Australia / 27 de mayo de 2018 / Autor: Gala TV Acapulco / Fuente: Youtube
Australia / 27 de mayo de 2018 / Autor: Gala TV Acapulco / Fuente: Youtube
@PELORDUY
El conocimiento occidental ha impuesto un programa en todo el mundo basado en la imposibilidad de pensar otro mundo distinto al capitalista. Boaventura de Sousa habla de “epistemicidio” para definir cómo ese programa occidental ha subyugado el conocimiento y los saberes de otras culturas y pueblos.
Boaventura de Sousa (Coimbra, Portugal, 1940) estuvo en Madrid para presentar Justicia entre Saberes. Epistemologías del Sur contra el epistemicidio (ediciones Morata) una crítica a la jerarquía que el pensamiento occidental ha establecido contra los otros pueblos del mundo. De Sousa saca una pequeña grabadora para registrar la conversación con El Salto. Está acostumbrado a este tipo de conversaciones. No en vano, ha recorrido el mundo como organizador del Foro Social Mundial, ha trabajado en la Universidad de Wisconsin-Madison en Estados Unidos y la de Warwick, en Reino Unido.
Me llama la atención una frase del libro, cuando dices que “no tenemos miedo pero tampoco ilusión alguna”, ¿puedes explicarla?
Pienso que la idea del miedo viene en mi caso de Spinoza. Él habla mucho de los dos afectos o sentimientos que todos nosotros tenemos o que debemos tener, que son el miedo y la esperanza. Tiene que haber un cierto equilibrio entre miedo y esperanza porque el miedo sin esperanza es la desesperanza, es la parálisis, es la muerte. Y la esperanza sin miedo es un voluntarismo que puede ser también suicida. Entonces, hay que equilibrar eso. Pienso que estamos en una época en la que el miedo predomina sobre la esperanza. Este momento que podemos llamar un ciclo global reaccionario está en todo el mundo, comandado por el neoliberalismo global y está creando sobre todo un sentimiento de miedo en todos los que resisten.
Entonces, tenemos que tener miedo, porque la situación no es para menos, pero hay que mantener la esperanza. Sabemos que nos quieren amedrentar, que quieren que el miedo predomine, pero nosotros debemos tener la posibilidad de una esperanza. Esa esperanza debe ser de una sociedad mejor, más justa, a través de otra epistemología, de otra manera de conocer, de vivir, de articular la sociedad.
¿Qué es la justicia cognitiva de la que hablas también en el libro?
Es una cosa simple. Para nosotros hoy, para el modelo dominante de sociedad en que vivimos, el conocimiento verdaderamente válido es el conocimiento científico. Para un ciudadano, cada persona que no domine la ciencia es un ignorante, es una persona que no tiene conocimientos válidos. Una persona ha vivido, tiene experiencias de vida, tiene su trabajo, su familia, su sociedad, su comunidad en la que ha trabajado… y este conocimiento no cuenta porque el conocimiento que cuenta es el conocimiento científico.
Eso ha creado un sistema que he llamado epistemicida: se ha destruido mucho porque no se ha valorado suficientemente la sabiduría de la gente, los conocimientos populares, vernáculos, que salen no de experimentos científicos, sino de experiencias de vida. Experiencias que tenemos todos nosotros.
Por eso hay un desequilibrio muy grande en el mundo debido al hecho de que consideramos —no desde hace mucho tiempo, desde el siglo XVII o XVIII— que el único conocimiento válido es el conocimiento científico. Y, por eso, quien detenta el conocimiento tiene más poder, porque el conocimiento es poder y el conocimiento más válido corresponde al poder más fuerte. Hasta ahora ese conocimiento científico ha estado concentrado en los países del norte geográfico, o sea, América del Norte, y Europa. La posición de fuerza desde los tiempos coloniales del capitalismo moderno, sobre todo después del siglo XIX, parte de la idea de que donde está la frontera científica y el conocimiento científico es donde está el desarrollo más grande, y por tanto el más grande poder imperial en el mundo.
