestra capaz de defender a su niñez amparándose en una ceguera social que tolera la “entrega” de adolescentes y la explotación sexual comercial de las niñas a cambio de bondades para las familias.

Esta legislación tan importante para los derechos de la niñez va de la mano con los derechos sexuales y reproductivos. La inclusión de la despenalización del aborto por las tres causales es un mínimo por el que un estado laico debe propugnar, independientemente del credo que profesen o no profesen los integrantes del gobierno y los honorables legisladores.

Como decía en un artículo reciente, la mujer del siglo XXI no es un mero objeto reproductor, sin derecho a tomar decisiones sobre su cuerpo y sexualidad, sin capacidad de resolución de conflictos, sin posibilidad de vida ni pensamiento autónomos, subyugada a diversos poderes religiosos, parlamentarios, médicos y jurídicos fundados sobre una idea de dominio masculino

La pauperización de una parte de nuestra población y la desvinculación creciente de las escuelas con la implementación de la enseñanza virtual, traen como consecuencias una mayor desprotección frente a los flagelos que mencionamos. Dicho de otra manera, propician la trata de menores, los matrimonios de adolescentes y el trabajo infantil.

Este empobrecimiento estructural es insostenible, como lo señalara el Papa Francisco en su reciente intervención frente a la Asamblea General de las Naciones Unidas, cuando dijo que los síntomas de desigualdad “revelan una enfermedad social”; precisando que este “es un virus que viene de una economía enferma. Es el fruto de un crecimiento económico injusto, que prescinde de los valores humanos fundamentales”.

Es también el fondo del asunto al que el gobierno debe llegar, ahora con más razón y determinación que nunca frente a la urgencia de colmar las diversas brechas que se han profundizado en la sociedad. Brechas que dejan a nuestros niños, niñas y adolescentes todavía más desprotegidos que antes.

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/opinion/no-pueden-fallar-8865760.html

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El rugby salva a las niñas de la escuela del matrimonio infantil en las zonas rurales de Zimbabwe

Catherine Muranganwa, cuyas dos hermanas se casaron antes de cumplir 18 años, dice que el deporte le abrió los ojos a diferentes posibilidades.

Cuando las niñas de la escuela secundaria Sahumani en el este de Zimbabwe comenzaron a jugar al rugby, tuvieron que arreglárselas con el campo de fútbol y las camisetas de fútbol de gran tamaño que usaban los niños.

Cinco años después, varios han representado a su país en el deporte, y muchos más le atribuyen haberlos salvado de convertirse en novias en una nación donde el matrimonio precoz sigue siendo común a pesar de haber sido ilegalizado en 2016.

«Solía ​​odiar el rugby. En ese momento creía que el deporte era solo para la élite y para los hombres, no para las niñas como yo», dijo Catherine Muranganwa, de 20 años, quien ha jugado para el rugby nacional femenino Sub-18 y Sub-20 de Zimbabwe. equipos.

Muranganwa, cuyas dos hermanas se casaron antes de cumplir los 18 años, la edad legal para contraer matrimonio en Zimbabue, dijo que el juego la despertó a diferentes posibilidades.

«Cuando viajo para jugar rugby, conozco mujeres increíbles y me he dado cuenta de que casarme temprano no es la elección correcta», dijo a la Fundación Thomson Reuters en su aldea en el valle de Honde, a unos 90 km (55 millas) de la ciudad de Mutare.

El rugby ahora es obligatorio para todas las niñas en la escuela de Muranganwa.

«Cuando los de Form 1 se inscriben con nosotros, les presentamos el rugby. Hay una mejora positiva con respecto a los matrimonios precoces», dijo el director Mwaradzika Makazouya, y agregó que el cierre prolongado de la escuela había aumentado el riesgo de que las niñas se casaran.

En 2019, el 32,6% de una muestra representativa de unas 8.000 mujeres de 20 a 49 años se habían casado antes de los 18, según la Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados de Zimbabwe 2019.

