Por: DCE. Flavio de Jesús Castillo Silva
doctor.flaviocastillo@gmail.com
Resumen
Las universidades desde su surgimiento como la universidad de Salamanca, una de las más antiguas fundada en 1218, han desarrollado su función educativa basada en la Pedagogía “que literalmente significa ‘el arte y ciencia de enseñar a los niños’” (Knowles, 2006, p. 40), han hecho al interior de sus aulas una cantidad inimaginable de situaciones que han ido desde exaltar a estudiantes promedio a niveles de excelencia y viceversa, de ahí la frase de autor desconocido: “las universidades son lugares donde se pulen piedras y se opacan diamantes”, ha sido lugar de reconocimientos y también de injusticias. Para el caso del otro protagonista dentro de las universidades, el Dr. Sir Ken Robinson (2006), en una de sus charlas mencionó que los docentes son la sangre de las universidades y quienes hacen el prestigio de ellas.
Palabras clave: Universidad, Andragogía, Pedagogía.
Abstract
Universities since its emergence as the University of Salamanca, one of the oldest founded in 1218, have developed their educational function based on Pedagogy «that literally means ‘the art and science of teaching children'» (Knowles, 2006, p 40), have made an unimaginable amount of situations within their classrooms that have gone from exalting average students to levels of excellence and vice versa, hence the phrase of unknown author: «universities are places where stones are polished and opaque diamonds «has been a place of recognition and injustice. For the case of the other protagonist within the universities, Dr. Sir Ken Robinson (2006), in one of his talks he mentioned that teachers are the blood of the universities and who make their prestige.
Key words: University, Andragogy, Pedagogy.
Introducción
Personas visionarias como Malcolm S. Knowles, padre de la Andragogía de origen estadounidense, Félix Gregorio Adam Estévez de origen venezolano, mencionado por algunos como el Padre de la Andragogía en Latinoamérica, Paulo Freire con sus procesos alfabetizadores, estos tres ya fallecidos, aportaron a la Andragogía los fundamentos para su uso en procesos entre adultos, posteriormente, los Doctores Manuel Castro Pereira y Adolfo Alcalá -ambos venezolanos-, continuaron la obra de sus antecesores andragogos, que en algún momento y quizá por cambios políticos en su país dejaron de utilizar y que se han retomado en México por el autor del presente artículo y ha dejado la semilla andragógica en el Centro Universitario Sur-Occidente de la Universidad San Carlos de Guatemala.
Por lo que, visualizar un mundo educativo diferente a lo actual, acorde a las exigencias de las nuevas generaciones, es algo complicado para quiénes por décadas, lustros y años han repetido su práctica docente como fueron formados o haciendo callo a base del ensayo y error. Sin embargo, existe una minoría que se ha manifestado a cambios que moverían el status quo del magisterio, ya que, para algunos adultos, la resistencia al cambio se basa más en su miedo a empezar de nuevo o tal vez, lo vean como un problema por el hecho que hay que desechar (o soltar) viejas prácticas y eso pueda ser algo muy complicado para algunos docentes. Si la Andragogía es “la libertad del adulto en situación de aprendizaje”, la Pedagogía no se lo podría otorgar, ya que el Proceso de Enseñanza-Aprendizaje -inherente a la Pedagogía- lo obliga a dirigir el proceso de aprendizaje.
Desarrollo
El ser humano creó la educación para perfeccionarse a sí mismo y para pervivir, el proceso pedagógico ha sido que de generación en generación mediando el conocimiento acumulado e incrementado por una generación mayor a una nueva generación, situación que funciona de manera decorosa en niveles educativos básicos, específicamente en la primaria, sin embargo, ha visto jornadas complicadas desde secundaria en adelante y una de las explicaciones es que la Pedagogía de paidos (niño) y gogía (conducción o guía) atiende al ser humano prácticamente en sus primeros años de vida, el proceso que le sirve para ello es el proceso Enseñanza-Aprendizaje y el docente (el que enseña) es quien tiene la responsabilidad en dirigir este proceso.
