Sin pensamiento critico no eres nadie | Pablo Perez-Paetow

Pablo, 17 anos, en este valiente e inspirador TEDxTalk revisa el tradicional triangulo mágico del éxito que funciona en el sistema educativo actual y propone romperlo y cambiarlo por la formula basada en el pensamiento critico, una necesidad personal que aunque no la enseñen y mientras la tan ansiada transformación educativa llega, se debe tener para construir tu propio criterio, tu propia vida y ser tú mismo.

Pablo, canario 17 anos. Estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad de Granada. Aunque ya mucho antes coqueteaba con su tema, la transformación del sistema educativo, comenzó su andadura con la critica y el estudio de la sociedad al cursar en 1º y 2º de Bachillerato el Bachillerato Internacional. No muy disciplinado. Dinámico, activo y decidido con los proyectos que se propone. No sabe que sera de su futuro, ni quiere saberlo. Espera trabajar fuera de España durante un tiempo y volver con la experiencia adquirida. This talk was given at a TEDx event using the TED conference format but independently organized by a local community. Learn more at http://ted.com/tedx

Fuente; https://www.youtube.com/watch?v=WxC4RfTiOsM

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¿Cambiar las cosas para que cambie la gente o viceversa?

Por: Nestor del Prado

El eminente sociólogo brasileño Jose de Souza Silva, se pregunta si lo correcto es cambiar a la gente para que cambien las cosas o cambiar las cosas para que cambien la gente. Sabemos que las dicotomías casi siempre nos hacen caer en una trampa que lleva al reduccionismo; pero no cabe duda que nos obligan a pensar en la importancia, las peculiaridades y las interrelaciones de cada componente del sistema.

No pretenderé dar una mini clase sobre el cambio, sus etapas, sus barreras,…

Sobre esto hay mucho ya escrito. No obstante escribiré lo conceptualmente indispensable para estar en sintonía filosófica con el análisis de la pregunta.

  • Cambiar las cosas: conceptuado como el cambio de políticas, lineamientos, procedimientos, reglas de juego, roles,…
  • Cambiar la gente: sustituir, poner a otras personas sin estar viciadas en los quehaceres anteriores para que entren en la batalla con una nueva mentalidad, desprejuiciadas, que no debe confundirse con olvidar la memoria histórica.

Podemos caer en una paradoja. El cambio lo hace la gente, pero lleva implícito un cambio intrínseco que en muchas ocasiones ni se desea ni se sabe ni se puede hacer.

Hay cambios fatales, que no quiere decir indeseables o luctuosos, y sí quiere decir inevitables, inexorables, que por mucho que lo evitemos ocurrirán, y mientras más lo intentemos alejar podemos estar convirtiéndolos en más lacerantes.

Cuando se pretende cambiar las cosas o cambiar la manera de pensar y hacer, o cambiar a la gente, se supone que se haga para mejorar, aunque no siempre el resultado sea el esperado y desgraciadamente a veces ocurra lo peor.

Cambiando las cosas

El hombre piensa como vive, por tanto si cambiamos las cosas es de esperar que la gente cambie. Ampliemos sobre esta hipótesis.

Se ha dicho que el hombre es un animal de costumbre. Por tanto el cambio de las cosas debe tener una fuerza motriz suficiente para llevar a que la persona se vea en la obligación de cambiar su comportamiento, aunque en una primera etapa lo haga en contra de su voluntad. Me estoy refiriendo a cambios humanamente aceptables, en que exista una suerte de consenso en su justeza y su necesidad. Hacer las cosas bien desde la primera vez es un objetivo loable, pero si dejamos que las cosas se hagan mal y no educamos o castigamos si fuese necesario, entonces se estará creando un camino a la chapucería, a la mediocridad.

Cuando las cosas cambian producto de caprichos del facultado a dictar esos cambios, suele producirse la confusión y la disfuncionalidad de lo nuevo que se implanta. Cuando los cambios tienen el consenso de la mayoría es más probable que se mejore y se produzcan cambios duraderos en el comportamiento de las personas y los grupos de personas.

