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Entrevista a Elbia Pereira: «Uruguay quedó dividido en dos y en el medio están los niños»

Por: Alfredo Percovich.

Para la secretaria general de la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM-TEP), hoy más que nunca se necesita escuchar al otro, al que piensa distinto, reflexionar y valorar la palabra.

En este espacio de ideas y coversatorio, hablamos sobre la escuela vareliana, cómo se hace para educar en un aula a la que llegan niños y niñas con hambre, el rol de las maestras y maestros para detectar la violencia intrafamiliar y los casos de abusos. En relación a las sospechas sobre los gastos en alimentación escolar, dijo que la comparación con lo que costó el Antel Arena fue «vil» y un argumento «muy pobre».

¿Cómo se enfrenta una jornada pedagógica educativa cuando al aula llegan niños o niñas que te dicen que no cenaron?

Es imposible, nadie puede aprender. Ni un niño, ni siquiera un adulto. Todos sabemos que es imprescindible un espacio de contención. Tomar algo calentito forma parte de ese abrazo o vínculo que tenemos las personas. Más allá de eso, las maestras fueron las que alertaron de esa circunstancia. La decisión, para nosotros equivocada o a medias, fue el tema del vaso de leche sin el acompañamiento. El comunicado que circuló alguien lo escribió, lo hizo ver, se aprobó y se difundió. Que se anuncie que se va a dar un vaso de leche saborizada que redunda en una partida de 2,50 pesos por cada niño en plena pandemia, choca. Ahora y siempre choca.

 

Por estos días hay un cierto manto de sospecha en relación a la alimentación escolar. Incluso el ministro de Educación realizó una comparación de los recursos asignados con lo que costó el Antel Arena.

Hablar de lo destinado a alimentación escolar en relación al gasto del Antel Arena, esa comparación fue tan vil, tan pobre, porque tenía argumentos si quería mantener una posición distinta, legítima, hacia una visión de comedores. A diferencia de otros actores que he leído o escuchado, creo que él sabe muy bien cómo se manejan los comedores. Algunos dicen que el ministro no sabe de qué está hablando, pero para mí sí sabe de lo que está hablando, elige qué decir y elige con qué comparar y sabe que a la gente que él le habla tal vez le llega ese discurso.

 

¿Todo está bajo sospecha?

Sí, lo está, es algo que colocaron en campaña electoral y que hay que puntualizar que Uruguay votó sabiendo y acordando con eso. No puede ser considerado una sorpresa porque ellos dijeron que iban a hacer auditorías de todo y a mejorar gestiones. Por eso van hacia esa lógica de revolver todo. Hay una frase, atribuida a la canciller alemana Angela Merkel, que señala que los presidentes no «heredan» problemas desconocidos porque se supone que se prepararon para gobernar y por tanto deberían conocer los problemas desde antes. Esto no parece ser la actual circunstancia. De todos modos, hay que señalar que se presentaron a una campaña electoral diciéndoles a los uruguayos que iban a realizar auditorías para mejorar la gestión y los ciudadanos decidieron -por una diferencia muy mínima-, pero decidieron.

 

¿Los uruguayos decidieron también sobre los contenidos de esta LUC que según la FUM-TEP favorece la privatización de la educación pública?

Yo creo que no. Ahí lo que el uruguayo decidió fue un paquete general con titulares y la LUC no contiene solamente titulares. Es cierto que algunas de las cosas que están incluidas en la LUC fueron dichas con anterioridad. Nosotros tuvimos una instancia con todos los equipos de los presidenciables y vimos que tenían diferencias entre ellos previo a la coalición. Luego tuvieron que unificar y quedó lo que quedó. Pero insisto, yo no creo que el uruguayo cuando votó supiera todo lo que hoy está en la LUC.

 

¿Concretamente en relación a la educación?

Se sabía lo del desmantelamiento de los consejos porque lo habían hablado en el «Compromiso por el país», pero es un tema que seguramente no le llega a buena parte de la ciudadanía, posiblemente para la población en general, el hecho que dirija uno o lo hagan tres es algo que no es un tema que le genere ruido. Pero lo que no se le dijo a la población es que el nivel de tres años no iba a ser obligatorio y que lo que se venía haciendo para universalizar la educación inicial quedaría trunco, se iba a interrumpir este proceso. Estas cosas no son inocentes. Acá hay un cambio de dirección en cuanto a la universalización de la educación y estas son cosas que no se sabían que iban a implementar a partir de la LUC. Como tampoco mucha gente tenía claro que se iba a profundizar el peligro de la privatización de la educación. Por eso se han visto reacciones.

 

¿Por ejemplo?

La reacción en defensa de los comedores y la alimentación escolar fue muy elocuente, quedó clarísimo que buena parte de la población señala que no es por ahí. En lo personal, creo que los ataques fueron una especie de «orejeada» que hicieron y vieron que la gente reaccionó inmediatamente en defensa de la alimentación escolar y todo lo que representa. Y esa fue una muestra que dejó en claro que para la gente, el camino no pasa por la comercialización.

 

Hay quienes sostienen que la escuela vareliana -tal como la conocimos- está en vías de extinción.

Yo no soy tan fatalista, pero me hago cargo de lo que digo y lo que creo es que hay que defender la escuela pública. Lo que está sucediendo con los comedores escolares es un primer pasito: los defiende la gente, incluso más allá de la FUM-TEP. Salió la gente, salió Héctor Florit (exconsejero de Primaria) cuando dijo que el comedor escolar es un espacio de socialización e integración entre iguales y, por supuesto, salimos los trabajadores. También es importante alejarse un poquito de la mirada que tenemos desde dentro del movimiento sindical y observar estos temas desde la perspectiva del ciudadano común.

 

¿Crees que la sociedad está dispuesta a dar la batalla en defensa de la educación pública?

Creo que hay que prepararse para ello y eso implica que debemos acumular con la sociedad y para eso debemos ser muy claros a la hora de salir a conversar, a explicar. En este momento estamos conversando, no es que estemos saliendo a recorrer el país con este tema porque tenemos una forma de organización federativa. Tenemos 30 filiales activas y contacto permanente con las direcciones. Es un hecho de la realidad que la LUC quedó «entreverada» con la pandemia y el miedo -algo tan humano- generó que la gente se alejara y se confinara en su casa. Eso generó cierto paréntesis aunque no en materia de acción sindical. Desde la dirección nacional lo que hicimos fue seguir trabajando con las direcciones de las filiales del interior, pero queríamos evitar cualquier riesgo sanitario para la gente. Entonces por un lado mantenemos contactos virtuales y a nivel de territorio se están desarrollando movilizaciones locales, en una misma línea contra la LUC en todo el país, para acumular. Al principio tuvimos que hablar mucho porque el proceso de la LUC fue muy rápido. Cuando en enero se difundió el borrador y aún no teníamos el coronavirus, desde la Federación fuimos a presentarles a los distintos actores nuestras discrepancias sobre el capítulo de la educación. Dialogamos con todos y, desde el inicio, todos estuvieron informados de nuestras diferencias con el borrador original. Si bien modificaron algunas -y no voy a caer en la soberbia de decir que eso sucedió por nuestra intervención-, la esencia siguió siendo la misma. Se preocuparon de cuidar algunos aspectos que podían tener algún problema de constitucionalidad, pero lo sustancial se mantuvo.

 

Concurrieron al Parlamento a explicar sus puntos de vista, pero no sirvió de mucho.

La verdad es que en el Senado fue un mero trámite, algo realmente vergonzoso, de todas las bancadas.

 

Fueron a dialogar, hablaron unos minutos y se fueron sin que ningún senador les preguntara nada.

No me hables de diálogo, no me hables de una construcción democrática porque eso no lo fue. Cuando decimos y hablamos de la poca calidad democrática, nos referimos -entre otras cosas- a eso que sucedió en el Parlamento. Creo que fue muy fuerte la forma en la que salimos de allí con respecto a esas instancias. Vale mencionar que en Diputados se movió distinto, nos recibieron por separado y no a todos juntos con la CSEU, como en el Senado, que, con (José) Olivera de Fenapes, hablamos durante media hora sin parar ni para respirar.

