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El planeta en llamas

Por Sergio Ferrari

El Ártico se derrite aceleradamente

No por conocido deja de ser menos dramático. El planeta se quema y los plazos “infernales” se acortan día a día ante la indiferencia real de los que detentan el poder.

La segunda semana de abril, la Organización Meteorológica Mundial (OMM), con sede en Ginebra, informó que existe un 50% de probabilidad de que en alguno de los próximos cinco años la temperatura media del planeta supere en 1,5°C los índices preindustriales (1850-1900).

De concretarse, este aumento de temperatura marcaría así un punto de calentamiento global de no retorno y una bofetada al Acuerdo de París del 12 de diciembre del 2015, que entró en vigencia en noviembre de 2016.

La OMM constituye el organismo especializado de las Naciones Unidas que se dedica a la cooperación y la coordinación internacionales en lo referente al estado y el comportamiento de la atmósfera, su interacción con la tierra y los océanos, el tiempo y el clima que genera, y la consiguiente distribución de los recursos hídricos (https://public.wmo.int/es/nuestro-mandato/qu%C3%A9-hacemos).

Según el comunicado de la OMM del 9 de mayo, existe un 93% de probabilidad de que al menos uno de los años del período comprendido entre 2022 y 2026 se convierta en el más cálido jamás registrado, desplazando así a 2016 del primer puesto.

En su informe sobre el Estado del Clima Mundial en 2021, a publicarse la tercera semana de mayo, la OMM profundiza el balance del año pasado. Según la OMM, los episodios consecutivos del fenómeno de La Niña a inicio y a fines de 2021, causaron una reducción de las temperaturas mundiales. Sin embargo, este efecto de enfriamiento global es solo provisional y no invierte la tendencia de calentamiento planetario a largo plazo. Por otra parte, si este año ocurriera otro episodio de El Niño, el mismo provocaría un repunte inmediato de las temperaturas, como ya ocurrió en 2016.

Previsiones más que seguras

La afirmación del organismo de las Naciones Unidas especializado en el clima se fundamenta en las conclusiones del Boletín sobre el clima mundial anual a decenal (Global Annual to Decadal Climate Update, https://hadleyserver.metoffice.gov.uk/wmolc/ ), elaborado por la Oficina Meteorológica del Reino Unido, centro de referencia de la OMM para este tipo de proyecciones sobre la temperatura mundial. Esa Oficina Meteorológica también prevé en más del 90% la probabilidad de que la media de la temperatura del quinquenio 2022-2026 supere a la del periodo 2017-2021.

Participaron en la elaboración de este informe, además, grupos de predicción climática de España, Alemania, Canadá, China, Estados Unidos, Japón, Australia, Suecia, Noruega y Dinamarca. Ese cruce de pronósticos elaborados por entidades especializadas de diferentes regiones del mundo permite llegar a cálculos más precisos. Por otra parte, dicha colaboración multinacional se ve acompañada (y en cierta forma certificada) por el Programa Mundial de Investigaciones Climáticas (https://council.science/es/what-we-do/affiliated-bodies/world-climate-research-programme/), que se autodefine como “la única iniciativa de más larga duración dedicada exclusivamente a la coordinación de la investigación climática internacional”. De hecho, se trata de un programa que reúne a climatólogos de renombre internacional y que utiliza los mejores sistemas de predicción de centros climáticos de vanguardia en el mundo.

Este Boletín indica que para cada año entre 2022 y 2026, se prevé que la temperatura media anual en superficie será de alrededor de entre 1,1°C y 1,7°C superior a los niveles preindustriales.

Empeoramiento acelerado

En 2015, la probabilidad de que en algún momento puntual el calentamiento global superara en 1,5°C los niveles preindustriales era casi nula, pero desde entonces no ha dejado de aumentar. Mientras que para el período 2017 a 2021 la probabilidad de superación del umbral indicado fue del 10%, para el período de 2022 a 2026 se ha incrementado casi en un 50%.

En la misma línea, en abril pasado el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) señaló a través de un comunicado emitido en Ginebra que “los próximos años son críticos”. “Si queremos limitar el calentamiento global a 1,5°C, agregó, este es el momento; es ahora o nunca…Sin una reducción inmediata y profunda de las emisiones en todos los sectores, será imposible”.

Según el análisis de esos especialistas, los escenarios que se evalúan para limitar el calentamiento a aproximadamente 1,5°C, implican “que las emisiones de gases de efecto invernadero a escala global alcancen su punto máximo antes de 2025, a más tardar”, y se reduzcan en un 43%, en 2030. Aunque esto suceda, sostienen, es casi inevitable que se supere temporalmente este umbral de temperatura, “pero podríamos volver a situarnos por debajo de él a finales de siglo”.

Esas evaluaciones son parte del Resumen para responsables de políticas del Grupo de Trabajo III del IPCC: Cambio climático 2022: mitigación del cambio climático, aprobado el 4 de abril de 2022 por sus 195 Estados Miembros, en una reunión virtual de dos semanas. El informe constituye la tercera entrega del Sexto Informe de Evaluación (IE6) del IPCC, que se completará a fines de 2022 (https://report.ipcc.ch/ar6wg3/pdf/IPCC_AR6_WGIII_PressRelease-Spanish.pdf).

Sin embargo, y aunque la información esencial no falta, las decisiones que toman los gobiernos siguen siendo tímidas e incongruentes, como se comprobó una vez más, por ejemplo, en la última Cumbre de la COP 26 de las Naciones Unidas, en Escocia, en noviembre del año pasado. Los Estados, especialmente los más poderosos (que son los más contaminantes) no dan los pasos suficientes para destrabar el drama ya explosivo del calentamiento global. Un cambio de fondo de paradigma climático los obligaría a confrontarse con la esencia mismo del sistema hegemónico mundial de producción y con el dilema, no menos esencial, de crecimiento versus decrecimiento.

