Page 1 of 3
1 2 3

Los profetas del catecismo neoliberal

Por: Lev M. Velázquez Barriga*
Siendo presidente de Brasil, el político ultraderechista Jair Bolsonaro presentó una iniciativa constitucional que proponía el reconocimiento y el impulso nacional de La escuela sin partido. El tema no era nuevo, recuperó proyectos legislativos previos ligados a grupos conservadores y evangélicos. La idea fue promovida inicialmente por un supuesto movimiento de padres de familia, de base social ficticia, que mediante denuncias aisladas se inconformaba por prácticas de maestros, en las que se anteponía su opinión personal, sobre todo en temas de género.

La escuela sin partido es la antítesis de la pedagogía propuesta por Paulo Freire, que se había arraigado en una parte importante del magisterio brasileño y en una diversidad de movimientos educativos populares de todo el continente latinoamericano. Para Freire, la dimensión política de la educación es fundamental, la idea de neutralidad es falacia, que de facto representa ya una postura de indiferencia frente a las desigualdades sociales y las injusticias.

Con la misma finalidad de restringir la libertad de enseñanza de los docentes y de los conocimientos establecidos en el currículo para la escuela pública, se han desarrollado otras iniciativas. Proponen limitaciones de contenidos que representan una intromisión a la educación laica, política y de género, concebida por los grupos conservadores, como un tipo de formación confinada al nicho de la familia tradicional.

Una de estas propuestas, en la agenda mundial de Provida, es el PIN parental, donde utilizan la palabra PIN ( Personal Identification Number) aludiendo a los patrones de seguridad y decodificación para controlar el libre acceso a los contenidos de los dispositivos tecnológicos y plataformas digitales; pero que, en México y otros lugares, se ha traducido en proyectos legislativos (sin resonancias hasta el momento en nuestro país), en los que los padres de familia tendrían la facultad de restringir a sus hijos contenidos curriculares que consideren contrarios a sus valores y creencias familiares.

Esta oleada de instrumentos jurídicos por la ruta de los amparos contra el avance de la Nueva Escuela Mexicana (NEM), y recientemente para detener la impresión y difusión de sus libros de texto para educación básica, es parte de esa misma estrategia global de los grupos de derecha que se están rearticulando paulatina y peligrosamente en posiciones fundamentalistas, como las que representa el membrete de la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), organización cupular ligada de origen a las líneas dictadas por la jerarquía eclesiástica del catolicismo.

El activismo de la UNPF contra los libros de texto de la NEM tiene una larga data de antecedentes históricos para defender la formación confesional, misma que se convirtió en el semillero ideológico de atrocidades cometidas contra los maestros del periodo posrevolucionario; sus acciones se remontan a la abierta oposición de la educación laica establecida en la Constitución de 1917, al proyecto educativo socialista de Lázaro Cárdenas y al establecimiento de los libros de texto en los años 60.

En todos los casos (la escuela sin partido, PIN parental y amparos contra la NEM, paradójicamente a su propaganda por la libertad educativa), la derecha pretende llevar al extremo el sesgo cognitivo, científico y cultural, de una postura conservadora, que se había logrado imponer por consenso de clase, tanto en el periodo de las dictaduras latinoamericanas como del neoliberalismo, entre el grupo político gobernante y las élites económicamente dominantes.

Por supuesto, los contenidos curriculares y libros de texto de las reformas educativas en las últimas tres décadas, que mantienen vivas sus secuelas, porque hasta el momento no se ha dado la transición completa ni profunda del sistema educativo mexicano, nunca estuvieron exentos de ideologías. Las competencias, calidad, rendición de cuentas, evaluación estandarizada, mérito, educación financiera, certificación y autonomía de gestión forman parte del glosario ideológico de dogmas que concibe la escuela en empresa, al humano como capital y a la ciudadanía en el conglomerado de sujetos de baja intensidad que sólo sirven para producir y consumir.

La historia cercenada en periodos presidenciales, que resaltan las proezas de los gobernantes omitiendo procesos de liberación, donde aparece el protagonismo popular; la geografía del territorio muerto, lleno de relieves y planicies descriptibles por la objetividad de la ciencia cuantitativa, pero ausentes de conflictos entre los proyectos de los pueblos por la vida y los megaproyectos depredadores del necro capitalismo extractivista, y la formación cívica para el proceso electoral organizado por el INE, como única posibilidad de activismo político y social, son otros ejemplos de esa educación sin ideologías que han salido a defender los centinelas de la sagrada familia y los profetas del catecismo neoliberal.

Doctor en pedagogía crítica

Fuente de la información: https://www.jornada.com.mx

Comparte este contenido:

La Continuidad Neoliberal

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

Existen diversas interpretaciones e ideas de coincidencia con el contenido del libro: “La continuidad neoliberal”, de Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro y Marcelino Guerra Mendoza (Ediciones Navarra, 2020), el cual comentaremos en una mesa de análisis dentro de unos días (1).

En esta ocasión comparto un adelanto de mis comentarios sobre ese interesante texto, escrito por la conocida “banda de los tres”, que también son autores de la columna “Cortocircuito” de Insurgencia Magisterial; investigadores y docentes que trabajan en el doctorado en Política de los Procesos Socioeducativos, de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN, Ajusco).

En este libro: “Se trata de analizar la producción de una reforma constitucional a partir de la problematización de la que surge; de las diversas opciones que se presentaron, de sus particularidades y sus razones; de sus conceptos y medios de acción; de las formas institucionales propuestas y los organismos que se crean o modifican. Se trata, en consecuencia, de la conformación del marco constitucional que cancelaría la reforma del Pacto por México (Guerra Mendoza, 2018).” (p. 13)

Un punto de coincidencia es el hecho de señalar la diferencia entre lo prometido y lo realizado en el proceso de generación de la Reforma Educativa impulsada por el gobierno de la 4T (2018-2019).

De hecho, al respecto he planteado que existen dos momentos en el proceso reformista en cuestión:

√ 1) Los planteamientos de AMLO como candidato a la presidencia (2018), en dos actos importantes realizados en Zacatecas y Oaxaca, cuando habló de un “cambio radical” de la educación en México.

√ 2) Lo expresado por el gobierno federal, meses después, al dar a conocer los términos de las reformas realizadas (o logradas) al texto constitucional, sobre todo al Artículo Tercero, en mayo de 2019.

También encuentro consenso con lo dicho por la y los autores mencionados, en torno a la importancia de realizar una interpretación del reformismo educativo en nuestro país, a partir de las relaciones de poder que se tejen para concretar cada proyecto de reforma (como procedimiento y como escenografía del complejo proceso reformista); así como con la ocupación y tránsito de las formas-estructuras institucionales para concretar la iniciativa del “cambio” educativo (la dinámica de las intencionalidades políticas); y con la pertinencia y necesidad de llevar a cabo un análisis detallado del proceso legislativo, que en sí mismo es una virtud del libro referido.

Una selección parcial de textos

Algunos párrafos que me parecieron significativos para entender la racionalidad del análisis propuesto por la y los autores de este libro, son los siguientes: “En realidad, el proceso de producción de esta reforma constitucional estuvo plagado de dificultades, críticas y contradicciones de todo tipo. Desde cuestiones técnico-jurídicas hasta confrontaciones paradigmáticas entre los funcionarios del Instituto Nacional para la Calidad de la Educación (INEE) y el nuevo gobierno; desde acuerdos con la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) hasta largas confrontaciones con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), comentaristas e investigadores.” (p. 12-13)

“Una reforma constitucional es una forma de institucionalización de un dispositivo de gobierno. Ésta es la perspectiva que hemos desarrollado en un conjunto de investigaciones sobre la reforma educativa en México. Se trata de considerarla un momento, una fase de un proceso que se despliega en múltiples direcciones, con diversos medios de acción, en un discurrir agonista, en el que se enfrentan distintas fuerzas sociales, en espacios diferenciados, a partir de problematizaciones histórico-políticas que se manifiestan en diversas iniciativas, programas, acciones, proyectos, cambios institucionales y formas organizativas (González Villarreal, R., Rivera Ferreiro, L., Guerra Mendoza, M, 2017). (p. 13)

La crítica conceptual y metodológica

“No se trata, en consecuencia, del análisis de actores en la política educativa, como en cierta sociología política o los estudios del political decision-making process (Fischer, 2006), sino de la configuración de problematizaciones sociales, en las que se forman fuerzas políticas, que definen objetos de intervención específicos, con objetivos diferenciados y libran batallas puntuales que se traducen institucional, organizativa y/o programáticamente. Las fuerzas se constituyen, no están constituidas, ni actúan de manera homogénea, sino por reparticiones diferenciadas, según sintaxis políticas y dimensiones particulares de deseos, tácticas y estrategias.” (p. 15)

Los ejes de análisis

“…el análisis de la reforma es particularmente sensible a la estructuración del territorio en el que se desenvuelven los conflictos para la producción de la ley, así como a los tiempos que forma, densifica, extiende, surca y/o ralentiza. El tiempo, por ejemplo, está íntimamente relacionado con los procesos decisionales por límites calendáricos: duración de legislaturas, de períodos, de discusión, de análisis, de sanción, llamados, convocatorias; pero también por surcos marcados por la intensidad de las refriegas, por la amplitud de los espacios agonistas, por la cantidad de objetos de intervención; además por la aceleración de los intercambios políticos, entre muchas otras cuestiones. El espacio educativo, por su parte, está en permanente redefinición, alargamiento, concentración, dispersión, por la intervención de problematizaciones históricas, por la ordenación de nuevos objetos educables, por la introducción de nuevas técnicas de regulación, por la pedagogización de otros campos sociales, por la aparición de fuerzas políticas, entre otras cuestiones.” (p. 15)

Otro punto de coincidencia con las ideas contenidas en este libro, es la percepción de ausencia de un proyecto educativo propio, estructurado, de mediano o largo plazo por parte del gobierno de López Obrador: “En ninguno de los casos se establecen propuestas alternativas, a no ser modificaciones puntuales, derogaciones y abrogaciones. Sólo el PT llama a realizar discusiones y consensos en los transitorios; pero nadie relaciona la cancelación con un programa de transición hacia otra reforma educativa y menos hacia un nuevo sistema educativo nacional. No hay ninguna relación entre la cancelación de la reforma y la 4T, a no ser un compromiso de campaña con un magisterio ofendido, dolido y humillado.” (p. 39)

“La Iniciativa (reformista), entonces, ensambla cuestiones estructurales de la 4T, como son las desigualdades sociales, con los problemas de implementación de la reforma educativa precedente; sobre todo, diríase única y exclusivamente, en las afectaciones laborales al magisterio y sus efectos contraproducentes en el aprendizaje escolar.” (p. 45)… “: los problemas planteados en la Iniciativa de reforma a los artículos 3º, 31 y 73 constitucionales, enviada por el presidente Andrés Manuel López Obrador a la Cámara de Diputados, el 12 de diciembre de 2018, son de dos tipos: la lucha contra las desigualdades, una lucha histórica, que da fundamento y destino a la 4T; y los problemas derivados de la implementación de la reforma neoliberal de 2012-2013.” (p. 47)

“De esta manera se construyó el adversario político, legislativo y conceptualmente poderoso, aunque numéricamente débil. Su fuerza fue estratégica: tuvo que ser considerado para negociar, por eso se concentró en el discurso, en las percepciones, en las referencias; y estableció sus líneas rojas, sus puntos de no retorno, sus límites en la negociación. En otras palabras, en el momento en el que se presenta la iniciativa de reforma constitucional del Bloque Opositor –el Pacto por México reloaded–, la iniciativa para reformar la reforma neoliberal entra en un combate parlamentario de posiciones, en el que las presiones, las fintas, las percepciones, los chantajes, los ataques parciales y los objetivos estratégicos son fundamentales.” (p. 126)

A propósito de lo señalado al final del párrafo anterior, y para entender el fondo del proceso reformista en México, un concepto o una apreciación interesante que proponen la y los autores del libro analizado, es el que se refiere a “El Pacto por México reloaded”. Si bien los términos de la reforma educativa de la 4T se negociaron con un interlocutor-adversario político existente, tangible, (las inercias del “Pacto por México” o “PRIANRD”), lo cierto es que el impulso del proyecto educativo de Peña Nieto (2012-2018), quedó severamente debilitado.

