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Democracia racial todavía es mito en América Latina

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En América Latina y el Caribe, unos 200 millones de personas se autoidentifican como descendientes de africanos, lo que representa más de un tercio de su  población. Sin embargo la “democracia racial” sigue siendo un mito. 

En países como Brasil, República Dominicana, Haití y otras islas del Caribe, la población afrodescendiente es mayoritaria. Según la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas Afrocaribeñas y de la Diáspora, y si se suma la población indígena, asciende regionalmente a casi la mitad.

“Sin embargo existe un énfasis en hacernos parecer como minoría. No permitir acceso a condiciones de vida digna, solo se explica por el racismo que continúa siendo una ideología relevante”, destacó a IPS su coordinadora, la nicaragüense Dorotea Wilson.

«Existe un énfasis en hacernos parecer como minoría. No permitir acceso a condiciones de vida digna, solo se explica por el racismo que continúa siendo una ideología relevante”: Dorotea Wilson.

Según la lideresa de la red que articula a las organizaciones regionales de mujeres afrodescendientes, “aún hay países donde siendo la mayoría, la población negra o indígena no es partícipe de la vida económica ni política”.

De hecho, en algunos países ni aparecen en  censos o estadísticas. “Cuando no se reconocen los problemas y necesidades de un sector de la población, no se diseñan políticas públicas para mejorar su situación”, señaló Wilson desde la sede de la red en Managua.

Según la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (Cepal), la población afrodescendiente de la región representa 30 por ciento de su población total de 625 millones de personas, mientras en los países caribeños sube a 70 por ciento.

Pese a eso, es la que más sufre por la discriminación y violación de sus derechos. La pobreza los afecta en 92 por ciento y las desigualdades se acentúan en las mujeres negras.

“La ausencia de políticas públicas que favorezcan la situación de las mujeres afrodescendientes ayuda a que los problemas que se relacionan con la incidencia de la pobreza en los grupos étnicos se agudicen”, remarcó Wilson, una de las luchadoras por los derechos de los afrodescendientes y de las mujeres más reconocidas de la región.

Problemas como la inseguridad sobre sus tierras; la deficiencia de servicios básicos de salud, educación, agua potable, alcantarillado, electricidad y caminos; la elevada tasa de enfermedades contagiosas e infecciosas; el escaso apoyo para programas de empleo productivo y la defensa de su patrimonio cultural, especificó.

Desde el 21 de marzo, Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, y hasta el martes 27, en el mundo se celebra la semana de solidaridad con los pueblos que luchan contra el racismo y la discriminación racial.

Democracia racial todavía es mito en América Latina

La nicaragüense Dorotea Wilson, coordinadora general de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora. Crédito: Cortesía de la Red.

“Las Naciones Unidas, producto del debate y la presión de los movimientos afrodescendientes del mundo, aprobó la Declaración y el Programa de Acción de Durban, reconociendo así la situación de los afrodescendientes, la historia de la esclavitud, y contribuyó a que los Estados empiecen a identificar la situación y diseñar políticas públicas”, recordó Wilson.

Sin embargo “falta muchísimo por hacer”, dijo. “Es fundamental” que los Estados incluyan en los censos la variable étnico racial y de género, y en función de eso y otros aspectos diseñar e implementar políticas públicas contra la pobreza, y que la población afrodescendiente sea parte de la ciudadanía de nuestros países y del continente”, exhortó.

“La democracia racial fue denunciada como mito y transformada en los años 80 como principal blanco de los ataques del movimiento negro, como una ideología racista”, explicó a IPS la abogada y activista de derechos humanos Anhamona de Brito,  de Brasil, el país del mundo con la mayor población de origen africano fuera de Africa.

Sin embargo “falta muchísimo por hacer”, dijo. “Es fundamental” que los Estados incluyan en los censos la variable étnico racial y de género, y en función de eso y otros aspectos diseñar e implementar políticas públicas contra la pobreza, y que la población afrodescendiente sea parte de la ciudadanía de nuestros países y del continente”, exhortó.

“La democracia racial fue denunciada como mito y transformada en los años 80 como principal blanco de los ataques del movimiento negro, como una ideología racista”, explicó a IPS la abogada y activista de derechos humanos Anhamona de Brito,  de Brasil, el país del mundo con la mayor población de origen africano fuera de Africa.

Brito fue también superintendente de Derechos Humanos del estado de Bahia, y secretaria de Políticas afirmativas del gobierno federal, entre otros cargos.

“La perspectiva de la democracia racial sirvió para inculcar una falacia en el imaginario colectivo: el de que en Brasil los blancos tenían una débil o casi ninguna conciencia de raza, donde el mestizaje era desde el período colonial, diseminado y moralmente consentido, donde los mestizos – mientras estuvieran educados- serían regularmente incorporados a las elites”, afirmó De Brito.