Basado en su planeación, el docente o profesor o pedagogo o mediador, es quien sabe, por haber sido el responsable de elaborar la planeación de la materia, cuáles son los objetivos de aprendizaje, cuándo se realizará, cómo se elaborará, cuánto valdrá la actividad, la modalidad de trabajo y el estudiante entiende desde su corta edad que “él va a que le enseñen y el docente es el que le enseñará”, por lo que la pedagogía se distingue por ser un proceso dirigido, vertical, con clara dependencia en los contenidos, controlador -la lista es su mejor arma-, con reglas impuestas, asimismo, la responsabilidad de la evaluación y calificación corresponde al pedagogo.
Lo anterior por consecuencia, nos crea imágenes de estudiantes pasivos o cuasi pasivos, ya que están en una actitud de esperar indicaciones para accionar, en ocasiones y dependiendo de la actualización del pedagogo se puede aspirar a que introduzcan las tecnologías de la información y comunicación (TIC) aplicadas a la educación o promuevan el uso de técnicas didácticas que hagan que sus estudiantes al menos se muevan y tengan oportunidad de un poco más de participación, en caso contrario, los estudiantes desarrollan habilidades para resistir grandes discursos de los pedagogos sin dormir y con una postura digna que le refleje al pedagogo (generalmente viendo al frente donde esté su facilitador).
Si nos detenemos un poco y revisamos lo escrito con anterioridad, veremos que en educación superior y posgrado, la situación no varía mucho, con pequeñas diferencias tales como que el docente universitario o de posgrado puede ser que (a) sea contratado por una asignatura a la vez; (b) sea experto en un área de conocimiento en particular; (c) no tenga formación docente y esto último acarrea por consecuencia situaciones tales como: (i) improvisación al interior del aula; (ii) tender a una planeación magistrocentrista, centrada en el profesor o en la enseñanza y no en el aprendizaje; (iii) uso de actividades que incluso puedan contraponerse al modelo educativo de la institución de educación superior (IES) en donde esté trabajando; (iv) así como de un conjunto de aciertos y desaciertos que puedan llevar a injusticias a través del favoritismo, a reacciones flemáticas que influyan incluso al momento de realizar el proceso de evaluación y situaciones que con el paso del tiempo puedan no ser atendidas ética y educativamente.
La planeación que denomino como magistrocentrista, realmente no es achacable la responsabilidad directa al docente, él la realiza porque es una exigencia que hacen comúnmente las IES a sus docentes, sin embargo, ante la circunstancia de que en muchas ocasiones las IES solo les proporciona el programa de estudios y en ocasiones el mapa curricular de la licenciatura o posgrado respectivo, se llega al hecho que no conoce al grupo con el que va a coincidir en el aula con esa materia, entonces el docente no teniendo más opciones desarrolla una planeación que contestará en muchas ocasiones la pregunta: ¿cómo le enseño mejor …?, cuando debiese ser desde el proceso de aprendizaje: ¿cómo pueden mis estudiantes aprender mejor…?, por lo que tiende a irse a la segura desde la enseñanza o sea, para ser ejecutado desde la perspectiva del docente ignorando las capacidades de sus estudiantes.
En el aula, las cosas tampoco son muy diferentes, el docente (el que enseña -bajo la concepción pedagógica-), desde el primer día establece la jerarquización vertical indicando las “reglas del juego”, asimismo, les dirá de alguna manera cómo serán evaluados, qué trabajos, en qué fecha lo entregarán, cuánto valdrá y si revisamos los primeros párrafos, sucede igual a como lo realiza el pedagogo, la diferencia es que allá son niños y eso los hace por un lado vulnerables y por otro son personas sin conocimiento y experiencias como sucede en la adultez, porque en las aulas universitarias y con escasas excepciones son adultos jóvenes los que están inscritos en el grupo de clase, son estudiantes con al menos doce años de experiencia como tal y han tenido contacto con profesores y docentes que algunos de ellos quizá ha roto el maridaje con la didáctica tradicional y puede en una rara excepción, ser evidenciado el docente actual en su escasez didáctica con cuestionamientos el por qué del uso del tal y cual manera de trabajo cuando existen otras más.