Sin embargo, esa transformación sólo fue superficial: Como fue evidente, a partir de 2019, ya no fue viable imponer, sino negociar los nuevos consensos desde “arriba” (con las élites dirigentes), para dar continuidad a una “reforma educativa estructural” que descansara en los conceptos de calidad (con “excelencia”, con enfoque de derechos y énfasis en la equidad con dignificación humana); en la evaluación de las figuras educativas (docentes, directivos escolares y asesores técnicos, sin efectos en la estabilidad laboral); en la noción de “mejora continua” y un INEE reciclado; y en reglamentar la lógica que piensa los avances educativos en términos, principalmente, de los aprendizajes escolares y su respectiva evaluación estandarizada. Así va, así sigue “La Continuidad Neoliberal”.

Fuente consultada:

(1) Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro y Marcelino Guerra Mendoza (2020) La Continuidad Neoliberal. La producción de la reforma constitucional en educación: 2018-2019. Ediciones Navarra. Este texto será comentado con Erick Juárez Pineda (EF), Alberto Colín Huizar (UV) y Marcelino Guerra (moderador), el próximo día 8 de julio, 2021, a través de plataformas digitales.


Fuente de la información:  SDPnoticias

Comparte este contenido:

Against Apartheid Pedagogy in the Age of White Supremacy

By; Henry Giroux

The toxic thrust of white supremacy runs through American culture like an electric current. Jim Crow is back without apology suffocating American society in a wave of voter suppression laws, the elevation of racist discourse to the centers of power, and the ongoing attempt by right-wing politicians to implement a form of apartheid pedagogy that makes important social issues that challenge the racial and economic status quo disappear. The cult of manufactured ignorance now works through disimagination machines engaged in a politics of falsehoods and erasure. Matters of justice, ethics, equality, and historical memory now vanish from the classrooms of public and higher education and from powerful cultural apparatuses and social media platforms that have become the new teaching machines.

In the current era of white supremacy, the most obvious version of apartheid pedagogy, is present in attempts by Republican Party politicians to rewrite the narrative regarding who counts as an American. This whitening of collective identity is largely reproduced by right-wing attacks on diversity and race sensitivity training, critical race programs in government, and social justice and racial issues in the schools. These bogus assaults are all too familiar and include widespread and coordinated ideological and pedagogical attacks against both historical memory and critical forms of education.

The fight to censor critical, truth telling versions of American history and the current persistence of systemic racism is part of a larger conservative project to prevent teachers, students, journalists, and others from speaking openly about crucial social issues that undermine a viable democracy. Such attacks are increasingly waged by conservative foundations, anti-public intellectuals, politicians, and media outlets. These include right-wing think tanks such as Heritage Foundation and Manhattan Institute, conservative scholars such as Thomas Sowell, right-wing politicians such as Mitch McConnell, and far-right media outlets such as City JournalThe Daily CallerThe Federalist, and Fox News. The threat of teaching children about the history and systemic nature of racism appears particularly dangerous to Fox News, which since June 5, 2020 has posited “critical race theory” as a threat in over 150 different broadcasts.[1] What is shared by all of these individuals and cultural apparatuses is the claim that critical race theory and other “anti-racist” programs constitute forms of indoctrination that threatens to undermine the alleged foundations of Western Civilization.

The nature of this moral panic is evident in the fact that 15 state legislatures across the country have introduced bills to prevent or limit teachers from teaching about the history of slavery and racism in American society. In doing so, they are making a claim for what one Texas legislator called “traditional history,” which allegedly should focus on “ideas that make the country great.”[2] Idaho’s lieutenant governor, Janice McGeachin, is more forthright in revealing the underlying ideological craze behind censoring any talk by teachers and students about race in Idaho public schools. She has introduced a taskforce to protect young people from what she calls, with no pun intended, “the scourge of critical race theory, socialism, communism, and Marxism.”[3]

Such attacks are about more than censorship and racial cleansing. They make the political more pedagogical in that they use education and the power of persuasion as weapons to discredit any critical approach to grappling with the history of racism and white supremacy. In doing so, they attempt to undermine and discredit the critical faculties necessary for students and others to examine history as a resource in order to “investigate the core conflict between a nation founded on radical notions of liberty, freedom, and equality, and a nation built on slavery, exploitation, and exclusion.”[4] The current attacks on critical race theory, if not critical thinking itself, are but one instance of the rise of apartheid pedagogy. This is a pedagogy in which education is used in the service of dominant power in order to both normalize racism, class inequities, and economic inequality while safeguarding the interests of those who benefit from such inequities the most. In pursuit of such a project, they impose a pedagogy of oppression, complacency, and mindless discipline. They ignore or downplay matters of injustice and the common good, and rarely embrace notions of community as part of a pedagogy that engages pressing social, economic and civic problems. Instead of an education of civic practice that enriches the public imagination, they endorse all the elements of indoctrination central to formalizing and updating a mode of fascist politics.

The conservative wrath waged against critical race theory is not only about white ignorance being a form of bliss but is also central to a struggle over power—the power of the moral and political imagination. White ignorance is crucial to upholding the poison of white supremacy. Apartheid pedagogy is about denial and disappearance–a manufactured ignorance that attempts to whitewash history and rewrite the narrative of American exceptionalism as it might have been framed in the 1920s and 30s when members of a resurgent Ku Klux Klan shaped the policies of some school boards. Apartheid pedagogy uses education as a disimagination machine to convince students and others that racism does not exist, that teaching about racial justice is a form of indoctrination, and that understanding history is more an exercise in blind reverence than critical analysis. Apartheid pedagogy aims to reproduce current systems of racism rather than end them. Organizations such as No Left Turn in Education not only oppose teaching about racism in schools, but also comprehensive sex education, and teaching children about climate change, which they view as forms of indoctrination. Without irony, they label themselves an organization of “patriotic Americans who believe that a fair and just society can only be achieved when malleable young minds are free from indoctrination that suppresses their independent thought.”[5] This is the power of ignorance in the service of civic death and a flight from ethical and social responsibility. Kati Holloway, citing the NYU philosopher Charles W. Mills, succinctly sums up the elements of white ignorance. She writes:

“White ignorance,” according to NYU philosopher Charles W. Mills, is an “inverted epistemology,” a deep dedication to and investment in non-knowing that explains white supremacy’s highly curatorial (and often oppositional) approach to memory, history and the truth. While white ignorance is related to the anti-intellectualism that defines the white Republican brand, it should be regarded as yet more specific. According to Mills, white ignorance demands a purposeful misunderstanding of reality—both present and historical—and then treats that fictitious worldview as the singular, de-politicized, unbiased, “objective” truth. “One has to learn to see the world wrongly,” under the terms of white ignorance, Mills writes, “but with the assurance that this set of mistaken perceptions will be validated by white epistemic authority.”[6]

New York Times columnist Michelle Goldberg reports that right-wing legislators have taken up the cause to ban critical race theory from not only public schools but also higher education. She highlights the case of Boise State University, which has banned dozens of classes dealing with diversity. She notes that soon afterwards, “the Idaho State Senate voted to cut $409,000 from the school’s budget, an amount meant to reflect what Boise State spends on social justice programs.”[7] Such attacks are happening across the United States and are not only meant to curtail teaching about racism, sexism, and other controversial issues in the schools, but also to impose strict restrictions on what non-tenured assistant professors can teach and to what degree they can be pushed to accept being both deskilled and giving up control over the conditions of their labor.

In an egregious example of an attack on free speech and tenure itself, the Board of Trustees at the University of North Carolina denied a tenure position to Pulitzer Prize-winning journalist, Nikole Hannah-Jones because of her work on the New York Times Magazine’s 1619 project, “which examined the legacy of slavery in America.”[8] The failure to provide tenure to Hannah-Jones, who is also the recipient of a MacArthur Foundation “Genius Grant,” and an inductee into the North Carolina Media and Journalism Hall of Fame, is a blatant act of racism and a gross violation of academic freedom. Let’s be clear. Hannah-Jones was denied tenure by the North Carolina Board of Trustees because she brings to the university a critical concern with racism that clashes with the strident political conservatism of the board. It is also another example of a racist backlash by conservatives who wish to deny that racism even exists in the United States, never mind that it should even by acknowledged in the classrooms of public and higher education.

This is a form of “patriotic education” being put in place by a resurgence of those who support Jim Crow power relations and want to impose pedagogies of repression on students in the classroom. This type of retribution is part of a longstanding politics of fear, censorship and academic repression that has been waged by conservatives since the student revolts of the 1960s.[9] It is also part of the ongoing corporatization of the university in which business models now define how the university is governed, faculty are reduced to part-time workers, and students are viewed as customers and consumers.[10]

Equally important, Hannah-Jones’ case is an updated and blatant attack on the ability and power of faculty rather than Boards of Trustees to make decisions regarding both faculty hiring and the crucial question who decides how tenure is handled in a university.[11] Keith E. Whittington and Sean Wilentz are right in stating that the Board’s actions to deny Hannah-Jones a tenured professorship are about more than a singular violation of faculty rights, academic freedom, and an attack on associated discourses relating to critical race theory. They write:

For the Board of Trustees to interfere unilaterally on blatantly political grounds is an attack on the integrity of the very institution it oversees. The perception and reality of political intervention in matters of faculty hiring will do lasting damage to the reputation of higher education in North Carolina — and will embolden boards across the country similarly to interfere with academic operations of the universities that they oversee.[12]

Holding critical ideas has become a liability in the contemporary neoliberal university. Also at risk here is the relationship between critical thinking, civic values, and historical remembrance in the current attempts to suppress not just voting rights but also dangerous memories, especially regarding the attack on Critical Race Theory. David Theo Goldberg has brilliantly outlined how the war on Critical Race Theory and other anti-racist programs is designed largely to eliminate the legacy and persistent effects of systemic racial injustice and its underlying structural, ideological, and pedagogical fundamentals and components. This is apartheid pedagogy with a vengeance. As Goldberg writes:

First, the coordinated conservative attack on CRT is largely meant to distract from the right’s own paucity of ideas. The strategy is to create a straw house to set aflame in order to draw attention away from not just its incapacity but its outright refusal to address issues of cumulative, especially racial, injustice…. Second, the conservative attack on CRT tries to rewrite history in its effort to neoliberalize racism: to reduce it to a matter of personal beliefs and interpersonal prejudice. … On this view, the structures of society bear no responsibility, only individuals. Racial inequities today are …not the living legacy of centuries of racialized systems…. Third, race has always been an attractive issue for conservatives to mobilize around. They know all too well how to use it to stoke white resentment while distracting from the depredations of conservative policies for all but the wealthy.[13]

The public imagination is now in crisis. Radical uncertainty has turned lethal. In the current historical moment, tyranny, fear, and hatred have become defining modes of governance and education. Right-wing politicians bolstered by the power of corporate controlled media now construct ways of thinking and feeling that prey on the anxieties of the isolated, disenfranchised, and powerless. This is a form of apartheid pedagogy engineered to substitute disillusionment and incoherence for a sense of comforting ignorance, the thrill of hyper-masculinity, and the security that comes with the militarized unity of the accommodating masses waging a war on democracy. The public imagination is formed through habits of daily life, but only for the better when such experiences are filtered through the ideals and promises of a democracy. This is no longer true. Under neoliberal fascism, the concentration of power in the hands of a ruling elite has ensured that any notion of change regarding equality and justice is now tainted, if not destroyed, as a result of what Theodor Adorno called a retreat into apocalyptic bombast marked by “an organized flight of ideas.”[14]

Violence in the United States has become a form of domestic terrorism; it is omnipresent and works through complex systems of symbolic and institutional control. It extends from the prison and school to the normalizing efforts of cultural apparatus that saturate an image-based culture. Violence registers itself in repressive policies, police brutality, and in an ongoing process of exclusion and disposability. It is also present in the weaponization of ideas and the institutions that produce them through forms of apartheid pedagogy. Fear now comes in the form of both armed police and repressive modes of education. As the famed artist Isaac Cordal observes, “We live in societies….that use fear in order to make people submissive….Fear bends us [and makes us]vulnerable to its desires….Our societies have been built on violence, and that heritage, that colonial hangover which is capitalism today still remains.”[15] Under gangster capitalism’s system of power, the poverty of the civic and political imagination is taking its last breath.

