Por: Héctor Rodríguez Cruz
Para saber si se vive y o se piensa como persona o como bestia que devora los valores que deben orientar la vida buena.
Un amigo lector me pidió que escribiera sobre un tema de Filosofía que pudiera ser comprendido por todos. Así ponía de manifiesto su deseo de filosofar sobre la vida. Lo complazco. Comienzo por compartir esta sentencia “Una vida sin examen no merece la pena ser vivida”, atribuida al filósofo griego Sócrates (470 a.C. ), traída en la obra Apología de Sócrates escrita en el año 399 a. C. por su discípulo Platón.
Pensando en la sentencia, se entiende que debemos hacer un instante de silencio en nuestra vida para examinar nuestro camino y encontrarnos con nosotros mismos. Vale la pena hacerlo siempre, y más ahora en tiempos de la COVID-19, con tantas emociones alteradas por el miedo, las congojas y el sufrimiento propio y el de los otros.
Es bueno examinar la vida y conocer los pensamientos que la conciencia lleva escritos sobre nosotros mismos, grabados en el cerebro y en el corazón, sin engañarse, recordando cómo llamaba Sócrates a los pensamientos: “son una conversación honesta que tu alma tiene consigo misma”. Ojalá que cada quien se atreva a escribir esos pensamientos y pueda construir con ellos párrafos de la propia biografía de manera auténtica, sin simulaciones y sin autoengaño.
Es conveniente examinar la vida para saber si con su estilo se engrandece o se empequeñece la sociedad. Para poder elegir acertadamente uno de los lobos que se llevan peleando en el corazón. (“Parábola de los dos lobos”).
Uno es malo, porque representa todos los malos sentimientos que pueden existir en un ser humano, la envidia, la ira, los celos, el orgullo, la codicia, el resentimiento, la mezquindad, la culpa, la corrupción, la arrogancia y la venganza. O el otro, que representa todo lo bueno, el amor, la alegría, la esperanza, la generosidad, la paz, la bondad, la compasión, la honestidad y la verdad.
En necesario examinar la vida para saber si se está transitando por los caminos adecuados para tener una vida buena, una familia buena, una comunidad buena, una reputación buena. Para mirar las huellas que se van dejando en el paso por la vida. ¡Para escribir con sangre el epitafio sin panegíricos pagados cuando se muera!
Es necesario examinar la vida para saber el traje que se lleva puesto. Si el de Caín o el de Abel. Si el del ángel o el de la serpiente. ¡Es necesario examinar la vida para saber si se está “vendiendo” el país para beneficio propio o se está cuidando porque nos pertenece a todos!
El llamado a examinar la vida no sólo tiene una dimensión individual. Se extiende hasta la sociedad y sus instituciones públicas y privadas. A los gobernantes, funcionarios, políticos y líderes políticos, religiosos, económicos, académicos y sociales. Y también llama a examinar la calidad de la ciudadanía, de la justicia y de la democracia.
“Una vida sin examen no merece la pena ser vivida”. Es la conclusión que utiliza Sócrates para obligarnos a preguntarnos sobre la importancia de examinarse a sí mismo y a los demás para mantener una actitud crítica sobre nuestros actos y sobre nuestras vidas en comunidad con el fin último de aspirar a ser la mejor persona y la mejor sociedad posibles.
Y si al examinar la vida y la sociedad se encuentra que son ruines, vacías, malogradas, degradadas, manchadas o contaminadas, entonces, que se haga lo que dice el poeta: “Aclara el aire! Limpia el cielo! Lava el viento! Toma la piedra de la piedra, toma la piel del brazo, toma el músculo del hueso, y lávalos. Lava la piedra, lava el hueso, lava el cerebro, lava el alma, lávalos, lávalos!
Fuente: https://acento.com.do/opinion/la-vida-sin-examen-no-merece-la-pena-ser-vivida-8947229.html