Es muy importante para el neoliberalismo la idea de que todo está empezando ahora, que el pasado no cuenta. La manipulación de la memoria, de la historia
Eso ha creado un desprecio por otras sabidurías y culturas —y no estoy hablando solo de pueblos iletrados o de indígenas o afrodescendientes—, estoy hablando de China, de la cultura india, que es una cultura riquísima y que han sido —sobre todo China— muy humilladas. Obviamente también pasa con el Islam. El Islam del que todos dependemos, porque parte de lo que sabemos de la cultura occidental nos ha sido transmitido por los musulmanes, a partir del siglo IX.
Por eso se creó esa idea de que todo ese conocimiento que hay en el mundo no es válido y, como no es válido, nosotros no tenemos que aprender. Tenemos que enseñar. El resto es algo que podemos dominar, desarrollar, ayudar pero nunca aprender con ellos. Esto ha creado una injusticia que no es simplemente cognitiva, es obviamente cognitiva en su base pero después produce injusticias sociales, económicas y políticas, no solo entre países sino también dentro de un mismo país.
¿Son menos libres los niños y niñas que se han educado después del triunfo del neoliberalismo?
Sí, son menos libres. Diría que porque están siendo educados en un marco cognitivo todavía más concentracionario. Porque no es simplemente la idea de que solo hay un conocimiento válido, o el único que es válido y que es científico, viene del siglo XVII-XVIII pero ahora tiene también un reflejo en la vida política y en la vida social.
Es la idea de que no hay alternativa, sobre todo después de la caída del Muro de Berlín. La idea de que esta sociedad, el capitalismo, realmente es el fin de la historia. El libro de Fukuyama puede haber sido desacreditado, pero la verdad es que en la política hoy, en las finanzas internacionales, en las relaciones internacionales, incluso en la ONU, no ves ninguna alternativa a la sociedad capitalista que nos domina.
Y por eso no hay libertad para ver esas alternativas, esas posibilidades de otros tipos de desarrollo. Estamos en el proceso de reivindicar esa diversidad, valorando y trayendo a nuestros estudios otros tipos de conocimiento que nos puedan ayudar, y para eso la educación es fundamental; dar la idea de la diversidad cultural del mundo, la diversidad epistémica, cultural, a partir de la cual podríamos tener una cultura verdaderamente democrática. Ahora no la hay. Pongo como ejemplo esta versión restringida de democracia que tenemos, que además es una democracia que es muy débil porque no se sabe defender de los antidemócratas.
En esta situación, las personas, los jóvenes sobre todo, desconocen su historia. Por un lado, es muy importante para el neoliberalismo la idea de que todo está empezando ahora, que el pasado no cuenta. La manipulación de la memoria, de la historia. Por otro lado, es una cultura que es simplemente la cultura de los vencedores. No hay vencidos. El neoliberalismo te crea la idea de que hoy el gran vencedor es el rico. El rico que antes tenía vergüenza de ser rico y tenía que ocultar su riqueza, ahora no, la ostenta y los periódicos muestran la riqueza, dónde viven estos señores, y sus mansiones.
Es realmente una idea muy concentracionaria, muy reaccionaria: la idea de que no hay alternativa a esto. Si no hay alternativa esto no es injusto, porque para que esto sea considerado injusto por los jóvenes y para que se cree un poco de rebelión, es necesario pensar que hay alternativa, que podría ser de manera distinta. Pero, por eso, esta política tiene un valor epistémico, porque te dice, “otras alternativas no son válidas, son utopías, son locuras. Deja eso para la poesía, pero no te preocupes, esta es la sociedad en la que tienes que vivir”.
De alguna manera es un individualismo completamente obsesivo porque te dice que tú eres un empresario de ti mismo, que eres emprendedor, y vas a ganar. Y si no ganas la culpa es tuya. Yo no quiero ser emprendedor, ¿por qué lo voy a ser? Sobre todo porque sé que para yo tener éxito, es necesario que alguien fracase. Mi amiga de al lado tiene que fracasar en su proyecto en que estamos para que yo tenga éxito ¿qué tipo de sociabilidad es esta donde no hay cooperación, solidaridad? ¿Por qué tengo que mirarme a mí mismo y en todos los otros veo a mis enemigos?