Por eso y con justa razón, el Dr. Adam (1984) mencionó en una conferencia en el Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe (CREFAL) en Pátzcuaro, Mich., que las universidades son escuelas primarias de alto nivel, en donde el adulto joven que se matricula en ellas generalmente suele ser sometido a las exigencias del docente en todo el proceso educativo como si el hecho de ser de menor edad que el docente no tuviese nada que aportar y si esto es preocupante, el proceso educativo que está sustentado en la Pedagogía en el posgrado, provoca que los estudiantes, todos ellos profesionistas, con mucha o poca experiencia profesional y que de igual manera, se tiene que acatar lo que indique su docente y basado en mi experiencia como estudiante de doctorado fue el sentirme minimizado, ignorado y aburrido, por el hecho que otro profesional tenía a cargo la materia y un grado mayor que uno, pero incluso con menos productividad académica.
La pregunta que surgió en ese momento fue ¿de qué manera puede cambiarse la situación dentro del proceso formativo a nivel licenciatura y posgrado que potencialice el aprendizaje de sus estudiantes?, para ello, volteé a un trabajo realizado en el 2010 que permitió tener un acercamiento a lo que consideraba podría ser la posible respuesta, un folleto para la Asociación de Scouts de México, A.C. (ASMAC) denominado: “Andragogía. Base para la formación del recurso humano”, en donde hice un acercamiento a la obra del Dr. Malcolm S. Knowles (2006) en donde mi aproximación a la Andragogía fue sorpresiva y atractiva, en esas páginas, estaba -sin saberlo- en el umbral de una nueva ciencia que cambiaría mi quehacer docente.
El Dr. Knowles (2006) enunció que “si los niños y los adultos aprenden de diferente manera, entonces, la pedagogía para los niños y la andragogía para los adultos” (p. 41), y que así, como no puede existir una Andragogía para niños tampoco debe existir una Pedagogía para adultos. Knowles (2006) definió a la Andragogía como “un conjunto de principios fundamentales sobre el aprendizaje de adultos que se aplica a todas las situaciones de tal aprendizaje” (Knowles, 2006, p. 3), posteriormente enunció los supuestos de los estudiantes adultos.
Figura 1. Modelo Andragógico. Fuente: Knowles, 2006, p. 5.
Al enunciar el modelo andragógico el Dr. Knowles (2006) como se aprecia en la figura anterior, se compone de tres rectángulos de puntas redondeadas concéntricos, siendo el exterior las metas y propósitos del aprendizaje, estos tienen relación con el interés del adulto de continuar participando (crecimiento individual) en procesos formativos con diferentes motivaciones, el Dr. Adam (1977) mencionó que son cuatro los intereses: (a) económico, (b) capacitación profesional, (c) seguir estudios superiores y (d) extender la sociabilidad y relaciones humanas, sin embargo, también se dará el crecimiento institucional (si la persona trabaja o colabora en alguna organización) y por consecuencia el crecimiento social.
La Andragogía prevé que así como en el caso de edades menores a la adultez existen diferencias situacionales, en la adultez se acentúa, por lo que el círculo de en medio especifica que existen diferencias situacionales e individuales, que se darán en tres alcances: individual, el de los alumnos (sic), las diferencias que hay con respecto a la materia considerando los conocimientos y experiencias previas relativas a los contenidos a abordar y las diferencias situacionales pueden ser de tipo laboral, afectivo, emocional, entre otras. Al centro del modelo están señalados los principios fundamentales del aprendizaje de los adultos y son seis:
- Necesidad de saber del alumno. El aprendiz necesita saber por qué tiene que aprender algo antes de someterse al proceso de aprendizaje, asimismo qué sucederá en dicho proceso y cómo se realizará.
- Concepto personal del alumno. En la andragogía, el adulto por ser una persona con un grado de madurez tal que le permite saber que en él mismo está la responsabilidad de su crecimiento y de su vida, al dar el primer paso al decidirse participar en un proceso de aprendizaje, significa que ha determinado que su autoconcepto actual le es insatisfactorio y que ve una posibilidad de mejorarlo.
- Experiencia del alumno. Desde la concepción andragógica es indispensable considerar que el adulto participante a diferencia de los jóvenes o niños, traen un cúmulo de conocimientos generales (de su vida, de su o sus grados académicos, de cursos previos y de otras tantas fuentes de información), así como las experiencias acumuladas por el tiempo y eventos vividos. Todo esto multiplicado por la cantidad de participantes hace que el proceso formativo, aunque ya se haya dado mil antes será prácticamente único[1].