 

¿Están evaluando los distintos escenarios posibles de acciones ante la LUC?

En relación al proceso jurídico, nosotros definimos que nos paramos dentro del Pit-Cnt y no por fuera. Vamos a actuar desde ese lugar y creemos que desde las distintas filiales del país se le debe llegar a la gente con esa sensibilidad. En cuanto a lo que estamos viendo por parte del gobierno y si uno presta un poquito de atención, todos los días surge algún hecho nuevo, a veces pequeño, otras no tanto, a los que hay que meterles el diente. En determinado momento reflexionamos si verdaderamente teníamos que salir a pelear todas las batallas que nos plantean a diario. ¿Tenemos que responder todos los disparos que nos tiran? Por un lado no te da la vida, pero, además, terminás perdiendo la esencia de la discusión de lo central, y me parece que eso es lo que quieren logar.

 

Hay cierto consenso en señalar que el gobierno maneja, mide, calcula, estudia y ejecuta la comunicación de manera muy eficiente.

Son muy finos y además siempre te lanzan algunos temas con disparos, lo que no suele ser tan público. Todos los días salen con algún tema, es un bombardeo constante.

 

De no olvidar
Elbia habla de Teresita Capurro con reconocimiento, respeto y cariño. Dice que es una grande, una de esas personas que dedicó su vida a la educación pública. Y que fue ella quien le presentó a un referente como Héctor Florit, en la puerta de una casona que ahora es uno de los hogares de la FUM-TEP. «Es un gran maestro que defendió sus ideas siempre y la vida le dio la oportunidad de llevar a la práctica la teoría y lo hizo estupendamente bien, aunque muchas veces nos peleamos porque estábamos en roles distintos». Otra referencia ineludible para Elbia es Fernando Pereira, el presidente del Pit-Cnt, también integrante de la FUM-TEP. «Es un amigo, una persona en quien deposito totalmente mi confianza política y personal. Es la persona que no va a medir nunca nada a la hora de tender una mano a quien sea. Ese es Fernando. Y para mí, es un amigo». Claramente, Elbia volvería a elegir ser maestra sin dudarlo. «Es que yo amo ser maestra».

 

 

Hablemos del abordaje de la violencia intrafamiliar en las escuelas públicas. Más allá del mapa de ruta para las situaciones de maltrato y abuso sexual en niñas, niños y adolescentes detectadas en el ámbito escolar, ¿existe algún marco de contención para maestros y maestras?

La escuela tiene una función social que cumplir que va más allá del maestro, el niño, el cuaderno, es decir, hay una forma de abordaje del aprendizaje que tiene que ser base de un vínculo. Si no se establece ese vínculo con el niño, con la familia y la comunidad, el niño difícilmente aprenda o por lo menos no va a aprender de la mejor manera. Esa función social que tiene la escuela, del mismo modo que lo que sucede cuando un maestro percibe que un niño pasa frío o hambre, es la que genera que nosotros vamos a intentar cubrir esas situaciones sin cuestionamientos. No porque esté escrito en algún lado o porque lo tengamos que hacer. Incluso creo que es mejor que no esté escrito, pero sí forma parte de tu profesión docente, de ser maestra, el mirar si ese niño tiene las mejores condiciones para aprender. Y en ese marco tan grande es que se incluye cuando hay niños que son víctimas de violencia, sea de la forma que sea. Y lamentablemente no son pocos casos. Hay veces que te das cuenta y otras que no, porque los que saben mucho más que nosotros de estos temas de violencia explican que las manifestaciones muchas veces son tan sutiles y están tan escondidas que son difíciles de descubrir. Nosotros tenemos el mapa de ruta que nos va indicando por dónde debemos ir en caso que detectemos algo. En esos casos, hay contención para los niños y niñas

 

¿Qué pasa con las maestras y los compañeritos?

En el caso de los niños, está el programa Escuelas Disfrutables que Primaria tiene desde un tiempo a esta parte. Está compuesto por psicólogos y asistentes sociales, entre otros, que tienen una forma de acción que actúan en el contexto de la escuela, y que el maestro supuestamente estaría también incluido en ese contexto.

 

Eso sucede cuando se visibiliza un caso.

Exacto y es aplicable a todo el país. Pero si existen situaciones que pueden ser de violencia intrafamiliar o cualquier otra, el maestro no tiene ningún tipo de contención, ni emocional ni psicológica. Lo que hace el maestro es acompañar el tránsito de ese mapa de ruta en relación a lo que tiene que hacer con el niño. Pero lo que te pasa a ti como persona, como ser humano, eso que te genera por dentro, al tomar contacto con una situación de violencia que está afectando a un niño, eso no tiene un abordaje formal con un protocolo.

 

¿No lo tiene Primaria ni tampoco el sindicato?

El sindicato tampoco y deberíamos tenerlo.

 

Probablemente, a partir de la actual crisis sanitaria y económica, se profundizarán muchas inequidades. ¿Ustedes se están preparando para educar en una coyuntura crítica en términos sociales?

Hay quienes dicen que cuando pase la pandemia vamos a volver a lo que tuvimos en 2002, al menos algo similar en cuanto a lo social y económico. Yo en esa época trabajaba en el magisterio y recuerdo que esa crisis demandó una atención directa muy importante de la organización sindical, especialmente en contextos que estaban muy desfavorecidos. Yo creo que si volvemos a esa circunstancia y tenemos que hacer lo mismo, no aprendimos nada. Tenemos que ser capaces de proyectar acciones que no sean espejo de lo que vivimos en 2002, sino que tiene que haber existido cierto aprendizaje durante todo este período que permita que nuestras intervenciones sean distintas, de una forma mucho más potente, pero claramente distintas. Lo que va a pasar después se tendrá que ir construyendo. Por razones de edad, yo estaba en el magisterio en el año 2002, pero la inmensa mayoría de los maestros de ahora no estaban, son jóvenes que fueron construyendo otra realidad. Pienso en mis hijos, que cuando discutimos algún tema me dicen: ‘Mamá, yo no lo viví’. Ellos vivieron otra realidad, construyeron sus propias historias, por supuesto que nosotros ayudamos a construirlas también, pero ellos están haciendo su camino. Por ello me parece que no podemos accionar de la misma manera. Este grupo de chiquilines, jóvenes maestros que no estuvieron en esos momentos, tendrán que construir algunas cosas, poniendo en orden lo que ellos entiendan de acuerdo a sus criterios de prioridades.

 

En estos años de crecimiento económico mucho se habló del «nuevo uruguayo», que se acostumbró a una calidad de vida muy ligada el consumo excesivo y a cierta lógica del mercado del «sálvese quien pueda».

Lo que nos unía antes era la solidaridad de aquellos momentos, después vinieron años distintos, las nuevas generaciones han vivido de manera distinta, y allí ingresa esa lógica del «sálvese quien pueda», el consumismo exacerbado, lo inmediato, el «lo quiero ya mismo», y digamos que todos estamos inmersos bajo esa lógica del sistema. Las crisis nos permiten reordenar las prioridades, colocar lo verdaderamente importante y ver lo que no lo era. Tenemos la oportunidad de ver la vida en su trayecto, en un espectro más amplio y no solamente en el momento que se está viviendo, el instante, el presente.

 

¿Cómo se hace para educar en un contexto de desigualdades y con una brecha social tan dolorosa y profunda?

Uruguay en este momento está viviendo una división muy fuerte. Se ha llevado a tal extremo la diferencia que es muy difícil acercarse al otro, al que piensa y siente distinto, no hay cabida para el que no piensa como pienso yo. Creo que juega mucho el tema de las redes sociales, que pueden hacer tanto bien -aunque lo tengo que analizar más profundamente porque por más que lo busques, cuesta encontrar lo bueno de las redes- y si salís a decir algo, sea quien sea que hable, no importa el tema, ya sabemos qué sucederá. Sabemos que la respuesta será desde el lugar de ‘o estoy de un lado o del otro’, no hay matices, no hay lugar posible para escuchar al otro, aquello de que puedas tener una buena idea. Si no estás sentado en el mismo lugar, no es válido lo que piensas y dices. Uruguay quedó muy dividido política y socialmente y acá están los niños en el medio, que se están educando en este contexto de una sociedad que pauta que ‘sos de un lado o del otro’ y no tenés vuelta.

