¿Qué diferencias encuentras entre esa universidad que viviste como estudiante y la universidad actual?
Aquella estaba mucho más politizada, porque era una universidad en la que ya éramos conscientes de lo que era el fascismo, de que vivíamos en una dictadura; también teníamos marcos filosóficos e ideológicos más potentes con los que comprender el pasado y analizar el presente. Los debates y asambieas eran cotidianos, incluso, a veces, un poco pedantes, ya que se recurría a obras y autores que difícilmente entendíamos. Pero eso nos educó la mirada y nos ayudó a construir otro sentido común más crítico y democrático.
Ahora, las generaciones más jóvenes tienen vacíos más fuertes, construidos lógicamente por las generaciones adultas, y están obsesionadas con otras cosas. Tienen dificultades hasta para analizar la realidad y ver. Ya están tan sesgados en la educación que recibieron que a la mayoría les cuesta mucho darse cuenta de que son parte de esos sectores más privilegiados y de la responsabilidad social que tienen con los otros, con los que llevan la peor parte.
¿Qué es o ha sido tradicionalmente la escuela?
Ten en cuenta que las primeras instituciones escolares como tal las genera la Iglesia, y las crea para una educación que es adoctrinar en la religión. Te enseñaban a leer y escribir pero la finalidad, ellos te lo decían, era que pudieses leer tú los textos sagrados sin intermediarios. Siempre digo que hasta el vocabulario más clave, más importante, del ámbito pedagógico se lo debemos a esa Iglesia: los profesores son los profetas, el magíster son los teólogos medievales, el libro de texto era la biblia, entendido aún ahora como un texto sagrado, el espacio y la disposición de un aula es igual a un iglesia… en fin, porque la finalidad era adoctrinar.
Cuando se construyen los Estados-Nación, estos se ven obligados a crear una institución que nos haga ver que somos miembros de un determinado país. De esta forma nacen los sistemas educativos, para educar en un nacionalismo en el que tu país es el mejor del mundo y todos los demás son peores, o te roban, o no saben y entonces tú vas a ayudarles colonizándolos, etc.
Cada Estado y los grupos sociales dominantes siempre trataron de instrumentalizar el sistema educativo para ayudar a que los ideales de quienes estaban ocupando en ese momento el poder se hiciesen realidad. Ahora viene siendo lo mismo, cambia un gobierno de color partidario y cambia el sistema escolar. La gente se queja de que cada partido pone su sistema educativo.
Bueno, lo pone en la medida en que las diferencias con quien te precedía son muy fuertes. Así, por ejemplo, cuano llegó el PP de Aznar, un partido con un neoliberalismo brutal en sus planteamientos, no dudó en diseñar una ley educativa con la que las personas aceptasen que las medidas que iban tomando los ministerios de su gobierno eran las mejores y que no había otras alternativas mejores, que la solución a todos los problemas vendrían de la mano del neoliberalismo y de los mantras que le acompañaban: excelencia, calidad, emprendimiento, desregulación, liderazgo, etc.
¿En las últimas décadas se ha banalizado el sentido de la escuela? ¿ha habido un cambio desde los discursos de igualdad a los de excelencia?
En una sociedad neoliberal como la actual, el modelo es el ser humano empresario. El dueño de sí mismo, que diría Foucault, es un ser humano que lo que hace es invertir en sí mismo para luego, en ese mercado capitalista, intercambiar por un buen puesto laboral, por posiciones sociales, salario, consumo, etc. Es ese ser que está todo el día acumulando cosas, compitiendo con los demás, para convertirse en eso. Pero claro, en una sociedad más democrática, en un Estado de bienestar más fuerte… En una sociedad socialista, hablando claramente, más igualitaria, donde se contempla el nosotros, donde somos iguales unos a otros, lógicamente la finalidad es otra: es construir ese nosotros y educar a las personas viendo su interdependencia con los demás seres humanos, no solo de su país sino de otros pueblos y con el entorno, porque todos nos necesitamos.
En la otra sociedad no, porque, si yo me baso en la cultura del esfuerzo, mi obsesión es construirme yo, educarme yo a mí mismo y los demás no importan, allá cada uno porque cada uno es responsable de lo que hace con su vida… Lógicamente, mi mirada no va a ir a las necesidades de los otros sino a ver cómo monto negocios que me puedan dar beneficio personal.
