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Mitos sobre el Síndrome de Down

Por:  Juan Kujawa Haimovici

Recientemente, en Uruguay, una madre de una niña con síndrome de Down, Candelaria, la Sra. Alfonsina Almandoz  dio a conocer su percepción – realidad, de acuerdo a sus experiencias y la de su esposo, lo cual transcribimos por considerar que son útiles para ir creando conciencia en la población.

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Los mitos:

1. Las personas con síndrome de Down no pueden tener pareja, menos casarse.

         “Algunos se casan y otros optan por convivir, como cualquiera de nosotros. Tengo la suerte de conocer a varios jóvenes con síndrome de Down que me hablan maravillas de sus novias y que disfrutan de las cosas buenas. Obvio que aman”.

2. Las personas con síndrome de Down no pueden nunca ser independientes o vivir solas.

         “Todos creíamos que eran incapaces de muchas cosas -entre ellas de ser autónomos- y por lo tanto nunca les dimos la chance de probarnos lo errados que estábamos”

3. Las personas con síndrome de Down no pueden realizar trabajos en que ocupen su intelecto (y sí aquellos trabajos más físicos o mecánicos).

“Yo creo que la respuesta a este mito se resume en que todo depende de las oportunidades que les demos, porque las capacidades está claro que están”.

4. Las personas con síndrome de Down tienen una vida corta.

         “La realidad es que los avances de la medicina apuntan a que la esperanza de vida de las personas con síndrome de Down se ha incrementado, casi igualándola a la de las personas sin síndrome de Down. Entre estos avances, destaca el saber y conocer bien las patologías que se presentan con mayor frecuencia, y detectarlas a tiempo, dando un correcto tratamiento a las mismas. Un caso claro son las cardiopatías”

5. Los niños y jóvenes con síndrome de Down deben educarse en escuelas especiales.

         “Este es un mito que, afortunadamente gracias al trabajo y esfuerzo de muchos papás y maestros, ha empezado a desaparecer rápidamente. Son cada día más los centros educativos que tienen una propuesta de inclusión, donde los niños y jóvenes con síndrome de Down están a la par del resto de sus compañeros, participando en clases de su edad cronológica, con ayuda de adecuaciones curriculares, participando en trabajos de equipo y siguiendo las reglas de la institución a la que pertenecen como los demás”.

6. Las personas con síndrome de Down nunca están tristes y sólo tienen buenos sentimientos.

         “Como cualquier persona, hacen lo correcto y otras veces no, aciertan y se equivocan, hacen travesuras (¡en el caso de Cande muchas!)  y se portan mal o bien como cualquiera”.

7. Hay personas que tienen un bajo nivel de síndrome de Down, lo que les permite insertarse mejor en la sociedad.

         “El síndrome de Down es una condición en donde las células tienen un cromosoma extra en el par 21. A ojos inexpertos, creemos ver grados cuando vemos individuos con mayor o menor desarrollo en determinada área, pero esto pasa con todos los seres humanos. Y no significa que tengamos mayor o menor grado de ‘normalidad’”.

8. Las personas con síndrome de Down no tienen inhibiciones sexuales.

         “Esto se reduce a educación y oportunidades, al igual que con todas las personas. Lo que ha pasado en la historia, es que para los padres de personas con síndrome de Down esto era un tema tabú y, como sabemos, eso nunca resuelve nada. Como todos, el que las personas con síndrome de Down tengan una vida sexual plena y encarada de una forma saludable, depende de una buena educación al respecto.

9. El síndrome de Down es una enfermedad.

         “El síndrome de Down no es una enfermedad o patología, no se padece, ni se sufre.  Ahora que sabemos que no es una enfermedad a tratarlos igual que al resto, a darles oportunidades, a exigirles igual que a los demás. Cada quien, con su individualidad, responderá como mejor pueda”.

10. Si tienes hijos después de los 35, hay más posibilidades que nazcan con síndrome de Down

         “Si bien es cierto que la probabilidad de dar a luz a un hijo con síndrome de Down aumenta con la edad, estadísticamente nacen muchos más bebés con síndrome de Down de madres menores de 35 años.

11. Las personas adultas con síndrome de Down parecen niños y así hay que tratarlos.

         “Al igual que cualquier persona, los adultos con síndrome de Down no van a ser niños eternos si no se los trata como tal. Si a una persona sin síndrome de Down se la tratara toda la vida como a un niño, al final se comportaría como tal”.

12. Una madre que tiene un niño con síndrome de Down, no puede trabajar.

         “Afortunadamente, hoy día -a dos años y cuatro meses de ese momento- les puedo afirmar que nuestra vida no se ha visto alterada más que con la llegada de cualquier nuevo integrante. El que Cande tenga síndrome de Down, no supone modificaciones mayores en nuestro cotidiano”.

         Si quieren conocer más sobre la vida de Cande y hacerte parte de la cruzada de cande down side up por la inclusión, puedes seguir su Instagram y su Facebook.

Las experiencias de los padres son más enriquecedoras que cualquier teoría, o juicios de expertos…

Fuente: http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/mitos-sobre-sindrome-down_467589

Fuente de la Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=Mitos+sobre+el+S%C3%ADndrome+de+Down&biw=1024&bih=444&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwj7p6ulg_LOAhWI7yYKHTzCCPkQ_AUIBigB#imgrc=1v0sYhhJ8KYTcM%3A

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Educación superior gratuita, el fin de un mito.

Los derechos sociales universales no sólo abren las puertas para un gasto insostenible que termina perjudicando a todos los ciudadanos, sino que son  contrarios al gasto focalizado en los más desaventajados.

Por: Axel Kaiser.

El año 2013 escribí una columna sosteniendo que la educación era un bien económico y no un derecho. La tormenta que desató fue considerable pero todo lo que la columna afirmaba era que la educación costaba dinero esa es la definición de un bien económico y que nadie tiene un derecho al dinero ajeno.