Democracia racial todavía es mito en América Latina

La brasileña Midiã Santana, con su reconquistado pelo afro, como una reafirmación de su identidad de mujer negra. La periodista ha creado el sitio Lista Negra, dedicado a promover a jóvenes emprendedores afrodescendientes en su estado, Bahia, donde 80 por ciento de la población tiene origen africano. Crédito: Cortesía de Midiã Santana

En consecuencia, “donde el prejuicio racial nunca fuese suficientemente fuerte como para crear ‘una línea de color’”, añadió. 

“Sabemos hoy que esa mezcla entre jóvenes blancos, negros e indígenas se dio a través de violaciones de mujeres negras e indígenas de parte de los colonizadores”, acotó a IPS la periodista y escritora Rosiane Rodrigues, investigadora del brasileño Instituto de Estudios Comparados en Administración Institucional.

“Por lo tanto podemos pensar que el ‘emblanquecimiento’ y mestizaje del brasileño se da en primera instancia a partir de violaciones. Es necesario que recordemos eso. Descender de un estupro no es un dolor fácil para nadie”, agregó.

Según Rodrigues, el mito de la democracia racial fue fundamental para enmascarar las relaciones de desigualdad, discriminación y exterminio de negros e indígenas, presuponiendo que ese mestizaje se dio “espontáneamente en condiciones de igualdad”.

En 2016,  una comisión parlamentaria de investigación concluyó que cerca de 30.000  jóvenes de entre 15 y 29 años son asesinados anualmente en Brasil, 77 por ciento de ellos negros, lo que equivale a un joven afrodescendiente muerto cada 23 minutos.

“Brasil es un país de proporciones continentales y hablar de una única forma de racismo es peligroso”, destacó Rodrigues.

“El genocidio que Brasil ha promovido contra jóvenes negros es la punta del iceberg de sus relaciones raciales. Por cierto el más cruel”, aclaró. 

Pero la discriminación se expresa también formas más sutiles como contó Midiã Santana, periodista, con maestría en Cultura y Sociedad por la Universidad Federal de Bahia, y creadora del sitio Lista Negra, que busca divulgar el trabajo de emprendedores negros de su estado, Bahia, con casi 80 por ciento de  población negra.

“Yo tenía el pelo ondulado y abundante y en la adolescencia lo sometí a una técnica que se llama alisamiento definitivo. Sabía que tenía un cabello bonito pero quería ser parte de un grupo que la sociedad considera como el más aceptado”, dijo a IPS.

Hace tres años Santana decidió experimentar la llamada transición capilar, una técnica que en tres años revierte el alisado químico, y que en Brasil y otros países de América Latina  refleja una nueva conciencia y resistencia afro.

“A partir de mi proceso de transición capilar conseguí reconocerme como la mujer negra que soy. Comencé a identificarme más conmigo misma y como bonita, a partir de que mi cabello volvió a ser lo que era”, relató Santana.

“Esto me hizo entender que el racismo en Brasil también está en la estética y que el empoderamiento negro también se da a través de la belleza. Entendí que mi cabello también era una cuestión de afirmación y representatividad”, subrayó.

En Brasil se ha avanzado en el combate al racismo con medidas como su reconocimiento como un problema, la implementación de cuotas raciales, y la inclusión de contenidos  sobre la historia de África y de los pueblos indígenas en los currículos escolares.

No obstante para Rodrigues aunque muy importantes para enfrentar el racismo, “fueron muy tímidas”, después de 380 años de esclavitud.

Brito destacó también que las políticas para reducir la pobreza extrema y aumentar el empleo contribuyeron indirectamente a mejorar la situación de los negros.

Algo para la abogada inclusive más efectivo desde el punto de vista de la justicia social, que la base legal creada para penalizar prácticas racistas en Brasil porque todavía hay mucha resistencia de las instituciones para implementarlas de manera certera.

Pero Rodrigues lamentó que el gobierno conservador de Michel Temer “está terminando o inviabilizando varias de esas iniciativas y haciendo retroceder el avance conquistado en las últimas décadas por relaciones raciales más justas”.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2017/03/democracia-racial-todavia-es-mito-en-america-latina/

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Educación, racismo y exclusión social en la RD

Por: Elvys Ruíz

Como ya sabemos la educación es un vehículo, que como parte de la superestructura de la sociedad sirve a los intereses de la clase dominante y es utilizada por ellos como modelo de reproducción ideológica de los grupos de poder. De ahí que dentro de las funciones básicas del educador es preparar al educando para que se rija dentro del marco de las normas establecidas.