Si bien ha habido avances en la lucha contra el matrimonio precoz en la nación del sur de África desde que fue prohibido, la pobreza y las prácticas religiosas obstaculizan los esfuerzos para erradicarlo.

Velme Nyarumwe, con su entrenadora Patricia Mukunike-Chakanya, Cathrine Muranganwa y Trish Kandemiri en el gimnasio de jungla recién construido en Sahumani Secondary. Honde Valley, 11 de septiembre de 2020.

La educación es un factor clave para determinar el riesgo, y con la mayoría de las escuelas aún cerradas debido a la pandemia de coronavirus, los activistas advierten que podría haber un aumento en la práctica.

En todo el mundo, se estima que 500.000 niñas más corren el riesgo de ser obligadas a contraer matrimonio infantil en 2020 como resultado del impacto económico del COVID-19, mostró un informe de Save the Children el jueves.

Eso marcaría un aumento interanual del 4%, revirtiendo el progreso para reducir el matrimonio temprano en los últimos 25 años, dijo la organización benéfica.

James Maiden, jefe de comunicación del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), dijo que los bajos niveles de educación y el estatus socioeconómico aumentan el riesgo de casarse temprano en Zimbabwe.

«Las mujeres de 20 a 49 años con educación preescolar o sin educación tenían 13 veces más probabilidades de (haber estado) casadas a los 18 años en comparación con las que tenían educación superior», dijo.

Las niñas de hogares pobres tenían casi cuatro veces más probabilidades de casarse en comparación con las niñas de hogares ricos en comparación con la edad legal para contraer matrimonio, agregó.

‘DEMASIADO TARDE PARA EL MATRIMONIO’

El padre de Muranganwa, que era polígamo y tenía cuatro esposas, murió cuando ella tenía 12 años y la vida no ha sido fácil para su madre, una campesina y el resto de su familia.

Era miembro de una iglesia conocida por la poligamia y por casar a niñas antes de que alcanzaran la edad legal para contraer matrimonio.

Muranganwa, que camina 10 km (seis millas) para llegar a la escuela secundaria Sahumani todos los días, dijo que la mayoría de las niñas que asisten a su iglesia se casan antes de terminar su educación primaria.

«Las niñas suelen casarse con hombres polígamos mayores en una reunión anual de la iglesia», dijo, y agregó que su madre la ha apoyado para rechazar una serie de propuestas de matrimonio a pesar de la presión de otros parientes.

Velme Nyarumwe, de 20 años, una de las compañeras de Muranganwa en el equipo de rugby femenino Sub-20 de Zimbabwe, dijo que sus cuatro hermanas se casaron antes de cumplir los 18 años.

Las jugadoras de rugby Cathrine Muranganwa, Velme Nyarumwe y Trish Kandemiri haciendo flexiones en un gimnasio en la jungla recién construido en la secundaria Sahumani. Honde Valley, 11 de septiembre de 2020.

«Para mi familia, a los 20 ya soy demasiado tarde para casarme. A diario aumentan la presión», dijo.

Muchas de las niñas que juegan al rugby son las primeras en sus familias en alcanzar la Forma 4, el último año de educación de nivel Ordinario en Zimbabwe, dijo la entrenadora de rugby de la escuela Patricia Makunike-Chakanya.

Sahumani comenzó a enseñar rugby a niñas en 2015 en una iniciativa encabezada por maestras que también se habían capacitado como entrenadoras bajo la bandera de la Unión de Rugby de Zimbabwe.

Makunike-Chakanya, ella misma víctima de violencia de género, se interesó en el juego en la década de 1980, cuando solo lo jugaban hombres. Más tarde se entrenó como entrenadora, con la esperanza de que el deporte también fuera popular entre las niñas.

Además de perfeccionar sus patadas, pasa tiempo hablando con las chicas, escuchando sus preocupaciones y dándoles consejos.

