La situación de crisis que ha provocado la Covid requiere de una manera prioritaria, aunque no exclusiva, destacar el valor de la solidaridad. Creo que hoy más que nunca, para conectar la educación a la vida, se debe invitar a vivir el valor de la solidaridad.
Escribir en estos momentos en un medio destinado a educadores y educadoras para hacerles una sugerencia es un atrevimiento presuntuoso. Todo el mundo está bastante atareado, y un poco saturado de opiniones, para añadir una nueva recomendación. No es momento de discursos, sino de hacer con honestidad el trabajo que a cada cual le corresponde. Justo el que hoy están haciendo tantos y tantos docentes: todo lo que pueden y más para echar a andar en un curso difícil, un curso que tiene que movilizar mucha inteligencia y mucho optimismo. A pesar de todo, quizás para aclararme a mí mismo y quizás para hacer una cosa que puedo hacer, he escrito estas notas sobre un aspecto de la educación de los chicos y chicas que hoy me parece especialmente pertinente.
Transmitir los conocimientos y las competencias que corresponden a cada nivel educativo es relevante, aunque no hay que exagerar porque los currículos suelen estar demasiado cargados de contenidos y ahora puede ser un buen momento para limitarse a lo fundamental. Sin embargo, antes de entrar en materia tendremos que aprender a cumplir las medidas de protección que los centros hayan implantado y tendremos que explicarlas como una contribución de la escuela al bien común y al control de la pandemia.
También durante los primeros días se impone hablar de cómo se han vivido estos meses, quizás compartiendo los momentos malos y los buenos, las angustias y las alegrías, las pérdidas y todo lo que cada chico y cada chica quiera expresar. Estos tres ámbitos tienen que ver con valores –la responsabilidad ante el trabajo, el respecto a las normas como una forma de respeto mutuo y la acogida y el cuidado de todos y todas–, pero la situación de crisis que ha provocado la Covid requiere de una manera prioritaria, aunque no exclusiva, destacar el valor de la solidaridad. Creo que hoy más que nunca, para conectar la educación a la vida, se debe invitar a vivir el valor de la solidaridad.
La razón es sencilla: ante una situación de crisis, de cualquier crisis, no sirve de nada buscar salidas individuales, que solo consiguen empeorar los problemas. Salir de una crisis exige colaborar de manera solidaria, ir a la par para contribuir a la solución. Las crisis se superan aunando esfuerzos para producir una fuerza colectiva que permita vencer la situación de dificultad: ejerciendo la solidaridad como acción común.
No se trata de una solidaridad de declaraciones y palabras, sino de la solidaridad como compromiso e implicación. La solidaridad como acción común es un esfuerzo para reunir a las personas afectadas por una dificultad, un esfuerzo para crear las condiciones que les permitan dialogar a pesar de no pensar igual y, finalmente, un esfuerzo para impulsar el trabajo conjunto con el objetivo de aplicar un plan de acción ideado para paliar la dificultad a la que se enfrentan. Esta idea de solidaridad como acción conjunta para enfrentarse a una dificultad expresa un comportamiento imprescindible ante una situación de pandemia, pero es también un valor necesario para avanzar hacia una sociedad mejor, porque tenemos varias crisis.
Hemos visto que la solidaridad no solo es adhesión verbal –es un proceso de trabajo conjunto para enfrentarse a un problema–, pero también es un proceso que tiene efectos positivos en diferentes ámbitos. En primer lugar, la solidaridad tiene un efecto moral en la medida que predispone a la ayuda mutua y al cuidado del otro, abre un espacio de altruismo y llena de orgullo silencioso a quien lo ejerce. En segundo lugar, la solidaridad tiene un efecto práctico en la medida que reúne participantes, despierta la creatividad colectiva e impulsa la cooperación. En tercer lugar, la solidaridad tiene un efecto terapéutico para los implicados en la medida que reunirse, deliberar y actuar juntos es un remedio ante el miedo, la angustia y la incertidumbre que a menudo generan las crisis.
Por todo ello, hoy es más que oportuno que nunca destinar tiempo escolar a la solidaridad. La pandemia nos obliga a cooperar para vencerla y la pandemia nos recuerda que la solidaridad es una de las herramientas de supervivencia humana más efectiva. La salvación no está en el individualismo y la competición, el futuro es de las comunidades que cooperan solidariamente. Y esta idea se puede enseñar y es urgente enseñarla.
La cuestión ahora es ver cómo trabajar la solidaridad en la escuela. Solo con explicaciones ya sabemos que es una didáctica poco atractiva y casi completamente ineficaz. La mejor manera de trabajar la solidaridad en la escuela es practicándola, en el ámbito del grupo clase o bien ofreciendo un servicio en la comunidad. Cuando los chicos y chicas se distribuyen tareas necesarias para el buen funcionamiento de la clase, están ejerciendo una forma de solidaridad recíproca. Cuando los chicos y chicas de un mismo grupo aplican un sistema de ayudas mutuas para impedir que nadie se atrase y quede marginado, practican la solidaridad en el seno de su grupo de convivencia. Pero también cuando participan en un proyecto de ciencia ciudadana destinado a estudiar los mosquitos, los pájaros o la cantidad de microplásticos en la arena del mar, están realizando una tarea sanitariamente segura que se convertirá en un servicio con utilidad social. Cuando los chicos y chicos preparan programas de radio que se emitirán desde la radio escolar o desde la emisora local y tienen como objetivo informar, entretener y reflexionar, están ofreciendo un servicio solidario en la comunidad de sus oyentes. Y así otros muchos ejemplos de aprendizaje servicio, esta metodología común a tantas y tantas experiencias provenientes de diferentes tradiciones pedagógicas. Todas ellas con unos rasgos comunes: se aprenden conocimientos, se realiza una acción de servicio y se adquieren valores.
He empezado diciendo que no quería agobiar y acabo dando trabajo. Es verdad, disculpadme, pero no he podido evitarlo porque educar para la solidaridad es urgente y es una muestra imprescindible de inteligencia, de optimismo y de esperanza.
Afore: en tiempo de crisis debe permitirse retirar más dinero // Manejan la mayor concentración de capital del país // Sería un gran apoyo para los trabajadores.
