Por: Lev M. Velázquez Barriga*
El primer debate presidencial coloca vagos elementos sobre las propuestas educativas de las candidatas punteras. Fuera de las fórmulas de marketing, apenas se dibujan los contrastes entre las dos perspectivas; se comprometen poco con la ciudadanía y casi nada con los maestros. No sólo es un tema de formatos acartonados, la misma ambigüedad se ha venido trazando en lo que va de la jornada política electoral.
En el documento “Hacia un programa de gobierno 2024-2030”, que el Frente Amplio encargó al ex secretario general de la OCDE José Ángel Gurría, con el fin de abanderar el proyecto nacional del bloque partidista de la derecha conformada por PRI-PAN-PRD, se pueden rastrear nociones generales, complementarias a lo planteado por Xóchitl Gálvez en el foro del INE.
Como punto de partida, rescato algunas ideas: mayor inversión a la educación de calidad; el vínculo de ambas (inversión/calidad) con la infraestructura tecnológica y los avances de la era digital, la robótica y la inteligencia artificial; habilidades y aprendizajes mínimos para atender las necesidades de innovación en la economía global y del emprendimiento; educación dual desde la secundaria que relacione los planes de estudio con la vida profesional; crear una agencia de evaluación del sistema educativo y sus componentes; apoyos para becas y programas de estudio basados en indicadores de evaluación, así como participación transversal de la iniciativa privada en los rubros de educación, ciencia y tecnología.
Difícilmente se negaría la necesidad de mayor inversión, pero si a ésta se le relaciona con el financiamiento indirecto de las escuelas privadas a través de un programa federal de becas que incluya escuelas particulares, o bien con un tipo de calidad educativa que depende de la adquisición de herramientas tecnológicas, dicho con mayor precisión, de tabletas digitales, entonces la candidata de Fuerza y Corazón por México está planteando mecanismos de privatización y no de fortalecimiento del sistema educativo público. Ahora, tan sólo contar con una ferretería técnica y digital en las escuelas o al alcance de los alumnos, además de anticipar un seguro fracaso que recuerda experiencias memorables como Enciclomedia, es un despropósito de los derechos humanos que se convierte en mera capacitación de habilidades laborales.
El proyecto de Xóchitl Gálvez se dirige a llamar la atención de los sectores del gran empresariado: la educación dual (léase escuela/ empresa o escuela/fábrica), el emprendimiento y las competencias para la economía global, suponen que el ser humano es básicamente un sujeto rentable y el crecimiento económico de la empresa es la prioridad; estas ideas, puestas en escena por intereses particulares como si fueran públicas, representan formas todavía más sutiles de privatización educativa.
Las propuestas de la coalición Sigamos Haciendo Historia se pueden ubicar en el “Proyecto de nación 2024-2030, segunda etapa de la Cuarta Transformación” y en “100 pasos para la transformación”. En esencia, ponderan la idea de profundizar la Nueva Escuela Mexicana y, como bandera electoral, las becas universales para educación básica, así como un programa nacional de creación y mejora de la infraestructura escolar, digital y de conectividad.
De inicio, puntualizo algunos elementos del proyecto de nación que me parecen de fundamental contraste respecto al presentado por la derecha electoral: eliminar las referencias a la “educación de excelencia” y, en contraposición, fomentar una “educación humanista que sustituya los valores del mercado… por valores universales”, fortalecer lo público e impulsar “un proceso sólidamente arraigado en las necesidades del desarrollo de las personas y de sus comunidades y regiones”, es decir, que lo público, las personas y sus territorios son la prioridad, no las empresas.
Al igual que Xóchitl Gálvez, en los 100 puntos de Sheinbaum se retoma el horario escolar extendido, pero agrega: “en el que los niños y niñas reciban educación física y artística; se brinden servicios de alimentación gratuita en las escuelas primarias; se cuente con programas de salud preventiva integral infantil (nutrición, sicológica, dental, exámenes de la vista, lentes gratuitos y prevención de adicciones)”. Se puede observar en los antecedentes de los programas de la Escuela de Tiempo Completo y La Escuela es Nuestra que la jornada pedagógica del horario ampliado sería posible de manera sustantiva, si se realiza con mayor personal que fomente una formación integral; de otra manera, esto sólo quedaría como una buena propuesta de enganchamiento electoral.
La candidata de Morena, PT y Partido Verde recurre a una narrativa poco comprometida con las demandas laborales que se han agitado en la izquierda magisterial; la principal y parte de las mesas de diálogo CNTE/AMLO es la abrogación del sistema de carrera, que desdibuja la organización sindical, antepone el principio individualista del mérito personal y crea un régimen excepcional por fuera del derecho al trabajo establecido en el artículo 123 de la Constitución. Tibiamente, en los 100 puntos, Claudia Sheinbaum propone la revisión de los procesos de admisión y promoción que administra la unidad del sistema de carrera docente, pero no de la legislación, donde radica la fuente de sus desigualdades laborales, salariales y profesionales.
Las propuestas de campaña no dejan de ser tácticas políticas de coyuntura y no tienen certeza a largo plazo; los maestros no olvidan que alguna vez se dijo: “De la mal llamada reforma educativa, no quedará ni una coma”. Claramente, no se cumplió.
* Doctor en pedagogía crítica @levmx666
Fuente de la información: https://www.jornada.com.mx