Meteorólogos preocupados

Petteri Taalas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial, al comentar sobre las preocupantes proyecciones que se dieron a conocer esta semana, fue categórico: “Estamos, notablemente, más cerca de rebasar de forma transitoria el límite inferior del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático”. Y agregó que “este umbral de 1,5°C no es una cifra aleatoria, sino que indica el punto en el que los efectos del clima serán cada vez más perjudiciales no solo para las personas, sino para todo el planeta».

El Acuerdo de París establece objetivos a largo plazo para ayudar a las naciones a reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el planeta y así mantener el aumento de la temperatura mundial en este siglo por debajo de 2°C, al tiempo que se prosigue con los esfuerzos máximos para limitar ese incremento a 1,5°C con respecto a los niveles preindustriales.

Si no cesan las emisiones de gases de efecto invernadero, “las temperaturas seguirán aumentando”, subrayó Taalas. En paralelo, los océanos continuarán calentándose y se volverán más ácidos; el hielo marino y los glaciares seguirán derritiéndose; el nivel del mar subirá y las condiciones meteorológicas serán cada vez más extremas.

Por su parte Leon Hermanson, experto de la Oficina Meteorológica del Reino Unido que elaboró el Boletín, aseguró que, si bien en un año determinado se superara ese valor de 1,5°C, no significaría que se hubiera rebasado el umbral simbólico del Acuerdo de París, aunque “sí evidenciaría que nos estamos acercando cada vez más a una situación en la que el límite de 1,5°C se podría sobrepasar durante un lapso de tiempo prolongado».

Según diversos estudios científicos, el calentamiento global se siente de forma particularmente desmesurada en el Ártico. Teniendo en cuenta las proyecciones correspondientes a los próximos cinco inviernos prolongados del hemisferio norte, el Boletín que acaba de publicar la OMM prevé que el aumento de la temperatura en el Ártico podría ser más del triple que el de la media mundial registrada entre1991 y 2020.

Por otra parte, el régimen pluvial previsto para 2022 sugiere una mayor probabilidad de condiciones más secas en el suroeste de Europa y el suroeste de América del Norte, y una mayor pluviosidad en el norte de Europa, el Sahel, el noreste de Brasil y Australia.

El planeta arde. Enfriarlo sería solo una cuestión de voluntad política consensuada a nivel mundial. Misión tan difícil como la misma modificación del rumbo productivo imperante. La consigna que prima parece ser “nada nuevo bajo el sol y sigamos jugando con el fuego”.

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Google y Naciones Unidas muestran el impacto del cambio climático a través de obras artísticas

Como parte de la colección de arte «El latido de la tierra», la compañía presenta dos nuevas experiencias interactivas que buscan concientizar y enseñar a todas las personas en el mundo sobre el daño ambiental en el planeta

Con el objetivo de mostrar el impacto del daño ambiental en el planeta, Google Arts & Culture y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC) invitaron a Refik Anadol y el colectivo artístico femenino Hyphen Labs a interpretar datos científicos sobre el clima a través de dos nuevas obras de arte interactivas.

Las experiencias están disponibles a partir de este jueves de manera online y gratuita, como parte de la tercera edición de la colección Heartbeat of the Earth (en español, “El latido de la tierra”). Las nuevas obras se suman a las ocho ya publicadas desde el inicio de la colección de Google Arts & Culture en 2020, con el propósito de hacer más accesibles y visibles los datos que explican la crisis del clima y su impacto en nuestro entorno.

“Con los impactos del cambio climático acelerándose y haciéndose más evidentes cada día, es más importante que nunca involucrar a los artistas y utilizar la cultura como un vehículo para el mensaje de que la situación en torno a la crisis climática es urgente”, dijo Ovais Sarmad, secretario ejecutivo adjunto para el Cambio Climático de la ONU.

Y agregó: “La ciencia y los datos complejos deben mostrarse de forma emotiva, de manera que permita comprender cómo el calentamiento global nos afecta a todos individual y colectivamente”.

Qué daños nos mostraría una resonancia magnética de la Tierra

En el experimento “Resonancia magnética de la Tierra, el artista Refik Anadol interpreta nuestro planeta como si de un “cuerpo” se tratase, mostrando el daño que le estamos infligiendo con el cambio climático. Anadol invita a reflexionar sobre la belleza de la Tierra a través de visualizaciones de paisajes naturales generados por aprendizaje automático y además nos motiva a actuar para un futuro de esperanza.

Cómo nos afectarán los efectos en cascada del deshielo de los polos

El colectivo global Hyphen Labs, junto con la artista inupiaq (indígena del norte de Alaska) Allison Akootchook Warden y la Union of Concerned Scientists, exploran en la experiencia Subida insidiosa los efectos en cascada que genera el calentamiento de los hielos polares. Y además explican cómo el calentamiento del clima no sólo desencadenará el colapso ecológico, sino que también ejercerá presión sobre los sistemas existentes que ya afectan de manera desproporcionada a los marginados.

De esta manera, con las obras artísticas se busca animar a la gente a aprender más sobre la crisis climática y que sirvan de motivación para tomar la iniciativa y cuidar el planeta.