En la República Dominicana el sistema de educación como aparato ideológico de un Estado donde la población blanca es muy mínima, ha negado al dominicano el derecho de conocer el aporte de los negros y aborígenes al enriquecimiento cultural de la nación.  Cuando vemos los libros utilizados en las escuelas dominicanas, en ellos encontramos una ausencia del indigenismo y la negritud en las propuestas editoriales, destacándose solo lo ibérico, afán desmedido de la elite pro-hispánica de blanquear el sentimiento dominicano para su beneficio.

En nuestra nación se excluye a la persona de tez oscura y de características fenotípicas africanas de ocupar puestos de importancia, y esto por supuesto es discriminación y exclusión social. Un ejemplo concreto de esta discriminación es que en la sociedad dominicana de ayer y hoy, cuando se pide el currículo vitae para una plaza de empleo, este debe incluir una fotografía del solicitante. Esto inmediatamente excluye del proceso de selección a quienes no tienen rasgos europeos, y por lo tanto el trato es racista, puesto que se favorece a cierto grupo social, menospreciándose a otro.

Desde la oficialidad nuestra nación promueve un sentido de exclusión etno-racial al denominar erróneamente, aunque deliberadamente, la identidad del dominicano al designárseles en muchos documentos oficiales como “Indio”, “Indio Claro”, “Indio Oscuro”, para ocultarles sus raíces negras. Esto es simplemente una obliteración. Además, se sabe que el uso del “color” como categoría racial para clasificar los grupos humanos fue una invención de los colonizadores europeos para establecer su superioridad, hegemonía y subyugar al negro africano, al dotarlo de una categoría inferior.

Dice el historiador Franklin Franco Pichardo “Nosotros hemos elaborado un discurso liberador de procesos de enajenación que hemos sufrido, pero nuestro discurso se ha quedado a nivel universitario, y por eso el pueblo dominicano, en pleno siglo XXI, aún sea negro, se dice indio, y esa es una realidad tétrica que debemos superar”.

Con el ascenso de Trujillo a la Dirección del Estado Dominicano en 1930, el sistema educativo se constituyó en un instrumento de perpetuación de la ideología del régimen cuyo objetivo central consistía en mantener al pueblo dominicano vendado y así poder dominarlo. En ese sentido el mecanismo de mayor fuerza para conseguir tales fines fue la instauración de la Ley Orgánica de Educación No. 2909 del 1951, la cual en su artículo 1ro señala:

“el contenido de la educación dada por la escuela dominicana estará basado en los principios de la civilización cristiana y de tradición hispánica que son fundamentales en la formación de nuestra fisonomía históricas y se orientara, dentro del espíritu democrático de nuestras instituciones, a despertar en los alumnos, el sentimiento panamericanista y de compresión y solidaridad internacionales”.  Bajo este postulado se definían los contenidos y las bases filosóficas de la educación y la cultura dominicana a partir de los componentes hispánicos como esencia de la formación histórica del pueblo dominicano.

Durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo se inculcaba un sentido de apego a la patria y a la nación sobre la base de la satanización y el rechazo de la presencia negra en el país, por lo que desde la esfera del poder se promovía la unidad y homogeneidad nacional, rechazando toda influencia proveniente de Haití o cualquier otra parte del caribe negro o África.

Los problemas de exclusión étnico-racial en nuestro país tienen raíces muy profundas y el problema mayor es que no vemos que nuestra nación se encamina a resolver dichos problemas. Los epítetos raciales son ya parte del vocablo del dominicano y en los medios de comunicación, radio, y televisión se promueve esta práctica de rechazo hacia las personas de tez oscura de una manera irresponsable y no hay sanción o penalidad ante la grave falta.

Es obvio que en el país no existen leyes de derechos civiles, que protejan a las personas de ser discriminadas sobre la base del credo, raza, origen nacional, sexo, etc. como ocurre en Estados Unidos donde estas conquistas se lograron a base de lucha y hoy en día protegen a todos sus ciudadanos de ser discriminados y segregados racialmente. La realidad es que al dominicano de tez oscura se le excluye de las posibilidades de ascenso social, aunque tristemente, una alta porción del pueblo dominicano lo niegue.

En la patria dominicana parece ser que la solución al problema está muy lejos de resolverse, en una sociedad que todavía tiene neo-trujillistas en la cúpula del poder decidiendo el destino del pueblo dominicano y quienes se valen de los medios de comunicación a su alcance para forjar un sentimiento de desdén y vilipendio que en la mayoría de los casos va dirigido a los haitianos y a dominicanos con acentuadas facciones negras.

Es una tarea de todos luchar para eliminar el racismo, la xenofobia y la discriminación racial y forjar sociedades más inclusivas en donde la sana convivencia entre los diferentes grupos étnicos sea la norma.

