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Educación para fomentar el espíritu crítico

Por: Educación 3.0

En la actualidad, es necesario enseñar a los jóvenes a leer el lenguaje audiovisual y darles las herramientas para protegerse del impacto publicitario e informativo que reciben cada día. Es lo que propone MIL, una iniciativa premiada en SIMO EDUCACIÓN 2019.

Saber de dónde viene una noticia falsa, qué intereses esconde, entender qué efectos provoca en las emociones un plano contrapicado o por qué el logotipo de una marca es rojo, son solo algunas de las preguntas a las que responde el proyecto MIL (Media and Informational Learning).

Así, busca ayudar a los docentes a despertar la curiosidad y la atención de los jóvenes frente a la realidad mediática actual. Y es que los apodados ‘nativos digitales’ socializan, aprenden, buscan, compran y se entretienen con grandes dosis de contenido digital; sin embargo, presentan notables carencias a la hora de entenderlo e interpretarlo.

Todo ello les ha llevado a ser reconocidos con el premio SIMO EDUCACIÓN IMPULSO como el mejor proyecto en términos de Innovación Tecnológica, Novedad y Aplicación en el Sector Educativo.

Ciudadanos críticos

El objetivo de esta iniciativa es por lo tanto formar ciudadanos críticos, invitándoles a hacer uso de su libertad de pensamiento y expresión, impulsándoles a que entiendan el acceso a la información y a la cultura universal como base del diálogo social. A la vez, anima a que comprendan su poder no solo como consumidores pasivos de contenidos, sino como agentes activos de su propia alfabetización.

MIL lo realiza a través de talleres presenciales de dos a cuatro horas que se imparten en los colegios relacionados con tres temáticas: periodismo, publicidad o narrativa audiovisual.

En primer lugar, el de periodismo se centra en la desinformación y la veracidad de las noticias. El taller parte de la conclusión de un informe de la Consultora Gartner de 2018 que afirma que “en 2022 la mitad de las noticias que leamos serán falsas”. A partir de ahí, los alumnos chequean sus habilidades para detectar una noticia falsa, entienden los intereses políticos y/o económicos que las generan, comentan algunos de los casos más famosos y con mayor repercusión a nivel mundial y se les ofrecen las claves para identificar fake news y, sobre todo, para no difundirlas.

En los anuncios

“¿Cuántos impactos publicitarios creéis que recibís cada día?”. Así comienza el taller de publicidad que se imparte desde 4º de Primaria a 2º de Bachillerato. “Yo no veo anuncios”, “una decena”, “no, yo veo más”… las respuestas se amontonan, pero todas son incorrectas: “recibís cerca de 6.000 impactos publicitarios al día”.

proyecto mil

Niños y adolescentes han normalizado tanto los impactos que ni siquiera son conscientes de los que reciben. En este taller se les enseña a identificar las estrategias publicitarias más comunes y novedosas, aquellas que consiguen moldear sus gustos, su desarrollo y su personalidad. Imagen de marca, branded content, marketing… son algunos de los términos que aprenderán para finalmente ponerlos en práctica con la realización de una campaña publicitaria de manera que experimenten de primera mano el poder persuasivo de la publicidad.

También para profesores

Además de los talleres presenciales para estudiantes, MIL tiene previsto ofrecer también formaciones para el profesorado y elaborar contenido multimedia para el aula.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/proyecto-mil-educacion-fomentar-espiritu-critico/120058.html
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Guía básica para identificar noticias falsas (antes de mandarlas a tus grupos de WhatsApp)

Por: Juliana Gragnani.

Abres el celular y recibes una noticia que te mandó un amigo o un familiar. ¿Confirma completamente tus convicciones, te sorprende o te genera repulsión?

Según los especialistas, esa apelación a las emociones más inmediatas es una de las principales características del contenido falso.

Y la diseminación de noticias falsas con el objetivo de manipular la opinión pública es un asunto que cada vez preocupa más en todo el mundo.

Es un poco trabajoso comprobar la veracidad de un texto que te enviaron, pero vale la pena seguir algunos pasos en tu día a día para no convertirte, casi sin darte cuenta, en un vector de noticias falsas.

A continuación, te presentamos una guía para identificar noticias falsas y te damos algunas respuestas sobre este fenómeno cada vez más habitual.

Cinco consejos…

  1. Tómate un minuto y piensa. No te creas la noticia ni compartas el texto de inmediato.
  2. ¿Te causó una reacción emocional muy grande? Desconfía. Las noticias inventadas se hacen para causar grandes sorpresas o rechazo.
  3. ¿Confirma alguna convicción que ya tenías? También es una técnica habitual de las noticias inventadas. Desarrolla el hábito de desconfiar e investigar.
  4. ¿La noticia está «pidiendo» que creas en ella o «muestra» por qué desconfiar? Cuando una noticia es cierta, es más probable que cite fuentes, que incluya enlaces y que cite documentos oficiales (en decir, que sea transparente).
  5. Producir un reportaje tan pronto como acontecen los eventos toma tiempo y exige profesionales cualificados. Desconfía de las noticias «bomba» en el calor del debate.
ManipulaciónDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionNo te dejes manipular por las noticias falsas.

…y nueve pasos

1) Lee la noticia entera, no solo el titular.