Sostener lo contrario significa decir que la educación no tiene costo alguno y negar la propiedad privada, pues obviamente usted tiene derecho sobre los frutos de su trabajo sólo si puede excluir de ellos al resto aunque los demande para educarse. Cuando sus promotores dicen que los derechos “sociales” son el camino para construir el socialismo están precisamente reflejando la idea de que estos son incompatibles con la propiedad privada y el mercado.

Ahora bien, ¿qué ha pasado desde 2013? Pues, los que advertimos que prometer educación gratuita para todos era demagógico, porque nada es gratis, nos hemos visto reivindicados por la dura realidad, a saber, que los recursos son escasos. A los liberales, esta verdad insoslayable nos lleva a concluir que los recursos deben destinarse a aquellos que más los necesitan vaya inmoralidad-. Esa es una de las razones por las que rechazamos la idea de derechos “sociales” universales, pues estos no sólo abren las puertas para un gasto insostenible que termina perjudicando a todos los ciudadanos, sino que son esencialmente contrarios al gasto focalizado en los más desaventajados.La educación superior gratuita, por lo mismo, lejos de ser un derecho “social”, es, si se quiere, un derecho “antisocial” porque en lugar de beneficiar a los más desvalidos da privilegios a un grupo ya aventajado de la población, que invierte en su capital humano a costa de impuestos que pagan todos los demás y que otros necesitan de modo más urgente.

Esto no significa que no debiera haber becas para alumnos talentosos de escasos recursos, por supuesto, sino que la idea de derecho “social” universal como condición de ciudadano en realidad lo que consigue es crear una clase privilegiada que camufla sus privilegios bajo el concepto “social”. Porque, ¿qué se reclama en realidad con educación superior gratuita si no es lucro unilateral, es decir, un bien que beneficia al estudiante sin que éste dé nada a cambio? Así, vaya paradoja, los grandes críticos del lucro se convierten en sus principales receptores exigiendo que el Estado se los garantice a expensas de otros. Precisamente por eso la literatura económica señala que la educación superior gratuita es regresiva y genera desigualdad.

La figura del derecho “social” sin duda suena bien y es emocionalmente atractiva como tantas ideas socialistas. ¿Quién podría oponerse a un derecho llamado “social” salvo un desalmado “neoliberal”?

Lo cierto es que analizada fríamente se trata de una ficción conceptual que logra todo lo contrario a lo que se propone: desigualdad en lugar de igualdad, exclusión en lugar de inclusión, privilegio en lugar de cancha pareja. Pero lo peor, además de crear una corrosiva mentalidad paternalista donde el Estado se encarga de nuestras vidas, es que, en la lógica de los derechos “sociales” sólo el Estado puede proveer cuestiones como la educación, ya que de lo contrario emerge desigualdad y eso, según la teoría comentada, es incompatible con la condición de ciudadano, la que por definición debe ser igualitaria. Así desaparece la libertad de elegir dejándonos a merced del control estatal en las áreas más sensibles de nuestras vidas, todo en nombre de la igualdad.

En suma, tanto la realidad económica, que ha destrozado la fantasía de la educación superior gratuita universal, como el resguardo de la libertad de elegir, exigen que abandonemos el mito de los derechos “sociales”, universales y garantizados.

Fuente: http://tiempo.hn/educacion-superior-gratuita-fin-mito/

Imagen: http://i2.wp.com/otrasvoceseneducacion.org/wp-content/uploads/2016/05/Foto-educacion-gratuita.jpg?resize=526%2C384

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La fantasía en el imaginario popular

Por: Victor Montoya

En culturas como la boliviana, donde se mantienen vivas las creencias pagano-religiosas, los habitantes tienen la mente proclive a las supersticiones y la cotidianeidad está transversalmente atravesada por la tradición oral, cuya sabiduría cultural se transmite de padres a hijos, de adultos a niños, a través de leyendas, mitos, cantos, oraciones, fábulas, refranes, conjuros y otras formas de manifestación de la oralidad, que ha sido desde siempre una de las mejores formas de preservar los conocimientos ancestrales y transmitirlos como testimonios de épocas pretéritas a las nuevas generaciones, con la finalidad de que éstas enriquezcan su bagaje cultural con los aportes del ingenio popular.

No existe un solo individuo que no haya alimentado su fantasía con las narraciones de la tradición oral, puesto que en todos los hogares se cuentan historias de espanto y aparecidos, con las que disfrutan tanto los niños como los adultos. Los cuentos de terror o de fenómenos paranormales siempre fueron una fuente de la que bebieron los escritores, porque contienen temas y personajes que nos son familiares desde la cuna hasta la tumba.

Personajes fantásticos

Desde la más remota antigüedad, todas las civilizaciones crearon a sus personajes fantásticos, concediéndoles atributos que los diferenciaban de los simples mortales. Ahí tenemos a los titanes y dioses mitológicos, que poseían poderes sobrenaturales y una vida contextualizada en dimensiones extraterrenales.

Muchos de estos personajes ficticios, creados por la fantasía de los hombres primitivos y modernos, han llegado a formar parte de las comunidades urbanas y rurales debido a que tienen una poderosa fuerza de atracción, que nos permiten cumplir nuestros sueños y deseos a través de las aventuras y desventuras que ellos protagonizan en el mundo fantástico que los rodea, casi siempre estructurado sobre la base de una imaginación que transgrede los límites del racionalismo y la lógica formal.

Los personajes fabulosos, hechos de magia y fantasía, rompen con las franjas temporales y espaciales de un modo particular, ya que poseen la facultad de morir y resucitar, de aparecer y desaparecer, de transformase en entes materiales e inmateriales y, sobre todo, la facultad de ser dioses y hombres y a la vez; una dicotomía que forma parte de su esencia desde el instante en que fueron creados como tales por la imaginación de los simples mortales que, desde la edad primitiva de las civilizaciones, tuvieron siempre la necesidad de creer que existen, en otras dimensiones, seres más poderosos que los individuos del mundo terrenal.

La literatura anclada en la oralidad

No es casual que los hombres primitivos, con una fantasía similar a la de los niños, hayan sido capaces de crear a los dioses y demonios, con la finalidad de proyectar su propio fuero interno, que luego se fue transmitiendo de boca en boca y de generación en generación, hasta llegar a nuestros días como un legado de nuestro pasado histórico.