 

¿Y entonces?

Me parece fundamental que eduquemos en la tolerancia. Tenemos que educar y rescatar la tolerancia, el hecho mínimo y natural de -al menos- poder escuchar al otro, algo que ahora no estamos pudiendo hacer. La tolerancia requiere un aprendizaje de todos nosotros. Y no solamente es importante aprender a escuchar, sino también a respetar los tiempos y los silencios. Hay temas que necesitan más tiempo. A veces me pasa que me dicen ‘no hables tanto, no hables como maestra’ y no sé hacerlo de otra manera, no puedo, soy maestra.

 

¿Y cómo se lleva eso a un aula en la que tal vez haya niños con hambre, con urgencias de esas que no dan margen a silencios reflexivos y tiempos de adultos?

Es horrible. Ahí las urgencias son las que imperan. Y ves el esfuerzo que se hace desde la escuela, que hacen las maestras para tratar de compensar si te llega un niño en determinadas condiciones de urgencia. No te digo que le vas a cocinar vos, pero sí le das una mano, los maestros cumplimos esa función y eso no está escrito en ningún lado. Cuando ves que un niño viene por ejemplo con los championes rotos y que son varios hermanitos, en casos así juntamos entre nosotros. Recordemos el ropero escolar que hoy no es tan común porque es verdad que Uruguay vivió un período de crecimiento y que también las familias sintieron ese cambio que no está mal, al contrario, es fundamental que las familias puedan mejorar su calidad de vida, pero no mucho tiempo atrás teníamos en las escuelas el ropero escolar. Había maestros encargados de juntar las ropas, las donaban, muchas veces las reparaban y las llevaban a sus casas y las ponían en sus lavarropas para que quedaran en condiciones para donarlas. Eso no nos coloca en un lugar de superheroínas, pero esa función social que tiene la escuela forma parte del ser escuela pública. Y eso no está escrito en ningún lado.

Fuente de la entrevista: https://www.carasycaretas.com.uy/maestra-elbia-pereira-uruguay-quedo-dividido-en-dos-y-en-el-medio-estan-los-ninos/

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Perú: Las más explotadas de la pandemia

Por: Lucía Alvites/Alainet

La pandemia ha puesto en evidencia los vacíos y brechas estructurales del país, lo más evidente y doloroso, sin duda, es la salud pública con un sistema y una infraestructura débil y precaria que ha sido incapaz de atender en tiempos de “normalidad” la demanda de la ciudadanía y que ahora, en la actual crisis, está absolutamente colapsada.

Sin embargo, hay otros problemas que se agudizan y que, si bien no están hoy en el centro del debate, son varias las voces desde la academia y la política que los señalan con preocupación y alerta. El trabajo de cuidado de los niños/as o personas dependientes y el trabajo doméstico es uno de ellos. La cadena de cuidados se ha roto con la cuarentena, exponiendo de manera tajante una labor que recae principal y mayoritariamente en las mujeres, y dejando ver que su tratamiento desde la política pública y los valores que nos articulan como sociedad es de un desdén que llega a ser desprecio.

Un retrato fulminante de esta realidad es el artículo que hace poco se publicó en un diario de circulación nacional, donde la autora llama “hdp” (hija de puta, en abreviatura) a la mujer que trabajaba en su casa por haber usado su día de franco y no haber regresado, tras el anuncio del Estado de Emergencia. El hecho habla del lugar social que se les ha asignado a las mujeres que desarrollan este trabajo, que es reafirmado por una precariedad laboral violatoria del derecho a un trabajo digno.

El trabajo doméstico y de cuidados, no solo es invisible, sino que no califica como digno y valorado. Nadie dice con orgullo hoy cociné, lavé los platos y cuide a dos niños todo el día, por supuesto, tampoco hay nadie al otro lado que lo aplauda.

Hoy, con los colegios cerrados y la imposibilidad de traslado de las mujeres que se dedican al cuidado de otros, sean ellas parte de redes familiares de apoyo o trabajadoras que reciben una remuneración por esta labor, ha quedado un vacío en los hogares que representa un trabajo ineludible que alguien tiene que cumplir.

De acuerdo, a datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) recogidos en la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo del 2010 y tomados del Informe de brechas de género 2018 (INEI 2019), las mujeres dedican 39 horas con 28 minutos a la semana al trabajo doméstico no remunerado, mientras que los hombres lo hacen 15 horas con 54 minutos. Es decir, nosotras dedicamos un promedio de 23 horas y media más, a la semana, a las labores de la casa que ellos, sin recibir nada a cambio.

Somos las mujeres las que cuidamos y realizamos las actividades que sostienen y son la base de otras actividades de la sociedad. Sin alguien que cocine, lave la ropa o cuide a los hijos es imposible pensar en otras actividades laborales, paradójicamente, estas tareas básicas nunca han sido entendidas por nuestras políticas de Estado como trabajo de primer orden que debe ser parte de la cosa pública, al igual que la educación o la salud.

Cada familia ha solucionado de acuerdo a sus posibilidades estas labores, con redes familiares de apoyo o, quienes tienen más recursos, contratando a otras mujeres que puedan hacer este trabajo. Con la caída de estas cadenas de cuidado, hoy tenemos mujeres que trabajan cuádruple jornada: teletrabajan, realizan las tareas de la casa, cuidan a los hijos y son, a la vez, las nuevas tutoras que acompañan la escuela virtual.

Esta realidad de cuádruple jornada laboral que afrontan miles de mujeres, es de hecho, una inédita hiper explotación. Que no solo puede traer como consecuencias afectaciones de salud física o mental, sino que, también, significa un impedimento a su desarrollo personal, profesional o político. El “techo de cristal”, ese límite invisible al que nos enfrentamos las mujeres para ascender laboralmente por los roles tradicionales de cuidado o el mandato obligatorio a la maternidad que tiene exigencias sociales que no posee la paternidad, está ahora mismo descendiendo abruptamente con la cuádruple jornada.

Son urgentes políticas que incentiven – de verdad, materialmente, no solo con el puro “llamado” – la co responsabilidad en la tarea de cuidados y el trabajo doméstico, que pasen por medidas que reconozcan remunerativamente este trabajo desde el Estado, porque constituye una actividad base para que la sociedad funcione.

El día de ayer el presidente Vizcarra anunciaba un bono al personal de la Policía, las Fuerzas Armadas y del Instituto Nacional Penitenciario (INPE) por la labor fundamental que están realizando, lo mismo debería promoverse para las cuidadoras y cuidadores, muchas de ellas conducen ese 35% de hogares donde las mujeres son jefas de familia.

El cuidado es un trabajo que en tiempos de pandemia se ha incrementado exponencialmente, lo que puede ayudar a abrir una discusión en el Perú sobre la necesidad de un sistema público integral que reconozca este trabajo con una renta a las cuidadores y cuidadores. Esto que parece lejano sucede en otros países, con distintos matices pero que se enfocan en esta problemática, como es la asignación universal por hijo en Argentina o el bono por hijo en Chile.

En el Perú, crecientes voces llaman a seguir el ejemplo de varios países y establecer un bono universal mensual o renta básica para todas las personas que lo requieran, sin excepción. Perfectamente posible, como lo han demostrado muchos especialistas, y absolutamente necesario y urgente, como lo muestra el colapso galopante del país. Que haría, por fin, justicia a las millones de mujeres cuidadoras de sus familias y hogares que también sostienen, de manera decisiva, el país.