El rol que se asigne a cada persona también es de importancia en el comportamiento. Los roles pueden cambiar por diversas razones, no siempre acorde con lo que se prefiere; pero evidentemente cada rol tiene implícita una cuota de compromiso, responsabilidad, conocimiento. El cambio de roles puede llevar a cambios de actitud; por ejemplo un jefe muy exigente que al dejar de ser jefe se torna en un trabajador simple que rechaza la exigencia de sus jefes.

Cambiar a la gente

En muchas ocasiones se afirma que mientras no cambies a la gente las cosas que andan mal seguirán igual o peor. Existen situaciones en que el cambio de la gente es algo evidentemente necesario, ya sea por falta de dominio de la tarea asignada o por falta de responsabilidad, por negligencia manifiesta, por acomodamiento, entre otras causales. El problema se complica cuando estamos frente a un ser humano o varios seres humanos con conocimientos y deseos de obtener mejores resultados y no lo logran. En este caso es muy perjudicial buscar en el cambio de la gente la solución, sin analizar a fondo por qué no tienen el éxito que todos esperaban.

En el necesario cambio de la gente es importante profundizar en la correspondencia entre las características integrales de la persona y los requerimientos del cargo o la tarea asignada. En nuestra sociedad tenemos múltiples ejemplos de cuadros que han tenido buenos resultados en un tipo de cargo, y cuando lo pasamos a otro tipo de cargo fracasan. Un buen director de Empresa o un buen asesor estatal no necesariamente será un buen Ministro.

Por otra parte podemos poner al cuadro o especialista que todos consideramos más preparado para asumir un cargo y vuelve a producirse un resultado decepcionante. En este caso lo que sucede es que se limita injustificadamente la capacidad innovadora, la creatividad y los cambios en forma y contenido que esa persona quiere llevar a la práctica.

Es interesante responder a la pregunta si lo fundamental es cambiar al dirigente principal de la organización o si lo más efectivo es cambiar parcial o totalmente al equipo de dirección. No hay recetas ni debe haberlas; hay que analizar casuísticamente; el nuevo jefe debe profundizar o enterarse de las características de cada miembro del equipo para tomar las mejores decisiones.

¿Entonces cuál es la respuesta a la pregunta?

Cada cual tendrá su propia respuesta que me gustaría mucho conocer de los cubadebatientes.

Me arriesgaré a compartir anticipadamente con ustedes la mía; y así minimizar esos comentarios del tipo: “muy bien todo, pero entonces ¿qué hacer?”.

Sin traicionar el análisis sistémico del problema que entraña la pregunta, yo pienso que lo esencial radica en cambiar las cosas.

 Pero cambiar las cosas siguiendo al menos los siguientes principios:

  • Los cambios deben producirse con una consecuente democracia participativa
  • Los cambios deben analizarse profundamente, valorando todo los factores y sus consecuencias y secuelas para reducir sus riesgos
  • Los cambios deben tener alta sintonía entre el pensar y el hacer. Cambiar en el pensar sin la acción que les de vida no vale la pena como diría mi amigo Manuel Calviño
  • El impacto de los cambios debe ser analizados en el tiempo prudencial acordado, para aplicar la mejora continua, para evitar las estrellas fugaces
  • Los cambios no deben ser jamás festinados, ni tampoco tan demorados que lleguen a la construcción del sombrero ideal cuando ya no haya cabeza en que ponerlo.

Como de costumbre tienen ustedes el derecho de opinar, de concordar, de disentir, de preguntar, de proponer; siempre aplicando la savia martiana y fidelista de: “con todos y para el bien de todos” y de “cambiar todo lo que deba ser cambiado”.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2017/10/17/cambiar-las-cosas-para-que-cambie-la-gente-o-viceversa/#.WelYG4_Wy00

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En Colombia falta enseñar a pensar

Por: Revista Semana

La mayoría de colegios aseguran que forman en pensamiento crítico. Sin embargo, las normas internas de las escuelas demuestran que su alcance es limitado. ¿Por qué?

Las instituciones educativas anuncian con carteles los méritos de su sistema de enseñanza. Dentro de las características, sostienen que el colegio es bilingüe, mixto y que forma a jóvenes con pensamiento crítico. Abajo de las vallas informan que las inscripciones están abiertas y cuando los padres van a las inducciones para conocer el colegio en el que pagarán bonos y matrículas, les exponen sólidos argumentos para hacerlo. Por ejemplo, les describen la importancia de un segundo idioma en un mundo global, enumeran las ventajas de convivir con personas del otro sexo, y además, les explican cómo formar las estructuras de pensamiento.

