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Película: Harry Potter y la piedra filosofal

Harry Potter y la Piedra Filosofal, llamado también Harry Potter 1 o abreviado HP1 (título original en inglés, Harry Potter and the Philosopher’s Stone, excepto en Estados Unidos, donde se tituló Harry Potter and the Sorcerer’s Stone), es el primer libro de la serie literaria Harry Potter, escrito por la autora británica J. K. Rowling, en 1997 que supuso además el debut de Rowling como escritora profesional.

La novela fue rechazada por varias editoriales hasta que la editorial Bloomsbury se decidió a publicarla. La edición británica salió a la venta el día 30 de junio de 1997, seguida en Estados Unidos el 1 de septiembre de 1998 por la edición de Scholastic Corporation. La Editorial Salamandra obtuvo en el año 2000 los derechos para la publicación del libro en castellano. En el año 2007, una primera edición firmada por Rowling se subastó en Londres por 27.876 libras. Además, ese mismo año se comercializó una edición conmemorativa de la novela.

Harry Potter y la piedra filosofal ganó diversos premios literarios en el Reino Unido y en los Estados Unidos; en agosto de 1999, llegó a la cima de la lista best-sellers de ficción que aparece en el periódico The New York Times quedando entre los primeros puestos del listado durante la mayor parte de los años 1999 y 2000. Junto con el resto de la serie de Harry Potter, este volumen ha recibido las críticas de varios grupos religiosos y ha sido prohibido en algunos países debido a acusaciones de promover la brujería. Sin embargo, algunos comentaristas cristianos han escrito que el libro ejemplifica importantes conceptos valorados por la doctrina cristiana, incluido el poder de auto-sacrificio y la forma en que las decisiones de las personas forman su personalidad.

Se han realizado varias adaptaciones de la novela, que incluyen audiolibros, videojuegos y un largometraje estrenado en 2001. La película basada en el libro contó con la dirección de Chris Columbus y se convirtió en una de las películas más taquilleras en la historia del cine.

Argumento

Harry Potter crece en la casa de sus tíos, los Dursley, quienes le ocultan su verdadera historia familiar; al cumplir Harry once años de edad, empiezan a llegarle cartas de remitente desconocido, que van aumentando en número a medida que sus tíos no dejan que las abra. Las mismas traen la noticia de que el niño ha sido admitido en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería ya que, al igual que sus padres, tiene poderes mágicos.

El Colegio Hogwarts, es el principal escenario donde suceden los hechos de la serie de novelas.

Se descubre entonces que los Potter no murieron en un accidente de coche como se le había dicho a Harry, sino que habían sido asesinados en la noche de Halloween por un hechicero tenebroso conocido como lord Voldemort, quien había aterrorizado a la comunidad mágica británica años atrás. Sin embargo, algo ocurrió esa noche: Voldemort consiguió matar al matrimonio Potter pero no pudo asesinar al bebé, perdió su cuerpo y le dejó al niño una cicatriz permanente en forma de rayo en su frente.

Rubeus Hagrid aparece para llevarse a Harry una noche, cuando los Dursley intentan impedir que parta rumbo al colegio. Más tarde, el hombre ayuda a Harry a comprar sus materiales escolares en el Callejón Diagon y allí éste descubre que es famoso entre los magos por haber sobrevivido al intento de homicidio. Posteriormente, el muchacho toma el tren que lo lleva a Hogwarts y allí conoce a Ronald Weasley, un chico pelirrojo hijo de magos y a Hermione Granger, una jovencita de origen muggle con altas aspiraciones académicas. Los tres se hacen amigos y más tarde, durante su año escolar, se ven envueltos en una serie de episodios relacionados con un objeto escondido en las profundidades del edificio: la piedra filosofal, un artefacto con el poder de transmutar los metales en oro y producir el elixir de la vida eterna. Diferentes hechos les hacen suponer que uno de sus profesores, Severus Snape, desea conseguir la piedra para entregársela a Voldemort, con quien el docente estaría confabulado.

Tras confirmar que el espíritu de aquel brujo tenebroso ronda el castillo y que la piedra se encuentra en peligro, Harry, Ron y Hermione alertan a los profesores, pero éstos desestiman esa posibilidad ya que el objeto se encuentra protegido por diversas trampas en una cámara subterránea en el colegio. Los tres niños solos, entonces, atraviesan la puerta trampa custodiada por un cancerbero y se ven sometidos a diferentes pruebas hasta llegar a la recámara donde se encuentra la piedra. Harry descubre que el profesor Quirinus Quirrell era quien intentaba robarla desde el principio puesto que Voldemort —que permanecía como parásito en la nuca del profesor— se lo había ordenado. Harry consigue la piedra y Quirrel intenta asesinarlo, pero no consigue sobrevivir al contacto con el muchacho y muere cuando Voldemort abandona su cuerpo.

Después de una charla reveladora con el director del instituto, Albus Dumbledore, Harry se reencuentra con sus amigos y parte de regreso a la casa de sus tíos, ya que el año lectivo ha concluido.

Personajes principales del libro

  • Harry Potter: es el protagonista de la novela. Huérfano de ambos padres, Harry vive con sus tíos, los Dursley y su primo Dudley, quienes mantuvieron en secreto su verdadera identidad. En su undécimo cumpleaños, Harry comienza a recibir muchas cartas del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería en las que se le informa de la disponibilidad de una plaza para que vaya a estudiar. Rubeus Hagrid lo asiste para emprender el viaje al instituto, ayudándole a comprar sus útiles escolares y a llegar a la estación King’s Cross para tomar el tren. En el colegio conoce a los que después se convertirán en sus mejores amigos y juntos descubren que Voldemort quiere apoderarse de la piedra filosofal para conseguir la inmortalidad.
  • Ronald Weasley: el mejor amigo de Harry y Hermione. Vive junto a su humilde familia en una pintoresca casa conocida como «La Madriguera». Ronald tiene seis hermanos en total, de los cuáles dos viven solos (Bill y Charlie), tres que asisten con él a Hogwarts (Percy, Fred y George) y su hermana pequeña, Ginny. En la familia de Ron, todos son magos.
  • Hermione Granger, es una de las tres protagonistas y es la mejor amiga de Harry y Ronald. Es una niña inteligente que había adquirido muchos conocimientos sobre la magia incluso antes de entrar al colegio. Al igual que sus amigos se la selecciona como alumna de la casa de Gryffindor. Además de ser quien hace todo lo posible para evitar que sus amigos se metan en problemas, su intervención resulta vital en el intento de conseguir la piedra filosofal antes que Voldemort, ya que sus conocimientos le ayudan a descifrar el acertijo de las botellas que consistía en beber la correcta para pasar por las llamas de fuego que les impedía pasar a la siguiente habitación.

 El escudo de armas de Hogwarts, colegio al que acude Harry.
  • Albus Dumbledore es el director de la escuela de magia. Acompañado por Hagrid y McGonagall, deposita al niño de tan solo un año de edad en la puerta de la casa de los Dursley. Según muchas personas, Dumbledore es la única persona a la que le teme lord Voldemort, ya que se lo reconoce como uno de los magos más poderosos del siglo. En Navidad le entrega a Harry una capa de invisibilidad que había pertenecido al padre del muchacho. Al final del libro menciona que por mutuo acuerdo con el alquimista Nicholas Flamel había destruido la piedra filosofal creada por este último para evitar futuros inconvenientes.
  • Minerva McGonagall es la profesora de Transformaciones; también es la jefa de la casa Gryffindor y ocupa el cargo de subdirectora en el internado. McGonagall es una animaga y puede adoptar la forma de un gato y de esa manera vigila a la familia Dursley antes de que lleven a Harry con ellos. Es la persona que le regala a Harry su primera escoba voladora, la Nimbus 2000, para que pueda jugar en su primer partido de quidditch.
  • Draco Malfoy es hijo de una aristocrática familia de magos —de lo cual se siente orgulloso— y un miembro de la casa Slytherin. Sus padres —Lucius y Narcissa Malfoy— estuvieron del lado de Voldemort durante la Primera Guerra. Siempre trata de meter a Harry, Ron y Hermione en problemas y desprecia a todas las personas que sean hijos de muggles, como es el caso de esta última.
  • Neville Longbottom, es un alumno de la casa Gryffindor que se caracteriza por su torpeza y mala memoria, razón por la cual su abuela le envía una recordadora. Sus habilidades con la magia son rudimentarias y de hecho su familia pensaba que no era un mago hasta que un día se cayó de la azotea de su casa y empezó a rebotar.
  • Rubeus Hagrid, es un semigigante y el guardián de las llaves y terrenos de Hogwarts. Después de enterarse de que Harry no había recibido las cartas del colegio, Hagrid va a buscarlo para entregarle las misivas. Acompaña al protagonista en sus compras por el callejón Diagon, donde aquél adquiere su varita mágica y útiles escolares; además, Hagrid le compra una lechuza a la que Harry le pone de nombre Hedwig, la cual será la mascota de muchacho y le permitirá enviar y recibir correspondencia. Hagrid es un gran aficionado de las criaturas mágicas, sobre todo de aquellos seres peligrosos que el resto del mundo teme, algo que demuestra al comprar un dragón ridgeback noruego que cría en su cabaña.
  • Severus Snape, es el jefe de la casa Slytherin y profesor de Pociones, pero muchos alumnos rumorean que el profesor siempre ha querido ser el docente titular de Defensa contra las Artes Oscuras. Desde el comienzo de las clases, es el único maestro que muestra animadversión por Harry e intenta castigarlo. Snape se convierte en el principal sospechoso para Harry y sus amigos cuando empiezan a ocurrir cosas inusuales que luego se verán relacionadas con el paradero de la piedra filosofal; los tres suponen inicialmente que el profesor la quiere para sí, pero luego deducen que busca el artefacto para Voldemort. Sin embargo, Snape resulta ser inocente y, además, había intentado salvar a Harry de un intento de homicidio perpetrado por Quirrell.
  • El Profesor Quirrell es el profesor de Defensa contra las Artes Oscuras y verdadero ayudante de Voldemort. Cuando Harry llega a la recámara de la piedra se encuentra con Quirrell frente al espejo de Oesed, en el cual se hallaba escondida la piedra. Solo al final de la novela se descubre que Quirrell había permitido que lord Voldemort se alojara en su cuerpo de modo parasitario. Quirrell no sobrevive al enfrentamiento con Harry cuando la maldición de Lily Potter lacera su cuerpo y Voldemort lo abandona.
  • Lord Voldemort, es el brujo tenebroso que aterrorizó el Reino Unido durante la década de 1970 en un conflicto conocido como la Primera Guerra. Su cuerpo fue destruido por la maldición que lanzó contra Harry a causa de la intervención de la madre del bebé. Posteriormente recluta a Quirrell para conseguir la piedra filosofal y, de este modo, conseguir la inmortalidad.