Authoritarian societies do more than censor and subvert the truth, they also shape collective consciousness and punish those who engage in dangerous thinking.[16] For instance, the current plague of white supremacy fueling neoliberal fascism is rooted not only in structural and economic forms of domination, but also intellectual and pedagogical forces, making clear that education is central to politics. It also points to the urgency of understanding that white supremacy is first and foremost a struggle over agency, assigned meanings, and identity—over what lives count and whose don’t. This is a politics and pedagogy that often leaves few historical traces in a culture of immediacy and manufactured ignorance.

The emergent and expanding presence of white supremacy and fascist politics disappear easily in a culture dominated by the endless images of spectacularized violence that fill screen culture with mass shootings, police violence, and racist attacks on Blacks and Asian Americans in the post-Trump era. Disconnected and decontextualized such images vanish in an image-based culture of shock, entertainment, and organized forgetting. When critical ideas come to the surface, right-wing politicians and pundits attack dissidents as un-American and the oppositional press as “an enemy of the American people.” They also attempt to impose a totalitarian notion of “patriotic education” on public schools and higher education and censor academics who criticize systemic abuses.[17]

As is well known, former President Trump, waged a relentless attack on the media and in ways too similar to ignore echoed written and spoken sentiments that Hitler used in his rise to power.[18] In this instance, culture, increasingly shaped by an apartheid pedagogy, has turned oppressive and must be addressed as a site of struggle while working in tandem with the development of an ongoing massive resistance movement. This suggests the need for a more comprehensive understanding of politics and the power of the educational force of the culture. Such connections necessitate closer attention be given to the educational and cultural power of a neoliberal corporate elite who use their mainstream and social media platforms to shape pedagogically the collective consciousness of a nation in the discourse and relations of hate, bigotry, ignorance, and conformity.

America’s slide into a fascist politics demands a revitalized understanding of the historical moment in which we find ourselves, along with a systemic critical analysis of the new political formations that mark this period. Part of this challenge is to create a new language and mass social movement to address and construct empowering terrains of education, politics, justice, culture, and power that challenge existing systems of racist violence and economic oppression. The beginning of such a political and pedagogical strategy can be found in the Black Lives Matter movement and its alignment with other movements fighting against authoritarianism. The Black Lives Matter movement teaches us “that eradicating racial oppression ultimately requires struggle against oppression in all of its forms…[especially] restructuring America’s economic system.”[19] This is especially important as those groups marginalized by class, race, ethnicity, and religion have become aware of how much in this new era of fascist politics they have lost control over the economic, political, pedagogical, and social conditions that bear down on their lives. Visions have become dystopian, devolving into a sense of being left out, abandoned, and subject to increasing systems of terror and violence. These issues can no longer be viewed as individual problems but as manifestations of a broader failure of politics. Moreover, what is needed is not a series of stopgap reforms limited to particular institutions or groups, but a radical restructuring of the entirety of U.S. society.

The call for a socialist democracy demands the creation of visions, ideals, institutions, social relations, and pedagogies of resistance that enable the public to imagine a life beyond a social order in which racial, class, gender, and other forms of violence produce endless assaults on the environment, systemic police violence, a culture of ignorance and cruelty. Such challenges must also address the assault on the public and civic imagination, mediated through the elevation of war, militarization, violent masculinity, and the politics of disposability to the highest levels of power. Capitalism is a death driven machine that that infantilizes, exploits, and devalues human life and the planet itself. As market mentalities and moralities tighten their grip on all aspects of society, democratic institutions and public spheres are being downsized, if not altogether disappearing, along with the informed citizens without which there is no democracy.

Any viable pedagogy of resistance needs to create the educational and pedagogical tools to produce a radical shift in consciousness, capable of both recognizing the scorched earth policies of neoliberal capitalism, and the twisted ideologies that support it. This shift in consciousness cannot take place without pedagogical interventions that speak to people in ways in which they can recognize themselves, identify with the issues being addressed, and place the privatization of their troubles in a broader systemic context.[20] Niko Block gets it right in arguing for a “radical recasting of the leftist imagination,” in which the concrete needs of people are addressed and elevated to the forefront of public discussion in order to confront and get ahead of the crises of our times. He writes:

the crises of the twenty-first century call for a radical recasting of the leftist imagination. This process involves building bridges between the real and the imaginary, so that the path to achieving political goals is plain to see. Accordingly, the articulation of leftist goals must resonate with people in concrete ways, so that it becomes obvious how the achievement of those goals would improve their day-to-day lives. The left, in this sense, must appeal to people’s existing identities and not condescend the general public as victims of “false consciousness.” All this means building movements of continual improvement and refusing to ask already-vulnerable people for short-term losses on the abstract promise of long-term gains. This project also demands that we understand precisely why right-wing ideology retains a popular appeal in so many spaces.[21]

A pedagogy of resistance must be on the side of hope and civic courage in order to fight against a paralyzing indifference, grave social injustices, and mind deadening attacks on the public imagination. At stake here is the struggle for a new world based on the notion that capitalism and democracy are not the same, and that we need to understand the world, how we think about it and how it functions, in order to change it. In the spirt of Martin Luther King, Jr’s call for a more comprehensive view of oppression and political struggle, it is crucial to address his call to radically interrelate and restructure consciousness, values, and society itself. In this instance, King and other theorists, such as Saskia Sassen, call for a language that ideological ruptures and changes the nature of the debate. This suggests more than simply a rhetorical challenge to the economic conditions that fuel neoliberal capitalism. There is also the need to move beyond abstract notions of structural violence and identify and connect the visceral elements of violence that bear down on and “constrain agency through the hard surfaces of [everyday] life.”[22]

We live in an era in which the distinction between the truth and misinformation is under attack. Ignorance has become a virtue, and education has become a tool of repression that elevates self-interest and privatization to central organizing principles of both economics and politics. The socio-historical conditions that enable racism, systemic inequality, anti-intellectualism, mass incarceration, the war on youth, poverty, state violence, and domestic terrorism must be remembered in the fight against that which now parades as ideologically normal. Historical memory and the demands of moral witnessing must become part of a deep grammar of political and pedagogical resistance in the fight against neoliberal capitalism and other forms of authoritarianism.

A pedagogy of resistance necessitates a language that connects the problems of systemic racism, poverty, militarism, mass incarceration, and other injustices as part of a totalizing structural, pedagogical, and ideological set of condition endemic to capitalism in its updated merging of neoliberalism and fascist politics. Audre Lorde was right in her insistence that “There is no such thing as a single-issue struggle because we do not live single-issue lives.”

We don’t need master narratives, but we do need a recognition that politics can only be grasped as part of a social totality, a struggle rooted in overlapping differences that bleed into each other. We need relational narratives that bring together different struggles for emancipation and social equality.

Central to any viable notion of pedagogical resistance is the courage to think about what kind of world we want—what kind of future we want to build for our children. These are questions that can only be addressed when we address politics and capitalism as part of a general crisis of democracy. This challenge demands the willingness to develop an anti-capitalist consciousness as the basis for a call to action, one willing to dismantle the present structure of neoliberal capitalism. Chantal Mouffe is correct in arguing that “before being able to radicalize democracy, it is first necessary to recover it,” which means first rejecting the commonsense assumptions that capitalism and democracy are synonymous.[23]

Clearly, such a project cannot combat poverty, militarism, the threat of nuclear war, ecological devastation, economic inequality, and racism by leaving capitalism’s system of power in place. Nor can resistance be successful if it limits itself to the terrain of critique, criticism, and the undoing of specific oppressive systems of representation. Pedagogies of resistance can teach people to say no, become civically literate, and create the conditions for individuals to develop a critical political consciousness. The challenge here is to make the political more pedagogical. This suggests analyzing how the forces of gangster capitalism impact consciousness, shape agency, and normalize the internalization of oppression. Such a project suggest a politics willing to transcend the fragmentation and politicized sectarianism all too characteristic of left politics in order to embrace a Gramscian notion of “solidarity in a wider sense.”[24] There is ample evidence of such solidarity in the policies advocated by the progressive Black Lives Matter protest, the call for green socialism, movements for health as a global right, growing resistance against police violence, emerging ecological movements such as the youth-based Sunrise movement, the Poor People’s Campaign, the massive ongoing strikes waged by students and teachers against the defunding and corporatizing of public education, and the call for resistance from women across the globe fighting for reproductive rights.

What must be resisted at all costs, is an “apartheid pedagogy,” rooted in the notion that a particular mode of oppression, and those who bear its weight, offers political guarantees.[25] Identifying different modes of oppression is important, but it is only the first step in moving from addressing the history and existing mechanisms that produce such trauma to developing and embracing a politics that unites different identities, individuals, and social movements under the larger banner of democratic socialism. This is a politics that refuses the easy appeals of ideological silos which “limits access to the world of ideas and contracts the range of tools available to would-be activists.”[26]

The only language provided by neoliberalism is the all-encompassing discourse of the market and the false rhetoric of unencumbered individualism, making it difficult for individuals to translate private issues into broader systemic considerations. Mark Fisher was right in claiming that capitalist realism not only attempts to normalize the notion that there is not only no alternative to capitalism, but also makes it “impossible even to imagine a coherent alternative to it.” [27] This is a formula for losing hope because it insists that that the world cannot change. It also has the hollow ring of slow death.

The urgency of the historical moment demands new visions of social change, an inspired and energized sense of social hope, and the necessity for diverse social movements to unite under the collective struggle for democratic socialism. The debilitating political pessimism of neoliberal gangster capitalism must be challenged as a starting point for believing that rather than being exhausted, the future along with history is open and now is the time to act. It is time to make possible what has for too long been declared as impossible.

Notes.

1) Adam Harris, “The GOP’s ‘Critical Race Theory’ Obsession,” The Atlantic (May 7, 2021). Online: https://www.theatlantic.com/politics/archive/2021/05/gops-critical-race-theory-fixation-explained/618828/ 

2) Kate McGee, “Texas’ Divisive Bill Limiting How Students Learn About Current Events And Historic Racism Passed By Senate,” Texas Public Radio (May 23, 2021). Online: https://www.tpr.org/education/2021-05-23/texas-divisive-bill-limiting-how-students-learn-about-current-events-and-historic-racism-passed-by-senate 

3) Julie Carrie Wong, “The fight to whitewash US history: ‘A drop of poison is all you need’,” The Guardian (May 25, 2021). Online: https://www.theguardian.com/world/2021/may/25/critical-race-theory-us-history-1619-project 

4) George Sanchez and Beth English, “OAH Statement on White House Conference on American History,” Organization of American History (September 2020). Online: https://www.oah.org/insights/posts/2020/september/oah-statement-on-white-house-conference-on-american-history/#:~:text=History%20is%20not%20and%20cannot%20be%20simply%20celebratory.&text=The%20history%20we%20teach%20must,slavery%2C%20exploitation%2C%20and%20exclusion

5) Editorial, “Mission goals and objectives,” No Left Turn in Education, (2021). Online: https://noleftturn.us/ 

6) Kali Holloway, “White Ignorance Is Bliss—and Power,” Yahoo! News (May 24, 2021). Online: https://news.yahoo.com/white-ignorance-bliss-power-080232025.html 

7) Michelle Goldberg, “The Social Justice Purge at Idaho College,” New York Times. (March 26, 2021). Online: https://www.nytimes.com/2021/03/26/opinion/free-speech-idaho.html 

8) Katie Robertson, “Nikole Hannah-Jones Denied Tenure at University of North Carolina,” New York Times (May 19, 2021). Online: https://www.nytimes.com/2021/05/19/business/media/nikole-hannah-jones-unc.html 

9) Michelle Goldberg, “The Campaign to Cancel Wokeness,” New York Times. (February 26, 2021). Online: https://www.nytimes.com/2021/02/26/opinion/speech-racism-academia.html 

10) Henry A. Giroux, Neoliberalism’s War on Higher Education (Chicago: Haymarket Press, 2020). 