Fuente: http://almomento.net/educacion-racismo-y-exclusion-social-en-la-rd/

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EEUU: Escuelas concertadas registran más aislamiento racial

Estados Unidos/04 de Diciembre de 2017/El Nuevo Herald

Las escuelas concertadas están entre los centros educativos más segregados de Estados Unidos, según un análisis de The Associated Press, un resultado que, según los críticos, está en las antípodas de su objetivo de ofrecer una mejor alternativa a las escuelas públicas tradicionales.

Los datos de matriculación nacionales muestran que los centros independientes de la junta escolar local están sobrerrepresentadas entre las escuelas con minorías en el aislamiento racial más extremo. En el año escolar 2014-2015, más de 1.000 de los 6.747 centros de este tipo del país tenían al menos el 99% de alumnos de minorías, esta cifra ha aumentado constantemente.

El problema: Estos niveles de segregación se corresponden con bajos niveles de rendimiento en todo tipo de escuelas.

El análisis de AP sobre rendimiento académico en los 42 estados que tienen leyes para centros concertados, además del Distrito de Columbia, mostró que el rendimiento en este tipo de escuelas varía ampliamente. Pero las que tienen un 99% de alumnos de minorías _ tanto las públicas tradicionales como este modelo _ tienen de media menos alumnos que alcanzan los estándares estatales de competencias en lectura y matemáticas.

Fuente: http://www.elnuevoherald.com/noticias/estados-unidos/article187814723.html

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Estudio revela que 63,7% de desempleados brasileños son negros o mulatos

Brasil/20 de Noviembre de 2017/Spanish

El 63,7 por ciento de los 13 millones de brasileños desempleados (equivalente a 8,3 millones de personas) son negros o mulatos, reveló un informe divulgado hoy por el gobierno brasileño.

Los datos, presentados por el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), indican que la tasa de desocupación de los negros en el tercer trimestre de 2017 es de 14,6 por ciento, mientras que la de los blancos es del 9,9 por ciento.

El mayor desempleo entre las personas de color contrasta con los números del mercado de trabajo ya que, según el IBGE, los negros representan el 53 por ciento del total de trabajadores brasileños.

Pese a que las personas de color son mayoría en cuanto a la población laboral activa, la proporción de negros y mulatos ocupados (52,3 por ciento) fue menor que la de la población blanca (56,5 por ciento) en el tercer trimestre.

«Estamos hablando de población que tiene origen afrodescendiente, que entró en el país a través de la esclavitud. En 100 años de liberación de los esclavos, este informe muestra que todavía existe una desigualdad expresiva en el país», sostuvo el IBGE en su informe.

El instituto recordó que entre los negros y mulatos, «muchos no tienen acceso a la escuela, educación, y esto tiene consecuencias diversas», entre ellas que «el poder de compra de esta población acaba siendo menor».

El contraste racial en el mercado de trabajo también está presente en los sueldos ya que, según el IBGE, los negros y mulatos reciben en promedio 1.531 reales mensuales, casi la mitad del sueldo de los blancos, que de media reciben 2.757 reales.

Lo mismo se observa en el porcentaje de trabajadores con contrato formal en el país, entre los negros y mulatos es de 71,3 por ciento, inferior a la media nacional que es del 75,3 por ciento.

Asimismo, el informe revela que de los 23,2 millones de negros y mulatos empleados en el sector privado en el tercer trimestre de este año, 16,6 millones tenían contrato formal, el menor resultado desde 2012.

«Los indicadores muestran que la población negra y mulata acaba siendo más direccionada a estos trabajos (no formales)», agregó el IBGE en su informe.

De acuerdo con el ente estatal, de los 1,8 millones de vendedores ambulantes que había en Brasil en el tercer trimestre de 2017, 1,2 millones eran negros, lo que representa el 66,7 por ciento.

Las personas de color desempleadas también superan a las blancas en cuatro de los diez grupos de actividad analizados: agricultura, construcción, servicios de alojamiento y alimentación y en los servicios domésticos.

Además, el organismo reveló que el 8,5 por ciento de los negros y mulatos ocupados en Brasil actúan en servicios domésticos, por un 5 por ciento de los blancos, por el contrario, el 19,2 por ciento de los blancos están empleados en la administración pública, por un 15,6 por ciento de negros y mulatos.

El estudio fue publicado en el marco del «Día de la consciencia negra», que se celebra hoy lunes y que conmemora el fin de las expediciones que perseguían esclavizar a la población negra.

Fuente: http://spanish.xinhuanet.com/2017-11/18/c_136761535.htm

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Tabitha Goldstaub: La inteligencia artificial nos vende productos machistas y racistas sin que nadie se dé cuenta

El núcleo central de la inteligencia artificial (IA) se compone de un proceso de dos fases: primero se le asigna un objetivo y después ella misma diseña una forma de conseguirlo. Por lo tanto, su forma de alcanzar dicha meta no siempre resulta demasiado transparente. Por eso, si usted está inculcando un cierto sesgo a una máquina de forma inconsciente, es posible que desconozca que, en efecto, el algoritmo también tiene ese sesgo. El resultado es que ese algoritmo podría ser perjudicial para las mujeres, pero costaría mucho averiguar exactamente por qué.