La crisis actual ha expuesto los graves problemas del modelo económico que por décadas hizo lucrativo los derechos a la vida digna de las personas y que, además, concilia con las dinámicas patriarcales que ha sometido a las mujeres a una sobreexplotación. Ahora que vemos más claramente todas esas grietas podemos tener la oportunidad de cerrarlas.

https://www.alainet.org/es/articulo/206281
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Educación, niños y jóvenes como náufragos de la pandemia

Por: Isaac Enríquez Pérez

Entre los principales náufragos de la pandemia destacan los niños y jóvenes (https://bit.ly/3h34gv7) despojados del espacio público que les brinda la escuela y de la educación como mecanismo de socialización y construcción de ciudadanía.

Con el confinamiento global, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) calcula que más de 1600 millones de estudiantes fueron afectados por la parálisis y cierre temporal de las escuelas en más de 160 países (https://bit.ly/2Y6NymV). 40 millones de niños en edad preescolar son privados, con la pandemia, de cursar su primer año en ese nivel educativo (https://bit.ly/3g05zcW). En tanto que, se calcula, como mínimo, alrededor de 24 millones de niños y jóvenes que podrían abandonar definitivamente su enseñanza a raíz de los impactos de la crisis económica que se cierne. Ante esta situación, António Guterres, Secretario General de este organismo internacional, acusa que con ello se perfila “una catástrofe generacional que podría desperdiciar un potencial humano incalculable, minar décadas de progreso y exacerbar las desigualdades arraigadas” (https://bit.ly/3iQ73Z7).

A ello se suma el rezago –previo a la pandemia– de 250 millones de niños en edad escolar que vivían excluidos de la alfabetización y de la escolarización. Lo cual, en sí, es una crisis social de grandes magnitudes que se relaciona con los procesos de desigualdad extrema global y con los múltiples mecanismos de exclusión social que se territorializan de manera diferenciada entre las naciones.

Con la gran reclusión, los niños y jóvenes no solo son privados de un espacio físico como la escuela, sino del andamiaje institucional y simbólico que les permite participar en el proceso de enseñanza/aprendizaje y en la construcción de imaginarios y significaciones para representar el mundo y la realidad que les circunda. Es la educación –tras la familia– el principal mecanismo de socialización y de cultivo de las relaciones cara a cara de infantes y adolescentes que hoy día son relegados, sin alternativa, al ámbito de la privacidad y el anonimato. Imponiéndose con ello la atomización, la resignación, el social-conformismo, y la postración de la imaginación.

Ante el riesgo pandémico, desde el mes de marzo ganó terreno el proceso de formación en el Internet Way of Life. Pero este sistema de educación a distancia obvia las necesidades materiales y emocionales específicas de niños y jóvenes. A la ansiedad, estrés y angustia que, por sí mismo, supone el inducido encierro de los últimos meses, se suma la soledad y desconcierto de este grupo etario de cara al proceso de enseñanza/aprendizaje mediado por las tecnologías de la información y la comunicación. A ello se agrega también la mayor exposición de estos niños y jóvenes a la televisión y a sus oleadas publicitarias y propagandísticas que inundan con noticias falsas carentes de contenido didáctico y que enfatizan en un entorno negativo y en la entronización de un estilo de vida que estimula evasiones y adicciones como la junk food (comida basura o comida chatarra) y que los expone al debilitamiento del sistema inmunitario y a morbilidades como la obesidad y la diabetes.

Es en las sociedades subdesarrolladas donde se expresan de manera más radical los impactos de la pandemia y del confinamiento global. Particularmente, la brecha digital exacerba los tradicionales mecanismos de exclusión que prevalecen en los sistemas educativos nacionales, en lo que viene a conformar una era de la desconexión con 346 millones de niños y jóvenes (29% del total) sin acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (dato proporcionado por una UNICEF para el año 2017; https://bit.ly/2Y2J7te). La sociedad paradojal que vivimos es inédita por la vorágine de innovaciones tecnológicas, pero también por la creciente exclusión en torno al uso y disfrute de las mismas. Y ello marcha a la par de la propia ignorancia tecnologizada que supone, para aquellos ciudadanos que tienen las posibilidades materiales, accesar a la era de la información, pero no usar sus dispositivos para cultivar el proceso de enseñanza/aprendizaje y la formación de la cultura ciudadana.

México no está al margen de esos comportamientos y tendencias mundiales. Con un sistema educativo preñado de variados rezagos, centralista y culturalmente homogéneo por antonomasia, y capturado por múltiples intereses creados que subordinan la formación a lo faccioso, no solo enfrenta la insuficiencia de inversión pública (se destina 4.3% del PIB nacional y el 17% del presupuesto federal) en varios rubros como la infraestructura (escuelas rurales sin sanitarios y energía eléctrica; escuelas radicadas en regiones calurosas sin aire acondicionado; escuelas urbanas y rurales aún dañadas por los efectos de sismos de años pasados), el material educativo y la capacitación de los docentes de niveles básicos, sino que persisten en él limitaciones pedagógicas y didácticas que posicionan al país en los peldaños más bajos de las evaluaciones entre países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Hacia el año 2018, según estudios del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), alrededor del 85.6% del gasto público destinado a educación es absorbido por el pago de nóminas; pero, agregamos, ello desprotege la inversión en la llamada formación inicial del docente y en el uso efectivo de tecnologías de la información y la comunicación.

Cabe apuntar que con la pandemia y los confinamientos, en el país azteca se suscitó un fenómeno de deserción escolar masiva por diferentes causas, tras la experiencia del programa oficial “Aprende en casa”, con el cual se intentó finalizar –desde el mes de marzo– el ciclo escolar 2019-2020. Funcionarios del gobierno federal indican que alrededor de 800 mil adolescentes entre los 15 y los 17 años y que cursaban el tercer grado de su formación secundaria, no podrán continuar su formación de bachillerato (https://bit.ly/2PVjHtf). En ello incide el desinterés en su propia formación, pero también la necesidad impuesta por la crisis económica de contribuir al ingreso familiar a través de su trabajo. En el nivel de educación superior (licenciatura y posgrado) se calcula una deserción de 593 mil jóvenes (de un total de 4 millones 538 mil matriculados). Para el nivel básico (pre-escolar y primaria) y medio básico (secundaria), se calcula que 2.5 millones de niños y jóvenes (el 10% del total inscritos) abandonarán la escuela definitivamente en medio de la pandemia (https://bit.ly/3avETiM). Cabe mencionar también que en el ámbito de la educación privada –que atendía a 5.5 millones de estudiantes–, con la pandemia se vieron obligadas a cerrar 30% de las escuelas; al tiempo que se proyecta una reducción del 35% en sus matriculas dentro de los niveles básico, medio básico, y medio superior (https://bit.ly/311rHPL).

Esta deserción escolar tendrá impactos en la desigualdad de género y en problemas de salud pública como la nutrición y los embarazos no deseados. En este último rubro, el Consejo Nacional de Población proyecta que con la pandemia existirán alrededor de 171 mil embarazos no deseados más entre mujeres de 15 y 34 años de edad; y de ese total, 35 mil 813 embarazos corresponden a adolescentes en el rango de edad de los 15 a los 19 años (https://bit.ly/2YajA1r), y que se suman a los 390 mil 89 mujeres entre 9 y 19 años que fueron madres en años previos. Es muy probable que exista una correlación entre este fenómeno y la deserción escolar de los últimos meses.

Ante estos antecedentes mínimos, el pasado 3 de agosto la Secretaría de Educación Pública (SEP) anunció el inicio del ciclo escolar en los niveles básico, medio básico y medio superior para el día 24 del mismo mes. Oficialmente, se apela a las posibilidades que abre la difusión de contenidos educativos a través de la televisión y la radio.

Al 15 de agosto se registraron en México 511 269 casos de contagio por Covid-19 y 55 908 muertes a causa de esta enfermedad; cifras aceleradas por la presencia de co-morbilidades como la diabetes, la hipertensión y la obesidad. Y con una proyección, hacia noviembre y diciembre, de entre 140 mil y 153 mil 189 muertes –respectivamente– por el nuevo coronavirus, en caso de relajarse las medidas preventivas (https://bit.ly/2PDKzxJ), son –en realidad– pocas las opciones reales con que cuenta el país para continuar con el despliegue del proceso de enseñanza/aprendizaje entre los grupos etarios en cuestión.