La mayor concentración de dinero del país es el fondo de retiro de los trabajadores que operan las Afore. Manejan alrededor de 3.5 billones de pesos. Las Afore tienen prestado ese capital al gobierno federal y a empresas privadas, inclusive extranjeras. Lo paradójico es que los verdaderos dueños del dinero no pueden tocar sus ahorros (ni siquiera las aportaciones voluntarias) hasta la edad de 65 años, excepto en dos circunstancias: desempleo y matrimonio. ¿Sería conveniente que en esta época de crisis fuera autorizado que retiren una parte mayor, o todo, de sus ahorros? Las respuestas en el sondeo se dividieron en dos grupos: 1) debe permitírseles retirar 50 por ciento y 2) retirar todo. (Gráfica)
Metodología
El sondeo fue distribuido por redes sociales. Participaron mil 212 personas; en Twitter, 250; en El Foro México, 491 y en Facebook, 471.
Twitter
Es excelente idea para activar la economía sin endeudar a la ciudadanía.
Las afore entregan el ahorro de los trabajadores a un particular para que lo haga productivo. Las Afore son una fuga constante –en comisiones y operaciones fraudulentas–, del dinero de los trabajadores en México. Por lo que: debe el Estado recuperar esos ahorros y administrarlos con una institución incorruptible y auditada cada mes.
Hoy sabemos que una de las políticas neoliberales fue hacer de México un país maquilador con trabajos mal remunerados y con poco margen de ahorro, esto hizo, que la fuerza laboral prefiriera el comercio informal. Los ahorros de las Afore, representan una minucia para cuando un trabajador se pensione. Espero que la emergencia sanitaria sea temporal, y que se le permita retirar el mismo porcentaje actual.
Ignacio Alvarado /El Mante
La existencia de las Afore es una prueba de que hay dinero. De ese fondo se les debe dar a los trabajadores en esta crisis pero no a cuenta de sus ahorros sino para financiar la responsabilidad social que tienen empresas y gobierno.
Óscar Monroy /CDMX
Una buena parte de los trabajadores no es constante en sus empleos y no alcanzará las semanas suficientes. Si se les permite sacar dinero, pues, de facto las Afore se convertirían en una especie de tanda, y ya sabemos lo que ocurre con el dinero de las tandas.
David Luviano /Cuernavaca
Eso ayudaría mucho a los trabajadores, a las empresas y, sobre todo, a la economía del país.
Teodulfo Soledad Reyes /Aguascalientes
Muchas personas, no conscientes del futuro, harían retiros innecesarios causando problemas que se reflejen posteriormente.
Reyes Flores Sandoval /CDMX
Facebook
Retirar dinero sería condenar el futuro de los trabajadores de por sí ya paupérrimo. Creo se puede salir de esta situación sin arriesgar el futuro de los asalariados.
Pablo Escutia /Naucalpan
Deberían permitir que los trabajadores retiremos nuestro dinero de las Afore y que cada uno decida en qué invertirlo. Son pésimos los rendimientos otorgados y las comisiones son un robo en despoblado, las cobran aunque haya pérdidas, sólo es negocio para las Afore.
Minerva Mendoza López /CDMX
Es un ahorro del trabajador que como desempleado sería de gran apoyo para enfrentar la crisis y no que lo utilicen empresarios que se enriquecen más.
José Mérida /Campeche
El problema mayor lo tienen los de la ley 97, el propósito es lograr que esa cuenta crezca, no lo contrario, recordemos que la pensión la otorgará la Afore y será calculada de acuerdo al monto final que se haya logrado ahorrar.
Eduardo Melchor /Monterrey
Es el dinero de los trabajadores y están en su derecho de garantizar que tengan para comer en este tiempo de crisis. Hoy es el momento de hacer uso de éste.
Isabel Conde /CDMX
Nada recomendable bajo el actual esquema. Pues al menos al hacer la solicitud de retiro de dinero por desempleo. Es una vez cada cinco años pero lo más perjudicial es que se refleja en la cantidad de aportaciones para tu pensión por cesantía de edad. Lo que será infinitamente difícil después recuperar. No creo sea lo más prudente.
La militante feminista participa del nuevo ciclo de Clases Magistrales de Instituto Perfil destinado a todos aquellos que quieren incorporar conocimiento sobre este movimiento. Las clases serán los martes de noviembre.
La socióloga e investigadora principal del CONICET forma parte del plantel de docentes de lujo que integra las Clases Magistrales de Perfil Educación. En esta oportunidad , Dora Barrancos estará al frente del curso Feminismo: historia y perspectiva que arranca el martes 10 de noviembre y consta de seis encuentros durante los meses de noviembre y diciembre. Las inscripciones ya están abiertas y las vacantes son limitadas.
Barrancos le propone a los alumnos un viaje por la historia del movimiento feminista a los largo de estos años. Inicios y desafíos a futuro. Cada clase dura dos horas cátedra (80 minutos) que serán dictadas de manera virtual, en vivo, a través de streaming. Además los inscriptos podrán realizar un trabajo final que será corregido por la docente y el mejor será publicado en Perfil.com
Este es el programa: Clase 1 – Patriarcado e historia de los primeros movimientos feministas.
Clase 2 – Historia de los feminismos
Clase 3 – Historia del movimiento en América Latina.
Clase 4 – Historia del feminismo y las luchas por los derechos de las mujeres en la Argentina.
Clase 5 – La agenda reciente del feminismo.
Clase 6 – Conclusiones Una vez concluido el curso, los alumnos recibirán un certificado avalado por Perfil Educación.
El Instituto Perfil se creó para profundizar la capacitación en ciencias sociales, ciencias de la comunicación y estrategias digitales con Clases Magistrales que se dictan a distancia por streaming y en forma presencial en Editorial Perfil. El objetivo es brindar nuevas herramientas para el desarrollo personal y profesional.
Estas son las otras Clases Magistrales de Instituto Perfil:
«Impacto político de la pandemia en América Latina» con Ayelén Oliva La periodista especializada en temas internacionales propone un recorrido por cuáles serán los cambios que dejará, o no, el coronavirus en el continente. Las clases serán los viernes de noviembre y diciembre.