Boaventura de Sousa durante la entrevista con El Salto en el Ateneo de Madrid.
DAVID FERNÁNDEZ
¿Quiénes forman la retaguardia y por qué podemos depositar nuestra esperanza en esa retaguardia?
Es el concepto que he avanzado y que es un poco polémico porque todo pensamiento crítico, teórico, político, epistemológico, parte siempre de la idea de vanguardias esclarecidas que están delante de su tiempo y que son capaces de ver lo que otros no ven, y, si no ganan, la culpa no es suya, la culpa es de la práctica, de los ciudadanos.
A lo largo del siglo XX eso pasó mucho con todas las políticas y teorías críticas. Si las cosas fracasan —y muchas veces fracasaron las opciones de izquierda o revolucionarias— la culpa no es de la teoría, es de la práctica. La teoría va adelante siempre sin malestar, completamente inmune e impune. Yo pienso que eso terminó.
Al contrario, en este momento, nosotros tenemos que ir por detrás de los que están resistiendo a la dominación global que, de hecho, consiste no solamente en el capitalismo, sino también en el colonialismo y en el patriarcado. O sea, nuestras sociedades no son solamente capitalistas, son también colonialistas y son patriarcales. Es por eso que, a pesar de todas las victorias del movimiento feminista, tú tienes feminicidios: la violencia sigue en prácticamente todos los países. ¿Por qué? Porque esta sociedad necesita realmente que el capitalismo sea complementado con el colonialismo, el racismo, la islamofobia, el neocolonialismo, y obviamente el heteropatriarcado que lleva a cabo esta dominación.
Los que resisten a esta dominación triple tienen que unirse, articularse. Porque la tragedia de nuestro tiempo es que la dominación está unida, es decir, el capitalismo actúa junto con el colonialismo y el patriarcado, y la resistencia está fragmentada. Las mujeres luchan contra el patriarcado pero se olvidan del colonialismo, del racismo o del capitalismo. Los sindicatos, cuando luchan en contra del capitalismo, se olvidan del racismo y se olvidan del patriarcado… Estamos muy fragmentados. Entonces, la teoría de retaguardia es el principio que tenemos que acompañar los intelectuales, y ellos deben ser intelectuales y ser activistas. Tienen que ir ayudando a los que resisten, a quienes van más despacio, a quienes están resistiendo y tienen más dificultades. El subcomandante Marcos de los zapatistas lo ha formulado alguna vez muy bien. Hay que seguir ayudando a los que están a punto de desistir. Porque el neoliberalismo te crea tanto miedo y tanta esa idea de que no hay alternativa que una de dos, o tienes miedo y te paralizas o como no tienes hambre, haces de ti un cínico, y por eso convives con esta sociedad y crees que realmente es así, que no puede ser de otra manera. Por eso hay que ayudar a crear esta semilla de rebelión en la gente. Con otros principios, otros conocimientos, otras ideas, que te ayuden a mirar que otra sociedad es posible. Si esas ideas no son reconocidas no es porque no sean válidas es porque no tienen el poder que el capitalismo y el colonialismo y el patriarcado tienen hoy globalmente para imponerse.
¿Qué te provoca, qué te sugiere, el concepto de la utopía? ¿Tenemos que seguir hablando en esos términos o tenemos que olvidarnos de máximos?
Pienso que hay que retrabajar la idea de utopía, porque también parte del mismo principio modernista de que hay un único conocimiento válido y por tanto una sola sociedad bella, emancipada y liberada. Eso a mi juicio es un error. No hay utopía, hay utopías.
