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Ciencias sociales. Las humanidades piensan la pandemia

Diversos autores, marcados por la urgencia del presente, buscan interpretar los alcances de un sismo inesperado que trae aparejados nuevos desafíos.

El acontecimiento total. Eso es la pandemia. No lo fueron las grandes guerras ni la llegada a la Luna, ni los mundiales de fútbol o los juegos olímpicos, ni la propia globalización, condición necesaria pero no suficiente de esta excepción generalizada.

De todas esas situaciones alguien se caía o se sustraía voluntariamente. Pero el virus logró poner a todos en un mismo escenario, jugando papeles distintos en una única obra. Absoluta unidad de tiempo y lugar, presente continuo, tiempo en fibrilación que se resiste a las interpretaciones.

Eppur si muove, dicen los casi cincuenta autores que en tres obras diferentes pero igual de urgentes ensayan correrse del asombro para pensar desde la sociología, la antropología, la ciencia política, la filosofía, las relaciones internacionales, los estudios culturales, el psicoanálisis, algo de neurociencias. El acceso libre y gratuito a los estos libros -una costumbre en la producción científica en este momento, aunque puedan tener luego una versión en papel- epitomiza una actitud renovada con énfasis en la colaboración.

El listado de materias no es pedagógico sino central al argumento. Porque el aporte de las ciencias empíricas se ha vuelto extraordinariamente visible: vacunas, tratamientos, curvas epidemiológicas, porcentajes de letalidad son temas diarios. Pero los modos profundos de pensar la realidad, se sabe, son asunto de otros claustros: las ciencias sociales y las humanidades. Y si la pandemia hizo estallar la habitualidad como «una bomba», en la metáfora de Alejandro Grimson, coordinador del Programa Argentina Futura, hay quienes están pensando qué hacemos con esas piezas.

«Vivimos un tiempo absolutamente excepcional. Por primera vez la historia está en suspenso, atónita por un acontecimiento cuyo protagonista es la naturaleza», abre el colectivo Crisis su compilación La vida en suspenso. 16 hipótesis sobre la Argentina irreconocible que viene, publicada conjuntamente con Siglo XXI.

La primera sección, «La nueva anormalidad», está dedicada al presente estricto, en una suerte de paneo. Las más personales son las autoras mujeres: Paula Abal Medina narra la cuarentena en los barrios populares y alerta sobre la multiplicación de carencias, mientras Paula Litvachky discute qué hacer con los detenidos, amenazados por el confinamiento, y Natalia Gelós habla de las descuidadas cuidadoras: las trabajadoras domésticas. En tiempos de despedidas a la distancia y de ataúdes de cartón, Ximena Tordini reclama una «necroética», el necesario reconocimiento de que la muerte necesita sus rituales.

En el extremo económico, Alejandro Bercovich discute el impuesto a la riqueza, que podría contribuir a compensar las carencias. El exdirector de la Biblioteca Nacional, Horacio González, por su parte, presenta la unidad nacional como «la necesidad de un imposible». Con quien dialoga el dirigente social Juan Grabois en la segunda sección, «El tiempo que viene», quien la califica con tono provocativo de «cliché ambiguo».

El cierre de la sección está a cargo del científico Diego Golombek, quien celebra el lugar que pasó a ocupar la ciencia en las decisiones de gobierno. Una observación puntual de Golombek conecta de manera iluminadora con el primer texto de la segunda sección, que abre la antropóloga Rita Segato. Comenta el científico que los mensajes sobre el uso del tapabocas son más eficaces si se los presenta como un aporte para la protección de la comunidad. En el mismo sentido, Segato concluye diciendo que el «buen Estado» es el que restituye el fuero comunitario.

No está lejos de estas observaciones la recomendación del especialista en Relaciones Internacionales, Juan Gabriel Tokatlian, de la Universidad Torcuato Di Tella, quien se apoya en Maquiavelo para proponer para la Argentina una Realpolitik «que radique en la modestia y la flexibilidad».

Martín Rodríguez y Mariano Schuster llegan con una redefinición de «historia» a partir de la experiencia de la pandemia: «Es lo que no necesita traducción. Llega. Sucede. Pasa. Acontece».

El segundo volumen tiene un único autor, el portugués Boaventura de Sousa Santos, Director Emérito del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra y reconocido por sus aportes a las «epistemologías del sur».

La cruel pedagogía del virus advierte sobre lo que estamos aprendiendo con el dolor y la pérdida. Sus seis lecciones incluyen una dura advertencia sobre los tiempos de reacción a las catástrofes frente a la amenaza del cambio climático, la persistencia de las desigualdades, el fortalecimiento del patriarcado y el colonialismo. Pero también una esperanzada mirada sobre el regreso del Estado y, como Segato, de la comunidad, desplazando el mercado del centro social.