Fuente: https://www.ambito.com/informacion-general/google/y-naciones-unidas-muestran-el-impacto-del-cambio-climatico-traves-obras-artisticas-n5411747

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Roberto Cuéllar Martínez: Costa Rica, el país sin ejército que lidera la guerra contra el cambio climático

Hay que reeducar ante la infame prioridad del dinero, las artimañas del poder y ante la destrucción degradante a causa del cambio climático. Desde Centroamérica, este país con renta baja y pocos recursos sigue impartiendo enseñanzas de vida, humana y natural.

El 1 de diciembre de 1948, poco antes de la Declaración Universal de Derechos Humanos, Costa Rica sorprendió al mundo al abolir su ejército y extirpar de un solo tajo cualquier tendencia militarista en la política. Así, sin movilizar ni un tanque de guerra, a lo largo de siete décadas ha sido protagonista de una reafirmación democrática peculiar, a la vez que revolucionaria, en el desarrollo progresivo de sus conquistas sociales y ahora ambientales.

Este acto, genuinamente disruptivo, abrió la senda para reconstruir la ética social y refundar los principios identitarios del pensamiento, la convicción de libertad y la actuación democrática del ser costarricense. Sin duda, esta ha sido la médula que aún sustenta las decisiones transformadoras en paz con la naturaleza, madre y maestra de la convivencia humana.

Al observar lo que sucede en el mundo en términos medioambientales (la insólita devastación de los bosques y las selvas, la contaminación de los océanos, la polución que envenena las sociedades, el deshielo de los glaciares y su influencia en la ralentización de las corrientes oceánicas, la escasez del agua y el riesgo de la reducción en la producción de alimentos, entre otras manifestaciones de terror), se logra inferir que otra guerra no armamentista, aunque igual de devastadora, amenaza a la humanidad.

Desde 1990, el país logró pasar del 47% al 60% de la cobertura boscosa por medio del pago por servicios ambientales. Y es ahora, efectivamente, un territorio más verde con la mayor guarda forestal en Centroamérica. Lo ha hecho sin ejército y con más educación entre el campesinado, a través de excepcionales modificaciones curriculares en el sistema educativo para asegurar una sólida conciencia ambiental entre las actuales y futuras generaciones. Así como a partir de 1950 se canjearon las armas por violines y cuarteles por escuelas, Costa Rica transformó el espacio verde al otorgarle progresión social e imponer gravámenes a los combustibles fósiles en la debida preservación de la masa forestal.

La educación en el país promueve hábitos de consumo diferenciados, fomenta la sensibilidad ecológica y lo hace por medio de prácticas inscritas en los currículos, con adecuada información científica desde la primera edad escolar

En esta obligación erga omnes (contra todos), Costa Rica vuelve a sorprender, porque en medio de la demoledora pandemia no ha dejado atrás los derechos emergentes ambientales, como lo es principalmente el del agua para la vida digna. Hasta 1990 algunos de los países vecinos les calificaron de comunistas por sus avances sociales, y ahora, con severos ajustes fiscales y en medio de la enorme crisis de salud, se empeña progresivamente en proteger más del 25% del territorio en parques nacionales y forestales, meta revolucionaria que emprendió en 1975. Tanto es así que China recién ha puesto atención a la construcción de sistemas de áreas protegidas en referencia a la experiencia costarricense.

En ese sentido, la cultura por la biodiversidad llena de vigor a la escuela. Y aquí cabe destacar el derecho a la educación como eje de sostenibilidad en la preservación de los bienes naturales, antes, durante y después de la pandemia.

Para afrontar esta crisis, Costa Rica una vez más ha puesto en perspectiva su principal bastión revolucionario: la educación como eje democrático, participativo, social, productivo y sostenible. Se han impuesto cambios en la formación integral ambientalista con equidad y en derechos, acciones que acompañamos decididamente la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI). Una muestra es el proyecto de cambio curricular y participativo orientado a la educación rural y ambiental que se realiza en la periferia del emblemático Parque Nacional del Agua Juan Castro Blanco —15 mil hectáreas bautizadas como la “montaña sagrada del agua”, única en Centroamérica—, justo cuando en este 2022 conmemoraremos el Año Internacional del Desarrollo Sostenible de las Montañas. El proyecto contribuye efectivamente al empoderamiento del aprendizaje sobre derechos humanos y el entorno sostenible de la mano de los gobiernos locales y supervisiones educativas de 45 centros escolares aledaños.

Así, cabe destacar que la educación en el país promueve hábitos de consumo diferenciados, fomenta la sensibilidad ecológica y lo hace por medio de prácticas inscritas en los currículos, con adecuada información científica desde la primera edad escolar. Y es que la misma Constitución Política señala el derrotero social, político y económico de una “Costa Rica natural”, al definir con precisión que “toda persona tiene derecho a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado”.

Esta meta humanista muy apremiante y tan propia de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 (en especial de los Objetivos  y 13º), y de la transformación educativa que proponemos, solo se logrará incluyendo en el centro del currículo una crítica a los mitos de la modernidad: el consumismo y el dinero. Asimismo, replanteando los esquemas pedagógicos sobre la base de una ética ecológica, de manera que la infancia y juventud escolar crezcan en la solidaridad, la responsabilidad y en la necesaria preservación del planeta Tierra. Hay que reeducar ante la infame prioridad del dinero, las artimañas del poder y ante la destrucción degradante a causa del cambio climático. Desde Centroamérica, la pequeña Costa Rica, con renta baja y pocos recursos, sigue impartiendo enseñanzas de vida —humana y natural— que recordaremos siempre, porque cada lección es liberadora, como aquella magistral que dictó la caducidad del ejército en diciembre de 1948.

Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/red-de-expertos/2021-12-27/costa-rica-el-pais-sin-ejercito-que-lidera-la-guerra-contra-el-cambio-climatico.html

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El planeta se derrite: EE.UU., Canadá, Italia, Grecia, Groenlandia y Turquía sufren las consecuencias del cambio climático en el hemisferio norte

Europa , Asia y Amércia del Norte está siendo azotada por una serie de fenómenos climáticos extremos, con incendios forestales, temperaturas superiores a 50°C, olas de calor y deshielos.

Altas temperaturas, olas de calor, deshielos, inundaciones, altas presiones, ausencia de vientos, incendios y sequías son algunos de los ingredientes que afectan actualmente al planeta. En invierno o verano, y en distintos continentes, el cambio climático está causando estragos.

En Chile, a pesar de estar en invierno, la estadística indica registros cercanos a 30°C, acompañado de olas de calor. Esto además de un importante déficit de lluvias de 50% en la zona central y 84% en la Región Metropolitana, considerando el invierno meteorológico. El actual invierno se posiciona como el más cálido y como el segundo más seco de la historia en el país, con solo 22,9 mm de agua caída.

En buena parte de Europa la situación es aún más compleja. Italia, Chipre, Grecia, Groenlandia y Turquía sufren la consecuencias del cambio climático en pleno verano. Las olas de calor han producido altas temperaturas en la región. “La temperatura en la superficie del suelo en Turquía y Chipre superó nuevamente los 50º Celsius”, indicó la Agencia Espacial Europea (ESA).

También se han visto seriamente afectados por incendios, los que han dejado decenas de fallecidos. Algunos granjeros en Turquía señalaron que “nunca habían visto nada igual”. Por su parte, Grecia es testigo de la peor ola de calor en 30 años. En Italia, Sicilia ha registrado 160 incendios en los últimos días, con más de 30.000 hectáreas quemadas. En Groenlandia una ola de calor provocó deshielos de aproximadamente 8.000 millones de toneladas (posee la segunda capa de hielo más grande del mundo después de la Antártica).

Imagen obtenida el pasado 29 de julio por el satélite Copernicus Sentinel-2 muestra verdaderas lagunas en el hielo de Groenlandia que se está derritiendo a un ritmo nunca visto. Foto: Reuters

El mismo escenario se repite en EE.UU. El Servicio Meteorológico Nacional en Las Vegas emitió un aviso de riesgo de calor “muy alto”, para gran parte de California y Nevada, además el noroeste de Arizona y el suroeste de Utah. Esto considera ciudades como Sacramento, Bakersfield, Las Vegas, Palm Springs y Phoenix.

Martín Jacques, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 y académico del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción, señala que las olas de calor son eventos meteorológicos extremos que corresponden o son consecuencia de patrones de circulación del aire característicos. En particular, se producen por una alta presión que genera una suerte de bloqueo de la circulación, un estancamiento del aire y eso inhibe la formación de nubes y genera entonces condiciones de muy alta radiación solar. “Y también de estabilidad atmosférica, lo que significa que generalmente tenemos zonas de descenso de aire, entonces el aire se comprime y se calienta también, además de la radiación solar. Estos factores, si son persistentes en el tiempo, pueden generar altas temperaturas y si tenemos altas temperaturas por varios días, sobre un cierto umbral, sobre un cierto valor crítico, entonces se clasifica ese evento como ola de calor”.

Esta es la situación que vemos ahora en el centro de Chile, donde hemos estado presenciando una ola de calor de invierno. “Las olas de calor de invierno presentan temperaturas máximas sobre esta temperatura crítica. Con valores cercanos a los 30 °C ya tenemos olas de calor de invierno, porque las olas de calor son relativas al momento en que suceden”, añade Jacques.

Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, explica que lo sucedido en el hemisferio norte, “se debe a que se está calentando mucho más rápido que el del sur. Lo que estamos viendo en ese hemisferio es una ventana de tiempo y es lo que va a sucedernos a nosotros en el hemisferio sur, más pronto que tarde. La diferencia es que el hemisferio norte comenzó a calentarse antes que el sur y lo está haciendo más rápido”.

Luis Carrasco, académico de la Escuela de Prevención de Riesgos y Medio Ambiente de Universidad Tecnológica Metropolitana, explica que la temperatura de la Tierra ha aumentado más de 1ºC desde el período anterior a la Revolución Industrial y no deja de subir, según datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). “Si se sigue emitiendo más dióxido de carbono, su concentración en la atmósfera alcanzará máximos históricos. Este gas es capaz de permanecer allí durante siglos, y el que está en los océanos aún más, ’perpetuando’ así el calentamiento global”.

California se ha visto seriamente dañado por el calor y por los incendios. Foto: AP

La ola de calor es una condición atmosférica que se produce cuando las temperaturas alcanzan niveles extremos en determinadas épocas del año y se generan por una masa de aire caliente que llega desde otro continente. “Éstas serán cada vez más intensas y frecuentes conforme pasen los años. La comunidad científica asegura que el calor en todo el mundo está vinculado con actividades humanas como la deforestación de bosques y selvas, quema de combustibles fósiles y excesivo uso de fertilizantes. A medida que avanza el calentamiento, provoca cambios en el ambiente que a su vez pueden provocan otros cambios climáticos en donde se destaca la variabilidad climática, olas de calor y frío”, señala Carrasco.

¿Por qué el hemisferio norte se está calentando más rápido? “Por efecto de la Antártica y el Polo Norte. La Antártica no se está calentando tanto como el Polo Norte, lo que de alguna manera nos está protegiendo”, agrega Cordero.