“La agenda de género de las Naciones Unidas” con Mabel Bianco. Dentro del programa que expondrá cada lunes, la médica propone un viaje por los inicios del movimiento feminista en el mundo y las prioridades de la agenda del mismo. Está destinado a todos aquellos interesados en temas de género.
«Análisis político de la actualidad» con Sergio Berensztein. El analista y periodista muestra de primera mano los gajes del oficio del consultor político y también propone un estudio del escenario actual de las principales figuras de este sector en nuestro país.
«Los desafíos ambientales del tercer milenio» con Maristella Svampa. La investigadora del CONICET presenta un curso destinado a todos aquellos interesados por la problemática del medio ambiente. Realizará un análisis de la crisis socioecológica haciendo foco en América Latina y los movimientos socioambientales.
«Los nuevos desafíos de la democracia» con Andrés Malamud. El licenciado en Ciencias Políticas estará al frente de un curso destinado a todos aquellos amantes de la política internacional ya que su principal objetivo es analizar este concepto en distintos puntos del continente y su inserción.
«Borges y Walsh: verdad y narración» con Martín Kohan. Aquí los participantes analizarán las diferentes maneras de concebir «la verdad» en la ficción literaria de dos de los autores más influyentes, entendiéndose como un campo de disputas y conflictos de poder.
«Feminismos: historia y perspectivas» con Dora Barrancos. La investigadora y militante feminista recorre los distintos momentos históricos del movimiento de la mujeres. Cuáles fueron sus inicios y los desafíos a los que se enfrentan hasta hoy.
«Geopolítica de la pandemia» con José Natanson. El periodista realiza un análisis de coronavirus como “hecho social” y en todo lo que puede desencadenar. ¿Cuál es el nuevo mundo que comienza? sus efectos económicos, políticos y sociales. El rol de China y Estados Unidos en la lucha por el poder mundial.
“Historia nacional, popular y federal”, con Pacho O’Donell El conocido historiador propone desnudar la otra cara de los orígenes de la Argentina con su mirada crítica y revisionista de la historia oficial. Analizará la importancia y reivindicación del rol de la mujer en nuestro país y también de los sectores populares.
“Periodismo en tiempo de Grieta”, con Romina Manguel Los principales ejes del curso serán los conceptos de objetividad, verdad, libertades y compromiso e invita a la reflexión. Está orientado a todas aquellas personas interesadas en pensar el periodismo en la actualidad.
“Tenemos un reporte de 64,000 estudiantes que no hemos podido contactar y más de 3,000 docentes”, dijo la ministra.
Gremios magisteriales respondieron a los señalamientos de que más de 3,000 educadores en el país siguen cobrando su sueldo a pesar de que no se hayan conectado a las clases virtuales.
La ministra de Educación, Maruja Gorday, explicó que 64,000 estudiantes y 3,300 a la fecha no se han podido contactar, por lo que se realiza un proceso administrativo de gestión para ver qué ha pasado.
Fuentes oficiales aseguraron que se la ha pedido a los directores de las escuelas informes de cada centro para saber cuáles están trabajando con los estudiantes y cuáles no, y las razones.
Según Luis López, secretario general del Frente Nacional de Educadores Independientes (Frenei), “las autoridades de Meduca sabían que esto iba a ocurrir, porque hay miles de estudiantes a nivel nacional que no cuentan con internet, ni con las herramientas tecnológicas”.
Por su lado, Diógenes Sánchez, exsecretario general de la ASOPROF, señaló que “desconocemos cuáles son las fuentes del Meduca, todos los docentes sabemos que tenemos que cumplir con nuestras obligaciones”.
Yadira Pino, ex dirigente de un gremio magisterial, indicó que “el tema incomoda porque pareciera un juega vivo… aquí hay responsabilidad del patrono (Meduca), que tiene que investigar dónde están esos docentes”.
Fuente: https://www.metrolibre.com/nacionales/182049-educadores-reaccionan-cifras-del-meduca.html
El pensador norteamericano definió a las elecciones presidenciales de noviembre próximo en su país como «las más importantes en la historia de la humanidad» y habló del deterioro de la democracia y la catástrofe medioambiental en una entrevista exclusiva con Télam.
El lingüista y politólogo estadounidense Noam Chomsky, uno de los intelectuales más elocuentes para leer los escenarios complejos que se articulan por debajo de la pandemia que hoy paraliza al mundo, sostiene que estamos ante una confluencia crítica generada por el deterioro de la democracia, la inminencia de una catástrofe medioambiental y la amenaza de una guerra nuclear: la evolución de ese panorama depende de las próximas elecciones en su país, a las que define en una entrevista exclusiva con la Presidenta de Télam como «las más importantes no sólo en la historia de Estados Unidos sino también en la historia de la humanidad».
A los 91 años, el brillante pensador y autor de obras como «El nuevo orden mundial (y el viejo)» o «Poder y terror» mantiene la potencia de su voz disidente y antibelicista que a lo largo de más de sesenta años lo llevó a compatibilizar sus aportes académicos con intervenciones públicas que le han valido represalias de los sucesivos gobiernos de su país, como ser detenido por condenar la guerra de Vietnam, figurar en la lista negra del ex presidente Richard Nixon o recibir duros cuestionamientos por denunciar la guerra sucia de Ronald Reagan.
Acusado a veces de «antiamericano» por la dureza de sus críticas, Chomsky tiene un rol activo en causas colectivas -hace pocos meses firmó junto a 150 intelectuales un manifiesto donde alertan sobre el riesgo de la censura a los contenidos que no se ajustan a los parámetros impuestos por la corrección política- sin dejar de atizar sus cruzadas personales: el combate a las multinacionales, al neoliberalismo y al actual presidente Donald Trump, a quien caracteriza en una entrevista con Télam, vía Zoom desde su casa en Tucson (Arizona), como «una especie de dictador de pacotilla que ha creado en Washington un pantano de corrupción».
Dr. Chomsky, mientras una parte importante de la humanidad pareciera centrada en el impacto del Coronavirus y sus consecuencias, usted redobla la apuesta y advierte que la sobrevivencia de nuestra especie humana es lo que verdaderamente está en peligro.