Cuando los colegios exponen con orgullo su pedagogía se precian de la enorme distancia que los separa de los métodos tradicionales. La influencia de las teorías modernas del aprendizaje los aleja de los dictados y la memorización para formar los procesos de pensamiento, según lo sostiene el investigador en educación Eleazar Narváez en un artículo. La pedagogía se basa en la resolución de problemas y en el desarrollo del pensamiento, de acuerdo a los requerimientos nacionales e internacionales. Así funcionan las pruebas estandarizadas, como Pisa y Saber, y los sistemas más exitosos como Singapur, Shanghái, Finlandia o Nueva Zelanda: evalúan las competencias y habilidades, más no los conocimientos.

Discurso y práctica

“Decir que forman el pensamiento crítico hace parte de la enumeración de frases publicitarias, como por ejemplo, que educan niños felices y solidarios que desarrollan libremente su personalidad. Sin embargo, las instituciones no necesariamente cumplen los lemas del mercadeo. Por ejemplo, es común que impongan modelos de conducta e incluso de sexualidad”, aseguró un profesor de Literatura. La situación que describe el maestro no se aleja de la verdad en algunas instituciones. En una investigación publicada en Semana Educación se encontraron casos en los que manuales de convivencia llamaban a la homosexualidad una práctica aberrante y la consideraban como una falta grave que era un motivo de expulsión.

La profesora de estudios curriculares y desarrollo docente de la Universidad de Toronto Kathy Bickmore le aseguró a Semana Educación que no se puede pretender cultivar la democracia y la cultura para la paz en ambientes autoritarios que imponen dogmas. Lo mismo puede plantearse en cuanto al pensamiento crítico, “¿cómo es posible desarrollarlo?”, se preguntó retóricamente, “si las instituciones educativas asignan cuáles son comportamientos correctos y en qué consisten las pautas preestablecidas; ¿cómo construir criterio cuando el discurso contradice a la práctica?”, se cuestionó.

Una cosa es lo que se dice y otra cosa es lo que se hace. Un maestro de Ética de Bogotá le aseguró a Semana Educación que cuando empezó a trabajar le dijeron que tenía que formar las estructuras de pensamiento, que ese era uno de los objetivos pedagógicos de la institución, no obstante, nunca explicaron a qué se referían exactamente; tampoco le dieron instrucciones sobre cómo enseñarlo, ni le suministraron materiales didácticos para hacerlo. Simplemente asumieron que se haría naturalmente.

Formar para pensar

Lo que hay que preguntarse es qué significa pensar críticamente. Según Rafael Silva, director de la maestría de estudios sociales de la Universidad Icesi, se trata de la capacidad que tiene un individuo para pensar los fenómenos sociales, políticos, geográficos y ambientales a los que se enfrenta, con criterio propio, informado y con una capacidad de análisis que le permita apreciar las diferentes formas de pensar. El pensamiento crítico implica una reflexión en su contexto, que lo pueden llevar a tomar distancia y que lo convierte en un sujeto pensante. Por otra parte, según la Fundación del Pensamiento Crítico es necesario desarrollar tres partes, la toma decisiones para resolver problemas; el ejercicio de análisis, argumentación e inferencia; y la capacidad de clasificar la información.

El pensamiento crítico está atado con la educación liberal, para que no solo se tengan conocimientos, sino que se sea un sujeto político, un ciudadano. “Pero lo que hemos visto en el plebiscito, por ejemplo, demuestra la gran falencia de la educación colombiana: poco se ha logrado. Los ciudadanos no decidieron racionalmente”, afirmó Silva. Muchas de las personas que votaron por el sí o por el no, aseguró, votaron por la propaganda. “No se atrevieron a confirmar, a contrastar con sus propios prejuicios morales o políticos”, aseguró. Es necesario tomar distancia para analizar si uno está en lo cierto, contrastar la información de los medios, de las redes sociales.
¿Por qué es difícil enseñarlo?