«Quedarme con algunas de las niñas en la escuela me da la oportunidad de aconsejarlas y protegerlas de los hombres depredadores en la aldea», dijo Makunike-Chakanya.

La mayoría de los padres se han unido al equipo de rugby femenino, llamado «Los Gigantes del Valle», y ya no tienen que usar camisetas de fútbol viejas gracias a un acuerdo de patrocinio con una empresa de semillas local.

«Nos dimos cuenta de que al no apoyarlos abandonarían el deporte y entrarían en la comunidad, donde se volverían vulnerables a todo tipo de abuso», dijo Ivan Craig, director responsable de ventas y marketing de Agriseeds.

Muranganwa ahora sueña con hacer una carrera en el rugby para poder ayudar a mantener a su familia y al mismo tiempo ver el mundo.

«El matrimonio no es mi prioridad ahora», dijo.

«Deseo jugar para clubes independientes en Botswana y Sudáfrica, así como en Europa. Sé que con el rugby voy a cambiar la vida de mi familia».

Fuente: https://allafrica.com/stories/202010020026.html

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La pandemia a través de los ojos de las niñas adolescentes (II): perder la escuela es perder la vida

Noticia/17 septiembre 2020/elpais.com

Más de 700 millones de jóvenes menores de 18 años no podían ir al colegio en el pico de la pandemia. Esta serie documental recoge, de la mano de Unicef, el testimonio de 16 de ellas sobre cómo les ha afectado. La segunda entrega, de cinco, llega desde Indonesia, India, Malí, Chad, Bangladés y Ghana. La ofrecemos en castellano en exclusiva

El cierre de las escuelas en 194 países dejaron a 1.600 millones de niños, aproximadamente el 90% de los estudiantes del mundo, sin escolarizar a principios de abril. La vida de niñas como Fikoh ha cambiado mucho. En el pico de la pandemia de covid-19, más de 700 millones jóvenes de todos los continentes no podían ir al colegio, lo que las ha obligado a reorganizar unas vidas cotidianas muy diferentes. Muchas adolescentes corren el riesgo de no regresar nunca al aula, ya que las familias recurren al matrimonio infantil o al trabajo forzado para aliviar sus cargas económicas.

Igual que en otros países del mundo, los centros educativos de Mali están cerrados, y Adiaratou ha tenido que encontrar nuevas formas de realizar sus tareas escolares. Para otras niñas, los obstáculos para acabar este curso son otros. Aparte de los problemas logísticos del aprendizaje a distancia, ellas también tienen que enfrentarse a la pérdida de las ventajas añadidas que supone ir al colegio. En los últimos meses, la escuela ha cambiado para casi todo el mundo, y empezamos a ser más conscientes de lo que supone una interrupción de la enseñanza. Pero para muchas estudiantes, la covid-19 no es la única causa de que sus posibilidades de estudiar se hayan interrumpido.

Laetitia forma parte del Parlamento Infantil de Chad, un programa extraescolar en el que participan gran número de jóvenes ambiciosos con ideas sobre cómo hacer frente a algunos de los mayores problemas del país. Para Laetitia, algunos de ellos tienen repercusiones muy personales. La desigualdad de género y la estigmatización impiden que la educación de las niñas progrese en todo el mundo. Esta situación puede cambiar, pero tenemos que asegurarnos de facilitar a las jóvenes centros de enseñanza seguros en los que puedan aprender y avanzar, y de empoderarlas para que tomen sus propias decisiones.