Las narraciones fantásticas no son una invención de los escritores modernos, sino de los cultores de una antigua tradición literaria anclada en la oralidad de las viejas culturas de Oriente y Occidente, pero también de las culturas  precolombinas, como en el caso de América Latina. Lo que quiere decir que la explicación empírica de la realidad, con una sobredosis de ficción, siempre ocupó la mente de los hombres en todas las épocas y culturas.

Lo interesante es que las narraciones de la tradición oral, de un modo general, son similares en todas las culturas, así éstas no hayan establecido un contacto directo. Lo que hace suponer que los individuos, indistintamente del lugar geográfico y la época, compartían las mismas necesidades de despejar las dudas concernientes a los fenómenos físicos de la naturaleza, los instintos naturales de la condición humana, los misterios de la vida, la muerte y, por supuesto, la  existencia de otras formas de vida después de la muerte; de lo contrario, no se creería en la existencia de una vida en el más allá ni en el espíritu de los individuos que, después de muertos, retornan como condenados al reino de los vivos.

La memoria colectiva

Todas estas creencias fascinantes del ingenio popular son elementos que sirven como base en la re-creación de una obra literaria que, más que ser el producto de una poderosa mente creadora, resulta ser el compendio de la memoria colectiva; es decir, la tradición oral convertida en literatura. No obstante, a pesar de esta evidencia, existen todavía quienes aseveran que las obras de carácter fantástico son creaciones auténticas y originales de los tiempos modernos; una afirmación que, desde luego, está lejos de la verdad, puesto que la literatura fantástica, en su forma oral y escrita, existió desde siempre. Por lo tanto, como enseña el sabio proverbio: No hay nada nuevo bajo el sol.

Todos los escritores, de un modo consciente o inconsciente, son plagiadores de los autores y las obras que los precedieron en su proceso de aprendizaje escritural. Esto lo reconocen, con la mano en el pecho, incluso los autores más prestigiosos de la literatura universal, conscientes de que el imaginario popular, desde los albores de la comunidad primitiva, fue el principal generador de narraciones que pretendían mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano y común.

La tradición oral

La tradición oral latinoamericana, desde su pasado milenario, tuvo innumerables Iriartes, Esopos y Samaniegos que, aun sin saber leer ni escribir, transmitieron las fábulas de generación en generación y de boca en boca, hasta que aparecieron los compiladores de la colonia y la república, quienes, gracias al buen manejo de la pluma y el tintero, perpetuaron la memoria colectiva en las páginas de los libros impresos, pasando así de la oralidad a la escritura y salvando una rica tradición popular que, de otro modo,  pudo haber sucumbido en el tiempo y el olvido.

No se sabe con certeza cuándo surgieron estas fábulas cuyos protagonistas están dotados de voz humana, mas es probable que fueron introducidas en América durante el siglo XVI, no tanto por las huestes de Hernán Cortés y Francisco Pizarro, sino, más bien, por los esclavos africanos traídos como mercancía humana, pues los folklorólogos detectaron que las fábulas de origen africano, aunque en versiones diferentes, se contaban en las minas y las plantaciones donde existieron esclavos negros; los cuales, a pesar de haber echado por la borda a los dioses de la fecundidad para evitar la multiplicación de esclavos en tierras americanas, decidieron conservar las fábulas de la tradición oral y difundirlas entre los indígenas que compartían la misma suerte del despojo y la colonización. Con el paso del tiempo, estas fábulas se impregnaron del folklore y los vocablos típicos de las culturas precolombinas.

El imaginario popular

Algunas fábulas de la tradición oral son prodigios de la imaginación popular, imaginación que no siempre es una aberración de la lógica, sino un modo de expresar las sensaciones y emociones del alma por medio de imágenes, emblemas y símbolos. En tanto otras, de enorme poder sugestivo y expresión lacónica, hunden sus raíces en las culturas ancestrales y son piezas claves del folklore, pues son muestras vivas de la fidelidad con que la memoria colectiva conserva el ingenio y la sabiduría populares.

El folklore es tan rico en colorido, que Gabriela Mistral estaba convencida de que la poesía infantil válida, o la única válida, era la popular y propiamente el folklore que cada pueblo tiene a mano, pues en él encontramos todo lo que necesita, como alimento, el espíritu del niño. En efecto, los niños latinoamericanos no necesitan consumir una literatura alienante y comercial llegada de Occidente, ya que les basta con oír las historias de su entorno en boca de diestros cuenteros, que a uno lo mantienen en vilo y lo ponen en trance de encanto, sin más recursos que las inflexiones de la voz, los gestos del rostro y los movimientos de las manos y el cuerpo.

La moraleja en las fábulas

Desde tiempos muy remotos, los hombres han usado el velo de la ficción o de la simbología para defender las virtudes y criticar los defectos; y, ante todo, para cuestionar a los poderes de dominación, pues la fábula, al igual que la trova en la antigua Grecia o Roma, es una suerte de venganza del esclavo dotado de ingenio y talento. Por ejemplo, el zorro y el conejo, que representan la astucia y la picardía, son dos de los personajes en torno a los cuales gira la mayor cantidad de fábulas latinoamericanas. En Perú y Bolivia se los conoce con el nombre genérico de Cumpa Conejo y Atoj Antoño. En Colombia y Ecuador como Tío Conejo y Tía Zorra y en Argentina como Don Juan, el Zorro y el Conejo.

Los personajes de las fábulas representan casi siempre figuras arquetípicas que simbolizan las virtudes y los defectos humanos, y dentro de una peculiar estructura, el malo es perfectamente malo y el bueno es inconfundiblemente bueno, y el anhelo de justicia, tan fuerte entre los niños como entre los desposeídos, desenlaza en el premio y el castigo correspondientes.

En la actualidad, las fábulas de la tradición oral, que representan la lucha del débil contra el fuerte o la simple realización de una travesura, no sólo pasan a enriquecer el acervo cultural de un continente tan complejo como el latinoamericano, sino que son joyas literarias dignas de ser incluidas en antologías literarias, por cuanto la fábula es una de las formas primeras y predilectas de los lectores, y los fabulistas los magos de la palabra oral y escrita.