2) Averigua la fuente.

a. ¿Es una cadena de WhatsApp sin autoría o sin enlace? Desconfía y, preferentemente, no la compartas;

b. ¿Tiene autoría? ¿Es una fuente legítima en la que hayas confiado en el pasado? Investiga el nombre del medio o del autor en Google para ver qué más hizo esa persona y para qué medios trabaja. Presta atención a si el sitio que reprodujo la noticia publica cosas solo de un lado político con algún sesgo ideológico.

c. ¿Hace referencia a un medio de comunicación? Entra a la página web de ese medio para comprobar si la noticia está ahí.

3)Busca el titular en Google. Si es verdadera, es probable que otros medios confiables la hayan reproducido; si es falsa, puede que algunos sitios de verificación de datos hayan averiguado que es un rumor falso.

Logo de WhatsAppDerechos de autor de la imagenREUTERS
Image captionLos investigadores dicen que las noticias falsas pueden engañar a personas de cualquier edad.

4)Busca los datos que se citan. ¿Se apropia de acontecimientos verificables? Si afirma que alguna autoridad dice algo, ¿hubo otros medios que reprodujeran lo que dijo?

5)Verifica el contexto, como la fecha de publicación. Sacar una noticia de contexto y divulgarla en una fecha diferente también es una forma de desinformación.

6) Pregúntale a quien te mandó la noticia de quién la recibió, si confía en esa persona y si logró verificar alguna información.

7)¿Recibiste una imagen que cuenta una historia? Puedes hacer una búsqueda «inversa» de imágenes y comprobar si otros sitios la reprodujeron. Guarda la foto en la computadora y súbela en https://images.google.com/ o en https://reverse.photos/

8)¿Recibiste un audio o un video con informaciones? Trata de resumirlas y búscalas en internet introduciendo las palabras clave y «WhatsApp».

9) Piensa en números: ¿la noticia cita cifras de investigaciones o de otros datos? Búscalos para ver si tiene sentido.

¿Qué son las «fake news» y por qué te deberían interesar?

Las noticias falsas son noticias fabricadas y comprobadamente falsas, normalmente hechas para perjudicar a otras personas y muchas veces con intereses políticos o lucrativos.

Siempre existirán, dice Sam Wineburg, profesor de historia en la Universidad de Stanford, Estados Unidos, pero «en el pasado, eran reproducidas en periódicos o en papeles que circulaban de mano en mano».

¿Qué cambió? «Hoy día, una noticia falsa se puede viralizar en un instante. Las redes sociales permiten un alcance enorme. Además, hay más productores de información».

WhatsAppDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLa difusión de noticias falsas preocupan a los especialistas en periodos previos a las elecciones.

El fenómeno empezó a analizarse más de cerca con la propagación de noticias falsas durante las elecciones estadounidenses de 2016, cuando Donald Trump fue elegido para la presidencia del país. También fue entonces cuando el término «fake news» (noticias falsas) comenzó a ser usado.

Hay investigaciones que dicen que las noticias falsas que circularon en las redes sociales durante ese momento pudieron influenciar el resultado.

El propio uso del término «fake news» es polémico porque Trump usó esa expresión para atacar a algunos medios estadounidenses. «Se politizó, ya no ayuda», dice Peter Adams, vicepresidente del área de educación en News Literacy, una institución que promueve la alfabetización mediática.

Por eso hay especialistas -como Adam- que prefieren hablar de «desinformación» o de «noticias falsas».

¿Y por qué debe importar? «Porque la verdad es precisamente la base de la democracia. La calidad de la información está directamente ligada a ella», responde Wineburg.

Pero, ¿mucha gente cae en la trampa?

Sí. Un estudio publicado en marzo por investigadores del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts), mostró que las noticias falsas se distribuyen más rápidamente y tienen más alcance que las veraces.

Según el informe, las noticias falsas tienen un 70% más de probabilidad de ser retuiteadas (el estudio se centró en Twitter) que las verídicas.

Donald TrumpDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionDonald Trump popularizó el concepto de Fake News.

Hay varias teorías que explican por qué: la hipótesis de los investigadores del MIT es que nos gusta compartir noticias que muestren cómo nos sentimos.

Las noticias falsas causan más sorpresa y rechazo, mientras que las verídicas causan más ansiedad y tristeza. Cuando más sorprende algo, mayor es la voluntad de compartirla, observaron los analistas.

«Si algo te hace estar muy enojado o feliz, para un poco y piensa antes de compartir la noticia. Es como decir: ‘Si algo es demasiado bueno para ser verdad, probablemente no lo sea'», dice Melissa Zimdars, profesora de medios en el Merrimack College, EE.UU., e investigadora sobre desinformación.

Pero cualquier persona puede caer en ello. Y la edad no importa.

«Los jóvenes pueden ser nativos digitales y aún así caer en la trampa. La gente confunde las capacidades para usar la tecnología con la sofisticación necesaria para entenderla», dice Wineburg

Y hace un paralelismo: es como hablar bien una lengua pero no comprender su gramática.

Fuente de la reseña: https://www.bbc.com/mundo/noticias-45561204

 

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Enseñanza en la era de la posverdad

América del Norte/México/22.09.2019/observatorio.tec.mx

Por: Paulette Delgado

La Real Academia Española define la posverdad como la “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y enactitudes sociales”. La Fundéu BBVA la describe como lo “relativo a las circunstancias en las que los hechos objetivos influyen menos a la hora de modelar la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”. Es decir, las personas están más inclinadas a creer cosas que se sienten verdaderas aunque haya evidencia que indique lo contrario.