Por otro lado, se ha pensado en términos maximalistas, o sea, en términos de ruptura total en relación a lo que existe y no hemos utilizado otro tipo de concepto que existe, realmente en nuestra sociedad: los que buscan lo que llamamos hoy utopías realistas. Utopías concretas. Son los que, por ejemplo, reorganizan su vida, que crean cooperativas, sus comunas, su manera de vivir… son las zonas liberadas que existen en nuestras sociedades donde la gente busca una alternativa no para el futuro, sino para hoy.
Entonces, hay realmente una mentalidad utópica, pero no podemos pensar que lo que es bueno para mí como unidad tiene que ser universalizado para todos. Porque además, si ves las grandes utopías de Fourier o de Saint Simon, eran copias casi cuantitativas de lo que era la sociedad capitalista de su tiempo. Era el mismo mecanismo de pensamiento. Tienes que tener otro pensamiento que es mucho más plural. Si yo pienso de una manera más plural, si yo pienso ‘con’ y no pienso ‘sobre’, entonces tengo que admitir que lo que es utópico para mí o mejor no lo es para los otros y hay que dialogar y hay que buscar una ecología de utopías si quieres. Si yo hablo por ejemplo con los pueblos indígenas, si les digo que la utopía es el socialismo, responden fácilmente que es otra trampa blanca, porque realmente la izquierda en América Latina, ha sido siempre muy racista.
Entonces, la idea de una sociedad mejor tiene varios nombres, varias maneras de construirse. Lo que es importante, y lo que es utópico en nuestro tiempo, es pensar que esas alternativas existen y que se pueden incluso aplicar hoy a un nivel, a tu escala, que no tiene que ser la escala mundial, eso no va a ser posible, pero puede ser una utopía aquí. La utopía la tienes que construir a partir de tu cotidiano, y de la vida de los que comparten tu convivencia, tu comunidad, tu sociedad.
Fuente de la Entrevista:
https://www.elsaltodiario.com/pensamiento/entrevista-boaventura-sousa-tragedia-nuestro-tiempo-dominacion-unida-resistencia-fragmentada
Por: Julián de Zubiría
Antes culminar el año 2017, el Congreso expidió la Ley 1874, la cual obliga a restablecer la enseñanza de la Historia. El pedagogo Julián De Zubiría reflexiona sobre los alcances de la ley y los inconvenientes que le genera al país creer que las cátedras educativas resuelven los problemas sociales.
En Colombia ha hecho mucho daño la idea que tomó fuerza en las décadas anteriores entre funcionarios del Ministerio de Educación Nacional (MEN) y congresistas, la cual sostiene que cada vez que aparece un problema social lo que hay que hacer es crear una cátedra educativa para ayudar a superarlo. De esta manera, congresistas con poco o nulo conocimiento de pedagogía terminaron siendo partícipes del verdadero caos curricular en el que nos encontramos en el país. Por la vía de las “cátedras obligatorias”, los estudiantes en Colombia deben estudiar cada grado quince asignaturas en promedio, todas ellas desarticuladas y fragmentadas entre sí.
Bajo esta lógica apareció la cátedra de urbanidad para enseñar “buenas costumbres” y tiempo después, la de “Constitución” para que se conocieran los alcances de la Constitución de 1991. Cuando se hizo evidente que por lo menos una de cada cinco menores de edad estaba o había estado embarazada, apareció la Cátedra de Sexualidad. Con similares motivos apareció otra para orientar a los jóvenes en el buen uso del tiempo libre. Más recientemente, ante los problemas del tráfico urbano, algunos congresistas promovieron los cursos obligatorios de tránsito y seguridad vial. Así mismo, cuando se hicieron visibles nuestros bajos resultados en competencias financieras, algunos congresistas vieron la necesidad de crear desde el preescolar la cátedra de Emprendimiento. Más recientemente, y fruto de los Acuerdos de Paz con las FARC, ha aparecido la Cátedra de Paz.
Mágicamente, se crean las cátedras, pero no aparecen programas de formación de docentes, lineamientos curriculares, confrontación de las ideas con la comunidad académica o textos orientadores, entre otros. Por ello es relativamente común que cada institución educativa haga lo que a bien le convenga en cada una de estas cátedras.