El tercer volumen es el más colectivo y está específicamente orientado al día después. El futuro después del Covid-19, coordinado por Grimson para Argentina Futura, tiene tres secciones: «El Estado que viene; desafíos y emergencias», «Un nuevo mapa político» y «Pensar las subjetividades».

Escriben 28 autores de un arcoíris ideológico y político, con referentes de uno y otro lado del espectro, como Beatriz Sarlo, Vicente Palermo, Atilio Borón, Ricardo Forster, Maristella Svampa, Enrique Viale, Walter Mignolo, Dora Barrancos, Roberto Follari, Helena Carreiras y Andrés Malamud.

Repiten colaboración desde nueva perspectiva Tokatlián, Segato, González. La variedad también incluye temáticas y estilos, con aportes más literarios, como los de Cristian Alarcón, Gabriela Cabezón Cámara y María Moreno, y referencias a las artes, como el texto de Andrea Giunta.

De un volumen pantagruélico, al que es imposible hacer justicia en la brevedad de una reseña múltiple, vale la pena rescatar el cierre modesto y contundente del texto de Sarlo, una intelectual que elige correrse del lugar de profeta para dedicarse a las minucias mayúsculas de la economía (y la política).

En tiempos de desigualdades extremas, aquí y en el mundo, expresa su deseo: «Lo mejor que puede aportar el futuro de la pandemia es una reforma impositiva, con un acento puesto sobre los bienes personales. Los empresarios pagarán más si son ricos, no si sus empresas son prósperas e invierten productivamente sus ganancias. Si la pandemia nos convierte en un país impositivamente más justo, podremos decir que hemos vencido y que habrá un futuro. Todo depende de nosotros. Debemos eso a los muertos y a quienes están sufriendo».

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/ciencias-sociales-las-humanidades-piensan-la-pandemiadetras-de-los-libros-nid2414292
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Estudios: Transformación de Latinoamérica Post-Pandemia

El efecto de la pandemia en lo económico, político y social es innegable, con un impacto bastante más notorio en la región de Latinoamérica que en otras latitudes, dada la situación actual de alternancia gubernamental, enlentecimiento económico y cambios en la dinámica social. Si bien se han realizado ya varios esfuerzos por entender el impacto del COVID-19 en nuestra vida cotidiana, todos estos esfuerzos se centran en consecuencias inmediatas, tales como la evaluación del incremento en el consumo de artículos de limpieza, el incremento en el desempleo, la migración del comercio a plataformas digitales y la aceleración de la tendencia del teletrabajo.

Sin embargo, todos estos cambios son respuestas a la inmediatez, a los primeros momentos de reacción ante una emergencia como si la crisis por la pandemia fuera efectivamente un estado momentáneo de nuestra historia. Pareciera que muchas de estas acciones tienen sólo una motivación de eventualidad como si al desaparecer la pandemia, todo regresará a la normalidad. Lamentablemente, todos los organismos internacionales que se dedican a analizar la dinámica social desde un abordaje más amplio llegan a la misma conclusión.

El impacto del COVID-19 en la sociedad es permanente, y no veremos llegar ese tan esperado retorno a la normalidad. Por el contrario, cada vez más hay más evidencia que demuestra que la crisis desatada por la pandemia no hizo sino servir de catalizador para acelerar una serie de dinámicas psicosociales que ya estaban en transición. . Un ejemplo es la transformación digital. Si bien era ya una tendencia en algunos sectores empresariales, la crisis por COVID-19 obligó a sectores completos a abrazar la digitalización de la noche a la mañana.

Lo mismo se puede decir de modelos económicos basados en flujos que se consideraban fuentes de flujo infinitas, tales como el turismo. Ciudades latinoamericanas cuyas economías dependían del turista extranjero vieron desaparecer su fuente de ingresos de un día a otro sin mayor posibilidad que cerrar comercios tras más de cuatro meses de una cuarentena que parece no terminar nunca.

Pero estos son, otra vez, efectos momentáneos. La pregunta correcta es, ¿Cómo veremos en el pasado esta pandemia? Mejor dicho, qué consecuencias de esta crisis resonarán en nuestra dinámica psicosocial los próximos diez años y voltearemos a ver al COVID-19 como ese detonador de dichas realidades.

Para dar una respuesta más allá de lo efímero que resulta retratar la inmediatez, nos dimos a la tarea de diseñar una evaluación regional de estos cambios que formarán parte de nuestra realidad postpandémica. Es decir, esta realidad donde miraremos al 2020 a la distancia como el año en que se provocaron los cambios que serán ya entonces, los ejes de nuestra vida cotidiana.

Elegimos referirnos a esta época del futuro como la post-pandemia, para evitar el eufemismo mediático de “nueva normalidad” que pretende mitigar una transformación que de normal tendrá muy poco y lejos de ser una novedad, será una colección de estándares a los cuales deberemos habituarnos lo más rápido posible. SEELE Neuroscience desarrolló tres escalas de medición:

  1. Certidumbre psicosocial
  2. Sentimientos actuales frente a la pandemia
  3. Sentimientos futuros a diez años de la pandemia Estas escalas fueron estandarizadas en validez y confiabilidad para generar los reactivos finales.