Debemos reconocer que este es un momento histórico notable. Estamos en medio de una confluencia de crisis existenciales: la de la catástrofe medioambiental, la de la guerra nuclear, la crisis del deterioro de la democracia, que es el único medio para combatir estas crisis. Y, además, las crisis de pandemias. El Covid-19 en particular -del que saldremos- tendrá un costo innecesario, terrible. Pero no será el último. Hemos tenido mucha suerte hasta ahora porque las repetidas epidemias de coronavirus que hemos vivido lograron contenerse. El Ébola, por ejemplo, fue altamente letal pero no demasiado contagioso. El SARS es muy contagioso, pero no muy letal. La próxima pandemia que se presente podría ser ambas: altamente contagiosa y altamente letal. Entonces nos enfrentaremos a algo así como la Peste Negra del siglo XIV. Podemos prevenirlo, pero hay que hacerlo.
¿Por qué tenemos una pandemia hoy?
Es una pregunta importante para hacer. Tuvimos la epidemia de SARS en 2003, un virus muy similar. Los científicos advirtieron que vendrían otros, que debíamos prepararnos y sabíamos cómo hacerlo: aislar los virus, planificar cómo desarrollar una vacuna, fortalecer un sistema de prevención de pandemias. Todo está bastante claro. Pero no basta con tener la información, alguien tiene que hacerlo. Las grandes empresas farmacéuticas tienen los recursos, los laboratorios, etc. No lo hacen, sin embargo, porque hay algo que se llama Capitalismo. El capitalismo dicta que siempre intentes aumentar tus ganancias. No gastas dinero en algo que podría suceder dentro de diez años y en lo que no se ganará mucho dinero, de todos modos. Tienes la vacuna, la gente la usa, se acabó. Las compañías farmacéuticas invierten en cosas que puedan seguir vendiendo mañana.
¿Tal vez las crisis están mostrando la necesidad de que el Estado retome su protagonismo?
El gobierno tiene recursos inagotables, laboratorios maravillosos, pero no puede hacerlo por algo llamado neoliberalismo. Como lo expresó Ronald Reagan en su discurso inaugural, “el gobierno es el problema, no la solución”. Esto significa que las decisiones tienen que pasar de las manos del gobierno al poder privado. ¿La razón? Ellos creen que el gobierno es una institución defectuosa porque responde a la población, al menos en parte, y ese es un problema grave. No podemos permitirlo. Por tanto para ellos es necesario trasladar las decisiones a tiranías privadas que no rinden cuentas al público en absoluto. Se llama “libertad” en el discurso orwelliano contemporáneo. Volviendo a la pandemia, significa que el gobierno no pudo intervenir, porque nunca pensaron en la gente. Así que no hubo esfuerzos para desarrollar la vacuna y así sucesivamente. No obstante, hubo algunos avances.
¿Se refiere a las políticas del presidente Obama y su propuesta de seguro médico? Cuánto devastó Trump de ese legado?
La administración Obama puso en funcionamiento un plan de respuesta ante una pandemia que era bastante esperable que estallara. Hubo investigaciones conjuntas entre científicos estadounidenses y chinos para tratar de identificar coronavirus en cuevas de China e intentar secuenciar los genomas. Se ejecutaron programas de demostración para ver qué pasaría si el virus se propagaba. Todos estas iniciativas sucedieron hasta enero de 2017. Si bien no eran suficientes, al menos eran algo.
A los primeros días de asumir, Trump desmanteló estos proyectos. Todos los años ha intentado retirar los fondos. La última vez fue en febrero de 2020. Cuando la pandemia se desata, el presidente recorta los gastos relacionadas con la salud pública, incluidos los del Centro para el Control de Enfermedades. Como resultado, Estados Unidos estaba singularmente mal preparado cuando golpeó la pandemia. Ha habido todo tipo de incompetencia y malicia en relación a su manejo.
Lo que aparecen como serios desatinos del presidente Trump ha contado, en realidad, con respaldos institucionales sólidos.
El Congreso Republicano ha aprobado cientos de esfuerzos legislativos para acabar con la ley de atención asequible, la ley de Obama, y no dejar nada en su lugar. La ley algo avanzó. No se acerca a lo que tienen otros países, pero al menos fue un adelanto y quieren matarla, porque para ellos ,no debería existir nada fuera del mercado. Si puedes sobrevivir bien o si no mal. Se llama “Libertario”, lo que es una broma de mal gusto. Es totalitario. Te están diciendo que si eres lo suficientemente rico para sobrevivir, genial; si no lo eres, mala suerte. Eso se está manifestando en la crisis del COVID-19. Hay mucha gente que se niega a hacerse la prueba porque es demasiado cara. Me refiero a que técnicamente el gobierno paga pero luego la gente recibe copagos que su compañía de seguros no pagará. Los ciudadanos de los Estados Unidos son el cuatro por ciento de la población mundial y el 25 por ciento de los casos. No hay mejoría. De hecho, está empeorando. Yo no he salido de mi casa en cuatro meses.
¿Hay un momento en que estas ideas tomaron mayor fuerza?
Echa un vistazo a los hospitales, especialmente desde Reagan. Los programas neoliberales de Reagan fueron realmente duros con la población en general. Los hospitales funcionan con un modelo comercial, deben ser eficientes, solo tienen los recursos a utilizarse en una situación normal. Se asemejan a una línea de montaje en la empresa Ford Motors. Con los recursos justos. Cuando se presenta cualquier situación excepcional, el desastre es total. De hecho, este modelo de negocio Reaganiano tuvo un efecto en todo el mundo. Esas son las batallas que se libran internamente en Estados Unidos, pero lo mismo está sucediendo en todas partes. Los movimientos populares están tratando de moverse hacia una sociedad viable y habitable. Y la pregunta es ¿quién va a ganar?
¿Como revertirse algunas de estas políticas frente a tantas urgencias?
Por supuesto que es mucho lo que puede hacerse, pero hay que superar barreras serias. Hay que superar la lógica capitalista, hay que superar la plaga neoliberal y hay que superar el liderazgo malévolo; tres barreras principales. No va a ser fácil, pero no es imposible. Las otras crisis: calentamiento global, guerra nuclear, deterioro de la democracia, sabemos cómo afrontarlas y es imprescindible hacerlo. No queda mucho tiempo.
¿En este contexto, ¿El resultado electoral del próximo 3 de noviembre puede ser la bisagra para superar o agravar las distintas crisis que viene enumerado y describiendo?