Si queremos proteger las capacidades, la ambición y el futuro de estas niñas, tenemos que actuar conjuntamente. Sin embargo, quizá el primer paso sea, sencillamente, escuchar.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/09/16/planeta_futuro/1600247518_952217.html

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Mujeres y niñas en Kenia doblemente golpeadas por la covid-19

África/Kenia/27 Agosto 2020/elpais.com

La mutilación genital femenina, los embarazos y los matrimonios infantiles han aumentado de manera alarmante durante la pandemia y no se están aplicando políticas eficaces de protección

“He estado recibiendo cada día llamadas de socorro de las comunidades diciendo ‘muchas niñas están siendo cortadas (mutiladas), por favor haz algo, por favor haz algo, contacta con las autoridades, por favor, rescátalas’”, explica Chesang Domtila en una conversación telefónica que se corta cada dos minutos. Es activista por los derechos de las niñas, fundadora de la organización I_Rep Foundation, y vive en el condado de West Pokot, fronterizo con Uganda, uno de los más golpeados por la mutilación genital femenina (MGF) durante la pandemia.

La MGF es la extirpación parcial o total de los genitales externos femeninos por motivos no médicos. Hay cuatro tipos diferentes de mutilación según el grado de agresividad y se suele practicar entre la infancia y la adolescencia. Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Kenia hay un 21% de mujeres entre 15 y 49 años que han sufrido algún tipo de MGF, cifra que se sitúa por debajo de otros países como Somalia (98%), Guinea (97%) o Yibuti (93%), pero que sigue siendo alarmante ya que se trata de una práctica ilegal en el país desde 2011.

Domtila asegura que los casos de mutilación en West Pokot habían bajado mucho, pero durante la pandemia se han disparado y se ha dejado atrás el secretismo para hacerlo en público mediante ceremonias. “Los padres se imaginan que pueden esconderse detrás de la covid-19 para cortar a las niñas y salir impunes; se piensan que el gobierno está demasiado ocupado como para arrestarles”, comenta la activista. La topografía de la zona hace difícil el acceso a muchos de los pueblos pero se ha conseguido arrestar a algunas de las personas responsables gracias a la movilización de líderes locales como Domtila.

A menudo, los rituales de ablación se hacen durante las vacaciones escolares para no llamar la atención y para que las niñas tengan tiempo de curarse. Hay diferentes tradiciones y creencias que envuelven esta práctica y su grado de incidencia varía según el grupo étnico —los somalis tienen un 94% de incidencia, por ejemplo, mientras que los luo tan solo un 0,2%—. Suele ser una práctica más prevalente en las áreas rurales que las urbanas (un 25,9% ante un 13,8%) y entre las comunidades con menor escolarización (un 58,2% ante un 8,6%). Supone un ritual del paso de niña a mujer, aumenta las posibilidades de contraer matrimonio y lleva asociadas una lista de connotaciones culturales de pertenencia a la comunidad que en caso de rechazarlas, acarrea exclusión y estigma.

“Había programas en las escuelas que protegían a las niñas pero ahora estas están cerradas y la comunidad no tiene otra alternativa que celebrar el rito de paso. Las mutilan y así están listas para casarse en dos o tres años”, comenta Domtila, que estima que los casos de ablación femenina en West Pokot han subido a 800 entre marzo y junio. En situaciones de crisis como la actual, el matrimonio es visto como una transacción económica que puede ayudar a la familia de la mujer a mejorar su situación económica gracias a la dote.

En cada comunidad las afectaciones y las medidas están siendo distintas y, de hecho, debido a la limitación de la movilidad por la pandemia y la dificultad de acceder a zonas remotas, no se dispone del número real de chicas afectadas por este o cualquier tipo de violencia. “El impacto actual de la covid-19 se verá realmente cuando las escuelas reabran (en 2021) y todo vuelva a la normalidad; es entonces cuando veremos cuantas niñas regresan al colegio”, dice Tony Mwebia, activista por la igualdad de género y fundador de la organización Men End FGM, centrada en educar a los niños y hombres en torno a la mutilación genital femenina y al matrimonio infantil. Asimismo, cuando se tiene constancia de un caso sigue siendo muy difícil llegar a una condena, ya que depende de la evidencia presentada en el juicio “y eso lo complica porque se supone que las niñas que han sido circuncidadas tienen que testificar y a veces se sienten amenazadas porque quien se lo ha hecho son vecinas o miembros de su propia familia”, añade Mwebia.