Estas escalas fueron estandarizadas en validez y confiabilidad para generar los reactivos finales.

Blacksmith Research realizó la recolección de 473 respondientes repartidos en diez países de Latinoamérica y SEELE Neuroscience recolectó respuestas de 30 participantes presenciales mediante un protocolo de asociación implícita para generar un factor de corrección que permite detectar reactivos donde los participantes pudieron haber mentido o tratado de dar respuestas “correctas” o socialmente deseadas.

Techo y familia: Los dos pilares que sostienen a la región

No importa lo que pase, los latinoamericanos siempre consideraremos el hogar y la familia como los dos ejes de nuestra certidumbre. Cuando todo a nuestro alrededor parece derrumbarse, acudimos a nuestro círculo más cercano para reasegurar nuestra integridad. Esto no es necesariamente positivo si se interpreta como la contracara de nuestra incertidumbre generalizada hacia el panorama mundial.

Así, como característica fundamental de la escala de certidumbre, veremos en años venideros una reducción del círculo social a sólo nuestros cercanos. Daremos prioridad a nuestro hogar y nos sentiremos abrumados por el acontecer mundial. Las tendencias girarán en torno a la preservación de la seguridad de lo más básico y fortalecer los lazos con pequeños núcleos familiares.

En un contexto favorable, esto podría reforzar un nacionalismo dialógico; una promoción del consumo local, una revaloración del arte y deporte de casa, por encima de ofertas globales.

Observaremos un retorno al consumo local, a la tienda de barrio, a la exaltación de las raíces y un prolongado surgimiento de propuestas autóctonas, más éticas y más cercanas a la reconstrucción del orgullo nacional. Pero en una ruta desfavorable, esta misma necesidad de aseguramiento del círculo cercano podría fortalecer propuestas xenofóbicas, estigmatizar la inmigración y favorecer propuestas centralistas.

Corremos el riesgo de convertirnos en una sociedad temerosa del exterior. Podríamos ver con recelo a vecinos extranjeros y pudiéramos suscitar escenarios de segregación promovida por la misma sociedad. Ideas como promover una moneda o un tabulador de precios para nacionales y otro para extranjeros serán propuestas que circularán en las mesas de los políticos para asegurar la soberanía nacional. De ocurrir este escenario, los migrantes lo pasarían muy mal al ser víctimas indirectas de este rechazo a lo desconocido.

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En el caso de las personas que tienen una pareja y/o una familia formada, ésta se constituye como un tercer eje que entra en juego en este nuevo orden de estructura social, donde la célula mínima de certidumbre se circunscribe a cuatro paredes y sus habitantes, correlato indiscutible de lo errático que resulta el mundo exterior.

Menos complacientes, más exigentes

Uno de los cambios más notorios de la vida postpandémica será en el ánimo social. Si bien actualmente existen diferencias regionales, Latinoamérica se caracteriza por una tendencia hacia los estados psicoafectivos positivos, como son la alegría y la búsqueda de estados el bienestar general. Nos gustan las fiestas, los eventos masivos, llenamos estadios de futbol y nuestros calendarios están llenos de días de asueto donde no importa la falta de presupuesto, se aprovecha para gastar y vacacionar.

Sin embargo, en los próximos años, la energía canalizada a expresiones placenIlustración 1, medición de la certidumbre frente a diversas áreas de la vida. La escala va de cero a uno, donde cero significa “total incertidumbre” y uno significa “total certidumbre” de que dicho aspecto no cambiará dentro de 10 años a pesar de la pandemia.

Sin embargo, en los próximos años, la energía canalizada a expresiones placenteras será reorientada a un ánimo centrado en la prevención, el alejamiento de amenazas y la circunscripción de lo negativo tal como lo muestra la ilustración 2. Esto significa que desaparecerán paulatinamente estas escenas de gastos no planeados, esas salidas nocturnas espontáneas a dar una vuelta por los bares, esa condescendencia casi natural hacia la vida.

Para entender esto mejor, es importante conocer el modelo general de las emociones que clasifica las mismas en cuatro cuadrantes.

En primer lugar está el activo-positivo (AP) donde radican emociones agradables que se expresan como la felicidad y el amor. En segundo lugar está el activonegativo (AN) donde están las emociones desagradables que se expresan tales como la ira o el miedo. En un tercer cuadrante tenemos las emociones Pasivonegativas (PN), emociones desagradables pero que no requieren expresarse como son el aburrimiento o la decepción.

Finalmente están las emociones pasivo-positivas (PP) tales como la tranquilidad o la relajación, donde hay un estado emocional agradable pero que no se expresa.