Con esta misma lógica, la senadora Viviane Morales, promovió desde el año 2016 la creación de la Cátedra de Historia. Ella quería que se independizara del área de Ciencias Sociales y que se enseñara como materia aparte. Afortunadamente, el Congreso mejoró significativamente la propuesta y decidió fortalecer la Historia, pero en el interior de las Ciencias Sociales. Aun así, la expedición de la Ley 1874 de 2017, días antes de culminar el año 2017, ha generado mucha confusión, la cual es importante aclarar, ahora que todos los colegios del país retornan a clases en los próximos días.
Lo primero que hay que entender es que el papel de la educación básica debería ser por completo diferente a lo que han pretendido los congresistas en las últimas décadas en el país. En lugar de un trabajo totalmente disperso y fragmentado, los estudiantes deberían consolidar pocas y esenciales competencias. Deberían abordar muy pocas e integrales asignaturas y no las disgregadas y desintegradas que hoy en día se están incluyendo. Lo he dicho muchas veces, pero estamos tan lejos de ello, que se requiere insistir en que lo que necesitamos es fortalecer tres competencias fundamentales: pensar, comunicarnos y convivir. Todo lo demás es superfluo al lado de ello. La educación básica debe garantizar la plena consolidación de estos procesos, sin los cuales no es posible comprender ni la historia, ni la física, ni la matemática, ni la geografía. El problema es que por abordar tantos y tan dispersos contenidos, nos quedamos, como dice el proverbio, “sin el pan y sin el queso”. Por perder tanto tiempo en tantas trivialidades, los niños y jóvenes actuales no están aprehendiendo ni a pensar, ni a comunicarse ni a convivir.
Dado lo anterior, hay que saludar la decisión del Congreso de no crear una nueva cátedra, sino de fortalecer el área de Ciencias Sociales, con tres propósitos: a) Desarrollar el pensamiento crítico b) Contribuir a la formación de identidad nacional, y c) Promover la formación de una memoria histórica que contribuya a la reconciliación y la paz de nuestro país.
Sin duda, los tres propósitos son muy loables. Por ello, tiene toda la razón el MEN cuando aclara que no volverá la cátedra de historia a los colegios. Esa fue la decisión del Congreso y sería dramático que lo que comenzara a pasar es que las instituciones educativas optaran por crear una cátedra adicional a las quince o dieciséis que suelen tener la mayoría de los jóvenes. Si esto último pasa, seguiremos en educación como el cangrejo: marchando para atrás.
Comprender la historia es mucho más complejo de lo que presuponen los congresistas, ya que la historia es la “síntesis de múltiples determinaciones”. Precisamente por ello, se requiere de contextos geográficos, sociales y culturales para poder comprenderla. En mucho mayor medida si se trata de niños y jóvenes.
No tendría sentido estudiar la historia si no se comprende que el tiempo histórico es relativo. Esto es tan impactante que China está próxima a celebrar su año 4716, mientras que los países budistas están en el año 2561, al tiempo que los judíos ya alcanzaron el 5779. Tan solo para el 31% de los humanos estamos en el año 2018, dado que los demás tienen otros criterios para periodizar el tiempo. Sin comprender esto, es incomprensible la historia.
No se podría comprender la historia sin los conceptos de época, tiempo histórico, poder, clase social, campo o ciudad, Estado, entre otros. De allí que comprender la historia es un proceso mucho más largo y lento de lo que creen los congresistas. Se trata de un complejo proceso de reconstrucción espacio-temporal que exige pensamiento relativo e hipotético-deductivo y previo dominio de algunos conceptos históricos, sociológicos, antropológicos y económicos, entre otros.
Comprender la historia exige entender que los hechos están articulados entre si y que los procesos fueron determinados por múltiples causas que operan en diversos momentos. Comprender la historia empieza por entender que las ideas, los valores y las prácticas son relativos, ya que han cambiado a lo largo del tiempo dado que son dependientes de la cultura, el contexto y el marco interpretativo en el que nos encontremos.