Historia del libro

Desarrollo

 J. K. Rowling es la autora de la serie.

La génesis de Harry Potter y la piedra filosofal está muy ligada a los eventos que tuvieron lugar en la vida de su autora, la escritora inglesa J. K. Rowling, a partir de 1990; ese año, la autora se mudó con su entonces pareja a la ciudad inglesa de Mánchester. Tras una semana de buscar un departamento en la ciudad, Rowling regresó a Londres en tren y fue allí, como ella dice, donde todo comenzó: «Realmente no sé cómo surgió la idea […] Empezó con Harry; luego, todos los personajes y situaciones afloraron en mi cabeza»; toda esta corriente de ideas constituían el bosquejo de las situaciones que ocurrirían en el colegio de magia al que Rowling nombraría Hogwarts. Durante el resto del viaje elaboró la idea en su mente ya que no tenía con qué escribir, circunstancia que ella reconoció como beneficiosa para el proceso creativo de la trama. En ese flujo de ideas aparecieron personajes como Ron, Nick Casi Decapitado, Rubeus Hagrid y Peeves y, además, la autora decidió que la historia se dividiría en siete novelas.

Esa misma noche empezó a escribir la primera novela, que tardaría cinco años en concretar; durante esos cinco años se dedicó a crear todo el universo que rodea la historia de Harry Potter. La autora había escrito los primeros párrafos y dibujos en servilletas durante un viaje a Escocia y utilizaba dichas notas frecuentemente; posteriormente, continuó escribiendo su novela a máquina.

A finales de 1990, la madre de Rowling murió víctima de la esclerosis múltiple, hecho que, la autora confiesa, influyó en su escritura profundamente; la consecuencia de este suceso en su escritura se manifiesta en el hecho de que Harry sea huérfano y en el tratamiento que se le da al tema de la muerte en todas sus novelas:

Mis libros en gran medida tratan acerca de la muerte. Comienzan con el asesinato de los padres de Harry y está la obsesión de Voldemort por conquistar la muerte, su búsqueda por la inmortalidad a cualquier precio, el gran logro de cualquiera que posea magia. Entiendo por qué Voldemort quiere conquistarla: todos la tememos.

J. K. Rowling.

Nueve meses después de que su madre falleciera, Rowling, que había estudiado lenguas extranjeras en el Exeter College, se mudó a Oporto, Portugal, para dar clases de inglés como lengua extranjera a alumnos entre 8 y 62 años; allí escribía en cafés locales o en la escuela. Seis meses después, la escritora terminó los primeros tres capítulos del libro y conoció al periodista Jorge Arantes, con quien se casó y tuvo una hija a la que llamaron Jessica. En Portugal ideó muchos de los aspectos centrales en su novela como por ejemplo la piedra filosofal, que se convirtió en un elemento axial para el desarrollo de la trama; aunque Rowling ya conocía detalles sobre la piedra gracias a las lecciones de química del colegio secundario, este objeto utilizado como principio estructural del libro surgió realmente en 1991 en aquel país. Allí también escribió el capítulo «El espejo de Oesed», el cual reconoció como su favorito. La autora declaró que no sabía muy bien cómo escribir el primer capítulo y mencionó que existen muchas versiones del mismo; en aquellas aparecían personajes que fueron eliminados por completo de la trama, los Potter vivían en una isla y los Granger en la costa y se podía ver a Voldemort llegando al Valle de Godric antes de perpetrar el asesinato de los Potter. Rowling reconoció que la versión final del primer capítulo no resultó ser «de lo más popular que he escrito» ya que muchas personas lo han encontrado difícil de leer. «El problema con el susodicho capítulo era (como sucede muy a menudo en los libros de Harry Potter) que tenía que poner mucha información y a la vez ocultar mucha más».

A finales de 1993, la escritora regresó al Reino Unido ya que se había divorciado y su trabajo no funcionaba; Rowling se fue a vivir con su hija a la casa de su hermana y su cuñado en Edimburgo, aunque posteriormente se mudó sucesivamente a diferentes departamentos. Tuvo grandes dificultades para escribir puesto que estaba atravesando una depresión y como no podía contratar una niñera para su hija todo se le hacía «doblemente difícil». Para poder continuar con la escritura de su novela, comenzó a frecuentar el café de su cuñado, donde podía sentarse tranquilamente cuando no había mucha clientela junto a su hija, a quien previamente sacaba a pasear hasta que se durmiera y así se le hiciera más fácil escribir. En aquel lugar pudo culminar la redacción del libro.

Después de haber terminado su obra en 1996 y de mecanografiar dos copias de la misma, Rowling se dirigió a la Biblioteca Central de Edimburgo para buscar agentes literarios. Envió los tres primeros capítulos a un agente, pero éste los rechazó; después los envió a otro. La agencia Christopher Little Literary Agents aceptó buscar una editorial que pudiese publicar el manuscrito. Después de que doce editoriales rechazaran el libro, la autora recibió en 1996 la aprobación —y un adelanto de 1.500 libras— del editor Barry Cunningham, quien trabajaba para una pequeña editorial londinense llamada Bloomsbury Publishing. «[…] recibí una carta de respuesta. Supuse que era una nota de rechazo, pero en el interior del sobre había una carta que decía: Gracias. Estaremos encantados de recibir su manuscrito.», la escritora leyó la carta ocho veces y la considera la mejor carta que había recibido en su vida. Esta decisión puede deberse a que la hija del editor, una niña de ocho años entonces, leyó el primer capítulo del libro y quiso leer cómo seguía; la niña le dijo a su padre que dicho fragmento era «mucho mejor que cualquier otra cosa», por lo que su padre decidió publicar la novela.

Publicación

Después de la aprobación, la editorial pagó a Rowling 2.500 libras. Sin embargo, era menor la preocupación de la editorial por la longitud del libro que por el nombre de su autor; Little se había percatado de que los varones no solían leer ficción escrita por mujeres y por eso los editores pidieron a Rowling que adoptase un seudónimo que no mostrase su nombre completo. Justo antes de la publicación, Rowling adoptó el seudónimo «J. K. Rowling» para ocultar el nombre «Joanne»; la «K» se refiere a «Kathleen», nombre que tomó prestado de su abuela. La editorial también sugirió inicialmente el nombre de Harry Potter and the School of Magic (Harry Potter y la escuela de magia) pero la autora se opuso, aunque en la edición francesa se editó con una traducción de ese título al francés (Harry Potter à l’école des sorciers).

Antes de editar el libro, Bloomsbury envió copias a diversos críticos y editores para reunir algunos comentarios del mismo y sondear las opiniones que despertaba. Con esto también se buscaba conseguir algunas críticas que respaldaran la publicación de una obra de autor desconocido. Tras recibir comentarios elogiosos, Cunningham contrató para la edición del libro a un ilustrador desconocido, Thomas Taylor, en parte por la escasez de presupuesto. La ilustración de tapa se mantuvo sin alteraciones en ediciones posteriores, pero la de la contratapa fue alterada ya que mostraba a Albus Dumbledore con una barba marrón y no plateada como se le describe en el libro.

«Tuve que mecanografiar todo el texto yo misma. A decir verdad llegué a odiar el libro por momentos, aun cuando también lo amaba.»
—J. K. Rowling.

En junio de 1997, Bloomsbury publicó La piedra filosofal con una tirada inicial de 500 ejemplares, de los cuales 300 fueron distribuidos en bibliotecas. La tirada inicial tuvo algunas copias en tapa dura pero fue editada en su mayoría en formato paperback o rústico y no contó con más promoción que la que ya había efectuado la editorial al haber contactado a críticos y editores. La respuesta no fue inmediata pero la novela registró críticas entusiastas en los periódicos The Scotsman y The Glasgow Herald. Antes de la publicación inglesa del libro, Christopher Little había organizado una subasta por los derechos de publicación del libro en Estados Unidos. Arthur Levine, de Scholastic Corporation, había leído el libro durante un vuelo transatlántico y en abril de 1997 compró los derechos de publicación en la Feria del Libro de Bolonia; pagó 105.000 dólares, una cantidad estimada como excesiva para una novela de género infantil. Rowling recibió la noticia tres días después de la publicación británica de la novela. Después de un largo debate, el título fue cambiado por Harry Potter and the Sorcerer’s Stone (Harry Potter y la piedra del hechicero) dado que la editorial consideraba que la palabra philosopher (filosofal en la traducción) daría la impresión de que el libro trataba sobre temas filosóficos y no tendría atractivo comercial. Rowling declaró posteriormente que lamentaba este cambio y que hubiera luchado más por mantener el título original si hubiese estado en una mejor posición. Philip Nel señaló que a causa del cambio se perdió la conexión de la novela con la alquimia y el significado de otros términos cambiados en la traducción de inglés británico a inglés estadounidense. La novela fue publicada en 1998 en Estados Unidos y en octubre del mismo año, Rowling realizó una gira de diez días por el país concediendo entrevistas para promocionar el libro.