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Si observamos la gráfica del análisis comparativo de los diferentes cuadrantes emocionales antes y después del COVID-19, es evidente un incremento en los cuadrantes negativos y un decremento en los positivos:

Veremos una sociedad transformada en su ánimo, con menores expresiones festivas, menor presupuesto dedicado a celebraciones, y mayores movimientos sociales de exigencia y reclamación de derechos

Las protestas sociales que presenciamos en Chile y Argentina son apenas el comienzo de una revolución de reclamación de garantías que la pandemia vino a acelerar. El impacto generará códigos de comunicación más honestos, una búsqueda por los valores detrás de las empresas y las instituciones. Se sumará a la demanda de responsabilidad social y ecológica, la responsabilidad ética.

Las empresas cambiarán su oferta disminuyendo la -hasta ahora crecientetendencia de narrativas aspiracionales. El consumidor no buscará más esas campañas que lo acerquen a sus ídolos o a estilos de vida soñados. Observaremos una migración a narrativas de conciencia, compromiso, unidad, e incluso, que capitalice el enojo del cliente.

Si hoy los mensajes buscan ganarse al cliente a través de ofrecer diferenciadores alineados a sus valores, en la vida postpandemia ganarán fuerza las estrategias de diferenciación a partir de lo que rechaza o reniega el cliente.

La industria del hartazgo generará nuevos productos y servicios de mitigación de pérdidas de energía y dinero, de reducción de interacciones innecesarias, y de justificación de la exigencia. Los datos permiten vislumbrar un futuro donde a cada cosa que nos moleste, surgirá un nicho de mercado donde los emprendedores capitalizarán esta emoción: ¿odia usted las multitudes? Surgirán empresas que le buscarán la hora y fecha en que menos gente hay en el supermercado; ¿siempre se le rompe el móvil y pierde el cargador y además casi no lo usa? Surgirá el móvil desechable con batería de un mes.

Pero todavía algo alegres y optimistas

Este cambio de ánimo social, si bien exacerbará emociones predominantemente negativas, no nos impedirá conservar el tono alegre frente a la vida. Si bien percibiremos una menor disponibilidad de energía, la canalizaremos a un sentido de esperanza de que siempre se puede hacer algo para mejorar.

Nos convertiremos en una sociedad que privilegiará los momentos de felicidad como especiales, a manera de burbujas que nos ofrecen por breves instantes esa ilusión de que todo está bien. Si bien actualmente este fenómeno ya ocurre en algunos estratos sociales, veremos con mayor frecuencia que eventos como los cumpleaños, las vacaciones, las graduaciones, los asuetos, serán auténticos momentos de relevancia donde se permitirá ser feliz sin concesiones para abrir un oasis de felicidad. Estos eventos requerirán planeación tanto social como financiera y se utilizarán como pretexto perfecto para fortalecer los lazos sociales Veremos una transformación en la materialización de estos eventos con aspectos más concretos.

Será casi obligatorio viajar en las vacaciones o dar un regalo en los cumpleaños. Incluso se instaurarán nuevas tradiciones para darle ese sentido de tangibilidad concreta, como pudiera ser, el “regalo de año nuevo” para quitarle su carácter de festividad etérea. Sumando a esto al nacionalismo que tomará fuerza, surgirán incluso eventos como “la fiesta de los originarios” donde se celebrarán las raíces prehispánicas o inmigrantes -según el país- con sus respectivos rituales de reciente creación. 

Una generación joven que tuvo que cambiar el rumbo sin aviso

Las generaciones que en 2020 recién se incorporaban al ambiente laboral son los más afectados en su perspectiva hacia el futuro. Las metas que tenían visualizadas a corto y mediano plazo fueron eliminadas de golpe.

Terminar el semestre sin ver a los amigos, graduarse frente a un monitor, y tener su primera experiencia laboral desde el hogar son hechos que marcarán a toda una generación. Por otro lado, muchos que recién comenzaban a vislumbrar un futuro tuvieron que eliminar metas que antes del COVID-19 eran sólo cuestión de tiempo.

Este impacto es -por poner un ejemplo- similar al de aquella persona que soñaba con ir a Nueva York para tomarse una foto desde lo alto de las torres gemelas antes de los acontecimientos del 9/11. En este contexto, el factor de la educación tiene mayor influencia en ajustarse a la vida postpandémica, por encima del país o incluso el género.

Los latinoamericanos nos reconciliaremos con el valor de la educación académica como un recurso para salir adelante, ahora que el COVID-19 nos demostró que salir a la calle a vender arepas no será siempre una solución ante la falta de ingresos. El encierro obligó a una generación a conocer estrategias de capitalización de sus talentos y sus aprendizajes que antes se veían sólo como beneficios intelectuales. Esto traerá una nueva ola de promotores de contenido y disolución del monotalento.

Ser bueno en una sola cosa ya no será suficiente, y las universidades se transformarán en centros de validación y reconocimiento de fortalezas, habilidades y conocimientos.