En la “Era de la posverdad”, las escuelas deben ayudar a los estudiantes a deconstruir lo que ven en los medios y las redes sociales y aprender a buscar evidencia de su veracidad, incluso si esos datos no respaldan su afirmación. Este tipo de habilidades de evaluación son más importantes que nunca en la actualidad donde hay mayor acceso a evidencias aportadas por el campo científico y académico.

Al tener tantas opciones con tantos puntos de vista diferentes, es fácil elegir o preferir aquellas que refuercen lo que pensamos. Si bien la posverdad ha existido durante años, el internet exagera sus efectos con sus algoritmos que crean “burbujas de filtro”. Estos filtros estudian a la persona para ofrecer artículos o información similar a la que anteriormente se hizo clic o que les dieron “me gusta”. Gracias a estos algoritmos, que se pueden encontrar en todas partes desde las redes sociales hasta las búsquedas en internet, la información que vemos en internet solo refuerza las mismas ideas en las que creemos.

En un mundo perfecto, los algoritmos ofrecerían una gama equilibrada de artículos con diferentes puntos de vista, pero, como la realidad no es así, la responsabilidad de equipar a los alumnos con las herramientas necesarias recae, principalmente, en los educadores. Los docentes deben buscar que el alumnado esté expuesto a diferentes puntos de vista y darles las herramientas necesarias para evaluar la información que reciben y las bases para poder crear diferentes posiciones y argumentos.

Un estudio realizado por Sam Wineburg en la Universidad de Stanford, muestra que los estudiantes no poseen las habilidades para detectar sesgos y noticias falsas, así como tampoco para evaluar afirmaciones verdaderas. Otra encuesta realizada por Joseph Kahne de la Universidad de California, Riverside y Benjamin Bowyer de la Universidad de Santa Clara, mostró resultados similares: los estudiantes prefieren buscar evidencia que se alinee con sus propias creencias o apoye su punto de vista que puntos de vista opuestos.

Una forma en que los educadores pueden abordar esta era de la posverdad es enseñando alfabetización mediática crítica. Este conocimiento alienta a los estudiantes a interrogar textos y publicaciones por sesgos de pensamiento y preguntarse si pierde otros puntos de vista.

Esto no quiere decir que no hay verdad ni conjuntos de conocimiento, sino que debemos ser mucho más rigurosos y críticos ante supuestas verdades. Los estudiantes deben aprender que los hechos existen y desarrollar su pensamiento a través de ellos con una visión crítica así como con evidencia y lógica.

Un enfoque de alfabetización crítica también debería enseñar a los estudiantes a consumir y producir información y conocimiento a través de la colaboración. A lo largo de extensos proyectos de investigación, así como al enseñarles sobre prejuicios y propaganda, estarán más equipados para pensar, evaluar y reflexionar sobre las fuentes que podrían dispersar.

De esta manera, los estudiantes se convertirán en ciudadanos críticos e informados en un mundo progresista. Así, los estudiantes podrían verse a sí mismos como agentes auto-actualizados en lugar de consumidores pasivos de información.

Además, al enseñar a los estudiantes a razonar y buscar evidencias, los educadores los apoyan para enfrentar el desafío de mantener los principios de la democracia. Al enseñar a los estudiantes a sopesar los hechos, considerar diferentes puntos de vista, formar una opinión y luego articularla para que puedan responder a aquellos que no están de acuerdo con evitar la polarización.

En un tiempo en el que todos estamos expuestos a algoritmos sesgados y políticas polarizadas, se necesitan más que nunca, habilidades de análisis, debate y alfabetización crítica.

¿Has abordado el tema de la posverdad en tu clase? Compártenos cómo enseñas a tus estudiantes la importancia del análisis, el debate y pensamiento crítico.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/enseanndo-en-la-era-de-la-posverdad

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Marc Vandepitte: Las personas jóvenes y la tentación radical

Redacción: Rebelión

En los últimos años se ha tendido a asociar radicalización y yijadismo. Recientemente se ha instalado una nueva forma de radicalización que en Flandes tiene unas proporciones inquietantes. La radicalización de la extrema derecha se ha convertido en un problema más importante que los combatientes sirios o el extremismo musulmán. Veamos un panorama general. 

El avance de la derecha en Flandes, que fue evidente durante las últimas elecciones, se aprecia claramente entre las personas jóvenes y en particular entre los chicos. Este deslizamiento a la derecha de la generación joven se inscribe dentro de una desconfianza generalizada en la política. Solo un 18 % de las personas jóvenes afirma confiar todavía en la política. Y, lo que es peor, una cuarta parte de las y los nuevos electores, de entre 18 y 23 años, cree que la democracia no es la mejor forma de gobierno y preferiría un dirigen te autoritario. ¡En el caso de las personas jóvenes que cursan formación profesional este porcentaje llega al 57 %! Desgraciadamente, esta tendencia va en aumento.

Radicalización

Según un reportaje de la televisión flamenca quha tenido mucha repercusión sobre “Schild en Vrienden” [Escudo y amigos, véase infra. N de la t.], las y los docentes en Flandes cada vez se enfrentan más a ideas extremas y al odio hacia las personas homosexuales y musulmanas. Se trata de un alumnado que glorifica la violencia, llevan cruces gamadas o provoca en clase enarbolando la enseña el León de Flandes. Algunos desafían deliberadamente a sus profesores. En Alemania ha causado una enorme indignación el lanzamiento de una página web de AfD en la que el alumnado puede denunciar a las y los docentes comprometidos políticamente. En el pasado el Nationalistisch Jongstudentenverbond (NJSV), un movimiento juvenil cercano a Vlaams Belang, ya había puesto en marcha este tipo de página web.