11) Silke-Marie Weineck, “The Tenure Denial of Nikole Hannah-Jones Is Craven and Dangerous,” The Chronicle of Higher Education (May 20, 2021). Online: https://www.chronicle.com/article/the-tenure-denial-of-nikole-hannah-jones-is-craven-and-dangerous 

12) Keith E. Whittington and Sean Wilentz, “We Have Criticized Nikole Hannah-Jones. Her Tenure Denial Is a Travesty,” The Chronicle of Higher Education (May 24, 2021). Online: https://www.chronicle.com/article/we-have-criticized-nikole-hannah-jones-her-tenure-denial-is-a-travesty?utm_source=Iterable&utm_medium=email&utm_campaign=campaign_2377858_nl_Afternoon-Update_date_20210524&cid=pm&source=ams&sourceId=11167 

13) David Theo Goldberg, “The War on Critical Race Theory,” Boston Review (May 7, 2021). Online: http://bostonreview.net/race-politics/david-theo-goldberg-war-critical-race-theory 

14) Volker Weiss, “afterword,” in Theodor W. Adorno, Aspects of the New Right-Wing Extremism (London: Polity, 2020), p. 61. 

15) Brad Evans and Isaac Cordal, “Histories of Violence: Look Closer at the World, There You Will See,” Los Angeles Review of Books,” December 28, 2020). Online: https://lareviewofbooks.org/article/histories-of-violence-look-closer-at-the-world-there-you-will-see/ 

16) Henry A. Giroux, Dangerous Thinking in the Age of the New Authoritarianism (New York: Routledge, 2015). 

17) Charlotte Klein, “Mitch McConnell: Don’t Teach Our Kids That America Is Racist,” Vanity Fair (May 4, 2021). Online: https://www.vanityfair.com/news/2021/05/mitch-mcconnell-dont-teach-our-kids-that-america-is-racist; Michael Crowley, “Trump Calls for ‘Patriotic Education’ to Defend American History From the Left,” New York Times (September 17, 2020). Online: https://www.nytimes.com/2020/09/17/us/politics/trump-patriotic-education.html 

18) Editorial, “Trump’s crusade against the media is a chilling echo of Hitler’s rise,” Las Vegas Sun (August 14, 2017). Online: https://lasvegassun.com/news/2017/aug/14/trumps-crusade-against-the-media-is-a-chilling-ech/; for a larger examination of this issue, see Federico Finchelstein, A Brief History of Fascist Lies (Oakland: University of California Press, 2020). 

19) Lacino Hamilton, “This is going to Hurt,” The New Inquiry (April 11, 2017). Online: https://thenewinquiry.com/this-is-going-to-hurt/ 

20) See Robert Latham, A. T. Kingsmith, Julian von Bargen and Niko Block, eds Challenging the Right, Augmenting the Left–Recasting Leftist Imagination (Winnipeg, Canada: Fernwood Publishing, 2020). 

21) Nico Block, “Augmenting the Left: Challenging the Right, Reimagining Transformation,” Socialist Project: the Bullet (August 31, 2020). Online: https://socialistproject.ca/2020/08/augmenting-the-left-challenging-the-right-reimagining-transformation/ 

22) David Graeber, “Dead Zones of the Imagination,” HAU: Journal of Ethnographic Theory 2 (2012), p. 105 

23) Chantal Mouffe, For a Left Populism, [London: Verso, 2018], p. 37. 

24) Institute for Critical Social Analysis, “A Window of Opportunity for Leftist Politics?” Socialist Project: the Bullet (August 3, 2020). Online: https://socialistproject.ca/2020/08/window-of-opportunity-for-leftist-politics/ 

25) I have taken the notion of “apartheid pedagogy” from Adam Shatz, “Palestinianism” London Review of Books (43:9 (May 6, 2021), p. 28. Online: https://www.lrb.co.uk/the-paper/v43/n09/adam-shatz/palestinianism 

26) Robin D.G. Kelley, “Black Study, Black Struggle – final response,” Boston Review, (March 7, 2016). Online: http://bostonreview.net/forum/black-study-black-struggle/robin-d-g-kelley-robin-d-g-kelleys-final-response 

27) Mark Fisher, Capitalist Realism: Is There No Alternative? (Winchester, UK: Zero Books, 2009), p. 2. I would be useful on this issue to read the brilliant Stanley Aronowitz, especially The Death and rebirth of American Radicalism (New York: Routledge, 1996), 

Henry A. Giroux currently holds the McMaster University Chair for Scholarship in the Public Interest in the English and Cultural Studies Department and is the Paulo Freire Distinguished Scholar in Critical Pedagogy. His most recent books are America’s Education Deficit and the War on Youth (Monthly Review Press, 2013), Neoliberalism’s War on Higher Education (Haymarket Press, 2014), The Public in Peril: Trump and the Menace of American Authoritarianism (Routledge, 2018), and the American Nightmare: Facing the Challenge of Fascism (City Lights, 2018), On Critical Pedagogy, 2nd edition (Bloomsbury), and Race, Politics, and Pandemic Pedagogy: Education in a Time of Crisis (Bloomsbury 2021):His website is www. henryagiroux.com.

Comparte este contenido:

Volver a la «normalidad» sería autocondenarse

Por: Leonardo Boff

Cuando pase la pandemia del coronavirus no nos estará permitido volver a la «normalidad» anterior. Sería, en primer lugar, un desprecio a las miles de personas que han muerto asfixiadas por el virus, y una falta de solidaridad con sus familiares y amigos. En segundo lugar, sería la demostración de que no hemos aprendido el mensaje de lo que, más que una crisis, es un llamado urgente a cambiar nuestra forma de vivir en nuestra única Casa Común. Se trata de un llamamiento de la propia Tierra viva, ese superorganismo autorregulado del que somos su parte inteligente y consciente.

El sistema actual pone en peligro las bases de la Vida

Volver a la anterior configuración del mundo, hegemonizado por el capitalismo neoliberal, incapaz de resolver sus contradicciones internas –y cuyo ADN es su voracidad por un crecimiento ilimitado a costa de la sobreexplotación de la naturaleza y la indiferencia ante la pobreza y la miseria de la gran mayoría de la humanidad producida por ella–, es olvidar que dicha configuración está sacudiendo los cimientos ecológicos que sostienen toda la Vida en el planeta. Volver a la “normalidad” anterior (business as usual) sería prolongar una situación que podría implicar nuestra propia destrucción.

Si no hacemos una «conversión ecológica radical», en palabras del Papa Francisco, la Tierra viva podrá reaccionar y contraatacar con virus aún más violentos, capaces de hacer desaparecer a la especie humana. Ésta no es una opinión meramente personal, sino la opinión de muchos biólogos, cosmólogos y ecologistas que están estudiando sistemáticamente la creciente degradación de los sistemas-Vida y del sistema-Tierra. Hace diez años (2010), como resultado de mis investigaciones en cosmología y en el nuevo paradigma ecológico, escribí el libro Cuidar la Tierra-proteger la vida: cómo evitar el fin del mundo (Dabar, México). Los pronósticos que adelantaba han sido confirmados plenamente por la situación actual.

El proyecto capitalista y neoliberal ha sido rechazado

Una de las lecciones que hemos aprendido de la pandemia es la siguiente: si se hubieran seguido los ideales del capitalismo neoliberal –competencia, acumulación privada, individualismo, primacía del mercado sobre la vida y minimización del Estado– la mayoría de la humanidad estaría perdida. Lo que nos ha salvado ha sido la cooperación, la interdependencia de todos con todos, la solidaridad y un Estado suficientemente equipado para ofrecer la posibilidad universal de tratamiento del coronavirus, en el caso del Brasil, el Sistema Único de Salud (SUS).

Hemos hecho algunos descubrimientos: necesitamos un «contrato social mundial», porque seguimos siendo rehenes del obsoleto soberanismo de cada país. Los problemas mundiales requieren una solución mundial, acordada entre todos los países. Hemos visto el desastre en la Comunidad Europea, en la que cada país tenía su plan, sin considerar la necesaria cooperación con otros países. Ha sido una devastación generalizada en Italia, en España y últimamente en Estados Unidos, donde la medicina está totalmente privatizada.

Otro descubrimiento ha sido la «urgencia de un centro plural de Gobierno Mundial» para asegurar a toda la comunidad de Vida (no sólo la vida humana sino la de todos los Seres Vivos) lo suficiente y decente para vivir. Los bienes y servicios naturales son escasos y muchos de ellos no son renovables. Con ellos debemos satisfacer las demandas básicas del sistema-vida, pensando también en las generaciones futuras. Es el momento oportuno para crear una renta mínima universal para todos, la persistente prédica del valiente y digno político Eduardo Suplicy.

Una comunidad de destino compartido

Los chinos han visto claramente esta exigencia al promover una comunidad de destino compartido para toda la humanidad, texto incorporado en el renovado artículo 35 de la Constitución china. Esta vez, o nos salvamos todos, o engrosaremos la procesión de los que se dirigen a la fosa común. Por eso, debemos cambiar urgentemente nuestra forma de relacionarnos con la Naturaleza y con la Tierra, no como señores, montados sobre ella, dilapidándola… sino como partes conscientes y responsables, poniéndonos junto a ella y a sus pies, cuidadores de toda la Vida.

A la famosa TINA (There Is No Alternative), «no hay alternativa» de la cultura del capital, debemos confrontar una TIaNA (There Is a New Alternative), «hay una nueva alternativa». Si hasta ahora la centralidad estaba ocupada por el beneficio, el mercado y la dominación de la naturaleza y de los otros (imperialismo), en esta segunda será la vida en su gran diversidad, también la humana con sus muchas culturas y tradiciones la que organizará la nueva forma de habitar la Casa Común. Esto es imperativo, y está dentro de las posibilidades humanas: tenemos la ciencia y la tecnología, tenemos una acumulación fantástica de riqueza monetaria, pero falta a la gran mayoría de la humanidad y, lo que es peor, a los Jefes de Estado, conciencia de esta necesidad y voluntad política de implementarla. Tal vez, ante el riesgo real de nuestra desaparición como especie, por haber llegado a límites insoportables para la Tierra, el instinto de supervivencia nos haga a todos sociables, fraternos, colaboradores y solidarios unos con otros. El tiempo de la competencia ha pasado. Ahora es el tiempo de la cooperación.

La inauguración de una civilización biocentrada

Creo que inauguraremos una civilización biocentrada, cuidadosa y amiga de la Vida, como algunos dicen, “la tierra de la buena esperanza”. Se podrá realizar el «bien vivir y convivir» de los pueblos indígenas andinos: la armonía de todos con todos, en la familia, en la sociedad, con los demás seres de la naturaleza, con las aguas, con las montañas y hasta con las estrellas del firmamento.

Como el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz ha dicho con razón: “tendremos una ciencia no al servicio del mercado, sino el mercado al servicio de la ciencia”, y yo añadiría: y la ciencia al servicio de la Vida.

No saldremos de la pandemia de coronavirus como entramos. Seguramente habrá cambios significativos, tal vez incluso estructurales. El conocido líder indígena, Ailton Krenak, del valle do Rio Doce (del Río Dulce, en Brasil), ha dicho acertadamente: «No sé si saldremos de esta experiencia de la misma manera que entramos. Es como una sacudida para ver lo que realmente importa; el futuro está aquí y es ahora, puede que mañana ya no estemos vivos; ojalá que no volvamos a la normalidad» (O Globo, 01/05/2020, B 6).