La transformación académica llegará a su punto máximo cuando los países se vean obligados a modificar radicalmente su sistema educativo, basado en cursos más breves, estructuras multiplataforma e incorporación de conocimientos técnicos.

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El mundo de la postpandemia ofrecerá un universo académico donde desde los catorce o quince años se pueda ejercer una profesión de medio tiempo, mientras se estudia para tener una segunda ocupación. Veremos universidades híbridas con horarios matutinos y vespertinos, mitad de cursos en plataforma digital y mitad de cursos presenciales.

Además, surgirán fenómenos de incorporación de la universidad en el ámbito empresarial y gubernamental.

No será raro tener empresas con su “campus intraempresa” donde los empleados trabajarán media jornada y estudiaran en el campus universitario dentro de la empresa la segunda jornada para segur formándose. Nos imaginamos una compañía que paga la mitad del sueldo con un salario monetario y la otra mitad con educación para tener empleados más competitivos que aspiren a crecer dentro de la empresa. Lo mismo podría ocurrir a nivel instituciones gubernamentales.

Rumbo a un período de adaptación complicado del que se espera lo mejor

Finalmente, la visión global del futuro destaca por reconocerse como un período adaptativo de duración incierta donde sabemos que las cosas no van a ser fáciles. Pese a ello, la percepción generalizada es que habrá una vida después del COVID-19 con la esperanza de que esto sólo es un “bache”, donde nos esperan del otro lado, cosas más agradables.

En Latinoamérica no existe todavía la noción de que los cambios de la postpandemia llegaron para quedarse. Esto nutre la esperanza de que las cosas buenas “regresarán” tarlde o temprano, lo que fungirá como acelerador del sentimiento de nostalgia de cosas que incluso ocurrieron hace algunos años y no décadas enteras como suele ser.

Veremos una disociación en la velocidad de diferentes aspectos de la vida, se acelerará lo que permita nutrir esta sensación de que dichas acciones son para “pase el bache” y se tratará de prolongar por más tiempo aquello que nos dé la sensación de que ya lo hemos rebasado. Buscaremos un retorno a actividades seguras, que permitan sentir que estamos en ese “antes” de la pandemia.A diferencia de otras latitudes como en Europa, la glamourización de la vida postpandemia no será un estándar.

No veremos esos invernaderos a la orilla del río donde los comensales se encierran para mantener la distancia social. En ese sentido, la respuesta adaptativa hacia el distanciamiento social permanente será uno de las grandes interrogantes que psicosocialmente aún no tienen respuesta; ¿cómo procurar la distancia social una cultura que acostumbra saludar de beso a desconocidos?

Será conforme avance el tiempo que crearemos un nuevo código de convivencia donde la cercanía y la lejanía dejen de ser dicótomas, pero mientras tanto, la manera en cómo lidiar con nuestra carga cultural llena de expresiones de contacto físico es uno de los conflictos que por ahora no tienen solución y detonarán toda una nueva forma de comunicarnos con ademanes, gestos y palabras que quizá, hace varios años abandonamos y ha llegado el momento de reinventarlos.

Fuente: https://www.america-retail.com/estudios/estudios-transformacion-de-latinoamerica-post-pandemia/

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Coronavirus en Colombia: universitarios piden con huelga de hambre que no cobren matrícula | FOTOS

La huelga de hambre es otro paso que dan una veintena de estudiantes que hace dos semanas iniciaron en la sede de la Universidad Nacional de Bogotá una protesta en la que demandan más inversión del Gobierno para la educación universitaria y “matrícula cero” en todas ellas.

Estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia iniciaron una huelga de hambre para exigir al Gobierno que no se cobren las matrículas en las instituciones públicas por la crisis derivada de la pandemia de coronavirus, en tanto los maestros de escuela comenzaron un paro virtual en rechazo al regreso a las clases presenciales.

La huelga de hambre es otro paso que dan una veintena de estudiantes que hace dos semanas iniciaron en la sede de la Universidad Nacional de Bogotá una protesta en la que demandan más inversión del Gobierno para la educación universitaria y “matrícula cero” en todas ellas.

Al respecto, el presidente colombiano, Iván Duque, anunció ayer que el gobierno destinó casi un billón de pesos (unos 265,7 millones de dólares) para aportar entre el 70 % y el 100 % del pago de matrículas para que los universitarios puedan sortear la pandemia del coronavirus sin tener que sacrificar su acceso a la educación superior.

El jefe de Estado indicó los apoyos están dirigidos a cerca de 569.000 estudiantes de los estratos 1 y 2 que están matriculados en las universidades.

“A esos jóvenes queremos decirles que hoy van a estar recibiendo en promedio un descuento sobre su matrícula cercano al 70 %”, puntualizó Duque.

Matrícula cero

La estudiante Laura Natalia Pava dijo este miércoles a Efe que alumnos de la Nacional en Bogotá y Medellín, capital del departamento de Antioquia, iniciaron la movilización para exigirle al Gobierno “matrícula cero de carácter universal” para el semestre que resta de este año y para todo el 2021 “teniendo en cuenta la grave condición socioeconómica que enfrentan las familias, las altas tasas de desempleo juvenil de este año”.