Claro, las elecciones de 2020 son probablemente las más importantes que ocurran no sólo en la historia de Estados Unidos sino también en la historia de la humanidad, por una razón que no se discute y que es en sí misma asombrosa. Es la pregunta más importante que hoy enfrenta la humanidad y, de no se responderse pronto, podría significar el fin de la vida humana organizada en la Tierra. Se trata de la catástrofe medioambiental que se avecina. No está lejos, no se puede retrasar y debemos decidir si la vamos a enfrentar. Este es el tema principal que está en juego en la elección. El presidente Trump y su partido han dejado muy claro que quieren acelerar la carrera hacia el desastre. Quizás sea una señal de que la especie humana es simplemente inviable, si no puedes lidiar con un problema como este. Y no es el único. La segunda cuestión crucial que enfrentan los seres humanos -y que tampoco se menciona- es la creciente amenaza de guerra nuclear. Es muy alta, mayor que durante la Guerra Fría según los principales expertos en el tema, y sigue elevándose considerablemente. Tenemos que preguntarnos en qué tipo de sociedad vivimos. Qué clase de especie somos si no estamos dispuestos a parar estos desastres.
¿Cuál es la razón para que estos temas tan vitales y urgentes no sean la prioridad en la agenda política estadounidense?
Estados Unidos es un país muy libre, más que cualquier otro en el mundo. Por otro lado, es la más empresarial de las democracias occidentales. Los empresarios estadounidenses tienen una elevada conciencia de clase. Son marxistas hasta la médula, en una especie de marxismo vulgar invertido. Libran conscientemente una guerra de clases, sin descanso, sin retroceder, sin detenerse nunca. Y hay resultados.
Las instituciones financieras son tan poderosas que no permiten resolver estos temas porque para ellos no son un problema. La población lo quiere, pero cada vez que se hace algo las instituciones financieras vienen y lo aplastan. Bueno, ¿por qué deberían existir? ¿Por qué deberíamos tener el 40 por ciento de las ganancias en Estados Unidos en manos de instituciones depredadoras, que no hacen nada por la economía y probablemente la perjudican? ¿Por qué deberíamos tener una industria de combustibles fósiles, que cumplió su función en las primeras etapas del desarrollo capitalista, pero ahora es una institución que se dedica a matar personas y destruir la vida en la Tierra? ¿Por qué conservarla? ¿Por qué no hay un rechazo masivo? Ni siquiera sería tan caro actualmente con el precio del petróleo a la baja. Por mucho menos gasto del que se dedica a otras cosas, el gobierno podría acabar con la industria de los combustibles fósiles. Por qué no tapar los pozos que tienen fugas de metano o avanzar hacia una energía sostenible?. Son tareas factibles, pero antes que nada deben elevarse al nivel de conciencia.
En este sentido, se observa el surgimiento de nuevos tipos de activismo político sumados a las protestas masivas, con una intensa participación de los jóvenes, o fenómenos como el movimiento Black Lives Matter. ¿Qué significa la aparición de estos nuevos factores y actores en la política estadounidense?
Es muy significativo. Black Lives Matter después del asesinato de George Floyd no se parece a nada en la historia de Estados Unidos, literalmente. Nunca ha habido un movimiento social que se haya desarrollado a tal escala con un enorme respaldo popular. Dos tercios de la población lo apoyaron, eso es más que lo que Martin Luther King logró en pleno apogeo. Es solidaridad entre negros y blancos, marchando del brazo, buscando temas importantes que abordar; no solo los ataques policiales contra los negros -que ya es bastante escandaloso- sino también problemas mucho más profundos. Si bien es un cambio notable en la sociedad estadounidense no es un fenómeno aislado. Es uno de los muchos signos de una conciencia creciente acerca de los problemas más enraizados y complejos. Han transcurrido 400 años desde que trajeron esclavos a los Estados Unidos; 400 años de continua violencia y opresión sin tregua hasta el presente, con un lúgubre legado. Y finalmente se está considerando con bastante seriedad. Hace un par de meses el New York Times publicó una serie muy significativa llamada “1619” (fecha del comienzo del trafico de esclavos), en la cual se exponía los crímenes atroces de la esclavitud y la post esclavitud hasta el presente. Hace unos años hubiera sido inimaginable, ni siquiera se le hubiera ocurrido a alguien hacerla.
¿Cuánto influye el racismo y antirracismo en las próximas elecciones del 3 de noviembre?
Está teniendo un efecto sustancial. Para la administración Trump, para el Partido Republicano, es la pieza absolutamente central de su campaña. Hacen hincapié abiertamente sobre la supremacía blanca. El tema central es mostrar una América cristiana blanca en peligro; mientras disminuye su número y crece sobre ella la amenaza de personas de color, de minorías, de sectores con ideas progresistas, hay que preservar la América cristiana supremacista, blanca y racista. Ese es el tema abierto de la campaña. Nunca ha existido nada parecido. He visto corrientes subterráneas de este tipo a lo largo de la historia de Estados Unidos, pero nada tan abiertamente racista. No es solo la campaña, son los tweets, los comentarios, cada declaración que está haciendo Trump es una incitación a la supremacía blanca, al odio blanco. Su base son ahora los evangélicos, ese 25 por ciento de la población que es republicana, rural, tradicional, conservadora, cristiana blanca.
Hoy se refleja en el clima social un nivel de polarización que no se veía desde hace décadas. Una parte importante esta movilizada con cuestionamientos profundos. ¿Las protestas pueden ser el motor del cambio?
Si, es posible con un activismo popular comprometido. Es el tipo de cosas que se están viendo en las calles después del asesinato de Floyd. Ese tipo de movilización intergeneracional y multiétnica puede generar cambios. De hecho, ha llevado a todos los cambios positivos que han tenido lugar a lo largo de la historia: abolición de la esclavitud, derechos de la mujer, oposición a la agresión, lo que sea; siempre ha venido del mismo lugar y eso puede pasar ahora. Pero hay que hacerlo. Todo lo que hemos mencionado tiene soluciones que no son utópicas, están al alcance. Es necesario que alguien recoja la pelota y corra con ella. Algunas de las formas de hacerlo es manifestarse en las calles u ocupando oficinas del Congreso, como lo hizo el grupo de jóvenes Sunrise Movement con la oficina de Nancy Pelosi. Bueno, obtuvieron apoyo de los representantes jóvenes elegidos en la ola de Sanders, especialmente Alexandria Ocasio-Cortez, y se logró poner un New Deal Verde en la agenda legislativa por primera vez. Ese es un prerrequisito para la supervivencia, la enorme oposición en los centros de poder, la industria de combustibles fósiles, las industrias financieras, los bancos, etc. Es el tipo de cosas que ofrecen esperanza de una supervivencia y una vida digna. Se puede hacer, pero no ocurre por sí solo.
