Colombia / 13 de mayo de 2018 / Autor: El abecedario La educación de la A a la Z / Fuente: Youtube
Plan Nacional Decenal de Educación
La educación no es un plan de desarrollo
América del Sur/ Colombia/ 04.11.2017/ Fuente: www.las2orillas.co. Autor: Diego Andrés Cortés Peña.
Aunque el país ha pretendido responder en los términos del marco de la Declaración Universal de Derechos Humanos en lo que corresponde al artículo 26 y a las inscritas disposiciones del artículo 67 de la Constitución Política de Colombia de 1991, pareciera, incluso como agravante, que estas obligaciones solo han venido implementándose de conformidad con las medidas retóricas y lejos de las prácticas.
En términos de pertinencia, la educación debe ser garantizada en una extensión no menor a cualquier Estado soberano, es decir, debe ser otorgada a todo habitante nacionalizado que ocupe un lugar en la geografía del ordenamiento territorial del Estado. Así mismo, la educación tiene que facilitar estructuras generadoras de igualdad y progreso, en donde a través de su implementación sistemática se elimine toda posibilidad de desequilibrio social.
En la actualidad es seguro que la lucha por alfabetizar a los colombianos haya alcanzado cifras que antes era imposible imaginar, pero está claro que hablar de una cobertura decente en desarrollo de la demanda actual, es un intento por legitimar el populismo del político ad portas de la rapiña electoral.
El Plan Nacional de Desarrollo 2014–2018 “Todos por un Nuevo País” promovido e implementado por el gobierno del actual presidente Juan Manuel Santos, asume la educación en los siguientes términos:
“El más poderoso instrumento de igualdad social y crecimiento económico en el largo plazo, con una visión orientada a cerrar brechas en acceso y calidad al sistema educativo, entre individuos, grupos poblacionales y entre regiones, acercando al país a altos estándares internacionales y logrando la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos”.
A través de una premisa más que seductora: “Colombia la mejor educada de América Latina en el 2025”.
Si bien es menester del órgano superior del poder ejecutivo establecer los lineamientos para el desarrollo social de la nación, respaldado a través de los resultados previos del Consejo Nacional de Política Económica y Social, también es obligación del legislativo propender por la garantía constitucional de todas aquellas leyes que insten para ser soporte o vínculo directo con dichos planteamientos, toda vez que es el Congreso de la República quien ostenta las facultades legislativas.
Hoy la constitución incluye la educación en los términos que dispone el artículo 72 de la Ley 115 de 1994 (Ley General de Educación), en donde se establece lo siguiente:
“El Ministerio de Educación Nacional, en coordinación con las entidades territoriales, preparará por lo menos cada diez (10) años el Plan Nacional de Desarrollo Educativo que incluirá las acciones correspondientes para dar cumplimiento a los mandatos constitucionales y legales sobre la prestación del servicio educativo. Este plan tendrá carácter indicativo, será evaluado, revisado permanentemente y considerado en los planes nacionales y territoriales de desarrollo”.
En estricto cumplimiento con el ejercicio de la anterior ley, el Ministerio de Educación tiene establecido el Plan Nacional Decenal de Educación (PNDE) renovado apenas hace un año, por medio del cual establece la implementación de un plan en función de un mecanismo único de consulta, en el que la educación se convierte en un compromiso de todos los colombianos y uno de los principales temas de la agenda pública.
En esta entrada es notable que la educación es un tema coyuntural en todas las políticas al interior del Estado. Lo que no queda demostrado es la efectividad de las mismas para garantizar el aumento en los índices de calidad, ingreso, sostenimiento y cobertura. Pero ¿por qué?
Veamos un par de ejemplos: como política de gobierno, debidamente respaldada por el Conpes y como medida para lograr los objetivos del Plan de Desarrollo Nacional, se estableció con apoyo del Ministerio de Educación el programa Ser Pilo Paga (SPP), cuyo propósito fue desde su implementación: fomentar el acceso y la excelencia en la educación superior, a través de créditos condonables en las instituciones de educación superior (IES) acreditadas en alta calidad.
El programa proyectó un indicador para el 2018 de 40.000 estudiantes beneficiados con un aporte inicial de 155.000 millones de pesos por año. Con ello se pensó en estimular a aquellos estudiantes que por méritos académicos y puntajes bajos del Sisbén pudieran estudiar una carrera de pregrado en cualquier universidad de alta calidad del país, siempre y cuando fueran admitidos.