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En el caso de Grecia, por ejemplo, y zonas del Mediterráneo en Europa ahora, “lo que estamos presenciando son olas de calor de verano. Por lo tanto, este valor umbral sobre el cual tiene que estar la temperatura máxima por varios días persistentemente es mucho más alto y ahí las olas de calor que estamos presenciando sobrepasan los 40 °C”, explica el investigador del CR2.

Jacques considera que en el centro de Chile ahora y en el Mediterráneo, particularmente en Grecia, “lo que vemos es esta condición de bloqueo atmosférico producido por una alta presión. En el caso de Europa, esto se proyecta como un valor posiblemente récord de temperatura a nivel europeo. Así que, por supuesto las olas de calor son esperables cada verano, pero valores tan altos como los que estamos viendo en Grecia, son completamente extraordinarios”.

Un auto quemdado en Varybombi, un suburbio de Atenas, afectada por incendios forestales debido a una ola de calor. Foto: AFP

El académico de la Utem argumenta que el cambio climático es una de las responsables de estas olas de calor. “En términos científicos, una ola de calor se produce conforme las ondulaciones atmosféricas se vuelven más amplias y estacionarias. Las ondas pueden ser de aire frío o caliente, invaden regiones fuera de su latitud habitual. El resultado: intercambio entre masas de aire frío y caliente que dan lugar a las olas de calor. Pese a que éstas son un fenómeno que se produce de manera natural, los científicos observan que la frecuencia y la intensidad de las mismas no lo es tanto”.

El calentamiento global es una causa del cambio climático

En la primera y segunda década del siglo XXI, las olas de calor han sido más intensas y frecuentes que las observadas en las décadas de los 70, 80 y 90. De tal modo que el factor humano es relevante en el aumento global de las temperaturas. “El calentamiento global es la causa del cambio climático, con el aumento de la temperatura del planeta provocado por las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero derivadas de la actividad humana, se producen variaciones en el clima que de manera natural no se producirían; para mediados de siglo las temperaturas promedio de verano podrían ser hasta 4,5 grados más altas. Las olas de calor serían con toda seguridad más frecuentes, y más intensas”, establece Carrasco.

El hecho de que cada verano se vayan batiendo récords de temperatura de forma sucesiva o que prácticamente cada año suceda eso, nos está mostrando que hay una tendencia hacia valores promedio de la estación cada vez más altos, ya sea verano o invierno. “Eso entonces es una suerte de escenario de condición de fondo más cálida, que por lo tanto facilita la ocurrencia de eventos extremos. Hay que considerar que tenemos un escenario más cálido, por ejemplo, las temperaturas están siendo más cálidas en términos generales, entonces sobrepasar estos umbrales de temperatura para que se determine una ola de calor es más fácil y ese es el efecto del cambio climático, que está generando una condición de fondo más cálida”, señala Jacques.

El derretimiento del hielo en Siberia también es consecuencia del cambio climático. Foto: Reuters

Jacques agrega que hay que ver esto como una superposición de factores, uno lo puede ver como una muralla en la que hay ladrillos, uno sobre el otro. “Entonces, si tenemos una parte de la muralla construida con un verano cálido en Europa, por ejemplo, el de ahora, es más fácil añadir sobre esa parte de la muralla un par de ladrillos más, que serían las condiciones meteorológicas particulares que genera la ola de calor, ese es el efecto del cambio climático”.

La Tierra ya se ha calentado y enfriado en otras ocasiones de forma natural, “pero los ciclos siempre han sido más lentos, desarrollándose en millones de años, mientras que ahora y como consecuencia de la actividad humana, estos ciclos son rápidos y violentos, los que podrían traer impactos que en otras épocas superaron 200 años. Como consecuencia de esto, enfrentamos pérdida de biodiversidad, derretimiento de glaciares, fenómenos climáticos extremos, acidificación de océanos, cambios en los hábitats, entre otros”, agrega Carrasco.

Calentamiento Global
Los deshielos son una importante consecuencia del calentamiento global.

El Acuerdo de París estableció como objetivos mantener el aumento de la temperatura media global a no más de 2 °C y tratar de no superar los 1,5 °C. Se entiende que el acuerdo se refiere a aumentos durante un largo período de tiempo en lugar de un solo año. “Por el momento, las proyecciones sugieren que incluso con las promesas recientes de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, el mundo está en camino de calentarse hasta en 3 °C”, sostiene Carrasco.

Y ¿esperamos que esto se siga viendo en el futuro? “Sí, efectivamente esperamos eso, porque el calentamiento global es consecuencia de un aumento sostenido de los gases de efecto invernadero en términos históricos, es decir los gases de efecto invernadero que se han emitido desde hace muchas décadas, entonces esperamos que ese efecto siga presente hacia el futuro. Eso no impide que eventualmente tengamos un verano relativamente frío en Europa o un invierno nuevamente más frío en Chile central, eso es parte de la variabilidad interanual, año a año que puede existir, y es esperable que haya nuevamente inviernos lluviosos en Santiago o más fríos. Pero, en general, la tendencia que esperamos, en términos más amplios en el tiempo es una tendencia sostenida al calentamiento y por lo tanto tener nuevos récords de temperatura de aquí al futuro”, analiza Jacques.

A medida que el clima se calienta, tendremos más meses por encima de 1,5 °C, “luego una secuencia de ellos, luego un año entero en promedio por encima de 1,5 y luego dos o tres años y luego prácticamente todos los años. Hay un riesgo significativo de convertir los sistemas naturales, que actualmente ayudan a mantener bajas las temperaturas, en fuentes masivas de carbono que nos pondrían en un “camino irreversible” hacia un mundo que está 4 o 5 grados más cálido que antes de la Revolución Industrial, donde el planeta ya no sería el mismo”, señala el docente de la Escuela de Prevención de Riesgos y Medio Ambiente de la UTEM.