De Homero a García Márquez

La llamada literatura fantástica de nuestros tiempos, con personajes monstruosos y temas que abordan situaciones fabulosas, tiene sus referentes en autores y obras que se escribieron mucho antes de la Era cristiana, como el Poema de Gilgamesh, donde intervienen gigantes, dioses y hechos sobrenaturales. Asimismo, en los poemas épicos de Homero, particularmente en la Ilíada y Odisea,  donde se describen numerosos episodios protagonizados por personajes mitológicos y criaturas fabulosas, que no existen en la realidad pero si en el imaginario popular o en la cosmovisión de un universo ficticio narrado con verosimilitud, intentando convencer al lector de que es posible lo imposible, como ocurre en los cuentos de Las mil y una noches, que no tienen autor conocido, debido a que provienen de la tradición oral, como todos los cuentos compilados por Charles Perrault y los Hermanos Grimm.

Tampoco es casual que los escritores del llamado realismo mágico, desde Juan Rulfo hasta García Márquez, hayan encontrado su fuente de inspiración en varias de las narraciones del mundo bíblico, donde aparecen personajes con asombrosos poderes sobrenaturales y se describen episodios insólitos que, más que haber existido en la realidad, parecen haber sido arrancados de las páginas de una novela del género fantástico.

De modo que la narrativa fantástica de nuestros tiempos honda sus raíces en los relatos de la tradición oral, en las cuales los cuenteros natos, para lograr personajes debidamente caracterizados y argumentos sostenibles, dieron verosimilitud interna a lo fantástico o irreal, como en la retórica destinada a convencer de que lo negro es negro y lo blanco es blanco. Por eso mismo, los personajes y temas, plasmados en universos fantásticos de la forma más convincente y clara posibles, se acercan a los pensamientos y sentimientos de los oyentes y lectores, quienes se interesan, se identifican y se reconocen en las historias narradas con los recursos concebidos por la imaginación, capaz de mostrar que existen hechos reales que tienen una connotación fantástica, como existen hechos fantásticos que forman parte de la realidad cotidiana.

  • Articulo tomado de: http://victormontoyaescritor.blogspot.com/2016_02_01_archive.html
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Derribando mitos

Autor: Laura Rosso

Argentina

Mitominas, muestra emblemática de los ochenta por la que pasaron más de 60.000 personas, fue sin embargo el hecho maldito del arte argentino por su carácter transgresor y disruptivo que puso en estado de alerta a las instituciones eclesiásticas de la época, pero también porque sentó precedente al cuestionar por primera vez desde el campo de las artes la condición femenina, la heteronormatividad y las libertades sexuales. Aquella muestra convirtió en referentes ineludibles a artistas feministas y no feministas, entre las que se encontraban Angélica Gorodischer, Liliana Maresca, Ilse Fuskova y Silvia Berkoff, por nombrar algunas. La nueva puesta, Mitominas 30 años después, expone problemáticas como la trata, la violencia de género y la búsqueda de autonomías en un tono reflexivo, pero deja con ganas de reencontrar aquel under querido.