Hay que decir que las IES se facultaron para que actuaran, como es debido, en virtud de su autonomía para seleccionar a los aspirantes, es decir, nunca estuvieron obligadas a recibir beneficiarios de este programa.
Este modelo lleva más de tres años y según el informe de rendición de cuentas del Ministerio de Educación ante el Congreso de la República, el programa contó para el 2016 con una destinación de recursos de 374.000 millones de pesos, o sea, más del doble de recursos estimados inicialmente por año. Además, estableció que a junio del 2017 solo se han otorgado 31.940 créditos condonables.
En este sentido, se puede hacer un análisis de incremento sobre el costo en la financiación del programa y una estimación negativa de las metas respecto de la población que debía verse favorecida.
Desde esta perspectiva, queda clara la ineficiencia que el programa (SPP) ha desarrollado en consecuencia con su objetivo, obteniendo como resultado el rechazo enfático de algunos analistas y académicos que lo definen como una brecha que fomenta la exclusión y el aumento de la desfinanciación de universidades públicas.
Como es de suponerse, el Estado por su parte, juega su papel de auspiciador del aparente éxito mientras omite su responsabilidad presupuestal para subsanar el abismo fiscal de más de 2 billones de pesos que tienen hoy las 32 universidades públicas del país.
Respecto al debate, el rector de la Universidad Nacional de Colombia, el Dr. Ignacio Mantilla, manifestó en su columna del 24 de octubre del diario El Espectador, una serie de cambios que él haría al programa, en tanto deja la siguiente reflexión:
“Naturalmente, la cifra del costo es cuestionable, y por tal razón el debate se ha centrado en este punto, ya que con un tercio de lo que reciben las universidades públicas, que forman a 600.000 estudiantes, se financiará a sólo 40.000 estudiantes de SPP (…)”.
Sin embargo, este no es el único problema, pues además de estar fallando en materia presupuestal con vínculo a la universidad pública, hay inconsistencias graves en temas de cobertura en todo lo que se entiende como educación.
De manera que lo que preocupa es: ¿cómo lograr la ambiciosa meta de ser el país más educado de América Latina para el 2025, si ni siquiera los reportes se ajustan a la realidad?
Según las cifras del Ministerio de Educación en su rendición de cuentas final, el año 2016 cerró con 2’394.000 jóvenes matriculados en programas de educación superior, es decir que, el año pasado se contó con una cobertura de 51,5%, avanzando 14 puntos porcentuales respecto de la tasa reportada para el año 2010.
Estas cifras son tan pretenciosas que lejos están de ajustarse a la realidad, pues el número de personas que componen la población juvenil y que establecen la demanda de la educación superior en virtud de la ley estatutaria 1622 de 2013, asciende a 25.514.080 personas, (Cifras tomadas del Sistema Nacional de Información Juventud y Adolescencia de Colombia) es decir, un 52% de toda la población colombiana y una cobertura del 9,4% con respecto a la cifra de matriculados del Ministerio.
De modo que es obvio pensar que tanto el Gobierno Nacional como el Ministerio de Educación, son culpables por omisión de la misma realidad poblacional del país que hoy se acerca a los 50.000.000 habitantes.
¡Hagan cuentas! Pero tengan en cuenta que el programa duplicó el presupuesto para el año pasado, como ya se mencionó, además que a menos de dos meses de terminar este año no se ha logrado llegar a la meta de beneficiarios pactada en principio.
Otro ejemplo de la poca eficacia de las soluciones que se plantean con el propósito de subsanar el problema de la educación, puede evidenciarse en un proyecto de ley radicado por el Senador Luis Fernando Duque García el 26 de junio del presente año ante la Secretaría General del Senado de la República: el proyecto de ley número 39 de 2017 Senado, por la cual se establece “la gratuidad en la educación superior pública y se dictan otras disposiciones”.
Dicho proyecto de ley tiene por objeto: “mejorar el acceso a la educación, estableciendo de manera gradual y progresiva la gratuidad en la educación superior pública de derechos de matrícula, conforme los requisitos que se establecen en la presente ley.”
Los requisitos son: “haber sido admitido en un programa académico de pregrado en una institución oficial de educación superior” y “pertenecer al nivel uno (1) o dos (2) del Sisbén”.