Lógicamente, no podemos imaginar que las transformaciones se produzcan de un día a otro. Es comprensible que las fábricas y las cadenas de producción quieran volver a la lógica anterior. Pero ya no serán aceptables. Deberán someterse a un proceso de reconversión en el que todo el aparato de producción industrial y agroindustrial deberá incorporar el factor ecológico como elemento esencial. La responsabilidad social de las empresas no es suficiente. Se impondrá la responsabilidad socio-ecológica.

Se buscará energías alternativas a las fósiles, menos impactantes para los ecosistemas. Se tendrá más cuidado con la atmósfera, las aguas y los bosques. La protección de la biodiversidad será fundamental para el futuro de la vida y de la alimentación, humana y de toda la comunidad de la Vida.

¿Qué tipo de Tierra habitada queremos para el futuro?

Seguramente habrá una gran discusión de ideas sobre qué futuro queremos, y qué tipo de Tierra queremos habitar. Cuál será la configuración más adecuada a la fase actual de la Tierra y de la propia humanidad, la fase de planetización y de la percepción cada vez más clara de que no tenemos otra casa común para habitar que ésta. Y que tenemos un destino común, feliz o trágico. Para que sea feliz, debemos cuidarla para que todos podamos caber dentro, incluida la naturaleza.

Existe el riesgo real de polarización de modelos binarios: por un lado los movimientos de integración, de cooperación general; y, por otro, la reafirmación de las soberanías nacionales con su proteccionismo. Por un lado el capitalismo «natural» y verde, y por otro el comunismo reinventado de tercera generación como pronostican Alain Badiou y Slavoy Zizek.

Otros temen un proceso de brutalización radical por parte de los “dueños del poder económico y militar”, para asegurar sus privilegios y sus capitales. Sería un despotismo de forma diferente, porque se basaría en los medios cibernéticos y en la inteligencia artificial, con sus complejos algoritmos, un sistema de vigilancia sobre todas las personas del planeta. La vida social y las libertades estarían permanentemente amenazadas. Pero a todo poder le surgirá siempre un contrapoder. Habría grandes enfrentamientos y conflictos a causa de la exclusión y la miseria de millones de personas que, a pesar de la vigilancia, no se conformarán con las migajas que caen de las mesas de los ricos epulones.

No pocos proponen una glocalización, es decir que el acento se ponga en lo local, en la región, con su especificidad geológica, física, ecológica y cultural, pero abierta a lo global, que involucra a todos. Con este «biorregionalismo» se podría lograr un verdadero desarrollo sostenible, que aprovechara los bienes y servicios locales. Prácticamente todo se realizará en la región, con empresas más pequeñas, con una producción agroecológica, sin necesidad de largos transportes, que consumen energía y contaminan. La cultura, las artes y las tradiciones serán revividas como una parte importante de la vida social. La gobernanza será participativa, reduciendo las desigualdades y haciendo que la pobreza sea menor, siempre posible, en las sociedades complejas. Es la tesis que el cosmólogo Mark Hathaway y yo defendemos en nuestro libro común El Tao de la Liberación (Trotta, 2010) que fue bien acogida en el ambiente científico y entre los ecologistas hasta el punto de que Fritjof Capra se ofreció a hacer un interesante prólogo.

Otros ven la posibilidad de un ecosocialismo planetario, capaz de lograr lo que el capitalismo, por su esencia competitiva y excluyente, es incapaz de hacer: un contrato social mundial, igualitario e inclusivo, respetuoso de la naturaleza, en el que el nosotros (lo comunitario y societario) y no el yo (individualismo) será el eje estructurador de las sociedades y de la comunidad mundial. El ecosocialismo planetario encontró en el franco-brasileño Michael Löwy su más brillante formulador (O que é ecossocialismo?, disponible en la red). Tendremos, como reafirma la Carta de la Tierra, así como la encíclica del Papa Francisco «sobre el cuidado de la Casa Común», un modo de vida verdaderamente sostenible, y no sólo un «desarrollo» sostenible.

Al final, pasaremos de una sociedad industrial/consumista a una sociedad de sustentación de toda la vida con un consumo sobrio y solidario; de una cultura de acumulación de bienes materiales, a una cultura humanístico-espiritual en la que los bienes intangibles como la solidaridad, la justicia social, la cooperación, los lazos afectivos, y no en última instancia la amorosidad y la logique du coeur (la lógica del corazón), estarán en sus cimientos.

No sabemos qué tendencia predominará. El ser humano es complejo, indescifrable, y se mueve por la benevolencia, pero también por la brutalidad. Está completo pero aún no está totalmente (terminado). Aprenderá, a través de errores y aciertos, que la mejor configuración para la coexistencia humana con todos los demás seres de la Madre Tierra debe estar guiada por la lógica del propio universo: éste está estructurado –como nos dicen notables cosmólogos y físicos cuánticos– según complejas redes de inter-retro-relaciones. Todo es relación. No existe nada fuera de la relación. Todo se ayuda «mutuamente» para seguir existiendo y poder co-evolucionar. El propio ser humano es un rizoma (bulbo de raíces) de relaciones en todas las direcciones.

Tiempos de crisis como el nuestro, de paso de un tipo de mundo a otro, son también tiempos de grandes sueños y utopías. Ellas son las que nos mueven hacia el futuro, incorporando el pasado pero dejando nuestra propia huella en el suelo de la vida. Es fácil pisar la huella dejada por otros, pero ella no nos lleva a ningún camino esperanzador. Debemos hacer nuestra propia huella, marcada por la inagotable esperanza de la victoria de la vida, porque el camino se hace caminando y soñando. Así pues, caminemos.

Fuente: http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=983

Comparte este contenido:

Noam Chomsky habla sobre el coronavirus: «Estamos ante otro fallo masivo y colosal del capitalismo»

Por: rebelion.org.

Para el filósofo y lingüista Noam Chomsky, la primera gran lección de la actual pandemia es que estamos ante “otro fallo masivo y colosal de la versión neoliberal del capitalismo”, que en el caso de Estados Unidos está agravado por la naturaleza de los “bufones sociópatas que manejan el Gobierno” liderado por Donald Trump.

Desde su casa de Tucson (Arizona) y lejos de su despacho en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), desde el que cambió para siempre el campo de la lingüística, Chomsky repasa en una entrevista con Efe las consecuencias de un virus que deja claro que los gobiernos están siendo “el problema y no la solución.

—¿Qué lecciones positivas podemos extraer de la pandemia?

—La primera lección es que estamos ante otro fallo masivo y colosal de la versión neoliberal del capitalismo. Si no aprendemos eso, la próxima vez que pase algo parecido va a ser peor. Es obvio después de lo que ocurrió tras la epidemia del SARS en 2003. Los científicos sabían que vendrían otras pandemias, probablemente de la variedad del coronavirus. Hubiese sido posible prepararse en aquel punto y abordarlo como se hace con la gripe. Pero no se ha hecho.

Las farmacéuticas tenían recursos y son superricas, pero no lo hacen porque los mercados dicen que no hay beneficios en prepararse para una catástrofe a la vuelta de la esquina. Y luego viene el martillo neoliberal. Los Gobiernos no pueden hacer nada. Están siendo el problema y no la solución.

Estados Unidos es una catástrofe por el juego que se traen en Washington. Saben cómo culpar a todo el mundo excepto a ellos mismos, a pesar de que son los responsables. Somos ahora el epicentro, en un país que es tan disfuncional que ni siquiera puede proveer de información sobre la infección a la Organización Mundial de la Salud (OMS).

—¿Qué opina de la gestión de la administración Trump?

—La manera en la que esto se ha desarrollado es surrealista. En febrero la pandemia estaba ya haciendo estragos, todo el mundo en Estados Unidos lo reconocía. Justo en febrero, Trump presenta unos presupuestos que merece la pena mirar. Recortes en el Centro de Prevención y Control de Enfermedades y en otras partes relacionadas con la salud. Hizo recortes en medio de una pandemia e incrementó la financiación de las industrias de energía fósil, el gasto militar, el famoso muro…

Todo eso te dice algo de la naturaleza de los bufones sociópatas que manejan el Gobierno y que el país está sufriendo. Ahora buscan desesperadamente culpar a alguien. Culpan a China, a la OMS… y lo que han hecho con la OMS es realmente criminal. ¿Dejar de financiarla? ¿Qué significa eso? La OMS trabaja en todo el mundo, principalmente en países pobres, con temas relacionados con la diarrea, la maternidad… ¿Entonces qué están diciendo? “Vale, matemos a un montón de gente en el sur porque quizás eso nos ayude con nuestras perspectivas electorales”. Eso es un mundo de sociópatas.

—Trump empezó negando la crisis, dijo incluso que era un bulo demócrata… ¿Puede ser esta la primera vez que a Trump le han vencido los hechos?

—A Trump hay que concederle un mérito… Es probablemente el hombre más seguro de sí mismo que ha existido nunca. Es capaz de sostener un cartel que dice “os amo, soy vuestro salvador, confiad en mí porque trabajo día y noche para vosotros” y con la otra mano apuñalarte en la espalda. Es así cómo se relaciona con sus votantes, que lo adoran independientemente de lo que haga. Y recibe ayuda por un fenómeno mediático conformado por Fox NewsRush LimbaughBreitbart… que son los únicos medios que miran los republicanos.

Si Trump dice un día “es solo una gripe, olvidaos de ella”, ellos dirán que sí, que es una gripe y que hay que olvidarse. Si al día siguiente dice que es una pandemia terrible y que él fue el primero en darse cuenta, lo gritarán al unísono y dirán que es la mejor persona de la historia.

A la vez, él mismo mira Fox News por las mañanas y decide qué se supone que tiene que decir. Es un fenómeno asombroso. Rupert Murdoch, Limbaugh y los sociópatas de la Casa Blanca están llevando el país a la destrucción.

—¿Puede esta pandemia cambiar la manera en la que nos relacionamos con la naturaleza?

—Eso depende de la gente joven. Depende de cómo la población mundial reaccione. Esto nos podría llevar a estados altamente autoritarios y represivos que expandan el manual neoliberal incluso más que ahora. Recuerde: la clase capitalista no cede. Piden más financiación para los combustibles fósiles, destruyen las regulaciones que ofrecen algo de protección… En medio de la pandemia en EE.UU. se han eliminado normas que restringían la emisión de mercurio y otros contaminantes… Eso significa matar a más niños estadounidenses, destruir el medio ambiente. No paran. Y si no hay contrafuerzas, es el mundo que nos quedará.

—¿Cómo queda el mapa de poder en términos geopolíticos despúes de la pandemia?

—Lo que está pasando a nivel internacional es bastante chocante. Está eso que llaman la Unión Europea. Escuchamos la palabra “unión”. Vale, mira Alemania, que está gestionando la crisis muy bien… En Italia la crisis es aguda… ¿Están recibiendo ayuda de Alemania? Afortunadamente están recibiendo ayuda, pero de una “superpotencia” como Cuba, que está mandando médicos. O China, que envía material y ayuda. Pero no reciben asistencia de los países ricos de la Unión Europea. Eso dice algo…

El único país que ha demostrado un internacionalismo genuino ha sido Cuba, que ha estado siempre bajo estrangulación económica por parte de EE.UU. y por algún milagro han sobrevivido para seguir mostrándole al mundo lo que es el internacionalismo. Pero esto no lo puedes decir en EE.UU. porque lo que has de hacer es culparles de violaciones de los derechos humanos. De hecho, las peores violaciones de derechos humanos tienen lugar al sudeste de Cuba, en un lugar llamado Guantánamo que Estados Unidos tomó a punta de pistola y se niega a devolver.

Una persona educada y obediente se supone que tiene que culpar a China, invocar el “peligro amarillo” y decir que los chinos vienen a destruirnos, nosotros somos maravillosos.

Hay una llamada al internacionalismo progresista con la coalición que empezó Bernie Sanders en Estados Unidos o Varoufakis en Europa. Traen elementos progresistas para contrarrestar el movimiento reaccionario que se ha forjado desde la Casa Blanca (…) de la mano de Estados brutales de Oriente Medio, Israel (…) o con gente como Orban o Salvini, cuyo disfrute en la vida es asegurarse de que la gente que huye desesperadamente de África se ahoga en el Mediterráneo.