Fuente: https://www.latercera.com/que-pasa/noticia/el-planeta-se-derrite-eeuu-canada-italia-grecia-groenlandia-y-turquia-sufren-las-consecuencias-del-cambio-climatico-en-el-hemisferio-norte/KI44UNMVZ5FXBPNE5Q3PM2YA5M/

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Noam Chomsky: «Nos encontramos en un período de extinciones masivas»

Para el lingüista, filósofo y politólogo estadounidense, la clave reside en la movilización popular y constante. “El activismo puede llegar a ser muy influyente», sostiene.

La inminencia de la extinción es uno de los ejes centrales que aglutina al activismo del siglo XXI. Los niveles de carbono en la atmósfera, más elevados que en cualquier punto anterior de la historia humana, aumentaron con celeridad hasta más de cuatrocientas partes por millón, muy por encima de las trescientas cincuenta partes por millón hasta las que se considera que el nivel es seguro. La destrucción de la vida en la Tierra no es un relato apocalíptico, producto de la desmesurada imaginación medioambientalista o de un grupúsculo perturbado de la comunidad científica. “Cada año, cerca de treinta millones y medio de personas se ven obligadas a desplazarse por causas de desastres naturales como inundaciones y tormentas; se trata de una de las consecuencias vaticinadas del calentamiento global y significa casi una persona por segundo, es decir muchísimas más de las que huyen por causa de la guerra y el terrorismo. A medida que los glaciares se derritan y el nivel del mar aumente, algo que hará peligrar los suministros de agua de un vasto número de personas, estas cifras seguirán aumentando”, advierte Noam Chomsky, lingüista, filósofo y politólogo estadounidense, uno de los activistas más influyentes del mundo, en Cooperación o extinción (Ediciones B).

El libro –que se puede leer junto a En llamas de Naomi Klein—despliega una recopilación de textos que surgieron a partir del “Encuentro con Chomsky”, celebrado en Boston a mediados de octubre de 2016, en el exterior de la histórica iglesia de Old South, donde se congregó una multitud de jóvenes que se extendió a lo largo de dos manzanas. La charla de aquella tarde tenía el título de “Internacionalismo o extinción”. El cuerpo principal del libro lo constituye el discurso original del autor de Hegemonía o supervivenciaEstados fallidos ¿Quién domina al mundo? Entre los materiales se incluye la transcripción de una conversación en el mismo encuentro con Wallace Shawn, un activista comprometido, más conocido como dramaturgo y actor; y las preguntas que formularon los que asistieron al encuentro con las respuestas de Chomsky. Además de la emergencia climática, los otros dos temas fundamentales fueron la amenaza nuclear y el peligro que entraña el debilitamiento del sistema democrático en todo el mundo.

Chomsky, que nació en Filadelfia el 7 de diciembre de 1928, adquirió su primera conciencia política estimulado por las lecturas en las librerías de los anarquistas españoles exiliados en Nueva York. Tenía once años cuando publicó su primer artículo sobre la caída de Barcelona y la expansión del fascismo en Europa. Su activismo político arrancó con la movilización contra la guerra de Vietnam. Si entonces llamó la atención, fue porque como profesor de lingüística en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), él pertenecía a una universidad que investigó bombas inteligentes y técnicas de contrainsurgencia para la guerra de Vietnam.

Para Chomsky extinción e internacionalismo están asociados en “un funesto abrazo” desde una fecha precisa: 6 de agosto de 1945, cuando el presidente de Estados Unidos ordenó los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. A partir de aquel fatídico día la humanidad entró en una nueva era: la era atómica. “Lo que no se percibió entonces es que surgía una nueva época geológica que hoy conocemos con el nombre de Antropoceno, la cual viene definida por un nivel extremo de impacto humano sobre el entorno”, explica el lingüista estadounidense y agrega que la era atómica y el Antropoceno constituyen una amenaza dual para la perpetuación de la vida humana organizada. “Está ampliamente reconocido que nos encontramos en un sexto período de extinciones masivas; el quinto, hace sesenta y seis millones de años, se atribuye por lo general al impacto de un gigantesco asteroide contra la superficie de la Tierra, lo que supuso el final del 75 por ciento de las especies del planeta. Este acontecimiento puso fin a la era de los dinosaurios y allanó el camino al apogeo de los pequeños mamíferos y, en última instancia, de los humanos, hace unos doscientos mil años”.

Hace tiempo que la capacidad de los seres humanos para destruirse unos a otros a escala masiva está fuera de duda. El Anthropocene Working Group confirma que las emisiones a la atmósfera de CO2 (dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero de origen humano) están aumentando a la tasa más elevada existente en sesenta y seis millones de años. Aunque Chomsky no se detiene a analizar cada uno de los datos disponibles, pone el foco en algunos aspectos alarmantes. “El deshielo de los glaciares del Himalaya podría acabar con las reservas de agua de toda Asia Meridional, es decir, de varios millones de personas. Solo en Bangladesh se espera que en las próximas décadas emigren decenas de millones por la única razón del aumento del nivel del mar, debido a que se trata de una planicie litoral costera. Será una crisis de refugiados que hará insignificantes las cotas actuales, y se trata nada más que del comienzo”, aclara el lingüista estadounidense y recuerda que los Acuerdos de París, alcanzados en la COP 21, en 2015, supusieron un desarrollo a los esfuerzos internacionales por evitar la catástrofe. Debería haber entrado en vigencia en octubre de 2016, pero la mayoría republicana en el congreso, conocida por su sistemático negacionismo, no estuvo dispuesta a aceptar ningún compromiso vinculante.