El debate, en primera instancia, es competencia de la Comisión Sexta Constitucional Permanente del Senado de la República. Allí se deberá tratar el articulado con sus debidas proposiciones, adiciones, sustituciones, etcétera; para votar posteriormente el documento en bloque. Finalmente, de hallar las respectivas ponencias, el proyecto debe ser expuesto ante la Plenaria, donde finalmente se decidirá si se aprueba o se archiva.
Con esta iniciativa se busca ampliar la cobertura de educación de manera progresiva con las capacidades del Estado para lo cual se pretende establecer una cuenta especial sin personería jurídica (Fondo Solidario de Educación) en donde el ordenador aparente del gasto es el Ministerio de Educación.
La financiación para dar pleno cumplimiento al objeto de la propuesta será el producto de contribuciones voluntarias efectuadas por otros gobiernos, organizaciones internacionales, particulares y otras sociedades como entidades financieras y almacenes de cadena. El Estado está comprometido pero no obligado para la delegación de recursos provenientes del Presupuesto General de la Nación y de las entidades Territoriales, de conformidad con lo que autorice el Gobierno Nacional.
Ahora bien, revisando el documento se pueden evidenciar fallas de fondo que por sus formas podrían parecer benefactoras.
En un primer momento es fundamental pensar en que no es el acceso a la educación superior en términos de derechos de matrícula el problema principal de los jóvenes de bajos recursos del país, sino que es el sostenimiento durante el periodo académico.
En un segundo momento no se puede resumir el problema solamente a niveles de estratificación inconsistentes como los del Sisbén, sino que también se hace obligatorio analizar los parámetros socioeconómicos en función de elementos como la pobreza multidimensional y la pobreza monetaria, índices que para el 2016 cerraron cerca de los 18 y 28 puntos porcentuales respectivamente (según estadísticas del DANE).
Generalizando el articulado y la exposición de motivos, el proyecto se muestra demasiado ambiguo y pareciera que lo que pretende es maquillar, como es costumbre, los problemas de facto respecto a la educación.
En el mismo no es posible establecer garantías rigurosas para la implementación “gradual y progresiva” de la gratuidad. No obstante, carece de fundamento jurídico y presupuestal en el sentido de aclarar la participación del Estado, la regulación y administración de los recursos, y las garantías de las contribuciones del sector privado.
En conclusión, aun sabiendo que los honorablísimos políticos de este país trabajan sin cansancio para ofrecer a sus electores las mejores soluciones a la luz de aquellas necesidades fundamentales y no en detrimento de las mismas, es pertinente invitarlos a que contemplen una reforma estructural enfocada en la educación incluyente y absoluta.
En donde la calidad de la formación primaria y media, sin excepción territorial, sea una plataforma efectiva de estudiantes preparados para el ingreso a la educación superior de calidad, y por tanto, formados para el fomento del desarrollo económico y social que tanta falta le hace al país.
No se trata de subsidiar, se trata de fomentar, de facilitar, de garantizar el sostenimiento a través del empleo y, lo más importante; de observar las realidades locales para echarlas a andar en función de las dinámicas mundiales estandarizadas. No al contrario: principio básico del verdadero desarrollo.
Hay que entender que las omisiones nos están saliendo costosas. Hay que sentarnos a reflexionar la historia de la deuda. Hay que exigir a nuestros gobernantes una indemnización sobre el perjuicio causado a todos aquellos que no han logrado educarse. Hay que tener en cuenta a Mandela cuando dijo: “la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”, pues siendo optimistas, en lo que concierne a los colombianos, lo que nos hace falta es organizar la equivocada armería política, porque la educación tiene que ser más que un plan de desarrollo
Fuente de la reseña: https://www.las2orillas.co/la-educacion-no-es-un-plan-de-desarrollo
Colombia: Lista la ruta que debe seguir la educación en los próximos diez años
Colombia / 15 de octubre de 2017 / Autor: Redacción Educación / Fuente: El Espectador
El Ministerio de Educación presentó este 11 de octubre el Plan Nacional Decenal de Educación que guiará el sector hasta 2026.
Después de más de dos años de haber iniciado el proceso, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) presentó el documento que señala cuál será la ruta que debe seguir el sector en los próximos diez años.