Apenas despuntaba la democracia en la Argentina cuando un estallido de juventudes en estado volcánico se inundaban de placeres en estado de pura demostración, piel a piel, desborde imperioso de las lenguas para tragarse la vida a borbotones y reinventarla con pasión y creatividad. Muchas de esas expresiones que dieron en la tecla y en el punto justo de experiencias disruptivas y vitales para la época surgieron desde el movimiento de mujeres, en plena reorganización, y las representantes del feminismo que buscaban subvertir el orden patriarcal y salir de los años de asfixia de la dictadura. Transgredir ya no era consigna sino el alma de una reconstrucción colectiva y poderosa que se palpó en las muestras Mitominas I, en 1986, y Mitominas II, en 1988, donde se problematizaron los roles de las mujeres desde diferentes disciplinas artísticas y fundaron un espacio único para pensar las interpretaciones míticas pero también para corporizar instalaciones de enormes vaginas dentadas o cristos transfundidos. Mitominas 30 años después reedita aquellas muestras inaugurales donde se servían canapés de tampones envueltos en hojas de lechuga sobre una bandeja de plata, se derramaban mensajes guarros en cuadernos de saludos, y una performer disfrazada de mujer gallina empollaba huevos para luego destrozarlos y abalanzarse sobre la gente, convertida en mujer demonio. Tres décadas más tarde, la convocatoria replica una masividad ya no disruptiva y desafiante, pero sí entusiasta, con un público bien dispuesto a invadir el Centro Cultural Recoleta, desde las terrazas hasta el Patio de los Naranjos, en lo que semejó un fresco del under de la época. Vale decir que a esta aventura grupal se sumaron varones que preguntaron ‘¿Para cuándo Mitomachos?’
Tres décadas después, la muestra se reactiva, se refresca y se actualiza pero sin reconstruir las exposiciones anteriores. Justamente esa es la premisa. Reactivarla trayendo al presente temas reactualizados con problemáticas vigentes como la trata, la violencia de género y las autonomías. De esa idea partió María Laura Rosa, docente, investigadora del Conicet y doctora en arte contemporáneo, cuando decidió enlazar aquellas experiencias de los `80 con el presente. Conversó con su amiga e historiadora de arte feminista, Karen Cordero Reiman (Nueva York, 1957) sobre el trabajo que estaba desarrollando en la nueva muestra de Mitominas, y Cordero le puso palabras a lo que faltaba: enunció la tarea de María Laura como una reactivación curatorial. “Una reactivación implica volver a activar aquellas viejas propuestas actualizadas”, señala María Laura. “En los `80 se hablaba de los mitos que cristalizaron una idea de mujer determinada, y en realidad estaban haciendo referencia a los estereotipos que cristalizan a lo largo del tiempo y que son reproducidos por la cultura.”
En ese universo mítico femenino aparecían nombres como Penélope, la mujer que espera; Afrodita, la mujer pecadora y sexualizada; Pandora, la mujer que origina todos males; Atenea, la mujer fuerte y estratégica en la toma decisiones. Son tramas que cimentaron durante siglos las bases sobre las que se consolidaron los estereotipos de géneros que cristalizaron ciertos relatos. “Hoy puede haber un uso de la palabra mito, por ejemplo los mitos de la violencia de género o los de la trata, sin embargo aquí se apunta a desmitificarlos y a exhibir que las problemáticas son más graves de lo que parecen. En ese sentido siguen teniendo actualidad las Mitominas”, sostiene María Laura.
¿Cómo aparecen esos estereotipos hoy?
M.L.: -Hoy le damos un nombre más claro a estos estereotipos y los nombramos como marcas sexistas que habitan en nuestra sociedad patriarcal. Quizás la palabra mito ya no se emplee con la misma fuerza para evidenciar en esas construcciones culturales que congelaban “características de lo femenino” como la pasividad de Penélope, o el origen de las desgracias de la humanidad en la figura de Pandora. Sin embargo en los `80 esto disparó poder hablar de la violencia de género de nuestra sociedad sexista, de la discriminación por el VIH o de los nuevos métodos de fertilización asistida que comenzaban a circular por entonces. A partir de los mitos sexistas que se plantearon en Mitominas I, en Mitominas II ya la cuestión tomó otro color, más crítico si se quiere. Ese tono es el que traemos a nuestro presente para hablar de problemáticas que hoy tienen nombre, como ser la de la trata. Ya no hablamos de la prostitución sino de una cuestión sumamente compleja como la trata. O por ejemplo hablamos de la violencia de género y su incremento en estos últimos años, o de la soledad e imposibilidad de muchas mujeres autónomas e independientes de encontrar un compañero que respete esa autonomía. Esos mitos que convocaron la primera Mitominas, ya en la segunda se llenan de una actualidad, que es la que traemos a nuestro cotidiano y nos lleva a la reflexión sobre las continuidades de muchas problemáticas.
Saliendo del freezer
Si Mitominas I revisó la historia de los mitos para reflexionar sobre cómo las mujeres pasaron a la historia cristalizadas en esas tramas, Mitominas II tomó los mitos de la sangre. Hablar sobre la sangre y las interpretaciones literarias de la sangre en el contexto del sida. La muestra se centró en lo que sucedía en aquel momento: el VIH, la violencia de género y la violencia familiar, el encierro, la maternidad, la sexualidad femenina y los métodos de fertilización asistida fueron algunos de los tópicos trabajados. Las musas recorrían el Centro Cultural en zancos, tapadas con sábanas y con una boca grande como máscara, salían a buscar público a Plaza Francia e invitaban a espectadores y espectadoras a entrar y participar. “Fueron maneras de crear concienciación”, define María Laura. Y Monique Altschul suma: “La muestra actual es estéticamente más pareja y a la vez estática. En la inauguración, el público se dividía entre quienes sabían qué era Mitominas, que habían compartido el clima de hace 30 años -lxs añorantes-, y quienes venían a ver una muestra del Centro Cultural. Faltaba el ‘espíritu de cuerpo’.”
Mitominas 30 años después, reactiva entonces aquellas exposiciones con figuras del plantel histórico y otras que se suman a esta nueva edición que hasta el 31 de julio podrá verse en el Centro Cultural Recoleta, donde además habrá mesas redondas en el CeDIP (Centro de Documentación, Investigación y Publicaciones) y ciclos de cine como el de Narcisa Hirsch, curado por Tamara García Iglesias. La exposición propone revisitar los trabajos de dieciocho artistas que se unen para homenajear aquel hito feminista que se impuso con la participación de artistas como Liliana Maresca, Pilar Larghi, Carolina Antoniadis, Marcelo Pombo, Liliana Mizrahi, Nora Correas y tantas más que invitaban a pensar otras miradas sobre las mujeres.
El mismo día de la inauguración, mientras recorre las salas donde están terminando los montajes, María Laura enfatiza: “La idea es descongelar los mitos treinta años después”. Muchos de aquellos debates continúan siendo las luchas de nuestra cotidianeidad. Monique agrega: “Hace treinta años las temáticas de género recién comenzaban a expresarse. No teníamos ni siquiera una ley de divorcio. El sida era casi desconocido. Los derechos LGBTI estaban en el placard. Se comienza a reclamar por la despenalización del aborto recién en 1986, cuando se organiza el primer Encuentro Nacional de Mujeres. Miembros de la iglesia católica (como la Iglesia del Pilar, pegada al CCR) hacían denuncias intentando clausurar nuestras muestras. Todo era transgresión. Nuestra sociedad actual ha estado expuesta a estas temáticas durante tres décadas y muchas de ellas se han transformado en leyes.”
Las ediciones pasadas de Mitominas sentaron un precedente en el campo de las artes para reflexionar sobre las temáticas que marcaban el pulso de las mujeres: la construcción de la sexualidad, el trabajo doméstico, la procreación como condición de lo femenino, el cuestionamiento a la heteronormatividad y la defensa de las libertades sexuales. “En cada Mitominas -sigue Monique- se trabajó un año en la conceptualización interdisciplinaria, en el descongelamiento de los mitos, en el trabajo multimedia grupal. A partir de reuniones semanales iniciamos un proceso de creación de articulaciones y consensos que permitía resolver la mayoría de los conflictos sobre la marcha. En 2016, con la introducción de los recursos digitales y las redes sociales -de los cuales soy una ferviente usuaria- y con los cambios en el uso del tiempo en nuestras vidas, esta elaboración resulta impensable.”
Mitominas reactivadas
Son dieciocho las artistas que se reúnen para volver a poner sobre el tapete las temáticas que las preocupan. Ana Gallardo trabaja el tema de la prostitución en el video Carmen Muñoz, en el que una prostituta mexicana y longeva es expulsada del asilo al que van las prostitutas mayores. Nora Correas denuncia con su obra la trata de niñas y pone el dedo en la figura del prostituyente. A Pilar Larghi, la historia de Raquel Liberman la tomó por completo y tuvo la necesidad de plasmarla a través de su obra Las Invisibles. En este trabajo retoma la historia de esta mujer rusa, víctima de la trata que logró denunciar a sus tratantes y deshacer la red judía de trata Zwi Migdal, que operaba en Argentina desde principios del siglo veinte. Carolina Antoniadis sugiere con sus dos murales el abuso sexual de menores: mujeres-muñequitas que exacerban el estereotipo brutal de la moda, objetualizadas y con un fondo donde se entretejen imágenes ambiguas de abuso. Diana Raznovich trae una gráfica que tiene que ver con situaciones cotidianas de mujeres, como las dificultades de encontrar pareja. La obra de Viviana Zargón se llama Hogar dulce hogar y es una casa detonada, totalmente desarmada. Anna Lisa Marjak trabaja en su pintura el tema de las relaciones heterosexuales y la violencia. La instalación de Silvia Berkoff sugiere pedazos de cuerpos metidos adentro de medias de nylon, y hace alusión a la masacre de mujeres. Susana Rodríguez trabaja en su pintura el tema de la soledad. Narcisa Hirsch presenta su corto Celebración, y Paola Vega propone un video de mujeres artistas de la historia de arte. Las activistas feministas Mujeres Públicas traen el tema del aborto (ver recuadro) y Carola Rousso propone ver el cuerpo femenino como un lienzo sobre el cual se escribe un mensaje. “Fotografié a mujeres colgando de una soga de tender la ropa, luego las imágenes fueron sublimadas a sábanas de algodón. Las sábanas, refieren a la vida íntima de las mujeres y a sus sexualidades – casamiento, concepción, nacimientos. Evocan también un oficio, el de lavandera, históricamente ejercido sólo por mujeres, metáfora textil de la denigración de la mujer, ayer y hoy, en el mercado del trabajo”, se explaya.
¿Cuáles son las cuestiones que siguen vigentes en esta reactivación de las muestras que se desarrollaron en los 80?
M. L.: –Sigue vigente la violencia, y no solo sigue vigente sino que se incrementó de una manera brutal. Algo que no se nombraba en los años `80 era el tema de los géneros. Hoy no podemos decir solamente mujeres y varones, tenemos un arco iris de géneros que no estaban nombrados en esos años. La cuestión del aborto sigue vigente, es una lucha que continúa. No fue trabajada en las Mitominas anteriores desde lo artístico sino en las mesas redondas. El aborto es un tema que se viene luchando desde los años `70, pero más desde un activismo feminista en la calle que desde el arte.
¿Se problematizan en la actualidad estos mitos? ¿O aparecen otras problemáticas?
–Me parece que más que mitos aparecen problemáticas que siguen sin solución. Ahora, lo que se trabaja son temas: la violencia, el aborto, el abuso, la trata. Quizás haya algunos mitos que surgen a partir de estas problemáticas como la presión del mercado para un ideal de belleza de las mujeres, o la construcción del cuerpo femenino a través de las cirugías y cómo opera el sistema capitalista en función de eso, o la hipersexualización de las mujeres en los medios. Son temáticas más actuales que parten de viejos mitos de la belleza femenina. Estas cuestiones van a ser muy trabajadas en las mesas redondas que acompañan la muestra.
¿Qué rescatás de la dinámica entre el plantel histórico y las artistas que se sumaron?
–Primero la polenta que tienen las mujeres del plantel histórico. A mí me gustaría envejecer como ellas. Se siguen preguntando desde hace treinta años por estas cuestiones y es tal la pasión que le ponen que siguen peleando. En ninguna de ellas encuentro esto de “no quiero saber más nada de eso”, o “no tiene solución”. Estas mujeres siguen en la lucha. Y luego, esta genealogía del activismo, que no sólo se hace en la calle o en una marcha sino desde las instituciones. Es sano implicar a las instituciones en esta forma de hacer activismo. Ese espíritu de lucha continúa y es un aprendizaje.
En uno de los escritos de sala elegiste citar la frase de Simone de Beauvoir, de su libro El segundo sexo, “Nada en la naturaleza legitima un orden social discriminatorio.” ¿Por qué te interesó traerla?
–No podía no citar a Simone porque la admiro profundamente. Históricamente la mujer, por su naturaleza, fue confinada al orden doméstico. Socialmente fue muy duro para las mujeres –y ese es uno de los orígenes de la violencia de género– establecerse en un ámbito que no sea el doméstico, el privado –privado de todo derecho–. Lo que Simone plantea con esa frase es que esa discriminación no tiene ningún tipo de justificación de nada. ¿Por naturaleza, qué naturaleza? ¿Y qué naturaleza de qué cuerpo? El uso que le ha dado el patriarcado a la palabra naturaleza ha sido un uso discriminatorio. No hay nada que en la naturaleza avale esa discriminación que nosotras vivimos constantemente.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=214348&titular=derribando-mitos-