En tu departamento habéis realizado varias investigaciones sobre el contenido de los libros de texto, ¿qué habéis encontrado? ¿qué aportan los libros de texto a ese sistema educativo actual?
La primera obra en la que traté esta cuestión creo que fue un artículo, a finales de los ochenta. Construí el primer cuadro con los contenidos, el tipo de mundo que presentaban los libros de texto comercializados en aquella época y ya diferenciaba entre “voces presentes y voces ausentes”. Y puedes ver cómo, a lo largo de estos años, las voces presentes apenas han variado, pero las ausentes sí lo han hecho mucho. En cada revisión me doy cuenta de más colectivos que nunca son representados ni sobre los que se reflexiona, pero que sí están escolarizados en nuestras aulas, o podrían estarlo.
Esto significa que yo también voy aprendiendo, dándome cuenta y cuestionando mi propio sentido común, que me impedía ver que, dentro de un aula, las familias no son solo heterosexuales, y así con todo, que existen diversas sexualidades, distintas religiones.
Todos los años descubrimos cosas. Recuerdo que hace años me metía con mis compañeras mujeres, porque, según los libros de texto, no tenían clítoris. En los libros de texto hasta hace tres o cuatro años no aparecía, y ahora aparece en 3º de la ESO, con estudiantes de 15 años, pero con expresiones curiosas como “órgano eréctil”, sin más explicaciones, sin aclarar sus funciones en la reproducción de la especie humana; se oculta en qué grado es o no placentero, etc. Pero, claro, tienes que tener en cuenta que la inmensa mayoría de las editoriales de libros de textos pertenecen a organizaciones religiosas católicas.
Mucha gente se queja del libro de religión, ¡pero si es donde menos problema hay! Por lo menos es ya visible. El problema viene cuando coges el libro de literatura y, llegando a diciembre, te aparecen los villancicos, pero no los medievales, que tienen un valor y una importancia, no, no, la horterada de letra del burrito y les piden que lo memoricen y reciten.
En definitiva, aún a día de hoy nos sale, en los estudios que realizamos todos los años que los libros de texto son clasistas, racistas, sexistas, edadistas, homófobos, militaristas y católicos. Puede haber un pequeño cambio con respecto a cuando los empecé a analizar en los 80, pero en líneas generales siguen siendo así, y se explica porque la mayoría de las editoriales pertenecen a grupos religiosos. Y los grupos laicos, como Anaya —aunque compró Bruño, que es un grupo religioso— y PRISA, que es el grupo Santillana, el problema que tienen es que quieren vender libros al alumnado de las clases medias y altas. Esos que están escolarizados en colegios privados y concertados religiosos católicos y, por lo tanto, o incorporas esos contenidos a los libros o, de lo contrario, no los van a comprar.
¿Cómo explicas que una asignatura como Educación para la Ciudadanía fuese tan debatida incluso criticada y nadie, o pocos, ni a derecha ni a izquierda, al menos en la política representativa, haya cuestionado la actual asignatura de Educación Financiera?
La sociedad neoliberal ya no habla de ciudadanía, habla de clientes, y el cliente tiene derecho a cosas en función de su tarjeta de crédito, nada más. A pesar de que el programa de Educación para la Ciudadanía era bastante timorato, al menos educaba en que somos personas interdependientes y en que, si nos organizamos, alcanzamos derechos; pero, claro, ahora con, esta educación individualista en la que cada uno tiene que resolver sus propios problemas y nos convertimos en clientes, lo común deja de tener sentido.
Además de conformar un homo economicus, un homo consumus, un homo numéricus —porque estamos en una sociedad donde todo se cuantifica, se trata de construir la sociedad big data, donde los datos ya gobiernan el mundo— hay otra cuestión clave como es la conformación del homo debitor, el ser humano endeudado. La educación financiera es acostumbrar al ser humano a moverse en el mundo de las finanzas que hay, pero sin cuestionarse el modelo económico dominante, el capitalismo financiero y el neoliberalismo.
Muchas investigaciones y datos señalan que la escuela pública en la actualidad se está convirtiendo en un gueto, ¿es así?