Aunado ello a la brecha digital ahondada con la pandemia, pensar en una comunicación sincrónica a través de la Internet entre el sistema educativo, los docentes y los estudiantes, resultaría una opción inviable y hasta imposible. Quienes padecen la pobreza extrema, sea en el medio rural o en las urbes, no solo son víctimas de este flagelo social, sino que están al margen del teletrabajo, la educación a distancia, el comercio electrónico y del entretenimiento en línea. La Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2019, levantada por el INEGI, indica que solo 23.4% de los hogares rurales cuenta con acceso al Internet; en tanto que en el medio urbano es el 65.5% de los hogares los que cuenta con conexión a esta tecnología. A su vez, solo el 45% de la población que ocupa el estrato económico bajo es usuaria de internet (en contraste con el 92% en los estratos económicos altos). Y aun cuando la población pobre cuente con algún ordenador en sus hogares, no accesan al Internet por carencia de ingresos y porque en su localidad no se provee dicho servicio.

La televisión y la radio cuentan con una cobertura e impacto masivos en el país (32.2 millones de hogares poseen el primer aparato; algo así como el 92.9% del total), y se presenta –mucho más que la Internet– como una opción viable para hacer llegar contenidos educativos a los estudiantes de primaria y secundaria. Sin embargo, surgen varios inconvenientes, a saber:

a) La televisión y la radio no son sustitutos del proceso de enseñanza/aprendizaje que precisa de la relación cara a cara y de todo el proceso de socialización que le circunda. No sustituyen al docente ni el ejercicio y adopción de metodologías pedagógicas y didácticas porque, en esencia, se trata de una comunicación unidireccional donde el estudiante es un simple receptor pasivo de contenidos.

b) Si no existe un encauzamiento dado por el docente y los padres de familia, se corre el riesgo de que estos medios masivos cumplan más una función de entretenimiento y –bajo el supuesto de que los niños y jóvenes no pierden el tiempo– de falso confort, que de fuente de aprendizaje real y de asimilación de nuevos conocimientos. Entonces se abriría la posibilidad de que solo sean asumidos los contenidos como una opción para “tener ocupados a los niños y jóvenes” mientras los padres de familia se descargan de su responsabilidad en el proceso educativo.

c) A primera vista, parece ser que no será aprovechado el potencial del magisterio y la experiencia adquirida por este gremio entre marzo y julio del presente año durante las distintas fases del programa “Aprende en casa”. Entonces, será la televisión la que llevará la voz cantante en la transmisión de contenidos educativos; y aunque ello garantiza un alcance y cobertura masivos, no asegura en lo más mínimo –por sí misma– un aprendizaje sustancioso, corriéndose el riesgo de nulificarse sus efectos. Entonces, se diluye toda posibilidad de mediación pedagógica entre los conocimientos emitidos y el sujeto que aprende, pero que es reducido a receptor pasivo de contenidos unidireccionales.

d) Se le otorga centralidad a la televisión en el proceso de enseñanza/aprendizaje cuando su papel sería el de erigirse en un instrumento o herramienta de cobertura masiva, en un vehículo que acerque a conocimientos generales, pero que no reemplaza la relación humana que supone la formación escolar, ni atiende las especificidades y necesidades de las comunidades locales.

e) Como no existirá proceso de enseñanza/aprendizaje en estos meses de educación a través de las pantallas de televisión, el pensamiento crítico será lapidado y desterrado de toda acción orientada a la formación escolar. Lo que se presentará será un ejercicio de difusión unilateral de información que no incentiva el ejercicio del razonamiento y de juicio fundamentado.

f) Para adoptar este programa de educación a distancia y de transmisión de contenidos escolares a través de la televisión, ese mismo día del anuncio se firmó un Acuerdo Nacional por la Educación entre el gobierno federal y cuatro emporios privados de la comunicación masiva (Televisa, Tv Azteca, Imagen y Grupo Multimedios). Un acuerdo que les reportará –en un proceso de transferencia de riqueza pública a manos privadas– 450 millones de pesos (alrededor de 22.5 millones de dólares); lo cual no solo incrementa el precio de sus acciones en los mercados de valores (Televisa tuvo, tras la firma del Acuerdo, un incremento bursátil del 15% y Tv Azteca del 18%; véase https://bit.ly/3126aGO), sino que les posiciona –a través del ejercicio de su capitalismo filantrópico–  como entidades protagónicas en la agenda educativa nacional, y les brinda respiración artificial ante la retracción y agonía –durante los últimos años– de este negocio privado (https://bit.ly/3g1k6oL) y la emergencia de otras opciones de entretenimiento para la población. Con más de 30 millones de estudiantes, un millón y medio de docentes, y varios millones de padres de familia atentos al televisor, estos consorcios conformarán una nueva audiencia cautiva para sus contenidos.

En ello, los riesgos son evidentes: los propietarios de las concesiones de estos medios no solo son los hombres más ricos del país, sino que son los líderes de las campañas de desinformación y tergiversación semántica a que está sometida diariamente la población. Entonces, la comunicación será directamente entre estos mass media privados y los estudiantes reducidos a receptores pasivos, en el marco de prácticas verticales y unidireccionales sin mínima mediación pedagógica y didáctica. En suma, evidencia la claudicación del Estado en el esfuerzo de transmitir contenidos educativos desde las concesiones públicas y los tiempos públicos oficiales, así como la entronización de la racionalidad tecnocrática en la gestión de la educación como bien público.

Como lo analizamos en otro espacio (https://bit.ly/313KWIE), la universidad enfrenta serios desafíos con la pandemia, y ello se extiende a los procesos de enseñanza/aprendizaje suscitados en los niveles básicos de la formación escolar. Justo en la educación primaria y secundaria se precisa del retorno a lo local para evitar reproducir esquemas unilaterales, unidireccionales y centralizados de gestión educativa. La escuela solo será rescatada desde esa escala territorial y desde la participación activa de autoridades educativas, docentes, padres de familia y estudiantes, si existe una oposición a modelos pedagógicos verticales, uniformes y homogéneos creados desde el escritorio y sin referencia a las necesidades específicas de los niños, jóvenes y comunidades. México es un país culturalmente megadiverso en sus regiones y sitiado por problemas públicos multifactoriales y de distinta índole. Ello exige el despliegue de la imaginación creadora por parte de los docentes, más que su papel de simples apéndices de la televisión y de vigilantes de las instrucciones recibidas por los estudiantes a través de la pantalla.

Se trata de ir a contracorriente de la verticalidad y unilateralidad, y apostar a crear espacios y experiencias de comunidad a través de distintos medios y dispositivos para restablecer el vínculo pedagógico. En ello jugarían un papel central los consejos escolares y demás órganos colegiados para que, desde cada escuela, colonia o pueblo, se elijan los contenidos y didácticas acordes a las necesidades de los niños y jóvenes. En suma, restarle protagonismo a la televisión en el proceso de formación, es un asunto de imaginación y metodología, pero –sobre todo– de voluntad política de todos y cada uno de los implicados en el sistema educativo nacional.

*Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/208498

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La pandemia continúa y se agrava la emergencia social

Por: Julio C. Gambina

Las políticas preventivas ante la emergencia del coronavirus se extienden y más allá de la fecha dispuesta por la continuidad del aislamiento a fines de agosto, el impacto en las condiciones de vida de la sociedad de menores ingresos presenta una enorme gravedad.