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Tanzania: Ignorancia y supersticiones hacen la vida de los albinos un infierno

Tanzania/07 julio 2013/Fuente: Diario de Yucatán

Alrededor del mundo es común ver a personas que presentan albinismo, una condición genética caracterizada por la ausencia congénita de pigmentación de ojos, piel y pelo, pero en África representa una amenaza de muerte basada en la ignorancia y supersticiones.

El albinismo es una condición en el organismo ocasionada por una deficiencia de la sustancia melanina, que se encarga de dar pigmentación a la piel, es hereditaria y aparece con la combinación de dos portadores del gen recesivo.

Aunque pueden presentar problemas serios de visión y riesgos de quemaduras o desarrollar algún tipo de cáncer de piel si no se protegen de la luz solar, en lo general, los albinos pueden llevar una vida normal.

Pero hay países como en Tanzania, en los que ser albino puede costarte la vida, debido a la ignorancia, supersticiones y prejuicios sociales, que los han convertido en víctimas de asesinatos, rituales de magia y comercio de cuerpos.

En una aldea cercana a Kampala, vive Mwanje, en un pedazo de tierra que ha sido de su famila por varias generaciones. Su padre está enterrado a sólo 10 metros de su cabaña redonda, con techos de paja que heredó de su padre, destacó la cadena Al Jazera.