Ya que las ediciones del Reino Unido se publicaban unos meses antes de la versión estadounidense, algunos lectores estadounidenses se familiarizaron con las versiones en inglés británico que compraron a través de Internet, lo cual generó controversia. Lo mismo ocurrió con su sucesor, Harry Potter y la cámara secreta, por lo que la editorial Scholastic denunció a Amazon.com —un sitio de ventas en Internet— por no tener en cuenta los derechos territoriales y, por tanto, actuar de forma ilegal.

Ediciones conmemorativas

En enero de 2007, Bloomsbury publicó una nueva versión del libro por el 21.º aniversario de la editorial que incluía una pequeña introducción escrita por la misma Rowling. En septiembre de 2008 Scholastic publicó también otra edición por el 10.º aniversario de publicación del libro en Estados Unidos, que incluía una nueva ilustración de portada y contraportada realizada por Mary GrandPré, quien ya había ilustrado las ediciones estadounidenses previas.

Críticas

La novela recibió comentarios favorables, sobre todo en lo que atañe a la imaginación, el humor, y el estilo literario de Rowling, aunque algunos se quejaron de que los capítulos finales parecían precipitarse. La obra fue comparada con textos de Jane Austen —una de los autoras favoritas de Rowling—, de Roald Dahl —en cuyas obras predominan las historias de niños que subvierten el orden de los adultos—, y con la obra del poeta griego Homero, cuyo estilo fue comparado con el de Rowling: «rápido, simple y directo en la expresión». Algunos de estos comentarios señalaron que la novela retomaba temáticas victorianas y eduardianas como la vida en los internados ingleses, mientras que otros sugirieron que la novela introducía importantes temáticas relacionadas con la sociedad actual.

Reino Unido

El alquimista Nicolas Flamel es, en la novela, el creador de la piedra filosofal.

«Rowling utiliza dispositivos narrativos clásicos con originalidad y soltura, entregando un thriller enormemente entretenido, con una trama compleja y exigente» comentó Lindsey Fraser en una de las primeras reseñas que recibió la novela; en la misma destacó la verosimilitud lograda en la construcción del protagonista y el realismo que la autora había inyectado en su obra. Su comentario publicado en el The Scotsman precedió a otras opiniones favorables que obtuvo la novela-debut de Rowling. The Glasgow Herald también calificó al libro como «una fantasía completamente fascinante que levanta el vuelo desde su primera página».

Dada la repercusión que el libro había obtenido en Escocia, los periódicos de tirada nacional comenzaron a hacerse eco del fenómeno de ventas. Así, La piedra filosofal consiguió reseñas en publicaciones de gran difusión como The Guardian y de los periódicos The Sunday Times y The Mail on Sunday, que también notaron paralelismos con la obra de Dahl. La editora de Books for Keeps, Rosemary Stone, seleccionó la novela y publicó una crítica de la misma en la edición de septiembre de 1997; «Rowling es un nuevo talento de lo más emocionante y vigoroso», concluyó la especialista desde la columna dedicada a los nuevos autores.

Estados Unidos

El comentario publicado en The Boston Globe hizo hincapié nuevamente en los parecidos con la obra de Roald Dahl. Liz Rosenberg, quien redactó la reseña, opinó que La piedra filosofal reunía muchos de los requisitos que podrían convertirla en un clásico de la literatura infantil. No obstante, la comentarista también remarcó que las últimas veinte páginas de la novela sufrían por una resolución apresurada y por la falta de desarrollo de algunos personajes. Más reseñas elogiosas fueron apareciendo a lo largo de 1998 en publicaciones como School Library Journal, Booklist y Publishers Weekly; en esta última se destacó la pluralidad de elementos que la autora había incluido en su obra entregando una mezcla de misterio, humor y fantasía.

En la revista on-line Salon apareció otro comentario elogioso, esta vez de Christopher Taylor; dijo que a pesar de los prejuicios que una novela de estas características podría despertar (por su posible didactismo o por sus eventuales moralejas), la lectura de la misma consiguió superar cualquier expectativa negativa:

No creo que alguien pueda leer 100 páginas de Harry Potter y la piedra filosofal sin empezar a sentir ese inconfundible escalofrío que te indica que estás ante un clásico. […] No quiero ser condescendiente con Rowling y decir que ha escrito una maravillosa novela infantil; lo que ella ha escrito es una maravillosa novela y punto. Y para aquellos que insisten en que las novelas deberían impartir una lección, que la de Harry Potter sea la única que importa en la literatura: separar a los muggles de los magos.

Dos comentarios que aparecieron en The New York Times en 1999 se sumaron a los elogios que el libro ya había recibido. Michael Winerip escribió:

Como ocurría con Roald Dahl, J. K. Rowling tiene en gran parte ese don para mantener las emociones, miedos y victorias de sus personajes en una escala humana, aun cuando lo sobrenatural aparece por todos lados.

El redactor también comentó el malicioso humor del que Rowling hacía gala, aunque, a su juicio, la novela fallaba en los últimos capítulos en lo que atañe al desenvolvimiento de algunos personajes. El otro comentario, firmado por Pico Iyer en octubre, comentó el curioso efecto que se producía cuando una novela tan imbuida en tradiciones literarias inglesas (como estar el relato ubicado en internados escolares) llegaba a una cultura tan distinta como la de los Estados Unidos; en esos casos, lo que en la cultura original era percibido con cierto grado de realismo o mundanería se volvía algo exótico, hecho en el que encontró un punto de comparación entre La piedra filosofal y Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.

Sin embargo, y pese a todos los comentarios positivos que el libro había recibido, el teórico literario Harold Bloom redactó una crítica negativa del libro que apareció en el periódico Wall Street Journal en noviembre del año 2000. Bloom sostuvo, entre otras cosas, que la novela carecía de una buena escritura pero que además sufría de problemas más importantes como la falta de imaginación y la deuda con obras anteriores de la literatura inglesa. A su vez comparó a Rowling con otros escritores como Stephen King, John Grisham o Tom Clancy que registraban grandes ventas de sus títulos pero que, en su opinión, carecían de talento.

Otros países

Dado el furor causado por el éxito de la novela, escritores y especialistas de diversos países comenzaron a pronunciarse a favor o en contra de la misma.

En Argentina, los medios de comunicación registraron una profusión de opiniones de escritores locales sobre la novela. La escritora Ana María Shua, quien ha publicado relatos infantiles y juveniles, comentó:

Los libros de la serie me encantan para los chicos, aunque no aporten grandes novedades: son clásicos y sin experimentación, pero están bien hechos, son redondos, con una buena estructura narrativa y llenos de conocimiento sobre las relaciones entre los chicos y de éstos con los adultos.

Graciela Cabal, con una opinión similar habló sobre la destreza de la autora para estructurar el relato: «Cada capítulo es una estructura clara, que además cierra con cierto suspense. Y es tanto el horror presente que termina fundiéndose en humor bien inglés». También aparecieron comentarios similares de Santiago Kovadlof, Eduardo Gudiño Kieffer: y Ema Wolf; esta última escribió que «Si bien no aporta nada nuevo en el campo de la literatura y no sorprende, esto no le quita méritos, porque no es un libro ambicioso». Por otra parte, Beatriz Ferro declaró que el libro la había decepcionado y Margara Averbach manifestó que el elitismo que veía en los libros le disgustaba.

La escritora y docente colombiana Yolanda Reyes opinó que pese a los defectos del libro «hay [en él] un toque de frescura, de ingenuidad y de humor, lo mismo que una cuidadosa construcción de esa atmósfera entre cotidiana e insólita, que confiere a la novela su mayor poder de seducción y atrapa a los lectores». Después de que algunos críticos compararan el género fantástico e infantil del libro con diferentes novelas, Diego Gutiérrez del Valle, periodista de la publicación española Peonza señaló que en la novela se sentían las influencias de J. R. R. Tolkien y C. S. Lewis pero que asimismo alcanzaba a construir una identidad propia. Sonia Sierra indicó en el periódico mexicano El Universal que en la novela «Harry tiene una capacidad enorme para cautivar a los lectores. Además, en casa el libro lo leen varias personas».

Xavier Riesco Riquelme, radicado en España, también recibió la novela como una sorpresa ante lo que él calificó como «un mercado lleno de productos políticamente correctos».

Con esta curiosa mezcla de fantasía (dragones, unicornios y gnomos) y novela sobre niños en la escuela (matones, enemigos de patio de recreo y profesores hueso), la historia de Harry Potter se inscribe por derecho propio entre las mejores novedades de la literatura infantil. Además, es posible leerla a casi cualquier edad y disfrutar de ella, un logro considerable en cualquier género.

Controversias religiosas

Algunos grupos religiosos han sostenido que los libros de Harry Potter incitan a practicar la brujería.