Según los últimos datos, España tiene el 69% de educación pública y el otro 31% es privada y concertada, y dices ‘bueno no está tan mal’, pero el problema es que eso es la media. Porque si vas a la media de renta de esta ciudad, igual nos sale que tú y yo somos millonarios porque aquí vive unos de los hombres más ricos del mundo [la entrevista se hizo en A Coruña]. El problema está siendo que, en las ciudades, las enseñanzas concertada y privada son muy mayoritarias y quienes están escolarizados en ellas son las clases altas y medias profesionales, e incluso mucha gente de clase humilde que hace muchos esfuerzos para pagar la concertada a sus hijos e hijas, para que vivan en unas redes que les puedan favorecer la movilidad social en el futuro.
Esto hace que mucha gente que todavía confía en la pública, por compromiso social o porque es la única a la que puede acceder, trate de moverse a la concertada en la medida en que ve que en el colegio que le corresponde a sus hijos e hijas existe un porcentaje muy alto de personas socialmente o étnicamente desfavorecidas. Existe el peligro, tristemente real, de que muchos colegios públicos puedan acabar en guetos. Esto es muy preocupante porque, si educar es aprender a vivir juntos, ¿cuándo aprenden en un colegio segregado por sexo a vivir juntos los niños y niñas? Por no hablar del componente religioso en temas de diversidad sexual, porque para ellos la heterosexualidad es la norma y el resto son patologías o vicios, y eso sigue presente en centros del Opus Dei o de Legionarios de Cristo.
Y, sin duda, influye la cuestión de las redes que puedas hacer, porque, en esta sociedad mercantil, no es solo lo que tú sepas o de lo que seas capaz, sino tus amistades, y es lo que hace que muchas familias se vayan a la concertada. Hay que darse cuenta también de que las familias cada vez tienen menos hijos y, con esta mentalidad neoliberal, cada vez son más vistos como inversiones, para que el día de mañana puedan aspirar a puestos de trabajo bien remunerados. No hay que olvidar que la defensa de la escuela pública es la apuesta por una sociedad inclusiva, democrática, en la que aprendemos a vivir todos juntos, a cooperar y a construir esperanzas, sueños y a hacerlos realidad entre todos, superando barreras y fronteras reales o imaginarias.
Relacionado con esto último, ¿no os estáis sintiendo muy solos a la hora del compromiso social con la escuela pública?
Sí, sin duda, pero es normal. Hubo una cierta aceptación de la derrota, son muchos años del PP con mayorías holgadas aquí en Galicia, con una izquierda cada vez más fragmentada, con discursos y praxis que generan confusión, y eso acaba desalentando y alejando la política. La cuestión es esa, que necesitamos mucha más organización, más debate en la comunidad educativa, saber llegar a unos mínimos deseables para el buen funcionamiento del sistema público. Si te das cuenta, el debate sobre educación no sale en los medios públicos, no está en la agenda, no sale en los grandes medios, o salen las anécdotas, las chorradas. No hay un debate sobre lo que es la buena educación. La gente te dice que está en el colegio donde se dan las mejores notas, y eso es perverso. Porque, claro, la gente se cree que eligen los colegios y no, no es así. Son los centros los que eligen a las familias, no al revés, lo tengo muy comprobado.
¿Cuáles serían las metas educativas que se tiene que plantear un maestro, desde una perspectiva emancipadora?
Creo que tiene que hacer una selección cultural y una metodología que permitan incidir en que el alumnado vea la realidad de una forma mucho más crítica, con los que se estudien alternativas, se debata, se puedan consultar textos que digan una cosa y la contraria, que entren en conflicto, que tengan que discutir para que el alumnado pueda reflexionar. Y en esto, los libros de texto no ayudan. El profesorado tiene que ser consciente de que el libro de texto genera personas dogmáticas, porque no puedes ser crítico con una sola fuente de información. Tienes que leer varias fuentes, y ahí analizar y decidir, ver qué cosas aportan, qué cosas se exageran. Eso también se aprende. Lo que se estudia en la escuela es la vida, y la vida es compleja.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/educacion/entrevista-jurjo-torres-pedagogia-liberalizacion-ensenanza