La violencia de la extrema derecha se intensifica en toda Europoccidental. En Finlandia se fundó el 2015 los Soldados dOdin, una milicia que patrulla en una docena de países, incluida Bélgica. El año pasado se persiguió y atacó a personas de origen extranjero tras una manifestación en la ciudad alemana de Chemnitz. Hoy una comuna flamenca de cada cinco declara enfrentarse a manifestaciones extremistas de derecha. La radicalización de la extrema derecha es más preocupante que los combatientes sirios o el extremismo musulmán.

Flandes ha conocido la creación de ‘Schild en Vrienden‘. Ante la cámara estos jóvenes aparecen como gentlemen en traje de chaqueta. Hablan de los valores de la familia, de la identidad flamenca y de una alternativa positiva al pensamiento políticamente correcto. Pero sus grupos de discusión secretos rebosan de sexismo, de racismo, de antisemitismo y de glorificación de las armas y del nazismo. Algunos medios presentan a Dries Van Langenhove, el dirigente de S&V, como el “yerno ideal”. Tras unos reportajes de la VRT [la radiodifusión pública de Bélgica que emite en flamenco] un grupo de profesores universitarios y de escritores expresó su preocupación por “la normalización del pensamiento de extrema derecha” y el “deslizamiento de los límites de lo permisible”. Hoy en día este neofascista, diputado en el Parlamento, se ha convertido en un héroe para muchos chicos flamencos.

Caldo de cultivo

El siglo XXI no facilita las cosas a las personas jóvenes. Las redes sociales magnifican ilimitadamente los pequeños conflictos o los inconvenientes y multiplican los daños emocionales. Las personas jóvenes se las tienen que arreglar en una cultura del éxito. Instagram les obliga a intercambiar imágenes de una “vida perfecta”.

Las personas jóvenes han crecido con ataques terroristas en su territorio y ven disminuir cada día las posibilidades de vivir en un planeta sostenible. La crisis de las personas refugiadas y la exageración de los hechos a este respecto por parte de la derecha han suscitado la falsa imagen de que estamos siendo invadidos por personas extranjeras.

Estos problemas existenciales, reales o imaginarios, ahondan un profundo sentimiento de desesperación y miedo al futuro, a lo que se añade el malestar socioeconómico. La Generación Y es la víctima principal de la crisis y de la consiguiente política de austeridad. Cada vez resulta más difícil encontrar una vivienda asequible o un trabajo a tiempo completo. Se inculca a las personas jóvenes que “vivimos por encima de nuestras posibilidades”, lo cual es una mentira descarada, pero de ella deducen que vivirán una situación financiera más difícil que la de sus padres y que probablemente no tendrán una pensión de jubilación.

Los partidos tradicionales y la Unión Europea no hacen frente a las preocupaciones y problemas de las personas jóvenes, lo que abre la puerta a la extrema derecha. La derecha radical se dirige a los grupos que no tienen recuerdo alguno de las ideas extremistas que abocaron a los horrores de la Segunda Guerra Mundial.

Guerrilla mediática

Vlaams Belang ha sabido valorar correctamente y beneficiarse mejor que nadie de la influencia de las redes sociales. Ha captado perfectamente la cólera y los temores de muchas personas a través de las redes sociales y los ha traducido en un lenguaje simple y en imágenes potentes. Durante la campaña electoral el parido de Van Grieken gastó más en publicidad en Facebook que todos los demás partidos flamencos juntos. Gracias a los bombardeos digitales masivos llegó a un millón y medio de personas al día. En las últimas semana su objetivo han sido las personas jóvenes de entre 18 y 34 años.

La inteligente estrategia del Vlaams Belang en materia de redes sociales no cae del cielo, la encontramos en todo el mundo. La propaganda digital es el secreto que hizo posible la elección de Donald Trump, pero también la de Jair Bolsonaro en Brasil y de políticos de otros países. El cerebro que está detrás de esta estrategia es Steve Bannon, que fue jefe de campaña de Trump. A principios de diciembre el Vlaams Belang invitó a Steve Bannon al Parlamento de Flandes.

Desradicalización

¿Cómo detener el avance de la extrema derecha? La experiencia de esa otra forma de radicalización que es el yijadismo nos enseña que no será fácil y que habrá que llevar a cabo la batalla en varios frentes.

Sin una perspectiva de futuro atractiva, es indudable que las personas jóvenes seguirán siendo sensibles a la tentación de la extrema derecha. Esto exige que acabemos decididamente con la política de austeridad y que nos ocupemos con firmeza del paro de las personas jóvenes. Es la base de todo lo demás. Una buena perspectiva de futuro exige también que tomemos medidas drásticas para garantizar un planeta en el que se pueda vivir.

Hay que instalar un control democrático de las redes sociales, con una tolerancia cero de toda noticia falsa o de cualquier forma de fanatismo o de odio. Todavía queda mucho por hacer. Las personas jóvenes deben aprender en la escuela a utilizar las redes sociales de manera crítica y segura. Ya se han hecho muchos esfuerzos en ese ámbito.