La principal dificultad es que los profesores no pueden enseñar lo que no saben hacer o no hacen cotidianamente. Pensar sopesando los diferentes puntos de vista, analizar los argumentos del otro, contrastar información antes de asumir una posición, es un hábito que no todos los maestros tienen en su vida ni en las clases. Según Jorge Bueno, director del Instituto de Astrobiología, en muchas instituciones los conocimientos no se aprenden con la exploración, sino con el dictado de fórmulas; los profesores enuncian verdades en las clases y esperan que los estudiantes las escriban en sus cuadernos. A pesar de que afirman que forman con métodos modernos, en las evaluaciones censuran los errores, es decir, castigan cuando no repiten la información correctamente.

Según un profesor de Filosofía, en especial los profesores de Ciencias y Matemáticas demuestran un ligero desprecio por las humanidades porque no son suficientemente rigurosas. “Muchos maestros entiende la seriedad disciplinar asociada con el número de estudiantes rajados y pocas veces proponen un acercamiento diferente, crítico, que analice desde la distancia su disciplina y su sociedad” según afirmó. Solo se esfuerzan por cubrir temas, evaluar, dictar más contenidos y volver examinar. No establecen un diálogo entre la disciplina y la sociedad, como por ejemplo, con los problemas que implica la energía nuclear, aseguró Bickmore.

“En mi experiencia como educador de profesores veo que hay mucha homogeneidad entre los estudiantes. Les cuesta hacer análisis y reflexiones profundas”. Así afirmó un profesor de Historia de la Universidad Pedagógica. Lo que está ocurriendo, aseguró, es que en las universidades que forman profesores se ha creado una cultura de adoctrinamiento ideológico. En la Distrital y en la Pedagógica se ha impuesto el <mamertismo>. Expresan que hay unos personajes intrínsecamente malos”, sin embargo, “cuando uno les pregunta por qué son tan perversos simplemente lo desconocen”. Les cuesta establecer relaciones, argumentar, y pensar por sí mismos. Entonces, cuando enseñan suelen dar fechas, exponer datos, pero sin contexto, sin análisis y eso es lo que transmiten en el aula.

La situación ha llevado a un cuello de botella. La educación tiene que ver con inculcación de hábitos. Uno enseña si uno tiene esos hábitos, si esa disposición no está inculcada, es muy difícil enseñarlos. En el aula, los profesores deben ejercitar, aprender a tomar distancia: aprender argumentar, a sopesar las opiniones del otro. No es una cuestión cognitiva: debe ser un hábito en la vida diaria.

Fuente:http://www.semana.com/educacion/articulo/pensamiento-critico/511341

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Enseñar a los niños a pensar mejor, el reto de la educación

10 de enero de 2017/Fuente: fundacionmelior.org

Los niños piensan de manera natural como respirar, así que no parece necesario enseñarles a hacerlo. Sin embargo, la sociedad actual, envuelta en estímulos, como la publicidad, específicamente diseñada para hacernos dejar de pensar, lo hace totalmente necesario.

El Profesor Robert Swartz, Doctor en Filosofía por la Universidad de Harvard y director  del National Center for Teaching Thinking de Boston, visitó Madrid y ofreció una conferencia con el título “Pensamiento crítico y creativo desde la escuela”, para pedagogos y educadores en el Colegio Brains de Madrid. La Fundación Melior pudo disfrutar de una entrevista en exclusiva con este referente mundial y pionero en la inclusión del pensamiento crítico y creativo en las aulas.

– ¿Está viviendo el mundo una crisis en cuanto al aprendizaje y la educación?

Sí, hay muchos estudios que demuestran que la mayoría de lo que se les enseña a los niños en el colegio no lo usan fuera de este. Van 12 años al colegio y el 90% de lo que aprenden lo olvidan. Nuestro sistema escolar en general es un fracaso.

– ¿Cuál es la razón de que estén aflorando tantas nuevas pedagogías alternativas?

Porque muchos profesores saben que el sistema escolar actual no funciona, pero lo que no saben es qué alternativas tienen. Los profesores tienen que tener cuidado porque hay mucho empresario que quiere hacer dinero con esto y quieren vender opciones que no están probadas. Pero también hay muchas otras ideas que funcionan y los profesores necesitan experimentar un poco para saber cuáles dan buenos resultados.