Mwanje vive con sus dos mujeres, Lynda y Florencia, y sus ocho hijos, cuyas edades oscilan entre cinco meses y 13 años.

La suya es una familia típica en esta parte de Uganda, pero por una condición genética: cinco de sus siete hijos, que Mwanje tuvo con Florence, nacieron con albinismo.

“Mi primera reacción cuando mi primer hijo con albinismo nació fue simplemente una sacudida eléctrica. Yo no sabía qué pensar, pero inmediatamente decidí amarlo. Era nuestro hijo“, dice Mwanje.

Sin embargo, en muchas familias este no es el caso. Algunos mantienen a sus hijos en el interior de su casa todo el tiempo, debido al temor de lo que puedan decir los vecinos, o porque carecen de conocimiento sobre cómo cuidar a un niño con albinismo.

A menudo, los hombres optan por dejar a sus esposas, tan pronto como el bebé nace, con el argumento de que no es su hijo.

Florencia dice que “hay rumores sobre su familia. Una de ellas es que se rió de una persona con albinismo cuando era joven y él la maldijo, ese fue el motivo por lo que dio a luz a este tipo de niños.”

En Tanzania un albino vive con miedo, los mitos sobre ellos en África oriental son muchos, y varían según los países, pero la percepción general de la condición de la piel sigue siendo la misma.

Se dice que una persona con albinismo tiene un gran poder en su cuerpo y que si se le da una extremidad a un brujo te hará rico. También se cree que son fantasmas.

En países como Tanzania y Malawi, un sinnúmero de personas con albinismo han sido atacados, les cortan los brazos y las piernas con machetes. Muchos son dados por desaparecidos. Ellos viven en constante temor de ser víctimas de la codicia de una persona en busca de oro.

La situación es mala en Uganda, la discriminación diaria y la falta de apoyo del gobierno les hace difícil llevar una vida normal, ya que sumado a la dificultad de ir a una escuela que por lo normal se encuentra a varios kilómetros de distancia, los niños con albinismo son intimidados y los compañeros de clase se niegan a sentarse al lado de ellos, lo que los margina aún más.

Otra preocupación de los padres es que pueden ser secuestrados en su trayecto de la casa a la escuela, por lo que se quedan marginados una vez más bajo sus humildes casas de tierra y paja.

El albinismo afecta a una de cada 20 mil personas en el mundo, pero la prevalencia en Tanzania parece ser mucho mayor.

La Asociación Albina de Tanzania dice que pese a que existen sólo cuatro mil albinos registrados en el país, estiman que el número total podría alcanzar los 173 mil.

Fuente: http://yucatan.com.mx/internacional/africa/ignorancia-supersticiones-hacen-la-vida-los-albinos-infierno

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Mitos sobre la lectura temprana

Por: Elisa Guerra Cruz

Es un honor incluir en este espacio un artículo escrito magistralmente por Glenn Doman, fundador de Los Institutos para el Logro del Potencial Humano, en el que aborda los mitos más extendidos sobre la lectura temprana:

¿Quiénes tienen problemas, los lectores o los no-lectores?

Tuve la fuerte tentación de titular este artículo “Algo Espantoso va a Suceder”, ya que iniciará la discusión de las sombrías predicciones de las cosas que pasarán a los niños que leen muy pronto. Hablaremos sobre mitos acerca de los bebés y el aprendizaje.

Mito #1: Los niños que leen demasiado pronto tendrán problemas de aprendizaje.

Hemos estado enseñando a niños pequeños a leer por  más de 55 años. Aún no hemos sabido de un solo niño que tenga un problema de aprendizaje como resultado de saber leer. El ser capaz de leer con gran disfrute a los tres años no evitará que el niño pequeño  tropiece y se corte el labio, pero sí evitará que sea parte del 30% de los niños que fracasan en el aprendizaje de la lectura en el primer grado.

El problema de los niños en la escuela no es que aprendan demasiado pronto, sino al contrario, que aprenden demasiado tarde. En el primer grado, un niño aprende muy poco, muy tarde. Por eso tantos y tantos niños fracasan en aprender a leer en el primer grado. Algunos de ellos nunca podrán leer al nivel de su edad: muy poco, muy tarde.

Mito #2: El niño que lee muy pronto tendrá problemas de lectura.

En el medio siglo que tenemos enseñando a bebés sanos y ayudando a muy pequeños niños con lesión cerebral a leer, queda claro que tener la habilidad de leer no es un problema, sino una solución. Nunca hemos visto a un niño que haya sufrido daño alguno por aprender a leer. Si enseñar a leer a los niños fuera algo dañino, ¿no deberíamos de tener cientos de cartas de madres hablando de ello? No las tenemos. Lo que sí tenemos, son miles de cartas de todo el mundo contándonos sobre la gran alegría y disfrute para mamá y bebé aprendiendo juntos.

Los niños que pueden leer no tienen problemas de lectura. Los niños que no pueden leer son los que tienen problemas de lectura.

Mito #3: Los niños que leen muy pronto se convertirán en pequeños genios detestables. 

A ver, creadores de mitos, pongámonos de acuerdo:  ¿Qué van a ser los lectores tempranos, zopencos o genios?  Es sorprendente cuántas personas lastimosamente predicen el mito 1 y al mismo tiempo también el mito 3. El hecho es que ninguno de los dos es cierto. Conocemos a miles de lectores tempranos, y en ellos hemos encontrado a niños felices, bien adaptados, que tienen más cosas que disfrutar que otros niños. No estamos sosteniendo que la lectura temprana resolverá todos los problemas a los que puede enfrentarse un niño, y suponemos que si buscan lo suficiente podrían encontrarse a un niño que fue un lector temprano y que por otras razones también resulta ser un chico desagradable.

En nuestra experiencia, tendrían que buscar mucho más arduamente un chico así entre los lectores tempranos, que lo que tendrían que buscar entre los que aprendieron a leer en la escuela. El niño que aprende a leer a los 6 en la escuela tiene un 30% de posibilidades de no aprender a leer bien. Tenemos bastante certeza en que sería más fácil encontrar niños infelices y mal adaptados entre los lectores tardíos y los no lectores. Son muy comunes.