Por último, las personas jóvenes, lo mismo que las adultas, deben aprender a gestionar la diversidad. Deben descubrir que personas de orígenes diferentes puede vivir juntas perfectamente y que las personas de orígenes diferentes son capaces de resolver los problemas juntas. La educación tiene la llave del éxito y esto debería ser una tarea fundamental para ella. Pero aunque ya disponga de herramientas para hacerlo, la tarea recaerá una vez más sobre un profesorado que ya sufre una fuerte presión en el trabajo. Si la educación es, en efecto, la clave para resolver los problemas sociales es necesario invertir en ella, mucho más de lo que se invierte actualmente.

La cuestión se reduce a saber si nos tomaremos en serio esta nueva amenaza de radicalización, cuyas proporciones son inquietantes aunque, por el momento, no hay una ninguna reacción política. ¿Habrá que esperar a un ataque como el de Breivik en Noruega o como el que vimos en Christchurch, Nueva Zelanda? Esperemos que no.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=257919

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‘Fake news’, manual de resistencia contra la política de la mentira

Para defender el derecho democrático a la información necesitamos identificar correctamente las fuentes y asumir la responsabilidad de no difundir noticias falsas. Pero la mejor defensa es contar con editores de prensa honestos y desenmascarar a los líderes políticos que alimentan las falsedades

Habla la gente de las fake news con sorpresa y admiración, en plan: “Oh, cosa curiosa”, como si desde que el mundo es mundo el ser humano no se hubiera dedicado, siempre y en todo lugar, a mentir y engañar. A las puertas de la segunda década del siglo XXI nos maravillamos de que los medios difundan información no fiable, vaya por Dios, cuando precisamente las modernas ciencias de la comunicación nacen en el siglo XX para estudiar los cómos y porqués de la manipulación de las masas por el totalitarismo mediante la seducción y el engaño. Ahora se centra en estudiar cómo la tecnología puede complicar más las cosas.

La confluencia de comunicación y cibernética pasa hoy por la llamada inteligencia artificial, que no solamente es un sistema hipercibernético para la gestión de las cosas in absentia humana sino que está concebido para que un observador no pueda identificar la acción maquinal realmente existente tras la apariencia de conducta humana que ofrece el mecanismo. Si seguimos aquí la ley de hierro del pensamiento crítico, “piensa mal y acertarás”, nos daremos cuenta de que el objetivo de la inteligencia artificial no es tanto la gestión de las cosas sin mediación humana operativa sino la simulación de una presencia y acción humana realmente existentes que permita torcer la reacción ante esa apariencia de acuerdo con los intereses de quien la introduce. De modo que menos lobos: las fake news no son más que un leve aperitivo del plato fuerte que nos aguarda en el festín que los poderes piensan darse a costa de la libertad y con factura pasada a los ciudadanos.

Se suele presentar las fake news como un problema periodístico, informativo y comunicacional, cuando no es sino un problema político. De hecho, se traduce erróneamente el concepto: no se trata de “noticias falsas” sino de pseudonoticias engañosas presentadas fraudulentamente con la intención de engañar y desinformar. Y esa intención no nace de entre el público receptor de la información sino desde los núcleos centrales del poder. Es Donald Trump el que empieza a hacer circular la expresión fake news para aludir, torticeramente, a las informaciones desfavorables que sobre él publican los grandes medios periodísticos estadounidenses, desde The New York Times hasta la CNN, y lo hace para tratar de desprestigiarlos o, por lo menos, sembrar dudas sobre su solvencia informativa. La supuesta colusión entre los intereses de Trump y los de Putin durante la campaña electoral de aquel, con acusaciones de injerencias rusas en dinámicas electorales estadounidenses, hace salir a la luz estrategias informativas putinianas basadas en la tergiversación y la confusión. Fake news es, pues, un aspecto reciente de las estrategias de desinformación harto practicadas durante el siglo XX en la comunicación de masas.

Pero la comunicación del siglo XXI es más compleja que la del siglo XX. Lo que Manuel Castells ha llamado “autocomunicación de masas” para aludir al papel proactivo de los ciudadanos en la generación y distribución de información por redes y medios digitales es lo que ha dotado a las fake news promovidas desde el ámbito político de un poder inusitado. Se produce así un efecto perverso de la llamada “alquimia de las multitudes” aludida por Francis Pisani y Dominique Piotet para designar los procesos de acumulación de conocimiento propiciados por la autocomunicación de masas: en lugar de alentarse la promoción del conocimiento se oscurece y deforma la realidad mediada por la información gracias a la misma actuación de quienes deben estar interesados en ejercer su derecho a emitir y recibir información veraz.

Y es ahí cuando aparecen diversas entidades comprometidas con la información democrática, encabezadas por la Unesco, promoviendo campañas de concienciación sobre el riesgo de las fake news. Proponen la educación de la ciudadanía en cuanto a identificación correcta de las fuentes y la fiabilidad de las informaciones, la responsabilidad de no difundir noticias falsas, y el uso inteligente de la comunicación para defender el derecho democrático a la información y su profundización. La Unesco impulsa una amplia e intensa actividad en torno a otro nuevo concepto, alfabetización mediática y digital (MILID, en sus siglas en inglés) cuya actividad concierne a profesionales de la comunicación, educadores, agentes sociales y ciudadanos activos.