– ¿Cuál cree que es el reto de la educación en el nuevo milenio?

Enseñar a los niños a pensar mejor de lo que piensan. Enseñar a pensar mejor de lo que la mayoría de la gente piensa no es tan difícil. El reto es demostrar a los profesores, los colegios, educadores y gobiernos cómo lo pueden incluir el curriculum escolar sin perder nada. Así se gana un gran interés en el aprendizaje por parte de los alumnos. Pero, los que tienen el poder de hacer los cambios en educación son algo conservadores, así que en mi opinión el reto es convencerles para hacer esos cambios.

– ¿Qué podemos hacer los padres para integrar este tipo de aprendizaje de pensamiento crítico y creativo?

Tiene que haber una comunicación entre los padres y el colegio y los padres deben decir a los profesores lo que funciona y lo que no funciona. Los padres están tomando decisiones constantemente, a veces sobre cosas complicadas que en ocasiones afectan a la familia. Si los padres entienden cómo los alumnos aprenden a tomar decisiones, una cosa importante que pueden hacer es involucrar al niño en las cuestiones familiares en lugar de tomar decisiones y luego comunicárselas a los hijos.

– ¿Y qué opina de los deberes?

Los deberes tienen mala reputación y a mí no me gusta la denominación “deberes para casa”, un colega lo llama “juego para casa”, pero tampoco me gusta. Yo prefiero que si queda alguna tarea pendiente en clase, lo sigan investigando en casa y que al día siguiente hablemos de los resultados.

– ¿Y qué le parece pedir a los niños que copien los enunciados de los ejercicios?

Es un error, copiar atonta. Normalmente uno copia y no piensa en lo que copia.

– ¿El aprendizaje con el pensamiento crítico y creativo incluye el ensayo-error y el aprendizaje a través de la equivocación o penaliza el fallo como viene haciendo la educación tradicional?

La idea es enseñar a aprender por evidencia. Si por ejemplo voy a arrancar mi coche por la mañana y no funciona, puedo pensar que quizás sea la batería, así que busco evidencias, intento encender las luces y si no funcionan quizás es algo eléctrico, pero si funcionan entonces quizás pasa algo más. Esto no es aprender por error, es aprender por evidencia, que es diferente. Pero si por ejemplo un alumno falla en algo y el profesor le dice que eso no está bien, no va a conseguir que aprenda del error, sólo va a conseguir que tema equivocarse más. La alternativa es preguntar a un alumno por qué ha llegado a esa conclusión, aunque sea errónea, así se consigue que aprenda.

– ¿Puede ayudar el aprendizaje con pensamiento crítico y creativo a niños con dificultades de aprendizaje?

Sí, por ejemplo niños con problemas de dislexia, encuentran en el arte y la música otras formas de expresión alternativas al lenguaje con las que se pueden comunicar. Entonces los profesores pueden ver que tienen el conocimiento, pero no lo saben expresar a través del lenguaje.

– ¿Qué opina de la sustitución que han hecho algunos colegios en España de los libros de texto por las tablets?

Creo que la forma en que se crean los libros de texto como “la verdad” de lo que los alumnos tienen que aprender, es errónea. Pero yo no quitaría los libros de texto de la enseñanza, los dejaría como fuente de consulta y de búsqueda de evidencias e información. Si las tablets funcionan de la misma forma en la que están funcionando los libros de texto actualmente como la fuente de “la verdad”, entonces no sirven.
Yo creo que lo más importante que les podemos enseñar a los estudiantes es a diferenciar si la información que encuentran es fiable y precisa o no, es muy fácil hacerlo desde muy pequeños. Los niños deben poder valorar si algo es fiable o no por evidencias como por ejemplo la reputación de quien lo dice, pues si creen como verdad todo lo que encuentren, entonces será un problema.
Fuente:http://www.fundacionmelior.org/content/tema/ensenar-a-los-ninos-a-pensar-mejor-el-reto-de-la-educacion
Imagen: www.fundacionmelior.org/sites/default/files/tema/2014/11/robert-swartz.jpg
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