- Disposición para aprender. Tiene que ver con que los contenidos temáticos desarrollados en el curso sean significativos al adulto participante debido a que los relacione con su vida o algún rol de ella,
- Inclinación (orientación) al aprendizaje. Es conveniente considerar dos cosas: (a) que el proceso formativo esté planteado para obtener conocimientos, destrezas, valores y actitudes de una manera más eficaz al presentárselo en un contexto de aplicación a las situaciones de la vida real, con diferentes actividades y (b) que el tiempo sea el apropiado y no se llegue al extremo de mantener sentado varias horas al participante.
- Motivación para aprender. La motivación instrínseca tiene que ver con los intereses personales y los desafíos que se imponga, sin embargo, la motivación extrínseca tiene que ver con los factores ambientales y según los expertos se basa en tres cosas principalmente: (a) recompensa, (b) castigo y (c) incentivo.
Nada de esto podría ser posible si no se contasen con los dos principios que rigen la praxis andragógica, que para Adam citado por Alcalá (2010) se entienden de esta manera:
- Relación entre iguales, que se convierte en una relación compartida de actitudes, de responsabilidades y de compromisos hacia logros y resultados exitosos, puede ser de tipo cualitativa y cuantitativa.
- Participación. Entendiéndola como la acción de tomar decisiones en conjunto o tomar parte con otros en la ejecución de una tarea determinada.
Ya que se define la perspectiva en la que se basa la Andragogía, la praxis andragógica, se sustenta en el capital humano con que se disponga en el grupo durante las situaciones de aprendizaje, así el andragogo no va a enseñar, ni los participantes van a ver “qué les enseñan”, sino más bien, es un encuentro en donde se establece con los participantes las tomas de decisiones más convenientes para todos, en donde unos aprenderán de otros y viceversa, en una relación dinámica, de corresponsabilidades, de análisis crítico y aplicaciones basados en experiencias y perspectivas profesionales y/o laborales. Por lo que se considera que la praxis andragógica tiene como fin emancipar al participante basado en los principios andragógicos de horizontalidad y participación y promover su autorrealización.
Por lo antes descrito, el andragogo debiese tener las competencias profesionales docentes necesarias para tener a cargo la responsabilidad institucional de una materia o asignatura, que bien puede conseguir a través de una certificación, formación o experiencia, de las que resaltan según Castillo (2014, pp. 11-13) son:
- Se espera que el docente de educación superior pueda tener la fluidez necesaria para poder expresarse verbalmente sin ninguna dificultad, con el tono y volumen de voz que permita (sin gritar) cautivar la atención del grupo, asimismo, que cuando presente algún material didáctico o escriba en el pizarrón (verde o blanco) lo haga sin faltas ortográficas, que su texto sea legible y tenga el tamaño suficiente para poder ser apreciado por todos los estudiantes presentes. Otra parte importante de la comunicación es que su lenguaje corporal sea pertinente, sin exageraciones.
- El docente actual deberá tender a la profesionalización, buscando poseer los conocimientos necesarios acerca de las teorías de aprendizaje, de la Andragogía, poseer un amplio repertorio de técnicas didácticas, saber desempeñarse como tutor y como asesor de acuerdo a las necesidades institucionales y poseer conocimientos básicos de diseño curricular.
- Tecnológica. Esta competencia consiste en manejar con soltura y destreza la paquetería básica (como el Office) y especializada (Prezi y centenares de aplicaciones en línea). Como parte de esta competencia pide que el docente pueda realizar material didáctico computarizado (MEC) ya sea a través de software educativo o creación de cursos en línea.
- La competencia social permite al docente mantener relaciones interpersonales asertivas y nutricias con sus estudiantes, manteniendo el marco de respeto que procure motivar y potencializar a sus estudiantes. Estrategias como aprender a escuchar, mantener diálogos cara a cara que procuren dar respuesta a las inquietudes de los estudiantes. De acuerdo a las políticas institucionales se podrá hacer uso o no de las redes sociales como una extensión de dicha relación interpersonal.
- La competencia psicoeducativa permite al docente de educación superior y posgrado atender aspectos relacionados con el aprendizaje que no necesariamente tiene que ver con los contenidos temáticos de alguna materia o asignatura, factores de desarrollo humano como la autoestima, la motivación o el manejo de emocional del estudiante. Asimismo, conocer técnicas de estudio que permitan optimizar el rendimiento del estudiante y técnicas tutoriales y de asesoramiento serán indispensables en la relación docente-estudiantes.