¿Como juega el Partido Demócratas en este nuevo escenario político y con un panorama electoral en el que lleva ventaja pero puede ser imprevisible?
Los movimientos populares son tremendamente significativos, también al interior del Partido Demócrata. Cuál se impondrá? El partido de la base popular, que es una especie de socialdemócrata, o el de los clintonistas, orientado hacia los donantes, particularmente los más ricos. La oposición demócrata está dividida entre estas dos tendencias y sus diferencias se plasman en muchos temas importantes. Uno, por ejemplo, el cambio climático. Joe Biden y Kamala Harris, los nominados a la presidencia y vicepresidencia, pedían el fin de los subsidios para las empresas de combustibles fósiles, demanda explicitada en la plataforma electoral de 2016. La idea de que el gobierno subsidie a las empresas que se comprometen a destruir la vida en la Tierra está más allá de las palabras. Y no solo en los Estados Unidos, sucede en todo el mundo. El Partido Demócrata, dirigido por burócratas seguidores de Clinton, la eliminó del programa, ante el riesgo de que estas empresas dejarán de contribuir a la campaña.
¿Cuán profundas son las diferencias entre el ala más “progresista” y la “burocracia recaudadora”, como usted llama a los seguidores de Clinton?
Echa un vistazo a la campaña de Sanders. Las posiciones de Bernie son condenadas en un espectro amplio, incluso por liberales que dicen: “son agradables, son buenas, pero el país no está preparado para ellas”. Repasemos el programa para el que el país “no está preparado”. Sanders tiene dos propuestas principales: una es la atención médica universal. ¿Se te ocurre algún país que no tenga salud universal? No, existe en todas partes. Entonces, lo que se afirma en todo el espectro mediático es que es demasiado radical decir que Estados Unidos podría llegar al nivel de cualquier otro país avanzado, incluso al de los países pobres. “Es imposible. No podemos llegar tan alto ”.
El otro programa es la educación superior gratuita. Está en todas partes; en los países capitalistas más avanzados, aquellos con mayores récords y logros: Alemania, Finlandia, Francia, dondequiera que mires hay educación superior gratuita. Los países pobres también la tienen. Pero suena como algo demasiado radical para los estadounidenses. Para los clintonistas -burócratas, conservadores, preocupados por los donantes ricos – estas propuestas no se pueden permitir. Para la base popular son fundamentales; desean elevarse al nivel del resto del mundo.
Casi habiendo terminado su primer mandato, ¿Qué cree que ha significado la presidencia de Trump para la democracia estadounidense?
Abrís los periódicos casi todos los días, por ejemplo, en el New York Times, y ves un titular que dice “¿Es este el fin de la democracia estadounidense?”, “¿Es esta la última elección estadounidense?”. No son teorías conspirativas marginales. La supervivencia de la democracia está en juego. La democracia no se basa solo en reglas y leyes. Se basa en la buena fe y la confianza. La democracia moderna más antigua, Gran Bretaña, tiene 350 años, su constitución se puede escribir en una pequeña tarjeta, es una oración o dos. Y ha existido gracias a la buena fe y la confianza. Cuando Boris Johnson prorrogó el Parlamento, para poder aprobar su versión del Brexit, hubo un gran alboroto en Inglaterra y la Corte Suprema reaccionó. Eso no sucedería en Estados Unidos con la Corte que tenemos. Lo que está haciendo Trump es mucho más extremo. El Poder Ejecutivo ha sido casi totalmente depurado de cualquier voz crítica o incluso independiente. Quienes quedan son sólo aduladores, como Mike Pompeo o Mike Pence. Constitucionalmente, los nombramientos realizados por el presidente deben ser ratificados por el Congreso, por el Senado. No está sucediendo. Ni siquiera los envía para su confirmación. Simplemente los nombra en un puesto temporal. Trump ha creado en Washington un pantano de corrupción. Es como una especie de dictador de pacotilla.
¿En la era Trump no solo se redujeron derechos, también se vio afectada la calidad institucional de una democracia que aparecía como “ejemplar”?
¿Qué queda de la democracia? No demasiado. Hay mucho de qué culpar a los demócratas. Mucho. Pero lo que está pasando en el Partido Republicano nunca ocurrió en la historia de la Democracia Parlamentaria, bajo el liderazgo de un dictador de pacotilla. El Senado en manos de Mitch McConnell, cómplice cercano del Presidente, simplemente se niega a actuar. No hace nada más que aprobar leyes para enriquecer a la porción del electorado súper rico de Trump: recortes de impuestos, exenciones corporativas, etc. También se dedica a copar de lleno el poder judicial, con abogados jóvenes de ultraderecha que permanecerán por más de una generación y podrán bloquear cualquier legislación que se aleje de sus posiciones extremadamente reaccionarias. Este es el Senado. El Poder Ejecutivo se acabó.
Como ha señalado muy claramente, en Estados Unidos conviven un gobierno que se va corriendo cada vez más a la extrema derecha del espectro político, con enormes movimientos políticos de participación masiva en medio de esta profunda crisis de salud, que ha agudizado muchas de las contradicciones subyacentes. En ese contexto, ¿Cómo imagina el mundo post-covid-19?