Pones todo ese “reaccionarismo” internacional en un lado y la pregunta es… ¿serán contrarrestados? Y solo veo esperanza en lo que ha construido Bernie Sanders.

—Que ha perdido…

—Se dice comúnmente que la campaña de Sanders fue un fracaso. Pero eso es un error total. Ha sido un enorme éxito. Sanders ha conseguido cambiar el ámbito de la discusión y la política y cosas muy importantes que no se podían mencionar hace un par de años ahora están en el centro de discusión, como el Green New Deal, esencial para la supervivencia.

No le han financiado los ricos, no ha tenido apoyo de los medios… El aparato del partido ha tenido que manipular para evitar que ganase la nominación. De la misma manera que en Reino Unido el ala derecha del Partido Laborista ha destruido a Corbyn, que estaba democratizando el partido en una manera que no podían soportar.

Estaban dispuestos hasta a perder las elecciones. Hemos visto mucho de eso en EE.UU., pero el movimiento permanece. Es popular. Está creciendo, son nuevos… Hay movimientos comparables en Europa, pueden marcar la diferencia.

—¿Qué cree que pasará con la globalización tal y como la conocemos?

—No hay nada malo con la globalización. Está bien ir de viaje a España, por ejemplo. La pregunta es qué forma de globalización. La que se ha desarrollado ha sido bajo el neoliberalismo. Es la que han diseñado. Ha enriquecido a los más ricos y existe un enorme poder en manos de corporaciones y monopolios. También ha llevado a una forma muy frágil de economía, basada en un modelo de negocio de la eficiencia, haciendo las cosas al menor costo posible. Ese razonamiento te lleva a que los hospitales no tengan ciertas cosas porque no son eficientes, por ejemplo.

Ahora el frágil sistema construido está colapsando porque no puede lidiar con algo que ha salido mal. Cuando diseñas un sistema frágil y centralizas la manufacturación y la producción solo en un lugar como China… Mira Apple. Hace enormes beneficios, de los que pocos se quedan en China o en Taiwán. La mayor parte de su negocio va a parar a donde probablemente han puesto una oficina del tamaño de mi estudio, en Irlanda, para pagar pocos impuestos en un paraíso fiscal.

¿Cómo es que pueden esconder dinero en paraísos fiscales? ¿Es eso parte de la ley natural? No. De hecho en Estados Unidos, hasta Reagan, era algo ilegal. Igual que las compraventas de acciones. (…) ¿Eran necesarias? Lo legalizó Reagan.

Todo ha sido diseñado, son decisiones… que tienen consecuencias que hemos visto a lo largo de los años y una de las razones por las que encuentras lo que se ha mal llamado “populismo”. Mucha gente estaba enfadada, resentida y odiaba al gobierno de forma justificada. Eso ha sido un terreno fértil para demagogos que podían decir: soy tu salvador y los inmigrantes esto y lo otro.

—¿Cree que, tras la pandemia, Estados Unidos estará más cerca de una sanidad universal y gratuita?

—Es muy interesante ver esa discusión. Los programas de Sanders, por ejemplo, sanidad universal, tasas universitarias gratuitas… Lo critican en todo el espectro -ideológico-. Las críticas más interesantes vienen de la izquierda. Los columnistas más liberales del New York TimesCNN y todos ellos… Dicen que son buenas ideas, pero no para los estadounidenses.

La sanidad universal está en todas partes. En toda Europa de una forma u otra. En países pobres como Brasil, México… ¿Y la educación universitaria gratuita? En todas partes… Finlandia, Alemania, México… en todos lados. Así que lo que dicen los críticos en la izquierda es que Estados Unidos es una sociedad tan atrasada que no se puede poner a la altura del resto del mundo. Y te dice bastante de la naturaleza, la cultura y de la sociedad.

Fuente de la entrevista: https://rebelion.org/estamos-ante-otro-fallo-masivo-y-colosal-del-capitalismo/
Comparte este contenido:

Cuarta Transformación O Transformación De Cuarta

Por: Miguel Erasmo Zaldívar Carrillo

 

La Cuarta Transformación ya cumple más de un año de nacimiento y Patricios y Romanos se aprestan a darle con el mazo porque para muchos esta época histórica es la hija de nadie, la huérfana de teorías a la que debemos asesinar: los de la derecha la odian por atrevida y los de la izquierda, por tímida.

Al criticar, por ejemplo, a la reforma educativa le llaman “La reforma de la cuarta T” para dejar claro que, no es una propuesta ni de la izquierda ni de la derecha; que es algo insulso sin contenido ni destino que merezca ser defendido. La izquierda[1] no la llamaría “nuestra reforma” porque una parte de ella, la mayor, se alejó de los debates y prefirió observar desde las gradas para el camino que tomaba el toro sin arriesgar en la trifulca; y la que sí participó lo hizo tibiamente, como un amague. La derecha, por su parte, se metió en el ruedo y propuso (en nombre de la maestra y el propio), y gritó y jaloneó hasta que logró una reforma flaca que no llega a reforma; pero no la adopta, porque pertenece a un gobierno al que ni por poco desearía validar.

La 4T nos dejó con las ganas dirían algunos desde las calles en medios de sus protestas; no es lo que pensábamos; es más de lo mismo, esta es una transformación de cuarta. Es a este punto al que me quiero dedicar en esta pequeña reflexión. ¿Es la 4T más de lo mismo? ¿Constituye la 4 T un paso adelante o no lo es? ¿Es cuarta transformación o transformación de cuarta? No pretendo acá debatir con la derecha neoliberal, corrupta y entreguista porque a ellos no les interesan más que sus propios intereses y los de sus amos: el dinero y el imperialismo norteamericano.

Para dar curso al análisis que proponemos abordaremos algunos puntos de partida:

  1. El movimiento al que denominan 4T nace del disgusto social al que nos condujo el neoliberalismo rapaz y ello garantizó que a su rededor se agruparan muchísimas personas de extracción humilde, de clase media y algunos elementos de la burguesía nacionalista. Esto significa que no es un partido que nace de una ideología X (de izquierda o de derecha) sino un movimiento social heterogéneo que con el pasar del tiempo debuta como partido en su aspiración de tomar el gobierno y ejecutar su proyecto (ciertamente su proyecto conlleva un beneficio notable hacia los más desposeídos y eso tiene a que se le clasifique como de centro izquierda o izquierda). Aunque debe decirse con toda claridad que ni los que se creen de derecha ni los de izquierda puede reclamar para sí la paternidad de tal movimiento.

En la historia de los partidos mexicanos, los de más larga data, se aprecia con mucha fuerza su constitución institucionalizada. Son organizaciones establecidas desde una cúpula con ideales definidos y con el recurso para aglutinar en rededor a los que compartieran esos ideales. Así pasó con el PRI, el PAN y el PRD.

MORENA crece de otro modo y por ende carece de los males de estos partidos tradicionales a los que hoy tiene que enfrentarse. Morena nace desde abajo, sin dinero, sin recursos para comprar voluntades. Morena va tocando puertas, deshelando voluntades, ofreciendo una utopía, que, en aquellas negras condiciones históricas, ya parecía inconquistable. Y logra lo inaudito, en muy pocos años, arrebata el resultado electoral a los partidos tradicionales con toda y su estructura, sus subalternidades y estructura material. Morena no nace del caudillismo como se ha querido argumentar; nace de la utopía a las que nos obligó la terrible noche neoliberal. Era tanta la corrupción, el descaro y la transa que mucha gente terminó por creer que debíamos unirnos y hacer algo ya.

  1. El movimiento al que denominamos 4T tuvo que construir sus estructuras en un corto tiempo, apelar a la selección de representantes que muchas veces no tenían la experiencia mínima y en otras carecían de toda la catadura moral deseada.

De pronto, sin experiencia y sin tener el capital humano necesario se dieron a la tarea de elegir representantes; muchos de ellos, con colas largas; como se dice por estos lares. Se tuvieron que hacer alianzas para poder llegar al gobierno, de otra manera habría sido imposible. Y se empezó a trabajar en una dirección que yo, en lo personal considero fundamental: el saneamiento moral del gobierno. Una propuesta ética que atrajera a la masa empobrecida y evitara la riposta de la derecha cínica. Esto no es poca cosa; los gobiernos de izquierda y centro izquierda que han fracasado en este continente lo han hecho por problemas relacionados a la corrupción que no pudieron exorcizar. Cuando AMLO dice “no robar, no mentir, no traicionar” está apelando a un discurso de esencias porque el hombre es ética y sin ella nos queda la barbarie.  En el contexto histórico mexicano esta idea resulta de una trascendencia contundente, porque ofrece una utopía a la terrible realidad que vivíamos y de paso, aniquila las posibilidades de recuperación de sus oponentes porque ellos que nacieron y crecieron en las corrupciones no pueden sustraerse de ellas sino a costa de perder hegemonía.

  1. La hegemonía que MORENA está construyendo se basa en la moralidad, en el servicio y en la rendición de cuentas de los representantes y, eso, como ha de entenderse, se constituye en un ejercicio educativo que llevará tiempo, esfuerzo y muchas traiciones. La dominación de la derecha histórica mexicana, luego que se decidió abiertamente por el neoliberalismo, se basaba en la compra de voluntades y el asesinato de oponentes. El ejercicio de la política al más alto nivel se comenzó a caracterizar por la mediocridad, la banalidad y el desparpajo. Era de entender que una oposición que carecía de toda moralidad estaba lista para su muerte definitiva. Las barbaridades de Peña Nieto no fueron otra cosa que la expresión de la esencia de una manera de hacer política para servir a unos pocos.

Es por ello que en el ejercicio actual de gobierno el mayor reto de la lucha contra la corrupción son las propias estructuras burocráticas heredadas por el nuevo gobierno y que en sus ethos fusionaban con la lógica de “el que no transa no avanza”. Y ello, bajo el fuego cruzado del PAN y el PRI que, como se sabe, utilizan balas trazadoras llenas de billetes y cheques en blanco. Hoy vemos como los equipos para atacar el Covid-19 se pierden en algunas entidades estatales demostrando la permanencia de agujeros negros de corrupción en los que pueden perderse muchas buenas intenciones de la 4T. ¿Cuántos representantes de MORENA resistirán la tentación? Solo la historia dirá con quienes le atinamos y con quienes no. Pero para saberlo no podemos dejar de hacer ni de avanzar.

  1. MORENA, al ser una propuesta ética y de restauración nacional debe llamar a la unidad en todo momento. Por primera vez en muchos años tenemos un gobierno de todos y para el bien de todos y no un gobierno de minorías rapaces de espaldas al pueblo trabajador. Esta realidad tiende a arrebatar los ánimos a algunos izquierdistas que sienten nauseas de caminar junto a antiguos enemigos y viejos explotadores.

En este punto los que se ubican a la izquierda y en el centro izquierda debe estar en el ánimo de trabajar para construir. No debe ocurrirnos como con la reforma educativa: que a falta de propuestas unidas y contundentes por parte de las izquierdas; la historia, que no se detiene, se inclinó a la derecha. Las tibias reformas que logramos en el plano educativo no solo se deben a la tozudez de la derecha que no se dejará derrotar a las buenas, sino que también son resultado de nuestro desempeño y nuestra incapacidad de unirnos definitivamente en este crucial momento de la historia.

Los que se suman a la tarea de transformar a México serán de una ayuda enorme, lo que por celos o dudas no se sumen estarán del lado equivocado de la historia. Sumarse no significa tener las mismas visiones, ideas o argumentos. Lograr esto es imposible en un país tan basto y diverso como México. Para unirnos debemos solamente entender que nos enfrentamos al mismo enemigo histórico y que frente a ese enemigo hemos perdido muchas veces por nuestra falta de unidad. La historia cuando el oprimido la deja a su albedrío puede ser cruelmente cínica: ver al hijo de Colosio del lado de los asesinos de su padre no hace más que confirmarnos esto.