Esto ya ha pasado con la tecnología tradicional: hemos visto mujeres muriendo en accidentes automovilísticos porque los muñecos de prueba de choque tenían la forma de un hombre en lugar de la de una mujer. Con la IA podría haber situaciones similares de vida o muerte, en pruebas de drogas, vehículos autónomos y cosas por el estilo.

También hay algunos ejemplos [del sesgo de género de la inteligencia artificial actual]: anuncios de Google que muestran anuncios [de trabajo] con mayores sueldos a los hombres que a las mujeres. Podemos plantear otras hipótesis de otras situaciones en las que podría suceder: ¿qué pasaría si las mujeres no pudieran obtener los mismos préstamos, hipotecas o seguros?

No tengo una visión distópica de la inteligencia artificial. No creo que vaya a haber robots asesinos. Estoy mucho más centrada en las aplicaciones limitadas, y creo que, si nos fijamos en cada una de ellas, existe la posibilidad de que afecte negativamente a las mujeres. No creo que la inteligencia artificial sea el problema; es un problema adicional, en lugar de la causa. Estamos hablando del riesgo de que nuestro sexismo y racismo inconsciente se transmita a las máquinas que estamos construyendo.

¿Cómo conseguimos que alguien que está construyendo una IA tenga en cuenta estas cosas? Necesitamos que los consumidores exijan una inteligencia artificial ética. La gente no es demasiado consciente de que el problema va más allá de una simple cuestión de género: se trata de un problema real y fundamental del producto.

Fuente: https://www.technologyreview.es/s/9691/la-inteligencia-artificial-nos-vende-productos-machistas-y-racistas-sin-que-nadie-se-de

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Racismo e izquierda: la clasificación de la tribu

Por: Santiago Alba Rico

La última entrega de mi amigo antagonista Helios F. Garcés cierra, como estaba acordado, este debate, pero lo cierra también porque, de algún modo, no admite réplica. Consiste en una acusación sumarísima con pujos de “objetividad” parajudicial (el “discernimiento” o “criba” incontestable de los que son racistas y los que no lo son) y en un programa vago y muy “izquierdista” que deja en la sombra lo que este debate debería haber aclarado: quién es el sujeto o sujetos de las luchas, cuáles los procedimientos y las alternativas, y qué significa “verdadera descolonización”. A la acusación, arrinconado en mi cuerpo, sucumbo; el programa, en su vago izquierdismo, lo suscribo sin apenas objeciones.

La última entrega de mi antagonista amigo Helios F. Garcés me deja sin defensa; me vuelve, de hecho, indefendible a mis propios ojos. En rendirse uno tarda tres líneas; en convencerse toda la vida. No se trataba ni de una cosa ni de otra, pero confesaré que un debate en el que el adversario intelectual, al que lógicamente se considera equivocado, no se limita a equivocarse, sino que, al hacerlo, se vuelve “racista” y cómplice por añadidura de todos los crímenes coloniales, es un debate muy incómodo. Me declaro vencido: no soy “negro” y además no renuncio a mis ancestros “blancos”. ¿Quiénes son? Múltiples y promiscuos: de Espartaco a Silvia Federici, de los hermanos Graco a Robespierre, de Sócrates a Olympe de Gouges, de Francisco de Asís a Kant y Marx, de Francisco de Vitoria a David Harvey, de Sor Juana Inés de la Cruz a Edward Said y John Berger… entre otros muchos. También algunos reaccionarios como Joseph de Maistre, que nos mostró, de otra manera que Kant, los “límites de la razón”; o Chesterton, quien habló de la tradición como de “la democracia de los muertos”, en una línea muy parecida, por cierto, a la de la antropóloga indígena Silvia Rivera Cusicanqui (“los muertos viven, hablan y orientan a los vivos, y permiten identificar los límites éticos que no puedes rebasar”).