Las fake news se encuentran en el centro de la educación y concienciación que la MILID quiere promover, pero el problema es que la educación mediática se da en el seno de la educación general, y esta no solamente produce formación e instrucción sino también analfabetismo funcional: personas que saben leer, pero no entienden lo que leen. Y ahí llegamos a donde se halla la madre del cordero: no es una supuesta capacidad perversamente oculta en las redes sociales o en la dinámica de la autocomunicación de masas donde se halla el caldo de cultivo para la diseminación de falsedades mediante las fake news sino en dos lugares muy concretos: la confluencia de la acción deliberada de poderes políticos, económicos y estratégicos para hurtar a la ciudadanía la información fiable a la que tienen derecho y las defectuosas políticas educativas de los gobiernos y sus consiguientes habilidades educadoras que deben hacer posible el sustrato cognitivo necesario para el ejercicio de la ciudadanía democrática.

Educadores, activistas sociales y profesionales de la comunicación inciden en el campo de acción de las fake news para reparar los perjuicios previamente causados por otros. Pero en Europa tenemos una manera curiosa de actuar: por ejemplo, culpamos a las democracias de la UE de las desgracias de los refugiados que quieren acceder a ella en lugar de a los gobiernos criminales que han convertido sus países en campos de batalla y cementerios; nos escandalizamos alarmados ante el ascenso de fuerzas populistas y fascistas de un modo que parece que su predominio acabe siendo inevitable en lugar de celebrar y ampliar unas democracias fuertes en las que vivir sea ilusionante. No han hecho falta fake news para llegar a esta mentalidad regresiva que se cree progresista y es uno de los más poderosos lastres que impide progresar a un continente que es, hoy por hoy, la más destacada isla de libertad.

No se pidan pues a periodistas, comunicadores, educadores y medios cuentas de las fake news sino busquemos su origen real en el poder y en el dinero. La tarea de educar al público al respecto se le endosa a comunicadores y educadores, pero no son ellos los responsables, simplemente van a ir ahí a reparar los estropicios causados por otros. Así que no se cargue sobre las espaldas de la comunicación lo que debe ir a lomos de otras mulas.

España es un país cuyo panorama comunicacional se caracteriza por una curiosidad: la prensa impresa que se publica es prensa de partido que no se declara como tal. Lo es no sólo porque toma posiciones editoriales e informativas coincidentes con una u otra estrategia partidaria, lo es sobre todo porque es propiedad de los bancos que financian al mismo tiempo las campañas de los distintos partidos y les sostienen económicamente haciéndose cargo de sus deudas.

Periódicos y partidos políticos deben, a la vez, su existencia a las entidades bancarias que les pagan los gastos. Aquí empieza y termina el recorrido de cualquier discusión sobre credibilidad informativa en nuestra sociedad. Elucubrar sobre insidias relacionadas con fake news en ese panorama parece de ingenuos, pero es otra cosa: es el intento de desviar hacia los escenarios digitales de la autocomunicación de masas responsabilidades que corresponden a otros.

Y ello sucede porque esa prensa de partido que cada vez ofrece menor interés al lector avisado halla competencia en unos medios digitales que, por más trapacerías que puedan cometer, nunca llegarán al nivel de descapitalizar casi totalmente unos grupos mediáticos que otrora fueron grandes negocios en aras de delirantes pseudoestrategias audiovisual-financieras.

Algunos medios, precisamente, están llegando con mayor rapidez a cotas de irrelevancia precisamente por reproducir en el ciberespacio la misma fatídica alianza entre poder editorial, poder bancario y poder partidario con menor disimulo y, en algunos casos, manifiesta desfachatez, con el objetivo de cosechar en nichos de público previamente sembrados por otros medios ahora en recesión. El bruto de Trump sale a dar la cara en Twitter y moviliza a sus trollspara forzar a la realidad a doblegarse. Aquí somos más cucos y dejamos que los bancos jugueteen con las astronómicas deudas de los medios a los que desean inclinar.

No es que necesitemos más y mejores educadores en comunicación, que los necesitamos; no es que los periodistas deban contribuir a la alfabetización mediática, que deben; lo que necesitamos es editores de prensa dignos de tal nombre capaces de publicar información independiente. En un país cuya fake new más gorda la promovieron el propio presidente del Gobierno y el ministro del Interior un 11 de marzo de 2004.

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Francia apuesta por enseñar en los colegios cómo luchar contra las noticias falsas

Por: Miguel Ángel Ossorio Vega.

Periodistas y medios de comunicación, con apoyo gubernamental, imparten talleres en los que se enseña a escolares a identificar noticias falsas. También muestran cómo trabajan los profesionales de la información para recuperar su credibilidad y superar el escepticismo hacia los medios que sufren las nuevas generaciones.

La mentira es algo connatural al ser humano, en parte por esa curiosa y dual característica que permite que sea al mismo tiempo mecanismo de ataque y de defensa. Con una mentira es posible lograr fines, del mismo modo que con una mentira es posible evitar problemas. Apenas se diferencia, en este sentido, de una pistola o un fusil: permite lograr objetivos a la par que evitar amenazas. Las mentiras son un arma, visto así. Y contra las armas solo caben como respuestas más armas o escudos. Ninguna de las dos opciones es infalible.

En la actualidad, todos somos víctimas de estas armas, en lo que muchos expertos identifican con una guerra global suave que busca esa misma imposición de ideas mediante las armas, con la salvedad de que aquí no se cuentan muertos, sino cerebros y corazones colonizados. Tal vez terminemos viendo la muerte como consecuencia de la sociedad que emergerá cuando amaine la tormenta de la mentira, en la que estamos inmersos con un pequeño paraguas como único escudo. Algunos, ni eso: se enfrentan a la lluvia con la ilusión de un niño que se moja al saltar sobre los charcos. Aunque en este caso el ejemplo más adecuado sería el del gorrino que se reboza en barro, y lo goza.