La revolución de Octubre de 1917 comenzó siendo una revolución democrática burguesa y no una revolución proletaria; las primeras expectativas en cumplirse no fueron las que directamente afectaban a la masa oprimida; cada cosa se haría en su momento. Lenin, explicando la importancia de los momentos de transición entre la revolución democrático-burguesa y la revolución proletaria y la necesidad de que los obreros comprendieran explicaba “(…) la lucha y solamente la lucha, determina hasta qué punto la segunda logra rebasar a la primera” (V.I.Lenin, 1928, pág. 161) Para este político y revolucionario es la lucha la que va abriendo las posibilidades históricas y la que decide que bando sale vencedor. Retraernos de los momentos y espacios de lucha es una dejación y una irresponsabilidad.

Debemos entender con total claridad que la 4T es solo un momento histórico con una muy especial coyuntura; si deseamos justicia debemos presionar, trabajar, movilizar y unirnos para que esa justicia se concrete. Si queremos mejorar la educación hay que tomar todos los espacios de lucha y construir, proponer, trabajar para que esa educación se dé y para que los cambios sucedan. Ni la injusticia desaparece sola ni la justicia crece por generación espontánea. Debemos sumarnos a la historia.

  1. MORENA no es un destino, es solo el instrumento que hemos construido para hacernos del timón de la historia e inclinarlo a favor de los más desposeídos. Debemos ser capaces de construir un instrumento como este y de mejorarlo sistemáticamente. El enemigo nos dirá que no servimos para esto o para lo otro, crearán dificultades para que no podamos avanzar ni en la dirección ni en la velocidad que queremos, para ello debemos estar preparados.

Es fundamental pensar este punto calmadamente porque para la derecha asesina mexicana es fácil hacer desmadre para responsabilizarnos de ellos. Impedirán que los hospitales estén listos a tiempo, crearán dificultades para que lleguen los medicamentos, harán todo por retrasar las obras, criticarán las obras que hagamos. Ello no debe ser fuente de desánimo; es natural que no deseen perder sus privilegios históricos, es natural que luchen a muerte porque son muchos los goces que están perdiendo.

Con tristeza vemos que cuando se asesina a una mujer o a un luchador social algunos dicen: hay van aumentando los muertitos de la 4T; haciendo responsable a este gobierno de la muerte dolorosa de un camarada. La derecha entonces replica como campana de iglesia: “Si, los muertos de la 4T”. Me queda claro que cuando digo gobierno no hablo de un bloque monolítico y ético que ya está al servicio de la liberación. Es claro que el gobierno de Oaxaca no es ni paralelo ni solidario con el gobierno de Veracruz.  No es lo mismo un gobernador priista que uno panista que uno de ellos vestido de MORENA que un gobernador francamente morenista al servicio de la nación. La diversidad de políticos que se junta en este momento de la historia puede quitar las ganas de lucha a algunos. La derecha que no se deja derrotar se preparó muy bien para penetrar a MORENA que no termina de vencer. Es el momento de los monstruos como nos alertaba el viejo topo.

Para montarnos en la 4T y llevarla a puerto seguro debemos aprender a entender las complejidades de la historia y del momento en que vivimos. Repito, estamos en una coyuntura a la que denominamos 4T y podremos sacar de ella todas las victorias que seamos capaces si nos unimos y trabajamos con suficiencia. Pudiera ser que la derecha, igual que se roba los respiradores, asesine a nuestros camaradas, ahora que gobierna la 4T, solo para robarse la esperanza y la fe en la victoria que se construye. Ha hecho tantas atrocidades que no nos extrañaría.

  1. Sin tener conciencia histórica y una utopía es muy difícil conquistar la liberación de nuestros pueblos porque la magnitud de los sacrificios que tendremos que hacer exigen de nosotros un carácter a toda prueba y ello emerge de la lucha diaria y de la educación que seamos capaces de construir.

La educación del capitalismo es anti utópica y contraria a la unidad que son, como se ha dicho, dos pilares fundamentales de todo proceso de liberación actual. Es anti utópica porque pone al sujeto con sus mezquinos intereses personales por encima de la colectividad y la sociedad.  El éxito ha sido definido desde un sujeto para un sujeto que está, por definición, de espaldas a la sociedad humana. Se es exitoso cuando se llega, en solitario, a ciertos niveles establecidos de antemano por la competitividad y la meritocracia.  La utopía, por el contrario, es colectiva, social y se alimenta del sacrificio que hacemos por los otros. La utopía salva al hombre del hombre y es por ello que en este momento la tarea esencial de la derecha mexicana es evitar que esa utopía se visibilice por las grandes masas y se pueda concretar en hechos.

Cuando nos arrebatan la utopía nos quitan con ello la unidad necesaria. Una va de la mano de la otra. Y es que la unidad frente a la barbarie del neoliberalismo solo puede darse en torno a una nueva eticidad y, esa eticidad, estará sostenida en la visión de un mundo en el que esta barbarie sea superada definitivamente. Pero no debemos llamarnos a engaños: Luego de Juárez vino Porfirio y luego de Cárdenas los gobiernos neoliberales. Podemos estar en un excelente momento y luego pasar a otra oscuridad histórica de muerte y despojo.

Es por ello que debemos considerar el último punto de este pequeño análisis.

  1. La 4T deberá convertirse en un poderoso proceso educativo a nivel social, familiar, escolar e individual. Fundar éticamente a una nación implica el sacrificio, confianza y el trabajo sistemático de todos; en especial de los maestros.

En lo personal creo ver en las mañaneras una actividad especialmente pedagógica. No se trata solo de que el residente en persona informe cada día lo que ya es, en sí, de una capacidad de dirección, una coordinación del trabajo y una humildad innegable. En este ejercicio de mandar obedeciendo se ve al presidente responder, respetuosamente, las mayores majaderías imaginables dando un claro ejemplo de civismo y responsabilidad frente a sus funciones. Se agrupan periodistas y panfletarios de las más diversas tendencias políticas y a todos se les atiende con la misma seriedad. Si cada presidente o gobernador de este país se tomara este ejercicio en serio y lo ejecutara en sus territorios al menos una vez a la quincena ya sería de una enorme ganancia.

La derecha se está ocupando de desvirtuar este ejercicio de democracia para arrebatarle su potencial político educativo. Ni en las mayores democracias del mundo se había visto un fenómeno tal de rendición de cuantas permanente y esencial de todo el aparato central de gobierno porque el presidente llama a cada burócrata a asumir su función de servicio con el mismo respeto y humildad. ¿Cuándo con Fox, Calderón o Peña tuvimos algo ni cercano a esto?

Pero este ejercicio educativo sería insuficiente si quedara a nivel de gobierno. Si nos restringimos solo a su dimensión pedagógica debemos reconocer que la escuela está siendo convocada a desarrollar hacia sus interiores ejercicios similares en los cuales la propuesta de Freire quedaría castrada de su potencial emancipador. Sin educación la 4T quedará solo en buenas intenciones.  Necesitamos continuar luchando por la mejora del modelo educativo mexicano, pero junto a ello hemos de construir la escuela que nos merecemos.

 “La herencia de la cultura capitalista y la contaminación de la masa de maestros con sus defectos, (…), no puede,  sin embargo, impedir que se tome a esos maestros en las filas de los trabajadores de la enseñanza política, ya que estos maestros poseen conocimientos, sin los que no podremos alcanzar nuestros objetivos.” (V.I.Lenin, 1928, pág. 151) “Nuestra tarea consiste en vencer toda la resistencia de los capitalistas (…) la ideológica, la más profunda y poderosa”) (V.I.Lenin, 1928, pág. 151)

 La tarea educativa también ocupó la atención de los procesos emancipatorios en este continente; Cuba y Nicaragua son dos excelentes ejemplos de ello. Cuando en Cuba las bandas contrarrevolucionarias asesinaron a Conrado Benites y cuando en Nicaragua se asesina a Águedo Morales lo hacen sabiendo que la tarea de educar es de primer orden y que la revolución sin educación no puede avanzar. Cualquier transformación social de profundidad que pretenda desarrollarse sin producir los necesarios cambios educativo queda en el intento, experiencias hay muchísimas.

  1. Aunque la figura de AMLO ha sido esencial para lograr la unidad en torno a la utopía que nos llevó a la victoria debemos ser cuidadosos de no personalizar demasiado los procesos tal y como pretende la derecha conservadora.

Para la derecha conservadora todo es AMLO y en torno a AMLO. Ello es un elemento esencial de su guerra ideológica porque se debilita un proceso que se hace depender de un sujeto, con todas las limitaciones que como hombre portamos cada uno de nosotros. La izquierda no debe cometer el error de identificar a la 4T con el presidente, aunque él es su rostro más visible y congruente. En primer lugar, porque se invisibiliza el trabajo de millones de personas que la energizan, la ejecutan y la sostienen y; en segundo lugar, porque si falta la persona se asesina al proceso, como han hecho muchas veces en la historia.  AMLO no es la 4T sino un soldado, abnegado, consciente y sacrificado a su servicio, es un compañero de lucha.

En este sentido debemos tener muy claro que estamos en un proceso histórico vivido por  millones de personas comprometidas con la transformación nacional. Debemos entender que habrá muchos aciertos y también desaciertos que nos pertenecen a todos por igual. Si no deseamos errores no deberíamos hacer revoluciones. No se hacen estas transformaciones con un protocolo guía, no nos dieron la victoria con un mapa de la ruta a seguir, debemos improvisar y tenemos derecho a errar. Sin embargo, nuestros errores y los errores de la derecha conservadora son de muy diferente naturaleza (pero eso será tema de otra comunicación).

Considero que AMLO es una garantía porque su transparencia personal, su fidelidad a las ideas y su apego a la legalidad se constituyen en una poderosa e inagotable fuente de atracción. Pero el proceso es responsabilidad y pertenece a todos. No se puede aniquilar la corrupción por decreto sino con acciones conscientes de millones de mexicanos. Estamos de acuerdo en que las escaleras se barren de arriba hacia abajo, pero para saber si quedaron limpias se debe subir de abajo hacia arriba. Las dos direcciones de trabajo son fundamentales porque el control debe emerger del espacio del que emana el poder, el pueblo.

En este punto diríamos que la 4T será o no será más de lo mismo, en dependencia de lo que hagamos los que estamos inmersos en el cambio y de cómo seamos capaces de sortear las dificultades que nos ponga la derecha y la vida. Nadie pensó que a estas alturas estaríamos encerrados en casa, cosa que afectará el desarrollo económico previsto y tal vez algunos programas, pero hacer de esta situación otra victoria dependerá de nosotros.

En definitiva, la respuesta a la pregunta de si esta es una cuarta transformación o una transformación de cuarta dependerá de lo que hagamos todos en este crucial momento de la historia. Lo que sí nos queda claro es  que no tendremos a nadie para hacer responsable por aquello que debimos emprender entre todos.

 

Referencias

V.I.Lenin. (1928). La cultura y la revolución cultural. Moscú, URSS: Progreso.

 

[1] No es claro hablar de izquierda, pero no teniendo otro remedio lo haré queriendo conceptuar a todas las fuerzas que buscan algo de justicia social para los ninguneados de la historia desde posturas muy diversas y, no pocas veces, distantes.

 

El autor escribe para OVE

Imagen: https://pixabay.com/illustrations/mexico-flag-mexican-flag-1460659/

Comparte este contenido:

Entrevista a Yayo Herrero: «El aislamiento ha sido el desencadenante para reconocer la interdependencia»

Por: Pablo Gutiérrez de Álamo

Yayo Herrero es una de las principales voces del ecofeminismo. Hablamos con ella para analizar la situación en la que nos encontramos y los retos que habría que afrontar en los próximos meses para que, después del coronavirus, afrontemos la crisis económica y social de una manera diferente a como lo hicimos en 2008.