Creo con Chomsky en la “naturaleza humana”, en “algo” que nos distingue de un perro y de una silla y que es “universal”: la capacidad lingüística, repartida, como los dones de Zeus, a todos los humanos por igual. La capacidad lingüística implica la capacidad y, aún más, la necesidad –la comezón– de hacer clasificaciones. Lo propio del ser humano es clasificar; lo propio de la “tribu”, como átomo social de la humanidad, es distribuir los cuerpos en cuadros taxonómicos que, una vez establecidos, deciden (criban) la normalidad y la anomalía, el dentro y el afuera y, en la mayor parte de los casos, la vida y la muerte. No es un hecho baladí el que históricamente, en todas las sociedades conocidas, hayan sido ciertas clases, ciertos géneros y ciertas “razas” las que han impuesto sus clasificaciones y por lo tanto el grado y calidad de “corporización” de los individuos, su acceso a bienes y servicios y sus posibilidades de supervivencia. Que los ricos, los hombres y los “blancos” (incluyendo en este rubro la labor formateadora de los japoneses en Asia) hayan impuesto su actividad taxonómica con pretensiones de “naturaleza” y “generalidad” sólo indica todo el daño que la capacidad lingüística universal puede hacer cuando se “particulariza” y se “tribaliza”, en términos económicos, políticos y sociales, al servicio de un sector privilegiado y sus intereses excluyentes. Esa práctica clasificatoria tribal –que corporiza negativamente ciertos cuerpos– alcanza su colofón global bajo el capitalismo, un orden sin precedentes bajo cuya vocación de infinito “la distinción entre el ser humano, la cosa y la mercancía tiende a desaparecer y borrarse, sin que nadie –negros, blancos, mujeres, hombres– pueda escapar a ello”. Es lo que el filósofo camerunés Achile Mbembe, profesor en Johannesburgo, autor de una Crítica de la razón negra a la que pertenece esta cita, describe como “el devenir negro de la humanidad”.

Ahora bien. La capacidad lingüística universal, que permite –y exige– esta voluntad clasificatoria, permite también –y demanda– las revueltas anti-clasificatorias. Lo he escrito en otro sitio: el ser humano es el único animal que hace clasificaciones y es también el único animal que se rebela contra ellas. Es lo que el francés Gaston Bachelard y el árabe Mohamed Al-Yabri llamaban con otro nombre “rupturas epistemológicas”, alojadas potencialmente en todas las tribus y todas las culturas en la medida misma en que son, además de históricas, lingüísticas. Uno de los momentos “ancestrales” de “rebelión taxonómica” o “ruptura epistemológica” que más me gustan dentro de mi “tradición” (el equivalente casi contemporáneo, contra la tribu, del descubrimiento de la geometría, tan bellamente descrito por Plutarco y tan bellamente comentado por Michel Serres) se produce en plena guerra del Peloponeso entre los dos imperios helénicos de la antigüedad, el de Atenas y el de Esparta. Estamos en el año 427 a. de C. y Atenas ha conquistado la isla de Mitilene, aliada hasta entonces de los espartanos. Los vencedores, guiados por su cultura democrática, se reúnen en asamblea para discutir y votar si deben o no matar a todos los hombres de la isla y esclavizar a sus niños y sus mujeres. Según el relato de TucídidesCleón defiende el exterminio de los mitiléneos; Diódoto la clemencia. Uno y otro, en todo caso, apoyan sus argumentos en el horizonte de los intereses tribales de los atenienses. Uno a favor de la severidad, el otro a favor del perdón, tanto Cleón como Diódoto responden a la única pregunta que entiende –y casi permite plantear– el orden clasificatorio de su época y su tribu: ¿qué es “lo conveniente” para nosotros, los ciudadanos de Atenas? Pues bien, es en el marco de esa guerra, en la que participó como hoplita, en una asamblea muy parecida a la de Mitilene, es en ese momento –digo– cuando Sócrates levanta la mano y, ante el asombro escandalizado de todos, cambia la pregunta y declara en voz alta: “No, no se trata de averiguar qué es ‘lo conveniente’ para nosotros sino de conocer qué es ‘lo justo’ para todos”. Como sabemos, la tribu ateniense mató a Sócrates por insistir en hacer esta pregunta; y como sabemos una Constitución democrática digna de ese nombre es siempre el resultado de una deliberación colectiva, si se quiere ficticia, en torno a “lo justo” y no a “lo conveniente”; el resultado, es decir, de una deliberación colectiva anti-tribal.