Lo esencial en la educación básica, por tanto, no es que los jóvenes conozcan la historia, sino que desarrollen pensamiento crítico para interpretar los procesos sociales presentes, pasados y futuros. Sin duda, comprendiendo el pasado podemos comprender de mejor manera el presente. La paradoja es que sin los conceptos de las Ciencias Sociales y sin pensamiento crítico, no es posible ni conocer ni comprender la historia. De allí que los currículos en Colombia, previos a 1994 y que contaban con la asignatura de historia, ni garantizaban la comprensión ni el conocimiento, porque su diseño no tuvo en cuenta las diversas condiciones cognitivas que ello demandaba.
De la reflexión anterior concluyo dos cosas:
De un lado, que es exagerada la alegría que ha generado entre amplios grupos de la población la decisión del Congreso de reestablecer la cátedra de la historia. Creo que la senadora Morales generó un debate equivocado y diferente al que necesita la educación en el país. De lo que deberíamos estar hablando es de cuál es la finalidad de la educación básica en un país como Colombia: ¿A qué deberían estar yendo los estudiantes a las escuelas? Ese es el debate crucial que el país ha aplazado por décadas y es un tema en el que me atrevo a afirmar estamos en la cola de América Latina. Ese debate necesariamente nos conducirá a repensar el caótico currículo que tenemos en la actualidad.
Desde hace treinta años, hemos propuesto en el Instituto Alberto Merani un enfoque totalmente diferente al que rige en Colombia, pero muy cercano al que tiene previsto Finlandia para el año 2022 y al que adoptó Chile en 1998: un currículo centrado en tres competencias esenciales y transversales. Sin duda, hay muchas más posibilidades, pero no duden que la peor de todas es la que hemos seguido en Colombia: niños y jóvenes estudiando cada año quince asignaturas deshilvanadas.
Otro debate inaplazable es si seguirá imperando un modelo pedagógico centrado en la trasmisión de informaciones; si seguiremos pensando que la historia es el recuento de hechos, datos, batallas y anécdotas. Si ello es así, hay que abandonar el modelo de transmisión de informaciones para dar paso a modelos centrados en el desarrollo integral humano. Lo que necesitamos son jóvenes más tolerantes, mejores ciudadanos y con pensamiento más crítico. Una renovada manera de entender el currículo, la enseñanza de la historia y el modelo pedagógico, puede ayudarlos a lograrlo.
El país necesita con urgencia un debate amplio, diverso y argumentado sobre cuáles son los lineamientos curriculares que requerimos para el momento actual y cuáles son los diversos modelos pedagógicos que habrá que impulsar para comenzar a mejorar de manera estructural, la calidad de la educación.
El Plan Decenal, adoptado por el país en el año 2017, establece que éstos son dos de los diez grandes desafíos que debemos enfrentar en los próximos diez años. Por ello, de nada sirve que un millón de colombianos se pronuncie sobre los sueños que tiene para la educación, si el Plan Decenal que se construye después es borrado por el Congreso o ignorado por el nuevo ministro que llegue al área de Educación. Necesitamos fortalecer el movimiento cívico para que, a partir de ahora, los ciudadanos no dejemos que ninguna de esas dos cosas ocurra.
Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/no-volvera-la-historia-a-los-colegios/554425
Puerto Rico / 13 de mayo de 2018 / Autor: Programas / Fuente: RT
¿Qué rol tiene la juventud en América Latina? ¿Cuál es el papel de la crítica a la situación social y política? ¿Tienen que involucrarse los artistas con el entorno que los rodea? En esta nueva edición de ‘Conversando con Correa’, el expresidente de Ecuador aborda estas preguntas junto a René Pérez, también conocido como ‘Residente’ en su antiguo grupo musical, Calle 13.
El músico puertorriqueño René Pérez, famoso por haber integrado el grupo musical Calle 13, dialogó con Rafael Correa. «Yo escribo de como me voy sintiendo y lo que me va afectando en mi entorno», comenzó señalando en relación a su lugar como artista en la sociedad.