La tercera semana de confinamiento comenzó con medidas más restrictivas para intentar aliviar la presión sobre el sistema sanitario. Un sistema que se ha visto desbordado de mil maneras. Todo el Estado, todo el sistema, se encuentra en una situación similar. Hasta el 9 de abril sólo podrán salir a trabajar aquellas personas que lo hagan en sectores estratégicos. Yayo Herrero cree que es necesario plantear unas nuevas políticas sociales y económicas más próximas a lo sociocomunitario, que permitan, entre otras cosas, una redistribución de la riqueza (para evitar que las capas sociales menos favorecidas no sean las que paguen los platos rotos de la crisis económica derivada del coronavirus). Opina que la situación actual ha puesto de manifiesto cómo los trabajos de cuidados, invisibilizados y poco valorados habitualmente, se han vuelto esenciales para sostener el confinamiento.

Parece que la crisis sanitaria está rompiendo ciertas costuras del sistema. ¿Cómo ve la situación?

La crisis sanitaria de la Covid-19 tiene lugar en un marco fuertemente tensionado. La salida de la crisis de 2008 se basó en políticas de austericidio, recortes de servicios públicos, rescate y mantenimiento de las estructuras financieras. En muchos casos, a costa de una precarización de la mayor parte de la gente. Por un lado, el importante desmantelamiento de la red de servicios públicos: sanidad, educación, dependencia; y por otro, la fragilización del trabajo. Las condiciones laborales, que ya eran frágiles, se deterioraron mucho más.

Antes de las crisis de la Covid-19 éramos un país con altas tasas de desempleo, con gran cantidad de trabajos de baja calidad, personas que tienen trabajo pero son pobres, fuerte crisis habitacional con la generación de la burbuja. Ahora, tenemos un modelo económico que, estructuralmente, es tremendamente dependiente. Dependiente de energía del exterior, de materiales y alimentos, y basado en monocultivos como el turismo que son tremendamente frágiles.

La crisis llega en este marco estructural. Por delante nos encontramos que las emergencias no son sólo las sanitarias. Hemos declarado la emergencia climática, todas las proyecciones del IPCC dicen que nuestras economías se resentirán por la influencia del cambio climático. Y esta es una crisis económica que era anunciada ya desde hace tiempo.

Esto es importante tenerlo en cuenta para analizar y tratar de presionar para ver qué tipo de políticas públicas se ponen en marcha para afrontar esta crisis sanitaria. Si la salida es similar a la de 2008, pero partiendo de un punto más precario, mucho más frágil, podemos encontrarnos una situación de empobrecimiento generalizado y precarización aún mayor. Y, sobre todo, cuando los discursos de ideología ultraderechista, o neofascista, van calando en algunos sectores de la población que cada vez tiene más miedo, o que pretende blindar de alguna manera su propia situación identificando un enemigo que es el otro , lo que está fuera, ante el que debe defender.

¿No cree que habremos aprendido algo respecto a 2008?

Ahora mismo no lo parece. Desde la UE se han hecho discursos grandilocuentes sobre cuántos millones de euros se iban a invertir en medidas sociales. Pero, cuando rascas un poco, ves que buena parte de estas medidas son más bien de impulso y sustentación del sistema financiero. Dar dinero a los bancos para que tengan liquidez para prestar a la gente para que salga por la vía del endeudamiento. No da la impresión, a nivel Europeo, que el 2008 haya dejado un aprendizaje interesante, al menos desde el punto de vista de las condiciones de vida de las personas. Quizás desde otros puntos de vista, desde los intereses de los grandes capitales, sí; no les salió tan mal y por eso pretenden reeditarlo.

Y ¿en el ámbito más local?

Si miras dentro del mismo gobierno, traslucen tensiones importantes. Una parte que quiere mantener un poco el pacto de estabilidad, el déficit, la dinámica algo más neoliberal de fortalecimiento financiero; y otra parte del gobierno que presiona para intentar sacar adelante medidas como la mejora de las condiciones de los ERTE, o la prohibición del despido a partir de ahora por causa del coronavirus. O algunas medidas que esperamos como la suspensión de alquileres, aunque sea con una pequeña protección a los propietarios que tengan alquilada la casa y sea su único ingreso. Sin estar satisfecha y siendo bastante crítica, por supuesto me planteo qué pasaría en esta circunstancia si tuviéramos un gobierno completamente neoliberal.

A pesar de las tensiones, ¿diría que la sociedad está viendo que los servicios públicos se han convertido en algo esencial?

Este es de los grandes aprendizajes de las últimas semanas. Tengo la sensación de que una parte importantísima de la sociedad, diría mayoritaria, de repente es consciente de la importancia de tener un sistema sólido de salud pública que hace que cualquier persona, venga de donde venga y tenga lo que tenga, disfrute del derecho y la posibilidad de ser dignamente atendida en un hospital. Independientemente de que en este momento, la lógica de recortes haga que se esté teniendo que hacer en unas condiciones tremendamente precarias.

Hay una explosión de reconocimiento, de agradecimiento, hacia todas las personas que trabajan en el ámbito de la sanidad pública, y no sólo: cuidadoras, trabajadoras domésticas, reponedores de supermercado, carretillas, transportistas… de repente nos damos cuenta de que una buena parte de los trabajos, que por cierto, están mayoritariamente feminizados y que han sido absolutamente precarios, despreciados, mal vistos y desprotegidos, cuando llega el momento de afrontar una cosa de estas, son los que no pueden dejar de funcionar.

¿Trataremos estos trabajos de otra manera a partir de ahora?

Creo que probablemente sí. Para mucha gente lo que vendrá será diferente de lo que había antes. Ver, de repente, este frenazo económico evidenciará la fragilidad de todo el sistema económico y el hecho de que nuestras vidas dependen de un cúmulo de relaciones poco sólidas, precarias, muy basadas en la lejanía. Que cuando caen o se desploman se nos llevan a todos por delante.

Es muy interesante también, creo, en sociedades tan atomizadas como nuestras, sobre todo en los ámbitos urbanos, ver cómo precisamente, la orden de aislarnos, de tener que encerrarnos y mantener la distancia social, ha sido el desencadenante para que mucha gente empiece a mirar por las ventanas, los balcones, empiece a conocer por el nombre a sus vecinos, a preocuparse un poco por otras personas que están en el exterior de sus casas. Teniendo la conciencia de que preocuparte de otras personas hará también que otros se preocupen por ti. Es un reconocimiento de la interdependencia muy fuerte.

Esta situación parece haber dejado claro que la interdependencia es mucho mayor de lo que parecía antes …

Absolutamente. Son sociedades que están hiperconectadas por arriba, en lo económico y político y, sin embargo, en los últimos años se han atomizado mucho por la base. Estamos en un momento de convulsión en el que muchas personas, de manera intuitiva, se ven obligadas a reconectarse rápidamente por pura supervivencia, material y emocional.

Vemos cómo el frenado tan brutal de la economía se lleva por delante las ocupaciones, la normalidad tal cual la conocíamos y, al mismo tiempo, paradójicamente, hace que la atmósfera sea respirable, que el agua sea más clara, que se reduzcan las emisiones. Y revela, yo creo, el gran problema civilizatorio que tenemos: una economía que, cuando crece, destruye las posibilidades de seguir viviendo de forma digna, y cuando decrece, como ahora, con la lógica de poder que hay, cae violentamente sobre las personas más pobres y vulnerables. Y creo que esta doble tensión también puede hacer que muchas personas sean más conscientes de que salir de aquí requiere cambios profundos en nuestras maneras de organizar la economía, la política y la vida.

Parece que la crisis sanitaria tiene que ver con la ingesta de animales salvajes, en este caso, el pangolín. ¿Hay relación entre esto y un sistema económico que empuja a las personas a buscar estas formas de alimentación?

Hay que ser cauta. Debemos leer bastantes más estudios antes de sacar conclusiones precipitadas. Dicho esto, lo que sí me parece absolutamente clave es el hecho de que la cadena alimentaria y las atrocidades que se cometen en ella, son un factor de riesgo en la salud importantes. Sabemos ya mucho sobre la presencia de pesticidas, de productos contaminantes, alteradores hormonales y endocrinos en algunos productos alimenticios.

Ahora, por ejemplo, todo lo que sale con el pangolín. Pero recordemos la encefalitis espongiforme que transmitían las vacas. Hablábamos de vacas que habían sido alimentadas con restos de proteína animal. Obviamente saltarse y el alterar ciclos y dinámicas naturales en muy poco tiempo genera distorsiones y consecuencias que no sabemos por donde vendrán.

Me parece interesante, según he ido viendo, varios artículos en diversas publicaciones europeas sobre la incidencia que tiene la pérdida de biodiversidad en la transmisión más acelerada del virus y en la llegada de estos virus a las cadenas más altas de las redes tróficas, es decir, que la desaparición de la biodiversidad hace que cada vez haya menos especies interpuestas entre los virus y mamíferos. Eso sí que aumenta la expansión de los virus y pandemias.

También hay otros artículos que hablan de que la expansión del virus ha sido más dura en los lugares que previamente tenían un nivel de contaminación más fuerte. Algunos de los investigadores a los que he preguntado me han dicho que todavía tienen que hacer estudios, pero obviamente, si tienes un virus que afecta en mayor medida a personas que tienen patologías previas o afecciones cardiorrespiratorias, y vivimos en ciudades donde la gente respira durante años aire sucio, nos coloca en una situación de mayor riesgo ante virus y pandemias. Que, además, aumentarán debido al cambio climático.

¿Qué cree que deberíamos aprender de esta crisis socialmente?

Creo que si asumimos que esta situación de emergencia no es coyuntural, sino que es una nueva normalidad, que es lo que nos está diciendo la comunidad científica queramos o no queramos escucharla, necesitaríamos actuar en ejes diferentes, empezando por apostar de manera clara por un principio de suficiencia.

Aprender a vivir con lo necesario. Todo el mundo. Esto supone un cambio en los modelos productivos, en los estilos de vida y de consumo absolutamente radical. Por lo tanto, tenemos que cambiar la cultura del reparto. Para que personas que están en situaciones tremendamente vulnerables, empobrecidas y precarias puedan vivir con lo necesario, hay que abordar la redistribución de la riqueza, de los tiempos y de los trabajos que hacen falta para mantener nuestra especie. Mira la cantidad de trabajo de cuidados que se ha revelado como necesario a partir de esta crisis.

Y, finalmente, también hay una política pública basada en la precaución, en la cautela y el cuidado. Parece fácil pero es radicalmente incompatible con la lógica que defiende que hay que correr cualquier riesgo o sacrificar cualquier cosa con tal de que la economía crezca. Este principio del cuidado, desde la lógica del reparto y la justicia para que todos tengan suficiente, supone una manera de abordar la política pública y la economía que está en las antípodas de las que tenemos en el momento actual.

Al igual que el sistema sanitario se ha visto tensionado, el educativo también… ¿Qué respuesta puede dar el sistema?

Tengo la sensación de que por la urgencia y la rapidez con la que ha sucedido todo esto, parte de lo que está pasando cayó directamente sobre el profesorado, que está asumiendo la situación como puede. Estoy viendo un compromiso brutal para intentar atender, hacerse cargo de una situación que ha caído a plomo. Y luego, están las familias. Se dice que el virus afecta igual a todos y que no conoce de clases. El virus probablemente no, pero sus consecuencias son marcadamente diferentes en función de la posición de clase, de si eres gitana o paya, de la edad que tengas.

Cuando vives en una casa de 120 metros, tienes una buena conexión de wifi, una familia que te puede resolver una duda o te puede ayudar a organizar el cuadrante de tareas, estás en mucho mejores condiciones que si vives en una casa de 40 metros, no tienes conexión y, además, tu familia no te puede echar un cable. Y por si fuera poco tienes un profesorado que se encuentra confinado en casa y a su vez tiene hijos, y que lidia con ello como puede.

Fuente e imagen:  https://rebelion.org/el-aislamiento-ha-sido-el-desencadenante-para-reconocer-la-interdependencia/

Fuente original: https://catalunyaplural.cat/es/el-aislamiento-ha-sido-el-desencadenante-para-que-las-sociedades-atomizadas-reconozcan-la-interdependencia/

Comparte este contenido:
Page 1 of 3
1 2 3