Por un lado, la suba de precios es un continuo que se manifiesta en una tendencia a la baja desde el pico del 2019, pero elevada en términos de posibilidad de satisfacer las demandas reproductivas de la mayoría empobrecida. El dato de inflación anualizado, según el INDEC es de 41,4% a julio 2020 y según el BCRA podría llegar a 39,5% en todo el 2020, cuando en diciembre pasado alcanzó 53,8%. Es una tendencia a la baja, sí, pero no favorece la ausencia de actualizaciones por suspensión de paritarias o el caso de las jubilaciones con ajustes por decreto, incluso con mínimos percibidos por una mayoría importante, que apenas llega al tercio de las necesidades del adulto mayor. Por otro lado, merman los ingresos populares por variadas razones, entre los que destaca una carrera a pérdida contra los precios, pero muy especialmente por la baja del empleo registrado, el incremento del desempleo, la subocupación y la creciente precariedad laboral. El Ministerio de Trabajo informa en agosto los datos de julio del 2020 en materia de empleo registrado, resaltando la disminución de 409.000 trabajadores y trabajadoras respecto de mayo 2019, incluso 92.000 menos respecto del mes inmediato anterior, abril del 2019.

Los precios de julio 2020 subieron 1,9% y se temen rebotes en el corto plazo, con presiones incluso del poder económico, que demanda actualización del precio del dólar para mejorar ingresos por exportaciones, pero también de actualización del precio de los combustibles, con las petroleras induciendo la suba, entre ellas YPF, empresa privada con capitales externos, aun cuando sea de gestión estatal.

¿Por qué es más importante la demanda de rentabilidad de las empresas que la de los jubilados y las jubiladas por actualizar sus ingresos?

¿Por qué los exportadores demandan mayor precio de la divisa cuando el proceso de producción para la exportación supone una diversa articulación productiva para la obtención del producto o servicio exportable?

La respuesta a esos interrogantes es política y se reduce a la capacidad de intervenir en la lucha de clases, es decir, quien tiene la fuerza para imponer su precio, el que se deriva de la propiedad privada de los medios de producción o quien lo deriva del precio de venta de la fuerza de trabajo, pauta válida para asociar a los ingresos previsionales.

El empleo registrado viene retrocediendo desde hace tiempo. En el corto plazo, la tendencia es a la baja desde septiembre del 2019, agravada desde marzo pasado por la lógica del parate de la actividad económica; pero en el largo plazo y de modo absoluto las personas con trabajo registrado están al mismo nivel que en 2016, aun con incremento de la población, por lo que en términos relativos existe un fuerte retroceso.

Son 11,7 millones los trabajadores y trabajadoras registrados/as y al mismo tiempo existen unos 5 millones no registrados/as, una cifra equiparable a las trabajadoras y trabajadores registrados. Este dato de no registrados es señal de la impunidad empresaria y de la debilidad del movimiento obrero que no puede imponer los derechos sociales, individuales y colectivos de trabajadores y trabajadoras. Estos datos ofrecen el real panorama de deterioro de las condiciones de empleo en el país, un objetivo buscado desde mediados de 1975 y afianzado con el golpe genocida de 1976. En rigor, nunca se dejó de lado ese objetivo, que aún se proyecta sobre el país ante la demanda empresarial y de los organismos internacionales por las regresivas reformas laborales y previsionales.

¿Por qué pesa más la demanda empresarial para reducir costo de producción, que la realizada por trabajadores y trabajadoras para mejorar los ingresos populares por salario, prestaciones sociales, jubilaciones o asignaciones diversas que hace a la calidad de vida?

Nuevamente, la respuesta está en la lucha de clases, en la capacidad de intervenir en un sentido o en otro. La ofensiva del capital es la tendencia que se impuso en este tiempo histórico que señala su inicio hacia 1975/76, y no es solo una referencia local, es parte de lo que acontece en el mundo, especialmente luego de la ruptura de la bipolaridad entre 1989 y 1991.

Falta una estrategia popular y un nuevo internacionalismo

La gran discusión remite al qué hacer. En ese sentido, cada cual atiende su juego. Hablando desde los trabajadores y las trabajadoras, lo que existe es dispersión de estrategias, lo que nos permite decir que no hay estrategia del movimiento obrero. La CTA en los 90 pretendió construir un nuevo modelo sindical, generando expectativas y entusiasmo.

Fue el de la CTA un proyecto en expansión hasta el ciclo 2001-03, cuando encontró sus límites, que llevaron a sucesivas fracturas en varias expresiones que demandan ser portadoras del legado histórico. No solo existen tres agrupamientos nacionales que se asumen en ese sentido, sino que se suman algunas realidades locales o provinciales que están por encima y más allá de esas tres que pretenden la representación histórica del proyecto originario.

En la CGT, las idas y vueltas en torno a su conducción y el camino de conciliación, especialmente en los acuerdos con las centrales patronales, la deslegitiman y define, pese a contener en su seno a importantes e históricos sindicatos.

Un dato relevante es la extensión del movimiento social de trabajadoras y trabajadores, que en los 90 tuvieron conchabo y capacidad de acumulación en la CTA, en tanto Central de trabajadoras y trabajadores, pero que al compás de la fragmentación debilitó esa potencia de articular lo sindical y lo social territorial, aun manteniendo una cuota de adhesión de movimientos en los fragmentos de las CTA.

El movimiento social sigue creciendo al amparo del deterioro de las condiciones de vida que venimos señalando y por eso no sorprende la actividad de auto-organización socioeconómico, en simultaneo con la canalización de demanda de ingresos por vía estatal desde la misma crisis del 2001/02.

De hecho, el plan jefes y jefas de hogar, con 2 millones de subsidios fue el inicio de la multiplicidad de planes que llegan al IFE actual, con una demanda de 12 millones de personas que se consideran con derecho a su percepción.

Con esta base surgieron variadas organizaciones populares, que hacen visible ahora su demanda para resolver ingresos a 5 millones de personas y lo visibilizan con principales dirigentes sindicales de la CGT, entre ellos enfrentados en la disputa por la conducción.

Dijimos que cada cual atiende su juego y en efecto, en este acto resulta evidente que cada quien busca la legitimación de su demanda.

El reclamo de los movimientos trasciende el ingreso monetario e incluye tierra para la construcción de viviendas y asentamientos de emprendimientos productivos para la reproducción de la vida cotidiana.

Con ello, puede discutirse la inmediatez del reclamo o la puerta que habilita ingresar un debate más amplio sobre el orden económico, lo que supone discutir el modelo productivo y de desarrollo.

El límite del capitalismo impone la defensa de los intereses por empleo y salario adecuado en las condiciones de la relación capital trabajo, mientras, que, si vamos más allá de las relaciones capitalistas, las experiencias de auto-gestión en movimientos territoriales o en empresas recuperadas, entre otras expresiones de la economía popular, pueden dar sustento a una discusión que trasciende el orden económico capitalista.

La tendencia derivada de la ofensiva capitalista lleva a la pérdida de derechos laborales, por lo que no alcanza con su defensa, sino que se impone ir más allá y construir una estrategia que se proponga lo esencial en materia de objetivos.

Esto supone la definición de objetivos anticapitalistas, los que se construyen en la cotidianeidad del presente, tal como lo intentan en la defensa de los derechos y en contra de la mercantilización cuantiosas organizaciones sociales y territoriales. Estas, disputan recursos públicos para sus objetivos al tiempo que descreen de la estructura estatal en permanente búsqueda de cooptación. Es una relación dialéctica de inserción en el Estado y al mismo tiempo su rechazo. Un entrar y salir complejo según el interés del propio movimiento. Claro que en ese ir y venir se cometen errores o suceden acontecimientos no buscados, entre los cuales sobresale la corrupción, pero no mella el objetivo de búsqueda propuesto.

La variedad de estrategias de supervivencia, algunas más efectivas que otras, hacen evidente la ausencia de una estrategia integral del movimiento de trabajadoras y trabajadores tal como se presenta en esta actualidad de ofensiva capitalista. Es una cuestión para pensar, que trasciende el debate local y tiene proyecciones regionales y globales en el marco de la tercera década del Siglo XXI, lo que requiere de un nuevo internacionalismo de los pueblos.