Quienes produjeron la crisis en la que estamos ahora (la pandemia, el calentamiento global -que es mucho más grave-, la amenaza de una guerra nuclear, la destrucción de los procesos democráticos, básicamente todo el programa neoliberal) están luchando sin descanso para asegurarse que el sistema que crearon, del que se han beneficiado, persista de una forma aún más dura, con mayor vigilancia y control. Una tendencia mundial que se ejemplifica en la política exterior de Trump. No es fácil encontrar demasiada coherencia en el caos de la administración actual, aunque destacan algunas ítems. En asuntos internacionales la intención descrita abiertamente por Steve Bannon (uno de los principales estrategas de Trump en los primeros años) ha sido crear una internacional reaccionaria; una internacional de los Estados más derechistas del mundo, dirigida por la Casa Blanca. Eso significa en Medio Oriente alentar las dictaduras familiares del Golfo, MBS [Mohammad bin Salman, príncipe de Arabia Saudita] y el resto. O apoyar la peor dictadura en la historia de Egipto, (Trump la llama su dictadura favorita), o que Israel se haya movido muy a la derecha. En el hemisferio occidental, respaldar países como el Brasil de Bolsonaro o a otras figuras de ultraderecha. Moviéndonos más hacia el este tenemos la India de Modi, que intenta desmantelar la democracia secular. El grupo gobernante radical hindú es su candidato preferido. En Europa, Victor Orban de Hungría, quien atenta contra el sistema democrático y además de otros ejemplos que abundan por el mundo. Básicamente, una iniciativa internacional reaccionaria de la Casa Blanca.
Se trata de una estrategia global que se combina a nivel nacional con los programas neoliberales que han perjudicado gravemente a la población y han beneficiado enormemente a una minoría minúscula. Persistirán en una forma aún más dura, esa es una tendencia internacional.
¿Que alternativas hay frente a esto? ¿Cuál sería la respuesta?
En todo el Planeta hay fuerzas populares que dicen “ese no es el mundo que queremos”, “ese no es un mundo en el que la gente pueda vivir una vida digna, en el que la sociedad pueda sobrevivir, en el que habrá políticas dirigidas a las necesidades no lucrativas”. Se están reuniendo de hecho. En unos días se realizará el primer encuentro de La Internacional Progresista. Fue fundada por la gente de Bernie Sanders en los Estados Unidos, Young 25 en Europa con la gente de Varoufakis (ex ministro de economía de Grecia), un movimiento europeo transnacional que está tratando de preservar lo que es valioso en la Unión Europea y superar sus serias fallas. Tienen candidatos en el Parlamento Europeo y han traído voces del Sur Global. La primera reunión tendrá lugar en Islandia, el Primer Ministro es miembro de la organización. Eso representa otra fuerza en distintos lugares del mundo. Representa una especie de guerra de clases a escala internacional, enfrentando riesgos que nunca han existido en la historia de la humanidad. Son colosales. Se trata literalmente de la supervivencia de la humanidad. Esa es la situación que tenemos ahora mismo, no se puede hacer una predicción.
El líder demócrata Bernie Sanders promueve la conformación de una Internacional Progresista.
Si sabemos muy bien cómo actuarán las fuerzas reaccionarias. Tienen recursos económicos, poder estatal, tienen programas, están comprometidos. La pregunta es cómo reaccionará la población general del mundo. Tienen opciones, tienen posibilidades, tienen números. La pregunta es si pueden montar una fuerza contraria que de alguna manera permita a la humanidad escapar de la actual confluencia de crisis que enfrentamos.
¿Qué tipo de liderazgos políticos se requiere en estas circunstancias? ¿Cuales imagina emergiendo de esta pandemia?
Ahora mismo es difícil ser particularmente optimistas al respecto, pero sabemos qué tipo de liderazgo político nos gustaría que saliera. La cuestión es si podemos hacer que asuman. Tomemos la Internacional Progresista. Creo que gente como Bernie Sanders y Yanis Varoufakis y otros asociados con su movimiento, AOC [Alexandria Ocasio-Cortez] en los Estados Unidos, y algunos otros con este perfil, serían el tipo de líderes políticos que podrían lidiar con estas grandes crisis. No solos, por supuesto. Los líderes políticos no pueden hacer nada [solos]. Primero necesitan un apoyo popular masivo. Y luego tienen que romper el poder que poseen las instituciones y que controlan la sociedad. Hay que recordar que vivimos en mundos de Estado-Capitalismo y cada país tiene una forma u otra de Estado-Capitalismo. Eso significa una concentración extrema de poder en instituciones privadas con enorme voluntad y poder enorme y que suelen tener una gran influencia en todo lo que sucede. Eso tiene que ser eliminado.
Dr. Chomsky, una pregunta final. En lo que respecta a América Latina, en la cual vemos esta batalla entre gobiernos más progresistas y gobiernos de derecha o extrema derecha como es el caso del Brasil de Bolsonaro. ¿Qué mensaje le gustaría transmitir a la Región en este momento?
Brasil envía mensajes muy claros. El Banco Mundial, que no es una organización particularmente de izquierda, hizo un análisis detallado de la economía en 2016, un par de años después de que Lula dejará el cargo. Calificaron los años de Lula como una década dorada en la historia de Brasil, con fuertes reducciones de la pobreza, incorporación de gran parte de las poblaciones que habían sido marginadas, inclusión, grandes avances en el desarrollo social. Dijeron que fue una década dorada, nada comparable. En ese momento Brasil fue probablemente el país más admirado del mundo, estaba en foros internacionales, era una voz para el Sur Global, estaba uniendo a Sudamérica. Lula era probablemente la figura política más respetada del mundo. ¿Qué es ahora? Brasil es simplemente objeto del desprecio y el ridículo del mundo, dirigido por un payaso virulento, una persona que apoya la dictadura militar, que busca destruir. La devastación de la selva amazónica aumentó aproximadamente el 30% sólo en el último año. Acabemos con todo, enriquezcamos aún más a los ricos, matemos a quien no nos guste, dejemos que la pandemia continúe. Es el gobierno quizás más reaccionario en la historia de Brasil. Un objeto de burla en todo el mundo. Bueno, esas son lecciones. Contamos con un plazo de diez años. La lección es que tienes el futuro en tus manos. Puedes hacerlo de una manera, puedes hacerlo de otra manera. No hay forma de predecirlo. Eso es Brasil, se podría aplicar lo mismo a los demás.
El alcalde de la ciudad de Nueva York anunció el jueves que nuevamente debió retrasar el inicio de la instrucción presencial para la mayoría de los estudiantes de esa urbe debido a la escasez de personal y suministros.