- La competencia administrativa permitirá a los docentes que complementen sus actividades académicas a cargo de alguna área del plantel y bajo la premisa que “un buen docente, no necesariamente es un buen jefe”, es conveniente que cuente con los sustentos teóricos administrativos para que desde su incorporación pueda continuar o proponer mejoras a los procesos, sobre todo en donde sea necesario establecer puntos de control.
- Un docente de educación superior y posgrado sin la competencia investigativa estaría reduciendo su participación en la universidad, es un docente que no busca explicación más allá de sus referentes y que tienda a ser dogmático. El docente que sí investiga estará en una dinámica de reconstrucción de sus conocimientos y de su desarrollo profesional, se cuestiona, se explica y busca alternativas que permitan solucionar los problemas que va identificando. Si realiza la investigación-acción, entonces será doblemente beneficiado, como investigador y como sujeto de estudio.
- Emprendimiento e Innovación. La competencia tiene la característica de que el docente pueda tener relaciones dentro del ámbito de su área de conocimiento y una visión de lo que un estudiante o el grupo pueda desarrollar, que incluso pueda rebasar sus expectativas. Con el emprendimiento, se busca que los estudiantes puedan desarrollar proyectos empresariales o de solución tecnológica que permita incluso patentar y posteriormente comercializar. En el caso de la innovación permitirá creativamente optimizar procesos, equipo y métodos.
La praxis andragógica podrá tener mayor éxito, porque se dedicará más a la democratización del salón y esto implicará, que no sea ni por él o por ni un participante el arrebato de la responsabilidad de la toma de decisiones.
Observando la figura 2, la praxis andragógica se caracteriza por tener un proceso de pre-planeación, mismo que implica basándose en la naturaleza de los contenidos de la materia en buscar alternativas posibles de uso durante la materia, asimismo, elaborar una antología impresa o digitalizada, misma que se debe estructurar de tal manera que sea de fácil acceso para el participante, también se aprovechará para identificar algunos instrumentos que puedan ser pertinentes a aplicarse en la fase de encuadre.
Figura 2. Praxis Andragógica. Fuente: Castillo, 2018, p. 116.
Con los recursos preparados para cuando llegue el día y estar frente a grupo se comience el proceso de co-planeación, que implicará que los participantes decidan la manera de trabajar sus contenidos, el orden de éstos, la propuesta de productos de aprendizaje a elaborar para evidenciar sus aprendizajes y los porcentajes que valdrán de acuerdo a su complejidad. En la fase de encuadre se deberá definir previamente el valor porcentual de la autoevaluación, co-evaluación y evaluación unidireccional o del facilitador, haciendo la aclaración que la auto-evaluación debe poseer un porcentaje más alto partiendo de que en la Andragogía se acepta que quien es el mayor experto del aprendizaje de los participantes es el propio participante.
La praxis andragógica tiende a democratizar el aula, se le da el valor y respeto a los participantes que están interviniendo, esto favorece su autoestima y motiva su participación, por otro lado, se aprovecha el capital humano existente en el grupo. Como se aprecia, la Andragogía en palabras del Dr. Knowles (2006) la Andragogía busca la autorrealización de los adultos, en cambio, la Pedagogía generalmente busca controlarlos.
Referencias
Adam, F. (1977). Andragogía. Caracas: UNESR.
Adam, F. (1984). Universidad y Educación de Adultos. CREFAL: México. Recuperado de: http://www.crefal.edu.mx/crefal25/images/publicaciones/retablos_papel/retablo_papel1.pdf.
Alcalá, A. (2010). Andragogía. Ciencia y arte de la educación de personas adultas. Caracas: UNA
Castillo, F. (2018). Andragogía. 2ª Ed. México: Instituto Multieducativo Latinoamericano.
Castillo, F. (2014). De profesionista a profesor en 12 horas. México: Soluciones Educativas.
Knowles, M. (2006). Andragogía. México: Alfaomega.
[1] Y posiblemente sí lo sea porque además del “mosaico” de conocimientos y experiencias de los participantes, también tiene que ver el horario, el lugar, las técnicas empleadas, materiales didácticos y otros tantos más