*Fuente: https://kaosenlared.net/argentina-la-pandemia-continua-y-se-agrava-la-emergencia-social/

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Colombia. La falacia de la alternancia

Por: Vida Digna

Cuando hablamos de educación en tiempos de pandemia, lo primero que se nos viene a la mente es la educación virtual, pero qué lejos estamos en Colombia de que esto sea una realidad para la mayoría de los sectores populares. Según el DANE, para el 2018 solo el 53% de los hogares colombianos contaba con algún tipo de conectividad a Internet. De este porcentaje, más del 80% están ubicados en zonas urbanas. A estas cifras, se debe sumar la ausencia de dispositivos tecnológicos en los hogares. Es evidente, entonces, que los estudiantes no cuentan con las herramientas necesarias para acceder a los procesos de formación modelo virtual.


Por MAIS-Fuerza Nacional Magisterial -FUNAMA- Risaralda*. Hace unos días, escuchábamos al exrector de la Universidad Nacional de Colombia, Moisés Wasserman, afirmar en varios medios de comunicación del país, la necesidad de retornar de inmediato a las aulas de clase. Estamos de acuerdo, Wasserman, necesitamos retornar a las aulas de clase: la educación primaria y secundaria bajo los términos actuales es una catástrofe. Lo que pasa, mi querido Moisés, es que los colegios en Colombia no están preparados para afrontar una educación bajo las condiciones del momento, debido, principalmente, a que la inversión necesaria para hacerlo no existe ni siquiera como proyecto del Gobierno Nacional, el cual ve a la educación básica como un gasto que, de ser posible, debe reducirse a su mínima expresión.

Ávila, uno de los directivos de la Federación Colombiana de Educadores -FECODE-, en el 2018, explicaba que la Ley 715 de 2001 y la Ley 1176 de 2007 constituyen ejemplos de cómo el Estado somete la financiación del sector educativo a tres reglas mercantiles: políticas de ajuste fiscal, presupuesto dependiente de las fluctuaciones de la demanda y aumento de las responsabilidades locales en el gasto público.

 

Movilización de la FECODE

Nos encontramos entonces ante un panorama muy complejo, dado que el llamado a la presencialidad bajo el modelo de alternancia coincide con el momento más agudo de la pandemia del Covid-19, en términos de contagios y muertes a nivel nacional[1]. Resulta un exabrupto que, precisamente, en el momento en que se retoman medidas para aumentar el distanciamiento social en Medellín, Cali, Bogotá y demás ciudades capitales, el gobierno nacional llame a retomar la presencialidad en los colegios públicos y privados.

El modelo de alternancia –propuesto desde el Ministerio de Educación Nacional (MEN) como una forma de educación semipresencial- representa para las instituciones educativas un sinnúmero de adecuaciones en su planta física (de por sí ya en precarias condiciones), aumento de personal de servicios generales y de salud (¿Cuántos colegios cuentan con enfermería?) y reformas organizativas de horarios, espacios y todas las contingencias que traiga consigo la denominada alternancia. Ante estas nuevas necesidades que aparecerían en caso de tener que volver a las instituciones, se nos plantea un interrogante interesante frente a los recursos económicos que se necesitan para hacer todo este tipo de adecuaciones, ya que hemos escuchado a varias secretarías de educación decir que están al tope en gastos, entonces ¿de dónde va a salir el dinero?

No son claros los motivos por los que el gobierno nacional llama a retornar a las aulas en medio de la pandemia y sin recursos económicos para garantizar la bioseguridad de la comunidad educativa que regresaría a las instituciones. Por eso, surge la hipótesis de que el gobierno sabe que no es viable, dado que ellos no van a poner los recursos para la alternancia, pero, que será el magisterio, conociendo la irresponsabilidad de este llamado, quien cargará la cruz de que los niños y las niñas de este país no retornen al aula de clases. FECODE ha denunciado públicamente el llamado a la alternancia al reconocer en él una insensatez y un atentado a la vida y a la salud de los estudiantes y sus familias. La Federación tiene claro que, en estos momentos, la prioridad es defender la vida y extremar precauciones y cuidados en cada uno de los hogares colombianos.

Al parecer, el gobierno nacional quiere lavarse las manos y culpar al magisterio por la crisis que vive la educación hoy en día. El planteamiento anterior tiene asidero en varias medidas tomadas por las secretarías de educación municipales y departamentales, las cuales -tras el llamado a la alternancia- no prepararon ninguna clase de protocolos ni se volcaron a hacer análisis rigurosos de la situación en cada una de las instituciones educativas. La negligencia estatal se evidencia en el intento de cubrir con una encuesta virtual a madres y padres de familia la consulta a las comunidades en torno al retorno de los estudiantes a las clases presenciales.

Claro está que, frente al llamado sensato de decirle no a la propuesta inviable de la alternancia, se mostrará al magisterio como el gran villano. Pero aquí los canallas son otros y no están en las aulas de clase, sino en los escritorios de los ministerios del gobierno nacional.

Cabe entonces preguntarnos alternativas que contribuyan de manera significativa a la actual crisis de la educación dada por la contingencia de la pandemia. Pero estas soluciones requieren de una inyección de recursos significativa, teniendo en cuenta las cifras que nos arroja Julián de Zubiria en su columna titulada “La educación en tiempos de cuarentena”, dado que “el 4% de los municipios tiene buena conectividad, el 63% de los bachilleres del 2018 no tenía acceso a Internet desde sus hogares y, en las zonas rurales, tan solo el 9% de los jóvenes disponen de computador.”[2] Ante este panorama, el llamado al gobierno debe ser a que garantice la conectividad plena de los casi 10 millones de estudiantes de básica primaria y bachillerato. La inyección de recursos debería ir orientada a la generación de unas condiciones dignas que permitan que los y las estudiantes del país tengan acceso a Internet y puedan integrarse a los procesos educativos sin arriesgar su vida ni la de sus familias.

Aunado a lo anterior, otra de las problemáticas de la educación básica en Colombia es que las y los maestros fuimos enviados a la arena sin las herramientas necesarias para afrontar esta ardua tarea. No existe formación frente al uso de las diferentes herramientas tecnológicas para enfrentar las crisis, así, a muchos nos ha tocado echar mano de mil tutoriales de internet y de familiares y conocidos con conocimiento sobre estas plataformas. Si bien la autoformación es un compromiso personal, el Estado colombiano no se puede lavar las manos ni justifica la incompetencia y la total desidia que ha tenido con la capacitación docente para afrontar esta pandemia.

Quedan planteadas más preguntas que certezas frente a la forma como se debe afrontar la crisis, pero debemos tener en cuenta que la alternancia nunca fue una opción que el gobierno quisiera implementar de forma seria. Esta propuesta constituye una nueva cortina de humo que sirve de excusa para argumentar que es el magisterio quien no quiere volver a clases.

La educación debería ser una prioridad en la agenda nacional y, por lo tanto, el gobierno debería dejar de culpar al magisterio y dedicarse a cerrar la brecha tecnológica que desnudó la pandemia, a cumplir y ampliar el Programa de Alimentación Escolar -que hoy día se convirtió en la principal entrada de alimento de cientos de miles de familias- y a invertir en capacitación docente para garantizar los procesos académicos en el país. La solución de esta crisis educativa requiere de un compromiso real por parte del gobierno y de una presión constante de los docentes, estudiantes y sus familias, quienes deben aunar esfuerzos en la exigencia de educación digna que no ponga en riesgo sus vidas.

*Fuerza Nacional Magisterial -FUNAMA- es un espacio de confluencia de maestras y maestros donde, desde las prácticas pedagógicas ligadas a diversas dinámicas de construcción popular en el territorio nacional, se busca la garantía de la educación como derecho y la transformación del modelo actual de país.


[1] Más de 10 mil contagios diarios y 300 muertes al día (última semana del mes de julio)

[2] Tomado de: https://www.semana.com/opinion/articulo/la-educacion-en-tiempos-de-cuarentena-columna-de-julian-de-zubiria/661969

*Fuente: https://kaosenlared.net/colombia-la-falacia-de-la-alternancia/

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Brasil en Pandemia: Como educar as 4,8 milhões de crianças brasileiras sem internet?

A solução encontrada por muitos educadores e escolas tem sido o uso do bom e velho WhatsApp.