Al respecto recordó una de sus canciones, llamada ‘Los idiotas’, y dijo que «cuando estaba buscando definiciones» sobre ese concepto, descubrió que «en un país se usaba esa palabra para describir a alguien que no estaba involucrado en política». Por eso opinó que «los artistas se tienen que meter en todo lo que les afecta».

«Yo estudié ocho años en Bellas Artes y es lo primero que te enseñan, te tienes que meter en todo», sentenció.
Consultado sobre cómo ve a los jóvenes de América Latina, el músico señaló que son «mucho más maduros que hace diez años». Aunque reconoció que «hay como una mezcla». Una parte de la juventud se encuentra «bien comprometida» y hay otra «a la que no le importa nada, están metidos en el ciberespacio totalmente, escondidos ahí y se quedan ahí».
Frente a eso convocó a «que se eduquen, que estudien». «Para mí eso es lo más importante» y resulta «fundamental para el desarrollo de los países», dijo Pérez, y analizó: «Con la educación mi país dejaría de ser una colonia«.

También subrayó que en América Latina «la juventud ha tenido una capacidad de reinventar los ideales» siendo «críticos de todas las vertientes, de la izquierda y de la derecha». Por eso consideró «importante mantener esa cultura de ideales pero también moverse para adelante y crear culturas nuevas».
Finalmente, llamó a sostener «ese impulso de tener ganas de cambiar las cosas para bien«. «Hay un montón de cosas que merecen ser cambiadas y uno debe aportar a eso», concluyó.
Durante este encuentro, Rafael Correa y René Pérez profundizan también en otras cuestiones de actualidad y de gran interés, que podrán ver en el video del programa que les ofrecemos aquí en su totalidad.
Fuente de la Entrevista:
https://actualidad.rt.com/programas/conversando-correa/271045-rene-perez-correa-educacion-pais-colonia
Por: Rolando Ísita Tornell
Es triste, lamentable y deleznable el clasismo, racismo y desprecio por el prójimo exultante que han desatado quienes se ven amenazados por los posibles y necesarios cambios para sacar al país en el innecesario estado en el que se encuentra, y que tienen nombres los que lo han propiciado con una visión única e inflexible del desarrollo.
Todo ello refleja varios temas a reflexionar y modificar. Uno de ellos es una verdadera reforma a la educación pública y privada en sus contenidos, no sólo en las relaciones laborales de los docentes y las instituciones, y en ambos lados de esa relación.
A partir de los conocimientos científicos más avanzados en arqueología, paleontología, biología, genética, lingüística, no existe ningún argumento que sostenga que unos humanos son mejores o más dotados que otros por el color de su piel, su devenir étnico, su lengua o por su género, porque el origen común está en África, con tres grandes migraciones que alcanzaron la mayor parte del planeta.
La genética ha echado por tierra las creencias en la “pureza”, el portador de la piel más clara y la cabellera más rubia puede tener algún gene indígena de sus ancestros, o lingüísticamente quien diga “ansina” por decir “asimismo” usa un español antiguo y originario. Usar lo contrario para descalificar denota ignorancia avanzada, el tipo de contenidos en su educación y su incapacidad para regir destinos de nadie.
La falsedad más grande que se haya diseñado por mente humana perversa, desde la perspectiva de la conservación de la energía o de su transformación indistinta materia-energía, son la “plusvalía” y “el interés simple y compuesto”, estos últimos en el papel son juego divertido que se cumple; en la vida real, humana, esos conceptos son un robo legal permitido, legislado y por lo tanto modificable.
La trasformación de los recursos naturales en materiales, productos y mercancías que impactan en los mejores niveles y calidad de vida de la sociedad, desde el Neolítico, ha sido, es y será un universo inabarcable de creatividad, del progreso de la ciencia (como dice nuestro Artículo 3° Constitucional), de tal modo que quien afirme que sólo hay un camino (éste o el desastre) está mintiendo descaradamente o, peor, es ignorante e incapacitado para conducir los destinos de una sociedad, de un país.