Los alumnos también reclaman una “inyección presupuestal adicional por el déficit generado por la pandemia”, ya que “en el marco de la pandemia, (la universidad) ha cerrado sus campus, como las otras universidades”.

“Esto implica que muchos procesos de investigación y extensión se vean frenados, y esos procesos hoy sustentan además de la matrícula, más o menos el 52 % del presupuesto con el que la Universidad funciona”, explica Pava.

Los estudiantes que están en la protesta visten capas rojas en alusión a los trapos rojos que habitantes de Bogotá y de la localidad aledaña de Soacha pusieron en sus ventanas hace meses para indicar que necesitan comida y atención en salud y que no podían conseguir por el confinamiento decretado por el Gobierno para evitar la expansión de la COVID-19.

“Aquí seguiremos hasta cuando haya una respuesta del Gobierno para la matrícula cero y para la inyección presupuestal”, aseguró a Efe Mateo Vargas, estudiante de Arquitectura en la sede de la Universidad Nacional en Manizales (centro).

Huelga virtual de 48 horas

Los maestros de escuelas públicas de Colombia iniciaron hoy un paro de 48 horas para exigirle al Gobierno cumplir con acuerdos firmados el año pasado y en rechazo al regreso a clases presenciales, sobre todo en la actualidad cuando el país pasó de los 400.000 contagios de la COVID-19 este martes.

“Si no hay soluciones reales y concretas a las peticiones nos veremos abocados a tomar otras decisiones”, dijo en un foro virtual el presidente de la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode), Nelson Alarcón.

Igualmente, el gremio de maestros exige que el Gobierno declare una “emergencia educativa” para garantizar las actividades escolares no presenciales y el retorno a los colegios cuando no esté en riesgo la salud y la vida.

Las clases presenciales en escuelas y colegios públicos de Colombia están suspendidas desde el 16 de marzo, una medida adoptada por el presidente colombiano, Iván Duque, para hacerle frente a la pandemia.

Respuesta gubernamental

Mientras tanto, el Ministerio de Educación manifestó en un comunicado que la pandemia del coronavirus implica realizar ajustes en la vida cotidiana y que en compañía de las autoridades de salud, elaboró los lineamientos para fortalecer la calidad de los aprendizajes durante el trabajo académico en casa.

Esos lineamientos son para “orientar el retorno gradual y progresivo a la presencialidad en las aulas bajo esquemas de alternancia con trabajo académico” en los hogares.

Fuente: https://elcomercio.pe/mundo/latinoamerica/coronavirus-en-colombia-universitarios-piden-con-huelga-de-hambre-que-no-cobren-matricula-universidad-nacional-de-colombia-fotos-nndc-noticia/

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Argentina: Piden declarar la emergencia del sistema educativo nacional

Atenta a la desigualdad e inequidad que padece la educación en el país y que la pandemia ha agravado, Brenda Austin pide garantizar el acceso equitativo a la educación y a la conectividad.

La diputada nacional Brenda Austin (UCR Córdoba) presentó un proyecto para que se declare la “Emergencia del Sistema Educativo Nacional” en todos los niveles y modalidades para el ciclo lectivo 2020 y 2021, y considerar a la educación como actividad esencial.

El proyecto propone crear un marco normativo integral para garantizar el acceso equitativo a la educación y a la conectividad, con capítulos especiales para estudiantes en riesgo de abandono escolar, jardines de primera infancia, designaciones de docentes suplentes, y transportistas escolares.

“La marca que distingue a la educación en Argentina es la desigualdad y la inequidad. La pandemia no ha hecho más que agravarlas. No poner en el centro de la escena lo que está pasando con la educación muestra a las claras nuestra incapacidad de pensar en el futuro inmediato. Declarar la emergencia educativa es un imperativo ético”, manifestó Austin.

La iniciativa apunta a diseñar un conjunto de dispositivos de urgencia a través de programas de acompañamiento y asistencia escolar, becas de conectividad, como así también garantizar la accesibilidad digital tanto a estudiantes en riesgo de abandono, como a docentes, a través de instituciones, las escuelas y las Universidades Nacionales. También propone un marco protectorio para llevar alivio a la difícil situación por la que atraviesan los jardines maternales y los transportistas escolares.

“El sistema educativo argentino enfrenta uno de los desafíos más grandes de su historia, mantener y sostener la continuidad pedagógica ante un contexto de profunda incertidumbre. El Congreso tiene y debe hacer algo. Por eso proponemos la creación de un Programa de detección y acompañamiento a estudiantes en riesgo de abandono, y la creación de Becas de Conectividad. Pensar acciones, políticas públicas, para revertir la brecha digital y las desigualdades es más urgente que nunca”, señaló Austin.