La novela Harry Potter y la piedra filosofal, junto con toda la serie, ha sido víctima de controversias provocadas por diferentes grupos religiosos bajo las acusaciones de que contiene textos satánicos y promueve la brujería. Nancy Flanagan Knapp, buscando aquellos elementos que podrían ser interpretados como una apología de la brujería, concluyó que si bien las clases de Pociones impartidas por Severus Snape podrían ser tomadas como ejemplo para sustentar las mencionadas acusaciones, éstas más bien se asemejaban a una simple clase de química antes que a rituales esotéricos. La serie estuvo en los puestos superiores de la lista «Libros más cuestionados» de la American Library Association durante el período que va de 1999 a 2001. Además, gente de Nuevo México organizó un evento para quemar los libros de la serie alegando que las historias enseñaban brujería, satanismo y ocultismo.

En los Estados Unidos se han producido convocatorias para excluir los libros de escuelas; éstas, en muchas ocasiones, condujeron a impugnaciones y restricciones en el uso de los libros como máxima consecuencia. En uno de esos casos, el pastor Tony Leanz afirmó que Harry Potter promovía la religión wicca y, tomando la novela como un libro con contenido religioso utilizado en instituciones públicas, sostuvo que violaba la separación del Estado y la Iglesia. En 2003, el Catholic World Report criticó al protagonista de las novelas por la falta de respeto que mostraba hacia las normas y a la autoridad, y consideró que la serie mezclaba los mundos mágicos y mundanos como «un rechazo fundamental del orden divino en la creación».

En el año 2003, Gabriele Kuby publicó un libro titulado Harry Potter: El bien o el mal en el que escribió que «los libros de Harry Potter corrompen los corazones de los jóvenes, obstaculizando el desarrollo de un sentido bien ordenado del bien y del mal, y por lo tanto dañan su relación con Dios mientras la misma aún se está desarrollando». En 2005, el entonces cardenal Joseph Ratzinger —posteriormente el papa Benedicto XVI— recibió una copia del manuscrito de Kuby; poco antes de convertirse en Sumo Pontífice, Ratzinger —quien un tiempo antes había sido prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe— describió las novelas como una influencia potencialmente corruptora sobre los niños y afirmó que las mismas poseían «sutiles seducciones, que actúan desapercibidas y que de esa manera distorsionan profundamente la cristiandad en el alma antes de que pueda desarrollarse adecuadamente»; tiempo después dio permiso para la publicación de la carta donde expresó dicha opinión. Sin embargo, Peter Fleetwood, un sacerdote británico que ayudó a redactar un documento oficial sobre los fenómenos de la Nueva Era en 2003, mencionó que las historias de Harry Potter son historias morales que enseñan a los niños la importancia de hacer sacrificios para superar el mal; «no son malas y tampoco luchan contra la ideología cristiana», declaró el sacerdote.

Las respuestas de otros grupos religiosos han sido positivas. Rowling mencionó que sus libros «Así como han sido atacados desde una perspectiva teológica, [también] se los ha alabado y se los ha mencionado en los púlpitos; y para mí, lo más interesante y satisfactorio es que varias religiones diferentes lo hayan hecho». La autora remarcó también que los libros no son «exclusivamente» cristianos y que nunca intentó escribir una alegoría como lo hizo C. S. Lewis con Las crónicas de Narnia. Emily Griesinger escribió que la literatura de género fantástico ayuda a los niños a lidiar con la realidad; según ella, La piedra filosofal describe el primer paso de Harry a través de la plataforma 9 ¾ como una solicitud de fe y esperanza y su encuentro con el Sombrero Seleccionador como la primera de las muchas ocasiones en la que Harry aparece determinado por las decisiones que toma. Griesinger señaló que el sacrificio de la madre de Harry constituía la forma de «magia más profunda» que, por encima de la «magia tecnológica» también presente en la novela, era capaz de vencerlo todo y eso es lo que «el hambre de poder de Voldemort no entiende».

Análisis

Estructura

«La mujer [Rowling] posee una imaginación asombrosa. Ella estructura la serie como una de esas pinturas renacentistas, con diferentes líneas de perspectiva que se orientan hacia el infinito y en todas las direcciones, con extraños seres sobrenaturales y formaciones rocosas de fondo […]»
—Polly Shulman.

La novela funciona mediante la clásica estructura de tres actos, con una introducción situada en el mundo muggle y tanto el nudo como la resolución en el colegio; la estructura se completa con el posterior retorno al mundo del que se parte. Esta estructura simple que se repite en casi todos los libros de la serie ayuda a crear una sensación de familiaridad con el texto. En un principio, el hilo conductor de la trama es el viaje iniciático de Harry hacia el Colegio Hogwarts y el proceso de autodescubrimiento que atraviesa el protagonista, pero luego la intriga en torno a la piedra filosofal se convierte en eje del libro. Según Julia Eccleshare, Rowling aprovecha el mecanismo de la búsqueda como motor dramático, principio estructural y modo de caracterizar moralmente a los personajes que se ven envueltos en ella. Polly Shullman comentó respecto de esta estructura novelística que «El primer libro tenía una trayectoria dramática simple: Harry está seguro de saber quiénes son los buenos y los malos, pero supone mal».

Shullman también comparó la estructura de cada volumen con una serie de sonetos, ya que si bien los escenarios y situaciones suelen repetirse siguiendo el modelo de La piedra filosofal, Rowling no escribe cada capítulo como una parte independiente sino con un sentido de trayectoria y evolución dramática.

Temas

El tema principal del libro es la felicidad, que en palabras de la autora ha estado desde el principio en su obra. En el primer capítulo de la novela se anuncia la muerte de los Potter y, desde ese momento, la fatalidad ronda al protagonista. La intriga en torno a la piedra filosofal está motivada por la ambición de Voldemort, quien desea ser inmortal mediante el elixir de la vida. «La cuestión de la inmortalidad casi siempre está presente en la imaginación de J. K. Rowling. Todo el primer libro gira en torno al deseo de Voldemort de conseguir la piedra […]» comentó David Colbert al respecto.

El autosacrificio motivado por el amor es otro tema central en este libro y en toda la saga, de acuerdo con Daniel Mitchell. El amor es la fuerza que puede detener el poder de Voldemort puesto que él desconoce por completo su poder y la forma en que opera. Además, Mitchell ve ciertas resonancias cristianas en el sacrificio de Lily Potter por la vida de su único hijo, las cuales luego se repiten en otros personajes como Dumbledore y Dobby a lo largo del ciclo novelístico.

De acuerdo con Gwen Tarbox, La piedra filosofal también aborda la cuestión de las relaciones entre niños y adultos en base al concepto de «inocencia infantil» que deriva del Iluminismo; esta concepción determina que un niño «inocente» es aquel que ignora determinados hechos. Según el análisis de Tarbox, se instaura una relación entre Harry y Dumbledore sobre la base de la posesión de conocimiento que el segundo facilita al primero, relación que llega a su punto máximo en Harry Potter y la Orden del Fénix.

El poder y la tentación por éste constituyen otro núcleo temático. Alan Jacobs señaló que la magia, tal y como la describe Rowling, funciona como una metáfora sobre el papel que la tecnología juega en el mundo real y que su dominio consiste en aprenderla mediante el estudio; personajes como Voldemort muestran una ambición por poder dominar esa magia que los ha hecho pasarse al lado oscuro. A. O. Scott sostuvo que Harry se enfrenta a las promesas de poder y grandeza cuando elige no formar parte de la casa Slytherin, pero sostiene que el muchacho se verá inevitablemente tentado por el poder en otras ocasiones. Shullman, por el contrario, opina que Harry no presenta ese tipo de dudas sino que sus tentaciones tienen más que ver con la añoranza por los seres queridos que no están con él, como se vería en su relación con el espejo de Oesed.

Intertextualidad e influencias

Se ha señalado que la saga de Harry Potter —y La piedra filosofal en particular— guarda similitudes estilísticas, temáticas y narrativas con otras obras que la precedieron tanto en la literatura inglesa como en la producción literaria de otros países. Estas relaciones intertextuales (categoría propuesta por Julia Kristeva sobre la base de la obra de Mijaíl Bajtín), según señalan la mayoría de los especialistas, se manifiestan en la obra de Rowling a través de la reelaboración de situaciones, personajes e ideas. A propósito de estas reelaboraciones, la catedrática de la Universidad de Almería, Blasina Cantizano Márquez, escribió que:

A sabiendas o no, Rowling toma los mejores ingredientes de la literatura juvenil en lengua inglesa, para crear unos personajes y elaborar unas historias que cautivan al lector, (…) es precisamente por esta habilidad sintetizadora y recreadora por lo que hoy debemos valorar la aportación de Rowling a la literatura fantástica contemporánea.