Bajo el nombre “Plan Nacional Decenal de Educación 2016 -2026, el camino hacia la calidad y la equidad”, el texto es el resumen de una metodología que empezó a tomar forma en julio de 2015, cuando se establecieron mesas de trabajo con el apoyo de la organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Corea del Sur y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Desde entonces, en la elaboración de ese documento han participado 132 entidades público – privadas, 16 fundaciones, 292 instituciones de educación superior, 95 secretarías de educación, 32 expertos en educación, ciencia, tecnología e innovación y varias asociaciones estudiantiles. Estos grupos estuvieron divididos en tres comisiones: una, académica; otra, gestora, y una más de apoyo regional.
De igual forma se llevaron a cabo varios foros en treinta departamentos los que participaron más de 6 mil ciudadanos y se realizó una encuesta que reunió a un poco más de un millón de colombianos.
Tras ese proceso, se definieron diez puntos esenciales que indican cuáles serán las metas a las que el sector educativo deberá apuntarle de aquí a 2026. Esos desafíos, de manera muy resumida, son los siguientes:
1. Regular y precisar el alcance del derecho a la educación.
2. La construcción de un sistema educativo articulado, participativo, descentralizado y con mecanismos eficaces de concertación.
3. El establecimiento de lineamientos curriculares generales, pertinentes y flexibles.
4. La construcción de una política pública para la formación de educadores.
5. Impulsar una educación que transforme el paradigma que ha dominado la educación hasta el momento.
6. Impulsar el uso pertinente, pedagógico y generalizado de las nuevas y diversas tecnologías para apoyar la enseñanza, la construcción de conocimiento, el aprendizaje, la investigación y la innovación, fortaleciendo el desarrollo para la vida.
7. Construir una sociedad en paz sobre una base de equidad, inclusión, respeto a la ética y equidad de género.
8. Dar prioridad al desarrollo de la población rural a partir de la educación.
9. La importancia otorgada por el Estado a la educación se medirá por la participación del gasto educativo en el PIB y en el gasto del Gobierno, en todos sus niveles administrativos.
10. Fomentar la investigación que lleve a la generación de conocimiento en todos los niveles de la educación.
Esos diez objetivos deberán guiarse a su vez por cinco principio orientadores. El primero, es “contribuir con la construcción de la paz, la cultura ciudadana y el sentimiento de Nación. El segundo, se refiere a “impulsar el desarrollo humano, la sostenibilidad y la equidad de la educación”. El tercero apunta a “reducir los altos niveles de inequidad y las brechas regionales”. El cuarto recalca la necesidad de “ampliar los temas educativos en todos los ámbitos del Gobierno y la sociedad”. Y, finalmente, el quinto busca “entender la educación como una responsabilidad de la sociedad en su conjunto”.
En palabras de Carlos Augusto Hernández, delegado de la Universidad Nacional de Colombia en la Comisión Gestora, “no es posible hacer realidad ninguno de estos grandes propósitos sin la participación activa de las comunidades educativas de las distintas regiones. Sabemos que no es posible cumplir los grandes retos del Plan si no se logra el máximo de participación y de compromiso del conjunto de la sociedad con la tarea de construir paz y nación a través de la educación”.
“El documento incluye para cada uno de estos desafíos lineamientos generales y específicos que servirán como insumo a los Gobiernos venideros a la hora de establecer las políticas y estrategias que permitan garantizar una educación de calidad desde la primera infancia hasta la Educación Superior”, complementó la Ministra de Educación Yaneth Giha.
Sin embargo, ese propósito se enfrenta a un riesgo ineludible que recalcó hace un par de semanas Atilio Pizarro, jefe del área de planificación y evaluación para América Latina y el Caribe en educación de la Unesco: Colombia y, en general, la región, suele rotar con mucha frecuencia a los ministros de educación y por eso las políticas del sector cambian con constancia.
Fuente de la Noticia:
https://www.elespectador.com/noticias/educacion/lista-la-ruta-que-debe-seguir-la-educacion-en-los-proximos-diez-anos-articulo-717643
Hoja de ruta educativa.
Por: Luis Felipe Gomez Restrepo.
Así como nacionalmente se viene trabajando en la elaboración del Plan Nacional Decenal de Educación, Cali debe pensarse, a fondo y con una mirada de largo plazo, la educación en el municipio. Más allá de pruebas Pisa, más allá de los resultados de las pruebas Saber, debemos romper dos constataciones que son dolorosas: de una parte, se evidencia una gran frustración nacional, no obstante todos los avances logrados en cobertura y calidad: “La educación no consigue generar los impactos profundos y estructurales que requiere nuestra sociedad”. Y por otro lado, que el gasto en educación llega solamente al 4,5% del PIB, mientras que la meta era alcanzar el 7%.