Convivencia forzosa con familiares abusadores

Son varios los esfuerzos de la Administración y la sociedad civil para acabar con la incidencia de cualquier violencia contra niñas y mujeres, pero faltan recursos y una mejor organización. “Las estrategias deben ser dirigidas; qué hacer en qué comunidades, ya que no todas tienen las mismas necesidades», explica Eva Komba, investigadora y especialista en género.

“Necesitamos conocer cada casa donde haya niñas entre cuatro y 18 años y ponerlo en una base de datos, de manera que si vas a esa comunidad podrás implementar respuestas específicas”, comenta Komba, que añade que la violencia contra las mujeres forma parte de todo un espectro que debe ser modificado, incluyendo el cambio climático, la seguridad alimentaria, la mejora de la cobertura sanitaria, la escolarización de las niñas, etcétera.

En los últimos meses, Kenia se ha enfrentado no solo a un incremento de la ablación sino también a una subida preocupante de los embarazos adolescentes. En el condado de Machakos, bordeando Nairobi, se registraron 4.000 embarazos  de niñas menores de 19 años tan sólo de enero a abril. Los casos se concentraron sobretodo a partir de marzo cuando los colegios cerraron por el coronavirus, y se especula que puede haber más.

La convivencia forzosa con familiares abusadores ha sido una de las causas, pero también el intercambio de sexo sin protección con hombres mayores por productos de higiene menstrual que antes ofrecía el colegio y ahora son de difícil adquisición para las chicas sin recursos. La menstruación no desaparece ante una pandemia, las ayudas sí.

Recientemente en el condado de Kajiado, el gobierno local junto con organizaciones comunitarias lanzaron una campaña de sensibilización para dar respuesta a este problema. La iniciativa lleva el nombre de “Funga Miguu”, que se traduce en un “Cerrar las piernas”. Y va dirigida exclusivamente a mujeres, hecho que ha generado críticas, ya que, de nuevo, se está responsabilizando a las víctimas del abuso sufrido.

“Involucrar a los hombres en esta lucha es vital”, comenta Tony Mwebia. “Necesitamos transformar la masculinidad de los chicos jóvenes para que puedan entender que las mujeres son seres humanos iguales y que tienen sus derechos y debemos respetarlos y cuidarlos”. Esta es su tarea en la organización Men End FGM, que en situación de normalidad imparte talleres presenciales a grupos de chicos y hombres de todo el país sobre su papel en la desigualdad y la violencia contra las mujeres, y genera un espacio de debate y reflexión.

Iniciativas en red  o puerta a puerta

Las comunidades hace años que trabajan conjuntamente para combatir estas prácticas que amenazan los derechos de las niñas y las mujeres, pero durante la pandemia han visto como su radio de acción ha quedado gravemente afectado y han tenido que extremar sus lazos y buscar alternativas para seguir protegiendo este colectivo.

En algunas localidades rurales los jefes comunitarios van puerta por puerta para controlar que no se circuncide ni se case a ninguna niña, y también se han lanzado campañas de sensibilización por radio, uno de los canales más accesibles para la sociedad. No obstante, hay demandas para una actuación policial más eficaz, ya que parece que todos los esfuerzos van dirigidos únicamente a hacer cumplir las restricciones impuestas por la covid-19.

Las personas que tienen Internet y smartphones disponen de más recursos para hacer frente a estas prácticas durante la pandemia. No sólo es más fácil mantener un contacto directo con líderes locales y centros de rescate sino que también facilita el acceso a aplicaciones como i-Cut, creada en 2017 por un grupo de adolescentes, que permite acceder a ayuda medica y legal antes o después de sufrir la mutilación genital femenina. El principal problema es que aún hay muchas zonas rurales que no tienen acceso a Internet, por lo que cuesta hacer un rastreo o seguimiento de las menores más vulnerables.