Agregó que “las escuelas Zoom y las escuelas Whatsapp son un claro ejemplo de cómo la virtualidad impactó de manera diferenciada en las instituciones educativas. Las diferencias son abismales. Uno de cada cinco alumnos/as de primaria no tiene acceso a Internet. En el norte de Argentina casi dos de cinco. Y en las familias pobres uno de cada dos.  En el otro extremo la realidad de familias donde hay un solo dispositivo para todos los integrantes: leer las consignas, abrir un video, bajar un PDF, a veces se convierte en misión imposible. A mitad de mes, cuando se van quedando sin datos, aparece el silencio”.

También dijo que “debemos escuchar el grito de los jardines maternales de todo el país que, debido a la drástica baja en el pago de la matrícula, están cerrando a tiempo de pandemia, y son considerados una suerte de híbrido que el Estado ignora: no reciben la ayuda para instituciones educativas y tampoco para las Pymes”.

Austin destacó que “no se trata necesariamente de contar con más recursos, sino de dirigirlos mejor. Pensamos que la mejor respuesta es articular, de modo interministerial e interjurisdiccional, un conjunto de iniciativas que hoy se están llevando adelante como los ATP, los IFE, las tarjetas alimentarias, entre otras, para que estos recursos fortalezcan a la escuela como centro y prioricen a los niños, niñas y adolescentes en edad escolar como sujetos de derecho y destinatarios protagónicos de las políticas públicas”.

“La desigualdad educativa no es problema de algunos, es problema de todos. La fragmentación de la sociedad, el crecimiento de la pobreza, la marginalidad, la violencia y la imposibilidad de soñar con un futuro mejor tienen mucho que ver con la educación. Son demasiados los factores que nos indican la gravedad estructural por la que atraviesa nuestro sistema educativo. Frente a esto entendemos que resulta urgente que el Congreso de la Nación declare la emergencia educativa en todo el país y oriente recursos y esfuerzos a evitar una verdadera catástrofe generacional”, concluyó Austin.

Acompañan esta iniciativa los diputados de Juntos por el Cambio Albor Cantard, Marcela Campagnoli, Silvia Lospennato, Maximiliano Ferraro, Jose Riccardo, Emiliano Yacobitti, Federico Zamarbide, Alejandro Cacace, Lorena Matzen, Fabio Quetglas, Gonzalo del Cerro, Camila Crescimbeni, Gustavo Menna, Claudia Najul, Pablo Torello, Gerardo Cipolini, Héctor Stefani, Jorge Enríquez, Carlos Fernandez, Diego Mestre y Adriana Cáceres.

Fuente: https://www.parlamentario.com/2020/08/14/piden-declarar-la-emergencia-del-sistema-educativo-nacional/

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Alberto Fernández: “Educar en los tiempos en que vivimos es invertir”. Argentina

El presidente Alberto Fernández participó este miércoles, a través de una videoconferencia desde la residencia de Olivos, del acto por el 199° aniversario de la creación de la Universidad de Buenos Aires (UBA), durante el que se inauguró la sala clínica de operatoria dental de la facultad de Odontología.

“Educar en los tiempos en que vivimos es invertir, las sociedades son ricas por la ciencia y la tecnología que desarrollan”, aseguró el mandatario, quien estuvo acompañado por el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; el rector de la UBA, Alberto Barbieri; y la decana de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, Cristina Arranz.

El Presidente afirmó que “en tiempos de pandemia hemos visto a nuestros científicos salidos de la universidad pública desarrollar las soluciones que Argentina necesitaba”, al tiempo que dijo: “Siento orgullo de ser parte de la UBA, de seguir siendo solidarios y de poner todo el empeño para que los argentinos que se están educando tengan una mejor educación porque de ese modo vamos a estar invirtiendo en nuestro futuro”.

“Cuando nos quieren hacer creer que algunos tienen la desgracia de caer en la educación pública, podemos decir que cinco premios Nobel cayeron en la universidad pública, hombres y mujeres que pusieron el esfuerzo por una Argentina mejor”, expresó y aseguró: “Estamos orgullosos, felices y comprometidos de haber caído en la universidad pública”.

Sobre la continuidad de las clases de forma virtual durante la pandemia, el mandatario afirmó que “nadie quiso que los alumnos perdieran su año y que su regularidad en los estudios no se quebrara”, al tiempo que aseveró: “La universidad abre las puertas a la sociedad y las abre con generosidad y solidaridad. Es parte de nuestro deber ser solidarios con quienes lo necesitan”.

Por su parte, el jefe de Gabinete agradeció “la tarea que se viene llevando adelante desde la UBA y desde otros ámbitos académicos, adaptándose a esta lucha contra la pandemia” y aseguró: “En estos momentos tienen que aflorar todos los sentimientos solidarios porque ahí está la gran fortaleza que nos va a hacer salir adelante”.