En pocas palabras, debemos buscar una educación mucho más significativa y que genere profundas experiencias en los estudiantes para que genere importantes cambios culturales en el país. Y ello implica destinar mayores recursos. ¿Cómo podemos aumentar el presupuesto para educación en el municipio?
El pasado mes de junio, el equipo de trabajo del programa Cali Cómo Vamos, presentó a la comunidad caleña el informe sobre educación, el cual analiza el desempeño de Cali. Según los datos presentados, por segundo año consecutivo Cali se encuentra por debajo de ciudades como Bogotá, Manizales, Pereira y Medellín en cobertura educativa en los niveles de preescolar, primaria, básica y media. En términos de calidad educativa, en 2016 los estudiantes caleños mejoraron sus resultados en las Pruebas Saber 3º, 5º y 9º, frente a 2015. Por su parte, los puntajes obtenidos por los colegios privados en las Pruebas Saber 11º del primer semestre de 2017, fueron inferiores a los registrados en el mismo período del año pasado, e inferiores a los de Bogotá, Medellín, Cartagena, Barranquilla, Manizales, Pereira y al general de Colombia.
No se debe atender cobertura solamente, sino que ésta sea aparejada con una educación de calidad. Por ello, será fundamental la puesta en marcha y el impacto que deberá generar el Plan Nacional Decenal de Educación (Pnde) 2016-2026, el cual se encuentra en un estado germinal. Y que Cali pueda contar con una carta de navegación con la misma ventana de tiempo.
El Pnde 2016-2026, es la política pública que marcará el norte en Educación durante los próximos 10 años. La comisión de sabios propone 5 principios orientadores: que el plan sirva para construir la paz; que esté centrado en el desarrollo humano; que sirva para reducir la inequidad en la sociedad nacional y la brecha entre regiones; que propenda por una participación de toda la sociedad; y que la sociedad sea como un todo educador.
Nuestra región debe aprovechar el punto de inflexión que se está dando en el sector educativo. Actualmente hay una conciencia colectiva sobre la importancia que tiene para el futuro de los colombianos la inversión en su formación integral. La participación activa de nuestra comunidad en la conformación e implementación del Pnde 2016-2026, alineados los planes de desarrollo educativos Municipal y Departamental, deberán atender y mejorar nuestros actuales indicadores de cobertura, calidad, deserción, Saber 11º, entre otros.
Sector público de la mano con el privado, debe contar con una carta educativa de Cali para el largo plazo. Y lo que es más importante, lograr alinear esfuerzos y compromisos de todos con la educación de las nuevas generaciones.
Fuente: http://www.elpais.com.co/opinion/columnistas/luis-felipe-gomez-restrepo/hoja-de-ruta-educativa.html
Imagen: https://static.iris.net.co/semana/upload/images/2015/9/25/443820_185725_1.jpg
Los 10 grandes retos de la educación en Colombia
América del Sur/Colombia/09 Julio 2017/Fuente y Autor: semana educación
El nuevo Plan Decenal de Educación, que define hacia dónde deben ir las políticas educativas en el país, fue radicado a la ministra Yaneth Giha. Estos son los puntos que se plantean de aquí al 2026.
Para nadie es un secreto que la educación ha sido una de las apuestas más grandes del gobierno de Juan Manuel Santos, pero el desafío no ha sido para nada fácil. Diferentes expertos coinciden en que la base de un país se encuentra en la educación, pero para mejorarla no es suficiente con decretos y planes de acción, sino con políticas de largo aliento. Más cuando la meta del presidente y su administración es la de que “Colombia sea el país más educado en 2025 de América Latina”.
Entre las distintas estrategias para definir qué se necesita para alcanzar este ambicioso plan, el Plan Nacional Decenal de Educación 2016 – 2026 (Pnde) es un mecanismo de consulta en el que la educación se convierte en un compromiso de todos los colombianos y uno de los principales temas de la agenda pública.
El pasado 6 de julio la ministra de Educación, Yaneth Giha, recibió el documento orientador con vigencia de 10 años elaborado por la comisión académica que ha acompañado la construcción de esta política pública.