Cuento de hadas

Tomando en cuenta las investigaciones que efectuaron el psicólogo infantil Bruno Bettelheim y el historiador Joseph Campbell aplicando categorías psicoanalíticas al análisis de relatos folklóricos, se señaló que Harry Potter refunde arquetipos cargados de profundas significaciones. En The Uses of Enchantment, Bettelheim propuso que el cuento de hadas era el único tipo de relato infantil del cual se podrían inferir las soluciones a los grandes problemas de la humanidad; Richard Bernstein, siguiendo al psicólogo austríaco, afirmó que si se lo ve desde el punto de vista de los lectores infantiles, La piedra filosofal expresa los terrores de la infancia, lo cual lo hace atractivo a dichos lectores. El texto refleja el miedo a la crueldad paterna y a la competencia con los hermanos a través de la relación de Harry con los Dursley; ese vínculo familiar emparienta el texto con narraciones como «Cenicienta». La novela también refleja la angustia surgida por el abandono o por la desaparición de los padres (como en «Hansel y Gretel») y las inseguridades ante cambios y adaptaciones que el protagonista debe atravesar, por ejemplo, al ingresar a Hogwarts. Otra herencia de estas narraciones es la clara distinción entre las figuras paternas reconocidas como benignas (los Potter) y las figuras paternas sustitutas y hostiles (los Dursley), que operan como dos caras de una misma moneda pero que aparecen desdobladas por cuestiones de conceptualización de la mente infantil. Sin embargo, el protagonista se diferencia de los personajes centrales en estas narraciones puesto que Harry no suele contar con la ayuda de ningún auxiliar sobrenatural, sino que debe resolver los problemas por sí mismo. Otra diferencia se da con un elemento muy común en la tradición del cuento de hadas: el espejo; mientras que en la mayoría de estos relatos el espejo es un elemento perturbador o la puerta a otros mundos, en el texto de Rowling es un elemento que permite la catarsis y el fortalecimiento de la personalidad.

«Hansel y Gretel», uno de los múltiples cuentos de hadas que refunde Harry Potter.

A nivel estructural, Harry Potter y la piedra filosofal también se relaciona con los cuentos de hadas por poseer un final feliz —condición sine qua non de este tipo de narraciones— que se presenta tras una serie de obstáculos superables. «La moralidad no es el tema de estos cuentos» afirmó Bettelheim «sino dar la seguridad de que se puede salir adelante». Otra característica estructural afín a los relatos mencionados es la repetición de escenarios y situaciones que La piedra filosofal instaura a lo largo de casi toda la saga. Colbert, apoyado en las teorías estructurales expresadas por Campbell en El héroe de las mil caras, señaló que el inicio de cada relato en el suburbio de Little Whinging con los Dursley y el retorno al «mundo real» tras las aventuras en Hogwarts se relaciona con el carácter cíclico que Campbell atribuyó a todos los relatos folklóricos y con el rol de Harry como encarnación de un arquetipo heroico. Este último atraviesa la literatura y el cine con obras tan disímiles como la Odisea y La guerra de las galaxias.

Cosmovisión

Rowling no concibe el mundo en que transcurren sus novelas adoptando el modelo de high fantasy de Tolkien o Le Guin. La trama de sus libros no tiene lugar en un universo alternativo y completamente separado del mundo real; por el contrario, el universo de Harry Potter existe dentro del mundo considerado «real» y tiene contactos con el mismo en varias ocasiones. Visto a través de Hogwarts, el escenario creado por Rowling se muestra mutable y en constante cambio a diferencia de las realidades establecidas en las obras de los autores arriba mencionados.

Esto, según se ha señalado, facilita al lector la suspensión de la incredulidad y su entrada al mundo que propone la novela ya que se le brindan puntos de referencia en la realidad conocida. El libro comienza en la moderna ciudad de Londres y todo lo que atañe a la comunidad mágica coexiste en forma oculta a la vista de los no magos. Esta «realidad oculta» posee una organización geopolítica, educativa y económica, otros puntos de referencia para el lector. En el mundo de Harry Potter la magia no puede solucionar cualquier problema; Tom Morris escribió que los problemas que se presentan en la novela rara vez se resolvían por medio de la magia, sino mediante una combinación de diferentes virtudes humanas clásicas.

Se ha dicho también que la Inglaterra descrita por Rowling es puramente literaria, pues conserva los rasgos fundamentales de una imagen eduardiana del país que aparece con mucha frecuencia en la literatura infantil nacional.

Personajes

Lord Voldemort posee rasgos similares a los de Satán en el Paraíso perdido.

En los personajes de Rowling se perciben diversas configuraciones que los relacionan con las creaciones de otros autores. En el caso de Harry, por ejemplo, Colbert comentó las múltiples similitudes que éste guarda con otros héroes literarios gracias al monomio que describió Joseph Campbell. Otros investigadores han señalado similitudes más específicas con héroes como el rey Arturo, ya que al igual que éste, Harry es un «príncipe desposeído» que desconoce su linaje. En cuanto a su condición de huérfano, se han señalado múltiples fuentes; Philip Nel afirmó que Harry tiene muchas semejanzas con el protagonista de Oliver Twist pero aún más con James Trotter, el personaje central de James and the Giant Peach, ya que ambos habían sido criados por tíos que los forzaban a vivir en pequeños lugares.

En otros personajes de la novela también se ven rasgos intertextuales: Voldemort representaría en la obra de Rowling lo que la figura de Satán representa en el Paraíso perdido de John Milton, un ser que se ha decantado por el lado oscuro debido a sus ansias de poder; Dumbledore encarnaría la figura del sabio al igual que el mago Gandalf de Tolkien; y ciertas concepciones teológicas de Milton; los Dursley se parecen en cuanto a su función represiva, posición periférica e ideología a los Wormwood que mortifican a la protagonista de Matilda, también de Dahl.

Premios y distinciones

Tras la publicación y la recepción de la crítica especializada, la novela consiguió diversos premios literarios en el mundo angloparlante; entre los galardones recibidos en territorio británico destaca el National Book Award, que le fue concedido en 1997. Ese mismo año, el Youth Libraries Group galardonó a J. K. Rowling con la medalla de oro del premio Nestlé Smarties Book Prize, que eligió La piedra filosofal como la mejor novela para la franja de lectores que va de los 9 a los 11 años, superando a novelas de Philip Pullman y Henrieta Branford. Para Julia Eccleshare, este último premio asentó la popularidad del libro, según afirma, ya que además de haber sido preseleccionado por un jurado compuesto por críticos, ilustradores y escritores, el resultado final dependió de la votación de los niños, un fuerte indicador de la aceptación del libro. También consiguió —ya en 1998— la mayoría de los premios literarios en los que los niños oficiaban como jurado: el Children’s Book Award, el Young Telegraph Paperback of the Year Award, el Birmingham Cable Children’s Book Award y el Sheffield’s Children Book Award. Además, La piedra filosofal consiguió ser preseleccionada para la Carnegie Medal y el Guardian’s Children Book Prize, ambos premios elegidos por adultos. Otros galardones le fueron otorgados por su desempeño comercial en la industria del libro; concretamente el British Book Award en la categoría Libro infantil del año y el premio al Autor del año entregado por la Bookseller’s Association.

En Estados Unidos, la novela fue seleccionada para los ALA Notable Book y para la categoría Mejor libro del año de los premios entregados por Publisher’s Weekly, ambos en 1998. La piedra filosofal no consiguió ninguna de estas dos distinciones, pero la revista Parenting Magazine y la Biblioteca Pública de Nueva York le otorgaron el premio a Mejor libro del año en 1998. Otros premios obtenidos fueron el de Mejor libro del año del School Library Journal y el que otorga la American Library Association en la categoría Libro destacado y Mejor libro para jóvenes adultos.

Impacto en diversas disciplinas

El libro ha sido analizado desde áreas como la educación, la psicología y el marketing.

Recreación del Andén 9¾, de donde parte en la popular ficción de la serie Harry Potter el expreso desde Londres a Hogwarts, montada entre los andenes 9 y 10 de la estación de King’s Cross. Se representa un carrito atravesado en la pared, como ocurre en el libro.

Ya en 1986, especialistas en el área de la educación habían descubierto que la alfabetización de los niños estaba directamente relacionada con el número de palabras que se lee por año, lo que mejoraba su lectocomprensión, incluso en los casos de aprendizaje de una segunda lengua; se señaló también que los niños leían mucho más si encontraban material que les gustase. Nancy Flanagan Knapp sostuvo que la novela poseía todas las características de un libro que incitaba a la lectura. Además, una encuesta realizada por The New York Times en 2001 estimó que casi el 60 % de los niños de Estados Unidos de edades comprendidas entre los 6 y los 17 años habían leído al menos un libro de Harry Potter; de este grupo, al menos un 50 % había leído La piedra filosofal. Las encuestas realizadas en otros países, como Sudáfrica y la India, desvelaron que los niños de naciones muy diversas se entusiasmaban con la serie. Dado que los dos primeros volúmenes de la serie son bastante largos, Knapp calculó que un niño que hubiese leído los cuatro primeros había leído más de cuatro veces el número de páginas de textos escolares leídos en un año. Esto mejoraría las habilidades de los niños y su motivación para leer.

Con respecto a la enseñanza en el campo de la psicología educativa, Jennifer Conn contrastó la experiencia en su área de enseñanza que demostraba el personaje Severus Snape con su método de intimidación a los estudiantes; por otro lado, la entrenadora de quidditch, Madame Hooch, ilustra técnicas útiles en la enseñanza de habilidades físicas, como dividir acciones complejas en secuencias simples para ayudar a los estudiantes a evitar errores comunes. Joyce Campos remarcó que los libros ilustran cuatro de los cinco temas principales de la sociología: «Conceptos sociológicos como la cultura, la sociedad y la socialización, la estratificación y la desigualdad social, las instituciones sociales, y la teoría social».

En el sitio web oficial de CNN se publicó un artículo en el que se resaltaba a Harry Potter como currículo en muchas instituciones universitarias. Danielle Tumminio, graduado de Yale, enseña en una cátedra llamada Teología Cristiana y Harry Potter, donde los estudiantes examinan temas relacionados con el cristianismo tales como el pecado, el mal y la resurrección presentes en la serie.