Las creencias son lo contrario a los conocimientos, las fobias son miedos patológicos inconsistentes con la realidad, los dogmas son revelaciones de deidades imaginarias incompatibles con la realidad, las profecías apocalípticas eran dones sobrenaturales que suponían futuros, muy arraigados en el oscurantismo medieval, que se fueron a la tumba con Nostradamus en 1566 y el Renacimiento mandó al museo junto a la rueca, prevaleciendo la ciencia. En el México de hoy, todos estos son la causa de su atraso y desastre.
Fuente: http://www.elvigia.net/columnas/2018/5/7/pensamiento-crtico-analtico-atraso-desastre-302976.html
Europa/ España/ 07.05.2018/ Fuente: www.juntaex.es.
El secretario general de Educación, Rafael Rodríguez de la Cruz, se ha referido a la necesidad de mantener y fomentar la asignatura de Filosofía, “una materia desde donde se puede construir una ciudadanía crítica y responsable” y ha destacado la importancia de su presencia en las aulas para “propiciar el diálogo constructivo en una época en la que el ruido mediático y de las redes sociales invitan a conclusiones apresuradas y enfrentamientos estériles”.
Rodríguez de la Cruz ha hecho estas declaraciones durante el acto de clausura y entrega de premios de la V Olimpiada Filosófica de España, en la que han resultado clasificados alumnos y alumnas de las comunidades autónomas de Madrid, Castilla La Mancha, Cataluña, Aragón, Canarias, Andalucía y Galicia.
Así, en la Modalidad Disertación la ganadora ha sido Adela Cebeiro Munín, de Galicia, mientras que el segundo y tercer premio han recaído en la andaluza Ana Rosa López Rodríguez y en Gabriela Rodríguez Galdona, de Canarias, respectivamente; mientras que en la Modalidad Dilema han resultado ganadores José Javier Ramírez Rodríguez, de Canarias; Estela Bescós García, de Aragón, y Raquel Sánchez Herrera, de Cataluña.
En la Modalidad de Vídeo los tres premios han sido para Paula Mestro Martín, de Castilla La Mancha; Miriam Sánchez Rodríguez, de Madrid; y Jorge Marín Escribano, también de la capital de España; mientras que en la Modalidad de Fotografía han resultado ganadores el andaluz José Jesús Santiago, la madrileña Marta Manzaneque Palau y la riojana Ángela Ramírez Carrillo.
Los estudiantes galardonados han sido seleccionados durante las pruebas celebradas ayer, en el IES ‘El Brocense’ de Cáceres, y hoy en el IES ‘Santa Eulalia’ de Mérida, una Olimpiada Nacional en la que Extremadura ha estado representada por los alumnos ganadores en la fase autonómica: Antonio Ruslán Bautista, del IES ‘San Fernando’ de Badajoz, en la Modalidad Disertación; Ana Karoline Da Silva Oliveira, del IES ‘Santa Lucía del Trampal’ de Alcuéscar, en la Modalidad Dilema, y María Pilar León Bermúdez, del IES ‘Virgen de Gracia’ de Oliva de la Frontera, en la Modalidad Fotografía.
Durante su intervención, el secretario general de Educación ha valorado los ejercicios que han tenido que realizar los participantes en esta Olimpiada, que este año se ha centrado en el tema ‘Revolución y Utopía’, diciendo que “deberían constituir referentes innovadores de las metodologías didácticas que habitualmente se usan”.
En este sentido Rodríguez de la Cruz ha explicado que tanto los ejercicios tradicionales como las disertaciones y la discusión de dilemas, como los más actuales como el uso filosófico de la imagen fotográfica y el vídeo, “son fundamentales en una educación del siglo XXI”.
Por último, el secretario general ha animado a docentes y alumnado “a seguir en esta maravillosa tarea de pensar por cuenta propia y riesgo”.
Fuente: http://www.juntaex.es/comunicacion/noticia&idPub=24886#.WvDQ56QvyUk