Este es uno de los obstáculos con los que se ha encontrado la activista Selina Nkoile desde que empezó la pandemia. Gestiona un internado para niñas llamado Naning’oi en la ciudad masai de Mosiro (Kajiado), el mismo al que ella acudió siendo pequeña y que la salvó de un matrimonio ya pactado. La institución tuvo que cerrar en marzo y Nkoile ha enviado a casa de su madre a las niñas más vulnerables que no podían volver con sus familias y ha intentado mantener contacto telefónico con el resto. Asimismo, trata de tejer una red de colaboración con los líderes locales y las autoridades, pero es un trabajo duro y lento para una sola persona y reconoce estar preocupada porque “las niñas saben que Naning’oi es un sitio seguro donde pueden acudir en caso de violencia o si las van a casar, pero (…) ahora no hay ningún sitio donde puedan escapar si hay un problema, están encerradas en casa con los mismos padres abusivos”.

Para coordinar esfuerzos entre activistas, Tony Mwebia ha creado un ciclo de conversaciones en línea llamado “End FGM Live” en el que participan activistas de todo el país y ponen en común los problemas y las estrategias de sus comunidades. Las llamadas se comparten en directo a través de las redes sociales. «Y de esta forma amplificamos sus voces e intentamos responsabilizar al Gobierno”, explica.

Acabar con la ablación en 2022

Kenia había fijado el año 2022 para la eliminación total de la MGF, y el 2030 para la de todas las formas de violencia de género, pero parece que las actuaciones no están yendo por ese camino, siendo el coronavirus un importante obstáculo. Se realiza mucho trabajo por parte de la sociedad civil pero se necesita más compromiso y apoyo gubernamental para amplificar su incidencia. “No hemos visto los sistemas ni los recursos ni la movilización para asegurar que este objetivo se consiga”, comenta Mwebia.

Se trata de un proceso complejo que requiere la unión de fuerzas de todos los sectores de la sociedad para conseguir una infraestructura externa eficiente que responda a un cambio de mentalidad de la comunidad. La activista Masai Selina Nkoile no duda en su valoración: “En vez de aplicar normas duras desde arriba, introduzcamos medidas en la comunidad para que un padre no llegue ni a plantearse la idea de cortar a su hija”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/08/12/planeta_futuro/1597247467_508576.html

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Somalia: Indignación ante la redacción de la ley por el Parlamento somalí que permite los matrimonios forzados e infantiles

Por: AllAfrica

Las Naciones Unidas dicen que la ley, que permitiría que las niñas se casen tan pronto como lleguen a la pubertad, tiene «fallas profundas»

El parlamento de Somalia ha provocado indignación al reemplazar la legislación largamente esperada para proteger a las mujeres y las niñas de la violencia por un nuevo proyecto de ley que permite el matrimonio infantil y forzado.

La nación del este de África tiene altas tasas de matrimonio infantil y violencia contra las mujeres, incluida la violación y la mutilación genital femenina (MGF). Las Naciones Unidas dicen que el 45% de las mujeres se casan antes de los 18 años, mientras que el 98% se ha sometido a la mutilación genital femenina.

En 2018, el gabinete de Somalia aprobó el histórico proyecto de ley de delitos sexuales destinado a criminalizar una amplia gama de formas de violencia de género, incluidas la violación, el matrimonio infantil y la trata sexual.

El proyecto de ley establece obligaciones claras para la policía, los investigadores y los fiscales y proporciona protecciones específicas para grupos vulnerables como los niños, las personas con discapacidad y los desplazados internos.

Había estado pendiente ante la cámara baja del parlamento durante más de dos años hasta el sábado, cuando se presentó ante los legisladores un nuevo proyecto de ley, el de Relaciones Sexuales, que permite que las niñas que llegan a la pubertad se casen.

«Este proyecto de ley se trata de discusión. Cada diputado tiene su propio dicho. Queremos que se apruebe después de discusión», dijo Abdiwali Sheikh Ibrahim, vicepresidente de la cámara baja del parlamento, a la Fundación Thomson Reuters.