El espejo de Oesed, que muestra al espectador lo que más desea, se ha utilizado como una metáfora de la forma en que la publicidad farmacéutica explota el entusiasmo de los médicos para salvar vidas y erradicar el sufrimiento. Stephen Brown señaló que los primeros libros de Harry Potter, especialmente La piedra filosofal, fueron un gran éxito pese a la insuficiente y mal organizada campaña promocional, y aconsejó a los ejecutivos de marketing que se preocupasen menos por rigurosos análisis estadísticos y el «análisis, la planificación, la ejecución y el control» del modelo de gestión. En su lugar, recomendó que se considerase los relatos de Harry Potter como «una clase magistral de marketing» llena de atractivos productos. Como resultado de esto, el fabricante de juguetes Hasbro presentó bajo licencia en 2001 una versión real de cada Bertie Bott’s Every Flavour Beans, unos dulces ficticios de la serie.

Explicaciones sobre el éxito de Harry Potter

Ante el éxito sin precedentes de la novela surgieron diferentes explicaciones que intentaron aclarar el por qué de dicho fenómeno. La variedad de explicaciones es muy amplia, ya que algunas de las mismas recurren al contexto socioeconómico y cultural, otras prestan atención a las operaciones de mercadotecnia que acompañaron a la publicación de las novelas y un tercer grupo busca justificaciones en el tipo de materiales de la tradición literaria con que Rowling trabaja así como otros rasgos intrínsecos de la obra.

Zack Snipes opina que el éxito de la novela se debió a una fuerte campaña de marketing. Andrew Blake sostuvo en La irresistible ascensión de Harry Potter que el éxito de la serie de libros no podía explicarse simplemente recurriendo a una campaña de marketing como exégesis del fenómeno. «Eso no explica cómo un libro para niños que fue publicado inicialmente en una tirada de 500 ejemplares […] se gana la atención del mundo entero en primer lugar, ni por qué ese libro, y la serie subsiguiente resultan tan atractivos para los adultos». El éxito de las novelas estaría antes relacionado con la forma en que Rowling impactó con su novela en un contexto político y cultural específico. En cuanto al primero, Inglaterra estaba atravesando un momento crucial cuando la novela apareció: el país estaba redefiniendo su postura ante la globalización y se estaba produciendo un cambio en el paradigma cultural británico; en cuanto a lo segundo, Harry Potter llegó en medio de un panorama literario dominado por la corrección política.

Otras posturas más inmanentistas analizaron qué características del texto provocaban la fascinación del público. Algunos como Anne Hiebert Alton determinaron que la fusión de diferentes géneros y temáticas constituía un todo atractivo para el lectorado; Peter Appelbaum, por otra parte, afirmó que el interés que la novela despierta tiene que ver con la presentación de la magia como tecnología de consumo. Para el especialista cristiano Daniel Mitchell, la supuesta atracción por la brujería que generarían los libros tampoco alcanza para explicar el éxito; antes, opina, esto último podría explicarse por las características del texto, como el protagonista que encarna el arquetipo de huérfano desvalido que genera empatía con el lector. Para Gwen Tarbox tampoco alcanza para explicar la popularidad de los libros entendiendo a la confrontación épica entre Harry y Voldemort que éstos presentan; para ella el atractivo de la serie radica en la constante lucha del protagonista para apartarse de la inocencia y del desconocimiento.

Para descargar el libro, haga clic aquí:

http://www.pu.if.ua/depart/Inmov/resource/file/samostijna_robota/Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01.pdf

Para ver la película, haga clic aquí:

Fuente de la Reseña:

https://es.wikipedia.org/wiki/Harry_Potter_y_la_piedra_filosofal

 

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Entrevista a Noé Jitrik. «Si no hay filosofía ni literatura en la sociedad, la ciencia va a ser endeble»

26 Marzo 2017/Fuente: lanacion/Autor:Natalia Gelós

Para el escritor, ensayista e investigador, que acaba de publicar una novela y una autobiografía, escribir es una «experiencia radical», una búsqueda entre palabras «sustantivas y reales». «La lectura siempre ha sido la palanca del cambio», dice

Más tarde, en este café que resiste desde la década del 30, Noé Jitrik pronunciará con desprecio la palabra «tedio». ¿Qué queda si no hay libros, historias, películas, cultura? Eso, y lo dirá arrugando el entrecejo, con una mueca, como se ahuyenta a un fantasma rengo. También dirá: «No me gusta lo ?poetoso’, lo vehemente. Me gusta una prosa contenida y buscar, en esa contención, efectos posibles». Y sus ochenta y nueve años sólo serán, entonces, apenas un número que explica el tiempo necesario para armar una trayectoria como la suya, que comprende ensayos, ficciones e investigaciones, la dirección del Instituto de Literatura Hispanoamericana y de la colosal colección de doce tomos de Historia crítica de la literatura argentina. Días antes dirá que prefiere la tarde para charlar, porque lo encuentra más lúcido y más espeso. Aquí está, entonces, en una tarde de ciudad agitada, en una mesa de café en el barrio de San Nicolás, para hablar de su última novela, Terminal (Voria Stefanovsky Editores), de su autobiografía Fantasmas del saber (Editorial Ampersand) y de la necesidad de la literatura para la sociedad.

¿Cómo nace la historia de Terminal? ¿Cómo ve usted su propia novela?

Sale de un texto anterior, de la novela Destrucción del edificio de la lógica. En ambos casos no es tanto el tema que se va desencadenando, sino ciertas atmósferas que son las que a mí me motivan. Hoy pensaba en eso: hay cierto halo de misterio que tiene el barrio San Cristóbal de Buenos Aires, los hoteles, los cafés. No es que haya vivido en ese barrio pero cuando paso por ahí siento eso. Siempre me pregunto sobre la vida secreta de sus hoteles. Eso desencadena una acción posible, y una acción posible desencadena personajes posibles que son necesarios para un relato, y luego ese relato está sometido a una serie de variables y afluentes que corresponden a mi memoria, a mis fantasías, a mis obsesiones, pero no de persona sino de escritor. Ese tipo de cosas se va intercalando y tiene algo que me importa mucho: la idea de desplazamiento. El ritmo narrativo tiene un momento disperso, desesperado, y un momento de calma. Los momentos de desplazamiento son los hoteles. Los momentos de reposo son los cafés.

La atmósfera, el paisaje: ambas ideas son abordadas en Fantasmas del saber. ¿Cuándo piensa todo esto que explica? ¿Durante la escritura o después?

Ahora. Sólo ahora lo pienso. San Cristóbal también está ligado al Hospital Francés. En otro texto que tengo guardado hay escenas del hospital, que en San Cristóbal es un núcleo de situaciones, un estallido de cosas. Uno llega ahí y empieza a pensar. Los hotelitos que están al lado del hospital, ¿quiénes se alojan ahí? Son los aspectos misteriosos. No es la manera de un Mujica Lainez que habla de Buenos Aires. Tampoco las figuraciones urbanas de Bioy Casares se hacen cargo de esa zona enigmática.

¿ Cómo comienza una historia?

Lo que la desencadena es una primera frase que me parece convincente y me sugiere la posibilidad de seguir. Es la cualidad del lenguaje: uno dice A y enseguida convoca a las otras vocales. Todo comienzo en materia de lenguaje supone narraciones posibles. No tengo temas por anticipado.

¿Se bloquea a veces? ¿Qué hace en esos momentos?

Confío mucho en el sueño. No lo induzco pero me doy cuenta de que cuando estoy con algo, con un nudo que no he resuelto, por la mañana cuando me despierto generalmente tengo la salida.

Terminal, Fantasmas del saber, en el medio la Universidad de Villa María publicó sus trabajos sobre Sarmiento, salió La Nopalera, el sexto libro de notas sobre su paso por México y también están las contratapas de Página/12. ¿Cómo conviven esos géneros?

Tal vez sea yo un bipolar. También hay momentos en los que no se me ocurre nada.

¿Cómo se lleva con esos momentos?

Mal, porque soy un tipo completamente anormal. No tengo más vida que la escritura. En esos días soy un monstruo. Cuando no tengo para escribir, me desespero. Cuando salgo de eso, y empiezo por una punta, me convocan una cantidad de estímulos de diversa naturaleza. Escribo poesía y al mismo tiempo relatos y artículos periodísticos. Las contratapas me interesan porque es una manera de participar desde mi perspectiva en algo. Todo eso viene junto.

¿Cuándo fue la última vez que apareció el ya trillado fantasma de la hoja en blanco?

Ayer, anteayer. Hoy ya estoy saliendo del pozo. Yo intento que mi escritura sea material. Hay que escribir con palabras que sean verdaderas, sustantivas y reales.

¿Cómo se logra eso?

Se siente.

La percepción aparece como idea en Fantasmas del saber, en Terminal es parte del atractivo de la historia. ¿A qué se refiere con sentir una escritura?

Es funcional. Después de ese sentir, empieza una posibilidad de percibir y preguntarse qué fue lo que motivó, y después que uno más o menos entra en ese campo, el de explicarse por medio de la percepción, ahí ya puede entrar en el nivel del conocimiento y la explicación, que es donde entra eso que podría llamarse la crítica.

¿Cómo se para usted frente a los críticos literarios?