Bill de Blasio precisó que las clases presenciales para la mayoría de los estudiantes de la ciudad se postergarán al menos otra semana, pues hay escasez de personal y suministros para la reanudación de actividades en el sistema de escuelas públicas, tanto para la enseñanza a distancia como en persona. Las clases fueron suspendidas debido a la pandemia de coronavirus.
De Blasio anunció un nuevo calendario que mantendrá a la mayoría de los estudiantes de primaria fuera de las aulas hasta el 29 de septiembre. Los alumnos de secundaria y preparatoria no tendrán clases a distancia hasta el 1 de octubre.
“Estamos haciendo esto para garantizar que se cumplan con todos los estándares”, informó de Blasio.
El plan es que la mayoría de los estudiantes estén en las escuelas por tres días a la semana y aprendan a distancia el resto del tiempo. Alrededor de 42% de las familias han optado por una enseñanza remota.
La demora se produjo días antes de que los estudiantes del distrito escolar más grande de Estados Unidos regresaran a las aulas el lunes. Ahora, sólo los estudiantes de preprimaria y otros de educación especial regresarán a los salones la próxima semana.
“No es lo suficientemente bueno porque están dejando las cosas para después”, dijo Daniel Leviatin, profesor de cuarto año y bibliotecario en el distrito neoyorquino de Bronx. De Blasio ha dicho que la reapertura no debería ser una decisión general, sino una impulsada por datos escolares o de los vecindarios, comentó Leviatin, cuestionando lo que ocho días extras cambiarán.
En Canadá las clases en las escuelas de alto riesgo de contagio con el Covid-19 deberían tener idealmente 20 o menos estudiantes para que los niños puedan mantener una distancia segura entre ellos.
Ese es el consejo del médico Ronald Cohn al gobierno de Ontario en torno a la reapertura de las escuelas, en momentos en que se reanudaban las clases en medio de un pico en los casos de Covid-19.
El doctor Ronald Cohn es el presidente del Hospital de Niños Enfermos de Toronto. Él es también uno de los autores de dos informes que la provincia de Ontario, la más poblada de Canadá, citó repetidamente al elaborar los planes de regreso de los niños a la escuela.
Las condiciones sanitarias para el regreso de los niños a la escuela es una preocupación mayor para madres y padres de familia. (Foto: CBC)
Cohn dijo que mucho de la evolución de la pandemia depende del tamaño de las aulas: algunas sólo pueden albergar 15, mientras que otras pueden ser lo suficientemente grandes como para dar clases a 18 o 20 niños, pero probablemente no más.
«Es fundamental poder crear un ambiente en las clases en el que reduzcamos el tamaño de las mismas para crear las condiciones para un distanciamiento físico», dijo Cohn el lunes, añadiendo que esto es especialmente importante en las zonas con mayor transmisión comunitaria, que a menudo son el hogar de los niños y las familias más vulnerables.
Los resultados preliminares de un nuevo estudio publicado por el Hospital de Niños Enfermos de Toronto el lunes mostraron que no era posible mantener dos metros de distancia social en aulas estándar con más de 12 a 15 estudiantes.
Primer día de escuela desde el comienzo de la pandemia de la enfermedad coronavirus (COVID-19) a la Escuela Pública Intermedia Hunter’s Glen, que forma parte de la Junta Escolar del Distrito de Toronto (TDSB) en Scarborough, Ontario (Canadá), el 15 de septiembre de 2020. (REUTERS/Carlos Osorio)
La Junta Escolar del Distrito de Toronto, la más grande del país, puso un límite máximo de 15 a 20 estudiantes por clase en algunas escuelas de alto riesgo años, pero en otras escuelas bajo la administración de la misma junta los límites son de hasta 27 estudiantes por aula, según las autoridades provinciales. Otras juntas escolares podrían tener clases con muchos más estudiantes.
Interrogado sobre las clases con más de 20 estudiantes, Cohn dijo que : » si este es un tamaño de aula, particularmente en áreas de alta transmisión comunitaria, entonces eso me preocupa».
Ontario reabrió las escuelas la semana pasada, sin establecer límites en el número de estudiantes por clase en las escuelas primarias, pero limitó el tamaño de algunas clases de secundaria a 15 alumnos.
La reapertura del sistema escolar en Toronto, una ciudad en cuya área metropolitana viven unos 6.5 millones de habitantes, ha coincidido con un aumento de los casos de Covid-19 en todo Canadá, con nuevos casos diarios por encima de los 300 el lunes. El miércoles hubo otros 315 nuevos casos reportados en Ontario. Los funcionarios han culpado a las reuniones sociales privadas por el aumento de la propagación, aunque muchos nuevos casos no tienen una fuente conocida de contagio en los datos públicos.
Un empleado desinfecta las superficies de las mesas de un jardín de infantes en la Escuela Pública Intermedia Hunter’s Glen, que forma parte de la Junta Escolar del Distrito de Toronto (TDSB), un día antes de que se reabran las clases por primera vez desde el comienzo de la pandemia en Scarborough, Ontario (Canadá) el 14 de septiembre de 2020. (Foto:Nathan Denette/Pool via REUTERS)
La provincia prometió fondos para contratar nuevos profesores e informó a las juntas escolares que podían usar sus fondos de reserva para contratar más maestros de escuela, pero no será suficiente para que muchas clases tengan menos de 20 alumnos.
«Los fondos adicionales proporcionados a las juntas escolares para una reapertura segura del año escolar podrían permitir contratar como mínimo unos 2.600 maestros para reducir el tamaño de las clases», dijo el Ministerio de Educación de Ontario en una declaración enviada por correo electrónico, añadiendo que con los fondos de reserva las juntas escolares podrían contratar más del doble de nuevos maestros.
Haciendo cálculos, las aproximadamente 5.200 nuevas contrataciones equivaldrían a un poco más de un nuevo maestro para cada una de las escuelas públicas de Ontario, que sumaban un total de 4.828 escuelas en el último año fiscal y a las que asisten alrededor de dos millones de estudiantes.
En algunos casos, ante el bajo nivel de matriculación, algunas escuelas han combinado dos o más clases con pocos alumnos, dejando otras salas vacías. Esta situación frustra a las madres y padres de familia, así como a maestros y expertos en salud pública que temen que el virus se propague en clases con más estudiantes.
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