Entonces acabó saliendo un acuerdo voluntario que Chomsky califica como “mucho más flojo” por el cual se llegó a una resolución para reducir de forma gradual el uso de hidrofluorocarburos (HFC), gases de efecto invernadero supercontaminantes. El Partido Republicano es la organización “más peligrosa en toda la historia de la humanidad” para el lingüista estadounidense. La envergadura de la ceguera es tan preocupante que Chomsky elige un fragmento para estimular el debate y a la vez sorprender: “No puedo imaginar límites a la osada depravación de los tiempos que corren, en tanto los agentes del mercado se erigen en guardia pretoriana del Gobierno, en su herramienta y en su tirano a la misma vez, sobornándolo con liberalidad e intimándolo con sus estrategias de opciones y exigencias”. Esta cita la pronunció James Madison en 1791, varios años antes de convertirse en el cuarto presidente de Estados Unidos (1809-1817).

No se puede esperar que las soluciones lleguen de los sistemas de poder organizados, estatales o privados. Para Chomsky la clave reside en la movilización popular y un activismo constante. “El activismo popular puede llegar a ser muy influyente, lo hemos visto una y otra vez; el compromiso de los activistas desde hace cuarenta años ha puesto los problemas medioambientales en la agenda política, quizá no lo suficiente pero, con todo, de forma crucial y significativa”, reconoce Chomsky en una parte de Cooperación o extinción. Claro que del dicho al hecho hay un largo trecho. El propio autor revela cómo a pesar del cambio drástico en el mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial una gran parte de la población se mantuvo como antes: tradicional en lo cultural y premoderna en muchos sentidos. “Para el 40 por ciento de los ciudadanos estadounidenses, el trascendental problema de la supervivencia de la especie no es demasiado relevante, ya que Cristo va a regresar entre nosotros en un par de décadas, de manera que todo quedará resuelto. Insisto; hablamos de un 40 por ciento”, resalta Chomsky para no perder de vista la importancia que tiene la religión en una porción significativa de la ciudadanía estadounidense.

Chomsky comenta un libro de Arlie Hobschild (Strangers in Their Own Land), una socióloga que se fue a vivir a un área pauperizada de Luisiana durante seis años para estudiar a los habitantes desde dentro. Se trata de la zona profunda pro-Trump del país. “Los productos químicos y otros elementos contaminantes derivados de la industria petroquímica están causándoles graves daños, pero se oponen por completo a la Agencia de Protección Medioambiental (…) Ven a la Agencia como un grupo de gente de ciudad con un doctorado, que va hasta allí y les dice cosas como que no pueden pescar, pero que a la industria petroquímica ni le chistan. Así que, ¿Qué utilidad tiene? No les gusta que les quiten el trabajo y les digan con su acento culto lo que pueden y no pueden hacer, mientras que ellos se ven asediados por toda la situación”, plantea Chomsky como ejemplo para que los activistas conozcan las profundas razones y reticencias que tendrán que vencer. En el reto sin precedentes por la supervivencia de la civilización no hay tiempo que perder.

Fuente: https://rebelion.org/noam-chomsky-nos-encontramos-en-un-periodo-de-extinciones-masivas/

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La UNESCO quiere que la educación ambiental sea un componente clave de los planes de estudio para 2025

Más de 80 ministros y viceministros, y 2.000 especialistas en educación y medio ambiente se comprometieron a tomar medidas concretas para transformar el sistema de aprendizaje en pro de la supervivencia de nuestro planeta, adoptando la Declaración de Berlín sobre la Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) al final de la Conferencia Mundial virtual que se llevó a cabo durante tres días (17 al 19 de mayo) en Berlín.

La Conferencia, seguida en línea por más de 10.000 personas, fue organizada por la UNESCO en cooperación con el Ministerio Federal de Educación e Investigación de Alemania y con el apoyo generoso de la Comisión Alemana para la UNESCO como socio asesor.

La UNESCO ha pedido que la educación para el desarrollo sostenible sea un componente central de los sistemas educativos en todos los niveles para 2025.

La educación puede ser una poderosa palanca para transformar nuestra relación con la naturaleza. Debemos invertir en este campo para preservar el planeta.

Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO

El lanzamiento por parte de la UNESCO de una nueva publicación en la que se analizan los planes de educación y los marcos curriculares de unos 50 países ha avivado el debate. La Organización señala que más de la mitad de ellos no hacen referencia al cambio climático, mientras que sólo el 19% se ocupa de la biodiversidad.

La Declaración de Berlín menciona una serie de políticas destinadas a transformar la educación en un sentido amplio, abarcando la enseñanza, el aprendizaje, la formación profesional y el compromiso cívico. También destaca la necesidad de aplicar la Educación para el Desarrollo Sostenible centrándose en las habilidades cognitivas, el aprendizaje social y emocional, la colaboración, la capacidad de resolver problemas y el fomento de la resiliencia, entre otros.

La educación para el desarrollo sostenible no debe ser un privilegio, sino accesible a todos. El éxito del programa de Educación para el Desarrollo Sostenible 2030 nos acercará a todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Angela Merkel, canciller alemana

«La educación para el desarrollo sostenible no debe ser un privilegio, sino accesible a todos. El éxito del programa de Educación para el Desarrollo Sostenible 2030 nos acercará a todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible», dijo la canciller alemana Angela Merkel en su discurso de bienvenida. Se refirió a la amplia red de socios alemanes que trabajan por la sostenibilidad en todos los niveles de la educación y la formación.