PANDEMIA
A su turno, el rector Barbieri señaló: “Estamos en un momento especial de nuestro país donde la pandemia nos lleva a un compromiso creciente para fortalecer el compromiso con la sociedad”, y aseguró: “Tenemos el deber y la obligación de devolverle a esa sociedad lo mucho que hemos recibido de ella porque nos financiamos del esfuerzo de todos los trabajadores del país, y es por eso que en este momento tan singular del país nos comprometemos en el abordaje científico, académico y social para superar esta pandemia”.

Asimismo, la decana de la Facultad de Farmacia explicó que “la Universidad siempre acompañó al país en todas las circunstancias, y hoy continuamos con el desafío de continuar ayudando en la situación complicada del país”. Agregó: “Nuestros investigadores y docentes se encuentran trabajando los siete días de la semana para dar respuestas a las actuales necesidades que tiene el país”.

Fuente: https://www.perspectivasur.com/3/92396-alberto-fernndez-educar-en-los-tiempos-en-que-vivimos-es-invertir

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Niños no aprenderán nada en ciclo escolar a distancia

El profesor de estudios sociológicos del Colegio de México, el maestro Manuel Gil Antón platicó para En Contacto sobre el mito entre la tele y la educación ahora que comenzará el nuevo ciclo escolar a distancia.

“Estamos ante una situación en la que tenemos que pensar, no podemos volver a las aulas como antes de la pandemia… está muy claro que no se puede volver, entonces hay que buscar alguna alternativa… buscar cómo le damos continuidad al aprendizaje y no a la escolarización en casa.. uno puede aprender en casa pero escolarizar la casa estorba porque la relación entre ambas es diferentes, por eso muchas mamás están muy preocupadas porque no están capacitadas”, explicó el maestro haciendo referencia a que la decisión tomada por el gobierno para volver a clases fue un error.

“La SEP optó por el sistema más burdo de la pedagogía muy superada; es decir hay un emisor que es la SEP, luego están los canales de televisión pública que se van a unir y está el receptor que estará frente a la tele, el cual será un receptor pasivo porque la tele no permite la retroalimentación”, indicó.

El maestro se dice preocupado por la generación que recibirán un ciclo escolar a distancia; “es una solución que renuncia a la pedagogía porque supone que la información que irá de la pantalla al niño la va a aprender, lo cual sabemos que no va a ocurrir… lo único que va a ocurrir es pretender que hay escuela mientras haya pandemia… se tienen que hacer proyectos pedagógicos para sostener lo que hace posible el aprendizaje… y eso no está atendido en el plan del gobierno federal”, criticó.

“Estamos ante un problema gravísimo en el mundo… de tal manera que lo que urge es decidir, si el gobierno creó una solución simuladora o si la SEP va a solicitar creatividad para poder imaginar conversatorios que alimenten la verdadera educación”, finalizó.

Fuente: https://eldemocrata.com/ninos-no-aprenderan-nada-en-ciclo-escolar-a-distancia-maestro-gil-anton/
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Secretaría de Educación no avala ni regula el Homeschooling

*Esta modalidad en donde padres de familia educan a sus hijos en casa, alejados de las escuelas, no está contempladas en el Sistema Educativo.

La Secretaría de Educación del Gobierno del Estado señala que no avala ni regula el concepto de Homeschooling, modalidad en donde padres de familia forman a sus hijos en casa, alejados del sistema educativo, y que debido a la contingencia sanitaria, así como de algunas inquietudes de padres y madres de familia, se ha estado ofertando en distintas plataformas digitales, por lo que la dependencia educativa hace las siguientes precisiones:

-A consecuencia de la pandemia se ha implementado a nivel nacional la Estrategia de Educación a Distancia, aunque la Ley General de Educación ha sido muy clara en recalcar que las clases de Educación Básica son presenciales.

-Al no estar regulado ni avalado el Homeschooling -como en Estados Unidos o Canadá-, no se les puede dar un reconocimiento o certificación oficial a aquellos alumnas o alumnos que quisieran estudiar bajo esta modalidad, ya que se considera como una “escuela informal”.

-En el caso de las escuelas particulares, en sus Acuerdos de Incorporación, sí tienen la validez oficial de la Secretaría de Educación, por lo tanto forman parte del sistema educativo.

-Nada sustituye una escuela pública o privada que está incorporada a la Secretaría de Educación Pública, porque la incorporación lleva implícita una supervisión, dictámenes, seguimiento y certificaciones; además el personal docente cuenta con el perfil idóneo para impartir clases, y cuentan con todos los requisitos que marca la normatividad.

-Finalmente, no se debe confundir el homeschooling con el apoyo de docentes que brindan asesorías de manera particular, porque esta actividad es independiente al sistema educativo, y la relación de asesoría es y será exclusiva entre docente con padres de familia y sus hijos, no con la autoridad educativa la cual es quien avala los estudios.

Fuente: https://www.colimanoticias.com/secretaria-de-educacion-no-avala-ni-regula-el-homeschooling/

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