Quando a pandemia de Covid-19 tomou conta do Brasil e as aulas presenciais tiveram que ser interrompidas, Lúcia Cristina Cortez se deparou com um enorme desafio no ensino à distância. A diretora da Escola Municipal Professor Waldir Garcia, em Manaus, percebeu que boa parte dos seus alunos não tinham acesso à internet .

Se a educação brasileira já é palco de desigualdades há muitos anos, a necessidade do ensino remoto evidenciou ainda mais a situação. “É uma desigualdade muito grande. Tudo isso [falta de acesso à internet] já existia, mas estava invisível, e hoje a gente tem essa visibilidade. Todo o brasil foi pego de calças curtas, ninguém estava preparado. Nenhum prefeito, nenhum governador, ninguém tinha se antenado de quanto é importante todos estarem na era digital, conectados», opina Lúcia.

No caso de Manaus, a Secretaria de Educação começou a divulgar aulas através da TV aberta, o que ajuda os alunos que não possuem acesso à internet. Na escola Professor Waldir, porém, as dificuldades continuavam, já quem nem televisores existiam em muitos dos lares dos estudantes.

A desigualdade era presente dentro da própria escola. Dos 227 alunos, 50 são estrangeiros. E, dos estrangeiros, a maior parte viu os pais ficarem desempregados durante a pandemia, tendo até que se mudarem para abrigos. Televisão e celular nesses casos, conta Lúcia, é luxo.

“Isso em Manaus, ali na área urbana. Eu estive conversando com alguns colegas da área rural, ribeirinha, e não tem internet”, lembra Lúcia. A equipe pedagógica da escola, então, se uniu para realizar uma vaquinha online para conseguir doações de celulares , televisores e chips com internet para os alunos.

Depois de uma campanha de sucesso, a escola conseguiu prover celular e tem pago internet para todos os estudantes. Além disso, uma parceria permite que as famílias mais vulneráveis recebam cestas básicas em meio ao difícil cenário atual. “Não adianta dar internet, celular e TV se o principal é a fome”, garante a diretora.

WhatsApp se torna aliado

Diante desse contexto, o WhatsApp acabou se tornando um forte aliado de todos os professores da escola Professor Waldir. Por funcionar bem em qualquer smartphone simples e ser coberto pela maior parte dos pacotes de dados, o aplicativo de mensagens é uma solução mais acessível a todos os alunos.

Os professores têm gravado áudios e vídeos e enviado aos alunos. Contente, Lúcia comemora que muitas crianças estão sendo inclusive alfabetizadas à distância, já que o corpo docente se dedica a realizar ligações individuais com os alunos. “Na aula de literatura, as professoras têm gravado podcast com as histórias infantis”, exemplifica.

A escola, reconhecida nacionalmente pelo bom diálogo com a comunidade, tenta ainda continuar com o contato com as famílias, que são peça fundamental para o aprendizado das crianças, sobretudo neste momento. Para isso, os pais foram ensinados a usarem a plataforma de videoconferência Google Meet , e a escola criou e-mails para que cada um deles pudesse participar.

Para o ensino, porém, o WhatsApp ainda é o principal canal. E isso, mais uma vez, não é exclusividade da escola Professor Waldir. Um  robô criado para funcionar no mensageiro tem feito sucesso no país todo, ajudando cerca de 125 mil alunos de todos os DDDs a estudarem através do celular – 94% deles são de escolas públicas.

“A gente criou justamente por ser um canal acessível e com a hipótese de que a maioria dos alunos não teriam acesso a plataformas mais tradicionais de ensino à distância”, conta Débora Nunes, analista de produtos e soluções da Fundação 1Bi, uma das criadoras do AprendiZap .

Depois de cinco meses em funcionamento, a ferramenta de reforço escolar descobriu que 45% dos alunos que a utilizam estudam, atualmente, apenas pelo WhatsApp. “Esse dado é bom porque a gente está chegando no impacto que a gente quer, mas mostra esse problema que a gente tem no Brasil, que os alunos não estão conseguindo acessar outras plataformas”, traduz Débora.

Criado com o objetivo de ser um reforço, o AprendiZap acabou se tornando a principal plataforma de muitos estudantes e, por isso, algumas mudanças estão a caminho. Os criadores do robô investem, agora, no desenvolvimento de um canal voltado a professores, para que eles consigam direcionar melhor os conteúdos e ajudar seus alunos com mais clareza – tudo através do WhatsApp .

O legado da pandemia

Se a falta de acesso à internet evidenciou ainda mais as desigualdades presentes no sistema educacional brasileiro, pelo menos todo esse período serviu de aprendizado. Lúcia conta que, na sua escola, o corpo docente tinha muito resistência ao uso de tecnologias em sala de aula no cenário pré-pandemia.

Quando as aulas presenciais regressarem, Lúcia acredita que a tecnologia vai continuar a ter um papel fundamental na vida dos alunos e professores. “Com certeza isso a pandemia nos ensinou: o quanto é rica a ferramenta da tecnologia, como ela pode ser nossa aliada na educação. As crianças aprendem, se envolvem e gostam. Foi bom dar essa sacudida para a gente acordar”, confessa.

Fuente: https://tecnologia.ig.com.br/2020-08-08/pandemia-como-educar-as-48-milhoes-de-criancas-brasileiras-sem-internet.html

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El Trabajo Reproductivo y la precarización de las mujeres en pandemia

Por: Ileana Corea

El Trabajo Reproductivo no se refiere únicamente a la reproducción humana en términos biológicos, sino a la reproducción de la vida que conlleva la circulación de las mercancías dentro del sistema.

l neoliberalismo como doctrina política y económica se ha configurado como el gran enemigo de las mujers. Es la denuncia que constantemente realizan progresistas y revolucionarias en cada espacio de militancia. Este mismo sistema es el que ha llevado al límite de pauperización las condiciones vitales de las mujeres, quiénes estamos más expuestas ante los patrones de desigualdad de este sistema, por ejemplo.

La pandemia generada por la COVID-19 ha visibilizado lo que equivale estratégicamente el Trabajo Reproductivo (TR) y doméstico para el sistema económico, un trabajo que se mantuvo en un anonimato en su conceptualización como una forma de trabajo no remunerado, pero que en definitiva tiene rostros de mujeres precarizadas a lo largo de la historia, añadiendo que la cuarentena a la que nos han sometido tiene rasgos de clase muy marcado, lo que se traduce en que muy pocas personas puedan estar más protegidas y en condiciones aptas.

Entender el TR, es clave para comprender lo que las mujeres significamos para este sistema y es que el TR no se refiere únicamente a la reproducción humana en términos biológicos, sino a la reproducción de la vida que conlleva la circulación de las mercancías dentro del sistema capitalista, integrando las tareas del trabajo doméstico, cuidado a infantes, adultos mayores o personas con discapacidad. La garantía de la realización del TR trae como consecuencia que las/los trabajadores tengan resueltas sus necesidades básicas y puedan seguir produciendo para el sistema.

Silvia Federici, filósofa marxista, feminista y teórica del Trabajo Reproductivo apunta: “debemos admitir que el capital ha tenido mucho éxito escondiendo nuestro trabajo. Ha creado una obra maestra a expensas de las mujeres. (…) El capital ha matado dos pájaros de un tiro. Primero, ha obtenido una cantidad increíble de trabajo casi gratuito, y se ha asegurado de que las mujeres, lejos de rebelarse contra ello, busquen obtener ese trabajo como si fuese lo mejor de la vida.”

Esta realidad durante la pandemia no ha variado, sino que se ha profundizado aún más, pues ha incurrido en la mezcla del teletrabajo con la sobrecarga del TR en las mujeres.

Para Federici, estas condiciones han conllevado a una escalada de la violencia machista hacia las mujeres, además de estrés, crisis en la salud mental, y aumento de la precariedad, de millones de mujeres.

Fuente: https://www.laestrella.com.pa/opinion/ileana-corea/200811/reproductivo-precarizacion-mujeres-pandemia

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