Para evitar que los niños, el futuro de la sociedad, terminen comportándose no como una piara embarrada, sino como un rebaño teledirigido, el Gobierno francés y el sector mediático han decidido impulsar una serie de talleres en colegios para enseñar a los más jóvenes a identificar, desmontar y combatir noticias falsas. Una encomiable tarea que cuenta con más de 150 periodistas voluntarios, de medios como ‘Le Monde’, que acuden a las aulas a enseñar a los jóvenes lo vulnerables que son cuando hacen de las redes sociales su periódico del día sin cuestionarse absolutamente nada. No se trata de hacer proselitismo en favor de los medios tradicionales, sino de demostrar con ejemplos que hay mentiras tan bien elaboradas que cualquiera podría caer en ellas. Un buen ejemplo es pensar que todo perfil verificado es potencialmente creíble, y luego leer algunas publicaciones de Donald Trump o Marine Le Pen para constatar exactamente lo contrario. Una alumna, citada por ‘The New York Times’ en un reportaje que explica estos programas, arroja la clave del comportamiento comunicativo de estos políticos: escogen un tema real, lo exageran y proponen a la gente convertirse en la solución. Funciona.

No obstante, estos talleres también enseñan los procedimientos de trabajo que utilizan los medios de comunicación con el objetivo de demostrar a los jóvenes que detrás de los mismos periódicos a los que critican por tener supuestos intereses ocultos, hay en realidad profesionales formados para recopilar la realidad y explicársela a los ciudadanos de la mejor manera posible.

Enseñar verificación a los más jóvenes

Como de verificar trata el juego, en estos talleres (ya van más de 500) se aportan herramientas para realizar comprobaciones y evitar ser estafado. Y también se entrenan los propios instintos, aquellos de los que se alimenta la mentira para lograr un retuiteo o reenvío instantáneo que activará el virus y contaminará a más incautos, cuyo principal síntoma será, posiblemente, caer en las garras de algún político extremista que mediante la mentira consigue los votos necesarios para imponer una agenda que beneficiará a quienes idearon en un laboratorio (de ideas) la estrategia de la falsedad.

Pero este proyecto no solo alcanza a los jóvenes, sino al resto de implicados en la educación. Más de 30.000 maestros franceses reciben capacitación en nuevas tecnologías y uso de Internet cada año. En algunas regiones es imprescindible demostrar estar en condiciones de utilizar con responsabilidad Internet para acceder a beneficios sociales. El Ministerio de Cultura de Francia destina 6 millones de euros al año a formación en alfabetización digital. En paralelo, el Ministerio de Educación está ultimando la inclusión de asignaturas relacionadas con la alfabetización digital en las aulas, en principio como algo puntual, aunque el sector educativo presiona para que sea una asignatura equiparable a Matemáticas o Historia, lo que en cierto modo está en juego con las mentiras.

Fuente del artículo: https://www.media-tics.com/noticia/8688/medios-de-comunicacion/francia-apuesta-por-ensenar-en-los-colegios-como-luchar-contra-las-noticias-falsas.html

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Entrevista a Buckingham: “La educación sólo puede ser una parte de la respuesta a los desafíos de los medios digitales”

Por Leticia Castro

El experto en alfabetización digital habló sobre el rol de la educación en el mundo de las noticias falsas

Para David Buckingham hay un panorama claro: las noticias falsas, el bullying o el ciberacoso son algunos de los síntomas de los tiempos digitales, producidos en gran parte por los medios de comunicación, incluidas las redes sociales. Los gobiernos no pueden regular a los gigantes como Facebook o Google, entonces pasan la responsabilidad de ser una persona crítica a los ciudadanos y, en cuanto eso ocurre, se tiende a señalar a la educación: los docentes “salvadores” van a instruir a las futuras generaciones en alfabetización digital y no habrá problemas.

El inglés, experto en medios, educación y juventud, llegó a Uruguay invitado por Plan Ceibal, como parte del ciclo Repensar la educación para un futuro en construcción, y expuso sobre los peligros de cargar al sistema educativo con toda la responsabilidad, sin que los gobiernos y los medios asuman su rol. Después de su conferencia conversó con la diaria sobre cómo la educación asume el desafío y se prepara para el futuro, pero insistió en que “la educación sólo puede ser una parte de la respuesta a los desafíos que plantean los medios digitales”.

La cultura digital es parte de la vida de los niños fuera de la escuela. ¿Cómo pueden las escuelas ser parte de ese mundo?

Es muy importante que las escuelas trabajen para reducir la brecha entre lo que pasa fuera y dentro de la institución, porque de otra manera el peligro es que la escuela parezca irrelevante. De hecho, creo que para muchos chicos esa es la verdad: a menudo, la educación parece un ritual, algo que tienes que hacer pero en lo que no te involucras. De todas maneras, no creo que esa brecha disminuya simplemente si las escuelas reconocen los conocimientos que traen los niños desde afuera; deberían construir sobre lo que los niños saben. Este mundo de redes sociales es un buen ejemplo: hay cosas que los niños saben y los profesores no, pero los profesores tienen conocimientos de los que los niños carecen, y tiene que haber una forma de acercar esos conocimientos.

¿Cuál es la mayor dificultad de aprender y enseñar en esta área?