Durante la conferencia, los países compartieron sus planes de Educación para el Desarrollo Sostenible. Anja Karliczek, Ministra Federal de Educación e Investigación de Alemania, compartió los compromisos de 18 países de la Unión Europea para implementar el marco de la Educación para el Desarrollo Sostenible 2030, destacando que es una fuerza motriz para lograr todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Debemos centrarnos no sólo en ampliar el acceso y mejorar los resultados del aprendizaje, sino también en el tipo de educación que necesita nuestro mundo. La Educación para el Desarrollo Sostenible estará en el centro de la reinvención de la educación.

Amina Mohammed, Secretaria General Adjunta de la ONU

Para Laurent Fabius, quien presidió la COP21 que dio lugar al Acuerdo Climático de París, «la lucha contra el cambio climático empieza en la escuela.” Recordó los compromisos de este acuerdo en materia de educación y pidió que se redoblen los esfuerzos para mejorar la formación del profesorado en materia de Educación para el Desarrollo Sostenible, al tiempo que se incrementa la financiación: «2021 es el año en que superaremos la pandemia y nos embarcaremos en un modelo de desarrollo sostenible para el futuro que debe incluir la EDS. Si perdemos esta oportunidad, perderemos décadas. Es una carrera contra el tiempo.”

A lo largo de la conferencia, las voces de los jóvenes (que hicieron el llamamiento al cambio para poder #AprenderPorElPlaneta) ocuparon un lugar destacado.

Construir un nuevo estilo de vida no es fácil, pero poco a poco y juntos estoy seguro de que podemos hacerlo. La educación debe darnos las herramientas para hacerlo. Aprender no sólo sobre nuestro planeta, sino también para nuestro planeta, debería formar parte de la educación de todos los jóvenes, en cualquier parte del mundo.

Rajwa Pandhita, , una estudiante de Indonesia

La adopción de la Declaración de Berlín dará un impulso a la aplicación de la Hoja de Ruta de la EDS para 2030, el marco de esta década de la Educación para el Desarrollo Sostenible. Se pedirá a cada Estado miembro de la UNESCO que cree una red de actores que juntos puedan poner en práctica esta ambiciosa visión de la educación.

Después de Berlín, el año 2021 debería ofrecer a los Estados otras oportunidades para concretar este compromiso, especialmente en dos conferencias de la ONU, la COP15 sobre biodiversidad en Kunming (China) y la COP26 sobre cambio climático en Glasgow (Reino Unido).

Fuente: https://es.unesco.org/news/unesco-quiere-que-educacion-ambiental-sea-componente-clave-planes-estudio-2025

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Libro PDF: Virtuceno «La época sin lugar ni tiempo»

Autor: Juan Carlos Casco Casco

Este libro ha sido elaborado por el equipo de Emprendedorex, fruto del trabajo conjunto, proyectos y reflexiones con otros equipos y organizaciones con los que diseñamos y llevamos a cabo iniciativas transformadoras en los campos de la educación, la innovación, el emprendimiento y el liderazgo.

Título de la obra: VIRTUCENO. La era sin lugar ni tiempo
Autor: Juan Carlos Casco Casco
Diseño: Fernando Alejandro Barrena Mera
Logística: Damián Pérez Bueno
Editorial: Emprendedorex ©2020
ISBN: 978-84-09-26161-1
Impreso en España

Reseña:

Hace 4.500 millones de años nació un planeta en el que la vida apareció recientemente, en el suspiro cósmico de 560 millones de años.
Unos diminutos seres unicelulares que fueron evolucionando hacia formas de vida más complejas.
Desde sus orígenes, la Tierra ha sufrido todo tipo de cataclismos y transformaciones apocalípticas, impactos de cometas y meteoritos y
fuerzas telúricas descomunales (movimientos tectónicos, terremotos y volcanes) que han transformado su estructura. Desde la distancia, nuestro mundo no es más que una diminuta bola azul prendida del brazo de Orión en la Vía Láctea, un planeta de una belleza exultante, una auténtica rareza cósmica de una fragilidad tan extrema que desde su contemplación exterior sólo puede despertar asombro, admiración y un sentimiento espontáneo de protección maternal.
Fruto de un largo periodo evolutivo de 7 millones de años hace su aparición el ser humano (2,5 millones de años), una especie parecida a un
mono que surgió en África y se extendió rápidamente por todos los continentes. Impulsados por nuestra curiosidad y deseo de explorarlo todo, hemos colonizado todos los rincones de la Tierra, transformado su superficie, visitado otros planetas, e incluso hemos llegado a poner una nave en
el espacio interestelar. Convertidos en creadores sin límite, nos hemos consagrado en arquitectos y constructores de todo tipo de realidades materiales.
Podíamos habernos quedado ahí, pero algo hay en nuestro interior, en nuestro ADN, que nos impulsa siempre a ir más allá. Cuando dominamos los secretos del mundo físico, un nuevo sentimiento nos invadió, un deseo irrefrenable por rebasar la última frontera: romper con el
mundo físico que nos atrapaba en la tiranía de sus leyes, en la cárcel de la materia, el espacio y el tiempo. Y desde ahí decidimos dar un nuevo salto y crear un universo nuevo para habitarlo: El VIRTUCENO, un mundo sin lugares ni tiempo.

Bienvenidos y bienvenidas a la era del VIRTUCENO.

 

Descarga en: Virtuceno

Fuente: http://juancarloscasco.emprendedorex.com/wp-content/uploads/2020/12/Virtuceno.pdf

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