Ibrahim no comentó por qué se redactó el nuevo proyecto de ley, pero dijo que fue una medida tomada por los ministerios de justicia, mujer y desarrollo humano en consulta con académicos islámicos.

Ari Gaitanis, portavoz de la misión de la ONU en Somalia (UNSOM), dijo que sería un «paso atrás» para los derechos de las mujeres y niñas en Somalia. La UNSOM ha expresado su preocupación al presidente del parlamento, dijo.

«Este nuevo proyecto de ley propuesto, la Ley de Delitos Relacionados con las Relaciones Sexuales, es profundamente defectuoso y viola seriamente los estándares internacionales», dijo Gaitanis en un comunicado enviado por correo electrónico a la Fundación Thomson Reuters.

«El proyecto de ley original sobre delitos sexuales, que la ONU y muchos otros piden que se vuelva a presentar, es un proyecto de ley integral que se ajusta más a las normas aceptadas internacionalmente».

Los donantes internacionales a Somalia también expresaron su preocupación. Ben Fender, embajador de Gran Bretaña en Somalia, tuiteó que este fue «un gran momento para que los parlamentarios decidan los valores futuros de Somalia».

«El gobierno presentó un proyecto de ley de delitos sexuales moderno después de consultar con imanes y académicos. Nunca se debatió. El nuevo borrador permite el matrimonio en la pubertad + dice que un matrimonio forzado es aquel en el que la familia (no el individuo) no da su consentimiento».

Más de 16.000 personas han firmado una petición en línea pidiendo al parlamento somalí que deseche el proyecto de ley sobre relaciones sexuales y apruebe el proyecto de ley sobre delitos sexuales.

«Estamos profundamente preocupados con el proyecto de ley de delitos sexuales enmendado, ya que sienta un precedente peligroso en un país que ya se ha visto afectado por la violencia sexual de género», dijo el peticionario Jabril Mohamed.

«Este proyecto de ley enmendado es de naturaleza dañina para todos los somalíes, pero especialmente para las mujeres, niñas y niños, ya que no protege del matrimonio infantil, el matrimonio forzado, la violación y otras formas de abuso sexual».

(Informe de Nita Bhalla @nitabhalla y Mohammed Omer, edición de Claire Cozens. La Fundación Thomson Reuters es el brazo caritativo de Thomson Reuters y cubre la vida de personas de todo el mundo que luchan por vivir de forma libre o justa. Visite http: // news.trust.org)

Fuente: https://allafrica.com/stories/202008120009.html

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Construir hoy el futuro de la educación

Por: www.un.org.

 

La educación es la clave para el desarrollo personal y el futuro de las sociedades.

Abre oportunidades y reduce las desigualdades.

Constituye los cimientos de las sociedades informadas y tolerantes y es un motor fundamental del desarrollo sostenible.

La pandemia del COVID-19 ha causado la mayor disrupción que ha sufrido nunca la educación.

A mediados de julio las escuelas permanecían cerradas en más de 160 países, algo que afecta a más de 1.000 millones de estudiantes.

Al menos 40 millones de niños de todo el mundo han perdido tiempo de enseñanza en su primer año de educación preescolar, un año fundamental.

Y los progenitores, especialmente las mujeres, se han visto obligados a asumir pesadas cargas de cuidados en los hogares.

A pesar de las clases impartidas por radio, televisión y en línea, y de los mejores esfuerzos de docentes y progenitores, sigue habiendo muchos alumnos a los que no se ha llegado.

Los alumnos con discapacidades, aquellos de comunidades minoritarias o desfavorecidas, los desplazados y refugiados y aquellos en zonas remotas son los que corren mayor riesgo de que se los deje atrás.

Incluso para aquellos que tienen acceso a la educación a distancia, los buenos resultados dependen de sus condiciones de vida, incluida la distribución justa de las tareas domésticas.

Vivimos un momento decisivo para los niños y los jóvenes de todo el mundo.