Ese momento “ancestral” de ruptura clasificatoria en el orden político, paralelo al de la geometría en el orden científico, va a marcar el devenir histórico de la tribu europea. Explotando la geometría, virgen inocente, y en nombre de la justicia (en su variante cristiana o positivista), Europa va a conquistar y destruir buena parte del mundo. Hoy la geometría violada, al servicio de un capitalismo global, complace por igual a EEUU y a Arabia Saudí, a Rusia y a China; y la justicia nombrada, victoriosa en la retórica, sirve para un roto y un descosido: sobre todo para rotos y descosidos. Ahora bien, nadie acusaría a la geometría de haber bombardeado Hiroshima o destruido el gueto de Varsovia; y no deberiamos acusar al gesto de Sócrates de fundar el colonialismo, el racismo y el machismo. Al contrario. Todos los avances que se han hecho “conforme a Derecho” –diría el “racista” Carlos Fernández Liria— se han hecho a partir de ese gesto, incapaz de neutralizar, desde luego, la vocación de infinito del capitalismo y la actividad clasificatoria de la tribu europea, pero que se conserva tan separado de ellas como el aceite del agua. Que la discusión sobre “lo justo” se mantenga siempre abierta, que muchas veces se confundan interesadamente “lo justo” y “lo conveniente” y que se cometan atroces injusticias en nombre de lo “justo” (lo que es, por cierto, la normalidad de todo etnocentrismo) sólo indica una cosa: que “lo justo” no ha vencido y que Sócrates, asesinado en Grecia, sigue siendo asesinado todos los días en Siria, en Iraq, en Afganistán, en nuestras fronteras, en nuestros CIEs y en nuestros parlamentos. Pero este alucinante, escandaloso, extraterrestre “cambio de pregunta”, compatible –como todo– con el colonialismo y el racismo, es imprescindible para liberarnos de ellos. Sócrates no es europeo: hay Sócrates con nombres árabes y kurdos y chinos y rusos y gitanos y cameruneses repartidos por todo el mundo. No se me ocurre qué favor mejor podríamos hacer al capitalismo –y al tribalismo europeo–, asesino de Sócrates, que el de ayudar a matarlo otra vez mediante una presunta “episteme liberadora” que se limita a afirmar que “lo conveniente” para los “negros” es “más justo” que “lo justo” para los “blancos”.

Helios F. Garcés, que no responde a mis preguntas porque soy blanco y por lo tanto altanero, me hace una pregunta a su vez: ¿qué va a hacer la izquierda para combatir el racismo? Yo no puedo hablar en nombre de la izquierda, que no existe, ni tampoco, al contrario que él, de un colectivo de activistas. Cuando accedió a debatir conmigo ya sabía quién era yo y que sólo me represento a mí mismo; por eso me ha parecido abusivo, y contradictorio con su honorable práctica política, que haya cedido a la tentación, para no responderme, de “clasificarme” y “corporizarme” en un paquete. Me salgo de ese paquete y respondo por mi cuenta. Suscribo, como he dicho, la mayor parte del programa abstracto que propone en su artículo: “lucha política y no identitaria” contra “el racismo policial, la segregación racial en las ciudades y en el sistema educativo, contra la discriminación laboral y sanitaria, el racismo penal y penitenciario, la ley de extranjería, la existencia de los CIE”; descolonización de los proyectos políticos; ruptura de los “guetos simbólicos” y promoción de “las mareas amplias”; incluso me gusta –y mucho– la frase relativa a los “atrasos” y los “progresos” (aunque sigue siendo tan vaga que no sé si coincidiremos en el “ellos” allí señalado ni en el objeto a defender: yo considero, por ejemplo, un atraso ir en coche y un progreso ir a pie, un atraso los brokers y un progreso las madres, un atraso Carrefour y un progreso los huertos, un atraso la comida basura y un progreso el matrimonio homosexual).

Sólo añadiría dos cosas más, también vagas, como es propio de una persona que combate el racismo con la mirada y con el teclado. La primera es que para combatir el racismo desde la izquierda es necesario distinguir no racialmente a los “iguales” de los “no iguales”. Si el marxismo olvidó que el racismo no se disolvía con la disolución de la contradicción capital/trabajo, no podemos olvidar, al revés, que esa contradicción, productora de racismo, no se disuelve con la contradicción “racial”. Como recuerda Jorge Moruno, “la crítica a los límites de la modernidad es la crítica a su principal mediación social: el trabajo (moderno)”. Si algo quiere decir “interseccionalidad” debe ser esto: revisar sin descanso quiénes son nuestros “iguales” y quiénes nuestros “desiguales” a partir de las distintas fuentes de “desigualdad” que atraviesan el mundo. La desigualdad económica no sólo racializa –porque corporiza– sino que cabalga, reconfigura e intensifica todas las otras “desigualdades”.

La otra respuesta tiene que ver con una esperanza que los textos de Garcés me quitan en parte. Me refiero a la esperanza de que los sufrientes en todo el mundo –los “negros” si se quiere– arranquen a Sócrates de las manos de los colonialistas europeos, que tan criminalmente lo han utilizado, y hagan realidad por fin su programa “ilustrado” (el de esa “rebelión clasificatoria” que el pensamiento decolonial deforma en un pastoso “todos los blancos son pardos”). Y como Garcés no me deja citar a Fanon, dejaré que lo haga en mi lugar –y en mi nombre– un filósofo negro antirracista que se considera su heredero. Me refiero al ya mencionado Achille Mbembe, quien dice lo siguiente al ser preguntado por la tentación “esencialista” del antirracismo “negro”: “El problema es cuando el esencialismo nos impide continuar el camino que gente como Fanon consideraba el horizonte de nuestras luchas. ¿Cuál es ese horizonte? El que abre el camino a una nueva condición, donde la raza ya no importa, donde la diferencia ya no cuenta, porque todos nos hemos vuelto simplemente seres humanos: el pasaje de la indiferencia a la diferencia”. Nunca superaremos la necesidad clasificatoria ni alcanzaremos jamás una sociedad en la que los cuerpos sean transparentes –lo que además no es deseable– pero conviene recordar que toda lucha contra las clasificaciones raciales es una lucha contra los clasificadores: contra los intereses particulares –de clase, género y “raza”– que hasta ahora han impedido la verdadera diferencia: es decir, la universalidad de los derechos.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=233807