No es una profesión la de la crítica, es una actitud en relación con el lenguaje y con las cosas que a uno le pasan. Es un gremio que tiene el poder. Hacen reseñas, escriben notas y califican. Suerte para ellos. Yo no tengo eso. Lo que podría llamar crítica es un nivel de progresión a partir de un sentimiento que se convierte en percepción, luego un conocimiento y la necesidad de transmitirlo. Ahí está lo que yo llamaría la crítica. Ahora estaba leyendo el Borges de Bioy Casares. Esa actitud crítica era permanente. Dos escritores, dos personas que no tienen otra cosa que la percepción y la explicación de eso que han percibido. Yo trato de explicar, de ser razonable y mostrar un aparato. Y ese aparato tiene historia, está impregnado de ciertos saberes que he leído, de otros teóricos de orden lingüístico, filosófico, que me conducen a hacer algo diferente de lo que hacen ellos.

Ahí estaría explicando la fórmula Jitrik.

Sí, y ahí de alguna forma me condeno porque siempre me llaman «crítico» y como socialmente el crítico es un tipo muy limitado, dicen: «Si es crítico, ¿por qué va a hacer poesía o va a escribir una novela?». En Terminal, hay un policía y un presunto escritor y charlan y evocan un poema de Lugones y viene un mozo y los corrige. ¿De dónde sale ese material? Es mi manera de introducir crítica en el orden narrativo. Eso me parece que a esta novela le da cierto carácter vanguardista. Se separa de las prácticas narrativas más frecuentes en la Argentina que siempre cuentan conflictos, separaciones, amores, drogas, sexualidad. Yo intento una cosa en la que la distorsión de los términos dé lugar a un relato.

¿Disfruta la narrativa actual?

Hay cosas que me han interesado. Las he leído con gusto y demás, pero creo que siguen líneas que son aceptables, que las grandes editoriales toman porque les parece que esa lectura más o menos corriente se requiere, acepta y celebra. Mi aspiración es otra. Mi aspiración es que los lectores se detengan en eso, que se pregunten «¿qué está haciendo este tipo?».

Usted escribe que a partir de la lectura de Dostoievski comprende el carácter indispensable de la literatura para la sociedad. ¿La sociedad le da ese valor a la lectura?

Se la rechaza. Ese señor que está ahí no lee. ¿Por qué? Porque la lectura lo cambiaría. Prefiere permanecer en una zona que yo llamo de garantía: si yo estoy tomando un café y tengo un vaso de agua, lo comprendo, y quiero que sea para siempre, que no me molesten con que el vaso de agua tiene que ir acá. Los lectores son una enorme minoría. A mí me parece que la lectura siempre ha sido la palanca del cambio. En esta indiscriminación del libro, en esta industria parece que eso ya no ocurre, es excepcional que algo tenga esa fuerza para cambiar, pero individualmente, sí. Esa escena casi mitológica del Che Guevara contra un árbol leyendo Jack London es casi lo mejor de la historia del Che. El libro le dijo lo que era lo suyo en la vida.

En su autobiografía habla de los libros no leídos. ¿Cuándo decide no leer?

Las opiniones masivas nunca me convencieron. A García Marquez lo descubrí mucho después, por ejemplo, y ahí sí lo fui siguiendo.

¿Cuál sería el mejor García Márquez?

Para mí es el de El coronel no tiene quien le escriba, donde tiene categorías más profundas que la mera anécdota. Ha sido un gran escritor. El tema y el ingenio tienden a predominar y como tiene un aparato narrativo muy sólido, lo hace muy bien. Domina el arte de la narración.

¿Qué diferencia ve entre la escritura y el arte de la narración?

La escritura es una experiencia radical. El arte de la narración es la capacidad de poseer un instrumento que le permite a uno resolver un determinado tipo de discurso.

¿Cómo surgió el proyecto de Historia crítica de la literatura argentina, que está por completarse luego de tantos años?

Me pregunté cómo narrar la literatura argentina: tenía un nacimiento claro y un final, el de la desdicha, que era el de la dictadura militar, donde hubo muchos best sellers, donde la gente quería distraerse, y que significó el gran negocio de las editoriales, mientras la literatura argentina estaba reprimida. ¿Qué había en el medio? Eso fue lo que nos preguntamos y así salieron capítulos. Doce volúmenes eran doce momentos. Cierta concepción de la historia se hacía presente también, pero prevalecía el carácter narrativo que le quisimos dar al conjunto, a cada volumen y a cada trabajo.

¿Por qué salió el primer volumen tanto tiempo después? (El primer volumen publicado fue el 10, y salió al ruedo en 1999.)

Porque era una empresa editorial, no científica o académica, que trabaja con una perspectiva comercial que había que considerar y pesó quiénes podían emprender antes el trabajo. El número uno salió hace dos años. Éste es un trabajo que hemos hecho casi vocacionalmente. Espero que en algún momento se comprenda, porque no ha habido respuesta. Es un libro que para mucha gente es indispensable, es una fuente de recursos, las bibliotecas extranjeras lo tienen, pero como exégesis de esta obra sólo dos o tres colegas muy buenos se ocuparon del asunto.

¿Y cuándo saldrá el último volumen, el doce?

Estamos terminándolo. Faltan detalles, y que entreguen algunos colaboradores. Esperamos que salga en el curso de este año.

En este contexto donde se pone en discusión el lugar que se le da a la investigación científica, ¿qué puede decir sobre la necesidad de las investigaciones que se dan en el Instituto de Literatura Hispanoamericana?

En este momento, el planteo de ciencia aplicada con limitación de ciencia pura afecta también a las ciencias sociales y a las humanidades, porque en ese planteo empieza a predominar un criterio de aplicabilidad del que se habla en la industria. Esto afecta a las ciencias sociales porque no son prácticas. El ministro Barañao preguntó a quién le importaba lo que había pasado en la Edad Media en España, como diciendo «¿Eso con qué se come?». Es un acto de barbarie, porque la cultura se forma desde lo secreto hasta lo explícito. Para que haya buena ciencia es necesario que haya buena literatura. A lo mejor yo soy un poco platónico en esto, pero si no hay filosofía en una sociedad, si no hay literatura, la ciencia va a ser endeble. La ciencia tiene que ser fuerte y la ciencia aplicada tiene que ser una inteligente adaptación como fruto de todo ese entramado, por eso en el Conicet las ciencias sociales poco a poco se abrieron camino. Se supone que pese a las diferencias, en una sociedad hay miradas responsables sobre lo que es la cultura y la ciencia. Esto crea una fisura social muy grande. ¿A quién le importan los delirios de Juan L. Ortiz? Pensar en los delirios de Juan L. Ortiz abre la cabeza, abre mundos. Ya lo decían los filósofos de la Cábala: la palabra abre universos.

Biografía

Noé Jitrik nació en 1928 en Rivera, provincia de Buenos Aires. Autor de cuentos, novelas y ensayos críticos, dirige el Instituto de Literatura Hispanoamericana y, desde 1999, la colección de doce tomos de Historia crítica de la literatura argentina. Sus últimos libros son la novela Terminal y Fantasmas del saber.

¿Por qué lo entrevistamos?

Porque es una de las mentes más lúcidas para pensar la literatura, y la practica con esa misma vocación

La foto

Noé Jitrik elige una foto tomada por su hija, la artista Magdalena Jitrik, pensada como portada de alguno de los libros. «Es una hermosa foto y en ella se ven las arcas que he juntado en algunos viajes.» Los libros de la foto fueron puestos al azar. Jitrik destaca los colores, la belleza de la imagen.

Fuente de la entrevista: http://www.lanacion.com.ar/1994364-noe-jitrik-si-no-hay-filosofia-ni-literatura-en-la-sociedad-la-ciencia-va-a-ser-endeble

Fuente de la imagen: http://bucket3.glanacion.com/anexos/fotos/92/literatura-2383292w620.jpg

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¿Podemos hablar de los mejores 10 libros africanos de 2016?

Por: Sonia Fernández Quincoces

Presentamos un listado de publicaciones que conmueven y sumergen en otros mundos.

El final de año tiene mucho de hacer balance. Echar la vista atrás puede ser un ejercicio difícil. Con un pie dentro y el otro ya casi fuera, nos esforzamos en desterrar los malos momentos y tratamos de dejar que afloren aquellos otros que nos emocionaron. Tal fue el caso de la traducción del relato de Ngugi wa Thiong´o por el, siempre original y lleno de ideas, colectivo Jalada a más de 30 lenguas africanas (también el castellano) o la participación de Alain Mabanckou en el Collège de France.

Y, a falta de traernos el Nobel de Literatura a casa (próxima campaña ya preparada: #NgugiwaThiongoNobel2017), tuvimos la nominación para “The Man Booker International Prize 2016” de Fiston Mwanza Mujilla y José Eduardo Agualusa (con su Teoría general del olvido, publicado en Argentina), y las del egipcio Mohamed Rabie y el marroquí Tareq Bakari para el IPAF. Sin olvidar una finalización de año vertiginosa con la aparición de nuevas editoriales (como Baphala, que acaba de publicar El peluquero de Harare de Tendai Huchu), la noticia del aumento de Clubs de lecturas africanas, la concesión del Gouncourt a Leila Slimani por Chanson Douce, que la editorial Cabaret Voltaire ha anunciado traducirá para febrero de 2017, o el premio Cinq continents de la Francophonie a la tunecina Fawzia Zouari

Con rapidez acuden a nuestra mente algunos títulos que nos deslumbraron, tras ellos otros bien escritos pero que, por una u otra razón, no nos llegaron a enganchar, o los que nos desilusionaron después de haber depositado en ellos todas nuestras ilusiones… y nos ponemos a confeccionar “la lista” que todo final de año que se precie tiene que lucir. Sin embargo, las listas suelen englobar una gran cantidad de imprecisiones. Finaliza un nuevo año, se nos va el 2016, y seguimos cuestionándonos lo mismo en relación a la literatura que nos llega del continente africano, ¿podemos hablar de los mejores libros africanos de 2016?. La respuesta, para todos los que consideramos que hablar de literatura africana es hablar en términos de generalización, cosificación y reducción de lo múltiple y diverso, es no.