Ya antes de la pandemia sufríamos una crisis de la educación.

Más de 250 millones de niños en edad escolar no estaban escolarizados.

Y, en los países en desarrollo, solo la cuarta parte de los alumnos de secundaria dejaban la escuela con competencias básicas.

Ahora nos enfrentamos a una catástrofe generacional que podría desperdiciar un potencial humano incalculable, minar décadas de progreso y exacerbar las desigualdades arraigadas.

Las repercusiones que ello tendrá, entre otras esferas, en la nutrición infantil, el matrimonio infantil y la igualdad de género son profundamente preocupantes.

Este es el telón de fondo del documento de políticas que presento hoy, junto con una nueva campaña con asociados en el ámbito de la educación y organismos de las Naciones Unidas llamada “Salvar Nuestro Futuro”.

Vivimos un momento decisivo para los niños y los jóvenes de todo el mundo.

Las decisiones que los gobiernos y los asociados tomen ahora tendrán un efecto duradero en cientos de millones de jóvenes, así como en las perspectivas de desarrollo de los países durante decenios.

En este documento de políticas se hace un llamamiento a la acción en cuatro ámbitos principales:

Primero, reabrir las escuelas.

Una vez que la transmisión local del COVID-19 esté controlada, devolver a los alumnos a la escuela y las instituciones de enseñanza de la manera más segura posible debe ser una de las prioridades fundamentales.

Hemos publicado una serie de directrices para ayudar a los gobiernos en esta compleja tarea.

Será esencial encontrar un equilibrio entre los riesgos para la salud y los riesgos para la educación y la protección de los niños, y tener en cuenta también la repercusión en la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo.

Es fundamental consultar a los progenitores, los cuidadores, el personal docente y los jóvenes.

Segundo, dar prioridad a la educación en las decisiones de financiación.

Antes de la crisis, los países de ingresos bajos y medianos ya tenían una necesidad de fondos no satisfecha para la educación de 1,5 billones de dólares al año.

Ahora ese déficit de financiación ha aumentado.

Los presupuestos para educación se deben proteger y aumentar.

Y es fundamental que la educación esté en el centro de los esfuerzos internacionales de solidaridad, desde la gestión de la deuda y las medidas de estímulo a los llamamientos humanitarios mundiales y la asistencia oficial para el desarrollo.

Tercero, dirigir la acción hacia aquellos a los que es más difícil llegar.

Las iniciativas de educación deben procurar llegar a aquellos que corren mayor riesgo de que se los deje atrás: las personas en situaciones de emergencia y de crisis, los grupos minoritarios de todo tipo, las personas desplazadas y aquellas con discapacidades.

Esas iniciativas deben ser sensibles a las dificultades específicas que enfrentan las niñas, los niños, las mujeres y los hombres, y deben buscar con urgencia cerrar la brecha digital.

Cuatro, construir hoy el futuro de la educación.

Tenemos una oportunidad generacional de reimaginar la educación y la enseñanza.

Podemos dar un salto y avanzar hacia sistemas progresistas que impartan educación de calidad para todos, como trampolín para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Para lograrlo, necesitamos invertir en la alfabetización y la infraestructura digitales, evolucionar hacia el aprendizaje de cómo aprender, revitalizar el aprendizaje continuo y reforzar los vínculos entre los sectores formal e informal de la educación.

Debemos también aprovechar los métodos de enseñanza flexibles, las tecnologías digitales y la modernización de los planes de estudios, velando al mismo tiempo por que el personal docente y las comunidades tengan un apoyo sostenido.

Ahora que el mundo enfrenta niveles insostenibles de desigualdad, necesitamos la educación —el gran igualador— más que nunca.

Debemos tomar medidas audaces ahora, a fin de crear sistemas educativos de calidad, inclusivos y resilientes, adecuados para el futuro.

 

Fuente de la reseña: https://www.un.org/es/coronavirus/articles/future-education-here

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