La mayor dificultad es que todo está cambiando, todo el tiempo. Publiqué un libro en 2003 sobre la educación en medios y ahora es historia antigua. Las cosas cambian tan rápidamente que siempre hay algo nuevo; es por eso que debemos entender que no se trata solamente de saber cuál es la última tecnología, sino tener un conjunto de conceptos y principios que den estructura a lo que se enseña. Cuando hablamos de los conceptos básicos de la educación en medios hablamos de cuatro puntos: lenguaje, representación, producción y audiencia; podemos analizarlos en los diarios, pero también en las redes sociales. Debemos tener esos principios estructurantes y también ser flexibles, para ir cambiando a medida que la realidad cambie.

El sistema educativo se adapta lentamente a esos cambios…

Lo hace muy lentamente. Ese es el problema. Siempre está el peligro de que vayamos al salón y enseñemos sobre la televisión, cuando en realidad ya no es tan importante para ellos. Creo que los docentes necesitan ir formándose permanentemente para incorporar los cambios.

¿Creés que estamos más preocupados por las habilidades digitales como herramientas que por la alfabetización digital?

Sí, y creo que eso es un problema. Parece que cuando hablamos de alfabetización es hablar de cómo se hace algo. No hay contenido. Se aprende a hacer una página web o un Power Point, pero no hay contenido, y muchas veces lo que pasa es que todas las preguntas importantes –¿cómo los medios representan el mundo?, ¿cómo los medios trabajan en la industria?, ¿qué intereses están persiguiendo cuando informan?– terminan siendo ignoradas. Se discute muy poco sobre las implicaciones culturales, sociales y económicas del mundo digital.

El acceso a la información genera oportunidades para desarrollar el pensamiento crítico. ¿Cómo se hace?

“Crítico” es un palabra peligrosa. Siempre hay un elemento de yo y ellos: yo soy crítico y esta persona, que no está de acuerdo, no lo es. Hay un problema en definir qué es crítico. La mayoría de las personas está de acuerdo con que es necesario el pensamiento crítico, pero ¿qué significa? Yo he intentado definirlo últimamente: en parte es algo obvio, que los profesores ya saben, no es solamente encontrar información, es saber evaluarla, reflexionar sobre la evidencia y la retórica que la gente usa para argumentar, pensar sobre la lógica que tiene la discusión. Una de las cosas que intentamos hacer es un marco de referencia para el pensamiento crítico, para que no sea una vaga buena intención necesitamos que sea algo específico. Para eso, debemos aislar a los medios de su contexto habitual y analizarlos como objetos extraños, y esto es difícil porque el contexto de los medios es la vida del día a día.

Estamos acostumbrados a hablar de tecnologías de la información y la comunicación (TIC), pero preferís hablar de medios digitales. ¿Por qué hacés esa distinción?

A las compañías como Facebook, Google y Apple me gusta llamarlas medios digitales; son medios, no tecnología. Creo que hablar de tecnología implica la idea de que son esencialmente máquinas, como si fueran herramientas que harán alguna tarea, y a menudo eso significa que pensamos sobre ellas de una forma neutral, como si sólo hicieran un trabajo para nosotros. Cuando llamamos a algo medio, nos preguntamos cómo es que esto media el mundo, cómo representa el mundo para nosotros. Si miramos las redes sociales, tal como un periódico, representan el mundo de una forma particular. Si yo en Twitter escribo sobre algo que vi, también estoy representando el mundo, no estoy simplemente reflejando, entonces estas plataformas deben ser consideradas como medios, no son sólo herramientas.

En tu libro Más allá de la tecnología (2007) mencionabas la comercialización de las tecnologías educativas como algo preocupante. Ahora que dejaron de ser tan incipientes, ¿es algo que todavía preocupa?

Creo que sí, aunque de alguna forma cambió. Cuando escribí el libro fui a una feria tecnológica y la gente estaba vendiendo computadoras y software, vendían productos que luego los docentes comprarían. Ahora creo que estamos en un mundo diferente, porque este modelo de negocio de las redes sociales está invadiendo la educación. Compañías como Google apuntan a la educación porque es un gran mercado, y lo es porque tiene una enorme cantidad de datos [big data]. La educación es una ubicación muy útil para aterrizar. El negocio siguen siendo los productos, pero también tiene mucho que ver con reunir y vender información sobre los estudiantes de las escuelas. Además, saben que los profesores no necesariamente entienden sobre esto, los docentes son vulnerables a los atractivos del mercado: les dicen que les van a dar todas estas maravillosas herramientas y todo gratis, y en realidad ellos están obteniendo sus datos.

¿Cómo se puede prevenir esta situación?

Es muy difícil. Lo que hemos visto en Reino Unido en los últimos 20 años es que el sistema educativo se volvió parte del mercado. Hay escuelas que, como si fueran centros comerciales, compiten por los clientes, que son los padres, no los niños. En Uruguay las instituciones están bajo un sistema nacional, y eso les da poder, porque están juntos, se unen. Cuando hay escuelas independientes, como pasa en Reino Unido, empiezan a competir sobre cuál tiene el software de Google o los lentes de Facebook, las escuelas individualmente son bastante débiles; sin embargo, las escuelas juntas son más fuertes. Si Facebook tiene que negociar con todo el sistema –de, por ejemplo, 400 escuelas–, es un problema. Creo que ustedes tienen mucha más protección, deberían aprovecharlo.

Fuente de la entrevista: https://educacion.ladiaria.com.uy/articulo/2018/9/buckingham-la-educacion-solo-puede-ser-una-parte-de-la-respuesta-a-los-desafios-de-los-medios-digitales/

 

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