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México: Mujeres sufren el más alto índice de discriminación

México/13 de Noviembre de 2017/Zócalo

La legisladora panista, destacó que entre las causas que incrementan el trato diferente y perjudicial hacia las mujeres.

 La presidenta de la Comisión Especial sobre la no discriminación, Kathia Bolio Pinelo, indicó que en México, las mujeres sufren el más alto índice de discriminación por el sólo hecho de serlo, más aún quienes padecen alguna discapacidad, son indígenas, tienen piel oscura u orientación sexual diferente a lo tradicionalmente aceptado, por lo que se requiere atender este problema.

La legisladora panista, destacó que entre las causas que incrementan el trato diferente y perjudicial hacia las mujeres se encuentra el sobrepeso, la forma de vestir, el color de la piel, la edad y su imagen o aspecto físico. En tanto, la percepción de discriminación en mujeres lesbianas aumenta en 1.6 por ciento.

Comentó que, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), los espacios donde sufren mayor discriminación son el trabajo, la escuela, el transporte público y las instituciones públicas, si bien destacan también las Iglesias, los estadios, el Internet y las cárceles, aunque en estas últimas va a la baja.

Mencionó que, en virtud de las quejas presentadas por los mexicanos ante la CNDH, la primera causa que detona conductas discriminatorias es el nivel educativo, y le siguen la orientación sexual, el color de piel, la pobreza, tener discapacidad o ser mujeres.

Bolio Pinelo señaló que, aunque los indígenas se mantienen en el primer lugar de percepción de discriminación, existe una reducción en 6.1 por ciento; lo mismo se observa en las personas con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), adultos mayores o con discapacidad.

Sostuvo que la discriminación es un fenómeno que afecta a millones de personas en nuestro país, vulnera los derechos humanos, y afecta el desarrollo y la prosperidad de la nación.

Los mexicanos, agregó, la vinculan con la falta de respeto, desigualdad, maltrato y racismo. En una escala de cero a 10, los ciudadanos la califican con ocho, es decir, “los mexicanos percibimos y sentimos que existe mucha discriminación”, apuntó.

La presidenta de la Comisión Especial sobre la no discriminación, Kathia Bolio Pinelo, indicó que en México, las mujeres sufren el más alto índice de discriminación por el sólo hecho de serlo, más aún quienes padecen alguna discapacidad, son indígenas, tienen piel oscura u orientación sexual diferente a lo tradicionalmente aceptado, por lo que se requiere atender este problema.

La legisladora panista, destacó que entre las causas que incrementan el trato diferente y perjudicial hacia las mujeres se encuentra el sobrepeso, la forma de vestir, el color de la piel, la edad y su imagen o aspecto físico. En tanto, la percepción de discriminación en mujeres lesbianas aumenta en 1.6 por ciento.

Comentó que, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), los espacios donde sufren mayor discriminación son el trabajo, la escuela, el transporte público y las instituciones públicas, si bien destacan también las Iglesias, los estadios, el Internet y las cárceles, aunque en estas últimas va a la baja.

Mencionó que, en virtud de las quejas presentadas por los mexicanos ante la CNDH, la primera causa que detona conductas discriminatorias es el nivel educativo, y le siguen la orientación sexual, el color de piel, la pobreza, tener discapacidad o ser mujeres.

Bolio Pinelo señaló que, aunque los indígenas se mantienen en el primer lugar de percepción de discriminación, existe una reducción en 6.1 por ciento; lo mismo se observa en las personas con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), adultos mayores o con discapacidad.

Sostuvo que la discriminación es un fenómeno que afecta a millones de personas en nuestro país, vulnera los derechos humanos, y afecta el desarrollo y la prosperidad de la nación.

Los mexicanos, agregó, la vinculan con la falta de respeto, desigualdad, maltrato y racismo. En una escala de cero a 10, los ciudadanos la califican con ocho, es decir, “los mexicanos percibimos y sentimos que existe mucha discriminación”, apuntó.

Fuente: http://www.zocalo.com.mx/new_site/articulo/mujeres-sufren-el-mas-alto-indice-de-discriminacion
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