Este borrador es el producto de amplios debates y discusiones y plantea los 10 grandes retos principales a los que se debe enfrentar este país de aquí a 2026. Es así como se convierte en la columna vertebral del sector para lograr una educación de calidad, incluyente, con igualdad de oportunidades, que permita el desarrollo humano y consolide la paz. “Es importante que en el Plan Decenal de Educación tengan presencia las universidades de educación para la paz. Es decir, que en ese compromiso haya un lineamiento para la educación para la paz”, señaló a Semana Educación Óscar Arango, coordinador de la Mesa de Gobernabilidad y Paz del Sistema Universitario Estatal.
En lo que debe centrarse Colombia
Estos son los grandes desafíos a los que el país se debe enfrentar para lograr mejorar la educación.
1. Regular y precisar el alcance del derecho a la educación.
2. La construcción de un sistema educativo articulado, participativo, descentralizado y con mecanismos eficaces de concertación.
3. El establecimiento de lineamientos curriculares generales, pertinentes y flexibles.
4. La construcción de una política pública para la formación de educadores.
5. Impulsar una educación que transforme el paradigma que ha dominado la educación hasta el momento.
6. Impulsar el uso pertinente, pedagógico y generalizado de las nuevas y diversas tecnologías para apoyar la enseñanza, la construcción de conocimiento, el aprendizaje, la investigación y la innovación, fortaleciendo el desarrollo para la vida.
7. Construir una sociedad en paz sobre una base de equidad, inclusión, respeto a la ética y equidad de género.
8. Dar prioridad al desarrollo de la población rural a partir de la educación.
9. La importancia otorgada por el Estado a la educación se medirá por la participación del gasto educativo en el PIB y en el gasto del Gobierno, en todos sus niveles administrativos.
10. Fomentar la investigación que lleve a la generación de conocimiento en todos los niveles de la educación.
¿Qué tan fácil es llegar a la meta?
Ciertamente el compromiso es inmenso y abarca un amplio abanico de cuestiones. Los ciudadanos y los diferentes actores del sector deben saber en qué punto del camino se encuentra el país y qué compromisos requieren mayor esfuerzo.
De acuerdo con Inka Mattila, directora adjunta para Colombia del PNUD, la educación que requiere Colombia debe sustentarse en los siguientes tres elementos: pertinencia, inclusión y excelencia docente. La experta aseguró que cuatro millones de colombianos viven en condición de pobreza. Una cifra que puede reducirse en un 87 % si se garantiza una educación de calidad. “La educación es una herramienta muy poderosa, por eso tenemos que trabajar en su calidad y vencer las brechas que obstaculizan su acceso”, dijo.
El objetivo de lograr una educación inclusiva y de calidad busca asegurar que todas las niñas y niños completen su educación primaria y secundaria gratuita para 2030 y, aunque todavía falta para alcanzar esta meta, como señaló la funcionaria internacional, Colombia va por buen camino y desde hace años trabaja para proporcionar acceso igualitario a la formación y eliminar disparidades de género, además de lograr acceso universal a la educación superior.
Por otro lado, la excelencia docente para Mattila es la base de la educación ya que son los docentes quienes imparten conocimiento y enseñanza a las generaciones futuras, las que conformarán una Colombia en paz. La experta aseguró que en el país se deben fortalecer los pilares de la inversión en la labor docente con formación complementaria, estímulos y reconocimiento a su labor. “Los niños deben tener acceso a maestros de gran calidad y debemos atraer el mayor talento humano hacia la docencia”, recalcó.
Así mismo, la experta aseguró que la participación de la mujer en los ámbitos político y laboral ha revelado importantes avances respecto a la década pasada, mientras que la mortalidad infantil se ha reducido a cerca de la mitad en los últimos 13 años. Sin embargo, apuntó Matilla, la tarea aún está inconclusa para millones de personas y es necesario hacer un último esfuerzo para poner fin al hambre, alcanzar la igualdad de género, mejorar los servicios de salud y lograr que todos los niños asistan a la escuela.
Todos estos temas se discutirán durante la Cumbre Líderes por la Educación 2017 que se llevará a cabo los días 20 y 21 de septiembre. Se trata de dos días dedicados exclusivamente a debatir los desafíos de la educación y a generar diálogo en torno a ellos. Para mayor información, siga el siguiente enlace.
Fuente de la noticia: http://www.semana.com/educacion/articulo/educacion-en-colombia-plan-nacional-decenal-de-educacion/531672
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