Mito #4: El niño que aprende a leer muy pronto no aprenderá la fonética. 

El hecho: puede ser que no aprenda la fonética, pero si no lo hace no le hará falta.

La fonética se define como: “Relativo a los sonidos del habla, su producción, o su transcripción a los símbolos escritos”.

El Dr. O.K. Moore, un verdadero pionero en enseñar a los niños de tres años a leer, se negó a involucrase en la tonta batalla entre la “fonética” escolar y el modelo escolar “mirar-decir” para la enseñanza de la lectura, lo que él llamaba una lucha estéril. Uno podría preguntarse: “¿Le enseñé a mi bebé a escuchar el lenguaje con el método fonético, o simplemente hablándole? También podría preguntarse, “¿Qué tan bien le fue?” Si él aprendió a hablar su lenguaje bastante bien, señal de que el sistema que usó fue un buen sistema.

La idea de que aprender a entender el lenguaje oral a través del oído es una función cerebral (lo cual, por supuesto, es cierto) pero que aprender a leer el lenguaje a través del ojo es una materia escolar, es pura tontería. Ambas son funciones del cerebro.

Todos los niños pequeños sanos aprenden a escuchar y hablar su lengua nativa escuchándola desde que son bebés, y como resultado llegan a la escuela ya comprendiendo el lenguaje oral. Los niños pequeños a los que no se les muestra el lenguaje escrito cuando son bebés, no aprenden a “ver” el lenguaje hasta que van a la escuela y como resultado leen lentamente (o no leen para nada).

Los niños pequeños a los que se les enseña el lenguaje escrito llegan a la escuela leyendo, y leyendo bastante bien, por cierto. No aprendieron a leer fonéticamente, así como no aprendieron a escuchar fonéticamente, pero son fonetistas de primer nivel. Todos los niños son genios lingüísticos.

Si, es cierto, es posible que su niño se pierda la fonética si le enseña a leer cuando es pequeño – ¿Y no sería eso algo bueno?

Mito #5: El niño que aprende a leer muy pronto se va a aburrir en la escuela.  

El hecho: Si, no hay duda de que se va a aburrir en la escuela. Justo como casi cualquier otro niño en el primer grado.

¿Alguna vez, amable lector, ha vivido días tan largos como los que pasó en primer grado? Pregúntele a cualquier niño de seis años qué tan largo es el día escolar, comparado con el sábado o el domingo.   ¿Significa esto que no quiere aprender? Para nada. Los niños de cinco años pueden llevar conversaciones altamente sofisticadas. Se cuenta la historia de dos niños de kinder que durante el recreo discutían si el avión 707 que acababa de pasar volando podría o no ser supersónico, cuando sonó la campana. “Ya es hora de regresar a seguir ensartando esas malditas bolitas” le dijo uno al otro.

Cuando un avispado niño de siete años tiene que leer frases como “Susi amasa la masa” o “Mira el brillante carro nuevo”, ¿podemos culparlo por sentirse aburrido?  El no sólo puede ver el carro nuevo. El podría decirle el fabricante, el modelo, el año, el tipo de chasis y quizá incluso la potencia. Si hay cualquier otra cosa que quiera saber sobre ese coche solo pregúntele. A menos de que esté usted muy enterado de los coches, pregúntele – probablemente él sabe más que usted.

Los niños sin lugar a dudas se aburrirán en la escuela hasta que les demos material que sea digno de su interés. El asumir que el niño que más sabe es el que más se va a aburrir, es asumir también que el niño que menos sabe será el más interesado y por ende el menos aburrido.

Si la escuela es interesante, sólo aquellos que no sean capaces de entender se aburrirán.

¿Se acuerda usted de la escuela primaria? Si es así, probablemente usted recuerda precisamente lo que yo recuerdo.

Yo fui a la escuela esperando pasarla muy bien. Cuando llegué, una vieja bruja que me pareció como de cien años, y que sabía que yo no quería aprender y que me tendrían que forzar a hacerlo, me dijo: “Tú, chiquillo, siéntate aquí, miráme, cállate y piensa lo que yo estoy pensando.”

Para mi sorpresa, ella era capaz de hacerme sentar donde ella quería que me sentara, que mirara hacia donde ella quería que mirara, y que me callara. Afortunadamente, para mi cordura y aprendizaje, ella no era capaz de hacerme pensar lo que ella pensaba. Durante los siguientes mil o 50 años, mientras ella parloteaba sin parar, yo escuché casi nada de lo que ella decía. Mientras que ella y los otros que la seguían repetían y repetían, yo escalé el Everest mucho antes de que lo hiciera ese tipo de Nueva Zelanda, y exploré los oceános más profundo de que lo que Costeau  jamás había llegado. Me di cuenta de que la escuela era un montón de interminables años de aburrimiento, interrumpidos por segundo de terror profundo. Aquí estaría yo en el medio del desierto del Sahara, con mi fiel rifle y mi camello, mirando a la Esfinge. Mientras observaba a la Esfinge en estupefacción y agrado, lentamente me haría consciente de que alguien decía “Glenn”. No era la Esfinge la que hablaba, no era el camello y no era yo. Mi delicia en haber encontrado a la Esfinge se convirtió en terror puro. No era que yo no supiera la respuesta que me pedía la maestra. Es que no sabía la pregunta.

¿Te suena familiar?

Mark Twain decía que el nunca permitió que su escolarización interfiriera con su aprendizaje .Yo intenté que tampoco lo hiciera la mía. ¿No lo hizo usted?

¿Se aburrirá su niño en la escuela si aprende a leer antes de llegar a ella? Lo más probable es que lo hará, lea o no lea. La verdadera pregunta es, ¿Quién será más capaz de protegerse a sí mismo de los problemas presentados por el aburrimiento? ¿El niño más brillante o el más torpe?-Glenn Doman

*Articulo tomado de: http://www.elisaguerra.org/blog/mitos-sobre-la-lectura.html

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