Esta es una lista más, tan incompleta y parcial como muchas otras que aparecen estos días. Sin embargo, no lista los “mejores 10 libros africanos de 2016”, pecaríamos de un exceso de soberbia. Resalta los 10 mejores libros (traducidos de manera inédita o reeditados este año pero muchos de ellos escritos con anterioridad a 2016) a los que hemos podido tener acceso (fuera queda un inmenso mar lleno de lecturas inalcanzables), y a través de los cuales diferentes escritores, originarios de otras tantas culturas y diversos países africanos nos han conmovido, nos han interpelado, nos han hecho profundizar en nuestros conocimientos, nos han abierto puertas, nos han brindado la oportunidad de tratar de entender (lo primero a nosotros mismos) y nos han sumergido en otros mundos, cada cual en el suyo propio.

Sabemos que otras listas no son solo posibles sino también necesarias y completan a la actual (las de expresión inglesa de Africa is a country, Writivism, Brittle Paper o Bookshy, o, los repasos a lo que ha surgido en expresión francesa que ofrecen Jeune Afrique o Le Monde Afrique, por ejemplo). Bienvenidas sean todas. Ésta es la nuestra:

1.- La confesión de la leona de Mia Couto (Alfaguara) / La confessió de la lleona (Edicions del Periscopi). Traducción: Rosa Martínez Alfaro (cast.) y Pere Comellas (cat.)

'La confesión de la leona', de Mia Couto.
‘La confesión de la leona’, de Mia Couto.
El mozambiqueño Couto es un mago del lenguaje y también un ensoñador de historias. En ésta, Mariamar, una de las narradoras, vive bajo la tiranía de un padre que la somete a una situación asfixiante y sabe que cuando el sol despunta es igual ser gacela o león; tienes que empezar a correr. El terror y el miedo se han adueñado de la aldea de Kulumani que continúa en guerra para las mujeres y en donde todos son infelices, sobre todo ellas, siempre excluidas, apartadas y borradas. Mientras leemos, iremos comprobando que en esta aldea hay leones de la sabana, leones fabricados por el hombre y hombres leones. Y que todos ellos, para nuestra sorpresa, son de verdad.

2.- Los pescadores de Chigozie Obioma(Siruela) / Els pescadors (Quaderns Crema). Traducción: Dora Sales Salvador

Portada de 'Los pescadores', de Chigozie Obioma.
Portada de ‘Los pescadores’, de Chigozie Obioma.
Con esta su primera novela, Obioma ha sorprendido al mundo literario. Con ella nos engancha a través de una narración trágica, que trae ecos de Chinua Achebe y que indaga en las relaciones familiares y fraternas dentro de una sociedad que respira modernidad pero que aún cree en supersticiones y creencias. De factura clásica, provista de un lenguaje evocador repleto de metáforas y descripciones prolijas y abundantes y traspasada por la nostalgia, nos engancha a través de una trama original con varias capas de lecturas. Novela sobre pérdidas, ya sean las de los sueños, las de un futuro luminoso o las del amor incondicional entre hermanos

3.- Sueños en tiempos de guerra de Ngugi wa Thiong´o (Rayo Verde). Traducción: Rita da Costa

Primer volumen de sus memorias traducido al castellano (el segundo es In the House of the Interpreter y el tercero, publicado este mismo año y seleccionado por The Guardian como uno de los libros de 2016, Birth of a Dream Weaver). En esta ocasión Ngugi nos descubre con ojos de niño la Kenia de su infancia y nos narra “el sueño de cambiar el destino de un país colonizado inmerso en una guerra genocida”. La evocación de su madre, junto con los esfuerzos por construir un modelo educativo propio que distara del impuesto, nos van dando la medida de la visión del escritor en ciernes que disciplinado acude a la escuela día tras día mientras va surgiendo en él la necesidad de contar a través de la ficción. Simplemente añadimos: queremos más.

4.- Crítica de la razón negra de Achille Mbembe (Nedediciones). Traduccción: Enrique Schmukler

El camerunés en este libro nos coloca delante de un reverso. Si para Kant la crítica fue de la razón pura, para Mbembe lo es de la razón negra. Y como armazón la raza. O el racismo, “del que solo se puede hablar a través de un lenguaje fatalmente imperfecto, gris inadecuado”. Ya que todo lo pervierte y lo quebranta. Algo que no existe, pero al que hemos dotado de presencia encarnada. El pensador parte de tres momentos que han ido dotando a la imagen del negro de un conglomerado de ficciones: esclavitud, colonialismo y neoliberalismo. De ficciones, sí, porque la denominada “razón negra” surge de ella.

5.- Civilización y barbarie de Cheikh Anta Diop (Bellaterra). Traducción: Albert Roca

6.- Vivir en la frontera de Leónora Miano (La Catarata). Traducción: Lola Bermudez

Se trata de un volumen de breves pero muy jugosos ensayos en los que la escritora nos habla sobre identidades y nos muestra algunas de las claves para tratar de entender su obra. “Afropea”, “la frontera” o “fondo humano universal” son algunos de los originales conceptos que analiza. Destacan los escritos dedicados a la música, ya que ésta ha actuado como “bálsamo y terapia” y las formas del jazz o del blues se encuentran en la composición de cada una de sus obras, en mayor o menor medida. Abundan sus reflexiones en torno a la literatura, la propia y las ajenas. No en vano, tal y como recoge Josefina Bueno en el prólogo, en una entrevista afirmó: “Escribo para intentar comprender al ser humano”.

7.- El bebedor de vino de palma de Amos Tutuola (Navona Editorial). Traducción: Jose Rodríguez-Feo

Recuperar un clásico como éste es traer a un escritor que nació en Abeokuta (Nigeria) en 1920, de familia perteneciente a los yoruba, su padre fue un agricultor. Sus comienzos no fueron fáciles, para poder ayudar a sus padres tuvo que dejar de ir a la escuela. De joven practicó diversos oficios: desde cartero hasta vigilante nocturno en un almacén para sobrevivir. Con el tiempo fue ganándose el respeto, incluso entre sus colegas, y está considerada un clásico, llegando a encontrar su propio lugar, el que le corresponde a una obra original, bella, nueva y única, narrada desde la honestidad de querer transmitir un mundo propio, con su propio lenguaje, con toda su complejidad y riqueza.

8.- La bastarda de Trifonia Melibea Obono (Flores raras)

'La bastarda', de Trifonia Melibea Obono.
‘La bastarda’, de Trifonia Melibea Obono.
 Melibea Obono era una desconocida hasta hace poco cuando en la última recta de este año que termina ha visto publicadas dos de sus obras: Herencia de bindendee y la que se ha seleccionado para esta lista. La ecuatoguineana habla sin tapujos, a través de la narración de una joven de la etnia fang, de lesbianismo y homosexualidad. Frente a un ambiente tradicional, rígido y nada permisivo, esta mujer va encontrando su propio camino. La búsqueda de un mayor espacio de libertad se realiza a través de una ruta hacia los orígenes (¿quién es su padre?) y por la reafirmación de una sexualidad prohibida frente a una sociedad que vela por la tradición y sus valores.

9.- El Millonario de Venance Konan (2709 books). Traducción: Alejandra Guarinos. Formato: ePub

La editorial 2709books ha ido publicando año tras año los relatos de este autor marfileño: Robert y los Catapila, El entierro de mi tío, La gata de MaryseLa guerra de las religiones y En nombre del partido. Konan afirma que lo que le lleva a sentarse delante del papel en blanco “son las ganas de contar cosas. A veces, son ganas de gritar” y que “los asuntos serios llegan mejor cuando se narran desde el humor.” El cuento o relato corto es un género difícil, y los de Venance Konan nos dejan un buen sabor de boca al acabar de leerlos tras haber soltado alguna carcajada, mientras nos inducen a la reflexión. En El Millonario nos promete: “Una fábula sobre el dinero y su capacidad de transformar los principios”. Dice la editorial que habrá más Konan en 2017 también.

10.- Trilogía de Argel de Yasmina Khadra (Alizanza). (Reedición)

'Trilogía de Argel', de Yasmina Khadra.
‘Trilogía de Argel’, de Yasmina Khadra.

El loco del bisturí (Editorial Esdrújula) es la primera cronológicamente en introducirnos al Comisario Llob. En esta Trilogía de Árgel se reúnen Morituri, Doble blanco y El Otoño de las quimeras que tuvo también su quinta entrega en La parte del muerto. A estas alturas, quien más quien menos, sabe que detrás del nombre femenino de Yasmina Khadra se encuentra un escritor que apenas necesita presentación. De su imaginación surgió un día el Comisario Llob, un hombre honrado y felizmente casado, pero también directo, violento y dueño de un lenguaje brutal, que además escribe novelas policíacas. Le suele acompañar el tembloroso y despistado Teniente Lino. Duras y descarnadas, las novelas que protagonizan muestran las lacras profundas de un país cosido por el integrismo y sometido a una auténtica “mafia política”.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/12/27/africa_no_es_un_pais/1482865501_900087.html

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